El gobierno argentino, como todos los gobiernos del planeta, está negociando con todos los posibles proveedores de vacunas aprobadas contra el covid. Especialmente ahora, que las dificultades de la provisión de productos biológicos complejos de los que hace un año nadie tenía la menor idea, se han hecho evidentes.
China se ha planteado instalarse como un taller global también de vacunas, y es lógico que se negocie con sus compañías. Pero es importante señalar que el gobierno argentino empezó a negociar con las firmas chinas ya en diciembre, y que ha tratado de llevarlas adelante en el más alto nivel.
El presidente Alberto Fernández está negociando con con el país que conduce Xi Jinping la compra inmediata de un millón de dosis de vacunas contra el covid. Porque como el precio resulta muy caro (cuestan el doble que la Sputnik V) la opción -ya planteada, casi acordada- de compra de un total de 30 millones de dosis está sujeta a una negociación. Se afirma que el contrato por el primer millón ya está firmado por Argentina a la espera de la rúbrica de las autoridades orientales.
La negociación por la compra de la vacuna Sinopharm no es sencilla, como ninguna en ningún país del mundo en medio de una pandemia. AgendAR informó a fines de diciembre sobre una llamada de Fernández a Xi, y su intención de llegar a un acuerdo de Estado a Estado. Durante todo el mes de enero, las comunicaciones por escrito, incluidas marchas y contramarchas respecto de las condiciones de compra fueron una constante entre ambos gobiernos.
Hasta anoche, el hecho es que el gobierno argentino acepta adquirir un millón de vacunas a entregar antes del 15 de febrero a un valor de 30 dólares la dosis. Este lunes China ya tenía la copia del contrato argentino para ser firmado por las autoridades de ese país. La opción de compra de un total de treinta millones de dosis está sujeta a una aprobación posterior.
La vacuna de Sinopharm:
Ha sido desarrollada por el Grupo Nacional Biotec de China, CNBG (China National Biotec Group), afiliado al laboratorio público Sinopharm, en colaboración con el Instituto de Productos Biológicos de Beijing (BIBP).
Ya en octubre del año pasado, se informó que el director del Centro de Desarrollo de Ciencia y Tecnología de la Comisión Nacional de Sanidad, Zheng Zhongwei, había dicho que ofrecía «seguridad y tolerancia», tras un ensayo clínico en el que participaron 60.000 personas.
Como informó AgendAR a fines de diciembre, Sinopharm ya había hecho un trial argentino de fase III con 3.000 casos que incluía mayores de 60 años, y el gobierno argentino tuvo acceso a esos resultados. Muy fiables, además, porque el grupo control era del 50%, en lugar del 25% de los testeos de otras vacunas.
La Sinopharm es una vacuna a virus entero inactivado, como la vieja vacuna Salk contra la poliomielitis. Al presentar todos los antígenos del SARS CoV2 como desafío, puede producir una respuesta inmune mucho más rica en tipos de anticuerpos y clones de linfocitos B y T8 que las basadas en un único antígeno viral.
Éstas últimas son las que emplean carriers adenovirales de genes Spike. Es la tecnología de las dos vacunas que Argentina ya tiene contratadas (AstraZeneca y Sputnik V).
La vacuna de Sinopharm podría ser una excelente alternativa frente a una pandemia con mutaciones imprevisibles, y por su relativa sencillez, estimamos que sería muy fácil de fabricar aquí, si en estas negociaciones nuestro gobierno obtuviera la licencia china.
Actualmente en Argentina se está realizando un ensayo clínico en fase 3 para evaluar su inmunogenicidad (capacidad de activar el sistema inmune) y su seguridad. Participan unos 3.000 voluntarios de entre 18 y 85 años, que no hayan tenido el virus y que estén en buen estado de salud.
Es un estudio controlado con placebo (sustancia inerte), aleatorizado (recibir la vacuna o el placebo dependerá del azar) y de doble ciego (ni la persona voluntaria ni el equipo investigador saben si recibió la vacuna o el placebo). A cada voluntario le aplican dos dosis de vacuna o placebo, con un intervalo de 21 días.
Este ensayo clínico es organizado por la Fundación Huésped, encabezado por su director científico, el infectólogo Pedro Cahn. Se está realizando en tres de los centros de Vacunar, con el apoyo de Laboratorios Elea.
En simultáneo con Argentina, la vacuna está cursando distintos estudios clínicos multicéntricos internacionales. Los países participantes son Emiratos Árabes Unidos (que la aprobó a comienzos de diciembre), Baréin, Marruecos, Pakistán, Serbia, Jordania y el latinoamericano Perú.
Un acuerdo similar al que estaría cerrando Argentina habría logrado Perú, el otro país de la región en el que se aplicará esta vacuna. Según información del gobierno local, en los próximos días llegará el primer millón de dosis, en el marco de un acuerdo que involucra 38 millones.
Según lo difundido por Fundación Huésped, en los estudios de fase 1 y 2 más de 800 personas voluntarias fueron vacunadas “con buenos resultados preliminares y sin efectos adversos serios”, que se limitan a dolor en el sitio de inyección y fiebre de corta duración.
La vacuna ya se está aplicando en China. En los últimos meses ya se han administrado en el país asiático al menos 4,5 millones de dosis, dijeron las autoridades.
El 30 de diciembre, China otorgó una aprobación “condicional” para au comercialización. Así, esta vacuna, que ya había recibido la autorización para su uso de emergencia a mediados de año, se convirtió en la primera en salir al mercado comercial chino con este estatus.
La empresa estatal china informó que la vacuna tiene una tasa de eficacia del 79,34% contra el Covid-19, de acuerdo con los resultados provisionales de la fase 3 de ensayos clínicos, que se publicaron en la revista The Lancet.
Además, se informó que la vacuna demostró ser efectiva contra las nuevas variantes del virus –como la de origen británico- según afirmó uno de sus creadores, Yang Xiaoming, presidente del laboratorio público CNBG. «La actual mutación del virus del Covid-19 no hizo que la vacuna sea ineficaz», afirmó.