Rafael Grossi: «Hay un cambio del eje del poder global hacia Asia»

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Desde Washington, donde encabezaba reuniones clave sobre el programa nuclear de Irán, Rafael Grossi participó de forma remota en el Coloquio de IDEA. Invitado como expositor especial, el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) aportó una mirada geopolítica al escenario argentino. «Me señalan por hablar con Vladimir Putin o con Volodímir Zelenski. Pero la esencia de la diplomacia es esto, no la cancelación del otro», sostuvo.

—El Coloquio de IDEA este año tuvo un marcado tono internacional e hizo hincapié en los desafíos en torno al cambio del eje de poder global a Asia. ¿Qué lectura tiene al respecto?

El Coloquio de IDEA es uno de los foros más prestigiosos de la República Argentina, que nuclea a empresarios, emprendedores del sector privado en general. Es obvio que vivimos en un contexto económico y financiero que está inextricablemente ligado a la realidad internacional. No hablemos aquí de globalización, que es un concepto diferente, sino que lo que sucede en Argentina —la formación de precios, los problemas tarifarios internacionales, los flujos de inversiones—, está determinado e influenciado en gran medida por factores puramente económicos. Pero en un tiempo histórico como el que estamos viviendo, con tremendas fragmentaciones, con el retorno de guerras y conflictos armados —en Oriente Medio, en Europa, inclusive en África—, tensiones en el Indo-Pacífico y demás, yo creo que es indispensable que a la lectura económico-financiera puramente profesional se agregue una mirada desde la política internacional.

Existe, naturalmente, un rebalanceo de las tendencias económicas y de inversiones en el plano internacional, con relación a un cambio de eje del poder global hacia Asia. Creo que el mensaje debería ser quizá un poco matizado. Sí, es natural que, teniendo economías de la talla y la dimensión de China o de la India, Japón, el sudeste asiático, naturalmente existe un porcentaje del producto bruto global en esa región que la hace muy determinante, también como mercado presente y futuro en particular para la Argentina, que ya es un actor y exportador importante en esa región, pero debe serlo aún más, y esto requiere una fina lectura de inteligencia económica, comercial y también política.

—Recientemente Argentina firmó el programa FIRST con Estados Unidos. Sectores de la oposición denuncian que conlleva una «cesión de soberanía» del Gobierno de Javier Milei en temas nucleares. ¿Cuáles son las implicancias del acuerdo?

El programa FIRST de los Estados Unidos es de promoción de reactores nucleares, especialmente de reactores modulares y pequeños. El contenido del programa de cooperación será el que la Argentina le quiera dar. Firmar acuerdos de cooperación con un país no implica necesariamente una cesión de soberanía. Creo yo que, si se lo plantea en esos términos, el concepto es absolutamente desproporcionado.

El sector nuclear argentino, que nace en 1950, ha atravesado todos los vaivenes y las oscilaciones a veces erráticas de la política nacional. Más allá de eso, es bastante notable destacar que ha tenido una relativa continuidad en materia nuclear (digo porque hubo momentos muy sombríos). Argentina es un país que tiene tres centrales nucleares, capacidad de diseño, de producción e inclusive de exportación. Tiene el manejo del ciclo de combustible nuclear: desde la minería de uranio, el enriquecimiento y demás. Por tanto, tiene capacidades demostradas.

Y siempre ha buscado en el desarrollo de su programa nuclear un amplio factor de localización. Esto significa que aun habiendo importado tecnología —en los años 60 la tecnología alemana, luego en los años 80 la tecnología canadiense y ahora desarrollando sus propios diseños—, la Argentina siempre ha logrado mantener un altísimo componente local que le ha permitido, por ejemplo, obtener el éxito que ha tenido con INVAP, también con la Comisión Nacional de Energía Atómica, obviamente exportando reactores nucleares.

—Su nombre suena como posible candidato a la Secretaría General de las Naciones Unidas. ¿Cómo viene ese poroteo diplomático?

Efectivamente, voy a ser candidato a la Secretaría General de las Naciones Unidas. La República Argentina, mi país, formalizará mi candidatura cuando el proceso de selección se abra formalmente. Estimo que en un lapso muy corto, en un mes y una semana más. La postulación surge de mi convencimiento personal, forjado no a través de bibliotecas sino de mi experiencia al frente de un organismo como la OIEA, donde he tenido el manejo de crisis internacionales de alta tensión, como en el Oriente Medio, lo referido a Irán o a Siria, o naturalmente en el conflicto entre la Federación de Rusia y Ucrania, en relación a la central nuclear de Zaporiyia, tensiones entre China y Japón, y muchas otras situaciones de altas tensiones, en las que hemos logrado desde la OIEA ejercer una diplomacia técnica y científica —pero diplomacia al fin— muy activa y con buenos resultados.

Esto ha llevado a muchos a pensar que las Naciones Unidas, que se encuentran en una profunda crisis de credibilidad y de efectividad, requieren un liderazgo que vuelva a ejercer con convicción, con determinación, un papel importante en algo que ha sido absolutamente abandonado: el manejo de la paz y la seguridad internacional. Si usted se fija en todas las recientes crisis que mencioné y muchas otras —Camboya, Tailandia, India, Pakistán, Azerbaiyán, Armenia, Sudán del Sur, Gaza—, hay un común denominador: la ausencia de las Naciones Unidas. Esto no puede continuar. Las Naciones Unidas están en una crisis existencial, y creo que debemos hacer todos un aporte para que esta plataforma —que sigue siendo indispensable, más allá de sus carencias y de sus falencias— vuelva a ser creíble y efectiva.

Eso es lo que alimenta mi convicción y mi candidatura. Por supuesto, en este estadio, donde el proceso está comenzando, sería aventurado empezar a jugar con especulaciones acerca de apoyos o falta de ellos. Sí le puedo decir, sin temor a equivocarme, que en mi diálogo con los grandes líderes internacionales existe una muy buena receptividad a este mensaje que acabo de dar y también a la labor que yo he desarrollado al frente de la OIEA.

La carrera armamentista y las negociaciones con Irán

—El mundo parece haber vuelto a una lógica de disuasión nuclear, con las grandes potencias rearmándose. ¿Estamos frente a una nueva carrera nuclear encubierta?

Precisamente esta pregunta se encadena muy bien con el tema de las Naciones Unidas. Mi experiencia puesta al servicio de eso: existe un reverdecer —lamentablemente— de la disuasión nuclear. Las potencias poseedoras de armas nucleares mantienen sus arsenales e inclusive los están aumentando y modernizando.

Al mismo tiempo, existen fuertes presiones de proliferación en otros países que acaso están considerando, de manera más y más intensa, dotarse del arma nuclear como disuasivo en un momento donde las garantías de seguridad —inclusive las alianzas estratégicas que existían— parecen estar menos sólidas que en el pasado. Por tanto, no sé si podemos hablar de una nueva carrera nuclear encubierta, pero sí, claramente, de que la dimensión nuclear de las tensiones internacionales está creciendo, indudablemente.

—¿En qué estado está la relación con Irán? ¿Sigue con seguridad personal?

La cuestión de Irán sigue en el tapete y las negociaciones continúan de manera discreta. Justamente acabo de regresar de Washington, donde estuvimos manteniendo conversaciones importantes. Estoy en contacto permanente también con las autoridades iraníes, europeas, rusas, chinas, tratando de buscar una solución duradera. Es obvio que la guerra de 12 días (NdR: con Israel) produjo un cambio importante en la situación en Irán, pero ciertamente no ha terminado de dar a esta situación —que se prolonga ya por décadas— un cierre claro. Se mantienen en Irán capacidades importantes: 400 kg de uranio enriquecido al 60% (esto es a un nivel casi militar o de derivación para la fabricación de armas nucleares) siguen allí. Debe haber un comienzo de las labores de inspección sobre la base de un acuerdo marco en el cual se está trabajando en este momento.

Las amenazas de muerte sobre mi persona, naturalmente, han sido muy traumáticas. Lamentablemente, continúo con seguridad personal, porque los expertos en la materia consideran creíbles las amenazas, y que aún sus orígenes no han desaparecido. Pero más allá de eso, creo que, especialmente en momentos de tensión como estos, no se debe claudicar —y mucho menos frente a amenazas—, así que sigo con la misma determinación y la misma confianza de siempre.

—Lo han acusado de tener un doble estándar o ser «pro israelí» en varias oportunidades, un país que no permite inspecciones a diferencia de Teherán. ¿Qué opina sobre este punto de fricción?

En el puesto que ocupo, y por las materias que trato y que he descrito en esta conversación, es común —forma parte de la realidad cotidiana— ser criticado por unos y por otros. Hay quienes dicen que soy un títere sionista y otros que dicen lo contrario. Un día, los proucranianos dicen que estoy en el bolsillo del presidente Putin porque me veo con él, y otro día, cuando estoy con el presidente Zelenski, los prorrusos dicen que estoy del otro lado.

Esta es la labor de la diplomacia internacional. Esto es lo que se debe hacer: dialogar, conversar, proponer soluciones concretas a los problemas graves que existen. Por supuesto que hay mucha gente —tribunos, opinantes y sectores— cuya función es precisamente condenar o criticar a otros que no piensan como ellos. No es la mía.

Yo tengo una función en este caso específica, que es la protección del régimen internacional de no proliferación, evitar un accidente nuclear. Y esto me lleva, justamente, a tener que dialogar y conversar con todos. Si el precio de eso son amenazas o críticas infundadas, bueno, es un precio que debo pagar. Pero es absolutamente infundado.

—En la planta de Zaporiyia, Ucrania, el riesgo de accidente persiste. ¿Cuál es la situación actual?
Efectivamente, en la planta de Zaporiyia, el peligro persiste. Hoy quizá es un buen día para hablar de esto, porque hemos logrado en la OIEA, después de una mediación entre Rusia y Ucrania, comenzar las tareas de reparación de las líneas de alta tensión externas que alimentan la planta y que habían sido destruidas o interrumpidas, y que hacían que la planta estuviese en un alto estado de riesgo por haber perdido justamente la alimentación externa y tener que ser refrigerada con generadores portables del tipo diésel, como los que se pueden tener en una residencia privada, lo cual es un sinsentido para la planta nuclear más importante de Europa.

Esto es una prueba más de dos cosas: por un lado, la fragilidad de la situación en esa región, que continúa siendo sumamente volátil e inestable. Y segundo, la importancia de la presencia permanente de los expertos del Organismo Internacional de Energía Atómica en el terreno.

—Con base en su experiencia diplomática, ¿cómo evalúa la coyuntura actual? Hablamos de un mundo donde una guerra con acusaciones de genocidio (Gaza) se transmitió por redes sociales; donde existe desde el riesgo de escalada nuclear a una disputa comercial caracterizada por el unilateralismo de Estados Unidos.

