En la UNLP se analizó el avance de la Planta de Fabricación de Celdas y Baterías de Litio

Con una agenda de trabajo centrada en la inminente puesta en marcha de la Planta Nacional de Desarrollo Tecnológico de Celdas y Baterías de Litio (UniLiB), se reunió en el Rectorado la Mesa de Litio de la Universidad Nacional de La Plata. Este espacio multidisciplinario coordina, diseña e impulsa proyectos de gran impacto en el sector, y está integrado por diferentes grupos de investigación que pertenecen a la Universidad platense.

El encuentro contó con la participación del presidente de la UNLP, Martín López Armengol, el vicepresidente Académico, Fernando Tauber, el secretario de Ciencia y Técnica, Nicolás Rendtorff y el secretario de Producción, Daniel Tovio. También asistieron a la reunión Calos Della Védova, vicedirector de CCT -CONICET La Plata, y Guillermo Garaventta, investigador, especialista en litio de la UNLP. La Mesa es coordinada por la secretaría de Vinculación e Innovación Tecnológica, a cargo de Javier Díaz. Durante la reunión, se expusieron los detalles respecto al estado de avance de la Planta, creada en el marco de un consorcio del que participan la propia UNLP junto a la empresa Y-TEC, con el apoyo del MinCyT. Cabe recordar que, en el pasado mes de diciembre, arribaron a la ciudad de La Plata más de 115 toneladas de equipamiento tecnológico proveniente de China. Con esta etapa culminada comenzó a hacerse realidad uno de los hitos más importantes en el desarrollo de la cadena de valor del litio en la Argentina. Con los equipos instalados, se estima que en dos o tres meses UniLiB comenzará a fabricar las celdas y baterías de litio. Es la primera Planta Nacional de Desarrollo Tecnológico de Celdas y Baterías de Litio. Uno de los temas salientes de la reunión estuvo vinculado con la importancia de desarrollar este tipo de tecnologías desde la Universidad Pública. Sobre este particular, se coincidió en la necesidad de promover la transferencia de conocimiento y replicar la experiencia para avanzar en el camino de la soberanía en materia de energías limpias no contaminantes. El presidente de la UNLP, Martín López Armengol, destacó “la importancia de la continuidad de esta Mesa que se aboca al trabajo de un tema importante y estratégico para nuestra Universidad”. Además, remarcó el “el carácter multidisciplinar de este espacio que se transformará en una herramienta de desarrollo surgida de nuestra Universidad Pública; un modelo a replicar en todo el país, que traerá beneficios para toda la comunidad”. Por su parte, Fernando Tauber valoró el encuentro y destacó que “esta es una gran posibilidad para configurar nuestra política de transferencia hacia la comunidad. Este desarrollo sirve para concentrar nuestra experiencia y en un futuro ampliar esta fábrica para satisfacer las necesidades de la región”. El vicepresidente dijo: “nuestro objetivo es que la universidad sea referencia y puntapié para el sector privado y estatal en la producción de energías limpias”. “Nuestra Universidad tiene la capacidad de generar conocimiento científico promoviendo la conciencia y el cuidado ambiental”. Y completó: “hay una incipiente concreción sobre una mirada estratégica de una universidad que desde el conocimiento es capaz de ser una referencia en políticas públicas que construyan decisiones soberanas”. Planta de Baterías de Litio: la UNLP pionera en el tratamiento de este mineral Denominada UniLiB, la UNLP contará con la primera planta de desarrollo tecnológico de celdas y baterías de ion litio de la Argentina. Se trata de un emprendimiento inédito en el país, impulsado y desarrollado por la Universidad Nacional de La Plata e Y-TEC, la empresa de tecnología de YPF, con el apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación. Ubicada en el Centro de Innovación y Transferencia Tecnológica que la UNLP posee en diagonal 113 entre 64 y 66, según las estimaciones, la planta estará operativa y comenzará a producir las primeras baterías a fines de 2022. El edificio donde funcionará UniLiB cuenta con una superficie de 1.650 m2. La planta tendrá una capacidad de producción anual -medida en energía almacenada- de 13 MWh, equivalente a 1000 baterías para almacenamiento estacionario de energías renovables o unas 50 para colectivos eléctricos. La puesta en marcha de la primera fábrica argentina de baterías de Litio demandó una inversión total de 7 millones de dólares. De ellos, unos 5,5 millones corresponden a la obra civil, maquinaria y la producción de materiales de electrodos (MINCyT 1.5 MM, la Universidad Nacional de la Plata 2 MM, Y-TEC 2 MM). A su vez USD 1 M corresponde a los laboratorios y planta piloto adquiridos oportunamente por Y-TEC con fondos propios que permitieron desarrollar el conocimiento que hoy se utilizará en la producción industrial.

La NASA no renovará la estación espacial y le abre el juego a empresas privadas

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Cuando llegue el momento de acabar con la estación espacial internacional, la NASA no tiene planes para sustituirla. La agencia acaba de hacer pública su intención de ceder futuros desarrollos a compañías privadas y reservarse el papel de mero usuario de lo que en su jerga denomina CLD: “Destinos Comerciales en Órbita Baja”.
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Con el tiempo se quiere que sea la iniciativa privada la que vaya estableciendo pequeños (o no tan pequeños) laboratorios orbitales, desde instalaciones industriales para fabricación y procesamiento de materiales hasta los tantas veces soñados “hoteles espaciales”.
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Ya hay precedentes: Space X lleva años ofreciendo sus servicios de lanzamiento, tanto a la NASA como a empresas particulares, y ha llegado a poner en órbita cargas militares sujetas a serias restricciones de confidencialidad. Blue Origin acaba de firmar un acuerdo con la NASA para lanzar una sonda hacia Marte el año próximo, utilizando su nuevo supercohete New Glenn, que aún no ha volado.
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En 2016, otra compañía —Bigelow Aerospace— envió a la estación espacial un módulo inflable, una especie de esfera de tres metros de diámetro acoplable a la sección “Harmony” de la ISS, la que siempre mira hacia la Tierra. Allí sigue. Bigelow dejó de operar en marzo de 2020, víctima de las restricciones por la pandemia, y la propiedad del módulo pasó a la NASA, que continúa financiando las tareas de mantenimiento.
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Las estructuras inflables no son tan frágiles como pudiera parecer. Están construidas con un tejido similar al Kevlar de los chalecos antibalas y sus múltiples capas ofrecen buena protección contra radiaciones. Existen proyectos para emplearlas en la construcción de pequeños hoteles para turistas espaciales. Por el momento, acoplados a la ISS, pero en el futuro, una vez dotados de sistemas de generación de energía, podrían separarse y volar de forma independiente.
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La actual propuesta de la NASA se centra en que los propietarios de las futuras estaciones espaciales ofrezcan servicios completos, desde el entrenamiento de astronautas hasta su transporte a órbita, estancia y retorno a tierra. Y también, gestión de los que eufemísticamente denomina “percances”: como responder a fallos imprevistos durante el lanzamiento u operaciones en el espacio, incluida la participación de personal de la NASA en las tareas de rescate.
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En su papel de cliente, la NASA estima que podría necesitar entre 3.000 y 4.000 horas-hombre anuales, para realizar, como máximo, unos 230 experimentos. Eso implicaría llevar a órbita unas 5 toneladas de equipo con un volumen equivalente a una furgoneta pequeña y retornar al suelo los materiales procesados. Como cualquier cliente, la agencia cubriría los costes, pero la responsabilidad de las operaciones sería del propietario de la estación con supervisión de técnicos de la NASA.
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El pliego de requerimientos especifica que el hábitat deberá permitir la estancia en mangas de camisa, un ambiente tranquilo para facilitar el sueño y la relajación, eliminación de olores, una cocina adecuada para preparar comidas calientes y aparatos para practicar ejercicio (fundamental en situaciones de microgravedad).
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Y también otros detalles como que los astronautas deberán disponer de cepillo y pasta de dientes, sistemas de recogida de restos fisiológicos, como recortes de uñas o cabellos; tener acceso a internet, correo electrónico, películas, juegos y libros digitales. Además, deberán contar con un compartimento privado donde almacenar artículos personales: fotografías, joyas (que luego serán más apreciadas, al haber “estado en el espacio”) y, si se tercia, una guitarra o un saxo.
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Es curioso que las peticiones de la NASA no incluyen una exclusa de aire para salir al exterior, aunque reconocen que sería útil si hay que realizar reparaciones fuera de la nave y sí que se requiere algún sistema para exponer experimentos al vacío y recuperarlos después.
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Lo que subyace tras este detallado pliego de condiciones es que la NASA es muy consciente de los retos que depara el futuro a no muy largo plazo.
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La ISS no es la única estación espacial; China tiene su Tiangong, ya terminada y operativa. Es de tamaño muy inferior, más parecida a las antiguas Salyut y Mir rusas, pero más moderna y aún susceptible de futuras ampliaciones.
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China aún no ha llevado a su estación astronautas de otros países, aunque a través de la agencia de la ONU para asuntos espaciales sí que la ha ofrecido para acoger experimentos científicos a cualquiera interesado. Algunas compañías occidentales ya has aceptado la oferta, en detrimento de las capacidades que ofrece la ISS.
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En el futuro, el uso del espacio exterior puede ser el nuevo escenario en el que se generen proyectos multimillonarios.

