Ciencia argentina: 5 centros de investigación reconocidos en el mundo

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El Instituto Balseiro (IB) fue fundado en 1955 por impulso de José Antonio Balseiro, un físico argentino formado en Cambridge, quien lideró el proyecto junto a Jorge Sabato y Mario Mariscotti. Las instituciones fundadoras fueron la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo).

Hoy combina formación universitaria de alta exigencia con investigación científica aplicada, en estrecha colaboración con la CNEA y organismos internacionales.

En la década del 80, Francisco de la Cruz y Roberto Ronda realizaron estudios pioneros en superconductividad y criogenia y se consolidó el Laboratorio de Bajas Temperaturas, de referencia internacional.

En la década del 90, las investigaciones básicas del IB permitieron que Invap avanzara en la construcción de reactores nucleares, exportados a Perú, Argelia y Australia. También , junto a la NASA, se desarrollaron los satélites SAC-A y SAC-B.

Desde sus orígenes, la política nuclear nacional entendió que era necesario transformar la ciencia de excelencia en tecnología, innovación, transferencia al sector productivo y empresas de base tecnológica capaces de impactar en la sociedad, la economía y la inserción internacional del país. Así se ha generado un entramado de empresas de alta tecnología.

El Concurso IB50K, promovido desde hace más de 10 años, es un concurso de planes de negocio de empresas de base tecnológicas, de calidad superlativa, que se ha consolidado como un ícono del emprendedurismo científico tecnológico.

Hoy, las líneas de trabajo abarcan la Física, la Investigación Aplicada, la Ingeniería en Telecomunicaciones y la Física y Biología aplicadas a la Salud.

Por primera vez en su historia, a partir de octubre es dirigido por una mujer, la doctora en Ingeniería Graciela Bertolino. Cordobesa de nacimiento, obtuvo su título de ingeniera nuclear en 1996 y completó su doctorado con una tesis acerca de “El deterioro de las aleaciones de circonio por su interacción con hidrógeno”. Posteriormente, realizó un posdoctorado en la Ecole Polytechnique de Francia.

Como una muestra más del nivel de su cuerpo de docentes e investigadores, los doctores en Física Marina Huerta y Horacio Casini (quienes además de la carrera comparten un matrimonio y dos hijos) ganaron en 2024 uno de los premios más importantes del mundo en el campo de la física teórica: la Medalla Dirac. Comparten el reconocimiento con sus colegas japoneses Shinsei Ryu, de Princeton University, y Tadashi Takayanagi, de Kyoto University.

Juan Maldacena, quien pasa sus días enseñando entre Harvard y Princeton y cuyo trabajo, (la Teoría M o Conjetura de Maldacena) es el más citado en el mundo después de la teoría de la relatividad de Einstein, obtuvo en el Balseiro su Licenciatura en Física.

Así, el IB es una institución fundamental para la formación de capital humano de excelencia y para la investigación básica y aplicada de vanguardia. Es allí donde nace la innovación.

Fundación Instituto Leloir
Fundación Instituto Leloir

Instituto Leloir, protagonista central de la revolución en bioquímica

Fue fundado en 1947 por Luis Federico Leloir gracias al apoyo económico del empresario Jaime Campomar. Funcionaba en un garaje adaptado.

Las investigaciones revolucionarias en bioquímica acerca de los nucleótidos de azúcar, moléculas que explicaban cómo los organismos transforman y almacenan carbohidratos, le valieron a Leloir el Premio Nobel de Química en 1970.

En las décadas que siguieron, el Instituto Leloir (hoy Fundación Instituto Leloir) creció y se diversificó trabajando en temas como la estructura y función de enzimas, la regulación del metabolismo energético y de carbohidratos e iniciando tempranamente estudios de biología molecular (ADN, ARN y síntesis de proteínas). Los desarrollos en oncología molecular y terapias génicas y los estudios en neurociencias y plasticidad sináptica fueron reconocidos internacionalmente.

Hoy, el equipo de Terapia Molecular y Celular, liderado por el doctor Osvaldo Podhajcer, trabaja en un enfoque pionero para atacar, con un virus del resfrío modificado genéticamente, el cáncer diseminado. En un artículo publicado en Molecular Therapy: Oncology, se presentó un abordaje innovador para tratar tumores gastrointestintales basado en el diseño de un virus oncolítico construido a partir de promotores híbridos específicos de tumores. Bautizado AR2015, es el primero en su tipo.

Integrando ciencia básica y clínica, un equipo conformado por los doctores Martín Arán, Leonardo Pellizza y Juan Carlos Avalos desarrollaron el primer estudio de metabolómica que analizó el suero de pacientes antes y después de una crisis de epilepsia. Entre otras cosas, detectaron alteraciones importantes en siete pequeñas moléculas o metabolitos. El hallazgo pionero permite pensar en el posible desarrollo, a futuro, de kits diagnósticos rápidos.

El Laboratorio de Virología Molecular, encabezado por la doctora Andrea Gamarnik, desarrolló el kit Detect-AR Dengue, primer test de antígeno nacional para el diagnóstico del dengue. Permite establecer –en tres horas– la infección por cualquiera de los cuatro serotipos del virus.

Un estudio del Laboratorio de Estructura-Función e Ingeniería de Proteínas, que lidera Gonzalo de Prat Gay, revela el mecanismo por el cual una proteína clave para evitar la proliferación de tumores pierde su función protectora y comienza a formar agregados tóxicos, de forma similar a las proteínas amiloides que se observan en enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson. El hallazgo podría tener múltiples implicancias a futuro.

La doctora Angeles Zorreguieta, directora del Instituto y jefa del Laboratorio de Microbiología molecular y celular, trabaja junto a su equipo en el análisis de una potencial vacuna para la prevención de la brucelosis porcina. Zorreguieta destaca el rol de Inis Biotech, la oficina de Vinculación y Transferencia de la FIL, para facilitar el impacto de los avances científicos sobre la economía y la sociedad.

INVAP
INVAP

Invap, reactores nucleares y satélites para el mundo

El Invap nace en la década del 70 en Bariloche, como un desprendimiento del Centro Atómico Bariloche (CAB) y de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Su fundador, Conrado Varotto (físico argentino, doctorado en el Balseiro y post doctorado en Stanford), creía que era posible vender al mundo tecnología nuclear desarrollada por el CAB. En síntesis: crear localmente tecnología de alta complejidad con impacto comercial real. En 1982, junto a la CNEA, exporta a Perú el reactor RP-0, uno de los primeros grandes contratos internacionales de tecnología argentina.

A partir de esa fecha, Invap desarrolla y exporta proyectos a Argelia, Egipto y Australia.

En los años 90, entró de lleno en la industria aeroespacial, participando en el diseño de satélites y estaciones de control. Fue Héctor (Cacho) Otheguy quien lideró y consolidó esta fase de diversificación e internacionalización. En 2007 se activa en Australia el reactor nuclear OPAL e Invap se convierte en una empresa líder en alta tecnología en América Latina.

En el área aeroespacial, desarrolló para la Conae satélites de observación de la Tierra, y posteriormente el ARSAT-1 (2014) y el ARSAT-2 (2015), primeros satélites geoestacionarios de telecomunicaciones construidos en América Latina.

Hoy, Invap trabaja en cuatro grandes áreas:

Nuclear: reactores de investigación, plantas de producción de radioisótopos, plantas de almacenamiento de combustibles, servicios de ingeniería para plantas nucleoeléctricas; Espacial: produce satélites de aplicaciones científicas y de comunicaciones, equipos y componentes, siendo la única empresa latinoamericana que fabrica satélites geoestacionarios completos; Defensa, Seguridad y Ambiente: desarrolla soluciones para Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento, radares 3D de vigilancia y control aéreo militares; Sistemas médicos: se trata de desarrollar nuevos sistemas de diagnóstico y tratamiento, entre otros, equipamiento de braquiterapia, terapia radiante, protonterapia y radiofarmacia.

Los ingenieros Darío Giussi, Gabriel Absi, Marcelo Basigalup, Ignacio Grossi, Sebastián Classen y la contadora Ana Cabrera dirigen a más de 1700 personas dentro del Invap. Hoy, es presidido por Vicente Campenni, doctorado en Física, quien fue anteriormente gerente general y durante su gestión se logró la adjudicación del reactor nuclear Pallas en Holanda, compitiendo con empresas de Francia y Corea del Sur. También lideró la ejecución de una planta de Molibdeno-99 en India y el lanzamiento de los satélites SAOCOM 1A y 1B.

Campenni reforzó un modelo de empresa pública rentable. Según él, “nuestro objetivo no es ganar plata, pero si no se gana plata, no podemos cumplir nuestro objetivo”. Afirma que “no se puede disociar la ciencia y la tecnología, dado que la tecnología es la aplicación del conocimiento científico para un objetivo específico”.

Ibyme
Ibyme

Ibyme: el legado de Houssay que amplió su influencia

El Instituto de Biología y Medicina Experimental (Ibyme) fue fundado por el Premio Nobel Bernardo Houssay en 1944, quien logró producir insulina en la Argentina, paso fundamental para el tratamiento de la diabetes.

Así, el país fue uno de los primeros en producir insulina, después de Canadá.

El doctor Eduardo Charreau inició en 1996 en el Ibyme el desarrollo de una insulina recombinante totalmente argentina, en colaboración con empresas farmacéuticas (Beta, y Denver) y con el apoyo de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y el Conicet. Actualmente, las investigaciones sobre insulina y diabetes continúan en el Ibyme bajo la dirección de los doctores Damasia Becu, Flavia Saravia y Alejandro De Nicola.

Hoy, las áreas de investigación incluyen Biología Celular y MolecularEndocrinologíaInmunologíaNeurociencias y ComportamientoOncología y Reproducción.

En el Laboratorio de Inmunología Tumoral, el equipo de la doctora Roxana Schilaci se focaliza en encontrar las proteínas que constituyen los puntos de convergencia entre las hormonas esteroideas y los factores de crecimiento en el cáncer de mama para diseñar alternativas terapéuticas útiles en el cáncer de mama más agresivo, resistente a la terapia hormonal y a la terapia anti-tirosina quinasas.

La doctora Flavia Saravia dirige el Laboratorio de Neurobiología del Envejecimiento, cuyo foco principal es el cerebro en condiciones fisiológicas y en patologías como la Enfermedad de Alzheimer y las estrategias para revertir ciertos procesos asociados al envejecimiento cerebral, con foco en el rol del metabolismo.

Tras más de 30 años de investigación básica sobre galectinas, el doctor Gabriel Rabinovich fundó en el Ibyme la empresa Galtec, dedicada a la producción de anticuerpos y proteínas recombinantes para el tratamiento del cáncer y de enfermedades autoinmunes. Este emprendimiento tuvo reconocimiento global: el CaixaResearch Institute (Barcelona) designó a Rabinovich como líder y director de su nuevo centro de investigación.

Otros ejemplos muestran el impacto de la investigación básica en la innovación productiva:

La doctora Adriana De Siervi inició en 2014 sus estudios sobre microARN circulantes como marcadores tempranos del desarrollo tumoral. En 2022, junto con la doctora Marina Simian, cofundó la empresa Oncoliq, dedicada al desarrollo de un kit diagnóstico de cáncer basado en sus hallazgos básicos. Oncoliq recaudó recientemente US$2,8 millones en una de las rondas seed más destacadas del ecosistema biotecnológico argentino.

Los doctores Norberto Zwirner y Mariana Fuertes tras dos décadas de trabajo, desarrollaron en Ibyme y con el apoyo del Mincyt, Conicet y GlaxoSmithKline un anticuerpo (anti-MICA) como potencial tratamiento antitumoral.

IBR
IBRveroTELLO

IBR: ciencia al servicio del agro

A fines de los años 90, un grupo de científicos en Rosario comenzó a trazar un mapa alternativo: convertir el conocimiento profundo de la biología molecular en un activo estratégico, para demostrar que la ciencia básica puede ser un motor de competitividad económica. De esa visión nació en 1999 el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR).

Compuesto por 240 profesionales formados en la Argentina y en el exterior, con doctorados y post doctorados, dio origen a seis startups de base tecnológica.

El IBR se presenta con una matriz diversa de líneas de investigación —agrobiotecnología, biomedicina, microbiología y biología estructural—. Allí se estudia desde la regulación del crecimiento vegetal hasta los mecanismos de resistencia a bacterias. Tres de sus referentes —Néstor Carrillo (fisiología vegetal), Diego de Mendoza (microbiología) y Alejandro Vila (biología estructural)— fueron galardonados con el Premio Konex. A esto se suma la distinción de De Mendoza como Investigador de la Nación y Premio Fundación Bunge y Born.

Entre los hitos de este año, figuran los trabajos de Leticia Llarrull en Angewandte Chemie, describiendo reacciones moleculares claves en la resistencia moleculares; y de Javier Palatnik en Nature Plants, quien profundizó en los mecanismos de regeneración en plantas, un hallazgo con potencial directo para diseñar cultivos más eficientes. Por su parte, Alejandro Vila logró un “doble hit”: reveló en Nature Communications cómo funcionan las proteínas de las bacterias que usan metales esenciales, y por otra parte The Lancet Infectious Diseases, una de las publicaciones de ciencias médicas de mayor impacto mundial, acaba de publicar un estudio desarrollado por su equipo en el que participan, (entre otros) los doctores Brenda Warecki y Pablo Tomatis, en el que abordan la problemática de las infecciones por bacterias multirresistentes a antibióticos.

Según Vila, “la resistencia a los antibióticos es una pandemia silenciosa. Antes, cuando surgía un nuevo antibiótico en el mercado, la resistencia se veía a los cuatro o cinco años. Ahora, cuando salen nuevos fármacos, ya vemos que hay resistencia preexistente”.

Con una cartera de patentes nacionales e internacionales, espacio para incubación de empresas –BioR– y seis startups originadas en sus laboratorios, el IBR valida el modelo de Company Building científico. Un caso es Fecundis, la empresa cofundada por el investigador Darío Krapf que desarrolla tecnologías para mejorar la eficiencia reproductiva en humanos y animales, atacando un problema global con propiedad intelectual propia.

Alicia Caballero

La autora es doctora en Economía. Exdecana de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA, exdirectora del Banco Nación y expresidente de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación

Detrás de la compra de los F-16, el Sistema de Defensa argentino se derrumba

El 6 de diciembre el presidente de la Nación, Javier Milei, junto con su ministro de Defensa saliente, Luis Petri y altos jefes militares, participaron en la presentación de los aviones F-16 adquiridos en Dinamarca. La adquisición de este sistema de armas, fue objeto de una intensa campaña de publicidad o, mejor dicho, de acción psicológica, para contrarrestar cualquier opinión contraria a la decisión de adquirir dichos cazas, con sus implicancias políticas y económicas.

Desde el punto de vista político, forma parte de una narrativa para poner en evidencia la existencia de una gestión en el área de Defensa, a diferencia del kirchnerismo. El arribo de ocho vehículos de combate ICV Stryker 8×8 destinados a la X Brigada de Infantería Mecanizada, desplegada en La Pampa, también fue anunciado con “bombos y platillos” como otro de los grandes éxitos de la gestión mileísta. Estamos frente a “puestas de escena” cuando la realidad de la Defensa Nacional en Argentina es bien distinta. 

¿Qué es el Sistema de Defensa Nacional? ¿En qué situación está?

La ley 23.554 de Defensa Nacional de 1987 establece las bases jurídicas y la organización del Sistema de Defensa Nacional, al que podemos definir como el conjunto de instituciones, funcionarios y la ciudadanía, organizada y preparada para planificar, conducir y ejecutar la defensa nacional. La citada norma establece una clara estructura donde encontramos al presidente de la Nación, el Consejo de Defensa Nacional, el Congreso de la Nación, el ministerio de Defensa, el jefe del Estado Mayor Conjunto, las Fuerzas Armadas, la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval y el pueblo de la Nación (organizado a través de los servicios militar, civil, movilización y defensa civil). 


Obviando la increíble destrucción del Sistema de Defensa, Martín Menem mira sonriente el abrazo entre Luis Petri y Javier Milei durante la presentación de los F-16 de segunda mano.

El presidente es responsable de la dirección de la Defensa Nacional y, en caso de conflicto armado, cuenta según la ley con el Consejo de Defensa Nacional para el asesoramiento y asistencia en la conducción estratégica de la misma y al Comité de Crisis, para la conducción estratégica militar.  En tiempos de paz, las pautas orientadoras sobre la política de Defensa Nacional, surgen de la Apreciación y Resolución de la Estrategia Nacional, tarea en la que interviene el Consejo de Defensa (organismo formado por los ministros, titular del organismo de inteligencia nacional, vicepresidente y representantes de las comisiones de Defensa del Congreso) en calidad de órgano de asesoramiento y de debate estratégico. Este Consejo nunca fue convocado desde que fuera creado en 1987. Asimismo, tiene la responsabilidad de la redacción de anteproyectos de ley de Inteligencia, Orgánica de las Fuerzas Armadas; Territorial y de Movilización Nacional; Orgánica para la Gendarmería Nacional y Prefectura Naval; Producción para la Defensa; Inteligencia Nacional; y Secreto de Estado.

La actual ley de Inteligencia fue iniciativa del poder ejecutivo, nunca convocó al Consejo de Defensa. No existe ningún proyecto sobre ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, ni de secreto de Estado. En cuanto a las normas sobre Gendarmería y Prefectura, por medio de sendos decretos de necesidad y urgencia de dudosa constitucionalidad, fueron modificadas a instancias del ministerio de Seguridad nacional. En cuanto a las leyes de Producción de Defensa y Movilización, existen numerosos proyectos en el Congreso y el ministerio de Defensa, pero ninguno llegó muy lejos. Por ejemplo ¿qué utilidad tendría una ley de Movilización? Más allá de una situación de conflicto, en caso de emergencia nacional, ante una catástrofe de magnitud, como fue la pandemia COVID 19, el estado tendría las herramientas para conocer capacidades industriales, logísticas, recursos humanos para hacer frente a una emergencia y movilizarlas en el momento indicado. 

En caso de una crisis grave, estamos ante vacíos en materia de movilización, organización territorial, confusión de roles y niveles de la conducción de la defensa, agregándose que el sistema de defensa, como está previsto por la ley, nunca fue activado. Los vacíos en materia de planeamiento, quedan reflejados en no haber actualizado la directiva de Defensa Nacional que data de 2021. 

Desde hace años, también se espera una ley de Reservistas. El personal que presta el servicio militar nunca más pisa un cuartel. Existe una pequeña estructura de reservistas, pero carentes de una capacidad operativa real. La gestión de Petri, como la de sus antecesores, mantuvo una absoluta indiferencia al respecto. Esto se traduce, por ejemplo, en caso de una emergencia, no disponer de herramientas para convocar a personal entrenado para complementar las organizaciones existentes. 


Los abrazos, una constante en la presentación de los F-16. Algo similar ocurrió con los submarinos «llave en mano», que volvieron a hipotecar el futuro industrial de Argentina.

El Sistema de Defensa Nacional, previsto por la ley 23.554 de Defensa, solo existe en el papel. En estos dos años de gestión del Luis Petri no hubo avances para adecuar por lo menos el marco jurídico que la citada norma exige y menos en materia de planeamiento. Por ende, el país carece de sistema de movilización, organización de reservistas, reforma militar, etcétera. 

La política de “bienestar” del personal militar en tiempos libertarios  

La crisis del Instituto de Obra Social de las Fuerzas Armadas (IOSFA) ha sido de público conocimientoEn 2023 y a pesar que la entidad tenía problemas en cuanto a la calidad de sus prestaciones, tenía un superávit de 2.960 millones de pesos. En dos años, las estimaciones sobre las deudas contraídas durante la gestión libertaria rondan entre los 126.000 millones a 220.000 millones, afectando las prestaciones del instituto en todo el país y llegando en 2025 a un nivel de gravedad que afecta los tratamientos contra el VIH, cáncer, diabetes, crisis en las farmacias del IOSFA.

En dieciocho meses pasaron tres presidentes, que tuvieron que lidiar con denuncias sobre contrataciones, recortes de servicios, toma de deuda por cifras multimillonarias (40.000 millones de pesos pedidos a la caja militar, el Instituto de Ayuda Financiera, con tasas de interés muy superiores al otorgado por el sistema bancario). Los retrasos de entrega de medicamentos / tratamientos incrementó los litigios tanto en el plano administrativo como judicial, con amparos por la falta de entrega de medicamentos. El desmantelamiento de las auditorías -como denuncian sectores sindicales- impidió controles internos sobre presuntas irregularidades. Tal y como lo dio a conocer REALPOLITIK, en octubre de 2025 el ministerio de Defensa tuvo que liberar 15.000 millones de pesos para cubrir deudas para seis droguerías, entre ellas la cuestionada Suizo Argentina por el caso ANDIS.  

La crisis de IOSFA llevó, al parecer, al ministerio de Defensa a proponer dividir la entidad, que engloba también a beneficiarios de Gendarmería Nacional y Prefectura Naval. Mientras tanto, hay 600 mil afiliados rehenes de la crisis de la obra social. En el gobierno que dice defender la libertad, no adopta medidas para que los afiliados a IOSFA tengan el derecho a optar por los distintos agentes de salud, como prevé la ley 23.660, agregándose que tampoco se habla de colocar a la obra social militar bajo la supervisión de la superintendencia de Servicios de Salud, organismo responsable de la fiscalización, regular y control del sistema de obra sociales. Esto mejoraría sin ninguna duda a la transparencia, contrarrestar irregularidades y aplicar sanciones. 

COVIARA, una empresa de larga trayectoria en las Fuerzas Armadas, creada para desarrollos inmobiliarios para la Armada y Prefectura Naval, históricamente fue una organización con reducido personal y con cuentas ordenadas. Desde 1996 no recibe aportes del Tesoro nacional, llegó a diciembre de 2023 con cuarenta empleados y cuentas equilibradas. Tiene un historial exitoso de haber construido 8 mil viviendas. La gestión Petri terminó con una empresa que en poco tiempo alcanzó un déficit de 1.000 millones de pesos y en el marco del programa privatizador del gobierno, fue decidido su transformación en sociedad anónima, para abrir paso a su fusión con la empresa estatal Playas Ferroviarias de Buenos Aires SA, entidad creada por la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) y la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), para desarrollos inmobiliarios en terrenos que pertenecieron a los ferrocarriles, con el objetivo de promover el fortalecimiento del fondo de garantía de la ANSES.

Realmente sería interesante saber el fundamento para fusionar una empresa de desarrollo inmobiliario específico para las Fuerzas Armadas con una entidad creada para el desarrollo de predios ferroviarios y otros terrenos ociosos, en espacios verdes, emprendimientos inmobiliarios con una función social, además de generar recursos para la ANSES. El premio consuelo al desguace del único organismo de las Fuerzas Armadas con capacidad de construir viviendas, fue un programa de créditos del Banco de la Nación Argentina para el acceso a la primera vivienda para personal militar. 

