INVAP. Desde Bariloche al espacio

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Nota de AgendAR: Nos hemos permitido añadir información complementaria a esta muy buena nota de Federico Kukso, especialmente en lo que se refiere al paso fundacional de INVAP y de la CONAE en los ’70 y los ’90. Cosas que uno sabe por haber estado ahí, y además -desgraciadamente- por ser mucho más viejo.

Va con las disculpas del caso de Daniel E. Arias.

ooooo

«Bariloche tiene de todo, hasta una fábrica de satélites. Y es una de las dos mayores de Sudamérica. La más avanzada, seguro.

Basta recorrer 10 minutos en automóvil desde el aeropuerto, con un fondo de picos montañosos nevados, para llegar a las puertas de INVAP, una sociedad del estado que hoy tiene 1400 empleados, en su mayoría científicos e ingenieros, casi sin administrativos. Existe desde hace 46 años y tras mucho trabajos y altibajos, y no sin haber estado varias veces al borde de la quiebra, desde 2000 es el mayor exportador mundial de pequeños reactores nucleares. Pero vamos a los satélites.

Es difícil vivir de estas reactores de investigación o de irradiación: raramente hay más de una licitación por década en todo el mundo. De modo que desde 1994 y para no tener que cerrar, INVAP se diversificó en instalaciones de radioisótopos, sistemas de gammaterapia y salas de irradiación de tumores, radares y drones, y volvió el arquitecto principal y también la fábrica de los satélites de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) por un lado, que necesita aparatos de observación de la Tierra. Pero desde 2006, INVAP es también la diseñadora/constructora de los satélites geoestacionarios de telecomunicaciones de la empresa ARSAT.

El satélite SAOCOM 1A en la sala de integración. Junto a SAOCOM 1B monitoriza la humedad del suelo, la calidad de los cultivos y las emergencias ambientales
El satélite SAOCOM 1A en la sala de integración. Junto a SAOCOM 1B monitorea la humedad del suelo, la calidad de los cultivos y las emergencias ambientales. Gentileza Invap

Los reactores nucleares que vendió INVAP en Perú, Argelia, Egipto, Australia, Arabia Saudita y Holanda, amén del RA-6 de Bariloche y el enorme RA-10 que hoy se construye en Ezeiza, provincia de Buenos Aires, son grandes edificios dentro de edificios. El ojo inexperto no los entiende mucho desde afuera: hay que caminarlos por dentro. Con los radioquirófanos sucede otro tanto.

Un poco por eso, lo más fácil de entender visualmente de la producción de INVAP son los radares, y para volver al tema, los satélites: sus maquetas a escala adornan, como trofeos, los pasillos, cada cual con su historia de luchas presupuestarias para abrirse paso desde el diseño a la construcción, de ahí al testeo, y desde éste al lanzamiento.

Casi siempre fue un camino difícil: los gobiernos que determinan los pagos se dividen en aquellos que creen que la Argentina se puede manejar sin información y sistemas de comunicación espaciales, algo ya imposible en los ’70, y los que creen que sí los necesita, pero que ambas cosas se compran baratas en el exterior. No es así en absoluto, y menos con el 8vo pais del planeta por superficie, y uno particularmente dependiente de sus recursos primarios, y especialmente afectado por desastres naturales y por otros no tan naturales, que necesitan de información predictiva, o al menos de seguimiento urgente y en tiempo real.

“Cuando comenzamos no nos imaginábamos que hoy íbamos a estar haciendo satélites”, reconoce a SINC el físico Vicente Campenni, gerente general de INVAP“pero acá seguimos; somos la única empresa argentina calificada por la NASA para llevar a cabo proyectos espaciales”.

En estrecha colaboración con CONAE y un creciente ecosistema de start-ups y universidades, ya llevan diseñados, construidos y puestos en órbita ocho satélites. Y en estos momentos, están en plena gestación de otros tres.

La familia satelital argentina

Como toda compañía científico-tecnológica, INVAP tiene su mitología creacional. La considerable planta actual a orillas del Nahuel Huapi es muy reciente, de 2010. Antes la empresa estaba repartida en una decena de edificios barilochenses más bien anónimos.

INVAP empezó como un proyecto del entonces joven Dr. Franco Conrado Varotto, un ingeniero nuclear de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), que trató de desarrollar una sociedad del estado inspirada en el funcionamiento ágil de las firmas tecnológicas privadas que iban emergiendo en el Silicon Valley californiano, en EE UU.

La CNEA la bancaba con pedidos de desarrollo especiales, cosas tecnológicamente difíciles que había que sacar de una galera local, porque no te las vende nadie: uno de ellos fue el de la metalurgia del zirconio, metal cuyo manejo logró que la Argentina, cursando ya los 90, pudiera fabricar totalmente los elementos combustibles de sus centrales nucleares. La otra, más reservada, fue el desarrollo de una planta experimental de enriquecimiento de uranio en Pilcaniyeu, en una quebrada entonces desolada en la estepa rionegrina.

Esta unidad debía poner a salvo al país de boicots en el suministro de uranio enriquecido de sus reactores nucleares. Y es que cuando la CNEA exportó 2 reactores a Perú, en 1978, EEUU -que defiende comercialmente «su patio trasero», como le gusta llamar al resto de las Américas- dejó a nuestro país sin provisión de este combustible. Se salió del paso muy a los ponchazos, los reactores peruanos se pudieron construir, rediseñados, los nuestros seguir operando, los enfermos cardíacos y oncológicos del Cono Sur siguieron recibiendo radioisótopos fabricados en el reactor RA-3 de Ezeiza… Pero blanco sobre negro, desde que existe Pilcaniyeu tenemos uranio enriquecido al menos al 20% asegurado con cualquier oferente mundial (son apenas 5). Nos venden el que querramos, con tal de que no ampliemos Pilcaniyeu, que es deliberadamente de baja capacidad y sin utilidad militar alguna.

En suma, las dos misiones principales y fundacionales de INVAP se cumplieron de sobra antes de su primer década de vida. Pero llegó 1984, cuando el presupuesto de la generadora de pedidos, la CNEA bajó a la mitad y quedó congelado ahí, y en pesos. Fue el comienzo del primer «apagón nuclear» argentino. INVAP, que ya había colaborado fuerte con la CNEA en Perú, tuvo que salir a exportar para sobrevivir.

Y le fue bien: ganó sucesivas licitaciones por reactores en Argelia y Egipto, cada una de las cuales aseguró 5 o 6 años de sobrevida pagando gastos. Sin embargo, sin poder acumular ganancias y reinvirtiéndolas íntegramente en actualizar su tecnología, vivía peligrosamente. Su personal, de una formación exquisita, cobraba siempre poco, y a veces, tarde o en cuotas, o en bonos.

Pero en 1993 el gobierno bloqueó varios proyectos de exportación, entre otros la constitución de una asociación con la TAEK, la Comisión Atómica de Turquía, para fabricar y vender ya no reactores de investigacion o irradiación, sino pequeñas y entonces bastante revolucionarias centrales modulares compactas de potencia, un mercado infinitamente mayor. Es el famoso reactor CAREM, que hoy está construyendo la CNEA junto a las Atuchas I y II, proyecto entonces derivado a INVAP. Privada de esa alianza, donde Argentina debía poner el know-how y los turcos su enorme y antigua red de clientes en Medio Oriente y Asia, la situación de INVAP, entonces con 1000 empleados, se volvió crítica y hubo que despedir a casi 700.

Varotto, jefe indiscutido del período creacional de INVAP, buscó otros rumbos y fue nombrado como director de una agencia espacial civil nueva, la CONAE, que había heredado el rol de la vieja CNIE, de la Fuerza Aérea, cerrada por el gobierno. Fue en parte para salvar su propia obra, INVAP, y en parte para que la CONAE no se transformara en una compradora boba de tecnología externa, que Varotto decidió que aquella empresa que había fundado en Bariloche fuera arquitecto principal de la construcción de los satélites de la nueva agencia espacial.

Los últimos pagos por la construcción del reactor en Egipto y los primeros satélites pedidos por Varotto dieron la plata justa para no cerrar, y llegar con la empresa viva, pero siempre bailando en el Titanic, al año 2000. Fue un momento histórico: INVAP volvió a derrotar en licitación a las empresas nucleares de EEUU, Francia, Canadá, Rusia, Japón y Corea y ganó la provisión de un reactor a Australia.

Eso fue algo que sorprendió no sólo al gobierno argentino de turno -en general, hasta 2006, ninguno tuvo mayor idea de qué era INVAP, adónde quedaba o que hacía. Sorprendió sobre todo al gobierno australiano, cuya comisión de adjudicación estaba subdividida en grupos de expertos dedicados a puntuar los sistemas funcionales de los reactores ofertados. Estas subcomisiones de expertos nucleares no tenían conexión entre sí, para que la elección del ganador fuera absolutamente transparente, asunto capital en una Australia entonces ideológicamente muy antinuclear. Al ir acumulando puntos de ventaja en cada comisión, finalmente la oferta de INVAP quedó muy al frente de las demás, y los australianos, bastante preocupados porque ignoraban si la Argentina (¿recuerda el lector el año 2001?), seguiria existiendo como país, y podría cumplir con el pedido.

