En medio de la guerra comercial mundial, el Mercosur acordó flexibilizar su política de aranceles y sumar 50 productos a la lista de productos con excepciones al arancel externo común que aplica la unión aduanera a las importaciones.
En un encuentro celebrado en Buenos Aires, encabezado por el ministro de Relaciones Exteriores, GerardoWerthein, los cancilleres expresaron la necesidad de “hacer frente a los desafíos que presenta el actual contexto internacional”.
En ese sentido, el comunicado del Mercosur confirmó “la necesidad de ampliar temporariamente la lista nacional de excepciones al arancel externo común de cada Estado Parte hasta 50 códigos arancelarios”. De esa forma, cada país sumó una herramienta de negociación para los acuerdos comerciales con otros paises y, en especial, con los Estados Unidos.
La Argentina había llegado a la reunión con una propuesta para flexibilizar la unión aduanera, en virtud de su objetivo de llegar a un acuerdo con el gobierno de Donald Trump. Ya existían 100 productos exceptuados de los aranceles. Ahora, el total es 150. Según expresaron fuentes de la Cancillería, eso permitirá negociar con mayor libertad con Estados Unidos y suavizar la suba de 10 puntos en los aranceles que Trump impuso a la Argentina.
En el comunicado, los cancilleres expresaron la necesidad de que cada Estado luego implemente la lista de excepciones, así como también “discutir la modernización del Mercosur”.
El próximo paso será la reunión del Grupo Mercado Común prevista para el 23 y 24 de abril, en forma previa a un nuevo encuentro de Cancilleres que tendrá lugar el 2 de mayo próximo.
El giro se produce en medio de la inestabilidad generada por la suba de aranceles dispuesta por Donald Trump; yen línea con el objetivo del gobierno libertario que busca que cada país del Mercosur pueda manejar sus aranceles sin consultar a sus socios.
Al concluir la reunión, el canciller Werthein y los ministros de Exteriores de Brasil, Mauro Vieira; Uruguay, Mario Lubetkin; Paraguay, Rubén Ramírez; y Bolivia, Celinda Sosa Lunda, se tomaron una foto conjunta en el patio central del palacio y luego compartieron un almuerzo.
El presidente Javier Milei viajó el martes pasado a Paraguay para encontrarse con su par de ese país, Santiago Peña, y formar una estrategia común frente a la postura de Brasil y Uruguay.
Milei dio instrucciones a la Cancillería de acelerar, desde la presidencia pro-témpore que ejerce hasta mitad de año, el acuerdo entre el bloque y la Unión Europea.
En el comunicado conjunto también se reafirmó “el compromiso con el fortalecimiento y la unidad del Mercosur y la determinación de modernizarse y explorar, de manera coordinada, como aprovechar mejor las circunstancias de una coyuntura internacional cambiante y desafiante”.
Allí se destacó el “clima de cordialidad y confianza” en el que “los Cancilleres coincidieron en la importancia de trabajar en la agenda interna y de relacionamiento externo del Mercosur”. Y, en ese sentido, subrayaron “los recientes avances, como la suscripción del acuerdo con Singapur y la conclusión de las negociaciones con la Unión Europea y manifestaron su compromiso en avanzar prioritariamente con las negociaciones con EFTA y con Emiratos Árabes Unidos, con vistas a concluir ambas negociaciones durante el presente semestre”.
En otro de los puntos acordaron continuar en las semanas subsiguientes con este diálogo “franco y abierto”, con vistas a la LXVI Reunión Ordinaria del Consejo del Mercado Común y Cumbre de Presidentes del MERCOSUR de julio próximo.
El viaje de Milei y la previa de Francos con Vieira
En su periplo en Paraguay, Milei intentó unir fuerzas con Peña anticipándose a una diferenciación con Brasil y Uruguay, los otros dos socios del Mercosur, muy críticos de la suba generalizada de aranceles decretada por el presidente Donald Trump y dispuestos a subir la apuesta en la confrontación con el mandatario norteamericano.
El encuentro de este viernes fue cerrado e informal. Estuvo por fuera del calendario oficial de reuniones del Mercosur, que tiene a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, como miembros plenos y a Bolivia, en proceso de adhesión para serlo.
El Presidente busca coincidencias con Peña en torno a la agresiva política arancelaria de Estados Unidos, fuertemente criticada por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, para quien Trump es “un ciudadano que se cree capaz de dictar reglas para todo lo que pasa en el mundo”, aunque dejó un margen para la negociación con el gobierno norteamericano. La semana pasada, y bajo el impulso del oficialismo, la Cámara de Diputados de Brasil aprobó un proyecto de ley que permite tomar medidas de represalia contra países que impongan barreras comerciales.
La reacción de Milei fue la opuesta. Luego de celebrar que la suba de aranceles haya sido “sólo” del 10 por ciento, el Presidente prometió “readecuar” la normativa argentina, a fin de arribar a un “acuerdo de preferencias comerciales” con Estados Unidos en el plazo más corto posible.
Por otro lado, y en una señal de distensión, el jefe de ministros, Guillermo Francos, recibió al canciller brasilero, Mauro Vieira, hombre de suma confianza de Lula da Silva.
La Agencia Marina de Noticias informó que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicó, el pasado miércoles 26 de marzo, “que reconoce la expansión del territorio marítimo brasileño en 360 mil km², en una región que se extiende desde la desembocadura del río Oiapoque (AP) hasta la costa norte de Rio Grande do Norte, abarcando las cuencas sedimentarias de la desembocadura de los ríos Amazonas, Pará-Maranhão, Barreirinhas, Ceará y Potiguar – llamada Margen Ecuatorial”.
Esta decisión significa un aumento del límite de la Plataforma Continental Brasileña, que antes representaba 200 millas náuticas de dominio nacional sobre esas aguas. “Con la expansión de esta parte de la denominada Amazonia Azul, Brasil reconoció su derecho soberano a explorar los recursos naturales (como el petróleo) presentes en esta área, tanto en el fondo marino como en su subsuelo. Además de gas y petróleo, en este nuevo sector marítimo, podrían encontrarse nódulos polimetálicos”, destacó el portal defensa.com.
La propuesta fue analizada por técnicos de la ONU y contó con el apoyo de la Marina, Petrobras y la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles (ANP).
En febrero de este año, miembros del Plan Brasileño de Estudio de la Plataforma Continental (LEPLAC) participaron, junto con la delegación brasileña, en la 63ª Sesión de la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC), en Nueva York (EE.UU.). En esa oportunidad se concluyó el análisis de la presentación del Margen Ecuatorial y se inició el análisis de los márgenes Este-Sur. Fueron necesarios siete años de interacción entre técnicos brasileños y expertos de la CLPC para que la solicitud fuera atendida, un marco para la definición de las fronteras marítimas brasileñas.
«Este logro es el resultado del trabajo continuo de marinos, investigadores y diplomáticos de la Comisión Interministerial de Recursos Marinos (CIRM) en la importante tarea de expandir nuestros límites, expandiendo cada vez más nuestra Amazonía Azul. Esta expansión trae consigo toda la riqueza de recursos vivos y no vivos que constituyen un verdadero patrimonio de la sociedad brasileña», dijo el Secretario del CIRM, Contralmirante Ricardo Jaques Ferreira.
«La región del Margen Ecuatorial en la que Petrobras está interesada actualmente está dentro de las 200 millas, pero puede haber algún bloque petrolero que se descubrirá y se extenderá más allá de esta cordillera y que cae en esta nueva área que ahora solo el Estado brasileño tiene derecho a explorar», agregó el director de Hidrografía y Navegación de la Marina, vicealmirante Marco Antônio Linhares Soares.
El portal de noticias CPG, destaco que: “Esta superficie adicional equivale a todo el territorio de Alemania. Ahora, Brasil podrá explorar riquezas como petróleo, gas natural y minerales que están en el fondo del mar en esta nueva región”.
Cabe destacar que Brasil aún mantiene reclamos por resolver y que la próxima solicitud que evaluará la ONU se refiere a una franja de suelo y subsuelo marítimo que se extiende desde São Paulo hasta Paraíba, en el nordeste, denominada Margen Sur Oriental, y es la mayor área reclamada por Brasil, con 1,5 millones de km².
Los fondos marinos que las Naciones Unidas reconocieron a nuestro país son un logro de naturaleza distinta del que consiguió Brasil. Pero ambos muestran que el trabajo paciente y alejado de las coyunturas políticas de estudiosos y diplomáticos puede conseguir beneficios importantes para su país. Luego, corresponde a los gobiernos aprovecharlos. No siempre saben hacerlo.
Además de la guerra comercial y financiera desatada por Donald Trump, una de las noticias de la semana fue lo que se anunció como la reaparición de un lobo extinguido hace 10.000 años. Científicos de la empresa Colossal Biosciences habían reconstruido el genoma del “lobo terrible”, lo habían usado para editar el genoma del lobo gris moderno y de ese modo gestaron tres cachorritos blancos que nacieron en octubre del año pasado y cuyas fotos dieron la vuelta al mundo: Rómulo, Remo y Khaleesi.
Como muchos al ver la noticia, pensé “qué maravilla”. Después me puse a pensar un poco mejor y me di cuenta de que el anuncio, además de ciencia, tenía mucho de marketing (legítimo), que no es cierto que se haya revivido ninguna especie y que deberíamos pensar seriamente en qué hacer (y qué no hacer) con estas nuevas herramientas.
Desde hace años les muestro en clase a mis estudiantes una nota de Clarín de abril de 2013 donde se menciona la posibilidad de revivir especies extinguidas. Es posible que la nota de Clarín tuviera origen en una entrevista del semanario alemán Der Spiegel a George Church, un genetista de Harvard que suele meterse en temas raros. En esa entrevista, Church sostenía que en un futuro seria posible recrear especies extintas sintetizando químicamente sus genomas. Esto no es inverosímil, el ADN es un compuesto químico que se puede sintetizar como cualquier otro. Ese genoma sintético, introducido en un óvulo reemplazando el ADN original y, usando una madre sustituta —en caso de requerirse— daría origen a un nuevo organismo construido a partir de las instrucciones del genoma sintético. Casualidad o no, Church es uno de los fundadores de Colossal, la dueña de los lobeznos, creada en 2021 con el llamativo objeto de regresar a la vida animales extinguidos, fondeada por inversores de riesgo con cientos de millones de dólares y con un muy sólido staff profesional. Científicos y dinero: envidiable combinación.
Aún siendo un completo ignorante de qué es el marketing, creo que esta campaña de Colossal no empezó ayer y está planificada menos como una actividad científica que como una iniciativa empresaria (perfectamente legítima). Semanas antes de la presentación de los lobos, que ya habían nacido, algunas revistas científicas, como Nature, informaron que Colossal había producido ratones con características de mamuts (como el pelo largo), una prueba de concepto (es decir, una prueba inicial para ver la viabilidad de una idea) de que los genes de un organismo extinto pueden funcionar en otros organismos. Salvo para los nerds que seguimos estos temas, esto pasó desapercibido, porque no era ninguna novedad científica: hace rato que sabemos que los genes de un organismo (extinto o no) son transferibles a otro y les confieren características nuevas al receptor. Un transgén que confiere resistencia al glifosato, como tiene la soja más sembrada en el país, por ejemplo, es eso. Es más, fue este tipo de transferencias lo que en los años ’40 permitió a Avery, MacLeod y McCarthy demostrar que el ADN es el material genético.
Genes dentro de genes
Antes de seguir, veamos cómo se hicieron. Partiendo de la idea de que el ADN contiene la información para construir un organismo, los investigadores de Colossal obtuvieron la información genética contenida en el ADN de dos lobos distintos: uno extinguido, Aenocyon dirus, el lobo gigante; y otro actual, Canis lupus, el lobo gris. Compararon los genomas de ambas especies para ver qué diferencias tenían y se estableció que había un grupo de genes que podrían hacer la diferencia entre uno y otro. Todo los demás genes, asumieron, serían los que hacen que ambos sean lobos. Esto es una simplificación, pero necesaria para seguir adelante con el trabajo. Se los criticó por usar algunos genes y no todos, pero, insisto en este punto: el anuncio no era un trabajo académico sino una prueba de concepto para el desarrollo de un producto de la empresa. De haber querido tener en cuenta todos los cambios, que seguramente son muchos, habría sido imposible hacerlo en un tiempo razonable.
Después usaron una técnica de edición genética denominada CRISPR (que mencionamos en una nota anterior) para reemplazar cada uno de los genes del lobo gris por los del lobo gigante que hacían la diferencia. Esta técnica, cuando en 2013 se empezó a hablar de la recuperación de especies extintas, estaba aún en pañales y requirió casi una década de desarrollo para poder usarla en el reemplazo de genes enteros en un genoma, como en este caso. El reemplazo de los genes se hace en células vivas del lobo gris, cultivadas en el laboratorio a partir de tejidos del animal. Cuando se confirma que las células cultivadas tienen los cambios deseados (secuenciando el ADN), se extrae el núcleo de la célula modificada (donde está la mayor parte del ADN) y se transplanta a un óvulo de lobo gris al cual se le extrajo su núcleo. El óvulo con su nuevo núcleo se activa, como si lo hubiera fertilizado un espermatozoide, se cultiva en el laboratorio durante unos días y luego se lo transfiere al útero de una madre receptora, que en este caso fue una perra.
