El respaldo de muchos años de ciencia básica le permitieron a un grupo de investigadores del CONICET y la Universidad Nacional de Rosario comprender el funcionamiento de una enzima que se encuentra en la naturaleza y luego, en conjunto con una empresa, encarar las modificaciones necesarias para mejorar la producción industrial de aceite comestible.
Si bien en algunos casos se usaban enzimas para mejorar el rendimiento de este tipo de producción, una de las limitaciones era que el prensado se hace a 80 grados de temperatura para poder separar de la semilla (como en el caso de la soja o girasol) o el fruto (aceituna, por ejemplo) tanto fosfolípidos como triglicéridos.
El aceite para consumo está compuesta por triglicéridos, que tienen sabor agradable y se ven límpidos, pero los fosfolípidos se ven turbios y tienen feo sabor, por lo que se deben separar por decantación con el agregado de agua y centrifugación. Este proceso se llama desgomado y, aunque es muy eficiente, siempre hay triglicéridos que quedan con los fosfolípidos y se pierden.
Aquí es adonde entra el trabajo para poder separarlos y recuperar el extra de aceite. La forma todavía más común de realizar este proceso consiste en mezclar el aceite con agua y someter la mezcla a ochenta grados durante treinta minutos. De la emulsión que se genera luego se separan dos fases, una acuosa que arrastra a los fosfolípidos y una fase superior menos densa que es el aceite desgomado.
Representación 3D de la estructura de la enzima fosfolipasa C termoestable diseñada por el equipo de investigación de CONICET. Imagen: CONICET.
Cuando se utilizan enzimas en este proceso, el problema es que no trabajan por sobre los 55 grados de temperatura, por lo que la mezcla se debe enfriar y luego volver a calentar para poder separar el aceite, en un proceso que consume mucha energía y tiempo. En cambio, la enzima que desarrolló el CONICET tiene la posibilidad de trabajar a 80 grados celsius, por lo que no es necesario modificar la temperatura de la mezcla.
Esta enzima termoestable, la fosfolipasa C, permite recuperar entre uno y dos por ciento más de aceite que con las técnicas estándar. Si bien pueden parecer números pequeños, cuando se aplican a producciones industriales de miles de toneladas, se vuelven relevantes.
Rodolfo Rasia, director del Laboratorio de Biofísica del Reconocimiento Molecular en el Instituto de Biología Molecular y Celular (IBR-CONICET-UNR) de Rosario, Santa Fe, dijo: “Una enzima es una proteína, es como si fuera un collar de perlas adonde cada una puede ser de 20 colores distintos. El orden y el color de cada una determina la función de esta proteína y sus cualidades, como puede ser la estabilidad. La enzima en la que estamos trabajando, la fosfolipasa C, tiene 245 perlas y nosotros le cambiamos 46 a la original. Decidir cuál cambiar no es un asunto trivial porque, como cada una se puede cambiar por 20 diferentes, al cambiar una tenés 20 posibilidades, al cambiar dos 400 y al cambiar tres son 8000, entonces cuando llegas al 46 tenes un número gigantesco de posibilidades. No se pueden probar todas y por eso fuimos a ver qué cosas probó la naturaleza en cosas similares y ver cuál funcionaba mejor y hacer ese cambio en nuestra enzima”.
En principio, los investigadores dicen que se se podría mejorar el proceso de extracción de cualquier aceite. Hoy la empresa Keclon la está aplicando comercializando para la producción de aceite de soja. Keclon es una de las primeras empresas argentinas de biotecnología formada por investigadores del CONICET que se dedica al desarrollo y comercialización de enzimas para la industria.
Del trabajo también participaron Diego Val, del Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos de Rosario (IPROBYQ-CONICET-UNR) y la becaria del CONICET Luisina Di Nardo. Por parte de Keclon están Hugo Menzella, María Eugenia Castelli y Salvador Peiru, sus fundadores.
De izq. a der.: Rodolfo Rasia, Diego Val y Luisina Di Nardo, parte del equipo que desarrolló la enzima. Foto: Elizabeth Karayekov, IBR.
“Hay mucho trabajo básico que publicamos porque nos llevó 10 años conocer la enzima y ver qué cosas funcionaban en la naturaleza para poder encontrar la mejor solución. Después, el escalado de la producción es trabajo de la empresa”, contó Rasia.
Los fundadores de la empresa compartieron estudios universitarios con Rasia y siempre que se veían compartían ideas sobre cómo mejorar la enzima. La vida fue llevando a unos por el camino industrial y a otros por el de la investigación básica, pero siempre siguieron en contacto y eso les permitió trabajar juntos y mejorar el proceso de producción con el agregado de conocimientos.
Parte de este trabajo tuvo financiamiento de un PICT de la Agencia I+D+i y en el proyecto trabaja una becaria. Los resultados de la investigación se publicaron en Biochemistry y la empresa también gestionó una patente sobre este proceso.
Recientemente, se sumó otra becaria al proyecto para trabajar en otra enzima que permita atacar a otro fosfolípido que no es atacado por la fosfolipasa C, y así generar un cóctel de enzimas para mejorar todavía más la extracción de aceite. “Tenemos asignado un financiamiento de la Agencia I+D+i pero no lo estamos recibiendo, así que no podemos avanzar. Estamos trabajando con lo que tenemos pero si no giran los fondos no se pueden planear nuevos trabajos. Y sabemos que cuando lo manden vendrá sin ninguna actualización por los retrasos. Necesitamos comprar consumibles o servicios que usamos mucho, como síntesis de ADN o secuenciación, que son costosos pero si no los tenemos no podemos avanzar y generar nuevos resultados”, dijo Rasia.
“Este desarrollo surgió de la pregunta de cómo funcionan las cosas y funcionó bien. Uno no puede decir, quiero una enzima que funcione bien y listo, sino que para llegar a eso tiene que probar muchas que no funcionan hasta que encuentra la correcta. Para eso es necesario que haya todo un ecosistema del conocimiento que abre el panorama y da éxitos parciales hasta llegar a lo que se busca”, agregó Rasia.
El ministro de Salud de la Nación Mario Russo se reunió ayer con los ministros de salud de las 24 provincias del país, con intenciones de analizar los desafíos de la agenda sanitaria, haciendo hincaipié en la epidemia de dengue, que este año llegó a un récord de casos.
Cómo se tratará la epidemia por dengue
En el marco del primer del Consejo Federal de Salud (COFESA) de la gestión Milei, los encargados de la cartera de salud de los 24 distritos de la nación coincidieron en que aún se desconoce el grado de eficacia de la vacuna contra la enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti. Este año se llegó a cifras record y ya se han superado la cantidad total de casos del año pasado, con 151.310 afectados y 106 muertes confirmadas.
«Está claro que va a seguir habiendo dengue en los próximos años, la vacuna se está aplicando en Brasil. Hay que ver si se va a incorporar al calendario de vacunas para el próximo año porque por ahora no hay suficientes recomendaciones para poder darla, en casi ningún país forma parte del calendario», comentó al respecto Nicolás Kreplak, ministro de salud de la provincia de Buenos Aires. Por su parte, su par de CABA, Fernán Quirós, ratificó que la vacuna es efectiva pero que aún falta información científica «para determinar cuales son los escenarios en lo que hay que recomendarla». Además, dijo que en CABA el huevo del mosquito deja de eclosionar con los primeros fríos, algo que suele ocurrir a mediados de abril, por lo que en la Ciudad «probablemente queden 2 o 3 semanas de dengue».
Mientras tanto, desde la Nación no se está realizando una campaña intensiva de prevención, algo que Russo delegó a las provincias y a los municipios, alegando que «la prevención local y territorial para la eliminación del mosquito del dengue es fundamental para este momento”. Por su parte, Nación tomará un “rol rector con foco en la recolección y evidencia de datos, y una gestión por resultados sanitarios. Así, las políticas de salud provinciales deben establecer prioridades según las necesidades de sus territorios”. Todas las autoridades sanitarias presentes coincidieron en que la prevención para la eliminación del mosquito en el territorio es la primera línea de defensa para frenar el dengue.
El primer COFESA del gobierno de Milei
El COFESA se llevó a cabo en el CCK, donde el ministro Russo inció el encuentro diciendo: «estamos absolutamente abiertos a escucharlos a todos y a que definamos una agenda prioritaria». En la reunión, además de la epidemia por dengue, se trató la campaña nacional de vacunación contra la gripe de cara al invierno, la cual será gratuita en todo el país. La idea es disminuir las complicaciones, hospitalizaciones, secuelas y muertes ocasionadas por la infección del virus influenza, sobre todo en la población de riesgo.
El vicerrector de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y dirigente del radicalismo, Emiliano Yacobitti, volvió a mostrar su preocupación en relación al mensaje que, un mes atrás, el Consejo Superior de la casa de altos estudios le hizo llegar al Gobierno con respecto a los fondos universitarios.
En aquel momento, la UBA señaló en un comunicado que “solicitará al Gobierno Nacional que disponga de un presupuesto actualizado para el presente año que garantice la continuidad de sus funciones académicas, de investigación, salud y extensión, además de la actualización de las partidas vinculadas a paritarias docente y no docente”.
La declaración surgió de una sesión extraordinaria del Consejo Superior de la Universidad, cuyo presupuesto se encuentra congelado con los mismos valores de 2023 a pesar de que la inflación del país superó el 211% el año pasado.
“El Gobierno no tiene la solución en agenda, ya parece una estrategia de deslegitimizar lo que funciona bien. Hablamos con (Carlos) Torrendell -secretario de Educación-, las reuniones son muy cordiales, pero no tenemos respuestas efectivas hace meses”, expreso Yacobitti durante una entrevista en Radio Mitre.
¿Cerrar la UBA?
“¿Puede cerrar la UBA?”, le preguntó el periodista Marcelo Bonelli en Sábado Tempranísimo a lo que el dirigente radical respondió: “La decisión del Gobierno de desfinanciar en este grado afecta porque no vamos a llegar a pagar las tarifas y eso que todavía el incremento no se implementó. Es como si de 100 pesos, te entran 30, eso repercute las cosas que se puedan hacer”.
Y agregó el vicerrector: “Si el Gobierno sigue con esta política de no autorizar los fondos, a medida que vaya pasando el tiempo, la UBA va a tener que dejar hacer muchas de las cosas que hace. Hay centros de investigación como el Cero + Infinito, de Exactas, que el Gobierno decidió cortar unilateralmente un convenio para financiar el mantenimiento por los primeros 10 años. Hoy esas son las cosas que empiezan a crujir su funcionamiento, como los laboratorios, los centros de investigación”, indicó.
Según Yacobitti, “el Gobierno prorrogó el presupuesto de 2023, con lo cual hoy, en enero, se pagaron los fondos de enero de 2023 nominales, sin tener en cuenta lo que se fue actualizando por inflación el año pasado. En vez de pagar enero teniendo en cuenta diciembre, se hizo tomando como valor de referencia enero del año pasado, con lo cual no solo no actualizaste sino que también retrocediste: es un ajuste del 70% en los gastos de funcionamiento”.
Los recursos se agotan
Y justificó ese porcentaje: “En principio, las casas de estudio se empiezan a endeudar, todavía las tarifas no llegaron con aumentos que son casi un 35% de los gastos de funcionamiento y después dejás de hacer cosas, programas de UBA en acción, materiales en odontología, insumos, reactivos, alimentos para los animales en Veterinaria, etc.
“¿En cuanto tiempo se agotaría el presupuesto de la UBA en este 2024?”, le preguntaron. “El tiempo de crédito que tenga para los proveedores. Hoy es así, estamos en esa situación. Hay centros que van a tener que dejar de funcionar, si la situación no se revierte pagar las tarifas va a ser imposible de realizar.
En la misma sintonía dijo que las carreras universitarias más comprometidas ante el ajuste son las relacionadas “con prácticas e investigación” (no detalló cuáles) pero puso como ejemplo dos espacios que “aparte de brindarle un servicio a la comunidad es el espacio en donde los estudiantes realizan sus prácticas”: el Hospital de Clínicas José de San Martín y el Instituto de Investigaciones Médicas dr. Alfredo Lanari.
A modo de cierre hizo un balance de la actualidad de la UBA y destactó que el 60% de los estudiantes que ingresan a un CBC fueron a un colegio privado, o sea que eligen la opción pública. Y dejó una frase final para la refexión: “ojalá cuando termine el gobierno de Javier Milei la UBA siga rankeada a nivel latinoamericano como está ubicada y la sigan eligiendo. Hoy cuenta con un presupuesto en dólares, por alumno, muchísimo menor a la de cualquiera de su región”.
Los argentinos guardan fuera del sistema financiero local: la cifra a finales del año superó los US$277.793 millones.
Son datos difundidos por el Indec, en su informe trimestral “Balanza de pagos, posición de inversión internacional y deuda externa”, que corresponde al cuarto trimestre de 2023. Y esos $277.793 millones estimados tienen en cuenta los fondos atesorados en cajas de seguridad, el dinero de cuentas bancarias declaradas en el exterior y los billetes guardados “en el colchón”, tanto en dólares como en otras divisas.
La cifra, incluida en el segmento “Otras inversiones” de la sección de posición de inversión internacional del informe del ente estadístico oficial, refleja un crecimiento del 8,5% con relación al número estimado por el Indec un año atrás. En términos absolutos, son US$21.869 millones más que los US$255.924 millones estimados a fines de 2022.
La variación arroja un crecimiento real, más allá de la nominal, si se tiene en cuenta que la inflación en Estados Unidos en 2023 llegó al 3,4% interanual.
Casi un tercio del crecimiento de los fondos “en el colchón” de los argentinos se concentró en el último trimestre del año, en un contexto de incertidumbre política, estancamiento económico, brecha cambiaria en alza y dolarización de carteras. Según el Indec, este número creció en US$6848 millones (creció un 2,5% en tres meses).
“La acumulación de activos externos que quedan por fuera del sistema tiene larga data, por lo que la cifra actual, si bien es significativa, no es más que un reflejo de la continuidad de la debilidad en la demanda de pesos. Esto es en un contexto donde la inestabilidad macroeconómica es la norma más que la excepción, situación que se plasma en una desconfianza en los activos locales en un contexto de tasas reales sistemáticamente negativas dada la escalada de los precios”, dice Milagros Suardi, economista de la consultora EcoGo.
“El fenómeno se fue profundizando con el correr de los años, en tanto la economía convive con una restricción a la compra de dólares oficiales y una elevada brecha cambiaria. En el fondo, es un problema de desconfianza, en una economía que no crece, que no tiene crédito en pesos y menos en dólares, y que es a su vez un determinante para la imposibilidad de crecer”, agrega la analista.
Más allá del número, sirve cotejar ese crecimiento y el stock de fondos fuera del sistema con otras variables macro. Por ejemplo, los más de US$277.000 millones estimados por el Indec para el cierre de 2023 son casi diez veces las reservas brutas que hoy tiene el Banco Central (BCRA): según informó hoy el organismo, se ubicaron en US$28.261 millones.
La salida de fondos del sistema financiero local, la formación de activos externos y la dolarización de ahorros por parte de las familias es una dinámica que condiciona hace años a la economía argentina, en una tendencia permanente más allá de gobiernos y administraciones. La acumulación de sucesivas crisis económicas, cepos, confiscaciones de depósitos, inflación, cambios de moneda, déficit fiscal, emisión y pérdida del poder adquisitivo configuraron, además, un escenario de desconfianza hacia el sistema financiero local y de debilitamiento del peso, que, para muchos con capacidad de ahorro, no cumple con su función de resguardo de valor y refugio para ese capital.
En el día a día, el peso, que pierde poder adquisitivo por efecto de la inflación, es usado para concretar pagos y transacciones cotidianas (aunque cada vez más rubros, desde las propiedades o los autos a cuestiones de menores montos, como los instrumentos musicales, las reparaciones o la ropa importada, se cotiza y se realiza en dólares), y perdió su rol como reserva de valor. En consecuencia, miles de argentinos que tienen capacidad de ahorro recurren al dólar u otras divisas para intentar cuidar sus ahorros y esquivar la inflación.
El informe del Indec también considera otros segmentos en los cuales los argentinos mantienen sus ahorros fuera del sistema financiero local. De acuerdo con lo publicado hoy, en el concepto de “Inversión directa” (bienes, propiedades u otros activos físicos) los argentinos tenían declarados a fin de 2023 unos US$48.299 millones. Son US$4722 millones más que un año atrás, lo cual implica un crecimiento del 10,8% interanual.
En tanto, la categoría “Inversiones de cartera”, que incluye títulos públicos, acciones y otros instrumentos financieros, concentra unos US$88.226 millones, cifra que refleja un incremento interanual del 16,9%.
A 25 kilómetros de El Calafate, científicos argentinos encontraron restos de un animal llamado Patagomaia Chainko que habitó la región hace 70 millones de años.
Era un día de marzo de 2020. Ya había bajado el sol, la visibilidad no era del todo buena. Gastón Lo Coco recorría junto a otros investigadores la Formación Chorrillo, un área ubicada a 25 kilómetros de El Calafate, una zona montañosa dentro del campo “La Anita”, cuando se topó con unos huesos que llamaron su atención. Como ya era tarde, tomaron los restos que estaban a la vista, los guardaron en una bolsa plástica y marcaron el sitio para volver al día siguiente. Todavía no sabían que estaban ante un descubrimiento histórico.
“Cuando detectamos los restos fósiles, vimos que los huesos eran medianos, del grosor de un dedo de un adulto y largos, lo que era un indicio de que podía tratarse de una extremidad. En un principio no sabíamos si era parte del brazo, del antebrazo, de la mano de un réptil como una tortuga o un cocodrilo, incluso de un dinosaurio, o si se trataba de un mamífero. Había varias conjeturas que encajaban con lo que habíamos encontrado”, dijo Lo Coco, doctor en biología.
La expedición en la Formación Chorrillo no era azarosa. En ese sitio ya se había descubierto una diversidad asombrosa de fósiles con 70 millones de años de antigüedad: dinosaurios carnívoros y herbívoros, diferentes mamíferos pequeños, aves, reptiles marinos, caracoles, insectos y restos vegetales. La era Mesozoica, la de los dinosaurios, se hace presente en ese territorio.
“Al fósil llegamos haciendo un estudio previo de la geología de la zona. Es decir, exploramos sitios donde en la superficie hay rocas y sedimentos en los que pueden aparecer dinosaurios o especies que convivieron con ellos”, explicó el biólogo.