La firma ya le había ganado muchas licitaciones en las narices a esos mismos contendientes, siempre por calidad de oferta y nunca por precio o financiación, y sin que los medios o la política argentinos se dieran por enterados. Pero esos ambientes son cholulos y Australia es un mundo más «high tech» que Egipto, al menos por ahora. Sin embargo, la dirigencia política argentina, país que finalmente logró no desaparecer, descubrió a INVAP en 2006, cuando el reactor OPAL de Sydney se inauguró con bombos y platillos, y todo aquel que quiere ser alguien quiso estar «para la foto». Todavía hoy el OPAL sigue siendo el mejor reactor multipropósito del mundo: con apenas 20 MW de potencia térmica logra abastecer casi el 40% de la demanda de radioisótopos médicos del planeta.

En el negocio espacial, INVAP empezó con un tropezón por causas ajenas. Su primer satélite fue el el SAC-B, de 191 kg, y le dio a la firma barilochense un debut con sabor a fracaso. La NASA, asociada a esta plataforma con el lanzamiento, lo atrasó casi dos años a pedido de la firma Orbital Sciences («Orb», para los amigos), que quería mostrar al mundo su nuevo misil crucero Pegasus, pero potenciado y convertido en lanzador de satélites, con el nombre de Pegasus XL. Este engendro nunca estaba listo para salir a órbita, por problemas técnicos que no terminaban jamás de resolverse. Y la CONAE, en la infeliz espera, no tenía piso para pelearse con la NASA: en aquellos años, uno daba gracias a los EEUU, que habían impuesto el cierre de la CNIE, por dejarnos mantener un programa espacial modestito y poner el lanzamiento.

El 4 de noviembre de 1996, día del lanzamiento, el Pegasus XL nos jugó una mala pasada. Los bulones explosivos que debían liberar al SAC-B en su órbita no detonaron y el satelite quedó pegado a la última etapa del cohete, lo cual impidió el despliegue de los paneles solares. Con su carga eléctrica inicial de la batería, el SAC-B hizo 2 órbitas sin poder generar la recarga. Eso alcanzó para verificar que todos los sistemas del satélite funcionaban «nominales», es decir como debían hacerlo por diseño. Pero como un jinete vivo preso de un caballo muerto, el satélite finalmente murió por falta de energía, y arrastrado por la masa de la segunda etapa del lanzador se cayó desde su órbita y se incineró atravesando la atmósfera.

La respuesta de Varotto ante el fiasco es casi paradigmática: no estaba preocupado en absoluto, dijo con una cara más bien pétrea. Aquel era un satélite de investigación científica pura, un proyecto astronómico heredado del CONICET y dedicado a investigar algo tan ajeno a la economía argentina como las fuentes de explosiones extragalácticas de rayos X. Lo importante era que el satélite había funcionado joya casi 3 horas. El siguiente satélite iba a mirar para abajo y dar servicios útiles para el país. Quedaba dicho sin decir, al menos públicamente, que  si los EEUU se asociaban a la misión con el lanzamiento, no volveríamos a ser cobayos de sus vehículos experimentales.

En cooperación con la NASA, el satélite SAC-D/Aquarius fue la primera misión con el objetivo principal de medir la salinidad de la superficie del mar desde el espacio
En cooperación con la NASA, el satélite SAC-D/Aquarius fue la primera misión con el objetivo principal de medir la salinidad de la superficie del mar desde el espacio. Gentileza Invap

El siguiente intento ocurrió en 1998 con el SAC-A, de 68 kg, otra misión desarrollada aquí y lanzada por la NASA, que llegó al espacio a bordo del transbordador Endeavour. Fue, en realidad, un modelo de demostración de las cámaras y sistemas de navegación del futuro SAC-C, aquel «señor satélite» al que la CONAE apostaba su prestigio y continuidad.

El SAC-C pesó 485 kg y fue realmente el primer satélite argentino de teleobservación. Entró en funciones el 21 de noviembre de 2000 tras un lanzamiento en que todo salió «nominal». La NASA, que en general no pone más de 2 sensores en ninguno de sus satélites de observación terrestre para no complicarlos, se preguntaba como habíamos hecho para acumular 11 sensores de 7 países distintos en un aparato de peso entre mediano y bajo, y que todo funcionara joya, sin que un magnetómetro dedicado a mapear el campo magnético terrestre interfiriera una cámara multiespectral, o que ésta alterara las mediciones de un sensor de la atmósfera, y así hasta llegar al onésimo sensor. Para la NASA el SAC-C era como 5 satélites en uno solo, y con un sensor de yapa. Y para la Cancillería, entonces a cargo de la CONAE, el SAC-C era como las Naciones Unidas subidas a un único aparato.

La respuesta es que así como la CONAE había aprendido mucha diplomacia espacial para juntar socios, INVAP había aprendido mucha ingeniería espacial de la NASA con los SAC predecesores. También había aprendido a rediseñar el satélite «de capo al fine» toda vez que Varotto traía un socio nuevo con un sensor nuevo, causa de cantidad de gritos y portazos. Y por último, había aprendido lo que ya sabía desde 1994: que con la supervivencia de la CONAE aseguraba la propia, porque la CNEA seguía en apagón y declive, y el gobierno argentino no estaba colaborando nada con las exportaciones nucleares habituales de INVAP.

Estaba tan bien hecho el SAC-C y fue tan bien operado por la CONAE, que en lugar de durar los 5 años esperables de un aparato de observación terrestre, aguanto 13 y siguió dando datos sobre rendimientos esperables de cosechas, derrames de petróleo, incendios forestales y de campos, inundaciones e incluso del movimiento de los casquetes polares hasta el 15 de agosto del 2013.

En las sucesivas exposiciones como Expocampo a partir de 2001, la CONAE ponía su extraño kiosquito y los productores rurales, hasta entonces «Landsat-dependientes», se arracimaban. Si tenían al menos 300 hectáreas, se podían ver clarito a sí mismos en las imágenes satelitales, y les entraba a caminar la cabeza de la diferencia entre comprar lo que hay en los anaqueles, y tener un instrumento propio y decidir cuándo y hacia adónde apuntar las cámaras.

Como medida de la increíble obstinación de INVAP de sobrevivir a la montaña rusa política de su propio país, ese satélite lanzado en 2000 coincidió con el triunfo de su reactor OPAL en Australia. Doblete.

Misión tras misión, las ambiciones espaciales argentinas fueron creciendo. En junio de 2011, el SAC-D, de 1600 kg, transportó ocho instrumentos científicos, entre ellos, el radiómetro Aquarius de la NASA, con el objetivo principal de medir y cartografiar la salinidad en la superficie del mar. A más de U$ 150 millones, costaba más el radiómetro que todo el resto del satélite, si esto sirve como indicio de que la NASA ya confiaba de sobra en que éste, como plataforma de servicios de su sensor, funcionaría bien. Los otros 7 sensores fueron casi todos y no hizo falta tantos rediseños de la mesa para ponerle plato a un nuevo invitado.

La NASA no se equivocó al confiar en este nuevo satélite argentino, o no mucho. Durante cuatro años, los datos del SAC-D ayudaron a mejorar los pronósticos climáticos regionales, seguir la evolución de huracanes en el océano Atlántico y a obtener información sobre el cambio climático y el ciclo global del agua. El 7 de junio de 2015 el SAC-D sufrió un fallo de hardware que determinó su fin un año antes de tiempo. La NASA no se quejó en absoluto: había recogido toda la data que necesitaba sobre la salinidad oceánica.

INVAP revisó sus proveedores y decisiones en materia de hardware y se aprestó para nuevos proyectos espaciales, aunque ahora de un nuevo cliente enteramente distinto y que exigía una ingeniería radicalmente ajena a la de los aparatos de observación terrestre. En 2006, el gobierno nacional, que gracias a la inauguración del OPAL en Sydney había descubierto la existencia de INVAP, había creado la empresa de telecomunicaciones ARSAT para tomar el toro por las astas en un asunto difícil. El consorcio europeo que operaba el Nahuelsat 1 nos había dado un satélite casi imposible de controlar, claramente destinado a un fin prematuro.

Pero además no sólo se negaba a sustituirlo y darnos un Nahuelsat 1 decente, sino también a darnos -como se había pactado- un Nahuelsat 2 para ocupar otro de los dos únicos sitios geoestacionarios reservados para Argentina ante las Naciones Unidas. Esos lugares en el espacio, tan lleno de espacio, no abundan, y uno de tales sitios, la posición 81o Oeste, es una de las más valiosas del mundo: permite interconectar las tres Américas. Y lo íbamos a perder por no tener un aparato para ocuparlo, y la Unión Internacional de Telecomunicaciones se lo iba a dar al Reino Unido.

La de los Nahueles era una matufia armada para que el Reino Unido se quedara con las dos posiciones argentinas. Como con las Malvinas nos bastó y sobró, ARSAT se fundó para ocupar sus sitios en el espacio, la 81o Oeste y la 72o Oeste, con satélites diseñados y construidos aquí, en Argentina. Si salían malos o demasiado tarde, al menos sería por inepcia propia y no por tejemanejes ajenos.

Los satélites de observación de la CONAE tienen órbitas polares de unos 600 km. de altura: pasan primero sobre el polo Sur y luego sobre el Norte, con un chanfle de unos 6 grados, en órbitas de aproximadamente una hora y media. En su recorrido, la Tierra gira bajo el satélite de modo que éste recorre con sus cámaras y sensores toda su superficie.

