Paolo Rocca -Tenaris- da la batalla cultural por la protección de la industria

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La pelota Argentum 2025 con la que se jugará el campeonato de fútbol que arranca este fin de semana está hecha por Adidas en Indonesia. ¿Esto debería ser para siempre así? ¿No podría estimularse su producción en -por ejemplo- la localidad cordobesa de Bell Ville para que la Asociación del Fútbol Argentino se abastezca con empresas nacionales?

Preguntas como ésta están volviendo al debate en todo el mundo a partir de la asunción de Donald Trump en Estados Unidos con su política de aranceles a la importación para proteger a las fábricas locales.

En Argentina, el gobierno de Javier Milei plantea un rumbo distinto: alentar la apertura comercial a través de una reducción de barreras e impuestos sobre los productos que vienen del extranjero para beneficiar a los consumidores con más competencia que lleve a la baja de precios. Todo, a su vez, potenciado por un tipo de cambio que hasta ahora se movió menos que el resto de las variables y hace más conveniente traer mercadería de afuera que producirla acá.

Desde el corazón del establishment, en tanto, la Organización Techint sale ahora a dar la batalla cultural a favor de la protección a la industria y el establecimiento de políticas productivistas con la invitación de dos figuras rutilantes de la discusión de estos temas a nivel internacional.

En el marco del XX Seminario Internacional del Boletín Informativo Techint que se realizará el 21 de agosto próximo llegarán al país nada menos que Robert Lighthizer, un halcón del proteccionismo estadounidense y ex representante comercial del primer mandato de Trump, y Dani Rodrik, un académico de prestigio que siempre contrapuso al discurso del libre comercio la necesidad de pensar políticas productivas sofisticadas.

Ambos compartirán el estrado con Juan Carlos Hallak, profesor de Economía Internacional de la Universidad de Buenos Aires con un PhD en Harvard, en lo que se espera sea una forma del principal holding industrial argentino de plantar cara al debate sobre qué debe hacer el Estado en este momento tan desafiante para la región en general y para la Argentina en particular.

Coordinado por la Directora del Centro de Informaciones y Estudios Económicos de Techint Susana Szapiro, se trata de un encuentro que se realiza siempre en el auditorio del edificio central de la multinacional ubicado en la calle Della Paolera en el barrio porteño de Retiro. Salvo alguna extraña excepción cuenta con la participación en primera fila del mismísimo factótum de la compañía, Paolo Rocca, interesado en marcar el pulso del pensamiento en el empresariado local.

Lighthizer es autor del libro «No trade is free» («Ningún comercio es libre») y es conocido en los Estados Unidos por ser el cerebro detrás de la política más dura de aranceles a la importación. Su tesis de fondo, en línea con el proteccionismo industrial más elemental, es que los países deben pensar a su población como productores de bienes antes que como consumidores y que por eso con barreras al comercio deben protegerse los sectores industriales, en especial los estratégicos. 

Tiene una larga trayectoria. Durante la administración de Ronald Reagan, por ejemplo, trabajó para instalar restricciones al comercio de acero y autos provenientes de Japón. Más tarde se transformó en lobbista de la industria siderúrgica de los Estados Unidos. En 2017 fue representante comercial de la primera administración Trump.

Cuando su libro se publicó en 2023, Trump lo describió como «una obra maestra que describe cómo mi administración se enfrentó a China y luchó contra los globalistas y comunistas que han estado estafando a los trabajadores estadounidenses durante décadas».

«Bob», como le dice el presidente estadounidense, considera a China una amenaza para el desarrollo y por eso recomienda enfrentar al gigante asiático con la imposición de aranceles. Así, se lo considera el padre de la política exterior que está llevando a la práctica, no sin idas y vueltas, la actual gestión del líder republicano.

La necesidad de proteger a la industria siderúrgica de la competencia externa proveniente de China es un mensaje permanente en las apariciones públicas de Rocca. Con el patrocinio de la visita de Lighthizer lleva su posición al extremo en plena guerra comercial y mientras la administración de Javier Milei apuesta por la apertura. Techint tiene plantas en Argentina, Brasil, México y Estados Unidos.

Dani Rodrik recibe el doctorado Honoris Causa el año pasado en la UBA de la mano de Emiliano Giacobitti.

Dani Rodrik, en tanto, complejiza la mirada de Lighthizer con una contribución a lo largo de su carrera dedicada a llamar la atención sobre la necesidad de políticas públicas para el desarrollo que no sólo se basen en restricciones al intercambio comercial.

«Rodrik planteó que la política de desarrollo productivo no debe ni necesaria ni centralmente consistir en decisiones burocráticas que elijan sectores a ser beneficiados a través de exenciones tributarias, cuantiosos subsidios o protección comercial», describió justamente Hallak en el documento para sustentar el otorgamiento del Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires el año pasado.

«Por el contrario, existe una enorme variedad de insumos públicos en áreas tan diversas como la capacitación laboral, la promoción comercial, la construcción de infraestructura o la investigación que son necesarios para complementar la actividad de los sectores productivos permitiendo que la misma se desempeñe en un ámbito competitivo», añadió Hallak, que compartirá la exposición en la convocatoria de Techint.

El panel auspiciado por Techint llegará en un momento, además, en el que el Gobierno está planteando una reducción de los entes de articulación público-privada como los institutos oficiales de tecnologías industrial y agropecuaria, el INTI y el INTA, defendidos por las centrales empresarias de ambos sectores, como la Unión Industrial Argentina y la Mesa de Enlace.

El año pasado, en una entrevista con el diario La Nación tras recibir el reconocimiento de la UBA, Rodrik habló sobre cómo la política industrial debe convivir con la estabilización macro: «Si la inflación es de tres dígitos, nada puede pasar. Pero no se puede negar el rol que puede tener el Estado en potenciar las fuerzas productivas, que a su vez contribuyen en consolidar esa estabilidad macro. (…) Pero la política industrial no se trata de subsidios o impuestos, sino muchas veces de organizar los sectores para resolver los problemas en conjunto».

Jairo Straccia

La venta de casi 70 mil hectáreas, el otro objetivo en la intervención y desguace del INTA

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A horas de cumplirse el año de plazo que le otorgaba la Ley Bases (votada por legisladores de provincias donde «el campo» es la principal economía), el Gobierno finalmente decretó la intervención y degradación del INTA y el INTI, junto con el fin de organismos como el Instituto Nacional de Semillas (INASE), el de Vinicultura (INV, que seguirá teniendo ese nombre solo para vender), el de Propiedad Intelectual (INPI), la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y el Cannabis Medicinal (Ariccame), y el Instituto Nacional de la Agricultura Familiar, Campesina e Indigena (Inafci). La primera pregunta que surge de los diferentes sectores implicados es: ¿por qué hacerlo? No era una demanda social ni económica. Todo lo contrario. Funcionaban bien. Los intereses parecen venir por otro lado. No solo la motosierra al desarrollo en favor de intereses privados y/o extranjeros. Sino también el valor de las tierras que esos entes manejan o donde ellos funcionan, sobre todo el INTA.

De organismo descentralizado con autarquía, el INTA pasa a ser un ente desconcentrado, con dependencia total de la Secretaría de Agricultura. Detrás de los típicos justificativos oficiales de «sobredimensionados» e «ineficientes» se esconden otras razones.

La intervención sobre el INTA supuestamente vino en un diagnóstico que lo califica como “sobredimensionado”, con 932 cargos jerárquicos y «graves deficiencias administrativas detectadas» por la Sindicatura General de la Nación (Sigen). El Ejecutivo nacional mencionó la falta de controles en compras, contrataciones y manejo de fondos.

También cuestionó la estructura territorial descentralizada del organismo, que, según el texto del decreto, dificultó «la supervisión estratégica» y fomentó la «dispersión operativa». El nuevo esquema establece que el INTA sea dirigido por un presidente con rango de secretario de Estado, asistido por un consejo técnico ad honorem.

Pero hay algo detrás.

Los terrenos del INTA

En todos los casos, desde el INTA hasta el INASE o el INTI, según dispone el decreto presidencial que deberá ser refrendado por el Congreso, se aplicarán medidas comunes como el relevamiento obligatorio de bienes, la transferencia de recursos a la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) y la adecuación de estructuras internas bajo control del Ministerio de Economía. Pierden autarquía y poder de decisión sobre los terrenos en los que funcionan.

El 20 de noviembre de 2024, el sitio Bichos de Campo anticipó un documento oficial que mostraba las apetencias de la AABE (Administración de Bienes del Estado) por las miles de hectáreas de campos que son propiedad del INTA en su patrimonio, y que podían pasar a manos de los privados mediante subastas. En ese documento había, como un dossier inmobiliario, al menos 27.000 hectáreas bien demarcadas ubicadas en diferentes estaciones experimentales de todo el país.

Tras aquella revelación, el presidente del INTA, Nicolás Bronzovich, comenzó a negar esa vocación vendedora e incluso su nueva vocera, la locutora Jorgelina Traut, tildó varias veces como “una mentira” esa versión sobre las apetencias inmobiliarias de la gestión «libertaria».

La venta de casi 70 mil hectáreas, otro objetivo del Gobierno en la intervención y desguace del INTA

Pero tras la salida del decreto de necesidad y urgencia 462/2025, que dispuso la eliminación del Consejo Directivo del INTA (integrado por las entidades rurales), que servía como dique de contención ante esas ínfulas rematadoras, el gran artífice de esa reforma, el ministro Federico Sturzenegger, volvió a instalar de inmediato que ese era uno de los objetivos del gobierno de Javier Milei.

Tras enumerar varias razones que llevaron a la intervención del INTA, Sturzenegger escribió: “A ello se suma un dato revelador: el INTA posee más de 110.000 hectáreas distribuidas en todo el país. De ese total, solo 45.000 están siendo utilizadas para experimentación con fines comerciales y productivos. En el resto no sabemos qué ocurre”.

Esto confirma que una de las intensiones oficiales con esta «transformación»: poner “a disponibilidad” de la AABE ya no las 27 mil hectáreas mensuradas en aquel informe oficial del año pasado, sino muchas más, hasta unas 70.000. Como antecedente, ese organismo ya remató a fin de 2024 el histórico edificio de la calle Cerviño. En ese caso si contó con aval de las entidades de la Mesa de Enlace. Ahora, tras el decreto, ya no será necesario ese permiso del Consejo Directivo para avanzar con nuevos remates.

Remarca Matías Longoni, en una nota para Bichos de Campo, que en los planes oficiales -muy escasos- que se conocen para el futuro del INTA, además de las apetencias inmobiliarias de esta gestión se anticipa la decisión de despedir (o lograr que acepten el retiro voluntario) unos 1.500 empleados, es decir el 25% de la plantilla actual del organismo tecnológico.

«A la hora de encontrar fundamentos para que su motosierra avance sobre el INTA, Sturzenegger lanzó en su tuiter muchas otras medias verdades –destaca–: por caso, citó un informe de la SIGEN (2023) que ‘reveló importantes deficiencias en el control: viviendas usurpadas, bienes sin inventariar ni asignar, donaciones sin registrar, compras y viáticos sin documentación mínima, asociaciones cooperadoras sin balances ni supervisión’. Ese informe nunca se hizo público».

Guillermo Lavecchia

La tecnología argentina que podría cambiar la minería de litio

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Hace un poco más de una década,  la entonces presidenta Cristina Kirchner anunciaba que el país comenzaría a vender litio a gran escala y ese discurso no pasó desapercibido en la carrera de Ernesto Calvo. Todo comenzó con una conversación entre él y otros investigadores sus compañeros de trabajo sobre el anuncio presidencial. Esta charla terminó derivando en una reunión masiva en Jujuy. «Fue mucha gente que trabajaba en electroquímica, yo particularmente no había trabajado nunca en litio ni en baterías», recuerda.