Los científicos Sebastián Rozadilla y Gastón Lo Coco clasifican los fósiles que hallaron
Cuando llegaron a la zona, se organizaron con el grupo de trabajo para cubrir la superficie, para observar el suelo en busca de rocas que tuvieran la forma de posibles huesos o restos fósiles. El conocimiento previo, la paciencia y, cabe decirlo también, una dosis de suerte se combinan para llegar a los grandes hallazgos.
-¿Qué es lo primero que se hace cuando uno encuentra un fósil?
-Siempre que descubrimos fósiles queremos saber de qué animal se trata. La primera aproximación se genera ahí mismo, en el yacimiento o ya a la noche en el campamento, donde nos ponemos a interpretar las características de los fósiles, tratando de determinar si pertenece a un dinosaurio, un reptil, ave o mamífero.
-¿Con cuánta precisión se puede determinar en esa primera instancia?
-Es un proceso que lleva tiempo. Se necesita un estudio para poder determinar con total certeza a qué animal pertenecen los restos. Cuando uno encuentra un fósil es un momento grato, genera mucha emoción. El día que encontramos los restos en cuestión era ya de tarde, así que en el campamento compartimos opiniones sobre el hallazgo y sobre qué organismo podría ser. No sabíamos bien de qué se trataba. Eso se fue descubriendo luego con el estudio y la comparación de otros mamíferos actuales y fósiles.
-¿El siguiente paso es explorar más en profundidad los alrededores?
-Sí. Cuando encontramos fósiles de nuestro interés, como los restos que vimos por primera vez en marzo de 2020, nos ponemos a revisar bien el lugar en búsqueda de más huesos. Si vemos que algunos huesos están dentro de rocas, podemos empezar a hacer una excavación cuidadosa, con la idea de sacar los fósiles en buen estado.
Por la pandemia, la expedición se vio interrumpida. La investigación para determinar a qué especie pertenecían esos huesos también. Los científicos no podían acceder a su lugar de trabajo. Recién se pudo reanudar dos años más tarde. En marzo de 2022 y en febrero de 2023 hicieron otras expediciones a la Formación Chorrillo. Cerca de donde habían encontrado los primeros restos, descubrieron huesos de otro ejemplar de la misma especie.
Unos meses después, esa especie recibiría el nombre de Patagomaia Chainko. Un mamífero similar a un zorro colorado, que habitó la zona hace unos 70 millones de años. No cualquier mamífero. El más grande del que se tenga registro hasta hoy que haya convivido con dinosaurios.
¿Qué arrojó el estudio de los fósiles?
Nicolás Chimento es paleontólogo, se doctoró en Ciencias Naturales y trabaja en el Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados (cuyo Instagram es @paleocueva.lacev) y en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN). Después de que los restos fósiles fueran extraídos, llegaron a sus manos. El objetivo era responder la gran incógnita: ¿a qué animal pertenecían esos huesos? Parecían ser de una especie hasta entonces desconocida.
Ya en el laboratorio, después de las últimas expediciones, Chimento y su equipo prepararon los huesos y se dispusieron a estudiarlos. Hicieron comparaciones con otros animales y un conjunto de análisis para deducir su forma y tamaño, su morfología. Con la investigación terminada, el estudio se publicó hace apenas un mes, en febrero de 2024, en la revista Scientific Reports.
“Los afloramientos de la Formación Chorrillo ya eran conocidos por nosotros porque algunos geólogos ya habían publicado sus estudios de las rocas y habían hallado ciertos fósiles. Cuando nosotros comenzamos a explorar, pudimos ver que los fósiles que encontramos eran comparables a otros sitios donde se habían hallado fósiles similares, por lo cual asignamos estos afloramientos a una época conocida como Maastrichtiano, que es el último momento de la Era Mesozoica, y justo antes de la extinción de los dinosaurios. Es decir, estas rocas con fósiles tendrían aproximadamente 70 millones de años”, advirtió el paleontólogo.
El paleontólogo Nicolás Chimento, coautor del estudio que descubrió al Patagomaia Chainko
Los análisis arrojaron que estaban ante el mamífero más grande que convivió con los dinosaurios. Un animal de cuatro patas, de 1,2 metros de largo y un peso aproximado de 14 kilos, posiblemente un cursorial, es decir, que caminaba y corría sobre el suelo, no era trepador, nadador o volador.
“Para saber esto lo que hacemos es comparar los huesos con mamíferos que viven actualmente y vemos qué características comparten con el que encontramos. Su tamaño lo calculamos utilizando regresiones matemáticas que nos permiten saber cuál era su masa en kilogramos. Estas regresiones utilizan medidas que podemos tomar directamente de los huesos, como el largo y ancho del fémur o la tibia”, explicó Chimento.
Cuando un científico publica un paper sobre una nueva especie, es como un hijo. Puede asignarle el nombre que quiera, pero siempre bajo una serie de reglas establecidas por el Código Internacional de Nomenclatura Zoológica. En este caso, los científicos argentinos eligieron el nombre Patagomaia porque ”Patago” es el prefijo que indica ‘Patagonia’, y “maia” significa ‘madre’. “Este nombre lo elegimos porque es bastante habitual que los mamíferos terios del mesozoico publicados por científicos del hemisferio norte usen ese sufijo (por ejemplo Eomaia o Juramaia)”, agregó el investigador.
La palabra chainko, en tanto, es una combinación de dos términos del lenguaje Aonikenk; “chaink”, que significa ‘grande’ y “ko” que quiere decir ‘hueso’. En síntesis, Patagomaia chainko significa “Madre de la Patagonia de huesos grandes”, en honor a ser un mamífero moderno, hallado en el sur, y el mayor de los mamíferos del Mesozoico.
Los restos fósiles hallados indican que se trata de un mamífero de 14 kilos y 1,2 metros de largo
-¿Cómo saben que el Patagomaia convivió con dinosaurios?
-Porque en las mismas rocas ya habíamos hallado y publicado dinosaurios nuevos, como el Nullotitan glaciaris, un herbívoro gigante, el Isasicursor santacrucensis, un herbívoro bípedo de mediano tamaño, y el Maip macrotorax, el megaraptor más grande de todos, un depredador enorme.
-¿Piensan que el animal solo habitó la zona de la Patagonia?
-Bueno, es posible que su distribución haya sido en gran parte de lo que hoy es la Patagonia. Esto no lo sabemos con certeza porque recién hallamos restos en este sitio únicamente. Esta área hoy es fría y montañosa, pero hace 70 millones de años era una zona sin montañas, con un gran delta de un río que desembocaba en una costa marina cercana. Eso sí lo sabemos porque, además de los vertebrados, hemos hallado también restos de plantas, caracoles de río e insectos, que nos indican este tipo de ambiente.
-¿Por qué es tan importante el hallazgo de este animal?
-Lo interesante de este mamífero, además de ser el más grande de la era de los dinosaurios, es que pertenece al linaje de los mamíferos modernos: los terios, que es el linaje donde también estamos nosotros los seres humanos.
Un descubrimiento que contradice la teoría
El Patagomaia chainko es ahora el mamífero más grande del mundo de la era de los dinosaurios, más puntualmente del período Maastrichtiano, que es el último momento antes de la extinción de los grandes ejemplares. Según el estudio, incluso las estimaciones más pequeñas situarían al animal entre los mamíferos mesozoicos más grandes, mientras que las estimaciones promedio y más altas “superan con creces las de los mamíferos mesozoicos más grandes conocidos anteriormente”.
“El Patagomaia también revela que la evolución del gran tamaño corporal entre los mamíferos del cretácico superior fue más compleja de lo que se entendía hasta entonces”, advierte el paper científico.
Para Chimento, la importancia no solo radica en las dimensiones del animal, sino en sus implicancias. El Patagomaia contradice las teorías predominantes que dicen que los mamíferos aumentaron sus tamaños gracias a la desaparición de los grandes dinosaurios.
“Con el descubrimiento del Patagomaia, nosotros estamos diciendo algo que no encaja en estas teorías. El Patagomaia indica que los mamíferos ya eran relativamente grandes antes de que los grandes dinosaurios se extinguieran”, explicó.
La evolución temprana de los mamíferos siempre se situó en el hemisferio norte. Sin embargo, la mayoría de los mamíferos registrados allí, que pertenecen al período de los dinosaurios, tienen una masa corporal promedio inferior a 100 gramos. Tan solo el 1% de ellos alcanzó el kilógramo de peso. Muchísimo menos que los 14 kilos estimados para el animal descubierto cerca de El Calafate.
Aún más, el Patagomaia es un terio. Los terios son los mamíferos modernos, entre los que se incluyen nuestros antecesores, los primates. “Esto es importantísimo porque la comunidad paleontológica actual tiene bastante aceptado que los terios se originaron en el hemisferio norte, mientras que nosotros estamos proponiendo que el Patagomaia es uno de los primeros terios, por lo cual tal vez el linaje de los mamíferos modernos, de donde venimos nosotros, se haya originado en el hemisferio sur”.
La gente no lee prólogos: Ud. es una excepción. Pero esto no lo podemos dejar para nuestro tradicional comentario final. El nivel de macaneo de Boeing es demasiado grande, y el de encubrimiento de las fallas de sus aviones por la FAA, autoridad regulatoria federal de los EEUU para la aviación, así como de los multimedia estadounidenses, también. Eso incluye a cantidad de líneas aéreas estatales y privadas de todo el mundo que ya se clavaron con una flota de Boeing 737 Max 800 o 900. Suman suficientes poco libres de pecado vedados de tirarle la primera piedra a Boeing, porque les cae en el mate. Bueno, ahí va la nuestra.
En materia de aviación comercial Boeing tuvo una tradición impresionante de seguridad de diseño, contratación de aviopartistas, ensamblado y fabricación desde 1916, cuando se fundó, hasta su fusión con McDonnell Douglas en 1997. Hasta esa compra por Boeing, todavía sobraban viejos aviadores que decían «If it’s not Boeing, I ain’t going» (Si no es un Boeing, no me subo).
A partir de ese momento, las normas de seguridad se fueron al demonio, y las plantas de entrega de aviones a las líneas se volvieron terminales, maquilas o armaderos. La cultura de la empresa, definida durante casi un siglo como «un club de ingenieros» por sus viejos integrantes, cambió. El nuevo directorio tercerizó a nivel global todo el aprovisionamiento de partes y componentes en países y firmas de bajos costos y les impuso volúmenes y tiempos de entrega irreales. Más aún, para baipasear los meticulosos procedimientos de desarrollo propios, Boeing subcontrató el diseño de sistemas enteros, o «subassemblies» en fábricas de todo el mundo, muchas sin experiencia alguna en ingeniería aeroespacial. Era bajar costos como fuera.
En las terminales se empezó a perseguir a los encargados que firmaran «non conformities», o rechazos por controles de calidad sobre las entregas de los proveedores, o del trabajo en las propia plantas de integración de Boeing. Los veteranos que intentaban seguir con las prácticas cautelosas empezaron a ser patoteados y/o despedidos por poner palos en la rueda, y la edad promedio y el nivel de calificación del personal bajó. ¿Suena familiar?
El 9 de este mes, tras 32 años como jefe de controles de seguridad en Boeing, John Ganett apareció «suicidado» en su camioneta en un estacionamiento de Charleston, día en que debía seguir testificando en tribunales civiles contra la firma, acusada de malas prácticas de seguridad y contratación. Boeing lo había despedido en 2017 después de 20 años en que Ganett acumulara carpetas y carpetas de «non conformities», especialmente contra el modelo 787 Dreamliner, y luego con los 737 MAX 800 y 900.
La policía de Charleston dijo rápidamente «suicidio», aunque nadie dijo que el arma fuera de Ganett. Sus abogados de parte creen que hay que añadir su apellido a la creciente lista de accidentes aéreos fatales de la firma, que entre 2018 y 2019 acumuló 346 muertos a bordo de sus aviones 237 MAX en dos estrellamientos virtualmente idénticos y todavía famosos.
En ambos el avión es nuevo y despega sin novedad tras aprobar todas las revisiones de prevuelo. Pero la tripulación descubre que en lugar de ganar altura la nariz del MAX se baja sola, inexplicablemente. Piloto y copiloto dan la alerta y luchan desesperadamente unos minutos contra la inesperada tendencia de la máquina a picar, hasta que la pelea la gana el software MCAS… de cuya existencia los pilotos no han sido informados. Ambas máquinas se estrellan a alta velocidad y sin sobrevivientes. El vuelo 610 de Lyon Air pega en el Mar de Java, Indonesia, con tanta violencia que sólo quedan a flote fragmentos minúsculos del avión y de sus ocupantes.
Cinco meses después, el vuelo 302 de Ethiopian se estampa con igual furia contra el suelo a poco de despegar de Addis Abbaba. En ambos casos el fabricante aduce torpezas de los pilotos. En el Tercer Mundo le dan un avión a cualquier nabo, les falta decir.
Pero decenas de pilotos fogueados de compañías domésticas grandes como Southhwest, American y United se atreven a abrir la boca, y empiezan a citar casos en que el MCAS, de cuya presencia sí habían sido informados, les jugó sucio. Con rubios es otra cosa, tienen más derechos. Por suerte, el MCAS se puso a hacer locuras en techo de vuelo (12.000 a 15.000 metros) y tuvieron tiempo para desconectarlo. Pero sobre todo, sabían cómo.
Este software bastante diabólico te baja la nariz del avión quieras que no, si cree que estás levantándola demasiado y supone que el avión va a entrar en pérdida, es decir quedarse sin sustentación alar. Y supone mal. El único sensor que le informa al «autopilot» de la actitud de la nariz del avión es una simple aleta giratoria en la nariz que se enfacha contra el viento como una veleta, y mide el ángulo «de ataque» respecto de la horizontal. Si el cliente paga más, Boeing le pone DOS aletas, una a cada lado de la cabina de pilotaje.
¿Pero eso no es muy primitivo?Bueno, funciona casi siempre.¿Y qué tal poner tres sensores independientes del ángulo de la nariz, y además los tres de distinta base tecnológica, para que «voten» ante la computadora de vuelo sobre esta cifra absolutamente decisiva si hay disparidad de medición? Naaaa, hombre, eso es para temperaturas, presiones y otros parámetros de reactores y plantas nucleares. ¿Para qué tanta información en un simple avión con 200 personas a bordo? La Federal Aviation Authority, cuyas decisiones son acatadas por decenas de autoridades regulatorias aéreas del mundo como las Tablas de la Ley, se contenta con un sensor. Y si está bien para ellos, está bien en general. Y punto.
El MCAS fue el modo de bajar costos tras haber bajado demasiados otros costos. Airbus había salido al ruedo de Boeing con su nuevo A320, cuyos turbofanes de altísima derivación lateral Pratt & Withney PW 1000 G prometían bajar el consumo de combustible de un 10 a 15% respecto del estándar anterior. Boeing fue tomada por sorpresa, y a falta de un nuevo avión mediano y de un solo pasillo, se mandó dos versiones «estiradas» del 737 anterior, el llamado Next Generation. Pero le zampó dos tremendos motores CFM Leap, igualmente boconazos y ahorrativos. Los turbofanes son así, cuanto más anchos de boca, más ahorrativos de querosene de aviación.Fue un rejunte armado de apuro.
Tan bocones resultaron esos turbofanes que no cabían bajo las alas, porque rascaban el piso. ¿Se podía remediar eso sin hacerle canaletas a las pistas de despegue, aterrizaje y rodaje del mundo entero? Desarrollar grandes cambios de configuración estructural al 737, como ser ponerle alas altas, a la altura del techo del fuselaje, y/o trenes de aterrizaje más largos y robustos, significaba perder los derechos de licenciamiento del 737-100 otorgados por la FAA… en abril de 1967, a un avión mucho más chico, muy distinto, con motores flaquitos tipo turbojet, menos potentes y más ineficientes, y ala baja. Aquel ya legendario y primer 737, llamado entonces el «Baby Boeing», llevaba apenas 85 pasajeros. Ya no vuela más en casi ningún país.
Pero en 2014 Boeing debía pelearle mercado al Airbus A320, que se vendía y vende como pan caliente. Había que presentar un avión dizque nuevo, de fuselaje angosto donde cupieran hasta 215 pasajeros. La macana es que un diseño nuevo y un proceso regulatorio nuevos nos van a llevar casi una década, gruñó el directorio. Naaa, le metemos los motorazos esos Leap al New Generation, y los subimos… ¿casi hasta el nivel del borde de ataque de las alas? ¿Y un poquito más? Apa, quedaron re-altos.
Pero pucha, esos motores casi por encima de las alas quedan más raros que chupete en oreja. Pero además nos desconfiguran el equilibrio dinámico. En cuanto aceleres esos turbofanes en vuelo, el avión va a subir solo la nariz, aunque le ordenes que la deje a nivel, o incluso que la baje. Ma sí, le ponemos este «parche informático salvaje», el MCAS, que le baja la ñata al «autopilot» quieras que no, y no se lo decimos a nadie. Bueno, a casi nadie.
A nuestros amigos de la FAA sí, ya que la Boeing le paga el salario a unos dos mil agentes del estado federal cuya función debería ser tener vigiladísimos a la Boeing. Y con la autorización inicial que data de tiempos de los Beatles, se licencian automáticamente los modelos sucesivos, aunque ya no tengan nada que ver con aquellos primeros. Además, 737 siempre fue sinónimo de confiabilidad a lo largo de medio siglo. Ponerle otro nombres sería como sacarle la marca a la Coca Cola, ¿no?
Las agencias regulatorias en EEUU son así. Los derechos de licenciamiento del original se heredan, aunque las derivaciones últimas se parezcan tanto como un chimpancé a Brad Pitt. Pero en este caso, la comparación va entre un chimpancé sano a un Brad Pitt loco de atar. Y en el mundo farmacológico, no quieras ver. La cultura corporativa y la regulatoria en los EEUU han cambiado mucho: la FAA y la Boeing tienen una política de «revolving doors» entre sus directivos: el que se jubila en la FAA entra al directorio de Boeing y viceversa. Otra agencia regulatoria con igual política de puerta giratoria para sus mandones es la FDA (Food & Drug Administration) y las mesas de los directorios de las grandes farmacológicas multinacionales. Ya no hay límites entre el estado y las corporaciones, y eso es terrible.
