Hace pocos días leíamos una triste información originada en un organismo oficial: «La pobreza alcanzó al 40,9% de la población urbana en el primer semestre de 2020, aumentando 5,5 p.p. con respecto al mismo período del año anterior y 15,2 p.p. respecto al 2do semestre de 2017. La indigencia se ubicó en 10,5% y aumentó 2,8 p.p. contra el mismo semestre de 2019».
Nos parece oportuno compartir esta columna del economista Julián Zicari, autor del libro «Crisis económicas argentinas. De Mitre a Macri».
«La semana pasada el INDEC publicó el triste dato de pobreza en la Argentina, marcando un terrible 40,9% para el primer semestre de este año. La información si bien es dolorosa no sorprende porque en la Argentina desgraciadamente nos hemos acostumbrado a convivir con niveles muy altos de injusticia social. El último medio siglo no ha sido otra cosa más que una fábrica de acumular pobres.
En efecto, los niveles de exclusión en los últimos 50 años del país (1970-2020) han señalado valores de pobreza estructurales cada vez más altos. En la década de 1970 la pobreza promedio fue de 5,7%, aunque ya en la década siguiente prácticamente se cuadriplicó al pasar al 19,6%. La década de 1990 volvió a crecer al ser del 26,4%, mientras que en la década del 2000 el salto volvió a registrarse al establecerse en niveles de 36,4%. Donde vemos que todas las décadas el número de pobres no paró de crecer en su promedio. La única excepción fueron los últimos 10 años, en donde el promedio se ubicó en valores igualmente desgraciados del 29,3%.
Tras analizar todo esto la pregunta central es por qué creció tanto el número de pobres. Y la respuesta, si miramos el gráfico, parece ser muy concreta: debido al número recurrente de crisis económicas que ha vivido este país. Pues si consideramos los últimos 45 años han existido nada menos que ocho colapsos económicos, es decir uno cada 5 años y medio. Lo que ubica a la Argentina como el país más propenso a sufrir crisis económicas de la historia.
De hecho, el último tramo prácticamente duplicó el promedio histórico argentino: desde la organización nacional en la década de 1860 al final del mandato de Macri, en esos 160 años, el promedio era vivir una crisis cada 10 años. Ahora hemos acelerado la velocidad de los colapsos, repitiéndolos en casi la mitad del promedio histórico.
Es que las crisis económicas son, por sobre todas las cosas, mecanismos de transferencia de ingresos, donde algunos sectores pierden riqueza y otros se la apropian. Así cada crisis dejó un mayor número de excluidos pero niveles de concentración económica mayores: pobres cada vez más pobres, pero ricos cada vez más ricos.
En todos los casos observamos lo mismo: cada vez que irrumpió una crisis económica el número de pobres tendió a crecer. Después, brevemente al salir de las crisis y a vivir cierta “normalidad” o recuperación económica, tendía a descender algo ese número pero sin volver a los valores previos. No obstante, además, como las crisis económicas han sido tan recurrentes la pobreza empezó a ubicarse en pisos cada vez más altos, adquiriendo ya una lógica estructural de excluidos a esta altura muy difícil de bajar. Donde volver a aspirar a los niveles de la década de 1970 parece una añoranza imposible.
El primer salto fuerte de la pobreza ocurrió con la crisis final de la dictadura y su terrible lógica de valorización financiera, que apostó por el endeudamiento, la especulación y la fuga de capitales como nuevo patrón económico, dejando atrás el modelo industrialista. La pobreza así tocó un pico de 19,1% en 1983 para bajar los siguientes 4 años con la democracia hasta ubicarse en el 12%. No obstante, el descontrol inflacionario que desembocaría en la híper de 1989 volvería a incrementar raudamente los valores de pobres, llegando a casi la mitad de la población a hundirse en la exclusión como su consecuencia.
