YPF: Marín «El 1ª proyecto RIGI será el oleoducto Vaca Muerta-Sur». Comentario de AgendAR

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En las últimas semanas cobró visibilidad el proyecto que tiene YPF en carpeta junto con Petronas para instalar una planta de gas natural licuado (GNL) en el puerto Punta Colorada, en Río Negro. Sin embargo, previamente, la petrolera con control estatal tiene otro proyecto más concreto en marcha. Se trata de la construcción de las instalaciones para exportar petróleo desde esa provincia, que comenzará a hacerse realidad con la construcción de un nuevo oleoducto que conecte Vaca Muerta con la localidad rionegrina de Sierra Grande.

Esta iniciativa nació bajo la gestión del presidente anterior de YPF, Pablo González, y continúa actualmente bajo la dirección de Horacio Marín, quien el viernes pasado dio detalles del proyecto en una conferencia con inversores.

En mayo, YPF comenzó la construcción de los primeros 130 kilómetros del oleoducto Vaca Muerta Sur, que implicó una inversión de US$200 millones. El primer tramo se extiende entre las localidades de Añelo, en Neuquén, y Allen, en Río Negro, donde se conectará con el sistema de Oldelval, que es la empresa que opera el único ducto que transporta el petróleo hasta Bahía Blanca, donde hoy salen las exportaciones del no convencional. Este oleoducto no alcanza actualmente para transportar toda la producción de Vaca Muerta, por lo cual hay empresas que transportan el petróleo en camiones hasta Bahía Blanca, a un costo promedio de US$10 el barril.

En los próximos meses, YPF adjudicará la construcción del tramo del oleoducto que conectará Allen con Punta Colorada. Tendrá una longitud de 440 km, implicará una inversión de US$2500 millones y permitirá transportar en la segunda mitad de 2026 alrededor de 180.000 barriles diarios. El plan implica instalar a lo largo de los próximos años nuevas plantas de bombeo para incrementar la capacidad de transporte a 500.000 barriles diarios para 2027 y a 700.000 para 2028.

YPF Vaca Muerta Sur oleducto
YPF Vaca Muerta Sur oleducto

“Este proyecto es un cambio de juego para YPF y la Argentina: aumentará significativamente la capacidad de exportación y desbloqueará el cuello de botella de los recursos de la formación de Vaca Muerta”, dijo Marín en una presentación en inglés con inversores.

“El VMOS [por Vaca Muerta south oil pipelineserá una infraestructura dedicada exclusivamente a la exportación y su terminal offshore estará ubicada en el puerto de aguas profundas, que permitirá la llegada de los buques grandes llamados VLCC [Very Large Crude Carrier], que transportan alrededor de 2 millones de barrilesAdemás de bajar las tarifas, este barco abrirá nuevas oportunidades de mercados internacionales para todas los productores argentinos, como el mercado asiático”, explicó el presidente y CEO de YPF.

A los valores actuales del barril de petróleo, de US$80, la cotización Brent que se toma de referencia en la Argentina, cada buque VLCC exportado implicaría ingreso de divisas por US$160 millones al país.

La petrolera está liderando el desarrollo del proyecto como el principal transportador, pero al mismo tiempo comenzó la negociación para crear un consorcio de exportación con los otros productores locales de Vaca Muerta. Cada empresa “reservará” su capacidad de transporte e ingresará como accionista del oleoducto.

Según detalló Marín, ya recibieron ofertas para cubrir alrededor de dos tercios de la capacidad de transporte total y son optimistas en concluir este proceso antes de octubre. Las empresas que adquieran más del 10% de la capacidad tendrán un lugar en la mesa de directorio del consorcio.

“Desde el punto de vista técnico, ya hemos completado la ingeniería de diseño básica para el oleoducto y estamos progresando en la revisión de diseño del sistema de transporte terminal. Simultáneamente, aseguramos todos los permisos de aprobación gubernamental y permisos ambientales”, dijo.

El CEO de YPF también confirmó que ingresarán en el régimen de incentivo a grandes inversiones (RIGI) con este proyecto cuando sea completamente regulado.

El puerto Punta Colorada, por la profundidad de sus aguas, permite la llegada de buques VLCC (Very Large Crude Carrier), que transportan alrededor de 2 millones de barriles; los de Bahía Blanca transportan hasta 500.000 barriles
El puerto Punta Colorada, por la profundidad de sus aguas, permite la llegada de buques VLCC (Very Large Crude Carrier), que transportan alrededor de 2 millones de barriles; los de Bahía Blanca transportan hasta 500.000 barrilesTommy Chia SG – Shutterstock

Al mismo tiempo, YPF también está exportando de manera regular petróleo a Chile. “Continuamos con nuestro enfoque de acelerar la evacuación hacia el Pacífico. Durante el segundo trimestre del año, incrementamos la exportación de petróleo a Chile a 29.000 barriles por día a través del oleoducto Transatlántico, alcanzando una ganancia excepcional de casi US$220 millones. Esto representa el 11% de nuestra producción total de petróleo”, dijo Marín.

En junio, el país produjo 676.000 barriles de petróleo por día, lo que significa un aumento de 6,1% con relación al mismo mes del año pasado, según datos de la consultora Energía y Economía (EyE). Este crecimiento se explicó enteramente gracias a la producción de Vaca Muerta, que se expandió 28,6% y produjo 373.600 barriles diarios, y compensó la caída de 12,8% de la producción convencional de otras cuencas. Del total, la Argentina exporta alrededor de 150.000 barriles diarios hoy en día.

Precios internos de la nafta

Los precios de venta del petróleo fueron claves para que YPF muestre una mejora en su resultado financiero del segundo trimestre. Además de aumentar 20% las exportaciones del petróleo no convencional con relación al año pasado, la empresa con control estatal aumentó el precio en surtidor de los combustibles y redujo la diferencia con el valor de paridad de importación a 3%.

“Los ingresos de YPF crecieron un 13%, principalmente gracias a una recuperación en los precios del combustible, pero parcialmente afectados por una caída de 6% en la demanda”, admitieron en YPF.

“Si baja el precio internacional del petróleo, seré el primero en reducir el valor del combustible. Pero también si el precio aumenta mucho, aumentaré los precios. Estamos trabajando para que sea un mercado libre y decidir según la demanda, la oferta y la competencia”, concluyó Marín.

Sofía Diamante

Comentario de AgendAR:

Hay dos cosas que no se arreglan con un caño desde Vaca Muerta a Punta Colorada. La primera es la falta de plantas de refino en toda la Patagonia, situación que con esta propuesta de Marín sigue intacta. La nafta y el gasoil que se usan en la Patagonia hoy deben bajar en camión hasta las estaciones de servicio de la estepa y la cordillera patagónicas desde las refinerías de Mendoza y la Pampa Húmeda, tras haber subido hasta allí como crudo, en el caso pampeano, generalmente en barco.

Este viaje de ida y vuelta entre regiones es carísimo, deja pueblos enteros sin combustible días y semanas «porque no llegó el camión de YPF». Eso, en la ecorregión petrolífera argentina por excelencia.

Peor aún, esto hace de la Patagonia una especie de emirato frío, que exporta a otras ecorregiones (y ahora al mundo) sin siquiera el corto valor agregado local que supone el refino, y poder vender al menos naftas, gasoil, aceites lubricantes y producir localmente el alquitrán para pavimentar las rutas. Exportar combustibles sin valor agregado es exportar trabajo. Como si aquí sobrara.

Algunas de las insuficiencias de nuestro modelo, tan primario, le empiojan terriblemente la vida a los patagónicos, pero también al país. Cuando en alguna de las dos rutas nacionales asfaltadas de esta zona, básicamente la 3 y la 40, hay un camión tanque subiendo lentamente una cuesta, detrás se forma una caravana de automovilistas desesperados por pasar.

Nada fácil, porque las rutas son de dos carriles, mano y contramano, y siempre de frente hay camiones. Los que cargan equipo petrolero más que rodar, navegan, por velocidad y tamaño. Los tortazos frontales y las salidas de ruta para evitarlo son frecuentes. Todo esto es malo para el habitante, peor aún para el turista, pero si se piensa en el país… ¿cuánta combustible gastamos al cuete en mover combustible? ¿O no se puede generar localmente?

Los trenes, te los debo.

Si, ya sé, a esas patotas neoliberales que colonizan YPF de forma recidivante desde el siglo pasado, la idea de refinar para el mercado interno lea hace ruido. Supongo que la de exportar productos refinados lea hace mucho más ruido. Y es que pagar empleo local y lidiar con sindicatos les hace un ruido incluso peor.

Una cosa que no se remedia con el entusiasmo marinero de Marín es la enorme amplitud mareológica del Golfo de San Matías. La mínima entre pleamar y bajamar anda en los 3,60 metros, y la máxima, en los 7,50 metros.

En el puerto pesquero de San Antonio Oeste, en el fondo occidental del Golfo, los barcos deben ser patachones, de gran manga, para quedar apoyados en la desaforada pampa de barro gris que forma el fondo durante la bajamar, y sin tumbarse de lado. Barco que se tumba, se inunda cuando vuelve la pleamar, y vuelve con la velocidad de un pequeño tsunami, dos veces por día.

En el puerto exportador fruta y hortalizas del Alto Valle, San Antonio Este, los mercantes transoceánicos de tipo «reefer» (para cargas refrigeradas) amarran a muelles flotantes. Estos muelles son de hormigón casetonado: flotan como buques, suben y bajan con las mareas, amarrados con grandes anillos de acero a enormes columnas de hormigón clavadas en el fondo. De otro modo, las corrientes de marea y los vientos los sacarían a altamar.

Punta Colorada es el tercer puerto de este golfo, y está en su costa más alejada de mar abierto, la occidental, bastante rectilínea. Hay dos playas codiciadas por el turismo en este lugar del Golfo: Las Grutas y Arenas Doradas. Un puerto petrolero genera constantes derrames incluso en operación normal, sin mediar accidentes, y las corrientes predominantes en el Golfo, motorizadas en un 80% por las mareas, son giratorias: hay un giro central ciclónico, es decir de sentido circulatorio horario, con forma de «ocho», y varios giros más pequeños, ciclónicos y anticiclónicos, abrazando la zona de playas, y todo este raro patrón varía con la época del año.

Pero lo que queda en claro de la lectura de la bibliografía oceanográfica es que un derrame en el Golfo no se disipará fácilmente en aguas abiertas. La boca del Golfo es grandota, de 64 km., pero está lejos. Uno se pregunta la lógica de que la provincia decida la probable ruina de ambas playas porque TECHINT, hoy bajo capa de YPF, se ha emperrado en poner su puerto allí.

Probablemente don Marín sabe que si trata de poner su puerto en San Antonio Oeste, que al menos tiene una ciudad para trabajadores estables, infraestructura y agua potable, la industria pesquera artesanal, particularmente la de pulpos y mariscos costeros, le dará toda la guerra del mundo, y un poco más. Por supuesto, con el poder del estado provincial y del nacional TECHINT, hoy llamada YPF, les puede pasar por encima a las empresitas locales.

Pero si todavía existe periodismo en Argentina, se hará una fiesta con este caso de David y Goliath.

Una costa tan recta no tiene abrigo alguno del viento, que puede ser bastante salvaje. Es cuestión de proporciones: el Golfo de San Matías en sí está muy rodeado de tierra seca por Norte, Oeste y Sur, pero es enorme (casi 20.000 km2). Y este tramo de costa en particular, la Oeste, está muy expuesto a vientos. Punta Colorada no es un «puerto de abrigo». Eso es algo casi inexistente en la Patagonia.

En Punta Colorada, la franja intermareal (la que se ubica entre la línea de mareas máximas y la de mínimas), está jalonada de restingas rocosas, surcos de roca excavados y rastrillados por los arroyitos que forma la bajamar en las pozas de marea. Es una morfología de costa muy típica de toda nuestra Paragonia. Las restingas interceptan en ángulo recto la línea de la playa, y bajan más allá de la intermareal, a profundidades de hasta 15 o 20 metros. Son perfectamente visibles desde un avión, dada la transparencia del agua.

La transparencia actual, para ser preciso. Con un puerto petrolero en zona, olvídate, cariño.

En este sitio, el más desolado de la costa del Golfo, hay un muelle gigantesco de vigas de acero entretejidas. Se adentra 1,5 km. en el mar, buscando aguas más profundas. En su extremo, hay dos cabezales de descarga, hechos para llenar las bodegas de dos barcos a la vez con pellets de hierro, el producto final de la extinta empresa estatal HIPASAM. Fue construido en los ’70, y usado por las dos sucesivas empresas que trataron de operar la mina de Sierra Grande. Esta tiene casi 80 km. de grandes galerías y es la más profunda del país: 500 metros de profundidad desde la superficie. Todo en esta parte del país es tirando a enorme.

