La renuncia de Luis Caputo al Banco Central, que ocurrió en medio de la gira de Mauricio Macri a Nueva York figura en un lugar destacado de la tapa de la edición del Financial Times, uno de los medios más leídos en los círculos financieros de todo el mundo.
«La crisis argentina se profundiza con la renuncia de Luis Caputo al Banco Central después de haber estado tres meses en el puesto», tituló el prestigioso diario.
«El presidente del Banco Central argentino renunció después estar tres meses en el cargo, provocó la caída del peso en un 5% y perjudicó los intentos de Mauricio Macri de restaurar la confianza de los inversores en medio de la crisis cambiaria», dice el primer párrafo de la nota, que lleva las firmas de Benedict Mander, corresponsal en Buenos Aires, y Pan Kwan Yuk y Colby Smith, de Nueva York.
El diario señala que la salida de Caputo se registró en medio de 36 horas de un paro general contra el «nuevo presupuesto austero» de Macri y cuando el Gobierno estaba a punto de cerrar un acuerdo con el FMI.
Ayer, a la espera del nuevo acuerdo con el FMI, el dólar mantuvo su tendencia al alza este miércoles y trepó 54 centavos a $ 39,45 en bancos y agencias.
La mayor demanda por cobertura – propia de cada fin de mes obligó al BCRA a intervenir con la venta de futuros para intentar moderar la suba del billete.
El peso operó ayer a contramano de la tendencia de la región, donde la mayoría de las divisas se apreciaron frente al dólar: en Brasil, por ejemplo, el real subió 1,1%.
La primera parte de este artículo fue publicada aquí.
Se podrá decir que bajarse de Atucha III para ir sin etapas a la Hualong I fue una atención al país que nos compra la mayor parte de nuestras exportaciones primarias. Pero hasta 2018, ni los ejecutivos más optimistas de la CNNC podían imaginar semejante estupidez de parte de la Argentina, y mucho menos, exigirla.
Pero el PRO y el “quid pro quo” son cosas distintas. Nuestro sometimiento a un país que no nos compra ni limones, como subrayó con peculiar gracia ante cámaras el presidente Donald Trump al ser visitado por su no-tan-par Mauricio Macri, nos acaba de costar 740 megavatios cancelados y 270 despidos en NA-SA en su sede de Lima, provincia de Buenos Aires, más 650 inminentes en la PIAP (Planta Industrial de Agua Pesada en Arroyito), más la próxima ruina y chatarreo de esa unidad de U$ 900 millones, la mayor del mundo.
A eso, sumar la pérdida de 5000 puestos de trabajo previstos durante el pico de construcción de Atucha III por el centenar de empresas metalúrgicas, electromecánicas y de ingeniería que en 2014 terminaron Atucha II y acaban de retubar Embalse. Y la duda de a qué se dedicaran los 400 ingenieros que alcanzaron a retitularse como “nucleares” en esos dos trabajos. Todo eso se rifó en mayo de este año, amén de la viabilidad del Programa Nuclear Argentino de los próximos 15 años, que parecía casi blindada a prueba de idiotas. Pero no ha sido en absoluto el caso.
Volvamos a la historia del retubado de Embalse, esta obra que Rex Tillerson y Mike Pompeo, los dos sucesivos secretarios de estado de Mr. Trump, y el ing. Juan J. Aranguren, el mejor ex ministro de Energía de la Shell no trataron siquiera de parar, aunque le da mucha autonomía a la Argentina para seguir construyendo CANDU o similares, si consigue financiación.
Aunque ella era bonaerenses por origen, ambos Kirchner, a fuerza de gobernar en la intemperie primaria y extractiva de Santa Cruz llegaron a la Casa Rosada con una cabeza típicamente petrolera: la energía sale de hacer agujeros en el sitio adecuado. Pero ser presidente es más difícil, descubrieron, especialmente si uno heredó y logró aciertos: a partir de 2003, con la reactivación de la economía, faltó energía todo el tiempo hasta 2015. Hacia finales de su segunda presidencia, Cristina Fernández tenía que importar hasta U$ 5000 millones/año de gas y combustibles líquidos, para deleite de la entonces oposición. No por otra cosa los Kirchner resucitaron el Programa Nuclear. No se puede decir que lo hayan entendido del todo (no hay culpa en ello: no es fácil). Y no se puede negar que le pusieron voluntad y plata. Por parte de los nucleares, no hubo gruñidos. Quien acaba de volver de la tumba, no suele protestar por detalles.
