sábado, 16 agosto, 2025 - 5:29 am

Autoridades y estudiantes de la universidad del Comahue visitaron la «secreta» base espacial China en nuestro pais

Una comitiva de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) encabezada por el vicerrector Paúl Osovnikar y el Secretario General Santiago Nuñez, visitó el centro de investigación espacial ubicado en el paraje Quintuco, en proximidades de Bajada del Agrio. El centro de investigación del espacio profundo surgió tras la firma de acuerdos interinstitucionales entre China Satellite Launch and Tracking Control General (CLTC) y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), la provincia de Neuquén y los gobiernos de Argentina y la República Popular China. Los convenios incluyen tiempo de uso de la antena por parte de la comunidad científica argentina, para proyectos de investigación sobre el espacio exterior. En la visita de la UNCo, de la que también participaron autoridades de la Facultad de Ingeniería, encabezada por la decana Ana Basset y un grupo de estudiantes, se formalizaron vínculos con CONAE y Optic (Oficina Provincial de Tecnologías de la Información y Comunicación) para el aprovechamiento de conocimientos científicos y tecnológicos. Formaron parte de la recorrida realizada el miércoles último representantes de la Universidad Tecnológica Nacional, funcionarios provinciales y municipales. La estación brinda soporte de telemetría, seguimiento, control de las misiones del Programa Chino para Exploración de la Luna (CLEP) y programas de investigación científica del espacio lejano. Acuerdo con CONAE Derivado de esta visita, el vicerrector, la decana de la Facultad de Ingeniería, el vicedecano de la misma facultad, Marcelo Moreyra, y el coordinador de Gabinete Alejo Simonelli, mantuvieron hoy una reunión con una representación de la CONAE encabezada por Mariano Rodríguez Capristo, gerente de Asuntos Jurídicos del organismo nacional. La UNCo y la CONAE tienen un convenio firmado y en este encuentro se acordó designar a los representantes de ambas instituciones para ponerlo en marcha. Se definieron ejes para la capitación y se acordó avanzar en una agenda de trabajo.

Investigadores argentinos proponen impulsar una agencia regulatoria de medicamentos del Mercosur

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La pandemia de COVID-19 profundizó las desigualdades existentes entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo. La falta de cooperación regional puso a los países latinoamericanos ante negociaciones desfavorables con las grandes potencias farmacéuticas. No hubo ninguna estrategia regional para afrontar la pandemia ni tampoco se intentó la construcción de un plan a mediano y largo plazo para avanzar hacia una mayor autonomía.
Después de tres años, la emergencia sanitaria global por fin finalizó y parece buen momento para empezar a pensar qué estrategias podrían implementarse para que las próximas emergencias no nos agarren tan desprevenidos. Al respecto, los investigadores Lautaro Zubeldia Brenner (Universidad Nacional de José C. Paz) y María José Haro Sly (Johns Hopkins University) proponen impulsar una agencia regulatoria de medicamentos del Mercosur (o Sudamericana) que facilite la regulación y producción de vacunas, medicamentos e insumos médicos en la región. “La unidad regional es fundamental para ganar mayor grado de soberanía y autonomía frente a las grandes farmacéuticas transnacionales. Por eso consideramos que una agencia regulatoria sudamericana o del Mercosur podría ser un primer paso para eso”, dice a TSS Zubeldia Brenner, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del CONICET. En un artículo publicado recientemente en la revista Tempo Do Mundo, los especialistas reflexionan sobre la brecha tecnológica regional con potencias como China y Estados Unidos, poniendo el foco especialmente en la producción de vacunas en Argentina y Brasil en el contexto de pandemia. Para entender mejor donde estamos parados, los investigadores señalan que los vaivenes políticos y la economía pendular característica de las naciones latinoamericanas siempre han dificultado los procesos de industrialización y de integración regional, generando un fuerte proceso de primarización de la economía. “Además, en los últimos treinta años se consolidó un marco regulatorio legal y productivo que condiciona las posibilidades de producción local de vacunas. Se trata de acuerdos y leyes que facilitan la producción de vacunas a través de transferencias de tecnología desde las cadenas globales de valor, lo cual ejerce un efecto de bloqueo para producir vacunas con tecnología desarrollada en nuestros países”, explica Zubeldia.
“Brasil logró que la mayoría de los eslabones de producción de sus vacunas se transfieran a sus laboratorios, mientras que la Argentina, en general, solo hace fill and finish (llenado y terminación) ”, dice Zubeldia.
Desarrollo y producción de vacunas en Argentina y Brasil La brecha tecnológica entre países del centro y de la periferia en lo que respecta a la producción de vacunas e insumos médicos no es nueva pero se evidenció más durante la pandemia. En Brasil, la producción de vacunas humanas está caracterizada por acuerdos de transferencia tecnológica de trasnacionales hacia institutos públicos. El país produce el 90% de las vacunas de su Calendario Nacional de Vacunación pero para poder elaborar la mayoría de ellas depende de la importación de principios activos. En tanto, hasta finales del siglo pasado, la Argentina conservaba parte del know-how productivo pero a partir de 2002 comenzó otra fase, “en la cual gradualmente se desmantelaron las capacidades organizacionales y de producción local, junto a una entrada masiva de vacunas modernas fabricadas por transnacionales”, según indican los investigadores en el artículo. A diferencia de Brasil, la Argentina no ejecutó grandes acuerdos de transferencia tecnológica hacia institutos públicos, sino que quienes adquirieron mayores capacidades de producción fueron laboratorios privados como Sinergium Biotech (del Grupo Insud). “Brasil logró que la mayoría de los eslabones de producción de sus vacunas se transfieran a sus laboratorios, mientras que la Argentina, en general, solo hace fill and finish (llenado y terminación) ”, apunta Zubeldia. Con la pandemia, estas diferencias entre ambos países se acentuaron. En Brasil, los institutos públicos Bio-Manginhos y Butantan adquirieron tecnología para producir vacunas desde AstraZeneca/Oxford (anglosueca) y Sinovac Biotech (China), respectivamente. Se hicieron acuerdos de transferencia tecnológica en dos etapas: la primera importando los principios activos y la segunda terminando de internalizar la tecnología para lograr una capacidad autónoma de producción. “Cuanto más completa tenés la tecnología de proceso en tu territorio, menor es la dependencia tecnológica. Si hacés solo la última partecita, el valor agregado es aproximadamente un 25% y el resto lo estás comprando a otro país”, explica el investigador. La Argentina, en cambio, al no poseer institutos públicos con la capacidad y el volumen de los brasileños, y ante la situación de emergencia sanitaria, debió apurar las transferencias hacia compañías privadas, como mAbxience (Grupo Insud), para producir el principio activo de la vacuna de AstraZéneca/Oxford; y el laboratorio Richmond, para producir la Sputnik V. El camino de la transferencia no fue sencillo. En el primer caso, el proceso de fill and finish debía hacerse en el laboratorio Liomont de México que, por la escasez de insumos, demoró mucho en terminar las vacunas. En el segundo caso, el acuerdo con el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF) era similar al manejado por Bio-Manginhos pero culminó antes de completar la transferencia del proceso upstream. “Hubiese sido muy interesante adquirir capacidades tecnológicas, organizacionales y productivas para seguir produciendo otras vacunas vectoriales”, lamenta Zubeldia.
La Argentina está financiando cuatro proyectos de vacunas para COVID-19 y el más avanzado es la “ARVAC Cecilia Grierson”, diseñada por un equipo de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), que tiene como co-desarrollador al Laboratorio Pablo Cassará, de capitales nacionales.
En lo que respecta al desarrollo de vacunas contra COVID-19, la única nación que logró hasta el momento completar un desarrollo biotecnológico autónomo fue Cuba. La isla aprobó el uso de tres vacunas: Soberana 02 y Soberana Plus (Instituto Finlay de Vacunas), y Abdala (Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología); y tiene dos más en pruebas clínicas: Soberana 01 y Mambisa. El resto de los países de América Latina cuenta con desarrollos disímiles, siendo los más avanzados Brasil y la Argentina. Brasil posee como desarrollo parcialmente autónomo la Butanvac, del Instituto Butantan, que utiliza un vector viral para vehiculizar la proteína Spike y está en fase II-III de ensayos clínicos. En tanto, la Argentina está financiando cuatro proyectos. El más avanzado es el de “ARVAC Cecilia Grierson”, diseñada por un equipo de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), que tiene como co-desarrollador al Laboratorio Pablo Cassará, de capitales nacionales. Utiliza la tecnología de proteínas recombinantes y está en fase II-III. “Yo creo que ARVAC es la muestra cabal de que la Argentina puede poner una vacuna en el mercado, hacer pruebas clínicas, montar una plataforma de producción segura (usada desde hace treinta años), diseñada por científicos argentinos y fabricada por una empresa nacional de capitales nacionales”, sostiene Zubeldia. Otro desarrollo nacional es la vacuna a vector viral “CoroVaxG3”, de la Fundación Instituto Leloir, en el que también participaron el ANLIS-Malbrán, la Universidad Nacional del Litoral y la Escuela de Medicina de la Universidad Federal de São Paulo (UNIFESP). Para los autores del artículo, este esquema de colaboración binacional es interesante para la sinergia en la producción regional, generar economías de escala y facilitar aspectos regulatorios pero señalan que el desafío será garantizar la apropiación regional/nacional de la renta y del conocimiento (generado con recursos públicos). Hacia una agencia regional soberana Luego de analizar la brecha tecnológica en la producción de vacunas de los países de la región, Zubeldia y Haro advierten sobre los aspectos negativos de seguir adquiriendo tecnología desde los países centrales. Entre ellos, indican que las transnacionales farmacéuticas suelen transferir eslabones poco importantes de la cadena de valor, de escaso agregado tecnológico, para evitar generar competidores que rompan con el reparto del mercado global. Otro gran inconveniente es que esas vacunas trasferidas fueron pensadas en centros científicos externos a la región, por lo que traen incorporados los objetivos sociales, políticos y económicos de quien las diseña. Por eso, proponen que una Agencia Sudamericana de Medicamentos (o del Mercosur) podría ser una herramienta útil para responder de forma coordinada frente a futuras amenazas epidemiológicas, preservando los intereses soberanos de los países de la región al permitirles negociar desde un lugar de mayor fortaleza frente a las transnacionales. “Cuánto más atomizado y pequeño es el Estado, más probabilidades hay de que la transnacional te imponga sus condiciones. Sobre todo en medio de una situación como fue la pandemia porque terminás comprando los insumos de cualquier forma para salir de la urgencia”, explica Zubeldia.
Con la pandemia, las diferencias en las capacidades entre los países para la producción de las vacunas se pusieron de manifiesto.
Además, la parte regulatoria podría simplificarse al afrontar las pruebas clínicas de modo continental, transnacionalizando las pruebas pero hacia dentro del subcontinente y en el marco de una estrategia regional. “Las pruebas clínicas son una parte decisiva, donde las transnacionales suelen pedir muchas cláusulas regulatorias que en realidad son barreras de entrada al mercado. Una agencia sudamericana o del Mercosur sería una herramienta para poder regular estos aspectos, colocar tecnología regional y armar cadenas regionales de valor”, puntualiza el investigador. Para finalizar, Zubeldia remarca que para avanzar en el camino de un desarrollo autónomo no basta con pensar en acortar la brecha tecnológica. Lo que hay que lograr, dice, es tener objetivos acorde a las capacidades productivas de le región y delinear una frontera tecnológica que esté en consonancia con objetivos soberanos. Pone el ejemplo de las vacunas de ARN (como las de Pfizer y Moderna), cuya tecnología es muy recomendada por organismos internacionales y grandes farmacéuticas. “Lo que hay detrás de esos mensajes es el intento de posicionar una nueva tecnología para matar las tecnologías anteriores. Si buscamos acortar la brecha con ese tipo de fronteras tecnológicas, lo que sucede es que quedamos metidos en transferencias que nunca se completan y terminamos pagando asesorías tecnológicas, importando bienes de capital y principios activos, es decir, entramos en un sendero de desarrollo dependiente. Entonces lo que digo es: iniciemos un sendero de desarrollo realmente autónomo, que ubique una frontera tecnológica local con plataformas locales de producción, con tecnologías a las que podemos acceder, que sabemos que son seguras y confiables, y que van a generar valor agregado en nuestros territorios”, finalizó Zubeldia.

