Julián Blejmar, graduado en Comunicación y Economía por la UBA y la FLACSO, describe en esta columna de opinión con dureza y realismo una paradoja de nuestro país: los ingresos por las exportaciones crecen, pero las reservas, la disponibilidad de divisas, baja. En un breve comentario al final, señalamos una causa estructural de ese drenaje.
«Desde inicios del gobierno de Alberto Fernández se combinaron dos factores que llevaron a que el superávit en la balanza comercial -es decir el saldo positivo al restar nuestras importaciones de nuestras exportaciones- alcanzará el récord de 24.323 millones de dólares.
Uno de estos factores fue el precio internacional de las materias primas, principal producto de exportación argentino, que incluso antes de la guerra subió en promedio un 30 por ciento a causa de la devaluación del dólar provocada por la política monetaria de los estados para enfrentar la pandemia. A ello se le sumó un balance, en los dos años, de menor crecimiento en las importaciones, a causa de la caída de la producción y el consumo derivado, tanto de la pandemia, como de la recesión en que dejó al país la alianza Cambiemos.
La diferencia récord podría haber significado un genuino crecimiento de las reservas internacionales, pero durante los primeros dos años del actual gobierno cayeron mientras que la tendencia al drenaje de divisas no se detuvo durante el primer bimestre de este año.
Estas conclusiones se desprenden del último informe del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE), integrado por economistas ligados a la Universidad Nacional de Rosario (UNR), en el que se señala que, en enero y febrero de 2022, la balanza comercial implicó un ingreso neto de 695 millones de dólares, pero más de la totalidad de ese saldo fue consumida por el sector privado, tanto para pagar intereses como para reducir su deuda externa que, incluso señala el mismo informe, en muchas ocasiones se trata en rigor de deuda intrafirma.
Así, el 2022 comenzó reproduciendo lo experimentado tanto en 2021 como en 2020, cuando el superávit comercial fue utilizado en cerca de un 70 por ciento, según se deprende del último informe del Centro CIFRA de la CTA, por firmas privadas para saldar sus vencimientos de capital e intereses.
Reservas internacionales del BCRA, en millones de dólares
De hecho, este mismo Centro concluía a fines del año pasado que “pese a la bonanza de las exportaciones durante el gobierno del Frente de Todos, las reservas internacionales se redujeron en 2.000 millones de dólares, con un crecimiento en 2021 de apenas 3.400 millones”. Desde MATE plantean en este sentido, en su informe de esta semana, que “el problema de fondo, persiste: el país no logra contener las divisas que genera su comercio exterior. Si no se van por pagos de deuda del sector público, se van por fuga y desendeudamiento del sector privado”.
De hecho, utilizando como método de análisis el balance cambiario en lugar del balance de pagos, desde MATE sostienen que desde los inicios del actual gobierno, el saldo de bienes por 28.000 millones de dólares fue consumido en su totalidad por el déficit de servicios por 8.000 millones de dólares, así como por deuda del sector público y deuda del sector privado junto a fuga de capitales, que, en el caso de estos dos últimos ítems, totalizaron 17.000 millones de dólares.»
“Restricción eterna” era la frase que acuñó el célebre Aldo Ferrer para referirse a la condición estructural argentina de falta de dólares, debido a que las necesidades de divisas para atesoramiento, industria, turismo emisivo, y de pago de deuda externa, son mayores a los dólares que puede generar el país, fundamentalmente a través de la exportación de sus productos primarios.
Hoy, cuando se mantienen las restricciones impuestas desde el gobierno de la alianza Cambiemos para el acceso a dólares de gran parte de los ciudadanos, y el superávit comercial bate records, la falta de divisas se mantiene, con la particularidad de que se explica mayormente por grandes firmas privadas a las que se les permite un “seguro de cambio” de acceso con bajas restricciones a dólares con las menores cotizaciones del mercado, para abonar deudas que en muchos casos es incluso intrafirmas.
Principales componentes de la variación de reservas en el bimestre enero-febrero 2022:
Comentario de AgendAR:
La «formación de activos externos», como se denomina técnicamente en los balances del Banco Central, o «fuga de capitales», como se llama en el lenguaje común, es un fenómeno que lleva muchas décadas en nuestro país. En el plano individual, los departamentos en Punta del Este que crecieron en la década de 1950, muestran continuidad con las inversiones en Miami que empiezan a crecer en la de 1990.
Pero los los gastos en el exterior de individuos no son, ni de lejos, el factor más importante. En la economía moderna, los grandes capitales pertenecen a sociedades con sedes en diversos países, o a fondos de inversión. Y «fuga de capitales» es el nombre que refleja muy bien las consecuencias, pero crea una imagen engañosa: que se trata de movimientos clandestinos. En realidad, son fondos propios que se trasladan con el clic de mouse, y se registran como transferencias bancarias habituales.
Pero hay un elemento de nuestra realidad actual que agrava mucho el problema: la alta «brecha cambiaria». Es un fuerte incentivo para que el importador sobrefacture, y el exportador subfacture, para quedarse con divisas «en negro», que las pueden vender mucho más caro que los pesos que le cambia el BCRA. O dejarlos depositados en el exterior.
Pero aún dejando de lado lo delictivo, hay otro problema al que Blejmar alude con indignación: «grandes firmas privadas a las que se les permite un “seguro de cambio” de acceso con bajas restricciones a dólares con las menores cotizaciones del mercado«. Las «menores cotizaciones» son las del dólar oficial, el legal, en conraposición al «dólar blue».
¿Está el condiciones el gobierno, el Estado, de controlar cada compra, cada pago al exterior, y decidir si es una decisión de negocios acertada o no? Lo dudamos. Pero, atención, somos conscientes que hoy esa «brecha cambiaria» es ineludible. Ir a un mercado libre, como intentó hacer el gobierno de Macri a los pocos días de asumir -y luego terminó imponiendo restricciones- hoy implicaría una devaluación gigantesca, que destruiría el aparato productivo y la economía de las familias.
No hay respuestas fáciles.