El ministerio de Defensa anunció con “bombos y platillos” que el personal del Servicio Militar Voluntario tendría la obligación de terminar la educación secundaria, anunciando un plan de estudios adaptado al personal de tropa, con participación del ministerio de Capital Humano. Asimismo el decreto 372/2025 faculta al ministerio de Defensa para celebrar convenios con organismos públicos y privados, nacionales, provinciales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o municipales para la implementación de programas de capacitación laboral con certificaciones y/o titulaciones oficiales. Los cambios introducidos por el decreto guardan silencio sobre aspectos en materia de beneficios previstos por la ley 24.429 que regular el Servicio Militar Voluntario, que en su artículo 9º dispone:

b) Se les otorgarán condiciones preferenciales o puntaje adicional para su ingreso a la administración pública nacional y a la municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, poder judicial de la nación y poder legislativo nacional, y para la adquisición de viviendas en los planes nacionales y municipales. Se invita a las provincias a adherirse a lo establecido en el presente inciso y a solicitar a las municipalidades de sus respectivas jurisdicciones seguir igual temperamento;

c) El cumplimiento del SMV generará los beneficios y ventajas que fije la reglamentación para el ingreso a todas las fuerzas de seguridad, policiales y al Servicio Penitenciario;

d) Las fuerzas armadas podrán certificar la capacidad laboral en aquellos casos que desempeñen o sean capacitados para oficios o tareas de aplicación civil;

e) Se otorgarán facilidades para el ingreso a los institutos militares.

Lamentablemente el decreto 372/2025 guardó silencio al respecto y pone en evidencia que las medidas anunciadas simplemente eran para “la foto” y mera “narrativa” de la estrategia de marketing de Luis Petri para mostrar “gestión”. 


Petri posando frente a los F-16 de segunda mano, un capítulo que se suma al de las fragatas danesas Iver Huitfeldt consideradas «chatarra naval».

Se estima que casi el 60 por ciento del personal militar en actividad cobra salarios por debajo de la línea de pobreza, afectando obviamente las jerarquías más bajas, especialmente suboficiales y soldados. En dos años unos 19 mil efectivos abandonaron el uniforme, especialmente por razones económicas. Por ejemplo, un capitán del Ejército o teniente de navío de la Armada, a mediados del año 2025, tuvo un salario de alrededor de 1.109.913, mientras que un subteniente o alférez (primera jerarquía de oficial del Ejército y Fuerza Aérea respectivamente) apenas supera los 800 mil. Entre los suboficiales, los salarios oscilan entre 765 y 850 mil.

En muchos casos, los ingresos están por debajo de la línea de pobreza, que en agosto fue de 1.160.780 para una familia tipo, en los términos del Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (INDEC). Es diversos medios fue publicado el salario básico de un cabo enfermero, de unos 500 mil. La carrera militar es sacrificada, por el proceso de selección, las exigencias profesionales y la movilidad geográfica, esto no se ve compensado con salarios y programas de bienestar. Pocos los dicen pero la “fuga” abarca cuadros altamente capacitados, que afecta el funcionamiento de organismos logísticos, la flota aérea militar, el sistema de salud, por dar unos ejemplos. 

El “diktat” de Estados Unidos: las Fuerzas Armadas y la lucha contra el narcotráfico

La Argentina pasó del voluntarismo patriotero del kirchnerismo, lleno de expresiones sobre Malvinas, la Pampa Azul, los intereses marítimos -que en los hechos no se tradujo ni en el desarrollo de capacidades defensivas, geoestrategia para contrarrestar el accionar británico en el Atlántico Sur o la puesta en marcha de la base integrada de Ushuaia- a un alineamiento “automático” con Estados Unidos, donde la cuestión Malvinas pasó a segundo plano y el discurso se centró en la vaguedad que las Fuerzas Armadas vienen a defender la “libertad de los argentinos” y comenzó a deslizarse en el discurso una agenda que viene desde Washington, especialmente en involucrar a los militares argentinos en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.

Así lo manifestó el ministro de Defensa saliente, Luis Petri, en la Cámara de Diputados de la Nación Argentina en defensa de su proyecto de reforma de ley de Seguridad Interior: “Llegó el momento de garantizar que ante amenazas terroristas vamos a utilizar todo el poder y la potencia del estado, y todos los instrumentos a disposición del estado, entre ellos el instrumento militar”. En este punto, la pregunta obligada es a qué amenaza terrorista se refiere el ministro. No lo aclaró.

Cabe recordar qué decía el proyecto, que por suerte duerme el sueño de los justos en la comisión de Defensa de Diputados: “En caso de producirse un hecho que tenga por finalidad aterrorizar a la población y dé origen a una investigación penal en el marco del artículo 41 quinquies del Código Penal de la Nación Argentina – Ley 11.179 (TO 1984 actualizado), el Comité de Crisis podrá ampliar el requerimiento al ministerio de Defensa para que las Fuerzas Armadas realicen: a) patrullaje; b) control de personas y vehículos; c) operaciones de control en puestos fijos o móviles; d) control y vigilancia de instalaciones inmuebles; e) aprehensión en flagrancia. En el requerimiento se deberán especificar las posibles acciones a desplegar, el área geográfica específica de actuación y el tiempo de duración. En caso de detectar un presunto delito, las Fuerzas Armadas deberán adoptar las acciones necesarias para hacer cesar sus efectos y comunicarán su actuación de forma inmediata al fiscal o juez competente, según corresponda. El ministerio de Defensa deberá elaborar las reglas de empeñamiento conforme al requerimiento efectuado. En estos supuestos, el uso de la fuerza se regirá en los mismos términos y condiciones vigentes para las Fuerzas de Seguridad nacionales, quedando expresamente habilitadas a la realización de operaciones de Seguridad Interior».

El contenido del proyecto parece indicar que los asesores del ministerio de Defensa no saben o no entienden que el personal militar no está capacitado para acciones propias de una fuerza policialAdemás, es interesante resaltar, a este gobierno tan cercano a Estados Unidos, en dicho país, la Posse Comitatus Act prohíbe a las fuerzas armadas estadounidenses actuar en cuestiones de seguridad interior, solo en condiciones que sea autorizado expresamente por el Congreso en casos excepcionales, ante conatos de guerra civil o sedición. 

Una vez más, Petri siguió la “costumbre” común en los titulares del ministerio de Defensa -iniciada en 2011 con la Operación Escudo Norte- de enviar a militares en apoyo a las fuerzas federales a vigilar la Frontera Norte. La resolución que prevé la Operación Julio Argentino Roca, como se denomina el despliegue de fuerzas militares en la zona norte de nuestro país, tenía previsto el inicio de las actividades en abril de 2025, pero finalmente el despliegue comenzó en agosto, por medio de otra resolución (prueba del nivel planeamiento en lo que respecta al equipo político del ministerio de Defensa).

El grado de improvisación de la resolución 347/2025 es notorio. En su artículo 1 dice: “Dispónese el inicio de la ‘Operación Presidente Julio Argentino Roca’, en adelante ‘Operación Roca’, que implicará el despliegue de medios y personal a desarrollarse en la Zona de Seguridad de Fronteras Norte y Noreste, desde el 15 de abril al 15 de diciembre del 2025”. No se fijan objetivos, por ende, afecta al planeamiento y a los medios desplegados. Estamos otra vez ante la improvisación, agregándose un tema no exento de polémica: la facultad de aprehensión en caso de flagrancia. Las reglas de empeñamiento que determinan bajo las circunstancias que puedan ser detenidos civiles por personal militar en casos de flagrancia, fueron declaradas de carácter reservado. Un hecho inadmisible en tiempos de democracia. A ello se agrega que la resolución entra en colisión con la ley 24.059 de Seguridad Interior, que es muy clara respecto a las circunstancias en las que pueden actuar las Fuerzas Armadas en seguridad interna. Solo es aceptable dictar reglas de empeñamiento o enfrentamiento, tengan carácter reservado en caso de un conflicto armado. 

La Operación Roca,es una manera encubierta de dar roles policiales a las Fuerzas Armadas para lidiar con problemas tales como el contrabando, tráfico de personas, narcotráfico y otros delitos de índole federal. Asimismo, la eficacia del patrullaje tiene limitaciones sin inteligencia y ante la falta de cooperación transfronteriza con organismos de seguridad de Bolivia. Un tema espinoso es la ley de Derribos como aplica Brasil, de la que Patricia Bullrich era ferviente partidaria, pero Estados Unidos no está de acuerdo con su aplicación y al parecer el gobierno argentino es permeable a esta postura.

Por ende, en la frontera norte solo hay fuerzas terrestres, apoyados por un avión de Diamond de patrulla y reconocimiento, algunos helicópteros cargados de años, radares fijos y móviles, pero con ausencia de medios aéreos destinados a la interceptación y policía aérea. Las plataformas ideales son el IA-63 Pampa y el avión de ataque liviano FMA IA-58 Pucará, cuyo programa de modernización está paralizado. El ministerio de Defensa tampoco explica por qué nunca se adquirió un avión de alerta temprana como exige del decreto 1407/2004 de creación del Sistema Nacional de Vigilancia Aeroespacial. 

El fracaso de la gestión de las empresas de Defensa

La llegada del presidente Javier Milei a la presidencia abrió nuevamente las puertas para las privatizaciones al mejor estilo de la década del 90. De años de manejo irresponsable, con excepciones, pasamos a una política de deshacerse de valiosos activos del estado, donde una vez más, como en tiempos del menemismo, el ahorro público pasa a manos privadas con un criterio recaudador. Las empresas del área de defensa no fueron la excepción.

La Fábrica Argentina de Aviones (FADEA), ubicada en la provincia de Córdoba, es crónica de un fracaso, agregándose el amateurismo con el cual se maneja la empresaincluyendo al ministerio de Defensa, en especial cuando una ignota empleada hizo una serie de modificaciones al contrato de modernización de seis aviones Pampa III “Block 2”. La justificación de la exjefa de asesores de Luis Petri, Luciana Carrasco, en la Cámara de Diputados, fue que hubo errores administrativos –no quedó en claro cuáles– y que no permitiría que contratos de defensa “salvaran” a la empresa con problemas de gestión. Un detalle que la funcionaria olvidó, es que el estado nacional es el principal accionista y el ministerio de Defensa tiene responsabilidades. Si hay mala gestión, ello atañe al organismo al que ella pertenecía. Asimismo, demuestra desconocimiento al impedir que la Fuerza Aérea disponga de medios adecuados para entrenamiento avanzado, con los recursos tecnológicos correspondientes, para los futuros pilotos de los aviones F-16, la nueva “joya de la corona” de la aeronáutica militar.

FAdeA está íntimamente ligada a la Fuerza Aérea. La temática de la investigación, desarrollo y producción, en lo que específicamente le corresponde, fue considerada y estructurada por dicha institución como una actividad más, insertas en las direcciones Generales de Sistemas y Material. La primera era responsable de la investigación, desarrollo y administración de proyectos, siendo la parte ejecutiva la dirección de material, tanto en la fabricación (la ex Área Material Córdoba, hoy FAdeA) como al mantenimiento y reparación. La privatización del Área Material Córdoba / Fábrica Militar de Aviones rompió con este equilibrio, dado que la citada entidad estaba orientada a producir aeronaves específicas para la Fuerza Aérea, además de mantenimiento y modernización del material aéreo en servicio. En síntesis, nunca tuvo un fin comercial. Por sus capacidades e instalaciones, debería haber sido el centro de apoyo a los aviones F-16, pero curiosamente la Fuerza Aérea, dispersando medios y recursos, invirtió el esfuerzo en el Área Material Río Cuarto, agregándose que las otras fuerzas también tienen instalaciones de mantenimiento aeronáutico y, como señaló el ingeniero Ricardo Runza, reconocido experto en la materia: “Es como tener cinco FAdeA, lo que genera un gasto ineficiente”. 

Fabricaciones Militares SAU también atraviesa problemas, a pesar de tener una oportunidad con el potencial del negocio minero que demanda el uso de explosivos, el ministerio de Defensa poco y nada hace para la puesta en valor de la Fábrica Militar de Explosivos y Pólvoras de Azul, conocida como FANAZULLa planta está completamente paralizada.

La planta de Jáchal fue desmantelada a pesar del potencial del negocio de la minería en la región de Cuyo. Despidos, recortes de presupuesto, llevaron a un “estado de alerta” gremial. La planta de Río Tercero, está una situación crítica, afectada por los retiros voluntarios, líneas de producción paralizadas (como la metalmecánica, destinada a reparar/construir vagones). En este sentido, la crisis de Petroquímica Río Tercero que compraba el 90 por ciento de ácido nítrico, que garantizaba el pago de salarios de la fábrica militar, fue un golpe de gracia.

Existe la posibilidad cierta del cierre de una planta industrial clave en la producción de químicos vitales para fabricar explosivos, pólvoras, etcétera. La planta de Villa María solo produce pólvoras monóbasicas, quedando paralizada la producción Nitroglicerina y Dinamitas, como el área de planta de ácidos y nitrocelulosasLa fábrica Fray Luis Beltrán, en Santa Fe, sobrevive produciendo chalecos y municiones

Tandanor SACIyN fue el taller de reparaciones navales más grande del Atlántico Sur en su momento, hoy acumula deudas con proveedores; tiene proyectos paralizados como la construcción de una docena de remolcadores. La empresa padece las consecuencias de la política económica, que afecta a la industria naval. A ello se agrega la falta de creatividad para aprovechar las instalaciones del astillero Almirante Storni, en asociación con el sector privado.

El “gran éxito” del área de Industria del ministerio de Defensa es organizar congresos y seminarios, como el Congreso de Ciencia, Tecnología e Innovación para la Defensa, llevado a cabo los primeros días de octubre de 2025, donde expusieron empresas, las fuerzas armadas, organismos de ciencia y tecnología. En otras palabras, una expresión de deseo a cielo abiertoPuro marketingcomo la tradicional entrega de medallas a veteranos de la guerra de Malvinas. Espectáculo de bandas, visitas abiertas al público.

Mientras los funcionarios del área de Defensa se llenan la boca de proyectos, Fabricaciones Militares es objeto de una estrategia de vaciamiento, FAdeA SA agoniza y Tandanor se llena de deudas.

Los países vecinos siguen otra estrategia. Chile apuesta a un ambicioso programa de construcciones navales y la fabricación del avión de instrucción básica Newen. Brasil se posiciona como exportador de aeronaves militares con sus productos estrella: el avión de transporte táctico KC390 y el avión de ataque liviano Super Tucano. Perú va por un programa de construcción de fragatas y cierra acuerdos para ensamblar blindados con tecnología surcoreana (paso previo a desarrollar capacidades de fabricación). 

Defensa Nacional en Argentina, un espejismo

En dos años de gestión libertaria de la Defensa el país sigue sin un Sistema de Defensa Nacional operativo. La negativa de invertir en obra pública afecta la “preparación territorial”, o sea, el desarrollo de infraestructuras de utilidad para el desarrollo, pero también para la defensa nacional (puertos, aeropuertos, redes ferroviarias que puedan emplearse para el despliegue de fuerzas en una crisis).

El presidente Javier Milei posando frente al F-16 de segunda mano comprado a Dinamarca.

El campo de batalla del siglo XXI demanda innovación tecnológica, algo difícil en el clima de austeridad fiscal, además de observar escasos avances en materia de sistemas no tripulados, ciberdefensa, sistemas de comando y control; defensa antiaérea moderna; de adquirir una plataforma aérea de alerta temprana; un despliegue inadecuado, que obedece a criterios geopolíticos ya superados; falta de expectativa profesional por bajos salarios y prestaciones sociales deficitarias; faltan millares de soldados para un adecuado funcionamiento de las unidades; un complejo industrial en agonía, con pérdida de recursos humanos valiosos y capacidades productivas difíciles de recuperar.

Bases y cuarteles están en mal estado. La lista sigue. No cabe duda que la gestión libertaria, ironías del destino, se asemeja al kirchnerismo que tanto crítica: improvisación, narrativa y voluntarismo. Mientras tanto, la Argentina permanece indefensa e inerme frente a un escenario internacional cada vez más inseguro y voraz por los recursos naturales. Y es precisamente a raíz de estas riquezas que, tarde o temprano, el mundo golpeará nuestras puertas.

Jorge Suárez

Después de Petronas, Shell se retira del proyecto Argentina LNG

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Luego de que Petronas se retirara en diciembre del año pasado del proyecto de exportación de gas natural licuado que lidera YPF, Shell apareció inmediatamente como su reemplazante neutralizando la incertidumbre que había generado la salida de la compañía de Malasia. Sin embargo, un año después es la propia Shell la que decidió bajarse.  

“Shell ha decidido no avanzar con la fase inicial del proyecto de GNL de Argentina. Inicialmente, Shell solo participó en la fase pre-FEED. Seguimos considerando a Argentina como un mercado de crecimiento potencialmente atractivo para la exportación de GNL. Por lo tanto, Shell continúa explorando opciones de expansión con YPF para el GNL de Argentina”, aseguró la firma a través de un breve comunicado.

La decisión de Shell se vio influenciada por varias razones y, si bien en el último año YPF logró también sumar a la italiana ENI y pugna por conseguir el desembarco de ADNOC, la petrolera estatal de Abu Dhabi, lo cierto es que el retiro de la compañía angloholandesa no es una buena noticia para el proyecto de exportación de Gas Natural Licuado.

Tercero en discordia

Fuentes del mercado reconocieron que el ingreso de ENI descolocó a Shell. El proyecto inicial era solo con YPF y de pronto la firma angloholandesa se encontró con un tercer socio con el que no tiene una relación muy fluida en el escenario internacional. Son compañías con una cultura institucional diferente que no terminan de congeniar. Por lo tanto, ese desembarco introdujo ruido en la relación con YPF.

En diciembre de 2024, YPF y Shell habían firmado el acuerdo de desarrollo del proyecto consistente en la instalación de un buque licuefactor con una capacidad de 6 MTPA. A su vez, en junio de este año, YPF y ENI firmaron un nuevo acuerdo, en el que se definieron los pasos requeridos para alcanzar la decisión final de inversión de la última fase del proyecto “Argentina LNG”, que prevé la incorporación de 2 buques con una capacidad conjunta de 12 MTPA. Además, se informó que YPF, Shell y ENI integrarían estas fases para optimizar costos y acelerar plazos. De este modo, ambas fases iban a avanzar de manera conjunta compartiendo infraestructura clave

YPF, por su parte, parece sentirse más cómoda con ENI que con Shell. El presidente y CEO de YPF, Horacio Marín, entabló una relación fluida con su par italiano Claudio Descalzi, que nunca llegó a tener con las autoridades globales de Shell. Además, el paraguas político que brinda la buena relación entre el presidente Javier Milei y la presidenta de Italia Giorgia Meloni también colaboró para estrechar ese vínculo.

Horacio Marín junto a su par italiano de ENI Claudio Descalzi. En el fondo, Javier Milei y Giorgia Meloni.

Presiones privadas y públicas

Al mismo tiempo que reforzó su alianza con ENI, en su afán de acelerar los plazos del proyecto —que de concretarse llevará el desarrollo de Vaca Muerta a otro nivel global— la compañía controlada por el Estado Nacional empezó a presionar a Shell para que se comprometiera más con la iniciativa, primero de forma privada y luego públicamente. “Estamos trabajando para cerrar el acuerdo, pero si no es Shell será otra compañía, la vida es así«, aseguró Marín en el último Forbes Energy Summit para referirse a la marcha de la denominada Fase III del proyecto Argentina LNG.  

«La velocidad que le estamos imponiendo con ENI y ADNOC no es una forma normal de hacer las cosas. Ya tenemos los barcos, negociaciones encaminadas, vamos muy rápido», agregó para diferenciar del ritmo de las charlas con Shell.

Esa presión pública incomodó a Shell, la cual, al verse forzada a tener que definir en plazos que no eran los que tenía previstos, decidió finalmente dar un paso al costado.

El desafío de la integración

En medio de esa negociación hubo otro dato que molestó a la compañía angloholandesa. YPF negocia el desembarco de la italiana ENI en tres áreas de Vaca Muerta en la ventana de gas húmedo donde la petrolera está asociada con Pluspetrol: Aguada Villanueva, Las Tacanas y Meseta Buena Esperanza. Cuando se enteró de esta negociación, Shell dejó trascender en privado que le interesaba sumarse, pero su pedido no tuvo una buena recepción por parte de YPF.

La salida de Shell supone un doble desafío para YPF. Por un lado, porque desde el punto de vista financiero es un golpe para el proyecto que esta compañía haya quedado afuera. Y, por otro lado, porque la intención es que los socios de Argentina LNG trabajen de manera integrada a lo largo de toda la cadena de producción.

Shell ya está trabajando en el upstream de Vaca Muerta, donde acaba de inaugurar una planta de tratamiento de petróleo y gas en Bajada de Añelo, una de las áreas que opera en Neuquén. ENI y ADNOC, en cambio, no operan en la formación no convencional y su desembarco va a llevar cierto tiempo en caso de que las negociaciones avancen.

Fernando Krakowiak y Nicolás Gandini

A 60 años que Jorge Leal llevó la bandera argentina al Polo Sur

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Jorge Edgar Leal nació en 1921 en Rosario de la Frontera, Salta, en el extremo noroeste argentino. Ingresó de joven al Colegio Militar de la Nación y desarrolló la carrera militar hasta que llegó a sus oídos la noticia de que el general hernán Pujato, a cargo del recientemente creado Instituto Antártico Argentino (IAA), necesitaba oficiales.

Fue entonces, a inicios de la década del cincuenta, cuando su vida dio un giro inesperado. Desde la tierra de Güemes partió, con poco más de treinta años de edad, hacia misiones de frontera en las regiones más australes del país. A partir de ese momento, su destino quedó para siempre ligado al continente blanco.

El gobierno de entonces, encabezado por Juan D. Perón, fue decisivo para el reclamo argentino de soberanía sobre una porción de la Antártida y mares adyacentes. Desde 1943, cuando Gran Bretaña lanzó la Operación Tabarín, la tensión en el sur se intensificó: Inglaterra buscaba fortalecer su presencia para sostener sus exigencias sobre un espacio que abarca la totalidad del territorio pretendido por Chile y Argentina. El presidente Perón tomó cartas en el asunto e inició una etapa de crecimiento y consolidación de la presencia nacional en la región antártica. En ese sentido, una de sus decisiones paradigmáticas fue la implantación en 1946 del mapa bicontinental de la Argentina (el mismo que en 2010 fue declarado obligatorio para el uso en organismos públicos). Más adelante, en 1951, se puso en marcha el IAA dentro del Ministerio de Asuntos Técnicos, siendo el primer organismo científico antártico del mundo. Y el mismo año se estableció la base San Martín, la primera continental al sur del Círculo Polar.

Fue en ese contexto que Hernán Pujato seleccionó a Jorge E. Leal para fundar una nueva base del Ejército en la Antártida. Así fue que, en 1953 y con escasos medios, el joven oficial de Caballería estableció la base Esperanza —que hoy constituye un pequeño poblado y alberga la primera y única escuela del continente—. Luego cumplió funciones en la base San Martín y en la base Belgrano I. Este último destino le fue asignado tras el golpe de 1955 y la destitución de Pujato debido a sus vínculos con el peronismo.

A partir de entonces, Leal se convirtió en la figura central del Ejército en la Antártida, llegando a ocupar el cargo de Director Nacional del Antártico (DNA) tras su creación en 1969.

A fines de la década de 1950 se establecieron internacionalmente las bases del régimen jurídico antártico. Luego del Año Geofísico Internacional (1957-1958), se avanzó en la firma del Tratado Antártico (1959). Leal participó activamente en este proceso crucial para la historia del continente blanco y para la defensa de la posición argentina en la mesa de negociación. Nuestro país había sido pionero en la exploración de la región, con hitos indiscutibles como la presencia permanente desde 1904 en la base Orcadas, la más antigua del continente.