El Ministerio de Ciencia financia la creación de un Polo de energías alternativas en Santa Cruz

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A través del Programa Federal ‘Construir Ciencia’, el MINCyT destinará más de 864 millones de pesos para su construcción. El edificio, con una infraestructura de 2.067m2, estará ubicado a solo 11 km del centro de la ciudad de Río Gallegos.
El Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, visitó la Ciudad de Río Gallegos donde fue recibido por la Gobernadora de la Provincia de Santa Cruz, Alicia Kirchner. Ambos funcionarios firmaron un convenio para la creación del Polo Científico Tecnológico Energía para la Patagonia Austral, que funcionará a solo 11 km del centro de la ciudad y para el cual el Ministerio de Ciencia destinará más de 864 millones de pesos para su construcción.
 
  En su intervención, el Presidente de YPF, Pablo González, sostuvo: “El mundo está en un momento de transición energética. Por eso es una gran idea realizar este Foro. La gran discusión es cómo se va a financiar esa transición energética. Al respecto, afirmó: “Queremos financiar la transición con la producción de petróleo y gas y en Santa Cruz con el desarrollo de Palermo Aike. Según estimaciones internacionales, en esa formación podría haber recursos equivalentes a un tercio de Vaca Muerta. Es la gran apuesta que tiene la provincia de Santa Cruz”. Seguidamente, el Ministro de Ciencia explicó que “otro de los motivos por los que hoy estamos aquí tiene que ver con la firma del acuerdo para la creación del Polo Tecnológico de Río Gallegos dedicado a las energías alternativas, a través del Programa Federal ‘Construir Ciencia’. También estamos invirtiendo para poner en funcionamiento la única iniciativa que Argentina está desarrollando en el tema hidrógeno en la localidad de Pico Truncado. Esto se suma a los más de 240 millones de pesos invertidos, a través del Programa Federal ‘Equipar Ciencia’, para distintos equipamientos científicos”. Sobre el Polo Científico Tecnológico Energía para la Patagonia Austral A través del Programa Federal “Construir Ciencia” el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación financiará la construcción del Polo Científico Tecnológico Energía para la Patagonia Austral con una inversión de 864 millones de pesos. El edificio contará con una infraestructura total de 2.067m2, en un terreno de 150 hectáreas, lindero a la ruta nacional N° 3, ubicado a solo 11 km del centro de la ciudad de Río Gallegos. El Polo Tecnológico vinculará universidades, empresas y a la comunidad, y funcionará como incubadora de empresas innovadoras, originando otros servicios que provean de valor agregado. Su acción inicial se dirigirá a las Tecnologías de hidrocarburos, del carbón, del hidrógeno, de las energías eólica y mareomotriz, y de la minería. Para una segunda fase, se planea desarrollar líneas vinculadas a la energía nuclear y sus diversas aplicaciones, entre ellas, la medicina nuclear, y líneas vinculadas a la mejora de procesos, el almacenamiento de datos, la mejora de procesos industriales, entre otras.

Hoy viernes se firman los convenios para la reactivación de la planta de agua pesada PIAP

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Finalmente hoy, viernes 12 de mayo, se firmarán los convenios para la reactivación de la Planta de Agua Pesada (PIAP) de Arroyito, la mayor del mundo en su tipo, absolutamente necesaria para el Programa Nuclear Argentino e incluso para el mercado mundial de distintas industrias tecnológicas, pero detenida y vaciada de personal desde 2017. Del encuentro en el ministerio de Economía participarán el gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez y el gobernador electo, Rolando Figueroa. La presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Adriana Serquis, detalló los puntos principales del acuerdo. El acto se realizara hoy, a 16, en el Ministerio de Economía con la presencia del ministro de Economía, Sergio Massa y con la secretaria de Energía, Flavia Royón. El acuerdo incluirá un compromiso de inversión de unos 10.000 millones de pesos y la promesa de incorporar 150 nuevos empleados a la PIAP y la CNEA busca que la planta genere agua pesada para las centrales nucleares para el período 2025. Desde 2017, con su cierre número N, el 2do más largo de su historia, la administración nuclear macrista echó a unos 400 ingenieros y técnicos químicos con jubilaciones anticipadas. «Es un paso importantísimo la firma de este contrato ya que tiene un valor estratégico para el sector nuclear, el país y Neuquén«, aseguró la presidenta de la Comisión de Energía Atómica, institución propietaria de la PIAP. La lucha de Serquis por hacer entender esto en el sector nuclear, en el país y en Neuquén, que operaba la PIAP a través de una sociedad llamada ENSI, ha sido muy dura. Y aunque el avance de hoy consolida avances hacia la reapertura, la PIAP siempre ha sido y probablemente siga siendo una instalación en peligro recurrente de cierre y chatarreo. Según comentó Serquis, el plan del contrato es por 25 meses y contempla continuar con la conservación y empezar la etapa de alistamiento. Una vez completada esa etapa se podrá comenzar con la producción de agua pesada. Tras 5 años de desuso se ha deteriorado, es una instalación de ingeniería química muy compleja, y sólo volverá a producir en 2025, y a condición de que estén disponibles los insumos, que son básicamente tres: gas natural, energía eléctrica e ingenieros y técnicos químicos muy capacitados.