La resucitación cardiopulmonar del programa nuclear ocurrió en un escenario nuevo: la CNEA había sido dividida en 1994 por un intento fallido del presidente Carlos Menem de privatizar las centrales nucleares. Los nuevos decisores emergentes eran NA-SA, que construye planta y la maneja, y la ARN (Autoridad Regulatoria Nuclear, que adjudica o niega licencias operativas. Ambas organizaciones y también la CNEA, que mantiene una capacidad de laboratorio inmensa, le aseguraron a CFK que Embalse estaba en buen estado y tal vez valiera la pena imitar a los canadienses y darle una segunda vida. Pero sin apuro. Corría 2006. Habría tiempo de sobra para observar las demoras y sobrecostos de aprendiz de CANDU Energy en este trabajo novísimo, y sacar conclusiones realistas.
La propia financiación fue mayormente argentina: fondos no reembolsables del Tesoro, un trust del Banco Nación a devolver en 2024 garantizado en un 80% por el producto eléctrico, y únicamente U$ 240 millones puestos por la Corporación Andina de Fomento (CAF) al 2,4% anual y con 4 años de gracia. En suma, tampoco se emitió deuda al cuete.
Y vamos a los fierros: como toda central de 2da. generación, Embalse fue diseñada en los ’60 para durar sólo 30 años. Si en 2011 no hubiera estado avanzada la fase 1 de retubado (diagnóstico del estado de la central, redacción de requisitos, firma de contratos, fabricación y acopio de componentes), en 2016 la actual conducción petrolera del país la habría cerrado sin dudar.
Y hoy estarían haciendo negocios de “fracking” en Vaca Muerta o importar gas para sustituir Embalse con 3 o 4 plantas de ciclos combinados clase H, que tampoco tendrían más remedio que importar “llave en mano” y sin un tornillo argentino, según sus usos y costumbres.
Pero Aranguren llegó tarde a este combate. Embalse fue la 3ra. CANDU 6 en “retubar”, y estaba empezando la fase 2 de “manos a la obra”. Con IMPSA, CONUAR (Pérez Compac), CANDU Energy, Mammoet y 100 PyMES argentinas con componentes fabricados y entregados, o ya trabajando en obra y con contratos válidos, quien tratara de frenar ese tren en 2016 sería atropellado. Se iba a comer juicios de parte de demasiada gente demasiado poderosa. De modo que la 2da. fase y 3ra. fases siguieron sin demoras u objeciones y por eso Embalse literalmente nació de nuevo.
Ahora se entiende por qué casi lo primero que hizo Aranguren al llegar al ex Ministerio de Energía en 2016, fue estorbar, objetar y retrasar el comienzo de obra de Atucha III aquí y en China, y lo último importante que hizo en 2018 antes de ceder su puesto al Ing. Javier Iguacel fue exterminar el proyecto.
Daniel E. Arias
Construcción de Embalse: el técnico coloca uno de los 380 tubos de presión dentro de su correspondiente caño de calandria. El lugar y los componentes aún están “fríos”.
La renuncia que se dio a conocer ayer de Luis «Toto» Caputo a la presidencia del Banco Central que había asumido hace poco más de tres meses, llenó el día de ayer de versiones y conjeturas.
El gobierno hizo un esfuerzo sobrehumano para tratar de mostrar calma, y hasta que la noticia no lo había sorprendido. Pero ni siquiera los medios más oficialistas se privaron de hablar de internas y de las «sugerencias» del F.M.I.