¿Se usará este muelle, una vez reparado, para exportar crudo? Ignoro si es técnicamente posible salvarlo (está muy oxidado) y si se lo puede adaptar a transportar líquidos por caños, en lugar de pellets de hierro por cinta transportadora. Quizás sea factible. Pero lo que me parece puro verso es que desde esta costa y en este golfo puedan operar tanqueros VLCC.

Miden 330 metros de eslora, 55 de manga, calan 28 metros, cargan con 320.000 toneladas de peso muerto. Pese a esas dimensiones colosales, tienen un solo y más bien pequeño timón y una única hélice, para bajar costos de construcción, de modo que maniobran pésimo. Incluso yendo a poca máquina, tardan hasta 15 minutos en detenerse, y «la frenada» dura hasta 8 kilómetros. Son una combinación muy mala de angurria corporativa y principio de inercia. Pueden operar en muy pocos puertos, por ende.

Protagonizan accidentes épicos en que emporcan costas y destruyen industrias locales durante décadas, especialmente la pesca costera y el turismo. La seguidilla bajó un poco cuando más de 170 países le hicieron firmar a la International Maritime Organization, agencia de la ONU, el doble casco obligatorio. Pero si el lector le pide su opinión sobre la IMO y la ONU a los pescadores gallegos del Cap Finisterre, en decenas de pueblitos le contarán que perdieron su empresa, o el trabajo, porque en 2002 el tanquero Prestige se hundió 50 km. mar adentro, y aún a 3800 metros de profundidad siguó empetrolando la costa durante años. Y ojo, que no era de los grandes.

No quiera imaginarse siquiera, lector, un accidente así en un golfo de sólo 180 metros de profundidad, cerrado por tres lados, y con un intercambio de agua bastante limitado con el mar abierto. Y si el petróleo derramado logra salir del Golfo y la Corriente de Río de Janeiro lo lleva hacia el sur, ahí nomás está Punta Valdés, con su show de animales marinos costeros, y la mayor recaudación turística de la Patagonia. Si yo fuera guardafaunas en Punta Norte, u hotelero en Puerto Madryn, estaría con los pelos de punta.

Un tanquero normalito, un Coastal Tanker de apenas 50.000 toneladas de peso muerto, cala 16 metros. En el muelle actual de Punta Colorada en bajamar hay 12 metros de agua: un Coastal sorprendido por la bajamar quedaría varado, el casco, doble y todo, probablemente se partiría por el peso de la carga sobre la quilla, y a sumar las fuerzas incontrolables del oleaje. No haría falta una tempestad, sólo un atraso de 6 horas en la partida.

Los límites, para quienes los entienden, los da la geografía. Para quienes los entienden, subrayo.

Supongo que Marín piensa hacer un muelle nuevo y más largo. Si quiere llegar con él a una profundidad de 40 metros en bajamar, así se da el gustazo de traer barcos VLCC, tendrá que ser una obra titánica, así TECHINT gana mucha plata. Pero ¿sabe qué, Marín? Con la mía, no.

O como hoy reúne las fuerzas de una multinacional con sede en Luxemburgo y la petrolera del estado, con el poder inmenso que tiene hoy por poroteo electoral, tal vez Marín esté pensando en rehacer el Golfo, detener la Luna y así prohibir la bajamar, y de paso frenar el viento. Los petroleros piensan todo a lo grande, ya se sabe, y pueden todo. Y como en Punta Colorada no hay agua dulce, cosa que un puerto con población residente necesita, también Marín logre hacer llover sobre la zona.

La Patria, en tal caso, agradecida.

Pero mientras Marín no haga llover, lo sensato es que el oleoducto acceda al mar desde Bahía Blanca, puerto mediocre y barroso si lo hay, pero abrigado, con mareas discretas, desde el cual operan tanqueros de hasta 60.000 toneladas desde hace décadas, y por ahora sin accidentes.

Daniel E. Arias

El INTA desarrolló una variedad de lechuga, de casi el doble de peso

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Se trata de una variedad de lechuga crespa, cuya característica más sobresaliente es que, en la misma superficie productiva, se lograron plantas de casi el doble de peso.

La lechuga es la tercera hortaliza de hoja más consumida en todo el mundo y también en la Argentina. Por esto, un equipo de especialistas del Instituto de Agrobiotecnología y Biología Molecular (IABIMO) del INTA, desde hace 15 años se enfoca en la mejora del cultivo. Ahora, gracias a la edición génica mejoraron la variedad de lechuga crespa Grand rapids y obtuvieron una planta con mayor cantidad de hojas y floración retrasada, lo que impacta en el peso y, además, permite extender la época de comercialización de la hortaliza.  

“Logramos apagar un gen que interviene en el desarrollo de la planta y evaluamos numerosos ejemplares hasta encontrar la que presentaba las características que buscábamos, es decir, plantas más grandes y con floración retrasada”, explicó Valeria Beracochea –investigadora del IABIMO del INTA– quien indicó que la bautizaron como lechuga Cisne porque “en el invernáculo, se veían hermosas, sobresalían notoriamente y se diferenciaban a simple vista de las otras plantas”. 

Gabriela Soto –directora del Laboratorio de Ingeniería Genética de Leguminosas del IGEAF-IABIMO– señaló que “además, demostramos que podemos apagar, de forma específica y precisa, un único gen. Con el dominio de esta tecnología podremos mejorar otras especies vegetales”. 

Esta planta y sus descendientes se evaluaron durante tres generaciones en invernadero y en un sistema hidropónico presentando las mismas características. Actualmente y siempre bajo la órbita del INTA, con la quinta generación de estas plantas se están realizando ensayos a campo como etapa final necesaria para analizar su productividad y la respuesta frente a variaciones climáticas y la presencia de posibles patógenos o insectos.  

“Como último paso y con los resultados que se obtengan de esta evaluación a campo, se podrá realizar la inscripción de esta nueva variedad en el Instituto Nacional de la Semilla (INASE) para poder avanzar hacia su comercialización”, indicó la especialista del INTA. 

La nueva lechuga Cisne representa un progreso significativo para la horticultura nacional debido a que permitirá a los productores comercializarlas en menos tiempo y con el mismo peso que la variedad convencional, lo que representa una ganancia directa para los horticultores.  

Este desarrollo podría ser utilizado tanto por PyMEs como por productores familiares y se podrá manejar bajo diferentes sistemas de producción: a campo o en invernadero, en la agricultura orgánica o también en sistemas hidropónicos. 

“Esta planta y su descendencia fue evaluada durante tres generaciones en invernadero y en un sistema hidropónico mostrando siempre las mismas características”, expresó Beracochea quien destacó la relevancia de este trabajo debido a que desde 1991 el INTA no registra una nueva variedad de lechuga. 

En este sentido, Marisa López Bilbao –directora del grupo de mejoramiento de Asteráceas del IABIMO– aclaró que, aunque se han desarrollado variedades de lechuga a nivel nacional e internacional con diversos grados de tolerancia a estreses bióticos, como algunas enfermedades, “hasta el momento no se han podido producir cultivares de lechuga con rendimientos considerablemente mayores, por eso la importancia de este trabajo”. 

Un tribunal de EE.UU. sentenció que Google es un monopolio ¿Ahora qué sigue?

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En medio de esa sentencia de 286 páginas dictada después de casi cuatro años de procedimientos judiciales y miles de terabytes de evidencia, hay tres palabras que lo ocupan todo: “Google es monopolista”, escribió el juez federal norteamericano Amit Mehta, y agregó que la empresa “actuaba como tal”. Su fallo, firmado el 5 de agosto, podría desencadenar grandes cambios en el megamillonario mercado de las búsquedas por internet, pero también en todo el resto del sector tecnológico.

Google tramita alrededor del 90% de las búsquedas por internet que hacen los norteamericanos, incluidas las realizadas desde el celular: esos son los cimientos del mayor negocio publicitario del mundo. En parte, la gente usa Google porque hace bien las búsquedas, pero también porque suele ser el motor de búsqueda “por default” de sus teléfonos y computadoras. Y Google mantiene esa posición pagándoles colosales sumas de dinero a los fabricantes de celulares y desarrolladores de navegadores para seguir siendo su motor de búsqueda predeterminado: durante el juicio se supo que en 2021 esos pagos ascendieron a la friolera de 26.000 millones de dólares.

Los adversarios de Google, respaldados por el Departamento de Justicia norteamericano, venían denunciando desde hace años que a través de esos acuerdos la empresa tenía un control absoluto de las búsquedas online: hacían casi imposible que los competidores tuvieran llegada a nuevos usuarios —¿por qué migrar a otro motor de búsqueda si ya aparece directamente la barra de Google en la pantalla de inicio?—, y también blindaban a Google en su trinchera de dominio, ya que sus algoritmos mejoraban minuto a minuto gracias al imparable flujo de millones de búsquedas al día. Según la sentencia del juez Mehta, esos acuerdos son efectivamente violatorios de la ley antimonopolio.

El desenlace de la causa representa una victoria en la larga cruzada de los organismos reguladores de Estados Unidos contra las gigantes tecnológicas. El Departamento de Justicia, que también ha demandado a Apple, tiene otra causa abierta contra Google por su negocio publicitario y que llegará a instancia de juicio en marzo del año que viene. La Comisión Federal de Comercio, otro organismos de defensa de la competencia, ha presentado demandas contra Meta y Amazon. Los juristas expertos en el tema celebraron la victoria del Departamento de Justicia sobre Google como el fallo judicial más importante en materia de regulación tecnológica desde 2001, cuando Microsoft fue condenada por prácticas monopólicas.

A los mercados pareció importarles bastante menos: tras conocerse la noticias, las acciones de Alphabet, la empresa matriz de Google, cayeron apenas un 2%. Los inversores tiene en reservarse su opinión, porque todavía hay dos cosas importantes en el aire. Primero, Google va a apelar y la apelación puede demorar años. Segundo, el tribunal todavía tiene que proponer las correcciones para solucionar el problema que ha identificado. Muchos analistas consideran improbable que el juez proponga una gran receta estructural, como ordenar la separación de Android, el sistema operativo de Google, del resto de la empresa. Otra posible corrección sería obligar a Google ha compartir sus datos de búsqueda con sus competidores, para ayudarlos a entrenar sus propios algoritmos. Pero esa opción también es dudosa, porque además de alentar temores sobre la privacidad de los datos —desde entonces, ya no sería una, sino muchas las empresas que conocerán nuestro historial de búsquedas—, también entraña la necesidad de controles y monitoreos permanentes, algo que la Justicia siempre intenta evitar.

Lo más probable es que a Google no le permitan seguir pagando para ser el motor de búsqueda predeterminado en plataformas como el iPhone. En su lugar, los usuarios tendrían la posibilidad de elegir entre distintos buscadores, algo similar a lo que ya ocurre en la Unión Europea, donde en 2018 la Justicia le ordenó a Google que ofreciera a los usuarios la posibilidad de elegir su motor de búsqueda predeterminado en los teléfonos con sistema operativo Android (hace poco, Apple se vio obligada a hacer lo mismo con el navegador de sus iPhone). Hasta ahora, cuando se enfrentan a esas opciones, los usuarios parecen optar mayoritariamente por lo que ya conocen: según el sitio de noticias Search Engine Land, para el año 2021 la participación de Google en el total de búsquedas en la UE no se había modificado.

Si Google se viera obligado a poner fin a los acuerdos en cuestión, el gran perdedor inmediato podría ser Apple, que recibe unos 20.000 millones de dólares al año para que Google sea el motor de búsqueda predeterminado del iPhone, cifra que se reveló durante el juicio. Ese monto equivale al 18% de las ganancias operativas de Apple del año pasado, o sea que prohibir esas acuerdos la privaría de una gran proporción de sus ingresos. De todos modos, la mayoría de los usuarios de todos modos tal vez sigan con Google. Sin embargo, a largo plazo la más perjudicada podría ser Google. Hasta ahora Apple tenía pocos incentivos comerciales para lanzar su propio motor de búsqueda, porque tal como lo señaló el juez Mehta en su sentencia, de haberlo hecho, habría perdido esa ganancia que Google le regala todos los años. Si se prohibiera ese cómodo acuerdo, Apple tendría muchos mejores motivos para desarrollar su propio negocio de búsquedas en iPhone, sumado a los ingresos publicitarios que le reportaría. En los últimos años, Apple empezó a desarrollar su negocio publicitario en torno a su tienda de aplicaciones, y los analistas de medios de comunicación anticipan que muy pronto veremos anuncios publicitarios en Apple TV+, el servicio de streaming de la compañía. Un nuevo motor de búsqueda propio sería una incorporación muy atractiva.

