Reproducimos esta entrevista que hizo NEXciencia -la revista de Exactas de la UBA- a Guillermo Docena. Se mostró alarmado por el descontrol del covid en Gran Bretaña, vaticinó lo que puede ocurrir con la variante Delta, se mostró partidario de la combinación de dosis diferentes y sostuvo que Argentina debe producir su propia vacuna.
Docena es investigador del CONICET, profesor de Inmunología en la Universidad Nacional de La Plata, vicedirector del Instituto de Estudios Inmunológicos y Fisiopatológicos (UNLP – CONICET), director del Centro de Excelencia FOCIS (Federation of Clinical Immunology Societies) e integra el Comité Asesor para temas sobre COVID-19 de la Provincia de Buenos Aires.
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Desde el comienzo, indicó que estaba preocupado por la decisión del primer ministro Boris Johnson de levantar las pocas restricciones que quedaban en el Reino Unido, en momentos en que la variante Delta se está expandiendo con enorme velocidad, duplicando los contagios cada nueve días y con un promedio de 50 mil casos diarios.
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– ¿Cree que la convivencia de personas vacunadas con tantos infectados puede darle al virus más oportunidades de desarrollar una variante que esquive la protección de las vacunas?
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– Sí, totalmente. El riesgo está ahí. Si llegan a tener 100 mil casos por día, número que puede ser todavía más alto si no hacen nada, ahí tenés chances de que aparezca una nueva variante derivada de la Delta. Eso ya ha pasado en San Pablo donde han surgido nuevas variantes de la Manaos. Inclusive, si no aparece una nueva variante y vos tenés una muy alta circulación de la Delta, las vacunas pueden dejar de ser efectivas, por lo cual, es un riesgo tremendo. Evidentemente, Johnson no quiere restringir la actividad económica, entonces dice: «como la mayor parte de los no vacunados son menores, que se infecten los menores». Pero eso es un error total. Puede que los menores no tengan los mismos problemas de severidad que un adulto pero también hay muchos adultos que no se han querido vacunar. En Inglaterra no consigue superar el 70 por ciento de la población vacunada, lo cual es un riesgo para ellos y para todo el mundo.
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– Esta situación que describe para Gran Bretaña, ¿no es parecida a lo que ocurre a nivel global con un mundo desarrollado vacunado y regiones enteras como África sin vacunas?
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– Sí, claro. Yo creo que la tercera dosis de refuerzo por unos años se va a tener que dar, justamente por la existencia de regiones con una baja vacunación. Mientras siga habiendo reservorios con personas infectadas que, además, se puedan mover por todo el mundo, la situación será de un riesgo permanente. Ahora bien, vos fijate que en los países que tienen los planes de vacunación más avanzados, como Inglaterra o Estados Unidos, no pueden pasar del 70% de la población vacunada porque tienen un 30 % de gente que no quiere hacerlo. Eso, en Estados Unidos, equivale a 100 millones de personas. Es como si tuvieras más de dos Argentinas sin vacunar, es un riesgo tremendo. Hasta que no se logre vacunar a toda esa gente el escenario va a estar muy complicado y va a haber que mantener la inmunidad de las personas vacunadas dando dosis de refuerzo.
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– En ese marco, vacunar niños y adolescentes resulta clave para tratar de alcanzar la inmunidad comunitaria…
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– Es fundamental, de 18 años para abajo, vacunar todo lo que se pueda. Los niños son un reservorio para el virus. Vos fijate que en Estados Unidos están vacunando de 12 años en adelante y así y todo tienen un 30 % de población no vacunada. En Francia ocurre lo mismo. El mundo debe trabajar para aumentar la cantidad de población vacunada y eso incluye a los niños y adolescentes.
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– Si la variante Delta ingresa finalmente a nuestro país, ¿se va a convertir indefectiblemente en la variante dominante?
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– La variante Delta ya ingresó, ya hubo gente que viajó y la trajo. De lo que todavía no hay indicios es de que haya transmisión comunitaria. Ahora, ¿va a desplazar a las otras? Eso no lo sabemos, va a depender de la velocidad de transmisión y de las otras cepas. Acá predominan Lambda -o Andina- y Manaos -o Gama-. En Brasil la Delta ya tiene transmisión comunitaria y todavía no está registrado que haya desplazado a Manaos, por lo cual todavía no sabemos qué va a pasar acá. Nadie lo sabe.
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– ¿Cuál es su posición sobre la estrategia de combinación de vacunas diferentes?
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– Para países como Argentina es muy positiva. En otros países quizá no haga falta porque tienen vacunas de sobra. Pero acá sí porque la limitante para completar los esquemas de vacunación es la disponibilidad de vacunas, sobre todo para los vacunados con Sputnik que les falta completar la segunda dosis. Ahí puede ser importante completar el esquema con una vacuna distinta. Pero vale lo mismo para todas. Yo creo que va a ser fundamental, sobre todo pensando en la aplicación de una tercera dosis el año que viene. Pensá que acá vas a tener gente que necesita la primera, otra que necesita la segunda, y otra que ya va a necesitar la tercera dosis. Proveer a cada uno de la misma vacuna va a ser imposible. No nos queda otra que intercambiar. A nosotros y a todos los países del hemisferio sur, te diría.
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– La combinación de vacunas genera cierta inquietud en una parte importante de la población. ¿Qué les diría a esas personas que están temerosos frente a esta posibilidad?