Hay un hecho evidente, que ya señalamos ayer mismo y que por supuesto los medios del exterior remarcaron: un presidente de un Banco Central no renuncia cuando el presidente de su país está en visita oficial a las Naciones Unidas, conversando con banqueros y periodistas económicos para decirles que está todo bien en su país.
En AgendAR creemos que, más que prestar atención a los rumores de pasillo, o a las teorías conspirativas que circulan por WhatsApp, vale mirar los hechos. La economía argentina afronta una crisis financiera, y las decisiones que hay que tomar día tras día, tienen ganadores y perdedores.
(Estamos hablando de quienes manejan capitales gigantescos. Los argentinos de a pie ya perdieron y seguirán perdiendo por la recesión, pero esa política no está en discusión dentro del gobierno, ni dentro del F.M.I.).
La trayectoria y «expertise» de Luis Caputo ha sido la de un «trader» exitoso. Un «mesadinerista», lo llamó con cierta crueldad un dirigente de la oposición. Un «trader» se dedica a hacer ganar dinero a los inversores (y de paso a sí mismo, por supuesto). Seguramente su figura y sus contactos sirvieron para que fondos de inversión y de riesgo decidieran aprovechar las muy jugosas tasas, por encima del 40%, que ofrece Argentina.
Pero para obtener beneficios de esas inversiones, es imprescindible que la moneda en que se hacen -el peso argentino, en este caso- no se devalúe tanto o más que el interés que se gana.
Más allá de la legitimidad de estas inversiones -no las analizamos, no tenemos los elementos para hacerlo, al no ser auditores del Central- hay un choque implícito con la política tradicional del Fondo, que -no sólo en Argentina, en todos los países- se niega a que se usen las reservas para frenar las corridas cambiarias.
En general, apoya que las devaluaciones sigan su curso, sin importar hasta donde llegan. Esa fue su conducta en Argentina, a fines del 2001 y comienzos del 2002.
No estamos diciendo que la historia se va a repetir. No, al menos, por ahora. Los países desarrollados prefieren que Macri continue, en ausencia de alternativas confiables, y una devaluación salvaje probablemente destruiría su gobierno.
Pero esto no significa que el Fondo aceptará cualquier política, ni está dispuesto a salvar todas las inversiones especulativas. Ya Alemania y Francia expresan en su Directorio sus dudas con los créditos a la Argentina (y la renuncia del presidente del Central seguramente no los tranquilizó).
El F.M.I. exigirá prudencia en las decisiones, que en sus términos significa ajuste. En todo, menos en los intereses de la deuda. Los empresarios rurales ya recibieron el mensaje: no importan las promesas previas de Macri (y éstas seguramente quería cumplirlas), si el Fondo exige retenciones, habrá retenciones.
Un gobierno que vive de prestado, no puede desafiar a su único prestamista.
Según las filtraciones que generosamente distribuyen los funcionarios, el acuerdo con el FMI (II versión) que está previsto anunciar hoy implica establecer bandas de flotación para el dólar. Guido Sandleris, el flamante presidente del BCRA, fue parte de la negociación para ese punto. Y es el Central quien se encargará de ejecutarlo.
En la práctica, será implementado por la mesa de operaciones de la entidad con el trader Gustavo Cañonero, el vicepresidente del banco, a la cabeza. Siempre según esas filtraciones, el dólar tendrá un techo que va de los 40 a los 44 pesos y un piso de entre 32 y 36 pesos. Si se escapara, intervendría el Central.
En la interna del gobierno, la llegada del ex secretario de Política Económica al BCRA, Guido Sandleris, implica un crecimiento del poder del ministro de Hacienda Nicolas Dujovne en el gabinete económico del Gobierno luego de que Caputo quedara relegado en las negociaciones con el organismo que preside Christine Lagarde. Pero en las decisiones sobre política cambiaria, el factor decisivo será lo opinión del Fondo. Porque es su préstamo el que, se espera, permitirá controlar un aumento desenfrenado del dólar.
Sobre el sistema de bandas de flotación, y, en general, sobre el «control» del precio del dólar, AgendAR expuso su opinión aquí.