En julio pasado, OpenAI, la empresa creadora de ChatGPT, lanzó SearchGPT, su propio motor de búsqueda impulsado por IA
En julio pasado, OpenAI, la empresa creadora de ChatGPT, lanzó SearchGPT, su propio motor de búsqueda impulsado por IAShutterstock – Shutterstock

Además, cuando les presenten la opción de reconsiderar su motor de búsqueda predeterminado, los usuarios también podrían sentir curiosidad y probar los nuevos formatos impulsados por inteligencia artificial (IA). Los motores que utilizan esa tecnología, como Perplexity, aseguran que sus resultados de búsqueda son mejores que los de Google. Y el 25 de julio, OpenAI, creador de ChatGPT, lanzó SearchGPT, su propio motor de búsqueda impulsado por IA.

Apple también está apostando fuertemente por alternativas impulsadas por inteligencia artificial. Siri, su asistente de voz, hasta ahora es poco más que un cronómetro cómodo de usar, pero en los próximos meses le inyectarán una nueva versión impulsada por inteligencia artificial, diseñada para ayudar directamente a los usuarios con el tipo de respuestas que antes habrían que tenido que rastrear en Internet. Como vemos, con el tiempo podrían aparecer formas novedosas de acceder a la información global capaces de generar disrupciones de tal magnitud en el negocio de Google que los detractores de las corporaciones no son capaces de imaginar.

La sonda china Chang´e-5 detectó la presencia de agua en el regolito lunar

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El equipo de la misión del rover chino Chang’e-5 ha detectado por primera vez moléculas de agua en el regolito lunar, lo que proporciona nuevas pistas sobre la composición de la Luna. Este hallazgo, realizado por científicos chinos, es altamente significativo porque, aunque ya se había identificado agua en la Luna anteriormente, esta es la primera vez que se encuentra en su forma molecular (H2O) en muestras físicas traídas directamente a la Tierra desde una región donde antes se creía que no existía agua de esta manera.

Según el estudio publicado recientemente en Nature Astronomy, la presencia y distribución de agua en la Luna son cruciales para comprender mejor el sistema Tierra-Luna. Sin embargo, hasta ahora, tanto el origen como la forma química del agua lunar habían sido difíciles de determinar.

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Chang ´e-5: agua en la Luna

Además, el equipo liderado por Xiaolong Chen, del Instituto de Física de la Academia China de Ciencias, afirmó que las muestras lunares contienen un mineral hidratado que incluye moléculas de agua y amonio.

«Este mineral, identificado como ULM-1, tiene una composición química de (NH4)MgCl3·6H2O y se encontró en forma de un cristal transparente prismático de un tamaño similar al grosor de un cabello humano», señaló el científico.

«Este descubrimiento, que incluye la identificación de amonio actuando como estabilizador del agua, representa un avance significativo en la comprensión de la presencia de agua en la Luna», agregó Chen.

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Finalmente, los científicos descartaron que la fuente de este hidrato sea la contaminación terrestre o los gases de escape de cohetes, basándose en las composiciones químicas e isotópicas encontradas en las muestras.

«Este hallazgo aporta una nueva perspectiva sobre la química lunar y las posibles formas en las que el agua podría estar presente en la superficie del satélite natural de la Tierra», concluyó el científico chino a cargo de este revelador hallazgo.

Por qué Argentina no está exportando centrales nucleares – II

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Escribe Daniel Arias: (El artículo que escribió Diego Hurtado sobre este tema está aquí)

Diego Hurtado, además de un buen administrador de proyectos nucleares y tecnológicos, es un doctor en física, un historiador reconocido de la ciencia y un caballero. Yo no soy nada de eso, especialmente lo último. Así las cosas, opto por prescindir de los guantes de box y de las reglas del Marqués de Queensberry. Y que me banquen un round, si quieren.

El CAREM murió varias veces sin haber nacido, y los que lo abortaron tienen nombre y apellido, y una madre común. Creo entender qué está pensando, pero no, es otra.

El difunto expresidente Carlos Menem, amparado hasta la tumba por sus fueros de más crímenes penales graves de los que caben un un epitafio, fue uno de los primeros asesinos del CAREM. Pero no el último.

En 1988, cuando todavía era un proyecto que a la CNEA presentado en 1984, todavía a la CNEA le resultaba demasiado chico o innovador. No fueron grandes épocas para el átomo criollo. El presidente Raúl Alfonsín no le daba plata a la CNEA ni para terminar sus dos obras estratégicas de entonces, Atucha II y la Planta Industrial de Agua Pesada. El proyecto CAREM fue entonces transferido a INVAP. Y pasó algo curioso: sin haber salido siquiera de planos, ya estaba vendido y al toque, en Turquía, y por el embajador Adolfo Saracho, radical pero patriota.

Turquía acababa de recuperar su democracia. Saracho me llevó al Parlamento Turco cuando los cuatro grandes partidos votaron a favor -no hubo votos contrarios ni abstenciones- de la moción de otorgar alrededor de U$ 180 millones al proyecto. Ha pasado el tiempo y no recuerdo la cifra con exactitud total, pero en dólares actualizados a 2023, serían U$ 471 millones.

La ley turca mandaba construir un prototipo en Turquía, si Argentina hacía otro tanto en territorio propio. En ambos casos, la tecnología y dirección de obra en ambos países la tenía INVAP, y la entonces poco experimentada Comisión Atómica de Turquía, TAEK, compraba la tecnología y armaba una «joint venture» mostrar el producto a la enorme cartera de clientes de la industria pesada turca, que abarcaba dos decenas de países de África, empezando por Nigeria, de Medio Oriente siguiendo por Egipto, y del área Asia-Pacífico, con Indonesia a la cabeza. Para ser más claro, puse los mayores, pero estoy hablando de más de 30 estados nación.

Alfonsín y el canciller Dante Caputo le hicieron a Saracho el favor de ignorar su audacia geopolítica, que había sido la marca de su carrera diplomática y de su vida. También ignoraron la demasía de INVAP. Era un tremebundo desafío argentino al orden mundial establecido entre los proveedores de tecnología nuclear, e imagínense que potencias estaban más furiosas. Sí, esas. Especialmente ésa.

El gobierno de Alfonsín no puso un mango en esta movida, pero tampoco interfirió, que es mucho decir. Y la recién nombrada física nuclear Emma Pérez Ferreyra, presidenta de la CNEA y también una corajuda, apoyó a INVAP no con plata, que no la tenía, sino con los impresionantes recursos humanos de la CNEA en áreas como combustibles de centrales, termohidráulica y sistemas de control, cosas que a INVAP, experta en reactores pero no en centrales de potencia presurizadas, le habría resultado difícil resolver sin ayuda.

Aprobada la ley turca de promoción del CAREM, entrevisté a los jefes de tres de los cuatro grandes partidos turcos civiles: el socialdemócrata, la derecha liberal y la derecha islámica. Lo que yo quería, como argentino, era entender por qué ellos estaban actuando de un modo tan inteligente en el tema nuclear, cuando nuestros partidos criollos parecían haberse vuelto una manga de idiotas.

Todos me dijeron exactamente lo mismo: que con una foja ya de décadas como miembro principal de la OTAN en la frontera sur de la URSS, los turcos estaban hartos de pedir membrecía plena del todavía llamado Mercado Común Europeo, y que básicamente Francia, Alemania e Inglaterra, las subpotencias que entonces cortaban el bacalao comunitario, se las negaran con distintas excusas.

Europa y los EEUU los excluían de todo desarrollo conjunto en tecnología aeroespacial y de defensa. Y los turcos no iban a malgastar dos décadas más en continuar como la maquila automotriz, metalúrgica, electromecánica y metalmecánica de Europa, fabricando barato artículos que con marbete italiano o alemán se vendían diez veces más caros. «Por ahora, somos a Europa lo que México es a EEUU, y creo que no cabemos en ese molde», me dijo un cacique del Hurriyet, entonces el mayor diario de Turquía.

Pero específicamente en el área nuclear, estaban podridos de recibir propuestas comerciales abusivas de Francia y Alemania Occidental, en las que ellos debían ser compradores pasivos, la tecnología no se transfería, y la mayor parte de los componentes venían fabricados de Europa. De EEUU no esperaban ninguna propuesta, porque las centrales estadounidenses se habían vuelto demasiado caras y complejas, y por ello los propios EEUU habían abandonado su construcción a fines de los ’70.

Lo que querían, me explicaron todos, era un país ducho en átomos pero con trato igualitario, y dispuesto a transferir su tecnología a cambio no sólo de plata, sino de la cartera de clientes de ellos. Para ello necesitaban de la ya respetable «chapa» de INVAP, con reactores exportados a Perú, Argelia y Egipto. Le daba más lustre a la futura «Joint Venture». En suma, que si la Argentina no hubiera existido, Turquía debería haberla inventado. Les veníamos como anillo al dedo: expertos pero modestos.

Todos coincidían en que el CAREM de 25 MWe les resultaba perfecto únicamente para exportar: era una central chica pero modular, se podía llegar a potencias medias añadiendo módulos de generación de vapor a un edificio de turbinas común. Era inherentemente segura por diseño, la única máquina en su tipo de enfriamiento garantizado por convección, sin bombeo (en 1988 era efectivamente, la única).

Les gustaba especialmente como como soporte de plantas de desalinización de agua de mar, para sus numerosos clientes de fierros en países áridos. Claramente estaban hablando de Arabia Saudí y los emiratos. Todos concidían también en que el CAREM 25 les resultaba chico para el mercado eléctrico interno turco. Sólo querían un prototipo en Turquía que sirviera también de»show room». El prototipo en Argentina y pagado por dinero argentino era para asegurarse de que nos comprometiéramos en serio, y en algún ataque de relaciones carnales con EEUU, no los dejáramos varados.

Más interesante aún: me dijeron exactamente ese mismo discurso los grandes operadores de multimedios, el generalato de las Fuerzas Armadas, y los capitostes (bastante siniestros, pero va con el oficio) de los servicios de inteligencia. O la tenían muy bien pensada, o mi amigo Chinchín Saracho era un vendedor experto.

En medio de lo que Eleonora Gosman, de Clarín, llamó «el apagón nuclear argentino», de no haber existido Turquía, también era como para inventarla. El socio a medida.

Como trampolín comercial e industrial para el CAREM en tres de las zonas más pobladas de la Tierra, Turquía no era para tomársela en joda. Eso para mí fue una sorpresa total. La población superaba los 65 millones de habitantes y la industria pesada turca ya en los ’80 sobrepasaba por varios cuerpos a la nuestra. El país (que recorrí casi todo) estaba lleno de escuelas primarias y secundarias estatales, incluso en las aldeas más remotas. Las telecomunicaciones eran estatales y funcionaban al pelo. Uno podía llamar a la Argentina usando tarjeta y desde un teléfono público perdido entre corrales de ovejas en lo más despoblado de la Meseta de Anatolia.

Los vías de tren eran viejas y estaban algo descalzadas, por lo que estaban muy contentos con los 160 vagones argentinos de construcción liviana que les acababa de vender mi amigo Chinchín, salvando de paso de la quiebra a la fábrica Materfer, en Córdoba. Los generales, o pashás, estaban felices de haber encargado nuestros morteros Otto Melara de 105 mm. a Fabricaciones Militares. Sabían que en Malvinas habían sido tremendamente efectivos, y pese a ser miembros del mismo club militar (la OTAN), los turcos no se morían de amor por Su Graciosa Majestad.

A todo ello Turquía tenía analfabetismo casi cero, como la Argentina de los años ’60, y dos o tres universidades públicas regionalmente famosas, a la que venía a graduarse gente de todo Medio Oriente. Eran dueños -y esto sí que me impresionó- de una red electrica tan enorme que la planta que fabricaba torres de transmisión, en la muy industrial ciudad de Adana, funcionaba a tres turnos.

Turquía tenía pobres, claro que sí, y ricos demasiado ricos, pero estaba enteramente exenta de villamiserias. Además el estado turco entonces era decididamente laico, empezando por las FFAA y la educación pública. No así la población campesina y suburbana pobre, que seguía tan creyente como en tiempos de Kemal Attatürk.