Sin embargo, requería alcanzar un objetivo simbólicamente decisivo: ser una de las naciones capaces de llegar al Polo Sur. Noruega, Gran Bretaña, la expedición transantártica de la Commonwealth y los Estados Unidos —que en 1957-1958 establecieron la base Amundsen-Scott en el propio vértice sur del planeta— ya lo habían logrado. Por eso, a comienzos de los años sesenta, la Argentina se propuso alcanzar también esa meta.

La preparación

Antes de la excursión terrestre, se realizaron dos viajes al Polo Sur por aire. Primero, fue la Armada la que a inicios de 1962 logró aterrizar dos aviones C-47 de la Aviación Naval, izando por primera vez la bandera argentina en el extremo austral del mundo. Segundo, fue la Fuerza Aérea la que repitió la proeza en noviembre de 1965, con tres aviones, uno los cuales continuó viaje hasta la base McMurdo de los Estados Unidos, atravesando todo el continente y constituyéndose en el primer vuelo transpolar argentino. Ambos fueron logros significativos y los datos cartográficos que aportaron fueron de importancia ya que el territorio entre el Mar de Weddell y el polo era prácticamente desconocido.

Pero el verdadero desafío era lograr llegar por tierra, tarea que fue encomendada al Ejército y, en particular, a Jorge E. Leal. Durante tres años, el coronel trabajó en cada detalle. A fines de 1963, desde la base Belgrano se iniciaron los estudios de terreno para definir posibles rutas hacia el interior de la meseta antártica. Esa planificación incluía establecer una base de apoyo intermedia —aproximadamente a los 83° de latitud sur— equipada con provisiones, combustible y material técnico.

Para la travesía se seleccionaron seis tractores snow-cat, capaces de desplazarse sobre la nieve y arrastrar trineos cargados de suministros. También se definieron el vestuario, el equipamiento, las herramientas mecánicas y la composición del grupo. La correcta selección del personal era fundamental: en un entorno tan extremo no solo se ponía a prueba la preparación técnica, sino también la fortaleza anímica de cada integrante.

Debe tenerse en cuenta que, tras la firma del Tratado Antártico, la expedición debía poseer un carácter eminentemente científico. Por ello se trasladó personal especializado y equipos destinados a realizar mediciones en glaciología, meteorología y gravimetría. Sin embargo, la misión también respondía a un objetivo estratégico fundamental: afirmar la capacidad argentina de alcanzar todos los rincones del territorio que considera propio en la Antártida. No se trataba sólo de una hazaña exploratoria o de un proyecto científico, sino también de un acto deliberado de soberanía territorial.

La expedición

El 26 de octubre de 1965 comenzó la Operación 90. A partir del reconocimiento aéreo se tenía una idea general del terreno, pero aún se ignoraban sus peligros concretos; por eso el avance debía ser lento y extremadamente cuidadoso. El equipo, integrado por diez hombres, partió desde la base Belgrano situada en la Barrera de Hielos Filchner. Hasta el Polo Sur los separaban unos 1.500 kilómetros mayormente desconocidos.

Es fundamental destacar el papel de la patrulla que abrió camino —la llamada Patrulla 82, compuesta por cuatro hombres con trineos tirados por perros— que cartografió montañas desconocidas (como el cordón Santa Fe) y marcó una ruta segura evitando grietas y zonas intransitables. El 4 de noviembre, la patrulla de apoyo y la columna de asalto se reunieron en base Sobral —instalada ese mismo año como base científica avanzada— donde realizaron mantenimiento mecánico.

La dureza de la travesía quedó registrada en el informe de viaje de Leal, así como en numerosos relatos posteriores: grietas enormes, tormentas, frío extremo y situaciones de riesgo. De hecho, uno de los mecánicos resultó herido en Sobral y debió ser reemplazado, lo cual alteró la composición del grupo, aunque no detuvo la misión. En la Antártida, por aquellos tiempos, incluso una lesión menor podía convertirse en una amenaza grave.

Desde base Sobral continuaron hacia la meseta, enfrentando ventiscas, grietas y la vastedad implacable del continente blanco. La columna principal avanzó con seis tractores snow-cat, que remolcaban trineos cargados con provisiones, combustible y equipos. El trayecto fue duro: tormentas constantes, temperaturas inferiores a –30 °C, luz permanente del verano polar y un terreno traicionero con grietas capaces de engullir un convoy completo. Por lo que el esfuerzo físico y mental es muy alto, con largas marchas, desgaste permanente de la maquinaria y condiciones meteorológicas severas. A ello se sumaban dificultades de orientación, ya que la brújula no funciona en esas latitudes y durante el día polar no pueden usarse las estrellas. Además, el fenómeno del “blanqueo antártico” —la ausencia total de sombras por la reflexión uniforme de la luz— eliminaba el contraste y la percepción de profundidad, generando desorientación y riesgos permanentes.

Luego, en medio de la nada, en la inmensidad del continente blanco, llegó un nuevo problema: el hielo. Cuenta Alfredo Pérez, el último sobreviviente de la expedición, que “no teníamos experiencia en la altura. Siempre trabajamos en el llano. Nuestros esquíes estaban hechos para operar en la nieve. Pero cuando alcanzamos los 1200 metros de altura se acabó la nieve y apareció hielo… ¡y el hielo nos rompió los patines de los trineos en los que llevábamos la carga! De pronto, entendimos que teníamos que volver, no nos quedaba otra, porque no teníamos donde llevar la nafta. Imagínese, habíamos hecho ya casi 600 kilómetros… Los trineos no estaban preparados para suelo duro, eran para nieve. Y a nosotros ni se nos ocurrió que íbamos a encontrar hielo”.

Sin embargo, cuando estaban por bajar los brazos, encontraron una solución muy argentina para su problema. ¡Lo ataron con alambre! Continúa Pérez: “estuvimos dos días soldando con la autógena, atando con alambre y con soga. Así logramos recuperar cinco trineos y pudimos seguir. A partir de ahí bajamos aún más la velocidad, anduvimos con muchísimo cuidado, despacito”.

Finalmente, tras 45 días, el 10 de diciembre de 1965 el grupo alcanzó el Polo Sur. Por primera vez en la historia, la Argentina llegó por tierra con su bandera al extremo austral de su territorio: 7.582 kilómetros al sur de La Quiaca. El equipo que alcanzó el Polo Sur bajo el mando del coronel Leal estuvo formado por diez integrantes: Jorge Edgar Leal (jefe del grupo), Gustavo Adolfo Giró (segundo jefe y responsable de las tareas científicas), Ricardo Bautista Ceppi (suboficial principal, mecánico), Julio César Ortíz y Alfredo Florencio Pérez (sargentos ayudantes, mecánicos), Jorge Raúl Rodríguez, Roberto Humberto Carrión, Adolfo Oscar Moreno y Domingo Zacarías (sargentos primeros, mecánicos, topógrafos y comunicaciones), y Oscar Ramón Alfonso (cabo, patrulla).

Tras cinco días de recuperación en la base Amundsen-Scott (¡luego los estadounidenses mandaron el gasto de comida a la embajada argentina!), el 15 de diciembre iniciaron el regreso, que fue más rápido al recorrer un camino conocido. El 31 de diciembre estaban de vuelta en la base Belgrano. La expedición completa duró 66 días y recorrió cerca de 2.980 kilómetros, llegando al vértice absoluto del país: el extremo del mundo.

El legado

Argentina se convirtió en el primer país en alcanzar el Polo Sur partiendo del mar de Weddell y regresando a él, siempre dentro del Sector Antártico Argentino. Además del valor simbólico y político, la misión dejó un legado científico significativo: durante la marcha se realizaron observaciones geológicas, gravimétricas y meteorológicas que aportaron información inédita sobre una de las zonas menos conocidas del continente.

Pero la cuestión de fondo de la Operación 90 no era simplemente explorar: era ejercer soberanía. Para Leal, la expedición representaba la prueba concreta de que la Argentina poseía la capacidad técnica, logística y humana para alcanzar “los últimos reductos” de su territorio antártico. Para él, la misión tenía un propósito central: “afirmar la capacidad argentina de alcanzar todos los rincones de lo que considera su territorio soberano, fortaleciendo los derechos de soberanía que el país esgrime en la Antártida Argentina.” Al llegar al Polo Sur por tierra, el país demostró que podía conectar su presencia efectiva con el extremo más remoto de la Tierra.

La gesta consagró a Leal —hasta su fallecimiento en 2017— como uno de los grandes referentes de la Antártida Argentina, junto a Hernán Pujato, a quien siempre reivindicó. Y su compromiso no terminó con la expedición: continuó participando en políticas de presencia y apoyo logístico, impulsando la defensa de los derechos argentinos en el sistema antártico e integrando debates sobre el futuro de la región. Su figura encarna la voluntad de una nación de llevar su bandera hasta los confines del mundo, aun con recursos limitados, sacrificio y determinación. La Operación 90 dejó una huella indeleble en la historia antártica nacional.

Dos elementos más deben ser resaltados sobre Jorge E. Leal. Por un lado, en sus escritos y declaraciones, insistió en una visión americana del continente blanco. Sostenía que esa parte de la Antártida corresponde “a todos los países sudamericanos que tengan interés en ir”, es decir, una Antártida sudamericana, vinculada geológica y geográficamente al continente por la continuidad de la cordillera de los Andes. De este modo, rechazaba las pretensiones británicas sobre los territorios antárticos reclamados por Chile y Argentina.

Por otro lado, destacó por su defensa de la democracia. Mantuvo una postura crítica frente a los sucesivos golpes de Estado, así como hacia los gobiernos militares. Postura que en tres oportunidades le significó ser detenido por sus colegas de armas. Tras el retorno democrático, en 1984, fue uno de los cofundadores del Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA), del cual fue su primer presidente.

Hoy, cuando una parte importante de las Fuerzas Armadas asume el triste papel de acompañar y celebrar la entrega absoluta de la soberanía por parte del gobierno de Javier Milei, es más importante que nunca recuperar para las nuevas generaciones la historia de Jorge Leal, del CEMIDA y de tantos militares de la línea sanmartiniana que alguna vez dieron gloria a la Argentina.

Fuentes

Jorge Edgar Leal escribió un informe donde narra día por día los avatares de la expedición. El libro se titula Operación 90 y fue editado en 1976 por el Instituto Antártico Argentino. Se encuentra disponible en la Biblioteca Pública de la UNLP. Además, pueden consultarse las entrevistas de 2013 a Leal en el portal Educ.ar y de 2024 a Alfredo Pérez en La Nación. En 2017, año del fallecimiento de Leal, aparecieron varias notas en la prensa alusivas a su vida y obra, tales como la del Centro Cultural Argentino de Montaña, La Nación e Infobae. Por último, sobre el contexto, recomendamos el libro “La pugna antártica”, de Pablo Fontana, y la línea histórica publicada en la página web de la Dirección Nacional del Antártico. En el Museo Antártico “General de División Hernán Pujato” se puede observar parte de los equipos y vestuario utilizados en la Operación 90

Santiago Liaudat

El gobierno creó la Secretaría de Asuntos Nucleares. La encabeza el presidente de Dioxitek

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El gobierno nacional dispuso este martes la creación de una Secretaría de Asuntos Nucleares en la órbita del Ministerio de Economía, que estará encargada de liderar la política para ese sector. Al frente de la flamante secretaría estará el actual presidente de DioxitekFederico Ramos Napoli, quien forma parte del armado político encabezado por el estratega presidencial Santiago Caputo.

Mientras que la continuidad de Ramos Napoli en la empresa estatal será definida en los próximos días, la novedad se produce al cumplirse un año del anuncio de un «Plan Nuclear Argentino«. El presidente Javier Milei había designado al frente de esa tarea a Demian Reidel, uno de sus asesores por ese entonces y actualmente presidente de Nucleoeléctrica Argentina, la empresa generadora nuclear estatal que el gobierno busca privatizar parcialmente.

Sin embargo, tanto el nuevo plan nuclear como la creación de un Consejo Nuclear nunca fueron formalmente institucionalizados por ley o decreto. En contraste, la creación de la Secretaría de Asuntos Nucleares define con claridad que la política sectorial ahora dependerá de Ramos Napoli.

Alcances del decreto 866

El decreto 866 publicado este martes en el Boletín Oficial dispuso una serie de cambios en el organigrama de la administración pública nacional. Entre estos destaca la creación de la nueva Secretaria de Asuntos Nucleares y la transferencia de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de la órbita de la Jefatura de Gabinete de Ministros al Ministerio de Economía que conduce Luis Caputo.

La flamante cartera tendrá dos subsecretarias, una de Aplicaciones de Tecnología Nuclear y otra de Políticas Nucleares, y ejercerá el control tutelar de la CNEA. También participará en la política minera en coordinación con la Secretaría de Minería, con foco especial en producir tierras raras y uranio.

La apertura de esta secretaria es leída en el sector nuclear como una suerte de recreación de la Subsecretaría de Energía Nuclear que existió durante la presidencia de Mauricio Macri. El gobierno de Alberto Fernández discontinuó esa subsecretaría y volvió a empoderar a la CNEA en la conducción de la política nuclear.

Ramos Napoli, secretario de Asuntos Nucleares

Economía informó este martes que el actual presidente de Dioxitek será el nuevo secretario de Asuntos Nucleares. Ramos Napoli ingresó el año pasado en la empresa estatal, ocupando el cargo de gerente general. El gobierno lo promovió a la presidencia de la empresa en octubre.

Planta de Dioxitek en Córdoba.

Dioxitek es una empresa estatal que participa en la cadena de fabricación de los combustibles para las centrales nucleares argentinas. Concretamente importa concretado de uranio y realiza el servicio de conversión a dióxido de uranio, que es el polvo con el que se fabrican las pastillas que van insertas dentro de los elementos combustibles. También suministra fuentes de Cobalto-60 para aplicaciones médicas e industriales.

Ramos Napoli, un abogado especializado en derecho administrativo y corporativo, lideró hasta el momento un proceso de reestructuración de la empresa, con la meta de volverla rentable. La empresa resolvió en el último tiempo deudas que tenía con Kazatomprom por la importación de concentrado de uranio, con la CNEA, y con proveedores del proyecto de Nueva Planta de Uranio (NPU) en Formosa.

La gestión de Napoli también puso el foco en reacondicionar y sostener la capacidad de producción de dióxido de uranio en la planta que tiene en Córdoba y en explorar nuevas oportunidades de negocio. Una de las alternativas bajo estudio es producir y exportar hexafluoruro de uranio, el compuesto que se utiliza como materia prima en el proceso de enriquecimiento de uranio.

Las centrales nucleares argentinas utilizan uranio natural como combustible y agua pesada como moderador de la reacción en cadena y refrigerante, por lo que una eventual producción de hexafluoruro sería para abastecer a la demanda internacional de combustible con uranio enriquecido.

Nicolás Deza

Una interfaz cerebro-computadora podría tratar enfermedades como el ELA y la epilepsia

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Un equipo de científicos estadounidense ha desarrollado una interfaz cerebro-computadora (BCI,por sus siglas en inglés)de silicio del grosor de un cabello, que se puede implantar en el cerebro y que es capaz de transferir datos a altas velocidades. El dispositivo, afirman sus creadores, transformará la interacción entre humanos y computadoras.

El BCI se podrá usar en el tratamiento de afecciones neurológicas como la epilepsia, lesiones medulares, ELA, accidentes cerebrovasculares y ceguera, ayudará a controlar las convulsiones y a restaurar las funciones motoras, del habla y visuales gracias a un diseño ‘mínimamente invasivo’ pero de alto rendimiento.

Chip de silicio ultrafino para conexión cerebral inalámbrica

La interfaz usa un chip de silicio para establecer una conexión inalámbrica de gran ancho de banda entre el cerebro y un ordenador externo. 

La plataforma se denomina Sistema de Interfaz Biológica con la Corteza (BISC) y ha sido desarrollada por investigadores de la Universidad de Columbia, el Hospital Presbiteriano de Nueva York, la Universidad de Stanford y la Universidad de Pensilvania.

El BCI incluye un único chip implantable que funciona como una ‘estación repetidora’ portátil, y el software personalizado necesario para que funcione el sistema, detallan los autores en un artículo en Nature Electronics.

«La mayoría de los sistemas implantables se construyen en torno a un contenedor de componentes electrónicos que ocupa un enorme volumen de espacio dentro del cuerpo», comenta Ken Shepard, ingeniero en la Universidad de Columbia, uno de los autores principales del trabajo.

«Nuestro implante es un único chip de circuito integrado tan fino que puede deslizarse en el espacio entre el cerebro y el cráneo, apoyándose en el cerebro como un trozo de papel de seda húmedo», detalla. 

Potencial revolucionario para trastornos neurológicos

Que BISC esté formada por un solo chip «allana el camino para las neuroprótesis adaptativas y las interfaces cerebro-IA para tratar muchos trastornos neuropsiquiátricos, como la epilepsia», avanza Andrea Tolias, de la Universidad de Stanford y coautor del estudio.

«Este dispositivo de alta resolución y alto rendimiento de datos tiene el potencial de revolucionar el tratamiento de afecciones neurológicas, desde la epilepsia hasta la parálisis», afirma Brett Youngerman, de la Universidad de Columbia y colaborador clínico del proyecto. 

Tecnología CMOS: más pequeña, segura y potente

Las BCI son unas herramientas que, mediante sensores implantados en el cerebro, captan las señales eléctricas que las neuronas usan para transferir información por todo el cerebro y las convierten en acciones. 

Las más avanzadas que se utilizan hoy en día en el ámbito médico están hechas con componentes microelectrónicos, como amplificadores, convertidores de datos, transmisores de radio y circuitos de gestión de energía. 

Pero para que quepan todos estos elementos hay que implantar quirúrgicamente en el cuerpo un gran contenedor electrónico; extirpando una parte del cráneo o colocando el dispositivo en el pecho- y conectar los cables al cerebro.

BISC es distinta: todo el implante, que ocupa menos de una milésima parte del tamaño de un dispositivo convencional, es un único chip de circuito integrado de semiconductores complementarios de óxido metálico (CMOS) con un grosor de solo 50 micrómetros, como un cabello humano. 

Con un volumen total de aproximadamente 3 mm³, el chip flexible se adapta a la superficie del cerebro, pero integra 65.536 electrodos, 1.024 canales de registro simultáneo y 16.384 canales de estimulación. 

Implante mínimamente invasivo con conexión WiFi

El chip que se implanta incluye un transceptor de radio (un dispositivo que incluye un transmisor y un receptor), un circuito de alimentación inalámbrica, control digital, gestión de energía, conversión de datos y los circuitos analógicos necesarios para soportar las interfaces de registro y estimulación.

La estación repetidora es en sí misma un dispositivo WiFi 802.11, que en la práctica forma una conexión de red inalámbrica repetida desde cualquier ordenador al cerebro. 

«Al integrar todo en una sola pieza de silicio, hemos demostrado cómo las interfaces cerebrales pueden ser más pequeñas, más seguras y mucho más potentes», afirma Shepard.

Para probar los métodos quirúrgicos e implantar el dispositivo de forma segura, los autores usaron modelos preclínicos y demostraron su calidad y estabilidad. Ahora se están haciendo estudios en pacientes humanos.

«Los implantes pueden insertarse a través de una incisión mínimamente invasiva en el cráneo y deslizarse directamente sobre la superficie del cerebro en el espacio subdural. Su forma delgada como el papel y la ausencia de electrodos que penetren en el cerebro o cables que unan el implante al cráneo minimizan la reactividad de los tejidos y la degradación de la señal con el tiempo», comenta Youngerman.

Para acelerar su aplicación a la práctica clínica, los equipos de Columbia y Stanford lanzaron Kampto Neurotech que está desarrollando versiones comerciales del chip para aplicaciones de investigación preclínica y recaudando fondos para avanzar en el sistema hacia su uso en humanos. 

Quiero torpedos robóticos, de observación furtiva, merodeo y ataque

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YO no quiero submarinos franceses. Argentina no debe pagar un mango por ellos. Quiero torpedos submarinos robóticos armados, de observación, merodeo y ataque, desplegados en los fondos de la plataforma hasta la milla 201. Todos en «stand by», para no gastar sus baterías inútilmente.

No es una doctrina naval escrita por Flash Gordon. Existe desde el siglo pasado, sólo que aquí los almirantes no se enteran y quieren, para variar, quemar la chequera en algo que no deje un mango en industria local.

Quiero que esos torpedos se activen por hidrofonía cuando pasa una nave cerca o por arriba, y entonces desplieguen una boyita a superficie con una cámara, una fibra óptica y una antena en banda X.

Los quiero dirigidos todos desde el continente, mediante un link a un satélite GEO propio de ARSAT. El radioenlace depende de esa antena flotante. No hace falta que tenga una fibra óptica que la conecte al torpedo. Los códigos de comunicación entre la boyita y el torpedo deben ser encriptados y depender de pulsos de sonido de muy baja frecuencia. No se necesita mayor ancho de banda. Para transmitir coordenadas y recibir la orden de vigilar de modo solapado, o atacar, o de seguir durmiendo en el fondo, alcanza y sobra con pulsos de sonido.

Para mayor redundancia y no hundir tránsitos civiles, barcos propios o enemigos antes de tiempo, se identifica el barco en tierra por la emisión sónica de sus hélices y máquinas. Obviamente, los perfiles de ruido de cada barco deben estar almacenados en bases de datos (traducir como «librerías» en mal castellano).

Esos catálogos de identificación están en el continente. Sin orden presidencial, no hay ataque. A lo sumo, seguimiento. Furtivo o no, a elección del presidente (no de éste, por Dios). A veces es bueno pegarles un buen susto a los gringos, y ya.

Si la firma sónica es hostil y hay el enemigo parece preparar alguna perrada contra la Agentina, y en eso concuerdan tres torpedos dormilones por mayoría de 3 contra 2 hidrófonos, el presidente activa los respectivos torpedos por una señal vía satélite a través de las antenitas flotantes.

De ser posible, se añade un sistema de confirmación de alarma por satélites de radar en banda L, como nuestros SAOCOM 1 y 2. Están en órbita polar helisincrónica a 620 km. de altura. La tasa de revisita es más bien baja, es decir de inspección del mismo sitio del mar, es de 8 días para cada par de satélites. Se la puede disminuir mucho aumentando el número de pares de satélites.

Tener 6 u 8 satélites de observación en banda L requiere de baterías y antenas de gran potencia. Es caro, pero no tanto como comprar submarinos al pedo para que los franchutes y sus agentes locales hagan plata y la fuguen. Todo esto es difícil, pero está al alcance de nuestra tecnología. Ya lo hicimos con los SAOCOM 1 y 2.

La banda L requiere de antenas enormes. Nuestros 2 SAOCOM actuales agotan rápidamente la carga de las baterías, lo que da apenas unas 160 «fotos» del mar por día. Nada que no se pueda subsanar con baterías de iones de litio o de sodio, en lugar de las viejas de níquel-cadmio de nuestra flotita actual. Con placas fotovoltaicas de una eficiencia del 30 o 40% (chinas o chinas) la recarga de potencia puede ser mayor y más rápida.

Eso permitiría localización y vigilancia 24×7 del Mar Argentino, del puerto británico de Southampton, de la isla Ascensió, sin los cuales es casi imposible darnos una sorpresa, y de todo activo de la 4ta Flota de los EEUU en la costa oriental de La Tierra de los Bravos y Hogar de los Valientes.

¿LO HUNDIMOS O LO VIGILAMOS DE CERCA?

Si varios torpedos identifican el barco como hostil, por votación avisan a base terrestre, repliegan la boya con antena y salen a buscarlo por hidrofonía.