La vida útil de un satélite de observación depende en buena medida de que su hardware soporte la radiación solar y de que sus pequeñas reservas de combustible a bordo mantengan su altura y apunten sus cámaras hacia los sitios de interés. En este caso, los de la CONAE, que sube sus comandos y baja sus datos desde su centro espacial en Falda del Carmen, Córdoba, ayudada por una red internacional de otras agencias espaciales asociadas con la CONAE por canje de servicios «de subida y bajada».

Pero los satélites geoestacionarios de telecomunicaciones son bestias enteramente distintas. Tienen que quedarse fijos sobre la vertical de un sitio del trópico terrestre desde el cual puedan recibir y transmitir radio, TV, señales de Internet y también comunicaciones militares encriptadas del país propietario. Son como antenas repetidoras, montadas sobre torres imaginarias altísimas.

En lugar de girar alrededor de la tierra, los geoestacionarios alcanzan su «slot» orbital a 35.786 km. de altura sobre el ecuador, y giran CON la Tierra, a su misma velocidad angular. Para las antenas terrestres que suben y bajan señal desde el satélite, éste tiene que quedarse en un punto fijo del cielo, inmóvil e imperturbable como granadero de guardia en la Rosada, sin moverse más que a lo sumo medio grado pese a la tracción gravitatoria contradictoria y casi imposible de modelar del Sol, de la Luna y de las irregularidades del campo gravitacional terrestre, tan lleno de baches. Y ahí arriba hay que quedarse quietísimo 15 años.

Esto implica componentes capaces de soportar dosis de radiación solar y galáctica mucho mayores que las comunes a 600 km. de altura. Pero además, mucho combustible, porque normalmente los cohetes de lanzamiento geoestacionarios no llegan a 35.786 km. de altura. Dejan al satélite mucho más abajo, a apenas 2000 km (las cifras varían con cada lanzador), y el geoestacionario debe hacer el resto del camino ascendente en sucesivas órbitas, y con su propio combustible. Esto los vuelve, de algún modo, más espacionaves que satélites.

Cuando ARSAT decidió hacer sus propios geoestacionarios, el mundillo espacial fue bastante escéptico. Pero INVAP recibió el pedido y, para empezar, amplió sus instalaciones de fabricación satelital, e incluso puso una planta de testeo físico de los mismos (CEATSA, en vaquita con ARSAT), que es la mayor al sur del Río Grande.

Prácticamente el 50% del personal quedó adscripto al área espacial, porque había también pedidos de la CONAE. Y se empezó a la máxima velocidad posible con el diseño de la estructura, cableado y software de los satélites de telecomunicaciones nacionales ARSAT-1 y ARSAT-2.

Con un peso de tres toneladas, de los cuales los propelentes líquidos constituyen casi el 70%, fueron puestos en órbita desde la Guayana Francesa en 2014 y 2015, respectivamente. Los escépticos que esperaban algún fracaso siguen esperando. Desde entonces, brindan acceso a internet en lugares remotos, facilitan la transmisión de datos para el sector público y privado, incluyendo el envío de señales de televisión en todo el territorio argentino, las bases antárticas y las Islas Malvinas. Somos uno de los 10 países del mundo con capacidad de construcción geoestacionaria.

En 2016, el gobierno nacional dejó a ARSAT sin su tercer satélite y cantidad de radares de control aéreo y meteorológicos entregados, sin pagar. INVAP, nuevamente a punto de quebrar pero ya muy rápida de reflejos y más acostumbrada a encarar al toro que a ver la vaca y llorar, hizo sociedad con TAI, la empresa aeroespacial de Turquía, y empezó el diseño del GS-1, mucho más liviano y de mayor ancho de banda que los ARSAT 1 y 2, que eran deliberadamente conservadores en lo tecnológico, para ser más robustos. La idea es vender el GS-1 con Turquía a decenas de posibles compradores. Por ahora, su primer cliente sería la Argentina, país de ideas muy cambiantes. Se verá.

Los satélites gemelos SAOCOM

Por su parte, el Plan Espacial Argentino se consolidó con la construcción en Bariloche de los satélites gemelos de la misión SAOCOM (siglas de Satélite Argentino de Observación Con Microondas). Los SAOCOM se diseñaron para funcionar asociativamente con los satélites COSMO-SKYMED de la Agencia Espacial Italiana.

Son grandotes, y no sólo por el peso. Cada SAOCOM 1 tiene 3 toneladas de masa, la misma de tres autos livianos. Pero su rasgo único y distintivo es que cada uno ostenta una antena de radar que, en despliegue completo, mide 35 metros cuadrados, la superficie de una cancha de squash, y consume cantidad de electricidad de las baterías. Es que a diferencia de los COSMO italianos, que operan cómodamente en banda X, de menor consumo, nuestros satélites emiten en banda L, lo que exige antenas y cantidades de energía descomunales. Sólo otro país (Japón) se atrevió a una ingeniería tan arriesgada.

El riesgo se justifica por los resultados. Sin que importe si es de día o de noche en Argentina, y si el cielo está despejado o no, el SAOCOM crea su propia iluminación. La onda de radar de 23 cm. del su tremenda antena puede penetrar en sedimentos blandos y medir la humedad del suelo. El productor rural argentino cruza esos datos con los pronósticos climatológicos, y sabe si le espera inundación o sequía, y si sembrar, fertilizar y usar plaguicidas, o no.

La onda L permite detectar derrames de hidrocarburos en el mar, e incluso el desplazamiento de buques observando sus estelas en el agua, hacer un seguimiento de inundaciones. Puede detectar inundaciones incluso ocultas bajo un bosque, y predecir  enfermedades contagiosas humanas o en los cultivos. Puede hasta anticipar con muchos días catástrofes como erupciones en la Cordillera, o deslaves de laderas.

Aunque esenciales para el campo argentino, los SAOCOM 1a y 1b se atrasaron mucho en fábrica, al punto de que salieron a órbita con baterías de níquel cadmio que ya no se usan (las de iones de litio son más livianas y mejores), y con componentes de fines de siglo que hoy son inconseguibles. Si Argentina necesita al menos dos más (lo cual es una verdad de cajón), no podrá clonar los SAOCOM 1. INVAP deberá hacer una ingeniería casi totalmente nueva, como ya sucedió con los ARSAT 1 y 2.

Y eso sucedió y sucede porque la CONAE es una agencia de muy bajo presupuesto, y porque el campo no puso un centavo en estos satélites que hoy le generan información indispensable. Que de otro modo tendría que comprar en Japón, y probablemente no la conseguiría en tiempo y forma, porque hay una larga cola de solicitantes, y la JAXA (la agencia espacial académica japonesa) tiene un único satélite en banda L.

El SAOCOM 1A fue finalmente lanzado el 7 de octubre de 2018 desde Cabo Cañaveral, en EE UU. Le siguió el 30 de agosto de 2020, en plena pandemia de covid-19 y tras varias postergaciones, el SAOCOM 1B, a bordo del lanzador Falcon 9 de Space X.

“Argentina es el único país de América Latina que tiene satélites propios, de fabricación nacional”, destaca el ingeniero electrónico Nicolás Renolfi, subgerente de proyectos espaciales de la compañía, mientras se enfunda en un guardapolvo de tela antiestática y cubre su cabeza y calzado para ingresar a una de las salas más importantes de este complejo. Se trata de un enorme cuarto limpio de acceso restringido y casi diez metros de alto. Aquí, vestidos como si fueran cirujanos, los ingenieros construyen, integran y testean los satélites antes de iniciar su viaje al espacio.

Olor a satélite

“Huele a satélite”, dice entre risas María Masoero, encargada de la comunicación de INVAP, sin poder concretar el tipo de olor que domina en esta ‘cocina de satélites’, donde se cuida la limpieza al extremo para evitar daños irreversibles en los sensibles componentes de los instrumentos. “Es una mezcla de olor a aluminio con el detergente desinfectante neutro que se usa para mantener el cuarto limpio”, trata de explicar.

Los satélites son mucho más que cables, paneles solares, cámaras y miles de piezas de fibra de carbono, silicio, titanio y aluminio. Son la encarnación de un trabajo colectivo y coordinado durante años.

En el caso de la próxima gran misión espacial argentina, SABIA-Mar (siglas de Satélite de Aplicaciones Basadas en la Información Ambiental del Mar), este aparato, casi modesto frente a los un poco monstruosos ARSAT y SAOCOM, congrega a 250 ingenieros e investigadores. En vez de observar la tierra, esta nave de 700 kg y una vida útil de cinco años se centrará en los océanos. Se encuentra en fase de diseño y construcción de varias de sus partes.

 

“La misión SABIA-Mar se enfocará en el estudio de los mares y las costas para poder caracterizar el hábitat y el ecosistema marítimo de nuestra región, que suele ser de muy difícil acceso”, indica la física Carolina Tauro, investigadora principal de la misión en la CONAE y profesora del Instituto Gulich, “lo nos permitirá hacer un uso sustentable de sus recursos, como establecer zonas de protección marina y zonas de pesca”.