Es cierto que vivimos una escena internacional marcada por fenómenos inéditos: el retorno de la guerra convencional en Europa, la situación de la crisis humanitaria en Gaza —que finalmente parecería comenzar a encaminarse a partir del plan propuesto por el presidente Trump—, la necesidad de estabilizar esta región, el programa nuclear de Irán al que me refería anteriormente, la situación en Sudán, en el Cáucaso, tensiones en el Indo-Pacífico. A eso se suman —como usted bien señala— manifestaciones de uso político de políticas tarifarias. Evidentemente, ¿cuál es el denominador común de todo esto? La fragmentación, la polarización y la conflictividad.

Es por esto que el gran desafío de los organismos internacionales —no solamente del OIEA, pero de las Naciones Unidas, regresando al tema de mi candidatura— es volver a tener un papel efectivo en la articulación con otras instancias que han aparecido, como el G20, los BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái, y otras que existen y que son muy importantes, como el G7, y que son manifestaciones caleidoscópicas en distintas presentaciones de las esferas de poder en el mundo. Somos actores sobre la realidad geopolítica, a la cual tenemos que moldear de modo tal de evitar el conflicto. Ese es el desafío de la diplomacia, hoy y siempre.

Cecilia Degl’Innocenti

La inteligencia artificial, ¿la próxima burbuja en pincharse?

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Se proyecta que las empresas de tecnología estadounidenses gastarán sólo este año más de 500 mil millones de dólares en inteligencia artificial, una cifra que no guarda demasiada relación con las ganancias que produce. Por eso, y desde hace largos meses, suena recurrentemente la misma alarma: la posibilidad de que estemos ante otra burbuja económica y, peor, la de qué sucederá cuando estalle.

En apenas unos pocos años, el asunto de la IA pasó de ser un tema de nicho con el que se coqueteaba desde la ciencia ficción y la filosofía, a los laboratorios de ciencias de la computación; de ahí, a un dudoso concepto marketinero (“¡pongámosle IA a todo !”); luego, a una ubicua presencia en cada conversación hasta el hartazgo, para finalmente alcanzar un lugar privilegiado en las discusiones sobre la economía global.

No habría industria de la tecnología sin la industria de las promesas difíciles de cumplir y la seductora futurología de los vendedores puerta a puerta que traen en sus maletines un montón de escenarios posibles aunque no plausibles en los cuales seremos más felices, tendremos más tiempo libre, lograremos nuestros objetivos y un montón de máquinas harán nuestro trabajo, nos servirán el café e incluso, ahora también, escribirán poemas, canciones y libros, para que la humanidad pueda alcanzar su postergado destino de ser reducida a una patética sombra de lo que alguna vez fue.

De inversiones billonarias

Aunque por el momento no contamos con convincente evidencia a favor de la mayoría de las promesas que nos han hecho, es indiscutible la nauseabunda cantidad de dinero que se invierte: las mayores empresas tecnológicas del mundo despilfarran a diario miles de millones de dólares en infraestructura, chips y centros de datos. Las comparaciones no se hacen esperar: estamos ante una revolución, equiparable a la invención de internet o el ferrocarril. O, tal vez, estemos cómodamente al interior de una burbuja especulativa donde el entusiasmo desplazó peligrosamente a la realidad.

Una burbuja, en su definición más simple, ocurre cuando el nivel de inversión en un activo se desliga persistentemente de la cantidad de ganancias que podría generar de manera plausible. Es una historia tan vieja como el capitalismo. Como documentó Charles Kindleberger en su clásica historia de las crisis financieras, el patrón se repite: un evento inesperado genera nuevas oportunidades de lucro, la codicia se desata, la inversión se exagera y, cuando el error se hace evidente, llega el pánico. Lo que distingue a la burbuja de la IA no es su existencia sino su naturaleza material: de qué están hechos los activos.

Las grandes transformaciones de infraestructura del pasado, como los ferrocarriles o la fibra óptica, también atravesaron fases de burbujas calamitosas. Se construyeron más vías de las necesarias, se tendió más cable del que se podía usar. Pero una vez que el humo de la especulación se disipó, quedó algo tangible: una red de vías de acero o tendidos de fibra óptica que, con el tiempo, se convirtieron en columnas vertebrales de la economía. La infraestructura sobrevivió a sus creadores. Con la IA, el panorama es distinto. No sin ser objeto de inagotables réplicas arrogantes en redes sociales, el inversor Paul Kedrosky tomó postura de una forma desafiante: los chips de GPU, la materia prima de esta “revolución”, son más parecidos a “las bananas que al acero”.

Ciclos frágiles

Aunque las estimaciones varían, su vida útil suele ser de apenas dos o tres años. Son activos que se deprecian rápidamente, como suele ocurrir en la industria tecnológica. Ciclos de gasto de 3 a 10 años obligan a las empresas a reemplazar instalaciones completas antes de recuperar la inversión inicial, no solo porque los chips pierden valor, sino también porque la infraestructura física se desgasta con el uso intensivo y los avances tecnológicos dejan obsoletos los sistemas antiguos.

Esta fragilidad material contrasta brutalmente con la escala de la inversión. Se estima que, para fines de 2025, Alphabet, Amazon, Meta, Microsoft y Tesla habrán gastado colectivamente 560 mil millones de dólares en capital relacionados con la IA, frente a unos 35 mil millones de ganancias. La única empresa que verdaderamente está haciendo un negoción es NVIDIA, que fabrica las bananas, por así decir.

Incluso los grandes de la IA generativa como OpenAI y Anthropic, con valoraciones estratosféricas, están lejos de ser rentables. Además, al ser empresas privadas que no cotizan en bolsa, no están sujetas a la transparencia financiera de las compañías públicas, lo que blinda sus números y obliga a depender de estimaciones y filtraciones. OpenAI dice que necesita al menos un billón de dólares (un millón de millones) para invertir en infraestructura de centros de datos, mientras que sus ingresos este año apenas representan un 1,3% de ese número.

Aunque ChatGPT tiene 800 millones de usuarios, solo un 5% paga, generando el 70% de sus ingresos anuales. La empresa perdió 8 mil millones en la primera mitad del año, y para su CEO, Sam Altman, la rentabilidad no está “ni entre sus 10 principales preocupaciones”.

De tiempo y ganancias

La estrategia es “apalancarse en los balances de otros” para ganar tiempo. Su plan de negocios a cinco años se basa en la confianza absoluta en el crecimiento exponencial, la idea de que “10 veces más cómputo” se traducirá en “10 veces más ingresos”, y en explorar nuevas líneas de negocio. Para sostener este circo, han surgido prácticas financieras que recuerdan a los peores excesos del pasado: los acuerdos “circulares”, donde una empresa pone dinero en otra para que esta le compre sus propios productos. Vimos a NVIDIA invertir 100 mil millones en OpenAI para que OpenAI le compre sus chips y a xAI de Elon Musk levantar 20 mil millones, en parte de NVIDIA, para hacer lo mismo.

Tan groseramente especulativo es esto que hasta los propios protagonistas lo reconocen en voz baja. Sam Altman ha calificado algunas valuaciones de “locas”, y Jeff Bezos —con AWS en el negocio de vender servicios a las empresas tecnológicas— admite que estamos en una burbuja. Pero el estallido podría no ser un evento único y dramático, sino una sucesión de malas noticias: una startup clave que se queda sin fondos, una caída en la demanda de chips o incluso un movimiento geopolítico, como una eventual restricción de China a la exportación de materiales críticos.

Que la ecuación financiera no cierre no implica necesariamente que la promesa tecnológica sea falsa. Pero es en este frente que las alarmas son más sencillas de explicar. La supuesta revolución de la productividad no se está reflejando en los números: un riguroso estudio de METR —que no puede tildarse de tecnófobo— encontró que los desarrolladores de software experimentados eran un 20% más lentos al usar herramientas de IA.

El problema radica en la brecha entre capacidad y fiabilidad: los sistemas pueden realizar tareas impresionantes, pero con una inconsistencia que exige una supervisión humana constante, lo que anula cualquier supuesta eficiencia. Otro tanto podría decirse de las ganancias económicas: un estudio del MIT encontró que el 95% de los proyectos con IA analizados no aumentaron el rendimiento de las empresas; un informe de McKinsey & Co encontró que más del 80 por ciento de las empresas que adoptaron IA en sus procesos no obtuvieron un “impacto tangible” en las ganancias; y la consultora Gartner ya ubica a la IA en la fase de la desilusión de su ciclo de sobreexpectación (hype cycle).

A la espera del impacto

Aunque la industria recicla propuestas alterando su lenguaje —ahora estamos en la era de los “agentes”, que sugieren una autonomía que no existe— si el rédito y el impacto real no llegan, el mercado no perdonará. Tal vez los usuarios no queremos un chatbot en cada producto digital.

Claro que también existen argumentos en contra. A diferencia de las startups de la era puntocom, las grandes tecnológicas que hoy impulsan la burbuja generan enormes flujos de caja, gracias a otros negocios existentes, y tienen espalda para aguantar la sangría. Los optimistas apuestan por la “curva J de productividad” de Erik Brynjolfsson: una caída inicial de la productividad mientras las empresas aprenden a integrar la nueva tecnología, seguida de un despegue exponencial. Y ahí sí, al infinito y más allá.

O quizá los beneficios reales no estén en las aplicaciones de consumo, sino en el detrás de escena de compañías que usan LLMs para mejorar su eficiencia de formas poco glamorosas.

Puede ser. Pero la historia enseña que la fe es una mala consejera en materia de inversiones. La burbuja de la IA es, en última instancia, una cuestión de timing: el problema no es si la tecnología será transformadora, sino si la montaña de capital invertido en activos que se pudren como bananas puede sostenerse hasta que esa transformación ocurra.

Empuje del sector privado

Hoy, el gasto en IA funciona como un programa masivo de estímulo del sector privado que sostiene a la economía estadounidense: en la primera mitad del año aportó más del 90% al crecimiento de su PBI, más que todo el gasto de los consumidores combinado, ocultando noticias económicas negativas como la inflación persistente o el debilitamiento laboral.

Si las inversiones se frenan, el impacto podría ser recesivo, aunque probablemente sin la magnitud sistémica de 2008. Como dice el crítico Ed Zitron, el mercado de la IA generativa es uno de 50 mil millones que se hace pasar por uno de 1 billón. Algo de esto debería mencionarse ante compromisos masivos de capital, como el de instalar un centro de datos de 25 mil millones de dólares en Argentina como parte del proyecto Stargate de OpenAI, apoyado en el esquema RIGI.