Triangulan su posición, eso no falla. Por cortesía hacia Su Majestad (la Tatcher no la tuvo con el ARAS Belgrano), uno de los tres drones submarinos reflota su boya óptica para confirmar y grabar el ataque, de modo que quede registrado con día, hora y ubicación.

No se trata de repetir la pavada del ataque al HMS Invincible, al que la Marina y la Aviación fajaron vuelta y vuelta en 1982, sin dejar constancia. 43 años más tarde, Inglaterra sigue negando que aquel ataque haya siguiera ocurrido, e incluso aquí hay quienes le creen.

Con un torpedo como testigo silencioso del ataque, los otros dos convergen sobre el barco.

Deben explotar bajo la quilla para sacarla del agua y romperla por el medio, nada de embestir el casco por laterales. Que ese gringo se hunda rápido y bien. Podemos ir a sacar a los sobrevivientes, si los hay, del agua antes de que se congelen. Los johnnies no tuvieron esa muestra de humanidad con el Belgrano.

We mean business. En mi barrio, «agarrate Catalina». Pero no somos turros.

Esos torpedos de vigilancia, merodeo y ataque tendrían que ser fabricados localmente, pagados en pesos, y desplegados de a centenares. INVAP y la CNEA pueden hacerlo, si Milei no los funde o los mata antes.

Exportar reactores nucleares argentinos es técnica y diplomáticamente más complicado. Pero mire, paisano, lo venimos haciendo desde 1981… y que nos echen los perros.

Estas cosas sólo serán posibles cuando el presidente Javier Milei y su actual Ministerio de Defensa se pudran, olvidados, en alguna cárcel y en el ataúd de las pesadillas y agachadas más horribles de nuestra historia nacional.

¡Viva la Argentina, compatriotas¡

Iba a añadir «Carajo» con 6 u 8 signos de exclamación. Pero ese slogan hoy huele a mierda.

Daniel E. Arias

(Por coincidencia, o tal vez no, hoy, 10 de diciembre, publicamos en AgendAR una noticia: la Marina del Brasil está desarrollando, y ensaya en un ejercicio reciente, sistemas similares a esta propuesta de Arias).

Cómo perdimos un portaaviones; dos astilleros y 2,6 millones de km2 de mar argentino

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El 2 de mayo de 1982, tras cambiar por cuenta propia sus propias reglas de ataque, la Royal Navy hundió el viejo crucero ARA Belgrano, muy al sur y sl oeste de las islas demasiado famosas. El ataque se produjo casi a quemarropa, en términos del oficio, con tres torpedos MK4 de la Segunda Guerra Mundial, sin sistemas de teleguiado o de guiado autónomos. El equivalente naval de un hacha de piedra, vamos.

El capitán del submarino nuclear ingles HMS Conqueror atacó en las aguas someras del Banco Burwood, mientras la formación del Belgrano y sus dos destructores antisubmarinos acompañantes se iban alejando de regreso al continente. A velocidad muy lenta, porque esta nave, la segunda en tonelaje y capacidad de fuego de la Armada, tenía las calderas y las turbinas reventadas por la falta de mantenimiento.

La Armada Naval Argentina en 1982 literalmente cagaba plata, pero aparentemente destinaba enormes partidas para mantener su red de espionaje y asesinato de compatriotas civiles. Y el Mar Argentino les servía no tanto para navegar como para tirar los cadáveres.

Las consecuencias de que una Fuerza Armada se dedique a cuestiones policiales, o más bien parapoliciales, son su deterioro rápido como fuerza de combate contra estados extranjeros. Tal vez en ello hay cierto sentido de ahorro infuso. Como descubrieron El Tigre Acosta o el Capitán Astiz, arrojar monjas y chicas adolescentes desde helicópteros es menos complicado que enfrentar a los enemigos territoriales de la Nación.

Lo cierto es que el 2 de Mayo de 1982 el HMS Conqueror no tuvo maldito el problema en ubicar a la cómicamente llamada Fuerza de Tareas Sur, a saber, un viejo crucero que supo ser veloz hasta que lo compramos, lisiado de gravedad, y dos destructores presuntamente muy antisubmarinos: tres perfectos ejemplares de chatarra yanqui descartada por la US Navy después de la Segunda Guerra Mundial. 

Qué sordos de hidrofonía debían estar las tres naves argentinas para no detectar al Conqueror. Los submarinos nucleares rompen récords de días en inmersión, pero no son silenciosos en absoluto. Es historia que no escucharon siguiera las dos explosiones de dos torpedos que estallaron en el casco del Belgrano, ni el impacto del que rebotó sin detonar. 

Hay algún lector que logre no escuchar el estallido de 720 kg. de Tórpex en el agua, medio en el cual el sonido se propaga 750 veces mejor y más rápido que en el aire? Los escoltas debían estar distraídos o muy apurados por rajarse. Es fama que no se quedaron a sacar a sus compatriotas del agua y de las balsas, donde unos cuantos se murieron de frío o por las quemaduras, ipso facto o hasta dos días depués.

Faltó sólo que los náufragos fueran localizados por la Armada Chilena. Y es lo que sucedió. En la próxima guerra los contratamos. 

Pero lo mejor viene ahora. Damas y caballeros, vean como entre tres almirantes y un presidente de mierda nos hunden el principal barco de la flota, dos astilleros, cuatro submarinos y con ellos, el dominio de 2,6 millones de km2 de mar que supo ser argentino.

LOS INGLESES NO PUDIERON, PERO MENEM Y ALGUNOS ALMIRANTES SÍ

Dos días tras el hundimiento del ARA Belgrano, el portaaviones ARA 25 de Mayo en retirada venía atravesando el Golfo de San Jorge de sur a norte, rumbo a su apostadero en Bahía Blanca, con dos destructores clase 42 (bastante modernos) como escolta. Fueron el ARA Trinidad al frente y el ARA Hércules a popa, espaciados los tres buques a 5 km. uno de otro.

Los tres iban en fila india y navegación lenta. El portaaviones estaba muy mal de calderas y turbinas, probablemente peor que el Belgrano, ya hundido. Sabiamente, iban pegados a la costa y sobre fondos bajos para que no se les colara desde atrás y por abajo un submarino inglés entre la proa del Hércules y la popa del portaaviones.

Pero increíblemente, el HMS Onyx logró hacerlo con la intención de torpedear al 25 de Mayo por enfilada y desde popa. 

El Onyx era un submarino viejo, diésel-eléctrico, de un desplazamiento similar al de nuestros TR-1700 alemanes, esos mismos que no llegaron a tiempo para esta guerra. Lo dicho: los submarinos diésel-eléctricos pueden ser bastante más silenciosos que los nucleares, y por sus escuetas dimensiones operan mejor que un monstruo de 5000 toneladas de desplazamiento en aguas litorales.

Todo lo que sigue sucedió de noche. 

Sin usar siquiera su periscopio ni su sonar, el Onyx parece haber estado en preparativos para torpedear por hidrofonía. Tenía tres tipos de torpedo para «atender» al 25 de Mayo, y dos -como lo explica el colega Chaluleu- eran filoguiados y autoguiados por sonido respectivamente. Una salva de tres de enfilada por el lugar más ruidoso de cualquier barco, las hélices, y hasta la vista, baby.

El 25 de Mayo, aún a bajísima velocidad, tenía los motores típicamente reventados y era cualquier cosa menos silencioso. En esos aprontes de fusilamiento, bajando su velocidad para no ligarse las ondas de choque que iban a generar los torpedos en el portaaviones, estaba el submarino británico cuando fue embestido desde popa por el Hércules.

La gente del Hércules, dicho en su total defensa, iba muy sobre alerta: estaban a espera de que sucediera exactamente lo que sucedió, que se les colara un submarino inglés por proa para unirse, silbando bajito, a la caravana y reventar al 25 de Mayo por popa.

Observación tecnopolítica de AgendAR: confiá en los sonares y los hidrófonos ingleses para detectar submarinos ingleses. Total, como decía en su lujoso despacho de Florida y Córdoba, un tanto alejado del mar, el Almirante Popeye, la Rubia Albión nunca va a ser hipótesis de conflicto.

Dos detalles importantes: el encontronazo se produjo al azar. 

El destructor argentino, con su sonar en modo pasivo, no había siquiera detectado al cuarto submarino inglés, más discreto y compacto que los 3 submarinos nucleares de su Graciosa Majestad. Esos seguían rastreando al 25 de Mayo, pero mar afuera. Meterse con un titánico submarino nuclear de caza en los bajíos del interior del Golfo de San Jorge es colisión segura contra la primera roca que te salga al paso.

Mi admiración por el coraje de la gente del Onyx. Hizo exactamente eso. Aún si lograba su objetivo, le iba a ser bastante difícil escapar de la venganza de al menos uno de los destructores argentinos clase 42, incluso si uno se quedaba in situ para sacar del agua a los náufragos que quedaran vivos.

Que no iban a ser muchos. Entre el combustible de los aviones hangarados, los en cubierta, el de los helicópteros y las bombas y cargas explosivas de todos ellos, no hay sitio más peligroso en el mundo que un portaaviones en guerra. Y máxime si está severamente rengo.

El otro detalle es que el Hércules no estaba como plato principal en aquella cena. El Ónyx, de la clase Óberon, tenía seis tubos lanzatorpedos en proa, pero dos más en popa, apuntados perfectamente hacia la proa de nuestro destructor. Esos dos tubos nunca fueron usados. Al parecer la intención y la atención a bordo y en aquel momento se centraban en nuestro único portaaviones.

En guerra eso se llama fascinación por el blanco.

Tras el impacto contra el Onyx, en el Hércules sonaron alarmas, pararon máquinas y lanzaron buzos, pensando que se habían llevado puesta algún peñasco no cartografiado, que algunos hay, pese a un siglo entero de espléndido trabajo del Servicio de Cartografía Naval. 

Los buzos subieron a bordo absolutamente desconcertados. Había encontrado que el bulbo de proa que aloja al sonar principal estaba destruido, y que las palas de las hélices estaban melladas y abolladas. 

El destructor ya no estaba en condiciones de navegar. Su lugar en la caravana de escolta del 25 de Mayo fue tomado rápidamente por otro destructor más viejo, y al Hércules se lo tuvieron que llevar a a puerto a la sirga.

Ni rastros de peñasco alguno.

Pero no hace falta que lo busque mucho, chamigo lector.

El misterio se develó 30 años después de la guerra y en un encuentro amistoso entre marinos veteranos de ambas partes, organizado por la Royal Navy. En ese evento, un suboficial argentino, que había servido a bordo del Hércules supo, en charla informal, que la Royal Navy había casi perdido al Onyx, por el arrasamiento de su vela, palabra que en navalés significa la torre vertical que sale de la línea del casco, y que suele llevar el periscopio, el lo los radares y el snórkel. 

En esa vela quedaron encerrados y aplastados dos tripulantes ingleses.

El casco de presión del submarino quedó intacto, para alivio de los británicos. Pese a la escasa profundidad, el Onyx logró abrirse hacia el este y fugarse del Golfo de San Jorge sin ser detectado, con ese sigilo exclusivo de la vieja propulsión diésel-eléctrica.

Es como meterse en el circo con un rifle de caza, intentar matar al elefante y fugarse por boletería sin que nadie te señale. ¿Se da cuenta, lector, lectora, porque creo que hay que sembrar el fondo del Mar Argentino de una red pasiva de detectores móviles, es decir de drones autónomos de vigilancia, merodeo, seguimiento y ataque? 

¿No es más barato que patinarse 3 o 4 mil millones de dólares en tres submarinos franceses que no van a llegar nunca porque no los vamos a poder pagar nunca?

Respecto de lo casi sucedido la noche del 4 al 5 de abril de 1982 el norte del enorme Golfo de San Jorge, ambas marinas y ambos gobiernos, cada cual por sus razones, decidieron silenciar el incidente durante décadas.

Me temo que en nuestro caso, eso no sucedió tanto por complicidad culposa con Su Graciosa Majestad, sino porque nuestros almirantes no se enteran da nada que suceda en el mar que supuestamente custodian. Desde Florida y Córdoba, eso sí.

Esto sucedió en esa noche en que centenares de argentinos y posiblemente decenas de ingleses salvaron el cuero porque Alláh, o quien haya sido que estuvo de guardia en aquel turno, así lo quiso. Me fue relatado personalmente por el mismo suboficial (RE) que una década antes había recibido el «chisme informal» (es un decir) de su par británico, entre tragos y canapés.

Este señor había servido en el ARA Hércules durante el conflicto Era un hombre ya canoso y muy discreto, de saco y corbata que seguramente fueron impecables en tiempos mejores pero estaban algo gastados. Me contó esta historia en la UTN de Bahía Blanca, tras la presentación de «Aquella guerrita olvidada», mi libro sobre Malvinas, en junio de 2022. Pidió reserva de su nombre.

La seguiré manteniendo a rajatabla.

La anécdota me sorprendió no poco. La investigación en la que baso mi novela tomó casi 12 años de trabajo maniático, y mis amigos y lectores saben exactamente a qué me refieron cuando digo «maniático». Se me puede escapar un chihuahua del zoológico, pero el elefante no, téngalo por seguro.

LO QUE PUEDEN UN PRESIDENTE TRAIDOR Y ALGUNOS GORRAS AL USO CON SUS LAPICERAS

Lo que no pudo hacer la primera ministra Maggie Thatcher con tres submarinos nucleares y un cuarto de propulsión convencional, lo hicieron el presidente Carlos Menem y tres gorras con sus lapiceras. 

El pobre 25 de Mayo, como probó de sobra en Malvinas, no estaba para navegar, y desde 1987 estaba espera de una decisión de remotorizarlo. Indolente, juntaba polvo en las atarazanas de Astilleros Río Santiago, a espera de una nueva planta de propulsión, y una puesta al día de sensores, computadoras, sistemas de telecomunicaciones, de su ascensor de aviones y de su armamento defensivo.

El resto de la historia la cuenta la Fundación Histarmar, con declaraciones del ingeniero jefe a cargo de la reparación y puesta a nuevo de aquel viejo portaaviones botado en 1944.

«En el año 1987, siendo Director del Astillero Río Santiago, estábamos en plena producción de las corbetas tipo MEKO-140 –ya habíamos entregado las tres primeras–, finalizando la ‘Parker’ y botando la última de la serie que era la ‘Gómez Roca’. Otra quinta corbeta estaba en alistamiento a flote.

«Existía una armonía entre el personal del Astillero y el de la Armada que permitía trabajar conjuntamente con todos los asesores técnicos europeos, representantes de los distintos equipos que se instalaban abordo. En esa época, dichos equipos eran muy modernos y de diseños de última generación.

«Estando a cargo del astillero, me preocupaba que, cuando se terminara la construcción de la serie MEKO-140 –de acuerdo al programa, en los próximos dos años–, nos quedáramos sin trabajos en la planta.

«En ese sentido, mantuvimos una reunión con los jefes de la Comisión Inspectora, integrada por parte de la Armada por el Capitán de Navío Etcheverry Serrat y por el Capitán de Navío Ingeniero Naval E. Armanino, ambos profesionales con experiencia en la construcción de buques militares. De acuerdo con mi preocupación, les sugerí que el astillero estaba en condiciones de diseñar un proyecto de corbeta similar a las MEKO pero totalmente argentinizada, dando comienzo –en base a la experiencia acumulada–, a una nueva serie de buques de ese tipo.

«Me respondieron que la Armada no tenía en sus planes continuar con la construcción de esos buques de superficie y que el proyecto más importante en ese momento era el reemplazo del ’25 de Mayo’ por un portaaviones denominado 30-30-30. Me explicaron que dicho portaaviones se llamaba así porque debía tener 30 nudos de velocidad máxima, capacidad para 30 aviones y 30.000 toneladas de desplazamiento. En ese año, el ’25 de Mayo’ estaba fuera de servicio amarrado en Puerto Belgrano.-

«Les dije que, desde mi punto de vista, la construcción de ese tipo de portaaviones era imposible que nuestro país la pudiera encarar financieramente.

«Les pregunté por qué el ’25 de Mayo’ estaba amarrado fuera de servicio cuando su gemelo el ‘Minas Gerais’ estaba totalmente activo en Brasil. Me explicaron que los problemas más importantes de nuestro portaaviones eran: la planta propulsora, la catapulta, el ascensor de aviones y las calderas. En la misma reunión les sugerí que el astillero podía estudiar la repotenciación del mismo reemplazando las turbinas de vapor por motores diesel, pensando también que los motores los construiríamos en el astillero. Por educación, no me dijeron que yo estaba loco, pero lo interpreté así por sus comentarios.

«En la siguiente reunión, donde participaron también otros oficiales de la Armada, todos mostraron su entusiasmo por el proyecto, comentando que la ventaja que teníamos era que las estructuras y el enchapado del casco estaban en muy buen estado, con espesores casi originales.

«El personal de Ingeniería del astillero –en esa epoca integrado por casi 200 profesionales de diversas especialidades y niveles–, comenzó a trabajar; ellos usaron como guía la transformación del famoso ‘Queen Elizabeth ll’ hecha en Alemania donde le reemplazaron las turbinas de vapor por una planta diesel eléctrica.

«También entramos en contacto con un importante estudio de Ingeniería Naval de Estados Unidos, especialistas en haber modernizado muchos portaaviones de la Armada de ese país; nos asistieron principalmente sobre el nuevo diseño de la planta de vapor (en este caso pasaba a ser auxiliar), la catapulta y el ascensor de aviones.

«La oficina de ingeniería trabajó mas de un año en el nuevo proyecto y el mismo tenía las siguientes caracteristicas principales:

• El desplazamiento estaba en casi 1.000 toneladas menos que el original.-

• La planta propulsora estaba integrada por 4 motores Sulzer mod V 16Z40/48 de 15.000 CV c/uno; la potencia total era de 60.000 CV (40.000 la original) la velocidad max. 28 nudos (23 nudos la original).-

• Contaba con dos lineas de eje nuevas con hélices de paso controlable. La planta de vapor era de calderas compactas de alta velocidad de generación de vapor y su principal función era alimentar a la catapulta.-

• La planta generadora de energía eléctrica se renovaba totalmente. El diseño completo de la planta propulsora, linea de ejes y helices se realizó con la asistencia de Sulzer de Wintertur, Suiza y una importante firma de cajas reductoras de Alemania.

• El costo estimado de esta transformación estaba en el orden de los 70 millones de dólares y se estimaba que el portaviones estaría en condiciones de operar con los aviones Super Ètendard y tendría un remanente de vida útil de 20 años.

En 1988, el portaaviones llegó a remolque al astillero; allí comenzamos a realizar tareas de desguace en las salas de calderas y turbinas. El contrato entre el astillero y la Armada aún no estaba firmado.

«Para firmar el contrato era necesario convencer a los altos mandos (Almirantes) de las bondades de nuestro proyecto, se llevaron a cabo diversas reuniones y finalmente se acordó una reunión cumbre donde por parte de la Armada estaban las autoridades más importantes y nosotros concurrimos asistidos por dos Ingenieros especialistas en propulsión de Sulzer y otros de Alemania. Los mismos explicaron con lujo de detalles las ventajas del proyecto, entre las que estaba el aumento de la autonomía y la mayor capacidad de transporte.

«En esa reunión la única pregunta que se realizó por parte de un alto jefe de la Armada fué porque la mayoría de los portaaviones del mundo usaban turbinas de vapor y no motores diesel. Se respondió que la mayoría eran de propulsión nuclear y de origen estadounidense, donde siempre por diversos motivos (altas potencias) prefirieron las turbinas de vapor.

«Al poco tiempo, la Armada nos informó que desistía del proyecto diesel por un proyecto de repotenciacion usando turbinas de gas de origen italiano, si mal no recuerdo ese proyecto estaba en el orden de los 350 millones de dólares. Obviamente no se hizo nada y en 1990, creo recordar, el portaviones salió a remolque para hacer su último viaje a su destino final: el desguace. Los que estuvieron contentos fueron los brasileños, dado que se les suministró gran cantidad de elementos para su portaaviones que duró en servicio unos cuantos años más.- (El ‘Minas Gerais’ estuvo en servicio hasta el año 2001)

Saludos, Ernesto Marta»

De haberse seguido el plan del ingeniero Marta, habríamos tenido portaaviones activo hasta 2015, con una fuerza de ataque antibuque de 15 aviones Super-Étendard, y bastante capacidad aérea antisubmarina por una bicoca. 

Menem prefirió que los aviones quedaran hangarados en tierra hasta su total inutilidad, y que la Armada sin portaaviones y -ésa fue la pérdida mayor- el país sin su principal astillero para grandes buques. Ya que estaba, Menem cerró e intentó vender a algunos testaferros de IRSA el astillero de submarinos de la Argentina, TANDANOR, donde quedaron sin terminar cuatro submarinos TR-1700, diésel eléctricos como el británico Onyx.

No entiendo por qué Menem se fue a la tumba sin una condecoración de Su Graciosa, una OBE, Order of the British Empire. ¿Se la dieron a los Beatles y no a semejante servidor del Imperio? 

Conozco a tres altos gorras navales que merecerían al menos la Orden de la Jarretera, si es por eso. 

Era inevitable que en las décadas siguientes, y con la complacencia de nuestra infalible cancillería, el Reino Unido reclamara el dominio efectivo de 2,6 millones de km2 del Mar Argentino.

Los tiene. Y nadie dice que se vayan a detener ahí.

Daniel E. Arias

Brasil explora y desarrolla Sistemas Navales No Tripulados

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La Marina de Brasil realizó del 10 al 14 de noviembre pasado en la Base Naval de Aratu (Salvador, Bahía) el ejercicio ARAMUSS 2025, un hito pionero para integrar tecnologías no tripuladas en operaciones marítimas, con énfasis en inteligencia artificial, robótica y guerra de minas.


Algunos detalles del ejercicio:

Participantes y escala: Reunió a más de 2.000 personas, incluyendo autoridades militares, investigadores, estudiantes, empresas tecnológicas nacionales e internacionales (como Embraer, Senai Cimatec, Speedbird y Atech), y representantes de la academia.
También contó con la presencia de la Marina Portuguesa para fomentar la interoperabilidad y cooperación atlántica.

Actividades principales:Conferencias y exposiciones: Del 11 al 13 de noviembre, se realizaron talleres, palestras y mesas redondas sobre desafíos en sistemas autónomos, con exposiciones estáticas de vehículos no tripulados (USV, UUV, UAV).

Demostraciones prácticas: En la Bahía de Todos los Santos se probaron operaciones conjuntas entre sistemas tripulados y no tripulados. Incluyeron simulaciones de guerra de minas, vigilancia marítima, hidrografía y contramedidas asimétricas. 

Vehículos destacados: Mero (USV), Suppressor (Emgepron), LAUV Triton (Ocean Scan), VSNT (CASNav), FlatFish (Senai Cimatec) y NAURU (XMobots). Estos operaron de forma autónoma o desde centros de comando en tierra y buques.

Enfoque técnico: Se evaluó la interoperabilidad, el uso de IA para detección de objetos subacuáticos y la integración con doctrinas de la OTAN en guerra de minas.

Contexto y objetivos: Como primer experimento operativo de Sistemas No Tripulados Marítimos (MUS), ARAMUSS buscó no solo demostrar tecnologías, sino también promover alianzas y desarrollar una doctrina nacional.

El vicealmirante Gustavo Calero Garriga Pires lo describió como un «nuevo espacio de integración entre la Marina, la industria y la academia». El comandante Rodrigo Bouças, coordinador del evento, destacó su éxito en validar operaciones reales.

