La larga historia del Cine Nacional

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Este 23 de mayo se conmemoró el Día del Cine Nacional: se cumplían 112 años del estreno en 1909 de «La Revolución de Mayo», de Mario Gallo. Aunque el cine había llegado a nuestro país más de una década antes, poco después que los hermanos Lumiere crearan las primeras imágenes, esa película es un buen hito para fijar como comienzo de nuestro cine. Y un buen motivo para que Claudio D. Minghetti preparase esta crónica informada y emotiva, con sus correspondientes videos, para la agencia estatal Télam. La compartimos con ustedes:
«Con muchas fechas posibles para ser elegidas dentro de un contexto donde las efemérides son numerosas, tal es el caso del mundo del cine en este caso particular del argentino, resultó oportuno que cada 23 de mayo, se festeje el Día del Cine Nacional, el primer registro de ficción de la producción argentina del período silente.
«La Revolución de Mayo»
De alguna forma, y para ser precisos, el cine argentino había nacido algunos años antes, en el epílogo del siglo 19, con obras principalmente cortas, en su mayoría de carácter documental y todas silentes, y ya a principios del siglo siguiente con una impresionante respuesta de un público cada vez más ilustrado, en el prólogo del que sería el primer Centenario de la patria, cuando se conocieron «El fusilamiento de Dorrego» (1909), «La Revolución de Mayo» (1909) y «La creación del himno» (1910), las tres piezas cortas de Mario Gallo, el gran arquitecto del primer corpus fílmico recreador de distintos momentos del pasado argentino con siete memorables obras en torno a esa primera gran conmemoración, cuadro vivo según una iconografía pictórica plasmada localmente en relación a los sucesos referidos.
«Nobleza gaucha»
Seis años después, tuvo relevancia el estreno de «Nobleza gaucha» (1915), que mezcla los paisajes camperos con los urbanos. El largometraje que tuvo un costo de $ 20.000 se multiplicó por 40 en sus 20 salas de estreno, y fue exportado a España, donde abrió camino al futuro de la producción local en Europa. Su título sirvió, además, para un tango de Francisco Canaro y como marca de una yerba mate, así como «entraña la primera tentativa de búsqueda de organicidad en pos de una industria cinematográfica local», tal como señaló en 2001 el historiador y crítico Jorge Miguel Couselo, en la revista Film Online.
«Tango!»
Habría de pasar más de una década para llegar al 27 de abril de 1933, hace ya 88 años, cuando en la sala del cine Real de la calle Esmeralda al 400 casi esquina Corrientes (hoy un garage), y bajo los caireles de la araña de su foyer se reunieron los fundadores de la recién nacida Argentina Sono Film y un puñado de figuras de la escena y de la música porteña para festejar el estreno de «¡Tango!», el primer largometraje enteramente sonoro, que permitiría al cine argentino aprender a hablar con nuestro acento. Desde aquella primera aventura sonora la cosa cambió por completo, no sólo con la monumentalidad de Sono Film, un estudio construido en escala hollywoodense, al que siguió de inmediato Lumiton con «Los tres berretines» (1933), de Enrique T. Susini, uno de los «locos de la azotea» pionero de la radiofonía, el largometraje que habiendo costado $ 18.000 superó el millón en la taquilla, dinero con el que, en Chicago, se compraron nuevas equipamientos y con el que seguirían produciendo hasta principios de la década del 50 cuando cerró sus puertas.
«Los tres berretines»
A esos dos estudios se sumaron General Belgrano Pampa Films, Side, Mapol, EFA, Buenos Aires y Cinematográfica Cinco, que lejos de la Segunda Guerra Mundial, con el aporte de cineastas argentinos, como el ya conocido Soffici, Francisco Mujica, José Agustín Ferreyra, Manuel Romero, Leopoldo Torres Ríos, Luis Moglia Barth y también de algunos que cruzaron el Atlántico como los francesesDaniel Tinayre o Pierre Chenal, emprendieron grandes obras de diversos géneros que competían de igual a igual con el cine de los principales centros productores mundiales y superaban en cantidad y calidad al de todos los países de habla hispana.
«La Guerra Gaucha»
Habría de ser Lucas Demare, con la fundación de Artistas Argentinos Asociados y el estreno de «La guerra gaucha» (1942), quién daría el puntapié inicial, poco antes de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, para el inicio de la etapa de la gloria, una curiosa simbiosis entre la cultura nacional y popular y el cine industrial, alejada de temáticas foráneas, que desató el ataque de los centros de producción de los estudios de Hollywood, una situación que forzó al Estado a tomar la decisión de establecer una normativa de control llamada «cuota de pantalla» y así proteger a la industria en expansión, cosa de permitir un juego limpio, una relación más transparente y en iguales condiciones entre quienes ofertaban y los que demandaban.
«Dios se lo pague»
El cine argentino se pobló de adaptaciones de literatura nacional también de la extranjera, con autores como Lugones, Henrik Ibsen, Miguel Cané, Eliseo Montaine, Calderón de la Barca, Domingo Faustino Sarmiento o Joracy Camargo, aquel de la pieza teatral que inspiró «Dios se lo pague» (1948), de ese gran cineasta que fue Luis César Amadori, que puso en boca del actor mexicano Arturo de Córdova, algunas frases memorables que suenan a metáfora de la realidad social que se vivía en la Argentina de 1948, el mejor momento del peronismo gobernante al que suscribía el cineasta, y el que motivó su exilio tras el golpe militar de 1955. La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, que todavía no había establecido su premio a mejor película hablada en idioma extranjero, la eligió junto a la mexicana «Río escondido», la danesa «Dies Irae», la Italiana «Paisá» y la francesa «Monsieur Vincent», para competir por un diploma que finalmente se llevó la última. Si hay películas para elegir como emblemáticas para el cine nacional también podrían ser «La muerte camina en la lluvia» (1948), de Carlos Hugo Christensen, tan obra maestra como el resto de sus largometrajes en la Argentina, o «Apenas un delincuente» (1949), que le sirvió a su director Hugo Fregonese como pasaporte para su posterior carrera en Hollywood. En la década del 50 también nace el cine comprometido con su tiempo como lo fueron «Surcos de sangre» (1950), o «Las aguas bajan turbias» (1952), las dos de Hugo del Carril, la segunda y a pesar de que el director militaba el peronismo, cuestionada por la ideología comunista del autor del relato -Alfredo Varela- en que estaba basada, una primera aproximación al cine como reflejo de polémicos conflictos sociales que tuvo su ejemplo mayor en «Pobres habrá siempre» (1954), de Carlos Borcosque, una película que el peronismo previo al golpe del 55 consideró «demasiado comunista» y qué la autodefinida como Revolución Libertadora, definió como «demasiado peronista», postergando su estreno varios años.
«Rosaura a las 10»
En ese proceso en el que se derrumbaron varios estudios cuyos hangares tuvieron diferentes destinos, varios convertidos en sets televisivos, se destacó «Rosaura a las 10» (1959), de Mario Soffici según el extraordinario relato de Marco Denevi, rodada en AlexScope, la versión criolla del Cinemascope pero en blanco y negro. El cine de la década del 60 pudo compartir el cine de un ya maduro Leopoldo Torre Nilsson listo para su primera etapa con grandes obras, con las aspiraciones artísticas y a la vez comerciales de Aries, comandada por Fernando Ayala y un más joven Héctor Olivera, o las eróticas a la criolla de Isabel Sarli, con los pujantes jóvenes cineastas de la luego conocida como Generación del 60, la que tomaba como modelo la «nouvelle vague», con su nueva mirada en escenarios reales. Mientras el país se debatía una vez más entre proscripciones políticas y enfrentamientos entre bloques militares un grupo de cineastas de diferentes orígenes intelectuales y clases sociales dieron forma a un conjunto de individualidades.
«Los de la mesa 10»
Surgieron cineastas muy independientes como Fernando Birri con «Tire Die» (1960) y «Los inundados» (1962), Simon Feldman con «Los de la mesa 10» (1960), David José Kohon con «Prisioneros de una noche» (1962), José Martínez Suárez con «Dar la cara» (1962) y Manuel Antin con sus varias versiones de Julio Cortázar.
«Crónica de un niño solo»
Pero sin lugar a dudas el más relevante por su compacta pero homogénea obra fue Leonardo Favio con «Crónica de un niño solo» (1965), quien comenzó una carrera cinematográfica como resultado de años como actor de cine y que alternó con su pasión por la canción popular, ofreciendo poco más que media docena de obras maestras entre ellas «Juan Moreira» (1973), un desgarrador poema acerca un mítico antihéroe que coincidió con el inicio de uno de los períodos más complicados, -y aún hoy no resueltos- de la historia nacional. En 1966 distintas fuerzas sociales se organizan y consensuan diversas estrategias de resistencia, teniendo lugar el inicio y la potenciación de prácticas clandestinas de rodaje, distribución y exhibición tanto de los filmes que se adscriben a esas prácticas militantes como también algunos otros de circulación convencional pero que ofrecían una compleja y curiosa caracterización del extraño momento político. La recuperación de la vida democrática será tan fugaz como transitoria operando de antesala para el advenimiento de la dictadura más sangrienta que haya sufrido el país.
«La tregua»
Tras ese preludio que comenzó con «La hora de los hornos» (1968), de Fernando Solanas y que marcaría el inicio de la cuenta regresiva con la ya citada obra de Favio, la versión de «La tregua» (1974), firmada por Sergio Renán y la muy desafiante «La Patagonia rebelde» (1974), de Héctor Olivera, marcaron dos momentos culminantes. A pesar de todo, desde 1976 surgieron nuevos nombres que se las ingeniaron, como solo los artistas pueden hacerlo, para decir todo aquello prohibido a su manera, superando la estrecha mentalidad de los censores de turno, como lo hicieron Alejandro Doria, Adolfo Aristarain y María Luisa Bemberg, que desafiando al machirulismo de entonces títuló a su segundo largometraje «Señora de nadie» (1982).
«Esperando la carroza»
El cine argentino que por décadas no había sido permeable a nuevos directores comenzó a abrir las puertas, y el apoyo oficial del que dependía hace un largo rato comenzó a romper con el elitismo; lo hizo por ejemplo al respaldar nuevamente a Bemberg esta vez con «Camila» (1984), la segunda película nacional candidateada al Oscar, tocó por primera vez el tema de la guerra con «Malvinas historia de traiciones» (1985), de Jorge Denti y la dictadura con «La historia oficial» (1985), de Luis Puenzo (años después autor de la injustamente ninguneada versión de la premonitoria «La peste», de Albert Camus en la que participaron varios países), ganador del merecido primer Oscar argentino, y volvería al éxito comercial con la corrosiva «Esperando la carroza» (1985), de Doria y no aceptaría fácilmente la revulsion cristalizada en la valiosísima colección de Jorge Polaco, acosado y atacado desde distintos flancos, la misma última década del siglo 20 en la que surgió la figura de Tristán Bauer con «Después de la tormenta» (1990), y varios documentales memorables para finalmente, ya en 2005, sorprender con «Iluminados por el fuego», su visión de la Guerra de Malvinas.
«Mundo Grúa»
El Nuevo Cine Argentino surgió con la puesta en vigencia de nueva ley de cine, al mismo tiempo que «Pizza, birra, faso» (1996), de Bruno Stagnaro e Israel Adrián Caetano y «Mundo Grúa» (1999), de Pablo Trapero, la primera en la esperada vuelta del Festival de Mar del Plata, la segunda en el sorprendente primer Bafici; «Nueve Reinas» (2000), el primero de los dos únicos largometrajes de Fabián Bielinsky, «La ciénaga» (2001), de la disruptiva Lucrecia Martel y Juan José Campanella con su puñado de buenas experiencias mainstream’ que lograrían el pico máximo con «El secreto de sus ojos» (2010), segundo Oscar para el cine argentino.
«Pizza, birra ,faso»
La primera década del siglo 21, aportó sorpresas variopintas, como las de Pablo Fendrik, Daniel Burman, Lucía Puenzo, Fernando Spiner, Paula de Luque, Mariano Llinas, Gastón Duprat y Mariano Cohn, Santiago Mitre Benjamín Ávila, Luis Ortega y la lista sigue.
«La ciénaga»
Y la segunda década, partida al medio, fue en subida sostenida para luego alcanzar una meseta, en la que con idas y venidas se conocieron algunos títulos muy recortables, por ejemplo «El estudiante» (2011), «La patota» (2015) y «La cordillera» (2017), los tres de Santiago Mitre, y de Ortega «El ángel» (2018). Pero por suerte no son los únicos.
«Nueve Reinas»
Se trata de una nomina que sigue y sigue con nuevos nombres a pesar del paréntesis que se abre en marzo de 2020 con la odisea que todavía atraviesa el mundo, sea al este o al oeste, al norte o al sur, un colapso imprevisto que coincide (valga la paradoja) con la avalancha de las plataformas digitales que sumergen (encierran) al espectador dentro de las paredes de su propio hábitat, rompiendo con la tradición de comunión que el cine había convertido en costumbre y rutina por más de un siglo en templos (salas), superando vaivenes de todo tipo, incluso los que en los últimos décadas del siglo 20 aportaron el home video/DVD y la televisión por cable.
«El secreto se sus ojos»
Todo se estaba en plena transformación cuando de golpe algo forzó la puerta, abofeteó a los presentes, y abrió una caja de Pandora que todavía no logra cerrarse del todo. En esta crisis tanto del espectador como del sistema de producción y exhibición, todavía no hay ni vencedores ni vencidos, sin embargo sí una gran expectativa por lo que habrá de ocurrir apenas las aguas se calmen.
«El ángel»
La creatividad sigue viva y de nada sirve bajar las banderas antes de tiempo. Es necesario observar con atención la mitad llena (con mensajes al futuro) de la botella arrojada al mar, y pensar -con absoluta convicción de lo que se piensa-, apasionadamente, que más de un siglo de historia no fue en vano, y que el mejor cine es el que todavía no se hizo.

