La semana pasada el Gobierno despidió sin causa a 25 trabajadores de VENG, la empresa argentina de servicios y desarrollos tecnológicos para el acceso al espacio. Pese a que recientemente había logrado avances en el motor para un lanzador satelital, el proyecto principal está parado por falta de presupuesto y temen que haya un plan de desguace de la compañía.
Tras el reciente despido sin causa de 25 trabajadores en la empresa argentina de servicios y desarrollos tecnológicos para el acceso al espacio VENG, se confirma una vez más el escaso interés del Gobierno en el desarrollo científico-tecnológico. Pese a que recientemente había logrado avances en el motor para un lanzador satelital, los proyectos están en su mayoría parados desde que asumió el gobierno de Javier Milei y sus empleados tienen sueldos con aumentos todavía menores que los del resto de los empleados estatales, lo que provocó que muchos renunciaran. El plan espacial nacional de acceso al espacio también está caduco, y aunque algunos proyectos siguen gracias al impulso que habían tomado en el gobierno anterior, no hay directivas nuevas sobre el camino que debería seguir el país en materia de acceso al espacio.
VENG es una sociedad anónima del Estado, por lo que sus empleados trabajan bajo la ley de Contrato de Trabajo, ya que no existe un convenio específico para este sector. En el caso de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), el accionista principal de VENG, sus empleados sí son parte del régimen de Administración Pública Nacional (APN). De todas formas, hoy la dirección de esta empresa de desarrollo de tecnología satelital ya no depende de la CONAE, sino de la dirección política del Ejecutivo, que depende políticamente de la hermana del presidente, Karina Milei.
Los despidos en la empresa no se hicieron con un criterio claro ni planificado. Según dijo Emiliano Baum, coordinador del Área de Soporte de Sistemas del Segmento de Estaciones Terrenas de la CONAE y delegado de ATE, “si se mira la nómina de despedidos no hay un criterio claro. Uno de los despedidos trabaja para VENG pero dentro de CONAE, en la Gerencia de Observación de la Tierra, y tenía los pasajes comprados a su nombre para viajar la semana que viene a Puerto Madryn junto con personal de CONICET y una delegación francesa. El lunes, cuando quiso entrar, el molinete no giró y le avisaron que estaba despedido. Hay mucha improvisación. En esta tanda de despidos parece que tuvo que ver cierto amiguismo, que es previo a este gobierno, y ya lo veníamos denunciando”.
El proyecto principal para el que se creó VENG es el desarrollo de un lanzador espacial, el proyecto antes conocido como Tronador. Un vehículo que podría poner satélites en órbita y para lo cual es necesario desarrollar estructuras, motores, combustibles y aviónica, entre otros. “El proyecto Tronador, desde 2016 para acá, más allá de algún indicio de reactivación durante el Gobierno de Unión por la Patria, donde apareció algo de plata, es un proyecto muerto. Se hace alguna prueba de motor con las cosas que quedaron pero no entra nada nuevo. Como proyecto no hay nada”, expresó Baum. Y agregó: “Hacer un motor solamente no es un proyecto de acceso al espacio. Es hacer una partecita para ver si se la puede meter en algún lado. Eso no es el proyecto Tronador, están haciendo otra cosa, siendo generosos. Habría que preguntarse cómo funciona eso en el mundo. Yo estoy en el sector terreno de la CONAE y brindamos soporte para lanzamientos de otros países, lo último que hice fue para Japón. El proceso del desarrollo de eso está guiado por el Estado y en todo caso tiene alguna subsidiara local que hace partes para su lanzador, pero es el Estado el que arma el proyecto y genera toda la tecnología. No conozco ningún país que se dedique a comprar partes de motores a otros lugares. Le preguntamos a las nuevas autoridades si les parecía posible que el país tuviera un proyecto de acceso al espacio sin la CONAE y VENG, y nos respondieron que no, que ellos sí querían a este proyecto pero que los que estaban arriba de ellos eran felices cuando cierran el día echando gente. Ese es el nivel con el que se trabaja con este Gobierno”.

La fabricación de motores cohete para lanzadores de satélites desde el Estado argentino solo tiene sentido dentro de un proyecto de acceso al espacio. Que la Argentina invierta recursos, tiempo y dinero para hacer piezas para otros países sin garantizarse el derecho a lanzar sus propios satélites no tiene razón de ser.
“El viernes y el lunes se dieron los despidos porque terminaron de aclararse las internas y terminó Roberto Yasielksi como presidente de VENG y Laureano Quiroga como gerente general de la empresa, que tiene una historia zigzagueante dentro de la administración pública, y Alberto Haure en Recursos Humanos, que es una persona de Francos, y Axel Taboada, que viene del karinismo. Son la casta de la política que ocupan los cargos que la Libertad Avanza no tiene con quién ocupar. Cuando cerraron eso cayeron los primeros 25 despidos, de los cuales 20 fueron el Córdoba, y el lunes hubo más”, dijo Baum.

Para la empresa, los despidos ya son una decisión tomada pero desde el sindicato se hizo una asamblea para ver cómo responder con acciones al plan de desguace de la empresa. Hay mucho miedo de los trabajadores ante represalias si son vistos en acciones sindicales. Los diputados Daniel Gollan, Julia Strada, Gabriela Estévez, Natalia De La Sota y Pablo Carro presentaron un pedido de resolución para conocer el estado de la empresa porque tienen la convicción de que los nombramientos políticos recientes tienen sueldos muy altos, fuera de las normas, teniendo el precedente de Damián Reidel, que cobra 14 millones de pesos. Tradicionalmente, el presidente de VENG tenía un cargo ad honorem, por lo que quieren saber si esa política se cambió, y también conocer si no se están usando las ganancias de la empresa para hacer caja para la campaña política. “No quedan claros los números de VENG. Yo entiendo que se genera plata con la venta de imágenes satelitales y hasta donde conozco alcanza para sostener los equipos que trabajan en generar esos productos y un poco más. Hay laboratorios que generan recursos pero la empresa fue pensada para que la mayoría de los ingresos vengan de contratos con CONAE para la operación de los satélites, de la estación terrena y laboratorios, y cuando el proyecto Tronador estaba activo era el mayor ingreso”, dijo Baum.
En VENG Córdoba quedan 223 trabajadores luego de los últimos despidos, y sumando los empleados de otras sedes son aproximadamente unas 350 personas. Cerca del 10% de los trabajadores han renunciado desde que asumió el Gobierno por los bajos salarios y el congelamiento de los proyectos.
“El Tronador retoma la experiencia del proyecto Cóndor, que a su vez viene de las experiencias de acceso al espacio de los años ’60. Hoy el Tronador no está al nivel de las cosas que se han hecho en otras épocas pero va a ser muy difícil alcanzarlo si cada ocho años cancelamos los proyectos. Hace falta un acuerdo más transversal entre las diferentes fuerzas políticas nacionales que tengan una visión estratégica, que claramente este Gobierno no tiene, con el que no parece poder haber ningún diálogo en nada que tenga que ver con ciencia y tecnología. La destrucción del sistema no puede normalizarse”, dijo Baum. Y finalizó: “No hay mejor herramienta para desarrollarnos que apostar a la ciencia y la tecnología, que son los mejores trabajos, los de mayor calidad y multiplicadores de oportunidades”.
Matías Alonso