El gobierno firmó un contrato con China para la construcción de la cuarta central nuclear

El periodista Nicolás Deza anticipó detalles del contrato que está previsto que hoy martes 1° de febrero firman Nucleo-eléctrica Argentina y China National Nuclear Corporation. Agregamos algunas observaciones de AgendAR.

«El gobierno argentino firmará hoy martes el contrato comercial para la construcción de la cuarta central nuclear en Argentina que será financiada por China.

Se trata de un reactor Hualong One, de diseño chino y con una potencia de 1150 MW. La firma del contrato tendrá lugar en la previa del viaje del presidente Alberto Fernández a China, en donde el gobierno espera cerrar un paquete de inversiones.

Las empresas Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA) y China National Nuclear Corporation (CNNC) firmarán el contrato comercial de Ingeniería, Compras y Construcción (EPC) este martes a las 8 AM de Argentina. La ceremonia de firma será transmitida en vivo por YouTube. Con la firma del contrato comercial se abre un período de hasta un año para la firma de la adenda financiera.

De avanzar con la construcción del Hualong, será el primer reactor con tecnología de uranio enriquecido y agua ligera en el país, sin contar el prototipo argentino CAREM que esta siendo construido en el complejo Atucha. Las tres centrales existentes, Atucha I y II y Embalse, utilizan uranio natural como combustible y agua pesada como moderador.

El contrato

El contrato EPC implicará una inversión de 8.300 millones de dólares y un 40% de participación de la industria nacional en componentes. Estiman que la construcción del reactor generará 7.000 puestos de trabajo directos durante el pico de obra. El financiamiento será aportado por un consorcio de bancos chinos encabezado por el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC).

Por otro lado, Nucleoeléctrica seguirá negociando los contratos para el suministro de los combustibles y de transferencia de tecnología para su fabricación en Argentina, un punto central desde el comienzo de las negociaciones con China durante la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner.

El EPC con CNNC se efectivizará y la construcción de la central comenzará una vez que se cierren los contratos por los combustibles, en la que también participa la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) por ser la institución que recibirá la transferencia de la tecnología para fabricar los elementos combustibles.

El reactor Hualong forma parte del plan quinquenal que Argentina y China buscan sellar durante la visita del presidente Fernández al país asiático. El plan prevé inversiones por miles de millones de dólares en ferrocarriles, energías renovables y la culminación de las represas hidroeléctricas en el sur.

El reactor Hualong

El Hualong One (HPR1000) es un reactor de tercera generación diseñado por CGN y CNNC en China. Es un reactor de uranio enriquecido y agua liviana, con una potencia de diseño de 1150 MW eléctricos.

Existen dos reactores Hualong en funcionamiento en China y uno en Pakistán. China pondrá dos reactores más en operación en 2022 y avanza con la construcción de más unidades. Por otro lado, el reactor Hualong en Pakistán entró en operación comercial en mayo pasado y una segunda unidad alcanzará su primera criticidad en marzo. Argentina se transformaría en el tercer país en tener un reactor de este diseño.

La negociación por la construcción de un reactor Hualong en Argentina comenzó hace una década atrás, motivada por la decisión de incursionar en la tecnología de uranio enriquecido y el proyecto CAREM. “El razonamiento, muy acertado, de la Secretaría de Energía fue que si estamos construyendo un reactor de uranio enriquecido vamos a pretender exportarlo. Pero es muy difícil convencer a alguien de que compre lo que uno no usa. Por lo que sería razonable que nosotros también incursionáramos en centrales de gran potencia, no diseñándola nosotros pero sí entrando en un primer proyecto”, había explicado el presidente de Nucleoeléctrica, José Luis Antunez

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Observaciones de AgendAR:

Hasta donde sabemos, hay un detalle llamativo en esta operación: la obra no empieza hasta que se dirima la discusión sobre los combustibles y se firme el subcontrato respectivo.

Eso es nuevo: Atucha 1 ya estaba en construcción y bastante avanzada cuando la KWU-Siemens por fin aceptó la exigencia de la CNEA de que el tercer núcleo de la central se hiciera con elementos combustibles totalmente hechos en Argentina, pero manteniendo la garantía alemana sobre la central.

KWU aceptó también no cobrar ningún plus por la transferencia de tecnología para la fabricación de los combustibles. Fue una pulseada de aquellas, pero ambas partes procedieron con la suficiente confianza recíproca como para dejarla «bajo paraguas» con la finalidad de que la obra arrancara y progresara.