“Ahí tomamos conciencia de la magnitud de la escala”, dice Calvo. No se trataba de pequeñas cantidades en un laboratorio, sino de miles de toneladas anuales de carbonato de litio que se iban a extraer de los salares, extensas llanuras de sal donde, durante miles de años, se fue concentrando el litio disuelto en lagunas. La Argentina posee una de las reservas más grandes del mundo en las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca.

Pero extraer este metal de manera eficiente y sustentable requiere una complejidad técnica importante. La magnitud del proyecto llevó a Calvo a tomar la decisión de cambiar completamente su línea de investigación en bioelectroquímica para especializarse en la extracción sustentable de litio y en otros proyectos como las baterías avanzadas de litio-oxígeno.

La innovación de Calvo fue aplicar una tecnología que todos conocemos, la de nuestros celulares, para resolver un problema industrial. Su equipo propuso usar el mismo principio que hace funcionar las baterías de los smartphones para extraer litio de los salares. En las baterías de celulares, los iones de litio se «intercalan», es decir, se insertan, dentro de dos lugares distintos. Por un lado, estructuras de grafito (carbón) en un electrodo y óxidos metálicos en el otro electrodo. Cuando cargamos y descargamos el teléfono, estos iones viajan de un electrodo al otro, creando y liberando energía según la dirección del movimiento. La propuesta toma este mismo principio y busca aplicarlo industrialmente. En lugar de generar energía para un teléfono, usa la intercalación para separar selectivamente el litio de las salmueras de los salares, donde está mezclado con otros elementos.

La extracción tradicional de litio esconde el problema del uso del agua, que se usa de manera intensiva y que afecta seriamente a las comunidades, ya que se lo explota en territorios donde el agua es un bien escaso. La técnica tradicional consiste en bombear cerca de 1700 litros por segundo de salmuera del subsuelo y dejarla estancada en piscinas de evaporación entre 12 y 18 meses.

Prototipo del reactor electroquímico para extracción de litio, desarrollado por Calvo y equipo de UBA-CONICET.

“Hay un conflicto permanente”, reconoce Calvo. “Más allá de la contaminación visual, la contaminación no es peligrosa porque los residuos son sales de magnesio, potasio, sodio y calcio, pero sí está el tema del agua”. En Catamarca, un ejemplo es el caso del río Los Patos, que quedó seco por la explotación minera en el proyecto Fénix de la empresa Livent.

El método de Calvo promete reducir el consumo de agua, ya que volvería a su lugar de origen y sería un proceso mucho más rápido. Además, la técnica permitiría una extracción más selectiva y pura, lo que significa menos procesamiento químico posterior y, por lo tanto, menor impacto ambiental.

El conflicto de las patentes

Sin embargo, el camino hacia la implementación de un nuevo método de extracción de litio no es sencillo. Después de desarrollar las metodologías electroquímicas para extraer litio de forma sostenible, CONICET presentó patentes en Estados Unidos, Australia, Bolivia, Argentina y Chile, además de la patente internacional.

Durante la presidencia de Mauricio Macri, la exclusividad del desarrollo fue otorgada a Y-TEC, una empresa argentina creada por YPF y CONICET para investigación y desarrollo en tecnologías energéticas. Había un compromiso de inversión de 800.000 dólares para construir una planta piloto. Pero, en 2016, YPF manifestó no tener interés en el litio y se dejaron caer las patentes en Australia, Estados Unidos e internacionalmente. «Fue un error muy grave», reflexiona Calvo. Solo se mantuvieron vigentes las patentes en China, Chile, Bolivia y la Argentina. “No solamente dejaron caer las patentes, sino que dejaron de financiar la planta piloto”, recuerda el científico. “Tuvimos que seguir con otro tipo de financiación nosotros y buscar otros inversores eventualmente”, agrega.

“Seguimos desarrollando los conceptos. Se realizaron varias tesis doctorales y se publicaron unos 30 trabajos a nivel internacional”, explica. En su carrera, Calvo dirigió 24 tesis doctorales, de las cuales entre seis y diez están relacionadas con el litio en los últimos 15 años. En 2017, Calvo ganó el prestigioso concurso internacional Bright Minds Challenge, compitiendo contra equipos de todo el mundo. Este reconocimiento no sólo validó su enfoque, sino que también atrajo la atención de empresas y gobiernos interesados en tecnologías sustentables.

Del laboratorio a la industria

La investigación demostró a lo largo del tiempo que el método funciona en el laboratorio, pero quedaba el desafío más grande que era llevarlo a escala industrial. El proceso fue en colaboración con Victoria Flexer, del Centro de Investigaciones y Transferencia (CIT) de Jujuy y las becarias Florencia Marchini (doctorada en Ciencias Químicas con una tesis sobre esta técnica en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA)  y Valeria Romero (ingeniera e investigadora de la Universidad Nacional de Jujuy).

Con Romero comenzó a trabajar a partir de 2018, cuando diseñó, construyó y probó los primeros reactores de extracción de litio. “Esto es lo que llaman MVP (Por Minimum Valuable Product), que quiere decir que tenemos un prototipo pequeño de laboratorio con el mínimo costo y tratamos de contestar todas las preguntas para luego, con esa información, poder llevarlo a otra escala mayor”. Eso implicaría pasar a una escala industrial de miles de toneladas por año. “Y ahí lo que se necesita es ingeniería y grandes inversiones”, reconoce el científico.

La creación de LitiAR

Calvo dio el siguiente paso hacia la comercialización. “Para poder llevar esto a la práctica industrial necesitamos asociarnos con empresas que tengan no solamente el capital, sino la ingeniería de gran escala”, afirma.

Así decidió fundar LitiAR (Litio Argentino), una sociedad anónima asociada con la compañía Laring (Laboratorio Argentino de Investigación Galvanotécnica).  La nueva empresa se equipó con tecnología innovadora tras un proyecto del Ministerio de Producción del gobierno anterior. Se otorgaron microscopios electrónicos, sistemas de absorción atómica para análisis, y un laboratorio completo. “Ahora tenemos el primer reactor en la empresa, ya de una escala un poco mayor”, cuenta Calvo, quien divide su tiempo entre la investigación, la docencia y su empresa LitiAR.

El objetivo ahora es “escalar un poco más, tener nuevas patentes y estamos hablando con empresas como Schlumberger y Chevron, entre otras”, revela Calvo. “Estamos hablando con jugadores grandes que tienen la capacidad de inversión y del desarrollo de la ingeniería”, dice.

El científico es consciente de que llegó a un punto de inflexión: “Esto ya escapa a hacerlo en el ambiente académico y en el ambiente público. Lo que estamos intentando es captar esta asociación con capital privado para el desarrollo y eventualmente para ofrecer estas técnicas de extracción a quienes extraen el litio hoy”, remarca.

La idea detrás de LitiAR es crear un círculo virtuoso entre lo público y lo privado. “La empresa puede contratar al INTI, a la Comisión Nacional de Energía Atómica o a la Universidad de Buenos Aires para hacer determinadas cosas, y de esa forma, parte del capital privado se reinyecta en el sistema público», explica Calvo.

La Argentina y la carrera global por el litio

Crear una empresa tecnológica tiene costos altos. “Tenés que tener una estructura de empresa, contador, abogados, hacer patentes, alguien que profesionalmente te haga una página web”, enumera Calvo.

El juego del financiamiento es complejo: “Yo tengo una empresa que es una idea, eso vale 100%. Ahora venís vos y ponés capital para desarrollarla, te doy un 20% de participación. Yo ya no tengo 100%, tengo el 80% de la empresa, pero tengo más capital que teniendo el 100% de una idea solamente”, explica. El contexto internacional es favorable. “Empresas como Chevron invierten para no perderse de los desarrollos que se están haciendo. Hacen pequeñas inversiones, que permiten tener una pata ahí donde se está desarrollando la tecnología”, dice. El científico menciona que también desde el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) hay una empresa desarrollando tecnologías similares que recibió inversiones por unos 17 millones de dólares.

Reactor electroquímico para extracción sustentable de litio desarrollado por LitiAR Sustainable e-DLE con electrodos de grafito.

Curiosamente, el nivel de avance de LitiAR tiene un problema. «Hay financiadores que les interesa algo mucho más prematuro que lo nuestro, que esté en etapas iniciales», explica Calvo. «Nosotros ya tenemos prototipo y ya lo podemos instalar. Ya no les convenimos porque si la empresa tiene un desarrollo grande vale mucho más, prefieren empresas o desarrollos que estén todavía menos avanzados”, cuenta.

El científico menciona las limitaciones del sistema público del país: “¿Quién va a sacar el litio del salar con una nueva tecnología? No lo va a hacer una universidad ni el CONICET. En algún momento se pensó que lo hiciera Y-TEC, pero nunca llegó a la capacidad tecnológica que tenía otra empresa como INVAP, y menos ahora, cuando está totalmente desfinanciado”, dice.

Para el investigador, la estrategia de atraer inversiones bajando impuestos es un error conceptual. “En una entrevista que me hicieron en 2022 yo dije: ‘Copiemos a Chile’. Se cuestionaba en ese momento que ellos cobraban más impuestos. Sí, pero las empresas no se fueron. Es una estupidez decir que si les bajás los impuestos van a venir. Invierten en Chile aunque tengan que pagar más regalías”, dice.

En su argumento menciona que las multinacionales invierten donde están los recursos, independientemente de las condiciones fiscales. “Tienen que cumplir las mismas condiciones mínimas”, señala, refiriéndose a que las empresas operan globalmente bajo estándares similares.

La Constitución Argentina reformada en 1994 otorgó a las provincias la potestad sobre sus recursos naturales. Una primera lectura sugiere un esquema federal ideal, pero la realidad es más compleja.

“Estas provincias son muy pequeñas frente a las empresas”, reflexiona Calvo. “Las corporaciones que participan en el comercio internacional (chinas, norteamericanas, europeas) tienen una visión de mercado mundial. No están pensando en Catamarca como lugar de desarrollo propio, sino como fuente de extracción”, explica y agrega que “con la normativa actual, las provincias son actores débiles frente a enormes corporaciones”, agrega.

Las condiciones del sistema científico

Quizás el obstáculo más grande que enfrenta el desarrollo tecnológico argentino no viene de las corporaciones extranjeras, sino del propio Estado. Cuando se le pregunta sobre el financiamiento del CONICET y las universidades, Calvo no oculta su indignación: “Esto es una calamidad”.

Para el científico, los recortes al sistema científico no responden a razones económicas sino ideológicas, y significan un retroceso enorme para el país: “La Argentina llegó a hacer satélites, estaciones de radar, no fue casual”. Y agrega que “formar a una persona, a un grupo de investigación, lleva muchos años, y destruirlo es inmediato”.

A pesar de las problemáticas, Ernesto Calvo resalta que su apuesta a LitAR se basa en “formar un grupo de gente joven que a través de la tecnología permita proyectar a futuro lo que hicimos”, reflexiona. «No voy a ser yo el que me beneficie directamente, sino que el objetivo es armar un grupo de gente joven con proyección a futuro”, concluye.

Matías Ortale

Vaca Muerta Sur: en medio de la recesión, el gran proyecto donde hoy se invierte

El financiamiento -2 mil millones de dólares- fue liderado por los bancos Citi, Deutsche Bank, Itau, JP Morgan y Santander e incluye la participación de un grupo de 14 bancos e inversores institucionales. El préstamo tiene un plazo de cinco años y permitirá financiar el 70% del capital requerido para la obra. La tasa de interés aproximada es de 10% anual en dólares.

La sociedad integrada por YPF, Pluspetrol, Pan American Energy, Pampa Energía, Vista, Chevron Argentina, Shell Argentina, Tecpetrol y Gas y Petróleo (GyP), la empresa provincial de Neuquén, concretaron la firma de un préstamo sindicado por 2000 millones de dólares destinado a financiar la construcción del proyecto Vaca Muerta Oleoducto Sur (VMOS), la obra de infraestructura privada más importante de las últimas décadas que tiene como objetivo posicionar a la Argentina como un país exportador de crudo a nivel global.

