Es difícil saber cómo titular esta noticia: si como el fin de una industria o como el comienzo del Covid-20.
La cría intensiva de visones, tercera exportación “de campo” en Dinamarca, generaba el 40% de la producción mundial de pieles, pero también dió lugar a una mutación del SARS CoV-2. Y ésta es factible de burlar la mayor parte de las vacunas de alta tecnología a punto de licenciarse.
Esta noticia probablemente mala conviene combinarla con otra probablemente buena: el Ministerio de Salud de Argentina acaba de negociar la compra de 22 millones de dosis de vacunas muy avanzadas de producción local, las de AstraZeneca, a desplegarse según el siguiente calendario: 2 millones en marzo de 2021, 4 millones en abril, 4 en mayo, 3,5 en julio y 8,5 en julio. Agendar tiene este dato por fuentes reservadas.
Ambas noticias van en direcciones diferentes. Para poner en un marco de referencia la local y buena, conviene analizar la dinamarquesa y mala. Qué realidad sanitaria resultará de ambas es conjetural, y como dijo el físico danés Niels Bohr, es difícil hacer pronósticos, en especial sobre el futuro.
La nueva zoonosis danesa campea sobre los 1134 criaderos de la industria peletera y será difícil contenerla geográficamente: al parecer la mitad de los 2600 empleados full time de esta industria ya fue infectado por estos animales. Sin embargo, según The Guardian, los confirmados por ahora son 12.
Se infiere que los daneses tienen un exceso de pruebas de anticuerpos y pocas PCR confirmatorias, pero eso y la mutación detectada en el virus alcanzaron para reimponer las barreras sanitarias estrictas entre las municipalidades del norte danés entre sí y con el resto del país. También la vuelta de Jutlandia a restricciones fuertes, con cierre de restoranes y bares.
Kare Mölback, jefe del SSI o Instituto Serológico del Estado (entidad nacional a cargo del control de infecciosas), dijo que esta mutación genética adquirida dentro de los visones por el SARS CoV2 tiene un “antígeno Spíke” diferente. Añadió que probablemente este nuevo antígeno será dífícil de reconocer para los anticuerpos generados por las vacunas.
Pero Mölback no se refirió a todas las vacunas que están en el “pipeline” mundial de estudios de fase, sino a la mayoría. Son aquellas cuyo blanco inmunológico es el famoso antígeno Spike. Ésta es una construcción proteica que forma las “espigas” que tapizan la cáscara o cápside del virus del Covid-19 como una corona.
El Ministro de Salud de Dinamarca, Magnus Heunicke, dijo que las pruebas de laboratorio “mostraron mutaciones que podrían afectar a las vacunas que son candidatas contra el Covid-19”, y añadió: “Se trata de una amenaza contra el desarrollo de vacunas contra el coronavirus. Por eso tenemos que liderar una campaña nacional”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), dependiente de las Naciones Unidas, declaró escuetamente “haber sido informada por Dinamarca sobre «una cantidad de personas infectadas por coronavirus de visones, con algunos cambios genéticos en el virus”.
El juego acaba de darse vuelta: hasta ahora el problema en Dinamarca era que los humanos infectaban a los visones enjaulados. Por eso, en lo que va del año, los brotes de Covid forzaron al gobierno a liquidar 1,2 millones de animales en 400 criaderos. Pero esta semana fue por el resto: son los visones los que infectan a los humanos, y con un virus “recombinado”.
La peletería intensiva de visones tiene base en la península de Jutlandia, escenario en 1916 de la batalla de la mayor batalla de acorazados de la historia y también el lugar más pobre y nórdico de Dinamarca. Ahora será aún más pobre: el gobierno decidió el sacrificio de 17 millones de animales. En este pequeño pero próspero país de 5,8 millones de habitantes había 3 veces más visones que personas.
Los clientes de esta producción viven en países donde no hay ecologistas en las calles que estropeen con aerosol tapados cuyo precio excede el de una vivienda. Los chinos y rusos ricos enfrentarán un encarecimiento de este insumo básico, y Dinamarca toda será algo menos próspera: el cierre de los criaderos de Jutlandia les costará 800 millones de euros (U$ 952 millones), básicamente en compensaciones a criaderos cerrados, indemnizaciones y seguros de desempleo; sin contar lucro cesante.
El Partido Liberal contraatacó el miércoles por la emisora nacional TV2, poniendo en duda el fundamento científico de estas medidas: “Queremos que nos manden las pruebas para estimar las bases técnicas”, dijo el portavoz oficial. Tage Pedersen, presidente de la asociación de criadores de visones, dijo que la matanza significaba el fin de la industria. Hasta ahora, todo esto parece sacado de la miniserie “Borgen”, de Netflix.