Armar un rejunte tan escandaloso de partes dispares como el 737 MAX ni se le habría ocurrido jamás acosas que a Boeing jamás a la Boeing que diseñó el 707, el 747 Jumbo y el 737 originales. Pero las cosas cambiaron cuando la firma compró la McDonnell-Douglas. El directorio estaba formado por gente del palo aeronáutico, con el jefe de calidad sentado en la mesa, y aunque puñaladas se dan en cualquier empresa, a la hora de diseñar y controlar calidad en la vieja Boeing «de ingenieros aeronáuticos y para ingenieros aeronáuticos», casi todos los miembros del directorio eran justamente eso, ingenieros aeronáuticos. Y de los buenos, y orgullosos de serlo.
La consecuencia inmediata de esta fusión con McDonnell Douglas, en la que Boeing pagó U$ 13.300 millones, fue que el quía a cargo de calidad desapareciera del directorio, que éste se llenara de abogados, contadores y expertos en bicicletas financieras, y que en 2001 la sede de Boeing se mudara a Chicago, con el objetivo expreso y confeso de estar lejos «de las distracciones de la fábrica de Seattle». Cosa que lograron, son casi 3000 km. de distancia. En la paz de ese reducto corporativo libre de ingenieros aeronáuticos, los CEOs pudieron dedicar en paz una parte cada vez mayor de las ganancias a la autocompra de acciones de Boeing-MD, para inflar el paquete accionario. Como muchas empresas de este siglo, desreguladas por sus estados, Boeing es una cueva financiera que además fabrica aviones.
Como dicen en Euronews Business Yves Dooz y Keeley Wilson, el primero profesor de gestión estratégica y el segundo investigador superior del Institut Supérieur Europeén d´Ädministration des Affaires, en este tipo de fusiones los ejecutivos de la firma chica y hambrienta toman por asalto el directorio de la compradora poderosa y tradicional que la compró. Y como primer deber, expulsan a codazos y zancadillas a la vieja guardia que la hizo grande. Dooz y Wilson dan nombres de casos europeos previos de lo mismo: las químicas Solvay y Rhodia, y las farmacológicas Glaxo y Wellcome. El artículo completo está aquí.
Los que no quieran leerlo, pueden contentarse con la ironía ácida de los laburantes de Boeing en las planta de Rendon. Dicen que McDonnell Douglas se compró la Boeing con guita de la Boeing. Cuando se estrellaron los aviones de Malasia y Etiopía, en un raro acto de unidad de republicanos y demócratas, se iniciaron investigaciones y allanamientos, que incluyeron el rescate y la publicación de mails y wattsapps entre los ingenieros de la planta de Charleston, asqueados de las condiciones de trabajo. Van tres ejemplos: «Me horrorizaría que la FAA llegara a aprobar esta mierda». Otro: «¿Vos pondrías a tu familia en un avión con el entrenamiento del simulador del MAX? Yo no». Y el tercero: «Este avión fue diseñado por payasos supervisados por monos».
La selección de comunicaciones internas es de Joe Nocera, del diario «The Freepress».
McDonnell Douglas, aunque con experiencia en aeronáutica comercial (todavía vuelan algunos MD-11), fue siempre y ante todo un proveedor del Pentágono. Las distintas fuerzas aéreas de los EEUU aceptan riesgos de diseño prohibidos para un ingeniero aeronáutico civil, y una compañía que se ha venido fundiendo lentamente durante décadas, sostenida sólo por contratos «vamo´y vamo» con la US Navy y la US Air Force, viene lastrada por una dirigencia muy pirata, orientada a cortar costos como sea y a volver ricos a los accionistas, también como sea. El cambio de cultura de la firma emergente de esta fusión particular se sintetiza así: se jodieron los ingenieros (y los pasajeros), y la firma quedó en manos de degolladores de laburantes y de bicicleteros de las finanzas.
Y alguien se encargó de John Ganett, que ya se había vuelto un problema existencial.
Los 737 MAX tuvieron que ser dejados dos años en tierra por la FAA cuando esta agencia decidió no estrellarse junto con la Boeing, con la que eran matrimonio perfectamente ilegal desde 1997. Las líneas aéreas que habían hecho encargos gloriosos (4700 pedidos cuando se estrelló el avión etíope) los deshicieron apresuradamente, perdiendo adelantos y señas, no les importaba. Las aerolíneas de otros países que ya tenían aviones entregados, tuvieron que dejar de volarlos porque si tocaban o meramente sobrevolaban territorio estadounidense debían aterrizar a juntar telarañas, o porque era cantado que sus propias autoridades regulatorias no iban a tener más remedio que decidir que los 737 MAX merecían ser investigados a fondo, bajo fuerte presunción de ser una total cagada.
Pero todo el mundo sabía que la FAA tenía mandato de la Casa Blanca, sin importar quién fuera su circunstancial ocupante, de que el avión comercialmente más exitoso de la historia volviera a volar. Business is business, Dude. Y estos ñatos de Boeing se han vuelto proveedores principales de armamento del Pentágono, junto con la Lockheed Martin, la Raytheon, las GAFAM del Silicon Valley y siguen las firmas. Son «too big to fail». El estado federal las rescatará siempre, especialmente de las exigencias demoníacas… del estado federal.
Es paradigmático el caso de nuestra ANAC con los 5 MAX que le hizo comprar Mauricio Macri a Aerolíneas, aunque la opción Airbus A 320 era infinitamente mejor. Juntaron bastante polvo en los dos años en que la regulatoria aérea estadounidense puso en tierra todos los MAX, pero la decisión de que estuvieran un tiempo sin despegar nuestra agencia de vuelo civil la tomó prudentemente unos días después de que la FAA hiciera lo propio. No hay por qué ser más papistas que el Papa.
Otro dato jugoso: en realidad, la ANAC no decidió el «grounding» de los 5 MAX de Aerolíneas, porque con mucha antelación la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas, APLA, votó no volarlos por unanimidad. Airbondi nunca tuvo problemas, paradójicamente porque su flota de Boeing 800 NG es enteramente alquilada y geriátricamente vetusta. Tiene entre 13 y 18 años, es decir resulta previa a la aberración MAX.
Después vino el Covid 19, cuando se voló menos que antes del Flyer de los hermanos Wright, y las flotas comerciales fueron reconfiguradas para transportar carga, en lugar de personas. Pero no hay Covid que dure mil años, y menos que menos prohibiciones de la FAA que aguanten más de dos. Desde que los reguladores aéreos estadounidenses les echaron agua bendita a los MAX y estos volvieron legalmente al aire, han venido protagonizando incidentes y accidentes, algunos bastante escalofriantes, como ser aterrizar con un motor en llamas. El más notorio de este año viene siendo la puerta oculta trasera que se desprendió en vuelo de un MAX 800 de Alaska Airlines que viajaba desde Oregon a California. Sucedió el 5 de enero pasado.
El avión estaba en pendiente de ascenso (el MCAS ha sido extraído de todos los aviones), y a 4000 metros de altura, la diferencia entre la presión externa y la de cabina hizo que una puerta oculta y deliberadamente cegada saltara como un tapón de sidra. De puro cuete no había sentado nadie en esa fila de asientos, aunque el chorro de aire de depresurización le chupó los celulares a varios pasajeros, todavía con los cinturones puestos, y arrancó la camisa a un pibe; todo lo cual fue escupido hacia la atmósfera.
De haber sucedido esto en techo de vuelo, a 12.000 metros, la depresurización instantánea habría sido explosiva, y eyectado a cantidad de pasajeros ya sin cinturones, o con asientos y todo. Aún si los pilotos lograban bajar a 3000 metros, ése nunca es un descenso rápido, y con la presión de oxígeno de la tropopausa, en 20 segundos el pasajero promedio pierde la conciencia, y en un minuto y medio está muerto.
El frío ayudaría a ello, porque la temperatura en la tropopausa anda entre los 40o y los 60o Celsius bajo cero, y a veces 70o Celsius bajo cero. De modo que no es imposible que el pasajero se congele primero, incluso si pudo ponerse la máscara de oxígeno, que depende de un generador químico que puede operar 17 minutos. Pero no siempre funciona, como dijo en sus declaraciones preliminares el difunto John Ganett.
Quien ya no confesará más horrores. No es cosas de creerle a un suicida, ¿no? Son gente deprimida que tiende a ver el pelo en todo huevo.
La investigación subsecuente al episodio de Alaska mostró que el tapón que sellaba la abertura carecía de 4 enormes bulones de sujeción que impedían su apertura. Había sido suministrado por Spirit Aerosystems, una empresa que Boeing inició y después independizó en 2005 en Wichita, Kansas, para tercerizar y bajar costos, según usos y costumbres. Los muchachos de Spirit no parecen notables por su control de calidad, forzados como están a producir a todo trapo. Además saben que en Charleston nadie rechaza nada.
Bueno, hasta ahí, mi versión, compartida por cantidad de entrevistados por Al-Jazeera en la planta de Rendon, y también de bastantes pilotos profesionales.
Lo que sigue es la noticia corporativa contada de modo corporativo.
Daniel E. Arias
ooooo
Una serie de escandalosos incidentessacudió la cúpula de Boeing, una de las compañías más señaladas de Estados Unidos en los últimos meses. El director general, Dave Calhoun, anunció que abandonará el mando del asediado fabricante de aviones para final de año mientras que el presidente de la junta, Larry Kellner, dijo que no tiene previsto presentarse a la reelección.
“El mundo nos observa y sé que vamos a superar este momento para ser una mejor compañía”, escribió Calhoun en una carta a los empleados en la que sostuvo que “la seguridad y la calidad son lo que anteponemos a todo”.
Calhoun era director de Boeing cuando se convirtió en CEO en enero de 2020, reemplazando a Dennis Muilenburg, quien fue despedido luego que los Max se estrellaron.
El CEO de Boeing, Dave Calhoun, habla con periodistas en el Capitolio en Washington, DC, el 24 de enero de 2024, antes de reunirse con un grupo de senadores.JIM WATSON – AFP
La junta directiva eligió a Steve Mollenkopf, miembro de la junta ejecutiva de Boeing y exjefe del fabricante de chips Qualcomm, para suceder a Kellner. Como tal, Mollenkopf será responsable de encontrar un nuevo reemplazo para Calhoun.
“Cuando el barco ha chocado contra icebergs no solo una vez, sino varias veces, entonces es hora de reemplazar al capitán del barco”, dijo Russell Hackmann, presidente del inversor Hackmann Wealth Partners.
Además, la firma añadió el lunes que Stan Deal, presidente y director general de su división de aviones comerciales, se retirará de la firma con efecto inmediato. Stephanie Pope, actual directora operativa del grupo, asumirá el liderazgo de la división.
Las autoridades de Estados Unidos dieron el mes pasado a Boeing un plazo de 90 días para presentar un plan sobre control de calidad. La Agencia Federal de Aviación Civil (FAA) de Estados Unidos señaló que la compañía debe “comprometerse a una verdadera y profunda mejora” y hace poco ordenó una auditoría de sus líneas de montaje en una fábrica cerca de Seattle, donde la firma construye aviones como el 737 Max de Alaska Airlines al que se le desprendió un panel que cubría el hueco de una puerta el pasado 5 de enero.
Los investigadores señalan que las tuercas que ayudan a mantener esa pieza en su lugar faltaban tras unas tareas de mantenimiento en la fábrica de Boeing.
El incidente ha incrementado el escrutinio sobre Boeing al nivel más alto desde que dos aviones 737 Max de la compañía se estrellaron en 2018 y 2019, unos siniestros en los que murieron 346 personas.
Scott Hamilton, director de la firma consultora de aviación Leeham Company, indicó que los cambios “reflejan la profundidad de la crisis en la compañía tras el accidente del 5 de enero… Pero también refleja la escasez de ejecutivos de alto nivel”.
Además del accidente técnico a bordo del vuelo de Alaska Airlines, ya se habían reportado problemas de producción a lo largo de 2023 así como una serie de incidentes en 2024.
Se muestra el área de la tapa de la puerta de un Boeing 737 Max 9 de Alaska Airlines, con paneles removidos, antes de la inspección en el Aeropuerto Internacional de Seattle-Tacoma, el 10 de enero de 2024, en SeaTac, Washington.Lindsey Wasson – AP
La crisis de la compañía ha frustrado a las aerolíneas que ya están luchando con los retrasos en las entregas tanto de Boeing como de su rival Airbus, y el fabricante de aviones ha estado quemando más efectivo de lo esperado en este trimestre de lo previsto.
“Durante años, hemos dado prioridad a mover el avión por la fábrica por sobre hacerlo bien, y eso tiene que cambiar”, declaró la semana pasada el director financiero Brian West.
El principal rival de la compañía, la francesa Airbus, consiguió recientemente pedidos de 65 aviones de dos de los principales clientes asiáticos de Boeing, en lo que algunos consideraron una señal de la preocupación de los ejecutivos por Boeing.
Los analistas e inversores consideraron el cambio como positivo para Boeing, pero enfatizaron que mucho depende del sucesor de Calhoun y de cambiar la cultura de la empresa desde la cúpula. “Creemos que requerirá a alguien con pedigrí y paciencia, ya que arreglar Boeing probablemente sea un viaje con altibajos de varios años”, opinó el analista aeroespacial de Vertical Research Partners, Robert Stallard.
Las acciones de Boeing subían un 2,8% en las operaciones previas a la apertura de la sesión el lunes.
La Central Nuclear Atucha I acaba de cumplir 50 años de su conexión al Sistema Eléctrico Nacional, y ese hito forma parte de la cuenta regresiva para detener totalmente su operación inicialmente prevista para los primeros días de abril, lo que daría lugar a las tareas de extensión de su vida útil por otros 20 años.
Si bien la licencia de operación emitida por la Autoridad Regulatoria Nuclear para el funcionamiento de Atucha I, que se levanta en el complejo nuclear del partido bonaerense de Zárate, finalizará en las próximas semanas, la operadora Nucleoeléctrica Argentina viene trabajando en la revisión técnica y de documentación necesarias para que la central siga a plena potencia hasta septiembre, lo que fuentes de la empresa confían se podrá conseguir.
De obtenerse esa prórroga, la central podrá seguir generando energía eléctrica durante los meses de invierno y evitar así al sistema tener que reemplazar esa generación con alguna alternativa más costosa, permitirá liberar el gas natural disponible para atender el pico de demanda y eventualmente disminuirá la necesidad de importar combustibles líquidos.
Nucleoeléctrica desde 2006 comenzó a realizar los estudios necesarios para evaluar el proyecto de extensión de vida que le permitirá generar energía limpia y segura por dos décadas más, y ya en 2018 obtuvo la extensión de licencia de generación a plena potencia por un nuevo período que vence el mes próximo.
La parada de reacondicionamiento tendrá una duración de treinta meses a realizarse entre 2024 y 2026 e implica una inversión de 450 millones de dólares, la creación de 2000 puestos de trabajo directo e indirecto y la generación de oportunidades para proveedores nacionales calificados en las tareas de construcción y fabricación de componentes.
Durante ese período se implementarán un conjunto de mejoras entre las que se destacan el cambio del sistema de protección del reactor, la calificación ambiental de equipos, la modificación de los sistemas de control, la modernización y cambios en la turbina y la implementación de un simulador de alcance total específico para Atucha I, entre otras actividades.
Este proyecto permitirá mantener la potencia instalada nuclear y la diversificación de la matriz energética argentina, evitar el reemplazo por hidrocarburos y contribuir a la reducción de las importaciones de energía, evitando un incremento en los costos de la energía sustentable y contribuyendo a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Además, brindará la posibilidad de conservar los conocimientos de tecnología PHWR, generar puestos de trabajo y aprovechar las capacidades existentes.
De acuerdo al plan de trabajo, la extensión de vida de Atucha I ahorraría el consumo de aproximadamente 476 MMm3 anuales de gas. Considerando la diferencia de costo anual de combustible con una central de ciclo combinado, implicaría un ahorro de entre 292 y 669 millones de dólares anuales en gastos de combustible.
Si se toma en cuenta el factor ambiental, con un costo de emisión de CO2 de 76,3 USD/tnCO2, se obtendría un ahorro en emisión de 88 millones de dólares anuales. Así, si se suman ambos factores, se obtendría un ahorro de entre 380 y 757 millones de dólares anuales comparándola con un ciclo combinado.
La inversión por unos 450 millones de dólares será solventada por un fideicomiso aprobado a fines de 2022 por la Comisión Nacional de Valores (CNV) que por un monto total de 600 millones de dólares permitirá financiar el proyecto de extensión de vida de la central nuclear Atucha I y la construcción del Almacenamiento en Seco de Elementos Combustibles Gastados de la Central Nuclear Atucha II (ASECG II), por un costo estimado de US$ 137 millones.
Atucha I inició su construcción en junio de 1968. Su reactor comenzó a funcionar el 13 de enero de 1974 e inició su producción comercial el 24 de junio de ese mismo año, convirtiéndose en la primera central nuclear de potencia de Argentina y América Latina.
La central había cumplido desde el 9 de septiembre de 2023 y por diez semanas una última parada programada para realizar tareas de mantenimiento sobre los sistemas de seguridad de la planta, como la intervención en el reactor, la ejecución del Programa de Inspección en Servicio, el mantenimiento preventivo de los generadores diésel de emergencia, de las válvulas de aislación del circuito de inyección de boro, de rectificadores, transformadores y barras del circuito eléctrico asegurado, así como también el mantenimiento y ensayos de baterías, y la ejecución de pruebas repetitivas establecidas en la documentación mandatoria.
Actualmente tiene una potencia eléctrica bruta de 362 megavatios eléctricos, superior a la potencia de diseño de 319 megavatios eléctricos. El tipo de reactor es PHWR, utiliza agua pesada como fluido principal y moderador, y uranio levemente enriquecido (ULE) al 0,85% como combustible.
Argentina ha sido pionera en América Latina en el uso de la energía nuclear. El país tiene una historia de 50 años de operación segura y eficiente en centrales nucleares de potencia. Esto se destaca posible por las continuas mejoras en materia de seguridad y al intercambio de información con otras plantas, con el objetivo de generar energía limpia y segura para el ambiente y, al mismo tiempo, contribuir a la lucha contra el cambio climático.
Nucleoeléctrica Argentina opera las centrales nucleares AtuchaI, Atucha II y Embalse. La potencia instalada total de sus tres plantas es de 1.763 MW.
El Ministerio de Economía anunció la designación de Luis Lucero como el nuevo secretario de minería de la Nación. El puesto estaba vacante desde febrero de este año, luego de que Javier Milei echara a Flavia Royón en represalia por el voto de los legisladores salteños -de donde es oriunda- en contra de la ley ómnibus.
