Volviendo a la Pampa Azul

El barco oceanográfico ARA Austral, en su elemento

En un Especial de AgendAR: «ARGENTINA EN EL MAR», dijimos que la Argentina estuvo destinada desde que surge como una nación independiente, por su geografía y su comercio, a ser un país marítimo. Pero, salvo en pocos momentos de nuestra historia, habíamos renunciado a desarrollar las capacidades necesarias. También nos referimos este año a que el gobierno estaba pensando -justo antes que llegara la pandemia- en retomar uno de los esfuerzos más interesantes en esa dirección: el proyecto Pampa Azul.

2Ahora, la valiosa agencia TSS, de la Universidad Nacional de San Martín publica un reportaje al responsable de avanzar, pese a todo, con ese proyecto, vinculándolo al sector productivo y convocando a jóvenes estudiantes. Lo reproducimos aquí.

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«La idea de poner en valor a la “pampa azul” argentina tuvo su germen en la provincia de Chubut. El 2 de abril de 2013, la entonces presidenta (y actual vice), Cristina Fernández, viajó a Puerto Madryn para conmemorar el Día del Veterano de Malvinas. Antes de comenzar el acto, que tuvo como telón de fondo al Mar Argentino, el gobernador Martín Buzzi le comentó que estaban trabajando en una iniciativa para capitalizar mejor la investigación científica marítima que se realizaba en esa y otras ciudades costeras. Lo llamaban “el proyecto azul”. A la mandataria le pareció tan interesante que decidió ampliar la apuesta y el 21 de abril de 2014 anunció su lanzamiento para todo el territorio nacional.

“Ahí se condensó la iniciativa chubutense con la capacidad de Cristina de ver el impacto que podía tener para el país”, dice el biólogo Juan Emilio Sala, investigador del Centro Nacional Patagónico (CENPAT-CONICET) y coordinador del Consejo Asesor Científico del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCYT) en el marco de la iniciativa Pampa Azul que, tras un período de paralización, se relanzó este año.

La iniciativa articula la participación de siete ministerios: MINCYT; Agricultura, Ganadería, y Pesca; Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto; Turismo y Deportes; Defensa; Seguridad; y Ambiente y Desarrollo Sostenible. En julio de 2015, se sancionó la Ley PROMAR (N° 27.167), que estableció un financiamiento inicial de 250 millones de pesos para Pampa Azul. Sin embargo, la ley se reglamentó en 2016 y los fondos no llegaron.

En 2018, por ejemplo, solo se ejecutaron 7 millones de pesos para la iniciativa. De las 18 campañas oceanográficas pautadas, solo se hicieron 3. Los investigadores que trabajaban en la iniciativa tuvieron que suspender sus proyectos o tratar de sumarse a campañas realizadas por barcos de otras instituciones. Mientras tanto, los buques que se usaban para esas expediciones, como el “Puerto Deseado” y el “Austral”, no recibieron mantenimiento.

“Estamos reconstruyendo desde las cenizas porque los buques, así como están, no pueden salir al mar”, afirma Sala. “La primera vez que se va a cumplir con la aplicación de la ley será en el presupuesto del año que viene, ya que el MINCYT solicitó 285 millones de pesos para esta iniciativa. Eso se va a completar con los fondos que provea cada ministerio y los subsidios internacionales que vayamos consiguiendo”.

Buque Oceanográfico Puerto Deseado. Foto: Pampa Azul.

En la Argentina, hay una tradición importante en investigación marítima, aunque es menor en comparación con otros sectores que siempre fueron considerados estratégicos, como el agro. Una de las razones es el costo.

“Investigar en el mar es mucho más caro que investigar en tierra por la infraestructura que requiere. De todos modos, son varios los institutos que sostuvieron la investigación a través de los cambios de gobierno. El Pampa Azul, además de inyectar fondos, vino a articularlos y fijar un rumbo”, indica Sala. Algunos de esos centros son el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), el Instituto Argentino de Oceanografía (IADO-CONICET/UNS), el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET) y el CENPAT.

Cambio cultural

Los cimientos sobre los que se construyó la iniciativa fueron tres: generar conocimiento científico interdisciplinario sobre el mar argentino que aporte a su preservación y manejo sustentable; impulsar desarrollos tecnológicos para fortalecer las industrias vinculadas al mar; y promover en la sociedad argentina una mayor conciencia sobre el patrimonio marítimo. A través de esos ejes, se busca incrementar el porcentaje del PBI proveniente del mar, que actualmente es del 1,5%, para llevarlo a un 10% en 2035. “El cambio cultural también implica consumir más lo que pescamos y darle un valor agregado porque hoy el 90% se exporta sin procesar”, sostiene Sala.

Para esta nueva etapa del Pampa Azul, los integrantes del Consejo Asesor Científico consultaron a los ministerios qué necesitaban y armaron un plan de fortalecimiento para empezar a organizar las próximas campañas.

Al respecto, Sala enfatiza: “No queremos que la iniciativa se limite a buques que investigan el mar. También apuntamos a otros sectores que antes no estaban contemplados, como el de los pescadores artesanales, que forman parte de la vinculación con el sector productivo. Así que mientras reconstruimos lo material, también modificamos lo simbólico. Es un Pampa Azul 2.0”.

Por eso, sobre los tres ejes iniciales, trazaron los objetivos para el periodo 2020-2023. Entre ellos, se destaca la puesta a punto de los barcos, la expansión de la flota y la implementación de la Red ROMA (Observación y Monitoreo del Mar Argentino), que tendrá el objetivo de medir parámetros como temperatura, salinidad y pH a lo largo de toda la costa, para obtener datos que aporten información sobre procesos como el cambio climático.

Análisis de muestras marinas a bordo del buque Puerto Deseado. Foto: Alberto Piola.

Uno de los desafíos es lograr que las acciones propuestas impacten en las políticas públicas teniendo en cuenta diversas perspectivas, entre ellas, federal, ambiental, productiva, de género e inclusión social. Como son varias cuestiones a tener en cuenta y a veces los intereses pueden cruzarse, el espacio donde se debaten y resuelven es en el Comité Interministerial, integrado por representantes de las siete carteras involucradas.

Además, en las reuniones surgió la idea de invitar a un octavo ministerio, el de Educación. “La formación de recursos humanos es clave y nos faltan oceanógrafos, ingenieros pesqueros y abogados en derecho marítimo. Por eso, vamos a lanzar un sistema de becas de grado para estudiantes de carreras estratégicas para el Pampa Azul, con el objetivo de formarlos específicamente para que trabajen en la iniciativa”, explicó Sala.

Mientras comienzan a organizar los arreglos en los buques para volver a salir al mar, ya se definió cuál será el destino inicial. “La primera campaña que se estableció por interés de todos los ministerios va a ser al Agujero Azul, en el límite del Talud Continental. La Argentina tiene un fuerte interés en trabajar ahí porque es donde hoy está el candelero de la pesca ilegal del calamar. Estaba planificado para 2018 pero no se hizo. Así que estamos reflotando eso mientras trabajamos en las articulaciones necesarias para lograr un rápido impacto en el desarrollo productivo del país.»

VIAAgencia TSS - UNSAM - Nadia Luna