Peces de agua dulce contra el dengue urbano. Un programa gratuito y efectivo de la UBA

Un servicio a demanda, gratuito para la población, que funciona desde hace tres años elimina de manera sustentable en reservorios de agua las crías del mosquito que transmite el virus del dengue y otras enfermedades. Es un proyecto de una cátedra de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA).

Esta noticia AgendAR la levantó de un excelente artículo de Fabiola Czubaj, y por causas que se verán ahora, no ha perdido vigencia con el otoño.

No se usan aditivos químicos. Se siembran alevines de dos especies de peces nativos. En Argentina abundan en toda laguna, y se las llama «madrecitas de agua», «panzuditos», «junqueritos» o «tosqueritos».

Se siembran estas dos especies en las en piletas sin uso o fuera de temporada, en los estanques domiciliarios, en los reservorios de agua de los jardines verticales, en los tanques de recolección de agua de lluvia para riego en huertas y en las fuentes ornamentales municipales o de los edificios. Haciendo cuentas muy finitas y sacando curvas epidemiológicas proyectadas en función de las temperaturas, en tres años la siembra de estos dos peces le he dado una paliza tan grande a las larvas de los mosquitos Aedes aegyptii que se puede hablar de una reducción de 300.000 casos de dengue en el AMBA.

Y el Ministerio de Salud, o el de Educación, o los intendentes, sin enterarse.

“Tenemos la certeza de que, en el reservorio de agua en el que colocamos estos peces, no sobrevive ninguna larva. Esto está confirmado”, señaló Alejandro López, docente de la facultad y coordinador del proyecto con María Boveri, jefa de la cátedra de Acuicultura.

La selección de ambas especies –Jenynsia lineata y Cnesterodon decemmaculatus– respondió a sus características: son nativas, por lo que están adaptadas a las condiciones ambientales, incluidos los cambios de temperaturas; su población sembrada aumentará únicamente si aumentan los recursos para hacerlo, y se comen todo insecto o larva de insecto cuyo ciclo reproductivo dependa del agua.

La siembra de estas dos especies, dice López, “se pensó para que sea también fácil su cuidado. Queremos un pez que coma muchos mosquitos y se encuentre cómodo en lugares chicos. Todo el trabajo está hecho según un protocolo de bienestar animal, con un manejo y un cuidado ético.”

En el caso de las crías de mosquitos, las elimina en todas sus etapas de desarrollo: huevo (cuando el agua las cubre en el lugar donde quedaron adheridos a una pared), larva y pupa. “Es un predador especializado. Identifica el alimento, reconoce estímulos y caza”, explicó el investigador.

Larvas y pupas del mosquito Aedes aegypti, vector del virus del dengue, zika, fiebre amarilla y chikungunya
Larvas y pupas del mosquito Aedes aegypti, vector del virus del dengue, zika, fiebre amarilla y chikungunyaFabiola Czubaj

Por su tamaño, desde unos pocos milímetros hasta entre 3 y 10 centímetros en la adultez, las madrecitas del agua las recomiendan utilizar en reservorios de 20 litros o más, si las condiciones son las adecuadas.

Eso, según Ana Paula Baldonedo, licenciada en Ciencias del Ambiente e integrante del proyecto, incluye que sea un lugar donde no se utilice agua corriente, por el cloro, ni productos químicos y que siempre quede con algún volumen de agua. Si el reservorio o espacio sembrado tiene un uso estacional, como puede ser una pileta, los peces se pueden retirar y conservar en una pecera o devolverlos a la FAUBA. Ésta recibe ejemplares cada invierno.

Los investigadores recordaron que las crías del Aedes aegypti eclosionan con los primeros calores del año, lo que ocurre a partir de septiembre, con la llegada de la primavera, y se prolonga hasta diciembre. Por eso insistieron en la importancia de ocuparse en estos momentos y a lo largo del año. Esto cobra aún más relevancia en un país donde el mosquito del dengue amplió sus fronteras cada vez más al sur. Los casos ya son autóctonos en cada temporada caliente y, en algunas provincias, se prolongan durante todo el año desde hace dos veranos.