La burbuja del ferrocarril al menos nos dejó vías. La de las puntocom, tendidos de fibra. A ver qué nos deja esta.

Valentin Muro

China no le compra soja a EE.UU. Argentina vende lo último que resta de la cosecha anterior

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Argentina va camino a quedarse sin reservas internas de soja si EE.UU. no logra llegar a un acuerdo comercial con China en las próximas semanas.

El informe mensual oficial publicado este jueves por la Secretaría de Agricultura actualizó la estimación de exportación argentina de poroto de soja 2024/25 para ubicarlo en 12,3 millones de toneladas versus 9,0 millones previstas apenas un mes atrás

En ese marco, el stock final de soja del ciclo 2024/25 ahora es previsto en 4,1 millones de toneladas contra 7,2 millones en septiembre pasado.

Las previsiones realizadas hasta el mes pasado por la Secretaría de Agricultura iban camino a quedar obsoletas en la actual coyuntura de enfrentamiento entre China y EE.UU.

Faltan tres meses para el inicio de la cosecha brasileña de soja, período en el cual, si China sigue sin habilitar el ingreso de poroto estadounidense, seguirá abasteciéndose del producto sudamericano de manera casi exclusiva.

El poroto de soja argentino, además de tener un precio mucho más competitivo, cuenta –por razones geográficas– con un menor nivel de humedad, lo que permite garantizar un mejor almacenaje, un factor clave en el actual contexto.

El problema es que el dato clave no depende de un factor de mercado, sino de una decisión política en el marco de negociaciones muy difíciles, en las cuales, ciertamente, la personalidad del presidente Donald Trump no ayuda demasiado.

El agotamiento de las reservas internas de soja no sería una variable circunstancial en el sistema de formación de precios de la oleaginosa, aunque parte de ese fenómeno podría ser compensado a partir del mes de febrero con el ingreso de la cosecha paraguaya de soja en el marco del régimen de admisión temporaria.

Información adicional de AgendAR:

Las exportaciones de soja estadounidense a China han caído drásticamente debido a las tensiones comerciales y aranceles retaliatorios impuestos por Beijing, que han hecho que la soja de EE.UU. sea mucho más cara (hasta un 34% de aranceles efectivos).

Caída general en 2025:

Hasta julio, las exportaciones de soja de EE.UU. a China bajaron un 51,29% en valor (equivalente a unos 2.600 millones de dólares menos) en comparación con el mismo período de 2024. En volumen, de enero a agosto, solo se exportaron 218 millones de bushels, frente a casi 985 millones en todo 2024.Paralización reciente:China detuvo completamente las compras en mayo de 2025, y no ha registrado importaciones en junio, julio ni agosto. Es la primera vez en dos décadas que no hay pedidos para la temporada pico (octubre-enero).

Comparación mensual:

En abril, las importaciones chinas de soja estadounidense fueron de 1,38 millones de toneladas métricas, un 43,7% menos que en abril de 2024.
Impacto en el sector: Todas las exportaciones agrícolas de EE.UU. a China cayeron un 53% en los primeros siete meses de 2025. China ha diversificado hacia Brasil y Argentina, que ahora cubren la mayoría de su demanda (por ejemplo, Brasil exportó un récord de 12,28 millones de toneladas en agosto solo a China).

Esto forma parte de una tendencia más amplia de diversificación de fuentes por parte de China, impulsada por la guerra comercial, pero el 2025 ha sido especialmente abrupto.

Una minera de Eduardo Elsztain explotará oro y plata en San Juan

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La minera Austral Gold, de capitales argentinos, entre los que se destaca el empresario Eduardo Elsztain, comenzó la producción comercial de oro y plata en la mina Casposo, ubicada en la provincia de San Juan. Se trata de una reactivación del proyecto luego de haber paralizado la producción en 2019.

La compañía informó a través de un comunicado que, después de la finalización del reporte técnico y la actualización de reservas y recursos minerales, las reservas totales de Casposo ascendieron a aproximadamente 80.000 onzas de oro y 3 millones de onzas de plata. Además, se estima que la producción del cuarto trimestre de este año será de entre 4.000 y 6.000 onzas de oro equivalente.

El proyecto Casposo tiene una vida útil de seis años con mineral propio. Austral Gold comenzó con los trabajos para remodelar la planta de producción en 2024. De este modo, Casposo se suma a los proyectos de oro que están en producción en el país, sobre todo en la provincia de Santa Cruz y el Noroeste Argentino.

Según datos de octubre de la Secretaría de Minería, en el acumulado de los primeros nueve meses del año, los minerales metalíferos sumaron exportaciones por US$ 3.485 millones. Esto implica un incremento interanual del 32,9%, donde el oro aportó US$ 2.911 millones, es decir, el 69% del total exportado.

El oro acaba de llegar este miércoles a precios históricos al superar los US$ 4.200 la onza, marcando una suba de la cotización de 60% en lo que va del año y duplicando su valor desde enero de 2024.

Casposo

Con la reactivación de Caposo en la Argentina, Austral Gold ahora contará con dos minas de oro en operación comercial, ya que opera también la Mina Guanaco en Chile. “Nos complace anunciar el reinicio de las operaciones en Casposo, un hito importante para la empresa, ya que ampliamos nuestra base de producción junto con las operaciones mineras existentes en Guanaco”, expresó el CFO de Austral Gold, José Bordogna.

A partir de la reapertura del proyecto, la minera aumentó su plantilla en Casposo a 116 empleos de forma directa y 100 empleos indirectos, “marcando el inicio del nuevo ciclo en la minería argentina”, según expresa el comunicado.

En tanto, Eduardo Elsztain, que preside IRSA, la mayor empresa de bienes raíces del país, también pisa fuerte en el sector minero. Además de Casposo, también es el principal accionista de la minera canadiense Argenta Silver, empresa que tiene el 100% de los derechos del proyecto de plata El Quevar. También de la minera australiana Challenger Gold, que posee el proyecto aurífero Hualilan, en San Juan, ubicado a cerca de Casposo.

Roberto Bellato

Los motivos de Trump. Argentina, en una dinámica riesgosa entre EE.UU. y China

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El profesor emérito de MIT, el politólogo Stephen Van Evera, acuñó un principio que considera aplicable a las grandes potencias: NUPIMBY (No Unfriendly Powers in My Backyard). En breve, remite a la idea de que ningún poder inamistoso se inmiscuya en el patio trasero de una superpotencia. Al menos tres supuestos parecen guiar el predicamento de Van Evera.

El principio de NUPIMBY

Primero, los actores poderosos se tornan beligerantes cuando contrapartes consideradas hostiles se acercan a su vecindario próximo; lo cual es percibido y codificado como una amenaza a la seguridad nacional. Se trata de la construcción del “otro” en clave adversarial, haciendo hincapié en los recursos tangibles más la intención aviesa de ese otro. Segundo, se entiende que las grandes potencias procuran afianzar su preponderancia exclusiva sobre una determinada esfera de influencia territorialmente específica. Por ejemplo, durante la Guerra Fría, América Latina y el Caribe constituyeron tal esfera para Estados Unidos y los países de Europa Oriental lo fueron para la Unión Soviética. Se trata de un axiomático diktat geopolítico que gravita decisivamente en el comportamiento de las partes. Y tercero, en general se suele resaltar la existencia de alguna doctrina subyacente que contribuye a racionalizar el principio de NUPIMBY.

Por ejemplo, como destaca Stephen F. Jackson, en el caso de Estados Unidos la Doctrina Monroe de 1823; en el caso de la URSS la Doctrina Brézhnev (o “doctrina de la soberanía limitada”); en el caso de la India la llamada Doctrina Indira respecto a Asia del Sur; y en el caso de Nigeria la denominada Doctrina de Jurisdicción Continental respecto a África Sub-sahariana. Se trata, en esencia, de doctrinas de exclusión regional para impedir la proyección de poder de potencias contendientes.

En consecuencia, ¿cómo localizar el principio enunciado por Van Evera en la dinámica entre Estados Unidos, China y la Argentina? Esto exige algunas precisiones básicas. En primer lugar, es importante recordar que los atentados del 11 de septiembre de 2001 facilitaron una decisión terminante respecto a la gran estrategia a desplegar por parte de Estados Unidos: la primacía, que significa que Washington no toleraría la existencia de un poder de igual talla. En ese sentido, China fue, básicamente, el principal punto de referencia para la implementación de tal grand strategy. Con sus particularidades y matices, George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump I y Joe Biden procuraron darle continuidad a la primacía como eje central de la política exterior y de defensa. En ese sentido, Trump II expresa la enorme dificultad de Washington de sostenerla por el debilitamiento de los pilares internos y las mutaciones notables en el terreno internacional.

Una triple brecha entre aspiraciones y logros, entre medios y fines, y entre las condiciones domésticas y la realidad mundial incide para hacer hoy difícil, si no inviable, una gran estrategia tan inmoderada. En otras palabras, la sobre-extensión de Estados Unidos enfrenta límites críticos; lo cual implica que, en la práctica, se ha ido pasando del activo repliegue externo (mayoritariamente militar) a un relativo repliegue interno (revitalización de la economía). La segunda administración Trump refleja esto, con una singularidad: ambiciona recuperar América Latina y el Caribe como su “America’s Backyard”. Ello, a su vez, convierte a la región en laboratorio de control de la Casa Blanca y una prueba de su capacidad para disciplinar al área. Si no lo logra en este continente, a duras penas lo podría alcanzar en otras regiones donde la proyección de poder material y militar de distintos actores es creciente.

En segundo lugar, históricamente China no ha desarrollado algo que se asemeje a la Doctrina Monroe. A diferencia de Estados Unidos que ha convivido y convive en una zona muy segura donde ningún país del continente o coalición de países de América ha puesto en riesgo los intereses vitales de Washington, Beijing ha tenido y tiene relaciones tensas y hasta conflictivas con naciones como Japón, India, Rusia (en especial, durante la existencia de la URSS) y Vietnam, entre otros. No hay, por tanto, una ponderación idéntica entre dos partes que coinciden respecto a sus hipotéticas doctrinas; por el contrario, persiste una lectura unilateral y cultural de su propia experiencia histórica entre los decisores en Washington que asumen que Beijing es su espejo en materia doctrinal. Por ello, para algunos analistas Washington y Beijing (y quizás sumando a Moscú) debieran concebir un regreso a las tradicionales esferas de influencia; algo complejo de acordar y cumplir en medio de vertiginosos y profundos cambios de diversa índole y ante la irrupción de un Sur Global que no se contentará con ser un espectador pasivo y condescendiente de los asuntos internacionales.

