Héctor Golán trabajó desde 1970 en Atucha I, en Atucha II hasta 1987 y participó en la alta gerencia de la terminación y extensión de vida de las centrales CANDU de Cernavoda (Rumania), y Bruce y Pickering (Canadá). Nos ha hecho llegar un artículo donde analiza a fondo la realidad de la energía nuclear en Argentina.
Sus conclusiones pueden leerlas a continuación, pero nos pareció útil resumirlas en el título y en el siguiente párrafo: La compra sin licitación a China a los montos trascendidos implicaría pagar U$S 9.330 por kilovatio instalado para el CANDU y U$S 6.870 para el Hualong One. Estos valores imponen preguntarse si se esta comprando bien cuando en el 2013 se estimaba un valor de U$ 5.500 por kilovatio instalado para el CANDU.
Las afirmaciones de Golán son debatibles, por supuesto. Discrepa con, por ejemplo, otros amigos que también han publicado aquí. Pero nos parece importante que estas ideas se discutan antes del viaje del presidente Fernández.
A pedido del Ing. Golán, dejamos claro que el título de este artículo, y el contenido de esta introducción, son una interpretación del portal. Las opiniones del autor están en el artículo.
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NUESTRAS PRÓXIMAS CENTRALES NUCLEARES: ¡A LICITACIÓN!
El viaje del presidente Alberto Fernández a China probablemente tendrá consecuencias sobre qué hará la Argentina con su programa de centrales nucleoeléctricas. Habida cuenta del panorama actual de deuda externa e interna, cuarentena por pandemia y escasa disponibilidad de recursos legítimos propongo:
- Dedicar los fondos disponibles a terminar el prototipo y empezar el posicionamiento internacional del proyecto nucleoeléctrico propio: el CAREM.
- Que para Atucha III y futuras centrales, independientemente del tipo de reactor o de unidades por planta, se llame a licitación.
Así como la Argentina hoy está muy recesiva y deudora como para firmar grandes créditos a precios sin adecuada comparación, el Programa Nuclear Argentino no puede permitirse fracturas internas. Llamar a licitación es el modo de zanjarlas y enfrentar mejor las necesidades futuras del sistema de generación.
Inevitablemente, debo construir mi argumentación sobre la base que propusieron en este portal en el mes de Agosto los colegas José Luis Antúnez, Andrés Kreiner y Gabriel Barceló. Se lo puede consultar aquí. Coincido con ellos en el título mismo, “No hay futuro en abandonar nuestra historia nuclear”, frase que tuvo tantos ecos no solo en Internet. Pero difiero en cómo encarar ese futuro en los próximos años.
Antúnez, Kreiner y Barceló (en adelante, AKB, por brevedad) mencionan temas como soberanía energética, tipo de contratación, financiación, participación nacional, tipo de reactor, agua pesada, elementos combustibles, ITER, CAREM etc. De agosto a esta fecha hubo acontecimientos nucleares en el ámbito externo e interno que a mi entender refuerzan mis conclusiones. En un análisis punto por punto, tenemos:
- Soberanía energética
ABK hacen eje en este tema, y se preguntan qué ocurriría de producirse un bloqueo de uranio enriquecido como el que ocurrió en 1981, en un contexto internacional distinto.
Si bien es imposible anticipar eventos con una certeza del 100%, creo que es muy baja la probabilidad de que el país se quede sin acceso al uranio enriquecido. O por caso, también al uranio natural, ya que este también se importa, y desde el año 1997. [1]
El boicot de enriquecido ha sido obsesión de muchos países, además del nuestro. Y llevó al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) a desarrollar un banco de almacenamiento de uranio grado central en Kazajstán, como menciona Kreiner en otro de sus artículos. Y esto se hizo para garantizar el suministro a los países miembros; Argentina lo es desde sus inicios.
El 12-12-2019 el Director General de la IAEA Rafael Grossi, exembajador argentino en Austria, anunció el completamiento de esta iniciativa con el arribo de un segundo embarque para almacenaje. Así las cosas, NAC Kazatom hoy tiene el equivalente de un núcleo entero de una central grande como garantía de provisión.
