La ministra de Bienestar Ciudadano de Tierra del Fuego, Adriana Chapperon, expresó su preocupación por el crecimiento sostenido de cambios de domicilio registrados en la provincia, fenómeno que se vincula principalmente con la migración de familias que llegan desde el norte del país en busca de mejores oportunidades.
“Nosotros tenemos, a abril, aproximadamente 2.500 cambios de domicilio. Si bien esto no dista mucho de lo que hemos tenido en años anteriores, lo que sí nos está ocurriendo es que el propio personal del Registro Civil nos hace saber que la gran mayoría es gente que se ha mudado, sobre todo al norte del país, buscando una mejora”, señaló.
La funcionaria advirtió sobre las consecuencias sociales de este fenómeno: “Lo que nos pasa hoy, lo estamos viendo mucho en inclusión, es que vienen familias, después tienen problemas intrafamiliares, porque obviamente vivir asinados no es fácil, y hoy Tierra del Fuego no es la Tierra del Fuego de otro momento. Hoy estamos pasando la misma crisis de trabajo, de vivienda que la tuvimos siempre, además del clima”.
Chapperon remarcó la necesidad de que quienes decidan radicarse en la provincia lo hagan con responsabilidad: “Apelamos a que la gente sea responsable, y si viene con un trabajo, bienvenido, la Constitución de nuestro país así lo prevé. Pero aquí no se puede vivir en situación de calle. Los pocos casos que tenemos en general son problemáticas de consumo serias o de salud mental, que hacen muy difícil la convivencia”.
En ese sentido, subrayó que el Ministerio busca dar respuestas frente a las múltiples problemáticas: “Las ayudas son muchísimas, diversas. Hoy servicios, alquileres, viajes para volver, situaciones de trata laboral, de trata de personas. Pero todo esto se trabaja con muy poca ayuda del Gobierno Nacional, porque se han cerrado prácticamente todos los programas. El único que sigue funcionando es el programa Alimentar, que asiste a muchas personas”.
Finalmente, la ministra recordó que el esfuerzo de contención no solo depende del Gobierno provincial, sino también de los municipios: “Nosotros asistimos a 28 mil personas, además de la ayuda que brindan los municipios en las tres ciudades. La verdad es que el Estado, desde todos sus niveles, pone lo mejor que tiene”.
Comentario de AgendAR:
La opinión de Chapperon es bastante, en fin, opinable.
Y antes de opinar, un poco de demografía e historia de la industria fueguina.
En los ’80, propulsada por el boom de armaderos y el hallazo de gas y su conexión al gasoducto Gral. San Martín, TdF pasó de 15.000 a 55.000 habitantes: potenció el rumbo fijado por Lanusse, que era dictador pero no idiota. Don Alejandro Agustin quiso de poblar a cualquier precio un territorio geopolíticamente muy apetecible. Y entonces muy despoblado.
El turismo receptivo local es una industria enorme, pese al dólar alto y al acceso aéreo hoy nuevamente restringido.
Aunque las estadísticas del gobierno local son pésimas, algunas consultoras estimaron un movimiento turístico de 1,4 millones de personas en 2023. Eso representó el 5,5% del PBI fueguino, y si se suma la cadena turística de valor, el 12,5%. Subrayo: PESE AL DOLAR DESINFLADO.
Ushuaia y Tolhuin, primera y tercera ciudades fueguinas, viven del turismo y no mucho más. Río Grande, la segunda, de las terminales electrónicas.
Las industrias Oil & Gas no tienen domicilio local. Son multinacionales. Los pozos de TdF argentina producen el 17% del gas quemado en el país. Pero los cargos jerárquico los ocupan extranjeros, sólo es argento el trabajo duro (y flexibilizado) en los pozos offshore, y gobierno isleño mira pasar la plata.
Los armaderos son pseudoindustrias. Pero para el caso, también lo son todas las teminales automotrices del país. Todas ellas se alimentan de una proporción descomunal de componentes extranjeros, hoy mayormente brasucas, mexicanos o chinos, según el caso.
Ergo, no generan grandes cadenas de valor. Al menos, en nuestro país.
Pero, dato a favor de las electrónicas, éstas producen unos 16.000 empleos, 8500 directos y 7300 indirectos. Me interesa tres velines que la maffia de Caputo y Sturzenegger digan que hay que eliminarlos. El país los necesita (los empleos).
Sumando turismo y electrónica, hay 33.000 puestos de trabajo FIJOS en TdF. La población isleña en Argentina es de 193.000 personas, mayormente inmigrantes del Gran Córdoba, del AMBA, y hoy del NOA.
Si cada empleo mantiene una familia de 4 personas, 132.000 fueguinos viven el turismo y la electrónica. Pero en realidad son más: los inmigrantes del NOA tienen familias con 3 o 4 hijos. El Toto y el Sturze en realidad prefieren una isla vacía. O enteramente chilena.
La tentación del gobierno fueguino de no recibir más inmigrantes del NOA es profundamente… (ponga el adjetivo de su elección, en lo posible derogatorio).
No es un asunto de moral o derechos constitucionales. Es económico, demográfico y estratégico.