El financiamiento fue liderado por cinco bancos de primera línea internacional: Citi, Deutsche Bank, Itau, JP Morgan Santander e incluye la participación de un grupo de 14 bancos e inversores institucionales.

La operación

El préstamo tiene un plazo de cinco años y pagará una tasa de SOFR (Secured Overnight Financing Rate, una tasa de interés de referencia en los Estados Unidos que refleja el costo de los préstamos a un día garantizados por bonos del Tesoro) más 5,5%, lo que arroja un total aproximado de 10% anual en dólares.

A su vez, permitirá financiar el 70% del capital requerido para la obra. Esto es así ya que el 30% restante será aportado por los socios.

“La operación marca un hito histórico para el país ya que representa la reapertura del mercado internacional de Project Finance, cerrado desde 2019. Además, constituye el mayor préstamo comercial para la realización de un proyecto de infraestructura en la historia argentina y uno de los cinco más importantes en el sector petróleo y gas en América Latina”, destacaron desde la petrolera bajo control estatal.

A ello se suma el escenario en el que se logra obtener este financiamiento puesto que el acuerdo llega una semana después de que la jueza Loretta Preska ordenara transferir las acciones del Estado en YPF al fondo Burford Capital y Eton Park como parte de pago por la expropiación de la petrolera concretada en 2012, escenario que generó incertidumbre respecto a cómo continuarían las obras dedicadas a impulsar el potencial del shale de Vaca Muerta.

En la firma del préstamo estuvieron presentes Pablo Gamero; CFO Shell; Adolfo Zuberbuhler, CFO de Pampa Energía; Rodolfo Berisso, vicepresidente Ejecutivo de Administración y Finanzas de Pan American Energy; Federico Barroetaveña, CFO de YPF; Nancy Repetto, CFO Pluspetrol; Pablo Vera Pinto, Co Fundador y CFO de Vista Energy; Gerald Free, General Manager Business Performance & Finance de Chevron Argentina; Claudio Gugliuzza, presidente de Áreas Corporativas de Tecpetrol. Y también Juan Borchardt, presidente de Deutsche Bank; Facundo Gomez Minujin, CEO Argentina, Uruguay, Bolivia and Paraguay at JPMorgan Chase & Co; Horacio Marín, presidente y CEO de YPF; Juan O’ Connor, CEO Argentina Itau; Federico Elewaut, CEO at Citibank Argentina: Alejandro Butti, Chief Executive Officer & Country Head en Santander Argentina; Gustavo Chaab, CEO de VMOS.

La obra

El proyecto ya está en construcción. Están en marcha los distintos frentes que posee la obra como son el oleoducto que conectará Allen con la terminal de exportación en Punta Colorada, en Río Negro; las plantas compresoras; la terminal portuaria; y la playa de almacenamiento. 

El objetivo que persiguen las compañías es que esta iniciativa entre en operación hacia fines de 2026. Tendrá una capacidad de transporte inicial de 180.000 barriles diarios, que se irá incrementando hasta alcanzar una capacidad máxima de 550.000 barriles diarios en 2027

“Esta es una obra estratégica para el desarrollo de todo el potencial de Vaca Muerta y permitirá alcanzar el objetivo que tiene la industria de convertir a Argentina en un exportador global de energía”, destacaron desde YPF a través de un comunicado difundido en la mañana de este martes. 

Hito argentino: el riñón de un cerdo genéticamente modificado podría servir para transplantes

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El riñón de un cerdo genéticamente modificado fue transfundido con sangre humana y no mostró rechazo. Un equipo del INPA (UBA-CONICET) y del Hospital Garrahan logró que un riñón porcino modificado resista el rechazo hiperagudo al ser perfundido con sangre humana.

La ciencia argentina acaba de dar un paso significativo en el desarrollo del xenotrasplante —el trasplante de órganos animales en humanos— con la creación del primer cerdo genéticamente modificado de América Latina que logró sortear el rechazo inmunológico más severo: el rechazo hiperagudo.

Esta modificación fue puesta a prueba en un innovador experimento que consistió en perfundir un riñón porcino con sangre humana entera, fresca, anticoagulada y a temperatura corporal. Los resultados fueron alentadores: el órgano mostró signos de funcionamiento y no fue destruido inmediatamente por el sistema inmune humano, como suele ocurrir.

El proyecto es fruto del trabajo del Laboratorio de Biotecnología Animal del INPA (UBA-CONICET), que desde hace años se dedica al estudio de nuevas herramientas de ingeniería genética aplicadas a la medicina.

En colaboración con profesionales del Hospital Garrahan —el centro con más trasplantes pediátricos de la Argentina—, los investigadores lograron editar los genes de un grupo de cerdos para que sean potencialmente compatibles con el organismo humano. Por supuesto, esto fue un ensayo y se evalúan diversas alternativas para seguir avanzando con su desarrollo, como conseguir inversores del sector privado.

El cirujano cardiovascular Ignacio Berra, del Hospital Garrahan, que fue uno de los encargados de llevar adelante la prueba experimental, explicó que el objetivo de este avance es ofrecer en el futuro una solución concreta para que los niños puedan acceder a un órgano compatible y a tiempo. Señaló que, además del impacto clínico, este tipo de desarrollos podría tener beneficios económicos, al evitar la necesidad de buscar órganos fuera del país, con la consiguiente salida de divisas, y permitir que la tecnología quede en el sistema de salud nacional.

 “Nosotros desarrollamos un sistema de perfusión ex vivo con sangre humana normotérmica anticoagulada que nos permitió evaluar la tolerancia inmunológica y la funcionalidad del órgano”, explicó Berra.

Durante el procedimiento, se monitorearon parámetros como la presión de perfusión, la diuresis del riñón y la resistencia vascular. Además, se analizaron signos de trombosis mediante observación macroscópica e histopatológica. Según detalló el especialista, el riñón genéticamente modificado presentó mejor desempeño frente al contacto con sangre humana, lo que constituye una prueba de concepto sólida que abre nuevas posibilidades para el desarrollo del xenotrasplante pediátrico en la Argentina.

Uno de los puntos centrales de esta investigación es la edición del gen GGTA1, responsable de producir una molécula presente en la superficie de las células porcinas contra la cual los humanos tienen anticuerpos preformados. Esta molécula activa una respuesta inmunológica inmediata que destruye el órgano trasplantado. Gracias al uso de la técnica de edición génica CRISPR-Cas9, los científicos lograron inactivar ese gen —un procedimiento conocido como “knock-out”— y así evitar la activación del sistema del complemento, responsable del rechazo hiperagudo.

Este avance se inserta en un contexto de crisis global en el acceso a trasplantes. Según datos internacionales, más de 5 millones de personas están en lista de espera para recibir un órgano, pero solo se concretan unos 120.000 trasplantes al año. En países como Estados Unidos, mueren 13 personas por día por no llegar a tiempo.

En la Argentina, la situación también es crítica: en 2020 había unos 6000 pacientes esperando un trasplante renal y el tiempo promedio de espera era de entre 7 y 10 años. A eso se suma que más del 70% de los pacientes trasplantados requieren diálisis en la primera semana posoperatoria, lo que indica una función tardía del injerto y una alta tasa de complicaciones.

Esta es la línea de tiempo con la macroscópica del riñón del cerdo genéticamente modificado
Esta es la línea de tiempo con la macroscópica del riñón del cerdo genéticamente modificadoGentileza: Equipo Hospital Garrahan

El xenotrasplante se presenta como una solución disruptiva y de largo plazo a este problema. Y aunque la idea de trasplantar órganos animales no es nueva, los desarrollos tecnológicos actuales en edición génica, inmunología y biología del rechazo han renovado el interés global por esta línea de investigación.

Cerdos modificados y tecnología de punta

En enero de 2023, en el laboratorio del INPA nacieron los primeros cerdos modificados para el xenotrasplante. No solo se eliminó el gen GGTA1, sino que algunos ejemplares también fueron editados en el gen del receptor de la hormona de crecimiento (GHR). Esta segunda modificación no es menor: da lugar a animales de menor tamaño —lo que facilita el trasplante— y, según estudios recientes, podría conferir mayor longevidad y resistencia a enfermedades como la diabetes o ciertos tipos de cáncer.

La Argentina tiene una historia particular con la hormona de crecimiento. El primer Premio Nobel argentino, Bernardo Houssay, obtuvo ese reconocimiento por descubrir su efecto diabetógeno. Décadas después, en 2002, otro hito científico nacional marcó el uso de esta hormona en la biotecnología: el grupo de Daniel Salamone logró que un ternero clonado y transgénico produjera hormona de crecimiento en su leche.

En el experimento actual, el protocolo consistió en conectar un riñón de cerdo genéticamente modificado a un sistema de perfusión ex vivo —es decir, fuera del cuerpo— con sangre humana en condiciones fisiológicas. El objetivo fue comprobar si el órgano era capaz de filtrar sangre y producir orina sin desarrollar una trombosis intravascular inmediata, el sello característico del rechazo hiperagudo.

Los resultados preliminares fueron positivos. El riñón no fue destruido, mantuvo su estructura y produjo orina. A nivel macroscópico y microscópico, los investigadores analizaron la turgencia, el color, la vascularización y signos de inflamación. La evaluación histológica permitió identificar un menor grado de rechazo que en órganos no modificados.

Un futuro prometedor

El avance argentino se alinea con otras experiencias recientes a nivel global. En 2022, en Estados Unidos, se realizó el primer trasplante de un corazón de cerdo con 10 modificaciones genéticas en un paciente humano. El hombre sobrevivió 60 días, pero falleció luego por la reactivación de un citomegalovirus porcino presente en el órgano. Este episodio remarcó la necesidad de controles sanitarios estrictos y la implementación de crianzas en ambientes estériles.

Entre los desafíos pendientes se encuentran la posibilidad de transmisión de infecciones zoonóticas, las complejidades del consentimiento informado y los dilemas bioéticos sobre el bienestar animal. A nivel internacional, organismos como los CDC, la FDA y los NIH en Estados Unidos han emitido guías específicas para minimizar riesgos.

En este contexto, los investigadores argentinos proponen que estos primeros cerdos modificados sirvan como “fábricas biológicas” para producir órganos compatibles con humanos. Si se logra confirmar su viabilidad y seguridad, se podrían generar protocolos clínicos en el mediano plazo.

Por ahora, el objetivo inmediato es continuar perfeccionando las ediciones genéticas, avanzar en pruebas funcionales de órganos como corazón, hígado o páncreas y establecer colaboraciones con centros internacionales de referencia, como el Massachusetts General Hospital de Boston, donde se desarrollan actualmente los ensayos clínicos más avanzados en este campo.

Una esperanza para los más vulnerables

Este avance cobra una especial importancia en la población pediátrica. En la Argentina, hoy hay 166 niños en lista de espera para recibir un trasplante, de los cuales 98 necesitan un riñón. Si bien la Ley Justina facilitó el acceso a órganos en adultos, aún se requiere consentimiento familiar en menores de 18 años, lo que limita las posibilidades de donación pediátrica.

El Hospital Garrahan, que participa en este proyecto, es el centro con más trasplantes infantiles realizados en el país. Su experiencia, sumada a la tecnología genética desarrollada en el INPA, genera una sinergia que podría posicionar a la Argentina como líder en investigación de xenotrasplante en la región.

El camino recién comienza, pero la creación de este primer cerdo modificado con tolerancia al rechazo representa un hito que trasciende fronteras. En un país con una sólida tradición científica, este tipo de desarrollos muestran cómo la biotecnología y la medicina pueden converger para resolver uno de los problemas sanitarios más urgentes del siglo XXI: la falta de órganos para trasplante.