Después de la presentación de los lobitos, parte de la comunidad científica comenzó a discutir distintos aspectos del anuncio de Colossal. Uno de los temas fue sobre si tiene sentido traer al mundo especies extinguidas. Este debate es importante, pero no entraré en detalles: sólo diré que no estoy de acuerdo con la reintroducción de especies cuando los ecosistemas ya evolucionaron y siguieron su rumbo sin ellas. Soy poco amigo de volver atrás el reloj. Leí incluso a quien criticaba el uso de ese dinero en eso y no en salvar especies en riesgo. Para mí es simple: Colossal hace lo que quiere con su dinero, y de hecho estas tecnologías permiten producir embriones viables de especies en peligro. Todas estas discusiones son entendibles e importantes, pero hay una cuestión casi existencial, que es la que más me interesa: ¿qué es y qué significa este nuevo organismo?
Si bien sé más de insectos que de lobos, como zoólogo me animaré a meterme en detalles que van a sonar técnicos pero no lo son: son filosóficos. Si usara una herramienta muy común para establecer relaciones entre organismos, el ADN de las mitocondrias (organoides de las células que producen energía y tienen su propio material genético), no tendría ninguna duda en que estos lobos son lobos grises porque las mitocondrias del óvulo usado para el transplante (y su ADN) son de una loba gris contemporánea. Este ADN materno permite inferir genealogías y, por lo tanto, la evolución vía materna de generación en generación. Si analizara el genoma completo, en cambio, vería que es idéntico al del lobo gris salvo en todo lo que parece lobo gigante. Con eso no podría afirmar que no es un lobo gigante, porque la genómica no es nada democrática, las minorías cuentan más que las mayorías: esos pocos genes de lobo gigante le confieren el aspecto de lobo gigante.
De hecho, si miro el aspecto de los lobeznos (igual hay que dejar que crezcan y se desarrollen, no seamos ansiosos) diría que si bien no se puede asegurar que sean lobos gigantes, tampoco se parecen a un lobo gris. Es decir son y no son. Y esto es un desafío para los taxónomos, mis biólogos favoritos, los que establecen los criterios científicos y objetivos por los cuales una especie es una especie y otra especia es otra distinta. Y esos criterios pueden variar porque las especies son hipótesis, no algo tangible. Así que antes de enredarme en discusiones acerca de si es o no es, preferiría esperar a que los lobitos lleguen a adultos y se los analice en base a los criterios estrictos de la taxonomía. Si se establece científicamente que no son ni uno ni otro, serán una nueva especie con tres ejemplares. Pero, si son, de acuerdo a estrictos criterios taxonómicos, Aenocyon dirus o Canis lupus, nos indicará si efectivamente esos pocos genes son suficientes para definir a una especie o no.
Lo que puede venir
Es muy difícil imaginar el devenir de la ciencia. Las predicciones hechas hace 50 años no incluyeron aspectos que hoy son cotidianos y modificaron nuestra vida, como los teléfonos inteligentes o la clonación. Y 50 años es la duración de una carrera científica, desde el ingreso a la universidad hasta la jubilación. Es imposible, por lo tanto, saber con precisión qué nos deparan los próximos 25 o 50 años. La técnica de edición de genomas usada en la producción de estos lobos no existía hace 15 años, o era posible pero laboriosa y cara; hoy está al alcance de cualquier laboratorio.
Hace una década obtener la información genética completa de un organismo era costoso y llevaba tiempo. Hoy se puede secuenciar un genoma humano por unos pocos miles. El borrador del genoma humano, lanzado con bombos y platillos en 2001 por Bill Clinton y Tony Blair no se completó sino hasta hace dos años. Pero presentaron una prueba de concepto cuyo impacto fue más allá de obtener la secuencia de nuestro genoma, con el desarrollo de nuevas tecnologías que cambiaron nuestra forma de analizar la genética.
Lo mismo se puede decir del anuncio de Colossal y los lobeznos: es una prueba de concepto, un borrador de lobo. Una muestra de que reemplazando unos pocos genes clave podemos cambiar algunos aspectos de un organismo al punto de llegar quizás a ser otra especie. Ése es, creo, el tema relevante si quitamos la hojarasca del marketing de la des-extinción de una especie, en mi opinión un completo sinsentido científico, pero una entendible estrategia de ventas.
¿A qué viene esto? En medio de tantos aullidos de lobo, hubo otro trabajo que nos debería llamar la atención, un artículo en Nature del miércoles pasado sobre genomas de monos. Allí comparan el genoma de bonobos, chimpancés, orangutanes, gorilas, nada distinto a lo que se hizo entre el lobo gigante y el lobo gris, para plantear la pregunta: ¿qué es lo que nos hace humanos? Pensemos ya no en las formas sino en las capacidades. Hace ya un tiempo se viene estudiando un gen, llamado FOXO2, que se correlaciona con la capacidad de lenguaje hablado. Está conservado en Neanderthales, pero no en otros grandes primates y se encuentra mutado en personas con disfunciones de lenguaje. También hace un par de semanas se publicó un trabajo que encuentra que una característica del lenguaje que se creía exclusiva de humanos es compartida por los bonobos: combinar elementos con un significado dentro de estructuras con significados más complejos que la suma de los elementos individuales. Si se introdujera, del mismo modo que con los lobos, genes asociados a la modulación de sonidos en bonobos y se les enseñara a hablar con sonidos modulados entendibles, ¿serían bonobos o serían uno de nosotros? Si solamente un pequeño grupo de genes nos hacen distintos de los bonobos, técnicamente sería posible “humanizarlos”. César podría estar a la vuelta de la esquina.
Hace un tiempo comenzó a moverse la idea de que más que descifrar genomas tendríamos que comenzar a diseñarlos. Pasar de leer genomas a escribir genomas. La idea fue publicada en Science, pero también en el New York Times. Por lo tanto, no sería descabellado pensar (porque tecnológicamente es posible) en crear organismos que nunca existieron sobre la base de organismos existentes. La prueba de concepto está aquí, entre nosotros. Y volviendo a la entrevista a George Church en Der Spiegel, el organismo del que hablaban “revivir” no era un mamut, era un neanderthal.
«Comportarse como groupie le trajo a Javier Milei finalmente su recompensa. En medio de una ofensiva incierta contra China, Donald Trump impuso el peso de Estados Unidos para que el Fondo Monetario Internacional le diera un monumental apoyo a un plan que ya fracasó. Tal como se anticipó en esta columna hace dos semanas, el presidente logró que el FMI vuelva a hacer una excepción con Argentina y le otorgue un primer desembolso de 15 mil millones de dólares en apenas un año. Es el 75% del total del nuevo préstamo para un organismo que en toda su historia no había hecho jamás una concesión semejante. Según la consultora 1816, a lo largo de 311 programas que firmó el FMI, el primer desembolso rondó por lo general el 20% del total y sólo en muy contadas oportunidades superó el 50%. Tan notable como eso, lo consiguió con Luis Caputo, el todavía ministro de Economía que está dispuesto a quemar reservas que no son suyas para sostener el tipo de cambio. El problema es que Milei y Caputo ya fallaron, la orilla de las elecciones quedó demasiado lejos y la inflación reinició su ciclo alcista. El año electoral, que hasta hace unos meses parecía un trámite, ahora puede ser una montaña rusa.
Entre la improvisación, la mala praxis y la fatal arrogancia, el gobierno devaluó en diciembre de 2024 para después planchar el dólar en un esquema inviable de crawling peg y vuelve ahora a soltar la cotización de manera intempestiva, por exigencia del FMI. Un zigzaguero que delata la desesperación en Milei. Una vez más, descorchan los mercados y sufren los pesificados.
El marketing del fin del cepo es en realidad un proceso gradual que está plagado de riesgos y pretende disimular los efectos corrosivos que tendrá en el bolsillo de las mayorías la segunda devaluación de Milei y Caputo en apenas 15 meses.
Como si fuera poco, Trump decidió enviar a su secretario del Tesoro para hacer explícito su apoyo y obtener a cambio beneficios. Scott Bessent tomó un protagonismo absoluto en los últimos días y fue el encargado de convencer a Trump de que debía retroceder en su ofensiva arancelaria. Lo hizo el fin de semana pasado en un vuelo que compartió con el presidente a Mar a Lago, el mismo lugar al que Milei voló sin sentido hace poco más de una semana. Dueño de una actitud diplomática que Trump ignora, durante toda la semana, Bessent actuó como vocero del gobierno republicano y tranquilizó a los fondos de Wall Street, el mundo al que pertenece. Bessent es multimillonario, fundó el fondo de inversiones Key Square y es orgullosamente gay. Que el presidente que asoció a la homosexualidad con la pedofilia en Davos tenga que pedirle auxilio resulta un costo menor en el reino de incoherencia, donde habita Milei. Entre 1991 y 2015, Bessent fue la mano derecha de George Soros, el magnate alineado con los demócratas que financia a organizaciones progresistas en todo el planeta y la extrema derecha aborrece. Que no se entere Agustín Laje.
De algo no hay dudas: Estados Unidos va a cobrar caro el apoyo que le da a Milei: no solo con gestos de obsecuencia. Quiere que la industria farmacéutica local se discipline ante los laboratorios norteamericanos en el tema patentes, presiona por excepciones arancelarias y exige el giro los dividendos para las empresas estadounidenses
La fase 3 que promociona el gobierno es en realidad el fin del esquema que le permitía a Milei alinear el ánimo de especuladores y asalariados. Desde ahora y como nunca, la polarización será entre sectores sociales. Arriba, Milei, Mauricio Macri, los bancos, los exportadores y los voceros del experimento en curso ya posan otra vez con sus pulgares arriba para darle la bienvenida al respirador artificial de la nueva deuda con el Fondo y el catecismo de las reformas estructurales. Esperan que el mercado compre la sobrevida mileista y se reedite por algún tiempo la bicicleta financiera, con baja del riesgo país y tregua en el dólar paralelo. Pero abajo, la inflación que escaló al 3,7% en marzo preanuncia una nueva temporada de caída en los ingresos. Nada se informó sobre compensaciones para los sectores golpeados por el salto cambiario…»
El timing paleolibertario no es el mejor. El IPC que se conoció el viernes fue el más alto de los últimos 6 meses, con dos indicadores que apuntan directo a la base de la pirámide social: la suba del 3,9% en el Gran Buenos Aires y del 5,9% en los alimentos. Tras la devaluación, el traslado a precios puede terminar en un nuevo círculo vicioso, que se coma la ventaja competitiva en pocos meses. Además, los importadores que el gobierno estimuló -y ahora tienen que reponer stocks con un dólar más alto- preparan una nueva ola de remarcaciones ...»
Con una población de 419.000 extranjeros sobre un total de 3.1 millones de habitantes, la ciudad de Buenos Aires es la región de la Argentina donde residen más personas nacidas en otros países (13.5%); los más numerosos son los venezolanos, seguidos por los paraguayos y bolivianos.
Arreglada con una camisa blanca con volantes y una falda larga con los colores patrios, Gleni Castillo y Miguel Vicente, su compañero de baile, de campera blanca, con detalles azules y rojos, y sombrero de paja, deslumbraron a los dominicanos con una coreografía de salsa y merengue preparada para conmemorar el día de la independencia. Por un rato, los transportaron nuevamente al Caribe.
La iglesia de Nuestra Señora Madre de los Emigrantes, en La Boca, fue el lugar elegido por la comunidad dominicana para celebrar, a 6000 kilómetros de distancia, el 181 aniversario de la independencia de República Dominicana. Pese a que la conmemoración es el 27 de febrero, decidieron reunirse unos días después, aprovechando el fin de semana para poder juntar el máximo número posible de miembros de esta pequeña comunidad extranjera.
Con una población de 419.000 extranjeros en la ciudad de Buenos Aires sobre un total de 3.1 millones de habitantes, CABA es la región de la Argentina donde residen más personas nacidas en otros países (13.5%).
Los más numerosos, los venezolanos, suman 84.834 habitantes en la ciudad. Le siguen los nacidos en Paraguay (64.934), Bolivia (60.108) y Perú (51.047). Estas cuatro nacionalidades superan el total de inmigrantes del continente europeo. Además, entre estos cuatro países suman más del 60% de inmigrantes residentes en CABA.
Por su magnitud, estas comunidades cuentan con miembros repartidos por todo el territorio de la ciudad. Pero comunidades más pequeñas, como la dominicana, la armenia, la bangladeshí o la coreana, que llegaron en distintos períodos de la historia argentina, nuclean a sus miembros en zonas acotadas de CABA, como los barrios de Once, Constitución o Flores. Donde no solo residen, sino que trabajan y se agrupan en iglesias, mezquitas y escuelas.
Según reflejan los datos del último censo del Indec, hasta 1999, llegaron a la ciudad 108.881 extranjeros. Entre los años 2000 y 2009, la cantidad de migrantes fue de 63.862, cifra que aumentó en la siguiente década, entre 2010 y 2019, donde se registró la llegada de 138.539 extranjeros a la ciudad de Buenos Aires.
Dominicanos: alegría, música y baile
Gleni Castillo, coreógrafa del ballet folclórico dominicano en la Argentina, es una de las mujeres más destacadas de su comunidad. Llegó al país en 2015. En principio vino a visitar a su madre, pero le encantó y decidió quedarse: “Veo la unión de los argentinos, un país que abre sus puertas a los inmigrantes. Uno se siente acogido y agradecido. Además, es un país desarrollado en comparación con el nuestro”.
La comunidad dominicana cuenta, según el último censo realizado por el INDEC, con 2163 miembros residentes en ciudad de Buenos Aires. La zona con mayor cantidad de dominicanos está en el barrio de Constitución. Entre las calles que cercan las autopistas 25 de Mayo y 9 de Julio y las avenidas Juan de Garay y Entre Ríos residen casi 200 dominicanos. El otro foco se encuentra en Nueva Pompeya, aunque se encuentran mucho más dispersos.