El turismo receptivo tiene potencial para tranquilamente ir apalancando a los armaderos como tercera pata económica de TdF. En general. crea empleo de mejor calidad que las otras dos patas, el gas y los armaderos, diseñadas sobre subsidios federales.
Si se quiere aumentar la población argentina, hay que dar trabajo legítimo. Y el único sector de los tres enumerados sin techo visible de crecimiento es el turístico, incluso en tiempos de dólar basura. No hace falta dinero provincial. Sólo favorecer la hotelería y la logística en la enorme y boscosa Península Mitre, llena de estancias laneras abandonadas y accesible sólo por mar.
Hay otros en sitios despoblados y agrestes en el ecotono fueguino, donde se mezclan y deslindan el bosque de lengas y ñires y la costa marina: el cabo San Pablo y las cuencas altas, medias y desembocaduras de los ríos Ewan y Grande. Piden acceso a gritos, y cabañas, bicis de montañas y kayaks. ¿Es muy caro?
En las altas cuencas fluviales que descienden hacia el Norte y el Sur de los Andes Fueguinos hay salmones, truchas arcoiris y marrones enormes, algunas de 10 kilos. Allí perviven estancias, medio vacías porque el precio internacional de la lana se hizo puré en los ’70, y no resucitó.
Hay yanquis y europeos que se vienen a la isla en avión para pescar allí. Bajan apurados, casi con los espineles puestos, evitan como sea quedarse un minuto en Ushuaia o Río Grande, donde están los aeropuertos, y se van de cabeza a esas estancias para no perder tiempo. La apertura de tranquera durante un día (y la noche) la pagan U$ 500 por cabeza de gringo. Y sin chistar.
Al gobierno fueguino de eso no le cae un centavo, porque tampoco se le cae una idea. No se le ocurre ni siquiera poner combis o aerotaxis desde el Aeropuerto Internacional Malvinas Argentinas (USH) en Ushuaia, o desde el Aeropuerto Internacional Gobernador Ramón Trejo Noel (RGA) en Río Grande
No es una idea tirada de los pelos, porque desde 2009 y a bolsillo propio, Tolhuin puso un aeródromo en el centro mismo de la isla.
Allí funcionan un aeroclub y una empresita de taxis aéreos que trae gringos hasta los salmónidos, para que se bajen ya revoleando las moscas en el enorme (y desaprovechado) Lago Fagnano. ¿Hay que ser un marciano para anclar ahí una empresa de hidroavionetas para distribuir a los pescadores?
Hay lago de sobra para N camionadas de gringos sin que se molesten ni molesten. El Khami (en casa, al Fagnano lo llamamos Khami) mide 104 km. de Oeste a Este, con sólo 13 km. en manos chilenas. Tiene 590 silenciosos km2, y 10 arroyos afluentes muy cristalinos y muy brutamente deshabitados. Allí no hay un alma, ni siquiera mochileros. Se puede pescar truchas tamaño Moby Dick y con un palo de golf, y levantarlas con la pala.
Un par de hidroavionetas allí y un doctor, como dijo uno. Porque esos sitios son inaccesibles, y si algo odia un pescador gringo de truchas es otro pescador gringo de truchas parado a cien metros aguas arriba.
Por algo ambos dos se vinieron hasta aquí, en lugar de tirar sus moscas en los ríos Missouri, Madison, Big Hole, Bighorn y Blackfoot.
Los pesqueros favoritos del Khami son escénicos y vastos, pero si son densos en truchas, no quiera ver lo densos que son de pescadores entre Junio y Octubre. Es cuando los johnnies llegan hasta aquí escapándose de sí mismos.
¿Qué tal si los llevamos en hidroavionetas desde Río Grande, Ushuaia o Tolhuin hasta algunos «fishing lodges» carísimos? Pueden estar en las desembocaduras de los afluentes del Khami. Aceptado, los lodges no crecen solos, como los hongos. ¿Cuánto le cuesta al gobierno de la isla vender concesiones de pesca en esos 10 sitios?
¿Ya tienen dueño privado? En tal caso, ¿cuánto lucro cesante le cuesta al dueño tener ese arroyo al pedo? ¿Y cuánto al gobierno el darle una mano al cusifai para construir algunas cabañas con parrila, y un muelle?
No puede ser mucho. Legalmente, los primeros 25 metros desde cada orilla son territorio federal, «camino de sirga» según nuestra legislación colonial. Antes eran 50 metros, pero CFK los redujo a la mitad.
Pero la ley sigue vigente (salvo para Joe Lewis, Ted Turner y siguen las firmas). Como el estanciero con la lana está perdiendo guita y la ley nacional no la tiene a favor, cualquier propuesta provincial de fomento turístico le debería caer de lo más simpática. Salvo que sea un bobo de solemnidad.
Añadir modelos parecidos para esas estancias de la estepa norte con vista al mar: las de la desaforada bahía de San Sebastián y las de la Península del Páramo, en el límite con Chile. Las playas intermareales reciben millones de pájaros migrantes, nubarrones giratorios de centenares de miles de playeritos rojos, coliblancos, becasinas de mar, chorlitos ceniza y de cuatro especies más.
