La educación, la brecha cambiaria y el desarrollo argentino

Estamos reproduciendo, por partes, una larga entrevista que le hizo la periodista Luciana Vázquez al matemático y empresario -en el área de las finanzas- Sebastián Ceria, con sede en Nueva York. El reportaje tomó la forma de un debate sobre las posibilidades argentinas en el que -curiosamente, o no tanto- la periodista (de La Nación) toma el papel de escéptica y el empresario de optimista.

La 1ra. parte de la entrevista está aquí.

-Pero la cantidad de chicos que hoy termina en secundario con conocimientos de calidad en tiempo y forma es el 16% en Argentina, de un secundario del que egresa la mitad de los que ingresaron. Usted, en cambio, fue a una escuela secundaria muy competitiva, como el ILSE, que tiene examen de ingreso.

-En mi época no había examen de ingreso.

-Pero de todas formas es una secundaria muy exigente. Casos como el suyo son excepciones dentro de una Argentina que tiene un destino común muchísimo más complicado en términos educativos, por ejemplo.

-En EEUU, un país que admiro muchísimo, si tomás la media de la escuela secundaria de EEUU, te diría que es mala o muy mala.

-De acuerdo con las pruebas internacionales PISA, es mejor que la argentina.

-Podría ser. Tiene que ver con un montón de parámetros. No soy un experto en educación como para juzgar eso pero te diría que este tema de la desigualdad educativa existe en muchos lugares del mundo, existe mucho menos en Singapur, en Holanda y Suecia que en EEUU pero existe en otros lugares. No creo que eso sea el impedimento. Esto es un proceso difícil. El proceso de desarrollo lleva su tiempo. Está claro que nos ha ido mal. Soy muy optimista sobre el futuro pero está claro que en el pasado no nos ha ido bien. Pero tenemos que entender que no es fácil desarrollarse como país. Los países que han logrado desarrollarse son muy pocos y lo han logrado en condiciones distintas. La cuestión es si la Argentina lo puede hacer mirando a futuro o no. Y en cuanto a la educación o en cuanto a lo que pasó, hoy nosotros contratamos alumnos de la facultad de Ciencias Exactas y Naturales donde la formación continúa siendo excelente. ¿Es suficiente? Quizás no pero tené en cuenta que en los últimos tres años hemos duplicado la cantidad de gente que entra a carreras de informática en el país: hemos pasado de 20 mil a 40 mil. Es un progreso. Es un proceso que lleva su tiempo pero estamos en el camino correcto. ¿Y por qué? Porque hemos tenido una política de Estado que nos ayuda a acompañar ese proceso de creación de recursos humanos. No lo hicimos antes y esperamos después. No creo que eso sea posible. Creo que Emiliano (Kargieman) no está en lo correcto al decir que tendríamos que tener toda esta gente para que puedan venir los Satellogic. Eso es una evolución. Eso nos toca como país en vías de desarrollo.

La macro y la brecha cambiaria

-La política de Estado a la que se refiere es la Ley de Software y la Ley de Conocimiento. Ahora, el gran problema que señala el sector de software tiene que ver con la macroeconomía argentina, puntualmente el tipo de cambio y la brecha entre el dólar oficial y los otros dólares paralelos. ¿Cómo se balancea esa idea de que hay una política de Estado que permite el desarrollo del sector del software y de la economía del conocimiento con una macroeconomía que tiene tal nivel de problemas y cuando no parecen tomarse las medidas necesarias para corregirlas?

-No soy economista y no voy a hablar mucho de macroeconomía. Para mí, la brecha no es un problema en el sentido de que mi empresa sigue contratando gente aquí en la Argentina. Está claro que crea un problema que tiene que ver con la informalidad. Hay un problema, hay un cambio fundamental en este mundo que es el tema de la movilidad del trabajo: con la virtualidad, muchas empresas que requerían que la gente estuviera en la oficina, hoy no lo requieren. Eso ocurre particularmente en las áreas que tienen que ver con las ciencias del conocimiento. Esto es un problema mundial. Me pasa en mi compañía en Nueva York, en Londres, en Hong Kong; me pasa en todos los lugares del mundo donde yo tengo oficinas: compito con gente que ofrece a mis empleados condiciones de trabajo muchísimo más flexibles. En la Argentina, ocurre eso y, además, tenés el agravante de trabajar por un dólar en el exterior. El Gobierno está tratando de hacer algunas cosas con dólares diferenciales: es un problema que hay que tratar de resolver. Lo que tenemos que pensar es que está clarísimo que la Argentina necesita generar dólares. Para mí, la restricción externa es un problema clave. A la Argentina le faltan dólares; los dólares se consumen de distintas maneras y no hay suficientes dólares para todo lo que uno quiera hacer.

