Reproducimos este extenso y estimulante artículo de Violeta Guitart y Germán Herrera Bartis para Misión Productiva:
«En la Argentina solo un 15% de las empresas industriales logra exportar. Como todas las empresas industriales grandes acceden a los mercados externos, esa proporción es aún menor en el segmento de las PyMEs. Sin embargo, frente a este cuadro general negativo existen algunas interesantes excepciones. Puede decirse que estas PyMEs nacionales exitosas pero poco conocidas constituyen nuestros campeones ocultos en materia de producción y exportaciones industriales.
Uno de los principales desafíos estructurales que enfrenta la economía argentina consiste en incrementar de forma significativa sus exportaciones. Es la única alternativa existente para que el país pueda conseguir de forma sostenible las divisas que necesita para crecer sin chocar una y otra vez con la célebre restricción externa, el obstáculo central que ha condicionado la expansión de la actividad económica local desde hace décadas.
Exportar más – sin encomendarse a un azar favorable en los términos de intercambio externo – involucra atender desafíos simultáneos en varios frentes. Uno de esos desafíos pasa por diseñar herramientas de política que permitan promover la internacionalización de la producción de nuestras PyMEs, lo cual a su vez requiere comprender las distintas realidades que conviven al interior de este universo heterogéneo de empresas.
(Un dato significativo es que) en muchas de las ramas de actividad caracterizadas por la presencia protagónica de pequeñas y medianas empresas – como las confecciones textiles, la elaboración de calzado o la fabricación de muebles – es virtualmente imposible identificar exportadores de cierta envergadura, por lo que la dependencia del mercado interno – y de los vaivenes del ciclo doméstico – es prácticamente total.
Sin embargo, frente a este cuadro general negativo existen algunas interesantes excepcionSin embargo, frente a este cuadro general negativo existen algunas interesantes excepciones.. Un examen cuidadoso de los datos del comercio exterior argentino permite identificar un conjunto de unas trescientas PyMEs de capitales nacionales que elaboran productos diferenciados en diferentes segmentos de la industria y que durante el último quinquenio alcanzaron exportaciones en un rango que varía entre los uno y medio y los veinticinco millones de dólares anuales.
Son empresas poco conocidas para el gran público y que están normalmente ausentes en el – a su vez limitado – debate sobre las estrategias para promover el desarrollo productivo nacional. Sin embargo, son empresas muy reconocidas en sus respectivos segmentos de actividad por ofrecer productos y servicios de alta calidad al punto de que, como se dijo, alcanzan de forma regular los mercados externos compitiendo exitosamente con firmas exportadoras de los países desarrollados.
Además de su buen desempeño exportador, este conjunto particular de PyMEs nacionales exhibe atributos dinámicos en materia innovadora (muchas de estas empresas tienen un departamento interno de I+D y un vínculo estrecho con el ecosistema nacional de CyT); asimismo, por sus características productivas y tecnológicas, estas empresas son demandantes intensivas de empleo calificado, por lo que tiende a pagar remuneraciones salariales superiores al promedio. Puede decirse –parafraseando al especialista alemán Hermann Simon– que estas PyMEs nacionales exitosas pero poco conocidas constituyen nuestros campeones ocultos en materia de producción y exportaciones industriales.
En el marco de un trabajo conjunto entre la Secretaría de la Pequeña y Mediana Empresa y los Emprendedores y el Consejo para el Cambio Estructural (CCE) del Ministerio de Desarrollo Productivo, se realizaron durante el año pasado una serie de entrevistas en profundidad a los dueños y principales cuadros gerenciales de estas firmas. En este artículo analizamos las circunstancias que rodean a este segmento atípico de PyMEs industriales locales que nadan a contracorriente de la tendencia general y llevan al mundo productos argentinos de alto valor agregado.