Pero repitiendo el primer párrafo, es difícil saber cómo titular esta noticia: si como el fin de una cría intensiva danesa o como el comienzo de un nuevo Covid mundial. La duda es lícita, porque la ecuación cría intensiva local = problema mundial se viene repitiendo con todas las zoonosis pandémicas respiratorias, desde la gripe H1N1 de 1917 a la H1N1 de 2009, pasando por la H2N2 de 1957 y la H3N3 de 1968, llamada “de Hong Kong”, y también el SARS de 2002/3, detectado por primera vez en Cantón, China.
El SARS fue la primera zoonosis pandémica moderna no gripal de nuestra historia médica. Oriunda de algún coronavirus de murciélago, la enfermedad se desparramó a 23 países y mató a 6231 personas antes de extinguirse por cuarentenas. Fue un preanuncio del MERS en 2012, muy letal pero poco contagioso, con 866 víctimas, cuyo animal-reservorio es el dromedario. El MERS sigue aún débilmente activo en Arabia Saudita. El SARS y el MERS fueron más letales que el Covid convencional, si se mide el número de curados… pero son mucho menos contagiosos.
La vacuna de AstraZeneca se fabrica en mAbxscience, Argentina, para toda la región. Su “target” antigénico es la proteína Spike del virus SARS CoV2.
Los virus a ARN, como los corona, mutan relativamente rápido en comparación con los virus a ADN. Los animales criados en forma intensiva normalmente están inmunodeprimidos por el hacinamiento, de modo que se infectan fácil de sus cuidadores. El problema es que luego la pelota vuelve “con efecto”, y a veces por circuitos indirectos: un virus de ave de corral que antes estuvo en un humano puede hacer escala en cerdos antes volver al humano, pero lleno de variaciones genéticas adquiridas en todos esos saltos entre especies.
No por nada el lugar del mundo donde se generan casi todas las gripes anuales es el Sudeste Asiático, la zona más intensiva del planeta en cría de pollos, patos, gansos y cerdos. Pero la producción de pandemias respiratorias virales se está deslocalizando en la medida en que la cría ultraintensiva se vuelve universal. La temida gripe H1N1 de 2009 vino de un complejo de granjas en el centro de México.
Lo original de este brote de coronavirus, por ahora regional y danés, está en que los animales donde se forjó su recombinación genética no son pollos, pavos, patos, gansos o cerdos, sino feroces mustélidos semiacuáticos parientes de nuestras comadrejas, cazadores de conejos, aves y peces. La especie criada en Dinamarca es americana, la llamada Neovison vison, de mayor tamaño y rendimiento peletero.
Un visón americano escapado de un criadero almorzándose un pez europeo sin permiso de la fauna local.
La Neovison resulta tan territorial y agresiva que los individuos escapados de los criaderos europeos aniquilaron a los Mustela nutreola, los visones silvestres locales. Es también tan voraz que un criadero de 3000 Neovison requiere de 2 toneladas diarias de descartes de matadero y de la cadena alimentaria humana.
Los predadores encerrados y hacinados se agarran todo tipo de enfermedades, incluso cognitivas, llamadas “estereotipias”, o conductas repetitivas sin sentido aparente. Los Neovison con estereotipias están “de la nuca”: pueden comerse la cola o a otro visón, si los dejan, y no por hambre. La presencia de los cuidadores agrava estos cuadros, de modo que se trata de dejarlos solos en sus jaulas.
En cualquier índice de bienestar animal, los visones de criadero ranquean bajísimo. Era imposible que no se infectaran de los humanos. Sólo les faltaba este virus respiratorio salido de murciélagos cavernarios en Wuhan, China, que les llegó por vía de la población rural laburante de Jutlandia.
El mundo se ha vuelto muy chico. Cruel fue siempre.
Qué significa esto en Argentina
Ginés González García, Ministro de Salud, dice correctamente que la pregunta no es para cuándo la vacuna sino cuántas vacunas. Añadimos: y cuáles.
Las primeras vacunas a punto de licenciarse en Argentina son de este tipo: atacan el antígeno Spike. La rusa Sputnik, que importaremos próximamente, consta de dos virus del resfrío como “carriers” de genes que sintetizan la proteína Spike, para que el sistema inmune aprenda a disparar sobre ella. ¿Pero qué pasará si ese blanco cambió de aspecto y forma?
La mucho más probada ChAdOx de AstraZeneca, que aquí fabrica a gran escala mAbxscience y de la cual tendremos 22 millones de dosis suministradas entre marzo y julio de 2021, tiene como “carrier” un virus del resfrío de los chimpancés, y los consabidos genes para sintetizar en forma inocua la proteína Spike.
La mayor parte de las más de 200 vacunas en distintas fases de desarrollo están dirigidas a desarrollar anticuerpos que bloqueen este antígeno. Lo bloquean acoplándose a él por un encaje casi perfecto “llave-cerradura”, es decir por su morfología y su distribución de cargas eléctricas superficiales.