Alejandro Horvat

La otra cara de la crisis del Garrahan: el desaliento de los residentes

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A partir de este año, quienes ingresen al sistema nacional de residencias podrán elegir entre dos formas de contratación: la beca ministerial, como venía ocurriendo hasta ahora, o una nueva opción, la institucional. En el primer caso, el vínculo es con el Ministerio de Salud de la Nación, que deposita el monto directamente al residente, con los correspondientes descuentos por aportes y obra social. En la nueva modalidad, en cambio, el profesional firma un contrato directo con la institución formadora, cobrará el monto total sin retenciones y podrá acceder a bonos adicionales si el establecimiento lo permite. En ambos casos, la cobertura de seguros está garantizada, pero lo fundamental es que ahora es el residente quien elige cómo transitar su etapa de formación.

“Detrás de este cambio, lo que se esconde es la intención de despojar a los médicos residentes —profesionales en formación— de su condición de trabajadores con pleno derecho, para rebajarlos a la categoría de becarios. Esto implica excluirlos de múltiples derechos laborales, como las licencias, la regulación de la jornada laboral y la posibilidad de gestionar su propio proceso remunerativo, entre otros», advierte un experto destacado del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, que prefirió resguardar su identidad.

Según explicaron desde el Ministerio de Salud de la Nación, el objetivo de esta actualización es “recuperar el rol formativo de la residencia” y corregir los parches acumulados en la última década. En ambos casos, el financiamiento nacional seguirá cubriendo el mismo monto por residente. Las instituciones, a la vez, podrán mejorarlo con fondos propios y rendir cuenta por el dinero que recibieron de la Nación.

“Cerró la residencia de pediatría del Garrahan”

Sin embargo, los residentes realizaron un duro descargo desde la cuenta oficial de X de la Residencia de Pediatría del Hospital Garrahan, donde denunciaron públicamente el virtual cierre de este sistema de formación más emblemática del país.

“Cerró la residencia de pediatría del Garrahan”, afirmaron en un mensaje que generó conmoción en el ámbito de la salud pública. “Sí, leíste bien. El Ministerio de Salud decidió cerrar la residencia de pediatría más prestigiosa del país, y lo hizo por la puerta de atrás: transformándolo en una beca precarizada”, denunciaron.

Los profesionales en formación explicaron que, con esta decisión, dejarán de percibir un sueldo en blanco y pasarán a recibir un “estipendio”, lo que implica la pérdida de derechos laborales fundamentales: no tendrán obra social, aportes jubilatorios, aguinaldo, licencias ni reconocimiento de antigüedad en el hospital. “No es salario. No hay derechos laborales. No hay futuro”, señalaron en el comunicado.

Desde la residencia consideraron que esta modificación implica un retroceso inaceptable. “La solución no puede ser el retroceso”, advirtieron. Además, afirmaron que desde el Ministerio de Salud intentaron justificar la medida asegurando que con “el sello Garrahan” es suficiente, como si el prestigio institucional pudiera reemplazar condiciones dignas de trabajo. “Como si el prestigio pudiera pagar alquiler, comida o salud. Como si los cuatro años de formación, guardias interminables y responsabilidades clínicas pudieran pagarse con palmaditas en la espalda”, expresaron.

“Sin residentes, el Garrahan no funciona”, remarcaron con contundencia. Y cerraron el comunicado con una advertencia más amplia: “Esto no es solo un ataque a los médicos en formación: es un intento de destruir el sistema de residencias como lo conocemos, de precarizar aún más la salud pública”.

En tanto, mañana a las 10, los residentes de hospitales que dependen de la Ciudad, marcharán desde la intersección de las avenidas Callao y Corrientes hacia la sede del Ministerio de Salud porteño, en Bolívar y avenida Rivadavia.

Ana Paula Ormachea es residente de tercer año de Clínica Médica en el Hospital de Clínicas José de San Martín y conoce en carne propia las dos caras del sistema: la residencia con beca institucional y la del hospital público tradicional. “El primer año [de residencia] trabajé en un hospital privado, donde la residencia se pagaba bajo este régimen de beca. Después me pasé al Clínicas, que no tiene esta forma de contratación”, cuenta. La diferencia no fue menor: esa fue, de hecho, una de las razones que la llevó a cambiar de institución. “No estaba muy de acuerdo con ese régimen, honestamente. Siento que desfavorece mucho a los residentes. Es algo que viene de años, pero con la inflación y la situación económica, se nota cada vez más.”

Ormachea recuerda que en 2023 participó de un paro para reclamar mejoras salariales bajo el sistema de beca. “No nos alcanzaba. No es seguro que lo que pague una institución privada alcance para tener una buena calidad de vida. Ni siquiera hablo de viajes o salidas, sino de llegar a fin de mes. Si tengo que comprar un regalo por el cumpleaños de mi papá o el Día del Padre, eso ya es un problema que tengo que incluir en mi presupuesto mensual.”

Hoy, desde su lugar en el Hospital de Clínicas, destaca el rol de la asociación médica de esa institución como espacio de defensa y contención. “Es un lugar creado por médicos, donde se busca defender nuestros derechos, pero también los de kinesiólogos y bioquímicos. Porque esto no afecta solo a los médicos”, señala. Y agrega: “Estas situaciones te sacan las ganas de seguir formándote, de confiar en el país. Cuando empecé la carrera nadie te contaba esto. El sistema te termina venciendo, te obliga a guardar la vocación.”

Ormachea afirma que muchos residentes ingresan con entusiasmo, con ganas de crecer, de acompañar. Pero las condiciones los terminan desmotivando. “Hoy, uno realmente tiene que pensar si conviene entrar a una residencia, porque sabés que eso implica ajustarte económicamente. Y ahora, con este nuevo régimen, donde pareciera que otra vez nadie nos protege, te preguntás: ¿quién nos escucha?”, dice. En su caso, encontró respaldo en la Asociación Médica del Clínicas, que, según cuenta, la acompañó y le transmitió que buscarán garantizar el respeto por sus derechos.

Alejandro Horvat

El programa nuclear de Milei

La Argentina es un país que siempre está entrando, saliendo o transitando una crisis. Con ello vienen altos números de inflación, índices de pobreza en alza, problemas sociales y políticos. Sin embargo, en medio de ese panorama, el país conserva una joya poco visible: su desarrollo en energía nuclear. Con una comunidad científica de alto nivel y proyectos que marcaron hitos a escala global, Argentina logró destacarse a nivel regional: fue el primer país de América Latina en construir una central nuclear, en 1974.

Antecedente. El complejo nuclear Atucha, ubicado en la localidad de Lima (provincia de Buenos Aires), fue pionero en la región

Si bien después de Chernobyl el mundo entró en pánico con el término “nuclear”, asociado a tragedias humanas y desastres ambientales, hoy, en un contexto de creciente demanda energética —impulsada por la expansión de la inteligencia artificial y sus exigentes centros de datos— la energía nuclear reaparece como una solución limpia, estable y escalable; una opción con potencial para liderar la transición hacia una matriz más sostenible. En este contexto, el país busca emerger como un líder inesperado del sur global. En diciembre, el gobierno de Javier Milei anunció la creación del Consejo Nuclear Argentino y el lanzamiento del Plan Nuclear Argentino (PNA), con el objetivo de posicionar a la Argentina como un actor clave en el renacimiento de la energía atómica. Para el oficialismo, la oportunidad es histórica. Dejarla pasar, advierten, sería un “crimen”. Expertos, sin embargo, son escépticos con los plazos del plan, con algunos de los objetivos planteados y con su viabilidad. Además, la financiación es poco clara. Demian Reidel, jefe del Consejo de Asesores de Javier Milei y presidente del Consejo Nuclear Argentino, explicó algunos de los pormenores del plan. Según Reidel, hoy la carrera nuclear se enfoca en el desarrollo de los pequeños reactores modulares (SMR, por sus siglas en inglés). Estos sistemas pueden construirse con mayor rapidez (en alrededor cinco años), tienen un costo mucho más accesible (de entre 1000 millones de dólares a 4000 millones de dólares, dependiendo de la potencia y del enriquecimiento del uranio) y se adaptan a contextos más diversos, al no requerir conexión a redes eléctricas.

El ACR 300, la estrella del Plan Nuclear Argentino

Al igual que un reactor nuclear convencional, un SMR genera energía a través de la fisión de átomos de uranio, es decir que cuando el núcleo del uranio se divide se produce una liberación de calor enorme y esa energía térmica se emplea para calentar agua, la cual se transforma en vapor. El vapor, a su vez, hace girar una turbina que se encuentra conectada mecánicamente a un generador eléctrico, produciendo así electricidad.

Cómo funcionan

Los SMR son reactores más pequeños que los convencionales y esto simplifica su instalación y su logística, abaratando los costos

Están fabricados con partes modulares, que se pueden fabricar por separado y se transportan fácilmente. Eso permite llevarlos a lugares con poca infraestructura

Poseen un núcleo que genera calor a través de un proceso llamado fisión nuclear

El calor aumenta la temperatura de agua que está en contacto con el material radiactivo en el circuito primario y la eleva hacia un generador de vapor

En el generador de vapor, el agua contaminada transfiere su calor a otro circuito de agua independiente, llamado circuito secundario

El agua del circuito secundario se convierte en el vapor que alimenta la turbina y produce electricidad en un generador

El Plan Nuclear Argentino se divide en tres fases. La primera de ellas busca construir cuatro pequeños reactores modulares ACR 300 en el complejo nuclear Atucha, ubicado en la localidad de Lima (provincia de Buenos Aires). El espacio donde se llevará a cabo el desarrollo va a tener un nombre diferente a Atucha I, Atucha II o Embalse, con el fin de acentuar la diferencia entre los reactores. El nombre todavía no está definido. Estos SMR, diseñados por un grupo de ingenieros argentinos de la empresa INVAP, están financiados por un inversor norteamericano cuya identidad se desconoce. Los ACR 300 tienen una potencia de 300 megawats cada uno (1200 megawats en total) y una vez instalados, técnicos especialistas estimaron que el total de energía nuclear dentro de la matriz energética del país podría subir de un 7% a un 12%. La patente de este SMR ya fue aprobada el año pasado en Estados Unidos y la idea es que el primero esté en funcionamiento dentro de cinco años. Una parte importante de esta primera etapa tiene que ver con que la Argentina sea el primer país -o en su defecto uno de los primeros- en vender este tipo de reactores al mundo. “La velocidad de desarrollo es esencial. Si tardamos diez años más, ya no alcanza”, señaló Reidel, quien hace poco menos de un mes asumió como Presidente de Nucleoelectrica. “En este sector nadie cambia de reactor como cambia de auto. Cuando se elige uno, es una decisión que perdura. La oportunidad es ahora. Hay que aprovecharla”, dijo. Hoy hay solo 18 países en el mundo que están diseñando o desarrollando este tipo de reactores, entre los que se destacan Estados Unidos, Rusia, Canadá, China Japón, Reino Unido y Francia. La Argentina, según el físico, es pionera en el conocimiento de la realización de los SMR. En el año 1985, un grupo de ingenieros comenzó con la idea de desarrollar uno de estos SMR en el país, un proyecto que luego se conoció como el CAREM. Esta iniciativa, reconocida a nivel global, fue puesta en pausa por el Gobierno el año pasado, bajo la explicación de que el reactor, luego de todos los avances tecnológicos que fueron emergiendo, ya no era comercialmente viable ni competitivo. Los módulos tradicionales tardan en construirse aproximadamente 15 años y tienen un precio de 8000 millones de dólares. Además, presentan un alcance sobrecalificado para lo que busca el Gobierno. El objetivo sería construir centrales para abastecer los centros de datos que necesita el desarrollo de la IA. “No tiene sentido colocar estos sistemas para alimentar a los servidores de inteligencia artificial. Tienen que estar potenciados por un SMR”, aseguró a LA NACION Santiago Badrán, director ejecutivo de la empresa Nuclearis, una empresa privada argentina que tiene en fase de diseño el N1, un SMR de 17 megawats que estima comenzar a funcionar en 2031.