PBA lanzó la segunda convocatoria del Fondo de Innovación Tecnológica provincial

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El Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica a través de su Subsecretaría de Ciencia, lanzó la segunda convocatoria del Fondo de Innovación Tecnológica de Buenos Aires. La iniciativa cuenta con 3 líneas y está orientada a financiar proyectos de desarrollo tecnológico conjuntos entre universidades u otras instituciones públicas de ciencia y tecnología junto con MiPyMEs y cooperativas (Línea A), organismos públicos (Línea B) o municipios bonaerenses (Línea C). Esta nueva edición permanecerá abierta hasta el 14 de abril de 2023 y otorgará ANRs (Aportes No Reembolsables) por hasta $16.000.000 a través del Ministerio de Hacienda y Finanzas bonaerense para los proyectos que resulten adjudicados. Al igual que en su primera edición, las instituciones de ciencia y tecnología serán las beneficiarias de los fondos y estarán a cargo de desarrollar y transferir las innovaciones. Por su parte, las empresas, organismos públicos o municipios recibirán una solución tecnológica diseñada a la medida de sus necesidades. Los ANRs financiarán hasta el 80% del valor total de los proyectos, con un máximo de $16.000.000 para aquellos que correspondan a la temática Desarrollo Productivo (Línea A) y por hasta $8.000.000 para las temáticas de Desafíos Provinciales (Línea B) o Gobiernos Locales (Línea C). En todos los casos, los adoptantes y/o los beneficiarios deberán realizar un aporte en concepto de contraparte de al menos el 20% del monto total del proyecto. Cabe destacar que los proyectos deberán elaborarse de manera conjunta entre las instituciones públicas de Ciencia y Tecnología y/o las universidades nacionales y provinciales, y los adoptantes, según la temática correspondiente. A su vez, ambos deberán estar ubicados en la provincia de Buenos Aires. A través de esta segunda convocatoria del Fondo de Innovación Tecnológica de Buenos Aires, el Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica aspira a seguir brindando herramientas para fortalecer al sistema científico-tecnológico provincial, y a colocar a la ciencia y la tecnología al servicio del sector productivo, las demandas sociales y la administración pública de los y las bonaerenses. Se podrá acceder a las bases y condiciones de la convocatoria aquí 

Desarrollo nacional: Inteligencia artificial para clasificar virus

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Investigadores de instituciones públicas locales desarrollaron una aplicación bioinformática que permite caracterizar los distintos tipos de influenza A y B en humanos. La herramienta ofrece más del 99% de precisión, es de acceso libre y ya está disponible para su uso.

Debora Marcone es epidemióloga molecular de virus respiratorios. Parte de su trabajo implica detectar qué tipos de virus de influenza circulan en determinado momento en alguna región. Hasta el momento, el método para saberlo era hacer lo que se denomina “análilsis de filogenia”, que demanda mucho tiempo y requiere capacidades informáticas más complejas que las que suele tener una computadora estándar. Ahora, también cuenta con INFINITy, una herramienta bioinformática basada en machine learning e inteligencia artificial, que desarrolló junto con su colega Marco Cacciabue, investigador del CONICET en la Universidad Nacional de Luján (UNLu) y del Instituto de Agrobiotecnología y Biología Molecular (IABIMO, CONICET-INTA). INFINITy es una aplicación de acceso libre, destinada a bioquímicos, estudiantes, investigadores y laboratorios de referencia o investigación que permite clasificar secuencias de virus influenza A y B obtenidas de personas que cursaron la enfermedad, de forma rápida y precisa, con más de un 99% de precisión. “El estudio de los genomas virales es relevante para determinar si han aparecido nuevas variantes, además de monitorear las existentes, si los métodos diagnósticos siguen siendo adecuados para su detección, e incluso, reformular la composición de las vacunas cuando es necesario”, afirma Marcone, que se desempeña en el Instituto de Investigaciones en Bacteriología y Virología Molecular (IBaViM) de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, y explica que estos virus tienen una gran capacidad de mutar su genoma. Así, los cambios que se van produciendo y acumulando dan origen a nuevas variantes.
INFINITy es una aplicación de acceso libre, destinada a bioquímicos, estudiantes, investigadores y laboratorios de referencia o investigación que permite clasificar secuencias de virus influenza A y B obtenidas de personas que cursaron la enfermedad, de forma rápida y precisa, con más de un 99% de precisión.
El virus de influenza A (H1N1), por ejemplo, sufrió grandes cambios en su genoma y en el año 2009 provocó una pandemia que afectó a infectó a miles de personas en todo el mundo. Desde entonces, los subtipos de influenza A (H1N1) pmd09 y A(H3N2) y dos linajes de influenza B, Victoria y Yamagata, han sido responsables de la mayoría de los casos. Cuando irrumpió la pandemia por COVID-19, Marcone dejó en pausa su investigación en influenza para abocarse al Sars-Cov-2. Así se conocieron con Cacciabue, que en aquel momento estaba desarrollando una herramienta informática similar pero subtipificar las distintas especies de este último virus, bautizada Covidex. Cuando la urgencia que provocó la pandemia disminuyó, ambos investigadores se pusieron de acuerdo y empezaron a trabajar en esta nueva idea. Tras un año de trabajo en conjunto, y con el apoyo de la Agencia I+D+i, lograron lanzar INFINITy. “La aplicación está basada en una herramienta similar a la que desarrollamos para COVID pero, en este caso, además de los modelos de clasificación actualizados para secuencias de influenza, hemos logrado mejorar varios aspectos del software para que cumpla con diversos estándares de calidad”, explica Cacciabue. La aplicación está escrita en el lenguaje de programación R, de código abierto, y otros paquetes de programación.
“El estudio de los genomas virales es relevante para determinar si han aparecido nuevas variantes, además de monitorear las existentes, si los métodos diagnósticos siguen siendo adecuados para su detección, e incluso, reformular la composición de las vacunas cuando es necesario”, afirma Marcone.
“Lo más desafiante fue lograr una herramienta robusta en cuanto a asegurar su correcto funcionamiento, y que al mismo tiempo sea fácil de usar”, afirma Cacciabue, y destaca que se puede utilizar en diversos formatos: a través de Internet, ya que cuentan con un servidor en la UNLu adonde está alojada toda la información; o de manera local, ya que quien lo desee puede descargar la aplicación en su computadora. INFINITy cuenta con dos modelos: uno se denomina FULL HA, que permite clasificar secuencias del gen de la proteína viral hemaglutinina (HA); y el otro se llama “HA1”, para clasificar las secuencias del gen de su región parcial HA1. Ambas regiones genómicas son usualmente utilizadas a nivel mundial para realizar estudios de epidemiología y vigilancia epidemiológica. Para testear su funcionamiento, los investigadores la pusieron a prueba utilizando secuencias virales de influenza provenientes de todo el mundo, descargadas de una base de datos de secuencias públicas llamada GISAID. Los resultados y el funcionamiento de la aplicación fueron publicados en una de las revistas científicas más prestigiosas del área, Influenza and other respiratory viruses. “Para ambos modelos, tanto la hemoglutinina completa como la región parcial HA1, que se puede clasificar, la precisión fue mayor al 99%”, dice Marcone, y destaca que eso los alentó a terminar el desarrollo y publicarlo. “Durante la revisión del paper, un investigador contrastó la herramienta con su base de 50.000 secuencias y le dio una precisión mayor al 95%. Eso nos puso todavía más contentos, ya que demuestra que no sólo funciona para nosotros sino también para cualquier persona que quiera utilizarla”, concluye Marcone.