Su crecimiento los llevó a participar desde hace años en encuentros como Buenos Aires Celebra y en el Carnaval de La Plata, donde este año desfilaron con el traje típico dominicano con los colores patrios y sus personajes más importantes.
“Somos una comunidad muy grande, conocidos por las peluquerías y barberías, pero también somos muchos en el área de la salud. Además, hay muchos dominicanos en Once y Constitución, pero ahora también en Liniers y Flores”, dijo Castillo.
La fiesta por la independencia fue propuesta por la embajada dominicana en la Argentina. Betania Fernández, encargada de la sección consular de República Dominicana en Argentina, se encargó de organizar el evento, una manera de acercarse a la comunidad antes de la llegada del nuevo embajador.
REPÚBLICA DOMINICANA
“Antes de 2011 la Argentina tuvo una migración grande de dominicanos que buscaban no solo un nuevo destino, sino también el pasaporte argentino, que les permitía viajar por más países. Además, la economía de ese momento les permitía mandar dinero a los familiares”, contó Fernández.
La funcionaria, que llegó a la embajada hace cuatro años y medio, destacó la buena relación de República Dominicana con la Argentina: “Para el dominicano la Argentina es un país espectacular. Durante su gestión de la CELAC hizo un trabajo importante para el bloque regional latinoamericano y vemos al argentino como una persona preparada, culta y polifacética”.
“El dominicano es alegría. Por más que haya dificultad buscamos la manera de reunirnos y estar contentos. Es una cultura que contagia, lo podés ver con nuestra música o la comida. Además, intentamos poner nuestro granito de arena para que el país salga adelante”, dijo Miguel Vicente, quien llegó hace 19 años a CABA. En un inicio, le sorprendió la similitud de los edificios de la capital con algunas ciudades europeas y destacó el poder literario de los argentinos, la variedad de pensamientos políticos y sociales y la libertad de expresión que existe en el país.
Vicente asegura que llegó por la economía, “el peso argentino valía diez dominicanos. Uno viene por eso, pero al final te enamoras”, dijo. El hombre de 44 años, que trabaja en correo argentino, se casó con una mujer argentina y tuvo dos hijos, de 13 y 16 años.
Una de las dominicanas que lleva más años en el país es Luisa Ramos: “Llegue en 1994. Nuestra meta cuando salimos del país es ayudar a nuestra familia. Fueron pasando los años, diferentes hechos y sucesos, y me acostumbré. Amo la Argentina. La forma de vida, la educación, el sistema de salud. Me casé con un argentino y tuve dos hijos que son muy nacionalistas”.
Ramos, contó que decidió venir a la Argentina porque tenía una amiga en CABA que le prestó la plata para el pasaje. Sufrió mucho el desarraigo, pero se fue adaptando y se amoldó a la cultura y costumbres argentinas. Para ella, la comunidad dominicana de CABA está formada por personas solidarias, alegres y trabajadoras. “Donde estamos los dominicanos vas a escuchar música, gritos, porque hablamos a los gritos, pero compartimos y nos ayudamos los unos a los otros”.
La comunidad Armenia, de las más antiguas en la ciudad
Pese a que su número no es muy grande, una de las comunidades que más años lleva en la ciudad de Buenos Aires es la armenia. “Mis abuelos vinieron a principios del siglo XX. Lo que los trajo a la Argentina fue la paz. El armenio venía maltratado de sus tierras. Los turcos habían cometido desmanes importantísimos, asesinando a un millón y medio de personas. Entonces, el armenio emigra para proteger a su familia, buscando un mejor porvenir”, dijo Juan Sarrafián, director de asuntos institucionales del Centro Armenio de la República Argentina.
Sarrafián, que es la segunda generación de descendientes de armenios en el país, contó como fue la llegada de sus abuelos: “Mis abuelos paternos crecieron en sus senos familiares. Pudieron escapar de la diáspora, se conocieron en Alemania y se casaron en Brasil, hasta que decidieron venir porque los paisanos les habían dicho que estarían mejor en la Argentina”.
La máxima autoridad religiosa de la comunidad armenia de Argentina es el Monseñor Aren Shaheenian, obispo primado de la iglesia apostólica armenia por la Argentina y ChileHernan Zenteno – La Nacion
Sus abuelos maternos, en cambio, vieron como asesinaban a sus familias y fueron a un orfanato, donde se conocieron y vivieron por casi 20 años, hasta que su abuelo se enteraron de que en Buenos Aires vivía su hermana, que creía muerta durante el genocidio armenio.
Los primeros años de sus abuelos fueron duros. Según Sarrafián, fueron bien recibidos, y su principal preocupación era conseguir trabajo y mantenerse. “Lo lograron sin depender de nadie”, dijo.
Actualmente, hay en CABA un total de 607 nacidos en Armenia. Esta cifra tan baja se debe a que se trata de una inmigración de finales del siglo pasado: los descendientes de aquellos primeros inmigrantes nacieron en la Argentina. La zona de la ciudad en la que se aprecia un mayor número de armenios es alrededor de la Avenida Juan B. Justo, en Villa Crespo, donde residen 37 armenios.
ARMENIA
A dos kilómetros de esta zona se encuentra la Catedral Apostólica Armenia San Gregorio El Iluminador (Armenia 1353). Este centro religioso, que es el núcleo de la comunidad, y donde se reúnen todos los domingos de 11 a 13 para celebrar la misa, se construyó en 1938. “Fue un esfuerzo muy grande de un benefactor y del resto de la comunidad. Él donó la mitad de su fortuna para construir esta catedral”, dijo Sarrafián.
La máxima autoridad religiosa de la comunidad armenia de Argentina es el Monseñor Aren Shaheenian, obispo primado de la iglesia apostólica armenia por la Argentina y Chile. El religioso, de 54 años, nació en Bagdad (Irak), cuando su familia escapó de Armenia para evitar el genocidio. Después, se mudaron a Alemania y él vivió en Italia, Inglaterra y Países Bajos, trabajando como vicario de Karekin II, actual patriarca de la iglesia apostólica armenia.
“Por el genocidio hay más de diez millones de armenios afuera del país y solo tres millones en Armenia. En la Argentina nuestra comunidad es muy grande. Vamos por la quinta o sexta generación. Tienen apellido armenio pero su corazón es medio argentino”, explicó.
La religión armenia no dista mucho de la religión católica. Según el obispo, Armenia fue el primer pueblo cristiano (desde 301 d.c.) y su iglesia, apostólica ortodoxa, no tiene las reformas del catolicismo: “Reconocemos sus siete sacramentos y respetamos al jefe de la Iglesia Católica como representante de una Iglesia hermana, pero tenemos nuestro Papa, que es el jefe de los armenio de todo el mundo”, dijo.
Para el jefe espiritual de esta comunidad, sus miembros intentan mantener sus tradiciones, pero agregaron algunas costumbres argentinas. “Nosotros festejamos la Navidad el 6 de enero y tenemos fiestas nacionales como el día de la Independencia, que celebramos el 21 de septiembre”, contó.
Juan Sarrafián es director de asuntos institucionales del Centro Armenio de la República Argentina; posa detrás el primer monumento sobre el genocidio armenioHernan Zenteno – La Nacion
La misa de los domingos reúne a toda la comunidad en una catedral majestuosa, que cuenta con 14 filas de bancos y un espacio en el centro. La cúpula permite que entre mucha luz, que rebota en las paredes blancas. En la parte alta hay más bancadas, donde se ubica el coro, formado por un grupo de mujeres armenias y un pianista.
Una de las mujeres que participa en el coro es Alla Avetisian, una mujer armenia que llegó a CABA hace 20 años. De profesión cantante, llegó al país a pasear, pero se enteró de que en el Teatro Argentino había un concurso para entrar al coro estable. Decidió participar y ganó. “Soy cantante lírica, trabajo en el Teatro Argentino de La Plata como solista y en el coro estable. Antes de venir era solista en el teatro estatal de ópera y ballet de Armenia”, se presentó.
La cantante ve muchas similitudes entre la comunidad armenia y los argentinos: “Hay mucha amistad, como en Armenia, cuando viene alguien de fuera lo recibimos muy bien. Acá sentí lo mismo”. Avetisian aseguró que la comunidad intenta mantener las tradiciones. Por eso, cuando los chicos terminan la escuela hacen un viaje de 20 días a Armenia, para conocerla y saber más de su cultura.
También destacó la importancia de las escuelas y colegios armenios para que los descendientes aprendan sus tradiciones. Así como el rol fundamental de la iglesia: “La iglesia los domingos es muy importante porque todos los armenios se juntan. Trabajamos toda la semana y el domingo hay que ir a la iglesia, tenemos esa costumbre, como los católicos, ir y rezar”, dijo.
Coreanos, trabajadores y unidos
Sentados en un bar del Pasaje Ruperto Godoy, en el Bajo Flores, una señora de 77 años habla con su hijo, de 44. La mujer, Kim Choon Sook, llegó a la Argentina en 1970, en un avión en el que viajaban otras cincuenta personas de su familia. “Cuando llegamos vivíamos en la Avenida Cobo, en Flores. No éramos muchos y no sabíamos castellano, entonces nos juntábamos entre coreanos. Pero a medida que estudiamos nos empezamos a relacionar con los argentinos”, dijo en un pobre español.
Sook explicó que los coreanos de CABA intentan cuidar su cultura y transmitirla a sus hijos, aunque de a poco se están desarmando sus costumbres, porque se juntan con argentinos y se mezclan las tradiciones: “Las nuevas generaciones tienen un pensamiento diferente, queremos entenderlos, pero no se dejan, echan su cultura”, dijo mientras miraba de reojo a Michael Kang, su hijo.
El hijo mayor de Sook nació en Brasil, pero se casó con una argentina y tiene tres hijos argentinos. “Cuando yo era chico había un colegio coreano, que no es lo mismo que ahora. En mi generación hay algunos que hablan bien y otros que no saben. Ahora es un instituto, hay mucha riqueza y diferencia en el estudio, el nivel es muy bueno”, dijo en referencia al Instituto Coreano Argentino (ICA).
La comunidad surcoreana porteña es de 4558 personas, según el último Censo del INDEC, lo que la convierte en la segunda comunidad asiática de la ciudad, por detrás de China. La mayoría de estos inmigrantes viven en Flores, en la Avenida Avellaneda y el Barrio Coreano. También hay norcoreanos, pero menos: 336. Y eligen las mismas zonas que los norcoreanos para establecer su residencia en la ciudad.
La dueña del bar en el que madre e hijo tomaban un café es Fabiana Chang, que llegó a los 17 años a la Argentina desde Seúl. Vino el último año de secundaria, sin conocer el idioma. “Vine con mis padres y mi hermano. Mi padre tenía un amigo que era referee de fútbol internacional y lo invitó a venir”.
Chang contó que en un inicio vivían en la calle Camilo Terres, en un pequeño departamento del Bajo Flores: “Vine con la idea de que la Argentina era un país muy rico, pero cuando llegamos nada que ver. En el 84 el Bajo Flores era como Corea en los 60″, dijo.
COREA DEL SUR
Chang destacó la importancia de las iglesias. “La comunidad coreana comenzó en la iglesia evangelista. Todos iban. Por fe o por necesidad de conocer a coreanos con los que hablar y pedir ayuda”. Además, destacó que en esa época, en los 80, los coreanos estaban dispuestos a ayudar a los nuevos migrantes para poner un negocio.
La mujer se calificó como conservadora a la hora de mantener las tradiciones y el idioma, aunque remarcó que “de ninguna manera” iría a vivir a Corea: “Me argentinicé. Cuando voy a Corea voy puteando por la calle. Los coreanos son más secos, acá te cruzas en la calle y el trato es más humano. Corea es un país muy capitalista y hay mucha competencia en todos los sentidos”, señaló.
Una de las personas más destacadas de la comunidad coreana es el artista Ari Cho. Su nombre original es Cho Yong Hwa, pero una maestra de español le comenzó a llamar Ariel, y desde entonces acuñó este apodo.
Cho llegó a CABA a finales de los 70, con sus cuatro hermanos y sus padres. Su padre era un veterano de la guerra de Corea, por el bando norcoreano, pero pudo refugiarse en Corea del Sur. Sus padres compraron una casa con local en la zona de Boedo y Rivadavia y toda la familia trabajó en el almacén.
Alejandro Kim es abogado, político peronista y primera generación de argentinos hijos de coreanosHernan Zenteno – La Nacion
Según el artista, cuando llegó la comunidad coreana no superaba las 2000 familias. Llegaron hasta 20.000 antes de la crisis del 2001, cuando volvió a bajar. “En los inicios la comunidad se esforzó mucho para no perder la cultura coreana. En la década de los 90 se fundó el ICA y años después el Hospital Coreano, el Esperanza Golf Club -una cancha de golf coreano- y grupos como la Asociación de Profesionales Coreanos Universitarios (APCU)”, dijo.
Sobre la comunidad, señaló que desde afuera, pueden parecer cerrados, “Una observación razonable pero errónea”, Ya que los coreanos, al igual que otros extranjeros, se juntaban por “pura comodidad y necesidad de subsistir”, porque comparten idioma y cultura, pero no quiere decir que no acepten a los argentinos.