Conexión con otros ejercicios:ARAMUSS precedió al MINEX-25 (17-19 de noviembre), un ejercicio de guerra de minas que usó las mismas tecnologías para simular escenarios como ataques asimétricos con VSNT y exploración con LAUV.

El evento reafirma el compromiso de Brasil con la innovación en defensa marítima, posicionando a Bahía como un polo estratégico.

Redacción de AgendAR

INVAP presentó su sistema antidrones SADEM en ExpoDefensa 2025

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Como venimos señalando desde hace años en AgendAR, los drones son, por eficaces y sobre todo por baratos, EL arma decisiva en los arsenales de las guerras que no representen un desafío existencial para Grandes Potencias. Es decir, todas las guerras que no incluyyan un riesgo de cataclismo nuclear.

La dirigencia política actual y -aparentemente- los organismos militares no parecen ser consciente de esto. Por suerte, Argentina cuenta con quienes desarrollan herramientas para la guerra moderna. Podemos no ser por completo irrelevantes, en el exigente sistema global que se está desarrollando en el siglo XXI.

A. B. F.

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Latinoamérica enfrenta desafíos crecientes en vigilancia aérea, control de fronteras, lucha contra el tráfico ilícito, gestión de emergencias y protección de infraestructuras estratégicas. En este contexto, la demanda por soluciones tecnológicas confiables y adaptadas a las realidades de la región es cada vez mayor.

En Expodefensa 2025, INVAP presenta un portafolio integrado de sistemas espaciales y de defensa diseñados específicamente para responder a estos retos regionales, combinando ingeniería de alta complejidad con experiencia operativa en entornos diversos — selva, montaña, costa y áreas urbanas.

“Diseñadas, fabricadas e integradas en la región, nuestras soluciones combinan rendimiento, robustez y transferencia tecnológica, ofreciendo capacidades estratégicas escalables a las necesidades de gobiernos y fuerzas de seguridad latinoamericanas”, expresaron a través de sus redes.

Se trata de una solución antidrones SADEM que fue presentada a nivel internacional como una respuesta integral a la creciente amenaza de las aeronaves no tripuladas comerciales y de fabricación casera. Basado en el análisis en tiempo real de emisiones de radiofrecuencia, interferencias y sensores opcionales de radar y electroópticos, el sistema está diseñado para detectar drones hostiles antes del despegue, rastrearlos en vuelo e interrumpir sus enlaces o señales de navegación cerca de bases militares, fronteras e infraestructuras críticas.

La capacidad de distinguir rápidamente un dron convencional de una plataforma hostil se convierte en un requisito operativo, y SADEM se ajusta a esta lógica al proporcionar herramientas capaces de identificar emisiones de radio incluso antes del despegue del dron. Esta detección temprana permite alertar a una estructura de defensa poco antes de una posible acción, lo que mejora la capacidad de respuesta de las unidades responsables de la protección del sitio.

La cobertura que ofrece SADEM se adapta a las necesidades gracias a su arquitectura modular. El alcance de detección depende de la configuración elegida y puede superar la distancia entre el operador y el dron, aunque las características del terreno y la aeronave influyen en el alcance real. El sistema puede desplegarse en terrenos variados, ya sea en zonas urbanas, zonas montañosas o amplios espacios abiertos. Su arquitectura permite una rápida instalación para misiones que requieren alta movilidad o, por el contrario, la integración en una red fija encargada de la monitorización de sitios sensibles. Las opciones tácticas, móviles o fijas proporcionan protección continua para bases militares, fronteras o eventos de alta visibilidad.

Las diferentes configuraciones de SADEM se basan en un núcleo tecnológico común que incluye análisis de señales en tiempo real, algoritmos avanzados de procesamiento, interferometría correlativa e inteligencia artificial. Las versiones de gama alta integran transmisores de nitruro de galio, receptores de InGaP o GaAs y un completo paquete de software que garantiza la monitorización, el registro y la operación continuos del sistema. 

Según la versión, el sistema puede utilizar antenas omnidireccionales o direccionales, capacidades de interferencia de alcance variable y una potencia de interferencia de entre 5 y 450 vatios, según las bandas utilizadas.

Las versiones más avanzadas incluyen sensores electroópticos e infrarrojos que proporcionan identificación visual complementaria. En la configuración equipada con un radar de banda X, SADEM puede detectar y clasificar drones que no emiten señal de radio. Las cámaras proporcionan observación de largo alcance con un alcance visible de hasta 8 km para drones y 12 km para un objetivo humano de tipo OTAN, mientras que la detección térmica puede alcanzar los 26 km para un dron y los 38 km para una persona. Estos sensores están conectados a cabezales rápidos de giro e inclinación, seguimiento automático y funciones de reconocimiento basadas en inteligencia artificial. El sistema funciona en modo manual o automático, responde en menos de cinco segundos y puede utilizarse local o remotamente dentro de una red segura.

Las capacidades de interferencia cubren las bandas utilizadas por drones comerciales, como las frecuencias de 2,4 GHz y 5,8 GHz, así como las señales de navegación GNSS, como GPS, Galileo, BeiDou y GLONASS. También se ofrecen opciones de suplantación de GNSS, junto con funciones de lista blanca y negra para gestionar selectivamente las frecuencias autorizadas o prohibidas. El usuario puede actualizar la base de datos integrada para seguir la evolución de los modelos disponibles en el mercado.

INVAP se posiciona como una empresa de alta tecnología que desarrolla proyectos a medida para clientes nacionales e internacionales. El creciente uso de sistemas antidrones y el creciente número de escenarios en los que se requieren estas herramientas demuestran la expansión de esta categoría de equipos. La presentación del sistema SADEM en Expodefensa 2025 ilustra esta tendencia e indica que las soluciones de detección y neutralización siguen ganando terreno, impulsadas por la necesidad de proteger infraestructuras críticas en un contexto donde las amenazas de los drones ligeros se diversifican constantemente.

Preguntas sobre una política exterior argentina en los tiempos de Trump

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Introducción

«Los fuertes hacen lo que tienen el poder de hacer y los débiles aceptan lo que tienen que aceptar.» Tucídides (ca. 411 a.C./2000, Libros V-VIII)

El 20 de noviembre de 2025 Donald Trump compartió en Truth Social el mensaje de un seguidor que exigía ahorcar a legisladores demócratas y aseguraba que «George Washington los haría». Añadió de su puño y letra: «¡Es un comportamiento sedicioso por parte de traidores! ¡Enciérrenlos!».

Con esa sola secuencia ya tenemos el espíritu del tiempo: la superpotencia hegemónica del último siglo se desliza hacia una retórica que combina la violencia fundacional de la república con la estética del linchamiento. El mundo observa, atónito, cómo el país que durante siete décadas garantizó (o impuso) un cierto orden liberal internacional ahora exhibe, sin pudor, la posibilidad de su propia descomposición interna y, con ella, la de todo el sistema que sostuvo.

Este artículo intenta leer ese instante histórico sin pretender agotarlo. Partimos de dos postulados simples:

  1. nada en los seres humanos es “natural”; nuestra única naturaleza es la sociedad que construimos conflictivamente a lo largo de la historia (Bourdieu, Marx);
  2. la realidad social es tan compleja que solo podemos abordarla mediante drásticas simplificaciones (Morín, Moscovici).

Aceptada esa limitación, adoptamos deliberadamente el «anarquismo metodológico» de Feyerabend: no hay un único método legítimo y cada capa de la realidad exige herramientas distintas. Nuestra explicación será, pues, multicausal y multicapa, como una cebolla: al retirar una capa aparece otra de igual complejidad.

Las tres capas que alcanzamos a vislumbrar (sabiendo que no son las únicas ni necesariamente las más importantes) son:

  1. Las crisis recurrentes del capitalismo y el descubrimiento de sus límites estructurales actuales.
  2. El caos del interregno pos-unipolar: lo viejo (el mundo westfaliano y la globalización neoliberal) muere; lo nuevo (¿multipolaridad ordenada?, ¿caos?, ¿nuevo imperialismo?) no termina de nacer.
  3. Las contradicciones internas de Estados Unidos, que se expresan en el retorno del nacionalismo agresivo y en la figura de Donald Trump como síntoma y acelerador.

El resultado global es un mundo caleidoscópico y peligrosísimo, atravesado por violencias físicas y simbólicas que desbordan los aparatos de comprensión racional que Occidente tomó durante dos siglos y medio como “la” naturaleza humana. Este texto no pretende cortar el nudo gordiano, solo intenta describirlo, develar una imagen borrosa del mismo, aun sospechando que no existirá algún nuevo Alejandro que lo parta definitivamente.

Capa 1 – Las crisis recurrentes del capitalismo y el descubrimiento de sus límites estructurales actuales

El capitalismo no está muriendo por falta de crecimiento ni por la caída tendencial de la tasa de ganancia en su versión clásica. Está muriendo por su triunfo descomunal: produce demasiado, demasiado barato y con demasiado poca gente.

Desde 2007-2009 el sistema entró en una crisis estructural distinta a todas las anteriores. Lehman Brothers fue el estallido visible; la desregulación financiera de los 90 (culminada con la derogación efectiva de Glass-Steagall en 1999) fue la mecha; pero la pólvora es más antigua y más profunda.

Gracias al conocimiento científico convertido en fuerza productiva directa (automatización, robótica, inteligencia artificial), el capitalismo actual genera riqueza a una velocidad que ya no necesita a la mayoría de los seres humanos ni como productores ni como consumidores solventes. Marx lo anticipó en los Grundrisse: cuando la fuente de valor deja de ser el tiempo de trabajo vivo y pasa a ser la ciencia objetivada en máquinas, el trabajador se convierte en simple “vigilante y regulador” … y luego ni siquiera eso.

Rifkin y Mason lo actualizan: estamos entrando en un mundo donde grandes segmentos de la población son estructuralmente sobrantes. El desempleo ya no es cíclico ni sirve como ejército de reserva. Es permanente y creciente. La IA generativa destruye ahora empleos administrativos y de servicios con la misma brutalidad con que la mecanización destruyó los oficios manuales hace dos siglos. El resultado es una crisis de demanda histórica: la productividad se dispara, pero la capacidad de consumo agregado se estanca o retrocede.

La secuencia se repite desde 2008:

  1. Excedente masivo de capital sin colocación productiva rentable.
  2. Crédito barato → burbujas sucesivas (inmobiliaria, tecnológica, cripto, IA).
  3. Estallido → rescate público con deuda soberana → nueva burbuja para evitar la deflación.
  4. Mientras tanto, cada ciclo deja más población fuera del mercado laboral para siempre.

En 2025 se suma un detonante de corto plazo que acelera el incendio: el fin del carry-trade japonés. Tres décadas de tasas cero o negativas financiaron al mundo. Al normalizar su política monetaria, Japón retira liquidez global de golpe: caen los mercados, suben los rendimientos de la deuda, el dólar se fortalece peligrosamente y se prepara una recesión global de proporciones aún impredecibles.

Esta no es una crisis más dentro del capitalismo. Es la evidencia de que el capitalismo como modo de producción históricamente determinado está mutando hacia algo cualitativamente distinto. El trabajo humano deja de ser el eje de la creación y distribución de la riqueza; el conocimiento objetivado en máquinas (y pronto en inteligencias no humanas) toma ese lugar.

Lo que venga después puede ser, en teoría, maravilloso: abundancia material casi ilimitada, jornadas laborales mínimas o nulas, niveles de vida nunca vistos para la inmensa mayoría. También puede ser (y mi pesimismo antropológico me inclina a temerlo) algo moralmente horroroso según los parámetros que hoy consideramos humanos: una sociedad escindida entre una minoría que controla las máquinas y el conocimiento y una mayoría sobrante, mantenida con raciones básicas o directamente excluida, vigilada, encerrada o, en el peor caso, eliminada por innecesaria.

La historia no tiene guion escrito, pero sí tiene antecedentes claros: cada vez que un modo de producción volvió superflua a una parte significativa de la población, esa población fue tratada como desecho o como amenaza. El capitalismo tardío, con su capacidad inédita de producir sin casi trabajo humano, está a punto de repetir esa lógica a escala planetaria y con herramientas de control y destrucción que harían palidecer a cualquier tiranía del pasado.

Esa es la capa de base. Sin entender esta mutación en curso no se comprende por qué el mundo de 2025-2030 se parece cada vez más al de 1914-1939… pero con armas nucleares, cambio climático y una inteligencia artificial que ya no necesita a la mayoría de nosotros.

Capa 2: El caos del interregno pos-unipolar: lo viejo (el mundo westfaliano y la globalización neoliberal) muere; lo nuevo (¿multipolaridad ordenada?, ¿caos?, ¿nuevo imperialismo?) no termina de nacer.

Lo viejo muere, lo nuevo no termina de nacer

«La crisis consiste precisamente en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados.» Gramsci, Cuadernos de la cárcel

En las relaciones internacionales estamos viviendo exactamente ese interregno.

Lo viejo tiene dos caras que se derrumban al mismo tiempo:

  1. El sistema westfaliano de Estados-nación soberanos (nacido en 1648) ya no controla ni sus fronteras, ni sus monedas, ni sus políticas económicas, ni sus narrativas culturales.
  2. La globalización neoliberal que iba a ser su sucesora (la “nueva Polis” que describía Samir Amín, dominada por el capital financiero transnacional y sus cinco monopolios: tecnología, finanzas, recursos, medios y armas de destrucción masiva) recibió heridas mortales entre 2001 (11-S) y 2008 (Lehman). Desde entonces agoniza sin que nadie haya logrado enterrarla del todo.

El resultado es un vacío de poder global que nadie llena.

Fukuyama anunció en 1989 el “fin de la historia” y la victoria eterna de la democracia liberal. Treinta y seis años después [actualizado a 2025], la historia ha vuelto con venganza: hipernacionalismos, guerras comerciales, guerras a secas, desdolarización acelerada, bloques regionales armados, carreras armamentistas en el Indo-Pacífico y en Europa del Este, y una potencia hegemónica (EE.UU.) que alterna entre el repliegue aislacionista y el golpe de Estado preventivo según quién esté en la Casa Blanca.

Lo nuevo que debería reemplazar al viejo no termina de nacer. Las candidatas son tres, todas problemáticas:

a) Una multipolaridad ordenada (el sueño BRICS ampliado, G-20, etc.) que requiere instituciones comunes y una mínima confianza recíproca. No existe ni lo uno ni lo otro: China y la India se miran con desconfianza, Rusia está en guerra abierta con Occidente, Brasil y Sudáfrica oscilan.

b) Un nuevo imperialismo (chino, estadounidense restaurado o híbrido) que imponga un orden por la fuerza. China no tiene todavía la capacidad militar global ni la voluntad ideológica de hacerlo; EE.UU. ya no tiene el consenso interno ni los recursos económicos para repetirlo.

c) El caos puro: fragmentación en bloques hostiles, proliferación nuclear, guerras por recursos escasos (agua, tierras raras, rutas marítimas), migraciones masivas y colapso de cadenas de suministro. Este es el escenario que, por descarte, gana probabilidad cada día.

En este vacío, los Estados recuperan agresividad porque ya no tienen nada que perder ni nada que los discipline desde arriba. Las normas del derecho internacional se convierten en papel mojado cuando la superpotencia misma las rompe sin costo (Irak 2003, Libia 2011, AUKUS 2021, Gaza 2023-2025). Los actores subestatales (megacorporaciones, fondos buitre, narcoestados, milicias) ganan autonomía. Y los ciudadanos, desprotegidos por Estados debilitados y por una globalización que ya no reparte beneficios, se refugian en identidades tribales, religiosas o nacionalistas.

Este interregno no es una “transición ordenada”. Es un período de entropía creciente en el que las reglas que funcionaron durante setenta y cinco años (1945-2020) se disuelven sin que aparezcan nuevas reglas universalmente aceptadas. Y mientras no aparezcan, vuelve a regir la ley más vieja del mundo: la que citaba Tucídides en la introducción.

Para los Estados del Sur Global —mi propio país incluido— el costo de equivocarse en este tablero es literalmente existencial. Una decisión mal calculada (elegir el bloque perdedor, firmar un tratado de libre comercio que te convierta en patio trasero de alguien, endeudarte en dólares cuando el dólar es arma de guerra, abrirle la puerta a una base militar extranjera, o simplemente quedarse quieto y esperar que pase la tormenta) puede significar, en el mejor de los casos, décadas de estancamiento y dependencia reforzada; en el peor, desmembramiento territorial, hambruna organizada, migración masiva de la propia población o directamente la desaparición como sujeto político soberano.

En este nuevo juego no hay árbitro, no hay red de seguridad y no hay segunda oportunidad. Los fuertes volverán a hacer lo que puedan; los débiles —nosotros— sufriremos lo que debamos si no acertamos con una estrategia que, por primera vez en dos siglos, no esté escrita en Washington, Bruselas o Pekín, sino en nuestras propias capitales.

La tercera capa —la descomposición interna de Estados Unidos y su traducción en política exterior trumpista— no es un fenómeno separado. Es la consecuencia lógica de las dos capas anteriores: un imperio que ya no puede sostener ni el orden global ni la cohesión interna reacciona con furia primitiva.

Capa 3. Las múltiples capas de la cebolla norteamericana.

Subcapa 1: Los peligros de la estrategia demócrata

El imperio que se mira el ombligo

El núcleo de la fractura estadounidense es la lucha por el control de Eurasia, el tablero decisivo según la geopolítica clásica. Desde Mahan hasta Mackinder y Brzezinski, la doctrina es la misma: quien domine el Heartland euroasiático y sus bordes costeros dominará el planeta. Para la élite de Washington, China no es un socio comercial algo díscolo, sino el único contendiente capaz de disputarle ese premio definitivo.

Esta obsesión no nació en los 90. Es la herencia directa del Gran Juego que, entre 1830 y 1907, enfrentó al Imperio Británico y a la Rusia zarista por el control de Asia Central: rutas comerciales, pasos de montaña, acceso al Indo y al Pacífico. El tablero es el mismo; solo cambió el color de las banderas.

Pero antes de que la élite pudiera siquiera plantearse la estrategia para contener a China, la globalización que había prometido prosperidad infinita se volvió en contra de su propio pueblo.

El shock fue múltiple y simultáneo:

· China emergió como fábrica del mundo y, en menos de dos décadas, pasó de receptor de inversiones a acreedor neto de Estados Unidos.

· Las guerras interminables en Medio Oriente (2001-2021) costaron 8 billones de dólares y devolvieron a casa ataúdes y veteranos rotos.

· Las sucesivas derrotas catastróficas —de Irak a Afganistán— destruyeron la fe en la invencibilidad estadounidense y en la capacidad de exportar democracia con bombas.

El resultado interno fue devastador.

La clase media industrial fue barrida. Las fábricas cerraron o se mudaron a Shenzhen y Dongguan. El Cinturón del Óxido —esa franja que va de Pensilvania a Illinois pasando por Ohio, Michigan y Wisconsin— se convirtió en el paisaje visible del abandono: plantas oxidadas, pueblos fantasmas, esperanza de vida en caída libre. El desempleo estructural se instaló y ya no se fue. Los hombres blancos sin título universitario —la columna vertebral histórica del país— vieron caer su expectativa de vida entre 2014 y 2017 por primera vez en tiempos de paz, gracias a lo que Case y Deaton bautizaron “muertes por desesperación”: sobredosis, suicidio, alcoholismo. El fentanilo, fabricado en laboratorios chinos y cruzado por carteles mexicanos, terminó de hacer el trabajo: alrededor de 82.000-110.000 muertos al año [ajustado por datos CDC 2025], una guerra civil lenta que ningún presidente declara.

Al mismo tiempo, la frontera sur se volvió porosa. Millones de migrantes —muchos de ellos población sobrante de sus propios países, expulsada por la misma lógica de automatización y concentración de riqueza que ya describimos— llegaron buscando los empleos que los estadounidenses ya no querían o ya no existían. El encuentro fue explosivo: comunidades blancas en declive que se sentían reemplazadas en su propio territorio por otros que, paradójicamente, también eran víctimas del mismo sistema. El resentimiento no era solo económico; era existencial. El “sueño americano” —trabajo duro = ascenso social— había muerto, y nadie ofrecía uno nuevo.

Esta combinación tóxica —desindustrialización, derrotas militares, epidemia de opioides, migración masiva— creó una sociedad partida en dos: una minoría cosmopolita, educada y conectada al mundo (costas, grandes ciudades) que seguía beneficiándose de la globalización, y una mayoría interior que se sentía traicionada, olvidada y humillada por sus propias élites.

Solo en ese caldo de cultivo pudo surgir la pregunta estratégica que hoy divide a Washington: ¿cómo contener a China cuando tu propio país se está desmoronando por dentro?

La respuesta dominante —la que hegemonizó la política exterior de Clinton, Bush hijo (segundo mandato), Obama y Biden— fue la siguiente: primero había que debilitar a Rusia, repetir en Eurasia el guion que tan bien funcionó en Yugoslavia (1991-1999): fragmentar una federación multiétnica, crear estados clientes en sus bordes y aislar geopolíticamente a Moscú para que no pueda servir de retaguardia continental a Pekín.

Esta estrategia se fundamenta en la lectura más agresiva de Mackinder y Brzezinski: si se rompe el Heartland ruso, China queda expuesta en sus flancos norte y oeste, convertida en una potencia marítima vulnerable, rodeada por aliados estadounidenses desde Japón hasta la India. La expansión de la OTAN al Este (1999: Polonia, Hungría, República Checa; 2004: países bálticos, Rumania, Bulgaria; 2008: promesa formal de membresía a Ucrania y Georgia en la cumbre de Bucarest) no fue un proceso inocente de “ampliación democrática”. Fue la construcción deliberada de un cordón sanitario que acercara la frontera de la alianza atlántica a 150 km de San Petersburgo y a 400 km de Moscú, exactamente el mismo movimiento que Londres intentó (y fracasó) contra la Rusia zarista en el siglo XIX.

Think tanks cercanos al Partido Demócrata elaboraron la hoja de ruta. El Center for a New American Security (CNAS) y el Atlantic Council publicaron, entre 2016 y 2022, informes y mapas que mostraban escenarios de “descentralización” o “federalización forzada” de la Federación Rusa: un Cáucaso independiente, un Lejano Oriente autónomo, una Siberia rica en recursos, pero desconectada de Moscú. El Carnegie Endowment for International Peace (2022) llegó a incluir mapas explícitos de una Rusia fragmentada en cinco o seis entidades para “impedir la formación de una coalición eurasiática antioccidental”. El objetivo táctico nunca se ocultó del todo: debilitar a Rusia primero para enfrentar a China después con el flanco europeo asegurado.

Dos voces realistas de peso advirtieron que esa estrategia era suicida. Henry Kissinger, en múltiples artículos y entrevistas entre 2014 y 2023, repitió que tratar a Rusia como una potencia regional derrotada la empujaría inevitablemente a los brazos de China, creando exactamente la coalición que Brzezinski consideraba “el escenario más peligroso”. John Mearsheimer, en su célebre artículo de 2014 y en decenas de conferencias posteriores, fue más contundente: “Occidente está provocando a Rusia hacia una guerra que no puede ganar militarmente, pero que sí puede hacer perder a Ucrania y fracturar a Europa; el resultado será una Eurasia más unida contra nosotros, no más dividida”.