Vanina Lombardi

La saga de la Argentina nuclear – XLII

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Cuando la actividad nuclear argentina está en riesgo, queremos repasar algunos momentos del largo esfuerzo que la construyó Los anteriores capítulos de la saga estan aqui Castro Madero, ¿inocente o culpable? carlos-castro-madero El físico en reactores nucleares y además vicealmirante Carlos Castro Madero. Al revisar los desastres represivos del Proceso dentro de la CNEA, puse la lupa sobre el caso de los expertos en “Repro”, o reprocesamiento de combustible quemado. El grupo, como ya dije, venía trabajando bajo el paraguas, desde 1973, del nuevamente presidente de la CNEA, Iraolagoitía, quien tenía el paraguas añadido del presidente Juan D. Perón. Y cobró potencia en presupuesto y personal por órdenes expresas al doctor Santiago Morazzo aquel mismo año. Repro es un caso aparte dentro del salvajismo que cayó sobre la JP “Monto” y la izquierda para sembrar terror entre el personal profesional y técnico de la CNEA, que vivía en estado deliberativo. La idea en Repro fue más precisa: descabezar el grupo y terminar con el proyecto en sí. ¿Quiénes lo hicieron y por qué? Las cosas que hizo el nuevo presidente de la CNEA, el contraalmirante Carlos Castro Madero, lo sacan del banquillo de acusados, al menos el de esta historia en particular. Atención: Castro Madero murió en 1990 de un «bobazo» largamente cultivado a pesar de cinco by-passes, defendiendo de palabra hasta el último minuto a algunos de sus conmilitones que -paradójicamente- habían sido sus enemigos personales: el almirante Emilio Massera, sin ir más lejos. Sin haberlo sido, Carlos Castro Madero se alineó con los peores terroristas de estado de la historia argentina. Por esa causa –apología lisa y llana de delito no prescribible-, no me muero de amor por él. Pero en este caso puntual de los 33 secuestrados de la CNEA lo que me importa no es tanto lo que dijo después, sino lo que hizo en el momento. Hay un testimonio del Jefe de RRPP fundacional e histórico de la CNEA, Lic. Luis Colángelo: cuando Castro Madero se enteró de la desaparición de Morazzo se cruzó de inmediato y por la propia la avenida que lo separaba del centro operativo del Sumo Desaparecedor Argentino. Viaje de menos de 100 metros, desde el 8250 de Libertador, CNEA, Sede Central, hasta el 8151, Escuela de Mecánica de la Armada. Allí le exigió cuadradamente a su superior, el Comandante en Jefe de la Armada, Emilio Massera, que soltara a su gente. A la que en ese momento y lugar ya estaban torturando. Morazzo relató después que la runfla de Massera tenía ideas muy vagas sobre el trabajo del grupo Repro: la pregunta insistente era: “¿Dónde hicieron la bomba de Perón?”, o su variante “¿Adónde está la bomba de Perón?”. Daban palos de ciego a ver qué salía. La bomba no existió nunca, ni como proyecto. Y es que la comprensión del Programa Nuclear Argentino y la cultura tecnológica de Massera, en general, cabía en el reverso de una estampilla y sobraba lugar. Su cultura política no llenaba más superficie. Eso se mostró su intento nada solapado de volverse presidente y soñar que, de puro cheronca y playboy, podría gozar de la popularidad de un Perón. Era un Isidorito Cañones genocida. Pero subrayo que los que dirigían estos interrogatorios parecían unos tremendos pelotudos, cosa no habitual en los represores de la ESMA, bastante más profesionales que su jefe. Colángelo, un trabajólico, pasaba no menos de 12 horas por día con Castro Madero, y cuando por fin se iba a su casa a medianoche aún veía la luz prendida en presidencia. Por esas cosas de Castro Madero, por su doctorado en reactores, por el “boom” de obras y proyectos nucleares sucedido bajo su administración, por su administración honrada del presupuesto de la CNEA, en el ambiente nuclear todavía hoy el último marino a cargo que suscita una mezcla intraducible de repudio, dudas, respeto y admiración, todo junto. No soy ajeno a esa confusión. Pero como lo malo está tan a la vista, prefiero iluminar un poco lo otro. Décadas después, algunos de los testimonios de los “chupados” que sobrevivieron (el del doctor Carlos Calle, radioquímico, por dar un caso), apilan evidencias de que Castro Madero estuvo involucrado en los secuestros. Pero estas evidencias en parte son circunstanciales, y en todo caso no aclaran su rol. Otras opiniones, como la del citado Colángelo, difieren en 180º. El propio embajador Max Cernadas, integrante de la Dirección de Asuntos Nucleares y Desarme de la Cancillería en sus mocedades, cuenta que la Dra. Emma Pérez Ferreira, física nuclear que dirigió la CNEA en los años finales de Alfonsín, pudo llegar con vida a ese cargo en 1987 porque en 1976 Castro Madero la salvó de una patota de la Armada. Eso a Max se lo contó la propia Emma. ¿Castro Madero negoció salvar a algunos y se lavó las manos del resto? No tengo idea, y no sé quién la tiene. Secretos que don Carlos se llevó a la tumba. Según Colángelo, aquel 28 de mayo en su duelo verbal con Massera por la liberación de Morazzo y los otros, Castro Madero le exigió al «Comandante Cero» la vida de todos los nucleares desaparecidos, no únicamente los de “Repro”. Aquella mañana no logró nada, y volvió a entrar a la CNEA abatido, pálido y temblando de furia. Pidió a Colángelo que lo dejara solo, y estuvo el resto de aquel día y hasta deshoras con la luz apagada y haciendo llamadas. Massera -se supo mucho después- se había negado a entregar sus capturas, y para agregar insulto a la herida, le habría dicho que cuando él, Massera, fuera presidente de la nación, a Castro Madero lo pondría como portero de la CNEA. Pero al parecer, no era para lavar la afrenta que Castro Madero se quedó haciendo llamadas. Lo que lleva a la segunda cosa que lo exculpa. Y es que, finalmente logró que el presidente Jorge Rafael Videla declarara a disposición del Poder Ejecutivo Nacional a los sobrevivientes. Si estabas a disposición del PEN en 1970 no era bueno: te ibas a pasar años encerrado sin cargos ni defensa legal. Si estabas a disposición del PEN en 1976, en cambio, eso era buenísimo: te habían blanqueado, ya no eras un desaparecido. No te iban a soltar, pero tampoco a matar. Después de que los pasaran a presidios comunes a los 12 sobrevivientes de aquel día, Castro Madero logró que fueran liberados y a algunos -al menos a 6- les consiguió rápidamente trabajo en el programa nuclear italiano, para preservar sus vidas y carreras. El radioquímico Calle desmiente esto: los trabajos los ofreció espontáneamente el ENEA, la entonces muy activa agencia nuclear de Italia, dice. Tal vez es la tercera acción de Castro Madero la que define mi opinión: si la intención de quien estuviera detrás de estos crímenes era que Repro no avanzara –hay un diablo detrás del diablo y huele a Embajada- con Castro Madero se jodió. Al menos, un tiempo. Castro Madero redobló la apuesta por Repro. Típico de él. Hizo construir el LPR, el Laboratorio de Procesos Radioquímicos en el Centro Atómico Ezeiza. ¿Qué destino tuvo? lpr Centro Atómico Ezeiza, foto vieja y de baja resolución. Cuesta identificar el Laboratorio de Procesos Radioquímicos (LPR). Si hay imágenes mejores, fueron eliminadas de la iconografía oficial de la CNEA. El LPR fue y es un trauma. Es otro desaparecido… pero en democracia.

 

Etapa final de la evaluación de la vacuna ARVAC Cecilia Grierson

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La vacuna ARVAC Cecilia Grierson, diseñada para proteger contra las variantes de SARS-CoV-2 circulantes en la región, incluyendo una versión bivalente contra Ómicron, entró en el último tramo de ensayos clínicos (la etapa 2 de la fase 2/3).

Esta etapa está a cargo de Gonzalo Pérez Marc, el médico que realizó junto a su equipo el ensayo de la vacuna contra COVID-19 de Pfizer en Argentina. La misma evaluará la seguridad e inmunogenicidad de tres fórmulas de ARVAC en 1.782 personas voluntarias. La primera etapa de la fase 2/3 ya reclutó 151 personas voluntarias, de acuerdo a lo esperado. Ingresá en arvac.com.ar para obtener más información y postularte.

Científicos argentinos están desarrollando la vacuna proteica ARVAC Cecilia Grierson contra COVID-19, diseñada para proteger contra las variantes de SARS-CoV-2 circulantes en la región, incluyendo una versión bivalente contra Ómicron.

Los resultados de la primera etapa de la investigación han demostrado que esta vacuna es segura. Además, los valores preliminares de respuesta inmunológica resultan prometedores. Ahora se debe continuar con la fase más avanzada del desarrollo de la vacuna para generar los resultados que serán presentados a la ANMAT para su aprobación como vacuna de refuerzo.

Durante la fase 1 se probó la vacuna en 80 personas. La fase 2/3 tiene dos etapas. En la primera -que está en curso- se administra la vacuna a 232 personas en dos centros de la Ciudad de Buenos Aires (CABA): CEMIC y Clinical Pharma. Esa etapa comenzó en enero de 2023. Ahora comienza la etapa 2 en la que se aplicará la fórmula de ARVAC en 10 centros distribuidos en cuatro provincias argentinas y en la ciudad de Buenos Aires.