En 1981 Argentina había firmado el Tratado de Tlatelolco pero no lo había ratificado por ley y no aceptaba firmar el Tratado de no Proliferación Nuclear (TNP). Las salvaguardias nucleares se firmaban país a país, con cada compra de materiales o equipos relacionados con asuntos nucleares por parte de Argentina.
A partir de 1990 Argentina firmó nueve compromisos nucleares internacionales ratificados por sus correspondientes leyes, aparte de ratificar los tratados de Tlatelolco y el TNP.[2]
En términos de aseguramiento de suministro, de haberse seguido la idea de 2015 de contratar dos módulos (un primero de uranio natural y un segundo de enriquecido), hoy nos encontraríamos en la misma situación de dependencia teórica… sólo que con un par de años de diferencia.
Hoy venden uranio enriquecido los EEUU, la UE, Rusia, China, Brasil, … Se hace muy difícil pensar en un frente común de todos estos países contra los intereses de Argentina.
Conclusión:
Con los tratados mencionados y el respaldo del OIEA con su banco en Kazajstán, aunados a una adecuada estrategia de aprovisionamiento, la elección de un reactor de uranio enriquecido se considera tan valedera como la del de uranio natural. El cual, dicho de nuevo, en la actualidad también se importa.
Stocks de uranio enriquecido “grado central” en las bóvedas del banco construido por el OIEA en Kazajstán para resguardar a los países con centrales de boicots de combustible.
- Tipo de contratación.
El tipo de contratación llave en mano se celebra para eliminar o reducir riesgos para el comprador y con ello el costo final del proyecto. Estos contratos además establecen fórmulas para ajustar las posibles variaciones de precios a lo largo de procesos de la contratación y obra inevitablemente largos. Encaran el riesgo central, que es el incumplimiento del cronograma pactado, por eso se han popularizado como “contratos de ingeniería, compra y construcción” (EPC por sus siglas en inglés).
El grado de participación nacional del comprador en un EPC no es forzosamente baja, ni tampoco inherente a la modalidad “llave en mano”. Sí pueden serlo al poder y capacidad de negociación del comprador, o sus debilidades y fortalezas ante el proveedor.
Prueba de ello es, como se menciona a menudo, el contrato llave en mano por Atucha I que consiguió un porcentaje de participación nacional satisfactorio y acorde a las posibilidades de la industria nacional en aquel momento.
Desde mi perspectiva, en el año 2014 se llegó a la negociación con China en términos de fortaleza con dos elementos muy importantes:
- La gestión[3] de la terminación de Atucha II, y
- El fuerte respaldo gubernamental a esa gestión (pese a lo indicado en la nota 3)
En términos de debilidades computo:
- La desaparición, por diversas razones no explicitadas, de potenciales competidores de los reactores chinos (ver artículo respectivo de la World Nuclear Association)
- Haber llegado a las discusiones contractuales sin el respaldo de una licitación internacional[4].
- La falta de acceso al crédito internacional, por encontrarse el país en situación de default, lo que hacía un acuerdo con China muy atractivo.
En el caso que nos ocupa se llegó a la discusión con la CNNC de China en forma directa. Esto dejó poco margen de negociación y puso en evidencia la importancia de la financiación ofrecida. Si esto no fuera así, no es entendible cómo no hubo una negociación directa con CANDU Energy, sucesor de AECL, diseñador del CANDU 6 y proveedor original de Embalse.
Reforzando lo dicho, la ley 26.566 del año 2009 en su artículo 1 menciona “una cuarta central de uno o dos módulos”.
Esto sugiere que, en ese momento, se tenía en mente, en la línea de agua pesada, una central CANDU con uno o dos máquinas, siguiendo la construcción exitosa en tiempo y forma de la central china de Quinshan III, formada por dos módulos CANDU 6. Esto habría asegurado mayor participación local que la variante que se siguió, una CANDU única seguida luego del reactor chino. En este caso, la realidad con la que se enfrentó Argentina al iniciar sus primeras discusiones con China frustró esa posibilidad.