En tercer lugar, la presencia hoy de China en América Latina no se parece a la de la Unión Soviética en la región después de la Segunda Guerra Mundial y hasta 1991. Moscú enfatizó la dimensión ideológica en su intento de aproximación al área, lo hizo sin cash y buscó obstruir la manifiesta superioridad de Estados Unidos en su proverbial “patio trasero” durante el cenit de su hegemonía continental. Beijing incrementó notablemente su influjo latinoamericano y caribeño de modo pragmático, con aportes materiales concretos, procurando revertir los vínculos diplomáticos de varias naciones con Taiwán y evitando irritar a Washington. Como bien lo consigna un informe de febrero de 2025 del Parlamento Europeo, “los intereses principales de China en América Latina y el Caribe continúan siendo económicos y diplomáticos. El involucramiento militar no es un aspecto significativo de las actividades chinas (en el área) ni constituye un objetivo prioritario de su estrategia hacia la región. Los y las analistas consideran que la probabilidad de que China establezca una esfera de influencia militar en Latinoamérica y el Caribe es relativamente baja”.

Que algunos actores civiles y castrenses en Estados Unidos sobredimensionen el componente militar de la creciente relevancia de China para América Latina  —en particular, en América del Sur— no significa que tal perspectiva deba ser aceptada sin cuestionamiento en la región. Por ejemplo, si bien China ha avanzado en su capacidad de provisión de armamentos, aún está muy por debajo de la venta de armas a nivel internacional en comparación con los países de la OTAN y difícilmente los pueda alcanzar o suplantar en los años por venir. Adicionalmente, según un estudio de 2023, el porcentaje de las exportaciones chinas de armas a Latinoamérica en 2017–2021 en comparación a Estados Unidos, Europa, Rusia e Israel fue de apenas 0.03%.

Es un hecho, a su turno, que China ha demostrado un mayor interés por proyectar su presencia en puertos de América Latina. Sin embargo, las paradas de buques militares chinos en puertos de la región en el período 1997–2024 fue escasa — 6.3% — por debajo de Medio Oriente (23%), Sudeste de Asia (19.9%), África (13.6%), Europa (13.6%), Asia del Sur (9.4%) y Oceanía (8.7%). Como señala Isaac B. Kardon, “la correlación de fuerzas en el hemisferio occidental hace desaconsejable para el liderazgo chino testear su capacidad militar contra Estados Unidos en el Canal de Panamá o en las cercanías”. Las ventajas estadounidenses en materia militar en el área son tales que Beijing no puede llevar a cabo algún tipo de acción en ese frente; entre otros por los costos de diverso tipo que ello generaría para China. De hecho, según el autor, “es improbable que la inversión china en puertos en el hemisferio produzca una amenaza a la seguridad nacional estadounidense o desafíe su preponderancia militar en la región”. Y agrega, “el control militar chino de los puertos en el hemisferio occidental es improbable y es contrario a los objetivos estratégicos de Beijing en la región”.

Y en cuarto lugar, en tiempos más recientes — especialmente desde la primera presidencia de Donald Trump — se ha tornado más evidente el deterioro, en particular en el Sur Global, del soft power de Estados Unidos y el persistente ascenso del poder blando de China. Ello repercute en la percepción positiva de Beijing y su proyección de poder en lo diplomático, económico y asistencial. A su vez, la fabricación del omnipresente “peligro chino”, principalmente en Estados Unidos, se ha vuelto menos creíble en muchas latitudes; incluida América Latina. Por ejemplo, la opinión favorable de China en una encuesta de julio de este año del Pew Research es de 56% en México, de 51% en Brasil y de 47% en la Argentina. En otra encuesta de The Economist, y ante la pregunta de quién respetaba a la región, China superaba con creces a Estados Unidos en Colombia, Venezuela, Brasil y la Argentina, con los mayores márgenes en los dos países andinos. Lo mismo ocurría respecto a la transparencia y lo justo en el trato comercial: Beijing aventajaba claramente a Washington.

Sintéticamente, desarticular o romper lazos con China puede resultar disfuncional para las naciones de la región; más aún cuando Washington despliega muchos garrotes y promete exiguas zanahorias. Latinoamérica no necesita una nueva Guerra Fría; salvo que actores domésticos la alienten como una forma de asegurar sus propósitos y privilegios. La distensión y no la exacerbación de las relaciones entre Estados Unidos y China es fundamental para una región que enfrenta desafíos internos y retos externos extraordinarios.

La dinámica triangular en cuestiones sensitivas

El Diccionario de la Real Academia Española nos recuerda que “complejo” remite, en una de sus acepciones, a un “conjunto o unión de dos o más cosas que constituyen una unidad”. En ese sentido y en términos geopolíticos estamos ante un “complejo estratégico”. Asistimos a una revaloración simultánea de los recursos críticos (alimentos, agua, energía, minerales y metales) terrestres y marinos; de los estrechos como conectores claves en materia comercial y militar; de los océanos por su enorme y variada significación; y de los polos con sus vastas riquezas y su trascendencia ambiental. Más allá del actual gobierno del presidente Javier Milei es fundamental recalcar que la Argentina es parte de un reducido puñado de países en el mundo en el que se manifiesta nítidamente ese complejo estratégico. A la hora de una evaluación de la dinámica triangular entre Buenos Aires, Beijing y Washington, este es, a mi entender, un dato esencial.

En ese contexto, y apelando al principio NUPIMBY mencionado es posible preguntarse si tal idea aplica a esa dinámica. De entrada, eso exige ver las condiciones objetivas reales que facilitan (o no) su concreción. Eso implica distinguir los factores que empujan y los que lo traen, por igual. En otras palabras, los tomadores de decisión en Estados Unidos pueden creer que la Doctrina Monroe aún está vigente, que Washington puede recuperar su esfera de influencia en la región y que la amenaza china es de tal envergadura y perentoriedad que resulta imperativo disciplinar por la fuerza o por la cooptación a los países de América Latina. Pero es indispensable que determinados gobiernos y sus elites, así como sus comunidades epistémicas (comunicadores, intelectuales, organizaciones sociales, etc.) afines conciban que eso es necesario, benéfico y posible.

Bajo ese marco, la administración del presidente Javier Milei es una suerte de caso testigo del entrelazamiento de los factores que empujan (Estados Unidos) y los que atraen (Argentina) mediante una combinación de convencimiento y conveniencia. En ese sentido, la clave es la sincronía de ideología y negocios entre sectores influyentes en ambos países y los vínculos inter-personales en el mundo político/partidista y empresario/financiero. La cuestión esencial para descifrar remite a la economía política: ¿cui bono? Ahora bien, mientras que en Washington predominan las motivaciones estratégicas para rehabilitar su poderío, en Buenos Aires sobresalen razones circunstanciales para asegurar la supervivencia del proyecto de La Libertad Avanza.

En ese cruce, y en medio de profundas transformaciones globales, el lugar de China es singularmente gravitante. A lo que se suma, una Latinoamérica y el Caribe en la que la inmensa mayoría de los gobiernos negocia o concede para no ser objeto de represalias comerciales, migratorias y militares de la Casa Blanca; el mandatario estadounidense tiene varios fieles seguidores en el Ejecutivo (El Salvador, Ecuador, Paraguay y la Argentina) y como candidatos presidenciales a decisivas elecciones próximas (Chile, Perú, Colombia y Brasil); los regímenes autoritarios se encuentran severamente debilitados; y hay, al momento, escasa oposición asertiva a Trump en el área. Este no es un dato menor pues, en ese marco, la Argentina de Milei es prácticamente el único caso donde la Casa Blanca parece tener disposición a prometer zanahorias en vez de aplicar garrotes.

Ahora bien, la implícita y resignada aceptación de parte de Buenos Aires de que China es, en el fondo, tanto una amenaza letal para Estados Unidos como un peligro efectivo para la Argentina, es un dato inédito y a la vez incongruente respecto a la política exterior del país. La inflación discursiva respecto a la naturaleza de ese fenómeno — la amenaza china — para la Argentina no se condice con la evidencia disponible. Los ejemplos son varios. Voy paso a paso.

De acuerdo con Ryan Berg y Rubi Bledsoe, y según la base de datos del Stockholm International Peace Research Institute, para el período 2000–2022, los porcentajes de armamentos adquiridos por la Argentina fueron, respectivamente, 94.90% provenientes de Estados Unidos y 0.34% de China. Durante el gobierno del presidente Milei se descartaron los aviones de combate JF-17 de China y se optó por comprar, bajo acuerdo con Estados Unidos, aviones F-16 adquiridos a Dinamarca. El valor de este acuerdo es de US$ 941 millones. Además, Washington aprobó la venta de aviones Basler BT-87 por valor de US$ 143 millones. En 2016, durante el gobierno de Mauricio Macri, la Argentina, a través del Ministerio de Defensa, firmó un acuerdo con la Guardia Nacional del Estado de Georgia. El compromiso se inscribió en el marco del National Guard State Partnership Program en el contexto de los Security Cooperation Programs del Departamento de Defensa. En la actualidad hay acuerdos de distintas guardias nacionales con 30 naciones latinoamericanas y caribeñas bajo la órbita del Comando Sur. Con la llegada al gobierno de La Libertad Avanza se relanzó el vínculo con la Guardia Nacional de Georgia en sintonía con una estrecha colaboración con el Comando Sur. No debe sorprender, por lo tanto, que en 22 meses de gestión de la presidencia de Milei los comandantes del US Southcom hayan visitado el país en tres oportunidades: en una ocasión la comandante Laura Richardson y en dos el comandante Alvin Hosley.

Por supuesto que en años recientes ha habido algunos contactos y cierta cooperación — cursos, intercambios, visitas — entre las fuerzas armadas argentinas y chinas, pero de ningún modo en la intensidad, profundidad y alcance histórico que existe en el vínculo militar entre la Argentina y Estados Unidos. No es serio hacer una comparación fáctica entre los lazos militares argentino-estadounidenses y argentino-chinos. Las diferencias en la hondura, la diversidad, la magnitud, la ascendencia, la trayectoria y la trascendencia de una y otra han sido y son elocuentes.