La negación de la pandemia

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«Hay un nivel de naturalización y negacionismo que es creciente. Así, el sistema colapsa y la gente no reacciona».

Es lo que dice Danier Feierstein. Hemos publicado en distintas ocasiones sus reflexiones sobre la pandemia, y las reacciones del gobierno y de la sociedad ante ella, desde agosto del año pasado. Con nuestros acuerdos y desacuerdos. Pero hay que reconocer que varias veces dio en el clavo, como en Oficialismo y oposición acordaron el retorno a las aulas ¿Lo mantendrán ante el aumento de casos? Ahora reproducimos un reportaje muy reciente, al publicarse un libro suyo. Y, como otras veces, agregamos una observación al final.

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“Es un libro triste… pero es lo que hay”, dice el sociólogo Daniel Feierstein acerca de Pandemia, un balance social y político de la crisis del Covid-19, trabajo en el que analiza minuciosamente la estrategia desplegada en 2020 por el gobierno nacional y los comportamientos sociales ante este hecho «nuevo, inesperado y de consecuencias imprevisibles». Para Feierstein, la pandemia es un fenómeno eminentemente social”, aunque usualmente no se la vea así. Son conocidas sus explicaciones en relación a los mecanismos de defensa que se despertaron en la población en el último tiempo. El libro del investigador del Conicet, editado por el Fondo de Cultura Económica, es un texto acerca de las representaciones y las disputas que se vienen dando en ese campo. Las respuestas del Estado, el rol de la vergüenza y la culpa, las formas que adquiere la responsabilidad, las especificidades del escenario latinoamericano, entre otros, son tópicos de estas páginas. El autor -estudioso de los genocidios- terminó de escribirlas en febrero, antes del inicio de la segunda ola. “Se leen hoy como si hubieran sido escritas ayer”, se lamenta, pues las negativas conclusiones del balance se mantienen vigentes. «Fracasó la solidaridad, el clima de cooperación que tuvimos en marzo y abril de 2020. En abril teníamos la situación controlada en todo el territorio nacional, con excepción de dos focos, Río Negro y Chaco, y el AMBA. Una situación parecida a ese comienzo en China donde lo que hicieron fue aislar Wuhan y con eso se terminó. En vez de aislar Buenos Aires, se liberalizó y se logró que (el virus) irradiara a todo el país», postula el doctor en Ciencias Sociales. «Uno se olvida de ese inicio tan auspicioso en función de la situación que se fue construyendo después y de esta idea tan errada de convivir con el virus. Otros dos presupuestos errados que nos llevaron a la situación actual fueron que era inevitable el contagio y que había que aplanar la curva en vez de apostar por la supresión (del virus)», completa. -En este momento de récord de casos y de muertes y de colapso sanitario, ¿cómo evalúa las actitudes de la sociedad y las respuestas del Gobierno? -Y… las dos mal. Por eso digo que el libro parece escrito ayer. Tanto a nivel social como gubernamental hay un nivel de naturalización y negacionismo que es creciente. Cada vez aceptamos más cosas que meses atrás pensábamos inaceptables. Me metí muy temprano en estos temas. En marzo o abril de 2020 comentaba a gente cercana que si no manejábamos las cosas o las manejábamos más o menos, íbamos a tener unos 30 mil muertos el año pasado, y toda la gente que me rodeaba decía que era un delirio. Me había quedado totalmente corto: hubo en nueve meses 55 mil muertos, una situación impensable, que generaba terror en abril. Sin embargo, hoy tenemos 600, 700 y pico diarios, 15 mil muertos en un mes, y no pasa nada. Es como si fuera parte de la vida. La capacidad de naturalización del ser humano es infinita. Eso es lo que aprendí del análisis de los procesos genocidas y las guerras. Tenés gente tomando un café, que sigue viviendo su vida, mientras en la calle caen bombas… o incluso vuela el café. No hay límite. Lo tenemos que poner nosotros. No veo ni por parte de la respuesta social ni en las acciones gubernamentales que esté la voluntad de ponerlo. Erradicaría del lenguaje público el «amesetamiento» como idea tranquilizadora. Festejar que los casos no se van de 25 mil a 40 mil, cuando además puede que se vayan, es un delirio. Estamos muy alterados en nuestra capacidad de percepción. -¿Por qué aparecen los mecanismos de defensa en la sociedad? -Los seres humanos no podemos lidiar con todos los estímulos que nos ofrece la realidad, son demasiados o a veces demasiado intensos. Eso es lo que genera que, así como una vacuna nos permite lidiar con apenas una pizca de una enfermedad, el sistema psíquico también toma pizcas de la realidad. Cuando ese monto de realidad es demasiado grande, catastrófico, disruptivo, tenemos mecanismos que buscan impedir que esa porción excesiva de realidad desmorone nuestro sistema psíquico. Los mecanismos de defensa juegan ese papel, están por lo general al servicio de nuestra subjetividad, buscan preservarla de una realidad demasiado dura. El problema es que muchas veces sirven pero otras se transforman en un enorme obstáculo a la hora de la acción. Allí radica el desafío de poder identificarlos y hacer un trabajo crítico. -¿Qué debería suceder en una sociedad para poner freno a la naturalización? -Hay dos respuestas. Una es la fácil; la otra la difícil. La fácil ya la perdimos. Es la que dice cualquier analista de cualquier pandemia: nunca tendríamos que haber llegado a esta situación. La medida más costo-efectiva es el control de los ingresos. Lo que trató de hacer Formosa, le funcionó todo un año, y lo quebraron la Corte Suprema y un decreto presidencial. Esto no implica que yo defienda al gobierno de Insfrán y toda su política de pueblos originarios, pero no estamos discutiendo eso. No se puede dejar entrar a la gente (que llega desde el exterior); hay que detenerla antes, mandarla a algún lugar y sólo dejarla salir con un PCR negativo. Ahora, ¿con esta situación cómo hacemos, cuando ya tenés este nivel de contagio y muerte, y de naturalización social? Creo que lo contrario a todo lo que se está haciendo. No llevando tranquilidad a la población. -¿Cómo sería eso?El miedo al pánico social es una hipótesis totalmente errada. Lo que ocurre en situaciones como esta es la naturalización o negación, el pánico puede estar en la primera semana. Hoy no hay ningún riesgo de pánico. Tenés que llevar el mensaje contrario al que se lleva, el que en Europa en la primera ola dio cierto resultado. Alcaldes, gobernadores, presidentes diciéndole a la población «no podemos más». Que las imágenes de los centros de salud atestados circulen todo el día en la televisión. Que haya una transmisión de la gravedad de la situación por parte de las autoridades. El mensaje de que todavía quedan camas cuando no quedan, el retoque de las cifras para decir que estamos en el 85 por ciento de ocupación -que parece que calma a alguien, cuando cualquiera que tiene Covid o cualquier problema de salud sabe que no consigue cama- genera un aporte desde las declaraciones públicas al estado de negación. Habría que transmitir una gravedad mayor a la que ya hay para que no colapse el sistema. Tenés que decir que colapsó cuando estás en el 85 por ciento de ocupación para no estar en el 100 y seguir diciendo que no colapsó, dibujando camas o sin profesionales que atiendan. No se quiere pagar el costo político de admitir que colapsó el sistema, entonces el sistema colapsa pero la gente no reacciona porque nadie le avisa. -¿Qué es lo que falló? ¿El comportamiento? ¿Las medidas del Gobierno, sus contradicciones? ¿La dialéctica? -Se conjugan distintos factores. Y el problema es que en casos como el argentino se conjugaron todos para mal. Hay una muy mala visión sanitaria por parte del Gobierno y una actitud de boicot permanente por parte de la oposición, que no ha ayudado de ninguna manera a que esa visión sea mejor. La oposición no cuestiona al Gobierno por lo que hace mal sino por lo que hace bien. Por otro lado, tenemos una característica cultural que compartimos con todo Occidente, que no ayuda. Esta lógica que desarrolló tan bien Branko Milanović, economista, de los Balcanes, cuando plantea la idea de la relación con el tiempo. La cultura occidental ha generado una situación de enorme ansiedad e impaciencia. Seguimos el circuito parecido al de China, logramos aislar el virus en Buenos Aires, lo que hacía falta era un poquito de paciencia. Un mes y medio más mientras todo el país se iba levantando. De hecho, se levantaron las restricciones en el resto del país, las actividades se recuperaron; lo que había que hacer era aislar Buenos Aires y resistir un poquito más para eliminar la circulación del virus.  