Cuando este mes el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) cumplió 63 años, publicó esta nota donde hace un resumen muy breve de su trayectoria y su misión, en el marco de la pandemia que atravesamos. Lo reproducimos aquí.
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Pero nos parece apropiado recordar también una «encarnación» anterior. La mencionamos al final.
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«El 5 de febrero de 1958 se creó el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), principal organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología en Argentina. 63 años después, cumplimos un nuevo aniversario atravesados por la pandemia surgida por la COVID-19.
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Desde su creación, el CONICET se constituyó como la institución emblema de la ciencia nacional, y su calidad se incrementa año tras año: durante 2020, en medio de la pandemia, alcanzó la primera posición del Ranking SCImago dentro de los organismos de gobierno de Latinoamérica dedicados a la investigación.
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El CONICET se compone por más de 11 mil investigadores e investigadoras, más de 11 mil becarios y becarias de doctorado y postdoctorado, más de 2.700 integrantes de la Carrera de Personal de Apoyo a la Investigación y el Desarrollo y más de 1.300 administrativos y administrativas.
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Trabajaron distribuidos a lo largo del país en cada uno de los dieciseis Centros Científico Tecnológicos, los once Centros de Investigaciones y Transferencia, el Centro de Investigación Multidisciplinario y los más de trescientos Institutos que conforman el CONICET junto a universidades nacionales y otras instituciones.
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Algunas de las iniciativas surgidas en este contexto pandémico fueron: el test serológico que determina la respuesta inmunológica de una persona frente al coronavirus -desarrollado en solo 45 días-; el súper barbijo creado con telas tratadas con activos antivirales, bactericidas y fungicidas; un método rápido y portátil de diagnóstico molecular con tecnología CRISPR; kits de detección rápida que, a partir de una muestra respiratoria y en menos de dos horas, permiten saber si una persona está infectada.
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También se desarrollaron posibles terapéuticas, como el suero equino hiperinmune anti-COVID-19, y la aplicación potencial del spray nasal de carragenina.
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Se confeccionaron prototipos de mascarillas y respiradores; se constituyó la red internacional que elaboró el protocolo de emergencia para utilizar plasma de pacientes recuperados; y se realizaron mediciones del impacto social y psicológico del aislamiento, y acciones para mitigar la infodemia y las fake news sobre la pandemia.
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En este año atípico, asimismo, el CONICET duplicó los ingresos al organismo, y aumentó en un 60 por ciento los montos de sus becas doctorales y posdoctorales.
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También posibilitó la extensión extraordinaria de todas las becas internas que debían finalizar el 31 de marzo y de las becas externas de investigadores e investigadoras afectadas por la pandemia durante su estadía en el exterior.
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Se financiaron obras por 319 millones, que beneficiaron a una treintena de Unidades Ejecutoras, y se gestionaron los más de 600 pedidos de subsidios extraordinarios. Se prorrogaron los plazos para garantizar el inicio de las becas internas doctorales y postdoctorales otorgadas en el marco de la convocatoria 2019, y en forma virtual, se trataron los recursos de reconsideración y se dieron de alta 3800 becas. Cabe destacar que se cumplió, en tiempo y forma, con todas las convocatorias habituales, tanto de becas como de informes CIC y CPA, entre otras. Y se incorporaron diecinueve Empresas de Base y se proveyeron más de 340 Servicios Tecnológicos, cumpliendo con todos los protocolos correspondientes.»
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La tarea científica no está a salvo en nuestro país -quizás en ninguno- de las luchas y pasiones políticas. Es por eso que decimos en el título «y otros 7 años».
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Porque el 17 de mayo de 1951 se había creado el Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (CONITYC), que congregó a destacados científicos como los físicos José Balseiro y Enrique Gaviola, el ingeniero nuclear Otto Gamba y el astrónomo Juan Bussolini. Después del derrocamiento de Perón en 1955 este organismo fue disuelto, y luego reemplazado por el CONICET.
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Podemos ver dos caras en esto. Argentina pagó un precio alto por estas interrupciones, y las persecuciones que las acompañaron. Pero hubo hombres y mujeres que siguieron trabajando.