Los negocios de la PIAP

Serquis comentó que se especula que una de las dos líneas químicas de la PIAP pueda pasar hacia la producción de otro tipo de productos, como urea perlada, mientras la otra sigue destinada fabricando agua pesada por enriquecimiento del agua natural del embalse colindante de Arroyito, que también provee electricidad. Pero aunque el mundo demanda también urea, sobran industrias petroquímicas con capacidad de suministrarla. Pero está empezando a demandar cada vez más agua pesada, y esta planta es no sólo una de las poquísimas existentes en el mundo: es la mayor de todas ellas. La PIAP fue pensada a fines de los ’70 para un programa de al menos 6 centrales nucleares equivalentes a Atucha II o Embalse. Todavía tenemos sólo 3, y terminar dos de ellas (Embalse y Atucha II), con 4 y 27 años de retraso respectivos, fue un triunfo puro de la voluntad nacional. «Los contactos que hemos tenido en los últimos meses han sido con un montón de compañías interesadas en agua pesada para otros usos», dijo Serquis, refiriéndose a aplicaciones tecnológicas emergentes, y distintas de la habitual. La aplicación estándar del agua pesada desde los años ’40 es «moderar», curioso nombre para el acto físico de garantizar los neutrones necesarios en cantidad y energía que logren sostener la fisión en cadena del uranio natural, un combustible de suyo muy poco reactivo. Además, el agua pesada sirve también para refrigerar el núcleo de la central y llevar el calor hasta una turbina electrógena. Sin agua pesada, todas las centrales nucleares argentinas (las dos Atuchas y Embalse) no podrían siquiera ponerse críticas por falta de neutrones. Pasaría lo mismo con otras centrales de uranio natural en Canadá, la India, Corea, China, Pakistán y Rumania. Son decenas de máquinas: componen el 11% del parque nucleoeléctrico mundial, y en los fríos números y a lo largo de décadas, vienen probando ser las de construcción más económica, y figuran siempre entre las de mayor disponibilidad y seguridad. El parque de centrales de este tipo de la India no para de crecer (ya tiene 22) y el de Rumania se prepara para duplicar su capacidad instalada. ¿Cuáles son las otras actividades tecnológicas que exigen agua pesada? «Insumos médicos, industria de semiconductores y centrales nucleares son algunos de las otras producciones que se planean y ya están dentro de los planes de Canadá y otros países que van a requerir una gran cantidad de agua pesada», manifestó la presidenta de la CNEA. En este sentido, Serquis mencionó que el mercado mundial, tras haberse amesetado desde 2003, podría estar cambiando en demanda. La experta aseguró que primero se atenderá la provisión de las tres centrales argentinas. Estas emplean unas 1600 toneladas de agua pesada, de las que se pierden alrededor de 20 toneladas por año cuando se cambian los combustibles gastados por otros nuevos, trabajo que en las máquinas de uranio natural es diario y constante. La pérdida de líquido es inevitable porque el agua pesada moja las cosas al igual que el agua común, es decir que se adhiere por tensión superficial a las vainas metálicas de los combustibles nucleares que se extraen. Y aunque sea poca, hay que reponerla sí o sí, o la máquina pierde potencia y se para. Más por imbecilidad y entreguismo que por tensión superficial, y con el agua pesada que arañó picos de U$ 700.000 la tonelada, desde que cerró la PIAP en 2017 Argentina está perdiendo U$ 14 millones/año, con cuentas de almacenero. Pero es bastante más lo que se pierde en lucros cesantes por exportaciones no realizadas.«Creemos que va a ser muy buen negocio para nuestro país poder contar con estas exportaciones», dijo Serquis. Los análisis y estudios para la transformar una de las dos líneas de amoníaco de la PIAP para fabricar urea granulada (el fertilizante que más falta en el campo argentino), se realizarán durante el transcurso de este año, indicó Serquis. Por otro lado, indicó que en este momento la planta se mantiene con un poco más de 100 trabajadores y ahora ya hay 122 nuevos dedicados exclusivamente a la línea de agua pesada. «Este año se empezó a incorporar unos pocos los profesionales mínimos para poder empezar a pensar que el año que viene va a haber un ingreso mayor de gente», informó Serquis, y aseguró que se duplicará el número de profesionales.