Lo lograron los países orientales. Fue muy difícil en cualquier país occidental en las grandes urbes. Se suman, como cuarto elemento, las condiciones de América latina, el nivel de desigualdad, la debilidad del Estado para asistir. La asistencia llegó tarde y fue poca, lo que dificulta la continuidad de las medidas. Cuando ponés todo ese cóctel junto, es lógico que hayamos tenido uno de los peores desempeños. -¿Cuál es el desafío del Gobierno en este momento? -Recomponer la credibilidad para las restricciones, que son necesarias. Una cosa muy negativa fue no cumplir la palabra pública. Esta permanente prórroga de medidas «a ver cómo viene la curva» quitó credibilidad. No hay otra posibilidad que un cierre si no queremos una catástrofe mayor. El gran desafío será lograr credibilidad de que eso va a ser por 15, 20 días y no tres meses. Estamos pensando simulaciones con gente de otras áreas acerca de esquemas intermitentes pero planificados. Se necesitan medidas muy firmes de restricción, y eso requiere acompañamiento económico y previsibilidad. Ninguna medida puede tener éxito sin un porcentaje muy importante de cumplimiento. Es cierto que ha habido muy poco control, pero tampoco se puede controlar la vida de cada ciudadano. No hay institución que permita ese nivel de control; se requieren niveles de acuerdo y para ellos tiene que haber credibilidad. El rumbo errático ha generado mucha dificultad en la comprensión de lo que estamos viviendo. Tuvimos un ministro de Educación diciendo que las escuelas no contagiaban, una cosa que es contraintuitiva. Se dijo que los transportes no contagiaban. Después, cuando se dice que hay que cerrar las escuelas, se genera un efecto problemático de credibilidad. -¿Cuál es su lectura en torno a la pelea por las clases presenciales?Una de las derrotas es la del valor importante de la norma. Lo que ha hecho la Corte Suprema al impedirle a un gobierno implementar normas de cuidado sanitario es de una gravedad extrema. Es creer que no se puede hacer nada ante una pandemia, destruirle a un gobierno las posibilidades de actuar, mas allá de si ha actuado bien o no. Si la norma es desafiada por otro poder cuyo conocimiento sanitario es cero, esto impide cualquier posibilidad de gestión. Por otro lado, es un tema que se ha politizado mal, se desvió el eje, se ha hecho con mucha mala fe. Es un debate muy profundo, porque no cabe duda de que el daño de suspender por mucho tiempo la presencialidad es grande, pero no se puede dar un debate sobre la base de la mentira. Todos los trabajos de investigación en el mundo plantean que las clases presenciales constituyen entre la segunda y tercera causa de mayor explicación de contagios; tienen un riesgo enorme. Sabiendo que lo tienen, podemos pensar extrategias para que el daño de la interrupción de la presencialidad sea el menor posible. Hay que aceptar que la suspensión de presencialidad tiene costos y que también los tiene la presencialidad. Entender cuáles son y pensar salidas que minimicen lo más posible todos los costos involucrados. La discusión en clave de grieta -unos diciendo que las escuelas no contagian, los otros pensando que como contagian podemos tener la presencialidad suspendida un año, año y medio- no aporta a una verdadera discusión. La política de la ciudad de Buenos Aires ha sido la peor de todas: sobre la base de una afirmación falsa, obligar a docentes y estudiantes a contagiarse, pero además dejar sin educación a todas aquellas familias que deciden no mandar a sus hijos a la escuela. No hay un esquema doble. Muchas familias se están contagiando y en muchas los chicos están sin educación. Perdés por los dos lados. La presencialidad en CABA debe estar en el orden del 30, 50 por ciento. No es cierto que la hay. -¿Hacia dónde cree que vamos socialmente? En una entrevista, Jorge Alemán se refirió a la posibilidad de un efecto Joker: «un estallido general sin articulación política». -No se puede pronosticar. Hay infinidad de futuros posibles y va a depender de lo que hagamos nosotros, las distintas fuerzas políticas, los gobiernos. Me cuesta entender que en la Argentina no haya un acompañamiento mayor a los que más están sufriendo: es condición de cultivo de un estallido. El nivel de responsabilidad de las organizaciones ha sido enorme; eso explica que la situación no sea a nivel social peor de lo que es. Colombia y Chile han tenido una articulación interesante de reclamos y un nivel enorme de represión; por otro lado, se ven salidas a la Brasil, una forma de articulación neofascista de esos estallidos o reclamos. En la Argentina no parece que el cuestionamiento al Gobierno venga por el lado de exigirle mayor acompañamiento a los sectores que más sufren sino por el lado de buscar un responsable, y desatar un proceso de violencia y liberación del odio. Es un riesgo importante. No en clave de futurología, sino en relación a escenarios posibles que tenemos que evaluar para avanzar.

La negación: Mecanismos de defensa

-La socióloga Maristella Svampa postuló que la metáfora del enemigo invisible oculta la dimensión medio ambiental del virus. ¿También operan mecanismos de defensa en la sociedad que encubren las causas de la pandemia? -Sería una discusión para la pospandemia. Hay muchísimos mecanismos de defensa que analiza Freud. En el libro destaco sobre todo dos. Todo el conjunto alrededor de la negación, la naturalización, la desmentida, pactos denegativos, ideología negacionista; y un segundo paquete de proyección, paranoia, conspiración. La negación impide lidiar con el problema. La proyección agrega violencia, puede llevar a masacres. Estos mecanismos no operan sólo con respecto a la pandemia. Ha habido un negacionismo, una naturalización permanente del daño que genera nuestro modo de producción, a nosotros como humanidad y al planeta. Hay dos desafíos enormes para la pospandemia ante los cuales estamos saliendo muy mal parados, por lo menos en Occidente. Uno es reconocer la importancia del principio precautorio (concepto que respalda la adopción de medidas más allá de pruebas científicas definitivas) para que la próxima pandemia, que podría ser muchísimo más letal, no genere este desastre. Hay que entender que hay que pararla antes. El segundo desafío es poner sobre la mesa aquellas actividades que se vuelven un caldo de cultivo para la aparición de estas nuevas pandemias, las modalidades de producción de profundo avance sobre la naturaleza y de destrucción del ecosistema.

Vacunación: El único elemento positivo

-¿Qué rol juega la vacunación en este contexto? -Es el único elemento positivo en un cuadro horrible. Se ha demostrado eficaz tanto en los lugares donde avanzó mucho como en nuestro país. El nivel de baja en la letalidad de la población mayor de 70 años es altísimo y ahora se está avanzando en los mayores de 60. El año pasado había que reducir la circulación del virus y no había ninguna solución más que esa; este año tenemos que reducirla para ayudar a que la vacunación también la vaya reduciendo por otro lado. Así como fui muy crítico de toda la visión sanitaria nacional a nivel de restricciones, en términos de vacunación considero que la Argentina ha hecho lo máximo que se podía hacer en las condiciones que estamos, con el nivel de faltante y la no entrega de las provisiones. La vacunación que logró la Argentina es bastante significativa y hay una proyección de avanzar mucho más. El problema es que es una carrera entre contagios y vacunas en la que van ganando los contagios. El desafío es dar una mano al proceso de vacunación con medidas de restricción para permitir que su efecto sea más masivo y se vea con mayor claridad. Lo que estamos viendo es que la vacunación cubrió a la población de mayor riesgo pero, como las nuevas variantes son más complicadas, en las terapias hay mucha población joven. Es otro problema comunicacional. La sociedad tiene la idea de que esta es la pandemia de 2020, pero está afectando a población mucho más joven: el promedio de la población en terapia intensiva hoy es de 53 años. Hay mucha gente de 30 y pico, 40 y pico, en situación de muchísima gravedad. Tendría que ser mucho más comunicado para que la población pueda entender que esa idea de que esta pandemia afecta a gente mayor o con comorbilidades es un conocimiento de 2020.