Un lujo de socio, teníamos. Increíblemente, aquí no se dio por enterado nadie.

Todo esto lo deshizo Menem en apenas tres años. Apartó a INVAP de la relación con los turcos, y «su hombre a cargo» en la CNEA estuvo dos años casi sin recibirlos ni avanzar en papeles, y por supuesto sin dejar que aquí empezaran los cimientos del CAREM argentino en Argentina. Al tercer año de boludearlos, ese prohombre les pidió una mordida «para la corona» del 30%.

Los turcos no se escandalizan por esas cosas: hace 8 milenios que inventaron la agricultura, las ciudades estado, la diplomacia comercial y los regalos entre reyes para lubrificar negocios. Pero ya venían sintiéndose maltratados por la Argentina, la cifra era una barbaridad, el desinterés del menemismo por el proyecto resultaba demasiado evidente, así como la participación estadounidense en ese desinterés. Se fueron sin grandes portazos, pero para nunca volver. Hoy son clientes nucleares de Rusia.

El argentino de a pie ignora esta historia. Y los grandes caciques políticos también, o ya la olvidaron.

Mi caballeroso amigo Diego Hurtado cuenta el segundo asesinato del CAREM. Una década más tarde, cuando el Parlamento aprobó (cito textual) una «Ley de financiamiento para el proyecto CAREM, que autorizaba a la CNEA a realizar operaciones de crédito público con plazo no inferior a siete años por un monto de 132 millones de pesos». El lobby para sacar esa ley a pulmón y sin un centavo fue todo obra de dos sucesivos presidentes de la CNEA, el economista Aldo Ferrer y luego el fundador de la protección radiológica como disciplina mundial, el Dr. Dan Beninson.

La entonces privada (y nacional, y poderosa) IMPSA, es decir Enrique Pescarmona, estaba más que interesada. Pero, según cuenta Diego en su prosa deliberadamente diplomática, mi entonces (y muy extrañado) Dr. Tommy Buch, dijo que «el resultado favorable del estudio de factibilidad realizado por la CNEA se dio a conocer recién a fines de 2000, cuando la situación económica del país era muy negativa». Tommy, a quien le debemos nuestro dominio metalúrgico del circonio, sin el cual no tendríamos combustibles nucleares, también era un caballero.

Éste fue el segundo asesinato del CAREM, y ocurrió durante la presidencia de Fernando de la Rúa.

No, la CNEA no tuvo la culpa. Pero en cuanto el radicalismo le dio el raje a Ferrer y a Beninson, gente con un conocimiento profundo y fundacional del Programa Nuclear, la CNEA verdaderamente delarruista la pasó a dirigir un petrolero, el exsecretario de Energía de Alfonsín, Jorge Lapeña.

Lapeña, hoy miembro sumamente vocal del coro antinuclear llamado «Grupo de exsecretarios de Energía», tiene casi escriturada a su nombre la ola de apagones urbanos, sorpresivos y de 12 y más horas diarias, que entre 1997 y 1998 destruyó la autoridad residual del gobierno de su jefe de entonces, Alfonsín. Nuevamente en funciones o en recidiva, según se mire la cosa desde la historia o la medicina, Lapeña de presidente en la CNEA hizo hacer un estudio de mercado del CAREM a alguna de sus consultoras favoritas, y le salió sorprendentemente a favor. A favor del CAREM, no de él. Entonces hizo hacer un segundo estudio, y lo mismo. Por lo cual hizo hacer un tercero. Cauteloso, el hombre.

El tercero también salió joya: auguraba grandes exportaciones del CAREM. A todo esto, dos hiperinflaciones habían destruido la moneda nacional y el país, y los 132 millones de pesos de la Primera Ley CAREM no compraban ni la excavación de cimientos.

Cuando De la Rúa se fue en un espectacular helicóptero y dejando a 39 asesinados a tiros en las calles, Lapeña se volvió discretamente a su consultora. Desde entonces escribe irritados artículos contra la energía nuclear toda vez que el Programa Nuclear Argentino da muestras de querer resucitar, cosa que sucede más bien poco. Ignoro si para dejar su puesto usó el auto de la presidencia de la CNEA, y de si sonaba el tema llamado «Misión Cumplida», del ciclo «Misión Imposible» de Lalo Schiffrin. Queda la duda para futuros historiadores.

Pescarmona vio aquello, perdió toda ilusión que se hubiera podido hacer acerca del CAREM, y se dedicó al hobby de la energía eólica, muy de estos tiempos, en Brasil, con fábrica en aquel país y todo.

El hobby eólico le terminó fundiendo una empresa metalúrgica gigantesca dedicada mayormente a turbinas hidroeléctricas e ingeniería portuaria, centenaria y de fama mundial. Es que sus molinos eólicos se rompían y los primos brasucas se negaban a pagar por electricidad no entregada.

Digo en su defensa que don Enrique seguía haciendo ingeniería, sin importar en qué país, mientras que aquí otras empresas de otros «capitanes de industria» llamadas «de ingeniería» se habían pasado, ya desde tiempos de Menem y con banderas y cañones, a negocios de vaca atada, como ponerle casillas de peaje a las rutas construidas por Vialidad Nacional, o vaciar el Correo Argentino.

Cuando los economistas hablan de «riesgo argentino», posiblemente se refieren a esas empresas.

Por último, el gobierno del ingeniero Mauricio Macri, príncipe indiscutido de la ingeniería de vaca atada y del riesgo argentino, entre 2015 y 216 re-endeudó al país tan a lo bruto y tan fugando la plata que lo dejó en défault técnico.

Entonces su mejor Ministro de Energía de la Shell se excusó en ese défault creado por su propio gobierno para romper tratados de 2014 con China aprobados por el Parlamento. En 2016, tras demorar el inicio de obra dos años seguidos con diversos versos, cajoneó definitivamente la cuarta central nuclear argentina, Atucha III CANDU de 700 MWe. Venía con un 85% de financiamiento chino y un 85% argentino en tecnología, combustibles y componentes críticos argentinos. El pago de capital e intereses empezaba recién con la obra en línea y facturando electricidad. Si las cuentas no me marran, Atucha III CANDU se pagaba sola en 10 años, lo que para una máquina con al menos 60 años de expectativa de vida útil le dejaba pavada de ganancia neta a la Argentina.

Por supuesto, cuando la limosna es tan grande, hasta el santo desconfía, como dicen en Beijing. Pero la contraparte del negocio estaba bien a la vista, escrita, firmada y con el voto bicameral argentino. A cambio de dejarnos construir nuestra central favorita (la de tubos de presión) con nuestro combustible favorito (uranio natural), a China había que comprarle una Hualong-1 de 1120 MWe, de uranio enriquecido. El paquete financiero era el mismo para ambas centrales. El uranio enriquecido nos aparta un poco de nuestra dieta, pero de todos modos lo íbamos a necesitar a futuro para nuestro CAREM.

Beijing obviamente no se molestó en absoluto por la suspensión de la CANDU criolla. La Hualong-1 quedaba en pie.

El gobierno de Macri llegó a 2019 estafando a los chinos en dos proyectos de energía capitales: el inicio de obra de esa Hualong-1, dentro del mismo paquete financiero que la CANDU muerta en papeles, y la paralización de obra de dos grandes centrales hidroeléctricas sobre el Río Santa Cruz. Aranguren las paró para bajarles la potencia instalada, porque (gran ecologista) suponía que la cola del primer lago iba a interferir la cabecera del río. Luego las paró porque dijo que el país no tenia un mango, dicho por un miembro top de la gavilla que lo enterró en deuda fugada.

La gente malvada dice que detrás de todo esto está el petróleo. Después de todo, 1000 MWe nucleares impiden la quema de 1600 millones de m3 de gas/año. Es una explicación demasiado fácil, lo que no significa falsa.

A las petroleras multinacionales lo que les interesa es exportar todo lo que salga del subsuelo argentino sin valor agregado local y a precio internacional, salvo que esté bajo, creo que hay que buscar responsables más arriba.

Mi amigo Adolfo «Chinchín» Saracho, radical pero patriota, vivía obsesionado, allá en Ánkara, con que la CIA le había llenado la embajada argentina de micrófonos. Normalmente para charlar de asuntos importantes del CAREM, nos íbamos a pasear a su perro Erkek. Era un Sivas Kangall que parecía un oso de salón pero pintado de azafrán. Dábamos muchas vueltas a la enorme plaza central de Chankaia, el barrio de las embajadas en Ánkara. Nadie se nos acercaba a diez metros, y juro que el perro no delató nuestras conversaciones, ni tenía micrófonos.

El primer asesinato del CAREM se debió a EEUU, no al pobre Erkek. El segundo asesinato también, y el tercero ni te cuento. El petróleo juega un rol de cómplice. Pero «la patria de los libres y hogar de los valientes» es la madre común de todos los que lo vienen matando al CAREM. Seguramente Ud. pensó otras madres, pero no me hago cargo.

Como académico de excelentes modales, Diego Hurtado describe así el destino del CAREM en el período del Reposero Mauricio: «El gobierno de Macri perdió —o eligió perder— el foco del proyecto».

Yo prefiero decir que lo tenía bien en el foco (de la mira) y lo paró en seco. Dejó a la CNEA con la mitad del presupuesto de 2015, clavado en pesos y hasta el fin de su mandato, y le sacó la dirección de obra a la Gerencia CAREM y se la entregó a TECHINT. Que obviamente abandonó la construcción en cuanto se acabó la plata.

Este fue el tercer asesinato del CAREM.

En tiempos de Alberto Fernández, ese Mike Tyson del feminismo argentino dejó a la CNEA y a la empresa Nucleoeléctrica Argentina SA con su dirección macrista hasta mediados de 2021. Eso incluyó dejar en su cargo al sociólogo Julián Gadano, subsecretario de Energía Nuclear de Macri y Aranguren para el cual el CAREM (y el sociólogo sigue diciendo esto desde 2016) está tan lleno de problemas tecnológicos y económicos que lo mejor es abandonarlo. Hay que sumarse a un grupo de 25 empresas estadounidenses con proyectos SMR (Reactores Modulares Pequeños), la vanguardia del movimiento mundial a favor de los SMR.

Lo curioso de la posición de Gadano es que el CAREM está en obra, con un 70% de grado de avance, y esos 25 proyectos, varios de ellos copias viles del CAREM, son básicamente artículos elogiosos y chiveros, viajes caros, power points excelentes, folletería fina, cartas de intención de compra respaldadas por cero dólares, y otras masturbaciones y flatulencias de márketing.

Hago dos excepciones: Natrium, de Bill Gates, que inició cimientos hace un mes, y NuScale, que se fundió por sobreprecios tras 10 años de rediseños de rediseños, y de chuparse U$ 10.000 millones que puso el estado federal. Pero como NuScale se fundió sin haber salido de planos, mejor me quedo con Natrium. Estando Gates en el asunto, ruego a Dios que sea más confiable que Windows.

Cuando en julio de 2021 la presión dentro de NA-SA y CNEA para echar a la dirección macrista se hizo insoportable, Alberto Fernández, ese terror de los machirulos, le dio la presidencia de la CNEA a la física nuclear Adriana Serquis, quien a su vez le derivó la dirección de la Gerencia CAREM a la doctora en informática y control Sol Pedre. Ambas son profesionales de ley y repitieron de algún modo la obra de Emma Pérez Ferreyra en la CNEA de 1988: arreglárselas con más pulmón que plata y contratando gente excelente, comprometida y del palo nuclear.

La presidencia de NA-SA, Nucleoeléctrica Argentina, evaporada la dirección macrista, la recibió el Ing. José Luis Antúnez. Es el hombre que entre 2006 y 2014 se atrevió a terminar Atucha II sin ayuda alguna del proveedor original alemán, que hace mucho supo ser nuclear, y se olvidó. Y que además, en cuanto se rompió al estilo de Atucha I y por lo mismo (ambas máquinas son prototipos bien distintos, aunque parezcan iguales), la volvió a arreglar por U$ 20 millones y en 9 meses, en lugar de 6 años y U$ 400 millones (lo ofrecido por SIEMENS).

De Emma Pérez Ferreyra y de su relación con Alfonsín. pienso siempre aquellas líneas del Poema del Mío Cid: «Que buen vasallo si hubiera buen señor». Creo que, hechas las cuentas, puedo decir lo mismo de Serquis y Pedre, y añado al propio Diego Hurtado, vice de Serquis, . Ojalá les hubiera tocado un mejor Presidente de la Nación.