Previamente, se mencionó la sensibilidad de Estados Unidos ante una paulatina presencia portuaria china en América Latina. Entre los más relevantes emprendimientos de Beijing en el área no figura la Argentina — a diferencia de México, Perú, Venezuela y Brasil, en particular. Más aún, en agosto de 2023, la Terminal Portuaria Bactssa, en Buenos Aires, del grupo chino Hutchinson cesó sus operaciones en el país después de treinta años de presencia en el país. La eventualidad de un puerto construido por China en Tierra del Fuego constituyó una maniobra y un objetivo provincial, pero nunca tuvo refrendación ni apoyo a nivel del gobierno central. Probablemente ahora se esté invirtiendo eso: el gobierno nacional prefiere que Estados Unidos sea la contra-parte de un eventual puerto y el gobierno provincial denuncia una presunta base militar en Tierra del Fuego. Cabe recordar, por lo demás, que en marzo de 2024, Estados Unidos y la Argentina firmaron un Memorándum de Entendimiento entre el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos y la Administración General de Puertos, para desarrollar intercambio de información y capacitaciones sobre hidrovía y ríos interiores. Como se sabe la empresa china CCCC Shanghái Dredging Co. Ltd. quedó fuera de la licitación de la hidrovía Paraná-Paraguay debido a que se incluyó en el pliego de condiciones la exclusión de empresas controladas o financiadas por los Estados.

Paralelamente, la Argentina solicitó ser Socio Global de la OTAN; se sumó, como único miembro de América Latina, al Grupo de Contacto sobre Asuntos de Defensa en Ucrania organizado por el Pentágono y se incorporó a las Fuerzas Marítimas Combinadas, con sede en Baréin, creadas por Estados Unidos. Además, el gobierno de Milei rechazó la invitación del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) a sumarse como miembro pleno y en las votaciones en Naciones Unidas en 2024 la coincidencia de la Argentina con China, como mostró Esteban Actis, fue tan baja como la de 1971; esto es, en el marco de un gobierno militar y en un año en que el país aún reconocía a Taiwán. Conviene recordar que China ha respaldado a la Argentina en el tema Malvinas desde 1965. Y que desde 2009 a la fecha gobiernos de distinto signo — incluidos los de Macri y Milei — han logrado formalizar y renovar el swap con Beijing sin generar condicionalidades para las administraciones de turno.

Asimismo, mientras que en febrero de 2022 el gobierno de Alberto Fernández, a través de Nucleoeléctrica, firmó un acuerdo con la Corporación Nuclear Nacional de China para la construcción de la central nuclear Atucha III, la administración Milei congeló el acuerdo y prefirió, mediante Nucleoeléctrica, avanzar un plan sobre reactores modulares pequeños destinados a proveer energía a centros de datos de inteligencia artificial. En particular, la relación que cultivó Javier Milei con Sam Altman, CEO de OpenAI y quien desplazó a Elon Musk y ganó un espacio prominente en la cercanía del presidente Donald Trump, apunta a lograr inversiones en esa área. Trump y Altman coinciden en frenar y desplazar a China ante los avances de Beijing en el área de la inteligencia artificial. Quizás resulte importante subrayar que un centro de datos consume millones de litros de agua; aproximadamente lo que diariamente usa “una ciudad de 10.000 a 50.000 habitantes”. En asuntos energéticos, resultaba y es expresiva la inclinación por Estados Unidos y adversa a China. No obstante, vale la pena mencionar que, en materia de desarrollo de energía renovable en la Argentina, “China ha sido clave” según Javier Lewkowicz. Conviene añadir que en 2024 la inversión de China en energías limpias fue de US$ 680.000 millones y la de Estados Unidos alcanzó a US$ 315.000 millones. En el frente externo, Beijing ha dedicado desde 2023 unos US$ 100.000 millones en ese tipo de energías, superando largamente a Washington: varios proyectos de ese tipo los lleva a cabo en la Argentina.

Otro frente sensible en la dinámica triangular entre Estados Unidos, China y la Argentina ha sido el de los llamados minerales críticos. Según la información disponible, la presencia china en el país ha sido ascendente atravesando gobiernos de distinta orientación política, al tiempo que la estadounidense ha sido reducida. Es ya habitual en el último lustro que Washington comunique su “inquietud” por el avance de Beijing, pero también lo es el hecho de que los inversores privados estadounidenses no se han movilizado en la Argentina, en particular, y en buena parte de América Latina, en general. Por ejemplo, de acuerdo con un informe de 2024 de la Bolsa de Comercio de Rosario, China viene invirtiendo en proyectos de litio por valor de US$ 3.400 millones de dólares, superando ampliamente a Estados Unidos. (A su vez, Rosario será un nuevo puerto de exportación de litio a China). Un trabajo del Institute for Development & Security Policy, ubicado en Estocolmo y con nexos con el conservador think-tank American Foreign Policy Council ubicado en Washington, destaca el lugar crucial de China en torno al litio argentino y el menor rol de Estados Unidos al respecto; subrayando la intensificada competencia geopolítica en cuanto a este activo estratégico.

Al litio se suman el cobre, el manganeso, el níquel, entre otros, como productos centrales en la contienda por recursos estratégicos. A ese tablero hay que añadir las tierras raras que, aunque la Argentina no es un jugador mayor en ese frente, sí posee una combinación relevante y atractiva de minerales, metales e hidrocarburos. Resumiendo, la mayor visibilidad china en relación a esos productos es debido a sus evidentes inversiones, en oposición, no premeditada, a la falta de movilización e interés de capitales estadounidenses; no se ha tratado de una disposición política pro-China y anti-Estados Unidos de las diferentes administraciones argentinas del siglo XXI.

También es foco de atención el ámbito tecnológico. Washington ha insistido en que la Argentina restrinja el acceso a tecnología china. Pareciera que los líderes políticos y empresariales argentinos desconocen lo que está sucediendo en ese campo. Desde hace lustros el Australian Strategic Policy Institute realiza un seguimiento de lo que denomina “tecnologías críticas”. Entre 2003 y 2007 Estados Unidos lideraba en 60 de las 64 y para 2019–2023 su liderazgo se redujo a 7. China apenas comandaba en 3 de las 64 entre 2003 y 2007; para 2019–2023, China pasó a liderar en 57 de las 64. La innovación en materia de patentamiento, producto de los resultados de las crecientes inversiones en ciencia y tecnología, muestra un fenomenal avance de Beijing. China pasó de representar el 45% de las nuevas patentes en 2014 a llegar al 74% en 2024. Desaprovechar las oportunidades que China — tal como otros países, por supuesto — ofrece en materia de tecnología en virtud de presiones de Estados Unidos y debido a razonamientos dogmáticos constituye un error mayúsculo para el país si es que aspira a tener un proyecto productivo sustentable. En el cuadro internacional presente y futuro los países que carezcan de autonomía tecnológica serán apenas espectadores de la política mundial.

Ahora bien, el asunto más delicado en las relaciones argentino-estadounidenses con impacto en el tipo y alcance del lazo del país con China ha sido el de la Estación del Espacio Lejano (EEL) en Neuquén, derivado del acuerdo firmado en 2012. Cabe aclarar que China ha acordado compromisos similares en materia de estaciones espaciales con Namibia, Pakistán y Kenia.

Las conjeturas y sospechas han marcado la posición de Washington, ya sea en gobiernos demócratas como republicanos, ya sea entre sectores civiles como militares. En los últimos años han sido los responsables del Comando Sur quienes han asumido la voz crítica más audible respecto a China en la región y en la Argentina. En la presentación de 2024 ante el Congreso de la postura de US Southcom, Laura Richardson uso la palabra “maligna” 24 veces: “actor maligno”, “influencia maligna”, “esfuerzo maligno”, “actividades malignas”, “intención maligna”, “narrativas malignas”, “conductas malignas”, “agenda maligna”, “acción maligna”. El “misterio” en el exterior sobre la estación es un dato recurrente. La “imaginación geopolítica” respecto a la EEL también ha sido notable en los medios de comunicación argentinos como lo ha mostrado Daniel Blinder.

En ese contexto, es fundamental examinar las conclusiones de dos textos distintos desde sendas miradas militares. Por un lado, existe un informe del Ejército de Estados Unidos en el marco de un proyecto específico del Pentágono sobre seguimiento de la influencia militar de China en el mundo. En ese caso, se trata de una evaluación de los instrumentos chinos de influencia en la Argentina. Después de analizar exhaustivamente los componentes diplomáticos, informacionales, militares y económicos de la proyección de Beijing en el país, la investigación concluye que: a) “la influencia (en esas cuatro áreas) actual de China en Argentina se evalúa como baja” y b) respecto a la estación neuquina, ella “no ha sido empleada para propósitos militares y no hay razón para esperar un cambio al respecto”.

Por otro lado, está la tesis de maestría del capitán de la Armada Argentina, Juan Espíndola, obtenida en la Marine Corps University que versa sobre las relaciones militares argentino-estadounidenses-chinas; tomando en consideración la estación espacial mencionada. Su argumento central es que “la presencia de China en la Argentina no compromete la asociación e interoperabilidad entre Estados Unidos y la Argentina pues China prioriza su desarrollo estratégico fundamentalmente en la región del Indo-Pacífico, mantiene limitadas sus acciones en América del Sur y encuentra resistencia en aspectos de la diplomacia argentina”.

A modo de reflexión final

La Argentina de Milei ha aceptado y promovido una lógica inapropiada y anacrónica en materia de inserción internacional: internalizar la política exterior de la administración Trump respecto a China, coquetear con una agenda anti-Beijing que no reditúa para los intereses nacionales y exponerse a una relación patrón-cliente con Washington que condiciona el futuro de la diplomacia en momentos de hondas transformaciones globales que se caracterizan, principalmente, por el tránsito hacia un mundo pos-occidental y un orden no hegemónico.

Confiar ciegamente en Trump, habilitar su intervención en la política interna, supeditarse a él y su imprevisibilidad es no solo improcedente, sino sumamente riesgoso para la nación. La sumatoria de mayores concesiones a Estados Unidos y potenciales restricciones contra China no garantizan más supervivencia al gobierno y mayor bienestar general para la sociedad. Beijing no es una amenaza a la seguridad nacional argentina por más que Milei y Trump coincidan en sus visiones reaccionarias. El país no debiera ser el testcase donde se libra la presunta “hostilidad” de China contra Estados Unidos ni puede ser el espacio de una contienda geopolítica en la cual la Argentina no tiene control efectivo de variables cruciales. No corresponde que el principio de NUPIMBY sea tácitamente bienvenido, así los partidarios de Milei crean que de ese modo la Argentina ingresa a las “ligas mayores” de la política internacional y los principales opositores guarden un inquietante silencio táctico.

Una política exterior binaria, incapaz de mantener relaciones simultáneamente balanceadas, positivas y benéficas para el país, hará de la Argentina un actor altamente vulnerable, paulatinamente irrelevante y crecientemente dependiente en las actuales circunstancias mundiales.

Juan Gabriel Tokatlian

“Contención de amenazas biológicas”: Argentina tiene el primer laboratorio de máxima bioseguridad

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En el centro donde se procesaron muestras de hantavirus durante el brote epidémico en Epuyén o la pandemia de gripe A H1N1, ya están operativas las nuevas instalaciones certificadas con la máxima calificación internacional de seguridad y contención biológica para el manejo de patógenos de alto riesgo infeccioso o tóxico.

