Mientras no se cuente con una vacuna para poder avanzar en las siguientes fases del descongelamiento social y «abrir» la cuarentena se vuelve cada vez más importante la vigilancia epidemiológica detallada. Esto es poder detectar, lo antes posible, si el virus vuelve a circular en una población o comunidad y encarar acciones preventivas a tiempo.
«El coronavirus se esparce, básicamente, por vía aérea, ya sea en microgotitas o aerosoles de toses y estornudos. Pero los portadores también excretan partícula virales a través de materia fecal. Y por eso tuvimos la idea de buscar su presencia analizando muestras de aguas cloacales», explicó la viróloga Viviana Mbayed, investigadora del Conicet en el Instituto de Bacteriología y Virología Molecular de la Facultad de Farmacia de la UBA. «Es una técnica que no sirve para identificar casos individuales, pero creemos que puede ayudar a hacer vigilancia epidemiológica y registrar los «movimientos» del virus a nivel poblacional».
Mbayed y un grupo de colegas van a llevar adelante esta idea financiados por un subsidio de US$ 100 mil que la semana pasada les otorgó la Agencia de Promoción de Investigación, Desarrollo e Innovación.
La intención es analizar muestras periódicas de líquidos cloacales, tomadas a lo largo de varias horas. Esas muestras se llevan al laboratorio para filtrarlas, procesarlas y concentrarlas. Y luego se las somete a diagnósticos de PCR en tiempo real. «Como ya se ha determinado que el virus está presente en las excretas, haciendo un seguimiento de las aguas servidas que eventualmente pueden tener los restos virales de miles de personas pensamos establecer correlaciones epidemiológicas útiles entre la cantidad de virus hallados y el número de casos confirmados y el de portadores asintomáticos del SARS-CoV2», explicó Mbayed.
¿Porqué esto es especialmente útil? «Cruzando datos biológicos de la carga viral en muestras de aguas residuales, con datos de densidad poblacional, de caudales de las aguas residuales, y en base a estimaciones de la carga viral en la materia fecal de personas infectadas, si se dispone de una cantidad suficiente de muestreos es posible estimar el grado de circulación comunitaria del virus, explicó la doctora Irina Izaguirre, investigadora del Conicet que trabaja en el Instituto de Ecología, Genética y Evolucion de Buenos Aires (Iegeba). «Estas conclusiones», agregó, pueden servirle a las autoridades para tomar decisiones y hacer intervenciones precoces. Por ejemplo, si se encuentra un aumento de circulación viral es posible adelantar una restricción o cuarentena, incluso varios días antes de que los pacientes con síntomas comiencen a ser detectados por el sistema de salud».
Lo interesante de estos proyectos, que ambos equipos están desarrollando en forma paralela, es que ya hay antecedentes que probaron su funcionamiento en Italia, España, Inglaterra y EE.UU. «Incluso se publicó un estudio holandés en el cual comprobaron la circulación del coronavirus en muestras de agua residuales tomadas antes de que se confirmara el primer caso de Holanda», contó Izaguirre.
Por otra parte el equipo de Mbayed -que trabajará con colegas de la Universidad Nacional de Salta, tiene una larga experiencia en este tipo de tareas. «Venimos trabajando en virología ambiental desde 2008, y lo hemos hecho con patógenos como norovirus, enterovirus y adenovirus, entre otros. O sea, el método funciona. Ahora tenemos que ajustarlo para SARS-CoV-2 que es un diferente a los virus que se caracterizan por su transmisión fecal-oral como -por ejemplo- los responsables de la hepatitis A».
El equipo no solo planea registrar la circulación viral sino también caracterizarlo. «Pensamos en secuenciarlo y saber si el virus en circulación sufre mutaciones. Si bien por ahora se sabe que su genoma es bastante estable, es importante hacer un seguimiento especialmente con muestras que circulan entre los asintomáticos y no solo -como pasó hasta ahora- hacer relevamientos genéticos usando hisopados de personas que ya tuvieron algún síntoma y llegaron al sistema de salud».
Mbayed contó que «ya estamos avanzando con los protocolos del trabajo y -si todo resulta bien- esperamos tener resultados preliminares para hacer este tipo de vigilancia epidemiológica dentro de un par de meses».
También en aguas superficiales
Aunque estas ideas están pensadas, en principio, para analizar líquidos cloacales al momento en que estos ingresan a las diferentes plantas depuradoras, también es posible hacer estos controles que buscan partículas virales de coronavirus en arroyos y cauces de zonas geográficas donde no hay cloacas y donde los desechos de este tenor terminan en pozos negros, zanjas y cauces de agua. «Estamos planeando hacer un proyecto piloto que incluya estudiar que pasa con este tema en una zona del arroyo San Franciso-Las Piedras, en la localidad de Almirante Brown, que atraviesa varios barrios y asentamientos sin cloacas», contó Irina Izaguirre del Ingeba. «También tenemos una colega que va a hacer muestreos en aguas superficiales de la zona de Junín, en provincia de Buenos Aires. E, incluso, podríamos comenzar a trabajar con muestras recogidas en algunas zonas de la cuenca del Riachuelo Matanza».