Uranio, la apuesta de la segunda parte

La segunda fase del plan nuclear tiene como objetivo convertir al país en un exportador estratégico de uranio, el mineral que funciona como combustible para los SMR. En un contexto donde la Argentina ya empiece a vender sus reactores al mundo -es decir, se complete exitosamente la primera etapa- y tenga una posición de poder en el mercado, la intención es aprovechar las ventas de los ACR 300 para asociarla a un compromiso de compra de uranio argentino. De acuerdo con un informe de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la Argentina cuenta con 33.780 toneladas de uranio en la categoría de costo de producción de US$130 por kilogramo. Actualmente, el país importa de Kazajistán (junto con Canadá, son los dos principales productores de uranio del mundo) concentrados de uranio para cubrir la demanda local de unas 220 toneladas por año para fabricar el combustible de las centrales nucleares Atucha I, Atucha II y Embalse. La Argentina extrajo uranio hasta la década del 90 y lo hacía en Sierra Pintada, en Mendoza.

Lugares de explotación de uranio

Proyectos mineros destacados con uranio identificado y sus cantidades en toneladas (t).

Julián Gadano, subsecretario de Energía Nuclear de la Nación durante la presidencia de Mauricio Macri, explicó que el hecho de que la Argentina hoy no extraiga su propio uranio tiene varias razones históricas. Por un lado, a partir de Chernobyl había un clima global antinuclear y antiminero, lo que llevó al Gobierno a limitar la actividad. Por otro lado, no había un marco económico para hacerlo, ya que el precio del uranio estaba bajo y su extracción tenía costos altos. “Hoy la situación cambió. El precio del uranio es más rentable y hay un clima tanto social como económico que acompaña”, señaló. En este sentido, Adriana Serquis, expresidenta de la CNEA durante el gobierno de Alberto Fernandéz, aseguró que es importante esta “revalorización” del uranio en nuestro país. “Es una posibilidad que vale la pena”, comentó. Durante su gestión, a pesar de los esfuerzos, no pudieron volver a poner en marcha las minas, pero dice que era un proyecto que estaba en el radar. “Es importante que en el proceso no se pierda la soberanía ni la potestad”, agregó enfatizando que es de suma relevancia ejercer esta actividad bajo todos los controles y regulaciones estatales necesarias. Al hablar de la venta de uranio, técnicos cercanos a la CNEA explicaron que extraer y vender únicamente el mineral no alcanza para que sea utilizable en los reactores modulares de tipo SMR. Para que el uranio sea funcional dentro de un reactor, es necesario completar todo el ciclo del combustible nuclear. Es decir, el mineral debe atravesar una serie de procesos industriales antes de transformarse en combustible apto. “Es como vender cartuchos para impresoras: nadie compra solo la tinta, sino todo el cartucho completo”, graficaron. La Argentina, en dicho escenario, tendría que tener la capacidad de poder vender el producto funcional entero.

La “ciudad nuclear” (y el verdadero potencial del país)

La tercera fase tiene como objetivo construir una ciudad nuclear patagónica. La idea es contar con un lugar que tenga una capacidad instalada de energía mucho mayor a la que necesita todo el país. “Será una ciudad completamente alimentada por energía eléctrica proveniente de la fuente más limpia que tenemos: la energía nuclear”, explicó Reidel. Este proyecto, aunque hoy parece ciencia ficción, busca ser un semillero para la instalación de centros de datos, donde las empresas ya contarán con la infraestructura necesaria. Hoy por hoy, en la Patagonia no está aprobada la construcción y el desarrollo de la energía nuclear. Aunque este último paso es lejano, la concreción de un plan nuclear parece esencial ante los ojos de técnicos especializados. Pablo Lacoste, ingeniero experto en tecnología nuclear y exfuncionario de la CNEA, dijo que es necesario para el país un verdadero plan que propicie una nueva etapa de desarrollo con fines pacíficos. “Aunque los recursos, el crecimiento y los resultados hayan variado a través del tiempo, las condiciones están dadas para seguir estando en los primeros niveles internacionales en la materia”, dijo. Sin embargo, aseguró que un verdadero plan nuclear debe ser parte de la planificación energética nacional y que, para que se entienda su viabilidad, el Gobierno debe proporcionar más detalles. “La escasa información hoy arroja más dudas que certezas”, criticó. Además, remarcó que en ocasiones pasadas donde el país ha adoptado decisiones trascendentes en el tema nuclear hubieron leyes de por medio. “Si hay seriamente un plan, merecería ser puesto al conocimiento de la opinión pública y de poderes competentes del Estado para su tratamiento”, dijo. En paralelo, la expresidenta de la CNEA Serquis enfatizó la relevancia de tener un buen equipo de profesionales trabajando en el proyecto. “Es una tarea que lleva tiempo y no hay que minimizarla”, explicó. Generalmente, según la referente, en planes de esta magnitud trabajan alrededor de 600 personas. También planteó que el número de cinco años para el funcionamiento es irrisorio porque, sumado a la solidificación de un equipo de profesionales, también está la tarea de construir una cadena de suministros -algo en lo que el CAREM sí venía con ventaja-, hacer la ingeniería y luego, finalmente, la construcción física. “El primero de su clase siempre lleva más tiempo”, comentó. Fuentes cercanas a la industria nuclear dijeron que sí creen que la Argentina tiene la capacidad de diseñar y desarrollar pequeños reactores modulares, pero que las otras partes del plan forman son una ambición poco realista en el marco del país de hoy. “La idea de base es buena, pero hay que ir por partes”, comentaron. “No es que la Argentina no lo pueda hacer [extraer uranio y construir una ciudad nuclear], pero hay que tener en cuenta que a escala global hay proveedores robustos que generan altos grados de competencia en el campo de minería de uranio”, explicaron. Por el momento, entonces, el paso clave es la coordinación entre todos los actores del sector nuclear. “Sin coordinación, el desarrollo será lento”, enfatizó Reidel a LA NACION. Además, desde el Gobierno ya comenzaron a movilizar este proyecto a escala internacional. El Jefe de Asesores viajó a Francia para tener conversaciones con referentes del sector europeo y en su último encuentro en Niza, Milei y Macron dedicaron una parte importante de la agenda al PNA. En relación a los desafíos, el líder del proyecto destacó que la cadena de suministros va a estar altamente exigida a nivel global y todavía no tienen definido cuánto van a necesitar de cada componente. Sobre disidencias políticas como obstáculo, el físico manifestó que su esperanza es que esto unifique a toda la población. ”No hay banderas políticas cuando uno tiene la oportunidad de convertirse en pionero en energía a nivel global. Es algo que va a beneficiar a todos los argentinos”, expresó. Además, explicó que le parecería extraño encontrar a alguien que se oponga a “estar a la vanguardia de una revolución tecnológica capaz de suplir el déficit energético”.

La polémica por el CAREM

Gadano definió al CAREM como un proyecto que le permitió soñar a la Argentina y Lacoste insistió en que es importante que se considere dentro del PNA. Fue un hito dentro del sector nuclear, ya que estableció características de diseño completamente innovadoras que fueron la base para que otros países desarrollaran conceptos de reactores casi idénticos, destacó Badrán. “Esa plataforma tecnológica es hoy un activo invaluable para el futuro del Plan Nuclear Argentino”, dijo el director ejecutivo de Nuclearis. “Fue un proyecto catalizador que posicionó a la Argentina entre los pocos paises del mundo con capacidad real para diseñar, construir, licenciar y fabricar un reactor nuclear completo”, señaló. El desarrollo comenzó oficialmente en 2007, pero la construcción recién arrancó en 2014. Cuando Mauricio Macri asumió, el avance total del CAREM estaba al 34,4%. Al terminar su mandato, Alberto Fernández la recibió en un 57,9% y la dejó en 64%. Circula un número que eleva el progreso al 85%, aunque esa cifra solo contempla la ingeniería civil y deja fuera la fase mecánica, puntualizan fuentes del proyecto: “El CAREM es más que eso. Todo lo referido a la mecánica estaba muy atrasado”. Además, advierten que, como los componentes internos no se desarrollaron en paralelo con la obra civil, en muchos casos deberán romperse estructuras ya construidas para poder instalarlos correctamente.

Desarrollo. El desarrollo del CAREM comenzó oficialmente en 2007, pero la construcción recién arrancó en 2014. La actual administración lo discontinuó 

Entre las gestiones de Kirchner, Macri y Fernández se han invertido ya más de US$1000 millones en el CAREM. La administración libertaria actual frenó los desembolsos y el presidente de la CNEA, Germán Guido Lavalle, ordenó una revisión antes de seguir financiando. “La CNEA empezó a presentar el CAREM como un modelo comercial viable, pero en realidad es un prototipo muy complejo. Un SMR destinado al mercado debe ser mucho más simple”, advierte Gadano. Serquis manifestó que durante su gestión ya se había empezado a pensar en un proyecto de CAREM con intención comercial en el cuál se iban a vender módulos de 120 mW de energía. El prototipo en construcción solo tenía 32mW de energía y, aunque no seguía un objetivo económico, opina que es indispensable que se termine ya que sienta las bases del conocimiento que se necesita para el desarrollo de los siguientes reactores bajo un paraguas comercial. “No terminás el aprendizaje si no lo ponés en marcha”, aseguró la exfuncionaria. Pero el proyecto también sufrió críticas en relación a su tecnología, lo que afectó su prestigio inicial. “La Argentina dejó pasar la ventana de oportunidad: aparecieron diseños más avanzados y el CAREM quedó rezagado”, señala Badrán. Además, expertos del sector dijeron que había un riesgo de que, aun si se concluyera en 2028, el reactor podría no encenderse debido a sus falencias técnicas y dicho escenario podría traer graves consecuencias ante los ojos del mundo. “Hay componentes que no se demostraron que funcionan”, planteó Gadano. Serquis mencionó que estas acusaciones se hicieron sin evaluar los documentos que su administración dejó, en donde describían todos los problemas técnicos y las soluciones que habían encontrado. “Nosotros somos especialistas en solucionar problemas técnicos”, señaló. “Hubieron cuestiones técnicas a lo largo de los años. Las mismas que enfrenta cualquier desarrollo tecnológico”, confesó. A partir de la pausa del CAREM, la expresidenta contó que hay mucho talento que busca irse y expresó una preocupación por una potencial “desarticulación” del sector. El CAREM representó una apuesta por el desarrollo científico y tecnológico. Más que vender el reactor como un producto comercial, el objetivo era transferir ese conocimiento a otros países con recursos suficientes para invertir en esta industria. Finalizar el proyecto, según Gadano, fortalecería la marca país de la Argentina dentro del sector nuclear. Sin embargo, aclara que no se trata de un producto pensado para la escala comercial. “Así funcionan muchas veces las inversiones en ciencia y tecnología”, explicó. “Pero para poder terminarlo, la CNEA debe demostrar transparencia y estar dispuesta a rendir cuentas, aunque no sea una práctica a la que estén acostumbrados”.

Victoria Mendizabal

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AgendAR comenta el programa nuclear de Milei

El supuesto PNA no solo es irreal o dudoso, como admite el excelente artículo de Victoria Mendizábal en La Nación. Fundamentalmente, no es nuclear y tampoco argentino. Sin embargo, su defecto máximo es su inexistencia.

Es más bien plan financiero basado en el ACR-300, un reactor imaginario, y lo pergeñó un fondo de inversión, próximamente buitre, con sede en el brumoso paraíso fiscal de Delaware, y enérgicamente llamado Meitner Energy. 

El objetivo no es construir el esperpento. Es pintarlo y venderlo a los inversores giles. O pintarlo y quebrar, y que INVAP (el director de obra), NA-SA (su ejecutor)  y la CNEA (su garante), quiebren.

INVAP no perpetró el ACR-300. Meitner, que se disfraza de INVAP y no lo es, bajó el diseño de un catálogo de centralitas compactas posibles del Organismo Internacional de Energía Atómica. Subrayo: “posibles”.

Posibles porque su ingeniería, su construcción y su operación no están autorizadas por el OIEA o por ninguna autoridad regulatoria del planeta, sea de Argentina, de Madagascar, de Finlandia de Turkmenistán o de Villa Fiorito. Esos cuatro pasos son procesos lentos, laboriosos y caros. Una década, mínimo, y más probablemente una y media. Centenares de millones de dólares a recuperar el año del arquero.