Para ello, desde una órbita baja, a entre 550 y 700 km de la superficie terrestre, utilizará una tecnología que recién está naciendo y se conoce como ‘ocean color’. Sus cámaras de alta sensibilidad podrán estudiar variaciones climáticas –debido a que los océanos son los grandes reguladores del clima del planeta–, identificar el movimiento de las algas microscópicas (o fitoplancton, cuya cantidad y tipo determina la cantidad y tipo de las poblaciones de peces). Obviamente, también tendrá óptica para detectar la pesca ilegal.

Los satélites deben superar numerosos test antes de ser lanzados al espacio
Los satélites deben superar numerosos test antes de ser lanzados al espacio. Los conos «anecoicos» que alfombran esta sala como los clavos tachonan la cama de un faquir, permiten testear las emisiones electromagnéticas del satélite. Generan un casi absoluto «silencio de radio», libre de interferencias y ecos, fundamental para analizar el desempeño de esa antena gigante que se ve al fondo, y que es la de un SAOCOM. Gentileza Invap

Argentina posee una costa marítima de más de 4700 km. Es una cifra en discusión con el Instituto Geográfico y con el Servicio de Hidrografía Naval, que tienen cifras distintas. Para el CONICET, tercero y último en la disputa, son 6400 km. Como sea, esa discordia no zanjada muestra la escasa atención del país a sus asuntos marítimos, que involucran una costa enorme en los tres escenarios mentados.

Un satélite de este tipo ayudará a monitorear esa costa. SABIA-Mar nació originalmente como una misión compartida con Brasil, con casi 10.000 km. de costas, pero -algo que ya nos pasó otras veces- los primos se bajaron, y por el momento la misión es 100 % argentina. “Está en la Agencia Espacial Brasileña tomar la decisión de hacer un segundo modelo del SABIA-Mar; pero eso no está confirmado todavía”, apunta Leandro Colombano, ingeniero mecánico en INVAP.

A la Argentina le convendrían más dos SABIA-Mar en vaquita con Brasil que uno solo y exclusivo. Dos duplicarían la «tasa de revisita», es decir disminuiría a la mitad los 14 días necesarios para para que un único SABIA-Mar en órbita polar vuelva a pasar sobre la vertical de un sitio de la costa que se ha vuelto súbita y urgentemente interesante. Es exactamente la misma situación por la que nos convendría tener 4 y no dos SAOCOM.

Está previsto que este satélite marino se lance en 2024, tras pasar pruebas de choque, ruido y vibración mecánica que simulan el ambiente del cohete durante el lanzamiento. También están las comprobaciones en cámara de alto vacío y temperaturas cambiantes en un arco térmico de 160o centígrados sobre cero a 140o bajo cero, que simulan las condiciones en órbita con el satélite bajo la feroz luz solar, o en eclipse a la sombra de la Tierra.

Por esa trituradora de satélites vírgenes que son los laboratorios de CEATSA desfilarán también los próximos integrantes de la familia satelital argentina: el ARSAT SG-1 (o ARSAT Segunda Generación 1, anteriormente conocido como ARSAT-3) y el primero de los SAOCOM 2, que despegará en 2026, con mayor potencia en los paneles fotovoltaicos, baterías de litio para almecenar más carga, y seguramente algunas mejoras en las gigantescas antenas en banda L, cuyo modelo inicial pesa 1,5 toneladas.

En una época de consolidación de la actividad espacial en la región, con la creación en 2021 de la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio, estas tecnologías satelitales desempeñan una función simbólica y política que va más allá de sus resultados y servicios. Dan prestigio de país tecnológico emergente, traen socios espaciales -como hoy lo es Turquía- y facilitan la exportación de otros productos argentinos avanzados, ya se trate de radares civiles, militares o meteorológicos, de semillas recombinantes, de drones o de vacunas.

Cada pieza, antena, panel solar y satélite diseñado, fabricado, integrado, probado y eventualmente lanzado por otros países (por ahora), es un contrato cumplido con nuestra nación y con otras, y una afirmación de que nuestro destino puede ser el valor agregado, en lugar de únicamente la exportación de naturaleza cruda.

Mientras tanto, la CONAE lucha por ir llegando al cohete propio de puesta en órbita, el lanzador nacional Tronador III. En un país en desarrollo, dominado históricamente por la volatilidad política y la incertidumbre económica, todos estos son pasos hacia su independencia tecnológica.

“Ejercer la soberanía espacial es casi tan importante como la soberanía territorial, marítima o del espacio aéreo”, subraya Tauro, que concluye: “Estas iniciativas implican independencia para poder conocer nuestro territorio y para gestionar nuestros recursos sin depender de otras misiones espaciales o de otros países”.

 

Está prevista una reunión de Alberto Fernández con Xi Jinping el 16 de noviembre

Los presidentes de Argentina y China mantendrán un encuentro en medio de la próxima reunión del G20 en Bali, Indonesia. Se definirán temas centrales como las inversiones en infraestructura, la ampliación de Swaps y el ingreso a los BRICS.

Reproducimos, y comentamos, esta interesante nota de Martín Dinatale: «El presidente Alberto Fernández se reunirá con su par de China, Xi Jinping, en la cumbre de jefes de Estado del G20 en Indonesia el 16 de noviembre, bajo una agenda muy ambiciosa que abarcará temas gravitantes para la economía: la ampliación de Swaps para el Banco Central, el plan de la Franja y Ruta de la Seda, los proyectos de infraestructura, inversiones en litio y la posibilidad concreta de incluir a la Argentina en el grupo de los BRICS. Según confirmaron a este cronista en la Casa Rosada, la reunión de Alberto Fernández y Xi Jinping recibió este lunes la ratificación por parte de Beijing y se realizará en Bali, en medio de la cumbre de presidentes del G20. Será el segundo encuentro en este año que mantienen personalmente ambos presidentes, si se tiene en cuenta que el jefe de Estado argentino estuvo en China el 4 de marzo pasado en visita oficial. Los detalles de esta nueva reunión los están cerrando en Buenos Aires el canciller Santiago Cafiero y en Beijing el embajador argentino, Sabino Vaca Narvaja. En la agenda del encuentro figuran temas centrales para las relaciones bilaterales. Por lo pronto, en el Gobierno creen que el triunfo de Lula Da Silva en Brasil sumado a que China hoy preside el grupo de los BRICS, favorece el ingreso de Argentina. Nuestro país ya presentó una carta formal de Alberto Fernández donde pidió formalmente a China ingresar como miembro pleno de los BRICS con la clara intención de potenciar la economía y tender un puente al grupo de países que comprenden el 42% de la población mundial y concentran el 23% del PBI global. Según fuentes diplomáticas de China, Brasil y Argentina, hay intenciones de Xi Jinping, en su carácter de presidente pro tempore del foro regional, de habilitar la inclusión de la Argentina en el bloque de los BRICS. Además, en enero próximo, cuando Lula Da silva asuma la presidencia de Brasil también habrá posibilidades concretas de tener un apoyo para este objetivo que requiere de un consenso unánime de todos los miembros del bloque.

SWAPS Y RUTA DE LA SEDA

Por otra parte, la reunión de Alberto Fernández y Xi Jinping en Indonesia contemplará un repaso de los avances de instrumentos bilaterales vigentes como el Acuerdo Marco de Cooperación Económica e Inversión, el Acuerdo Complementario de Cooperación en Infraestructura, el Plan de Acción Conjunta 2019-23, así como también «las oportunidades de cooperación que se abren en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta». Esto incluirá un amplio listado de al menos 17 proyectos de financiamiento de China en la Argentina que contemplan obras de infraestructura de rutas, las represas de Santa Cruz, la ampliación ferroviaria del Sarmiento y el Belgrano Cargas, los proyectos de inversión de litio en Jujuy y Salta a la vez que las obras de construcción de puentes en Corrientes, entre otros temas. En la Casa Rosada también confirmaron que Alberto Fernández abordará con Xi Jinping el tema de la ampliación de más de 7.000 millones de dólares en swaps del Banco Central de China en acuerdo con el BCRA. Este programa entre los bancos centrales de ambos países le permitirá a la Argentina contabilizar entre sus reservas unos 130.000 millones de yuanes (algo así como US$ 20.600 millones) que, en principio, engrosan las reservas brutas. Pero esto se extenderá a unos US$ 28.000 millones aproximadamente. Está claro que la jugada diplomática de la Argentina de acercar posiciones con China no será un tema que agrade al adversario comercial más grande de Beijing que son los Estados Unidos. Pero en el Gobierno adhieren a la teoría que impuso el embajador argentino en Washington, Jorge Argüello: es decir, no atar a la Argentina a los proyectos de China o Estados Unidos. Más bien, se busca jugar con ambos y esperar que esos países sean los que pujen entre ellos por desplegar la mayor cantidad de inversiones en la Argentina.»

Comentario de AgendAR:

Es llamativo que en la extensa enumeración de proyectos en común que se hace en esta nota, con información proporcionada por la Casa Rosada y la embajada argentina en China, no haya una palabra, ni una alusión, a uno de los más importantes: la 4ta. central nuclear, la Hualong-1. ¿Será que el gobierno argentino espera que China financie el 100% de la obra, en lugar del 85% que se había mencionado? Aún así, es llamativo que el tema no se mencione, cuando se ha anunciado que los bancos chinos reanudarán el envío de fondos para continuar las obras en las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, en Santa Cruz.