Observación de AgendAR:

En cuanto a las reacciones sociales ante la pandemia, vemos que en el análisis q hace Feierstein reúne a Naturalización con Negación. Pero son cosas bien distintas. La negación es una reacción (de las que se llaman, incorrectamente, «histéricas») a una realidad insoportable (sea la pandemia misma o las restricciones). La naturalización es el acostumbramiento a una situación horrible. Ese acostumbramiento puede o no provocar secuelas posteriores. Pero es algo habitual en catástrofes prolongadas, como -caso típico- las guerras. El impacto de esta pandemia -que provoca en muchos países más víctimas que una guerra- es menos… traumático. No hay bombardeos. Entonces, es esperable que una parte importante de la población, entre aquellos que no han sufrido la enfermedad o perdido a un ser querido, la naturalice. Puede ser lamentable, desde una ética solidaria. Pero es previsible. Cualquiera que deba tomar decisiones para el conjunto tiene que tomarlo en cuenta.

Yuan Longping, el hombre que alimentó a millones

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Acaba de morir una de las personas más importantes en la historia del mundo. Un tipo que, sin exagerar, salvó la vida de millones. Pero, por estos lados, un total desconocido. Hago un hilo-tributo al eterno YUAN LONGPING. 1) Para entender la importancia de Longping en la historia humana, hay que decir que todavía hoy, a 2021, más de mil millones de personas en el mundo pasan hambre. La mayoría en Asia Meridional y África Subsahariana. Si no fuera por él, el número sería aún mayor… 2) Nacido en 1930 en Beijing, Longping estudió Agronomía en Chongqing y se graduó en 1953. Durante su infancia, había vivido la Guerra Sino-Japonesa, preludio de la Segunda Guerra Mundial. Había sufrido mucho. Pero lo que más lo golpeó fue lo que sucedió en 1959. 3) Ese año en China se produjo la llamada Gran Hambruna. Un año antes, Mao Tsé-Tung había lanzado una campaña conocida como «El gran salto adelante», con el objetivo de industrializar el país y colectivizar su agricultura. Sin embargo, no todo salió como se esperaba. 4) Se estima que en esos años, entre 15 y 50 millones de personas murieron por inanición, por fallas estructurales a la hora de llevar a cabo el plan monumental que buscaba cambiarle la cara al gigante asiático. La situación era desesperante: se moría la gente por los caminos. 5) Longping se vio profundamente afectado por la situación y, desde su posición de Ingeniero Agrónomo, empezó a pensar qué podía hacer para paliar el hambre en su país. Había que lograr que cada hectárea cultivada rindiese más alimento, qué hubiese más comida en las mesas… 6) El ser humano cultiva alimentos y cría animales desde hace más de nueve mil años. Todo el tiempo, incluso inconscientemente, persiguió el objetivo de producir más y mejor, de que con el mismo trabajo se generase más comida… Hoy, por supuesto, tiene mucha más tecnología. 7) Gregor Mendel fue otra de las personas más importantes que habitó este planeta. Era un monje del Imperio Austro-Húngaro que vivía recluido en un convento y tenía muchísima curiosidad por las leyes de la naturaleza. Entonces, hacía experimentos en su tiempo libre. 8) Mendel empezó a cruzar arvejas, unas amarillas y otras verdes, y ver qué sucedía. Vio que había algunos caracteres dominantes y otros recesivos. Anotó teorías, números, conclusiones.Vio que se podían «mejorar» las especies. Hoy, se lo considera el Padre de la Genética. 9) Hablar de «mejorar las especies» puede resultar, por supuesto, aterrador. Retrotrae al nazismo, el racismo, las teorías eugenésicas. Pero este hilo no es sobre estas cuestiones. Aunque les voy a recomendar un libro: «El fin de los caballos blancos», de Frank Westermann. 10) En este librazo, el periodista holandés vuelve sobre las diferentes teorías de mejoramiento de la especie a lo largo de la historia, con foco en los caballos lipizzanos, que fueron especialmente creados por el hombre para ser señoriales. Es (son) una maravilla. 11) Pero volvamos a China, década del ’60.En ese momento, había dos corrientes principales sobre la herencia: la de Mendel (genes y ADN) y la soviética, cuyo principal defensor era un hombre llamado Trofim Lysenko. Para él, lo que decía Mendel era «completamente reaccionario». 12) Según Lysenko, tras una vida de desarrollar el mejor conjunto de rasgos para sobrevivir, éstos se transmitirían a la siguiente generación, sin mutación. Este pensamiento era muy caro a la URSS: «Una vez que creemos el ‘hombre nuevo’, listo, todo/as lo seguirán siendo… 13) Durante la época de Stalin, Lysenko era el científico más importante. Pero luego, cayó en el descrédito. Y en los ’60, en China, Longping pensaba cómo generar mejores variedades de alimentos, que sirvieran para llenar el estómago de más gente. Él era mucho más mendeliano. 14) Esa orientación se debía a que, en experimentos anteriores, había observado que, tras crear -con cruzas- una «súper-papa», luego la descendencia volvía a ser de una papa normal. No era como decía Lysenko… Longping estudiaba y estudiaba. Su objetivo: acabar con el hambre. 15) Hoy, hablar de cruzas de especies o variaciones genéticas parece una mala palabra. Todo/as pensamos en manipulación, transgénicos, etc. Sin embargo, la gran mayoría de alimentos que consumimos provienen de mutaciones que se fueron dando a lo largo de milenios de historia. 16) En su libro «Armas, gérmenes y acero», Jared Diamond cuenta cómo, en las plantas primigenias de guisantes, la vaina explotaba y las semillas se perdían. Hasta que, por una mutación natural, una vaina no explotó. Y el ser humano la cultivó. Y la mutación predominó… 17) Así con las manzanas, con el trigo…¡Y con el arroz! En 1966, Longping encontró una cepa de arroz masculina que supuestamente era más fuerte, daba mucho más rendimiento. Generaba así más comida para los campesino/as. Pero no alcanzaba: había que producirla en masa. 18) Siguió probando, dedicó su vida a ello. A encontrar un mejor arroz. Y en 1970, pensó en mezclar el arroz que había en China con cepas de arroz salvaje. Los resultados fueron sorprendentes: ¡Rendía un 20 por ciento más! Para 1973, el «arroz Longping» ya era el arroz chino. 19) Gracias a Longping y sus incansables experimentos, China consiguió crear un arroz muchísimo más rendidor que el anterior. Él se convirtió en un verdadero héroe nacional: lo aman desde entonces, lo idolatran. Todo/as lo conocen. «El padre del arroz híbrido». 20) La producción total de arroz de China aumentó de 56,9 millones de toneladas en 1950 a 194,7 millones de toneladas en 2017. Sin el arroz híbrido de Longping, se habrían producido alrededor de 300 mil millones de kilogramos de arroz menos en los últimos veinte años. 21) Hoy, la mitad de los arrozales de China utilizan arroz híbrido. China es el país que produce más arroz en el planeta. El descubrimiento de de Longping se exportó a todo el mundo. Incluso, en 1979 a EE.UU.: 1er transferencia de propiedad intelectual en la historia del país. 22) Gracias a Longping, miles de millones de personas en China, África, América Latina y el resto del mundo pudieron paliar su hambre. De nuevo: ¡¡¡300.000 millones de kilos de arroz de más (sólo en China) gracias a su trabajo!!! Hablame de ser importante en la historia… 23) Yuan Longping murió ayer, el 22 de mayo de 2021, a los 90 años. China paró para rendirle homenaje.La torre de Tianjin mostró su rostro. Cuatro asteroides llevan su nombre. Ganó cientos de premios. Lo lloró la ONU, la FAO. Héroe anónimo del mundo: gracias.谢谢

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Los medios internacionales -en Asia, EE.UU., la Unión Europea- traen notas necrológicas acerca de Yuan Longping, por supuesto. Entre nosotros, por ahora AgendAR, aunque suponemos que en pocas horas habrá más notas sobre él. Pero hemos preferido reproducir este «hilo» de quien escribe en las redes -brillantemente- como @periodistan. Nos pareció la mejor presentación de alguien que en nuestro país casi no se conocía.

«Es necesario amplificar la colaboración entre China y América Latina en el marco de la Franja y la Ruta»

La agencia Dangdai publicó este miércoles una declaración del embajador de China en nuestro país, Zou Xiaoli. Nos pareció útil reproducirla, porque representa la mirada oficial china sobre las relaciones con América Latina y el Caribe, en ocasión del lanzamiento de una Federación de cámaras regionales. AIIBR había planteado su posición sobre estas relaciones, claves para la Argentina y la región, hace 3 años, cuando la incorporación de nuestro país al Asian Infrastructure Investment Bank (y ahora me fijo en que la foto de ese artículo se refería a una ocasión todavía anterior). Una vez que hayan leído lo que dice el embajador, les invitamos a echar un vistazo a esa reflexión nuestra, aquí.