Las cosas parecen menos fluídas en este caso. Inferimos que CNNC tiene un trato más duro, y en parte quizás se deba al incumplimiento por Argentina del Memorando de Entendimiento firmado en 2014. Según aquel documento, que no tiene la fuerza vinculante de un contrato, Argentina debió empezar en 2016 la construcción de una central nacional de tipo CANDÚ, y en 2018 la de la Hualong-1, todo dentro del mismo paquete financiero de CNNC.

Pero llegó un nuevo gobierno, y el ministro de Energía, Juan C. Aranguren, retrasó 2 años con diversos argumentos el comienzo de obras de la central argentina, hasta cancelarlo totalmente en 2018. Cumplida esa tarea, Aranguren renunció. No por exceso de popularidad, hay que decir. Miles de fábricas y comercios habían cerrado por sus tarifazos de luz y gas.

Los continuadores de Aranguren en la cartera de Energía, ya devaluada a Secretaría, fueron Javier Iguacel y Gustavo Lopetegui. Ambos hicieron lo suyo por retrasar la obra de la Hualong-1, que Aranguren había dejado en pie.

Esto incluyó la generación artificial de un conflicto con la provincia de Río Negro por la decisión intempestiva de Energía de ubicar la máquina en Sierra Grande, sin mayor discusión parlamentaria provincial previa, y peor aún, sin ofrecerle a la provincia industrias electrointensivas a pie de la central. ¿Para qué les iban a servir 1170 megavatios a los rionegrinos? Para iluminar el AMBA, un proyecto perfectamente colonialista. Eso provocó puebladas en todas las ciudades rionegrinas.

Los rionegrinos se desayunaron de que se les venía una central gigante por un tweet emitido desde la China, y tomaron las calles. Eso, en la provincia donde nació la Comisión Nacional de Energía Atómica, sede además de la mejor universidad de ingeniería y física nuclear del mundo hispanoparlante, el Instituto Balseiro, y de INVAP, la firma más exitosa del mundo en exportación de pequeños reactores nucleares. En esta anécdota hay cosas que no cierran, ni para un chino ni para un argentino. Tal vez sí para un estadounidense. Funcionario del State Department, preferentemente.

A la hora de atribuir responsabilidades, el Subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano, le echó la culpa a los ecologistas: «No podés discutir la energía nuclear contra los defensores de las ballenas». Gadano es sociólogo y politólogo. ¿Politólogo? Lo dicho, ahí hay cosas que no cierran ni para un chino ni un argentino.

Sobre el fin de la gestión de Lopetegui, antes de volver a su empresa (Farmacity), el funcionario se congratuló ante el periodista Fernando Krakowiak, de P12, de haber logrado que no hubiera inversiones innecesarias en el área nuclear. Dicho por el autor del mayor apagón de la historia eléctrica nacional.

El gobierno chino, dueño de la CNNC, parece estar negociando ahora con la nueva dirección de NA-SA con una rigidez exasperada: no van a poner un centavo para empezar la obra hasta que se hayan firmado contratos legalmente vinculantes sobre toda la Hualong-1, combustibles incluídos.

Los chinos están absolutamente ofendidos. No les falta razón. Pero con la monserga de la ofensa van a aprovechar para tratar de cobrar (y cara) la transferencia de esa tecnología, y así demorar todo lo posible el ingreso a la central de combustibles construídos por CONUAR.

Si lo logran, hasta que logremos fabricar combustibles aquí como sea, (para algo la CNEA tiene desarrolladores excelentes en el área respectiva), la Hualong-1 se volverá el equivalente nuclear de una Nesspresso, una cafetera automática de ésas de última generación: bellísima, excelente, nada barata. Pero la plata en serio Nestlé la hace vendiéndote los cartuchos de café.

No es algo que la Argentina, que tuvo su primera central nuclear dos décadas antes que China, y que se autoabastece en combustibles desde 1984, pueda o deba tolerar.

Lo podría certificar la AECL: cuando se le compró Embalse, una central CANDÚ, en lugar de transferirnos gratis los elementos de cálculo para hacer el combustible CANDÚ, la empresa canadiense nos mandó sorpresivamente a negociar su tecnología con Westinghouse y General Electric. Que estaban esperándonos, y pidieron un fangote.

La central ya estaba en obra. ¿Qué hizo la CNEA? Tiene buenos «combustibleros», son la base del Programa Nuclear, mucho más que los reactoristas. Copió el combustible CANDÚ, cuyas patentes ya eran viejas, por ingeniería inversa. Un año de testeo, y salieron buenos. A cobrarle a Magoya.

Señores CNNC, no somos unos recién nacidos en el negocio nuclear, y no creo que el trato vidrioso sea conveniente para ninguna de las partes.

Daniel E. Arias

 

VIAEconoJournal - Nicolás Deza