Según informó el Gobierno, el nuevo funcionario es abogado especializado en la industria minera, en derecho de los recursos naturales y tiene una amplia experiencia en el financiamiento de proyectos, en materia societaria y en arbitrajes y litigios complejos. Recibido en la Universidad de Buenos Aires (UBA), cursó un Posgrado en Derecho Empresario de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y varios cursos y seminarios de especialización. Entre ellos se destacan los que realizó en el exterior: uno en política de gobierno y estrategia corporativa en minería en la Universidad de Dundee; otro en negociación, en Harvard Law School; y dos más en fundamentos de ciencias de la organización en Columbia Business School y en Cambridge University.
Con un título honorífico de Master of Arts por el University College of London (UCL), Lucero cuenta con una extensa carrera laboral. Es ex-socio del estudio jurídico Marval O’Farrell Mairal y, anteriormente formó parte de importantes estudios jurídicos del país. También se desempeñó como consultor en derecho extranjero en Pillsbury Winthrop Shaw Pittman en Estados Unidos, y ocupó posiciones en el directorio y comisiones fiscalizadoras de diversas empresas mineras, distribuidoras de gas, industriales y financieras.
El flamante secretario de minería es reconocido como un “profesional destacado en su área de práctica por numerosas publicaciones locales e internacionales”, lo que lo llevó a exponer en diversas instituciones nacionales e internacionales sobre temas vinculados a la industria minera y financiamiento de proyectos, entre las que se destacan el Center for Energy, Petroleum, Mineral Law and Policy, University of Dundee (en donde fue nombrado Honorary Lecturer por el período octubre 2010-septiembre 2013); la Rocky Mountain Mineral Law Foundation; y el United Stated Geological Survey.
Por la caída registrada en sus ventas, la empresa de electrodomésticos Longvie decidió suspender a la mitad de sus trabajadores en las plantas que tiene en Catamarca y Entre Ríos. La firma cuenta además con una planta en la provincia de Buenos Aires.
La suspensión se dará a partir de hoy y hasta mediados de abril, indicaron medios locales. Los trabajadores suspendidos cobrarán alrededor del 80% del haber bruto de sus sueldos.
La planta de Catamarca se dedica a la fabricación de lavarropas y tiene alrededor de 120 empleados. “Desde la gerencia nos dijeron que no había venta, que había bajado mucho la demanda. Realmente no tienen un panorama muy claro a futuro. Esto es día a día”, dijo Nicolás Álvarez, delegado de los empleados en la empresa, al medio El Ancasti.
En tanto, la planta de Entre Ríos, donde trabajan unas 90 personas, se dedica a la producción de termotanques, calefones y estufas. “Solo quedan algunos trabajadores para cargar los camiones y algunas tareas de mantenimiento”, indicaron fuentes de la empresa al medio local El Once.
En la planta de la provincia de Buenos Aires, donde se fabrican cocinas, hornos y anafes, también hay conversaciones para suspender a parte de los trabajadores.
La consultora especializada Scentia informó que el consumo se retrajo un 4,1% interanual en febrero –por encima del 3,8% de enero pasado– y acumuló en el primer bimestre un descenso de 3,9%. Según CAME, en tanto, las ventas minoristas pymes se retrajeron 25,5% en febrero, a precios constantes, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, frente al mismo periodo del año pasado. En la comparación mensual, bajaron 7,4%. La caída en las ventas de Longvie va en línea con la tendencia general.
Longvie fue creada en 1918 y está presente en 12 países: además de la Argentina, sus productos se venden en Uruguay, Paraguay, Bolivia, Brasil, Perú, Colombia, Venezuela, Estados Unidos, Canadá, Polonia y Georgia.
En la negociación del tratado comercial entre la Unión Europea (UE) y Mercosur «la pelota está más en cancha de ellos que en la nuestra», advirtió el ministro de Industria y Comercio de Paraguay, Javier Giménez, para quien la postura de su país es de «hartazgo» después de 25 años de buscar cerrar ese acuerdo.
En declaraciones a EFE, Giménez se refirió además al reglamento 1115 de la UE sobre productos asociados a la deforestación y la degradación forestal que ha causado malestar entre los productores locales y que Paraguay, como parte de un grupo de 60 países, denunció ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El titular de Industria y Comercio consideró que el acuerdo del Mercosur -el bloque que integran Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia- con la UE «lamentablemente se encuentra lejos de ser firmado por lo que está ocurriendo en Europa, principalmente».
«La pelota está más en cancha de ellos que en la nuestra y me refiero a nivel Mercosur», agregó Giménez, en referencia a las manifestaciones de los productores europeos en contra de los requisitos de Los Veintisiete, los precios bajos y las importaciones desde terceros países que no cumplen las reglamentaciones locales, entre otros.
Sin embargo, admitió que la postura de Paraguay en ese sentido ha sido de “hartazgo», en alusión al cuarto de siglo que llevan las negociaciones desde que ambos bloques expresaran en junio de 1999 la intención de negociar un tratado de libre comercio sobre el que llegaron a un principio de acuerdo en junio de 2019.
En todo caso, aclaró que «intenciones hay», aunque «la práctica y la experiencia» están demostrando que «está costando llegar a ese acuerdo».
«Paraguay siempre va a mirar al mercado europeo como uno de sus destinos de prioridad en sus exportaciones e importaciones; simplemente, que ya estamos en una postura de no esperar más este tratado de libre comercio», zanjó.
En ese sentido, mencionó como uno de los puntos críticos que ha prolongado la conclusión de las negociaciones el hecho de que la UE imponga medidas medioambientales, «partiendo de una premisa en donde somos el problema de contaminación del mundo».
«Entonces, ya partimos de una premisa falsa», agregó el funcionario, que defendió que Paraguay representa el 0,09 % de las emisiones de CO2 del planeta y el 99 % de su energía es renovable y limpia.
Sobre el reglamento 1115, aprobado en mayo de 2023 y cuya aplicación está prevista para el 1 de enero de 2025, indicó «es una decisión soberana de Europa» dirigida a quienes decidan exportar a ese bloque.
«Uno es soberano y libre y voluntario de elegir exportar o no a Europa. Eso hay que dejar muy en claro, porque parecería ser de que hay una imposición y eso no es así», puntualizó Giménez, quien destacó que así lo expresó en su reciente visita al país el comisario europeo de Medioambiente, Virginijus Sinkevicius.
En concretó, destacó que el país ha empezado a aplicar una herramienta para garantizar la trazabilidad y georreferenciación de las tierras, al tiempo que trabaja en la creación de una plataforma para el exportador.
Al mismo tiempo, matizó, Paraguay denunció ante la OMC la reglamentación 1115, «demostrando mucha firmeza conceptual».
«La postura de Paraguay es, por un lado, esta ley atenta contra las leyes internacionales de libre comercio», explicó el ministro, pero admitió que, de forma paralela, está creando el sistema de trazabilidad para sus exportaciones.
«Creo que aquí cabe un poco la frase: ‘Esperando lo mejor, nos preparamos para lo peor’», concluyó Giménez.
El titular de Ciencia y Tecnología de La Rioja, Hugo Vera lamentó la decisión de la Casa Rosada de eliminar dos fondos que son claves para el desarrollo del sector. Pese a ese contexto, confirmó que seguirá adelante la construcción del Polo Científico y Tecnológico.
Fondos claves
Puntualmente, el gobierno de Javier Milei eliminó el Fondo para la Ciencia y la Tecnología (FONCYT) y el Fondo para la Economía del Conocimiento (FEC). Este recorte aplicado por la Casa Rosada forma parte del paquete de 28 fondos fiduciarios dados de baja y equivalentes a 2.000 millones de dólares.
«El sector de la ciencia y la tecnología no es ajeno al contexto que vive el país. Este gobierno nacional está tomando medidas autoritarias que ponen en peligro todo el sistema tecnológico de la Argentina en general y de la provincia en particular», sostuvo Vera en Riojavirtual Radio.
El funcionario provincial lamentó la decisión del Gobierno nacional: «Se tomó la triste decisión de degradar el Ministerio de Ciencia y Tecnología a una Secretaría y lo peor, desfinanciándolo totalmente. Hay fondos que ellos llaman cajas negras que financian muchos programas de ciencia y tecnología. Se eliminaron dos fondos. Uno de ciencia y tecnología y el otro es de economía del conocimiento», detalló.
Sin contacto con Nación
Vera dijo que desde que asumió Milei la presidencia del país aún no ha podido tener contacto con las autoridades nacionales del área.
Vera ponderó los logros que tuvo la Provincia en materia de ciencia y tecnología durante el primer gobierno de Ricardo Quintela y con un Gobierno nacional que acompañó el crecimiento del sector. «Tuvimos un salto muy grande en el primer gobierno de Ricardo Quintela y eso fue posible por la decisión política del Gobernador y porque en el Gobierno nacional anterior había un contexto para financiar proyectos», dijo.
Por otra parte, el funcionario destacó que a pesar del difícil contexto nacional, la Provincia continuará adelante con el proyecto de construcción del Polo Científico y Tecnológico. «Se va a avanzar con la construcción del Polo Científico y Tecnológico. Estamos prestos a que el Ministro firme el contrato de obra, muy a pesar de que el sector de la construcción está parado», indicó.
China, Japón, India, Suecia, Reino Unido, Francia, Rusia, Estados Unidos… la lista de países construyendo o con planes avanzados para levantar nuevas centrales nucleares es larga. Incluye viejos conocidos, pero también pequeños países que aspiran a tener energía barata, y por tanto, una economía saludable. También hay más programas de capacitación y una creciente bolsa de empleo en el sector que no se vio en más de una década, dicen expertos.
En la COP28, la cumbre del clima de la ONU celebrada el año pasado, 20 países se mostraron a favor de reforzar la energía nuclear para recortar las emisiones de CO2 y se comprometieron a triplicar la capacidad mundial para 2050.
La declaración supuso un giro completo y un reconocimiento de que esta tecnología forma parte de la solución a la crisis climática. Además, reveló que muchos países han cambiado su postura sobre la energía nuclear, denostada desde el accidente de Fukushima en 2011. Que Japón tenga intenciones de reactivar los reactores de Kashiwazaki-Kariwa, la mayor planta nuclear del mundo en producción de electricidad, dice mucho de lo que está sucediendo en el sector. Y en 2025 se espera que entren en funcionamiento capacidades sustanciales en EE.UU., Qatar, Rusia y Canadá, por ejemplo.
Estados Unidos, Bulgaria, Canadá, República Checa, Finlandia, Francia, Ghana, Hungría, Japón, Corea del Sur, Países Bajos, Polonia, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia, Suecia, Ucrania, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido firmaron un acuerdo para triplicar su capacidad nuclearGETTY IMAGES
“La energía nuclear, históricamente, ha producido más energía baja en carbono que cualquier otra fuente, incluida la energía eólica o la solar. Ahora muchas naciones lo ven como una forma de cerrar la brecha de carbono”, explica Simon Middleburgh, co-director del Nuclear Futures Institute de la Universidad de Bangor, en Gales. Pero, detrás de esta oleada no está solo el cambio climático o la transición energética. Al menos otros 3 factores han influido en este nuevo “renacer” de la energía atómica.
1. Tecnología asequible
Las grandes centrales aprovechan la fisión nuclear para generar calor que produce energía. En su planificación y construcción se tardan de media unos 10 años y el coste oscila entre los US$4500 millones y US$5500 millones. Su producción alimenta ciudades enteras.
La llegada de los reactores modulares avanzados (SMR) más pequeños convertirá la energía nuclear en una tecnología accesible y de bajo costo en comparación con las instalaciones y los procesos de las grandes instalaciones. “Hemos llegado al punto en el que pueden fabricarse en masa”, dice Middleburgh. Por eso, los SMR son más asequibles y, al ser de menor tamaño, pueden colocarse en lugares donde no podrían ubicarse centrales nucleares más grandes, incluidos lugares remotos.
Estados Unidos tiene 93 reactores conectados a su red eléctricaGETTY IMAGES
Sus módulos implican que las unidades pueden ser prefabricadas y luego enviarse e instalarse “in situ” frente a la necesidad de los grandes reactores de ser levantados directamente en el emplazamiento elegido. En lugar de gigavatios, producen la mitad. Unos 500 megavatios, suficientes para regiones o islas.
“Ahora tenemos pequeñas centrales modulares que están haciendo que la energía nuclear sea más viable económicamente, especialmente para los países más pequeños, países que no necesitan gigavatios”, dice Middleburgh. “Pero, todavía se basa en la tecnología del agua, es decir, el reactor de agua a presión. Se utiliza el combustible [uranio] para calentar el agua, y ese agua caliente impulsa turbinas de vapor que generan electricidad”, explica el profesor.
El prototipo de Argentina
“Algunos diseños de SMR también pueden servir a nichos de mercado, por ejemplo implementando microrreactores para sustituir generadores diésel en islas pequeñas o regiones remotas”, dice el organismo internacional de la Energía Atómica.
La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de Argentina está construyendo un prototipo de SMR en Lima, provincia de Buenos Aires. “Esta clase de reactores tiene una gran proyección para el abastecimiento eléctrico de zonas alejadas de los grandes centros urbanos o de polos industriales con alto consumo de energía (incluyendo la capacidad de alimentar plantas de desalinización de agua de mar)”, dice el organismo. Una vez puesto en marcha, será capaz de generar 32 megavatios eléctricos. El 70% de sus componentes fue fabricado en el país.
Vista aérea de la construcción del prototipo del reactor Carem, en ArgentinaCOMISIÓN NACIONAL DE ENERGÍA ATÓMICA, ARGENTINA
2. No dependencia
La guerra de Ucrania sorprendió a la comunidad internacional que de la noche a la mañana se vio secuestrada por Rusia, uno de los principales proveedores de gas y petróleo del mundo. El conflicto tocó de lleno unos de los temas más sensibles en la prosperidad de un país: el suministro de energía, la producción eléctrica y la factura de la luz. Según cálculos de la OIEA, los 412 reactores nucleares repartidos por 31 países producen en torno al 10% del total de electricidad mundial.
Con la invasión de Ucrania, los países descubrieron el coste de depender energéticamente de socios dudosos. Y el problema de las energías renovables sigue siendo que no siempre hace sol o viento, por lo que su producción es intermitente y difícil de predecir. El objetivo ahora es lograr la seguridad del suministro de energía sin depender de factores externos. “Las naciones con energía barata y estable, son naciones desarrolladas”, añade Middleburgh.
En respuesta, muchos de los países europeos analizan ya cómo extender la vida de las centrales nucleares en uso. “Entre las empresas con mayor huella de carbono se encuentran las de Alemania, la República Checa, Polonia y Grecia, que siguen dependiendo en gran medida del carbón y el gas natural”, explica Anne Grammatico, directora asociada de calificaciones corporativas de Scope Ratings. En el otro lado se encuentran las de Francia, Bélgica, Suiza, Austria, España y los países nórdicos, “con una amplia generación nuclear, hidroeléctrica, solar y eólica”, añade.
El segundo país con más reactores es Francia, pero pronto quedará sobrepasado por ChinaGETTY IMAGES
Para el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, el argentino Rafael Grossi, los países “han descubierto o redescubierto o revalorizado la enorme autonomía que da la energía nuclear. Una planta nuclear, no depende de nadie, la prendes y la apagas cuando quieres y la tienes por cien años. Da una enorme capacidad de maniobra”.
Foco en el uranio
Y todo esto ha puesto el foco también en el uranio, la materia prima que alimenta los reactores. “La paulatina aceptación de la energía nuclear y su reciente calificación como energía ‘limpia’ en Europa está provocando que muchos inversores se interesen por este sector. Rusia, EE.UU. y la UE se reparten la producción de esta materia prima, de la que 5 gramos generan la misma energía que una tonelada de carbón o más de 500 litros de petróleo”, asegura Manuel Pinto, analista de XTB.
Las empresas también podrían verse beneficiadas. “La reducción del tamaño de las centrales nucleares a unidades modulares más pequeñas para hacerlas escalables para la fabricación tiene sus promesas. Estas centrales eléctricas podrían ofrecer beneficios a los usuarios industriales en muchas partes del mundo”, dice Norbert Rücker, economista jefe de Julius Baer. “El desarrollo de esta tecnología cuenta con muchos patrocinadores y está ocurriendo en muchas partes del mundo”, añade.
Piscina de combustible gastado de la Central Nuclear Angra II, en BrasilGETTY IMAGES
3. Medidas de seguridad pasivas
“La energía nuclear tiene un par de obstáculos que superar en términos de regulación y de capacidades, pero ya se están superando”, dice Middleburgh. Tras décadas mejorando la tecnología y sobre todo, después de lo sucedido en el accidente de Fukushima en 2011, cuando un tsunami inundó los reactores provocando un gran desastre, los avances en seguridad han sido notorios, creen los expertos.
Ahora las centrales están diseñadas para apagarse si algo sale mal. Estas medidas de seguridad se basan en elementos como la gravedad y se denominan medidas de seguridad pasivas. Pero, la gestión de los residuos sigue siendo un tema polémico dentro de este campo.
“Ahora, con los reactores de agua a presión, con estos SMR y estos sistemas futuros, los residuos se pueden almacenar provisionalmente en un lugar seco y a largo plazo, se entierran en un depósito geológico. Si observamos lugares como Suecia y Finlandia, en este momento están muy por delante en este aspecto”, dice el académico.
Residuos nucleares
La cuestión de qué hacer con esos residuos es algo con lo que muchos gobiernos han estado lidiando durante años. Los combustibles usados son intensamente radiactivos, y esa radiactividad tarda mucho tiempo en desintegrarse”, explicó el profesor Neil Hyatt, principal asesor científico de los Servicios de Residuos Nucleares de Reino Unido. “Después de unos 1000 años, queda alrededor del 10% de la radiactividad original, y eso se descompondrá lentamente durante unos 100.000 años más o menos”.
¿Qué pasó en América Latina?
Hasta 15 países que nunca tuvieron nucleares están ahora interesados en desarrollar esta tecnología en la próxima década. En Latinoamérica, 9 países integran desde febrero la Red Regional de Reactores de Investigación e Instituciones relacionadas en América Latina y el Caribe: Argentina, Bolivia, el Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Jamaica, México y el Perú. Y es que, sobre todo, el desarrollo y despliegue de pequeños reactores modulares ha llamado la atención de países en América Latina.
Pero, si hablamos de grandes reactores, Brasil cuenta con 2, los mismos que México mientras que Argentina suma tres en total. No son los países con menos, pero se sitúan lejos de los 93 que Estados Unidos tiene conectados a su red eléctrica, los 56 de Francia o los 55 de China, los tres países que encabezan la lista mundial.
