La Universidad CAECE invita a todos los interesados a participar de la primera Feria Nacional de Nanotecnología que se realizará el martes 10 de octubre de 17.00 a 20.30 hs en Av. De Mayo 866, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Este encuentro será con motivo de la celebración del Día Internacional de la Nanotecnología -una fecha que marca un hito en el avance científico y tecnológico de esta disciplina- y es organizado por estudiantes de la Licenciatura en la Universidad. Será el primero de su tipo en el país y promete ser una fuente de inspiración e innovación.
La nanotecnología, una disciplina que trabaja con materiales y estructuras a escala nanométrica, ha estado experimentando un crecimiento significativo en la Argentina. En este contexto, estudiantes organizadores del encuentro, destacan la importancia de esta ciencia para el impulso del país: «Pequeños desarrollos generan grandes cambios«, afirma José Luis Junior Villa, estudiante avanzado de Nanotecnología en CAECE, para resignificar la potencialidad que promete la aplicación nano.
Dorina Beatriz Moschini, Licenciada en Ciencias de la Educación y también estudiante avanzada de Nanotecnología en CAECE, agrega: «La nanotecnología se está consolidando en Argentina, y es esencial establecer vínculos entre el sector público y privado para ser innovadores de nuevos productos.»
La agenda del evento incluirá presentaciones de destacados expertos en el campo de la disciplina, como la Prof. Dr. Romina Glisoni, Jefa del grupo de nanomateriales de NANOBIOTEC-CONICET. Además, Ing. Laura Toledo, Representante de la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN), compartirá información valiosa sobre el pasado, presente y futuro de esta ciencia. La inteligencia artificial también será protagonista del evento, con la participación de la Ing. Lic. María Fernanda Santilli, Líder de Inteligencia Artificial de YPF-TEC, quien explorará la aplicación de IA artificial en la nanoinformática.
La Feria culminará con una sesión dedicada a proyectos de estudiantes, donde se presentarán las tesis en desarrollo de las Licenciadas en Nanotecnología 2021, Shadia Matzin y Stephanie Ayelen Beati. Además, habrá un espacio de vinculación Universidad-Empresa con stands de organizaciones que ofrecerán oportunidades laborales para alumnos y jóvenes profesionales interesados en la nanotecnología.
Este evento es gratuito, aunque requiere de inscripción previa a través del siguiente link. Para aquellos que no podrán asistir presencialmente, el evento se transmitirá en vivo a través de streaming de la Universidad.
Este artículo fue publicado en dos partes, el 18 y 19 de abril. Frente a la ofensiva por apurar definiciones, y a pesar que obviamente esta gestión de gobierno ya no tiene tiempo ni recursos para una decisión de esta envergadura, nos parece oportuno reiterar los argumentos. Un país no puede afrontar los desafíos actuales sin una base industrial y tecnológica propia. Los armamentos comprados pueden ser necesarios. Pero no son suficientes.
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Ni novias de la OTAN ni de China, lectores. En lo que se refiere a la defensa aérea del país, AgendAR cree que la Fuerza Aérea necesita efectivamente importar cazas supersónicos… cuando pinte algo bueno. Por ahora, no estaría sucediendo.Las armas suelen ser compras directas. Pero si AgendAR escribiera una licitación, pediría aparatos nuevos, bipostos (con dos tripulantes), y con lanza de reabastecimiento aéreo compatible con nuestras viejas “Chanchas” Hércules C-130 o cualquier otro tanquero con doble canasta. Somos un país gigante en territorio, sin reabastecimiento en vuelo la única misión posible sería defensiva: la intercepción.Queremos que la oferta aterrice con un “offset” nacional importante: que aquí se fabriquen y mantengan las turbinas de ese avión. Trataremos de que futuras conducciones aeronáuticas no cierren esa segunda fábrica de turbofanes, como cerraron en 1956 la primera, de turbojets Rolls Royce fabricados bajo licencia.Dado que un caza es hoy más una computadora con alas que un motor con alas, queremos también software no monolítico, con una computadora de misión libre de prohibiciones ocultas incrustadas en el hardware por el fabricante, de ésas que si querés alterar te dejan el avión en tierra.El segundo “offset” nacional es que, para nuestra paz mental, esa computadora la termine produciendo INVAP, con transferencia de tecnología. Ya produce con éxito sus propias computadoras de vuelo de satélites desde 1996. Y no son menos complejas.Y es que llegado el caso preferimos elegir nosotros a nuestros enemigos, y no limitarnos a la lista cerrada que nos fijen la OTAN o el Partido Comunista Chino, según el caso.Somos parte de ese conjunto amorfo de 100 países donde viven unos 4000 millones de habitantes que no gana nada con tomar partido en la actual bipolaridad del mundo. Pero también somos un país que desde 2003 viene fabricando radares cada vez mejores y ya exporta, y desde 2010 también detectores ópticos e infrarrojos, además de computadoras de vuelo.De modo que más que un proveedor buscamos un socio que ponga la plataforma de vuelo, o varios, porque son desarrollos caros. Los términos