Conclusión:
En términos de la ley 26.566, si se contratan dos centrales en lugar de una única, pero de uno o dos módulos, se estaría excediendo la letra estricta de dicha ley. Si por cualquier razón no se llegara a la firma con CNNC de China pero se quisiera insistir en la compra de un reactor de potencia, esto debería hacerse por llamado a licitación: los antecedentes y el monto lo demandan. Y esta licitación debería llamarse por el o los tipos de reactor que se prefiera, pero requiriendo además que cada oferta sea acompañada de una propuesta de financiación. Fue el caso de Atucha II en su momento.
- Financiación (atada)
No es claro el término «financiación atada» del artículo de mis colegas AKB. En el sitio de la World Nuclear Association mencionado se indica que «China contribuirá» a la financiación. Esto no necesariamente debe traducirse como un contrato, que ignoro si se firmó o no.
Por mi experiencia en el tema, cuando se firma un “Memorandum of Understanding” (MOU) es porque todavía no hay suficiente “understanding” entre las partes como para firmar un contrato. Cuando la hay, se rubrica un contrato firme, con la financiación explícita, y luego sigue el proyecto.
Sin conocer los detalles y basado sólo en la información pública, el crédito ofrecido por China no difiere sustancialmente del que se consiguió para Atucha II, claro está con tasas de interés diferentes, acorde a los diferentes años de comparación.
Cabe aquí una advertencia: comparar las tasas de interés de este tipo de créditos preferenciales con las tasas del mercado financiero induce a error. La comparación debe hacerse con las tasas similares de agencias de crédito a la exportación.
Con un contrato firmado, supeditado a la obtención de financiación como condición previa y teniendo acceso al mercado financiero internacional, este tipo de crédito se obtiene de las agencias de desarrollo para la exportación de diferentes países (EDC en el caso de Canada), y con condiciones como las siguientes:
- 85 % de financiación para los componentes importados,
- período de gracia acorde al tiempo de construcción (¿8 años?),
- más 16 a 20 años posteriores de repago de capital e intereses,
- amén de un monto determinado de libre disponibilidad para la compra de componentes nacionales,
Similar tipo de financiación, por ejemplo, se consiguió para las dos unidades CANDU 6 de la central nuclear de Cernavoda, en Rumanía. Si el país comprador no tiene acceso al mercado financiero internacional, aquel que le conceda un crédito tiene una obvia ventaja. Esto evidencia que en nuestro caso, al haberse llegado a discusiones contractuales sin el respaldo previo de una licitación, se estaba comprando por financiación y no por precio.
Asumiendo como correctos los valores que se mencionan para los dos módulos resultan los valores aproximados de U$ 9.330 por Kw instalado para el reactor CANDU chino y U$ 6780 para el Hualong-1. Marcada diferencia en favor del Hualong-1.
Pero hay otra diferencia importante, ahora, entre los valores del propio CANDU 6. En el año 2013 el CEO de CANDU Energy mencionaba como costo probable de este reactor el de U$ 5.500 Kw instalado. Pese a la diferencia en años hay una marcada discrepancia, de más de U$ 4.400, con los valores estimados para el CANDU chino. Surge la pregunta: de contratarse un reactor de este tipo: ¿estamos comprando bien?
Acerca del valor mencionado para el Hualong-1 cabe formularse la misma pregunta. En ausencia de una licitación pública internacional es difícil dar una respuesta con certeza.
Cuando se analiza la posibilidad de un CANDU local deben considerarse los riesgos asociados y tener en cuenta que, independientemente de que la moneda de pago sea la local, igualmente es deuda. Y que se requerirán divisas para la compra de partes importadas de los componentes.
Conclusión:
A raíz de que la banca China era de las pocas o tal vez la única que ofrecía créditos de largo plazo a la Argentina, la compra de uno o dos módulos chinos se vio supeditada a la obtención de ese crédito.