La industria nuclear yanqui, que ha estado rascándose el higo, pretende que el laburo lo hagamos nosotros.

La difunta física nuclear Lise Meitner, descubridora de la fisión del uranio 235 en 1938, no habría estado contenta de ese abuso de su apellido. 

En INVAP hay una interna que te la cuento, pero la firma prefiere disciplinadamente callarse la boca. Siempre que confrontó con algún gobierno liberal (ergo, de derecha grave),  a INVAP la reventaron, la estafaron en plata y trataron de llevarla a la quiebra. 

Sin embargo INVAP está viva gracias al estado: al estado de Perú, al de Argelia, al de Egipto, al de Australia, al de Arabia Saudita y al de Holanda, que le pidieron reactores de investigación. El ACR-300 no es un reactor multipropósito, es una central nucleoeléctrica. 

Lo único que asemeja el ACR-300 a un reactor multipropósito es que el ACR-300 tampoco va a producir un kilovatio-hora de electricidad. Porque no existe ni existirá. 

Desde 1985, el estado argentino a INVAP le ha puesto más palos en las ruedas que embrague, motor y primera.

Por eso desde 1983 lo que construye INVAP para la CNEA o NA-SA anda rengo de plata y viene siendo puro “stop and go”.

No nos perdemos la oportunidad de perdernos una oportunidad

La oportunidad que se pierde la Argentina Nuclear con el No Plan Ni Nuclear Ni Argentino del financista Demián Reidel no pasa por el reactor ACR de Meitner Energy. 

Pasaba hasta 2024 por el reactor experimental CAREM argentina de 32 MW, a media construcción, y la Central CANDU argentinizada de 700 MW. De estas últimas hay decenas en el mundo desde 1962, una en Córdoba desde 1978, ninguna accidentes de seguridad, sino apenas incidentes de disponibilidad, y pocos.

El licenciamiento de ambas centrales, diferentes como serían si se las terminara, está hecho mayormente, salvo los de montaje y puesta en marcha. Las CANDU muestran las mejores cifras mundiales de “uptime”: son fuertes y no hay que pararlas para recargar combustible. 

Ambos proyectos, el CAREM y el CANDU, tenían financiación efectiva, del estado argentino en el caso del CAREM y de Canadá a cambio de agua pesada argentina, además de contar con la casi todas las luces verdes de las autoridades regulatorias de ambos países, de mucha aceptación pública en el nuestro, y de bastante prestigio en el exterior.

El patentamiento del ACR-300 por parte de los EEUU no equivale a un licenciamento de planos, de obra, de construcción o de operación. Es un sello, como el patentamiento de una marca de ropa o de un lavarropas. El ACR-300 es un dibujito, como dice el financista Demián Reidel del CAREM. El CAREM, don Demián, tiene tres de las cuatro licencias y toda la obra civil edificada, real y tangible.

Licenciame el dibujito, papito

El ACR-300 en funcionamiento dentro de 5 años… Haceme reír. Y que el CAREM sea un dibujito, tu abuela. Hay cemento, hay fierros, hay obra. Lo podés recorrer y tocar. 

También frenar, como hicieron Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde, el sociólogo Gadano en tiempos de Macri, y hoy el mago de las finanzas el doctor Germán Reidel, especialista en mercados emergentes de JP Morgan y de Goldman Sachs, y su asesor en bicicletas con criptomonedas. 

Reidel tiene tanta ingeniería nuclear como la revista “Para Ti”. 

40 años de demora le infligió al CAREM la caterva “ut supra” mentada… y contando.

Por algo el CAREM sigue sin debutar desde 1985, aunque en 1988 Turquía quería comprarlo y venderlo “urbi et orbi”, (hoy me da por los latinajos). El proyecto de sociedad INVAP-TAEK lo descarriló Menem en 1993, cuando le pidió a la TAEK una cometa de un 30% sobre el costo del reactor. 

La coima entre reyes se inventó hace 7000 años en territorio turco, para garantizar la paz entre las primeras ciudades-estado de la historia, en la estepa de Anatolia y el Mediterráneo. 

Pero el 30% era un asalto a mano armada, inclusive para los turcos. Se fueron con un portazo tras 4 años de ser boludeados por el abogado y rábula don Carlos Saúl. No volvieron. Hoy son clientes nucleares de los rusos.

En La Embajada todavía siguen brindando con champagne. En la otra embajada, la meramente rusa, con vodka.

Solucionar problemas o ser ñoño y ñaña

Hasta hubo una ley nacional, la 25.160 de 1990 para financiar la construcción del primer CAREM en Argentina, y la incumplió retardando el inicio de obra el petrolero Jorge Lapeña en los tiempos hiperinflacionarios de De la Rúa. Ídolo, don Jorge.

Todos estos “ut supra” sumaron para hacer del CAREM el Sátiro Virgen de las centrales nucleoeléctricas compactas.

El sociólogo Julián Gadano le explica a Victoria Mendizábal que en el CAREM “hay componentes que no se demostraron que funcionan (sic)”.  Y, sí. No miente, aunque es un esfuerzo. Uno supone que el sociólogo se refiere al recipiente de presión y a los generadores de vapor, los componentes esenciales de una central como la de marras. 

“Nosotros somos especialistas en solucionar problemas técnicos”, responde la doctora en física nuclear Adriana Cristina Serquis, expresidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica. No le está contestando específicamente a al sociólogo Gadano. O tan específicamente.

El gobierno o gobierno de Alberto Fernández se acordó medio tarde del CAREM y de la CNEA, tanto así que Serquis tuvo que asumir en junio de 2021, 18 meses tras la jura de Fernández. Hasta entonces, la cúpula nuclear siguió integrada por la tropilla macrista, cuyo nivel técnico en general era el del sociólogo Gadano.  

Uno supone que el pelotazo de Serquis, científica y políticamente independiente, va por emboquillada y con efecto, al arco de todos estos Dibus Martínez mancos. Bueno, eso, supone uno, y uno no es Víctor Hugo Morales. Ojalá lo fuéramos, Victor Hugo.

La ya no tan nueva administración libertaria frenó el CAREM y ordenó una revisión del proyecto antes de seguir financiándolo, le dice con seriedad Germán Guido Lavalle a la periodista Victoria Mendizábal, como quien le pega un tiro en la cabeza a un desconocido para después pedirle documentos. 

En buen romance, este ingeniero nuclear del Instituto Balseiro paró de nuevo el CAREM, y dejó (pierdo la cuenta de veces) a 600 ingenieros, físicos, químicos, informáticos, electrónicos, eléctricos, de materiales nucleares, sin mentar la ponchada de técnicos y nucleares, casi todos del citado Balseiro. Todos colgados del pincel. 

Cantidad de los colgados ya hizo las valijas y se rajó para Ezeiza. Otra vez. Como que el mundo necesita 100.000 ingenieros nucleares nuevos en el próximo decenio y don Germán los está sirviendo a la UE, los USA y Canadá en bandeja y al costo, país generoso. 

Por eso, en este portal, publicaremos las opiniones del Centro de Estudiantes del Balseiro respecto de este asunto. No es obligatorio (nunca ha sido) estar de acuerdo con nosotros.

Lo esencial es que ahora se vienen las ventas. En el nuevo pero nada nuevo no plan, aunque sin plan, argentino (pero no mucho). Entonces lo esencial hoy son cuatro cosas. 

  • Uranio
  • Propiedad de las centrales nucleares
  • Formación de cuadros
  • Inserción en la matriz energética nacional 

Las cuatro cosas

Ya sabemos de sobra qué piensan de esas cuatro cosas la Asociación Argentina de Tecnología Nuclear (AATN) y la Asociación de Profesionales de la CNEA (APCNEAN). Han publicado aquí en AgendAR desde 2019, con cierta falta de acuerdos y bastantes ideas básicas compartidas. Lo dicho, aquí que digan lo que les parece. También nosotros, privilegio de locales.

Ahora queremos la voz de los estudiantes del Balseiro antes de que estos delincuentes lo arancelen y privaticen. 

El nuevo plan privatiza las 33.780 toneladas de uranio razonablemente aseguradas del país. Con el nuevo “boom” mundial de la energía nuclear, el mal llamado Occidente quiere asegurarse nuestro uranio, y por ello vienen EEUU, Francia, Canadá y la poco occidental Australia. 

Si queda algo, será para las 3 centrales y media (ver CAREM) argentinas. 

Producir 33.780 toneladas desde la pura roca a grado de octóxido de uranio costaría U$ 130.000 millones en 10 años, si el precio en el mercado mundial no se dispara. Pero lo viene haciendo. Desde 2022, la guerra de Ucrania lo duplicó.

Pero si al octóxido le agregamos valor en CONUAR, empresa mixta de la CNEA y el grupo Pérez Companc, el precio de nuestro uranio transformado en elementos combustibles sube a entre U$ 200.000 y U$ 400.000 la tonelada. Son U$ 4,391 BILLONES. Hice la cuenta diez veces diez. Pido ayuda. No puedo con tantos ceros. 

Si la Argentina exporta su uranio como mero octóxido, la diferencia la embolsan EEUU, Canadá, Francia y Australia. Apenas 4.261.400.000 de abnegada contribución argenta para que no se le apague la luz a EEUU, Canadá, Francia y Australia. 

Esos 4,2 billones de dólares los perderíamos en caso de explotación y exportación furibundas, en 10 años. Y entonces, de  autoabastecimiento, olvídate, cariño.

La exploración geológica la puso Luis Rodríguez, de la CNEA, desde 1950 y no hay modo de cuantificarla en plata. Cualquier nuclear sabe que ésa es la parte cara del negocio. Por eso, desde 1950 hasta ayer nomás el uranio argento era metal estratégico, imposible de exportar. 

Hoy es de libre exportación, como el carbón. Gracias, Carlos Saúl, gracias, Domingo. Debido a Uds. hoy somos buenísimos. Estado benefactor, por fin. Benefactor de los EEUU, Canadá, Francia y la nada occidental Australia.

Ud. me dirá que el estado y las provincias se quedan con una ponchada de impuestos de minería, pero la regalía que se cobra a las empresas es de alrededor del 3% a boca de mina. Es es uranio tal como es extraído el mineral bruto, sin valor agregado, sea como roca granítica o sedimentaria.

Es muchísima más la plata la que pierden las provincias y el estado nacional que la que ganan. Con la vigencia del RIGI, este agujero reacaudatorio se hace para siempre. 

Cuantimás, los impuestos las megamineras los pagan (es un decir) sobre declaraciones juradas, y si quieren, y cuando quieren. La Aduana queda pintada en la pared.

El mineral se irá sin más valor agregado que una molienda y una rociadita de ácido sulfúrico. Los gobernas y el Ejecutivo, punto en boca. Y el pasivo ambiental y social cuando cierra una mina, compatriota querido, agarrate.

Respecto de la propiedad de las centrales nucleares, son de NA-SA, y el 49% de sus acciones desde anteayer está a la venta. NA-SA hoy vende el megavatio-hora (MWh) a entre129 y 198 dólares, según cual sea la central. Compleja como es, la electricidad nuclear hoy es la más barata del Sistema Argentino de Interconexión. Sic.

Claro que cuando NA-SA se privatice, el 49% de ese crocante mensual va a dar al sobolyi de los próximos operadores, que no pusieron un mango en nada. Respecto del 51% en manos del estado, véndale el 51% de su casa a un criador de tigres, y me cuenta si sigue siendo suya. Pero créame, aparcero, cuando NA-SA se privatice, el precio de la electricidad nuclear se va a ir al requinto.

En cuanto a formación de cuadros, nada. Los estamos perdiendo a espuertas desde tiempos de Macri. En revancha, a la carrera de ingeniería nuclear sólo se atreven a ingresar entre 6 y 8 estudiantes por año. ¿Qué hay después de un título ganado pelándose las cejas? Sueldos pésimos y proyectos tecnológicos frustrados. La salida existencial suele ser Ezeiza.