Su cultura lo inspiró en una de sus mejores obras. Tras volver de un viaje que hizo con su padre a Corea, decidió tomar el tema de la guerra de Corea para organizar una “barrileteada por una Corea”, una fiesta que se celebra la primera luna llena del año en Corea. “Cuando el barrilete está volando, le cortan la cuerda y piden un deseo para que los males se vayan y que el año nuevo traiga buena suerte. Le di un barrilete tradicional a cada artista argentino y les pedí que pinten y escriban un deseo, para que Corea se pueda unificar pacíficamente. Tuve casi 80 barriletes tradicionales pintados por artistas reconocidos argentinos”, explicó.
Otro de los miembros destacados de la comunidad es Alejandro Kim, abogado, político peronista y primera generación de argentinos hijos de coreanos. Kim nació en 1977, un año después de que sus padres llegaron a la ciudad de Buenos Aires.
Sobre la comunidad coreana, el político destacó que manejan el 35% de la industria textil en la Argentina. “Eso te da la pauta de lo laborioso y estudiosos que somos. Gracias a todo el esfuerzo de la generación que me precede pudimos lograr instalarnos, involucrarnos y consolidarnos”, dijo Kim. “Había un dicho en la colectividad de que entre nosotros sabíamos cuántas cucharas había en tu casa, un dicho bien coreano, esa era la interacción y la intimidad que había dentro de la comunidad”, agregó.
“En el jardín y primaria no me sentía diferente, pensé que era uno más. Le pasó a muchos coreanos que nacimos acá, hasta que te das cuenta -en su caso a los siete años- de que somos diferentes físicamente. Hoy en día, con la masificación de la información, es más común ver gente oriental, pero hace cincuenta años no lo era”, recordó Kim. Además, aseguró sentirse 100% coreano y argentino. En su primer viaje a Corea, en 1997, se dió cuenta que la Corea que le narraban sus padres se había quedado en los años setenta. “En Corea somos extranjeros. Tenemos otra forma de razonar, una visión diferente”, dijo.
Bangladesíes, la comunidad menos numerosa
Con 99 personas registradas en el último censo, los inmigrantes de Bangladesh forman una de las comunidades más pequeñas de la ciudad de Buenos Aires. El barrio de Once es el que registra al 90% de los censados pero, según la comunidad, son más los inmigrantes provenientes del país asiático.
“Cuando vine a la Argentina sólo había 15 paisanos, que habían llegado en los años noventa. Para abrir mi primer negocio me dieron mercadería fiada. Aún lo hacemos cuando llega uno nuevo, prestando plata, mercadería, o una casa, porque acá alquilar es difícil”, dijo Mizanur Rahman (42), dueño de una tienda de aparatos electrónicos ubicada en el cruce de Bartolomé Mitre y Larrea.
Me Abdul Kalam Shaheen, proveniente de la región de Sylhet llegó a CABA en 2012, después de haber pasado dos años en Dubai, y juega al cricketNicolas Suarez
Rahman llegó al país hace 15 años. En su recorrido hasta llegar a la Argentina pasó primero por la India y después por Perú, donde vivió menos de un año. A finales de 2010 decidió mudarse a la ciudad de Buenos Aires tras visitar seis meses el país, alojándose en casa de unos paisanos en Villa del Parque.
El emprendedor aseguró que la comunidad bangladeshí tiene registrados más de 250 personas en CABA, entre hombres, mujeres y niños. “Los primeros vinieron entre 1995 y el 2000. Después, entre 2007 y 2010 llegaron otras 40 personas. Pasado el 2018 ya no vino nadie más, por la pandemia, los trámites y la dificultad de conseguir trabajo en blanco”, dijo.
A metros de su local, sobre Bartolomé Mitre, uno de sus paisanos de Rahman atiende una tienda de las mismas características que la suya. Me Abdul Kalam Shaheen, proveniente de la región de Sylhet -al igual que Rahman-, llegó a CABA en 2012, después de haber pasado dos años en Dubai.
BANGLADESH
Decidió venir al país porque tenía un familiar -su tío- viviendo en la Ciudad y no sabía nada de castellano, pero se pudo manejar con el inglés, hasta que aprendió la lengua local gracias a los vídeos de YouTube.
Shaheen se lamentó -entre risas- de la dificultad que tienen sus paisanos para conseguir la visa porque necesita más jugadores para su equipo de cricket. “Cuando llegué buscaba dónde jugar. Un chico de Pakistán me llevó a un club de Ezeiza. Después armé el mío, que duró dos años, hasta que se fueron los jugadores y dejamos de participar”, contó.
“Como comunidad nos apoyamos, cuando alguien se enferma y no habla español, cuando alguien es nuevo o se quiere ir. También nos juntamos en las fiestas nacionales, como el día de la independencia, el 21 de febrero”, dijo Johirul Islam Bahar, otro inmigrante proveniente de Bangladesh.
Al igual que Rahman y Shaheen, este hombre de 32 años, que llegó en 2017 a la ciudad, trabaja en una tienda de electrónica regentada por su hermano, sobre la misma calle Bartolomé Mitre. “Cuando llegamos, nuestros paisanos tienen locales de electrónica, entonces es lo que aprendemos”, explicó.
Sobre el país, destacó que existen diferencias respecto a la comida. Ellos están más acostumbrados al pescado y hay muchas cosas que no se consiguen. También aseguró que la gente es más respetuosa que en su país, donde aún hay mucho clasismo.
Enzo Iriarte y Saúl Pink
Comentario de AgendAR:
No conozco a los investigadores y escritores de esta nota de La Nación, Enzo Iriarte y Saúl Pink, pero valen lo suyo. Y la cartografía acompañante es de la buena.
Iriarte y Pink tienen sorpresas por todos lados: los inmigrantes puros de primera generación son poquísimos, y los muchísimos que ves en los barrios famosos, como el de los armenios alrededor de Córdoba y Serrano, son todos segunda, tercera y cuarta generación. Pero siguen impecablemente armenios en lo cultural y religioso.
Los armenios de look son como casi todos los argentinos clasemedieros pero con muchos colegios exclusivamente comunitarios, y egresados con más plata, más éxito, más músculo, ojos más perforantes y, los hombres, brazos más peludos. No da para pelearse.
Un salido al colega y amigo Quique Garabeytán de AgendAR, ahí, que es montañista, pero podría haberle enseñado catch a Karadagián en Belgrano R.
Lo sorprendente es que pase otro tanto con la comunidad coreana en el Bajo Flores: muy pocos sobrevivientes de la ola inmigratoria original, con pasaporte de Corea del Sur fechados en los ’70.
Corea entonces era un país pobre, rural, ocupado y hambriento. Ya brillaban en astilleros e industria pesada, pero nada más. Era el país más expulsivo del sudeste asiático, en lo que concierne a la Argentina.
Coreanos de cuarta y quinta generación, sin embargo, tenemos bocha, lo que me sorprende.
En mi percepción de docente del Nacional Buenos Aires, 1986, lo que hacían los padres de mis alumnos coreanos era aprovechar la educación pública de excelencia que daba la UBA, y el ingreso libre a las carreras universitarias, para luego reenviar a sus hijos a EEUU con títulos de grado y posgrado.
En la estrategia familiar, planificada fríamente antes de salir en avión desde Seúl, era que los hijos, tras ser «puestos en valor educativo» por la Argentina, luego consiguieran la Green Card de los EEUU o la residencia de Canadá. Y que trabajando en Norteamérica como ingenieros, constructores, docentes o científicos, pagaran por el traslado de sus padres y abuelos desde Argentina hasta los EEUU.
Y lo que vi como profesor aquel año era que la estrategia se estaba cumpliendo con una disciplina militar. Los chicos coreanos eran fácilmente el 20% de la matrícula de aquel colegio de alto rendimiento. Nos habían reemplazado, como comunidad destacada, a los descendientes de judíos.
Y los coreanos todavía estaban crudos, como inmigrantes, pero también condenados al éxito. No eran los mejores de la clase (yo daba literatura), pero sí los más aplicados.
A veces yo hacía chistes al final de la clase, onda «para mañana me leen Facundo Sombra entero, y les tomo prueba escrita». Obviamente, los alumnitos argentinos se morían de risa, otra vez Arias mandando fruta, cuándo no.
Los coreanos, en cambio, tomaban nota rigurosa en sus cuadernos, y asentían con gravedad impasible. No confundo coreanos con japoneses, pero parecían niños kamikaze mandados por el Emperador a su vuelo final.
La única que captaba el torcido humor argentino al vuelo era Lee Yu Mi, o «Iumi», como la llamaban los otros pibes. Un saludito para vos, Iumi, mi favorita de 1986.
Era fanática de Quino, y se reía de mis payasadas de profe langa, a carcajadas que hacían temblar los vidrios del aula.
Pero en el mundial del ’86 faltaron todos a clase, argentinos, coreanos y judíos del Once, para juntarse en el enorme claustro de sexto año, donde estaba una TV del tamaño de un baú8l. Querían ver cómo Maradona nos vengaba de Inglaterra. Y gritaron sus dos goles en México con pasión y bronca bien criollas, onda «jódanse, piratas de mierda, devuelvan las Malvinas». Apa.
«¿Estos se van o se quedan?», dudaba yo.
La duda ocurría en las charlas personales que uno tiene con un alumno esforzado al que no le da el promedio, Eso en literatura es difícil alcanzar cuando la lengua madre es coreano, y el castellano, una herramienta descartable con la que no hay amor, y usada como trampolín para llegar al inglés.
Cuando al chico coreano habitual (todos más altos que este argentino petiso) yo le preguntaba para qué lado profesional iba a tirar, éste asiático hierático contestaba «médico, o ingeniero, o programador», como si le diera lo mismo. Era claro que con esas personalidades de topadora social, aquellos pibes aquí iban a alcanzar títulos de grado, y más. Pro familia, más que pro patria.
¿Y qué onda de quedarse a trabajar como profesional en la Argentina?, me desesperaba yo. «No», constestaban con alguna incomodidad, «Estados Unidos. Y si no, Canadá».
Yo les sonreía con un poco de dolor. En mi generación, la de los ’70, los zurdos e hijos de moishes (en el Buenos Aires eran conjuntos con gran área de intersección común) íbamos a cambiar la Argentina, y después el mundo, era inevitable. Pero desde aquí, el ombligo natural del universo.
En 1986, en cambio, para los coreanos del Nacional Buenos Aires, éramos un país portaaviones. Aterrizás en escuadrilla detrás de tus viejos, recargás combustible y munición, verificás motor, despegás a toque de semáforo, y luego volás a cumplir la misión trigeneracional que diseño tu abuelo en los años ’60 una aldea cercana a Guangju, donde tus ancestros cosechaban arroz, criaban patos y pasaban hambre.
Claramente, y corrían tiempos de Alfonsín, ya no éramos el país más «hot» de las Américas, máxime tras 30.000 desaparecidos, máxime con una guerra perdida en el debe. Yo tenía unos jóvenes 33 e iba al colegio en blue jeans y zapatillas. Los coreanos pibes de 16 años, vestían blazer azul, tamangos negros con cordones, pero lustrados a grado espejo, y camisa y corbata rigurosos.
Yo para ellos debía ser un disciplecente gerentillo de recursos humanos californiano, un mix de hippie, techie y turro, Dios me libre. Tres veces por semana, ellos estaban rindiendo ante mí examen de admisión a la literatura española y sudaca.
Y no les gustaba un carajo. La locura de Cortázar para ellos era un arte marcial ajeno, puro katas y posturas rituales, libre de combate real, todo estudiado sin placer.
«Lo que es la cultura confuciana y el deber hacia la familia y la comunidad», me decía yo. Cosa que entiendo. Soy de argento de segunda generación. Confucio es mundial.
Mis abuelos rusos y gallegos y mis padres ya no están. En mi familia veneramos casi a lo oriental la gesta de los ancestros que vinieron pobres, con dedos índices derechos amputados y oídos perforados para zafar de la colimba del zar, que duraba más que el soldado, siete años.
Llegaron al Plata analfabetos y sin hablar castellano sino gallego, o pobres y políglotas de iddish, hebreo, ruso, y ucraniano. Invariablemente, cargando con uno que pasó por pogroms y campos de exterminio, y quedó tocate un tango de por vida.
Pero aquí aprendieron todos a leer en castellano escrito en caracteres románicos. Lo hicieron a la brava y sin maestros, mirando fijamente el diario La Prensa o La Razón Sexta Edición, y comparando los titulares con la información que les llegaba por la radio, en la mesa de la cocina.
Todo inmigrante viable es un autodidacta por fuerza, y a veces no sólo viable sino exitoso. Caso contrario, es un desterrado, una víctima y un exiliado en algún ghetto barrial porteño, rehecho por compra o alquiler sólo para paisanos de una única lana. Las comunidades muy cerradas o traumatizadas normalmente no se mezclan solas y al azar con el sustrato preexistente.
Los novios y novias extracomunitarios, entre judíos sobrevivientes a la Primera o a la Segunda Guerra mundial, eran una extravagancia mal tolerada. Uno de mis grandes amigos del Buenos Aires, en 1971, el futuro psiquiatra Mario Faust, familia paterna enteramente exterminada en Polonia por los nazis, fue un sábado a estudiar a mi casa con otros dos cumpas de la quinta división del turno mañana. Teníamos prueba aquel lunes.
No sólo fue la primera vez que Mario cruzaba el Riachuelo en un bondi de la línea 24.
Fue la primera en que salió del túnel de la línea A, que unía el Once con el Colegio, y la primera que pasaba una noche desvelado entre libros, elucubraciones, café, menciones deshonrosas a la madre de la profesora, apuntes y cigarrilos. Y para preocupación de los padres de Mario, en una ciudad futbolera y salvaje como Avellaneda. Llena de paisanos, sin embargo, lo suscribe un Berdichevsky, pero en el ghetto del Once ni se enteraban.