La llegada de la convertibilidad en 1991 y el fin de la alta inflación, de nuevo, hizo caer el número de pobreza hasta toparse con la siguiente crisis: en 1995 vino el Tequila y otra vez el número de pobres tendió a crecer, a la par que el modelo neoliberal de hiperdesocupación, apertura y privatizadas dejaba un tendal de caídos cada vez más grande. Cuando vino la violenta explosión de la crisis del 2001 todo eso se puso al descubierto y el nivel de excluidos tocó el pico más alto de nuestra historia al marcar un 55% en 2002.
Los gobiernos kirchneristas, la fuerte recuperación inicial y los buenos precios externos hicieron bajar la pobreza nuevamente, cayendo prácticamente a la mitad, aunque se complicaría en quebrar los valores del 28%. Sin embargo, otra vez, en 2008 una combinación de crisis externa (la crisis internacional tras la quiebra de Lehman Brothers) junto a una crisis interna (el conflicto por la 125), levemente empujó la pobreza hacia el alza, aunque luego volvería a caer un poco más, tocando niveles cercanos al 23% entre 2011 y 2013.
Con todo, una devaluación en 2014 y la poco exitosa salida del cepo en 2016 hicieron que el número de pobres otra vez creciera, con lo que pasó primero a 26% (2014) y luego al 31% (2016). Lo que claramente dejó al descubierto que la idea de que los precios se fijaban al valor del dólar blue era un engaño y que debe ser una enseñanza para quienes militan que se levante el cepo hoy: si se quitaran los controles cambiarios el crecimiento de la pobreza se aceleraría como en 2016.
De todos modos, debemos decir igualmente que Macri en 2017 pareció que cumpliría su promesa de “pobreza cero”, puesto que ésta descendió al 26,9% en ese año, lo que implicó un triunfo electoral para su gobierno ya que su propuesta pareció funcionar.
Empero, ya sabemos el final y que no fue así: también el macrismo apostó salvajemente por el endeudamiento externo y pronto agotó ese recurso, cerrándose los mercados para el país. Así en 2018 se escapó el dólar, volvió el FMI y el descontrol cambiario hizo que la divisa pasara de 20 pesos a más de 60 a partir de ese momento hasta 2019, al son que la pobreza creció de nuevo con ello. Si su gobierno recibió niveles de pobreza de 26,1% en 2015, lo dejó en valores de 37,6% en 2019. Por lo que lejos de llegar al objetivo de “pobreza cero” como había prometido, la aumentó un 44% durante su mandato.
A pesar de semejante desgracia, todo todavía cerraría de la peor manera tiempo después. Pues a la crisis final del macrismo se sumó una pandemia mundial como producto del coronavirus que volvió a hacer subir el número de pobres tal como lo anunció la semana pasada el Indec.
Esta terrible historia nos enseña dos cosas si queremos bajar la pobreza, estando ambas mutuamente relacionadas. La primera es que es condición indispensable dejar de padecer crisis económicas, ya que estás son la verdadera fabrica de crear pobres como fuimos viendo.
La segunda es que esas crisis y el aumento de la pobreza se producen por los saltos cambiarios, los cuales son consecuencia de los recurrentes desequilibrios externos que suele sufrir el país. Ya que cada vez que sube el dólar aumenta la canasta de los alimentos haciendo que muchas personas caigan bajo la línea de la pobreza. Donde dichos desequilibrios se han producido en las últimas décadas por los mismos motivos: el terrible peso de la deuda externa, la fuga de capitales, la alta dolarización de carteras, los golpes de mercado y los desequilibrios productivos, todo lo cual ha generado la consabida restricción externa y la falta de dólares recurrentes.
Por ello mismo si no se consideran todos estos puntos, la pobreza no va a bajar como deseamos sino que va a continuar con su tendencia alcista de largo plazo. La única manera de reducir el número de pobres es evitar nuevas crisis económicas y para ello es necesario estudiarlas, entendiendo por qué suceden éstas. Ya que los únicos pueblos que repiten su historia son los que no la conocen.»