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– En primera instancia, si la gente no hubiera querido experimentar habría que haber esperado hasta finales del año que viene a que se terminara la fase 3 y se diera la aprobación final a las vacunas. Entonces, ¿estamos experimentando? Sí, porque no hubo tiempo de seguir los procedimientos habituales. Por eso es importante que sea voluntario, el que no quiere que no se vacune y que espere a que se apruebe. Yo creo que es necesario combinar vacunas y es necesario hacerlo ahora porque te lo impone la pandemia. Hay varios trabajos en diferentes lugares del mundo que indican que ciertas combinaciones mejoran la eficacia y no se ha visto mayor toxicidad, por lo tanto, no habría riesgo de que se produjeran más reacciones adversas. En Argentina se comenzó a hacer un ensayo clínico en un número restringido de personas para estudiar las combinaciones y ver cómo estas vacunas se comportan en nuestra población. Una vez que confirmemos que es seguro y veamos cuál es la mejor combinación, se va a ofrecer en forma masiva a toda la población. Va a ser voluntario, el que no quiere intercambiar dice que no y sigue esperando.
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– Pzifer propuso aplicar una tercera dosis de su vacuna seis meses después de la segunda pero esto no fue recomendado por las autoridades de salud ni por la OMS. ¿Cuál es su opinión?
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– Cualquier vacuna tiene que durar como mínimo un año. Si no, es mala. Yo creo que esto persigue un interés comercial y aparece ahora porque cada vez les cuesta más al laboratorio ubicarla en Estados Unidos porque poca gente de la que todavía no se vacunó se quiere vacunar. Entonces, deben de estar buscando aplicar una tercera dosis a los millones de estadounidenses vacunados con Pfizer y encima, al poder intercambiarla, podrían a aplicarla a todos. Para ser claro, hasta que se cumpla un año, no vamos a poder decir nada sobre una tercera dosis. Es probable que haya que aplicarla pero no sabemos si es al año, a los dos o a los tres años.
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– Usted forma parte de un consorcio que está desarrollando un candidato vacunal en nuestro país: ARGENVAC. ¿En qué instancia de desarrollo se encuentra el proyecto?
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– Es una vacuna a subunidades proteicas. ¿Qué quiere decir? Que utilizamos una partecita de una proteína del virus, que se produce en el iB3 (Instituto de Biociencias, Biotecnología y Biología translacional). Ellos aportan el antígeno y nosotros, desde la UNLP, el adyuvante que es una nanopartícula. Esos dos componentes forman la vacuna. Ahora la estamos probando en modelos animales. Estamos en una fase preclínica, con muy buenos resultados de seguridad e inmunogenicidad. En breve, vamos a tener resultados de protección, es decir, vamos a vacunar a los ratones, a desafiarlos con el virus SARS-CoV-2 y ver si se enferman o no. Hemos armado un consorcio muy grande junto con el INTI, el Malbrán, la ANLAP, y dos empresas privadas GHION y Sinergium Biotech. Somos optimistas. Si toda sale bien creemos que en 2022 estaríamos terminando esta fase preclínica. Y después habrá que encarar los ensayos clínicos en personas. Eso va a ser entre 2022 y 2023.
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– ¿Por qué sería importante para nuestro país desarrollar vacunas propias cuando ya habrá muchas otras vacunas probadas y que funcionan bien?
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– Todos los países que producen vacunas son del hemisferio norte. El único en Latinoamérica es Cuba pero también es del hemisferio norte. Y ya sabemos los problemas que hay en la producción y distribución de vacunas. Por lo cual, si nosotros como país tenemos la capacidad de producirla localmente -en la ARGENVAC todo sus componentes son producidos en Argentina-, eso te va a dar soberanía en el abastecimiento de vacunas para nuestro país y para la región. Pensá que Brasil no tiene vacuna propia. Es fundamental que los países de Latinoamérica estén vacunados. Que solamente nosotros lo estemos es un peligro, estaríamos en una situación de gran riesgo. Por lo tanto, que Argentina tenga la capacidad de generar estas vacunas es fundamental. Además, esto te deja toda una serie de plataformas que después podés utilizar para otras vacunas.
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– ¿La pandemia ha revalorizado el concepto de soberanía sanitaria?
– Sí, totalmente. No queda duda de que cuando vos estás en una pandemia, en situación de crisis sanitaria y económica, no es conveniente estar dependiendo de lo que te llega de afuera. Producir vacunas u otro tipo de medicamentos o de insumos que tienen que ver con la salud te va a dar otra autonomía, otro poder de decisión. No vamos a tener que depender de decisiones geopolíticas de otros países, que obviamente van a priorizar sus necesidades y después verán qué hacen con el resto del mundo. Las consecuencias de esta situación las estamos viendo claramente en estos tiempos.
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– La importancia de que nuestro país adquiera estas capacidades, ¿tiene que ver también con la posibilidad de que en los próximos años surja una nueva pandemia de características que hoy desconocemos?
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– Totalmente, eso es real. Vos pensá que en los últimos 20 años ya llevamos tres pandemias de coronavirus y una de influenza. Evidentemente algo está pasando. El cambio climático, la globalización, la cantidad de gente que hay en el mundo y, sobre todo, el hacinamiento de personas con animales, hizo que en el sudeste asiático se hayan generado prácticamente todas las últimas pandemias. La de SARS en 2002, la de MERS en 2013 y la actual, son las tres de betacoronavirus y sumale la de influenza de 2009. Al vivir hacinados tanta gente con animales se facilita el pasaje de microorganismos de una especie a otra. Entonces, ¿va a volver a pasar? Sí, seguro que sí. El tema es estar alerta. En esta ocasión, la OMS declaró la pandemia cuando el virus ya estaba en 115 países. Ya era tarde. Entonces, hay que estar muy preparados para hacer vacunas rápido. Esta pandemia te deja plataformas, como la de ARN, que te permiten generar una vacuna en una semana. Es increíble. Esto refleja la madurez de la comunidad científica en el mundo y de las asociaciones entre la academia y las empresas biotecnológicas.
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