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«Hacia una mayor cooperación China-América Latina y el Caribe

Por Zou Xiaoli

El Consejo Argentino Chino y la Cámara de Comercio Argentina para el Asia y el Pacífico lanzaron recientemente la Federación de Negocios de América Latina y el Caribe- China (FENLACC) integrada por más de 10 cámaras de la región. Este hito en la historia de lazos económicos China-América Latina y el Caribe se debe a tres aspectos. Primero, la respuesta conjunta ante la pandemia profundizó la confianza y amistad entre ambas partes. A raíz del brote de COVID-19, el Presidente Xi Jinping y los 10 mandatarios de la región incrementaron sus intercambios y, en este marco, China brindó insumos antiepidémicos, compartió sus experiencias en diagnóstico y tratamiento, así como las vacunas a los países latinoamericanos y caribeños. Ahora México y Brasil comenzaron a producir las vacunas chinas y la Argentina iniciará pronto la fabricación local. Segundo, las relaciones comerciales son muy resilientes. En 2020, A pesar que las exportaciones de esta región a EE. UU. y la UE cayeron fuertemente, se registró un aumento de 0.1% de las exportaciones regionales a China. Eventos como la Feria Internacional para el Comercio de Servicios de China y la Exposición Internacional de Importaciones de China jugaron un papel importante para propulsar las interacciones bilaterales durante la pandemia, lo mismo que la Exposición Digital de Comercio Internacional China-América Latina y los Foros de Ciencia, Tecnología e Innovación, de Cooperación en Infraestructura de Ministros de Agricultura. Así, la cooperación China-América Latina y el Caribe contempla amplias perspectivas. Tanto China como los países de mayor peso en la región como Brasil, México y Argentina están transformando sus industrias, así que somos complementarios en materia de economía digital, inteligencia artificial, aeronáutica y cosmonáutica, 5G, modernización de la agricultura y desarrollo ecológico. En la coyuntura de la pandemia fortalecimos nuestra colaboración en la infraestructura de Internet, el E-commerce transfronterizo y la sanidad, con vistas a procurar una colaboración cada vez más cualitativa. China tiene 2.700 empresas radicadas en América Latina y el Caribe, que suman 6.1% de las corporaciones chinas en ultramar. Su stock de inversiones en la región ronda los 436.050 M de dólares, lo que representa el 19,8% de sus inversiones directas ultramarinas. Estos datos permiten prever grandes potencialidades para la cooperación entre China y la región, por lo que necesitamos más que nunca planificar la colaboración con una visión amplia y de largo plazo. Antes que nada, hay que aprovechar la chance que ofrece el nuevo paradigma de la doble circulación. Ruta de la seda, franja e importaciones China precisa de una circulación exterior de bienes ampliada y optimizada para reforzar la interna, por ende, está asignando más importancia a la importación, bajando impuestos aduaneros y costos de sistema, e incubando una serie de zonas piloto para promover importaciones, todo lo cual favorece la complementariedad entre los abundantes recursos de esta región con el gigantesco mercado chino. Es necesario amplificar además la colaboración entre China y la región en el marco de la Franja y la Ruta. En el primer trimestre del 2020, pese a la caída interanual del 6,4% del comercio exterior de China, su comercio con los países a lo largo de la Franja y la Ruta subió un 3,2% y en el primer trimestre de 2021 se expandió en 21,4%. En medio de la pandemia, Argentina inauguró el vuelo de cargas directo a China y se incorporó al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. A nivel regional, el Ferrocarril Bioceánico, los pasos Argentina-Chile, la Hidrovía y otros proyectos de interconectividad sudamericana cobraron relevancia. Es preciso promover la integración económica entre esta región y Asia Pacífico. En el último decenio, Asia Pacífico se ha convertido en el socio más dinámico de América Latina y el Caribe en el ámbito económico-comercial. La Asociación Económica Integral Regional (RCEP) que firmaron 15 países el año pasado es sumamente relevante para intensificar la recuperación económica post-pandemia de sus miembros e impulsar la prosperidad duradera de la economía de Asia Pacífico, lo cual repercutirá positivamente en el desarrollo de esta región. China está dispuesta a potenciar los diálogos e intercambios con los organismos de integración regional y subregional como la Alianza del Pacífico y el Mercosur, a efectos de incrementar la participación regional en la economía de Asia-Pacífico y en procura de un desarrollo sano de la globalización. En el marco de la pandemia, la fundación de FENLACC es indudablemente una señal luminosa, una expresión más de la cooperación y los valores compartidos entre China y los países de esta región. Formulo los mejores votos por el futuro de FENLACC, a la expectativa de una colaboración China-Argentina más fructuosa.»

CNEA y el Conicet trabajan en nanomateriales para el tratamiento del cáncer

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En la Comisión Nacional de Energía Atómica y el CONICET trabajan en el desarrollo de una plataforma que permitirá optimizar tratamientos oncológicos a partir del uso de nanomateriales.

La utilización de nanomateriales en medicina es un área que ha recibido mucho interés e inversión en las últimas décadas debido a su gran potencial para mejorar la eficacia de medicamentos y terapias. Es el caso de las nanomedicinas, que funcionan como vehículos diminutos que llevan el principio activo en su interior y lo conducen hasta las células en las que debe actuar.
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En cáncer, por ejemplo, esto ofrece una ventaja importante con respecto a los tratamientos tradicionales porque actúa de forma más precisa sobre el tumor y disminuye sus efectos colaterales. Sin embargo, todavía son pocas las nanomedicinas que han llegado al mercado: se estima que, en todo el mundo, han sido aprobadas unas cincuenta para distintas patologías, de las cuales solo una decena corresponde al área oncológica.
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Investigadores del Instituto de Nanociencia y Nanotecnología (INN), perteneciente a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y el CONICET, trabajan en el desarrollo de una plataforma con dos aplicaciones destinadas a mejorar los tratamientos oncológicos. Por un lado, permite diseñar y fabricar nanomedicinas de mayor calidad. Por el otro, a partir de una pequeña muestra de biopsia, permite evaluar las posibles respuestas que tendría un paciente ante distintos tratamientos para seleccionar el más efectivo.
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Una foto AP (Antes de la Pandemia). Equipo del Instituto de Nanotecnología
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“Las nanomedicinas son como pequeños envases inteligentes donde uno puede introducir una droga para protegerla y lograr que se acumule mejor en los tejidos enfermos. El problema es que fabricarlas es un procedimiento complejo y, a pesar de la intensa investigación en el área, no hay muchos productos que hayan logrado superar las barreras técnicas para llegar a los pacientes”, dijo la doctora en Ciencias Biológicas Lucía Policastro, investigadora de CNEA y CONICET en el INN, y titular del proyecto.
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Los científicos vienen trabajando desde hace varios años en el desarrollo, denominado PLAMIC (Plataforma Microfluídica). La microfluídica es una tecnología que permite el manejo de los fluidos en el orden de los micro o nanolitros, ya que en esta escala es posible controlarlos con mayor precisión. Se utiliza, por ejemplo, para el diseño de chips con diversas aplicaciones.
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En abril, este proyecto fue uno de los tres ganadores del Concurso Innova Salud, realizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, con el apoyo del laboratorio MSD Argentina (Merck, Sharp & Dhome).

Un laboratorio en un único chip

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El equipo decidió trabajar en tratamientos para el cáncer para aprovechar la experiencia en investigación en el área, pero la plataforma también podría usarse para otras patologías y también tendría aplicaciones en otros ámbitos, como la cosmética, nutracéutica y el agro. Se trata de una plataforma que permite la generación de sistemas conocidos como lab-on-a-chip, dispositivos que contienen varias funciones propias de un laboratorio en un único chip.
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Las dos aplicaciones elegidas por los investigadores para presentar al concurso, por su grado de avance, son NanoSIN y NanoSEN. “La primera es un servicio de desarrollo a medida para ‘vehiculizar’ una droga candidata. Entonces, nosotros estudiamos esa molécula, hacemos el prototipado (esto es, hacer muchas formulaciones en poco tiempo para definir cuál es la mejor estrategia para encapsularla) y los ensayos para evaluar su efectividad”, explicó Policastro.
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En tanto, NanoSEN es un chip que, a partir de una muestra obtenida de una biopsia, permite testear cómo respondería ese paciente a las posibles terapias que hay disponibles. El resultado sería más personalizado y preciso que cuando un médico realiza algunos estudios genéticos y, a partir del patrón de expresión de los genes, se asignan tratamientos estandarizados.
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El objetivo de los investigadores es terminar el dispositivo y posteriormente transferirlo a centros de salud y laboratorios de análisis para que brinden el servicio. “Actualmente, no hay dispositivos similares en el mercado. Otra ventaja importante es que funciona con una cantidad muy pequeña de muestra”, dijo la investigadora.
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El equipo está compuesto por científicos de diversas disciplinas, como Biología, Farmacéutica, Química, Ingeniería y Biotecnología, que pertenecen al Laboratorio de Nanomedicina de la Gerencia de Desarrollo Tecnológico y Proyectos Especiales de la Gerencia de Área de Investigaciones y Aplicaciones No Nucleares de la CNEA. Además, cuentan con la colaboración de otros investigadores, como el doctor Juan Martín Cabaleiro, del Laboratorio de Fluidodinámica de la Universidad de Buenos Aires.
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Actualmente, los investigadores están realizando pruebas de concepto en el desarrollo, lo que implica desafiar a la plataforma a encapsular distintas drogas para validar su capacidad y potencialidad. También están estudiando cómo realizar la transferencia a la industria, teniendo en cuenta los marcos regulatorias de la industria farmacéutica.
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“NanoSIN está en una etapa avanzada y, con un poco de inversión inicial por parte de alguna empresa que esté interesada, ya podríamos empezar a hacer estudios de desarrollo a medida. NanoSEN está en fase intermedia-avanzada y estamos trabajando en terminar el dispositivo”, finalizó Policastro.
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Boris Johnson y la OMS proponen crear un “radar de pandemias globales”

El Primer Ministro Boris Johnson anunció un plan para desarrollar un “Radar de Pandemias Globales” preventivo.

El Primer Ministro de Reino Unido informó que su país está armando planes para desarrollar un nuevo “Radar de Pandemias Globales” para poder identificar variantes emergentes de COVID-19 y rastrear nuevas enfermedades en todo el mundo, previo a la Cumbre de Salud Global organizada por Italia y la Unión Europea.
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La red de vigilancia de patógenos salvará vidas y protegerá los sistemas de salud al detectar enfermedades antes de que causen futuras pandemias, además de que permitirá el rápido desarrollo de vacunas, tratamientos y pruebas.
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El Primer Ministro Británico habló con el Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Dr. Tedros Ghebreyesus, y el Director de Wellcome Trust, Jeremy Farrar para acordar los próximos pasos antes del G7.
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La OMS liderará un grupo de implementación, apoyado por Wellcome Trust, para lanzar esta nueva alianza internacional con el fin de identificar, rastrear y compartir datos sobre nuevas variantes de coronavirus y monitorear la resistencia a las vacunas en la población.
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Un radar para fines del 2021
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Se espera que el “Radar de Pandemias Globales” esté completamente en funcionamiento con una red de centros de vigilancia antes de finales de 2021, lo que mejorará significativamente la seguridad sanitaria mundial de cara al próximo año.
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El Primer Ministro hizo un llamado a formar una red global de centros de vigilancia de enfermedades como parte del “plan de 5 puntos” ante el Consejo de Seguridad de la ONU en septiembre pasado.
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Entre domingo y lunes: 1.047.000 dosis de AstraZeneca. Más cargamentos de Sputnik V

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En estos días están llegando a nuestro país más de un millón y medio de vacunas de tres orígenes distintos, para avanzar con la vacunación durante el confinamiento estricto, impuesto por la escalada de contagios y muertes.