«Se están realizando los últimos ensayos para demostrar que ARVAC es una vacuna segura y eficaz. Estamos agradecidos por el apoyo de la sociedad. Hasta ahora, 151 personas voluntarias han participado en la primera etapa de la fase 2/3, y este número seguirá aumentando hasta completar 232 personas voluntarias. Nuestro próximo desafío es reclutar 1.782 voluntarios en distintas provincias y CABA», dijo Juliana Cassataro, líder del proyecto ARVAC e investigadora de la UNSAM y del CONICET.

El cuerpo médico que llevará a cabo los ensayos está compuesto por destacados profesionales. En particular, la etapa 2 de la fase 2/3 de los ensayos clínicos será liderada por el médico Gonzalo Pérez Marc, quien dirigió los ensayos clínicos de las vacunas contra COVID19 de Pfizer en Argentina.

La etapa 2 de la fase 2/3 de ARVAC requiere la participación de 1.782 personas voluntarias que tengan 18 años o más; que hayan recibido hasta tres dosis de vacunas contra COVID19 (esquema completo y hasta un refuerzo) y que residan en alguna de estas ciudades: CABA, La Plata, Mar del Plata, Córdoba capital, Mendoza capital, o Salta capital.

ARVAC Cecilia Grierson es un desarrollo inicial de la Universidad Nacional de San Martín, el CONICET y el Laboratorio Cassará, con apoyo de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, sumados al esfuerzo conjunto de más de 20 instituciones públicas y privadas del país.

Todas las vacunas que se aplican actualmente fueron posibles gracias a las personas voluntarias que participaron de ensayos como este. Participar es una decisión personal, completamente voluntaria y no definitiva. Cada voluntario o voluntaria del estudio se puede retirar en cualquier momento, sin costo.

De ser exitoso este ensayo clínico de fase 2 y 3, se solicitará la aprobación final a la autoridad regulatoria para que ARVAC CG pueda ser aplicada como vacuna de refuerzo en territorio argentino, marcando un nuevo hito para la ciencia y la tecnología del país y la región.

¿Te interesaría participar en el estudio clínico de la vacuna argentina ARVAC Cecilia Grierson contra COVID-19? Si quieres postularte, tenés que ingresar a arvac.com.ar y completar el formulario allí disponible.

 

Investigadores principales de los centros participantes (en etapa regulatoria):

Dr. Gonzalo Pérez Marc, líder de la fase 3 del ensayo de ARVAC

Dr. Oscar Roldán, CDS, Clínica Privada del Sol, Córdoba

Dr. Tomás Smith, CIC, Centro de Investigaciones Clínicas Salta, Salta

Dr. Jorge Llensa, Clínica de Cuyo CDC Centro Médico, Mendoza

Dr. Gonzalo Corral, IIC, Instituto de Investigaciones Clínicas, Mar del Plata

Dr. Ignacio Uriarte, CNyF, Clínica del Niño y la Familia, Mar del Plata

Dra. M.Fernanda Alzogaray, IMP, Instituto Médico Platense, La Plata

Dr. Nicolás Itcovici, CICB,Centro de Investigaciones Clínicas Belgrano, CABA

Dra. Miriam Bruno, Vacunar, CABA

Dra. Gabriela Vidiella, SMG, Centro Médico Barrio Parque, CABA

Dr. Pablo Lapadula, Otamendi, Centro Médico Sanatorio Otamendi y Miroli, CABA

Dr. Pablo Bomvehi, CEMIC, CABA

Dr. Gustavo Yerino, FP Clinical Pharma, CABA

Ford prometió una inversión de US$ 80millones para una nueva fábrica de motores

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Daniel Justo, presidente de Ford Sudamérica y Martin Galdeano, presidente de Ford Argentina, anunciaron durante una reunión con Sergio Massa, ministro de Economía, la decisión de realizar una nueva inversión de 80 millones de dólares destinada mayormente a la fabricación en Argentina de una nueva familia de motores de alta tecnología que impulsarán a la próxima generación de la pick-up Ranger. Con este anuncio, el total de inversiones para la producción de la próxima generación de la pick-up Ranger en el país alcanza un total de 660 millones de dólares. Fabricar esta nueva familia de motores demandará una importante transformación de la planta de motores de Pacheco, incorporando las últimas tecnologías y procesos productivos de Ford a nivel global, así como conceptos de manufactura 4.0. La prioridad en el diseño de esta planta y sus procesos es entregar motores de alta calidad para los clientes de Sudamérica. El inicio de producción de los nuevos motores en Planta Pacheco tendrá lugar durante el año 2024.

A 3 años del primer paciente que registró Argentina se discute si es el fin de la pandemia

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  • El doctor Luis Cámera, un experimentado médico clínico e integrante del Comité Asesor de Presidencia en su momento pico, la pandemia de covid-19 ya pasó.
  • Asegura que el virus mutó y que para las personas inmunizadas y con sus refuerzos su letalidad ya es menor a la de la gripe.
  • Propone un esquema de vacunación anual, y discutir cuáles son los grupos de riesgo que deberían recibirla en forma prioritaria.
  • La oportunidad perdida para discutir cómo se debería mejorar la ventilación en ambientes cerrados. 
  El 3 de marzo de 2020 el por entonces ministro de Salud Ginés González García confirmaba el primer caso de covid-19 en la Argentina. Desde entonces transcurrieron una pandemia, tres años, 130.463 personas fallecidas, 10 millones de contagiados, desconcierto, campañas de vacunación, cambios sociales y una larga serie de etcéteras que todavía no dimensionamos bien. Ayer, a tres años de esa fecha iniciática, el presidente Alberto Fernández y la ministra de Salud, Carla Vizzotti, realizaron, en el Centro Cultural Kirchner (CCK), la Jornada “Un país, una respuesta”, que reunió a representantes del Consejo Federal de Salud, a personal del sistema sanitario de todas las provincias y referentes de los organismos descentralizados y del sector privado. ¿El propósito? Poner en valor las acciones realizadas para dar respuesta a la pandemia y homenajear a quienes permitieron morigerarla. Justamente, el impacto global fue enorme: se calcula que murieron unos 20 millones de personas directa o indirectamente. Podría decirse que el covid fue la tragedia más grave de los últimos cien años, solo superada por la Segunda Guerra Mundial. Para resumir lo que generó esta conmoción e imaginar los próximos tiempos, entrevistamos al doctor Luis Cámera, médico clínico y asesor del gobierno nacional. Cámera fue uno de los profesionales que más pusieron la “cara” ante las cámaras para explicar y pensar, en reuniones técnicas y en los medios, lo que nos pasó durante los últimos 36 meses. La primera pregunta es obvia e implica saber si seguimos en pandemia. Y su respuesta es contundente: “Ya podríamos decir que es otra cosa. Yo hablo de ‘epipandemia’ o un Covid-22, que es muy diferente al original”. Según Cámera, “si analizamos cómo evolucionó el coronavirus y sus últimas cepas –especialmente Omicron–, cambió muchísimo respecto a 2020. La variante hoy predominante es capaz de evadir la protección vacunal al contagio y es altamente transmisible. Pero también se ha vuelto menos letal. Como para ubicarse: la Delta tenía una tasa de letalidad de tres fallecidos cada cien contagiados, mientras que Omicron está en menos de 1. Si le sumamos que un porcentaje alto de la población está vacunado o padeció la enfermedad, podemos decir que, desde hace un año mutó el concepto de pandemia. Ya no es más el covid-19 contagiando a personas suceptibles o no vacunadas. “Creo”, dijo el experto que trabaja en el Hospital Italiano, “que ya deberíamos hablar de covid-22 y el ‘modo pandemia’ ya fue”. Para Cámera “estamos en una epipandemia, con una situación de personas que vuelven a contagiarse el SARS-Cov-2, pero que lo atraviesan con síntomas menores”. El modelo actual apunta a que seguiremos registrando brotes pero que serán cortos y causando síntomas similares, o más leves, que una gripe. Eso siempre y cuando el contagiado esté inmunizado con las vacunas y refuerzos. Además, todo indica que deberán ser, al menos, las bivalentes. Según Cámera, “podríamos decir que hoy casi toda la población de los países occidentales, alrededor del 95%, tuvo al menos un episodio y casi todos son recontagios. Esto también suma a que la tasa de mortalidad sea baja y se haya vuelto una enfermedad de pocas complicaciones. De hecho, en los últimos meses, Europa y EE.UU. volvieron a registrar alta mortalidad por enfermedades respiratorias. Pero los análisis mostraron que era por influenza y enfermedad sincitial respiratoria, que ahora también está afectando a la tercera edad. En otras palabras, el covid tiene asociada en este momento una mortalidad menor a la de la gripe. —¿Qué pasará con la vacuna? —Tendremos que darnos un refuerzo anual, de alguna bivalente. Debería sumarse al calendario obligatorio y posiblemente haya que priorizar a qué grupos de riesgo ofrecerlas ya que tal vez no sea necesario vacunar, como ahora, a toda la población. —¿Qué aprendimos de la pandemia? —De esta catástrofe contemporánea los médicos aprendimos a gestionar mejor a los pacientes y la logística de la práctica profesional. También a coordinar los esfuerzos de los equipos. Y mejoramos temas de epidemiología. Por ejemplo, comprobamos que los registros de mortalidad de muchos países –incluso desarrollados– eran muy malos. Argentina tuvo errores cercanos al 10%, pero en Canadá o EE.UU., llegaron al 30%. —¿Dejamos algo afuera? —Creo que perdimos una oportunidad grande para repensar temas de salud pública. Por ejemplo, ya no se habla de mejorar los sistemas de ventilación de ambientes cerrados donde se juntan personas ni cómo hacer más accesible y universal el uso de filtros de aire de calidad. También tendríamos que ser capaces de poder usar barbíjos, en lugares cerrados, con mucha gente apiñada, o en momentos de alta circulación. Si pudiéramos cambiar estas cosas, no solo habría menos Covid, también disminuirían otras enfermedades infecciosas respiratorias.   Todo lo que se podría haber hecho de otra manera en la pandemia Algo que Cámera resalta con tristeza es que “acá y en el mundo los médicos y la comunidad de salud no recibieron el reconocimiento social –ni económico– que se merecía por haber estado en la primera fila. De hecho, eso llevó a que muchos trabajadores y colegas hoy se estén alejando de la profesión. Esto, que quedó en el debe, no fue un tema exclusivo de un gobierno, sino que quien no concretó ese reconocimiento que muchos esperábamos fue la sociedad”. Por otra parte, llama la atención que hubo en los últimos tres lustros muchos indicios de que podía llegar una pandemia. “Pero no lo tomamos en serio. Si lo hubiéramos hecho, las vacunas podrían haber aparecido mucho antes. También pasó que a ciertas instituciones les costó cambiar sus paradigmas, como pasó con la OMS y su visión sobre la forma de contagio. Me parece que por cierto “ego” corporativo no lograron estar a la altura de las circunstancias y se tardó demasiado en aceptar que las evidencias apuntaban a otra cosa. De ahí tenemos que sacar un aprendizaje para el futuro”.