Obviamente, Serquis y Pedre contrataron inmediatamente a NA-SA, es decir a Antúnez, como dirección de obra del CAREM. Lo que Antúnez empieza, se termina. Eso se sabe.

Nuestro expresidente y pugilista de alcoba le dio algo de plata a la CNEA para que el CAREM avanzara. Pero no tanta como para que se terminara, ojo. No era cuestión de tener cuestiones con EEUU. Y cuantimás, faltando apenas 2 años para las siguientes elecciones presidenciales. Fernández estaba más bien atento al negocio de tomar y fugar deuda, anterior y propia, y luego abandonar enteramente el rol de presidente y dejar en su lugar a Sergio Massa. Que por origen y trayectoria, no necesita presentación.

No puedo llamar a lo sucedido durante tiempos albertianos el cuarto asesinato del CAREM. Sin TECHINT y gerenciada por Antúnez, que sigue siendo una topadora, la obra resucitó de pronto y avanzó con gran estrépito de máquinas y de gentes hasta su más o menos 70% actual.

El cuarto asesinato del CAREM es el que está sucediendo hoy, en relativo silencio, mientras el proyecto espera sentencia y paredón. Ya explicaré eso enseguida, no se me impaciente. Tal vez éste sea el asesinato definitivo, tal vez no. Lázaro nunca resucitó tantas veces como esta centralita. Que yo prefiero llamar 32 y no 25, porque si alguna vez se termina, va a tener 7 megavatios más que los calculados inicialmente.

Que esta pequeña central de potencia, presentada en 1984 por primera vez, tiene problemas, qué duda cabe. Que muchos de ellos son técnicos (el recipientes de presión, los generadores de vapor), sin duda.

Pero tiene más enemigos que problemas, y salvo Menem, De la Rúa y Macri, los problemas son bípedos, manejan cantidades estrepitosas de poder y dinero, son saboteadores expertos, y vuelven y vuelven repetidamente a mandos altos y medios del estado nacional sin tener más sabiduría nuclear que la revista «Radiolandia». Sólo los relevan la vejez, el advenimiento de vendepatrias más juveniles, peores, y de estupidez creciente, y eventualmente la muerte.

Prometí no ser un caballero, como el Dr. y amigo Diego Hurtado, y vine cumpliendo. Ahora prescindo de toda regla del Marqués de Queensbury que se me haya adherido. Creo que la idea del presidente actual de la CNEA, Dr. Germán Guido Lavalle, de detener nuevamente la construcción y nombrar un comité de notables que reevalúe el CAREM es impresionante.

Desgraciadamente, no es patentable. Eso ya lo hizo Jorge Lapeña al menos tres veces seguidas, sin haber partido jamás el átomo o pisado nunca el Instituto Balseiro, la mejor universidad nuclear (y la única) del Hemisferio Sur. Un poco de invención, ahí, vamos.

La de poner en esa comisión de evaluación y fusilamiento a un enemigo declarado del CAREM como el Dr. José Converti, eso sí muestra originalidad. Converti es un reactorista notable y diseñó un motor nuclear para submarino, con refrigeración asistida por bombeo. Es un diseño derivado del primer PWR del mundo, hecho para testear la planta de potencia de USN Nautilus. No tiene relación alguna con el CAREM, cuya inutilidad naval hoy creo indudable.

Seguramente el motor naval de Converti sería muy bueno, de haberse construido, pero no deja de ser imaginario.

El Dr. Converti no pudo construir esa unidad de propulsión no por inepcia o desidia. Digo con sinceridad que ojalá hubiera podido hacerlo. Nada de los que NO SUCEDIÓ fue su culpa. Menem cerró la fábrica de submarinos en la Costanera Norte, y en tiempos de Macri se hundió el ARA San Juan y el Ministro de Defensa, Jorge Aguad, que venía de un paso por Telecomunicaciones para cancelar varios satélites de ARSAT, suspendió la reparación del ARA Santa Cruz. Ya no confiaba en el astillero Storni.

Dos pájaros de un tiro, como dicen en el State Department. Adentro del astillero Storni quedaron los cascos de dos TR-1700 sin terminar. Cualquiera de ellos podría haberse resucitado y con un décimo anillo añadido al casco, llevado el motor nuclear de Converti. En AgendAR creeemos que una pequeña flota de submarinos TR-1700 de propulsión nuclear con el motor de Converti, habrían cambiado mucho nuestra historia mediando los años ’80. Y lo habrían hecho para bien.

Pero los artículos de prensa de Converti denostando el CAREM han sido leídos por medio país. Me lo siguen mandando a cada rato. Juraría que muchos argentinos se enteraron de que este proyecto existe, y de que además es real y está (estuvo) en obra, gracias a ese artículo. Nota que tanto se viralizó, seguramente sin más ayuda que su firma y su calidad. No porque el CAREM tenga problemas. O enemigos.

Bravo, Dr. Guido Lavalle.

Nadie dirá que el Dr. Converti no ha tenido finalmente sus cinco minutos de fama. Ojalá hubiera sido por mejores motivos.

Tras 72 años de historia nuclear argentina y a 40 años de su presentación pública en Perú, único país sudaca que nos apoyó en la de Malvinas, y un año y medio antes también nuestro primer cliente nuclear de exportación, el CAREM, ha sido muy copiado. Hoy compite contra más de 70 proyectos SMR.

Pero el CAREM no es imaginario. Es físicamente tangible y real.

Y mientras no inventemos otra cosa, sigue siendo la única central de potencia técnica, legal y comercialmente exportable del país.

Daniel E. Arias

PS: Va con la nota mi brindis por esos viejos compañeros de brecha en favor del CAREM, Chinchín Saracho, Cacho Otheguy, Emme Pérez Ferreyra, Dan Beninson, Roberto Ornstein, Aldo Ferrer y Tommy Buch, que ya no están con nosotros. Altas las copas, compatriotas. La lucha sigue.

La CNEA desarrolla sistemas de inteligencia artificial para el sector nuclear

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Desde el seguimiento de materiales radiactivos hasta el control de calidad del combustible nuclear o del material con que se construyen los tubos de presión de una central de potencia, pasando por el análisis de imágenes utilizadas para un tipo de radioterapia contra el cáncer. Todas esas tareas actualmente son realizadas por investigadores, operadores y técnicos en forma manual. El desafío es desarrollar sistemas informáticos seguros para automatizarlas y en eso trabaja el Departamento Tecnologías Emergentes de la Comisión Nacional de Energía Atómica, que para lograrlo utiliza herramientas de inteligencia artificial y blockchain (cadena de bloques).

Este departamento depende de la Subgerencia Vinculación y Desarrollo de Nuevas Tecnologías de la Información de la Gerencia Tecnología de la Información y las Comunicaciones (GTIC), a cargo de la Dra. Verónica Venturini. Su función es crear tecnologías y sistemas informáticos para cubrir necesidades o resolver problemas planteados por la industria nuclear y distintos grupos de investigación o áreas de la CNEA. También colabora en la elaboración de las guías del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para el uso seguro de estas tecnologías en el ámbito nuclear.

Uno de los desarrollos que realizó el equipo de Tecnologías Emergentes consiste en la aplicación de blockchain para el rastreo y conteo de material nuclear y radiactivo. El mismo sistema ahora está siendo adaptado para utilizarlo en la gestión de residuos nucleares. Si bien ambos desarrollos se encuentran en la fase de prototipado, generan interés en distintos sectores dentro y fuera del país.

Blockchain es la tecnología utilizada para las criptomonedas, como por ejemplo Bitcoin. Su característica principal es que permite la trazabilidad, la descentralización de la información y la seguridad de las comunicaciones informáticas porque todos los datos están encriptados en bloques. Cada registro es inalterable, porque el sistema toma la información de bloque en bloque y no hay manera de modificarla. De esta manera, se puede monitorear el recorrido de un material nuclear dentro de una instalación, así como la cadena de responsabilidades, registrando quién lo recibe en cada instancia.

En materia de inteligencia artificial, se trabaja en sistemas de Aprendizaje Automático o Machine Learning. “Se define como inteligencia artificial a cualquier elemento o sistema que imite el comportamiento humano. Mientras tanto, se habla de Machine Learning cuando se trata de sistemas que aprenden a partir de datos”, explica Luis Agustín Nieto, jefe del Departamento Tecnologías Emergentes.

Uno de los desarrollos en este campo consiste en enseñarles a las computadoras a analizar las imágenes obtenidas a través de autorradiografía neutrónica que se utilizan para la Terapia de Captura Neutrónica en Boro (BNCT), un tipo de radioterapia contra el cáncer sobre el que investiga la CNEA. Al paciente se le inyecta un compuesto con boro 10, que se acumula en mayor medida en las células cancerosas. Al exponer el boro a un haz de neutrones de baja energía, se deposita una dosis de radiación altamente localizada en células tumorales sin afectar el tejido sano.

La autorradiografía neutrónica es una técnica nuclear que permite conocer la ubicación de elementos en una muestra a partir de la detección de radiación emitida, en imágenes de microscopía. En el caso de la BNCT, se utiliza para conocer la ubicación espacial de los átomos de boro. “Las imágenes generadas a partir de cultivos celulares tomadas con microscopio brindan la información necesaria para regular la dosis y ajustar los parámetros del tratamiento”, detalla Nieto.

En el Departamento de Radiobiología hay una línea de investigación que busca incorporar herramientas de aprendizaje automático en el análisis de imágenes autorradiográficas. El Departamento Tecnologías Emergentes utiliza las imágenes analizadas manualmente por personas para entrenar redes neuronales para automatizar este proceso.

Un método similar se está aplicando para facilitar la caracterización de fases en los materiales de los tubos de presión de la central Embalse. Estos tubos son componentes fundamentales de los reactores de potencia de tipo CANDU (Canadian Deuterium Uranium reactor), porque en su interior se ubican los canales combustibles en los que se produce el proceso de fisión. Trabajan en condiciones de alta exigencia durante sus 30 años de vida útil, ya que operan a temperaturas de entre 250 y 300 grados centígrados, soportan 100 atmósferas de presión interna y están constantemente sometidos al flujo neutrónico producto de la fisión del uranio.

Estos tubos se fabrican con una aleación de zirconio y niobio. En el Laboratorio de Microscopía de CNEA se inspeccionan y caracterizan las fases de esa aleación, como uno de los criterios de aceptación de estos tubos para ser utilizados en el reactor. “Con inteligencia artificial, la imagen captada por el microscopio es procesada en otra imagen más definida y fácil de analizar por una persona. Además, se desarrollaron herramientas para que el trabajo sobre estas nuevas imágenes sea mucho más rápido y sencillo que el método tradicional”, cuenta Nieto.

Otra tarea sensible que se realiza manualmente es la inspección de la superficie para control de calidad de combustibles nucleares. Un operador revisa minuciosamente los pellets de uranio para asegurarse de que no tengan fallas, como grietas o irregularidades en la superficie. Se trata de un trabajo lento y que no admite equivocaciones. Automatizarlo en forma segura ahorraría una gran cantidad de tiempo y eliminaría la posibilidad de errores humanos. En la CNEA ahora se está desarrollando un sistema para que realice esa tarea.

Lo innovador en sí no es la automatización, sino la adopción de inteligencia artificial para alimentar ese sistema con imágenes y para que “aprenda” a diferenciar los pellets sanos de los que presentan irregularidades. En el mediano plazo, un mecanismo automático utilizará esta herramienta de inteligencia artificial para descartar pellets con fallas.

“El procesamiento y manipulación de estos grandes volúmenes de información y la aplicación de las diferentes técnicas de aprendizaje automático requieren de una gran capacidad de almacenamiento y poder de cómputo -señala Nieto-. Todo esto se realiza en equipamiento propio de la CNEA administrado por el Departamento de Computación de Alta Prestación de la GTIC, asegurando la privacidad y seguridad de los datos al nunca salir del control interno de la institución”.

Por otra parte, el Departamento Tecnologías Emergentes, en conjunto con el Departamento de Seguridad Informática de GTIC, ensayó un sistema de detección y clasificación de ciberataques a la infraestructura de red de la CNEA, también aplicando técnicas de aprendizaje automático. Fueron recopilados dos años de accesos a doce sitios web del organismo, como el de los mails institucionales o el del repositorio Nuclea. El sistema encontró patrones entre los diferentes tipos de accesos y eso facilitó el hallazgo y el análisis de intentos de ingreso y comportamientos inusuales en los sistemas. Este trabajo fue presentado en Viena en 2023, en un congreso de ciberseguridad organizado por el Organismo Internacional de Energía Atómica.