La gobernadora de Río Negro reclama por la ley del «hidrógeno verde»

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La gobernadora de Río Negro, Arabela Carreras, se reunió con la secretaria de Energía, Flavia Royón, para pedir avances concretos en la «ley de Hidrógeno Verde» que el ministro Massa tiene que presentar en el Congreso.

En Economía está en análisis el proyecto de regulación nacional de Hidrógeno para su elevación al Congreso. La provincia de Río Negro apura ese esquema porque Fortescue Future Industrie condiciona el avance del proyecto Pampas a la ley que establezca las reglas y condiciones de producción de Hidrógeno Verde en el país. En ese marco, ayer martes 1° la gobernadora Arabela Carreras se reunió con la secretaria de Energía, Flavia Royón. También le permitió precisar el proyecto eléctrico, llamado ALIPIBA II, que anunciará el ministro Massa en Bariloche. Se trata de la obra de interconexión de Villa La Angostura al sistema eléctrico nacional y de tendido de una segunda línea de abastecimiento para Bariloche, con una inversión de 75 millones de dólares. El otro punto de interés de la mandataria fue conocer cuándo Economía elevará el proyecto de Hidrógeno Verde. Este tema fue analizado al iniciar julio con el presidente Alberto Fernández, acordando celeridad del Ejecutivo para su presentación en el Congreso. Participó en esa audiencia también el senador Alberto Weretilneck, a quien se le asignó la misión de un anteproyecto que después presentó en agosto a Massa, Royón y el resto del equipo de Energía. Por lo conocido, Economía abrió una ronda de consultas con otras provincias y empresas que están interesadas en la producción, lo cual, generó diferencias en el texto definitivo que aún prepara Royón. Esta situación fue evaluada la semana pasada cuando Carreras y Weretilneck se juntaron en Casa de Gobierno, en Viedma. Un propósito compartido fue insistir que el proyecto ingrese en el Congreso antes de finalizar el 2022. Al concluir la reunión con la secretaria, la gobernadora estimó que la presentación de Economía será en “los próximos días”, resaltando que “vemos voluntad de avanzar”. La sanción de la norma otorgará un marco para la producción de hidrógeno (entre ellos, el verde) pero, esencialmente, las condiciones y los beneficios para su instalación en Argentina. Actualmente, los directivos de Fortescue iniciaron estudios en Punta Colorada mientras esperan conocer la legislación para determinar también la factibilidad del proyecto Pampas, que se anunció con una inversión de 8.400 millones de dólares.

40 años del Reactor Argentino de Investigación RA-6

Con la misión de siempre, el RA-6 cumple 40 años de trabajo y trayectoria en investigación y formación de recursos humanos. Desde su inauguración en el año 1982, el reactor ubicado en el Centro Atómico Bariloche fue concebido, diseñado y construido en Argentina con la finalidad de promover la enseñanza, el entrenamiento y la investigación en el área nuclear.
“El RA-6 fue un hito para la Comisión Nacional de Energía Atómica, porque fue la primera instalación de este tipo realizada íntegramente en Argentina. La empresa estatal INVAP tuvo a su cargo el gerenciamiento del proyecto y fue la CNEA quien desarrolló la ingeniería completa del reactor”, relata el jefe actual de reactor y responsable primario, ingeniero Fabricio Brollo.

El proyecto

La idea de la construcción surgió a mediados de los años ’70, cuando el Instituto Balseiro (IB), en el marco del Plan Nuclear Argentino ‒que tuvo como objetivo la construcción de centrales nucleares para hacer frente a la demanda energética del país‒ llevado adelante en aquel entonces por la CNEA, decide sumar la carrera de ingeniería nuclear para contar con profesionales altamente capacitados en la materia. En este contexto, se decide construir un reactor nuclear de investigación como soporte de las actividades académicas del instituto. Luego, se fueron sumando nuevas carreras, además de otros usos científicos, facilidades y aplicaciones.
ACTUALMENTE, ENTRE SUS PRINCIPALES FUNCIONES, SE DESTACA LA ENSEÑANZA Y CAPACITACIÓN A TRAVÉS DEL IB, FORMANDO PROFESIONALES EN EL ÁREA NUCLEAR.
Durante el año 2017 se capacitó y entrenó al plantel de operaciones que desarrollará sus labores en el futuro Reactor Multipropósito RA-10, que la CNEA está construyendo en el Centro Atómico Ezeiza (CAE), para la supervisión y conducción de las actividades de operación, protección radiológica y mantenimiento. RA6 en Red Otro de los grandes hitos es el Programa RA6 en Red, que se formalizó en el año 2013 a partir de la firma de un acuerdo de cooperación entre la CNEA y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), en el marco de un programa de alcance global denominado Internet Reactor Laboratory (IRL). Su objetivo fue proporcionar a la CNEA de una herramienta de educación y entrenamiento a distancia, para contribuir a la formación de recursos humanos en el área nuclear. “Este sistema posibilita que alumnos y profesionales de instituciones locales o países que no cuentan con un reactor nuclear de investigación, puedan realizar prácticas de laboratorio en forma remota, experimentando a la vez la cercanía a una instalación de este tipo”, comenta el ingeniero Pablo Cantero, representante técnico por CNEA-Argentina del Programa IRL del OIEA en nuestra región. Desde el año 2016 se vienen realizando prácticas experimentales en vivo en las que participan instituciones universitarias de países como Ecuador, Colombia y Cuba; asimismo esta herramienta se utiliza en forma regular como complemento en clases presenciales dictadas por el IB, como también de soporte para cursos especiales de entrenamiento y capacitación de operadores de reactores. Esta plataforma ha contribuido al crecimiento del Proyecto IRL del OIEA, brindando clases demostrativas a países como Francia, Corea del Sur, Marruecos, Indonesia y República Checa.
ACTUALMENTE, EL RA-6 ES EL ÚNICO REACTOR EXPERIMENTAL QUE OFRECE ESTA HERRAMIENTA ONLINE EN LA REGIÓN.
En septiembre de este año, durante la Conferencia General del OIEA celebrada en Austria, se firmó un acuerdo para la renovación del programa en la región para los próximos cinco años. Aplicaciones y laboratorios Además de la investigación y desarrollo en física de reactores e ingeniería nuclear, en el reactor y sus laboratorios, se realiza análisis por activación neutrónica (AAN), radiografía de neutrones, ensayos de instrumentación y control e irradiación de materiales, entre otros usos. También se estudia la Terapia por Captura Neutrónica en Boro (BNCT), una terapia en fase experimental contra el cáncer, que ha probado ser efectiva para tratar melanomas metastásicos en pacientes humanos y tumores espontáneos de cabeza y cuello en animales. Como parte de su proyección y crecimiento, en el año 2017 se terminaron las obras de ampliación de 900 metros de superficie del edificio auxiliar, donde se alojan los espacios de trabajo del personal de diferentes laboratorios, además de la inauguración de un auditorio y una sala de visitas y exposición permanente, como espacio estratégico para la divulgación y el vínculo con la comunidad. A lo largo de estos años, la CNEA ha requerido que las capacidades demostradas por todo el equipo del RA-6, se pongan a disposición de proyectos prioritarios como el ya mencionado RA-10, en donde actualmente participan de la capacitación y entrenamiento del futuro plantel de operación y desarrollo de los procedimientos de puesta en marcha, y de las obras venideras que el organismo proyecte.

«Biorobots» que caminan, nadan, se deslizan y vuelan

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Desde bancos de peces-bots hasta robo-corredores inspirados en guepardos, los ingenieros buscan en la naturaleza ideas sobre cómo hacer que los robots se muevan por el mundo.

Y la inspiración va en ambos sentidos: los diseños que hacen que los drones vuelen de una manera más eficiente energéticamente podrían ayudar a explicar cómo las aves y los insectos han evolucionado para hacer algo similar, por ejemplo. No se pierdan este video de un adorable robot-tortuga de patas blandas, impulsado por aire comprimido.
Clip showing a quadruped robot with soft tube-like legs walking forwards (L) compared with a turtle walking forwards (R)

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Para acceder al artículo de Nature (en inglés) que desarrolla el tema, cliquear aquí.

Estudiantes de escuelas de todo el país lanzan hoy desde Córdoba los satélites de la CANSAT Argentina

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Estudiantes de escuelas de la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Formosa y Misiones lanzan hoy, martes 1 de noviembre, sus satélites de la competencia CANSAT.

CANSAT es una competencia internacional impulsada por varias agencias espaciales del mundo -entre ellas, la NASA de Estados Unidos y la ESA de Europa. En nuestro país la organizan el Ministerio de Ciencia y la CONAE. En esta forma, estos estudiantes de escuelas secundarias y técnicas cumplirán los objetivos de las misiones espaciales que diseñaron y que resultaron ganadoras de la competencia. Estarán presentes el Ministro de Ciencia, Daniel Filmus, y el Director Ejecutivo y Técnico de la CONAE, Raúl Kulichevsky. En este video de medio minuto, uno de los ganadores nos resume el objetivo.