PIAP: la reactivación

En 2017 la planta, reconstruida a nuevo para iniciar la producción del stock de agua pesada de Atucha III CANDU, fue detenida por el Ministro de Energía Juan C. Aranguren. Bajo la administración de este pope petrolero, se detuvo también la construcción del reactor RA-10 de Ezeiza, la de la planta nuclear compacta CAREM en el predio de las Atuchas, y la de una máquina nucleoeléctrica tipo CANDU de 700 MWe en ese lugar. También se detuvo la compra e instalación «llave en mano» de una planta Hwalong-1 de 1120 MWe en sitio a determinar. De todas las inversiones estratégicas del Programa Nuclear Argentino, Aranguren no dejó títere con cabeza. Sólo permitió llegar a término el «retubado» de la central cordobesa de Embalse, en 2018, porque había empezado 4 años antes e involucraba a más de 100 firmas industriales argentinas, algunas enormes, todas con contratos firmes. Si paraba la operación, le habrían hecho juicio «al toque». Pero no bien NA-SA (Nucleoeléctrica Argentina SA) terminó el retubado y la central volvió al ruedo, repotenciada y renovada para 30 años más de operaciones, hizo echar a los aproximadamente 200 expertos que la habían llevado a cabo. Este señor no toma prisioneros. «Había gente que opinaba de que era mejor importar lo poco (de agua pesada) que se necesitaba para nuestras propias centrales, hay voces que todavía siguen resonando«, manifestó Serquis. Expresó que después del cambio de gobierno, el posible proyecto de negocios «fue cambiando las miradas de estas personas más escépticas«, y afirmó que se trataba de personas vinculadas a la gestión del expresidente Mauricio Macri. «En particular, Julián Gadano fue el subsecretario de Energía Nuclear en esa época y definió que esta planta no debería seguir funcionando», aseguró. Aranguren, a su vez, fue poniendo objeciones al arranque de obra de la central Atucha III CANDÚ, que debía empezar a cavar cimientos en 2016 e iba a necesitar 500 toneladas de agua pesada. China garantizaba el 85% del financiamiento de esa máquina sin aportar más de un 20% de componentes y bajo dirección y con contratos de obra de NA-SA. Hoy esa central debería estar en línea, y entregando 700 MWe de potencia de base desde 2022. Eso estaría evitando el uso de 1200 millones de toneladas anuales de gas natural en generación de electricidad, y lo liberaría para su uso en la industria petroquímica (por ejemplo, la fabricación de urea), o para su exportación por ducto a países vecinos, o licuado a la UE y Asia. Hasta asumir como Ministro, Aranguren fue el presidente de la Shell y el líder político del lobby petrolífero multinacional local. La guerra soterrada de este lobby contra la energía nuclear en Argentina empezó en 1965, en tiempos del presidente Arturo Illia, cuando el viejo médico de la UCR decidió que el parque eléctrico argentino, dominado por los hidrocarburos, se diversificara y tuviera un aporte nuclear. Tal fue el origen de la central Atucha I, en 1967. Esta guerra interminable contra la CNEA y las compañías que surgieron de ella (NA-SA, INVAP, CONUAR) es una de las dos causas por las que desde esa fecha nuestro país logró transformarse en el primer exportador de reactores nucleares del mundo. Pero paradójicamente, en su mercado interno NA-SA fabrica electricidad nuclear -la más barata del Sistema Argentino de Interconexión- en sólo 3 centrales, dos medianas y una chica. De haber podido crecer normalmente este negocio desde 1965, hoy la Argentina tendría decenas de máquinas de este tipo, y arriba de un 30% de electricidad nuclear, mínimo, en lugar del escueto 6 o 7% actual. Los eventos de sequías extraordinarias que dejaron casi sin capacidad de hidroeléctrica al país entre 2019 y 2022 no se habrían notado. Y los tarifazos de Menem, De la Rúa y Macri sobre los hidrocarburos y el gas habrían sido casi imposibles, porque el consumo interno de hidrocarburos sería mucho menor. Hoy el 71,1% de la electricidad circulante de la Argentina se sigue obteniendo de quemar gas. «Me parece muy importante que tanto el actual gobernador como el futuro puedan tener una mirada clara de la importancia que tiene que esta planta pueda estar funcionando», manifestó Serquis. Comentario de AgendAR: El precio internacional de la tonelada de urea granulada anda entre U$ 440 y 500, está altísimo. Pero el de la tonelada de agua pesada, el producto para el que se construyó la PIAP, y con la pureza extraordinaria a la que se llega en esa fábrica neuquina, orilla los U$ 700.000. Digamos que está mucho más altísimo. Para producir agua pesada no hace falta -causa por la que milita históricamente la dirigencia política neuquina- invertir U$ 1000 millones para reconvertir una de las dos líneas de producción de la PIAP y así fabricar urea granulada. Sólo recontratar a los alrededor de 400 profesionales y técnicos que echó Juntos por el Cambio entre 2017 y 2019, algo bastante más barato, sensato y ganancioso. Es lo que está haciendo ahora el gobierno nacional. Típicamente, tarde y poco. A no olvidar que Serquis fue la cuarta elección de Alberto Fernández, tras intentar que el Programa Nuclear siguiera siendo administrado por la gente impuesta por Aranguren y Gadano, y luego por dos sucesivos candidatos rechazados prácticamente por petitorios y aclamación. Uno de ellos fue el que despidió a partir de 2017 a casi todo el personal de la PIAP. A Serquis desde 2021 le toca reconstruir, sin back-up político, sin plata y sin demasiado tiempo, porque llegan nuevamente las elecciones nacionales, cuyo resultado pinta indescifrable. No va a ser fácil hacerlos volver a la PIAP a los que se fueron, ni contratar expertos nuevos, que además exigirán «on the job training», porque no hay instalaciones similares para entrenarse en el país ni en la región. ¿Qué estabilidad se les puede ofrecer, si vuelven a gobernar el país personas que no entienden la diferencia entre U$ 500 y U$ 700.000 la tonelada de producto?  Algunos en JxC sí entienden la diferencia. Pero también saben que el Departamento de Estado de los EEUU se ha opuesto históricamente a que la Argentina fabrique agua pesada y la use en centrales de uranio natural, «porque es proliferante». No debe serlo tanto, porque usamos este producto desde 1974, lo hemos fabricado desde 1994 y no tenemos armas nucleares o intención de desarrollar ninguna. En cambio, EEUU, que no fabrica agua pesada ni ostenta ninguna máquina de uranio natural entre las 93 de su parque nucleoeléctrico, tiene unas 5000 cabezas termonucleares. Los que logran sumar dos más dos en JxC prefieren hacer «obediencia debida», tener la PIAP cerrada, y la boca también. El verso de la fabricación de urea… es un verso. Pero permite hablar del asunto y fingir un plan. El único plan de esta gente es la desnuclearización al ras de la Argentina. Más de uno, sin embargo, en Neuquén, se toma lo de la urea en serio. Es que la urea circula bastante en cualquier ciudad de la llanura chacopampeana. y la levanta con la pala. Te vas a lo de un contratista, y te podés zambullir en camionadas y camionadas de escamas blanquecinas de urea (un deporte sin practicantes). Se fabrica en cantidad, pero siempre al campo le falta un 50% de la que debería gastar su demanda con el actual modelo intensivo de agricultura, sumamente voraz de nitrógeno. El agua pesada, en cambio, es un insumo muy extraño. ¿Ud. ha visto mucha? Soy periodista científico desde 1985, pero jamás vi siquiera una botella de este líquido. Es un 11% más pesado que el agua común para igual volumen, e igualmente transparente, aunque cuando se tiene un gran stock, se la ve de un ligero color azulado. Parece verdaderamente un líquido de lo más banal. Pero nadie te va a dejar zambullir en agua pesada. Es carísima, no sólo porque su fabricación es muy compleja y usa mucha energía, sino porque tiene una cantidad creciente de aplicaciones tecnológicas en todo el planeta. Y por ahora no se están construyendo plantas nuevas. ¿Por qué? Porque son caras, pero además su construcción en cualquier país de mediano desarrollo implica un conflicto diplomático soterrado con los EEUU cuyo desenlace es generalmente la instalación sin terminar, o cerrada «de prepo». Todo eso ya está en la biografía de la PIAP, las décadas sin poder terminarla, la terminación seguida por cierres. Lo de la PIAP es puro renacer, trabajar y volver a ser cerrada. Sin garantías de resucitar.   Como resultado de este panorama, hay una demanda insatisfecha mundial creciente de agua pesada. En ese cuadro, la aparente novedad de que la PIAP empieza un nuevo proceso de «levántate y anda» hace que lleguen pedidos de cotización. ¿Cómo explicarle a estos posibles clientes nuevos que el único plan del Departamento de Estado y del lobby petrolero, cada parte con sus propios motivos, es que la PIAP siga cerrada? Los clientes prospectivos lo saben, pero el agua pesada la necesitan igual. Y no  hay oferta. Si algún demente endeudara al país en U$ 1000 millones para reconvertir una de las dos líneas de amoníaco de la PIAP y con ella fabricar urea, ¿cómo explicarle al argentino de a pie que esa colosal inversión se hace para obtener un producto final de gran demanda, sin duda… sólo que 1400 veces más barato? ¿Invertir más plata para facturar menos? ¿Qué se fumaron? La PIAP, que en un año pico de trabajo llegó a 180 toneladas de producto, es a tal punto significativa en el panorama mundial que su salida de servicio en 2017 aumentó el precio. Mal para el país, porque sólo para reponer las pérdidas de sus tres centrales nucleares en funcionamiento, la Argentina desde entonces está importando unas 20 toneladas/año. Eso dará un déficit acumulado de U$ 84 millones a fines de 2023, dólares pelados sin costos financieros. Si se lograra reactivar la PIAP en 2025 -algo muy sujeto al resultado de las elecciones presidenciales- ese número en rojo va a estar llegando arriba de los U$ 100 millones. Si la PIAP no hubiera cerrado en 2017, habría fabricado la carga de una central CANDU en 3 años de trabajo intenso y con una facturación de U$ 350 millones. Luego de parar alrededor de un año para mantenimientos y volver a ponerla 10 puntos, estaría exportando U$ 126 millones/año desde 2020. Aunque sería prudente fabricar un stock nacional de 200 o 300 toneladas, porque como dicen los yanquis: «shit happens». Uno pensaría que un partido político dirigido por grandes empresas sabe hacer números, pero no parece el caso. Pasa lo mismo con una provincia dirigida por caciques petroleros, que de sumas y restas entienden fetén. ¿No es raro? El gas lo tienen, la electricidad también, y la plata ni te cuento: nadaban en plata con Loma de la Lata, y hoy lo hacen con Vaca Muerta: son un emirato gasífero con elecciones. Si quieren fabricar urea, ¿no la pueden hacer en otra instalación ad-hoc, como Profértil en Bahía Blanca? Obviamente, mientras no tenga disponibilidad de agua pesada nacional, a NA-SA (Nucleoelétrica Argentina SA) le resulta bastante difícil proyectar la construcción de una nueva central nucleoeléctrica CANDU de uranio natural. Ya se sabe, sin agua pesada este combustible no hace reacción nuclear en cadena. Y como hay uranio en Argentina y este metal no sirve para otras cosas, este tipo de centrales nos permite usarlo para fabricar electricidad, sin miedo a que nos caiga encima nuevamente un boicot de uranio enriquecido por parte de los EEUU, como el de 1981: nuestro castigo por habernos atrevido a exportar reactores nucleares a Perú. Desde entonces, ya hemos exportado 5 reactores más a otros 5 países, mucho más complejos y caros. Si estamos en la licitación, los autodenominados americanos ni siquiera pintan. Por eso nos quieren cada día más.  Las máquinas CANDU que necesitamos serían muy parecida a la central de Embalse, en Córdoba, se pueden construir sin pagar patentes, sin contratar empresas extranjeras, y usando un 80% de componentes locales provenientes de alrededor de un centenar de empresas argentinas de ingeniería, metalmecánica, electromecánica, aleaciones especiales, cableado, motores, válvulas, sensores, computadoras y programación. Son las mismas que «retubaron» Embalse en 2018, y en 2014, completaron Atucha II. El nombre que le da NA-SA a éste tipo de máquina CANDU es elocuente: «Proyecto Nacional». Si Ud. vive en Neuquén, la PIAP la necesitamos para hacer muchas de ésas. Daniel E. Arias

«No se puede prescindir de la agrobiotecnología ni en Buenos Aires, la Argentina, ni en el mundo»

