El consumo se incrementó entre los adultos pero a los especialistas les preocupa la influencia sobre los adolescentes, que empiezan antes.
En los últimos 18 meses los recursos y la atención de los responsables de salud pública estuvieron casi exclusivamente enfocados en la pandemia. Pero ahora que los números del coronavirus dan un respiro, otros antiguos problemas que arrastra la Argentina –como el consumo problemático de alcohol– vuelven a la superficie social. Aunque todas las evidencias sugieren que regresan agravados por los meses de encierro, aislamiento y crisis económica.
“Desde hace varios años Argentina se ubica en el podio de los países de la región con mayor consumo de alcohol per cápita y también uno de los que presentan mayor prevalencia de consumo excesivo episódico”, resumió Ariel Bardach, investigador en el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS). Además, según este experto, es especialmente preocupante el consumo de bebidas entre adolescentes. “La III Encuesta Mundial de Salud Escolar constató que más del 50% de los adolescentes que tienen entre 13 y 17 años afirmaron haber consumido alguna bebida alcohólica en los treinta días anteriores”, completó Bardach, que también es investigador del Conicet.
Y aunque la mayoría de los relevamientos que muestran el problema en detalle son de épocas prepandemia, estudios parciales realizados durante 2020 y 2021 dan sólidos indicios de que el consumo se hizo más frecuente y sostenido debido a factores como el aislamiento y las crisis económica.
“Las estadísticas oficiales como la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo ya venían registrando un aumento sostenido del consumo episódico excesivo de alcohol (definido como la ingesta de cinco tragos o más, juntos, en los últimos treinta días): pasó de 8,9% en 2009 a 13,3% en 2018”, detalló Alfredo Palacios, coordinador de Economía de la Salud en el IECS. Y agregó: “Si bien no hay datos oficiales más recientes sobre el tema, hace pocos meses la Organización Panamericana de la Salud hizo un estudio en el que participó Argentina. De ese trabajo se desprende que el consumo episódico no parece haber cambiado demasiado. Aun así resulta alarmante porque ya se alcanzaba un nivel de consumo muy alto”.
Indicios
¿Cuál es la tendencia que marcó la pandemia en este tema? Si bien los expertos coinciden en que se debería hacer una encuesta representativa a nivel nacional, algunos organismos académicos e instituciones realizaron consultas acotadas pero que revelan indicios significativos.
Un ejemplo es la encuesta llevada a cabo por el Observatorio de Adicciones de la Defensoría del Pueblo bonaerense que reveló el consumo de alcohol en el contexto de confinamiento.
Respecto de la ingesta de alcohol, este estudio –realizado entre 506 encuestados– dio cuenta de que el 27,5% afirmó consumirlo antes de la cuarentena. Y el 20,8% afirmó que aumentó su ingesta de las sustancias que ya consumía con anterioridad a la cuarentena. Entre los que reconocieron haber incrementado el consumo, uno de los indicadores más altos se verificó entre quienes beben alcohol (36,5%). Por otra parte, el 4,9% de los encuestados dijo haber adquirido el consumo de nuevas sustancias durante la pandemia. De estos, 21% relató en detalle que incorporó el alcohol a su consumo cotidiano.
CONSUMIR EN CASA ES MÁS BARATO QUE HACERLO EN UN BAR
Otro trabajo parcial, pero con conclusiones similares, fue realizado por un equipo de la Facultad de Psicología de la UBA. “Existen dos formas de alcoholismo: por un lado la dependencia del alcohol y, por el otro lado, el abuso. En nuestro estudio notamos que ambas formas, como consecuencia del ASPO, se han incrementado, con la depresión como posible cuadro clínico mediador”, escribió Cristian Garay, integrante del proyecto y subsecretario de investigaciones .
En el trabajo, publicado en diciembre de 2020 y realizado a través de encuestas online a un total de más de 10 mil personas en todo el país, se lee lo siguiente: “Respecto del alcohol, se observó un incremento sostenido: en marzo reportó consumirlo el 37,5%, en mayo el 41%; para julio era el 54% y en octubre se llegó al 54,8%”.
¿Cuáles son las implicancias a futuro de esta situación? Básicamente, complejizar el tratamiento de un problema que ya era grave. “Por las circunstancias creadas por la pandemia y el aislamiento es muy posible que las políticas necesarias para disminuir el consumo afronten más dificultades”, aventuró Bardach. “Por ejemplo, los chicos vieron a sus padres, en sus casas, consumir más alcohol. Tal vez eso pueda terminar incidiendo en una baja en la edad de inicio de consumo”.
Y Palacios recordó que “con el aislamiento el tomar una mayor cantidad quedó facilitado porque consumir en casa es más barato que hacerlo en un bar o en un boliche. La pandemia y la cuarentena colaboraron para que el alcohol se volviera más accesible económica y culturalmente”.
La prevención, un desafío
Según los expertos, revertir esta situación es complejo pero posible. “La Organización Mundial de la Salud desarrolló una estrategia con cinco tipos de acciones que están respaldadas en evidencia científica y probaron ser efectivas”, comentó Bardach. Se trata de las políticas SAFER (por sus siglas en inglés Strengthen, Advance, Facilitate, Enforce, Raise) y cuyo cumplimiento podría ayudar a reducir significativamente las muertes, enfermedades y costos asociados al consumo problemático.
Según Palacios, básicamente consiste en fortalecer las restricciones, hacer cumplir en forma efectiva las medidas de control, –especialmente en lo relacionado con la conducción de vehículos tras haber tomado–, ofrecer consejería y asesoramiento para tratar el problema, prohibir la publicidad y también los patrocinios de esta industria. Finalmente, una de las medidas más efectivas “es seguir el camino de la lucha contra el tabaco y elevar las tasas de los impuestos. Hoy en Argentina los productos que contienen alcohol son muy baratos y asequibles, especialmente los de menor valor relativo como el vino de ‘caja’, el más consumido entre adolescentes”, agregó. Durante los meses de la pandemia la bebida que más creció en consumo relativo fue el vino, seguida por la cerveza.