El director del Balseiro habla del futuro de la energía atomica, y también del de los graduados en el Balseiro

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Mariano Cantero, director del Instituto Balseiro, el único centro de nuestro país de formación en -entre otras disciplinas- el campo nuclear con prestigio a nivel mundial. En este reportaje, detalla como los proyectos nucleares se están reactivando en todo el mundo. También brinda una mirada esperanzada pero crítica de su situación en nuestro país. Y un panorama optimista sobre las posibilidades laborales de quienes se gradúan en ese legendario instituto.

En AgendAR nos consta que es correcta. Las ofertas que recibe un exBalseiro exceden totalmente el campo nuclear, que en Argentina sigue muy a medio resucitar. A los ingenieros y físicos atómicos argentinos los buscan hasta los fondos de inversión para modelar futuros. Es bastante ilimitado el abanico de posibilidades laborales muy diversas que te da el Balseiro.

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«La crisis energética por la guerra en Ucrania reactivó el debate sobre el uso de centrales atómicas para generar energía. ¿Tras el accidente de Chernóbil y la catástrofe de Fukushima después del tsunami, es conveniente hacerlo? ¿Hay un temor justificado en la gente que rechaza este método?

Hay prejuicios y temores justificados pero todo eso ya está cambiando y de hecho ya se ha reactivado la producción de energía en el área nuclear, en todo el mundo. Nos lo dijo el director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, durante una visita que nos hizo hace muy poco al Instituto Balseiro. Él confirmó, que inclusive, Alemania, se está replanteando volver a lo nuclear y también Japón, en donde apagaron todos los reactores nucleares luego del terremoto y ahora están en proceso de ponerlos en marcha.

¿Se refiere a Rafael Grossi, el argentino que está ocupado con el problema de las centrales nucleares en Ucrania amenazadas por la guerra?

Si, si, él mismo. Estuvo en nuestro Instituto, lo recorrió, trajo una placa y realizó un acto formal porque el Balseiro renovó por tercera vez su condición de Instituto asociado en formación de recursos humanos del OIEA. Tuvo unas palabras muy lindas, destacando lo estratégico que es para este organismo internacional la asociación con el Balseiro, y sobre todo el impacto que tiene en Latinoamérica.

¿El Instituto Balseiro forma profesionales para que trabajen en energía atómica?

Si, el foco original ha sido ese, formar recurso humano y conocimiento en el área nuclear, pero hoy el impacto es más amplio. A partir de este perfil, se ha desarrollado y se ha consolidado el área nuclear en la Argentina. El impacto que ha tenido el Balseiro ha sido muy importante, permitiendo la generación de empresas como INVAP, que empezó con la energía nuclear pero después amplió su intervención al campo de la radarización, la medicina y los satélites. El INVAP nació a fines de los años 70, en San Carlos de Bariloche. Lo crearon egresados del Instituto con lo que en ese entonces era el Departamento de Investigación Aplicada del Balseiro y de ahí sale su nombre, , Investigación Aplicada (INVAP).

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Volvamos al tema de la generación de energía con centrales nucleares. Este sistema ha sido muy cuestionado por las posturas pro ambientalistas.

nergía nuclear es una de las más amigables con el medio ambiente porque no tiene emisiones de ningún tipo, está controlada y la otra ventaja es que es una energía de base. Las centrales nucleares producen una energía estable, son muy confiables, se ponen en marcha a principio de año y por un año están funcionando continuamente hasta que necesitan entrar en recambio de combustible o de mantenimiento del programa.

Inclusive, hasta la activista Greta Thunberg, dijo la semana pasada que la energía nuclear era necesaria por cuestiones ambientales. Cuando Grossi visitó el Balseiro les habló a los estudiantes de que este es un gran momento para estudiar energía nuclear.

¿Pero la generación de energía nuclear no depende de un espejo de agua para enfriar los reactores?

Esa dependencia es mínima, no se necesita la cantidad de agua que necesita un dique, que precisa acumular energía potencial con el agua para después descargarla y eso es lo que genera la energía eléctrica.

En cambio, en el caso de la nuclear, la energía está en el combustible nuclear, en la reacción nuclear que se da y lo único que hace falta es la fuente fría para refrigerar el ciclo térmico. La cantidad de agua que hace falta es mínima. En un espejo de agua ni siquiera se consume, como sucede en la central de Embalse, en Río Tercero, Córdoba, donde se toma el agua a 18 grados, se refrigera la central y vuelve a 25 grados. Eso después se diluye y ni siquiera hay contaminación térmica.

También hay otros sistemas, como las torres de enfriamiento y ahí si se consume un poco más de agua por la evaporación que va al medioambiente pero también es mínima.

¿A nivel mundial los únicos accidentes han sido los de Chernóbil y Fukushima?

El caso de Chernóbil es el más emblemático, porque era una tecnología vieja, muy diferente a la actual, que ya no existe, que en vez de tener agua como nuestros reactores, tenía grafito que es inflamable y no tenían esos edificios de contención que se ven en nuestros reactores nucleares de la Argentina, como la semiesfera en Atucha, o el cilindro en Embalse.

¿Son los encofrados que evitarían cualquier escape de radiación en caso de un accidente?

Exactamente, de hecho, son edificios que están en depresión, están totalmente sellados, pero siempre controlan la depresión y en caso de llegar a haber algún problema, lo que hace inmediatamente el sistema es chupar.

¿La energía es el futuro?

Yo diviso cinco macroáreas de gran demanda en el futuro: energías, alimentos, salud, ambiente y comunicaciones. Hay muchas más, pero esas cinco son las macro, en las que se sustenta la gran actividad humana.

¿Cuántas plantas necesitaría la Argentina para igualar la provisión eléctrica que actualmente genera hoy?

Necesitaría alrededor de unas diez centrales nucleares grandes para completar todo lo que es la potencia instalada, que está en otras áreas. Pero, de todos modos, el tema energético es muy pragmático, por lo que hay que diversificar la matriz energética todo lo más que se pueda. Hay que aprovechar todo lo que esté a mano y todo lo que sea amigable con el medio ambiente. Se puede montar tecnología como la solar o la eólica que depende de cuando sopla el viento. Las hidráulicas son bastantes estables, pero dependen de las épocas de sequía y aquí, en Mendoza, por ejemplo, sufren una sequía que ya lleva más de 10 años.

¿La Argentina tiene centrales nucleares? ¿Cuántas?

Tiene tres y va por la cuarta.

¿Y nunca hubo ningún inconveniente?

No. De hecho, está Atucha I que fue la primera, después vino Embalse, luego Atucha II y ahora se está construyendo el reactor Carem. Esto hace tiempo que viene, lástima las idas y vueltas y vaivenes de la política porque ya teníamos los proyectos de la cuarta y la quinta central listos para ser iniciados. Si no hubiéramos estado viendo que hacíamos con el rumbo del país hoy ya tendríamos dos centrales más en funcionamiento.

Supe en algún momento que Argentina había inventado un reactor de pequeño tamaño y a la vez muy rendidor, lo cual era una gran novedad porque iba en contra de la industria mundial. ¿Es cierto esto?

Si, si, el reactor Carem, el que le mencioné recién. Argentina creó el diseño de este reactor y lo patentó entre 1985 y 1987 pero en ese momento la tendencia mundial era a tener reactores cada vez más grandes, que se construían in situ, es decir en el lugar y a pedido, y que eran bastante únicos, salvo por algunas estandarizaciones mínimas.

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¿El diseño argentino era diferente?

En esa época, Argentina fue por un diseño de reactores compactos modulares. Compactos, porque tiene todos los sistemas de seguridad nuclear integrados y son pasivos, por lo cual es inherentemente seguro. Y modulares, en el sentido de que se pueden colocar uno al lado del otro, generando una central más grande a medida de la demanda.

En cambio, hoy en día, las centrales nucleares tienen que ser 1000 o 1500 mega watts eléctricos, lo que implica un costo muy importante, aunque después eso se amortiza.

¿Y funciona ese modelo que inventamos?

Al principio fue muy resistido, pero hoy en día es la tendencia mundial. Estamos en la ola de poder desarrollar ese reactor que Argentina diseñó hace casi cuatro décadas. No hay ninguno de ese tipo funcionando en el mundo todavía, pero es la tendencia.

Lo increíble de esto es que hace 40 años Argentina salió con un diseño de reactor novedoso y el mundo nos dijo «ustedes no saben de lo que están hablando» y después de todo ese tiempo, ahora el mundo dice «la idea es esa» y nos empiezan a copiar.

Nosotros deberíamos tener ese tipo de reactor fabricado, en marcha y funcionando hace unos 20 años, pero lamentablemente, una y otra vez nuestra historia nos frena.

En lugar de ponernos de acuerdo en un rumbo claro y mantener políticas de Estado más allá de los colores políticos, hemos tenido muchas idas y vueltas y hoy estamos al mismo ritmo, compitiendo con el mundo, con una idea que fue nuestra, hace casi 40 años y que el mundo la toma ahora.

¿No hay una política de Estado científica?

Creo que ha habido un intento de tenerla, pero el tema es que no solo es lo científico o tecnológico, hay que tenerla en el desarrollo de infraestructura, es ver que los desarrollo no se centralicen en los dos o tres polos que tiene la población sino en una inversión federal y en todo el territorio.

¿Es un problema presupuestario que no haya una política integral?

Es un problema de planificación y sostenimiento de rumbos, de acuerdos que tiene que tener la sociedad. Nosotros, cada cuatro años damos giros de 180 grados y no nos podemos poner de acuerdo en cuatro o cinco cosas.