En materia de inserción nuclear en la matriz energética, la penetración en 2024 fue del 8,3% del total, eso con apenas 3 centrales, espléndidas, apetecibles aunque ya recauchutadas varias veces. Si venís únicamente a cobrar, en plan libertario, vení con el loro en el hombro y el parche en el ojo, y traete la carretilla.

De haberse cumplido el plan de construcción de centrales CANDU de Castro Madero hasta el año 2000 y parado ahí, hoy tendríamos 2400 megavatios CANDU instalados nuevitos, y una tajada del 21% de la electricidad circulante.  

Eso, a U$ 179,8 el MWh (uso el precio máximo de hoy), andaría por los U$ 1879 millones por año para el estado nacional. Con esa recaudación, en 10 años y medio se quedaría en el pais ese hueso de U$ 20.000 millones que nos acaba de tirar el FMI para que Caputo y Milei no terminen mandato a destiempo y en gayola. Rehaga con mejor conocimiento que el mío estas cuentas de almacenero y me cuenta. Pido públicamente auxilio al ingeniero nuclear Carlitos Rey, el tipo posta para ello, aunque ambos estemos jubilados.

Esa torta va a crecer. Compatriota: ¿Quiere regalar la mitad a cambio de nada? ¿Cómo hizo Menem con todos los servicios públicos, producción eléctrica a la cabeza? ¿Y no nos cagamos aún más apagones desde entonces? 

No hay peligro de que con estos crápulas se construya ninguna central nuclear nueva, ni siquiera el absurdo ACR-300, ni siquiera si Milei dimite, ni siquiera si llega a las nacionales de 2028, incluso si las gana. Ése es el plan. Que no se construya nada.

El sociólogo Gadano, fascinado con Reidel porque el Demián tiene venia para cruzar miles más de semáforos rojos que los que quemó él durante el macriato, tal vez a caza de un carguito, vaticina más instalación nuclear, luz, paz, alegría y rock and roll si se sigue este… ¿Plan? 

Eso, Gadano dixit, a condición de que haya cuentas claras en el sector. ¿Cómo en tiempos del sociólogo? Bueno, mejor no.

¿Viene lluvia de inversiones, como predijo Macri? No creo. Preguntarle al Servicio Meteorológico Nacional antes de que lo vendan.

Y es que, como dice el jefe Abel Fernández, nadie está poniendo un dólar en esta espléndida recesión. Menos con Milei y Reidel a la cabeza. Don´t bullshit a bullshitter. Es lo que dicen en los foros nucleares de Villa Domínico. 

Daniel E. Arias

Para acceder al artículo de Victoria Mendizábal, cliquear aquí

Conflictos, y miedos, inducidos. La economía del sistema global

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Introducción de AgendAR:

Ricardo Auer introduce en el debate geopolítico argentino dos conceptos esclarecedores. El primero, que incorporé hace tiempo en mis análisis, es que no estamos en un mundo multipolar.

Es cierto que ya no existe el sistema bipolar, que incluía las resistencias a dejarse incluir en él, de las largas décadas de la Guerra Fría. Ni tampoco el engañosamente unipolar de los ’90 del siglo pasado.

Pero no es multipolar. Es multinodal. Las Grandes Potencias no alinean a los países de sus «zonas de influencia», salvo a los más débiles y con menor densidad nacional. México, hasta ahora integrado económicamente a los EE.UU., desarrolla su propia política internacional y negocia con quien quiere.

Azerbaiyán, antes parte de la URSS e integrada comercialmente a Rusia, está desarrollando su alianza con Turquía.

Aún Argentina, que proclama su identidad ideológica con «Occidente» -EE.UU. e Israel- encuentra sus principales clientes en Brasil, China y Vietnam.

Entonces, la afinidad con una Gran Potencia no obliga ni garantiza nada. Cada país debe tratar de negociar con múltiples «nodos» del sistema global. Que no son sólo los estados nacionales. También las grandes tecnológicas transnacionales, los fondos de inversión ídem, y otros núcleos de poder menos estudiados.

El otro concepto, que R. A. desarrolla en este artículo, es el papel que juegan los complejos militar-industrial-tecnológico-financieros. Por supuesto, el concepto en sí no es nuevo! Lo mencionó el entonces presidente Eisenhower en los ’50 del siglo pasado.

Lo que hace Ricardo aquí es mostrarlos como la herramienta central de las Grandes Potencias en el actual sistema global. En otra nota señala como también aparecen tensiones entre esos complejos y la conducción política de las Grandes Potencias de las que serían herramientas.

Pero lo que me interesa es señalar que también las Potencias medianas o que aspiran a serlo desarrollan piezas de esos complejos, al menos en el aspecto militar-industrial-tecnológico. 

Las industrias de defensa son una herramienta insustituible. Un ejemplo paradigmático es Suecia, que no aspira a ser una potencia pero sí a defender sus intereses y su identidad. Algo de eso desarrollaremos próximamente en AgendAR.

En nuestro subcontinente, tenemos un ejemplo más cercano al que mirar.

La conclusión inescapable, estimo, es que si Argentina aspira a ser algo más que un peón en el sistema global, debe desarrollar su propio «complejo», con metas realistas y a largo plazo. En el plano tecnológico, tenemos lo fundamental: hombres y mujeres formados y que forman, aunque hoy muchos de ellos tienen que emigrar.

En todo caso, su repatriación, como la construcción de las otras patas del «complejo», deberá esperar al final de este ridículo experimento que aspira a construir una economía moderna sin Estado. Para reflexionar en el peligroso mundo que mientras atravesaremos, los dejo con Auer.

Abel B. Fernández

ooooo

Todos nos preguntamos cuál será el rumbo que en los próximos años tomará el mundo. En los medios de comunicación masivos se agita un eventual riesgo de catástrofe nuclear, impulsando el miedo colectivo. Muchos líderes hablan de la búsqueda de la paz, pero simultáneamente favorecen acciones tendientes a prolongar las guerras. Veamos algunos hechos.

La Unión Europea motoriza a la OTAN para continuar la guerra contra Rusia, en territorio ucraniano; Trump los empuja a elevar su presupuesto en Defensa a un 5% de sus respectivos PBI; es el mismo Trump que mantiene amigables conversaciones con Putin y planifica negocios conjuntos con Rusia, mientras retacea municiones de precisión a Ucrania. Rusia mantiene buenas relaciones y apoya declamativamente a Irán, pero no deja de tener buenas relaciones e intercambio tecnológico con IsraelChina se ha convertido en el máximo defensor del libre comercio, trata de desentenderse de los problemas de Medio Oriente, pero aumenta progresivamente su arsenal nuclear. Nadie quiere irritar a Kim Il Sung, líder de Corea del Norte, poseedor de armamento nuclear. Arabia Saudita y los Emiratos del Golfo no ven con buenos ojos el crecimiento del poder hegemónico que está adquiriendo Israel y prefieren que EEUU llegue a acuerdos con Irán para emparejar la cancha. EEUU indica que China es su principal competidor, pero negocia aranceles con la condición de la entrega de recursos estratégicos, como las tierras raras.

El mundo actual se mueve en un extraño equilibrio, bastante inestable, entre la paz y la guerra. Es un mundo en conflicto permanente, visibilizado por el miedo, la zozobra y la incertidumbre con las que conviven casi todas las sociedades. Las reglas entre los Estados se van escribiendo sobre la marcha. Esta situación secorresponde directamente con los fuertes cambios que ocurren en todos los aspectos de la actividad humana: tecnológicos, económicos, productivos, sociales, éticos, y otros. Sumado a eso, también se lo atribuye a la transición entre el antiguo mundo uni o bipolar y el nuevo mundo multinodal, con varios nodos de poder que se mueven con diversos grados de libertad relativa, lo cual les permite negociar todos con todos; por no tener una adhesión unívoca o exclusiva con alguna de las mayores potencias.

Tal es el caso de India, Turquía, Arabia Saudita, Israel, Vietnam, Indonesia, y tantos otros; son las potencias emergentes, con altos márgenes de autonomía estratégica. En otros términos, la inestabilidad permanente es producto de una compleja lucha en orden a poder controlar los tres factores más importantes, portadores de futuro, como lo son la tecnología moderna, los recursos estratégicos, y el control social en cada país. Es la doctrina global imperante actualmente. Las innovaciones que motorizan estos tres factores son, entre otros, el recambio de los sistemas de armas, utilizando las nuevas tecnologías que va creando un nuevo arte de la guerra; captar y consolidar geopolíticamente países que dispongan de recursos estratégicos; y el desarrollo de todas las herramientas necesarias para ejercer la guerra cognitiva, usada para fraccionar a los oponentes y fidelizar las propias y así ejercer más eficientemente el control social en todas las sociedades. La entrega de la Big Data europea a las grandes tecnológicas norteamericanas explica acabadamente la dependencia militar de la UE con EEUU; que ya no podrían iniciar una guerra sin su aprobación.

En casi todos los países que se manejen con criterios de cierta autonomía estratégica, esta doctrina se refleja en sus respectivas organizaciones y en sus políticas externas. Queda claro a esta altura de los últimos acontecimientos que: 1) disponer de poder nuclear permite mayores grados de libertad; 2) ningún país quiere una guerra total, ni global, ni una victoria definitiva, sino que a lo sumo se proponen guerras acotadas en tiempo y espacio; 3) nadie se opone al mantenimiento de las polarizaciones, la fragmentación social, la disrupción moderada, el miedo sostenido y el sometimiento de los países díscolos; 4) las potencias intermedias también se organizan como sistemas nacionales de poder para operar esos conflictos globales en el marco de la guerra irrestricta, sin límites o híbrida.

EEUU ha desarrollado dos alianzas en paralelo que actúan sinérgicamente para fortalecer su poder, de acuerdo a los criterios enunciados anteriormente: el tangible y clásico complejo militar financiero tecnológico (Lockheed Martin, Raytheon, General Dynamics y otras). Son los que facturan con el aumento del gasto militar europeo o cuando los países árabes u otros países deslizan jugosos contratos en las manos de Trump. El otro complejo es el que maneja los intangibles, el de las plataformas ultratecnológicas. Las principales, conocidas como las “Cinco Grandes” (Alphabet/Google, Amazon, Apple, Meta/Facebook, y Microsoft) manejan, centralizan y regulan el ciberespacio y todas sus aplicaciones en las redes sociales, los algoritmos y demás herramientas necesarias en la guerra cognitiva, que facilita el control social, vía las polarizaciones, los sesgos de confirmación, los fake-news, la post verdad, y por eso se los llama “tecnofeudales” o los “ingenieros del caos”. Pero también proporcionan inteligencia artificial, nubes seguras y algoritmos predictivos para operaciones encubiertas, satélites que direccionan misiles y drones de precisión. Son las dos pinzas que se asocian en post del poder global, que no siempre van en armonía con los intereses del Estado norteamericano. Estos dos poderosos complejos tienen altos grados de libertad y por eso tenemos un mundo en crisis, en perpetua tensión, pero siempre manejable y más aún, rentable.

Sólo aparecen en las sombras los que financian a ambos complejos y son esos pools financieros, con presupuestos superiores a la mayoría de los estados nacionales (Blackrock, Vanguard y otros), que captan fabulosos ingresos por los intereses cobrados a los Estados que, extrañamente, siempre permanecen con déficits presupuestarios y generan bonos de deuda, con intereses bajos, pero de volúmenes enormes (EEUU, Europa, Japón y otros). Esas enormes ganancias financieras son invertidas en los principales negocios del mundo actual, las empresas tecnológicas de creación y producción de nuevas armas, y en el crecimiento exponencial de las ultratecnológicas, cuyos verdaderos dueños no son sólo sus visibles CEO´s, sino probablemente estos pools financieros y algunas agencias gubernamentales. En conjunto, ambas tienen el poder para modelar el mundo actual y de inducir múltiples conflictos, que les generan jugosas ganancias; por eso son el factor más dinámico de la economía global.

