El boletín en nuestro idioma de ayer martes del New York Times refleja los principales problemas actuales – como se ven desde Manhattan. Y el central es muy parecido a como lo vemos desde aquí, en nuestro editorial de hoy.
«Justo cuando nos alegrábamos por la llegada de la vacuna, pensando que le ganábamos terreno al coronavirus, se han detectado en Sudáfrica y el Reino Unido variantes más transmisibles y con el potencial de afectar a los niños. Estos días ya se han reportado casos en México, Perú, Brasil y Chile, entre otros países de la región.
Ahora, vacunar a todos es lo más urgente y, como han descubierto los gobiernos en todo el mundo, el despliegue logístico es más desafiante de lo que se creía.
En Europa, las campañas de vacunación han sufrido tropiezos —escasez de jeringas, papeleo burocrático, falta de personal capacitado— en un momento en que otra vez se han impuesto medidas más estrictas de confinamiento.
Israel, uno de los países que más rápido inmunizaba a su población —al ritmo de unas 150.000 personas cada día—, ha decretado nuevas cuarentenas tras un grave aumento de nuevos casos. También ha sido criticado por no incluir a la población palestina en su campaña.
Ante la lentitud, algunos gobiernos empiezan a desviarse de la estrategia original: consideran, por ejemplo, otorgar medias dosis a las personas de la tercera edad, o retrasar el refuerzo para beneficiar a más población. El riesgo, dicen los expertos, es disminuir la eficacia y confiabilidad de las vacunas.
De por sí, ya hay quienes se preocupan por lo que la vacuna tarda en surtir efecto y el lapso que transcurre entre la inyección inicial y el refuerzo.
Y hay otros que desconfían de sus componentes, como ciertas comunidades religiosas que rechazan los añadidos de origen porcino o que, debido a la desinformación, temen del efecto de la vacuna en el ADN (ninguno: las vacunas no modifican tu composición genética).
Así que los funcionarios de salud no solo enfrentan el desafío del abastecimiento y la distribución sino también deben convencer a la población de que las vacunas solo funcionan si llegan a la mayor parte de los integrantes de una comunidad.
“Se trata de una decisión ética porque estás jugando con la salud, la vida, pero también estás jugando con la vida de los demás”, dijo el Papa Francisco al informar que esta semana se vacunará. “Hay un negacionismo suicida que no sé cómo explicar”, agregó refiriéndose a quienes no creen en la vacuna.»