Los Aedes aegyptii «aporteñados» han evolucionado y van perdiendo estacionalidad. Con el cambio climático, los inviernos son menos fríos, y además duran menos. En piletas de natación domésticas descuidadas durante el invierno, uno ve centenares de larvas de Aedes aegyptii activas, plegándose y desplegándose como gimnastas haciendo abdominales, casi todo el año.

“La prevención del dengue empieza en la fase acuática del desarrollo del mosquito. El uso de peces nativos para control biológico tiene que estar dentro de un plan integral de medidas, como descacharrar, usar repelente y mosquiteros, mantener cubiertos los brazos, entre las recomendaciones conocidas. Todas estas medidas de cuidado se deben utilizar juntas. Nuestro equipo trabaja en lo que es la parte acuática, que es donde la hembra del Aedes aegypti deposita sus huevos. Ahí es donde arranca la prevención”, remarcó López en el campo de trabajo, donde también se dictan clases.

Ahí, junto a los estanques donde crían los peces, Baldonedo con las estudiantes Micaela Sfara y María Paz Gamba preparaban un pedido del día que habían recibido desde Corrientes. La mayoría, por el momento, llegan de instituciones o particulares de la ciudad y la provincia de Buenos Aires. También tuvieron solicitudes de La Pampa y Río Negro, provincias donde el género Aedes es casi una novedad. La primera demanda fue de escuelas con huertas para sus tanques de riego. Pero los reservorios urbanos de huevos y larvas de Aedes son un catálogo enorme, empezando por los tanques de agua domiciliarios.

“Es una solución eficiente y más natural para la proliferación del mosquito porque se evita el uso de insecticidas y otras medidas más costosas. La efectividad de la siembra de estos peces es del 100%. Usamos especies autóctonas porque eso ayuda a preservar el ecosistema. Dominan el entorno porque son nativos y no hay peligro de que se vuelvan plaga”, explicó el coordinador.

Después de las escuelas y a medida que se difundía la entrega sin costo de las madrecitas del agua, empezaron a llegar consultas de clubes, asociaciones civiles y barriales, arquitectos, municipios, hospitales, escuelas, barrios cerrados y particulares con fuentes, recipientes ornamentales, tanques australianos o piletas, entre muchos más potenciales reservorios.

Todo el año

El proyecto arrancó de manera formal en 2022 y, desde entonces, entrega los peces nativos durante todo el año, excepto en enero. Esto funciona a demanda y es sin costo: hay que pedirlos por correo electrónico a [email protected] o por la cuenta de Instagram controlbiologico.fauba.

Recibida la solicitud, el equipo envía un formulario con unas pocas preguntas, imágenes y datos que necesitan para, por ejemplo, estimar la cantidad de peces que requerirá el espacio, o si será posible sembrarlos en el lugar. Entonces, coordinan el día y el horario de entrega en la FAUBA. Suelen agrupar entregas durante la semana. Cuando se trata de pedidos de lugares fuera del AMBA, la FAUBA coordina las fechas y horas posibles de viaje a las posibilidades del solicitante.

“En el encuentro, aprovechamos ese momento para entregarles material y darles una breve charla informativa sobre cómo debe ser el transporte, la siembra, el cuidado y el bienestar de los peces que todos reciben muy bien porque surgen muchas preguntas en ese intercambio”, dijo Baldonedo.

Desde que arrancó el proyecto, más de 300 personas concurrieron a retirar sus pedidos. “Esto equivale a aproximadamente 15.000 peces entregados –estimó el coordinador–. Si consideramos el radio de contagio del mosquito Aedes aegypti desde cada criadero, que es de unos 200 metros, el total de beneficiados ronda las 300.000 personas.”

Solo el año pasado, recibieron 139 pedidos, incluidos 29 desde instituciones públicas, como escuelas, clubes o asociaciones vecinales. Entregaron 5560 peces, un 150% más que en 2023. Algunos usuarios devolvieron los peces al volver a utilizar el espacio en el que los habían sembrado, una posibilidad que ofrece el equipo de Acuicultura.