Se trata del primer laboratorio de nivel de bioseguridad 4 (BSL-4, en inglés) de la región, funciona en el Centro de Contención Biológica de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud “Dr. Carlos Malbrán” (Anlis-Malbrán) y se sumará a la red internacional de laboratorios con las condiciones –desde las prácticas y procesos hasta los equipos de protección y tratamiento seguro del aire o los efluentes– para manipular microorganismos de alto peligro para la salud pública.

Los anuncios sobre este nuevo laboratorio comenzaron al menos hace dos años y, ahora, las instalaciones certificadas comenzaron a operar, según informaron en el Ministerio de Salud de la Nación. Ante la consulta, indicaron en esa cartera que la revisión para “validar las instalaciones y los protocolos de procedimientos operativos” estuvo a cargo de un grupo del Programa de Colaboración en Biocustodia del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

“Permitirá trabajar con virus y patógenos como el Ébola, el Marbugo, hantavirus y fiebres hemorrágicas, desarrollar pruebas diagnósticas rápidas y precisas, investigar nuevos antivirales y tratamientos y diseñar vacunas preventivas”, enumeraron desde la cartera sanitaria. “También –agregaron–, fortalecerá la respuesta del sistema sanitario ante enfermedades emergentes al permitir realizar una caracterización rápida de los agentes infecciosos, facilitar el monitoreo de nuevas variantes e investigar reservorios animales para prevenir posibles saltos interespecies.”

Análisis de riesgo

La unidad operativa Centro de Contención Biológica (Uoccb) de Anlis-Malbrán contaba ya con un laboratorio de nivel de bioseguridad 3 (BSL-3), como se publicó en 2019 cuando expertos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recorrieron sus instalaciones por la amenaza del virus del Ébola de este lado del océano dado un brote que crecía en África.

Su equipo de técnicos trabajaron ahí, en el verano de 2018-2019, con las muestras del brote de hantavirus en Epuyén para confirmar diagnósticos, el virus de dengue de las epidemias y el virus de la gripe que había provocado la pandemia de 2009. En ese centro, ahora se puso en funcionamiento el laboratorio BSL-4.

¿De qué depende qué grado de bioseguridad se necesita para manipular patógenos o sustancias de riesgo para la salud? “El análisis de riesgo es lo fundamental para evaluar si se usa el laboratorio de nivel 3 o 4, más que el nombre del patógeno”, ampliaron desde Anlis-Malbrán. “No solo depende del nombre del patógeno, sino principalmente del volumen y de las prácticas que se van a realizar con ese patógeno. Las recomendaciones internacionales señalan que [la manipulación del virus del] Ébola es mejor en un laboratorio BSL- 4.”

Se necesitaron, según detallaron, $500 millones para finalizar las obras pendientes: las instalaciones termomecánicas. Eso, de acuerdo con la información de obra oficial, incluyó “la colocación de sistemas de aire con presión negativa, filtros de alta eficiencia (HEPA) y válvulas herméticas que detectan fallos y que aíslan al laboratorio en caso de accidentes o fugas; un sistema de autoclave de frontera que elimina bacterias, virus y esporas para garantizar la seguridad en las investigaciones; la implementación del sistema que recopila y procesa los datos de todos los sensores y equipos del laboratorio para lograr un control total y eficiente del edificio”.

El listado se completó con la compra de los compresores y los tanques de aire requeridos por las normas de seguridad “para asegurar el suministro constante a los trajes presurizados” del personal que ingresa al laboratorio.

Al finalizar una recorrida por las instalaciones, de las que participó el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, las autoridades de Anlis-Malbrán y Salud destacaron la capacidad técnica de este nuevo laboratorio “en la prevención, detección y contención de enfermedades emergentes de alto riesgo y de posibles emergencias sanitarias o amenazas biológicas naturales o deliberadas”.

Fabiola Czubaj

Cómo se posicionan las provincias petroleras ante la elección del 26 O

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Tres periodistas especializados en análisis político y una consultora en comunicación política se dieron cita en una nueva emisión de Dínamo – Charlas de Energía para evaluar este particular cuadro de situación, siguiendo de cerca las posturas de los distritos provinciales más relevantes desde el punto de vista energético. “La nota distintiva de los comicios pasa, hasta ahora, por el ausentismo”, expuso la consultora Julieta Waisgold, quien destacó que el promedio de votos que viene obteniendo el oficialismo resulta inferior al verificado en la elección presidencial de 2023.

Lo que hay que preguntarse, según Pablo Ibáñez, periodista de C5N, Telefé, Cenital, Futurock y el programa Truco Gallo junto a Alfredo Zaiat, es cuánto están jugando los gobernadores. “Estas elecciones intermedias deben mirarse con el espejo de 2017, cuando se dio una hiperpolarización y todas las terceras fuerzas quedaron fuera de carrera”, señaló.

En el caso específico de Neuquén, Andrea Durán, periodista neuquina de El Diario de Río Negro, indicó que el Gobierno provincial de Rolando Figueroa apunta a polarizar con LLA, poniendo un gran capital simbólico en juego. “Lo que se infiere en las encuestas es que el peronismo está tercero, pero relegado. No es un escenario de tercios como el de Río Negro, donde hay resultado incierto y final abierto”, sostuvo.

En líneas generales, intervino Gabriela Vulcano, periodista de C5N y el programa «Pasaron Cosas» de Radio Con Vos, los gobernadores de las provincias petroleras acompañaron en el Congreso cada una de las medidas de Milei, más allá de que en los últimos tiempos “estén despegándose un poco”. “Hay dos posturas principales. Por un lado, la de Alfredo Cornejo, que decidió armar una alianza con Nación para mejorar sus posibilidades en estas elecciones. Por otro, la de Ignacio Torres o Claudio Vidal, quienes están jugando otro juego, pensando en el armado para 2027”, distinguió.

Etapa de definiciones

Es obvio, reflexionó Ibáñez, que a nadie le gusta perder una elección. “Todas las derrotas tienen algún costo. Pero ningún gobernador que pierda una elección intermedia nacional pone en juego su propia gobernación”, opinó el especialista, quien consideró que LLA se encuentra más cerca que el peronismo del cuadrante ideológico de muchos mandatarios provinciales.

A su criterio, el caso de Mendoza resulta sintomático para entender cómo se negocia en debilidad y cuáles son los posibles costos a pagar. “Todos los gobernadores que se sentaron a negociar con LLA salieron perdidosos de ese acuerdo”, sentenció.

Desde la mirada de Waisgold, en tanto, estos comicios dirimirán en gran medida quiénes y cómo representarán a la oposición de ahora en más, sobre todo considerando que hoy el Gobierno nacional parece “estar en stand by”, golpeado por los escándalos. “Recuerdo que hace 10 años se hablaba del ‘intendentismo’ como si desde lo local pudiera construirse una fuerza de reemplazo dirigencialEn algún punto, Provincias Unidas deberá definir si busca la construcción provincial de un recambio dirigencial o si sólo es un espacio de negociación con el oficialismo”, remarcó.

Poco recambio

Hay que tener en cuenta, añadió Ibáñez, que Rolando Figueroa no quiso participar en Provincias Unidas. “Tampoco (Alberto) Weretilneck. Vidal una vez que vio un poco de ruido se corrió. Y (Marcelo) Orrego podría ser que se suba recién a fin de año”, conjeturó.

A su entender, Provincias Unidas representa “una primera foto” para mostrar distancia tanto de Milei como del peronismo. “No obstante, la expectativa de una tercera fuerza provincialista tiene la dificultad de que todas sus figuras son diferentes”, enfatizó.

A criterio de Vulcano, en este momento no están dadas las condiciones para el surgimiento de una figura que deje atrás la polarización antinómica a nivel nacional. “Cualquier posibilidad de recambio política todavía debe pensarse en el marco de la polarización. Es muy difícil imaginar que se posicione un actor de ‘centro’ como quiere presentarse más de un integrante de Provincias Unidas, independientemente de sus diferentes posturas con respecto al Gobierno nacional. No obstante, tampoco termina de cuajar cuál sería la contracara de LLA dentro del peronismo”, advirtió.

Altas expectativas

Un gran ejemplo de la insuficiencia que padecen las propuestas ‘de centro’, de acuerdo con Waisgold, lo dio Horacio Rodríguez Larreta, cuyos niveles de imagen a escala nacional estaban por las nubes a la salida de la pandemia. “Sin embargo, dilapidó ese capital político por zigzaguear en su posicionamiento en lugar de sostenerlo y construir desde ahí”, afirmó la especialista, quien también reconoció “la dificultad de representar a la población cuando no se aborda de manera directa una problemática como la pobreza, que afecta a más de la mitad de los argentinos”.

Otra caída estrepitosa fue la del Movimiento Popular Neuquino (MPN), que desde la óptica de Durán nunca dejó de debilitarse durante los últimos años. “Lo que entendió Figueroa fue que no había un descontento con el modelo provincialista de la identidad neuquina, sino un cansancio frente a una estructura partidaria y un modelo de hacer política que ya no convencía”, subrayó.

Según sus palabras, Neuquén es una provincia cuyos habitantes poseen altas expectativas de desarrollo. “Está la perspectiva de que haya un derrame que mejore la calidad de vida, pero la industria presenta un crecimiento tan explosivo que aún no se ve acompañado por el avance de la infraestructura”, expresó.

La conversación prosiguió poniendo bajo la lupa la realidad de otro distrito de enorme relevancia energética como es Santa Cruz, donde la salida de YPF amenaza con transformarse en un cimbronazo económico, social y laboral capaz de patear el tablero político.

Comenzó el streaming de una nueva expedición científica en el Atlántico Sur

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Un equipo argentino a bordo del buque Falkor (too) ya explora el fondo del mar Argentino, en una misión internacional que transmitirá en vivo los secretos de las profundidades

Abordo del buque Falkor (too), un grupo de científicos argentinos y extranjeros inició esta semana una nueva transmisión en vivo desde el Mar Argentino. Tras el éxito de la anterior expedición del Conicet, la misión busca comprender cómo interactúan los cañones submarinos y las corrientes oceánicas en una de las zonas más productivas del Atlántico Sur.

Minutos atrás comenzó una nueva travesía científica frente a las costas argentinas. Se trata de “Ecos de dos cañones” (A Tale of Two Submarine Canyons), una expedición de investigación interdisciplinaria que acaba de zarpar en el buque Falkor (too), del Schmidt Ocean Institute (SOI), con el código FKt250922.