Hubo, en algún momento un periodo largo con una política importante de inversión en ciencia y tecnología pero después se discontinuó y luego se retomó, pero un poco. Tenemos que ponernos de acuerdo en un puñado de temas, que sean políticas de Estado, que se podrán cambiar un poco en su implementación según el gobierno de turno que esté, pero no se pueden cambiar en el rumbo, ni tampoco en los objetivos, porque armar equipos cuesta muchísimo y perder equipos es instantáneo.

¿Está hablando de la pérdida y fuga de científicos?

Claro, uno arma grupos, equipos de personas, cuya formación lleva 10 años. Equipos para desarrollar reactores, satélites, radares y después la implementación de malas políticas hace que en seis meses se pierdan esos equipos y se vayan a otro lado, entonces, nos hace falta otros 15 años para formar nuevos equipos. Desde luego que todo el know-how que se desarrolló hace que no sea un punto de partida desde cero pero al perderse un profesional con 10 años de experiencia, se tarda exactamente otros 10 años en tener un profesional con experiencia.

¿Si un chico o una chica quieren ir al Instituto Balseiro qué oferta tienen?

Hay cuatro carreras de grado: Física, Ingeniería Nuclear, Ingeniería Mecánica e Ingeniería en Comunicaciones. Después está la oferta de postgrado que son siete especializaciónes, tres maestrías y tres doctorados de las mismas carreras que mencionamos.

¿Cómo se ingresa?

Para ingresar al Instituto hay que cursar previamente en una universidad durante un año y medio o dos las materias básicas, esto es, matemática, álgebra, cálculo, mecánica, termodinámica y electromagnetismo.

Luego se inscriben, rinden un examen de ingreso y los estudiantes se hacen acreedores a una beca de la Comisión Nacional de Energía Atómica para estudiar las carreras del Instituto.

¿Entran si aprueban el ingreso?

No es un concepto de aprobar o no aprobar sino más bien de tener en cuenta ciertos elementos, una entrevista personal, ver cómo ha sido su trayectoria educativa en su universidad de origen y todo eso más el examen se conjuga en una análisis que hace la comisión de ingreso del Instituto, en la que selecciona hasta 62 becarios por año.

¿De las carreras que me nombró cuales son las más demandadas?

Todas lo son, pero las más conocidas son Física y Energía Nuclear que son las más antiguas. Donde menos inscriptos hay es en ingeniería mecánica e ingeniería de telecomunicaciones que son las más nuevas y que no hay un conocimiento tan grande.

¿Cuántos egresados tiene el Balseiro?

Tiene entre 130 a 140 egresados por año en grado y postgrado. En las carreras de grado son entre 55 y 60 al año.

¿Tienen trabajo de inmediato?

Si, claro. Y en Argentina hay mucho campo de trabajo. El problema hoy es que la virtualidad y los bajos sueldos hacen que muchos jóvenes trabajen incluso a distancia para empresas de nivel mundial, pero la demanda de trabajo en Argentina es muchísima. De hecho, el Instituto no alcanza a suplir toda la demanda de egresados que necesitan las empresas nacionales.

Nosotros tenemos egresados trabajando en empresas como YPF, INVAP, Techint, pero también los hay trabajando en bancos y empresas de seguro. Toda la formación que da el Instituto es muy amplia y sólida en matemática y física, luego es muy útil en otros temas como aplicación de inteligencia artificial, análisis de big data, blockchain, que son tecnologías que demandan en todas las industrias. Y en la parte de telecomunicaciones, con Arsat hay una demanda grande.!

Matemáticas, azar y fútbol: del penal de Racing a las chances en el Mundial

Walter Sosa Escudero y Pablo Groisman, dos expertos en estadística y matemática, planificaron una serie de charlas online sobre el rol de las probabilidades, los favoritos y el peso de las cábalas. Y exploran las respuestas a preguntas clásicas y no tanto.

  • ¿Le sirve a un delantero estudiar los antecedentes del arquero para elegir el mejor ángulo donde patear el penal?
  • En la era del VAR, los algoritmos y la inteligencia artificial ¿por qué los pronósticos profesionales insisten siempre en dar como ganador a Brasil?
  • Y ¿cuántas figuritas hay que comprar para llenar el álbum?
Solemos olvidarlo, a veces a propósito, pero en el fútbol, en las competencias –y en el deporte en general– el azar ocupa un lugar central. Y ahora que el inminente Mundial se apropiará –durante cuatro semanas– de la atención global, se vuelve atractivo repasar ideas y desmontar prejuicios sobre el rol de las probabilidades, especulaciones, la casualidad, los favoritos y el peso de las cábalas. La matemática no solo juega en la cancha: también nos permite calcular cuántos paquetes de figuritas hay que comprar para llenar el álbum. Para pensar estos temas, dos expertos en estadística y matemática –Walter Sosa Escudero y Pablo Groisman– planificaron una serie de charlas online. Groisman es doctor en Matemáticas, investigador del Conicet y profesor en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Es autor de los libros Abrazar el azar y Te regalo un teorema, próximo a aparecer. Se define como maradoniano y bostero hasta los huesos. Sosa Escudero abrazó la estadística desde la universidad. Es investigador del Conicet y profesor en la Universidad de San Andrés. Escribió libros como Borges, big data y yo y es fan de la computación, la matemática y el rock de los 70, entre otros ritmos. También boquense. ¿Cuál es el rol del azar en el campeonato? Sosa Escudero no duda: “El lugar que ocupa es enorme. Pero ojo, no solo en las competencias deportivas juega la casualidad. También tiene un rol en política y en finanzas”. Cuando se mira un partido de fútbol se puede analizar y mensurar elementos sistemáticos, como la calidad de los jugadores, el entrenamiento, la localía, etc. “Pero todo eso se combina con un componente azaroso significativo”, completa Groisman. Y pone el ejemplo reciente de Boca campeón en lugar de Racing. “En todo penal siempre hay un componente importante de azar”. ¿No juega la experiencia del arquero “experto” en ciencia de datos, que “estudia” la historia de donde suele patear el jugador? Eso no sirve para elegir el lado donde tirarse. “Analizar los antecedentes de cómo patea al arco un profesional demuestra, paradójicamente, que la historia no sirve para predecir dónde pateará el próximo”, asegura Sosa Escudero. Lo de Chiquito Romero en el Mundial 2014 y sus papelitos no es más que un mito, estadísticamente hablando. Porque si fuera cierto que un arquero puede adivinar la estrategia del pateador, también lo es que ambos conocen el dato y tienen los incentivos para cambiar la estrategia esperada. “Lo que termina pasando es que, si ambos tienen un nivel profesional similar, no sirve mirar el historial para predecir, porque ambos patean –o se tiran– con una alta dosis de aleatorización”, explica Sosa Escudero.
Mundial Qatar
«Todo se combina con un componente azaroso significativo», explicaron los expertos
. Groisman destaca otra falacia de las predicciones: “Se piensa que cuanto más entrenada está una persona es posible reducir el azar de sus movimientos deportivos. Eso es falso, lo que reduce el azar es la diferencia de la calidad de los jugadores. Entre dos profesionales similares es difícil predecir y el azar incrementa su peso. La teoría matemática indica que las chances de meter un penal no dependen de elegir estratégicamente; cada deporte tiene una parte predecible pero otra que no lo es. Sí se reduce el azar cuando hay gran diferencia técnica: es fácil predecir los resultados si la selección de Brasil juega con Sacachispas, mientras que el azar pesa entre Brasil y Alemania. Predicciones Una cosa es predecir el ganador y es lo que todos quieren. Pero hay otro concepto importante y es pegarles a las chances de quién ganará. Es diferente predecir que ganará Argentina a estimar las posibilidades de que seamos tricampeones. Sosa Escudero recordó que “si miramos todos los mundiales, fueron ganados por apenas siete países. O sea que predecir las chances de quién ganará 2022 es posible. Pero saber con cierta certeza quién ganará es mucho más difícil. Y la probabilidad de que el país que tiene la mayor probabilidad de ganar realmente sea campeón es baja, porque los otros juegan. Si solo se miran las chances, siempre ganaría Brasil. Pero no es lo que pasa, y en esto hay conceptos contraintuitivos”.

No solo en el deporte hay azar, también tiene un rol en política y en finanzas

Según los expertos, hay otras razones que explican las fallas en las predicciones. “Tenemos mucha información de ciertos elementos, pero poca de otros. Por ejemplo, no ha habido tantos campeones en la historia deportiva como para tener datos suficientes y hacer cálculos significativos”, aseguran. En sentido opuesto, la repetición de eventos hace que los resultados más raros siempre se terminan dando. Brasil perdió 7 a 1 de local, Palermo pifió tres penales: dos eventos excepcionales. Pero si se juegan muchos mundiales y partidos, ambos pueden repetirse ya que la matemática demuestra que se darán los resultados más extraños muchas veces. ¡Hasta ocurrirá que Argentina le gane a Brasil 14 a 0! Solo es cuestión de esperar suficientes partidos y el azar causará esa magia. Eso sí, es muy difícil predecirla”. En tiempos del VAR, ¿por qué es buena idea seguir tirando una moneda para ver quién empieza? Sosa Escudero explica que es un gran ejemplo de azar, comprensible para todos. “Es una metáfora para ser mejores ciudadanos en la era electrónica ya que facilita que todos verifiquen un proceso. Hoy, en las elecciones todos pueden tener la certeza del voto. En cambio, en el sistema electrónico, la “transparencia” queda en manos de un puñado de informáticos. “Un evento como el Mundial requiere del más transparente de los azares. Y la moneda es la mejor opción”. Finalmente, los expertos repasaron las cábalas. “Las personas no solemos registrar que hay eventos que tienen muchas probabilidades de que ocurran y coincidan. Cuando pasa nos sorprendemos y lo “leemos” como indicio causal. Pero las coincidencias existen y muchas veces las casualidades simplemente son hechos esperables”.