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«Que sean políticas de Estado que vayan más allá del gobierno de turno.» Con esas palabras, el rector de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), Marcelo Aba, celebró la apertura del noveno Congreso Nacional e Internacional de Agrobiotecnología, Propiedad Intelectual y Políticas Públicas. El acto de presentación se llevó a cabo en el municipio de Azul y tuvo al Teatro Español como sede. Allí, el gobernador Axel Kicillof remarcó que la importancia del Congreso radica «en la planificación de un modelo de innovación tecnológica que cuente con una mirada soberana, productiva y social». La convención, que arrancó este miércoles y se extenderá durante esta jornada, cuenta entre sus organizadores con la presencia del Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires, la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Instituto Nacional de las Semillas y la Facultad de Agronomía. Según Aba, «la importancia de este Congreso está en la combinación de los aspectos que aborda». Se refiere el rector a las tres temáticas centrales. Agrobiotecnología, Propiedad Intelectual y Políticas Públicas: «En esa combinación de temáticas está la trascendencia del congreso, que por su puesto para la Universidad Nacional del Centro tiene una muy alta trascendencia», subraya Aba en diálogo con este medio. El rector de la UNICEN destaca que los desarrollos en agrobiotecnología son «claramente lo que viene en materia de producción». «Buscan satisfacer una demanda cada vez más intensa, pero el Congreso entiende que se debe hacer dentro del marco de la preservación del ambiente, y de contribuir a la mejora social. Todo eso requiere dejar de lado prácticas que no eran tan eficientes e ir hacia producciones que sí lo sean», remarca Aba. Pero «si todo lo que hablamos con anterioridad no viene acompañado de un Estado presente, que acompañe con sus políticas y con una infraestructura que contribuya a la producción, se vuelve muy difícil», explica el rector. La agrobiotecnología está catalogada como una serie de técnicas que, con los organismos vivos o con porciones de estos, trabaja para obtener productos, modificar los existentes, y desarrollar microorganismos que tienen como objetivo mejorar el estado de las plantas, favoreciendo así a la producción. Además, la agrobiotecnología permite desarrollar mejores adaptaciones al estrés hídrico, un sufrimiento recurrente para los suelos por estas épocas. «La idea es aumentar la producción, pero hacerlo cuidando el ambiente y cuidando a quienes producen. Y, a su vez, pensando en que tampoco debemos ser productores de materia prima, o sea que todo lo que se produzca debería tener agregado de valor en origen para que realmente las economías regionales y los sitios de producción reciban un ingreso que le permita vivir mejor a la población. La materia prima se paga poco y el consumidor paga mucho. Todo lo que se avance en este proceso en origen, es riqueza social que queda acá. De otra forma, queda solo el dinero de la venta, el producto se industrializa en otro país y el agregado de valor se da en otra economía», explica Aba. El rector, un médico veterinario graduado en Tandil con un doctorado en Suecia, sostiene que «la agrobiotecnología es  –en la provincia, en el país y en el mundo–  el camino hacia una producción que debe responderle a una humanidad que cada vez necesita más alimentos y que no tiene superficie para agrearle a la producción». Y agrega: «Hay que ir hacia producciones más eficientes en calidad y en cantidad, siempre preservando el medio ambiente». Para Aba esa combinación, «que no es sencilla es justamente la que entrega la agrobiotecnoogía, porque logra especies resistentes, ya sea a la sequía, a las enfermedades y a otras patologías». El segundo eje del Congreso está basado en sustentar la práctica mencionada a través de la Propiedad Intelectual. «A las universidades les llega por varios lados estos temas, uno de ellos es que somos generadores de conocimiento. Cuando se desarrollan las variedades y los avances, a veces están desprotegidos y quedan en manos de las empresas. El Congreso hace hincapié en que buena parte del conocimiento nacional nace de las universidades -ya sea por personal propio o por personal de los organismos de ciencia y tecnología, como el CONICET, la CIC, que desarrollan sus actividades dentro de la Universidad-«, explica Aba. En la actualidad, las partes que componen el entramado agrobiotecnológico ya trabajan en la materia, a través de distintos tipos de producción vegetal y diversas variedades que son comercializadas por el INTA, o por las empresas suscritas a sus convenios. Además, el Instituto Nacional de la Semilla es otra de las entidades que pisa fuerte en este tema. Pese a ello, Aba destaca la importancia del Congreso al señalar que «en la medida que más se avance en todos los cambios biotecnológicos, esto va a ser más cotidiano y va ocurrir a una alta velocidad. Esto generará que la interacción entre estas partes sea más necesaria». En sintonía con las declaraciones de Marcelo Aba, al finalizar su discurso en el acto de presentación del noveno Congreso de Agrobiotecnología, Propiedad Intelectual y Políticas Públicas, el gobernador Axel Kicillof remarcó: «Cuando hablamos de recuperar la identidad de nuestra provincia en base a su integración, lo hacemos con el convencimiento de que el factor central que nos une como pueblo, nos brinda prosperidad y futuro, es la producción. Nosotros creemos que la educación, la ciencia y la tecnología, son elementos centrales para el desarrollo de nuestra provincia y nuestro país. No hay modelo productivo sin investigación e innovación, y su impulso solo es posible cuando hay un Estado presente”. «Lo importante del Congreso, más allá de reforzar lo que viene, es preparar a los jóvenes, los estudiantes y las nuevas generaciones para estar mucho más atentas a cómo desarrollar estos cambios que llegaron para quedarse. Nosotros, como Universidad, somos formadores de profesionales que van a aplicar esas nuevas variedades y las nuevas tendencias», sintetiza el rector, tras remarcar que la Universidad también es quien se encarga de «promover la llegada a los productores, generando una tarea de extensión que hace que el desarrollo no termine en algo meramente científico y se transforme en una tecnología de aplicación». Otro de los puntos centrales que impulsa el fomento de los avances mencionados es el contexto global. El trabajo, la producción y el comercio a nivel mundial vivencia actualmente un proceso de cambios históricos en materia tecnológica. Ante esta situación, Aba explica que al desarrollo con vistas internacionales «hay que ponerle criterio y estrategia, para saber hacia dónde se va y para qué se va». Si bien el hecho de que el gobierno bonaerense acompañe, organice y presencie el Congreso focaliza la mirada en términos regionales, Aba destaca que «lo que aquí se discute es de alcance nacional». «Un país que pretende soñar con un futuro mejor debe tener, entre sus objetivos, grandes lineamientos que sean trascendentes a cualquier cambio de gestión. De lo contrario, siempre vamos a estar en un péndulo, y sabemos que eso no funciona. Allí es donde los argentinos tenemos que encontrar puntos de contacto, puntos en común, y generar políticas donde no haya discusión. Sí hay que discutir cuando no alcanzamos acuerdos, pero aquellos aspectos que podemos trazar como grandes lineamientos de un país potente, deberían ser acuerdos que no dependan del gobierno de turno», sentencia. El evento, que se lleva a cabo en una ciudad gobernada por Hernán Bertellys, de Cambiemos, cuenta con paneles y mesas de trabajo donde expondrán diversos referentes nacionales e internacionales. Los temas estarán divididos en agrobiotecnología y propiedad intelectual; innovación biotecnológica nacional y transferencia; investigación y desarrollo a la agrobiotecnología en institutos públicos; propiedad intelectual en variedad vegetal y biotecnología; y economía, innovación y desarrollo.

San Isidro: La inteligencia artificial empieza a ser usada en los hospitales públicos

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El Municipio de San Isidro incorporó a su sistema de salud la inteligencia artificial (IA) en el área de Diagnóstico por Imágenes del Hospital Central. A través de esta nueva herramienta se logrará mayor precisión y rapidez para detectar enfermedades en forma precoz y decidir el mejor tratamiento. El intendente de San Isidro, Gustavo Posse, señaló: “Ganar tiempo en medicina salva vidas. Estamos viviendo una revolución digital y los datos automatizados y algoritmos de la IA nos ofrecen grandes oportunidades en la medicina. Es un complemento clave para nuestros especialistas”. Acerca de las ventajas que ofrece la inteligencia artificial, Juan Viaggio, secretario de Salud Pública de San Isidro, explicó: “Reduce un 70% el error en diagnóstico y es de gran ayuda para el plantel médico. Además de ahorrar un 30 % del tiempo para hacer el diagnóstico en los casos más urgentes, sobretodo en el área de emergencias”. Por último, el jefe comunal, destacó que San Isidro es el primer distrito de la Provincia de Buenos Aires en incorporar la inteligencia artificial al servicio de la salud pública. “Somos un municipio que mira hacia el futuro. Cómo utilizar la IA y cuál es el sentido de este progreso es el debate que se viene. Las respuestas saldrán de regulaciones ideadas por humanos y no por algoritmos”, reflexionó Posse. Comentario de AgendAR: No nos consta si el hospital de San Isidro es el primero entre nosotros en utilizar la inteligencia artificial como herramienta de diagnóstico o si hay otros que, por el habitual conservadurismo de los médicos, prefieran no anunciarlo públicamente por temor a una posible desconfianza de los pacientes. Nosotros pensamos que es una herramienta valiosa que no reemplaza al médico clínico ni tampoco al especialista, por supuesto, pero ayuda a integrar la inmensa cantidad de datos con que se maneja la medicina moderna.