Esta línea de trabajo fue concebida e iniciada hace ya varios años por Jorge Schvarzer, uno de expertos más lúcidos y comprometidos con el estudio de la industria argentina, quien consideró relevante analizar en detalle los determinantes del crecimiento acelerado de las exportaciones de manufacturas de origen industrial observado en el período 2003-2011. A partir de ese estímulo, Tavosnanska et al. (2011) elaboraron un análisis que identificaba un conjunto de empresas industriales exportadoras dinámicas en el país, analizaba sus características y revelaba la existencia de un espacio para avanzar en una sustitución selectiva de importaciones. Nuestro escrito tiene la intención de continuar el camino trazado por estos precedentes.
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Las PyMEs exportadoras entrevistadas presentan un perfil sectorial variado: desde alimentos elaborados y bebidas – incluyendo vinos, golosinas y otros preparados – hasta medicamentos de uso humano y veterinario, pasando por la fabricación de autopartes, maquinaria agrícola, insumos diversos, equipamiento médico y distintos segmentos de bienes de capital. Tampoco es homogénea la antigüedad de estas empresas, aunque una parte sustancial de ellas iniciaron su actividad hace varias décadas, durante el viejo modelo de la ISI, y lograron sobrevivir al profundo proceso de desindustrialización que se inició a mediados de la década de 1970 en la Argentina.
Más allá de las particularidades y los desafíos que caracterizan a cada una de estas empresas, surgen de las entrevistas realizadas dos grandes problemáticas que se distinguen por sobre el resto. La primera en orden Más allá de las particularidades y los desafíos que caracterizan a cada una de estas empresas, surgen de las entrevistas realizadas dos grandes problemáticas que se distinguen por sobre el resto. La primera en orden de importancia tiene que ver con las dificultades de acceso al financiamiento.
En efecto, y pese a que estas empresas reflejan en sus balances una posición mucho más sólida que la enfrentada por el grueso de las PyMEs nacionales, ocho de cada diez PyMEs exportadoras dinámicas consultadas afirmaron tener necesidades no cubiertas de acceso al crédito. Cerca de un tercio expresó que esas necesidades crediticias tenían como objetivo llevar a cabo proyectos de inversión para construir una nueva planta (o ampliar la existente y equiparla con bienes de capital más modernos) a fin de escalar en volumen o incorporar nuevas líneas productivas.
Asimismo, una cuarta parte de las empresas manifestó necesitar mayores fondos para capital de trabajo y/o prefinanciación de sus exportaciones. Finalmente, una de cada cinco dijo que, de acceder a las condiciones de financiamiento adecuado, avanzaría en la apertura – o el fortalecimiento – de filiales comerciales y de servicios posventa en el exterior como forma de promover sus exportaciones y facilitar el vínculo con sus clientes.
Además de la escasez de financiamiento productivo, un segundo factor señalado en forma repetida por los entrevistados apuntó a las demoras, obstáculos y dificultades operativas que supone para una PyME lidiar con el complejo –y cambiante– entramado de disposiciones y normativas públicas vinculadas a la regulación del comercio exterior. En ese sentido, un tercio de los consultados manifestó que la demora en la aprobación de las importaciones solicitadas por la empresa representaba un problema grave para su normal abastecimiento de insumos.
Otro aspecto mencionado repetidamente fue la insuficiencia de los plazos máximos dispuestos por el BCRA para la operatoria comercial externa, tanto en lo que hace a los anticipos de giros al exterior para comprar insumos, afectando la relación con proveedores en muchos casos históricos, como en lo referido a la liquidación de divisas una vez producida la exportación; esto último afecta particularmente a las empresas exportadoras de bienes de capital, ya que la provisión internacional de este tipo de bienes normalmente incluye el servicio asociado de montaje, prueba y calibración de los equipos en destino, lo cual alarga los plazos de pago por parte del cliente. Finalmente, también surgió de forma reiterada las demoras excesivas en efectivizar los reintegros fiscales y en los procedimientos operativos aduaneros, en especial en la Aduana de Buenos Aires (según muchos entrevistados, este factor de “anti-competitividad logística” atenta contra la posibilidad de efectivizar ciertos tratos comerciales, en particular cuando el cliente exige precisiones sobre los plazos y la regularidad en la provisión de mercadería).