Este antígeno viral, el Spike, es el más importante en la cadena de eventos del contagio y la infección: reconoce, también por encaje “llave-cerradura”, un receptor químico de las células de los epitelios respiratorios humanos (y de otros mamíferos).
Ese receptor se llama ACE2. No tiene la finalidad traidora de dejarse invadir por un virus: responde a señales del estado metabólico general y cumple funciones propias del mismo, como la regulación de la tensión arterial. Pero la microbiología es oportunista: este virus logra utilizarlo como puerta trasera para colarse dentro de la célula, secuestrar su maquinaria productiva de proteínas y transformarla en una fábrica de millones de virus, hasta que estalla.
Es posible que el SARS CoV2 tenga otras puertas de entrada en otros tejidos, además del ACE2. Esto queda sugerido por la facilidad con que a veces atraviesa ese Muro de Berlín de nuestras cabezas, la “barrera hematoencefálica”, para atacar partes del cerebro, con efectos que empezaron a describirse en mayo de este año. El SARS CoV2 ya no puede catalogarse como únicamente respiratorio: sobran evidencias de sus efectos sistémicos sobre otros tejidos y órganos.
¿Por qué centenares de universidades, industriales y laboratorios apuntaron sus vacunas contra el antígeno Spike? Es un garfio de abordaje, al estilo de los que usaban los piratas cuando abarloaban su barco a la nave a capturar. Cortado el garfio, el abordaje es imposible. Pero cuando todo el mundo acata la misma astucia, ésta puede ser una estupidez.
La OMS podría haber reorientado la investigación en vacunas, pero tiene una crisis de dirección. Este año su preocupación principal ha sido cómo sobrevivir a Donald Trump, que al retirarse del organismo lo dejó sin U$ 900 millones. Es una quinta parte del presupuesto con el que la OMS mantiene 7000 agentes de 194 estados en 150 oficinas y laboratorios en todo el mundo.
Y no son burócratas al cuete. Trump no parece haber tenido en cuenta que es la misma OMS que en 1977 exterminó a pura vacunación al virus de la viruela, virosis que mató a 300 millones de humanos sólo durante el siglo XX. Y es la misma que desde hace 4 o 5 años está a punto de liquidar para siempre al virus de la poliomielitis. Como sea, este año la OMS no da pie con bola.
La doctora Juliana Cassataro y su equipo en UNSAM, foto de 2010
La fijeza de la “Big Pharma” con el antígeno Spike genera una situación de peligro que cualquier argentino futbolero conoce bien. En los equipos muy ofensivos, como nuestra selección, cuando todos los delanteros y volantes vuelan hacia el área contraria para saturar a los defensores, basta con un volante rival rápido para escaparse con la pelota y “vacunarnos” por retaguardia. Si lo sabremos…
Si el antígeno Spike mutado logra salir de Dinamarca, si abre un ciclo pandémico refractario a las vacunas tecnológicamente más modernas, tal vez entren a mostrar mayor utilidad aquellas dirigidas simultáneamente contra VARIOS antígenos virales. Técnicamente son más primitivas, pero quizás resulten más durables en el tiempo.
Una de ellas, china, está siendo testeada en Argentina por la Fundación Huésped, y es la de Sinopharm, parecida conceptualmente a la vieja (y efectiva) Salk antipoliomielitis. Usa las cápsides enteras de SARS CoV2, con los genes adentro inactivados. Debería suscitar una respuesta inmunológica más compleja, contra los antígenos Spike, N, M, E y ORF7a.
Otra de estas vacunas, aún más simple, es la del grupo liderado por la doctora Juliana Cassataro en el Instituto de Investigaciones Biológicas de la UNSAM, con un presupuesto de U$ 100.000 del Ministerio de Ciencia (debe ser lo que gasta en café el equipo de Oxford que desarrolló la fórmula de AstraZeneca).
La fórmula de Cassataro apunta contra un cóctel de diversos antígenos virales, sacados de cepas del SARS CoV2 de mucha circulación regional, secuenciados en el ANLIS Malbrán. Con los fondos del MinCyT pero ninguna farmacológica privada que la empuje, la vacuna de la UNSAM todavía no llegó a estudios de fase 1.
Sería bueno tener a mano al menos un par de fórmulas como las mencionadas, apuntadas no a lo francotirador, contra un único blanco antigénico, sino como como una escopeta recortada, contra muchos. Porque aún si la mutación danesa de la proteína Spike logra contenerse regionalmente, sucederán otras en otras partes del mundo. Tal vez no haya un Covid-20, pero sí uno -o varios- Covid-21.
Eso es jugar el ajedrez en profundidad y preparándose para una partida larga: el virus en teoría puede escaparse darwinianamente de los centenares de vacunas “antiSpike” en desarrollo con una única mutación. Pero difícilmente logre hacer 5 mutaciones en 5 de sus proteínas estructurales y/o funcionales.
Y sólo si le cortamos todos los escapes evolutivos lo podremos cercar.
Y exterminar.
Daniel E. Arias