Estos proyectos posicionan a la CNEA como pionera en el uso de inteligencia artificial en el ámbito nuclear. En estos momentos, el equipo a cargo de llevarlos adelante está conformado además por Silvina Dengra, Ana Lucía Marzocca, Juan Pablo Caldo, Tomás Murillo y Nicolás Dazeo.

El Departamento Tecnologías Emergentes de la CNEA colabora con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), donde integra el grupo de Inteligencia Artificial de la International Network on Innovation to Support Operating Nuclear Power Plants (Red Internacional de Innovación para Apoyar la Operación de Centrales Nucleares). Además, participa en la redacción y corrección de las guías del organismo sobre el uso de la Inteligencia Artificial en el ámbito nuclear, que serán presentadas este año en Viena.

Luego de once años Aerolíneas Argentinas dejó de volar a Nueva York

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A las 20:32 (hora local) del jueves, aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza (EZE), Buenos Aires, el vuelo AR 1301 de Aerolíneas Argentinas, marcando el final de la ruta hacia Nueva York (JFK), Estados Unidos, tras once años de operaciones interrumpidas solo durante la pandemia.

El vuelo final trajo  252 pasajeros a bordo de un Airbus A330-200, matrícula LV-HVT, el mismo modelo que ha servido esta ruta desde su reactivación el 15 de diciembre de 2013, la cual había sido relanzada para cubrir el vacío dejado por United Airlines cuando cesó sus vuelos a Newark (EWR).

Nueva York: un destino con historia para Aerolíneas Argentinas

Nueva York ha sido un destino icónico para Aerolíneas Argentinas, con una rica historia de servicios con vierta intermitencia. Los vuelos hacia la Gran Manzana comenzaron el 21 de marzo de 1950, operados por Douglas DC-6 con escalas en Río de Janeiro, Belén, Puerto España y La Habana. En 1957, los servicios a Nueva York se incrementaron a tres por semana.

El 29 de mayo de 1959, el Comet IV inauguró la era de los jets en la ruta, y el 15 de diciembre de 1966, el Boeing 707 asumió la operación de los vuelos. Durante la década de 1980, Aerolíneas Argentinas fue pionera en ofrecer vuelos sin escalas entre Buenos Aires y Nueva York utilizando el emblemático Boeing 747.

No obstante, la ruta fue suspendida en abril de 2008 durante la gestión privada del Grupo Marsans, un periodo en el que Aerolíneas Argentinas abandonó varios destinos internacionales. La ruta fue restablecida tras la reestatización de la aerolínea, como parte del Plan de Negocios 2010-2014, con el objetivo de fortalecer la presencia de Argentina en el mercado turístico, cultural y de negocios a nivel global.

Los desafíos que llevaron al cese de operaciones

La ruta a Nueva York ha enfrentado desafíos continuos desde su reactivación en 2013. Diversas administraciones de la aerolínea han cuestionado su viabilidad debido a los constantes cambios de gobierno y a los distintos objetivos estratégicos que han contribuido al déficit operacional de la ruta.

Aerolíneas Argentinas intentó fortalecer la ruta mediante un acuerdo de código compartido con Delta Air Lines, permitiendo a los pasajeros conectar con otros destinos en Estados Unidos. Sin embargo, la operación se mantuvo en la Terminal 7 de JFK, mientras que Delta operaba desde la Terminal 4, lo que resultó poco atractivo para los pasajeros en tránsito.

Además, la falta de aeronaves de fuselaje ancho suficientes complicó la operación, similar a lo ocurrido con la ruta a Barcelona (BCN) en 2018 con el retiro de los Airbus A340-300. El déficit de aviones viene desde 2012, cuando se suspendieron los vuelos a Auckland (AKL) y Ciudad de México, y en marzo de 2014 a Sídney (SYD). La falta de una planificación clara (sujeta a vaivenes políticos) en cuanto a la flota de largo alcance obligó a la suspensión de las rutas con menor frecuencia, como las mencionadas.

El futuro de la conectividad con Nueva York

En los últimos meses, Aerolíneas Argentinas operaba entre dos y tres vuelos semanales a Nueva York. Con el cese de este servicio, el avión será reasignado a rutas más rentables, como MadridCancún y Punta Cana, que han incrementado sus frecuencias recientemente.

Según datos de ANAC Argentina, en 2018 Aerolíneas Argentinas transportó 158,061 pasajeros entre Buenos Aires y Nueva York, con un factor de ocupación del 81%, último año que la ruta operó con frecuencia diaria. Durante el primer semestre con frecuencias de dos a cuatro vuelos por semana superaba el 90% de ocupación.

A partir de ahora, American Airlines será la única aerolínea que conecte Buenos Aires y Nueva York con vuelos diarios en Boeing 777-200ER, ofreciendo 3.822 asientos semanales. Delta Air Lines también opera diariamente durante la temporada de invierno de octubre a marzo con un A330-900, aprovechando la alta demanda estacional de cruceristas a la Antartida

Con la salida de Aerolíneas Argentinas, el mercado entre Buenos Aires y Nueva York será atendido únicamente por compañías estadounidense, dejando una huella histórica en la aviación argentina.

Por qué Argentina no está exportando centrales nucleares – I

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Escribe Diego Hurtado: (El artículo que escribió Daniel E. Arias sobre este tema está aquí)

Si bien la expresión “calentamiento global” es hoy un significante en disputa —con billones de dólares en juego—, hay por lo menos dos alternativas en el horizonte. Si el capitalismo no logra organizarse para frenar la elevación de temperatura del planeta por emisión de gases de efecto invernadero, según las ciencias del clima, el planeta avanza derecho por un sendero: el de la catástrofe climática. Pero si la compleja estructura de gobernanza global y los intereses corporativos logran organizar la cruzada de la transición energética, las voces del establishment energético y financiero auguran que el premio será doble: no solo se podrá salvar al planeta neutralizando el cambio climático, sino que además el capitalismo logrará recuperarse de su agonía post-crisis de 2008 para ingresar en un nuevo ciclo de prosperidad global.

¿Qué cosa es la transición energética para suponer que pueda producir este milagro? Es el proceso de reemplazo de toda la infraestructura energética y de transporte del planeta basada en hidrocarburos por una nueva basada en energías renovables y limpias. Entre las energías limpias está la energía nuclear. Y dentro de la energía nuclear hay una tecnología incipiente que promete ser una clave para la transición energética: los llamados “pequeños reactores modulares” (SMR, por sus siglas en inglés), esto es, reactores nucleares de baja potencia para producir electricidad. 

Aún no existe el mercado para esta tecnología, está en conformación. Argentina, que tiene una tradición nuclear robusta, persistiendo en un camino sinuoso de varias décadas, logra estar hoy entre los cuatro o cinco países que lideran con el desarrollo de un prototipo propio: el reactor CAREM-25. Mientras que el paradigma de transición dominante supone que nuestro país debe proveer recursos naturales y comprar la tecnología “llave en mano” y con crédito (esto es, con deuda), el CAREM muestra cómo la transición puede ser una oportunidad para la acumulación de capacidades tecnológicas e industriales con crecientes grados de autonomía. Y, al final del camino, exportación de alto valor agregado.

Sin embargo, el Gobierno de La Libertad Avanza designó en mayo a las nuevas autoridades en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) que decidieron someter al proyecto CAREM-25 (Central Argentina de Elementos Modulares) a un proceso de revisión integral. El 6 de junio de 2024, a través de la Resolución 262, el nuevo presidente de la CNEA, Germán Guido Lavalle, formalizó el “Comité de revisión de pares”. En esa lista de miembros figuraba el doctor en Ingeniería mecánica José Converti, quien, un mes más tarde, escribió en el diario Los Andes un artículo donde argumenta que el proyecto CAREM es un fracaso. Tratándose de un proyecto con futuro comercial, estas declaraciones son un acto de boicot explícito. Desde entonces, solo silencio acerca de estas declaraciones de uno de los proyectos tecnológicos emblemáticos para la Argentina. Por eso es necesario poner una gran lupa sobre los antecedentes del proyecto CAREM y su presente.

La energía nuclear en la transición energética

El cambio climático, la transición energética y el desarrollo de energías renovables y limpias son temas sensibles a escala global. A contramano de las políticas del Gobierno, su Ley de Bases y el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), la Argentina puede construir una ventana de oportunidad con el CAREM, en construcción desde 2014 en la localidad de Lima, provincia de Buenos Aires. Pero la CNEA es parte de un Estado que Javier Milei afirma estar destruyendo desde adentro. Pese a las afirmaciones de Lavalle, las inversiones que requiere el CAREM están siendo recortadas.

Para dimensionar el sentido de la transición energética, el Financial Times explicó, a mediados de 2023, que “la magnitud de la infraestructura física que debe renovarse, demolerse o reemplazarse está más allá de la comprensión”. Y alertaba que debían ser los gobiernos, “y no BlackRock”, quienes lideren este nuevo Plan Marshall global que debe neutralizar el cambio climático.

Luego del cataclismo financiero de 2008, el calentamiento global y la transición energética se convirtieron en la oportunidad de rejuvenecimiento para un capitalismo financiarizado y exhausto. La urgencia que plantea una potencial catástrofe climática fue asimilada y resignificada como urgencia financiera. Así, la transición energética hoy no solo aparece como el único camino para neutralizar el calentamiento global sino que, además, se la presenta como una oportunidad para grandes negocios.

El accidente nuclear de Fukushima, en marzo de 2011, desplazó a la energía nuclear del incipiente despegue de la “revolución industrial verde” y del “Global Green New Deal”, promovido, por lo menos en la retórica, por los organismos de gobernanza global. Ahora bien, el lobby nuclear es potente y disciplinado. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la industria del sector lograron impulsar un proceso de rehabilitación de la energía nuclear y así volverla a subir al escenario de la transición energética. Colaboraron con este proceso las limitaciones que enfrenta el desarrollo de las tecnologías renovables disponibles para la transición. Las dos principales, la solar y la eólica, presentan problemas: tienen vida operacional relativamente limitada y son intermitentes (es decir, dependen del sol y del viento). Lo que falta para superar esta limitación son tecnologías de almacenamiento, que aún están en desarrollo. Finalmente, los marcos regulatorios, consolidados a lo largo del siglo veinte a medida de los hidrocarburos, obstaculizan su avance. La energía nuclear, vigente desde los años setenta, en cambio, es energía de base: no depende de factores climáticos ni de la hora del día. Además, es una energía limpia: junto con la eólica, es la que menos gases de efecto invernadero emite. El aporte nuclear se vuelve necesario para cumplir las metas de descarbonización comprometidas en el Acuerdo de París en 2015.

Desde hace más de dos décadas funcionan en el mundo alrededor de 420 centrales nucleares que producen el 10% de la electricidad del planeta. Y hay alrededor de 50 en construcción, la gran mayoría en el este asiático. Las industrias estatales de Rusia, China y, detrás, Corea del Sur —con mayoría estatal en la principal empresa nuclear— lideran la provisión de las grandes centrales de potencia a escala global.

En especial para los países en desarrollo, las grandes centrales nucleares de potencia —entre 1200-1600 MW (megavatios de electricidad)— presentan hoy algunos problemas, como la enorme inversión de capital inicial y el costo que surge de las exigencias para los sistemas de seguridad post-Fukushima. Como respuesta aparecieron, en el horizonte cercano, los SMR, que pueden producir entre 20 y 300 MW para electricidad y calor. La ventaja crucial de estos reactores, especialmente para los países en desarrollo, es que los costos de la inversión inicial son mucho más bajos. Por un lado, porque su diseño permite instalar un primer módulo que produzca electricidad mientras se avanza, al mismo tiempo, con un segundo módulo, y así con los siguientes. Por otro lado, porque sus componentes se pueden producir en serie, bajando los costos de fabricación. El foco de esta familia de reactores puesto en bajas potencias también hace posible mejoras importantes en la seguridad, en la flexibilidad operativa y en la gestión del combustible gastado.

Martínez de Hoz vs. Castro Madero

Sin excluir a la CNEA de las políticas de terrorismo de Estado, durante la última dictadura cívico-militar genocida se impulsó el sector nuclear con inversiones masivas inéditas. Si bien la política económica de Martínez de Hoz no tuvo problemas en arrasar por completo sectores de la ciencia, la tecnología y la industria, el alumno de Milton Friedman no pudo meter la cuchara en la política nuclear, blindada por un grupo remanente de militares industrialistas.