Está previsto que hoy domingo arriben al Aeropuerto Internacional de Ezeiza a las 6.15 hs, en un vuelo de la compañía KLM, 204.000 dosis de AstraZeneca adquiridas por nuestro país a través del mecanismo Covax. Y mañana lunes 24 por la tarde, llegarán otras 843.000 dosis de AstraZeneca provenientes de la planta de Albuquerque, Estados Unidos. Forman parte de la primera entrega del contrato suscripto por Argentina por 22,4 millones de dosis, que vienen demoradas desde marzo. La ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, confirmó estas previsiones, y dos vuelos que llegarán desde Rusia en esta semana, con un número importante de dosis de Sputnik V”. El gobierno nacional y los gobernadores esperan que, durante el confinamiento, sigan llegando los cuatro millones de dosis de AstraZeneca prometidos para mayo. Esas dosis también saldrían de Albuquerque, donde fueron derivadas parte de las vacunas que no pudieron ser envasadas en México. Se epera que antes del invierno, también se sumen los primeros lotes de AstraZeneca provenientes de México, cumpliendo con el contrato original firmado con ese laboratorio. Vale recordar que el principio activo de esa vacuna fue fabricado en nuestro país y enviado a México.

Dos mentiras sobre la pandemia. Una ya se cayó

Estoy harto de que personas hiperpolitizadas me pregunten con gran angustia (sea por su salud, sea por miedo a que caiga el gobierno, sea por miedo a que no caiga), cuál es la causa de que seamos el país con más muertos diarios por millón de habitantes del planeta. No lo somos, y ésa mentira se inscribe dentro de otra mayor y que empieza a caerse: en el mundo a fecha de hoy no se murieron 3,45 millones de personas de Covid-19. Probablemente se murieron al menos entre 7 y 13 millones de personas. La primera en cuestionar esa cifra de la OMS fue la revista británica “The Economist. Lo hizo el 14 de este mes como conclusión de los modelos matemáticos de un equipo interno de análisis de datos, dirigidos por Sondre Ulvund Solstad. El caballito de batalla metodológico fue el “exceso de muertes”, los picos por encima de las proyecciones estadísticas anuales de muertes por toda causa en cada país. Lo que sigue es tratar de explicar la diferencia entre cada curva proyectada por gente muy inteligente para 194 países, y las que viene generando la estúpida realidad. Como explica Sondstadt, en los países donde no había datos o estos parecían muy cocinados, los epidemiólogos de “The Economist” usaron 121 indicadores indirectos propios de cada país, o de sus vecinos regionales., Entre ellos los había económicos, geográficos, demográficos, sociales y sanitarios. Algunos son muy buenos predictores de impacto del covid, como la calidad de aire en las ciudades, y otros son descriptores fiables, como los testeos de positividad para medir la velocidad de contagio. Al respecto, tenemos un buena y corta entrevista en el video de Yoube de la revista británica, llamado equívocamente “The Jab”, es decir “La Vacuna”, pero también el golpe más largo, punzante y directo del box, el que usaba Carlitos Monzón para molestar, intimidar y atacar retrocediendo. La entrevista está en este video (en inglés), y algunas pocas gráficas con desglose por continente incluidas en el artículo de esa revista (cliquear aquí).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta nuevo aviso se atiene a una cifra de 3,45 millones, más piadosa con los números suministrados por sus integrantes. Pero ha sentido el “jab” en la nariz que le puso The Economist, y en cualquier momento duplica la apuesta. Como le dijo a AgendAR una viróloga y epidemióloga argentina que fue directora de la OMS (y de las mejores), este organismo multilateral está controlado y limitado por sus 194 estados miembros. Lo que añade The Economist es algo que AgendAR vino diciendo desde mayo de 2020: algunos de tales miembros, algunos sumamente poblados, viven bolaceando mal sobre contagios y decesos. No somos parte de esa banda (y usamos el plural con cierto cascoteado orgullo residual argentino). No estaremos manejando bien la pandemia, pero sí sus números. Será porque tenemos cantidad y calidad de recursos humanos en epidemiología, será porque el gobierno vive marcado de cerca por una oposición mediática que te pisotea si tropezaste, y te taclea si no lo hiciste. Por la causa que sea, aquí no hay subregistro de muertes. Estamos bastante solos en ello. “The Economist” advierte que EEUU es de los países más fiables, y sin embargo le adjudica a “la tierra de los libres y hogar de los valientes” un 7% de subregistro de muertes. Como en 2020 explicó el Science Times, en los geriátricos y hospitales privados de Nueva York, la ciudad más afectada de ese país por la primera ola, cantidad de muertes por covid fueron rutinariamente atribuidas a neumonías, un ejemplo de cómo mentir con la verdad. Una somera investigación de mayo de 2020 de la Dra. Elizabeth Rosenthal en el Science Times, el suplemento científico semanal más leído del mundo (el artículo está aquí), indicó que los certificados de defunción neoyorquinos omitían, a conveniencia de la imagen de geriátricos y hospitales, el hecho de que muchas de tales neumonías eran bilaterales (ambos pulmones). Es algo típico en el Covid, y raro en otras infecciones respiratorias. Durante todo 2020, dice el Science Times, esta práctica gozó de la tolerancia del “mayor” de New York, Bill De Blasio, y también del gobernador del estado homónimo, Andrew Cuomo, ambos demócratas, tanto como el propio New York Times. Esta piña a ambos no les vino del otro lado de la grieta yanqui. Pero donde la cifra de macaneo se dispara es en los países de mediano o bajo desarrollo, mucho de los cuales mienten por acción, omisión o conveniencia, o todo junto. Entierros pakistaníes: la importancia del difunto se mide por su cortejo. En Pakistán, con 216,7 millones de habitantes, la conveniencia no es gubernamental sino social: el prestigio personal y familiar de un pakistaní muerto se mide por el tamaño de su cortejo fúnebre. Esto lo dice “The Telegraph”. Es un relicto periodístico de bajas ventas y buena escritura, conservador dispéptico y nostálgico de aquellas grandezas eduardianas. Todavía tiene una red de corresponsales en el viejo “Raj”, aquel pedazo de planeta que los británicos llamaban “la joya de su Imperio” y que hoy se dividió en Pakistán, la India y Bangladesh. Atentos a no insultar a los deudos, dice The Telegraph, los médicos pakistaníes –incluso los de hospitales públicos- omiten el covid como causa de muerte, porque la sola palabra en el certificado de defunción mermaría la asistencia al entierro. Precavidos, los enfermos eligen morir en sus casas antes que ser escrachados –y quizás salvados- por la internación hospitalaria. Si los firmantes de causales de deceso no macanean, la familia será tratada como portadora, y eso significa sepelio de poca monta, y con ello deshonra. Pero además, los ministerios de salud de algunas provincias presionaron tras bambalinas a los médicos para maquillar los números. Esto no sería posible sin el beneplácito del gobierno nacional, que en el fondo es el del “establishment” de generales y de imanes. Pakistán, unitario y confesional a rabiar, se parece un poco a la Argentina de entre 1930 y 1983, aunque con otro dios y mayor estabilidad institucional: hay elecciones, hay parlamento, hay cierto debate. Pero los límites los ponen el Ejército, el clero e Islamabad. En la vertiente opuesta y enemiga de los Himalayas, en la autodenominada “mayor democracia del mundo”, la India, hay más de lo mismo pero por razones distintas. La India, con 1.394 millones de habitantes, es sin duda MUY federal. Por ello, el poder de dibujar las estadísticas no está tanto en Delhi, la capital, ni en los tres partidos mayoritarios, incluido el Comunista. Reside en cambio en los/las gobernadores/as, cuyo poder suele ser inmenso, y más autocrático que autocrítico. Una gobernadora como Mamata “Didi” (literalmente “Hermanita Mayor”) Banerjee, oriunda del Congress Party de Jawaharlal Nehru, en teoría debería ser opositora del Primer Ministro Narendra Modi, del Bharatiya Janata Party. Nehru, después de todo, fundó un partido que desde 1948 trató de construir una república laica. Modi parece decidido a reemplazarla por una teocracia nacionalista islamofóbica. Pero si doña Mamata decide barrer algunas decenas de miles de muertos por covid bajo la alfombra, puede hacerlo con la venia de don Narendra. En la India se hablan 19.500 idiomas distintos, pero como se dice en la única lengua común de gobierno: “It’s a win-win situation”. Es de sentido común: muchos gobiernos mienten por que son monolíticos y pueden hacerlo sin despeinarse. Otros mienten porque no llevan cuentas prolijas por desorganización y/o pobreza, y un tercer grupo lo hace por dictatoriales pero caóticos y pobres, notoriamente los de aquellos países donde cunden guerras civiles o intervenciones militares foráneas. Para el caso monolítico, desde que empezó la pandemia el elenco de Soldstadt destaca que Rusia tiene un exceso de 450.000 muertes sobre las esperables, todas en busca de alguna causa. Sin embargo, no todos los excesos de muertes en esta pandemia son atribuibles directamente al virus SARS-CoV2. El IHME (Institute for Health Metrics and Evaluation), es un “think tank” epidemiológico de la Universidad de Washington, y destaca 6 forzantes que tironean de las cifras de mortalidad en direcciones a veces alineadas y otras, opuestas. Son respectivamente: 1) Las infecciones puras y duras por covid, 2) la mortalidad general por causas cardíacas, oncológicas y otras, aumentada debido a que el sistema de salud está hasta las manos con el covid, 3) la mortalidad debida al impacto de los efectos psicosociales de la pandemia y el aislamiento (suicidio, aumento del alcoholismo y uso de opioides), 4) la reducción de mortalidad por la subexposición a accidentes de tránsito y robos violentos, 5) la reducción de mortalidad por subexposición a otros virus respiratorios, especialmente los de la gripe, el sincicial y el del sarampión, y 6) la reducción estadística de muertes por enfermedades crónicas como las cardiovasculares o el EPOC. Lo último sucede en países donde el Covid eliminó prematuramente a parte de la población con dolencias crónicas de la vejez, aunque podría haber vivido aún muchos años. Este sexto forzante impulsó picos estadísticos en la primera ola del Hemisferio Norte, y ahora, en cambio, pisa las cifras. Vamos Suecia, todavía. En la República Democrática del Congo, país casi mediterráneo con focos de guerra civil o interestatal en sus 6 fronteras y también en el interior, la OMS da por buena la cifra oficial de 779 muertes totales por covid. Ni una más. No es improbable que la cantidad de muertos por millón, sea cual sea, sea de asustarse: demasiada gente muere joven por masacres étnicas, desplazamiento o hambre, y como observa Solstad, el científico de datos de The Economist, los congoleños son una población juvenil y eso los hace hasta 10 veces menos propensos al covid grave que la envejecida población italiana. 