Enrique Garabetyan
¿Disfrute o carga? Cuando la encuesta hecha por el Centro de Investigaciones Sociales de la UADE y Voices! indagó sobre el modo de encarar las responsabilidades que tienen los padres y las madres en relación con las actividades escolares de los chicos, resultó que 7 de cada 10 encuestados afirmaron que “disfrutan” al momento de poder ayudar en esas tareas. Mientras tanto, un 12% comentó que era algo que le resultaba indiferente, y el 8% reconoció que es una responsabilidad que podría ser catalogada como una “carga pesada”. Finalmente, el 6% de los participantes confesó que no se ocupa de esas tareas. En cuanto a las diferencias por género, tanto hombres como mujeres afirman, en un porcentaje similar, que disfrutan de encargarse de las actividades escolares de los hijos/hijas. Sin embargo, en el momento de calificar esa ayuda como una “carga pesada”, las mujeres parecen tener un mayor conocimiento de causa, ya que ellas son quienes más reconocen esa realidad como tal (11% vs 5%).Estudio en Argentina: las madres siguen llevando el peso a la hora de afrontar las tareas de la escolaridad
Evidencia genética: La ocupación humana de Sudamérica habría ocurrido hace más de 18 mil años
Un grupo de investigación del CONICET secuenció completamente un conjunto de muestras pertenecientes a linajes nativos del continente y pudo determinar cuándo fueron las primeras poblaciones. Además, el estudio da cuenta del impacto que tuvo sobre aquellos grupos un periodo de cambio climático acontecido cerca de 12 mil años atrás
El poblamiento de América es el eje de un interesante e incesante debate desde hace décadas, y aún hoy las preguntas sobre cuándo y dónde se establecieron con certeza los primeros grupos humanos permanecen abiertas. Las hipótesis son varias: el modelo conocido como teoría Clovis postula que los asentamientos iniciales tuvieron lugar hace alrededor de 13 mil años con la cultura Clovis en América del Norte; otro modelo, que es el que actualmente reúne mayor evidencia, propone que el ingreso a América fue 18.500 años atrás, pero la llegada a América del Sur se dio muchos miles de años después; y una tercera vertiente, que cuenta con varios sitios arqueológicos que la refrendan, ubica la llegada de los primeros humanos a Sudamérica hace más de 18 mil años. Esta última tendencia acaba de cobrar mayor fuerza gracias a un estudio genético realizado por un equipo de investigación del Instituto Multidisciplinario de Biología Celular (IMBICE, CONICET-UNLP-CICPBA) y publicado en la prestigiosa revista científica Plos One.
Estudiantes Argentinos crearon un sistema satelital de alerta temprana de incendios
Las imágenes de campos, bosques y pastizales prendiéndose fuego, animales huyendo, viviendas quemadas y personas llorando porque lo habían perdido todo conmovieron profundamente a Alexander, Joaquín, Franco y Ulises, que en 2019 cursaban el último año en la escuela técnica ORT de la ciudad de Buenos Aires. Y decidieron, para su trabajo práctico final, presentar un proyecto de “uso de imágenes satelitales para prevenir incendios”.
Por entonces, Alexander Bodner, Joaquín Chamo, Franco Rodriguez Viau y Ulises Lopez Pacholczak, fundadores de Satellites On Fire, no se imaginaban que iban a terminar creando una empresa y firmando acuerdos con la NASA para analizar imágenes de sus satélites; y con municipios, empresas agropecuarias y centrales de bomberos para prestar sus servicios. Lo cierto es que, terminado el colegio, en 2020 cada uno empezó una carrera universitaria, pero siguieron en contacto para mejorar el proyecto y llevarlo a la práctica. “Diseñamos un software que procesa imágenes de cuatro satélites de órbita baja que giran alrededor de la Tierra y pasan cuatro veces por día por el territorio de Argentina; y las complementamos con las de dos satélites geoestacionarios que acompañan la rotación terrestre y apuntan siempre al mismo lugar. De este modo tenemos información todo el tiempo”, explico en una entrevista a Télam-Confiar Franco Rodriguez Viau (19), actual estudiante de Ingeniería en Inteligencia Artificial y CEO de la compañía. “La tecnología satelital es muy nueva, siempre está avanzando. Alguien que no sabe tanto puede meterse, empezar a jugar y a probar, y terminar ayudando y salvando vidas”, dice Rodriguez Viau. Para analizar las imágenes -que son de acceso libre-, generaron acuerdos tanto con la NASA como con la agencia NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration). Y se concentraron en el diseño de una plataforma que, a partir de las imágenes satelitales, envíe alertas tempranas de incendios en el territorio argentino.