Pasó otro tanto con los japoneses. Una novia japonesa, esas florecitas que embellecían Escobar, te volvía «el Extraño del Pelo Largo», un ser misterioso y a veces, envidiado. Envidiado por las hermanitas de la chica. Y ni te cuento de los piratas de tus compañeros.
La escuela pública de Sarmiento y Roca trituró esas murallas culturales de vidrio blindex con eficacia. El sistema educativo fue durante un siglo una fábrica de estampar argentinos. El guardapolvo blanco unificó a ricos y pobres, ajenos y propios, e hizo sobrellevable en todo el país la portación de cara diferente. Y la de cultura diferente.
La sorpresa de este artículo tan riguroso y lleno de cifras de Iriarte y Pink, para mí, es que tantos pibes coreanos hayan decidido que anclarse en el tsunami perpetuo de la Argentina era mejor que irse a los EEUU. Lo mismo para los taiwaneses de Chinatown. ¿Qué tendremos de tan bueno?
Va lo mismo con los inmigrantes de Bangla Desh. Es el único país donde la Selección Argentina de Football tiene barra, murga y desfile por las avenidas de Dakka. Sucede cada cuatro años durante los mundiales.
Maradona y Messi desfilan en estatua a hombros de la multitud, junto con la blanca y celeste, como santos en procesión. Y eso, en un país cuyo deporte principal es el crickett, y su placer raro, ganarle a la India y a Pakistán.
Las marchas por Maradó y Messi recrudecen toda vez que le damos la paliza a Inglaterra. Su Majestad Jorge V parece no haber dejado buenos recuerdos en la hoy megalópolis textil de Dakka, o en las selvas, pantanos y llanuras fértiles de Bengala, vieja provincia del Raj de la India. Banglah Desh, al fin y al cabo, significa Bengala Libre.
¿Qué hace de la Agentina, y específicamente de Baires, un lugar donde querer pasar la vida? ¿Piazzola? ¿Las pocas plazas que no se volvieron shoppings? ¿Los más de 600 talleres literarios particulares? ¿La buena pizza? ¿El gotán?
En el caso de los inmigrantes sudacas, el idioma, sin duda. También la comida proteica, la escasez de balazos y la relativa abundancia de trabajo, aunque hoy sea trabajo en negro y en condiciones de explotación brutales.
Los colombianos, que tanto vinieron en los ´90, se escapaban de las agarradas entre los narcos, los paramilitares, los militares y las guerrillas de la FARC, que duraron apenas ’70 años. Por eso los traumatólogos colombianos aquí la rompen: han remendado balazos, machetazos y traumas de todo tipo posible. En un año atendiendo guardias en zona selvática, se hacen emergentólogos.
El mejor que vi era un colombiano de zona demasiadas veces «liberada» de las FARC por el Ejército. El doctor atendía gente destrozada en una salita rural de lo más precaria en Caquetá, y sin hacer preguntas.
Una mañana entera a fines de los ´90 el doc estuvo suturando a un fusilado al que se le salían los intestinos. Lo zurció, rehidrató, desinfectó y estabilizó como pudo. Pero cuando salía, agotado, a hacerse un café, le voltean la puerta de una patada, entran cuatro bestias con carabinas M-4, gritando «Te mataré, Ramírez», o algún otro nombre de restaurante de Palermo Hollywood. Y a puro machete hacen carne picada del paciente.
El tordo se dijo entonces: «Me voy para la Argentina». Y no es que aquí le fue mejor que en patria propia, como a García Márquez. Terminó contratado en negro y como médico sin especialidad del Hospital Fiorito, en mi Avellaneda natal.
Allí tenía que enderezar los entuertos generados por la inexperiencia de los «perros», es decir los practicantes de guardia nocturna en la Unidad de Trauma. Porque los apuñalados y baleados en Avellaneda Centro llegan en general de noche.
Como país de acogida, nos faltan algunos jugadores, y ni hablemos del referí. ¿Qué mantienen de bueno todavía Buenos Aires y el AMBA, Córdoba y La Plata?
Supongo que en la Argentina, la salud y la educación pública te hacen bastante más longevo y libre.
La escalada en la guerra comercial entre Estados Unidos y Chinavolvió a sacudir los mercados agrícolas. Tras la decisión del gobierno chino de aplicar un arancel del 84% sobre los productos estadounidenses, Donald Trump respondió con una suba del 125% sobre todas las importaciones del gigante asiático. En tanto, puso en pausa por 90 días los aranceles a otros países para dejarlos en 10%. En medio de este cruce, los analistas comenzaron a trazar escenarios sobre el futuro del comercio de soja y Sudamérica aparece como una de las regiones mejor posicionadas para captar la nueva demanda. Mientras la Argentina colocó el año pasado en China poco más de 3,6 millones de toneladas de poroto de soja, Brasil lo hizo por 73 millones.
La primera consecuencia de este enfrentamiento, según los expertos, sería una reorientación de las compras chinas. En este nuevo escenario la demanda apuntaría principalmente a Brasil y, en menor medida, a Argentina. Aunque Sudamérica aparece como una posible ganadora coyuntural, el gran beneficiado sería Brasil, ya que China solo importa poroto de soja, mientras que la Argentina se especializa en exportar harina y aceite, productos que el gigante asiático no adquiere por razones proteccionistas. Esto limita el potencial argentino, aunque se reconoce que sigue siendo una oportunidad para captar parte de esa demanda.
No obstante, a ello se suman otras restricciones que tiene el país, como los derechos de exportación, la competencia interna por el producto con la industria aceitera —que absorbe entre el 80 y el 90% de la producción— y la capacidad de producción disponible. Por eso, el impacto positivo para la Argentina podría ser limitado, pese a la ventana de oportunidad que se abre. Por otro lado, apuntan que en donde sí se podría abrir una oportunidad importante es para el sorgo.
“En este escenario, comprar soja en Estados Unidos se vuelve prácticamente imposible”, sostuvo Gustavo López, analista de mercados de Agritrend. Según detalló, el mercado estadounidense está paralizado: no se registran nuevas operaciones de compra, y los reportes semanales de export sales siguen congelados en 21 millones de toneladas, cifra que no se modificó pese a que China suele adquirir cerca de 110 millones por año. Esa demanda, concluyó, “inevitablemente se redirigirá hacia Argentina y Brasil”.
Según el especialista, la demanda china ya comenzó a concretarse: “Ayer se negociaron más de 20 cargamentos para mayo en Brasil: se cerraron operaciones por 180.000 toneladas con destino a China. Para junio ya se acordaron otras 190.000 toneladas y para julio, casi 200.000”. Y agregó: “También se está comprando mercadería a la Argentina, aunque no se sabe con precisión cuánto. Aparentemente, para junio y julio se sumarían unas 200.000 toneladas más”.
La disputa comercial también generó movimientos en los precios internacionales y en las primas. “Ya aparecen diferenciales de hasta US$20 por encima de Chicago. En el caso de Argentina estaban casi US$20, y en el caso de Brasil llegan a diferenciales de unos US$35”, indicó López.
Para el analista, esta situación representa una oportunidad coyuntural para la región: “Con un arancel del 104%, prácticamente se duplica el valor del producto. Es evidente que es imposible competir. Así que, en el corto plazo y en el marco de esta guerra comercial, esto le viene bien a Sudamérica”.
En cuanto a otros productos, López destacó que el impacto en el maíz es menor: “Estuve viendo los futuros en Chicago y están prácticamente iguales. Habían bajado mucho en los últimos días, pero ahora se mantienen entre 50 centavos de dólar para arriba o para abajo. No cambia demasiado”.
Desde la perspectiva de Bruno Todone, analista de granos de A-Z Group, hay expectativas moderadas. “Es poco probable que aumenten de forma significativa las exportaciones de poroto de soja desde la Argentina hacia China a partir de esta guerra de aranceles, a menos que el 30 de junio sigan bajando los derechos de exportación de la oleaginosa, algo poco probable”, sostuvo en diálogo con este medio.
Todone explicó que en los últimos años la Argentina exportó en promedio cinco millones de toneladas de poroto de soja, salvo en la campaña 2018/19, cuando se registró una gran cosecha de 55 millones de toneladas y alcanzó exportaciones totales por mas de 8 millones de toneladas de poroto. “Por eso, aún si se presentara una ventana de oportunidad, los incrementos serían limitados en volumen”, indicó.
Además de China, Todone sugirió prestar atención a otros grandes compradores como la Unión Europea, que importa entre 13 y 14 millones de toneladas de poroto de soja, además de derivados como la harina. “Actualmente ese bloque se abastece en un 50% desde Brasil y en otro 50% desde Estados Unidos. Si continúa la guerra comercial, es probable que Europa empiece a reemplazar parte de esas compras norteamericanas con mercadería de origen sudamericano, entre ellos la Argentina”, señaló. En ese sentido, afirmó que “será clave ir monitoreando los precios FOB en ambos países sudamericanos”.
El analista también advirtió que, ante un aumento en la demanda internacional de poroto, podría producirse una competencia interna entre los exportadores de grano y la industria aceitera local, que tradicionalmente absorbe entre el 80 y el 90% de la producción nacional. “Si aparecen más oportunidades para embarcar poroto, los exportadores —que muchas veces son los mismos que venden harina— van a disputar ese producto con la industria, y eso puede recalentar los precios en el mercado interno”, afirmó.
El nuevo escenario comercial generó subas de precios en el mercado localSusan Walsh – AP
En relación con la evolución de los precios internacionales, y considerando que el valor FOB de exportación se compone del precio en Chicago más una prima —que fluctúa según la época del año y las condiciones del mercado—, advirtió que la guerra de aranceles podría provocar una caída en Chicago acompañada por un aumento en las primas de Brasil y la Argentina, tal como ocurrió en 2018 durante la primera disputa comercial impulsada por Trump.
Además, señaló que advirtió que el conflicto comercial también puede impactar en el mercado interno. “Si los compradores del exterior empiezan a mirar más a la Argentina, se va a generar una competencia entre la exportación del poroto y la molienda. La industria aceitera tiene un límite de capacidad de pago, que depende del valor del aceite y la harina en el mercado global”, sostuvo y agregó: “Con los precios actuales del aceite bajando y la harina en valores bajos, esa capacidad de pago cae. Y eso puede provocar que los exportadores terminen pagando más, presionando al alza los precios internos del poroto”.
Por último, Todone señaló que el sorgo podría convertirse en una oportunidad para la Argentina, dado que China importa entre siete y ocho millones de toneladas anuales, de las cuales el 80% proviene de los Estados Unidos. “Ante esta situación, China deberá buscar nuevos proveedores o reducir su consumo, aunque esta última opción es poco probable, ya que el sorgo se utiliza para elaborar una bebida alcohólica tradicional muy consumida en ese país”, contó.
En ese contexto, los países con más chances de abastecer esa demanda serían Australia y la Argentina. “Australia tiene ventaja por su cercanía, pero si el conflicto comercial persiste, la Argentina podría ganar terreno de cara a la próxima campaña e incluso cerrar algunos negocios en la actual”, evaluó.
Rusia y China estrechan vínculos y protegen a Irán mientras EEUU refuerza la flota que mantiene los ataques contra los hutíes en el oeste de Yemen. Israel sigue postergando su reacción al programa nuclear iraní ante la falta de decisión de Washington.
El viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov, advirtió el 1° de abril que cualquier ataque contra la infraestructura nuclear iraní desencadenaría consecuencias “catastróficas”. Fue un modo de avisarle a EEUU que la alianza entre iranies y rusos sigue vigente. El aviso fue reforzado por la vocera de ese ministerio, María Zajárova, quien calificó de “ilegal e inaceptable” el uso de medios militares contra el programa nuclear iraní y alertó sobre las “consecuencias radiológicas y humanitarias a gran escala. El mensaje de Putin es claro. La declaración hubiera sido otra más dentro de las acciones retóricas del Kremlin, de no haber coincidido con la del portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores Guo Jiakun, que también le recomendó públicamente a Trump que tome el camino de las negociaciones.
Trump ya había dicho que prefiere un pacto para que Irán limite su desarrollo nuclear antes que una acción militar, pero el anuncio del envío de un segundo portaaviones a Medio Oriente, el USS Carl Vinson, puso en marcha las advertencias de Moscú y Pekín. También el despliegue de bombarderos B-2 en la base de la isla Diego García por parte de EEUU y el envío de aviones de ataque A-10 a sus bases en Medio Oriente. Irán respondió amenazando con un ataque de misiles y drones a la base angloestadounidense en el Indico. Teherán reveló un supuesto plan para lanzar un millar de misiles balísticos contra Israel si es atacado por fuerzas combinadas de estadounidenses e israelíes. Y de paso advirtió a los países de la zona con bases de EEUU que no permitan su uso para un ataque en su contra.
Esto plantea un problema adicional porque Israel ya dijo que el ataque contra las instalaciones nucleares de Irán sucederá este año y al no tener capacidad propia para afectar las instalaciones subterráneas iraníes sin la ayuda de EEUU, se supone que deberá ser un ataque conjunto.
El presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, ya rechazó cualquier negociación directa con EEUU en respuesta a una carta que le envió Trump con la mediación del gobierno de Omán. El ayatolá Ali Khamenei respaldó al presidente y dijo que un acuerdo solo traerá sanciones más duras”.