3ra guerra civil congolesa, año 2000, soldaditos de 10 años de una de las 20 milicias Pero el sentido común dice que un país que ignora cuántos habitantes vivos tiene (de 85 millones a 105, según quién cuente) probablemente no tenga maldita la idea de cuántos se mueren y de qué. La anteúltima guerra civil e interestatal dejó 5,4 millones de muertos, e intervinieron en ella los ejércitos de 9 países africanos y 20 indescifrables milicias con soldaditos de 9 o 10 años, algunas de ellas ultrarreligiosas. Desde 2019 hay nuevas guerras, y los virus respiratorios de transmisión aérea  –se sabe por la correlación causa-efecto entre la Primera Guerra Mundial y la Gripe de 1917-1921-  aman las guerras, pero las guerras odian las estadísticas. Tanto que a 100 años de su finalización, todavía se discute si aquella gripe H1N1 mató a 17 millones o a 100 millones, sobre una población mundial de entonces sólo 2000 millones. Dicho todo esto, si la OMS toma por buena la cifra de 779 muertes por covid en la República Democrática del Congo, el hecho describe mejor a la OMS que a la República Democrática del Congo. ¿Cómo podríamos creer que los argentinos, únicos latinoamericanos fuera de Uruguay y Cuba con aparatos de salud pública importantes, tenemos más muertes diarias por millón que la India o que Brasil? El atropello al sentido común se revela mejor si comparamos el tamaño y cantidad de las villas miseria de los tres países, y la diferencia entre las poblaciones de “homeless”. En Argentina la indigencia refractaria es un fenómeno nuevo que comienza a fines de los ’70, no un rasgo fundacional inmóvil desde hace siglos. Y eso todavía define diferencias. Ya en mayo de 2020 publicamos un estudio epidemiológico sobre 90 municipios brasileños de la UFPel (Universidad Federal de Pelotas, la 3ra en tamaño y prestigio de Brasil), que se puede consultar aquí. Mostraba que el número de muertos que reconocía el gobierno de Jair Bolsonaro era 7 veces inferior al real. Argentina está incendiada, sin duda, y nuestro laxo federalismo sumado a la politización y judicialización de la resistencia contra las restricciones económicas y sociales nos están costando carísimos. Pero se necesita de una idiotez privilegiada para comprar el bulo de que estamos peor que la India, Egipto, Nigeria, Brasil, Rusia, China u otros tantos reinos del «no preguntes», y eso por razones de salud. ¿Hacemos algunos números en el aire, ya que a la OMS le pagan por ello? En las villas miseria argentinas lo habitual son 5 habitantes en un volumen edilicio de sólo 30m3, casillas de chapa y cartón en vecindad íntima con miles de unidades semejantes. Éstas a su vez se despliegan en terrenos sin espacios abiertos, salvo los pasillos entre chabolas, donde raramente logran pasar dos peatones de frente. Los virus respiratorios aman esta forma de urbanismo tanto como las guerras. La concentración de aerosoles respiratorios es función cúbica del volumen en que coexisten las personas, y por ende también lo es el contagio. Por eso en 2020 CABA se incendió desde la villa 1131 de Retiro, fundamentalmente, y desde sus 17 equivalentes menores, asunto facilitado por la laboriosa inacción municipal. Los homeless se contagian aún más fácil. La vida en la calle y la mala alimentación los hace inmunodeprimidos crónicos, y cuando llueve y/o hace frío se amuchan como pueden bajo plásticos en cualquier zaguán. Las pulmonares respiratorias aman todo tipo de hacinamiento. Caso claro, el de los ortodoxos en Israel, población con familias de 5 o 6 hijos habitante de espacios minúsculos, por pobreza. Un “haredi” más conflictuado que feliz recibe la Pfizer el 11 de marzo de 2021 Israel, sin embargo, se ha vuelto el número uno mundial en control del covid, con el 60,1% de la población con una dosis de Pfizer, y el 56,5% con ambas. El estado se manejó con una mezcla de persuasión, astucia y firmeza con la población “haredim”, o ultraortodoxa, que a principios de la pandemia era unánimemente antivacunas. Ahora, algunos jóvenes de esas sectas empiezan a “poner el hombro”. Hoy expertos israelíes creen haber llegado a la “inmunidad de rebaño”, porque entre vacunados y curados de la enfermedad (unos 830.000 personas) el país se acerca a un 70% de ciudadanos con anticuerpos neutralizantes, teóricamente poco propensos al contagio. Lo dice el Dr. Eyal Leshem, director del Sheba Medical Center, el mayor hospital israelí. Pero poco propensos no significa invulnerables, corrige la doctora Sarah Pitt, de la Universidad de Brighton y desde otro de los tres países más vacunados del mundo, el Reino Unido (RU). Por más que la Pfizer sea una vacuna excelente, no es perfecta. En Israel, además, hay un casi 40% de ciudadanos sin vacunar, la “inmunidad de rebaño” es tan emergente e indefinible como frágil, y como remate, hay una nueva guerra contra la población palestina de las zonas ocupadas, Gaza y la Margen Occidental del Jordán. Los virus resultan demasiado elementales como para tener una psicología: no son siquiera células primitivas, como las bacterias, Sin embargo, ya se sabe, los respiratorios aman las guerras. Aún si en Israel se restablece un cese el fuego entre ocupados y ocupantes, la pobreza y escasa vacunación de los estados vecinos son garantía de pandemia regional persistente. No es algo que los israelíes vayan a resolver con bombardeos. Y máxime cuando en África y Asia ya se expanden variantes virales hipercontagiosas como la B.1.1.7 “británica” o la B.1.351 “sudafricana”, aunque todavía no la B.1.617.2, la “india” y tampoco la peor de todas, la P.1 “Manaos”. Hay al menos 3 países donde el porcentaje de vacunados está deprimiendo la cifra de contagios y muertes a paso redoblado: Israel, los EEUU y el Reino Unido. Pero eso no significa que el SARS CoV2 esté en peligro de extinción en esos 3 países tan distintos. Significa menor riesgo de contagio, y con un patrón bastante overo: aquí no, allá sí. Sin vacunas y con las cepas más semejantes a la original de Wuhan, China, la tasa reproductiva del virus, o el número R, estaba entre 3 y 4, es decir que un portador sano (o ya enfermo) en cualquier país a comienzos de la crisis contagiaba a 3 o 4 otras personas en promedio. Es importante entender que aún si la vacunación extensa de una población empuja el R local a valores inferiores a 1, el contagio sigue. Con un R de 0,80, por ejemplo, 100 portadores contagian a 80 personas, y algunas de ellas mueren y otras quedan con secuelas,. Pero además, mientras les dura el virus, contagian a otras. Si el SARS CoV2 logró generar al menos 4 variantes mundialmente peligrosas y dominantes en apenas un año, significa que para esta especie viral la vacunación va a volverse otro obstáculo darwiniano a rodear evolutivamente, pero no el fin de la historia. Sin atribuirle psicología, el SARS CoV2 no tiene maldita la gana de irse del planeta. Dado que es un virus demasiado nuevo y no se pudo/quiso orquestar una “blitzkrieg” vacunatoria universal, logrará hacer escape evolutivo sucesivo de algunas vacunas ya existentes y tal vez de otras futuras, por lo cual es mejor que haya muchas y distintas, además de abundantes y baratas y fácilmente reformulables, para seguirle la marcación cercana. Acabamos de iniciar una larga carrera armamentista con este bicho de mierda. Asunto por el cual me parece entre estúpido y criminal que la Argentina esté dedicando a importar vacunas la mitad de lo que gasta en combatir el covid. Vacunas que, para peor, no parecen que vayan a llegar jamás en tiempo y forma. No somos prioridad para ningún fabricante, compatriotas. Éste país, el único en Sudamérica con una industria farmacológica de capitales nacionales, el único en la región con recursos humanos en ciencias biomédicas certificados por 3 premios Nobel, todavía no puso un peso en llevar a licenciamiento una vacuna nacional. No por falta de opciones: hay 4 fórmulas candidatas de 3 universidades nacionales (la de San Martín, la de La Plata, la del Litoral), así como otra de la cordobesa Universidad Católica. Una de ellas, con U$ 100.000 puestos por el Ministerio de Ciencia y Tecnología (MinCyT) terminó estudios de prefase (con animales): la de la UNSAM. Ya tiene medio año esperando que la descubra el Ministerio de Salud (MinSal), cuya contribución más importante en la crisis ha sabido ser no importar basura inefectiva. No es algo menor. Pero no alcanza. Foto de apertura de Chequeado.com del 25-02, desmintiendo que la vacuna de la UNSAM esté por iniciar su fase III previa a licenciamiento.  Me habría gustado que el gobierno argentino obrara con la autoridad, la determinación y la billetera del israelí, que pagó la dosis de Pfizer casi al doble de precio en EEUU. Pero Israel es un país donde casi toda la población entre los 16 y los 50 años –a excepción de los “haredim”- está militarizada por conscripción o como reservista y se atiene a consignas en las emergencias, conducta muy distinta de la del ciudadano argentino promedio. Además, la política aquí es abrasiva hasta el suicidio. Las mismas viudas periodísticas de Pfizer que todavía le echan en cara al gobierno no haber comprado esa vacuna como fuera a mediados de 2020, lo habrían incinerado por el precio, si lo hacía, o por las concesiones legales, si las firmaba. En Israel no hubo cuestionamientos: jamás los hay cuando se percibe que el país se juega la existencia. Pero además, el riesgo país, en términos epidemiológicos, allá es estructuralmente menor que aquí: el laburante israelí suele tener empleo registrado y no debe salir a hacer changas, ni usar para ello transportes públicos hacinados. Para una mejor comparación, yo mediría nuestro manejo de la pandemia contra el del RU, un conjunto de islas sobrepobladas donde desde fines de los ’70 también hay pobreza, desocupación, hacinamiento, una burguesía más dada a la timba financiera que a producir revoluciones industriales y hoy, un gobierno aristocrático, débil y desprestigiado que le ganó al laborismo por un pelo, rompió con la UE y debutó en covid como negacionista: el de Boris Johnson. Pero hasta el aparente inepto de Johnson, tras recuperarse de un covid medianamente  bravo, se aseguró dos cosas: respaldar una fórmula nacional, la Oxford, y pelearse con quien fuera para que no faltara esa vacuna en el territorio propio. A fecha de hoy, el RU tiene un 70,7% de ciudadanos vacunados con una dosis de la Oxford, y un 40,3 con la doble dosis. Eso explica que el número de infectados por semana haya bajado de un pico de alrededor de 60.000 detecciones diarias positivas en la primera semana de 2021 a las 2800 de hoy, casi 22 veces menos. La FDA y la EMA, respectivamente las agencias regulatorias de los EEUU y la UE han llamado “inefectiva” o “protrombótica” a la vacuna Oxford y le han puesto todo tipo de trabas de licenciamiento. Pero los números hablan. El RU no hubiera logrado su único pero enorme éxito, la vacunación casi total de su población, patinándose (como la Argentina) la mitad del presupuesto dedicado a la pandemia en IMPORTAR vacunas, y ver cómo la pila de muertos se cuadruplicaba esperando que llegaran, o peor aún, que las fabricadas aquí volvieran de México. Medirnos con Inglaterra es tal vez la única comparación con otro país que nos puede enseñar algo práctico. Si Ud. sigue creyendo que tenemos más muertos diarios por millón de habitanes del planeta, le pedimos relea la información que damos sobre la información que suministran sobre sí mismos algunos de los países más poblados, y le pedimos también que se abstenga, por su salud mental y durante lo que dure el nuevo aislamiento forzoso, de leer Clarín o ver TN. En cambio, si sigue creyendo que vamos a tener alguna vez a raya el covid sin licenciar una o dos vacunas propias, le pedimos que se abstenga también de Página 12 y de C5N, y que relea lo que decimos sobre la capacidad mutante del SARS CoV2 y sus perspectivas de volverse crónico. Reléanos lo que haga falta. Esta semana va a tener tiempo de sobra.