Enrique Garabetyan

  Balance de la pandemia  ◆ La pandemia fue la mayor crisis sanitaria de los últimos cien años. ◆ El 95% de la población argentina ya se contagió o recibió sus vacunas y refuerzos. ◆ El coronavirus provocó más de 130 mil fallecidos en Argentina. ◆ Faltó un reconocimiento social y económico a la comunidad médica que estuvo en primera fila durante los meses de crisis. ◆ Al menos 41 millones de argentinos iniciaron su esquema de vacunación. ◆ Un grupo de investigadores del Conicet está haciendo la fase II/III de una vacuna “argentina”.

«¿Nuevas amenazas o viejas doctrinas?»

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Reproducimos esta columna de Juan Martín Paleo, Jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas Argentinas. No se trata de un tema vinculado a la producción Argentina pero si es fundamental hoy para nuestra nación.

Cada tanto, en la Argentina, ante sucesos mediáticos se reabre el debate del empleo de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) en cuestiones de seguridad vinculadas al narcotráfico y crimen organizado que son caracterizadas como nuevas amenazas. El sustento teórico de esa doctrina de empleo radica en los supuestos de que los conflictos interestatales se han terminado y que post 1990 las amenazas provienen principalmente de grupo no estales armados que se financian con las actividades provenientes del narcotráfico y del crimen organizado. De este modo, no tendría sentido tener FF.AA equipadas y adiestradas para repeler amenazas estatales militares externas, sino que habría que reconvertirlas para lidiar contra las redes globales de narcotráfico, crimen organizado y grupos irregulares armados transnacionales. El propósito de este artículo es demostrar la concepción de empleo de las FF.AA contra las nuevas amenazas es una doctrina errónea que llega tarde, cansada y pasada de moda a nuestro país. Es preciso aclarar que no es el rol de este Estado Mayor Conjunto (EMCO) opinar sobre el marco normativo vigente que regula el empleo del instrumento militar, sino tal como lo establece el decreto reglamentario 727/06 emitir un asesoramiento técnico y profesional desde el nivel estratégico militar sobre qué tipo de misiones el instrumento militar está en condiciones de cumplir y para cuáles no es apto.

Nuevas amenazas y el pasado de una ilusión

Toda concepción responde a la época en la que fue escrita. La doctrina de las nuevas amenazas fue concebida en un mundo unipolar donde los EE.UU. eran como afirmaba Samuel Huntington la “superpotencia solitaria”. En ese orden internacional el conflicto entre Estados era altamente improbable por la abismal diferencia del balance de poder militar existente. Algunos autores más audaces se animaban a vaticinar el fin de la historia donde prevalecería para siempre un orden liberal estable que sólo se vería amenazado por “Estados paria” y algunos grupos armados irregulares (financiados por actividades ilegales) que cuestionarían a dicho orden internacional. En ese contexto tenía su lógica repensar el rol de las FF.AA para combatir las nuevas amenazas y participar en “coaliciones de voluntarios” para intervenir en aquellos escenarios donde hubiese una amenaza a la paz internacional.

Muy pocos analistas como Cristopher Layne (The unipolar illusion. Why great powers will rise,1993) y Stephen Walt (Never say never. Wishful thinking on democracy and war, 1999) se animaron a cuestionar ese diagnóstico que por más de una década fue hegemónico. En esa misma línea fue John Mearsheimer (La tragedia de las grandes potencias, 2001), él que quizás desarrolló el argumento teórico mejor fundamentado empíricamente de porque el conflicto armado interestatal sigue siendo una posibilidad vigente y relevante. Para dicho autor, mientras el mundo siga siendo anárquico (no en un sentido de caos, sino de ausencia de un ente que posee el monopolio legítimo de la fuerza a nivel global) y los Estados deseen sobrevivir van adquirir capacidades militares para defenderse. Como las grandes potencias nunca pueden estar seguras de las intenciones de las otras grandes potencias, tienen fuertes incentivos estructurales para incrementar en forma permanente sus capacidades militares y atacar primero cuando surja una oportunidad favorable. Tal como lo afirmaba Paul Kennedy en Auge y caída de las grandes potencias (1987) el hegemón global tiende a desgastarse mediante el fenómeno de hiperexpansión al tratar de mantener su supremacía interviniendo en todas las regiones del mundo. Frente a ese desgaste, sus rivales intentan sacar provecho acrecentando su poder e interviniendo en sus áreas de influencia. Yendo de la teoría a la práctica el lector podrá sacar sus propias conclusiones de qué está ocurriendo y porque están ocurriendo los conflictos en Medio Oriente, Europa del Este y la dinámica de la geopolítica del Sudeste Asiático.

Vale destacar que ante la situación actual muchas voces militares y políticas de países de occidente del primer mundo lamentan la pérdida de capacidades para enfrentar una guerra convencional por haberse dedicado por más de 20 años a combatir al terrorismo y las nuevas amenazas. Frente a este escenario internacional y teniendo en cuenta nuestros recursos naturales altamente demandados a nivel global, la usurpación de nuestros territorios en el Atlántico Sur y la bicontinentalidad antártica, pensar emplear a las FF.AA en detener a un grupo de personas que tiene una cocina de pasta base es un despropósito total.

(Crédito: Franco Fafasuli)(Crédito: Franco Fafasuli)

¿Crisis de misión o falta de visión? La desesperación es mala consejera

Durante la década del 90 y buena parte de los 2000 surgió una literatura que hablaba que las FF.AA en Argentina no tenían un misión (dado que para esta visión los conflictos entre Estados eran cosa del pasado) y por lo tanto no se le asignaban los recursos suficientes. Las razones del largo proceso de desinversión en defensa fueron explicadas públicamente tanto por el ex ministro de defensa Agustín Rossi como por el actual ministro Jorge Taiana. En ningún momento dichos ministros, que además poseen una larga trayectoria en la política argentina, mencionaron la falta de misión de las FF.AA como un factor explicativo del proceso de desinversión. Ese diagnóstico errado de que no había misión para las FF.AA llevó a la desesperación a ciertos sectores que se autoperciben como especialistas en defensa en querer asignarle a las FF.AA la función de combatir al narcotráfico para que le dieran mayor presupuesto. Se quería poner al carro delante del caballo.