En febrero de 2018, Guido Sandleris, el nuevo presidente del Banco Central le dio una entrevista a PERFIL. En aquel momento, el economista se desempeñaba como jefe de asesores del Ministerio de Hacienda. Ayer las redes sociales circulaban sus ideas con memes irónicos «Un gran visionario»…
A nosotros nos parece que, más que pronósticos equivocados (el que esté libre de culpa…) estas declaraciones reflejan lo que el gobierno del PRO pensaba, y quería que los argentinos pensaran, hace sólo medio año. La realidad actual casi permite hablar de otro gobierno. Sin duda, de otra actitud. Leamos:
“Soy el que les explica la macro y lo fiscal a los inversores”, aseguraba en aquel entonces. En dicha entrevista, Sandleris se mostraba optimista en que Argentina despegara, apalancado por «motores invisibles de la economía».
Se refería al despegue de Vaca Muerta, el crecimiento de la aeronáutica (por las low cost), el despliegue de las energías renovables y de la industria del litio. “No hay que preocuparse en lo que tiene que ver con actividad económica. Estamos muy bien. El año 2018 va a ser mejor que 2017, que a su vez fue mejor que 2016”, afirmaba previo a las devaluaciones que golpearon a la economía doméstica y que hicieron recalcular las previsiones.
Asimismo, auguraba que los años de mayor vulnerabilidad «ya habían pasado». “El mandato que dio el Poder Ejecutivo al BCRA es que cumpla la meta de 15%. Se cambió para que sea creíble y sea accesible. La inflación va a seguir bajando, no tengo dudas”, confiaba Guido Sandleris.
Incluso, cuando todavía existía optimismo respecto de cuál sería el devenir de la economía Argentina, el economista estimaba que la inflación iba a seguir bajando: “El mandato que dio el Poder Ejecutivo al BCRA es que cumpla la meta de 15%. Se cambió para que sea creíble y sea accesible. La inflación va a seguir bajando, no tengo dudas”.
Por otra parte, en aquella nota, Sandleris se refería al endeudamiento, como una forma de sostener el gradualismo que venía llevando a cabo el Gobierno en materia de ajuste del gasto: “La forma de financiar el déficit es con deuda. Pero está totalmente controlado y pensado el sendero de endeudamiento que vamos teniendo, de forma tal que en ningún momento eso nos lleve a una crisis. Si cumplimos las metas fiscales, la deuda con acreedores privados nunca va a pasar de ser 36% del PBI. Eso es bajo comparado con la región y con la historia argentina”.
En materia monetaria, que es lo que ahora le tocará administrar, Sandleris explicaba: “Hoy tenemos tipo de cambio flotante y la paridad peso dólar cambia todos los días y el Gobierno prácticamente no se mete. Yo no tengo recuerdo de dos años con la Argentina con tipo de cambio flotante. Es un sistema distinto del que estamos acostumbrados”.
La crisis cambiaria, el proceso recesivo y la inflación impactaron con fuerza en las ventas de shoppings y supermercados durante julio de este 2018, con caídas cercanas al 4 por ciento en las ventas interanuales, informó el INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos).
El organismo indicó que las ventas por cantidades en los supermercados cayó 3,7 por ciento durante julio, comparado con el mismo mes del 2017, mientras que en los centros de compras, la contracción del consumo llegó al 3,8 por ciento.
Para estos establecimientos comerciales, julio fue el mes en que más se reflejó la preocupante situación económica y financiera que atraviesa el país, ya que en meses anteriores el entusiasmo por el Mundial motorizó las ventas de televisores y con eso se equilibró en parte el nivel del consumo.
Las bajas de las ventas en los supermercados durante julio es la cuarta baja mensual en el año y se produjo después de un bimestre de variaciones interanuales positivas.
La crisis está impulsando los negocios de Uber en Argentina, que ya es el mercado con mayor crecimiento a nivel mundial de la empresa pese a que el servicio es ilegal en la Ciudad, informó la agencia Reuters.