En una visible coreografía arreglada, Putin se ofreció como mediador entre EEUU e Irán dentro de las conversaciones que mantienen por el cese el fuego en Ucrania, lo cual hace suponer que Trump comienza a quedar enredado en una trama que lo condiciona en varios escenarios. En algunos círculos políticos se intentó justificar los roces con sus aliados occidentales por temas como el de Ucrania, los aranceles y las amenazas a Groenlandia y Canadá con un supuesto plan para alejar a Rusia de China y atraerla a su lado. China refutó la idea. El mismo día en que Rusia y China protegían a Irán, el canciller chino Wang JI dijo que su país aplica con los rusos el principio de “amigos para siempre, nunca enemigos”. La declaración la realizó en Moscú tras un encuentro con su colega ruso, Sergei Lavrov.
En ese contexto, China, Irán y Rusia realizaron ejercicios militares conjuntos en el golfo de Omán a partir del 11 de marzo. En las maniobras ejercitaron maniobras de “combate contra objetivos marítimos”. El ejercicio militar se desarrolló frente a la ciudad portuaria de Chabajar. La ciudad de Chabahar es otra de las claves porque es allí donde Irán está sellando un pacto estratégico con otro de los grandes actores regionales, la India. Los dos países acaban de sellar un acuerdo por 10 años para que ese puerto sea usado por la India para expandir su comercio. India acordó en mayo de 2024 invertir 250 millones en la terminal de Shahib-Behesti. El gobierno de Modi intenta así limitar la presencia pakistaní en esa zona marítima y asegurarse el acceso al petróleo iraní si se lograra un acuerdo para levantar las sanciones.
Las sanciones contra Irán por lo opaco de su plan nuclear son la clave de todo el asunto. China y Rusia presionan a Trump para que retome los acuerdos JCPOA de control sobre el programa atómico de Teherán, el mismo que abandonó durante su primera presidencia en mayo de 2018. En 2015, Irán aceptó frenar su programa nuclear y someterlo a un sistema de inspecciones que garantizaran que solo fuera dedicado a fines civiles. A cambio, se acordó levantar las sanciones en su contra impuestas desde 1979 y reforzadas en 1995 y 2006.
En 2018, Trump denunció que Irán no colaboraba según lo pactado y dejó el acuerdo firmado junto a Alemania, China, Francia, Reino Unido y Rusia. En reemplazo, prefirió retomar en noviembre el sistema de sanciones para prohibir las exportaciones de petróleo y gas iraní. La salida de EEUU provocó que se retiren los otros firmantes occidentales. Las sanciones fueron efectivas para poner a la economía de Irán en serios aprietos. Su producción de crudo cayó de 4,2 a 2,9 millones de barriles de petróleo anuales de 2018 a 2019 y a 2,6 millones en 2020.
El impacto fue severo porque Occidente compraba una parte del crudo iraní y bloqueó la otra gran parte que importaban otros países con amenazas de sanciones. Entre ellos la India. Pero China hizo caso omiso y comenzó a aumentar sus compras a Irán. El relato económico no se desvía de la cuestión nuclear porque de la mano de China, que pasó a comprar más del 90% de las exportaciones de crudo iraní, el régimen persa pudo recuperar su ingreso y para el año 2024 ya había logrado producir 3,28 millones de barriles anuales.
Lo más importante para Irán es que, sin la verificación de EEUU y el resto de los países occidentales, pudo retomar su programa nuclear. Solo quedó la OIEA como veedor y sin el respaldo de una potencia, sus inspectores tuvieron acceso limitado a las instalaciones iraníes. Desde que se terminó el pacto JCPOA, la OIEA denunció en varias oportunidades que Irán no cooperaba con sus inspectores y en particular con el programa de verificación del destino que tenía el material procesado por miles de centrifugadoras de material de uranio. En enero de 2024, el jefe de la OIEA, Rafael Grossi, advirtió que Irán contaba con suficiente material para producir armas nucleares. Con más recursos y una vigilancia débil, los iraníes avanzaron más rápido. En enero de 2025 Grossi volvió a advertir: Irán “pisó el acelerador”.
La prisa del programa nuclear iraní tiene también que ver con Rusia. Desde 1995 es el proveedor central de tecnología nuclear de Irán. En 1995 le vendió el proyecto para construir la central nuclear de Busher y en 2014 firmó un contrato para proveerle de 2 reactores adicionales. A partir de la segunda invasión a Ucrania en febrero de 2022 se estrechó el vínculo con Irán. La entrega de municiones y misiles, junto a la cesión de tecnología iraní para que Rusia produzca los drones Shahed, es la parte visible de ese acercamiento. En ese pacto no quedaba claro cuál era el beneficio que recibía Irán. El oro enviado a Teherán no explicaba la desproporción del respaldo a Rusia. El acuerdo de venta de aviones Su-35 y baterías antiaéreas S400, tampoco alcanzaban para equilibrar la balanza.
Se sospecha que Rusia, con su industria ocupada en cubrir la desastrosa cantidad de bajas que sufre en Ucrania, reemplazó el apoyo militar por exportaciones tecnológicas para que Irán cubra los vacíos que tiene en el desarrollo en varios rubros militares. Eso explica la aparición súbita de nuevos modelos de misiles balísticos y antiaéreos iraníes. El temor es que dentro de las lagunas tecnológicas que cubrió Putin, estén aspectos clave para el desarrollo de armas nucleares como la miniaturización y el sistema de detonación.
En septiembre de 2024 Rusia e Irán acordaron un Tratado de “cooperación integral” que incluiría un capítulo para colaborar en la producción militar. El acuerdo se firmó en enero de este año y es aquí en donde todos los elementos terminan de ordenarse. El 17 de enero de 2025, Putin y Pezeshkian se reunieron en Moscú para firmar el pacto. Además de cooperar en el área militar hubo un acuerdo para respaldarse mutuamente en caso de agresión de terceros. En el artículo 3° establecen las bases para ese respaldo.
Irán ya había firmado un acuerdo similar con China el 27 de marzo de 2021, pero sin el capítulo de la defensa mutua. También preveía una colaboración en el campo de la producción militar y la presencia de modelos chinos presentados como desarrollos iraníes, da fe de ello.
Ahora tiene otro sentido la advertencia de Putin y Xi Jinping a Trump ante un posible ataque a Irán. Rusia se vería obligada a acudir en ayuda de su socio y China debería respaldarlos. La provisión de crudo a precio de oferta desde los otros dos vértices del triángulo, la obligaría. Aun si China decidiera no intervenir, un escenario de guerra que complique el flujo de petróleo hacia su economía es un desastre que prefiere evitar. Y el tener que respaldar a Rusia por esa “amistad para siempre” implicaría dejar las ambigüedades que hoy le reditúan bien.
Rusia ya está comprometida con EEUU en la búsqueda de un pacto del cese el fuego en Ucrania que la favorezca. Un ataque de EEUU a Irán lo colocaría en un predicamento. Obligado por los pactos y la necesidad militar, debería decidir si traiciona a los iraníes.
Pero Trump es un personaje de lealtades volátiles, todo lo contrario a su aliado iraní, que ha sabido proveerle de armas incluso cuando estaba enfrascado en una guerra con Israel tanto directamente como por medio de sus proxies. E Irán tiene algo que EEUU no puede ofrecer. Irán es clave para sostener su precaria presencia en las bases de Tartus y Latakia en Siria. Las milicias alauitas y Hezbollah son un motivo para que Putin pueda negociar a través de los iraníes con líder sirio Al Sharrah en unas tratativas en las que Rusia no tiene buenas cartas. Y si tiene que marcharse, Irán es el único territorio amigo que le queda en la región, además de ser la vía directa para conservar el papel rector sobre el Caspio. Los coqueteos gasíferos de Azerbaiyán con Turquía y Europa no le dan garantías de sostener ese flanco.
Todos tienen motivos para reclamarle a Trump que se siente a negociar con los iraníes en lugar de hacer lugar a los reclamos belicistas de Netanyahu, y que deje de especular y habilite una solución alternativa que le asegure a Israel que Irán no tendrá armas nucleares.
Es posible que esa circunstancia explique el interés de Putin por mediar entre ambos.
También el de Arabia Saudita para intervenir en el caso ucraniano. Un arma atómica en manos de los persas es tan riesgosa para su seguridad como un ataque que riegue de radiación a la región. Irán sabe que, pese a que quedó debilitada por el fracaso de Hamas y Hezbollah a manos de Israel, cuenta con una ventaja a la hora de navegar en un ambiente con tantos intereses cruzados. Además, tiene claro que Rusia necesita la alianza común por motivos varios. Los iraníes van por un juego en el que hay dos caminos de éxito posible. Si China y Rusia fuerzan a Trump a regresar al JCPOA, se levantarían la mayor parte de las sanciones y con ello podría fortalecerse también en un escenario político interno sacudido por la crisis económica.
De esa manera podrían suspender el programa nuclear y en todo caso el acuerdo con Rusia les dejará la instancia de seguir su plan por rutas más discretas. Si Trump no acepta, podrán apelar a acuerdos y enfrentar lo inevitable con un respaldo mayor que en el pasado. A diferencia de 2018 la guerra ya dejó de ser un tabú y el rumbo abierto por Rusia en Ucrania permite pensar que el camino de las armas que va de Teherán a Moscú es el mismo que conduce de Moscú a Teherán. También sabe que Trump desea ser visto como el gran pacificador.
Un ataque podría involucrar a EEUU en los mismos frentes que Israel, porque Irán no se va a quedar inerte. Es un panorama en el que Trump debería desandar su promesa de traer la paz e involucrar a su economía en un conflicto aún más costoso y complejo que el de Ucrania.
Europa está ahora ocupada ayudando a Ucrania luego de la defección de EEUU y con un divorcio en trámite por los aranceles, su favoritismo a Putin y su pasión por provocar miedos territoriales a Canadá y Dinamarca. Trump podría quedar peleando solo junto a Israel. Si consideramos que Europa invirtió más en Ucrania que EEUU y la diferencia entre la capacidad de aporte que pueden realizar europeos por un lado e israelíes por el otro, tenemos una medida. O Europa puede pedir a cambio del respaldo que reanude el gasto a favor de Ucrania.
Putin sabe que Trump les prometió a sus electores que no iba a provocar más guerras. Una conflagración con Irán, que tiene el potencial de arrastrar a Rusia y va para el lado contrario de donde dijo dirigirse el presidente norteamericano. Es posible que Putin se lo haya comentado.
Trump maneja el sistema militar más poderoso del momento, pero también un deseo por obtener el Nobel a la Paz que le resulta difícil de manejar. En ese rumbo, tiene para ofrecerle a Rusia e Irán un relajamiento de las sanciones. Las de EEUU al menos y por ahora. Netanyahu conoce cada aspereza de ese tablero y quizás es por eso que busca congraciarse con Putin al ofrecer una mediación discreta para que Rusia conserve sus bases en Siria. Es una oferta en la que Rusia podría mantener su presencia y quedar en deuda con Israel. A Israel le interesa que Irán no logre tener un arma nuclear. Si lo hace destruyendo sus instalaciones o mediante un acuerdo efectivo que controle cada centímetro del suelo iraní, el resultado es el mismo. Finalmente, entendemos por qué el ajedrez se juega hace milenios en Irán.
Sucede que un acuerdo con Irán a la fuerza va a tener efectos en otras zonas. Irán no va a negociar solo un plan nuclear, queda claro que va a buscar un pacto de coexistencia pacífica y que eso va a incluir sus intereses en toda la región y eso es malo para Israel.
Si Irán pacta con EEUU y tiene a Putin cerrando acuerdos cruzados para Ucrania y Medio Oriente, algo que Trump parece admitir al utilizar al mismo delegado, Steve Witcoff, en ambos escenarios, la resultante podría ser un corsé para lo que pueda hacer Israel en el futuro.
Israel tiene un problema grave en un arma nuclear iraní, pero otro cotidiano en la acción de los grupos terroristas amparados por Irán. El riesgo atómico es potencial, el 7 de octubre y el bloqueo del Mar Rojo son realidades tangibles e igual de urgentes. Una normalización de la relación de EEUU con Irán patrocinada por Rusia y respaldada por China convertiría a Netanyahu en un actor sujeto a las decisiones de terceros sobre los asuntos de seguridad de Israel. Allí reside el riesgo oculto del juego político en curso.
Una tregua podría regresar el ciclo de resiliencia del terrorismo antiisraelí. Y en la debilidad de Trump por ganarse el cetro al pacificador del siglo está el problema que afronta y que lo hará revisar el tipo de vestimenta que usará la próxima vez que vaya al Salón Oval.
Teherán ya da señales de aceptar que hay un campo para negociar. Tras la campaña de bombardeos de EEUU a los hutíes dejó ver cómo retira a los miembros de la Guardia Islámica de la zona. La excusa es preservarlos de las bombas, las mismas que caen hace meses. Ese gesto, junto a las advertencias a Trump frente a la idea de un ataque conjunto con Israel a Irán, seguidas de una invitación para resolverlo todo en una negociación, son el hilo que une lo que parece disperso. Incluso, el mareo de demandas al que someten a Ucrania.
Si Putin obliga a Trump a un acuerdo con Irán y China, les sigue dando margen para sostenerse firmes, entonces Israel deberá revisar su plan político para el futuro. Más aún si los países árabes apoyan un pacto urgidos por el miedo militar y económico a una escalada.
Y hay más interesados en un pacto que permita que se levanten las sanciones a Irán. India podría volver a pensar en el Gasoducto de la Paz para recibir gas barato iraní y el oleoducto frenado por presión de EEUU en 2005. Turquía retomaría la idea del gasoducto Tabriz-Ankara. A Trump también le interesa que regrese la oferta de crudo y el gas iraní a los mercados globales, tanto como la de Rusia, para afrontar su política económica con precios de la energía más favorables. Irán tiene la tercera reserva mundial de petróleo y la segunda de gas.
