Mientras crece la discusión sobre si el coronavirus puede contagiarse por el aire, a través de microgotitas expelidas al hablar en tono normal -sin toser o estornudar- aumenta la importancia de prevenir esta forma de transmisión a través de barbijos eficientes, que ayuden en la sanitización: y eso es exactamente lo que logra un nuevo tipo de tela con un tratamiento que incorpora nanocomponentes y que puso a punto, en tiempo record, un equipo de investigadores de la UBA y de la Universidad de San Martín: los protectores fabricados usando esta tela tejida le aseguran propiedades antivirales, antibacteriales e, incluso, impiden la formación de hongos.
“Antes de que empezara la pandemia estábamos viendo como fabricar toallas usando hilados con propiedades fungicidas, para disminuir los hongos relacionados con la humedad que le da mal olor a la tela”, explicó Alan Gontmaher, fundador de la empresa Atom Protect. “Y cuando llegó la pandemia se nos ocurrió que tal vez fuera posible fabricar una tela capaz de inactivar el virus. Así, por medio de un conocido común, consulté a la doctora Silvia Goyanes”, agregó.
“Cuando Alan se acercó a nuestro laboratorio, a principios de abril, con la idea de desarrollar algún proceso para que sus telas tuviran propiedades “sanitizantes”, pensamos que era posible”, resumió la doctora Silvia Goyanes, investigadora del Instituto de Física de Buenos Aires. Este instituto del CONICET y la UBA tiene una larga experiencia en el uso de nanomateriales capaces de filtrar elementos contaminantes en el agua y también para envases de alimentos perecederos.
“Concluimos que era posible poner a punto un tratamiento relativamente simple y aplicarlo al hilado de telas para que el producto final tuviera propiedades antibacteriales, antivirales y antifúgicas. Y si bien son telas que -por ahora- no son aptas para insumo médico, si contienen nanopartículas activas que degradan e inactivan -en pocos minutos- un gran porcentaje de diferentes tipos de virus, bacterias y hongos”, detalló la experta del Conicet.
Lo que decidieron fue armar una combinación de iones de plata, iones de sulfato de cobre y cloruro de benzalconio. Y visitar la fábrica, donde trabajan 50 personas, para analizar como se tejía la tela y como integrar al proceso productivo sus nanomateriles desinfectantes.
“Una vez que los hilos están embebidos con las nanopartículas, les aplicamos una capa de diferentes polímeros, que los reticula y los fija a la tela, por medio de un golpe de temperatura a 90°C”, detalló Goyanes.
Con las muestras listas el equipo, que sumó a nueve científicos, se dedicó a analizar que pasaba cuando la tela -que sirve para barbijos, camisolines, guantes, forros de camillas o sillones de dentista, entre otros usos- era sometida a los lavados. “Es lógico que la gente quiera lavar estas prendas con agua y jabón, luego de usarlas varias horas, ya que se engrasan al contacto con la piel. Y queríamos asegurarnos que la tela lavada conservara sus propiedades sanitizantes y que los iones continuaran fijos sin desprenderse para que no fueran “respirados” por el usuario”, recalcó la experta.
Con pruebas de microscopia electrónica chequearon como funcionaban tras 15 lavados. Y “vimos que la tela seguía manteniendo poder desinfectante y su uso seguía siendo “seguro”.
Un bonus extra es que, pensando en su posible utilización para barbijos, recurrieron a las propiedades químicas del cloruro de benzalconio que ayuda a generar una nanoestructura cuyo nano-formato no impide la circulación del aire y facilita la respiración normal del usuario.
Y Goyanes concluyó:”para nosotros, acostumbrados al trabajo de laboratorio, fue una gran experiencia: colaborar con un empresario pyme argentino, con fábrica en La Matanza; poner a punto un producto innovador, basado en la ciencia. Y, en menos de 60 días, tener listo una tela probada y de calidad, que puede ayudar a controlar la crisis pandémica”.
Donación de tela auto-desinfectante
Este desarrollo nanotecnológico también suma un costado social. “En un Zoom de todo el equipo de trabajo, donde estábamos discutiendo como avanzar el tema, surgió la idea de poder hacer un aporte social”, contó la doctora Griselda Polla, investigadora del Instituto de Ingeniería Ambiental de la Universidad de San Martín y una de las expertas que aportaron su know-how para poner a punto esta tela. Y detalló que “a modo de “pago” por la transferencia de tecnología, la empresa se comprometió a donar a ONGs y cooperativas sugeridas por las universidades, el 10 % de la tela “antipatógenos” que produzca su hilandería. “La idea es que estas organizaciones la utilicen para confeccionar barbijos u otros elementos de protección”.
Para que las pruebas y ensayos fueran completos, las telas con nanocomponentes sanitizantes se mandaron a ensayos hechos por virólogos del INTA que chequearon su funcionamiento destructivo sobre otras cepas de coronavirus, similares al SARS-CoV-2, y con expertos del INTI que comprobaron la forma correcta y trazable de aplicar estas moléculas al tejido del nuevo material.
Enrique Garabetyan