La historia les dio la razón más rápido de lo que imaginaban. La invasión rusa de Ucrania en 2022 no fue el comienzo de la confrontación, sino su consecuencia previsible. Y la respuesta occidental —sanciones masivas, rearme europeo, envío de armas— solo aceleró la alianza Moscú-Pekín que se pretendía evitar.

Lo que comenzó como una disputa estratégica entre élites se ha convertido en una fractura política y social dentro de Estados Unidos mismo. La próxima subcapa de esta cebolla mostrará cómo esa grieta atraviesa clases, regiones y generaciones, y cómo la reacción nacionalista —encarnada hoy en el retorno de Trump— es la respuesta interna a un proyecto imperial que ya no puede pagar sus cuentas ni convencer a su propia población.

Subcapa 2: Las contradicciones e imposibilidades de Trump

Este caldo de cultivo explica el fenómeno Trump: un movimiento que canaliza el resentimiento visceral de la población sobrante —ese Homero Simpson desempleado, o el obrero del Cinturón del Óxido que ya no sueña con ascenso social, sino que vive la pesadilla de un «sueño americano» convertido en deuda perpetua, fentanilo y fronteras porosas—. Su sujeto electoral no es un bloque homogéneo de élites o ideólogos puros, sino una masa desarraigada que ve en Trump no un salvador coherente, sino un ariete contra el sistema que los devoró. Detrás de este emergente político, sin embargo, se esconde un ramillete de posicionamientos ideológicos internos en guerra permanente, un Frankenstein político que explica las imposibilidades estructurales del segundo mandato: un gobierno que promete «drenar el pantano» pero termina ahogándose en sus propias contradicciones.

El trumpismo arrastra, en primer lugar, a los republicanos tradicionales: pragmáticos aislacionistas que comparten con los demócratas la visión de China como amenaza estructural, pero que prefieren una contención quirúrgica —aranceles selectivos, alianzas ad hoc— sin los excesos de la guerra fría recargada. Son los herederos de Eisenhower o Nixon: un Estado eficiente para el comercio y la defensa, no para aventuras morales o intervenciones humanitarias disfrazadas de imperialismo.

Luego vienen los neoconservadores clásicos, los halcones de la era Bush que creen en un Estado fuerte y expansivo como motor de la grandeza americana. Para ellos, el keynesianismo no es un pecado, sino una virtud si se motoriza con guerra permanente: un leviatán que gasta billones en complejos militares-industriales para generar empleo en los estados rojos, proyectar poder global y «exportar democracia» a bombazos. Ven en la OTAN un baluarte sagrado, en China un enemigo que exige no solo tarifas, sino portaaviones en el Estrecho de Taiwán y apoyo incondicional a Israel o Ucrania. El retiro caótico de Afganistán fue, para ellos, una traición; DOGE, un capricho que socavaba la «gran estrategia» imperial.

En el extremo opuesto, y en profunda contradicción con los neocons, pululan las nuevas derechas libertarias y tecnológicas —un enjambre de Silicon Valley que venera a Ayn Rand como profeta del egoísmo racional y encuentra en pensadores «nuevos» como Peter Thiel (el inversor que financió a Trump mientras soñaba con ciudades-estado flotantes y monedas privadas), Curtis Yarvin (el neorreaccionario que aboga por «reiniciar» la democracia con CEOs como reyes absolutos) y figuras paradigmáticas como Elon Musk (el transhumanista que prioriza Marte sobre Detroit) y Sam Altman (el CEO de OpenAI que acelera la IA para «salvar» el capitalismo, pero que ya condena a millones a la obsolescencia). Estos ven al Estado no como motor de poder, sino como un tumor burocrático que ahoga la innovación: odian los impuestos que financian guerras eternas, desprecian la OTAN como un club de parásitos europeos y sueñan con un «America First» que signifique criptomonedas libres, regulaciones cero y un gobierno reducido a un árbitro mínimo para que las élites tecnológicas reorganicen el mundo a su imagen.

Esta contradicción es letal y ya ha hecho eclosión en el segundo mandato de Trump. Los neoconservadores empujan por más gasto en defensa —$1.01 billones para el Pentágono en 2026, con énfasis en bases en el Indo-Pacífico y apoyo incondicional a aliados—, mientras los libertarios reclaman tijeretazos masivos al Estado: recortes a la ayuda exterior que han causado, según estimaciones independientes, cientos de miles de muertes en el Sur Global [recortes en la USAID habrían implicado la muerte de 300.000 niños], y una desregulación que deja a la población sobrante sin red de seguridad alguna. El choque estalló en la creación y colapso del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), el experimento libertario por excelencia: Musk, co-líderando con Vivek Ramaswamy, prometió ahorrar $2 billones cortando «fraude y burocracia» con una sierra mecánica simbólica, instalando ingenieros jóvenes (de 25-30 años) de Tesla y SpaceX en agencias federales y despidiendo a alrededor de 200.000 funcionarios en meses. Pero DOGE se convirtió en un caos: brechas de seguridad en datos sensibles (incluyendo información personal de millones de americanos), demandas por abuso de poder y un costo neto de $21.7 billones según el Office of Management and Budget, mientras los neocons lo veían como un sabotaje a la «gran estrategia» imperial.

El retiro de Musk en mayo de 2025 fue el clavo final. Tras una pelea pública con Trump —Musk arremetió en X contra recortes a subsidios para vehículos eléctricos que beneficiaban a Tesla, y criticó el «One Big Beautiful Bill» como un despilfarro que aumentaba el déficit y socavaba DOGE; Trump lo llamó «ingrato» en un mitin—, el magnate abandonó Washington, dejando el DOGE huérfano y disuelto en noviembre, ocho meses antes de su mandato original hasta julio de 2026. Según el director de la Office of Personnel Management, Scott Kupor, DOGE «ya no existe» como entidad centralizada; sus funciones se dispersaron en otras agencias, sus empleados huyeron o fueron reubicados, y lo que quedó no fue eficiencia, sino un limbo: demandas judiciales por violaciones de privacidad, denunciantes manifestando accesos ilegales a datos sensibles y una lección brutal sobre la incompatibilidad entre el keynesianismo bélico de los neocons y el anarcocapitalismo de los tech-libertarios.

Trump, pragmático como siempre, navega entre ambos: nombra a halcones como Marco Rubio en Exteriores para contentar a los intervencionistas, pero deja que Thiel y Yarvin susurren al oído sobre «reinicios» tecnológicos que ignoran las guerras ajenas. Esta subcapa política contradictoria explica por qué la política exterior trumpista es errática: un día amenaza con aranceles del 60% a China y alianzas con Putin; al siguiente, envía portaaviones al Estrecho de Taiwán y veta la desintegración de la OTAN. El imperio ya no dicta reglas coherentes porque su alma está partida: los unos quieren un Estado guerrero que proyecte poder; los otros, un Estado mínimo que libere al «homo economicus» de las cadenas fiscales. Y en medio, la población sobrante —ese Simpson enfurecido— aplaude el espectáculo, sin saber que ambos bandos lo ven como colateral prescindible en su lucha por el futuro.

Conclusión (o la ausencia deliberada de ella)

No hay conclusión posible, porque en este interregno nada concluye: el capitalismo sigue mutando sin saber hacia qué monstruo o maravilla, el orden mundial se deshace sin que nadie logre armar uno nuevo, y el imperio que durante setenta y cinco años escribió las reglas del juego ahora ni siquiera puede ponerse de acuerdo consigo mismo sobre si quiere seguir jugando o quemar la mesa. Los fuertes volverán a hacer lo que puedan; los débiles —nosotros— sufriremos lo que debamos si no encontramos, rápido y por nuestra cuenta, una estrategia que no dependa de Washington, Bruselas ni Pekín. Y mientras tanto, en este mundo sin árbitro ni red de seguridad, solo queda una pregunta que resuena como un eco infantil y trágico a la vez:

¿Y ahora quién podrá defendernos?

Lic. Hugo Villanueva

Profesor de Relaciones Internacionales, Universidad Champagnat (Mendoza), Universidad Nacional de Cuyo

Mandioca misionera: La soberanía del bioplástico, sin resinas importadas

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No es un dato menor. Mientras la agenda pública se distrae con debates superficiales, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), nuestro buque insignia en ciencia y tecnología, avanza silenciosamente en la construcción de una soberanía material. En esta oportunidad, de la mano de la empresa misionera Plastimi SRL, se está desarrollando una tecnología que podría cambiar la matriz de importación de bioplásticos en nuestro país, utilizando un recurso tan nuestro como el almidón de mandioca.

Digamos todo: hoy Argentina depende de la importación de resinas biodegradables. Sí, se compran de Europa, generalmente a base de almidón de maíz, para satisfacer una demanda creciente. Esta dependencia no solo implica una salida de divisas significativa, sino que también nos ata a cadenas de suministro externas y tecnologías que no son propias. La iniciativa conjunta entre el CONICET y Plastimi SRL viene a desafiar este esquema, proponiendo un camino hacia la autoabastecimiento con materia prima nacional y tecnología desarrollada en casa.

El corazón del proyecto reside en la capacidad de nuestros investigadores para innovar. Mientras los bioplásticos comerciales a nivel global se basan en almidones de papa o maíz, este equipo argentino está apostando por el almidón de mandioca. Y esto, hay que subrayarlo, no es un detalle menor. La mandioca es un cultivo de profunda arraigo en Misiones, con un impacto social y económico directo en pequeños y medianos productores de la región. «Buscamos generar un desarrollo regional que le dé valor agregado a la materia prima de nuestra propia provincia», señaló con acierto ‘Cuenca’, uno de los participantes clave en este esfuerzo. Esa frase encierra la esencia de lo que debería ser nuestra política de desarrollo productivo: agregar valor, generar empleo y asegurar independencia.

El camino no es nuevo en su concepción. En 2021, el Programa de Investigación Científica y Tecnológica Aplicada (PICTA) ya sentaba las bases para este tipo de sinergias. Lo que vemos hoy es la materialización de esa visión. La conjunción de la capacidad científica del CONICET para desentrañar los secretos de la materia y el know-how industrial de Plastimi SRL —una empresa con trayectoria en la fabricación de envases y con un historial de colaboración con grupos científicos locales— es la fórmula que necesitamos potenciar. No se trata solo de hacer bolsas biodegradables que contaminen menos, que ya es un objetivo loable. Se trata, fundamentalmente, de dejar de importar y de poner a trabajar a nuestra ciencia y a nuestra industria en beneficio propio, generando tecnología transferible y adaptada a nuestras condiciones.

Los beneficios son múltiples y estratégicos. Por un lado, una reducción sustancial de los costos de producción al reemplazar insumos importados por materia prima local. Por el otro, una disminución palpable del impacto ambiental, lo que nos posiciona mejor en un contexto global donde la sostenibilidad es una divisa cada vez más valiosa. Pero, por sobre todo, es un paso firme en la dirección de la soberanía tecnológica e industrial, un objetivo que ‘Agenda R Web’ siempre ha puesto en el centro del debate nacional. Este desarrollo nos obliga a mirar la capacidad instalada que tenemos, en CONICET y en nuestras PyMEs, para resolver problemas complejos y generar riqueza en casa.

Impacto para la Argentina

Este desarrollo entre CONICET y Plastimi SRL es un faro que ilumina el camino correcto para Argentina. Primero, en materia de sustitución de importaciones: cada tonelada de resina bioplástica que se produzca con almidón de mandioca en Misiones es una tonelada menos que se importa de Europa, con el consecuente ahorro de divisas. Esto es crucial para nuestra economía, que siempre pugna por equilibrar su balanza comercial. Segundo, y no menos importante, es la generación de valor agregado en origen. La mandioca, un producto primario, se transforma en un material de alta tecnología. Esto no solo beneficia a los productores de Misiones con una demanda sostenida y con mejores precios, sino que también impulsa toda una cadena de valor regional, desde el campo hasta la fábrica.

Para INVAP, para ARSAT, y para cada PyME innovadora en el país, este proyecto debería ser un modelo a seguir. Demuestra que la vinculación público-privada es el motor más eficaz para la innovación productiva. Nuestro CONICET, lejos de ser un mero centro de conocimiento abstracto, se reafirma como un activo estratégico fundamental para la soberanía tecnológica. En un país con tantas urgencias, invertir en ciencia aplicada que resuelve problemas concretos y genera riqueza genuina, es la inversión más inteligente que podemos hacer. Es la demostración práctica de que el Estado, con sus capacidades de investigación, puede ser el gran articulador de un modelo de desarrollo que nos saque de la dependencia y nos impulse hacia la autonomía productiva.

Redacción de AgendAR

El acuerdo EE.UU.-Argentina: qué pasará con los medicamentos y la industria farmacéutica local

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El acuerdo que se está negociando entre Argentina y Estados Unidos reabrió un debate que atraviesa economía, salud y desarrollo: el de la propiedad intelectual (PI) en la industria farmacéutica. El tema puede parecer técnico, pero sus efectos son concretos: definen cuánto tiempo dura el monopolio del que desarrolla un medicamento y si hay lugar para la competencia una vez vencida la patente.

En Argentina, un país con un entramado farmacéutico robusto –uno de los sectores más dinámicos de la industria nacional, salarios superiores al promedio manufacturero, fuerte orientación a investigación y desarrollo, y un perfil productivo que combina empleo calificado y capacidades científicas difíciles de replicar–, los cambios en materia de patentes pueden redefinir la estructura competitiva y el acceso a tratamientos esenciales. El sector explica 4% del Valor Agregado Bruto industrial y 3,4% del empleo industrial, indicadores que muestran un peso relativo mayor al de muchas otras ramas manufactureras.

Qué plantea el acuerdo

Entre sus capítulos, el acuerdo incluye cambios en materia de propiedad intelectual, que básicamente es el sistema que define quién puede producir un medicamento y por cuánto tiempo. Estados Unidos busca extender y reforzar esas protecciones, especialmente en el caso de las patentes secundarias, porque eso les garantiza a sus empresas más años de exclusividad y menos competencia temprana en otros países.

En la industria farmacéutica existen dos grandes tipos de patentes:

●       Patentes primarias: protegen el principio activo original. Es decir, es el desarrollo de un medicamento nuevo.

●       Patentes secundarias: protegen nuevas formulaciones, dosis, formas de liberación o nuevos usos. A veces introducen cambios importantes, pero en muchas otras ocasiones los cambios pueden ser menores, como un nuevo sabor o un nuevo tamaño en un mismo producto. 

Las patentes secundarias son el terreno más controvertido. A veces representan mejoras reales, pero otras constituyen una estrategia conocida como evergreening: cuando un laboratorio utiliza variantes menores para extender artificialmente la exclusividad de un medicamento cuya patente principal está por vencer. En la práctica, esto demora la competencia y mantiene precios altos por más tiempo.

La advertencia no es teórica. Un estudio reciente de FIEL estimó que, si Argentina hubiera aceptado las solicitudes de patentes secundarias presentadas desde 2012, el país habría enfrentado un incremento del 139% en el gasto en medicamentos entre 2021 y 2023, equivalente a un costo adicional anual de 2.214 millones de dólares.

Argentina cuenta, desde 2012, con una guía específica que restringe la patentabilidad de variantes menores y limita la posibilidad de otorgar patentes secundarias sin justificación sólida. Esa regulación –amparada por las flexibilidades del acuerdo internacional ADPIC– fue decisiva para que la industria local pudiera competir, producir, abastecer el mercado y sostener precios más accesibles en un sector altamente concentrado.

Qué está en juego

Ceder esa excepción sería un retroceso. Reduciría el margen regulatorio que permitió construir un entramado productivo propio y consolidar capacidades que hoy sustentan empleo calificado, desarrollo científico y producción local.

Si el país adoptara un estándar más estricto en patentes secundarias:

●      Se retrasaría la entrada de genéricos y biosimilares, claves para bajar precios.

●      Se elevarían los costos del sistema de salud (obras sociales, prepagas, PAMI, Estado).

●      Se achicaría el margen competitivo de los laboratorios que producen en el país.

●      Se limitaría el espacio para políticas industriales, incluyendo la producción de biosimilares, vacunas y medicamentos de alto costo, y el uso de herramientas como el Compre Nacional y la orientación del gasto público en ciencia y tecnología hacia desarrollos locales.

Todas estas líneas son centrales en la agenda de desarrollo productivo del país.

Si bien se mencionan posibles beneficios –como mayor previsibilidad o nuevas oportunidades de cooperación tecnológica–, sus impactos son difusos, y no está claro que una ampliación de patentes secundarias genere más innovación en Argentina. La evidencia internacional no muestra que flexibilizar estos criterios impulse capacidades propias en economías de desarrollo medio.

La experiencia reciente –desde la pandemia hasta la producción local de medicamentos biotecnológicos– muestra que Argentina tiene capacidades que vale la pena preservar y ampliar. En ese contexto, ceder en patentes secundarias no sólo afectaría precios y acceso, sino que implicaría retroceder en el esquema que permitió construir una industria competitiva y científicamente sofisticada.

Más allá de las leyes, lo que realmente está en juego es el grado de autonomía que conserva el país para interpretar los criterios de patentabilidad. El acuerdo sobre los ADPIC no define qué debe entenderse por novedad, altura inventiva o aplicación industrial: deja ese margen a cada Estado. La Argentina utilizó ese espacio en 2012 para establecer, mediante una resolución conjunta hoy judicializada, un estándar riguroso que evita conceder patentes por modificaciones triviales que no constituyen innovación genuina. Ese criterio permitió limitar el evergreening, fomentar la competencia y resguardar un equilibrio entre salud pública, acceso y desarrollo productivo. Cualquier compromiso internacional que restrinja ese margen interpretativo –aunque no modifique la Ley de Patentes– implicaría, en los hechos, retroceder en soberanía regulatoria y abrir la puerta a una mayor concentración y a precios más altos.

La clave será que los compromisos internacionales no limiten la posibilidad de seguir combinando política sanitaria, política industrial y soberanía tecnológica. En un sector tan sensible y estratégico como el de los medicamentos, ese equilibrio define los precios, el acceso y el futuro del desarrollo productivo argentino.

Martín Alfie

Argentina concreta su 1ra. exportación de trigo a China: 107.000 toneladas

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Argentina ha completado la primera serie de exportaciones de trigo hacia la República Popular China. Este envío histórico, un total de 107.000 toneladas del cereal, partirá en diciembre de 2025. La operación marca la culminación de ocho años de negociaciones y abre un nuevo mercado para el trigo argentino.

Los primeros embarques se distribuirán en tres despachos. El gigante chino de agronegocios COFCO operará un envío de 65.000 toneladas desde el puerto de Timbúes, en el Gran Rosario. Desde Bahía Blanca, Cargill despachará 20.000 toneladas a bordo del buque Obsession, y 22.000 toneladas en el Anastasia K. Otra fuente menciona a Bunge como operadora del embarque de 20.000 toneladas. El Obsession zarpará el 12 de diciembre, y el Anastasia K lo hará el 23 de diciembre de 2025.

Este comercio se concretó tras un proceso que incluyó la aprobación de las autoridades sanitarias chinas en octubre de 2023, y la habilitación formal para exportar en enero de 2024. El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) lideró las negociaciones. Las compañías argentinas ahora figuran en el Sistema Online de Registro Cuarentenario de Establecimientos de la Administración General de Aduanas de China (GACC).

China impone requisitos fitosanitarios estrictos para el trigo, incluyendo límites precisos para agroquímicos de poscosecha. Además, no acepta la presencia de transgénicos en el cereal. El país asiático, el tercer importador mundial de trigo en 2022 con 10 millones de toneladas valoradas en US$3.800 millones, busca asegurar su abastecimiento. Sus principales proveedores fueron Australia (5,7 millones de toneladas) y Canadá (1,8 millones de toneladas) en 2022. Para el ciclo 2025/2026, China proyecta importar al menos 6,0 millones de toneladas de cereal, priorizando la importación de grano para su procesamiento interno.

Argentina proyecta exportar 17,5 millones de toneladas de trigo en 2025, con una cosecha estimada de 17,6 millones de toneladas para la campaña 2024/2025. Esta sería la cuarta mejor cosecha de los últimos 15 años. En contraste, las exportaciones de trigo en 2023 alcanzaron aproximadamente 3 millones de toneladas, generando US$1.050 millones, un valor afectado por la sequía. En 2022, las exportaciones fueron de 14 millones de toneladas, valoradas en US$4.315 millones.

El contexto global muestra una sobreoferta de trigo, impulsada por buenas producciones en la Unión Europea y Rusia. Esto provocó una caída del precio internacional a US$160 por tonelada en noviembre de 2025, el nivel más bajo desde 2019. El valor FOB (Free On Board) del trigo argentino se mantiene en US$180 por tonelada. Esta diferencia implica una pérdida potencial de US$20 por tonelada para los exportadores argentinos. Si se aplica a 8 millones de toneladas, la pérdida ascendería a US$160 millones. La cosecha global de trigo para la campaña 2025/2026 se proyecta en 825 millones de toneladas. La competitividad del trigo argentino en el mercado mundial se atribuye a problemas climáticos en la competencia y una calidad razonable en Argentina, lo que abre posibilidades en mercados como el norte de África y el sudeste asiático.

Redacción de AgendAR

Grupo México Transportes se interesa en la privatización de Belgrano Cargas

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El gobierno avanza en el proceso de privatización de sus líneas de trenes de carga estatales. Belgrano Cargas y Logística (BCyL), conocida como Trenes Argentinos Cargas, es el principal objetivo de esta iniciativa. Grupo México Transportes (GMXT), un actor ferroviario internacional, ha expresado interés en la operación.

El consorcio mexicano anticipa una inversión superior a los 3.000 millones de dólares si obtiene las concesiones del Belgrano Cargas y San Martín, o potencialmente las seis líneas de transporte de cargas de Argentina. GMXT, antes conocido como Ferromex, posee 27 años de experiencia en el sector. Opera el ferrocarril más grande de México y la mayor línea de Florida en Estados Unidos. Su socio es Union Pacific, el mayor ferrocarril de carga del mundo. GMXT gestiona más de 100 millones de toneladas de carga anualmente a nivel global.

A nivel nacional, al menos cinco cerealeras argentinas —Bunge, Louis Dreyfus Company, Cargill, ACA y Aceitera General Deheza (AGD)— preparan una propuesta conjunta. Empresas mineras también han mostrado interés. La Agencia de Transformación de Empresas Públicas, dependiente del Ministerio de Economía y liderada por Diego Chaer, gestiona el proceso.

La privatización de BCyL se aprobó por el Decreto 67/2025, enmarcado en la Ley Bases. El modelo contempla una desintegración vertical de la empresa. Las vías férreas y terrenos aledaños se concesionarán mediante licitaciones públicas nacionales e internacionales, manteniendo el Estado la propiedad de los activos. El material rodante, que incluye locomotoras y vagones, se venderá a través de remate público. Los talleres ferroviarios también se concesionarán.

Un fideicomiso utilizará los fondos de la venta del material rodante para financiar obras en las vías concesionadas. El período de concesión se extenderá por 50 años. El Gobierno inicialmente propone un modelo de «acceso abierto» para las vías, permitiendo el uso a diferentes operadores. GMXT, sin embargo, prefiere un control total sobre las vías.

La Oficina del Presidente anunció oficialmente la privatización a fines de octubre de 2024. El Gobierno planea lanzar la licitación entre fines de noviembre o principios de diciembre de 2025. La adjudicación de los contratos se espera para marzo de 2026. Belgrano Cargas SA opera las líneas Belgrano, San Martín y Urquiza desde 2013.