Durante los años de terror institucionalizado, la CNEA fue conducida por el vicealmirante Carlos Castro Madero, un marino egresado del Instituto Balseiro. Con una preocupación parcial y selectiva que no pudo evitar que el personal de CNEA padeciera persecuciones, desapariciones, cesantías y legajos paralelos, Castro Madero le imprimió un impulso vertiginoso a los proyectos nucleares más ambiciosos. Entre 1976 y 1983 se materializó la autonomía en el ciclo de combustible nuclear, pero también, según la caracterización de la socióloga Ana Castellani, se transformó al sector en uno de los “ámbitos privilegiados de acumulación de la patria contratista”.

Durante la guerra de Malvinas, luego del hundimiento del ARA General Belgrano, Castro Madero denunció ante el OIEA el uso de submarinos nucleares británicos. La respuesta del organismo fue que la propulsión naval nuclear —tecnología que presenta numerosas ventajas operativas como la velocidad y la autonomía de navegación (de varios meses) respecto a los submarinos convencionales— no estaba prohibida por los tratados de no proliferación de armas nucleares. La Argentina contestó que se reservaría, entonces, el derecho a trabajar en propulsión nuclear con aplicaciones navales. Es decir, el derecho a desarrollar submarinos nucleares.

Por esos días, medios de comunicación británicos y estadounidenses difundieron que el gobierno de facto argentino ocultaba proyectos de armas nucleares. Se trató de una poco novedosa operación de propaganda para distorsionar los objetivos de la política nuclear argentina, una campaña que se había iniciado a fines de los sesenta y se intensificaba entonces. La guerra de Malvinas fue una oportunidad materializada en titulares de los principales diarios: “Falkland, la ‘bomba latina’ y la proliferación nuclear” (Wall Street Journal), “Buenos Aires podría tener la bomba pronto” (Washington Post), “La derrota de Falklands podría acelerar la bomba A argentina” (The Christian Science Monitor).

En simultáneo, la BBC de Londres difundía un documental que denunciaba un plan de los militares argentinos para desarrollar armas nucleares en complicidad con Alemania Federal. Los contratos de Atucha I y II con el grupo Siemens habrían tenido su origen, según el documental, en los “científicos atómicos nazis” refugiados en la Argentina al final de la Segunda Guerra Mundial. Un capítulo más en el imaginario demonizador del peronismo, según la tenaz versión de la paranoia colonial anglosajona.

A pesar de las operaciones, nunca se impulsaron, desde Argentina, proyectos de artefactos explosivos nucleares. Sí se propuso el desarrollo de un submarino nuclear, tecnología que, como afirmaba el OIEA, estaba encuadrada en los usos pacíficos de la energía nuclear. De esta trayectoria emerge el proyecto CAREM.

La larga marcha del CAREM

En 1969, Argentina inició negociaciones con el astillero alemán Howaldtswerke-Deutsche Werft AG, en Kiel, para la construcción de dos submarinos Tipo 209-1200. En 1973, la Armada firma un convenio con la CNEA para avanzar en un estudio sobre propulsión naval nuclear. Durante la fugaz tercera presidencia de Perón, se inició el ensamble de los dos primeros submarinos en el astillero Tandanor, mientras, a la vez, a través de otra evaluación avalada por una serie de decretos del Poder Ejecutivo, se contrató al astillero alemán Thyssen Nordseewerke GmbH para completar el ensamblado de otros seis submarinos de la serie TR-1700. De esta segunda serie, solo se completaron, en el astillero Domecq García, los dos submarinos construidos en Alemania: el ARA San Juan y el ARA Santa Cruz.

A fines de 1982 Castro Madero encargó al área de reactores de la CNEA la nuclearización de ambos submarinos. Al frente de esa tarea estuvo el físico Juan José Gilgerbino, que incluyó en la iniciativa a la empresa INVAP, Sociedad del Estado de Río Negro, que se había creado en octubre de 1976 y estaba a punto de lograr el desarrollo, en secreto, de la tecnología de enriquecimiento de uranio por difusión gaseosa, en Pilcaniyeu, cerca de Bariloche. Argentina anunció el 18 de noviembre de 1983 que era el octavo país en dominar esta tecnología. A través de la firma de un estudio preliminar, expuesto en 1983 ante un grupo de almirantes, se formalizaron los vínculos de CNEA e INVAP con la Armada para avanzar en la propulsión nuclear de los submarinos argentinos.

Raúl Alfonsín heredó un plan nuclear sobredimensionado para la capacidad presupuestaria y financiera de un país con una enorme deuda externa. Por esos días, el liderazgo del proyecto pasó de CNEA a INVAP. En febrero de 1985, el físico Mario Mariscotti, entonces director del Departamento de Investigación y Desarrollo de CNEA, explicaba que si bien INVAP soportaba una situación económica crítica, el grupo de Pilcaniyeu estaba realizando estudios para la producción de un pequeño reactor. El proyecto de submarino nuclear había sido reformulado al de un reactor de baja potencia para ser empleado en poblaciones de no más de 30 mil habitantes y había sido presentado en marzo de 1984 en Lima, Perú, durante una conferencia del OIEA sobre reactores pequeños y medianos. La crisis presupuestaria del sector, sin embargo, mantenía paralizado al proyecto. 

A fines de abril de 1985, CNEA e INVAP gestionaron una patente: “Reactor Nuclear Modular para Plantas de Generación Eléctrica”. Una mención temprana al CAREM-15 (así llamado por la producción de 15 MW) aparecía en el documento[5]. Cuando Roque Carranza asumió como ministro de Defensa, a mediados de 1985, el proyecto de pequeño reactor volvió a recibir apoyo. Pero su fallecimiento en febrero de 1986 lo dejó huérfano por varios años más. Hacia fines de abril, el accidente de Chernobyl arrojó una sombra sobre la energía nuclear, aunque no llegó a detener los trabajos de diseño del proyecto. El problema principal era, desde hacía varios años, presupuestario. Se especulaba con que, de haber financiamiento, el primer ejemplar del CAREM-15 estaría funcionando a comienzos de los años noventa.

El liderazgo del proyecto volvió a CNEA. En 1989 se intentó una sociedad con Turquía, el primer país en demostrar interés por el proyecto CAREM. Se llegó a constituir una empresa binacional con un consorcio privado turco que, luego de muchas idas y vueltas en los años siguientes, no prosperó. En el mismo año se habló de la conformación de una empresa entre CNEA y la provincia de San Luis, interesada en el CAREM, que no llegó a concretarse.

En el folklore oral del sector nuclear hay algunas diferencias de interpretación sobre todos estos avances y tropiezos. INVAP recriminaba a la CNEA que se atribuyera la propiedad del proyecto y que obstaculizara la búsqueda de socios privados, imprescindibles para acceder a las inversiones necesarias. En todo caso, las relaciones históricas, conflictivas, densas y enormemente prolíficas entre CNEA e INVAP —el primer desprendimiento empresarial de CNEA—, son la manifestación del dinamismo del sector nuclear y de la ausencia crónica, con excepción del período 2006-2015, de una política nuclear estable con metas de mediano y largo plazo. 

En 1992, el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) publicó un libro titulado Argentina y el submarino de propulsión nuclear. Allí Castro Madero sostenía que un pequeño reactor de propulsión nuclear podía ser una base para el desarrollo, porque eran demandados por un “mundo que no puede asimilar fácilmente las grandes unidades de generación nucleoeléctrica”. Creía que avanzar en un prototipo para submarinos le abriría a la Argentina la posibilidad de ser los primeros en ofrecer un SMR y así iniciar el diseño de un reactor de entre 10 y 25 MW. Una visión pionera a nivel global.

En la misma publicación, el diplomático Julio Carasales sostenía que si bien resultaba claro que la decisión de producir submarinos nucleares introduciría un factor desestabilizador en la región que obligaría a Chile y a Brasil a dar un paso similar, y que los efectos de la controversia alrededor de las Islas Malvinas lógicamente impulsarían al Reino Unido a desarrollar una campaña para prevenirlo, no había, en concreto, ninguna prohibición legal.

Durante los noventa, dos miembros de INVAP acompañaron a Menem en una gira por el este asiático: hicieron presentaciones y se dictaron seminarios en Vietnam, Malasia y Tailandia. También se presentó el proyecto de pequeño reactor en Indonesia y Egipto. Se describía al CAREM como un reactor modular con características interesantes para países que, sin experiencia nuclear previa, desearan ingresar en el campo de la generación nuclear de energía eléctrica.

En un manuscrito inédito sobre la historia de INVAP, el tecnólogo Tomás Buch cuenta que mientras se trataba de exportar la concepción del CAREM, la CNEA había logrado destinar fondos a través de contratos para avanzar en distintos aspectos del reactor. Las primeras pruebas del CAREM se iniciaron a fines de 1993 en una instalación ubicada en Pilcaniyeu, designada como Laboratorio de Ensayos Termohidráulicos (LET). Para ese entonces, también se había completado la ingeniería básica y el análisis preliminar de seguridad. “Este documento fue el primero en su especie hecho en el país, con la profundidad y el detalle necesarios para una central de potencia”, escribe Buch.

El premio mayor que buscaba el sector nuclear argentino desde la compra a Alemania de la central Atucha I, a fines de los años sesenta, era el desarrollo de la central de potencia argentina. Siguiendo este plan, Atucha I incorporó más del 30% de industria nacional; la central de Embalse, alrededor del 45%; y Atucha II, que debía finalizar a comienzos de los noventa, cerca del 70%. A comienzos del nuevo milenio, Argentina debía producir sus propias centrales de potencia. Sin embargo, la crisis de deuda y el alineamiento incondicional del menemismo con Estados Unidos paralizaron Atucha II, finalmente inaugurada a fines de 2014 por Cristina Fernández de Kirchner.

En síntesis, durante los años noventa al sector nuclear se le escapó de las manos el principal objetivo de cuarenta años de desarrollo incremental. Es en este punto que el CAREM aparece como la alternativa viable. Por eso el énfasis de Buch en un informe que demuestra que, a pesar de los palos en la rueda, se podía avanzar en una central de potencia nacional.

En septiembre de 1997 se sancionó la Ley de financiamiento para el proyecto CAREM, que autorizaba a la CNEA a realizar operaciones de crédito público con plazo no inferior a siete años por un monto de 132 millones de pesos. El objetivo del proyecto era alcanzar el desarrollo y la construcción del prototipo de un reactor innovador de baja potencia para producir energía eléctrica. Entre 1997 y 1999, en instalaciones de Pilcaniyeu, se hicieron ensayos con los elementos combustibles del pequeño reactor, fabricados en el Centro Atómico Constituyentes de la CNEA, en la provincia de Buenos Aires.

Finalmente, cuenta Buch, mientras INVAP reclamaba a la CNEA mayor libertad para buscar otras fuentes de financiamiento y lograba despertar el interés de la empresa Pescarmona, que sugería un modelo de mayor potencia, el resultado favorable del estudio de factibilidad realizado por la CNEA se dio a conocer recién a fines de 2000, cuando la situación económica del país era muy negativa.

A fines de los años noventa, a pesar de un gobierno adverso al sector, CNEA e INVAP insistieron en difundir que el CAREM abría “un nuevo mercado para la generación nucleoeléctrica: el de las centrales nucleares de pequeña potencia” (CARI, 1999: 46). La crisis terminal de 2001 congeló el avance del proyecto.

Relanzamiento y obras

En agosto de 2006, cuando Néstor Kirchner relanzó el desarrollo nuclear devastado durante los años noventa, el prototipo del reactor CAREM figuraba entre las metas prioritarias. En noviembre de 2009 se sancionó la Ley 26.566, que declaraba al CAREM de interés nacional y delegaba en la CNEA el diseño, ejecución y puesta en marcha del prototipo. En febrero de 2014 comenzó la obra civil (el primer hormigonado) en el Complejo Tecnológico Atucha, en Lima, y se estimó la finalización del prototipo para 2028. Se espera que esta primera versión pueda generar 32 MW, mientras que el módulo comercial tendría una potencia de entre 100 y 120 MW. Además, se proyectó que alrededor del 70% de sus insumos, componentes y servicios vinculados fueran provistos por empresas argentinas certificadas bajo estándares internacionales.

El gobierno de Macri perdió —o eligió perder— el foco del proyecto y durante el gobierno de Alberto Fernández, si bien no se definió una política nuclear, se retomaron las inversiones para los principales proyectos nucleares, incluido el CAREM-25. A comienzos de 2024, la NEA (Nuclear Energy Agency), agencia de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), realizó una evaluación de los pequeños reactores modulares en desarrollo a lo largo y ancho del planeta. El análisis se enfocó en seis dimensiones: financiamiento, licenciamiento, emplazamiento, elementos combustibles, cadenas de suministros y compromisos para futuros desarrollos. De 56 proyectos, el CAREM figura entre los cuatro primeros.