La misión está dirigida por Silvia Inés Romero e integrada por un equipo del Servicio de Hidrografía Naval (SHN) y del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA-UBA-CONICET), con la participación de docentes del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos (UBA) y de la Escuela de Ciencias del Mar (FadARA-UNDEF).

A diferencia de la campaña anterior, en la que el Conicet lideró la investigación a bordo del Falkor (too), en esta oportunidad la expedición es encabezada por el Servicio de Hidrografía Naval y el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA-UBA-CONICET), con colaboración de investigadores de otras instituciones nacionales e internacionales.

Si bien también cuenta con el apoyo logístico del Schmidt Ocean Institute (EE.UU.), la misión está cofinanciada por la Fundación Williams y el Centre National d’Études Spatiales (CNES), en el contexto de la misión satelital Surface Water and Ocean Topography (SWOT).

Una exploración inédita

La expedición tiene como objetivo estudiar la interacción entre los cañones submarinos, la morfología del fondo marino, las corrientes y la dinámica de los ecosistemas en una de las regiones más ricas del mar Argentino: el Frente del Quiebre de Plataforma.

El trabajo busca comprobar si la presencia de estos valles submarinos modifica la circulación oceánica y facilita el ingreso de aguas frías y ricas en nutrientes de la Corriente de Malvinas hacia la plataforma continental, lo que favorecería la productividad biológica y, en consecuencia, la abundancia de recursos pesqueros.

El buque Falkor (too) recorrerá dos zonas a unos 500 kilómetros de la costa: el Sistema de Cañones Submarinos Bahía Blanca, frente a la provincia de Río Negro, y el Sistema de Cañones Submarinos Almirante Brown, frente a Chubut. Allí, los investigadores realizarán tareas de mapeo del fondo marino, medición de corrientes, muestreo biológico y registro de imágenes submarinas.

La misión anterior del Schmidt Ocean Institute cautivó a millones de personas y reveló más de 40 especies nuevas en el mar Argentino
La misión anterior del Schmidt Ocean Institute cautivó a millones de personas y reveló más de 40 especies nuevas en el mar ArgentinoCaptura de

La jefa científica es Romero, acompañada por tres co-investigadoras principalesGraziella BozzanoLaura Ruiz Etcheverry y Ornella Silvestri. En total, participan más de 30 investigadores, técnicos y estudiantes de organismos nacionales como el IGEBAIADOINIDEPIBBEAIIMYC y DBBE, además de instituciones internacionales como el IFAECI, el MIO y el CNES.

Tecnología de punta en el Atlántico Sur

Durante las próximas semanas (hasta el 29 de octubre)el Falkor (too) servirá como laboratorio flotante. Los científicos realizarán un mapeo de alta resolución del fondo oceánico mediante ecosondas y medirán las velocidades de las corrientes en distintos niveles de la columna de agua. Para estudiar las propiedades físicas, químicas y biológicas del mar, usarán instrumentos de muestreo vertical (CTD) y botellas Niskin, que recolectan agua a distintas profundidades sin mezclarse, lo que permitirá analizar parámetros como salinidad, oxígeno, alcalinidad, fitoplancton, bacterias y virus.

La misión también utilizará dos vehículos submarinos de última generación. Por un lado, el ya conocido ROV SuBastian, un robot operado remotamente que capta imágenes en alta definición y toma muestras de sedimento y agua conectado al buque por un cable umbilical. Por otro, un vehículo autónomo (AUV Glider SEAEXPLORER X2), desarrollado en colaboración con el Institut Méditerranéen d’Océanologie de Francia, que recorre el agua en forma independiente para obtener perfiles verticales de alta resolución espacial.

Además, el equipo desplegará 50 boyas derivantes —30 superficiales y 20 subsuperficiales— equipadas con sensores GPS para analizar trayectorias de masas de agua. Parte de estas boyas fueron diseñadas en la Argentina bajo la coordinación del investigador Martín Saraceno, mientras que otras fueron donadas por la investigadora italiana Maristella Berta.

También se fondearán plataformas ancladas al fondo del mar (landers) que medirán corrientes y parámetros hidrográficos durante veinte días, y se instalará una boya Wavescan Oceanor con sensores meteorológicos e hidrográficos para registrar series de tiempo.

Entre los mejores del mundo

La travesía es resultado de una convocatoria internacional lanzada por el Schmidt Ocean Institute a fines de 2023, que recibió decenas de propuestas. El proyecto argentino fue elegido entre las ocho expediciones seleccionadas para desarrollarse durante 2025 en el Atlántico Sudoccidental. Tres de ellas son dirigidas por equipos de científicos argentinos.

La selección se concretó tras un proceso de evaluación científica y técnica que incluyó revisiones por pares internacionales. El proyecto se distingue por su carácter multidisciplinario, que integra oceanografía, geología y biología, y por su potencial para mejorar el conocimiento de los procesos que sustentan la productividad del mar Argentino.

El antecedente

Esta no es la primera vez que el Schmidt Ocean Institute transmite en vivo una misión desde las profundidades del Atlántico Sur. En julio y agosto, el buque Falkor (too) ya había navegado frente a Mar del Plata junto a investigadores del Conicet, en el marco del proyecto Talud Continental IV. Aquella expedición, que también fue transmitida en vivo, generó un enorme interés del público.

Desde escuelas, bares, gimnasios o simplemente desde sus casas, millones de espectadores se maravillaron al ver en tiempo real cómo aparecían frente a las cámaras criaturas desconocidas, desde pulpos de aspecto fantasmal hasta corales luminosos. La expedición, transmitida por YouTube y Twitch, alcanzó casi 18 millones de visualizaciones.

A su vez, esa misión fue un logro científico sin precedente: el descubrimiento de más de 40 nuevas especies y la revelación de una biodiversidad inesperada en el cañón submarino de Mar del Plata, a casi 3900 metros de profundidad.

Siguiendo el espíritu de aquella experiencia, la nueva misión también se transmitirá en vivo a través de los canales oficiales del Schmidt Ocean Institute, lo que permitirá que cualquier persona pueda seguir en tiempo real el trabajo de los investigadores, ver las imágenes del fondo marino y conocer la rutina científica a bordo.

La cuenta oficial de la expedición en Instagram es @ecosde2caniones, desde donde se publicarán actualizaciones, fotografías y videos del desarrollo diario. “Ecos de dos cañones” busca continuar el camino de la ciencia abierta, acercando el conocimiento sobre los océanos a toda la sociedad y mostrando la complejidad y belleza del mar Argentino.

Alejandro Horvat

La histórica Fábrica Argentina de Aviones lucha por sobrevivir

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Este viernes 10 de octubre se cumplieron 98 años de actividad en la industria aeroespacial que estuvo mechada en sus inicios con proyectos de metalmecánica e inclusive del sector automotriz. Se trata de la Fábrica Argentina de Aviones S.E. (FAdeA), fundada el 10 de octubre de 1927 bajo el nombre de Fábrica Militar de Aviones (FMA).

El pasado 6 de octubre se cumplieron 41 años del primer vuelo del avión entrenador avanzado de reacción IA-63 Pampa y a la fecha aún sobrevive con posibilidades de exportación a pesar de las políticas errantes de sucesivas gestiones partidarias que condujeron la fábrica. El Pampa tiene potencial para insertarse en el nicho de entrenadores jet de bajo costo.

En la actualidad, a pulmón de ingenieros y técnicos la serie alcanzó la versión Pampa III Block 2, incorpora aviónica digital avanzada, sistemas de navegación y ataque ligero, preparado para misiones de día y noche, incluyendo entrenamiento nocturno con visores de visión nocturna (NVG), simulación de radar, escenarios virtuales, enlace de datos y un nuevo motor de bajo consumo.

Salvataje azteca

Hay un proyecto comercial en ciernes con México, pero está atado a contingencias irresueltas del contrato del Programa IA-63 Pampa por el que ingresarían fondos de adelanto y con ellos la revitalización de la actividad fabril.

El contrato plurianual firmado en junio por las autoridades de la Fuerza Aérea y de FAdeA para actualización de la flota de Pampa (6 aeronaves) quedó pausado, otros dirían cajoneado, tras la intervención revisora de una abogada junior, Katia Dupont, del equipo de la Unidad Gabinete de Asesores que comanda Luciana Carrasco.

Se dice que como en otras áreas, Carrasco puso freno de estacionamiento a carpetas que representen pedido de fondos a Economía o riesgo político al ministro en la previa a la elección.

FAdeA nació el 10 de octubre de 1927 como la Fábrica Militar de Aviones.

Es cierto que el contrato tenía elementos a pulir, -se pretende 0 costos emergentes casi un imposible atendiendo las fluctuaciones de la moneda-, también lo es que el tiempo dedicado por Dupont a perfeccionar la letra excedió estándares en un sector apremiado por reanudar la productividad. En industria aeronáutica se gestiona a velocidad mach y no a la de escritorio.

La planta cordobesa cuyo accionista mayoritario es el ministerio de Defensa, comunicó la extensión del cronograma de suspensión rotativa del personal hasta el 28 de noviembre y el contrato en cuestión daría oxígeno financiero. Economía sólo garantizó por nota, aún sin ejecución, una asignación destinada a cubrir salarios del personal hasta fin de año.

La situación se expuso a Diego Chaher; abogado mendocino, secretario de Empresas y Sociedades del Estado; en un encuentro con miembros de la Cámara Argentina Aeronáutica y Espacial (CArAE) y de la Cámara de Industriales Metalúrgicos y de Componentes (CIMCC), ambas proveedoras de FAdeA.

La FAdeA busca sobrevivir en plena crisis económica.

El diagnóstico fue que la fábrica opera en la actualidad al 30 por ciento de su capacidad y adeuda a las pymes especializadas más de 20 millones de dólares. Cifras que preocuparon por su proyección y motivaron el envío de dos auditores del equipo de Chaher a mirar con cuenta hilos la marcha de la empresa.

Chaher recibió una nota preliminar del proyecto de coproducción azteca, iniciativa que viene madurándose y cuenta con su apoyo, aunque del lado de Defensa parece no haber sinergia. Cuitas entre dos mendocinos, Chaher y Petri que dificultan el plan de inversión. Se trata de la participación mexicana en la producción de serie del IA-63 Pampa con una línea de integración en territorio azteca.

México se ha consolidado como uno de los principales receptores de inversión extranjera en la industria aeroespacial, ocupa el quinto lugar a nivel mundial. Datos de la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial (Femia), sostienen que el mercado aeroespacial mexicano está valorado en 11,200 millones de dólares.

Se concentra en manufactura y ensamblaje de componentes, como partes de motor y fuselaje, con un fuerte énfasis en las exportaciones, principalmente a Estados Unidos y Canadá.