Como bien lo demuestra la realidad de las últimas gestiones esa forma de pensar resultó ser errónea. Sin cambiar la misión histórica de las FF.AA en el año 2020 se logró el necesario blanqueó de los salarios incrementando sustancialmente el haber de los retirados. En esa misma línea se acaba de iniciar el proceso de equiparación salarial con las FF.SS y además desde 2020 se dispone por ley de un fondo nacional de la defensa destinado específicamente a recuperar capacidades militares. El EMCO es plenamente consciente que ese proceso es todavía muy incipiente y que se dista en la actualidad de la recuperación de sistemas de armas claves como los cazas polivalentes, submarinos, mecanizados, etc. Estos procesos llevan su tiempo (al menos 10 años para los sistemas más sofisticados) y resulta un factor de éxito la continuidad del otorgamiento de fondos y la continuidad en la ejecución de los planes diseñados. Hoy la importancia de estos primeros pasos es que por primera vez en mucho tiempo se ha logrado revertir la curva descendente del proceso de inversión en capacidades militares incluyendo una recuperación salarial acorde a la importancia de la profesión militar.

Además de lo anterior, lo más grave de todo es la falta de criterio de pensar que la “policialización” de las FF.AA pueda llevar a que las mismas tengan más presupuesto. Si la amenaza a repeler es una banda de narcotraficantes no se necesitaría contar con submarinos, corbetas, cazas de 4ta generación, sistemas antitanque o antiaéreos, etc. Si vemos hoy el tiempo y la inversión que está llevando recuperar ciertas capacidades, no es difícil imaginar lo prácticamente imposible que supondría revertir una situación en donde las FF.AA hayan sido “policializadas”.

¿Sirven las FF.AA para combatir al narcotráfico y al crimen organizado?

Juan Gabriel Toklatián, uno de los mayores especialistas argentinos en términos de seguridad internacional, ha publicado numerosos estudios comparados que demuestran la inefectividad del empleo del instrumento militar en la lucha contra el narcotráfico y crimen organizado. Básicamente el mencionado académico demuestra que este tipo de amenazas son multidimensionales y que para combatirlas requieren de profundas reformas para mejorar los mecanismos de contralor, reforzar las capacidades de la justicia y las FF.SS, así como también la presencia efectiva del Estado ante situaciones de pobreza y marginalidad. Sería redundante explicar los conceptos que desarrolla claramente Toklatián por lo que este artículo se centrará en las características del instrumento militar que no lo hacen un instrumento idóneo para combatir al narcotráfico.

Juan Martín Paleo, Jefe de Estado Mayor del Conjunto de las Fuerzas Armadas
Juan Martín Paleo, Jefe de Estado Mayor del Conjunto de las Fuerzas Armadas

Las FF.AA cuando operan tratan de concentrar el máximo poder de fuego sobre los objetivos a batir. En un contexto de guerra las FF.AA están autorizadas a realizar fuego letal sobre los objetivos militares. Eso requiere un adiestramiento especial que es muy distinto al de las FF.SS cuyo objetivo no es matar al delincuente, sino prevenir o hacer cesar el delito. Eso implica un uso graduado y proporcional de la fuerza totalmente distinto a la forma de operar que tienen las FF.AA. Es por esto que cuando se utilizan a los militares para detener o combatir a narcotraficantes que operan en las ciudades termina habiendo un número muy alto de daños colaterales a civiles.

La segunda cuestión es el argumento de disponer de más efectivos para combatir al narcotráfico que hoy están ociosos. Como se explicó en otro artículo las FF.AA no están ociosas. Las mismas operan en tiempos de paz adiestrándose permanentemente; ejercen la presencia del Estado en áreas de interés estratégico; disuaden a otros Estados de agredir a nuestro país o coaccionarlo dándole a la Argentina autonomía para decidir su política exterior y fomentan la integración regional interoperando con sus vecinos. Más allá de esto, no siempre una mayor cantidad de efectivos resulta lo mejor para combatir una amenaza. Es propio de una mentalidad del siglo XIX creer que a una frontera se la controla con más efectivos y medios. La experiencia de otros países que despliegan una enorme cantidad de medios y efectivos en sus fronteras terrestres y marítimas y aún así el narcotráfico penetra es una prueba de que esos enfoques no serían los más adecuados. Si la idea es desarticular redes de narcotráfico, más que de brigadas de tanques desplegadas en la frontera se requiere de inteligencia criminal sofisticada y de grupos pequeños de fuerzas especiales de seguridad destinados a neutralizar esas amenazas. Las FF.SS cuentan con personal altamente calificado y profesional para llevar a cabo esas tareas. Las FF.AA además de que está prohibido taxativamente por ley, no saben hacer inteligencia criminal ni allanar bases del narcotráfico. Querer forzar a las FF.AA a realizar ese tipo de tareas sería totalmente contraproducente.

En tercer lugar, el Estado emplea la fuerza bajo los criterios de proporcionalidad y gradualidad. Esto responde a un uso eficiente de los recursos y a principios de derecho básicos que regulan el uso de la fuerza del Estado. Así, la policía provincial o municipal está preparada y equipada para combatir al delito común como pueden ser diverso tipo de robos, vandalismo y situaciones de violencia. Cuando el delito es más complejo (narcotráfico, crimen organizado, trata de personas) e involucra una sofisticación en las bandas criminales que lo cometen, el Estado recurre a las fuerzas federales que cuentan con mayores capacidades (inteligencia, medios y personal especialmente adiestrado) para combatirlo. Emplear a las FF.AA (que tienen medios como tanques, artillería, cazas, destructores, submarinos para enfrentarse a otros Estados) contra el narcotráfico es violar el más elemental sentido común de usar la fuerza en forma gradual y proporcional conforme al estado de derecho.

Finalmente existe la cuestión de los efectos corruptivos del narcotráfico en las agencias del Estado. Es denigrante para el militar suponer que toda la institución se corrompería si se la usara para combatir dicha amenaza. De la misma manera sería injusto poner a todo el personal de las FF.SS y de la justicia en la misma bolsa que aquellos que se han corrompido. Es preciso reconocer el esfuerzo, profesionalidad y abnegación del personal de las FF.SS y de la justicia que incluso han dado de su propia vida para proteger nuestra seguridad. Sin embargo, los militares debemos ser humildes y admitir que no somos ni peores ni mejores que el resto de la sociedad y que es altamente factible que una minoría se pueda llegar a corromper con los efectos perniciosos que eso trae para la institución. Sumar un problema más sin beneficios concretos para la lucha contra el narcotráfico simplemente no tiene sentido.

Conclusiones

Nadie puede discutir la gravedad del problema del narcotráfico y sus efectos perniciosos en la sociedad tanto en Argentina como a nivel global. Pero la legítima demanda de la sociedad de dar respuesta a este flagelo no puede conducir a pedir a las FF.AA que hagan algo para lo cual no están preparadas. Académicos serios mediante estudios rigurosos demostraron que las FF.AA no han sido eficientes cuando se las empleo contra el narcotráfico y cuyos efectos han sido totalmente contraproducentes en términos de desprofesionalizar a las FF.AA para su misión de disuadir y repeler una amenaza militar estatal extranjera. Más útil que emplear a las FF.AA contra el narcotráfico es apoyar a los programas sociales para jóvenes con problemas de adicción como los que lleva adelante el Padre Pepe Di Paola mediante los Hogares de Cristo o los programas integrales de talleres de oficios que llevan a cabo los jesuitas en Quilmes Oeste con el Padre Fabio Solti s.j.

Tal como lo señala la Directiva Política de Defensa Nacional existe una competencia geopolítica actual de alta intensidad en donde los conflictos interestatales han recobrado su protagonismo. Argentina posee lo que muchas potencias les interesa poseer energía, comida y otros recursos naturales estratégicos. Suponer que no es necesario tener FF.AA para defender esos recursos y estar preparadas para los desafíos del siglo XXI representa un riesgo enorme para la seguridad y desarrollo del país.

El EMCO ha finalizado y actualizado el planeamiento para el diseño equipamiento y doctrina de las FF.AA de acuerdo al marco legal vigente y los desafíos del siglo XXI. Este plan junto con el FONDEF constituyen los cimientos sobre los cuáles se reconstruirán las FF.AA. Para que ello suceda requiere de la continuidad de la ejecución de los planes diseñados por parte de la conducción política y militar que nos sucedan. Desviarnos de ese curso de acción con doctrinas anacrónicas e ineficientes no suma para la defensa nacional y nos deja muy vulnerables para los riesgos y amenazas que presenta el siglo XXI.