A.B.F

Una vacuna de ARN exhibe promesa en el tratamiento del cancer de pancreas

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De los más de 100 tipos de cáncer conocidos, el de páncreas es el más letal. El 88% de los pacientes mueren a pesar de haber recibido los tratamientos disponibles, principalmente cirugía y quimioterapia. Esta terrible estadística tiene un reverso luminoso: un 12% de enfermos sobreviven. Algunos viven años, incluso más de una década, sin sufrir recaídas. En términos médicos están curados. ¿Cómo lo consiguen?

Esa pregunta inspiró el desarrollo de una vacuna contra el cáncer de páncreas basada en ARN, la misma molécula que permitió crear en tiempo récord las inmunizaciones contra el Covid. Los resultados de las primeras pruebas en pacientes –apenas 16 personas en una primera tanda de ensayos– acaban de mostrar resultados prometedores. La vacuna consiguió activar el sistema inmune de la mitad de los pacientes. Ninguno de ellos tuvo una recaída en el tiempo que duró el ensayo: 18 meses. En cambio, todos los enfermos en los que la vacuna no provocó reacción sufrieron recaídas.

Los resultados son aún muy preliminares, pero marcan un importante hito en un campo en el que los tratamientos y la supervivencia de los pacientes apenas han mejorado en los últimos 40 años.

El cáncer de páncreas es el tumor frío por antonomasia. En jerga oncológica, esto significa que el sistema inmune es incapaz de detectarlo y provocar inflamación –calor– para matarlo. Por eso en el páncreas no funciona la inmunoterapia, el tratamiento oncológico más exitoso de los últimos años. Lo sorprendente es que los tumores de sobrevivientes a largo plazo están “ardiendo”: en ellos hay hasta 12 veces más células inmunes que en el resto de los pacientes. Esas células inmunes son linfocitos T asesinos, un tipo de glóbulo blanco capaz de matar a otras células. Los linfocitos T de los sobrevivientes aprendieron a identificar las proteínas aberrantes que produce el tumor, llamadas neoantígenos, y aniquilarlo.

El 88% de los pacientes con tumores de páncreas mueren a pesar de haber recibido los tratamientos disponibles
 

“Tras analizar muestras de sobrevivientes a largo plazo, nos preguntamos si podíamos emularlo en el resto de los pacientes”, explica a este diario Vinod Balachandran, médico del Centro de Cáncer Sloan Kettering de Nueva York y líder del equipo que desarrolló la vacuna. Lo más importante, opina, es que al contrario de lo que se pensaba hasta ahora, el cáncer de páncreas sí produce moléculas que permiten lanzar al sistema inmune contra él.

Los resultados se publicaron ayer en la revista Nature, referente de la mejor ciencia mundial. Junto a Balachandran firman Ugur Sahin y Özlem Türeci, el ya célebre matrimonio de origen turco que fundó BioNTech y creó la exitosa vacuna de ARN contra el Covid en colaboración con Pfizer. Lo cierto es que ambos montaron su empresa, precisamente, con la idea de conseguir las primeras vacunas efectivas contra el cáncer.

Una vacuna para cada paciente

En este complejo ensayo clínico hubo que fabricar una vacuna para cada paciente. Tras extirpar los tumores del abdomen de los 16 participantes, los investigadores secuenciaron su genoma e identificaron hasta 20 neoantígenos. Luego crearon vacunas de ARN que contenían la receta para que cada uno sintetizase en su organismo las moléculas específicas de su tumor.

En este punto se les administró atezolizumab, un fármaco de inmunoterapia; una dosis de vacuna y, por último, mFolfirinox, un tipo de quimioterapia. Luego dieron una dosis de refuerzo. Además de los resultados positivos en el 50% de los pacientes ya mencionados, los investigadores observaron que aumenta en su organismo la cantidad de linfocitos asesinos, lo que probablemente esté detrás de la ausencia de recaídas. Balachandran explica que esperan comenzar “pronto”, junto a BioNTech, la segunda fase de pruebas más detalladas y con más pacientes, algo esencial para esclarecer la efectividad real de la vacuna.

Vinod Balachandran, médico del Centro de Cáncer Sloan Kettering de Nueva York y líder del equipo que desarrolló la vacuna
 

“Estos resultados son muy prometedores y sientan la base para una segunda fase de ensayos clínicos”, resaltan Amanda Huff y Neeha Zaidi, investigadoras de la Universidad Johns Hopkins (EE.UU.) que no participaron en el estudio, en un comentario también publicado. Estas especialistas en vacunas oncológicas resaltan una observación sorprendente. Uno de los pacientes que respondieron a la vacuna tenía linfocitos asesinos no solo en su páncreas, sino también en el hígado, que aparentemente estaba sano, ¿por qué? Al parecer tenía una lesión no cancerígena caracterizada por una mutación en el gen TP53, que es la misma que había en su cáncer de páncreas. Esto hace pensar que el sistema inmune activado por la vacuna podría combatir no solo el tumor primario, sino también la metástasis en otros órganos.

Ignacio Melero, experto en inmunoterapia de la Clínica Universidad de Navarra, destaca el avance. “Cuando el cirujano extirpa estos tumores suele quedar enfermedad residual. Estos resultados nos muestran que puede tener sentido añadir esta vacuna, que es la primera de ARN que mostró resultados positivos en el páncreas, a los tratamientos convencionales. Una supervivencia de 18 meses sin recaída es un tiempo muy respetable”, resalta. Pero el oncólogo también advierte que, por ahora, “la tecnología para desarrollar estas vacunas es muy compleja, especialmente porque hay que hacer una por paciente”. Aunque el tumor de páncreas no es uno de los más comunes, solo en 2020 se diagnosticaron más de 9000 casos en España.

Ana Fernández-Montes, portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica, cree que esta es una “aproximación muy esperanzadora”. “Hablamos de un tumor que tras una cirugía solo puede recibir quimioterapia para evitar recaídas, tratamiento a su vez con un elevado índice de fracasos y con una toxicidad muy importante”, explica. “Este tratamiento es un hito en los pacientes en los que se consigue estimular el linfocito T. Estamos convirtiendo un tumor frío, que no responde a inmunoterapia, en uno caliente, que potencialmente sí lo hará”, añade.

Deutsche Welle: Practicas agrícolas en América Latina – Video

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La agencia alemana Deutsche Welle trae este interesante video sobre la agricultura y ganadería en América Latina, agregando la visión ecologista europea, conviene tenerlo presente porque estos planteos forman parte de las medidas parancelarias de la UE.

Lacalle Pou teme un complot de Argentina y Brasil para frenar el TLC con China

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El presidente, que afirmó no tener pruebas, lanzó una acusación que atraviesa la coyuntura económica de Uruguay.