Asimismo, resulta interesante observar que, a diferencia de este conjunto definido de problemas, cuando se consultó por otros obstáculos que afrontan habitualmente las PyMEs en sus intentos de internacionalización comercial – y que para la mayoría de ellas constituyen impedimentos virtualmente infranqueables – no fueron señalados por los empresarios de este segmento exportador dinámico como trabas gravitantes, al menos no en un grado tal que no pudieran ser zanjadas exitosamente por las propias estrategias de las empresas. Se incluyen aquí muchas de las barreras de ingreso que presentan los mercados externos, tales como las acciones necesarias de inteligencia comercial en destino, las certificaciones y homologaciones, el cumplimiento de normas de calidad y los desafíos de logística y distribución; tampoco fueron señalados como un problema, en un plano interno, los desafíos de índole tecnológica que rodean a los procesos productivos; y, finalmente, tampoco se identificó como un riesgo relevante el escenario potencial de una demanda internacional limitada o decreciente (la excepción a este último punto lo constituyen las bodegas vitivinícolas contactadas, las cuales mencionaron que el “boom” que supuso durante años la instalación internacional de la marca país y, en particular, de la variedad Malbec para la exportación de vino argentino estaba llegando a su fin).
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En esta nota pusimos el foco en un activo estratégico relevante pero por mucho tiempo desatendido con el que cuenta la economía argentina. Se trata de un conjunto de unas trescientas PyMEs industriales, muchas de ellas sobrevivientes de uno de los procesos de desindustrialización regresiva más profundos del mundo, que elaboran bienes diferenciados de distintos rubros, invierten de forma sistemática en I+D y tienen una probada capacidad en materia exportadora.
Sin embargo este activo estratégico ha permanecido hasta ahora hace unos meses en buena medida velado o latente, dado que no ha sido objeto específico de ninguna línea de política de promoción productiva. La consolidación, fortalecimiento y eventual escalado de este núcleo de “PyMEs campeonas ocultas” constituye una oportunidad significativa para acrecentar las capacidades tecnoproductivas de nuestra trama industrial y potenciar las exportaciones de productos de alto valor agregado.
Varios países – Alemania, España y Brasil, entre otros – cuentan con políticas específicas orientadas a potenciar a este tipo de PyMEs atípicas a partir de aspectos tales como la profesionalización de su gestión gerencial, la profundización de sus estrategias de internacionalización y la digitalización de sus procesos de producción y comercialización.
Por las particularidades que la economía argentina le impone a sus actores productivos – que incluyen no solo una muy elevada volatilidad macroeconómica y una insuficiencia endémica de acceso al crédito de largo plazo sino también un nutrido abanico de complejidades regulatorias en las operaciones de comercio exterior – resulta justificado avanzar en un programa público de financiamiento blando de largo plazo y asistencia técnica dirigido a este sector específico de PyMEs industriales dinámicas que ya han demostrado su talento y capacidad para competir globalmente.
Si la Argentina apuesta a promover sus exportaciones no tradicionales a fin de relajar su limitación estructural en materia de divisas existe aquí un espacio de trabajo para la política productiva que no debería ser desatendido.
En este sentido, como resultado del relevamiento realizado por la SEPYME y el CCE, el Ministerio de Desarrollo Productivo y la Cancillería están impulsando acciones de capacitación, asistencia técnica, líneas de financiamiento, y herramientas de promoción y gestión comercial orientadas a apoyar el salto exportador de nuestras PyMES industriales dinámicas.
En tal sentido, el Secretario PyME, Guillermo Merediz, ha señalado en dichos encuentros que el fortalecimiento de estas empresas se transformó en uno de los ejes centrales de su gestión. Hasta donde sabemos, es la primera vez que desde la política pública nacional se definen instrumentos de promoción focalizados específicamente en este segmento estratégico de nuestra trama productiva.»