Del trabajo práctico al emprendimiento
Un desafío adicional para este equipo de jóvenes emprendedores fue el de conformar una empresa desde cero, habiendo recién salido del secundario y sin experiencias laborales previas. “Participamos y ganamos en varios concursos de emprendedores (entre otros, el concurso Innovar del Ministerio de Ciencia, el desafío Impact Apps de la firma Open Space y el 100K Latam, un concurso que organizan el ITBA (Instituto Tecnológico de Buenos Aires) y el MIT (Massachussets Institute of Technology) y siempre éramos los más jóvenes. Para lograr la confianza de clientes y socios, lo más importante fue la opinión y las referencias de nuestros usuarios”, afirma. “Hay historias conmovedoras, un productor agropecuario de Corrientes nos contó que estaba a 100 kilómetros de su campo cuando recibió el alerta de incendio y pudo llegar a apagarlo. Un bombero voluntario nos agradeció que el aviso les llegó varias horas antes de recibir la comunicación oficial del incendio, y así lograron intervenir antes de que el fuego causara enormes daños”, cuenta.
Incendios intencionales con impacto ambiental
Según datos del Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF) que depende del ministerio de Ambiente, “el 95% de los incendios son producidos por intervenciones humanas”. Entre las principales causas están las quemas de pastizales y bosques para hacer ganadería y agricultura intensivas, o “despejar” terrenos para “desarrollos inmobiliarios”; otras causas importantes son las colillas de cigarrillo mal apagadas y las fogatas. Los factores climáticos como la sequía, las altas temperaturas, así como las heladas y los vientos fuertes contribuyen a la rápida propagación del fuego.
La saga de la Argentina nuclear – XXXVI
- La hora de los tubos

Daniel E. Arias
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Experimentan en gran escala la semana laboral de 4 días
Charlotte Lockhart, empresaria de Nueva Zelanda, fundó la organización que hizo el programa piloto del Reino Unido para reducir la semana laboral a cuatro días, el mayor del mundo hasta ahora.
A finales de 2017, Charlotte Lockhart, una empresaria de Nueva Zelanda, empezó a hablar con su marido de cómo mejorar la productividad después de leer un informe sobre lo baja que era en el Reino Unido. La empresaria tenía su propia compañía de gestión de herencias y pensaron en cómo la vida diaria de las personas afecta a su trabajo. Se preguntaron qué pasaría si le dieran un día libre a sus empleados para resolver las tareas administrativas o familiares habituales. Así hicieron un experimento con su compañía y pidieron a académicos que evaluaran los cambios. Fue un éxito y otras empresas y gobiernos empezaron a llamarles. Con la ayuda de una economista y profesora de Sociología del Boston College, Juliet Schor, desarrollaron un programa de opciones y seguimiento, y lanzaron una organización sin ánimo de lucro aparte dedicada a hacer programas piloto de la semana laboral de cuatro días, 4 Day Week Global. Acaban de terminar el mayor experimento hasta la fecha, en Reino Unido, con unos 3.000 trabajadores y 61 empresas. El resultado es halagüeño: con un día menos de trabajo –o menos horas distribuidas durante varios días– y el mismo sueldo, los empleados están más satisfechos, cumplen con el trabajo y las empresas ganan lo mismo o más, ahorran costos y retienen talento. Después de seis meses de experimento, todas las compañías menos tres van a seguir con el nuevo horario. Ahora 4 Day Week Global está haciendo un programa piloto en Europa y otro específico en Portugal. La empresaria cuenta que está recibiendo solicitudes en particular de España, Italia y Alemania. Su proyecto se financia con lo que cobra por gestionar la prueba y Lockhart dice que está a punto de no costarle dinero. -¿Qué tipo de negocios o sectores son más aptos para la semana de cuatro días? -Puedes hacerlo fácilmente en oficinas. Es fácil pensar en cómo organizar reuniones y ser más eficiente. Pero, curiosamente, tenemos muchas organizaciones que se dedican a la industria manufacturera, la hostelería o la atención de la salud que están teniendo éxito con esto, porque en esos sectores la eficiencia proviene de la parte de producción, a menudo de cosas sencillas: por ejemplo, si queremos ahorrar tiempo, tenemos que reducir la distancia a pie en una planta. La otra cosa que sucede en esas situaciones es que a menudo ese tipo de sectores ya gestionan turnos. Por eso la idea de cambiar la forma en que se usa el tiempo no es un concepto tan extraño para las personas que ya están trabajando por turnos. Curiosamente, hemos descubierto que las personas asalariadas que están acostumbradas a ir a la oficina son las que a veces luchan contra el cambio de horarios porque están acostumbradas a una semana laboral muy estándar y desarrollan hábitos alrededor de ella. A pesar del beneficio de reducir el tiempo de trabajo, tener un día libre completo, entrar más tarde o salir más temprano supone un poco de esfuerzo porque es cambiar hábitos personales. -¿No es más difícil para la sanidad u otros servicios esenciales como