Son 135 especies de pajaros costeros identificadas, y contando. Tenemos, parece, el 43% de la población planetaria de becasinas de mar. Algunos pajaritos migratorios se vienen desde el NEA y el NOA, otros desde la tundra canadiense (sic). Hay un playerito que abandonó el huevo en Canadá, identificado con anillo, que en su corta vida tiene volados, en kilómetros, el equivalente de un ida y vuelta a la Luna.
Todos ellos vienen a «repostar combustible» en esas fugaces pampas de barro de la bajamar.
Si sos pájaro y canadiense, los barros de marea baja de esta bahía son tu McDonald’s. Están llenos de «fast food» criollo: gusanos, bivalvos y crustáceos marinos, mal lugar y mal momento, San Sebastián, para ser cangrejito cuando el mar retrocede kilómetros y a la carrera.
En su estadía de temporada cálida, los pájaritos barreros duplican su peso. Y cuando vuelan, giran y viborean en el cielo como aludes de humo. Son centenares de miles, y no se chocan. Si lo está viendo, igual no lo cree.
Eso es turismo para la crema de la crema del negocio: los «bird watchers». La bahía está a medio camino entre Río Grande y el ferry de cruce a Chile, a través del Estrecho de Magallanes. Los pajareros pueden pagar como duques si en la bahía se les pone un alojamiento cinco estrellas. Ahí nomás está el del Automóvil Club Argentino, pero es de tres estrellas y sacale una porque está venido a menos.
No hay que inventar nada, la naturaleza puso todo.
Eso sí, hay pavimentar y mantener mejor el miserable y pedregoso camino desde Río Grande hasta el ferry de Bahía Azul. Y poner antenas de celular en el camino, algo de lo que deberían ocuparse Telecom, Telefónica y Claro, eso si el gobierno provincial -antes van a criar pelo las ranas- las apretara un poquito.
No estaría mal, habida cuenta de que el gobierno federal, a través de ARSAT SA, puso un cable submarino de fibra óptica desde Santa Cruz e la Isla, y de yapa dos satélites geoestacionarios de telecomunicaciones.
La telefonía celular en serio es imprescindible si se quiere turismo en serio.
Porque, por ejemplo, de camino hacia la Península de El Páramo nunca falta una piedra bola que te rompe el tanque de nafta o el cárter. Y que te ayude Tata Dios, si tenés que pasar la noche en esas pampas. Llevate un saquito, como decía mi abuela.
Una última idea, ministra Chapperon, ya que la única que se le cae a su gobierno es impedir el acceso de jujeños, salteños y catamarqueños a una provincia de su propio país, como si ésta fuera un country club chetongo, con guardia de seguridad en la puerta.
Mire Ud., ministra, la expansión del turismo abriría puertas a mucha más inmigración del NOA, aunque a Ud. no le gusten esos compatriotas. No tiene que poner un mango, porque no hace falta ser políglota o licenciado universitario en turismo o en física cuántica para trabajar en gastronomía, traslados y logística hotelera.
Hace falta únicamente una ministra de Bienestar Humano a la altura de su cargo.
Avísenos si conoce alguna.
Muerto hace décadas, el temible y difunto dictador militar Alejandro Agustín Lanusse, más malo que una araña si Ud. lo mira desde el derecho constitucional, en lo demográfico e industrial sigue teniendo razón. Y sobre todo, la tiene en lo estratégico: la parte argentina de Tierra del Fuego es el jamón del sandwich entre la parte chilena isla y las otras islas demasiado famosas: las Malvinas.
Hemos tenido situaciones de preguerra con los primos al Oeste, y de guerra abierta, en 1982, con los vecinos forzosos del Este. Estos últimos son de otra lana y hablan otro idioma, pero se entienden perfecto con los primos «chasandinos». Se demostró en la guerra.
De yapa, hay una lucha nada oculta por hacer que esta provincia suya (y mía) sea un puerto comercial chino, o un enclave aeronaval de la OTAN. Y Chile es genéticamente una OTAN pobre, y las Malvinas, como territorio ultramarino británico, son parte de esa alianza.
Si no perdimos Tierra del Fuego tras 43 años de desarme unilateral de nuestro país, es únicamente porque su pequeña parte de su pequeña isla se viene poblando a escape desde 1972. A escape y a escote del resto de la república.
Y se viene poblando con argentinos, todos sin perspectivas de trabajo dignas en sus provincias de origen, ni en el resto del país. No busque gente linda de paladar negro en la isla. Son ralea tilinga que ve las cosas al revés, y a veces no las ve. Por suerte, hay poca. Ud. sabrá.
Esta isla suya, pero también mía, es estratégica, y un ejemplo de lo que Argentina debe hacer con nuestra muy vacía Argentina.
Y más vale a partir de ayer, si la ut supra referida Argentina no quiere perder a la Argentina. Empezando con las 21.600 km2 de Tierra del Fuego, y siguiendo por los 750.000 km2 de Patagonia y los 2,78 millones de km2 de país.
Poblar es gobernar, y viceversa.
Gobierne un poco, carajo.
Daniel E. Arias