La saga de la Argentina nuclear – XLI

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Cuando la actividad nuclear argentina está en riesgo, queremos repasar algunos momentos del largo esfuerzo que la construyó Los anteriores capítulos de la saga estan aqui Diferencias entre basura, combustible y bombas nucleares.
Piletón de enfriamiento de combustibles gastados de Atucha I. La luz azul, radiación de Cerenkov, muestra su intensa radioactividad. El asunto es que el 96% del inventario  de uranio 235 que tenían estos combustibles cuando nuevos, ahora que están gastados sigue sin quemar. Las especies radioquímicas artificiales de muy larga vida media que albergan también son combustibles nucleares aprovechables, si se las reprocesa. O basura radioactiva de larguísima vida media, y además voluminosa, en caso contrario. ¿Qué destino lógico deberían tener?
La CNEA, esa jabonería nuclear de Vieytes, esa crepitante cripto-democracia protegida de los milicos por los propios milicos desde 1950, fue lo primero que los milicos trataron de matar, en 1976. Nuestros hombres de armas no soportan sus propios éxitos, cuando se les salen de control. Pero la saña de secuestros, torturas y ejecuciones que se abatió sobre el área de “Repro”, que había empezado a ampliarse por orden directa de Perón, me lleva a suponer qué país en particular estuvo detrás del desbande de ese sector cuando llegó El Proceso. También me lleva a asombrarme del papel jugado por Castro Madero en algunas de las posteriores reapariciones y reparaciones. Para entender la historia, o al menos tratar de hacerlo, hay que discutir un poco el término de basura nuclear “de alta”, la que genera el quemado del uranio 235 en centrales y reactores. Son basura indiscutida algunos productos de fisión industrialmente inútiles (por ahora) que contienen los combustibles gastados en sus pastillas de cerámica de uranio. Me refiero fundamentalmente al Cesio 137, el Iodo 131 y el Estroncio 90, los que fueron de mayor impacto ambiental a distancia en los accidentes de centrales: Chernobyl en 1986  y Fukushima en 2011. Ésas y otras especies radioquímicas del combustible gastado califican como “productos de fisión”, lo que quedó de átomos de uranio 235 estallados por el impacto de neutrones. Los productos de fisión son radiotóxicos duros pero tienen vidas medias bastante aceptables, tirando a décadas. Califican como basura “de alta” por la intensidad de su irradiación y por el calor que emiten cuando recién se los ha extraído del núcleo de la central. No se puede hacer nada con ellos salvo apartarlos del medio ambiente bajo agua y en confinamientos múltiples, cajas dentro de cajas, y esperar que se vayan “enfriando” en el doble sentido de la palabra: radiológico y térmico. Sin embargo, otras especies que uno encuentra en el combustible gastado, en cambio, resultan buenos combustibles. Son los actínidos, y los más interesantes son los plutonios, familia de isótopos que va desde el 227 al 247, casi todos con vidas medias largas (alrededor de 7000 años haciendo promedios groseros que lograrían mi expulsión de cualquier foro de radioquímicos). Hay 3 terriblemente duraderos: el plutonio 239, con 24.110 años, el 242, con 373.000 años, y el 244, con (agarrate, Catalina) casi 81 millones de años. Son todos contenciosos para cualquier ecologista (incluido quien firma estas sentidas palabras). De yapa, el plutonio 239 sirve para fabricar bombas nucleares de todo tipo. De modo que los actínidos y transuránidos califican como El Megombo Perfecto en dos categorías: “Política Ambiental” y “Frente Diplomático”. Lo que sucede es que el problema de unos pocos países es una solución para una mayoría de otros países. A la fecha de hoy decenas de estados-nación con centrales nucleares reprocesan sus combustibles en instalaciones especiales de Francia, Gran Bretaña, Rusia, Japón y la India. Los mencionados y todos sus clientes reciclan el uranio 235 sin quemar y todos los isótopos del plutonio en nuevos combustibles nucleares reciclados llamados MOX, Mixed Oxides, hechos de “óxidos mixtos” de uranio y plutonio. Si el diablo es longevo (y algunos plutonios lo son en extremo) mejor quemarlos: se los vuelve productos de fisión y se los hace desaparecer del medio ambiente, amén del mercado ilegal de armas. Reciclando combustible nuclear, se le saca un plus de energía de un 30%, mínimo. De acuerdo a qué tipos distintos de combustibles MOX uno haga, y en qué clase de plantas los queme, y cuántas veces los reprocese, hay más energía aprovechable en la llamada basura nuclear que en el combustible virgen. En cuanto a los productos de fisión, libres de estas dos familias químicas, su volumen se reduce a un quinto y su vida media a menos de un siglo, lo que abarata mucho su confinamiento geológico definitivo. Los EEUU, en tiempos de Jimmy Carter, sentaron la doctrina de que hay que enterrar enteros e intactos los manojos de combustibles tal como salen de la central, tras darles unos años de pasaje por piletones de enfriamiento para que se vuelvan manipulables, cosa de luego mandarlos tal como están a repositorio geológico. ¡Hasta la eternidad, y más allá! Esto EEUU lo hace para dar muestras de virtuosismo pacifista a nosotros, el resto de las naciones, tan sotretas. Nos muestra cómo no ellos reprocesan plutonio. Lo que es lógico, ya que fabrican todo el plutonio 239 que necesitan para sus bombas en unidades especiales, reactores plutonígenos militares llamados eufemísticamente «Production Facilities». Como EEUU cerró 2022 en posesión de un stock de 5428 armas nucleares con carozos de plutonio salidos mayormente de Production Facilities, lo de no reprocesar combustible de centrales nucleoeléctricas es pura santurronería pelotuda. Al cuete, porque el combustible quemado de centrales sobreabunda en especies del plutonio que bien se podrían usar para producir energía (la 240, la 241, la 242 y sigue la lista) pero que son militarmente inútiles por hiperfísiles, por demasiado radioactivas como para manipularlas y transportarlas, o por ambas cosas. Pagada muy cara, la santurronería, porque el volumen de manojos de combustible nuclear quemado por las 104 centrales que supieron tener los EEUU ya excede las 90.000 toneladas. Más que la masa, es el volumen es que excede varias veces el del repositorio geológico federal de Yucca Mountain, Nevada. Si ese desértico estado no se negara desde hace ya décadas a la habilitación de esos túneles, la basura nuclear no cabría en los mismos. Perdón por llamar «basura» a sustancias que todavía retienen el 90% de su potencial energético sin aprovechar. En fin, que como sucede con muchas de sus políticas internas, EEUU está convencido de que este disparate de Jimmy Carter los demás países del mundo debemos adoptarlo como ley propia. Los rusos, que tienen 5977 armas nucleares, reprocesan por una razón muy simple: «No enterramos oro», dicen. Hay más uranio 235 para reciclar en las «colas» de uranio empobrecido: es el descarte del proceso de enriquecimiento, que consta del isótopo presuntamente inútil, el 238, en cantidades casi puras. Y hay otros actínidos en el combustible gastado con valor energético potencial. Son el laurencio, el torio, el protactinio, del propio uranio y los transuránidos menos frecuentes, como el neptunio, el americio y el cerio. Todos ellos pueden integrarse a combustibles MOX y quemarse en reactores rápidos de cuarta generación llamados «breeders», o «regeneradores», bastante distintos de los PWR o PHWR que hoy dominan la industria. Hubo décadas de experimentación con «breeders» de variadas tecnologías, en la vieja URSS, en Francia y en Japón, pero las dificultades tecnológicas del enfriamiento con sodio líquido, muy corrosivo e inflamable al sólo contacto con oxígeno, hasta ahora terminaron en el cierre anticipado de las plantas. La única que por ahora parece exitosa es el BN-800 de la planta de Byeloyarsk, Zarechny, en la provincia de Sverdlovsk, activa desde 2014 y en potencia nomial desde 2016 (entrega casi 800 MWe a la red). El combustible es un MOX clásico, hecho de cerámicas de óxidos mixtos, con un 20,5% de plutonio y un 79,5% de uranio 238, el que en los reactores comunes es inútil. Claramente la tecnología breeder deberá seguir rumbos parecidos al del BN-800. Este reactor lo planificó la URSS para demostrarle a los EEUU, en el marco de los tratados de desarme SALT II, que los camaradas podían eliminar plutonio militar. Pero teóricamente un breeder puede mucho más que eso. Lo interesante del quemado de un breeder es que la fuente principal de energía de las centrales nucleares futuras saldría de sus desperdicios: el combustible quemado por una parte, y las colas de enriquecimiento, formadas casi enteramente por uranio 238, el considerado no físil, por otra. Eso a la larga llevaría a una economía circular del plutonio y a la suspensión de la minería de uranio virgen. ¿Demasiado bueno para creerlo? Por ahora el BN-800 parece estar funcionando bien. Algunos actínidos, como el rarísimo plutonio 238, hasta dan más energía que el propio uranio 235, el isótopo combustible por excelencia. Que los combustibles gastados tengan un 96% de su carga inicial de uranio 235 intacta y además algunos actínidos “de regalo”, muestra una sola cosa. Y es que mandar el combustible gastado a repositorio geológico “ad aeternum”, como hacen y mandan a hacer los EEUU es enteramente idiota. Para decir lo mismo que los rusos, tanto como lo sería para YPF el enterrar petróleo y gas vírgenes. Vale la pena repetirlo, porque casi no es creíble, pero es cuadradamente cierto. Esto lo hacen los EEUU por decisión de Jimmy Carter “para dar el ejemplo moral” al resto del planeta y evitar que se genere una economía circular del plutonio civil. Justo ellos, los principales productores de plutonio del planeta (aunque sólo con fines militares, tranquilos, lectores, es de uso único). Toda una lección de ética diplomática, ahí. Creada, además, por un presidente que era un reactorista nuclear de la US Navy, es decir un tipo muy inteligente y que sabía su física y su radioquímica. Increíble es quedarse corto. Lo único que han logrado los EEUU con esa estupidez es exterminar su programa de centrales nucleoeléctricas, que llegaron a ser 104 en los años de apogeo de su construcción, a mediados de los ’70. Lo liquidaron porque la masa de manojos generados por tantas centrales ya sobrepasa en 20.000 toneladas la capacidad del repositorio federal de Yucca Mountain. Pero si excavaran varios más del mismo tipo en otros estados, el problema del volumen seguiría intratable. Por ahora, el volumen de desechos «de alta» podría ser el de un campo reglamentario de eso que los autodenominados americanos denominan football, de 109,70 x 48,80, lleno de manojos de combustible hasta una altura de 10 metros. Pero todavía quedan 94 centrales nucleoeléctricas funcionando, generan 2000 toneladas/año de combustible gastado, y no es imposible una nueva ola de construcción nucleoeléctrica con plantas de 4ta generación. Por ahora, los yanquis tienen que lidiar con 90.000 toneladas acumuladas desde los años ’50, y contando. Enterrar manojos térmicamente ya fríos conlleva un problema de ingeniería insoluble: radiológicamente, siguen calientes, y seguirán así al menos 10.000 años. Yucca está construida para albergar basura radioactiva de una vida media larguísima, mayor que la de ningún edificio, incluida la pirámide de Khufu en Gizah, Egipto, que cumple 4589 juveniles años. Pero Yucca no es sólo cara sino contenciosa. No hay modo experimental de demostrar que una construcción humana puede ser más longeva que las pirámides, aunque el hecho de ser subterránea la proteja bastante de la erosión, los terremotos y el saqueo. Aún así, con modelos computados que tratan de vaticinar el futuro de un edificio subterráneo dentro de 100.000 años, el público tiene derecho a ponerse escéptico. Nuestra especie, el Homo sapiens sapiens, existe desde hace menos tiempo. Los indios shoshone consideran Yucca Mountain como una violación de la Madre Tierra y piden plata para mitigar la afrenta religiosa, que de todos modos no dejarán que suceda. Pero el problema no se limita a «los indios estaban cabreros»: los gobernadores republicanos de Nevada impiden el uso del repositorio con juicios contra la administración federal demócrata… o viceversa, cuando se invierten los dados. Si uno es político en Nevada y admite ser partidario de Yucca Mountain, firma su suicidio profesional. Pero a los opositores, Yucca les puede pagar toda una carrera política. En semejante despiole legal, ¿qué inversor yanqui va a poner un centavo en nuevas centrales nucleares? Es como instalar una fábrica de automóviles con motor de combustión interna en un país donde el caño de escape está prohibido. Dicho todo esto, volvemos a la Argentina del 28 de marzo de 1976, y al negro destino que estaba por abatirse sobre los expertos argentinos en «repro». Saber que con reprocesamiento hay parvas de combustible sin gastar dentro del combustible gastado era una buena noticia. Sobraban aspirantes a integrar esa futura gerencia: era vista como la más dinámica de la CNEA, y la más llena de promesas para el país y para la carrera de cualquier investigador nuclear. Y por pura necesidad. El reprocesamiento parecía especialmente importante en la Argentina después de 1974, cuando se inauguró Atucha I. Nuestro país tiene una geología más bien avara en uranio, y no es tanto que falte este metal en nuestras viejas rocas graníticas, sino que donde lo hay, está en muy baja «ley». Por ejemplo, la proporción de uranio contra otros elementos, en las rocas del río McArthur, en Canada, llega al 17,88%. Dicho de otro modo, cada tonelada de roca produce 17,88 kg. de uranio. Por más que se trate de uranio natural, la cantidad de isótopo 235 que hay en la roca de un yacimiento tan despampanante hace que la minería ahí deba ser forzosamente robótica. En cambio en la mejor mina de nuestro país, Sierra Pintada, Mendoza, es raro encontrar roca que tenga más de 338 gramos de uranio por tonelada. Las reservas aseguradas argentinas de uranio en 1976 se estimaban entonces en suficientes para unos 40 años, según el consumo de entonces. Pero esos años se acortarían a partir del momento en que entrara en línea Embalse (lo hizo en 1984). Y si después se seguía según planes con un programa de centrales CANDÚ, era inevitable que termináramos importando combustible mucho antes de fin del siglo XX. Lo que era un contrasentido en un Programa Nuclear que primero y ante todo, trataba de darle independencia energética absoluta al país. Hoy, 47 años después del intento de liquidar la capacidad de reprocesamiento argentino mediante el secuestro, tortura y muerte de algunos de sus expertos, sigue siendo cierto que el país necesita esta tecnología. Cualquier país nuclear la necesita. Perdón, cualquier país que quiera ser un país. El resto, puede seguir quemando combustibles fósiles mientras pretende que sus industrias funcionan a viento y sol. Se encontró algo más de uranio en Cerro Solo, Chubut, y por ahora, por ley, no se puede exportar. Eso da un respiro de unos años, porque la demanda internacional va a crecer. No viene mal ahorrarse algunas minas de tajo “a cielo abierto”, máxime tras malas experiencias como la que se tuvo con la firma Sánchez Granel en Los Gigantes, Córdoba, que, agotado el filón, abandonó el sitio lleno de pozas de ácido sulfúrico y metales pesados, entre ellos uranio. De los pasivos ambientales que se hiciera cargo el estado, je. Todavía 5 décadas después la CNEA está tratando de remediar el sitio a bolsillo propio, es decir suyo y mío, lector@. Esto determinó, entre otras cosas, que la provincia de Mendoza cerrara expeditivamente la mina de la CNEA cercana a San Rafael y su planta industrial adyacente, Sierra Pintada. Pese a que la CNEA se encargó de hacer una gestión modélica de los residuos de la planta de concentración de uranio de la vecina Malargüe, también en Mendoza. Como se ve, hoy hay más razones para reprocesar hoy que en 1976, cuando secuestraron a Morazzo y su gente. En estos días todo el interior viene desarrollando una alergia popular antiminera. Eso sucede gracias a la ley que el Superministro Cavallo, en épocas de Menem, le infligió a la Argentina en provecho de las multinacionales, no sin el recaudo de hacerla traducir del inglés. La Argentina ya está importando uranio de Kazajistán para quemar en sus tres solitarias centrales. Si hay que reiniciar la explotación de uranio en Argentina, la CNEA no se topará únicamente con los problemas de minería que dejó desatendidos, y que ahora viene remediando. Sí, tarde, pero viene. Se va a encontrar con los problemas que nos está dejando una caterva de empresas libres por ley de dejarte un megombo ambiental e irse del país una vez que se llevaron el oro, el cobre, la plata y otros metales. Si les hacés juicio, gracias a la ley Cavallo que permite contratos verdaderamente abyectos entre provincias y multinacionales, se firman bajo ley del país de origen de los inversores. Por lo cual la CNEA hoy se encuentra con que otras provincias, como Chubut, adoptan la misma postura que Mendoza. Como si fuera lo mismo llevarse oro gratis a Suiza o a Australia que minar uranio para ponerle todo el valor agregado local que supone hacer manojos de combustibles, y luego sacarle electricidad en el ispa, y para consumo del ispa. La salida a esta situación de encierro es políticamente complicada. Con reprocesamiento y combustibles MOX, una fuente futura de combustible de nuestras centrales pueden ser… nuestras centrales. A la gente de “Repro” le cayeron encima por eso. Podían tener la solución a un problema que en 1976 no existía en absoluto. Pero así como en 1976 sobraban milicos que no se bancaban una CNEA en asamblea, afuera de la Argentina había un país en particular al cual resultaba diplomáticamente intolerable que aquí se hiciera reprocesamiento. ¿Intolerable por qué? Porque es una tecnología química que te da acceso a plutonio. Si le sumás un reactor plutonígeno chico, y para nuestro país serían bastante fáciles de hacer, tenés un programa nuclear bélico. Fuera de ello, la independencia tecnológica nuclear argentina no le convino nunca a los EEUU ni la los países europeos en general. Y alineando intereses de embajadas extranjeras y represores locales, volver la CNEA “al orden” era “hacer patria”, entre grandes comillas, y de paso exterminar este desarrollo dual. Dos pájaros de un tiro. Y para probable sorpresa del lector, el vicealmirante Carlos Castro Madero no está entre los culpables, al menos de lo segundo. Déjenme construir mi caso.