Para Raquel Heredia, física y representante de WiN Mexico, la red de mujeres en el sector nuclear, los reactores de América Latina están en cada país bajo el paraguas de una empresa estatal. “Eso implica que el Estado tiene que tomar las decisiones de invertir y eso choca con la política de Latinoamérica, que tiende a ser muy del corto plazo”. Y añade: “Cuando un proyecto es de inversión a largo plazo, no siempre es atractivo para un político que está viviendo a corto plazo. Eso es una realidad política a nivel mundial”.
Tener un sistema energético estable “requiere de la participación de varias fuentes, no solo las energías renovables, sino también las energías limpias, como es el caso de la nuclear, y la vinculación que puede haber entre ellas, o sea, la complementación que puede haber entre unas y otras”, explica Adriana Serquis, física argentina, presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica e investigadora principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.
Serquis cree que América Latina está cada vez más preparada para desarrollar energía nuclear y cita como ejemplo la creación de organismos de ciencia y tecnología, y la formación de profesionales con sus institutos académicos. “Con el apoyo de los organismos internacionales de energía atómica, siguiendo los proyectos que vienen de ahí, también se está armando una red latinoamericana de reactores de investigación, por ejemplo, y esos son lugares generadores de conocimiento”, añade.
Los reactores de investigación se construyen con diferentes objetivos, pero el principal es el de generar investigación, o sea, tener un lugar de experimentación donde los futuros ingenieros e nucleares se formen para la utilización de la energía nuclear y pueden experimentar con, por ejemplo, las diferentes configuraciones de un núcleo. Son como “reactores escuelas”, finaliza.
Hace cinco décadas se inauguró la primera Central de Potencia de América Latina. Allí se formaron profesionales de excelencia, se desarrolló una industria y se exportó tecnología. Todo eso fue posible cuando se contó con un estado promotor de la ciencia.
Por Gabriel Maurino (*)
Hace 50 años, Argentina se sumó a los países de gran valor en el mundo, cuando Atucha I se conectó por primera vez al Sistema Eléctrico Nacional(19 de marzo de 1974), convirtiéndose en la primera Central de Potencia de América Latina. Pero eso es sólo una parte de una larga historia que viene bien, en estos tiempos, memorar.
La historia de la Energía Nuclear en el mundo comienza y se desarrolla en la Segunda Guerra. Nadie tenía bien claro qué era la Energía Nuclear, pero se sospechaba que quien lograra desarrollarla primero, acabaría con el oponente inmediatamente. Y así de triste fue su origen.
Sin embargo, grandes avances de la ciencia y la tecnología que hoy en día disfrutamos, como internet, GPS, laser, satélites,computadoras, tuvieron su creación en épocas de guerra. ¿Por qué se dan estos fenómenos? Porque hay Estados muy poderosos que derivan gran parte de su presupuesto al desarrollo de nuevas tecnologías que le otorguen cierta ventaja competitiva. En realidad es una comunión entre Estado y privados, dirigida por el primero, por y para un bien común.
En Argentina, la historia de la Energía Nuclear comenzó en 1950 con la creación de laComisión de Energía Atómica (CNEA), con el objetivo de reunir especialistas de las disciplinas científicas y adquirir equipos para formar laboratorios.
En 1952 comenzaron las primeras exploraciones y extracciones uraníferas; en 1955 se creó el Instituto Balseiro. Ese es nuestro inicio. Tan importante habrá sido el interés nuclear, que entre 1950 y 1983 se sucedieron 8 presidentes de la Nación democráticos y 9 de facto, pero tan sólo 3 presidentes de la CNEA.
Con todo, acá hay implícito un legado muy importante: a pesar de los cambios de gobierno, durante años se respetó esa política de Estado. La Energía Nuclear no se desfinanció hasta fines de los 80. Y de esa continuidad, nos beneficiamos todos los argentinos; no sólo por tener la Primer Central Nuclear de América Latina y estar entre los 10 primeros países del mundo en tener una Central de Potencia, sino porque en el proceso hubo mucha investigación, creación de conocimiento, formación de profesionales de excelencia mundial, desarrollo industrial, nacimiento de nuevas PyMES, trabajo de gran remunerabilidad y calidad asociado al sector, respeto mundial y hasta ser exportadores de tecnología nuclear.
¿Sólo eso? No. La continuación de esas políticas nos permitió también, poner en marcha 2 Centrales Nucleares más (Embalse y Atucha II), el Complejo Tecnológico Pilcaniyeu (una planta de Enriquecimiento de Uranio que se desarrolló de manera secreta ya que tan solo 3 países contaban con una de esas en aquel entonces), una Planta Industrial de Agua Pesada, CONUAR (Combustibles Nucleares Argentinos), 3 Centros Atómicos y 5 Reactores de Investigación (operativos hasta hoy).
¿Fin de la lista? No. Contar con un Estado promotor de ciencia y tecnología, nos permitió llevar aquellos conocimientos a otras áreas, así fue cómo se desarrolló la industria pesada (la automotriz, el acero, el aluminio, el petróleo y la aviación), la de comunicaciones (con creación de 3 satélites), la alimentaria, la agrícola, se lograron grandes avances en modificaciones genéticas, en la medicina, cantidad de universidades con acceso universal, nuevas y modernas carreras universitarias, institutos técnicos, laboratorios. Todos patrimonios nacionales.
¿Alguna vez se preguntaron qué sería de la Argentina sin todos estos avances? Está claro que no alcanzaron para que seamos Primer Mundo, pero si algún día queremos serlo, estas cuestiones son condición necesaria.
En los 90 y durante más de una década, se retiró el Estado de su rol estratégico y casualmente en ese decenio, no tuvimos ningún logro para celebrar: la inversión, el desarrollo y la producción secayeron como un piano. Ni hablar de los recursos humanos calificados que emigraron.
Hoy de nuevo nos encontramos en la necesidad de rediscutir la conveniencia del Estado en la dirección de políticas estratégicas, con un DNU y un proyecto de Ley Ómnibus que deja al borde del desfinanciamiento y privatizacióna una decena de empresas decisivas en el desarrollo argentino, enmascarado en eslóganes confusos (casta, motosierra, licuadora, Estado ineficiente) como si no tuviéramos nada de qué estar orgullosos, como si fuese casualidad que los grandes avances de la humanidad surgieran de políticas de Estado dirigidas a invertir enormes sumas de dinero para ocupar un mejor lugar en el control decisional del mundo.
No se trata de público o privado, de Estado o mercado. Sino de que éstos vayan por la misma senda del interés nacional. Gobierne quien gobierne, que existan algunos principios inalterables que no nos saquen del camino del desarrollo y de la producción, caminos que inexorablemente recorrieron y recorren todas las naciones que hoy son consideradas Potencia.
¡Feliz Aniversario ATUCHA I! y que su legado sirva para volver a iluminar un sendero que no debemos abandonar.
Gabriel Maurino
Ing., CEO en SOYAr, especialista en Energia Nuclear BALSEIRO y docente universitario UTN
La epidemia de dengue continúa y lo hace de acuerdo con las previsiones epidemiológicas: la cantidad de casos notificados en el país superó la barrera de los 200.000 en lo que va del año y las provincias llevan confirmados más de 134.000 de esos diagnósticos.
Las cifras oficializadas semana a semana son apenas una muestra del número real de infecciones esta temporada 2023-2024 de esta enfermedad, pero suficiente como para demostrar que es la epidemia con mayor extensión nacional en una década y media.
En la actualización semanal con datos hasta el 16 de este mes que el Ministerio de Salud de la Nación hizo este mediodía de su Boletín Epidemiológico Nacional (BEN), que se puede consultar acá, se mantienen en 19 las provincias con circulación local del virus del dengue. Tierra del Fuego, Chubut, Neuquén, Santa Cruz y Río Negro también están notificando que hay personas que consultan con síntomas de sospecha (883 casos desde enero) y están confirmando el diagnóstico (388 casos). Los números incluyen los 79 casos diagnosticados en La Pampa, distrito con casos autóctonos y circulación viral declarados.
Casos de dengue en nuestro país
Si bien este panorama que cada siete días actualiza la cartera sanitaria nacional tiene en cuenta la “temporada” de dengue de agosto a agosto de cada año, la curva epidémica para 2023-2024 para todo el territorio empezó a trepar por encima de lo esperado a mediados de noviembre del año pasado. Desde entonces, la cantidad de personas que contrajeron la infección no paró de subir, con confirmaciones diagnósticas que se duplicaron a partir de las dos últimas semanas de diciembre de 2023.
El brote epidémico de la temporada arrancó en las provincias del noreste (Formosa, Chaco, Misiones y Corrientes) y en las primeras 11 semanas de este año acumula para el país 218.887 casos notificados, de los que 134.202 las provincias ya fueron confirmando, sea por pruebas de laboratorio o, como es en cuatro de cada 10 casos, por nexo epidemiológico.
Mientras que 35.399 de los diagnósticos corresponden a las provincias del noreste, 78.222 son de las jurisdicciones del centro del país: Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Provincia de Buenos Aires y Ciudad de Buenos Aires.
En las seis provincias del noroeste del país –Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero–, el sistema de salud confirmó 19.434 casos.
“En comparación con otros años epidémicos, la actual temporada se caracteriza por ser la de mayor magnitud, de comienzo más temprano, por la persistencia de casos durante todas las semanas hasta el momento. El mayor número de casos se registró, hasta el momento, en la semana [del 3 al 9 de marzo] con 23.723 [confirmaciones], lo que representa el máximo histórico hasta la fecha de casos registrados en una semana”, publicó la cartera sanitaria nacional en su análisis de situación al actualizar los datos.
Irene Schloss, investigadora en el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC) y Gastón Almandoz, investigador de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), dirigen un trabajo que establece una relación entre el aumento de temperatura del mar y las alteraciones en las comunidades fitoplanctónicas de la península antártica occidental.
El calentamiento global afecta significativamente a la Península Antártica Occidental, uno de los ambientes del planeta con mayor sensibilidad a este fenómeno, en tanto altera la temperatura del océano y la concentración de hielo marino y glaciario. Como consecuencia, los ecosistemas que dependen de tales factores, especialmente aquellos que viven bajo el agua también se ven alterados.
Como resultado de una labor de producción de datos sostenida a lo largo de tres décadas, y del trabajo articulado y colaborativo entre equipos de centros científicos de distintos puntos del país, algunos hallazgos relevantes han sido posibles: al norte de la Península Antártica, en la Isla 25 de Mayo, y más específicamente en Caleta Potter, han constatado alteraciones en la composición de las comunidades fitoplanctónicas, es decir algas microscópicas esenciales para la vida en el océano antártico.
En efecto, el llamado fitoplancton junto con las macroalgas es un importante productor primario de los ecosistemas antárticos, particularmente de los oceánicos, ya que están en la base de la cadena alimentaria. Los expertos del CONICET Irene Schloss y Gastón Almandoz vienen recolectando datos mediante muestreos en el campo que se desarrollan a lo largo de todo el año, con la ayuda del personal científico invernante de la base Carlini, desde comienzos de la década de 1990. Estos incluyen observaciones oceanográficas y meteorológicas, así como la caracterización microscópica de la composición del fito- y zooplancton. Mediante este procedimiento han detectado que en los últimos años ha aumentado la frecuencia de grandes floraciones, dominadas a su vez por una especie de diatomea (un grupo de estas microalgas) de menor tamaño respecto a aquellas que se venían registrando en las décadas previas, más propias de aguas frías.
Así explica el hallazgo Schloss: “Durante más de tres décadas hemos estudiado la dinámica del plancton en Caleta Potter, y observamos un cambio importante en la composición de la comunidad fitoplanctónica en relación con las variables hidrográficas. Entre comienzos de la década de 1990 y hasta 2009 se observaban de manera esporádica floraciones dominadas por un grupo de especies de diatomeas típicas de aguas antárticas, con tamaños en general superior a los 20 micrones, lo que se considera células “grandes”.
Sin embargo, entre 2010 y 2020, se registró un aumento notable en la frecuencia de floraciones intensas, y durante los veranos más cálidos, estas floraciones estuvieron dominadas por una especie de diatomea pequeña (< 20 micrones) que, si bien produce floraciones recurrentes en aguas templadas, nunca antes había sido observada formando grandes acumulaciones en aguas antárticas, lo que indica un cambio significativo. El hallazgo de esta pequeña especie en el terreno, reemplazando a otras especies de mayor tamaño típicas de aguas frías, es indicativo de los cambios que el ambiente está sufriendo, particularmente con respecto a la temperatura”.
Estos hallazgos, de gran relevancia para la comunidad científica, han sido recientemente publicados en la revista Global Change Biology. Científicos y científicas argentinas están contribuyendo así al análisis de un fenómeno de alcance y preocupación internacional, al constatar las afectaciones específicas y concretas que el calentamiento global produce sobre los ecosistemas.
En ese sentido, la integrante del equipo Julieta Antoni, Licenciada en Ciencias Biológicas y doctoranda de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, agrega: “El rápido calentamiento de la Península Antártica y el aumento de las actividades humanas en la región, incrementan significativamente su vulnerabilidad a la introducción de especies no nativas, otra consecuencia más del cambio climático”.
Para ilustrar los alcances del fenómeno y la importancia de los hallazgos, Schloss y Almandoz afirman que las características que ha ido tomando la comunidad fitoplanctónica “puede tener grandes consecuencias para toda la red trófica antártica, especialmente considerando que el krill, animal clave en la red, se alimenta preferentemente de células mayores a 20 micrones de diámetro. Esto agrega una fuente de estrés adicional sobre estos organismos y sobre la red trófica antártica en general. Este hallazgo sugiere que, de generalizarse el predominio de este tipo de fitoplancton para las aguas antárticas, podría modificarse significativamente la totalidad de la red trófica antártica”.
Martín Brandi, CEO de PCR, fue uno de los grandes protagonistas que tuvo el mega evento FES Argentina, organizado por Future Energy Summit(FES) el pasado 11 de marzo en el Hotel Emperador de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Brandi disertó sobre los principales retos y oportunidades que atraviesa el sector de las renovables del país, donde insistió en la necesidad de regularizar los pagos a las generadoras y transmisoras y en contar con una política de estado que permita nuevos horizontes de inversión.
“La cadena de pagos es un problema preocupante. Las renovables contamos con el Fondo para el Desarrollo de las Energías Renovables (FODER) y eso hace que cobremos, pero no es sostenible un mercado donde esté rota la cadena de pagos”, apuntó.
“Es inviable que haya inversiones en un sector donde no hay una cadena de pagos. Es una prioridad absoluta y el próximo ciclo de inversiones que se genere, requerirá financiamiento del exterior si queremos que sea de gran envergadura”, agregó el CEO de la compañía que cuenta con 530 MW eólicos en operación comercial.
Cabe recordar que, hasta principios de marzo, se debía aproximadamente el 25% de los pagos de enero y la totalidad de febrero y marzo (correspondiente a las actividades de noviembre – diciembre 2023 y enero 2024), producto de la deuda de muchas distribuidoras con Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico SA y que el Tesoro Nacional no le giró a la propia CAMMESA el diferencial entre el costo de la energía y el precio sancionado que abonan los usuarios finales.
Es decir que CAMMESA se quedó sin sus dos fuentes de ingresos, pero con varios pendientes de pago. A tal punto que el monto a cancelar con las empresas generadoras de electricidad supera el billón de pesos según informaron fuentes cercanas a Energía Estratégica.
Bajo ese panorama, el CEO de PCR planteó la importancia de mantener lo hecho de forma positiva hasta el momento para que se dé un nuevo ciclo de inversiones, como por ejemplo el Programa RenovAr que atrajo precios energéticos competitivos y la Ley N° 27191, “que al ser una política de estado permitió que haya USD 10.000 millones de inversión en el sector renovable”.
“Sea cual sea la tecnología que busquemos apuntalar o el marco regulatorio a encontrar, las señales de precios siempre serán beneficiosas, pero es importante que sea a través de una política de estado que traiga confianza y permita horizontes de inversión”, manifestó Brandi durante FES Argentina.
“Cuanto antes estén aclaradas las reglas de juego, quién será el comprador, la duración y que son una política de estado, antes iniciará el proceso para financiar y avanzar con nuevos proyectos. No será instantáneo, pero es fundamental que en poco tiempo se enmiende la macroeconomía o se vislumbren números fiscales adecuados y reservas en el Banco Central, cómo también se sepa cómo será la transición”, insistió.
Nuevas herramientas del gobierno
El Poder Ejecutivo de Argentina pretende aplicar un Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI) a través del nuevo proyecto de “Ley Ómnibus” o de una iniciativa legislativa presentada por un diputado oficialista, donde el valor mínimo de inversión en activos computables sea de USD 200.000.000 (el gobierno no podrá bajarlo de USD 50.000.000), y un máximo de USD 900.000.000.
El objetivo sería generar “condiciones de previsibilidad y estabilidad” y condiciones competitivas en Argentina para atraer inversiones y que las mismas se concreten mediante el adelantamiento temporal de las soluciones macroeconómicas “sin las cuales determinadas industrias no podrían desarrollarse”.
Martín Brandi no fue ajeno a esa situación y si bien consideró que el RIGI es “interesante”, opinó que debería ser más ambicioso y ampliable a toda la economía nacional en lugar de sólo limitarse a grandes proyectos.
“Por ejemplo en generación distribuida puede haber proyectos chicos muy interesantes, eficientes y competitivos si hay señales de precio pero así como está la iniciativa no tendrían la posibilidad. De todas maneras, entiendo que el norte de la administración es que ese régimen pueda ampliarse a toda las actividades de toda la economía”, destacó.
Viernes 29 a domingo 30 se lleva a cabo «Encuentro Cercano», una convención nacional de ciencia ficción. Ubicado en la Biblioteca Popular Ansible, Artigas 1850; CABA.
Viernes 29 a las 20 horas: estreno de la pieza teatral «Error de Sistema», adaptación del cuento ganador del concurso de relatos Karel Capek. Función a la gorra. Todas las demás actividades previstas, y hay muchas, son gratuitas. AMPLIAREMOS
Horas después de la imprevista reunión que el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, mantuvo el miércoles en Casa Rosada con el titular de la CIA, William Burns, el presidente Milei anuncio en X la compra de los cazas F-16 a Dinamarca, de la que se viene hablando los ultimos dos años.