el transporte donde estamos viendo falta de personal? -Lo interesante de la conversación es preguntarse por qué falta personal en este momento. Tenemos la misma población y la misma economía. Nada ha cambiado realmente. La cuestión es dónde elige trabajar la gente. Las personas eligen no trabajar en el cuidado de la salud porque no se sienten valoradas allí y eso hace que se quemen. Uno de los mayores gastos para el sistema de salud es capacitar a sanitarios y que luego se vayan porque ya no pueden más. Si podemos alentar a nuestros sanitarios a que se queden porque no los quemamos, eso es un ahorro. Uno de los mayores costes en el cuidado de la salud es cuando los sanitarios se ponen enfermos y hay que cubrir sus bajas. Si reduces ese coste es un ahorro enorme y consigues una fuerza laboral más estable. La otra cosa que se debe considerar con la atención médica en particular es la calidad de la atención que estás recibiendo si las personas que te atienden están agotadas en comparación con la calidad de la atención que recibirás si están descansadas y por lo tanto con una salud mejor. Si están mejor, también estará mejor el paciente. Y eso tiene un beneficio económico para todo el país porque hay menos enfermos. Hay una diferencia si alguien te diagnosticó rápido y bien o si no te tuvieron mucho tiempo en el hospital esperando a que alguien te diera el alta, ocupando una cama y aumentando el riesgo de contagiarte de otra cosa si eres mayor… Hay que replantearse cómo gestionamos a nuestra gente y nuestra atención hospitalaria en gran medida en función de la cantidad de tiempo que le dedicamos. Uno de los mayores gastos para el sistema de salud es capacitar a sanitarios y que luego se vayan porque ya no pueden más. Si podemos alentar a nuestros sanitarios a que se queden porque no los quemamos, eso es un ahorro -¿Puede haber más desigualdad porque algunos sectores ofrecerán más flexibilidad laboral y menos horas de trabajo a la semana y otros no? -Es una muy buena pregunta. Por supuesto, la desigualdad existe ahora y existía antes de la pandemia. La mano de obra simplemente no es igual. Puede haber un aumento de la desigualdad en el corto plazo, pero la ganancia a largo plazo de poder reducir el tiempo de trabajo valdría la pena. Cuando hablo con grupos de mujeres y les pregunto “¿cuántas habéis negociado una semana de cuatro días al volver al trabajo?”, muchas levantan la mano. “¿Vuestro sueldo se redujo al 80%?”. Levantan la mano. “¿Pero habéis hecho el 100% del trabajo?”. Y una vez más la levantan. Yo les digo que si eres una mujer profesional tienes que negociar y reivindicar tu valor porque si tú no lo haces la persona que limpia tu oficina por la noche no tendrá las mismas oportunidades. Y las empresas quieren hacer esto. Esta es una iniciativa que, en términos generales, está siendo impulsada por las empresas en primera instancia. En última instancia, el Gobierno se sumará, la sociedad se sumará y presionaremos por una nueva norma. Incluso en la semana laboral de cinco días, las desigualdades para las personas que limpian las oficinas por la noche existen. A menudo tienen dos o tres trabajos. ¿Y si lo planteamos para que también tengan más tiempo libre? Puede que esas personas sigan trabajando más, pero ¿cómo ponemos el punto de referencia para que la gente sepa que el beneficio puede ser igual para todos? -¿Los gobiernos deberían involucrarse en la regulación de una semana laboral más corta? -En este momento, los gobiernos pueden apoyar los programas piloto. Por ejemplo, lo que estamos haciendo con Portugal es que el Gobierno está aplicando un programa piloto para analizar la idea de la semana laboral reducida y a través de eso evaluar cuáles son los aspectos legislativos que deben tener en cuenta. ¿Necesitan legislar para una semana de horas reducidas o pueden ayudar a las empresas a reducir el tiempo de trabajo de otras maneras? Me refiero a la legislación sobre los días festivos, las horas extras y la jornada laboral. En la mayoría de los países donde no se apoya a las empresas a reducir el tiempo de trabajo hay un marco laboral que se puede ajustar. El primer paso sería evaluar la legislación que ya tienen e intentar hacer mejoras para que si una empresa reduce el horario no sea penalizada. En Portugal el Gobierno está aplicando un programa piloto para analizar la idea de la semana laboral reducida y a través de eso evaluar cuáles son los aspectos legislativos que deben tener en cuenta -¿Ha encontrado diferencias entre países en términos de aceptación o la forma en que eligen hacer sus pilotos? -No mucho. Nuestros pilotos son relativamente flexibles para que las personas elijan cómo quieren hacerlo. Pero todos tienden a seguir un marco estándar porque el marco funciona. Las diferencias se reducen al idioma y hábitos culturales. Ahora tenemos un piloto en Sudáfrica, que tiene una economía muy diferente y donde los problemas giran en torno al desempleo juvenil, el bienestar y el lugar de trabajo. En el Reino Unido, la conversación es sobre el bienestar en el lugar de trabajo, pero también sobre la mejora de la productividad.
