«Acá funcionan de tres maneras: escuela regular abierta, online o híbrida, que a la vez tiene varios formatos según cuántos días vayan los chicos y cuántos se conecten por internet. En mi ciudad les repartieron notebooks a todos, y puntos de acceso a los que no tenían internet adecuado. Primaria y secundaria siguen online hasta enero de 2021. Se empieza a discutir cómo van a manejar las cosas después”. La que habla es una mujer estadounidense de 45 años, madre de mellizos de 11 y de un adolescente de 17. Vive en Chapel Hill, Carolina del Norte, Estados Unidos. El dónde, de todos modos, es irrelevante. En todos lados se discute lo mismo: hasta qué punto la vuelta a clases incide en la expansión del coronavirus.
Cuando en Argentina la reapertura escolar es un tema candente, es interesante mirar la experiencia zanjada por países que ya pasaron la “primera ola” de Covid-19. Pero, ojo: las conclusiones regionales son tan disímiles y cambiantes que quienes esperen leer afirmaciones como “la escuela abierta aumenta los contagios” o “la escuela abierta no aumenta los contagios” sin dudas se decepcionarán frente a la inevitable y escurridiza heterogeneidad mundial.
La directora de la Organización Panamericana de la Salud, Carissa Etienne, advirtió que, en la región de las Américas, “más de medio millón de niños, niñas y adolescentes se infectaron de coronavirus y las cifras siguen aumentando”. Tomó datos del Centers for Disease Control and Prevention (CDC), que el 28 de septiembre publicó un informe en el que analiza las consecuencias de la reapertura escolar en Estados Unidos.
Ahí se consignaba “una mayor incidencia de coronavirus en adolescentes de 12 a 17 años, aproximadamente el doble que los de 5 a 11 años”. Tiene sentido, mirando las cifras de Argentina: de los más de 840.000 confirmados de coronavirus acá, los chicos de 1 a 10 años representan casi el 3%, mientras que los de 10 a 20 años, el 6,70%.
Algo parecido habían mostrado investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalem y del Hospital Hadassa (Israel) cuando, en un trabajo publicado a fines de septiembre marcaron que los menores de 10 años no solo contagian menos sino que esparcen el virus en menor proporción (casi la mitad) que los adolescentes.
Lo interesante (y polémico) de las conclusiones israelíes es que coinciden con las de un informe reciente de España en el que, si bien reportan una suba de contagios durante la apertura escolar, la justifican con un argumento conocido: dicen que hay más casos porque se está testeando más.
Volviendo al CDC, tras remarcar que la incidencia mensual de Covid-19 aumenta más entre los jóvenes estadounidenses de veintipico y advertir que por la variedad de las jurisdicción es difícil generalizar, concluyen algo tan obvio como central: “Los estudios escolares sugieren que el aprendizaje presencial puede ser seguro en comunidades con bajas tasas de transmisión de SARS-CoV2, pero podría aumentar el riesgo de transmisión en comunidades donde la transmisión ya es alta”.
Francia y Bélgica
Un hombre que vive en Bélgica, papá de una nena de 3 años que asiste al maternelle (jardín de maternal) compartió una sensación de alcance “continental”:
“En Europa está abierta toda la escuela. Hubo cierres localizados, pero no generalizados y son muy pocos”, explicó, y dijo algo que podría esperanzar (aunque Bélgica está teniendo más o menos la mitad de casos que Argentina) (NdR: con una población 4 veces menor) “Durante el verano local se habló mucho: se decía que muchos países no habían preparado planes serios para la vuelta a clases, que iba a ser un desastre. Al final todo está abierto y no parece ser mayor problema porque nadie habla de cerrar. Se cierra alguna clase puntual o algún colegio, pero ni siquiera parece ser tema destacado en los medios”.
¿Cómo manejan la «cotidiana» escolar? “En el grupo de mi hija son 15 niños, pero podrían ser hasta 18. Hay 4 grupos de esa edad y se mezclan solo en el comedor y el patio”, contó el hombre. Es decir, arman “burbujas” de unos 60 chicos de 3 a 5 años. Aparte están los de 6 a 12 años, que “tienen otro patio, todo diferente, y otro horario de comedor”.
Moviéndonos por el mapa, en Francia las clases volvieron en septiembre y, aunque el parte epidemiológico del 1 de octubre mostró que el 35% de los centros infecciosos de Covid-19 estaban condensados en escuelas y universidades, solo 14 establecimientos y 290 cursos fueron cerrados por contagios.
Los sindicatos docentes no están contentos con la situación y piden enfatizar las medidas de distanciamiento y, en lo que todos consideran que es “la segunda ola de coronavirus”, bajar al 50% la asistencia de alumnos (como están haciendo ahora las universidades). En la vereda de enfrente, las autoridades educativas insisten en que el tema está más o menos controlado y que los contagios se producen fuera de los establecimientos escolares.
España
A un mes del inicio de las clases en España y en medio de la segunda ola de la pandemia, es más caótica la gestión de los casos detectados en las escuelas que la incidencia real de los contagios en las aulas.
Según un estudio del Grupo de Investigación en Biología Computacional y Sistemas Complejos de la de la Universidad Politécnica de Cataluña, la vuelta a clases no agravó “sustancialmente” la situación de la pandemia en ese país.
Sin embargo, los contagios de coronavirus en las escuelas provocaron la suspensión de más de 700 aulas, el cierre de más de 120 colegios y un rosario de huelgas de estudiantes y sindicatos docentes que reclaman medidas de seguridad para evitar los casos positivos en las escuelas.
El último informe de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica señalaba que, entre el 10 de mayo y el 13 de agosto, se notificaron más de 9.400 contagios entre menores de 15 años, el 10% del total de contagiados.
A la vez, el 24 de septiembre, el Ministerio de Educación aseguraba que el 95,5% de los colegios no había registrado positivos en sus aulas y que, de las casi 390.000 clases que hay en todo el país, cerca de 3.000 estaban en cuarentena por algún caso detectado en alumnos o docentes.
Italia e Inglaterra
Siguiendo con esta panorámica por el Viejo Continente, el ministro de Salud italiano, Roberto Speranza, dijo recientemente que el número de contagiados es reducido, pero, no obstante, se determinaron cierres parciales en algunos establecimientos escolares.
¿Por qué? En realidad, la situación en Italia es controvertida: mientras el ministerio de Instrucción Pública aseguró que los porcentajes de contagios rondan cifras menores (el 0,04% de docentes y 0,022% de alumnos), los medios locales señalan vacíos en la información difundida, en especial respecto del número de hisopados hechos a miembros de la comunidad escolar.
Por fin, Inglaterra abrió las escuelas en junio, temprano en comparación con otros países que esperaron al final de las vacaciones del verano boreal. Pero, 15 días después del reinicio del ciclo lectivo de septiembre, la llegada de la “segunda ola” de coronavirus obligó al cierre total o parcial de más de 360 escuelas en Inglaterra y la región de Gales.
El escenario numérico es, ahí, desolador: se estima que unos 25.000 profesores de Gran Bretaña fueron forzados a abandonar las aulas y aislarse en sus casas. Todo porque faltan kits de testeo. Y por el coronavirus.
(Un trabajo periodístico de Irene Hartmann en el que colaboraron Idafe Martín, Marina Artusa, Julio Argarañaz y María Laura Avignolo).