-Hay otro cálculo, y otra manera de ver esa cuestión, que dice que los argentinos tienen en el colchón 245 mil millones de dólares. Es decir que la restricción externa no es tal sino que hay una restricción interna dada por la política económica que desmotiva a la hora de invertir esos dólares y a confiar en el país.

-Ahí hay dos cuestiones importantes. La primera, hay que diferenciar flujo de stock. La Argentina tiene stock de dólares, perdón, los argentinos tienen stock de dólares, que no es lo mismo que decir que la Argentina tiene stock de dólares. Eso quiere decir que los tienen en los lugares equivocados, entre comillas, debajo del colchón o en la caja de seguridad en lugar de tenerlos en el sistema bancario.

-Usted dice lugares “equivocados” pero podrían ser lugares racionales porque el sistema bancario ofrece poca garantías.

-Sea lo uno o sea lo otro pero los dólares están en el lugar equivocado. No deberían estar ahí. Es un tema de stock, es decir que la Argentina quizás tiene dólares para invertir. Pero el tema de la restricción externa es una cuestión de flujo, que se resuelve aumentando las exportaciones. Tenemos que buscar maneras de aumentar las exportaciones en la Argentina. ¿Cuál es la buena noticia? El mundo está pidiendo lo que la Argentina tiene para ofrecer. No creo que los recursos naturales sean la solución a largo plazo pero sí nos dan un puente fenomenal para duplicar nuestras exportaciones. Y si duplicamos nuestras exportaciones, la restricción externa desaparece y con ella, desaparece, la brecha cambiaria. Es decir, no se puede solucionar el problema mañana pero se puede solucionar a mediano y largo plazo.

¿Hay lugar para el optimismo?

-El agro, uno de los sectores que más pesa en términos de divisas, aportó 11.000 millones de dólares más en el último año respecto del año anterior y, sin embargo, la Argentina no aprovechó esa diferencia marginal tan positiva. Y así ha venido sucediendo históricamente. Ahí parece haber una cuestión vinculada con la política. Usted suele subrayar su optimismo en relación a la Argentina. ¿En qué se basa ese optimismo con una historia argentina, poniendo el foco en el tiempo transcurrido desde el regreso a la democracia, que muestra que, comparado con la región, en este país se han generado nuevas deudas? Fundar, la organización que usted creó, hizo un trabajo de investigación comparando el gasto social de Brasil, Chile, Uruguay y Argentina y cuánto habían logrado reducir la pobreza medida en dólares gastado por día. Argentina es el segundo país que más gasta después de Brasil: el 11% del PBI se va en gasto social y sin embargo, duplica o triplica la pobreza de Chile y Uruguay. Más allá de su optimismo, hay algo que no está funcionando. ¿En qué se basa su optimismo si, con los datos de Fundar sobre la mesa, el resultado es tan negativo?

-La pregunta es: ¿qué hace uno con la información? Mi filosofía siempre fue aprender y pensar en un futuro quizás distinto. Por eso creé Fundar; no lo hice porque soy un depresivo que sabe que a la Argentina le va a ir mal. Por el contrario, veo suficientes elementos positivos pero veo una falta de políticas de Estado que continúen en el tiempo y se mantengan a través de los gobiernos, que son esenciales. Al principio, hablamos de los recursos humanos. Yo veo recursos humanos de diversos países del mundo, he tenido reuniones de negocios con ellos, los he contratado: dentro de Qontigo trabaja gente de todo el mundo. Hay un gran número de nacionalidades. No tenemos nada que envidiarles.

-Pero se está refiriendo a argentinos de clase media que logran una ubicación muy destacada. No es la Argentina. Es parte de Argentina pero no es una radiografía de toda la Argentina.

-Es una parte de la Argentina. Es como decir que EEUU es Nueva York. EEUU es muchas cosas distintas, con gente muy distinta. Tenemos los recursos humanos. Están bien utilizados, mal utilizados, los podemos utilizar mejor. Nosotros creemos que seguramente los podemos utilizar mejor y creo que los argentinos tienen una gran potencialidad. Soy optimista en ese sentido porque si no empezás con buenos recursos humanos, vas mal. Esto viene de la educación pública, viene de años, lo que quieras, pero está, existe. No sé si tiene que ver con la formación que recibimos durante tantos años o con la cintura que desarrollamos por lidiar con todas las dificultades. Pero eso está y se conserva; no creo que estén disminuyendo con el tiempo.

(Continuará mañana)

VIALa Nación - Luciana Vázquez