Guerra de los chips: Historia y límites de la nueva arma economica de Estados Unidos
El 7 de octubre, un funcionario estadounidense publicó 139 páginas de normativa en un sitio web llamado Registro Federal. En toda Asia Oriental, de Taipei a Nanjing, los ejecutivos de semiconductores entraron en pánico. El gobierno estadounidense reclamaba jurisdicción sobre cada línea de código o pieza de máquina que hubiera pasado por Estados Unidos, y sobre las actividades de cada ciudadano estadounidense, en cualquier lugar del planeta. Las empresas que utilizaban código, equipos o personal estadounidense para fabricar chips informáticos avanzados destinados a China tenían que dejar de hacerlo, so pena de infringir la ley.
Fue una salva de la nueva arma económica favorita de Estados Unidos, la Foreign Direct Product Rule (FDPR). Mientras que algunas sanciones utilizan como arma la ubicuidad del dólar para infligir daño impidiendo que los objetivos lo utilicen, la FDPR intenta utilizar como arma la ubicuidad de la tecnología estadounidense. Permite al gobierno reclamar jurisdicción sobre casi todas las fábricas de chips del mundo, porque casi todas contienen herramientas estadounidenses difíciles de sustituir. TSMC, un fabricante de chips taiwanés, dejó de vender chips avanzados a clientes chinos inmediatamente.
La FDPR se ha convertido en una de las armas más importantes del arsenal estadounidense para la competencia tecnológica con China. Un grupo de presión republicano llama a la Oficina de Industria y Seguridad, la agencia que lo administra, «la punta de la lanza». Jóvenes expertos en política estudian una materia que hace tres años habría provocado bostezos: la legislación sobre el cumplimiento de las normas de exportación.
Esta forma radical de control extraterritorial de las exportaciones no es nueva. El concepto se redactó en 1959. Pero solo en la última década ha pasado de ser una curiosidad normativa a un arma económica de primera línea. A principios de la década de 2010, Kevin Wolf, entonces en el Departamento de Comercio, redactó las dos primeras normas de control de exportaciones que utilizaban la idea. Restringían la exportación a China de productos fabricados con tecnología estadounidense desde cualquier parte del mundo si iban a utilizarse con fines militares o para construir satélites.
Mientras tanto, Estados Unidos también estaba construyendo un caso contra Huawei, un floreciente fabricante chino de equipos de telecomunicaciones del que sospechaba desde hacía tiempo que violaba el embargo y que era un conducto para el espionaje del Gobierno chino. El malestar con las proezas tecnológicas chinas se acentuó con la llegada a la Casa Blanca de los halcones chinos de la administración Trump a principios de 2017.
Solo en mayo de 2019, tras el fracaso de las conversaciones comerciales con China, la administración Trump recurrió a los controles de exportación para atacar a Huawei. Colocó a la firma en una lista de empresas a las que es ilegal exportar tecnología desde Estados Unidos, conocida como la Lista de Entidades -hasta entonces utilizada principalmente para empresas fantasma y frentes terroristas-. Huawei se consideraba ahora una amenaza para la seguridad nacional.
Las compras de tecnología estadounidense por parte de Huawei fueron lo suficientemente importantes como para que a las empresas les mereciera la pena estudiar los detalles. Descubrieron que seguía siendo legal suministrar tecnología estadounidense a Huawei si se enviaba desde fuera de Estados Unidos. Muchas empresas tecnológicas simplemente siguieron suministrando a Huawei a través de instalaciones en el extranjero, siguiendo la letra de la ley.