Como vemos. La situación en Oriente Medio sigue mutando cada día. EEUU está lejos de atraer a Rusia y alejarla de China. El cumulo de intereses estratégicos comunes entre ambos es demasiado denso como para deshacerse en cien días o con tres gritos. En este juego de atracciones y rechazos EEUU es solo uno de los muchos actores de un drama geopolítico. Irán, Rusia, China, Israel, Europa, Irán y Turquía son parte del reparto de esta historia, mucho más compleja que la trama de «Hiroshima, mon amour”.
Ayer, 9 de abril, el presidente Donald Trump postergó por 90 días la aplicación de los aranceles que había anunciado una semana antes, el «Día de la Liberación». Al mismo tiempo, anunció que aplicaría un arancel de 125% a los productos que EE.UU. importa de China.
¿Lanza una nueva Guerra Fría? ¿Capitula ante la presión de los mercados financieros, que habían perdido en una semana billones de dólares? En opinión de este editor, ni una cosa ni la otra.
Trump sigue empeñado en «hacer grande a América (U.S.A.) otra vez», y, como paso necesario, reindustrializar a su país, Pero enfrenta una realidad inescapable: sus industrias, toda su economía, requieren una proporción gigantesca de insumos importados.
(Los argentinos que queremos una industria nacional vigorosa también enfrentamos esta limitación, que Aldo Ferrer estudió ya hace medio siglo: nuestra industria debe ser competitiva, para conseguir las divisas que financien sus importaciones).
Como sea, el peligro cierto de un salto inflacionario en lo que consumen sus compatriotas lo obliga a retroceder… para negociar. También con China, seguramente. Porque librecambio y proteccionismo son planteos teóricos del siglo XIX, casi tan lejanos de la economía real como la fantasía de un capitalismo sin Estado. Donald Trump, a la cabeza de su país, está usando el poder del Estado para tratar de conseguir sus objetivos.
En este importante artículo, el estudioso Ricardo Auer analiza con lucidez como los chinos aprendieron de los norteamericanos sobre el capitalismo moderno, y ahora le están enseñando a ellos (y al resto del mundo) lecciones actualizadas para el siglo XXI.
Abel B. Fernández
ooooo
En 1972 Kissinger y Nixon se reúnen con Mao Zedong para capitalizar las diferencias entre la URSS y China. En 1976 muere Mao. En 1978 Deng Xiaoping, considerado el “Arquitecto de la China Moderna”, comienza a liderar un proceso acelerado de desarrollo, basado en el masivo ingreso de capitales extranjeros y de apertura de su mercado, pero con reglas fijadas por la estrategia china, donde un eje central era la transferencia de tecnología, utilizando cierta obligatoriedad de establecer empresas conjuntas. La idea de los norteamericanos era incorporar a China al sistema global basado en normas, como proveedor de manufactura liviana, sostenida por salarios relativamente bajos. Los EEUU “adoctrinaban” a los chinos contra el proteccionismo, los impulsaban a eliminar barreras a la inversión extranjera y que no usaran subsidios para impulsar su política industrial. Los chinos escuchaban, sin debatir. Luego de la caída en 1989 de la URSS y durante toda la década de los 90 parecía que China avanzaba inexorablemente hacia la liberalización económica, ya que reestructuraba empresas estatales, despedían a millones de sus trabajadores, se incrementaban las actividades del sector privado, mientras monitoreaban los avances de su plan de modernización tecnológica e industrial. China ingresa en la OMC como “país en desarrollo”, disfrutando así de un “trato especial y diferenciado”, para acceder preferentemente a mercados del mundo desarrollado.
Los chinos tenían sus propios planes y el “adoctrinamiento” del liberalismo norteamericano fue soslayado a la china, es decir con mucha amabilidad, excusas y promesas, que nunca terminaban cumpliéndose. China siguió ejecutando una clara estrategia industrial de creciente valor agregado y siempre manteniendo altas tasas de empleo, cuidando así que no hubiese algún desborde de la cuestión social. Para esa misma época, acá teníamos el gobierno de Menem, sus relaciones carnales con EEUU y una política de desindustrialización y remate de los bienes públicos.
En China nunca se llevó a cabo una reforma política liberal, pero, al tradicional capitalismo de Estado se le incorporó un fuerte desarrollo privado de la economía. Se convirtió en un capitalismo mixto y flexible, con atención a lo social y con orientación nacionalista. El resultado fue un avance impresionante. El PIB de China (en millones de USD) creció de 350.000 (1989) a 1.700.000 (2003) a 18.000.000 (2023), según el Banco Mundial. La amplia financiación occidental acoplada al proyecto nacional chino sacó a más de mil millones de personas de la pobreza en un corto período de tiempo. China promovió el fortalecimiento de “campeones nacionales” en sectores estratégicos a través de subsidios estatales masivos. El Estado no liberó totalmente su mercado interno; lo fue modelando y controlando, mientras masivas exportaciones chinas baratas aceleraron la tendencia hacia la desindustrialización en los países más desarrollados. China se convirtió en la “la fábrica del mundo”, superando a Japón y Alemania en la primera década de este siglo. Cuando Xi Jinping llega al poder en 2012, China inicia una nueva etapa hacia el dominio de tecnologías críticas, aumentando la producción manufacturera hasta el punto de la sobrecapacidad e impulsa aún más sus exportaciones, siendo acusada de prácticas de dumping. La importancia comercial de China en Asia es innegable e hizo fracasar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), alentado por EEUU. No es fácil competir en China por las permanentes restricciones a su mercado; China siempre mantiene sus preferencias para las empresas nacionales y usa los subsidios para cumplir con sus metas estratégicas. Tanto EEUU como Europa o Japón se han quejado reiteradamente de esas prácticas, pero poco cambió.
Trump y Xi Jinping
En 2004, China representó el 9% del valor agregado manufacturero del mundo, saltando a un masivo 29% en 2023, según el Banco Mundial. Actualmente la manufactura china es 3 veces más grande que la de EEUU, 5 la de Alemania y 9 la de Japón. En el sector automotriz, tiene la capacidad de producir casi el 60% de la demanda automotriz mundial y produce más del 50% de la provisión mundial de acero, aluminio y barcos.
Reacción norteamericana. EEUU finalmente se convence, tardíamente, que China no podrá ser incorporada a su red de influencia y menos aún, evitar que vaya creando un fuerte poder alternativo. Tal como advirtiera Kissinger, hasta las erróneas maniobras de la OTAN contra Rusia, donde EEUU se involucró directamente desde su base militar en Wiesbaden (Alemania), fortalecieron, indirectamente a China. Finalmente, el grupo político que encabeza Trump llega a la conclusión de que la mejor opción estratégica para EEUU es adoptar (parcialmente) el modelo chino. Tras décadas de criticar a China por imponer aranceles de importación y otras restricciones selectivas, EEUU ahora procede siguiendo esas prácticas. No sólo Trump, en su primera presidencia elevó de un 3% a un 19% (promedio) la tasa a las importaciones chinas, sino que Biden las mantuvo y añadió otras y a más productos chinos, como vehículos eléctricos, baterías y acero. En cuanto a las inversiones EEUU también cambió su enfoque: antes alentaba los flujos de inversión bilateral y ahora restringe severamente la inversión china en EEUU y la inversión norteamericana en ciertos sectores sensibles de China. La inversión anual china en EEUU se desplomó de 46.000 millones de dólares en 2016 a menos de 5.000 millones de dólares en 2022. Anteriormente Biden ya había apostado por disponer de una política industrial, destinando al menos 1,6 billones de dólares a la Ley de Inversión en Infraestructura y Empleo de 2021, la Ley CHIPS y Ciencia de 2022 y la Ley de Reducción de la Inflación de 2022.
Más allá de la Muralla china. La estrategia de Trump de trasladar la producción de vuelta a EEUU necesitará flexibilizar la entrada de inversiones de empresas extranjeras. Hoy parece una medida anticuada que tantoBiden como Trump se opusieron a la adquisición de US Steel por parte de la empresa japonesa Nippon Steel. Una alternativa para Occidente (EEUU+EU) sería utilizar a su favor el enfoque inicial del modelo chino: a cambio de reducir las altas tarifas aduaneras para ingresar al valioso (por calidad y tamaño) mercado occidental, exigir a las empresas chinas (u otras) que establezcan empresas conjuntas con empresas nacionales y participen en transferencias de tecnología. Ello permitiría entender los “secretos” de buena calidad y bajos precios que ofrecen los chinos, por ejemplo, con los vehículos eléctricos donde China innova con mayor rapidez y producen vehículos de alta calidad a un precio mucho menor que otros. Europa parece dispuesta a transitar esta modalidad de asociación con China en la producción de vehículos eléctricos para lograr mantener el empleo y la capacidad de fabricación. Sin embargo, no sabemos aún si Trump estaría dispuesto a desarrollar esta asociación, tal vez confiado en las propias fortalezas de los EEUU o porque crea conveniente seguir prohibiendo los vehículos eléctricos chinos en EEUU debido a su potencial para rastrear los movimientos de los ciudadanos o paralizar el tráfico. Japón ha dado un paso adelante: en alianza con Corea del Sur y el conjunto de ASEAN Group se han asociado a China, para que en conjunto hagan la región de comercio libre más poderosa del mundo. Una jugada geopolítica de comercio internacional, que lo muestra en actitudes de independencia estratégica respecto de EEUU.
¿Puede Estados Unidos superar a China copiando parcialmente su modelo?
La agitación de todos los mercados financieros frente a los anuncios de EEUU poniendo una ola gigante de “aranceles recíprocos”, en línea con algunas modalidades del modelo chino, nos interroga sobre sus posibilidades de éxito en relación a su confrontación estratégica con China. Las decisiones de Trump están de algún modo limitadas por el régimen republicano, donde la oposición demócrata tiene casi la mitad de los votos, además de la activa participación de los lobbies de los intereses comerciales. Del otro lado, el régimen de Beijing tuvo siempre la capacidad, casi ilimitada, para movilizar capital y manipular la política comercial y de inversión al servicio de sus objetivos a largo plazo, lo que le permitió crear un mundo industrial real y tangible, que trae tanta preocupación a todo Occidente.
Otra pregunta que habría que hacerse es: cuán importante es, para una nación tan poderosa como los EUU, la agitación de las bolsas financieras cuyos cuantiosos “activos” están cargados de pura virtualidad, de especulación; de un gran software con poco hardware; porque en realidad son sólo papeles impresos o registros contables (fondos de inversión) o de bits de internet (bitcoins, criptomonedas); es decir son futuras promesas de pagos intangibles en las que se ha basado todo el andamiaje financiero del mundo. Lo que siempre importa, al final del día, es la economía real. Porque hay que recordar que las garantías de esas promesas virtuales no se podrían sostener seriamente si no existiese un poder real y tangible que las sostenga; FFAA poderosas (caso EEUU) o una fortaleza industrial (caso China). En otros términos, la agitación financiera contraria a las decisiones de Trump que intenta fortalecer industrialmente a EEUU podrían ser consideradas un “tigre de papel”, si es que el grueso de la nación norteamericana se encamina resueltamente a reconstruir ese poderío perdido por las desmedidas andanzas de la especulación financiera. Veremos que sucede; en gran medida las expectativas están divididas ya que el procesopara recuperar el liderazgo mundial es largo e incierto.
La tabla presentada por Trump en el “Día de la Liberación” sobre los aranceles compensatorios, es en realidad una base para comenzar a negociar los equilibrios en las balanzas comerciales entre EEUU y cada uno de los países. El grueso de los países de Hispanoamérica (Brasil, Colombia, la Argentina, Chile, Perú, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Honduras y El Salvador)se han beneficiado con los aranceles mínimos (10%). A sus aliados de Europa les impone un 20%, indicando que aquellos son doblemente proteccionistas (40%). A Japón y Corea del Sur se los carga con un 24%; a India con 26% y a Taiwán, con un 32%. A China le recarga un 34%, sobre la base de un 67% de protección que cobrarían los chinos. Automóviles 25% para todos. Obviamente Trump no presentó ninguna explicación sobre los cálculos que está utilizando para justificar los aranceles, pero se entiende que a los aranceles aduaneros les sumó otras restricciones no arancelarias que ponen casi todos los países. El ordenamiento de los valores asignados a cada país guarda relación con su grado de proteccionismo, su competitividad, su interés geopolítico y de necesidades de provisión de insumos. A la crítica sobre un aumento momentáneo de la inflación, Trump cree que se compensaría con alguna baja en el precio del petróleo. El plan no puede estar basado únicamente en simples barreras arancelarias; seguramente habrá un capítulo de reactivación de los centros de innovación y de las instituciones educativas y de ciencia y tecnología, necesario para despejar algunas dudas que surgieron por recortes iniciales en esos campos de las partidas presupuestarias. Veremos cómo se desempeña EEUU usando las reglas de juego creadas por China. No hay modelos de desarrollo universales; cada país deberá adaptar su propia versión.
Desde hace una década que otros países, defensores de sus soberanías y de sus intereses nacionales, ya habían comenzado a imitar, pero no a copiar literalmente, el modelo de desarrollo chino, protegiendo primero el empleo y el consumo interno, sus industrias y sus exportaciones. India es el mejor ejemplo, pero no lo son menos Vietnam, Indonesia, Turquía, Sudáfrica y tantos otros. Las bases del desarrollo exitoso de China, visibilizado globalmente por su liderazgo en vehículos eléctricos y tecnologías limpias, no se debió a políticas económicas ultraliberales ni a un estatismo obsoleto. Respondieron a una planificación estratégica con intervenciones flexibles estatales, pero sin renegar de objetivas reglas de mercado capitalistas; todo ello enlazado por claros objetivos nacionales. En ese sentido, ¿Quo vadis, Argentina?: Abyssus vado iterum crucifigi (voy hacia el abismo para ser nuevamente crucificado).