Las condiciones chinas, aparentemente muy buenas, podrían haber sido comparadas -en caso de una licitación- con las de otros potenciales oferentes. Pongo por caso a CANDU Energy en el caso de uranio natural y agua pesada, y en uranio enriquecido y agua liviana a Westinghouse-HITACHI, Korea Electric Power Corp, Areva y Rosatom entre otros. En tal caso, ¿habrían sido tan buenas las condiciones chinas?
Si se va por un CANDU local es relevante conocer el costo y cronograma estimado con un estudio de factibilidad. A los valores del KW instalado que se mencionan en diferentes artículos, es muy dudoso que alguno de los dos tipos de reactor, sea de uranio natural o de enriquecido, se soporte económicamente frente a una central térmica convencional.
- Participación nacional
Generadores de vapor de Embalse a punto de salir de la fábrica de IMPSA en Mendoza hacia la central nuclear cordobesa.
Se mencionan porcentajes de participación sin proveer referencias que permitan su evaluación. No teniendo acceso al contrato es muy difícil juzgar si la participación argentina, discutida entre NA-SA y la CNNC por las diferentes administraciones, contempla las posibilidades reales de la industria local.
El contrato original de Atucha II, además de contener listados detallados de los componentes nacionales e importados, contemplaba la posibilidad del cambio de origen de los componentes que así decidiera el cliente; naturalmente esto tenía un costo asociado para el proyecto. Al efecto, la entonces llamada ENACE (Empresa Nuclear Argentina de Centrales Eléctricas, disuelta en 1994) tenía una Dirección de Promoción Industrial dedicada únicamente a generar contratos con la industria nacional.
En una entrevista reciente, publicada aquí en este portal, el Ing. Bernal Castro presidente de la Comisión Nuclear Metalúrgica de ADIMRA expresó: «Si no hay un reactor CANDU sería preferible no avanzar con China». Fue clarísimo.
Bernal Castro propone además una hoja de ruta muy interesante, a la cual adhiero: dar primera prioridad al CAREM, porque es “de costos menores y desarrollado íntegramente en Argentina, como todos los componentes principales de la isla nuclear, fabricados en el país”’.
Los recursos son siempre limitados, hay que asignar bien las prioridades. Es aquí donde la propuesta CANDU local confronta con el CAREM.
Conclusión:
Prioridades son prioridades: la capacidad técnica y el talento se poseen. Cualquier estudio de los costos y beneficios de una decisión deben ser cuidadosamente evaluados, pero con algo evidente a la vista: el CAREM, de resultar exitoso, augura una participación local futura promisoria.
Continúa mañana
Héctor Golan
NOTAS:
[1] (Ver también acuerdo comercial ENTRE Dioxitek y NAC Kazatom 20/05/2020, para la provisión de uranio natural para sus elementos combustibles futuros)
[2] Al respecto, ver sitio de la Autoridad Regulatoria Nuclear Argentina.
[3] Aun cuando con más de tres años fuera de cronograma y un costo muy por encima del presupuestado para su terminación, con sus consecuencias en el sistema de generación eléctrica, por ejemplo la demora en la iniciación de la detención para la extensión de vida de la Central Nuclear Embalse programada para el 2011 y recién puesta fuera de servicio en el 2016 )
[4] Atucha I, Embalse y Atucha II en su momento fueron fruto de procesos licitatorios donde, como indica el artículo del Dr. Araoz (ver referencia) CNEA dejaba sentada sus condiciones. Y en este último caso era condición de la oferta el suministro de una planta de agua pesada. El comprador imponía sus condiciones. AECL (por decisión del gobierno de Canada) no cumplió con este requerimiento, en consecuencia se evaluó su oferta, lo que permitió homologar los precios y establecer el costo adicional de la central (cuánto más se incrementó el valor del Kw instalado y su impacto en el Kwh) para contar con la planta de agua pesada.