El Gobierno busca inversiones mínimas de 900 millones de dólares para las vías, trenes y talleres de las líneas Belgrano, San Martín y Urquiza. En 2023, Belgrano Cargas SA registró un déficit operativo de 65.057 millones de pesos. El transporte ferroviario de carga en Argentina movilizó 19 millones de toneladas en 2023. Belgrano Cargas SA, abarcando las líneas Belgrano, San Martín y Urquiza, controla el 37% del mercado ferroviario de cargas del país. La línea San Martín representa el 20%, la Belgrano el 14% y la Urquiza el 3%. La compañía cuenta con 4.377 empleados.

La infraestructura del Belgrano Cargas abarca 7.600 kilómetros de vías en 17 provincias argentinas. La línea Belgrano conecta los puertos del Gran Rosario con el norte argentino. La línea San Martín atraviesa Buenos Aires, La Pampa, Mendoza, San Luis y el sur de Córdoba. Mejoras previas, como las de 2018, permitieron la operación de trenes de 70 vagones y 4.000 toneladas. La renovación total del Belgrano Cargas implicó una inversión de 2.900 millones de dólares, incluyendo 107 locomotoras y 3.500 vagones nuevos. El Belgrano Cargas se considera estratégico por su potencial de rentabilidad, atravesando zonas de producción agrícola y minera.

Redacción de AgendAR

Guardianes de la cultura: Cómo se cuidan las obras y objetos patrimoniales

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Un cuadro, un libro, una película o un juguete tienen, además de materialidad, una historia. Todos dicen algo de la época en la que fueron creados y conservan aspectos culturales de la sociedad en la que habitaron. Por eso, muchos de ellos son considerados como parte del patrimonio social y cultural, y por eso también se vuelve necesario preservarlos en buen estado, para que las generaciones futuras también puedan accede a ellos y a todo su valor.

Quienes se ocupan de esa tarea son los conservadores y restauradores, dos oficios que se ocupan de cosas distintas: los primeros cuidan el entorno en el que se encuentran las obras u objetos a conservar, como las temperaturas, la iluminación y posibles plagas que puedan afectarlas; mientras que los segundos intervienen las obras para limpiarlas o repararlas. Pero a todos se los suele conocer como “conservadores”.

“Todo lo que hacemos tiene que perdurar lo más posible en el tiempo. Es difícil en esta época del consumo y el descarte, pero hay que conservar el patrimonio porque es nuestro, es lo que nos dejaron y lo que les vamos a dejar a los que siguen”, dice Damasia Gallegos, directora del Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales (TAREA) de la Escuela de Arte y Patrimonio de la UNSAM, y explica que la figura del conservador dentro del museo es algo “relativamente nuevo”, sobre todo en América Latina.

“En Europa y en Estados Unidos también, aunque a fines del siglo XIX y principios del siglo XX ya se incorporan ciertas pautas, como la mínima intervención y reversibilidad en los materiales, que implican que hay que intervenir lo menos posible y usando materiales que hayan sido probados y puedan ser removidos”, explica Gallegos, que decidió dedicarse a esto luego de visitar un museo en Estados Unidos, en el cual había obras que habían sido “intervenidas”. “Cuando volví al país, comencé a averiguar, pero no existía la carrera en ese momento. Entonces, entré en el taller particular de Néstor Barrio, que luego fue director de TAREA, que ofrecía una suerte de curso de cinco años al que solo entrábamos cinco personas”. Gallegos también se capacitó en Roma (Italia) durante un año y participó en diversos talleres.

En la EAyP no solo se dicta la Licenciatura en Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural; también se pueden cursar una especialización y dos maestrías vinculadas a estos temas. Además de la parte artística, estas propuestas educativas incluyen aspectos más técnicos, como ciencia de los materiales, química y biología, y también cuestiones vinculadas con las ciencias sociales, como la historia y la antropología.

“Tomamos muestras de las pinturas y las analizamos para saber de qué materiales están compuestos. Además, evaluamos los materiales y vemos cómo envejecen, y corroboramos que los materiales agregados en la restauración no perjudiquen la obra”, detalla Gallegos, y agrega que, además de estudiar distintas materialidades, las carreras ofrecen conceptos de base que sirven a la hora de trabajar sobre cualquier material. “Quienes cursan saben que tienen que estudiar el contexto y documentar, que es muy importante la historia del arte y que también es muy importante la ciencia, porque al conocer los materiales constitutivos, se puede trabajar en función de eso y tomar mejores decisiones”.

Hoy, muchxs graduadxs de estas carreras están trabajando como conservadorxs o restauradorexs en distintas instituciones de la ciudad y la provincia de Buenos Aires. Entre ellxs, Carlos Gómez, conservador en el Museo del Juguete de San Isidro; María Eugenia Da Re, conservadora en la Biblioteca Nacional; y Martina Soccimarro, conservadora en el Museo Lumiton, en Vicente López.

La vida es juego

A Carlos Gómez siempre le gustaron los juguetes, los colecciona desde que comenzó a sentirse grande como para jugar con ellos, pero nunca imaginó que se ganaría la vida cuidando que no se deterioraran con el paso del tiempo. De hecho, a la hora de elegir qué estudiar pensó en su otra pasión y comenzó a cursar el Profesorado en Artes, en Mercedes, su ciudad natal, hasta que lo llevaron a recorrer un museo y se encontró con dos restauradoras en acción. “Me pareció tan increíble verlas con sus delantales, explicándonos, limpiando la escultura, volviéndole a dar vida al objeto, que dije ‘Me parece que esto es lo mío’. En ese momento, ni siquiera imaginaba que los juguetes debían conservarse”.

Carlos terminó la Licenciatura en Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural en 2021 y hoy es el único encargado de la conservación de la colección del Museo del Juguete de San Isidro, una institución municipal que se propone promover los derechos infantiles, con particular énfasis en el derecho al juego.

“Este museo es muy particular porque es un museo vivo: tiene los juguetes de la colección, que están en vitrinas, pero en cada sala también hay propuestas para jugar con juguetes que no son de la colección”, cuenta Gómez y detalla que allí él se ocupa del manejo del inventario, de recibir donaciones y de la restauración de los juguetes, las veces que sea posible y necesario. Para eso, tiene que estar continuamente investigando y analizando las distintas materialidades sobre las que le toca trabajar, entre las cuales hay, por ejemplo, madera, plástico, tela, cerámica, vidrio y plomo.

“Para mí, el juguete es un objeto cultural y patrimonial, tiene mucho diseño detrás. Por ejemplo, una muñeca, ¿qué tela va a tener?, ¿por qué?, ¿qué estampado?, ¿qué pelo?, ¿hasta dónde?, ¿qué color de ojos? Pasan muchas cosas en un juguete, y ni hablar en algo impreso como un juego de mesa”, reflexiona Gómez.

Por otro lado, lo que más valora de su formación en UNSAM es que no solo le dio conocimientos sobre los materiales y cómo tratarlos, también le permitió desarrollar un criterio profesional sólido: “a la hora de encarar un objeto para restaurarlo, nos dio el criterio para definir por qué restauraríamos tal o cual cosa”, afirma Gómez y agrega que esto es crucial ya que toda intervención es un cambio en el objeto y debe estar justificada.

Leer entre Exlíbris

María Eugenia Da Re siente que la profesión la eligió a ella. “Nunca tuve ese pensamiento de que en diez años quiero dedicarme a tal o cual cosa, yo estoy hoy”, afirma Da Re, que se guía por las cosas que la hacen sentir bien de manera cotidiana y cuando las encuentra se apasiona, quiere saber más y no duda en proyectar a largo plazo. Así fue creciendo su vocación y eso fue lo que le ocurrió cuando decidió estudiar la Licenciatura en Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural en UNSAM.

En ese entonces, ya trabajaba como conservadora en la Biblioteca Nacional, pero para cumplir con los requisitos de ingreso estudió un año en otra universidad hasta que logró ingresar a la carrera, en 2017. “Empecé a trabajar como en este mundo en la legislatura, cuando se inundó en el 2012, como voluntaria”, aclara Da Re y comenta que como había estudiado en un colegio técnico en arte conocía técnicas de encuadernación y eso le permitió quedar trabajando en la legislatura, en la restauración de libros dañados, adonde se desempeño hasta 2014, que pasó a la Biblioteca Nacional.

“Así que hasta el año pasado, que entré al Tesoro, estuve un poco en restauración y un poco en conservación preventiva dentro de la biblioteca”, afirma Da Re y detalla que en esa institución, además de trabajar en papel también lo hace sobre otros materiales como cuero, tela e incluso madera y metales. “En el tesoro hay de todo, ahí está lo más antiguo e importante de la institución, que pueden ser fotos o mapas antiguos, muebles, cuadros, esculturas, libros con distintos materiales de encuadernación y otros objetos”, detalla la especialista y afirma que, por ejemplo, allí está el escritorio y una pluma del ex presidente Raúl Alfonsín y cuadros de Antonio Berni.

Además, agrega que hay libros antiguos que han sido digitalizados en microfilms, que siguen estando disponibles para la consulta y se suman a los materiales a conservar, y también los denominados exlibris, que son grabados pequeños que algunos coleccionistas ponían en las cubiertas o en las primeras páginas de sus libros como símbolo de propiedad. “A nivel material para restaurar, me especialicé más en papel, pero también lo hice en conservación preventiva, y eso lo trabajo en toda la colección”, dice.

“La UNSAM, el Taller TAREA, el laboratorio de Química, es como ir a estudiar algo al primer mundo, pero acá, en Argentina, y totalmente público”, subraya Da Re. Foto: Pablo Carrera Oser.

Da Re hizo su tesis de grado sobre conservación y hoy destaca que la universidad le brindó conocimientos científicos que le permitieron comprender mejor su actividad práctica y tomar mejores decisiones. “La universidad te cambia la manera de pensar y de hacerte preguntas, te muestra todo lo que debe ser, como debe ser hecho y qué cosas tener en cuenta si no tenés determinados instrumentos o para qué lo querrías tener o por qué son importante cuando se monta un taller de restauración”, afirma Da Re.

“La UNSAM, el Taller TAREA, el laboratorio de Química, es como ir a estudiar algo al primer mundo, pero acá, en Argentina, y totalmente público”, subraya Da Re y destaca la infraestructura con la que contaron durante la cursada. Por ejemplo, recuerda que pudieron hacer radiografías en una obra, analizar distintos tipos de fotografías con luz UV y con rayos infrarrojo, y también hacer análisis con microscopio. “¡Fue fascinante! Y es buenísimo porque se trabaja con un objeto puntual para entender el ejercicio pero después se ven muchos casos y podes aprender en profundidad, o una vez que ya viste cómo funciona la química o la biología del material, lo podes aplicar sin necesidad de volver a hacer el estudio”.

La magia del cine

Martina Soccimarro no era una gran aficionada al cine pero estudió Licenciatura en Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural en UNSAM y, antes de recibirse, ya estaba trabajando en un lugar de película: en el Museo Lumiton, que se dedica a preservar y difundir la historia del cine argentino y de los Estudios Lumiton, que fue la primera productora de cine creada en Argentina, en 1931. Fue contratada en 2023 para poner en valor la colección de afiches de cine del museo y durante un año se dedicó a la restauración de 77 afiches de películas argentinas de los años 30 a los 60.

“Muchos tenían roturas o cinta adhesiva que le ponen los coleccionistas para venderlos o incluso guardarlos”, afirma Soccimarro y explica que si bien el adhesivo se pone del lado del reverso, con el tiempo se acidifica y se ve en el anverso. “Tuve que remover las cintas adhesivas, reparar roturas, hacer reintegraciones adonde había faltantes, con materiales de conservación como el papel Japón o adhesivos reversibles”, detalla.

“Me pareció muy hermoso poder como juntar ambos ambas pasiones -arte y ciencia-, al ver que se pueden unir dos mundos quizás muy distintos o que por ahí uno no pensaría que tienen una conexión tan específica y que se puede estudiar en una universidad”, recuerda Soccimarro. Foto: Pablo Carrera Oser.

Después de un año de trabajo, también comenzó a participar en la conservación de los materiales del museo, entre los cuales también hay una colección audiovisual previa al VHS, que si bien se fue digitalizando es necesario conservar el material original, que pueden ser acetatos de celulosa o poliéster, que requieren condiciones específicas de temperatura y humedad ya que son químicamente muy inestables.

“Como mi tesis de grado fue sobre conservación preventiva con monitoreo ambiental mediante sensores, todo lo que apliqué en otro museo para hacer la tesis -se refiere al Museo Sívori-, lo empecé a aplicar acá, empecé a hacer un monitoreo del área de guarda e intentar buscar soluciones para conservar a largo plazo estos materiales”, afirma Soccimarro y agrega que para eso trabaja en conjunto con un colega especializado en material fílmico, que realiza análisis organolépticos para detectar el estado de degradación de los materiales.

A la hora de elegir la carrera, Soccimarro no sabía bien qué hacer, siempre se había interesado en el arte pero también en las ciencias naturales, hasta que en 2017 conoció a un restaurador que le comentó lo que hacía y la impulsó a seguir la carrera. “Me pareció muy hermoso, poder como juntar ambos ambas pasiones, al ver que se pueden unir dos mundos quizás muy distintos o que por ahí uno no pensaría que tienen una conexión tan específica y que se puede estudiar en una universidad”, recuerda Soccimarro y destaca que en UNSAM le brindó “un montón de posibilidades”, no solo por la cursada sino también porque pudo participar en distintos proyectos de trabajo e investigación que acercaban los profesores y le permitieron tomar conciencia, “muy desde el inicio”, del valor del patrimonio y de su conservación.

“Todos los proyectos en los que fui participando en la carrera por tener que cubrir horas de práctica, que todas esas horas prácticas son muy importantes porque te sacan un poco de la teoría para empezar a tener una mirada más profesional, fue muy enriquecedor; y en todo momento, las y los profesores fueron muy abiertos y generosos”, subraya Soccimarro, que continúa ligada a la universidad y participa en distintos proyectos del Centro de Estudios sobre Patrimonios y Ambiente (CEPyA) de la UNSAM, que integra especialistas de la EAyP y del del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3IA).

Vanina Lombardi

Finanzas, agro y minería. Ganadores y perdedores en la gestión de Milei

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Como decía hace dos semanas, hay algo que me preocupa en la macroeconomía argentina. Paradójicamente, no es la inflación ni el tipo de cambio ni las reservas internacionales. Es el empleo. En realidad, todo eso sí me preocupa, pero más me inquieta el futuro del mundo del trabajo, porque están creciendo sectores que no generan mucho laburo y están cayendo los que sí.

En todos los gobiernos hay un par de datos a seguir que son el quid de la cuestión. Y no es que el empleo no sea siempre importante, sino que no siempre es el principal problema. En la administración de Alberto Fernández, por ejemplo, la variable a monitorear era la brecha cambiaria entre el dólar oficial y los paralelos. Hoy, claramente, seguir ese dato no tiene tanto goyete. ¿Por qué pienso, en cambio, que el empleo es clave? Dame unos minutos y te explico.

Corre mucha agua bajo el puente

El mercado de trabajo es como una bañera en la que constantemente entra y sale agua. Los trabajadores se mueven desde el empleo al desempleo y viceversa, pero también entran y salen cuando dejan de buscar trabajo (o trabajar) o cuando comienzan a hacerlo. Algo así como lo que se ve en el siguiente esquema:

Los trabajadores pasan de un estado al otro. Es lo que indican las flechas del esquema anterior: así como alguien puede estar ocupado y al minuto siguiente puede pasar a la inactividad, también hay desocupados que, de un momento, pueden conseguir trabajo.

Las tasas de actividad, desocupación y empleo que regularmente mide el INDEC, dependen no solamente de cuánta gente hay buscando trabajo, sino de cuántos puestos hay. Cada sector de la economía real requiere de una cantidad específica de trabajadores. Por eso es importante saber cómo evoluciona cada uno.

Agua que no has de beber…

En todos los gobiernos, salvo casos muy particulares, hay sectores que ganan y sectores que pierden. La política económica de Milei no es la excepción. Si comparamos la producción, entre agosto de 2023 y agosto de 2025 (para evitar cambios asociados a la estacionalidad), se ve claramente quiénes ganaron y quiénes perdieron, al menos hasta ahora.

El siguiente gráfico muestra la variación absoluta del estimador mensual de actividad económica (EMAE), un proxy que construye el INDEC para anticipar a lo que será el dato del PIB (saqué algunos que dan más o menos empatados para que se vea mejor). Los que más crecieron son Intermediación financiera, Pesca, Minas y canteras, Hoteles y restaurantes y Agricultura, ganadería, caza y silvicultura. Los que más cayeron son Construcción, Industria manufacturera y Comercio mayorista, minorista y reparaciones.

Variación en la actividad económica (agosto de 2025 vs. agosto de 2023), en tasas de crecimiento, rubros con mayores y menores cambios (fuente: elaboración propia con base en datos del EMAE/INDEC).

Con excepción de Hoteles y Restaurantes (que están muy ligados al turismo), los que se expandieron no son sectores que crean mucho empleo. Los que contrajeron, por desgracia, sí. Para que no te quedes con las ganas, y porque obviamente es el tema de esta edición, armé otro gráfico con la variación de los puestos de trabajo de asalariados formales en el mismo período.

Aunque las categorías no coinciden exactamente con las del gráfico anterior, sucede más o menos lo que te contaba: los que ganaron casi no crearon laburo, excepto el agro, mientras que los que perdieron (con la excepción del comercio) son los que destruyeron el empleo. En total, la cuenta da más de 178 mil puestos asalariados formales abajo.

Variación en el empleo asalariado registrado (agosto de 2025 vs. agosto de 2023), en valores absolutos (fuente: elaboración propia con base en datos del SIPA/Ministerio de Capital Humano).

Todavía no sabemos qué pasó en el resto del 2025. Hay una primera mitad no tan mala para el empleo y una segunda probablemente más complicada por el escenario electoral. De todas formas, me incluyo entre los que se comieron la curva, porque el INDEC revisó los datos (es normal que lo haga) y resulta que en el tercer trimestre no hubo recesión. En cualquier caso, los ganadores y perdedores del modelo de Milei siguen siendo los mismos. De hecho, en la revisión del EMAE, la intermediación financiera fue uno de los responsables de que no hubiera recesión.

Lo que vimos hasta ahora fue el resultado del ajuste a finales de 2023 y principios de 2024, que produjo una recesión de la cual la economía comenzó a salir hacia fines de 2024 y principios de 2025. El número absoluto de cuánto empleo se crea, sin embargo, no te va a decir qué pasó con la tasa de desempleo, porque hay que ver también qué hacen los trabajadores. ¿Entran muchos al mercado de trabajo? ¿Y si están desocupados, se desaniman y dejan de buscar un empleo?

Dejala correr

Esta dinámica que vengo describiendo pegó de lleno en los sectores que viven de un sueldo y, si bien se revolean algunos números que muestran que el empleo en total crece (con un muy fuerte ajuste en el empleo público), hace rato que venimos leyendo que lo que más crece es el empleo informal (reflejado en el aumento del número de trabajadores registrados en el régimen del monotributo).

Cuando caen los sectores que crean laburo, la ligan, sin comerla ni beberla, los que viven directa o indirectamente del trabajo. Y se benefician, obviamente, los que no viven exclusivamente del trabajo, o aquellos que, por ejemplo, tienen que contratar trabajadores para una changa o, como venimos argumentando, piden productos por una aplicación para que se los lleve alguien arriba de una moto. Todos los que pueden adquirir estos servicios, se ven beneficiados de poder contratarlos a menor costo; obviamente, si perdés el trabajo esta ventaja la perdés, pero todos los que lo conservan o los que tienen otros ingresos no.

La diferencia más notable entre la actualidad y otras épocas de nuestro país en las que buscar trabajo era jodido (básicamente, en los noventa), es que hoy hay un nuevo mecanismo para juntar algún mango: la economía de plataformas. En su momento, para algunos proliferaron los negocios –las canchas de pádel, los videoclubs, los parripollos–, tal vez aprovechando una indemnización por un despido en una empresa pública. Para otros, en la actividad más parecida a hacerse chofer de app, la salida fue manejar un taxi o un remís.

Muchas de estas actividades, por sus características, encajan de modo casi perfecto en lo que en la teoría del desarrollo económico se suele denominar “sector informal”; hace un tiempito, te los describí a trazo grueso cuando te conté qué onda la reforma laboral que se podría venir.

El sector informal carece de ingresos fijos para cada trabajador. Es como si existiera una torta gigante que se reparten entre todos; cuantos más trabajadores haya en la informalidad, más chico será el pedazo que se lleve cada uno.

Cuando llueve, se inunda

El problema, finalmente, es que si no se logra crear suficiente empleo formal, los trabajadores que queden desocupados van a moverse al informal y el pedazo de torta que le toque a cada uno se va a achicar. ¿Se entiende, entonces, por qué pienso que el empleo es la variable que yo miraría –si a punta de pistola me obligan a elegir una y solo una– para analizar la gestión Milei? Porque si se destruye el laburo formal –con una política macroeconómica que combina ajuste fiscal, apretón monetario y atajar el dólar como sea, mezclada con una apertura comercial y reforma laboral–, podría ser mucha más la gente que se desplace desde el sector formal al informal.

En lugar de un aumento brutal del desempleo, como en los noventa, tal vez asistamos a una crisis de ingresos que afecte primero al empleo informal (como ya ha venido ocurriendo) y veremos luego qué pasa con el resto. No descarto que eventualmente golpee a los sectores formales, porque en la medida en la que exista destrucción de empleo, los ingresos de quienes queden trabajando allí podrían sufrir recortes o no crecer o crecer muy lentamente. Por supuesto, también habrá un grupo de personas a las que tomarse un Uber les saldrá mucho más barato.

Todo esto puede ocurrir aunque haya mil reformas estructurales, la economía argentina tire años sin una crisis cambiaria (algo que, ojo, es un montón comparado con el lugar del que venimos) e incluso con una economía en donde haya sectores muy pujantes, como Vaca Muerta.

En lo personal, no comparto el optimismo acérrimo que muestran algunos colegas que ven la solución al problema del empleo en las reformas promercado y en la estabilización de la macroeconomía. Sí comparto, obviamente, que la estabilización es indispensable y me parece bien discutir a fondo las reglas del juego. Aunque no sea fan de todas las reformas que se proponen, hay mucho por hacer en materia laboral-previsional, comercial y tributaria.

Emiliano Libman

¿Por qué el litio no se industrializa en la Argentina?

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La Argentina es el quinto país productor de litio, tiene las terceras reservas mundiales comprobadas (según un informe del Servicio Geológico de Estados Unidos) y cuenta con más de 30 proyectos en etapa avanzada, lo que convierte al país en uno de los principales actores del mercado mundial de este mineral. El aumento de la demanda global convirtió al litio en uno de los principales motores de las exportaciones mineras argentinas. Sin embargo, aún no se logró avanzar hacia un modelo que incorpore mayor valor agregado. Sobre esa problemática expuso Martín Obaya, investigador del CONICET y vicedirector del Centro de Investigaciones para la Transformación (CENIT-EEyN/UNSAM), durante un seminario en el que presentó avances de un trabajo que desarrolla junto con Teresa Kramarz, investigadora argentina radicada en la Universidad de Toronto.

El estudio, actualmente en proceso de evaluación para su publicación en una revista académica, reconstruyó las estrategias que la Argentina, Chile y Bolivia desplegaron en distintas etapas para explotar sus reservas de litio. La idea fue ir más allá de describir la situación actual y entender el proceso que llevó a cada país a su modelo actual.

