Los ataques a la cuarta central nuclear argentina y la posición de AgendAR:
Era previsible y, seguramente, también inevitable. Hay motivaciones políticas: el año próximo hay elecciones presidenciales, y todos los temas ya son, de algún modo, parte de la campaña. Hay intereses económicos: la era de los combustibles fósiles está llegando a su fin, pero todavía faltan décadas para que sean reemplazados por completo, y las petroleras lucharán con garras y dientes -como lo han hecho por más de un siglo y medio- por cada mercado.
Y hay también razones de política internacional. Algunas cancillerías siempre han visto con prevención el desarrollo nuclear argentino. Que ahora sumemos una central con participación decisiva de China…
Entonces, está claro que Atucha III va a ser cuestionada, y atacada, hasta que la electricidad que va a producir se incorpore a la red. Posiblemente, también después.
Lo que llama la atención es que el ataque haya comenzado tan rápido y con tanta apariencia de coordinación. Como si el coordinador estuviera apurado.
Porque ayer mismo, dos conspicuos miembros del exclusivo club de ex Secretarios de Energía publicó cada uno su columna de opinión en dos conspicuos medios, cuestionando la decisión de construir Atucha III.
En Clarín, el ingeniero Emilio Apud fue terminante: Atucha III, otro despropósito. En La Nación, Alieto Aldo Guadagni cultiva un estilo más patriarcal: Que las inversiones públicas sean realmente productivas.
El punto es que la central Hualong-1, de uranio enriquecido, y otra más, de tecnología CANDÚ -de uranio natural, la que se desarrolló históricamente en nuestro país- se contrataron como compra directa en 2013, con aprobación parlamentaria, por el crédito blando que otorgaba China y por la cercanía geográfica de Atucha III al Área Metropolitana, lo que eliminaba una probable inversión de miles de millones en nuevas líneas de alta tensión.
El gobierno siguiente, de Mauricio Macri, no cuestionó esa compra. Puso los trámites en «cámara lenta», anuló una de las centrales, la CANDÚ, de tecnología nacional, pero mantuvo la compra de la Hualong (en el freezer, es correcto, pero no la derogó). ¿Ahora, 9 años después, se acuerdan de pedir que Atucha III se compre por licitación?
De todos modos, el único compromiso irrevocable de AgendAR es con la producción argentina y la incorporación de tecnología propia. Queremos hacer accesibles a nuestros lectores todos los argumentos, y por eso vinculamos en los párrafos anteriores los textos de Guadagni y Apud. Y los debatiremos, en tanto no se haga muy aburrido: podemos prever cientos de notas bombardeando a esta central nuclear. Los de arriba, como dijimos, son sólo los primeros dos cañonazos.
Pero como la neutralidad es una categoría imaginaria, adelantamos ahora nuestra opinión sobre el tema. Preferíamos, con mucho, que se avanzara primero con una central de tecnología CANDÚ, más adecuada a nuestras capacidades y necesidades. Pero la situación financiera del Estado argentino es la que es, y es preferible incorporar una central como la Hualong que no incorporar ninguna. La central «Proyecto Nacional», de uranio natural, que plantea la presidencia de NA-SA es un objetivo a lograr, en los plazos que sean posibles. Siempre vamos a necesitar energía.
Mientras, podemos y debemos avanzar con el CAREM, y con los reactores de radioisótopos medicinales, que tienen un mercado asegurado. Pero por ahora el CAREM es un prototipo de 32 MW al que le faltan años para entrar en línea, y según le vaya en años de testeo, la ingeniería recibirá mejoras y cambios. Probablemente los futuros modelos comerciales de 480 o 500 MW funcionen bien, se vendan bien y se exporten bien. Pero este proyecto no cubre las necesidades de energía inmediatas de una nación de 45 millones de habitantes, que aspira a crecer.
Y como estamos seguros de que algunos de los argumentos que se usarán contra Atucha III son los de un «ambientalismo trucho», hacemos nuestra la definición que dio hace algunos días un compatriota nuestro, el Director de la Organización Internaciona de Energía Atómica, Rafael Grossi: «Creo que el mix energético de más futuro para el mundo combina centrales nucleares con capacidad de seguimiento de carga, para garantizar potencia de base y estabilizar las redes eléctricas, y fuentes renovables libres de emisiones de gases invernadero en todo su ciclo de vida».