«En medio de una fuerte caída en sus ingresos muchos argentinos se han volcado en busca de trabajo a la aplicación, que si bien tiene un volumen de negocios bajo en comparación con otros países está creciendo exponencialmente tanto en cantidad de conductores como de usuarios a nivel local», explicaron ejecutivos de la compañía a Reuters.
En el mercado argentino, Uber registra semanalmente entre 2.500 y 3.000 conductores nuevos y alrededor de 45.000 nuevos usuarios, afirmó Felipe Fernández Aramburu, responsable de desarrollo de negocios local de la compañía.
“Lo que suma al crecimiento es la situación macroeconómica del país. Seguramente ha ayudado que mucha gente encuentre como alternativa de ingresos el uso de la plataforma”, explicó.
Según Reuters, los conductores de Uber pueden obtener ingresos promedio de entre $ 25.000 y $ 30.000 por mes si trabajan 8 horas por día, sumado a que por ahora no se está cobrando la totalidad de las comisiones porque la empresa tiene limitado el pago por medios digitales.
Una encuesta hecha por Uber aseguró que para el 40% de sus conductores la aplicación es su única fuente de ingresos, mientras que un 20% de los choferes activos antes de dedicarse a esto estaba desempleado.
Mientras las ventas de autos siguen retrocediendo, hay algo que crece en el sector: la participación de los 0 km importados. Pese al fuerte aumento del dólar, los vehículos que llegan del exterior están alcanzando un pico histórico ya que representan el 75% del total de las operaciones contra el 71% que registraron en 2017.
Entre enero y agosto, tres de cada cuatro vehículos que se comercializaron se producen en otros países, especialmente en Brasil, dejando a los de fabricación nacional con sólo 25% de penetración.
Es cierto que ese récord se registra medido en porcentaje ya que en unidades, por la caída del mercado que se espera para este año, durante 2018 se venderán menos autos importados que en 2017 pero lo mismo sucederá con los 0km «made in Argentina».
Para este año se estima un mercado de unas 800.000 unidades mientras que en 2017 se patentaron 900.000. Hasta agosto, se habían patentado 609.523 autos o vehículos comerciales livianos de los cuales sólo 151.026 son de producción nacional.
Hasta los ’90 un auto argentino lo era en el 98% de su valor en mano de obra y en componentes. El mercado funcionaba así. En estos días, por causas que exceden este informe, se considera argentino a un auto con un 30% de componentes «Made in Argentina».
Bueno, de esos estamos comprando sólo el 35% de lo que se vende. Cada vez más un lugar que un país.
Un informe del BID, Banco Interamericano de Desarrollo funciona como una denuncia cruel pero certera del estado ruinoso de la infraestructura en la región. La Argentina, Brasil, Paraguay y Venezuela son los más afectados:
«Desde caminos plagados de pozos y puentes deteriorados hasta aeropuertos y puertos marítimos por debajo de los estándares, la infraestructura inadecuada menoscaba el crecimiento de la región. Si bien el ladrillo y el cemento por sí solos no pueden asegurar la prosperidad, sin servicios de infraestructura aceptables es difícil que un país pueda competir en el mundo moderno».
El problema principal, dice el informe, es que los países de la región no invierten lo suficiente en infraestructura.
Entre 1992 y 2015 la inversión pública y privada alcanzó un promedio de 2,75% del PBI, y entre 2008 y 2015 el promedio ascendió al 3,8%.
Este nivel de gasto es bajo en comparación con China (8,5%) Japón y la India (5%), y el promedio de los países desarrollados (4%).
Además, las cifras de inversión actuales están por debajo de las de los años 80. «No es sorprendente que la baja inversión en infraestructura haya generado servicios deficientes, particularmente en la Argentina, Brasil, Paraguay y Venezuela, que es considerablemente inferior a lo que debería ser por sus niveles de ingreso», enfatiza el informe.
El BID señala además un estudio del McKinsey Global Institute que llega a la conclusión de que esos países podrían satisfacer la demanda de servicios de infraestructura, invirtiendo solo el 60% de los costos históricos si las inversiones fueran eficientes.