Epílogo anarcocapitalista

Argentina tiene un poco de industria y otro poco de capacidades tecnológicas. En conjunto, algo insuficiente para iniciar un proceso sostenible de desarrollo social y económico. En el paradigma dominante de la transición energética corporativa y financiera, el país puede aceptar el lugar que se le asigna en el orden neoliberal y enfocarse en la exportación de recursos naturales y en la compra de tecnología importada, con endeudamiento y fuga. En esta dirección se orientan la Ley Bases y, especialmente, el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI).

Esta versión financiera y extractiva de la transición energética supone que Argentina proveerá recursos naturales a bajo costo para las cadenas de suministros de las grandes corporaciones con base en las economías centrales a cambio de crédito y deuda para ser consumidores de tecnologías renovables y limpias extranjeras “llave en mano”. La devaluación de salarios, la dolarización de las tarifas de energía y la ausencia de regulaciones transforman a la Argentina en un país con mano de obra calificada y barata, apta para convertirse en un país ensamblador y apetecible para los negocios financieros. Así ocurrió durante el gobierno de Macri; así vuelve a ocurrir hoy en esta versión recargada.

La transición energética, por el contrario, debe ser concebida como sendero de desarrollo de capacidades industriales y tecnológicas con autonomía incremental. Excelente radiación solar en la zona cordillerana para la producción de energía fotovoltaica, los mejores vientos del planeta en la Patagonia para la energía eólica, la tercera reserva mundial de litio, el yacimiento de Vaca Muerta para la producción de gas —que además de abastecer industria y hogares puede usarse para producción de hidrógeno azul— y potencial marítimo para el desarrollo de energía undimotriz.

Pero la idea no debería ser “vender” viento, radiación, mareas o carbonato de litio, sino agregar valor, es decir, desarrollar la tecnología y el conocimiento para que la industria nacional aporte equipos, maquinarias, aerogeneradores, turbinas para energía undimotriz, componentes de paneles fotovoltaicos, etc. La transición energética debe ser concebida como un sendero de desarrollo de capacidades industriales y tecnológicas autónomas incrementales.

En este esquema, los procesos de aprendizaje y acumulación de capacidades organizacionales y tecnológicas con crecientes grados de autonomía que se codifican en la trayectoria del CAREM-25 y su proyección al CAREM comercial, junto con el papel del Estado y las empresas —públicas, privadas y mixtas— representan un caso testigo del sendero virtuoso de transición energética por el que puede optar la Argentina.

Esta película no la vamos a ver durante el gobierno libertario, que no solo está devastando las capacidades científicas y tecnológicas a escala nacional, sino que ya está ralentizando la construcción del CAREM-25 y, además, permite que referentes nombrados por el actual presidente de CNEA comprometan el futuro del CAREM comercial con afirmaciones irresponsables que pueden calificarse de boicot. En una gestión seria esta persona sería expulsada.El CAREM-25 no es un fracaso, es un Aconcagua de las capacidades tecnológicas nacionales. Lo único que falta es decisión política.

Diego Hurtado

Represas: el Gobierno se prepara a entregar en concesión activos estratégicos por 30 años

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El Gobierno dio ayer el primer paso para comenzar el proceso por el cual se licitará la concesión de las centrales hidroeléctricas del Comahue, que generan el 10% de la producción total de energía eléctrica del país. A través del decreto 718/2024, estableció un plazo de 180 días para publicar los pliegos que permitirán privatizar nuevamente la concesión, al igual que hizo en 1993 el gobierno de Carlos Menem.

En ese entonces, se entregaron las concesiones por 30 años. El plazo venció a mediados de 2023, pero el gobierno anterior demoró la toma de la decisión acerca de qué hacer con las represas, en medio de discusiones internas en las que un sector del kirchnerismo proponía que sean operadas por la empresa estatal Energía Argentina (Enarsa).

Las centrales en cuestión son Alicurá (1050 MW de potencia instalada), operada por la estadounidense AES; El Chocón y Arroyito (1417 MW), administradas por la italiana Enel; Cerros Colorados y Planicie Banderita (472MW), bajo la concesión de Aconcagua Energía, y Piedra del Águila (1440 MW), operada por Central Puerto. Las represas están situadas sobre los ríos Limay y Neuquén, entre las provincias de Río Negro y Neuquén.

El Gobierno estableció que las centrales seguirán siendo operadas por las actuales empresas que tienen la concesión hasta tanto se termine el proceso de licitación en marcha, que podría tardar al menos un año.

En primer lugar, la Secretaría de Energía debe publicar los pliegos en un plazo de 180 días. Luego, estará el período para recibir las ofertas y, por último, se llevará a cabo el proceso de adjudicación del paquete accionario de la concesión por 30 años.

Dentro de las características de los pliegos, el Gobierno tiene que evaluar en qué estado están actualmente las represas y qué inversión demandarán para extenderles la vida útil.

El Chocón, por ejemplo, se construyó en 1973, por lo cual demandará una inversión grande para que siga operando. En el Gobierno calculan que las empresas que ganen la concesión deberán invertir en promedio al menos US$100 millones por cada central hidroeléctrica.

Otro tema en cuestión es determinar cómo será la remuneración de la energía generada por esas centrales. A la fecha, las empresas cobran un valor en pesos por kwh que determina de manera discrecional la Secretaría de Energía. A futuro, la idea del Gobierno es que las generadoras puedan hacer contratos de ventas con privados.

La idea es que de acá a seis meses va a estar normalizado el mercado eléctrico, con precios más predecibles, para que quienes se presenten en la licitación puedan evaluar el negocio. El objetivo es ir a un mercado eléctrico mayorista (MEM) de oferta y demanda, donde las generadoras incluso puedan comprar su propio gas, negociando con las productoras”, dijeron fuentes oficiales.

“Para que alguien quiera invertir US$200 millones para extender la vida útil de las máquinas, hay que tener alguna seguridad y la remuneración spot [que fija la Secretaría de Energía] no la da. Hay que darle al nuevo inversor todas las seguridades para cuando adquiera el paquete accionario”, agregaron.

La situación es seguida de cerca por las empresas, que señalan que la adquisición de la concesión va a depender del cash flow [flujo de fondos] que reciban. “Si lo licitan con el precio actual de remuneración, que está congelado en pesos, el Gobierno va a recaudar muy poco. Si cambia la regulación y volvemos a que los generadores puedan contractualizar su oferta, que, por ejemplo, se pueda vender la energía hidráulica a grandes usuarios o por lo menos un 30% de lo que genera, la compra de la concesión se vuelve más interesante”, dijo una generadora eléctrica en reserva.

Las provincias de Río Negro y Neuquén, por su parte, se verán también beneficiadas si se establecen nuevas pautas de remuneración, ya que cobran regalías de 12% sobre el precio de venta de la energía eléctrica, que en los últimos años estuvo pesificada y con ajustes por debajo de la variación de la inflación.

Sofía Diamante

Las exportaciones de petróleo alcanzaron los 168.000 barriles por día. Y Argentina cambia

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Desde el comienzo de este siglo, con el surgimiento de China como gran importador de commodities, las actividades rurales se convirtieron en Argentina en el gran proveedor de divisas. Ese es el dato que ha dominado la dinámica económica -y las tensiones políticas- en nuestro país en las últimas décadas. Ahora, en un proceso que comienza en 2012, con la reestatización de YPF y la explotación de Vaca Muerta, la exportación de hidrocarburos -petróleo y gas- apunta a disputar ese lugar.

Ciertamente, esa es la expectativa del actual gobierno, y no sólo de él. En AgendAR queremos seguir de cerca este desarrollo, del que este artúculo del portal especializado EconoJournal indica un hito.

Las exportaciones de petróleo durante el primer semestre del año se ubicaron en el valor más elevado desde el 2005, año en el que el país llegó a exportar 175.000 barriles por día de crudo (bbl/d). Esto es así porque el volumen exportado durante los primeros seis meses de 2024 alcanzó los 168.000 barriles por día, un 46% por encima de lo verificado en idéntico período de 2023, con un total de 52 kbbl/d adicionales, y un 157% por encima del promedio verificado durante los 10 años previos.

El monto total de las exportaciones también fue el más elevado de las últimas dos décadas. Las exportaciones representaron US$ 2.534 millones, mientras que en 2005 el total fue de US$ 1.250 millones, según se desprende de un informe publicado por la consultora Economía y Energía, que dirige Nicolás Arceo. Concretamente, esto se explica por la variación que tuvo en precio del barril en los últimos 20 años. En 2005 el precio estaba en torno a los US$ 40, mientras que ahora se ubica cerca de los US$ 80.

Fuente: Consultora Economía y Energía

A su vez, el precio de exportación se ubicó un 21% por encima del promedio de los últimos veinte años. Sin embargo, en el documento se detalla que las exportaciones se encuentran aún por debajo de los valores alcanzados en el segundo quinquenio de la década de 1990. Esto se explica porque en 1995, las exportaciones representaban un total de 184 kbbl/d; en 1996, 302 kbbl/d; y en 1998, 336 kbbl/d.

Impacto en la balanza comercial energética

Desde Economía y Energía estiman que producto del aumento en las exportaciones de hidrocarburos, principalmente de las de crudo, sumado la caída en las importaciones, la balanza comercial energética sería superavitaria este año en más de US$ 5.000 millones.

Este superávit se daría gracias a un incremento de las exportaciones superior a los US$ 1.700 millones y a una disminución de las importaciones de casi US$ 3.300 millones con relación a lo verificado en 2023.

Fuente: Consultora Economía y Energía

En esa misma línea, proyectan un superávit de US$ 7.340 millones para la balanza comercial energética del próximo año, lo que se explicará en gran medida por el aumento de las exportaciones de petróleo, gracias a proyectos de infraestructura de transporte y evacuación como el Duplicar Plus, que está llevando adelante Oldelval para llevar el petróleo de Vaca Muerta hacia el Atlántico.

Variación de las cuencas en los últimos años

Durante casi dos décadas, el petróleo pesado de Chubut concentró el mayor porcentaje respecto a las exportaciones de crudo. Sin embargo, el declino de los yacimientos convencionales y los altos niveles de productividad que tiene Vaca Muerta provocaron que la cuenca Neuquina desplace del primer lugar a la cuenca del Golfo San Jorge.

Desde 2021 el crudo Medanito de Vaca Muerta fue ganando protagonismo gracias al desarrollo no convencional. En consecuencia, la producción de campos convencionales de la cuenca del Golfo San Jorge fue a la baja. En el informe, se evidencia esta situación puesto que en junio de 2024 no se registraron exportaciones de crudo desde el Golfo San Jorge, pero si se obtuvieron 135 kbbl/d provenientes de la cuenca Neuquina y, en menor medida, de la Austral más la del Noroeste. Una tendencia que no se condice con lo que ocurría a principios de 2021 y 2022 cuando las exportaciones del Golfo (de Chubut y de Santa Cruz) eran más importantes que las de la cuenca Neuquina.

Esto se explica por la falta de crudo pesado en el parque refinador local y por la caída de la producción de petróleo de Santa Cruz, fundamentalmente. Todo el excedente de producción de crudo que se registraba años atrás ahora se vende en el mercado interno.

Fuente: Consultora Economía y Energía

Proyección

Frente a este escenario, se prevé que la producción de la cuenca Neuquina se expanda a una tasa acumulativa de 1,2% mensual, en línea con la variación de la producción verificada entre el primer semestre de 2024 y del de 2023. Además, se contempla una capacidad de exportación a través del gasoducto Transandino de 80 kbbl/d hasta el mes de diciembre de 2024, que en enero de 2025 se ampliará a 95 kbbl/d. También, un incremento en la capacidad de transporte de Oldelval a fin de este año lo que permitirá unos 377 kbbl/d, y que partir de marzo 2025 se elevará a 540 kbbl/d.

En ese sentido, en el informe se considera una tasa de declino interanual de la producción del 4,6% para la cuenca del Golfo San Jorge. Mientras que para las cuencas Austral y Noroeste habrá un declino interanual del 9,0%, en línea con lo registrado durante el primer semestre de 2024 con relación al mismo período de 2023. De este modo, las exportaciones de crudo promediarían los 183 kbbl/d en 2024 y los 236 kbbl/d en 2025.