Yacimientos Carboníferos Río Turbio firmó un convenio de cooperación con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación para mejorar las tecnologías aplicadas a la extracción en el yacimiento de Río Turbio, Santa Cruz, con el objetivo de mejorar la explotación de los recursos naturales y disminuir el impacto ambiental de la actividad minera. No se menciona en el convenio, pero ambas partes están conscientes de la animosidad cada vez mayor en el planeta contra el uso de combustibles fósiles, y en particular del carbón.
El texto dice que se buscarán, además, alternativas para su comercialización, para darle más rentabilidad y se explorarán otras áreas con potencial, como la posibilidad de sumarle valor localmente al mineral para comercializarlo como carbón activado, para su uso en filtros de aire y agua. También se menciona la posibilidad de la explotación de piedra caliza.
De la reunión participaron el interventor de YCRT, Aníbal Fernández; el titular de MINCYT, Roberto Salvarezza, la presidenta de CONICET, Ana Franchi; el secretario de Planeamiento y Políticas de la cartera de Ciencia, Diego Hurtado; y el Subsecretario de Coordinación Institucional del organismo, Pablo Núñez.
Con respecto al acuerdo, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación dijo: “Estamos pensando, en una primera etapa, en una colaboración con dos empresas que trabajan en energía y en el área de geología, que están asociadas al CONICET. Una es Geomap, de Salta, que hace estudios geológicos y de impacto ambiental. Es una empresa mixta, público-privada, que tiene un equipamiento de nivel internacional, único en la Argentina, para la actividad minera. También vamos a trabajar con Y-TEC, que tiene varias líneas en desarrollo de energía. Vamos a diseñar nuevos productos y dar apoyo a trabajos de tecnología e innovación, y en lo ambiental. En las actividades mineras hay que trabajar con mucho cuidado en ese aspecto y el sistema científico argentino tiene una alta capacidad en soluciones para el área ambiental”.
El primer paso del convenio será crear una comisión con integrantes del MINCYT, el CONICET y YCRT, para identificar los nichos en los que haya posibilidad de agregar valor en forma rápida para aumentar la rentabilidad de la mina. “Es un paso muy positivo, para el sistema de ciencia argentino, poder vincularse con la producción y las empresas de base tecnológica. Tenemos capacidades de innovación para desarrollar tecnologías en el área de energía y esto es un muy buen ejemplo”, expresó Salvarezza.
Desde su creación, en 1958, YCRT atravesó diversas dificultades en su funcionamiento. En el año 1972 alcanzó un pico de más de 500.000 toneladas vendidas, dedicadas principalmente a la producción de energía eléctrica. En 1993, la empresa fue privatizada y cayeron dramáticamente sus niveles de producción e inversión, hasta que en el año 2002 presentó la quiebra y fue intervenida por el Gobierno nacional. En el año 2004, tras un accidente en el que murieron 14 operarios, el Gobierno de Néstor Kirchner comenzó a invertir en tecnología con el objetivo de volver a producir unas 450.000 toneladas anuales, a lo que se sumó la construcción de una central termoeléctrica de última generación para garantizar mercado para esta producción.
Tras una serie de muchos retrasos, en el año 2015 se inauguró la central pero con solo una de sus dos calderas en funcionamiento y sin haberse terminado de construir totalmente. Durante los cuatro años de la gestión de Cambiemos, la usina no funcionó, se trabaron juicios con la empresa constructora Isolux y hubo denuncias de corrupción que involucraron a funcionarios a cargo de la empresa, a la vez que se produjeron más de 400 despidos. También se rehabilitó el puerto Loyola, en la costa atlántica, para embarcar carbón con fines de exportación.
Si bien se estima que la cuenca tiene unas 450 millones de toneladas de carbón que podrían alimentar a la usina durante 150 años, la generación de energía eléctrica a partir del carbón está entre las fuentes de energía más contaminantes.
Las plantas más antiguas son las principales aportantes de gases de efecto invernadero y del ácido sulfurico que genera lluvia ácida, aunque las plantas más modernas, como la de Río Turbio, logran minimizar estas emisiones contaminantes.
Frente a estos cuestionamientos, Salvarezza contestó: “La Argentina tiene menos del 1% de su matriz energética a partir del uso de carbón, mientras que Chile y Alemania andan cerca del 40%. No creemos que esto ponga en riesgo al ambiente, nuestro componente de carbón diría que es insignificante y tenemos pueblos mineros que dependen de esa actividad, en una región en la que tenemos que sostener la soberanía argentina”.
En el largo plazo, el acuerdo también buscará que, a partir de la cooperación con el gobierno de la provincia de Santa Cruz, se pueda incentivar la formación de recursos humanos especializados y se logre desarrollar un centro tecnológico asociado a la industrialización del carbón y sus derivados.
“Lo que nos comunicó Aníbal Fernández es que la producción de la mina viene muy bien y se están cumpliendo los objetivos. Tienen nuevos frentes de trabajo y la maquinaria polaca está funcionando muy bien”, dijo Salvarezza. La maquinaria polaca a la que hace referencia Salvarezza consiste en dos tuneleras para excavación con sistema de transporte continuo que tuvieron un costo de más de 50 millones de euros cuando fueron adquiridas, en el año 2012. Los equipos llegaron en 2016 y quedaron sin uso hasta este año.