Enrique Garabetyan

El álbum de figuritas

El álbum oficial del Mundial consta de 638 figuritas. Y se venden en paquetes de a cinco. Una de las preguntas de estos días fue: ¿cuántos paquetes comprar para completar el álbum? “Estos son problemas importantes e interesantes para la matemática y el cálculo de probabilidades”, explicó Groisman. “Además, se pueden usar simulaciones computacionales con estos conceptos básicos y diseñar “una ruta computacional” para calcular probabilidades y simular problemas complejos de diversas disciplinas. Son cálculos que tienen muchas variables pero, groso modo, asumiendo ciertas condiciones, los algoritmos y el cálculo indican que se necesitará adquirir, en promedio, 4.490 figuritas (sin recurrir a cambiar) para llenar el álbum. Claro, habrá algunos que lo llenen comprando 880 paquetes, pero otros deberán comprar más y los afortunados, menos. Lo bueno es que la matemática demuestra que es una situación con poca dispersión: a la mayoría le bastará con adquirir la cantidad cercana al promedio para completarlo.

Los pozos en Vaca Muerta son más productivos que los de Permian en Houston, dice una consultora de EE.UU.

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Un pozo de shale oil perforado en Vaca Muerta produce inicialmente más crudo que un pozo nuevo dentro de la formación Permian en Estados Unidos. El dato surge de un reporte de la consultora McKinsey & Company sobre la formación neuquina, en el que destaca la competitividad y el buen posicionamiento argentino para abastecer al mercado mundial. El reporte subraya además que el shale de Vaca Muerta se encuentra dentro de la gama más ligera de petróleos y tiene un bajo contenido de azufre. La consultora relevó en 2021 datos de productividad por pozo y costos. En comparación con un relevamiento previo de 2019, los autores del reporte encontraron que la producción no convencional en Vaca Muerta ya compite con el shale estadounidense.
“En 2019, nuestra investigación concluyó que las propiedades geológicas de Vaca Muerta eran comparables a las principales formaciones de los Estados Unidos y que era un sitio prometedor para el desarrollo. Hoy, después de años de mejoras en la productividad, incluida la importación de mejores prácticas, el punto de equilibrio técnico promedio de pozos para Vaca Muerta está en línea con los principales campos no convencionales en los Estados Unidos”, destaca el reporte.

Productividad y costos

El alto nivel de producción inicial y su rápido declive posterior es la característica principal de los pozos de shale oil y shale gas. En ese sentido, la productividad en Vaca Muerta supera a la de algunas de las mejores áreas en Estados Unidos. En concreto, un pozo en la formación neuquina en los primeros 90 días de producción supera a un pozo similar en la cuenca de Delaware, dentro de la formación Permian, el principal play de shale oil de Estados Unidos. “Nuestra investigación muestra que los pozos de 2021 de Vaca Muerta lograron una producción máxima de 82.000 barriles de petróleo durante los primeros 90 días de producción frente a los 76.000 barriles de petróleo de Delaware. Además, los pozos de las últimas tres campañas anuales de Vaca Muerta han logrado consistentemente al menos un 23 por ciento más de producción acumulada que los de Delaware”, evaluó la consultora. También destaca en el análisis de costos un breakeven para el petróleo de US$ 36,00 por barril y para el gas natural de US$ 1,60 por MMBtu. Son precios que están en línea con los de EE.UU.. La mayoría de campos no convencionales registran precios de equilibrio de entre 34 y 51 dólares por barril y de 1,30 a 1,80 dólares por MMBtu.

Potencial en combustibles

Por otro lado, el reporte destaca que el shale de Vaca Muerta se encuentra dentro de la gama más ligera de petróleos y tiene un bajo contenido de azufre (menos del 0,5 por ciento). Esto abre una veta para la exportación de combustibles, ya que hace más fácil de refinar y producir naftas, con tecnologías de refinación menos complejas. “Las exportaciones de crudo ligero estadounidense a Europa (principalmente Francia, Italia y el Reino Unido) y Asia oriental (principalmente China, Corea y Singapur) también han aumentado recientemente. Por lo tanto, es lógico que el petróleo de Vaca Muerta también podría colocarse en estos mercados, dada su similitud con el crudo liviano estadounidense”, dice el reporte.

Vaca Muerta en el contexto mundial

McKinsey explica que los recursos no convencionales están bien posicionados para dar una rápida respuesta a la situación de suministro en los mercados globales, gracias a su flexibilidad y productividad. “En el contexto de mayor volatilidad debido a los recientes eventos geopolíticos y las disrupciones tecnológicas, la extracción de petróleo de esquisto presenta un elemento de certeza dada la modularidad de sus gastos de capital, así como el menor tiempo de espera entre la perforación y la producción en relación con los proyectos de petróleo convencional. Por estas razones, el petróleo de esquisto puede responder con flexibilidad a interrupciones repentinas del suministro y movimientos del precio del petróleo”, destaca la consultora. Argentina con Vaca Muerta puede llenar ese hueco. El país podría duplicar su producción actual (entre 500 y 600 bpd) en los próximos cinco años y triplicarse en los próximos diez, transformándose entonces en uno de los 20 principales países exportadores de crudo. Para lograrlo, la actividad en la formación neuquina debería trepar de 30 rigs en 2022 a 70 durante los próximos cuatro a cinco años.

Inversiones e impacto económico

Según la consultora este desarrollo “probablemente requerirá al menos US$ 45.000 millones en inversiones durante los próximos diez años, lo que también podría ayudar a superar los cuellos de botella de infraestructura, y podría ser alentado por una reducción en el perfil de riesgo expuesto”. El impacto económico de Vaca Muerta generaría ingresos federales y provinciales de entre $58 mil millones y $70 mil millones. Además, este mayor nivel de actividad intensificaría la participación de la industria del petróleo y el gas en toda Argentina, elevando efectivamente la participación de la industria en el PIB del país de su nivel actual de 1,4 por ciento a 8,4 por ciento para 2032. “A corto plazo, puede proporcionar al mundo un suministro de energía asequible, fiable y seguro muy necesario”, sintetiza el reporte sobre Vaca Muerta.

Nicolás Deza

Las otras adicciones

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El término adicción está cargado de resonancias negativas. Tanto que, en estos tiempos, la academia y los servicios de salud mental, prefieren su reemplazo por «consumos problemáticos» o «abuso de sustancias». Sin embargo, tanto el término adicción como sus eventuales reemplazos apuntan a un mismo tipo de consumos, socialmente reprobados. Consumir otras cosas, sin embargo, es valorado como motor del crecimiento económico en estas épocas del capitalismo tardío. Estrenar un 0km cada año no es una posibilidad al alcance de todos. Precisamente por eso, una minoría lo asume casi como una marca identitaria. Y se desespera si, circunstancialmente, no puede hacerlo. Aunque sea un desperdicio de dinero desde el punto de vista puramente económico. Pero desde la perspectiva de la otra economía puesta en juego, la del narcisismo del propio sujeto, es una manera en la que un sector de la población tiene para exhibirse como exitosa ante los ojos propios y extraños. Esa compulsión consumista, que se puede rastrear detrás de muchas adquisiciones, no se piensa como un modo de adicción. Porque sin ella gran parte de la dinámica del sistema productivo caería. Al contrario, la compulsión a comprar objetos o bienes que satisfacen una necesidad de gratificación inmediata es estimulada por todo el aparato comercial publicitario.Es la misma lógica existente detrás de la obsolescencia programada de muchos productos. Pero con una vuelta de tuerca que apuesta al deseo del consumidor. Así, la lógica del sistema es promover el consumo adictivo. Empezando por la moda, que renueva cada temporada lo que propone como novedad y última tendencia estética. O la llamada “industria del lujo”.Pero este furor por el artículo más avanzado, con más funcionalidades o portador de la tecnología más desarrollada del momento, invade la comercialización de toda clase de artefactos electrónicos y de uso doméstico. No se trata sólo de ropa, perfumes, accesorios o artículos suntuarios. La confianza ciega en que lo nuevo habrá de ser siempre mejor, tiene su basamento en la increíble revolución tecnológica que nos toca experimentar, pero el consumo compulsivo rebasa esa certeza y responde a la demanda de un exceso de goce, que es el verdadero imperativo detrás de toda adicción. Y, como cualquier otra forma adictiva, la sensación de plenitud que invade al consumidor luego de adquirir el nuevo bien y estrenar su uso, se disipa rápidamente y deja como resaca la sensación de un enorme vacío existencial.

Lic. Gerardo Codina. Psicoanalista