Para ello, los investigadores analizaron documentos oficiales, proyectos de ley, declaraciones públicas y notas periodísticas, rastreando paso a paso cómo evolucionaron las políticas en cada país: “La literatura generalmente sacó fotos de estas cuestiones: sabemos qué pasa en determinado momento, pero eso no alcanza para explicar qué están haciendo los países ni por qué”, explicó Obaya.

El análisis identificó momentos críticos en cada caso: las reformas mineras de los años noventa en la Argentina (1993-1997), el ciclo 1979-1983 en Chile y la reforma constitucional de 2007-2010 en Bolivia. A partir de ese análisis, el estudio clasificó tres tipos de estrategias posibles: la neoliberal (donde empresas privadas extraen el recurso con mínima intervención estatal), la híbrida (donde el Estado y el mercado comparten responsabilidades) y la desarrollista estatal (donde el Estado controla toda la cadena productiva del recurso).

«Los países quieren producir baterías porque quieren tener una industria automotriz fuerte, y una condición para eso es tener una industria de baterías competitiva», explicó Obaya.

El hallazgo principal es que cada país del llamado “triángulo del litio” quedó atrapado en una trayectoria distinta. Según el estudio, la Argentina permaneció siempre dentro del esquema neoliberal; Chile evolucionó hacia un modelo híbrido; y Bolivia pasó de un enfoque neoliberal a uno estatal puro y, más recientemente, intentó sin éxito transitar hacia un esquema híbrido.

El núcleo del problema argentino

El origen del problema argentino se remonta a las reformas mineras de la década de 1990. Bajo la influencia del Consenso de Washington, el país rediseñó su marco regulatorio y el litio fue clasificado legalmente como un commodity ordinario, es decir, un bien básico, intercambiable y sin un estatus estratégico particular.

Esa definición tuvo consecuencias estructurales. Obaya identificó tres elementos que consolidaron el modelo. El primero fue la implementación del Código de Minería de 1993 y la Ley de Inversiones Mineras de 1997, que abrieron las puertas a la inversión extranjera con amplios beneficios fiscales y estabilidad jurídica por 30 años. El segundo fue un sistema de concesiones directas a empresas privadas, donde el Estado nacional quedó relegado al rol de fiscalizador y receptor de regalías bajas, en torno al 3% del valor de producción. El tercer componente fue la reforma constitucional de 1994, que otorgó a las provincias la titularidad y gestión de los recursos naturales.

Este esquema de “federalismo minero” resultó determinante. Las provincias productoras (Jujuy, Salta y Catamarca) adquirieron capacidad de veto sobre cualquier modificación, por lo que cualquier cambio en el modelo requiere su aprobación, y eso bloqueó todos los intentos de reforma: “La Constitución es clave para entender por qué este tema es tan rígido. Se otorga a las provincias la gestión y la titularidad de los recursos. Esa combinación generó un sistema muy difícil de modificar”, explicó Obaya.

La investigación muestra que una vez que estas reglas se establecieron, se volvieron cada vez más difíciles de cambiar. Esto ocurre porque las instituciones generan beneficios crecientes para quienes operan bajo ellas (empresas que invierten, provincias que reciben regalías, burócratas con roles específicos) y porque van moldeando las ideas sobre cómo debe funcionar la explotación del recurso. Romper ese esquema requiere mayorías políticas muy amplias, que solo aparecen cuando las ideas dominantes pierden legitimidad o cuando la correlación interna de fuerzas cambia de manera drástica.

Lo notable, según Obaya, es que esta arquitectura institucional resistió múltiples intentos de transformación. Incluso en períodos de gobiernos con discursos fuertemente nacionalistas, el sector del litio permaneció prácticamente inalterado: “Hubo múltiples intentos de reforma, pero las provincias terminaron creando esquemas de protección, como la región minera del litio, y todo terminó siempre bloqueado”, señaló.

La coalición entre provincias productoras y empresas extranjeras funcionó como un mecanismo de resistencia que defendió el status quo constitucional. Con más de 30 proyectos en marcha y crecientes flujos de inversión, el sistema adquiere cada vez más peso político y económico, lo que vuelve aún más costoso cualquier tentativa de reversión.

La provincia de Jujuy fue la que más lejos llegó en intentar modificar el modelo. A través de JEMSE (Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado) diseñó un esquema de joint ventures con empresas privadas, con participación accionaria minoritaria y acceso a una cuota del 5% de la producción a precio preferencial, destinada a empresas interesadas en industrializar localmente.

Sin embargo, la participación minoritaria redujo al mínimo el poder de decisión real de la provincia y hubo una insuficiencia del volumen asignado: “Para atraer un proceso industrial serio, no solo se requiere ensamblado de baterías, necesitás mucho volumen. Si querés producir cátodos, por ejemplo, el 5% de lo que se producía era muy poquito”, explicó Obaya.

La Argentina cuenta con más de 30 proyectos de explotación de litio en etapa avanzada.

¿Con tener litio alcanza?

El artículo cuestiona la idea extendida de que disponer del recurso garantiza avanzar hacia su industrialización. Obaya lo ilustró con una analogía: “Nadie, ningún país, ha dicho: ‘Tenemos hierro, ¿por qué no hacemos autos?’ Porque hay una distancia demasiado grande entre el recurso y el bien final”. Con el litio, sin embargo, esa pregunta aparece frecuentemente en América Latina.

La distancia entre extraer litio y fabricar baterías es enorme. En una batería, el litio representa apenas entre el 5% y el 10% del valor final, según los precios del momento. Contar con el recurso puede ofrecer ventajas en términos de seguridad de abastecimiento, pero no asegura una ventaja económica suficiente para instalar industrias complejas. De hecho, Australia, el principal productor mundial, se limita a extraer la materia prima sin avanzar en la cadena. La Argentina y Chile procesan el mineral y producen carbonato e hidróxido de litio, pero el salto hacia la fabricación de celdas continúa siendo lejano.

Las cadenas de valor de las baterías están altamente concentradas y fuertemente regionalizadas. Y la tracción no proviene del litio, sino del otro extremo: la industria automotriz: “Los países quieren producir baterías porque quieren tener una industria automotriz fuerte, y una condición para eso es tener una industria de baterías competitiva”, explicó Obaya. El sector automotriz absorbe más del 80% del litio mundial. Sin una industria automotriz de escala global en la región, el incentivo para instalar fábricas de baterías sigue siendo limitado.

Obaya también cuestionó la idea de que la minería del litio pueda generar los mismos efectos económicos que otras actividades extractivas como el petróleo: “Aunque se lo denomina actividad minera porque el producto es un mineral, el proceso productivo es totalmente distinto”, advirtió. La extracción de litio es, en esencia, un proceso químico: se bombea salmuera de los salares, se la procesa en plantas industriales con reactivos y etapas de evaporación o purificación, y se obtiene carbonato o hidróxido de litio.

Una vez superada la etapa de construcción, la actividad no demanda grandes cantidades de mano de obra ni genera requerimientos de insumos tecnológicos complejos. Si bien alrededor del 70% de los insumos pueden ser de origen nacional, “no requieren tecnología de punta ni conocimiento altamente especializado”, aclaró. Esto limita la capacidad de la actividad para impulsar el desarrollo de otras industrias en la economía local.

Chile llegó a concentrar cerca del 40% de la producción mundial de litio, aunque su participación cayó después de 2016, mientras que la Argentina nunca superó el 15% y durante años osciló entre el 4% y el 5%. Bolivia, pese a tener las mayores reservas, aún no produce litio a escala comercial.

El caso chileno mostró mayor flexibilidad institucional. El marco de 1979 declaró al litio recurso estratégico y no concesionable, pero con excepciones que permitieron desarrollar el Salar de Atacama y convertirse en líder mundial. Con el gobierno de Gabriel Boric, Chile profundizó una estrategia híbrida mediante la Estrategia Nacional del Litio, la creación de una empresa estatal, renegociación de contratos y asociación entre CODELCO y SQM para avanzar en la producción. El diseño institucional chileno nació con márgenes de flexibilidad que le permitieron adaptarse sin reformas constitucionales, a diferencia del caso argentino.

Bolivia siguió el camino opuesto. En los años 1990 estuvo cerca de firmar un contrato neoliberal, pero el ciclo político que desembocó en la llegada de Evo Morales cambió por completo la orientación del sector. Entre 2007 y 2010, la reforma constitucional nacionalizó el litio, lo declaró recurso estratégico y estableció que solo el Estado podía explotarlo. “Ha sido un proyecto muy liderado por el Estado en todo su ciclo”, destacó Obaya.

Geopolítica: Entre el discurso y la realidad

En los últimos años, el litio ingresó en el discurso de la “geopolítica de los minerales críticos”, con Estados Unidos, China y la Unión Europea compitiendo por asegurarse cadenas de suministro. Pero, según Obaya, en Sudamérica esto es más retórica que un hecho concreto. “La Unión Europea firmó acuerdos estratégicos, hay movimientos diplomáticos, pero hasta ahora no veo cambios reales. Nadie expulsó a nadie, todo sigue igual”, afirmó.

En la Argentina, además, cualquier intento de reorientación geopolítica enfrenta un límite estructural, dado que el Estado nacional no controla el recurso: “Son las provincias las que tienen la titularidad. Los embajadores que vienen a hablar del tema recorren las provincias porque saben a quién tienen que convencer”, señaló.

La exposición cerró con una advertencia: “Es la institucionalidad doméstica la que determina el rumbo. Explicar todo por factores externos es reduccionista. Frente a un mismo estímulo hay respuestas muy distintas. No hay nada automático”, sintetizó Obaya.

Matías Ortale

Investigadores del CONICET y una empresa privada elaboran la 1ª salsa de ostras nacional

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Investigadores del CONICET y la empresa Cultivo Ostras SAS, perteneciente a la firma Ostras de la Patagonia, desarrollaron un proyecto piloto para producir la primera salsa de ostras nacional, elaborada a partir de la ostra del Pacífico Magallana  (o Crassostrea) gigas, una especie invasora que afecta los ecosistemas costeros del sur bonaerense.

El desarrollo avanza hacia su habilitación industrial y abre una nueva línea de producción sustentable con alcance regional y nacional, que involucra a los municipios de Patagones y Bahía Blanca.

El proyecto, desarrollo científico-industrial piloto” fue liderado por el Instituto Argentino de Oceanografía (IADO, CONICET–UNS), junto a la Planta Piloto de Ingeniería Química (PLAPIQUI, CONICET–UNS) y el Instituto de Ciencias Biológicas y Biomédicas del Sur (INBIOSUR, CONICET–UNS), pertenecientes al CONICET Bahía Blanca.

Fue llevado adelante por un equipo de investigadores, personal de apoyo y becarios bajo la dirección científica de la investigadora del CONICET Sandra Botté y el integrante de la Carrera de Personal de Apoyo (CPA) del CONICET, Eder Dos Santos, especialistas en biotecnología marina y aprovechamiento de recursos costeros en el IADO.

Los F-16 llegan, finalmente, a nuestro país. Hace 18 meses se había cuestionado en AgendAR

En un vuelo ferry, conducidos por pilotos de la Real Fuerza Aérea de Dinamarca y acompañados por aeronaves de apoyo logístico, despegaron el viernes último desde la base danesa de Skrydstrup los seis aviones de combate F-16 comprados por la Argentina a ese país europeo, con el equipamiento militar provisto por los Estados Unidos.

Los F-16 Figthing Falcon recorrerán más de 12.000 kilómetros y cruzarán el Atlántico, en un trayecto con varias escalas para reabastecimiento –la primera fue en Zaragoza y ahora se encuentran en la base aérea de Gando, en las Canarias-, y llegarán el próximo viernes al Área Militar Río Cuarto, en la provincia de Córdoba, donde permanecerán hasta que la Fuerza Aérea decida el traslado a su destino final: la VI Brigada Aérea de Tandil. La última escala será en la ciudad brasileña de Natal.

Componen el apoyo logístico en vuelo un Boeing 737 y un Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina, además de un avión cisterna KC-135 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

Con un costo total de 650 millones de dólares, contando el gasto por el equipamiento del sistema de armas, la operación militar es la más relevante desde la guerra del Atlántico Sur, en Malvinas, donde la Fuerza Aérea hizo su bautismo de fuego, con los aviones caza Mirage, el sistema de armas vigente en el país durante más de 30 años, hasta su desprogramación, en 2015.

Los aviones caza supersónicos comprados por la Argentina
Los aviones caza supersónicos comprados por la ArgentinaMin. de Defensa

La llegada de los F-16 encuentra al gobierno de Javier Milei en plena transición en materia de política militar, ante la designación del jefe del Ejército, teniente general Carlos Alberto Presti, como nuevo ministro de Defensa, para suceder al mendocino Luis Petri, quien asumirá una banca en la Cámara de Diputados. Será el primer militar en actividad en conducir el área en los 42 años ininterrumpidos que lleva la democracia en la Argentina.

De las seis unidades militares que ultimaron la puesta a punto en la base aérea danesa de Aalborg, cuatro son aviones biplazas (matrículas M-1004, M-1005, M-1007 y M-1008) y dos monoplazas (M-1002 y M-1009), explicaron fuentes especializadas. Se trata de aviones de combate de cuarta generación, cuya hora de vuelo está cotizada en una suma cercana los 20.000 dólares, por el combustible, el mantenimiento y los costos de operación.

Son aviones caza supersónicos, diseñados para volar a velocidades superiores a la del sonido (1234 kilómetros por hora al nivel del mar. Se estima que en la actualidad existen cerca de 1000 aviones F-16 que vuelan en las distintas fuerzas aéreas. Cumple con las máximas exigencias de defensa y ataque que impone la OTAN, afirman expertos aeronáuticos. Dinamarca y Polonia, por ejemplo, enviaron estas aeronaves a la guerra de Ucrania.

Preparación definitiva

La puesta a punto de los F-16 estuvo a cargo en los últimos meses de un equipo multidisciplinario de militares y técnicos del Programa F-16, constituido en la Fuerza Aérea Argentina, y de la Agencia Logística de Adquisiciones para la Defensa de Dinamarca (DALO) en la base militar de Aalborg. Se ultimaron los detalles más diversos, desde el equipamiento de los aviones hasta las manos de pintura de las aeronaves, revelaron a LA NACION autoridades aeronáuticas. Se trata de un sistema de armas y capacidades adoptado por otros 26 países, sostienen en la Fuerza Aérea.

En medios especializados se destacó que estas unidades F-16 cuentan con el sistema Have Glass V, una pintura absorbente de tecnología avanzada que reduce significativamente la posibilidad de que puedan ser detectados por radares.

Petri viajó en junio pasado a la base de Aalborg para interiorizarse de los trabajos de mantenimiento de las aeronaves, antes de la fase final de ensamblado, preparación y pruebas de vuelo. Lo acompañó el jefe de la Fuerza Aérea, brigadier Gustavo Valverde.

A su vez, en los últimos meses llegaron al país delegaciones de la Air Force Security Assistance Training, para coordinar la gestión del entrenamiento del personal, de Top Aces, responsable de la instrucción de los técnicos y pilotos y de la agencia de logística DALO.

Uno de los aviones caza supersónicos, diseñados para volar a velocidades superiores a la del sonido
Uno de los aviones caza supersónicos, diseñados para volar a velocidades superiores a la del sonidoMin. de Defensa

La Fuerza Aérea creó el Programa F-16 hace más de diez años, con la misión de explorar las condiciones existentes para mejorar el equipamiento militar, aun antes de que avanzaran las gestiones para la compra de los aviones de origen danés. Durante el gobierno de Alberto Fernández se barajaron otras opciones, como los MIG-35 de Rusia, los JF-17 de China y los HAL Tejas, producidos por la India.

El contrato por los F-16 se firmó en abril de 2024, cuando el ministro Petri y el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, brigadier general Xavier Julián Isaac, viajaron a Dinamarca. Pilotos y técnicos argentinos se trasladaron, también, para capacitarse en el manejo de estas aeronaves.

La Fuerza Aérea viene trabajando desde hace más de un año en la instrucción y el entrenamiento de pilotos y técnicos incorporados al Programa F-16, con especial intensidad desde marzo, a partir de la llegada del avión escuela destinado a tareas de capacitación.

Desde septiembre de 2024 rige un “secreto militar” sobre las obras de remodelación de la VI Brigada Aérea de Tandil. Así lo estableció el decreto 807/2024, firmado por Milei.

Mariano De Vedia

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El 27 de marzo de 2024, en ocasión de la compra de los F-16, publicamos esta opinión en AgendAR:

Opinión: otra oportunidad perdida

Desde diciembre de 2015, cuando la Fuerza Aérea Argentina dio de baja el sistema de armas Mirage-Dagger en todas sus versiones, la Nación se quedó sin su estilete aéreo, se quedó sin cazas interceptores supersónicos. Este importante sistema de armas comenzó a ser incorporado en la década del 70 y Argentina supo tener una distinguida capacidad militar con estos aparatos de origen francés -Mirage III en varias versiones- e israelí -en versiones de Mirage V Dagger y Mara-. Lo cierto, es que estos aviones de destacada actuación en la guerra de nuestras Islas Malvinas, son de concepción de tercera generación con distintas limitaciones pese a las actualizaciones que fueron llevadas a cabo, posterior al citado conflicto del atlántico sur.

En los años previos al 2015 el sistema de armas Mirage protagonizó algunos incidentes que le fueron atribuidos al desgaste y a sus años de servicio. Sin embargo, algunos especialistas sostienen que una dotación mínima podría haberse sostenido en servicio algunos años mas y no perder esa capacidad interceptora supersónica.

El alto mando aéreo, tal vez, interpretó que dando de baja a todo el sistema de armas pondría presión a la conducción política para un rápido reemplazo. Eso no ocurrió. De todos modos, vale recordar, que a finales de 2015 el Ministerio de Defensa había acordado con Francia y España la adquisición del Mirage F-1, avión caza interceptor, de origen francés pero que era operado por el Ejército del Aire Español. Este avión, si bien antiguo, ostentaba horas remanentes de vuelo que suponía un parche momentáneo a la capacidad militar diezmada, hasta tanto se adquiriera un nuevo sistema de armas que le asegurara a la Nación tener en operaciones a un caza interceptor de cuarta generación por muchos años. Finalmente, eso no ocurrió. El saliente ministro Agustín Rossi entendió que la operación debería ser cerrada por el gobierno entrante, toda vez que comprometía parte del presupuesto del ejercicio del año venidero.

Durante todo el gobierno del ingeniero Mauricio Macri no se hicieron avances en la adquisición de aeronaves de combate que suplieran esa capacidad militar perdida, el corazón de la aviación de combate argentina quedó a cargo de la V Brigada Aérea (San Luis) donde operan, aún, los veteranos A-4AR adquiridos a EE.UU. de segunda mano -con actualizaciones- en el año 1997 durante el gobierno del presidente Carlos Menem en el apogeo de las relaciones carnales. Argentina, durante ese gobierno, obtuvo el estatus “aliado extra-OTAN” que le otorgaba ciertos beneficios en la adquisición de equipos militares.

Más acá en el tiempo, durante la gestión de Alberto Fernández, nuevamente el ministro de Defensa Rossi, quien había promovido la sanción de la ley del FONDEF (un fondo especial para la financiación de la reestructuración de las FF.AA.) puso sobre la mesa la discusión sobre la adquisición de material aéreo con capacidad interceptora. Fue así como durante más de tres años la Fuerza Aérea evaluó distintos modelos (KAI FA-50, HAL TEJAS, JF-17 Thunder BLOCK III, F-16, MIG-35, entre otros) quedando seleccionado en primer término, el KAI FA-50, un avión producido por Corea del Sur, derivado del TA-50 un entrenador avanzado producido por la misma factoría. Durante el año 2022, el ministro Rossi hizo pública una nota enviada por KAI notificando que no podía vender el avión tal y como lo ofrecía. Esto como consecuencia de las restricciones impuestas por Londres debido al embargo de armas, sistemas y bienes bélicos que pesan sobre nuestro país luego de la mencionada guerra por nuestras Malvinas. Esta cuestión estaba vinculada a ciertos sistemas de abordo que portaba el avión coreano y que imposibilitaban el negocio.

Por otro lado, el ruso MIG-35 había sido descartado, pese a sus sistemas de arquitectura abierta que le permitían la adquisición y montaje de armamento occidental, esgrimiendo, las autoridades aéreas, razones de sostén logístico y el inicio de las hostilidades con Ucrania.

Finalmente, los dos aviones que arribaron con posibilidades de transformarse en el nuevo sistema de armas interceptora de cuarta generación de la Fuerza Aérea Argentina fueron: el JF-17 Thunder Block III, de origen chino, y el F-16 de origen estadounidense y operado por la Real Fuerza Aérea Danesa.

Hasta diciembre de 2023 el que corría con mas chances era el avión chino, porque cumplía con los requisitos impuestos por el alto mando aéreo, no portaba elementos británicos que impedían cualquier negocio y, además, eran aviones con cero horas de vuelo; aviones nuevos.

A partir de la nueva administración del presidente Javier Milei, y su vocación de extrema occidentalización, las puertas al producto chino se cerraron definitivamente. Argentina, y su nuevo posicionamiento geopolítico, clausuró todos los negocios con la potencia oriental. La irracionalidad de una política exterior bajo la fórmula Este/Oeste, de un mundo bipolar que ya no existe, hace muchos años, y una imaginaria guerra a un comunismo de mediados de siglo XX, hicieron reflotar la compra de viejos aviones estadounidenses como en el final del mandato de Carlos Menem. ¿Casualidades? No parece.

El avión ofrecido a Argentina es de las primeras versiones de F-16, ellas conocidas como Block 10 y Block 15 (denominaciones a las distintas actualizaciones de los aparatos; actualmente ya existen actualizaciones a estándar Block 72) que fueron producidos en los comienzos de 1981, hace 43 años.

Nuestro país está adquiriendo, según fuentes vinculadas al gobierno, aparatos con pocas horas remanentes de vuelo, con mas de 40 años en servicio, con restricciones de aviónica, sistemas de tiro y armamento. Esto significa que la Fuerza Aérea esta comprando un problema, no una solución a su diezmada capacidad militar. La puesta en servicio de los F-16 supondrá una gran inversión en infraestructura, logística, utilaje, herramental y formación de pilotos, ingenieros y mecánicos. Todo ese esfuerzo presupuestario requerido al pueblo argentino para poner en línea de vuelo solo algunos pocos aparatos viejos, pareciera que es pedir demasiado.

Por otro lado, no menor, vale decir que las actualizaciones de sistemas de abordo -necesarias para operar las aeronaves- las hace periódicamente el fabricante con la utilización de códigos de accesos. Es decir, si EE.UU. considera que el conflicto compromete sus intereses, o el de sus socios históricos, solo debe negar los códigos de actualización para que los aviones se transformen en aparatos de desfile para cada 10 de agosto (día de la Fuerza Aérea Argentina).

En síntesis, la adquisición de este vetusto sistema de armas no suple una capacidad perdida, solo confirma un posicionamiento geopolítico comprometiendo el alicaído presupuesto nacional (no hay plata) en una sobreactuación que seguramente nadie le pide, pero que ya forma parte del estilo de gestión.

Roberto C. López

Abogado, Magister en Defensa Nacional. Asesor parlamentario en la Comisión de Defensa Nacional en la Honorable Cámara de Diputados y en la Comisión Bicameral de Inteligencia del Honorable Congreso de la Nación. Revisor de la revista científica del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata. Docente de FADENA, UNDEF.