Hasta ahora esta es la información concreta disponible:
En estos días, el Ministerio de Defensa de Argentina se encuentra en la recta final para cerrar la compra de los 24 F-16A/B Block 15 Fighting Falcon (más un Block 10 para usar en instrucción en tierra), aunque aún se espera la aprobación final del presupuesto para la firma del contrato. La semana que viene se espera la visita del ministro de defensa de Dinamarca, Troels Lund Poulsen, para destrabar las negociaciones y, eventualmente, si se logra la aprobación de los fondos, llegar a la firma del contrato, el cual está listo para ser firmado desde el pasado mes de enero. Cabe destacar que la compra de los F-16 ya había sido decidida a fines de 2023, descartándose ya en ese entonces la alternativa china, y obtuvo la aprobación del presidente Javier Milei en enero, pero supeditada a la disponibilidad de fondos por parte del Ministerio de Economía, el cual aún no ha liberado los 10 millones de dólares que se necesitan para el primer pago por los cuatro P-3 Orion para la Armada Argentina comprados en noviembre de 2023. Al día de hoy, aún no se ha confirmado la habilitación de los fondos para que se pueda firmar el contrato por los F-16, lo que se espera que ocurra en los próximos días.
De todas maneras, se espera que la firma del contrato, de no poder ocurrir en la semana que viene, se haga antes del final del mes de abril. El contrato con Dinamarca, por 338 millones de dólares, comprende los 24 aviones en condiciones de vuelo, un avión F-16 Block 10 desarmado para entrenamiento del personal de tierra, ocho motores de repuestos, pods de designación de blancos y de reconocimiento, equipos de guerra electrónica, cascos con Joint helmet mounted cueing system (JHMCS), herramientas, repuestos, entrenamiento para el personal y otros equipos.
De mantenerse el cronograma previsto, este año se entregaría el ejemplar para entrenamiento en tierra y en 2025 llegarían a la Argentina cuatro biplazas y dos monoplazas, a ser seguidos por seis monoplazas en 2026, otros dos y los restantes biplazas en 2027 y los últimos seis monoplazas en 2028.
Por otro lado se espera avanzar en la firma de un contrato por 312 millones de dólares con el gobierno de Estados Unidos por el armamento, que incluye misiles AIM-9X Sidewinder, AIM-120D AMRAAM y armamento aire-superficie y pods que la Fuerza Aérea Argentina ha pedido que no se difunda.
Comentario de AgendAR:
Hemos publicado mucho sobre este tema. Hace poco más de 5 meses resumimos nuestra opinión:
Argentina necesita cazas supersónicos, pero no ahora
Ni novias de la OTAN ni de China, lectores. En lo que se refiere a la defensa aérea del país, AgendAR cree que la Fuerza Aérea necesita efectivamente importar cazas supersónicos… cuando pinte algo bueno. Por ahora, no estaría sucediendo.
Las armas suelen ser compras directas. Pero si AgendAR escribiera una licitación, pediría aparatos nuevos, bipostos (con dos tripulantes), y con lanza de reabastecimiento aéreo compatible con nuestras viejas “Chanchas” Hércules C-130 o cualquier otro tanquero con doble canasta. Somos un país gigante en territorio, sin reabastecimiento en vuelo la única misión posible sería defensiva: la intercepción.
Queremos que la oferta aterrice con un “offset” nacional importante: que aquí se fabriquen y mantengan las turbinas de ese avión. Trataremos de que futuras conducciones aeronáuticas no cierren esa segunda fábrica de turbofanes, como cerraron en 1956 la primera, de turbojets Rolls Royce fabricados bajo licencia.
Dado que un caza es hoy más una computadora con alas que un motor con alas, queremos también software no monolítico, con una computadora de misión libre de prohibiciones ocultas incrustadas en el hardware por el fabricante, de ésas que si querés alterar te dejan el avión en tierra.
El segundo “offset” nacional es que, para nuestra paz mental, esa computadora la termine produciendo INVAP, con transferencia de tecnología. Ya produce con éxito sus propias computadoras de vuelo de satélites desde 1996. Y no son menos complejas.
Y es que llegado el caso preferimos elegir nosotros a nuestros enemigos, y no limitarnos a la lista cerrada que nos fijen la OTAN o el Partido Comunista Chino, según el caso.
Somos parte de ese conjunto amorfo de 100 países donde viven unos 4000 millones de habitantes que no gana nada con tomar partido en la actual bipolaridad del mundo. Pero también somos un país que desde 2003 viene fabricando radares cada vez mejores y ya exporta, y desde 2010 también detectores ópticos e infrarrojos, además de computadoras de vuelo.
De modo que más que un proveedor buscamos un socio que ponga la plataforma de vuelo, o varios, porque son desarrollos caros. Los términos de la licitación excluirían deliberadamente esa posición de cliente sumiso adquirida por 68 años de cancelación sistemática de proyectos propios, entre los cuales hubo algunos buenos, y de importación constante y acrítica de chatarra norteamericana y europea.
Por todo ello, queremos también una aviónica no monolítica. En castellano, que el software a bordo permita añadir al avión todos nuestros sensores y las armas lanzables que decidamos nosotros, sean de origen chino, de la OTAN, brasileño, ruso, sudafricano o propio, y con la misma facilidad de integración con la que se instala una app en un celular.
Obviamente, queremos también que el futuro caza de nuestros amores sea monoturbina, para mantener una hora de vuelo lo suficientemente barata. Y es que no necesitamos un “bomb truck” que cargue 10 toneladas de lanzables, sino un avioncito veloz y multirrol, que lleve tal vez 5 toneladas de misiles o bombas, pero que por bajo costo de hora de vuelo nos permita ir volviendo a aquellas míticas 180 horas/año de entrenamiento real que supimos tener. Sí, hace mucho.
Eso, aunque teníamos unos aviones generalmente de mierda, mayormente de 3ra mano, pagó en 7 barcos británicos hundidos, allá por 1982. Ninguno de tales naves se fue a pique por obra de aviones supersónicos: los A4B y C de la FAA y los A4Q y los Super Étendard de la aviación naval son subsónicos.
Nuestros aviones de ataque supersónicos, los Dagger israelíes, estropearon su cuota de barcos a cañón, pero al parecer no hundieron ninguno. Nuestros cazas supersónicos Mirage III tampoco voltearon aviones, y fueron barridos toda vez que trataron de meterse a baja altura con los Harrier, sumamente subsónicos, pero armados unos misiles Sidewinder 9L que te la cuento.
De modo que no queremos un avión necesariamente hiperveloz. Lo que sí queremos es que tenga capacidad de supercrucero, es decir de navegar supersónico sin usar postcombustor, que puede hasta cuadruplicar el gasto de combustible. Lo dicho, país gigante, misiones largas.
Y sí, por supuesto, queremos célula (el conjunto fuselaje y alas) de materiales compuestos, cuya duración excede en mucho las de duraluminio y no te enloquece con el mantenimiento. Y con transferencia de tecnología para fabricar las piezas aquí. Nos interesa que desde que se firmen los MOUs (memorandos de intención) hasta poder producir el aparato íntegramente en el país no pase más de una década.
Y añadimos al menos un cañón a bordo de tiro rápido, nada de quita y pon que deteriore la aerodinámica o el peso del avión, que es el modo de artillar a nuestro actual Pampa III block 2. Y que use munición de 20, 23, 25 o 30 mm. que también fabriquemos aquí, cuando Fabricaciones Militares vuelva a producir algo más que armas livianas, sus balas, chalecos antibalas, explosivos y vagones.
Es una estupidez ajena a todo pensamiento interfuerzas creer que se puede reconstruir nuestra aviación si no se reconstruye FM, sobre todo sus fábricas de munición, cohetes y armas de tubo. Porque una bala de 30 mm. importada para un cañón DEFA como los de los viejos A4 sale U$ 300 la unidad, incluso con un detonador simple de contacto, y sería mucho más barata hecha en el país, y costando pesos, no dólares.
Una ráfaga de U$ 30.000 dólares es una condena a no hacer jamás prácticas de tiro. Necesarias porque un caza debe seguir siendo peligroso aún cuando se queda sin misiles aire-aire, aire-tierra o aire-mar. Porque estos son todavía mucho, pero mucho más caros. Y no los hemos producido jamás, salvo por el viejo Martín Pescador.
Esa historia merece una digresión. Es ilustrativa.
El Martín Pescador era filoguiado, de no más de 8 km. de alcance y bastante atrasado para los ’80. Fue uno de los muchos proyectos de CITEFA (Centro de Investigación y Desarrollo de las Fuerzas Armadas) de los que se fueron bajando las tres fuerzas, ganosas de comprar chiches importados.
Pero en los años posteriores a la derrota de Malvinas, el Martín Pescador se fabricó en escala (más de 300 unidades) y voló bajo las alas de todo avión biposto argentino, fuera naval o de la Fuerza Aérea, e incluso de los helicópteros de las tres fuerzas.
Y es nuestra poco informada opinión que, por su potencial antibuque y antitanque y su capacidad de reposición sin pedir permiso a nadie, este misilito que las tres fuerzas despreciaron y se negaron a producir antes de la Guerra de Malvinas, contribuyó no poco a que entre la posguerra inmediata y 1990, el general Augusto Pinochet no se tentara con hacer leña del árbol caído con Argentina.
Caído, pero con púas. Púas propias, además.
Por último, aclaramos por qué nos parece que un caza supersónico para la Argentina debe ser multifuerzas y biposto. Debe servir al menos a dos de las tres armas, cuando éstas acepten que el hombre verdaderamente importante es el que va en el asiento de atrás, dirigiendo una pequeña orquesta de drones al frente, conectadas todas las partes por data-link encriptado: aviones, drones y sistemas antiaéreos en superficie. Hoy un caza ya no es siquiera una computadora con alas: es un nodo interactivo en una red informática.
Pensamos sólo en drones nacionales, porque para eso sí nos da el cuero. Llevarían sensores, misiles aire-aire, bombas inteligentes o armamento electrónico, intercambiables según misión. Se necesitarían distintas plataformas de muy diversa función, motorización y costo.
Nos interesa -nuestra obsesión fundacional- la fabricación nacional, que sus computadoras de misión usen chips de grado comercial fácilmente conseguibles en cualquier lado, y corran software argentino. Añadiríamos materiales compuestos y una baja firma de radar, al menos en perspectiva frontal.
Ud. quiere saber qué caza hay que comprar, y yo hablándole de drones. Es a propósito. Créame, los cazas pronto van a ser como pastores dirigiendo lobos en lugar de ovejas. Van servir para dirigir drones al combate, si califica como dron o robótico el armamento inteligente lanzable. Si no tienen esta capacidad, no van a servir para casi nada, salvo para darles una muerte heroica a pilotos sumamente irremplazables.
Esto se empezó a ver en la Guerra de Malvinas, donde los ataques más terribles contra la Task Force se ejecutaron con Exocets AM39 y AM38, que son robots aéreos. Como lo eran los dos Neptuno que en 2022 hundieron al crucero misilístico ruso Moskvá, tan erizado de radares y sistemas antiaéreos y antimisil. Única diferencia: los Neptuno navegaban con motores turbofán, no con cohetes sólidos, lo que les da un alcance de más de 300 km. Los Exocet modernos también.
En Ucrania la deriva del combate aéreo es clarísima. Todo piloto de caza que vuele demasiado por encima del ras de edificios y árboles y pinte en el radar de una batería antiaérea misilística móvil, es boleta. Y volando tan bajo, en general uno está demasiado concentrado en no hacerse puré contra una chimenea o línea de alta tensión, y no logra meter una bomba en nada de valor militar, aunque sí hacer desastres con la edificación y la vida de los civiles.
Mientras no aparezcan una plataforma supercrucero y un oferente que nos den todos esos requisitos, creemos que la parte aeronáutica del FONDEF, un bolsillo con apenas U$ 500 millones/año para repartir entre tres armas tecnológicamente en ruinas, tiene que ir a drones. Y en esa categoría van también los sistemas automatizados de defensa antiaérea. Y la frase clave aquí es ésta: desarrollo y/o fabricación local.
Las bases para un “affectio societatis” son estas: después de Australia, somos el país que más manya de radares del Hemisferio Sur. Podemos conversar con fabricantes de buenas plataformas tripuladas. El socio pone la bala, nosotros el ojo que detecta y que apunta.
Algunos misiles simples y de combustible sólido más vale que los volvamos a hacer aquí. Para combate urbano, y especialmente contra blindados, a nuestra infantería más le valen 100 RPGs bobos que 1 un NLAW inteligente, o que medio Javelin genial. A la hora de las cuentas cuestan lo mismo, pero si se nos acaban los RPG sencillamente fabricamos más. Ese principio, si uno es un país pobre pero gigante en territorio, es bastante generalizable a casi todo tipo de armas.
Para cosas muy difíciles como misiles aire-aire, o antiaéreos de mediano y largo alcance, necesitamos ir “en vaquita” con países tecnológicamente creíbles, siempre que no se nos prendan de la yugular y que no quieran meternos en su política interna o externa, o en guerras de terceros. Pienso únicamente en fabricantes emergentes como Brasil, Turquía, Sudáfrica, Israel, Rusia, Irán, etc. Pero hay más opciones.
“The more, the merrier”, como dicen los Brits. Si alguien se ofende en este mundo bipolar, el sentido de las armas es ofender y que no haya necesidad de usarlas. ¿Alianzas estratégicas? Por ahora, sólo con la región. Porque como dijo el canciller, Lord Henry Palmerston en 1848 (aunque de una manera más rococó), no tenemos amigos permanentes, sólo intereses permanentes.
Buscamos todo tipo de socios para todo tipo de drones, desde cuadricópteros espías a municiones volantes kamikaze de diversa complejidad, alcance y velocidad, y entre ellos, misiles o bombas de planeo antibuque. Y todo en lo posible barato y descartable.
Más que el combate aire-aire, que ya en 1982 nos era imposible por caro, nos interesa destruir sorpresivamente a los cazas enemigos en tierra o mar o en el aire. No es barato, pero no es imposible. Lo hizo Azerbaiyán con Armenia en la guerra de 2020, y usando drones kamikaze israelíes Harop y turcos Bayraktar.
Podemos fabricar cosas parecidas y probablemente mejores. Y aquí es donde diferenciamos “drones” en serio de juguetes marciales. Drones en serio trataron de ser los del proyecto SARA (Sistema Aeronáutico Robotizado Argentino), por su motorización nacional, y sus sensores y capacidades de misión autonómicas. Se los empezó a desarrollar en 2014, cuando la firma barilochense estatal INVAP hizo pie en FAdeA, la Fábrica Argentina de Aviones de Córdoba. Fue un tremendo error que eso no sucediera antes.
Imagen de un SARA clase III con motores pistoneros tipo Boxer, desarrollados por Oreste Berta para este proyecto de INVAP y FAdeA discontinuado en 2016.
Los discontinuó el Ministerio de Defensa del presidente Mauricio Macri, en 2016, cuando ya estaba volando -con torpezas de debutante- el primer modelo de demostración de los sistemas de navegación. Hubo mucho apoyo del Ejército, boicot no muy encubierto de la Fuerza Aérea e impasible neutralidad de la Marina, que pese a tener un 100% de activos vulnerables a drones, no se ocupa de esas cosas.
Hay en esto una percepción de base errónea: los drones no van a matar de desocupación a los pilotos de combate. Sirven básicamente para que puedan seguir haciendo su oficio, y en realidad mucho mejor, y sin hacerse matar, al menos no de modo rápido o totalmente inútil.
Se entiende el entusiasmo que mostró el Ejército: los drones le prometen el cielo por poca plata. Y nunca fue de ellos. Se entiende el poco entusiasmo de los aeronáuticos y marinos, dueños supuestamente titulares, en compartirlo. Pero en la única guerra entre estados que peleó Argentina durante el siglo pasado, la rivalidad interfuerzas fue más dañina que el enemigo.
Volviendo al caso de INVAP y su proyecto SARA, los verdaderos drones son bastante parecidos a casi todos los satélites modernos, que en general hacen cantidad de operaciones autónomas sin conexión con sus estaciones terrestres. En el caso de nuestros satélites en órbita polar helisincrónica, como los SAOCOM, porque dichas estaciones están mayormente ocultas por el planeta la mayor parte del tiempo. Por eso nuestra entrada al mundo de la aviación robótica pasa por Bariloche.
Allí INVAP diseñó, construyó y testeó para la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, CONAE, todos los satélites SAC y SAOCOM de observación terrestre. Para la empresa nacional de telecomunicaciones ARSAT, hizo los ARSAT 1 y 2. Y todos anduvieron bien, y en general, espectacularmente bien. Los ARSAT desde el 3 al 8 fueron discontinuados por Macri. Este gobierno, significativamente, no los retomó.
Para ponerse a salvo de este tipo de agachadas, INVAP está desarrollando el GSATCOM con TAI, Turkish Aeronautics Industry por acuerdo entre empresas. Vaya casualidad, TAI es el proveedor de uno de los tres drones más exitosos del primer año de la guerra de Ucrania, el TB2 Bayraktar.
Es interesante que Turquía VENDE su dron a Ucrania, y al resto del mundo, pero de fabricación local, ni hablar. Antes de la guerra, costaban alrededor de U$ 1 millón la unidad. Hoy, cinco veces más. Y de todos modos, sigue siendo una sexta parte del costo de un Reaper estadounidense.
INVAP también está diseñando los SAOCOM 2 para la CONAE, visto que las unidades 1A y 1B tienen enorme éxito en Asia vendiendo imágenes de radar en banda L, capaces de penetrar la superficie terrestre y detectar y medir agua. Y son vehículos sumamente robóticos, por eso de tener que resolver por su cuenta, y con sus computadoras, una cantidad de problemas de navegación.
INVAP también está construyendo el helidrón RUAS 160, con 80 kg de carga útil., un pequeño helicóptero robótico, apto para observación y/o combate, para la Armada, la policía de Santa Fe y como equipo de fumigación autónomo para productores rurales medianos y chicos.
Los marinos aceptaron comprar uno solo, y según usos y costumbres, podrían estar años enteros decidiendo si lo homologan o no, hasta que, también según usos y costumbres, algún Nelson criollo descubra una mejor oferta OTAN.
Pero el RUAS los marinos lo necesitan desesperadamente y ahora: de las 5 corbetas MEKO 140, sólo 2 tienen hangar para helicópteros. Un RUAS despega desde casi cualquier cubierta, aún muy obstruida por estructuras como cables o cañones, y no necesita hangar porque es barato y sacrificable.