El presidente Luis Lacalle Pou volvió a subir el tono en la relación con los vecinos al acusar abiertamente a los gobiernos de Alberto Fernández en Argentina y de Lula da Silva en Brasil de realizar maniobras diplomáticas para entorpecer las negociaciones para un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China.
“No lo puedo comprobar, pero me imagino que ha habido gestiones diplomáticas, tanto de Argentina como de Brasil, para manifestar que no ven con buenos ojos que Uruguay avance en solitario. No sé qué atención le presta a eso el gobierno chino”, aseguró durante su entrevista con el diario español El Mundo. Se trata de un fragmento que no fue publicado y que hoy difundió el diario El País.
Actualmente el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP)Fernando Mattos, está en China en una gira de suma importancia para las ambiciones del Ejecutivo de avanzar en el TLC. Se trata de una visita que durará 20 días y en la que está acompañado por empresarios de sectores clave de la economía que esperan mejorar el acceso al mercado chino. Semanas atrás el canciller Francisco Bustillo había viajado al gigante asiático para tratar de desbloquear las negociaciones por el acuerdo comercial que enfrentó a Uruguay con sus socios del Mercosur. El jefe de la diplomacia volvió sin anuncios al respecto, pero con el compromiso de Pekín de diseñar una agenda de cooperación comercial, aunque de otro tipo. El viaje de Bustillo casi coincidió con el del presidente Lula da Silva a China donde, más allá de relanzar la relación bilateral entre los dos países, el tema del TLC uruguayo estuvo sobre la mesa. El presidente brasileño rechaza el camino en solitario de Uruguay y promueve que el acuerdo comercial sea entre el Mercosur y la potencia. La posición de Brasilia no es secreta, pese a lo que sugiere el presidente Luis Lacalle Pou. Fue discutida por ambos en su encuentro en Montevideo a fines de enero. Entonces, acordaron que cada gobierno jugaría sus fichas a favor de sus posiciones y se vería cuál tenía más suerte. Se sabe que China presta atención a la opinión de Brasil. Es un socio clave en la geopolítica regional y también en las relaciones comerciales. Desde el lado de Brasilia, valoran que Pekín ha sido su principal socio comercial ininterrumpidamente desde 2009. El congelamiento de las negociaciones por el TLC, de hecho, ocurrieron mucho antes de que el gobierno de Lula da Silva iniciara las gestiones diplomáticas para frenarlo de las que habla Luis Lacalle Pou. El parate coincidió con el proceso electoral en Brasil, incluso cuando el estudio de factibilidad del lado uruguayo había sido presentado en junio pasado. La demora de casi un año en avanzar con las negociaciones –en medio del cual Ecuador selló un TLC exprés con China- no sólo generó fastidio dentro del Ejecutivo, sino que también comenzó a sentirse en el plano económico local. Las ventas a China cayeron en casi todos los rubros del sector agroexportador, un sector que además sufre el golpe de la sequía histórica. Pekín ha limitado su ritmo de importaciones y, en esa decisión, Uruguay que no es un socio preferencial ha sentido el impacto. Solo como ejemplo, las exportaciones de carne desde Uruguay a China se derrumbaron 37,7% en abril, el nivel más bajo en 32 meses. A su vez, en el acumulado del primer cuatrimestre del año, se vendieron casi 70.000 toneladas, lo que significa una disminución de 30.000 toneladas, es decir del 30%, en comparación con el mismo período de 2022. Paralelamente, Brasil se convirtió en el principal destino de colocación de bienes uruguayos los últimos dos meses. En abril representó un mercado de 730 millones de dólares (+33%), dejando detrás al país asiático (-41%; 526 millones de dólares). Casi como una ironía, el aumento de colocaciones de productos uruguayos en Brasil estuvo facilitado por la ausencia de aranceles por ser ambos países miembros del Mercosur. A ello se suma que las exportaciones son más diversificadas e incluyen también a la energía eléctrica y productos lácteos, y no solo soja y carne como en el caso de China. El presidente Luis Lacalle Pou, que siempre tuvo una relación disonante con el argentino Alberto Fernández, parece sumar ahora cierto grado de tensión con Lula da Silva. Cabe destacar que estas acusaciones de gestiones diplomáticas secretas ocurren en la antesala de un encuentro que los tendrá cara a cara en Brasil para un retiro de mandatarios latinoamericanos. Los tiempos políticos no siempre coinciden con los económicos.

Santiago Pérez Ghiglia (INVAP): “Satélites propios te permite tomar decisiones soberanas sobre las comunicaciones”