Daniel E. Arias

«El Bolsón Soberano»: verduras agroecológicas y un nicho de negocios

Un proyecto de la Facultad de Agronomía de la UBA, el ‘Bolsón Soberano’, comercializa frutas, hortalizas y productos de almacén cooperativos a domicilio. En 2020 llegaron a vender más de 900 bolsones por mes.

Ante las restricciones a la circulación, un número creciente de personas optaron por comprar productos de forma virtual y pedir que se los envíen a sus domicilios. Esta situación también se dio en el rubro de los alimentos.
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Durante la pandemia por el Covid, el Bolsón Soberano, un proyecto de extensión de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Agronomía de la UBA (CaLiSA-FAUBA) duplicó la cantidad de bolsones de verduras frescas que entrega en cada hogar de forma semanal, aumentó la cantidad de clientes e incorporó una gran diversidad de productos agroecológicos y de cooperativas alimentarias.
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Los integrantes de la iniciativa buscan nuevas estrategias para alcanzar a más personas y ampliar la oferta de alimentos.
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“El Bolsón Soberano comercializa de forma alternativa bolsones de entre 5 y 7 kilos de verduras frescas producidas por familias horticultoras del Área Metropolitana que se encuentran en transición hacia la agroecología. La iniciativa funciona hace cinco años, y en abril de 2021 se cumplió un año entero de trabajo en pandemia».
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«Antes de la crisis sanitaria entregábamos las verduras en el predio de la FAUBA cada quince días. A partir de las restricciones en la circulación optamos por entregar puerta a puerta todas las semanas. Este cambio resultó en un gran incremento de nuestra actividad”, explicó Juan Cruz Demicheli, integrante del proyecto y de la CaLiSA-FAUBA.
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Agregó: “De golpe, empezamos a visitar 90 casas por semana. Se duplicó la cantidad de bolsones que comercializamos y alcanzamos los 900 al mes. Calculamos que se sumaron alrededor de 1.000 consumidores al proyecto. Además, pasamos de trabajar sólo en el barrio de Agronomía a repartir alimentos en la mayoría de las comunas de CABA y también en Vicente López”.
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Demicheli detalló que la iniciativa amplió y fortaleció la red de organizaciones con las que trabaja, y diversificó la oferta de productos que comercializa.
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“A las verduras de la Asociación de Productores 1610, de Florencio Varela, se sumaron las de la familia Subia, de Campo Grande. Además, comenzamos a trabajar con un intermediario solidario de fruta y con una comercializadora de alimentos provenientes de la agricultura familiar y del cooperativismo que agrupa entre 600 y 700 productores. Por otro lado, interactuamos cada vez más con los integrantes de la Feria del Productor al Consumidor de la FAUBA, que sumaron yerbas, mieles, hongos, y con los compañeros fleteros”.
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“La dedicación, el compromiso y las exigencias del equipo del proyecto se multiplicaron”, destacó Juan Cruz, quien también es estudiante de la Licenciatura en Economía y Administración Agraria de la FAUBA, y añadió: “Nos profesionalizamos. Tuvimos que aprender mucho, desde organizar la logística de las visitas y que todo salga prolijo y preciso hasta mejorar el vínculo con las organizaciones. La adaptación fue difícil, pero ágil y veloz”.
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Durante la pandemia, el Bolsón Soberano incorporó nuevas metodologías a las entregas a domicilio. Amplió su alcance con los ‘Puntos Soberanos’, que son personas u organizaciones que compran bolsones a un precio mayorista y los comercializan en los diferentes barrios. “Esto empezó como un grupo grande de ciudadanos que compraba para sus vecinos y vecinas”, comentó Juan Cruz.
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Además, afirmó que los proyectos como el Bolsón Soberano buscan promover la justicia dentro de la cadena de comercialización de los alimentos. “Por un lado, el precio de los bolsones surge de un consenso entre productores, consumidores y comercializadores. Este precio tiene como horizonte promover una remuneración digna para las familias productoras que eligen la agroecología. Aproximadamente, reciben un 59% del precio final. Por otra parte, una pata fuerte del proyecto es la comunicación y la transparencia de los distintos procesos productivos para difundir cómo y quiénes producen el alimento”.
Se amplió también el tipo de productos «ecológicos» comercializados.
Al principio del aislamiento, el equipo del proyecto se preguntó si convenía o no continuar con la actividad debido a los riesgos y las dificultades del nuevo contexto. Juan Cruz resaltó que decidieron seguir por la responsabilidad para con las familias productoras y con las y los consumidores, y para representar a la universidad pública en una situación tan particular. “Hoy tenemos más herramientas para seguir adelante, fortalecernos y construir nuevas iniciativas”.
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Sobre la Tierra le preguntó a Demicheli sobre los desafíos que tiene por delante el proyecto. “En primer lugar, queremos mantener a las personas que se acercaron al Bolsón Soberano. Es una problemática frecuente entre los proyectos de comercialización solidaria. También queremos crecer y llegar a otro público con nuevos productos cooperativos de almacén, que son claves en la alimentación del día a día, como harina, fideos, arroz y aceites”.
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Trabajar más de 55 horas en la semana es peligroso para la salud cardíaca

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Trabajar más de 55 horas semanales aumenta el riesgo de muerte. ¿Las razones directas? enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. Eso determinó un reciente estudio realizado por expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El dato se reveló en lo que es el primer análisis global de pérdidas de vidas humanas y daños a la salud asociados con jornadas laborales de larga duración. Y el estudio se publicó en la revista Environment, mientras la pandemia de coronavirus acelera los cambios que pueden incrementar la tendencia a trabajar durante más horas.
LOS AUTORES RESUMIERON Y COMPILARON DATOS DE DECENAS DE ESTUDIOS CON CIENTOS DE MILES DE PARTICIPANTES
“Trabajar 55 horas o más a la semana representa un grave peligro para la salud“, afirmó la doctora María Neira, directora de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS.

Conclusiones centrales el estudio de mortalidad de la OMS

El estudio concluye que trabajar 55 horas o más a la semana se asocia con un aumento del 35% del riesgo de un accidente cerebrovascular (AVC) y del 17% de morir de una cardiopatía isquémica, comparado con una persona que trabaja entre 35 a 40 horas semanales. Para este estudio se realizaron dos revisiones sistemáticas y metanálisis de las evidencias más recientes. Se sintetizaron y coordinaron los datos de 37 estudios diferentes sobre cardiopatía isquémica que abarcaba a un total de más 768.000 participantes y 22 estudios sobre accidentes cerebrovasculares que sumaron a más de 839.000 personas. La OMS y la OIT estiman que en 2016 murieron 398.000 personas de un derrame cerebral y 347.000 de enfermedad cardíaca por haber trabajado al menos 55 horas por semana. Entre 2000 y 2016, el número de defunciones debidas a cardiopatías relacionadas con las largas horas de trabajo aumentó 42 %, cifra que se eleva al 19% en el caso de los accidentes cerebrovasculares. La mayoría de las muertes registradas se dieron en personas de 60 a 79 años, que trabajaron 55 horas o más por semana cuando tenían entre 45 y 74 años, sostiene el informe.