Ayer Elizabeth Truss, la primera ministra de Gran Bretaña, anunció su alejamiento -24 horas de decir que era “una luchadora y no alguien que se borra”. Así logró ser la persona que menos duró en ese cargo en la larga historia inglesa.
The Economist -fundado en 1843 y que ahora pertenece a una sociedad editorial controlada en un 50 % por las familias Rothschild y Agnelli- dedicó al tema, y a la situación de Gran Bretaña- un «leader», más en pena que en ira:
«En 2012, Liz Truss y Kwasi Kwarteng (a quien ella nombró ministro de finanzas y renunció el viernes, también con el récord de ser el que menos duró), dos de los autores de un folleto llamado “Britannia Unchained” (Gran Bretaña sin cadenas), utilizaron a Italia como advertencia. Servicios públicos inflados, bajo crecimiento, baja productividad: los problemas de Italia y otros países del sur de Europa también estaban presentes en Gran Bretaña.
Diez años después, en su intento fallido de forjar un camino diferente, Truss y Kwarteng ayudaron a que la comparación fuera ineludible. Gran Bretaña todavía se ve afectada por un crecimiento decepcionante y la desigualdad regional. Pero también se ve obstaculizado por la inestabilidad política crónica y bajo el control de los mercados financieros. Bienvenidos a Britalia.»
Breves comentarios editoriales de AgendAR:
No es inteligente burlarse de la desgracia ajena, cuando en Argentina tenemos problemas parecidos. (Es cierto que los medios ingleses -The Econmist, Financial Times, sus tabloids- si usaron ampliamente el sarcasmo para aludir a los avatares de nuestro país. Y sus políticas algo tuvieron que ver con ellos).
Pero ese es otro tema. Como también lo es el fastidio de los italianos con la comparación. El embajador italiano en Londres les recordó que Italia tiene, por ejemplo, un pequeño superávit en su comercio exterior, Mientras que Gran Bretaña ostenta el rojo más intenso.
Es que hay dos puntos que nos parece importante destacar, porque hacen a la situación global. El primero es que en el Atlántico Norte están tomando nota que cuatro décadas de una globalización enmarcada en las políticas neoliberales impulsadas por Thatcher y Reagan han tenido un claro ganador: China, la Gran Potencia emergente. Se convirtió en la fábrica del mundo, mientras que Gran Bretaña, y en menor grado EE.UU., se desindustrializaban. Sobre esto publicamos algo hace dos días, de una editora asociada del Financial Times.
El otro es muy simple, y dijimos otras veces que era una superstición: que el capitalismo es mágico. Basta dar «seguridad jurídica» a los inversores, crear un «buen clima» para los negocios, y habrá prosperidad.
Bueno, no es así. Los mercados no son perfectamente racionales. Las burbujas, y el «efecto manada» existen. Pero, al final del día, los capitales van a donde pueden obtener beneficios, no lindas palabras.
Abel B. Fernández