Arash 2, el modelo de “loitering bomb” posterior al Shahed 136, con un motor más eficiente y menos ruidoso, y algo más de alcance. Rusia tal vez ya lo esté fabricando, aunque Irán lo desmiente.
Algunos drones pueden ser tan baratos que es más caro derribarlos que dejarlos seguir viaje. Por ejemplo, el Shahed 136 iraní, propulsado por un motor de motoneta de 50 HP y dos tiempos que avergonzaría a un rapittero argento que distribuye pizzas, viaja a apenas 180 km/h pero tiene un alcance de hasta 2000 km. y anda en los U$ 10.000 dólares la unidad. Bajarlo con una ráfaga (48 tiros) de un Flakpanzer (tanque antiaéreo) Gephard sale U$ 48.400, con munición de proximidad de 35 mm. Voltearlo con un misil antiaéreo FIM Stinger 92J, entre U$ 60.000 y 120.000, según modelo.
Como dice con orgullo el Ministerio de Defensa alemán, en un día un Gephard logró bajar 19 Shahed, solito con su alma y sus dos cañones apuntados por radar. Si es verdad, los rusos ese día perdieron U$ 160.000 en drones, y los ucranianos, U$ 480.000 en munición, pero eso sin contar gastos fijos de la plataforma (los Gephard son de los años ’70 y consumen repuestos y mantenimiento a lo grande).
Ignoramos cuánto daño hicieron los Shahed que siguieron viaje hasta sus blancos, dado que viajan en enjambre y lo normal es que algunos -el 15%, admiten los ucranianos- sobrevivan hasta su picada kamikaze final. Como los iraníes son oferentes menos fifí que los turcos, hoy agrandados como alpargata de gordo con por el éxito de sus Bayraktar, los Shahed ahora se fabrican en Rusia, en plantas construidas cautelosamente detrás de los Urales, bien lejos del frente ucraniano.
Esto podría ser cierto para el modelo siguiente de esta “loitering bomb”, el Arash 2, sumamente copiado del Harop israelí. Pero mucho más barato.
Como sea, aunque Ucrania dice que Rusia agotó su stock de Shaheds y que además logra derribar al 85% de los mismos, estos siguen despedazando con no mucha oposición la red eléctrica ucraniana en sus ataques en enjambre.
Son toscos, feos, lentos y bien distintos de los grandes aeromodelos a control puramente remoto en que pensaba casi todo civil cuando le hablaban de drones, y se remitía a Hollywood y a Netflix. Digamos un motovelero Predator o un Reaper de los EEUU, utilísimos si se mantienen a 15.000 metros de altura y el enemigo es tan ratón que no tiene siquiera radares para detectarlos, y de medios de intercepción, ni hablar. En luchas menos desiguales, no duran ni un suspiro.
Y estos no son baratos. El 2 de febrero pasado el India Times informó de una compra de 30 MQ-9B Predator por Nueva Delhi, a U$ 3000 millones. El artículo no habla de offset nacional, pero la India tiene suficientes recursos aeronáuticos e informáticos como para clonarlos y mejorarlos, cosa que Washington sabe, y por eso faja U$ 100 millones cada avioncito, un planeador (según sus alas flacas y larguísimas) de enorme autonomía propulsado por un vulgar motor pistonero.
El Reaper, un turbohélice, debería por lógica ser bastante más caro. Sin embargo, en 2021 la USAF batió que el precio de compra interno de cada uno de estos motoveleros anda en U$ 56,5 millones la unidad, incluido el data link que permite controlarlos por satélite desde las antípodas de la Tierra. El eterno problema de los sistemas yanquis desde los años ‘70: no logran hacer nada barato. En realidad, ni tratan. Sería mal visto: very bad for business.
Lo que determina dron y no avión es la navegación semiautónoma o plenamente autónoma, no la carga útil. Por eso, no son drones esos imponentes Vigía que presenta la Fuerza Aérea en las ferias de armas, como si se tratara de aparatos capaces de alguna conducta robótica. Son aeromodelos teledirigidos, juguetes militares, no mucho más.
Vigía clase II en 2017.
Va de nuevo, porque es antiintuitivo para casi todo termocéfalo sin o con gorra: lo que diferencia un dron son los sensores y la capacidad de procesamiento de datos, no el tamaño, la velocidad, la autonomía o sus grandes dotes aerodinámicas.
En 2016 el modelo de demostración del SARA lograba despegar, navegar y aterrizar, aunque no sin algunas piñas, y con su motorcito de 14 HP sonaba como una cortadora de pasto. No impresionaba mucho.
Los comentarios en los foros de defensa eran horribles, decían que en Easy se compraban cosas mejores y fabricadas en China.
Pero ese pre-SARA a escala chica, llamémoslo Sarita, iba camino del vuelo autónomo. Al ojo entendido, eso marcaba la diferencia entre el programa SARA y la sarasa. No abunda el ojo entendido entre los foristas de temas militares. Y la autonomía tecnológica no es algo que caliente a esos muchachos.
Todo lo dicho hasta ahora es muy general, y Ud. quiere que cumpla con lo prometido en el título, y le hable de cazas supersónicos para Argentina que sean fotografiables, más o menos existentes, o quizás inminentes.
No hay.
En lo inmediato, sí hay una decisión a tomar, y es patear indefinidamente dos ofertas.
Tenemos a dos importantes visitantes estadounidenses para convencernos de que compremos 32 cazas F-16 de la Real Fuerza Aérea Danesa, la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur, ya casi habitué del país, y a la vicecancilleresa del State Department, Wendy Sherman, una señora que tampoco extrañaremos.
Encajarnos el F-16 danés por donde mejor nos entre no es la misión única de ambas caciquesas, pero hoy sí es quizás la principal. Los cazas de superioridad aérea son máquinas que tienen un tremendo valor simbólico (estos en particular, casi ningún otro). Comprar el F-16 es como renovar nuestros votos de matrimonio militar con EEUU y Europa Occidental.
Tenemos también a la delegación múltiple de la Administración Estatal para la Ciencia, la Tecnología y la Industria de la Defensa Nacional de China (SASTIND), que tratará -entre muchas otras cosas- de hacernos adquirir de una vez 12 cazas pakistaníes JF-17 que vienen ofreciéndonos con cierta esperanza (en disminución) desde que terminó el gobierno de Mauricio Macri.
A la hora de redactar un pliego de licitación, ya que no vemos virtud alguna en matrimonios militares ni compras directas, en AgendAR nunca consideraríamos la oferta de los autodenominados americanos.
Para nosotros, la OTAN es hipótesis de conflicto: esa alianza ocupa de forma prepotente 12.000 km2 de archipiélagos y 1.675.000 km2 de mar que deberían ser argentinos pero quedaron bajo control británico. Eso nos cuesta entre U$ 2000 y 3000 millones/año de pesca pirata consentida, y sumando. Perdón por tan fatigada indignación de lesa patria, pero hablando en plata, lo último que necesitamos son armas de quienes nos roban o nos hacen ser robados.
No es una cuestión de principios sino de practicidad. No sirven.
Para los aviadores argentinos, el 2do misil más letal de la Task Force, después del aire-aire Sidewinder AIM 9L, fue el ya viejo Sea Dart. A los gringos les vino bien, a nosotros no nos sirvió de nada.
A los detalles. El Sea Dart un ram-jet de los años ’60 guiado por radar pasivo (la iluminación del blanco la pone el radar de la fragata). Volaba a 2,5 Mach, dos veces y media la velocidad del sonido, con una primera etapa de combustible sólido que lo sacaba volando de rampa hasta ponerlo supersónico, y luego la segunda etapa viajaba quemando querosene en un motor muy sencillo que respira aire, pero sin partes móviles ni rotativas. Brutalmente simple, pero sofisticado. Algo así deberíamos estar diseñando nosotros para nuestras tres armas.
Disparado desde los destructores clase 42, los Sea Dart bajaron como moscas a nuestros A4 a distancias de 50 km. Salvo que los aviadores argentinos estuvieran casi pegados al agua, donde los ecos del oleaje los disimulaban un poco ante el radar del barco atacante, los vetustos Sea Dart tenían propulsión asegurada todo el viaje, y por ende gran capacidad de maniobra incluso en su vuelo terminal.
Daban poca escapatoria: los destructores Tipo 42 británicos dispararon por lo menos dieciocho Sea Dart y seis el portaaviones HMS Invincible. Cinco de ellos iban contra helicópteros o aviones a cotas altas, de los cuales cuatro hicieron blanco; pero solo dos de los diecinueve lanzados contra aviones a baja altitud consiguieron acertar, es decir, menos de un 11 %.
No es un número que consuele a la Argentina: la mitad de la fuerza de aviones A4C que bombardeó al HMS Invincible el 30 de mayo de 1982 fue derribada antes de arribar al portaaviones y desde más de 50 km. de distancia por el destructor Exeter con sólo dos Sea Dart. Eso sucedió pese a que los aviones argentinos iban a entre 10 y 15 metros de altura sobre el agua: es casi incomprensible que el radar tipo 1022 de la nave los pudiera registrar. En teoría, debían quedarle ocultos bajo la línea del horizonte.
Hasta ahí, subrayo que usado contra nosotros, el Sea Dart fue lo bastante efectivo como para obligar a los aviones argentinos a volar pegados al agua, altura a la que se desperdicia combustible y se estaba a merced de misiles antiaéreos de corto alcance y de patrullas de Harriers.
Los Super Étendard navales que en aquella misión contra el Invincible dispararon un minuto antes su misil AM 39 Exocet no tuvieron el mismo problema: se fugaron sin ser detectados. Y el misil le pegó al portaaviones por enfilada y desde popa: debe haber hecho un colosal descalabro. Subrayo: eso lo hizo un robot aéreo.
Dato interesante, pese a su escasa carga explosiva (22 kg), con su sola velocidad el Sea Dart probó ser también un arma antibuque muy potente, aunque después de Malvinas. ¿Podemos desarrollar algo así, que sea disparable desde un barco y también desde un avión o helicóptero, y contra blancos como un barco, un avión o un helicóptero?
Por supuesto que podemos, pero con un software mucho más sofisticado para cálculos autónomos de intercepción. Y por ahora, contando las monedas en mi sobolyi, me interesa más el misil (que es un robot) que el barco o el avión o el helicóptero.
Lo que no quiero es comprarle otro misil antiaéreo a la OTAN.
¿Por qué? No por capricho. Misteriosamente, en la madrugada del 1 de abril, nuestra ARA Hércules, un destructor clase 42, le surtió dos Sea Dart a un Harrier británico en vuelo de exploración, es decir a no menos de 5000 metros de altura… y ambos misiles pifiaron blanco. Apa.
Muy probablemente, el radar pasivo del misil reconoció el IFF (Identification Friend or Foe) de un avión de su mismo origen nacional. Y el IFF no es nada nuevo: es un traspondedor cuya primera versión data de 1940. Ni mamados los británicos nos iban a vender un sistema capaz de ser usado en su contra. Nosotros para ellos siempre fuimos hipótesis de conflicto. Y seremos. Incluso si aquí gobiernan colaboracionistas, cosa asaz frecuente desde 1989.
De modo que esto de no comprar armas de la OTAN es cosa de sentido común, nomás. Y si lo dicho vale para los misiles, no quieras ver para los cazas supersónicos.
No somos los únicos bobos del planeta. Uno recuerda las desventuras de Mahatir Muhammad cuando fue Ministro de Defensa de Indonesia, y EEUU le enchufó unos F-18 Hornet nuevitos, pero con algunos «backdoors» inextricables incrustados en la aviónica. Impedían que la computadora de vuelo programara misiones no autorizadas por los EEUU. Explicación: Indonesia tiene una tradición de hacer un poco lo que se le canta en política exterior: carece de esa alineación total con EEUU de otras subpotencias militares de la región, como Singapur o Australia.
Lo cierto es que don Mahatir descubrió el truco cuando los aviones ya estaban entregados: tarde para lágrimas (ver aquí). Como dijo Mahatir, antes de mandar a los EEUU al carajo y pedir cazas rusos Sukhoi 35, presuntamente más fieles a su comprador que a su fabricante, los Hornet eran lindísimos, pero como elemento de política exterior, a Indonesia sólo le servían para desfile.
A la luz de historias como ésta no me preocupa que Su Graciosa Majestad, Carlos III, objete nuestra adquisición de los decrépitos F-16 daneses porque están llenos de componentes británicos. Exactamente por lo mismo, me preocuparía mucho más si depone sus objeciones. En cuanto al argentino que le ponga el gancho a ese contrato, la primera vez la OTAN te puede joder por boludo, la segunda por sobón, pero la tercera ya es por coimero y traidor.
La oferta china en algún momento pareció muy interesante al comodoro Xavier Isaac, un profesional criterioso. Pero son casi U$ 650 millones por un pequeño puñado de cazas que, vayan adonde vayan, no pueden cambiar en absoluto la situación de indefensión aérea que se ha ido agravando en el país desde que perdimos la Guerra de Malvinas.
Y es que el país real hoy, es decir su área continental sin la rebanada de Antártida que reclamamos como propia, tiene 2,78 millones de km2 de tierras secas sin discusión de dueño, y una Zona Económica Exclusiva (residual) de 1 millón de km2 de Mar Argentino. ¿Cómo se cubre eso con 12 cazas supersónicos, aunque vengan cada uno un radar AESA de altas capacidades y 2 misiles aire-aire PL-15 de largo alcance?
Sencillo: no se cubre. La única ganancia real e indiscutible es poder mantener 30 o 40 pilotos en rotación para ganar cierto entrenamiento. Caro, obviamente: no hay motivos para suponer que la hora de vuelo de un JF-17 sea inferior a U$ 8000, que es la de un F-16 más o menos actualizado.
Pero además es entrenamiento muy a futuro, ojo. Pakistan Aeronautical Complex (PAC) tardaría bastante en fabricar su único modelo de caza interesante para Argentina, que es el JF-17 block 3 C. Los modelos block 1 y 2 A y B le sobran a la Fuerza Aérea Pakistaní (suma al menos 126). Seguramente se venderán baratos, pero son muy inferiores en performance y aviónica.
Y como Pakistán vive fundacionalmente sumido en una guerra de baja intensidad con la India, hoy necesita sustituir o actualizar su fuerza de JF-17 al estándar block 3 C.
JF-17 block III C de la Fuerza Aérea Pakistaní y los Himalayas como fondo. Puede ser más rápido comprarse los Himalayas, y más barato.
La capacidad de producción de PAC anda por los 12 aparatos anuales, con toda la furia, aunque Eurasian Times asegura que son 20. No cambia mucho el resultado, ni es que los pakistaníes sean lentos fabricando, sino que un caza moderno de generación 4,5 como el de marras es un rompecabezas muy enrevesado, de construcción artesanal y muy poco automatizable. Es todo un tema armar las líneas de producción y capacitar a la gente.
Para ponerlo en perspectiva criolla: un Pampa 3 block 2 de entrenamiento avanzado, subsónico, sin radares ni armas a bordo, sencillísimo en comparación, consta de unos 20.000 componentes, de los cuales el 87% son importados y cuestan dólares. Descorcharé champagne el año que en la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA) logremos fabricar doce unidades.
Será el segundo champú, porque habré descorchado otro el día que FAdeA logre fabricar siquiera seis. No estoy culpando a FAdeA de nada, creo que en estos precisos momentos es una fábrica particularmente bien dirigida, algo que sucede sólo a veces. Pero no recibe plata como para acopiar, por ejemplo, 24 turbinas Honeywell TFE 731-40-2N de un saque y ligar el correspondiente descuento mayorista.
Creo que un avión casi sin aviopartistas nacionales, particularmente en la propulsión, nace condenado a ser un adorno. Salvo que medie la decisión política -y bastante heroica- de fabricar la mayor parte de sus componentes en forma local.
Volviendo a PAC, Pakistán tiene otros clientes más interesantes que nosotros haciendo cola por el mismo avión: Myanmar, Irak y Nigeria. El segundo siempre país está en guerra, el tercero no tanto, pero tiene petróleo a mares y compra en grande. Nadie nos cederá su lugar. Busquemos un banquito, porque el JF-17 block 3 C será todo lo supersónico que quieras… pero de comprarlo, vendría lento. Salvo que, como objeta un lector bien informado, lo fabrique CATIC en China. Pero no creo que los chinos se apresuren por nosotros, y eso aunque tuviéramos un gobierno menos temeroso de ese dúo dinámico, las señoras Laura y Wendy.
“La oferta estadounidense es mejor porque no se trata de cazas imaginarios sino construidos y existentes”. Eso es el slogan del vasto y polifónico coro de viudas de la OTAN, que canta seguido en los multimedios. La escucha, complacida, cierta alta oficialidad aeronáutica, en parte porque escribió la música y la letra (aunque no firma).
Y es que Laura y Wendy nos ofrecen, señores, 32 F-16 que la Real Fuerza Aérea de Dinamarca compró en los ’70, recibió en los ’80 y remodernizó entre 1995 y 2005. Tienen existencia, sin duda. Demasiada.
Los F-16 daneses que EEUU quiere que compremos sí o sí, y hoy. Apenas si tienen entre 38 y 43 añitos y como 5 guerras encima. Pero vienen joya nunca taxi, ojo.
“Pero les recontrasobra vida residual”, nos aseguran las viudas de la OTAN, porque la célula del F-16 resiste mucho más de 5000 horas de vuelo. Llega a 8000, lo cual es estricta verdad. Y con una ayudita (no sería gratis) de la Lockheed, tal vez ese conjunto de fuselaje y alas llegue a 12.000 horas. No por nada entre los años ’70 y 2010 el F-16 fue el caza más popular del mundo, según ventas. Eso es cierto e innegable.
Sin embargo attenti, compatriotas: estos cazas daneses llegan desde una fuerza verdaderamente expedicionaria. Han estado en todos los pestos en que EEUU se metió desde la Primera Guerra del Golfo, en 1991, luego las guerras de la desintegración de Yugoslavia desde 1992 hasta su fin en 2001, y desde aquel mismo año (2001) hasta su término en 2022, en la larga intervención yanqui en Afganistán.
Pero también actuaron en 2011 para liquidar a Muamar Gadafi en Libia, y de paso desmantelar el estado libio y así ranfañar gas gratis para Europa (eso salió mal). Los tiempos de recreo, los F-16 daneses lo pasaron luchando en Siria e Irak contra el Estado Islámico, surgido tras la derrota del iraquí Saddam Hussein en la Segunda Guerra del Golfo, en 2003, otra gesta hidrocarburífera de la cual también formaron parte.
