El ministerio de Ciencia, junto con el CONICET, la empresa Bioceres, y la Universidad Nacional del Litoral, anunciaron ayer que se recibió la aprobación regulatoria por parte del Ministerio de Agricultura, de la tecnología HB4® para el cultivo de trigo, una tecnología de tolerancia a sequía única a nivel mundial.
El comunicado destaca que esta tecnología está desarrollada por un grupo de biólogos moleculares e investigadores argentinos, liderados por la investigadora Dra. Raquel Chan, Directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL), perteneciente a la UNL y al CONICET, en alianza con la empresa argentina de biotecnología agrícola Bioceres: «La tecnología HB4 permite obtener semillas más tolerantes a la sequía, minimizando las pérdidas de producción, mejorar la capacidad de adaptación de las plantas a situaciones de estrés hídrico y dar mayor previsibilidad a los rindes por hectárea».
La comercialización de trigo HB4 en Argentina quedó condicionada a la aprobación por parte de Brasil, país que es el principal importador.
Esta tecnología, pionera a nivel mundial, es el resultado de una colaboración público-privada de más de 15 años entre la empresa y el grupo de investigación liderado por Raquel Chan, responsable del descubrimiento. Las variedades de trigo HB4 son desarrolladas por TrigallGenetics, un joint-venture entre Bioceres y FlorimondDesprez de Francia, una de las empresas líderes a nivel mundial en genética de trigo.
El ministro de Ciencia, Roberto Salvarezza, felicitó a los autores del avance. “Es un largo camino y un largo desarrollo donde se sintetiza este concepto de la necesidad de que cuando uno quiere llevar un desarrollo científico básico al mercado y a la producción tiene que recorrer la alianza publico privada, y es un camino que a la Argentina le ha costado transitar pero que la pandemia ha acelerado” y agregó que “estos mecanismos son los que realmente permiten que nuestro país sea competitivo porque le agrega valor y conocimiento a nuestros productos”. Asimismo, detalló que “si algo ha marcado esta pandemia es la necesidad de tener un sistema científico tecnológico consolidado para dar respuestas”.
Raquel Chan destacó: “Este desarrollo es la culminación de un largo recorrido en el que trabajamos codo a codo con la empresa Bioceres y en el que logramos priorizar los intereses del país para generar algo que va a ser pionero a nivel mundial”.
El CEO de Bioceres, Federico Trucco dijo: «Hoy Argentina se animó a liderar este proceso de transformación tecnológica a nivel internacional, llevando la ciencia argentina a lo más alto del mundo en la biotecnología agrícola”.
Trucco destacó el «trabajo colaborativo» con el sector público, y también con los socios franceses y la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) y la Asociación Argentina de Semilleros (ASA), «que nos apoyaron desde el comienzo». Insistió que se comercializará una vez que lo apruebe Brasil, y remarcó la importancia que en el país se avance en una nueva ley de semillas que reconozca la propiedad intelectual y permita capturar el valor de la tecnología.
La decisión de la autoridad regulatoria argentina se da luego de varios años de estudios experimentales que llevaron a la conclusión científica de la Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA) que no aumenta los riesgos inherentes al cultivo convencional. En tanto el SENASA concluyo que el presente trigo HB4 es inocuo para la alimentación humana y animal.
Desde AgendAR aplaudimos este paso en un largo camino -lo venimos siguiendo desde hace dos años, comenzó mucho antes, y aún no terminó.
El cambio climático en la llanura chacopampeana -y en otras ecorregiones agrícolas del mundo- se expresa en recrudecimiento en gravedad y frecuencia de los bandazos entre sequía e inundación, y en mayores y más duraderas olas de calor. Éstas agravan el stress hídrico de las plantas al acelerar su evapotranspiración.
La sequía de 2017/2018 al país le costó pérdidas de cosechas por U$ 7000 millones. Las plantas recombinantes de Bioceres han penado 14 años por el Ministerio de Agricultura a través de muchas administraciones diferentes, y recién ahora van saliendo de ese exilio burocrático. De haber sido aprobadas antes, las pérdidas de la última seca habrían sido mucho menores. ¿Cuánto? Probablemente no con ésta sequía, pero sí con la próxima, lo podremos poner en números.
¿Y cuánta lucro potencial está perdiendo la Argentina por no licenciar estas patentes biotecnológicas? ¿O estamos esperando que expiren y que las grandes empresas globales de biociencias las puedan copiar gratis?
Agricultura aprueba eventos transgénicos a toda velocidad… si vienen aprobados por las multinacionales. Ante patentes generadas por el sector científico argentino, se pone a temblar y se amparan en que si hacen su trabajo, serán atacados por los ecologistas. Mientras nos tomamos 14 años para demostrar que los genes de regulación hídrica del girasol (los famosos HB4) cuando se ponen en otras plantas no se comen a los chicos ni agravan el agujero de ozono, aquí cada seca deja un tendal de quiebras entre los productores.
Subrayamos que la habilitación comercial del trigo HB4, es decir su despliegue a campo, está sujeta a la aprobación de las autoridades brasileñas. En fútbol, esto es haber llegado al área chica y tirar la pelota a la tribuna. ¿Nuestro estado necesita la autorización de otro estado para una decisión soberana? ¿Y tiene que ser una autorización de ese estado? ¿Solamente se consume trigo en Brasil?
En términos duramente económicos, las patentes sobre el trigo, la soja y la alfalfa resistentes a la sequía de Bioceres son, sin discusión posible, el producto más valioso de la investigación argentina en toda su historia. Se lo está desaprovechando. Sería hora de que el país se entere.