Perdónandos, oh Señor, por las frecuentes intercurrencias de AgendAR que perpetraremos en el siguiente artículo de nuestro excelente colega, Nicolas Deza, de Econojournal. No somos Econojournal, y tampoco Infobae. Somos Industria Argentina. No estamos de moda. Y que nos sigan los buenos.
El físico y economista Demian Reidel será oficializado a la brevedad como nuevo presidente de Nucleoeléctrica, la empresa operadora de las centrales nucleares. El jefe del Consejo de Asesores del presidente Javier Milei y responsable de elaborar «un nuevo Plan Nuclear» (comillas a cargo de AgendAR) liderará un nuevo directorio.
Éste incluirá al presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica, Germán Guido Lavalle, quien mantendrá su cargo actual y a la vez asumirá como vicepresidente de la empresa. También asumirá como director el titular de la Agencia de Transformación de Empresas Públicas, Diego Chaher.
El nuevo directorio de NA-SA (Nucleoeléctrica es una SA del estado) será el tercero designado durante la presidencia Milei. También supone un retroceso del asesor presidencial Santiago Caputo sobre el control que supo construir en los directorios de las empresas del área nuclear. Desde la presidencia de NA-SA, Reidel buscará cimentar su propuesta de construir cuatro reactores modulares de 300 MW «de diseño nacional» (comillas nuevamente a cargo de AgendAR) en el complejo nuclear de las Atucha I y II.
Ahora, algunos datos añadidos por AgendAR al buen artículo fuente de Nicolás Deza, a quien ya pedimos perdón como rapsodas, y sin miramientos por el peculiar copy-paste de Deza en Infobae. Este servicio de poner las cosas en contexto AgendAR lo otorga por el mismo precio, para que entiendan de qué viene la cosa los lectores ajenos al palo nuclear. Lo nuestro va en tipografía itálica.
El predio de las Atuchas es por ahora el único lugar habilitado por la Agencia Regulatoria Nuclear para poner centrales nucleoeléctricas nuevas. El embalse de Río Tercero no da para otra central nuclear mediana: con el lago frecuentemente en sequía, el enfriamiento de la CNE, la Central Nuclear Embalse, descarga agua 4 grados Celsius más caliente que la que toma del lago. No es mucho, pero en un verano caliente y con el lago bajo, suma.
A mayor calor ambiental y con un lago contaminado por las descargas cloacales de varias ciudades costeras, la ARN no quiere favorecer el «boom» de algas cianófitas inevitables en un cuerpo de agua caliente. Que no está lleno de tritio, sino hiperfertilizado de un modo más banal por el nitrógeno y el fósforo de la caca y del pis de toda la comunidad ribereña. Un goberna cordobés ahí, que obligue a los intendentes a hacer plantas de tratamiento de las cloacas. ¿Antes van a criar trenzas las ranas?
La habilitación nuclear del predio de las Atuchas data de los ’60, y se debe a años de estudio geológico que aseguran muy baja sismicidad. Pero sobre todo, se debe al Paraná de las Palmas, que aseguró siempre, incluso con una sequía de tres años al hilo como la de 2020/2023, el enfriamiento de dos Atuchas. Y todavía sobra río para otras máquinas.
El caudaloso Paraná de las Palmas iba a asegurar también la refrigeración de Atucha III CANDU modelo argentino, de 700MWe, y de yapa quizás también el de la majestuosa central china Hualong-1, de 1220 MWe, ambas, y según leyes y pactos internacionales refrendados en 2014. Estipulaban que, primero se comenzaba la CANDU, y dos años después, la Hualong-1, en sitio a elegir.
El Paraná iba a enfriar el circuito terciario del por ahora igualmente finado proyecto CAREM de 32 MW. Todos estos proyectos estaban anclados por leyes de firmadas en 2014 por ambas cámaras del Legislativo argentino, e incluso por pactos internacionales con China. Pero desde tiempos de Mauricio Macri fueron asesinados serialmente por una ringla de presidentes de la Nación.
Incluso con un cenagoso parlamento donde decreto voltea ley, Macri y seguidores usaron el sencillo procedimiento de desfinanciarlos todos de facto «porque no hay plata». No hay plata aunque se le apague la luz de 50 millones de argentinos y sus vecinos de frontera, como en 2018, o en la propia Casa Rosada, como en febrero de este año.
Pero el que cree haberle pegado el tiro de gracia a todos estos tres proyectos, fue el mesadinerista nuclear del Presidente Javier Milei. Hace alarde indebido de un título de físico nuclear otorgado por el Instituto Balseiro, pero como van las cosas en la Argentina y en el mundo, terminó trabajando en Goldman Sachs y en Morgan Stanley Chase. Ahora la CNEA y NA-SA están dirigidas por el Dr. Demián Reidel, (a) «el lobo de Wall Street».
Y El Lobo dictaminó que el CAREM es inviable. La Agencia Internacional de Energía de la UE lo había puntuado como el 4to proyecto de reactor modular más avanzado en el mundo, detrás de dos centralistas chinas y una rusa. Entre otras cosas, por su consenso social, su autorización regulatoria, y su etapa avanzada de construcción (un 65%). Pero el Lobo es EL LOBO… mientras Caperucita Criolla no le gane de mano al Cazador y lo devuelva a Wall Street, con toda su manada timbera.
Por otro lado, la designación de Chaher supone que se buscará avanzar con la apertura de la empresa al capital privado, finalmente habilitada en la Ley de Bases. (Es decir, el remate de NA-SA, traducción a cargo de AgendAR).
Añadido de igual cosecha y por el mismo precio: NA-SA es una diseñadora y constructora exitosa, de prestigio mundial, ha terminado Atucha II, considerada «Misión Imposible» por el menemismo, el radicalismo y el macrismo, que son un poco lo mismo, «no pun intended». También retubó Embalse para 30 años más de vida útil, y reparó Atucha II, que venía con errores de diseño de internos, a una décima parte del precio ofertado por Alemania, y en una sexta parte del tiempo.
NA-SA literalmente fuma bajo el agua desde 2006, cuando Néstor Kirchner redescubrió el átomo. NA-SA es el mundo al revés: le vendió expertise a China para retubar sus propias centrales CANDU. NA-SA Jamás ha dado pérdidas. Lo que hace de diferencia de caja en el año, se lo lleva el agujero negro del Tesoro Nacional, o se reinvierte en mantener los fierros. NA-SA necesita tanto de una privatización total o parcial como Uds. y yo, lectores, de un agujero en la cabeza.
Pero sigamos con el artículo original del colega Deza. Prometo que no entrometernos más en él.
No nos crean.
Además de Reidel, Guido Lavalle y Chaher, el directorio de cinco miembros se completará con el doctor en ingeniería nuclear, Axel Larreteguy, y el ingeniero nuclear Marco Campolonghi. A excepción de Chaher, un abogado sin relación con el sector nuclear, el resto son egresados del Instituto Balseiro.
El doctor José Balseiro, cuya tumba está en el Instituto que lleva su nombre, estaría indignado. En otros tiempos, un egresado de esa universidad nuclear, la mejor del Hemisferio Sur, venía con el patriotismo tatuado en el cuero. En fin…
La designación de Guido Lavalle generó sorpresa en algunas fuentes consultadas. La CNEA tiene una silla permanente en el directorio de Nucleoeléctrica, pero sería la primera vez que un presidente de la institución es a la vez vicepresidente en la empresa. “Esa designación no es irrelevante, porque por supuesto que Reidel no va a estar en el día a día (de la empresa)”, analizó una de las fuentes.
Por otro lado, habría cambios en las Gerencias General, Operativa y de Desarrollo, para las que suenan el doctor en física, Marcelo Famá y el ingeniero nuclear, Alejandro Sanda, ambos también egresados del Balseiro.
Punto final para Atucha III
El desembarco de Reidel se produce en un momento particular para la empresa y el gobierno nacional. El poder ejecutivo dejaría caer definitivamente el contrato comercial firmado entre Nucleoeléctrica y China National Nuclear Corporation (CNNC) para la construcción de una cuarta central nuclear en el país con financiamiento de China. El proyecto original Atucha III de un reactor Hualong de 1200 MW sería descartado para liberar los terrenos para la eventual construcción de al menos un reactor modular diseñado por ex ingenieros del INVAP.
«Eventual» debe leerse como «imposible», interrumpe nuevamente AgendAR, que vuelve a la opinión como un exfumador al faso. El ACR-300 es un dibujito patentado por EEUU gracias a una empresa, Meitner Energy, inventada por el State Department y fondeada por U$ 50 millones, bajo leyes de los EEUU. Meitner Energy es tan argentina como el café lavado y las donas insipidas. No se culpe a INVAP de que Reidel, Milei y (lamentablemente) el argentino que dirige el Organismo Inernacional de Energía Atómica, Rafael Grossi, la hayan regalado a este salvavidas de plomo.
INVAP se calla la boca por el mismo motivo por el que ha durado desde 1974, cuando la fundó Varotto. Está esperando en resignado silencio a que desaparezcan los esperpentos y lobizones para poder volver a lo que hace mejor, exportar reactores nucleares reales. Entre 1997 y 2016 estuvo a punto de venderle el CAREM en joint ventura con varios estados asociados, especialmente Turquía.
Añadimos con dolor personal:Mala tuya, Rafael. En tiempos de tu mentor, el embajador Adolfo Saracho, a quien llora,ps desde 2018, no te hubieras avenido a condonar esta porquería ante una cadena nacional de televisión. Un horror.
¿Es tan de humo el ACR-300?La ARN en cumplimiento estricto de sus potestades regulatorias, tardaría no menos de dos años en aprobar el diseño del ACR-300, y unos seis más en aprobar el diseño de sus sistemas de seguridad, y hasta llegar a la autorización del inicio de obra, otros cuatro, mínimo. Doce años, mínimo, para excavar cimientos de una centralita que, por ahora, no existe en ninguna parte del planeta. Humo puro. ¿En doce años seguirán en funciones Milei, Reidel y su laya?
El contrato EPC (ingeniería, compras y construcción) firmado en febrero de 2022 fue prorrogado en dos oportunidades debido a la falta de avances concretos para firmar el contrato financiero. La última prórroga, que vence a fines del presente mes, fue rubricada con el visto bueno del entonces ministro de Economía Sergio Massa en octubre de 2023, en plena negociación con China para ampliar el swap de monedas.
Seguimos opinando.Massa es Massa, un señor muy inteligente y «de bandera blanca»: sirve en cualquier gobierno argentino donde las órdenes vengan de La Embajada. Supongo que sabía que el contrato con China decía expresamente que primero iba el CANDU-700 MW modelo argentino, y la Hualong-1 seguía dos años después. Se emperró en discutir el contrato con China justamente para que no se construyera ni la CANDU 700 ni la Hualong-1.
Reidel y el director general del OIEA, Rafael Grossi, en el evento de la Fundación TAEDA, junto con Alejandro y Bettina Bulgheroni. Reidel es el que no usa corbata ni pierde el tiempo con un peine. En este gobierno, es casi la firma identitaria de un mesadinerista «cool».
ACR-300
Desde que fue empoderado por Milei para encargarse de la agenda del sector nuclear, Reidel dijo en varias oportunidades que uno de los objetivos es la construcción de cuatro reactores modulares en Atucha. “Nosotros tenemos elACR-300, un reactor modular de 300 megavatios, desarrollado por ingenieros de INVAP, pero de capitales privados”, dijo el asesor del presidente.
No podemos no interrumpir. ¿El ACR-300 fue desarrollado por INVAP, minga? Es un «download» de una biblioteca de diseños posibles de reactores chicos del OIEA, y tiene tanto valor argentino agregado como un poroto de soja. En realidad, mucho menos. Los porotos RR de la Monsanto al menos existen físicamente.
El ACR-300 es un diseño conceptual de reactor modular revelado en diciembre pasado. La patente es de INVAP, aunque el desarrollo del reactor es vehiculizado a través de Meitner Energy. “La fase 1 de nuestro Plan Nuclear es el desarrollo de estos reactores. La idea es construir una nueva planta nuclear con cuatro de estos módulos en lo que iba a ser Atucha 3”, añadió Reidel en una nota con Infobae.
Reidel no miente.Infobae tampoco miente. Por algo es el diario que ha reemplazado a Clarín, que tampoco miente.
Sin embargo, el plan para el sector nuclear aún no fue formalizado y solo están los lineamientos generales anunciados por Reidel en diciembre. En ese momento se anunció la conformación de un Consejo Nuclear Argentino para impulsar el desarrollo de reactores modulares pequeños de diseño y tecnología nacional y la minería de uranio con proyección de exportación de combustible nuclear. El desembarco en Nucleoeléctrica podría marcar el puntapié inicial de una propuesta más estructurada.
Nicolás Deza
Añadido final de AgendAR: el programa nuclear de Milei tiene como objetivo principal destruir el programa nuclear argentino que fuimos construyendo y defendiendo como se pudo durante ya 75 años. De haber salido las cosas según estaban programadas en 1983, tendríamos unas 30 centrales nucleares tipo CANDU. Tenemos sólo tres. Pero INVAP al menos logró ser el más importante exportador de reactores nucleares del planeta.
El vapuleado programa nuclear argentino viejo no es perfecto. PERO ES REAL.