El equipo se ocupa de preparar los pedidos, una vez definido si el uso de los peces será viable de acuerdo con la información de cada solicitud
El equipo se ocupa de preparar los pedidos, una vez definido si el uso de los peces será viable de acuerdo con la información de cada solicitudGentileza Cátedra de Acuicultura/Fauba

En lo que va de este año, superaron los 50 pedidos, incluido el de Nélida Ramírez, que vive en Riachuelo, a unos 20 kilómetros de la ciudad de Corrientes. La entrega fue este miércoles en el campo de trabajo de Agronomía. “Me enteré por Instagram de este proyecto y enseguida pensé : ‘Ahí está lo que estoy buscando’”.

Es médica y tiene donde vive un proyecto con plantas nativas acuáticas, con la idea de, en algún momento, también armar un mariposario a cielo abierto. “Los peces los pedí para los estanques donde tengo las plantas –comentó mientras le terminaban de preparar el pedido–. Sabía que eran buenos controladores biológicos y, aunque no los buscaba por el dengue, muchos me señalan que un estanque es una fuente de cría de mosquitos, así que también serán útiles para evitarlo.”

En agosto pasado, la Legislatura porteña declaró de interés sanitario esta alternativa sustentable de control biológico de vectores transmisores de enfermedades que necesitan de reservorios de agua para crecer.

Si hay interés del Consejo Deliberante, no se nota. El uso de madrecitas o tosqueritos contra el dengue no aparece ni pintado en las desganadas y repetitivas campañas municipales. Pleno acuerdo con los sanos consejos descacharrar, y máxime si las 41 municipalidades del AMBA se coordinaran para hacerlo, y sobre todo si eliminaran los basurales. Bueno, eso nunca sucedió.

Estos están llenos de latas y de neumáticos viejos que recogen lluvia. Son criaderos perfectos de larvas de mosquito. A recordar, la acción de gobierno ya ha sido decisiva, pero también la inacción. El Aedes aegyptii no era bicho de aquí. Llegó a Baires desde África Occidental, cuando la Reina del Plata era el principal puerto de desembarco de esclavos, y la base de muchas fortunas locales. Traídos por los barcos, y ya parasitados de distintos virus, al Aedes porteño se aclimató bien, y se volvió portador de virosis más bravas que el dengue, como la chikunguña y la fiebre amarilla. En 1871 mató al 18% de los porteños de fiebre amarilla.

Allá por 1965 fue finalmente erradicado de la municipalidad de Buenos Aires con DDT, y eso en tiempos de los presidente Arturo Frondizi y Arturo Illia. Se supo que habían regresado en los ’80, cuando empezaron a aparecer larvas en los jarrones de los floreros de las tumbas en el Cementerio de Chacarita.

El equipo de trabajo: (de izq a der) María Paz Gamba, Alejandro López, Ana Paula Baldonedo y Micaela Sfara

A esa altura del partido, el DDT se había vuelto más tóxico para mamíferos que para insectos. Como casi todo pesticida órganoclorado, es persistente. Hace desastres en el sistema hormonal humano y se acumula en tejidos grasos. No es una buena idea en las piletas de natación o en los tanques de agua domiciliaria. Pero los mosquitos Aedes aegyptii que volvieron a Baires toleraban el DDT sin problemas. Tanto es así que sumando casos de verano y otoño de 2024, más de 200.000 bonaerenses y porteños se pegaron un dengue, pero los casos confirmados estuvieron en el orden de 1443.

La entrega de los peces, según explicó López, está financiada por la Universidad Nacional de Buenos Aires. “Inicialmente, se solventaba como un programa de transferencia de tecnología del ex-Ministerio de Ciencia y Tecnología. Ahora el programa y la cría de los peces está a cargo de la Cátedra de Acuicultura de la Facultad de Agronomía, a cargo plenamente de la UBA.

 Fabiola Czubaj

VIALa Nación