Movimientos de personal en sectores críticos

El management de FAdeA sufrió la baja reciente del gerente comercial Pablo Salort quien presentó la renuncia al tiempo que la oficina de Asuntos Legales, Ética y Compliance a cargo de Julia Enríquez tramitaba una investigación administrativa interna.

La novedad dejó vacante un área crítica en el seguimiento y desarrollo de nuevos negocios para la fábrica. Se incorporó bajo contrato al ingeniero Nicolás Topa un ex miembro de Diseño y Desarrollo que integró por años el Programa Pampa y ahora tendría participación en el proyecto de coproducción con México.

Topa arrastra un desliz técnico de coyuntura geopolítica que pudo cambiar el perfil del Pampa de manera drástica: avaló en 2013 la modificación e instalación del asiento eyectable ruso Zvezda K-36 en reemplazo del sistema original Martin Baker MK-10AR de ingeniería británica, pero fabricado en Italia por la empresa Sicamb.

«En ese avión (el Pampa) vamos a cambiar el asiento eyectable británico por uno de origen ruso con transferencia de tecnología y garantía de que nunca más la defensa nacional va a depender de nuestros enemigos», había anticipado Raúl Argañaraz, ex titular de FAdeA, en una nota de mayo de 2013 concedida a la revista Avión Negro de la militancia kirchnerista.

De haberse concretado aquel ingenio hoy el Pampa sería un modelo estático tal como terminaron los dos helicópteros rusos MI-171E que negoció Nilda Garré en 2008 para la Fuerza Aérea.

Los dos aparatos están fuera de servicio sin poder concretar el overhaul mandatorio debido a la falta de repuestos, la imposibilidad de obtenerlos e impedimentos de girar divisas, efectos colaterales de las sanciones a la Federación Rusa por el conflicto con Ucrania.

Edgardo Aguilera

Rodolfo Kempf: “Lanzaron su privatización, pero Nucleoeléctrica no ha sido tasada”

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El gobierno tiene previsto privatizar de manera parcial la empresa Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima (NASA), que opera las tres centrales nucleares del país Atucha I, Atucha II y Embalse. La intención del gobierno de Javier Milei es vender el 44% de NASA y dejar un 5% como propiedad participada para trabajadores. El Destape entrevistó al físico Rodolfo Kempf, especialista en combustibles nucleares y residuos radioactivos, docente de la UBA e investigador de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), entre otros antecedentes en el sector nuclear, que analizó el impacto de la privatización en el conjunto de empresas e institutos del área nuclear. 

Kempf, que también es coordinador de Energía Nuclear para Fines Pacíficos de la Federación Internacional de Energía e Hidrocarburos de América Latina y el Caribe, denunció además que por la falta de financiamiento “la tasa de licencias sin goce de haberes en el sector es de 30 personas por mes. Esto es un paso previo a la renuncia y migración de científicos del área nuclear del país. Hay alrededor de 150 cuadros técnicos que migraron de la CNEA hacia otros países”.

-¿Cuál es la situación actual del sector nuclear argentino? 

Es grave. En primer lugar, hay una tendencia que crece que es la migración de cuadros técnicos a empresas canadienses, estadounidenses o de otros países. Fundamentalmente porque el denominado Plan Nuclear del gobierno de Javier Milei, a cargo de Demian Reidel, no implica desarrollo en casi ninguna área o en muy pocas áreas del sector nuclear y, además, porque los salarios son bajísimos. Ingenieros o ingenieras tomando tareas profesionales no logran sostener un alquiler, alimentación y llegar a fin de mes, mucho menos si tienen chicos. Además, en el cierre del proyecto de la Central Argentina de Reactores Modulares (CAREM) toda la ingeniería se fue a otros lugares de la CNEA o forman parte de los que directamente se fueron de la CNEA. 

Hay tareas que se vienen llevando adelante como la remediación de la minería de uranio en el Complejo Minero Fabril San Rafael o las tareas de la planta piloto de enriquecimiento de uranio en (el Complejo Tecnológico) Pilcaniyeu, o como hacen los trabajadores y trabajadoras que han quedado a cargo del mantenimiento en Lima (cerca de Zárate) en el CAREM, específicamente sobre los materiales estructurales porque la obra civil se paralizó. En el CAREM tienen salarios bajos y una situación de incapacidad de trabajo porque no hay servicio médico ni transporte, se frenó todo. 

Estoy describiendo particularmente la entidad madre que es la CNEA, que se fundó hace más de 75 años, pero también ocurre lo mismo en NASA, que sabemos que cuadros técnicos con las licencias pertinentes para llevar adelante la extensión de vida a la central Atucha I quedaron afuera. Otro punto a destacar es el avance muy lento del reactor multipropósito R10, un reactor de investigación de 30 MW eléctricos que se está construyendo en el Centro Atómico Ezeiza para la producción de radioisótopos y que nos podría permitiría escalar en magnitud la producción actual y el dopado de semiconductores, es decir, un servicio para monocristales de silicio que sirven para la industria electrónica. El CAREN-32, nuestro Reactor Modular Pequeño (SMR, por sus siglas en inglés), tiene la obra civil y la ingeniería paralizadas. No se están haciendo tareas de ingeniería, salvo la producción del combustible nuclear. Otro punto a destacar es que con este gobierno la cuarta central nuclear quedó totalmente paralizada. Era un acuerdo en el que se estaban negociando las condiciones con China. Tampoco se inició la puesta en marcha de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP).

-Además del decreto que habilita la venta parcial, ¿qué se sabe hasta el momento en el sector nuclear sobre la privatización de NASA? ¿Cuáles fueron los últimos movimientos del gobierno en este sentido?

Con la privatización del 44% de NASA ofreciendo un 5% como propiedad participada para trabajadores, un primer punto a destacar es que el conjunto de los sindicatos del área nuclear y en particular a las centrales nucleares se han pronunciado en contra. No compraron el anzuelo de la propiedad participada, como sí ocurrió en la década del 90. Algo que llama la atención es que previamente a privatizarse NASA se tiene que tasar y no ha sido tasada. La tasación tiene que pasar por el Banco Central, así que estamos haciendo el seguimiento si esta tasación existió. Hasta el momento NASA no fue tasada. Recordemos que es la empresa que opera las tres centrales nucleares, es una empresa superavitaria por alrededor de 200 millones de pesos mensuales. 

-¿Conocés si hubo interesados en comprar el 44% de NASA?

Hasta el momento no aparecieron ofertas. En su momento, cuando se aprobó la Ley Base, se había hablado de la empresa Westinghouse. Ahora el rumor es que la empresa Arc Energy, un consorcio estadounidense, habría ofertado. Es una empresa a la cual se le regaló IMPSA (Industrias Metalúrgicas Pescarmona S.A., estatizada en 2021 por un acuerdo del Estado Nacional y Mendoza), que tienen en sus galpones todavía el recipiente de presión del reactor CAREM. También se podría sumar como interesado el Grupo Perez Companc y también podría estar interesado Eurnekian, pero hasta el momento no aparecieron ofertas.

-¿Qué implica para el sector nuclear argentino una privatización parcial de NASA, sobre todo con desarrollo protagónico que tuvo a partir del Estado?

Implicaría la fragmentación del sector nuclear argentino, que ya tuvo un primer intento con la dictadura. Luego en la década del 90 se desagrega la central nuclear de una planificación centralizada a cargo de una única institución. A pesar de esas dos intentos, el sector nuclear pudo lograr mantenerse ordenado y coordinado. Si avanza la privatización podría haber una colisión de intereses entre la utilización del combustible nuclear en la central nuclear y la fabricación de combustible y la gestión de residuos radioactivos que, por ejemplo, quedaría solamente a cargo del Estado, tal cual como está ahora, pero sin ningún tipo de garantía, porque no está explícito de que el privado tenga que inyectar en un fondo fiduciario o una forma presupuestaria para mantener la gestión segura de los residuos radioactivos. Sin financiamiento, va a ser el Estado Nacional el que tenga que hacerse cargo de la gestión de residuos radioactivos y las ganancias exclusivamente serán para un privado, porque no está estipulado la creación de un fondo fiduciario para eso. Es decir, la CNEA, que fue fundada por Perón el 31 de mayo de 1950 y donde se crea la Comisión Energía Atómica y surge el sector nuclear, perdería el círculo virtuoso con la principal mercancía que genera, que es la venta de energía eléctrica, que está en el orden del 8% de la matriz eléctrica a nivel nacional.

-¿El impacto de una privatización parcial de NASA se sentiría en el conjunto del sector nuclear?

Desde su fundación, el sector nuclear argentino logró resolver los cuatro desafíos del átomo: logró dominar el ciclo combustible; el reprocesamiento de los combustibles quemados o aficionados; la fabricación del agua pesada; y, por último, el enriquecimiento de uranio. Hoy estos cuatro aspectos están siendo atacados con la privatización parcial de NASA, que es la principal área o producto que ofrece a la sociedad y que genera ganancias.

La otra área del sector nuclear es la producción de radisótopos, donde la Argentina es un jugador importante a nivel internacional y que aún se mantiene a nivel estatal en la CNEA. La Argentina tiene mucho desarrollo y autonomía en la producción para uso medicinal, tanto en terapia como en diagnóstico. Esta área tiene tres centros de investigación: el Centro Atómico Bariloche, donde funciona el Instituto Balseiro; el Instituto Sábato (Centro Atómico Constituyentes), y el Centro Atómico Ezeiza, donde funciona la sede del Instituto de Tecnología Nuclear Dan Beninson, donde se hace formación en aplicaciones nucleares. Al mismo tiempo, en la producción de rectores de investigación, no estaría claro que se mantenga una vinculación virtuosa en la principal área de venta de generación de ganancias y renta a nivel estatal, y tampoco se plantea la vinculación de la empresa INVAP asociada con CNEA, donde estas dos pudieron no solo hacer funcionar nuestros reactores de investigación, sino que se lograron exportar seis reactores a Perú, Argelia, Egipto y Australia. Todo esto corre peligro con la privatización en el sector nuclear, sin contar con la principal vinculación con la sociedad que es la venta de energía eléctrica, que es energía abundante, de base, no intermitente y segura.

-¿Podría haber modificaciones en el precio de generación de energía de las centrales con el ingreso de un actor privado?

Con la privatización el precio va a tener que incrementarse. Un privado va a tener que poner el foco en el incremento de la tasa de ganancia. La energía nuclear en este momento tiene un precio de 58 dólares el megawatt hora (US$/MWh), un poco por arriba de la hidroeléctrica y por debajo de las renovables. Podría llegar al orden de la renovable, que es de alrededor de 70 US$/MWh.

Roberto Bellato