Esto no solo enfureció a la administración Trump, sino que también molestó a las empresas que fabricaban productos en Estados Unidos. La inclusión de Huawei en la Lista de Entidades les discriminaba. Los fabricantes de chips estadounidenses empezaron a presionar para que se introdujeran cambios. Si se podía impedir que las empresas utilizaran tecnología estadounidense para suministrar a Huawei desde cualquier parte del mundo, las operaciones con sede en Estados Unidos dejarían de estar en desventaja. En agosto de 2020, con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, los funcionarios habían resuelto los problemas. Estados Unidos publicó una fdpr que aislaba a Huawei de tecnología estadounidense y, de hecho, de las cadenas mundiales de suministro de semiconductores.
Las grandes empresas de chips de todo el mundo dejaron de suministrar a Huawei. Los ingresos de la empresa cayeron un 29% en 2021. Sus populares smartphones desaparecieron por completo del mercado. Estados Unidos había encontrado una nueva forma de doblegar a los adversarios que percibía como una amenaza para la seguridad nacional. Pronto tendría la oportunidad de poner a prueba esa herramienta. A finales de 2021, mientras Rusia concentraba fuerzas cerca de la frontera ucraniana, la Casa Blanca pidió a las agencias gubernamentales ideas sobre cómo responder en caso de un ataque nuclear.
invasión. El Departamento de Comercio sugirió una ampliación de la fdpr: Estados Unidos podría hacer al ejército ruso lo que había hecho a Huawei. En febrero de 2022, dos nuevas fdpr aislaron al complejo militar-industrial ruso de todos los elementos estadounidenses de las cadenas mundiales de suministro tecnológico, como parte de un enorme paquete de sanciones puestas en marcha por Estados Unidos y sus aliados.
Estados Unidos afirma que la producción rusa de misiles balísticos hipersónicos se ha reducido drásticamente por falta de semiconductores, y que Rusia ha tenido que recurrir a Irán y Corea del Norte para obtener suministros y equipos.
«Las sanciones y el control de las exportaciones están teniendo consecuencias significativas y duraderas en la base industrial de defensa de Rusia», declaró el Departamento de Estado en octubre.
Envalentonada por el éxito, la Casa Blanca dirigió sus poderes extraterritoriales hacia la industria china de semiconductores. En Washington, se había desarrollado un fuerte acuerdo bipartidista sobre la amenaza que representaba China. El asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, esbozó la nueva estrategia en un discurso pronunciado en Washington en septiembre de 2022. Especialmente en tecnologías fundamentales como los semiconductores, Estados Unidos tenía que «mantener una ventaja lo más amplia posible».
Las fdprs del 7 de octubre fueron un intento de hacer precisamente eso. Las nuevas normas están perjudicando a las empresas chinas de inteligencia artificial y a sus fabricantes de chips. El daño aumentará si los aliados imponen sus propios controles a la exportación, sustituyendo la extraterritorialidad aplicada a través de las cadenas de suministro por restricciones más estrictas a nivel nacional que sean más fáciles de aplicar. Japón y los Países Bajos, que albergan a dos de los fabricantes de equipos de fabricación de chips más importantes, llegaron a un acuerdo con Estados Unidos a finales de enero. Si ambos crean sus propios controles estrictos, China será firmemente vetados los semiconductores avanzados. En Washington bullen las conversaciones sobre su próximo «objetivo»: ¿qué introducir en la máquina de la fdpr? Una idea es apuntar a la industria china de la biomanufactura, que fabrica medicamentos y sus componentes. Otra es ir a por la fabricación de baterías avanzadas, en particular las de los vehículos eléctricos.
Al intentar aislar a China de los semiconductores avanzados, Estados Unidos está incentivando a China a centrarse en formas más maduras de fabricación de chips, donde los puntos de estrangulamiento son más débiles y China ya tiene una gran cuota de mercado. Este tipo de chips son necesarios en gran número en los coches eléctricos y las armas. Si la inteligencia artificial resulta ser menos importante de lo que el Gobierno estadounidense cree, incentivar a las empresas chinas para que asuman un mayor control sobre los chips básicos puede acabar pareciendo un error. El desarrollo tecnológico es difícil de predecir. Las cadenas de suministro y los procesos de fabricación que sustentan la producción de semiconductores son algunas de las cosas más complejas que ha creado el ser humano. Estados Unidos debe esperar que su aparente éxito reciente en su manipulación no resulte ilusorio.
La saga de la Argentina nuclear – XXXV

Daniel E. Arias