El costo psicológico de la pandemia para el personal de salud. Qué puede hacerse

Investigadores del Conicet registran la evolución de los equipos médicos de todo el país. Y diseñan intervenciones para contener el daño.

«Estaba pensando en hablar con algún psicólogo porque vengo cargada, con muchas ganas de llorar», contó textualmente hace unas semanas, una bioquímica que hace guardias en un hospital público de Santa Fe. Ese es apenas un testimonio entre decenas de casos e historias similares que un grupo de investigadores del Conicet está recopilando para estudiar el bienestar psicológico en la salud.

Ese equipo está, desde marzo, realizando encuestas de seguimiento del estado mental de personal de salud de toda la Argentina. Y utilizan esos datos para poner a punto un Plan de Contigencia Psico-Social que ayude a mitigar el creciente estado de estrés y burn-out que hoy afrontan médicos, enfermeros, camilleros, administrativos y el resto de los integrantes de los equipos sanitarios.

«Desde hace muchos años conocemos los efectos psicológicos negativos que causan las pandemias. Y también sabemos que el personal de salud conforma un grupo de riesgo especialmente afectado en este tipo de bienestar», dijo la psicología María Cristina Richaud, investigadora del Conicet y coordinadora del grupo «GPS Salud» que viene trabajando estas temáticas desde hace años.

Richaud contó que, al principio de la pandemia, e intuyendo lo que podría pasar en base a investigaciones sobre otras epidemias regionales, armaron un cuestionario online específico, que ya registra más de 2500 encuestas, y que propone una batería de preguntas anónimas. Con las respuestas podemos determinar índices de ansiedad, depresión, trastornos de sueño, estrategias de afrontamiento y muchos otros parámetros vinculados a este malestar».

Algunas de las conclusiones del grupo sobre los sentimientos del equipo de salud son drásticas:

  • La preocupación por contagiar a sus seres queridos: hoy el 90% de los encuestado coincide con ese sentimiento.
  • La percepción sobre el empeoramiento paulatino del clima laboral cotidiano está en crecimiento: actualmente el 84,5% de los encuestados reporta eso.
  • Indicadores de depresión como «Cansancio» pasó del 34% (medido en abril) al actual 58% que se identifica con esa expresión.
  • El 79% afirma que «el cansancio» interfiere en su trabajo de atención médica.

Según contó esta profesional, recurrieron a metodologías y tablas homologadas para registrar diversos parámetros ligados al estado de ánimo. «Usamos una escala reconocida internacionalmente y que va de 0 a 4. En esa tabla en épocas normales el índice de «depresión» de la media de una población es de 1,4. Pero hoy, en los equipos de salud de Argentina ese índice ya trepa al 2,5. Es alto. Así y todo hay países como México (2,7) y Chile (2,9) que están peor. Y otros que registran algo mejor, como Uruguay y Paraguay».

En otras partes del estudio resaltan otros datos complejos. «Hicimos varias preguntas sobre calidad del sueño y encontramos que el 61% respondió que tiene dificultades para dormirse. También el 59.4% afirmó encontrar complejo permanecer dormido. El 55% considera que la falta de sueño interfiere con su trabajo y 6 de cada 10 manifiestan  preocupación por su dificultades para descansar».

Mes a mes. «En general, con los valores de malestar psicológico registramos que, con el paso del tiempo, casi todas las variables van empeorando», explicó la psicóloga Belén Mesurado, profesora de la Universidad Austral. Y agregó que: «todos los parámetros relevantes del estudio nos indican que crecen sus preocupaciones y explican que estemos registrando en general mayores niveles de ansiedad y de depresión en este grupo».

Un punto interesante que destacó esta investigadora del Conicet es que «encontramos que las mujeres están teniendo valores de malestar psicológico significativamente mayores que los varones. Una posible explicación de este dato es que, aunque la mujeres tengan más resiliencia, también se ha comprado su mayor empatía ante el dolor ajeno y su mejor posibilidad de expresarlo. En definitiva es posible que haya una mezcla: las mujeres que integran los equipos de salud tienen un mayor nivel de depresión y ansiedad y también pueden expresar mejor esta situación mental».

«Tengo miedo a contagiarme y que me tengan que intubar. Y, lógicamente, temor a la muerte». Eso escribió en una encuesta un clínico que trabaja en un hospital de CABA y para el PAMI. Este temor puntual común que todos sufren se agrava con el paso de las semanas.

«Analizando la situación y los niveles de exposición creemos que el paso del tiempo aporta su efecto», explicó Richaud. «Y consideramos que, cuando finalmente pase la pandemia, pueden continuar los problemas psicológicos y habrá muchas situaciones de estrés postraumático. Es algo que ya hemos visto, por ejemplo, en ex-combatientes de Malvinas que seguían mostrando consecuencias y malestar mental veinte años después de terminada la guerra. Por eso tenemos que actuar en forma planificada, con intervenciones que sirvan para que el estrés generado por la pandemia no se cronifique».

Plan piloto
Usando las conclusiones del estudio el grupo GPS propuso una serie de intervenciones específicas para contener el malestar médico entre los profesionales del hospital Garrahan. Richaud contó que «trabajando con psicólogos expertos en catástrofes armamos un plan de contigencia psico-social. Sumamos estrategias y técnicas contener estas situaciones. Hablamos con los directivos, los jefes de servicios y personal administrativo para resolver temas menores como facilitar la llegada, el estacionamiento o la salida del hospital y también conseguir la cobertura de comidas para los «franqueros». Además se armaron diversos talleres virtuales para hablar sobre las mejores estrategias de afrontamiento para manejar el temor, el estrés y las preocupaciones diarias y que sepan también donde y como buscar apoyo psicológico. También se dieron clases de relajación y de estiramiento».

Según Mesurado, «hicimos ese trabajo durante cuatro semanas y luego evaluamos los resultados de las intervenciones. Encontramos que casi todos los valores de la encuesta de bienestar psicológico en el hospital mejoraron, incluyendo los índices de depresión, de ansiedad y de calidad de sueño. También los integrantes de los equipos de salud del Garrahan afirmaron haber reducido su tasa de automedicación y de consumo de alcohol».

Enrique Garabetyan

VIANeomundo