Desmentimos enérgicamente que hayan estado en la Guerra de Troya: macanas de Homero, comprado por los chinos. Pero a no dudar que están hechos rigurosamente fruta.
En lugar de los insípidos cazas chino-pakistaníes, que no sólo no existen sino que -por lo mismo- no tienen nada para contar, misias Laura y Wendy nos ofrecen aparatos con más épica que el Cantar del Mío Cid, vamos. Y si están muy percha, siempre podremos decir, no sin orgullo y citando a don Francisco Quevedo, “no por obra del tiempo sino de las armas”. Que hay que ver lo que un viraje de 8G le hace a la raíz de las alas (las fisura), y máxime si el avión viene cargando munición.
Mi fuente mejor informada, otanero militante el hombre, me dice que la operación está cocinada y que no hay tu tía. Me lo dijo varias veces en años anteriores. Añade que están mucho más intactos que los 46 F-16 de varios modelos que afligen a la Fuerza Aérea Chilena por temas de repuestos. No lo discuto, pero si yo fuera chileno, jamás habría firmado la segunda compra de tales aviones.
¿Por qué? Por vetustos y baqueteados. Hablo de los 36 comprados de 2da mano a Holanda, también metida -como la muy expedicionaria Dinamarca- en toda trifulca yanqui. Aunque desde 2005, ya aterrizados con un suspiro de alivio en el país transandino, esos cazas se hayan ganado seguir envejeciendo más en desfile que en guerra, no puedo jurar que los 46 que figuran en el orden de batalla de la FACH (Fuerza Aérea Chilena) tengan una disponibilidad del 50%.
Tampoco los habría comprado porque no doy fe de los gusanos informáticos incrustados en sus computadoras de misión, aunque los aviadores chilenos gozan de mucha más confianza de la OTAN y en la OTAN.
Y tampoco los habría comprado como argentino en 2005 de haber tenido la plata para ello. Porque como la hipótesis de guerra principal de Chile desgraciadamente todavía venimos a ser nosotros, si alguna vez se arma la podrida con los vecinos, quien tenga más F-16 en condiciones de despegar deja la lucha en cuanto se le terminen los repuestos.
Nosotros siempre podríamos reconstruir atalajes y volver a fabricar Pucarás, eso sabemos (o supimos) hacerlo. Lo dicho, en lucha entre pares, en 3 semanas todo el mundo perdió sus armas sofisticadas, y gana, o al menos no pierde todo, quien sea capaz de sostener el combate con palos y piedras.
Pero soy argentino y no compro F-16 porque son OTAN. Punto.
Desde que el mundo volvió a ponerse bipolar en serio, la gente afilada en geopolítica cree que hay que jurarle lealtad a Washington o a Beijing, porque de otro modo las represalias serán duras. Y por ello, debemos sí o sí comprarles cazas a uno según los unos, o al otro según los otros.
No dudo de las represalias duras: EEUU decide cada día lo que dejaremos que el FMI haga con nosotros, y el FMI es a nuestro PBI lo que el veneno para ratas a la comida para bebés. China, por su parte, es nuestro mayor cliente agropecuario, garante de deuda por swap, y ni te cuento de lo que tiene aquí invertido y por invertir en energía, minería, petróleo y genética vegetal. Su capacidad de venganza es menos explícita y brutal pero mucho más minuciosa, y probablemente más duradera.
El problema es aprender a pensar como pobre. Un pobre que piensa como un rico tiene dos problemas, porque además de pobre es un tarado. Con los jets de caza desde la generación 4 en adelante hay que pensar como pobre, porque son cada vez más complejos, caros, difíciles de construir e impagables, y por ende, escasos.
Por lo mismo, por muy rico que seas, el daño político y económico que te causa el derribo de siquiera un jet de superioridad aérea es inmenso: es que se han vuelto emblemas nacionales.
De su caza estrella, el F-22, EEUU logró construir sólo 270 y no se exporta. No tanto por el daño que pueden infligir, sino porque el que pueden recibir en su imagen los EEUU si les bajan uno de un misilazo, en algunas de sus muchas guerritas.
Para los pobres de la UE tienen el F-35, esa maravilla cuyo desarrollo insumió 3 décadas, cuyo costo anda en U$ 130 millones la unidad, según las malas lenguas, y que a fuerza de fabricación en cantidad mucho mayor (ya hay alrededor de 900) ha logrado bajar a unos U$ 100 millones.
Para el comprador sigue siendo demasiado caro para llevarlo a la guerra, donde las cosas se ensucian y rompen. Y como al parecer ahora es de adquisición obligatoria en casi toda la OTAN, de su capacidad de derribo no hay dudas: el F-35 destruyó la aeronáutica nacional británica y la italiana, y hoy empieza a hacer lo propio con la francesa y la sueca. Si el F-35 da semejantes palizas a los propios, cómo será con los enemigos…
Gráfico demostrativo de la ley Nro. 14 de Norman Augustine: el crecimiento de costos de los aviones tácticos es exponencial. ¿U$ 130 millones por un F-35?
Un ejecutivo aeronáutico y subsecretario del Ejército de los EEUU entre 1975 y 1977, Norman Ralph Augustine, escribió un catálogo de 52 “leyes”, en el mismo sentido sarcástico en que también son leyes las del ingeniero aeroespacial especializado en seguridad Edward Murphy, el autor del inolvidable e irrefutable: “Si algo puede salir mal, lo hará”.
La “ley” Nro. 14 de Augustine se atiene a los cazas supersónicos. Dice así:
“En 2054, todo el presupuesto de defensa logrará comprar un único avión táctico. Tendrán que compartirlo la Fuerza Aérea y la Marina 3 días y medio por semana, excepto en los años bisiestos, cuando quedará a disposición de los Marines el día extra”.
Y Augustine viene teniendo razón: el presupuesto de defensa de los EEUU hasta hace poco fue el equivalente a la suma de los de los demás 191 estados-nación reconocidos por la ONU. Pero crece linealmente, mientras que el costo de los cazas lo hace exponencialmente desde los ‘70.
No son los únicos con ese problema. ¿Por qué los Sukhoi 54 rusos en general casi no vuelan sobre territorio ucraniano? Porque son demasiado caros, escasos y simbólicos, casi el equivalente ruso del F-22. Los MiG 29 ucranianos y los Su-25 rusos, más viejos, sacrificables y menos emblemáticos, volaron bravamente mientras pudieron.
Pero con tanta batería antiaérea S-300 en poder de ambos contendientes, tan peligrosas para quien vuela en altura, y con tanto MANPAD disparable desde el hombro para quienes se pegan al suelo, los pilotos militares en esa guerra ya no se jubilan.
Se ha vuelto tan cara y emblemática la aviación tripulada de caza, y tan bipolar y fracturado el mundo, que comprarse hoy un avión de superioridad aérea es comprarse una política externa, ajena, además, y de yapa jurarle lealtad. Es contraer una deuda política gigante e interminable a cambio de una utilidad militar mínima.
Pero dado que pero dado que ambas partes prometen castigos económicos muy duros a quien jure por la cancillería equivocada, acaso lo mejor sea jurarle lealtad a Argentina. Lo digo porque soy de aquí y también lo son mis hijos, y sobre todo lo es la poca industria argentina de defensa que nos va quedando desde 1983, cuando empezó nuestro desarme unilateral.
Si queda claro que las armas las quiero para que NO haya guerra, y como las guerras las gana el que tiene armas hasta el final, aunque sean palos y garrotes, elijo volver a tener una industria de defensa. Y puedo tolerarle cierto grado de atraso. A cambio de que me suministre suficientes garrotes y piedras, y míos.
Las guerras se han vuelto hiperletales para los aviones, si la otra parte tiene buenas baterías misilísticas. En los pocos días que duró la Guerra de Yom Kippur, en 1973, la fuerza aérea israelí perdió 128 cazas, entre Phantoms, A4 Skyhawks y Mirages.
Israel ganó esa guerra gracias a un puente aéreo con los EEUU, que literalmente le suministró reposiciones de casi todo, menos de los cazas franceses, casi en tiempo real. Los Phantom y A4 aterrizaban, les repintaban las escarapelas, se bajaba el piloto yanqui, subía el israelí y salían a pelear. ¿EEUU o China se jugarían así por nosotros?
Prefiero de jurarle lealtad a la FAdeA, a INVAP, a las 4 fábricas que le quedan a FM, que supo tener 14 plantas y emplear a 17.000 expertos, entre ingenieros, técnicos y obreros calificados, al complejo CINAR, a los Astilleros Río Santiago, y siguen las firmas. Y sobre todo, le juro lealtad al puñado de proveedores privados de alta calificación que abastecen los restos de nuestro otrora poderoso complejo industrial-militar.
Hablo de jurarle lealtad al sistema de investigación y desarrollo del país, enraizado en decenas de universidades y laboratorios, a la CNEA, a la CONAE, a ARSAT y a la educación pública gratuita que hizo posible que tuviéramos una industria, cuyo carozo fundante fueron las ligadas a defensa.
Tengo claro que los grandes fundadores de esa industria, el brigadier Juan de San Martín y el general Manuel Savio, terminaron presos por su trabajo. Pero tengo claro que fue duradero. FM acaba de reabrir su fábrica de explosivos FANAZUL, en la provincia de Buenos Aires, cerrada por Mauricio Macri. Y la FAdeA este año estará haciendo las pruebas de vuelo del IA-100, un pistonero monocasco de entrenamiento inicial hecho totalmente de materiales compuestos. Es el primer avión militar (o dual) argentino en… ¿40 años? Se diseñó e hizo vuelo inaugural en un año. Es una belleza. ¿Alguien valora esa tremenda resiliencia tecnológica?
Es doloroso ver cómo los milicos, incluso hoy, del mismo modo en que desprecian este avioncito, siguen abjurando de la educación pública, estatal, laica y gratuita, de la cual detestan cuatro cosas: que sea pública, estatal, laica y gratuita.
Pero el poco y pobre armamento que les queda y con el que podrán contar hasta el final, si alguna vez se vuelve a armar la podrida con potencias vecinas o con sus “proxies”, se hizo porque esa educación existe. Siglo y medio formando recursos humanos. En Chile de eso hay poco.
Esa misma educación pública nuestra vuelve no inevitable, pero sí posible, que vayamos reconstruyendo nuestra industria y termine siendo relativamente avanzada.
¿O acaso en medio de la peor y más larga malaria del Programa Nuclear Argentino, INVAP no nos hizo el primer proveedor de reactores nucleares del mundo? Lo somos desde 2000, cuando ganamos la licitación de Australia. Eso, mientras nuestro país caía en default y se incendiaba y ramas enteras de nuestra industria desaparecían. Lectores, esto es Argentina: hacemos goles en tiempo de descuento.
¿Qué caza me compro, entonces? Por ahora, paso de supersónicos, pero me pondría en serio a fabricar bipostos, preferentemente jets pero admito también turbohélices y pistoneros, que controlen enjambres de drones. La guerra entre Azerbaiyán y Armenia en 2020, en que el primer país destruyó en tierra la flota aérea y las baterías antiaéreas y de artillería del segundo con drones ridículamente simples y en un par de semanas, le hizo abrir los ojos a más de uno. La actual guerra en Ucrania, que se pelea casi entre sistemas aéreos y antiaéreos automatizados, muestra que corren malos tiempos para émulos del Barón Rojo.
Y pongo un clasificado: país que ya logra exportar radares busca socio no sólo para dotarse de cazas, sino para baterías antiaéreas móviles, de tubo y/o misileras.
Y a futuro, cuando el FONDEF sea menos flaco, escucho ofertas de constructores aeronáuticos de alguno de esos 100 países no alineados pero con 4000 millones de habitantes que tengan algo para ofrecer y acepten construcción local, y quieran dejarnos una segunda fábrica de turbinas.
Aclaro: la primera que tuvimos (estaba junto a la actual FAdeA y era enorme) fabricaba las Rolls Royce Derwent V de los Gloster Meteor y las Nene del Pulqui II bajo licencia. Bajo la dirección del ing. Raúl Magallanes fabricó un total de 25 turbinas. Pero fue rápida y enteramente desmantelada por el golpe de 1955. La orden fue no dejar nada en pie.
Tan borrada de la faz de la tierra fue que nadie la recuerda, aunque estaba al lado de otra fábrica de tamaño equivalente de motores aeronáuticos pistoneros, los radiales «El Gaucho» y «El Indio», que hacían volar los entrenadores DL-22 y el bombardero IA-35 Huanquero. Todo estaba en el predio del Instituto Aerotécnico, al lado de la actual FAdeA. No conviene recordar esas dos fábricas. Y menos, hoy.
Toda opción que no me deje empleo industrial o mejores recursos humanos es autodestructiva en lo político y económico, y profundamente estúpida en lo militar. Mientras sigamos siendo un país de ingenierías, seguiremos siendo un país, y no un lugar.
En un claro hilo de tuits una de las máximas expertas argentinas en Cambio Climático, Carolina Vera, explicó el fenómeno meteorológico que enfrentan extensas zonas de nuestro país.
La doctora Carolina Vera es profesora Emérita de la Facultad de Ciencas Exactas de la UBA, investigadora del Conicet y una autoridad global en temas de cambio climático e integró el prestigioso IPCC.
Vera explicó que ante tantas consultas por lastormentas severas que vienen afectando a una parte de nuestro país hago este hilo: «estas tormentas son un combo de lluvia en exceso, ráfagas e inclusive rayos-granizo. Son parte del clima natural del centro-este del país. Mi abuela en San Nicolás prendía velas cuando ocurrían. Esta es una de las regiones del mundo con las tormentas mas severas de este tipo. Pero en este momento en particular se suma:
a) la influencia del Niño que favorece el “caldo” para que se desarrollen estas tormentas entre la primavera y el otoño. Y se suma la variabilidad subestacional que promueve secuencia de dias de lluvia en algunas ocasiones extremas
b) el #cambioclimático ha incrementado la frecuencia e intensidad de estas tormentas. Hoy en un mundo de 1.2C de #calentamientoglobal, ante un pronóstico de lluvia intensa la probabilidad de que se den tormentas severas en el centro-este de Argentina es más alta que antes.
El Cambio Climático está aumentando la intensidad y frecuencia de eventos de lluvias extremas en todo el país, incluyendo en lugares donde antes se daban muy raramente. Lo peor es que en la medida que el calentamiento global continúe este impacto se va a seguir incrementando.
Pero los desastres no son el resultado solamente de una amenaza meteorológica, sino que se producen cuando se combina con condiciones de vulnerabilidad y exposición preexistentes. Por eso la reducción del riesgo de estos desastres solo se consigue con acciones preventivas.
Después de años de sequias entre 2019 y 2023, pareciera haber cierto olvido del efecto de las tormentas y de las medidas para prevenir su impacto. Es urgente y necesario retomar y reforzar los planes nacionales de gestión del riesgo de lluvias/inundaciones como de sequías.
Un grupo de entidades del sector agropecuario le enviaron al jefe de Gabinete, Nicolás Posse, una carta para pedir que no se despida personal en organismos técnicos de la Secretaría de Agricultura. En la misiva mencionaron al Senasa y hablaron de “la decisión del Gobierno de aplicar una reducción de profesionales”.
“Organismos como el Senasa y el Instituto Nacional de Semillas [Inase] y otros cumplen un rol estratégico para fiscalizar la producción y exportación de productos agropecuarios y agroindustriales así como insumos claves que permiten las producciones de origen animal y vegetal que representan el 70% de las exportaciones anuales de la Argentina”, señalaron las entidades en la carta. Además, se pusieron a disposición para conformar una mesa de trabajo en caso de ser necesario ante este tema.
La carta está firmada por el Consorcio de Exportadores de Carnes (ABC), Asociación Citrícola del Noroeste Argentino (Acnoa), Asociación de Semilleros Argentinos (ASA), Cámara Argentina De Empresas De Nutrición Animal (Caena), Cámara De Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe), Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (Ciafa), Cámara de Legumbres de la República Argentina (Clera), Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara), Cámara de la Industria de Chacinados y Afines (Caicha), Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (Cepa) y Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM).
“Comprendemos y apoyamos el objetivo de política fiscal y monetaria establecido por el Gobierno, para normalizar la macroeconomía, pero alertamos que estos organismos tienen sus propias fuentes de ingresos y no son deficitarios así como cumplen servicios imprescindibles para exportar. Todo deterioro de su capacidad de trabajo puede retrasar la incorporación de tecnología, condicionar y limitar flujos de exportación, y hasta paralizar operaciones. Atento a ello le solicitamos tenga a bien revisar esta decisión y promover un plan de racionalización de estructuras que no genere pérdidas de servicios”, indicaron.
INASE y SENASA
Según trascendió, la Secretaría de Agricultura habría informado sobre el proceder del Gobierno a algunas cámaras. Sin embargo, desde la Subsecretaría de Fortalecimiento Productivo y Sustentable para Pequeños y Medianos Productores Agroalimentarios, a cargo de Pedro Vigneau, desmintieron esto.
De acuerdo a las versiones, el Gobierno en un primer momento buscaba reducir un 30% los contratos del organismo sanitario y luego habría analizado un recorte del 15%. La preocupación de las cadenas es porque el Senasa es el organismo clave para las certificaciones de los embarques de granos, carnes y otros productos.
En tanto, desde Caicha remarcaron que apoyan la carta que se envió esta tarde al jefe de Gabinete. “El Senasa se está quedando sin profesionales, pero esto viene desde antes, y siempre se solicita que se incorpore a más profesionales”, precisaron.
Según mencionaron en Caena, “con menos personal únicamente se generaría más demoras y eso complicaría el mercado interno y la exportación”.
En el caso de la industria semillera, el Senasa es el encargado de hacer todas las intervenciones fitosanitarias para la venta de semillas de exportación y de importación. La Argentina comercializa y produce semillas para Estados Unidos y Canadá que certifica el ente sanitario. Lo mismo sucede con el material genético que se importa para realizar productos.
Otro caso son los registros para la industria de fertilizantes y los principios activos de agroquímicos: si no interviene el Senasa no se autorizan esos registros.
El ente también es clave para la industria cárnica, porcina y avícola porque se involucran sus técnicos. Sin certificaciones ni controles sanitarios en los frigoríficos las exportaciones a destinos estratégicos como países de la Unión Europea, Estados Unidos o China se verían afectadas. Por otra parte, trascendió que el sector gremial le informó al personal del organismo que intentarán jubilar a los que están en edad de hacerlo.