Pero estos grupos no están sólos, ni EEUU es el único responsable de este estado de cosas. China y Rusia también disponen de los mismos complejos financieros-tecnológicos-militares y además China es uno de los líderes de la organización del control social vía sus propias plataformas cibernéticas. Sus empresas más conocidas son las BATX (Baidu, Alibaba, Tencent, y Xiaomi). Y así el resto de las potencias intermedias contribuyen con esquemas similares, en la medida de su poder. Israel vive, desde su creación, en guerra permanente. Se dice que su modelo de defensa es su modelo de negocio nacional: un complejo de guerra exportable. Tienen competitivas empresas de seguridad (Raphael, Elbit Systems y otras) y exportan a todo el mundo, hasta un 80% de su producción de drones y sistemas antimisiles. Su ecosistema tecnológico (Intel Israel, Nvidia y otros), desarrolla innovaciones duales: útiles tanto para uso civil como para uso bélico (ciberespionaje). Irán, si bien muestra una retórica religiosa mantiene un espíritu imperial tradicional, y se organiza alrededor de una estructura oligárquica empresarial, bajo el paraguas de los Guardianes de la Revolución, que controlan hasta el 40% de la economía nacional, desde pozos petroleros hasta redes de todo tipo. Podríamos asegurar que las mismas o similares estructuras de poder se repiten en todos los países que aspiran a participar del debate mundial, como India, Turquía, Vietnam y otros. En todos ellos, si bien hay divisiones y oposiciones, predomina un criterio de unidad nacional, generalmente conducido por las descriptas estructuras de poder, que además son las dinamizadoras de sus economías nacionales, ya que derraman, parcialmente, sobre la economía popular.

Resumiendo, el sistema global se asienta en estructuras de poder nacionales, con raíces en la política, el sistema financiero, y las dos ramas más dinamizadoras de la economía global: los complejo militar-financiero-tecnológico y las plataformas ultratecnológicas, propias o asociadas. El entramado de todas ellas, compitiendo y colaborando entre sí, produce una retroalimentación de sus respectivos avances y retrocesos en la obtención de mayor poder relativo. En los actuales conflictos la pregunta no es quién gana o quién pierde, sino quién sobrevive lucrando con los múltiples conflictos inducidos, que no parecen tener final claro.

Asoma así un sistema mundial crecientemente complejo, que a veces cuesta entender, pero que no busca su hecatombe final, sino que busca su autoregulación, manteniendo esa engañosa pax cargada de grandes incertidumbres. El engaño sería ilusionarse con un final feliz, ya que los fundamentos de este sistema mundial, atenta básicamente contra el desarrollo de los pueblos, a los que los reduce a simples consumidores, sean de bienes físicos o de intangibles, entretenidos en las redes sociales, con mínimas o reducidas posibilidades de participación en las decisiones estratégicas que son las que determinan el destino de los pueblos. Tan fuerte es este direccionamiento del sistema global, que se está diluyendo el debate por un futuro más humano: medio ambiente, desarrollo de los pueblos, menor concentración de las riquezas, mayor justicia y bienestar social, migraciones, respeto a las decisiones nacionales, un orden global basado en reglas, cuestiones éticas y la solidaridad. Las élites globales han impuestos su mirada materialista, con predominio de lo financiero, y está produciendo hasta la pérdida de interés de todos estos temas por parte de los medios masivos, cooptados por esas mismas élites. Impera el clima de guerra, de permanente conflicto y de negocios; un sálvese quien pueda ultra-individualista. Será hora de repensar todo esto. Argentina, inmersa en una brutal superficialidad, sigue bailando sobre la cubierta de un barco sin rumbo.

Ricardo Auer

¿Por qué debería importarnos el INTI?

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¿Por qué debería importarte el INTI? Porque cuando encendés la cocina, cuando ponés en marcha un auto, cuando comés algo envasado, cuando exportás una máquina o tomás un medicamento… ahí está el INTI. Invisible. Silencioso. Impostergable.

INTI es único. Incomparable.

Porque en el mundo hay otros organismos que hacen metrología. Hay otros que capacitan. Algunos investigan. Otros certifican. Pero uno solo combina todo eso con presencia federal, con asistencia directa a PyMEs, con innovación aplicada, con desarrollo territorial, con transferencia tecnológica, con acompañamiento en alimentos, energía, salud, industria 4.0, biomateriales, movilidad sustentable…
Ese uno es argentino. Se llama INTI.

Y no tiene copia.

Y es curioso, ¿no? Cuanto más estratégico, menos conocido. Cuanto más útil, más ninguneado.

¿Querés soberanía? Tenés que saber cuánto pesa, cuánto mide y cómo se fabrica. Sin INTI, la industria argentina sería una intuición, no una política.

Porque ésta es la paradoja argentina: los países más desarrollados protegen a sus institutos tecnológicos… y nosotros los discutimos.

Por eso hay que visibilizarlo.

Porque donde no hay marketing, tiene que haber memoria.

Porque donde no hay lobby, tiene que haber justicia.

Y porque sin instituciones como el INTI, lo que desaparece no es un laboratorio: es la posibilidad de tener un país que se respete a sí mismo.

INTI: el secreto mejor hecho de la Argentina. Y el que más nos conviene que se sepa.

Y si esta nota te hizo pensar… no la guardes.

Tal vez, al compartirla, estés haciendo mucho más que un clic. Tal vez estés cuidando algo que aún no sabías que era tuyo.

OPINIÓN EMBRONCADA DE AGENDAR:

Conocí el INTI por dentro, en épocas de Alfonsín, y luego de Menem. Ya entonces, por laburar en silencio, era el patito feo aunque imprescindible de la industria argentina: poco conocido en casa, y muy respetado afuera.

El INTI tenía acuerdos enormes con el VSL holandés y el PTB alemán cuando Holanda y Alemania eran potencias industriales, libres de la plaga de las pulgadas, libras, galones, millas, nudos, acres y otras aberraciones metrológicas imperiales o de petroleros.

La raíz «metro» de la palabra metrología indica la preferencia industrial obligatoria de la Argentina por las unidades decimales MKS. En ese sistema racional creado por la Revolución Francesa, un Ford Falcon Standard pesaba 1,5 toneladas y no 3307 libras, se vendía con un motor de 3.0 litros de cilindrada en lugar de 227 pulgadas cúbicas, y en ruta a 90 km/h tragaba 8,5 litros de súper cada 100 kilómetros. Y olvídate, cariño, de los galones por milla.

Esas unidades no decimales son para gringos incurables, y al usuario y comprador argento no lo dejan comparar nada con nada.

Al dueño del supraescrito Falcon le emputecen la vida, porque a la hora de las reparaciones caseras, compró el auto en MKS, pero los tornillos vienen con el paso no en milímetros sino en fracciones de pulgada. Y al piloto de avión lo hacen despegar con la duda de que el operario que le llenó el tanque no haya confundido galones con litros. En tal caso va a tratar de llegar de A a B con 3,79 veces menos combustible que el que necesitaba, y se va a quedar con las turbinas paradas sin acercarse a destino, o a un aeropuerto de alternativa.

Ha pasado en vuelos desde Canadá, país MKS desde 1975, a EEUU, país de unidades imperiales desde siempre y para siempre, y las cosas terminaron mal para los pasajeros. Ha pasado incluso sobre el mar.

Ha pasado cuantimás en la sonda espacial Mars Climate Orbiter. La NASA usa sensatamente metros, kilogramos y segundos, pero su contratista, Lockheed Martin, usa pulgadas, libras e (inevitablemente) segundos. El programa de la computadora a bordo, perpetrado por Lockheed Martin, interpretó mal resultante la trayectoria de entrada a la atmósfera marciana ordenado por la NASA, y el aparato de U$ 125 se incineró en ella.

Por errores similares entre proveedores estadounidenses y clientes en otros países se caen puentes, edificios y represas, y se queman fábricas. No sucede en Liberia ni en Myanmar, los otros dos únicos países del mundo que usan unidades imperiales, en parte por su falta de fábricas.

La pertinacia de los EEUU en seguir con éstas unidades de medida viene de dos fuentes: el conservadurismo de la población, y la obstinación de la industria local en encajarnos artículos, buenos o malos, pero «Made in USA». Lo cómico es que la industria yanqui se mudó a China hace tres décadas, y China usa la metrología MKS: le sirve para vender aceitadamente sus productos a 193 países de la ONU. La otra razón por que China adoptó el sistema MKS es porque hasta 1949, los países con metrología imperial los venían jodiendo desde el siglo XIX.

Los chinos lo llaman aún «el siglo de la humillación».

Si Ud., oh lector, quiere medir por default qué significó para la vida urbana el debilitamiento de la autoridad del INTI en control de calidad industrial, considere que todas las motocicletas de los rappiteros ahora son importadas, y que sus proveedores chinos, indios o vietnamitas nos mandan las de calidad C, que economizan (entre otras cosas) en el silenciador.

Desde tiempos de Menem, baipaseando legalmente al INTI, tales motos se han vuelto la principal fuente de contaminación sónica del AMBA, y no quieras ver de Tucumán o Córdoba.

¿Lo vuelven loco los motoqueros, lector? ¿No lo dejan dormir? ¿Le impiden conversar en un bar, salvo a gritos?

En 1980 eso no sucedía, y no porque no hubiera motos.

Las usaban los laburantes para ir tal trabajo, cuando había laburantes y trabajo. Teníamos motos a patadas, en general nacionales (Siambrettas, Pumas, Gileras), y venían con silenciadores decentes. La cana te paraba si, de puro tuerca o gamuza, circulabas con escape libre y estabas estrepitoso. Porque sin la aprobación del INTI, medida en decibeles emitidos a la salida del escape, las motos y motonetas Nac & Pop no podían venderse. Eso no las salvó del Dr. Joe ni del Mingo Cavallo.

Hasta tiempos del riojano rijoso, el INTI y sus departamentos de Metrología y de Transporte fueron la única y mejor barrera no arancelaria para defender al país de las importaciones truchas (pero hoy legales) de muchas cosas. De calefacción a gas, discos de freno, neumáticos, electrónica e instrumental químico y quirúrgico. En el INTI comparaban la performance real de esos sistemas con las declaradas por el importador, por el fabricante, y con los máximos y mínimos legales de la Argentina. Cosa de no comprar gato por liebre.

En general, las importaciones oriundas del Sudeste Asiático no coincidían con lo declarado por los mentados cretinos, ni con los reglamentos locales. Lleve esto al plano de las termocuplas de calefones y calefactores, de frenos, luces de posición o los sistemas de escape de los autos, oh lector. Y va a entender cómo el INTI evitó indirectamente la muerte por intoxicación con monóxido de carbono o por estrolamiento en accidentes de tránsito de sus conocidos, de Ud. mismo o de sus hijos, oh lector.

Todo eso se fue al requinto con decretazos y recortes de personal en tiempos del Domingo Cavallo 1.0 y 2.0. Y hoy, con el Toto Caputo, no quiera ver.

Ahora, por fin, libres de la tiranía del INTI, somos por fin libres de que nos maten nuestros aparatos «made in Peringolandia del Noroeste«. Hay que ver cómo avanza la libertad-carajo sin nuestra casta parásita y mandril de ingenieros, físicos y químicos empobrecedores, que obstaculiza el mercado y frena el progreso.

Incluso un país que ha decidido por botas y por votos, y repetidamente y con éxito, la muerte de su propia industria, un país ya sin fronteras y sin aduanas, el INTI sigue siendo indispensable. Hasta donde lo dejan, evita que se importe chatarra peligrosa, construida «ad hoc» en países de altas jornadas de trabajo y bajos salarios. Y para nosotros, las republiquetas compradoras.

Después de todo, eso lo votaron sin saber 14.345.078 de ciudadanos, en general varones jóvenes, que están perdiendo el INTI, el trabajo y la patria, y muchos de los cuales se están cortando las veitzim, y descubriendo que esta libertad es una mierda.

Daniel E. Arias