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Santiago Pérez Ghiglia es IT manager de INVAP, empresa en la que trabaja hace unos 15 años en la que comenzó como programador, se desarrolló en el área satelital, después en comercialización y hoy trabaja en el área de sistemas. Conversó con Agencia Paco Urondo sobre las posibilidades de desarrollo que ofrece la empresa y su importancia para la soberanía nacional. Agencia Paco Urondo: ¿Qué es INVAP y cómo funciona? Santiago Pérez Ghiglia: INVAP es una empresa del Estado, una sociedad del Estado de Río Negro que se dedica, especialmente, a hacer proyectos tecnológicos complejos desde hace más de 45 años. Como sociedad del Estado tiene representación en el directorio de la Comisión Nacional de Energía Atómica y una representación en el directorio de la provincia. INVAP no tiene participación de socios privados como dueños o como tenedores de acciones, pero sí tiene interacción con un montón de empresas privadas que hacen al ecosistema de producción y desarrollo en el que estamos insertos. Muchas veces se ve un proyecto y aparece el nombre de INVAP, medio como mascarón de proa de un logro, y atrás hay todo un ecosistema. Por un lado, lo que tiene que ver con el desarrollo del conocimiento: todo el sistema de Ciencia y Técnica nacional, CONICET, la Comisión de Energía Atómica, la Comisión de Actividades Espaciales. O sea, un montón de actores que son indispensables para que pueda ocurrir el producto que, finalmente, se lanza, o la puesta en marcha que se hace. Y después hay todo una red de proveedores, empresas que trabajan haciendo partes, haciendo desarrollo, empresas de software, empresas que mecanizan para nosotros. Hay un montón de trabajo que ocurre en este ecosistema. De cada peso en sueldo que ponemos, hay otro peso que gastamos en contratación, mano de obra o de servicio en Bariloche o en el resto del país. APU: ¿Cómo se compone INVAP, dónde se desarrolla? S.P.G.: Hoy, empleados o empleadas directos somos unos 1600, más o menos. Estamos distribuidos la mayoría acá, en Bariloche, y tenemos 2 sedes bastante grandes, una en Córdoba y una en Buenos Aires. Después, hay algunas oficinas en el resto del país y en algunos lugares del mundo donde tenemos proyectos. Por ejemplo, una oficina pequeña en Australia, una en Holanda. Una cosa bastante importante para nosotros es tratar de participar en el ciclo de vida entero de los productos que hacemos. INVAP no es que hace un desarrollo, entrega ese producto o esa instalación que desarrolló, y da por terminada la relación. Buscamos seguir vinculados, de participar en la parte de mantenimiento de ese producto, su desgaste, en cómo hay que actualizarlo. En los países en los que hacemos proyectos tenemos una oficina que tiene un tamaño considerable cuando estamos en la etapa de desarrollo y puesta en marcha, pero después, siempre, nos queda una oficina a través de la cual nos relacionamos con ese cliente y conseguimos que esa tecnología siga vigente.
APU: Y me imagino que el conocimiento universitario se vuelve importante. S.P.G.: Tenemos muchísimos empleados de la universidad pública. Hay, obviamente, empleados que vienen de la universidad privada, otros con una multiplicidad de recorridos y gente de todo el mundo. Hay personas que vienen de otros países y los empleamos porque les parece relevante, o porque se vinieron a vivir a Bariloche y les parece interesante. Hicimos convenios con CONICET y con varias universidades con las que intentamos sostener un vínculo; hay un equipo que se dedica específicamente a eso. Entendemos que es la manera de mejorar esta idea de transferencia tecnológica y que, de alguna manera, todos esos conocimientos que se producen en el sistema de Ciencia y Técnica, podamos aplicarlos. Y que, a su vez, podamos orientar algunas de las investigaciones o desarrollo de conocimiento que ocurre en ese sistema en línea con, lo que entendemos, son los desafíos del mañana. Ese ida y vuelta tratamos de hacerlo a través de nuestro departamento de vinculación. Otra cosa que hacemos es tratar de entusiasmar a los jóvenes con que es una realidad que se puede hacer desarrollo tecnológico en Argentina, que pasan cosa muy interesantes. Ahora, por ejemplo, tenemos un concurso de tesis de ingeniería que premia a las mejores. La intención es generar estas vocaciones de trabajar para el desarrollo, de hacer tecnología en Argentina. Esa es otra de las patas que tenemos, no siempre es para hacer trabajo, un montón de veces son para ir a dar charlas a las universidades, que haya una conciencia de que ocurre desarrollo tecnológico en Argentina. No sólo, monolíticamente, dentro del INVAP, sino que hay todo un ecosistema de desarrollo tecnológico. APU: ¿Qué distingue a INVAP como empresa de investigaciones tecnológicas aplicadas? S.P.G.: En el manejo de proyectos tecnológicos complejos, que contienen un alto riesgo tecnológico, en los que está presente la multidisciplinariedad y la visión sistémica. En algunas disciplinas técnicas somos muy buenos, en esta cosa de poder hacer proyectos en los que tenés esta multidisciplinariedad, creo que es lo que nos mantiene relevantes. Lo más importante para nosotros es dedicarnos a hacer proyectos que son estratégicos. En esos proyectos, un montón de veces, no es necesario ser “los primeros en el mundo” que lo hacen. Sí es relevante desarrollar esa tecnología o un sistema complejo alineado a la idiosincrasia de nuestro país, a los recursos que tenemos disponibles, a sus posibilidades. Y poder sostener, dentro de nuestro territorio, todo el ciclo de vida de ese producto. En ocasiones, esos desarrollos generan conocimientos o tecnologías que son susceptibles de ser exportados. En algunos casos como en los reactores de investigación, terminan volviéndose tan buenos que competimos a nivel mundial, ganamos varios contratos internacionales en los que la tecnología que desarrollamos es apreciada por su calidad. Si vos me preguntás ¿está a la vanguardia tecnológica en todos los aspectos? Mi respuesta es no. Pero habría que resignificar esta idea de vanguardia en que lo que hacemos es relevante para los desafíos que tiene nuestro país, que nos permita elegir qué desarrollar y hacerlo adaptado a nuestra idiosincrasia. Inclusive, se vuelve muy interesante para otras naciones y susceptible de ser exportado. En general, cuando exportamos, no lo hace INVAP, lo hace el país. Se concreta de la mano de Cancillería y un montón de veces, esos proyectos que exportamos, traen embebidas un montón de tecnologías, de desarrollos que se hicieron junto con la Comisión Nacional de Energía Atómica, la Comisión Nacional de Actividades Aeroespaciales, etc. Los sistemas que hacemos son tan grandes que, a la larga, los que los compran son naciones, más que empresas. Después hay empresas que son el instrumento. Somos bastante cuidadosos en esto, de no subirnos a la idea de que es sólo INVAP, sino que es un ecosistema el que está trabajando para que pueda suceder.
“Los ciclos de desarrollo tecnológicos suelen ser más largos que los presidenciales”.
APU: ¿Por qué, para un país, se vuelve importante hacer sus reactores, radares, satélites? S.P.G.: Esa importancia podemos marcarla en 2 ejes. El más directo tiene que ver con la capacidad de hacer tu propia tecnología, de poder elegir cuál desarrollar. Hubo como una evolución en este concepto de soberanía tecnológica. Hay muy pocos países que pueden hacerlo de punta a punta, desde decir hago el silicio del chip que voy a usar hasta el sistema que lo explota. Pero sí es importante el poder elegir qué tecnología desarrollar, adaptarla a tu propia idiosincrasia y generar un impacto social que, además, implica trabajo de mucho valor agregado. Después hay otra cara, que es la geopolítica. Para un país, el poder dominar el ciclo de combustible nuclear, desarrollar tus propios satélites, tus propios radares que te permiten el control de tu cielo con tu tecnología, es fundamental. Son dos caras complementarias, a nosotros nos pone muy contentos de poder participar en las dos. APU: ¿Cuáles son los proyectos en los que está inmerso INVAP, en estos momentos? S.P.G.: Hoy se está modernizando los radares que INVAP vendió hace bastantes años. Ese proyecto es muy importante, porque le permite a Argentina tener control sobre su cielo. Haber tomado la decisión de hacer los radares en nuestro país te permite actualizarlos y no tener que comprar radares nuevos. Vos, con mano de obra argentina, podés hacer que avancen tecnológicamente, que mejoren la perfomance, que tengan nuevas capacidades, basándote en un montón de material que ya tenés desplegado. Ahí está la idea de poder sostener todo el ciclo de vida de los productos. Además, acabamos de hacer la puesta en marcha de una planta de producción de radioisótopos en India. Otra vez, es un proyecto que exportamos a India, el diseño y la puesta en marcha de una planta de producción de radioisótopos. En este caso, el proceso original es un desarrollo de la Comisión Nacional de Energía Atómica. Y en la puesta en marcha trabajamos todos como un equipo: el cliente, nuestro personal, el personal de la comisión, todos juntos en esa puesta en marcha que es como un hito muy singular y que genera equipo, como cuando lanzamos un satélite. Es donde se forjan esos lazos que trascienden un poco la idea de la pertenencia a las empresas o a qué organización pertenece cada uno, está por encima ese objetivo que vamos a lograr. También tenemos un proyecto muy importante de hacer un reactor de investigación para Holanda. Este país que produce el 30 % de los radioisótopos que se usan en el mundo y que, cuando tuvo que salir a comprar un reactor, hizo una licitación y terminó eligiendo nuestra capacidad para hacerlo. Digo esto porque no es que un reactor de investigación es un producto de estantería. Terminan confiando en nuestra capacidad de que vamos a entender su necesidad y hacer un desarrollo que esté alineado con ellas, con su idiosincrasia, con su idea de operación y producción. Estamos haciendo, también, con Turquía, un satélite geoestacionario, de propulsión eléctrica. Llevamos adelante el desarrollo de esa tecnología junto con Turquía, es un lindo ejemplo de cómo logramos encontrar maneras novedosas de hacer negocios y de asociarnos con otra nación para conseguir, si querés, el próximo salto evolutivo en materia de este tipo de satélites. El ARSAT SG1, que es el próximo ARSAT, es un desarrollo en esa línea, vamos a volver a lanzar un satélite nacional habiendo dado un salto tecnológico. APU: No debe ser sencillo sostener el desarrollo a través del tiempo… S.P.G.: Desarrollar un satélite, un radar, por ahí, lleva 7 años. Los ciclos de desarrollo tecnológicos suelen ser más largos que los ciclos presidenciales. Hemos tenido suerte de lograr transmitir la importancia de su sostenimiento y que sean proyectos que se materializan en resultados. Tener ejemplos en el pasado ayuda bastante a dar esta conversación. Hacer este desarrollo conlleva riesgo y, un montón de veces, para los funcionarios es incómodo. Hace falta correrlo en pro de obtener toda esa cosa extra, que es poder mantenerlo en el país. El costo en el ciclo de vida, muchas veces, es 4 a 1. O sea, hacer un producto tiene un costo equivalente a 1, pero en toda su vida útil vas a gastar 4 más de mantenimiento. Es el juego que queremos y nos gusta jugar. No el de un INVAP monolítico que corre todos los riesgos solo y hace todo adentro. Sería imposible para nosotros. Buscamos poder convencer tomar estos riesgos y ver los beneficios, juntos. Que esto que hacemos está ligado a poder sostenerlo acá dentro, que en vez de salir a gastar un millón de dólares afuera, tenés un proyecto en el que importás 200 mil dólares de partes y los otros 800 mil son de plata en Argentina que paga sueldos nuestros o que compra fabricaciones o servicios de todo un ecosistema que va creciendo. Y que, para el próximo desarrollo, tenés ya armado un ecosistema más grande que te permite hacer cosas más complejas.
APU: ¿Eso cómo nos coloca en el mapa mundial? S.P.G.: Mi impresión es que la geopolítica se vuelve cada vez más compleja. El desafío más importante es poder elegir en qué tecnología vas a tratar de invertir, que todo tu aparato de ciencia y técnica se alinee con esas tecnologías, la relación con tu matriz productiva y las posibilidades reales de desarrollo, para materializar todo eso en proyectos que te vayan acercando a ese desafío. En un mundo que se está digitalizando cada vez más, donde prepondera una retórica de que no hay más fronteras, que todo pareciera estar oblicuamente disponible, es importante estar afilados en la mirada de qué tecnologías necesitás dominar. Porque son indispensables en el tema comunicaciones, para que funcione tu país. Hay algunas cosas en las que podés decir “en esto no me voy a desarrollar”, pero en otras, por una matriz determinada, se vuelve indispensable. En un mundo que evoluciona tecnológicamente cada vez más rápido, si no estás atento es fácil no verla pasar. APU: ¿Cómo está nuestra capacidad de construir satélites y qué competitividad tienen? S.P.G.: Hoy se ha vuelto bastante más accesible. En el momento que lanzamos el ARSAT 1 y 2, había sólo 8 países en condiciones de hacerlo. La Comisión Nacional de Actividades Aeroespaciales tiene hoy un proyecto de hacer un lanzador propio. De vuelta, es otro club aún más chico, el de los países con capacidad de ponerlos en órbita por sus propios medios. El tema de poder tener tu propio satélite de comunicaciones te permite, a la larga, tomar decisiones sobre ese servicio. Estamos en un mundo digitalizado donde, la información cobra cada vez más relevancia y se vuelve indispensable para que tu país funcione. Si uno mira la pandemia y trata de imaginar qué hubiera sido sin Internet, sin comunicaciones, qué hubiera implicado productivamente. Supongamos que se decide no tener tu propio satélite, alquilarlo. Tendrías todas tus comunicaciones dependiendo de la voluntad de una empresa de otro país, si te lo quiere vender o no y a qué precio, con poco poder de negociación. La posibilidad de tener tus propios satélites te permiten tomar decisiones soberanas acerca de esas comunicaciones y te para en un mejor lugar para salir a contratar. Podés elegir, por ejemplo, cuál es la pisada de ese satélite. Los satélites se diseñan y tienen como un mapa de potencia y de dónde dan servicio. Decidir que tu satélite va a tener una cobertura que llegue a lugares donde la densidad poblacional es muy bajita, te saca la lógica de un resultado económico. Por ahí, para otra empresa no tiene sentido; para vos como país, sí lo tiene. Obviamente, podrías salir a comprar un satélite hecho que tuviera esa pisada y operarlo vos. Te perdiste dar ese salto de aprender a hacerlo y conseguir que el próximo sea un poquito más complejo y tenga más tecnología. Es necesario hacer uso del poder de compra del Estado en forma inteligente, para que ocurra el desarrollo con el mismo recurso con el que compra una cosa totalmente cerrada y hecha afuera. Es importante ese diálogo para tratar de que Argentina, cuando compra, también se desarrolle tecnológicamente.