Las movidas y presiones en torno a la elección del presidente del BID han sido seguidas por AgendAR -por ejemplo, aquí y aquí. Pero el forcejeo diplomático ha ido creciendo y es ahora una cuestión importante para el hemisferio americano, norte y sur, y también un tema en el que políticos Demócratas cuestionan públicamente al candidato de su gobierno.
En esta nota reunimos y actualizamos la información, y recordamos que esto se resolverá, en un sentido o en el otro, en septiembre. Más de un mes antes de la elección en EE.UU.
El conflicto surge a la atención pública cuando se producen llamamientos en América Latina y en Europa para posponer la elección del nuevo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo.
La elección está programada para septiembre, pero hubo pedidos -de México, Chile, Costa Rica y Argentina- para posponer la votación hasta marzo, formalmente por complicaciones logísticas del coronavirus. La verdadera controversia está relacionada con la nominación de Mauricio Claver-Carone, por parte de la administración Trump, para encabezar el principal prestamista para el desarrollo de Latinoamérica.
Claver-Carone se convertiría en el primer no latinoamerican en liderar el banco con sede en Washington, alterando una distribución tácita de poder de larga data en la que el FMI está encabezado por un europeo y el Banco Mundial por alguien de Estados Unidos.
Brasil y Colombia se han comprometido a respaldar al nominado de EE.UU. Según las reglas de votación, Estados Unidos controla aproximadamente el 30%, Brasil tiene el 11% y Colombia el 3%.
Esta semana El Salvador y Haití co-nominaron a Claver-Carone, uniéndose a otros países, como Guyana, que también apoyan al nominado de Estados Unidos. Claver-Caron ahora cuenta con el apoyo de 17 de los 28 países miembros del banco.
Pero Argentina, México, Costa Rica y Chile tienen alrededor del 22% de los votos, y se necesita un quórum de al menos el 75% de las acciones con derecho a voto del banco para que la elección proceda. Con un poco de apoyo, podrían forzar un aplazamiento de la votación. Pero no tendrían los votos para imponer otro candidato.
En realidad, el objetivo de la oposición a Claver-Carone es demorar la votación hasta después del 3 de noviembre a la noche, cuando se empiecen a contar los votos en EE.UU.
El encargado de la política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, se manifestó a favor de un aplazamiento, aunque la UE no es miembro del BID y tiene un papel consultivo. Una larga lista de ex cancilleres de la región y expertos en relaciones internacionales se han sumado al llamado para aplazar, citando también preocupaciones sobre la legitimidad institucional. Y un nutrido grupo de ex presidentes, entre ellos el chileno Ricardo Lagos, los mexicanos Felipe Calderón y Vicente Fox, y el brasileño Fernando Henrique Cardoso se unieron al coro internacional pidiendo un retraso en la votación.
Claver-Carone, director senior de asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional, es conocido por sus posiciones duras sobre Cuba y las sanciones de Estados Unidos contra el gobierno de Venezuela. Tiene poca experiencia bancaria, y su nombramiento se considera parte del esfuerzo de Trump para poner a los estadounidenses a cargo de organizaciones internacionales clave.
La semana pasada, Claver-Carone acusó a la Argentina de «secuestrar» (hijack) la elección y advirtió que cualquier movimiento de una minoría de accionistas para retrasarla podría poner en peligro la capacidad del banco para recaudar fondos en el futuro.
En EE.UU. aparece una creciente disidencia hacia la nominación de Claver-Carone. El senador demócrata estadounidense Chris Murphy, miembro del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, dijo el lunes que estaba profundamente preocupado por la nominación de Claver-Carone por Trump para el período de cinco años poco antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre. Calificó la nominación como «una ruptura de un precedente que mantendría en su lugar durante media década a alguien que está potencialmente fuera de sintonía con la próxima administración y amenazaría la gobernanza y la eficacia del BID en el futuro».