de la licitación excluirían deliberadamente esa posición de cliente sumiso adquirida por 68 años de cancelación sistemática de proyectos propios, entre los cuales hubo algunos buenos, y de importación constante y acrítica de chatarra norteamericana y europea.Por todo ello, queremos también una aviónica no monolítica. En castellano, que el software a bordo permita añadir al avión todos nuestros sensores y las armas lanzables que decidamos nosotros, sean de origen chino, de la OTAN, brasileño, ruso, sudafricano o propio, y con la misma facilidad de integración con la que se instala una app en un celular.Obviamente, queremos también que el futuro caza de nuestros amores sea monoturbina, para mantener una hora de vuelo lo suficientemente barata. Y es que no necesitamos un “bomb truck” que cargue 10 toneladas de lanzables, sino un avioncito veloz y multirrol, que lleve tal vez 5 toneladas de misiles o bombas, pero que por bajo costo de hora de vuelo nos permita ir volviendo a aquellas míticas 180 horas/año de entrenamiento real que supimos tener. Sí, hace mucho.Eso, aunque teníamos unos aviones generalmente de mierda, mayormente de 3ra mano, pagó en 7 barcos británicos hundidos, allá por 1982. Ninguno de tales naves se fue a pique por obra de aviones supersónicos: los A4B y C de la FAA y los A4Q y los Super Étendard de la aviación naval son subsónicos.Nuestros aviones de ataque supersónicos, los Dagger israelíes, estropearon su cuota de barcos a cañón, pero al parecer no hundieron ninguno. Nuestros cazas supersónicos Mirage III tampoco voltearon aviones, y fueron barridos toda vez que trataron de meterse a baja altura con los Harrier, sumamente subsónicos, pero armados unos misiles Sidewinder 9L que te la cuento.De modo que no queremos un avión necesariamente hiperveloz. Lo que sí queremos es que tenga capacidad de supercrucero, es decir de navegar supersónico sin usar postcombustor, que puede hasta cuadruplicar el gasto de combustible. Lo dicho, país gigante, misiones largas.Y sí, por supuesto, queremos célula (el conjunto fuselaje y alas) de materiales compuestos, cuya duración excede en mucho las de duraluminio y no te enloquece con el mantenimiento. Y con transferencia de tecnología para fabricar las piezas aquí. Nos interesa que desde que se firmen los MOUs (memorandos de intención) hasta poder producir el aparato íntegramente en el país no pase más de una década.Y añadimos al menos un cañón a bordo de tiro rápido, nada de quita y pon que deteriore la aerodinámica o el peso del avión, que es el modo de artillar a nuestro actual Pampa III block 2. Y que use munición de 20, 23, 25 o 30 mm. que también fabriquemos aquí, cuando Fabricaciones Militares vuelva a producir algo más que armas livianas, sus balas, chalecos antibalas, explosivos y vagones.Es una estupidez ajena a todo pensamiento interfuerzas creer que se puede reconstruir nuestra aviación si no se reconstruye FM, sobre todo sus fábricas de munición, cohetes y armas de tubo. Porque una bala de 30 mm. importada para un cañón DEFA como los de los viejos A4 sale U$ 300 la unidad, incluso con un detonador simple de contacto, y sería mucho más barata hecha en el país, y costando pesos, no dólares.Una ráfaga de U$ 30.000 dólares es una condena a no hacer jamás prácticas de tiro. Necesarias porque un caza debe seguir siendo peligroso aún cuando se queda sin misiles aire-aire, aire-tierra o aire-mar. Porque estos son todavía mucho, pero mucho más caros. Y no los hemos producido jamás, salvo por el viejo Martín Pescador.Esa historia merece una digresión. Es ilustrativa.
Un-misil-antibuque-Martin-Pescador-bajo-el-ala-de-un-Aermacchi-339-de-la-Armada-en-1985.-Lastima-que-hubo-que-perder-una-guerra-para-poder-sacar-esta-fotoEl Martín Pescador era filoguiado, de no más de 8 km. de alcance y bastante atrasado para los ’80. Fue uno de los muchos proyectos de CITEFA (Centro de Investigación y Desarrollo de las Fuerzas Armadas) de los que se fueron bajando las tres fuerzas, ganosas de comprar chiches importados.Pero en los años posteriores a la derrota de Malvinas, el Martín Pescador se fabricó en escala (más de 300 unidades) y voló bajo las alas de todo avión biposto argentino, fuera naval o de la Fuerza Aérea, e incluso de los helicópteros de las tres fuerzas.Y es nuestra poco informada opinión que, por su potencial antibuque y antitanque y su capacidad de reposición sin pedir permiso a nadie, este misilito que las tres fuerzas despreciaron y se negaron a producir antes de la Guerra de Malvinas, contribuyó no poco a que entre la posguerra inmediata y 1990, el general Augusto Pinochet no se tentara con hacer leña del árbol caído con Argentina.Caído, pero con púas. Púas propias, además.Por último, aclaramos por qué nos parece que un caza supersónico para la Argentina debe ser multifuerzas y biposto. Debe servir al menos a dos de las tres armas, cuando éstas acepten que el hombre verdaderamente importante es el que va en el asiento de atrás, dirigiendo una pequeña orquesta de drones al frente, conectadas todas las partes por data-link encriptado: aviones, drones y sistemas antiaéreos en superficie. Hoy un caza ya no es siquiera una computadora con alas: es un nodo interactivo en una red informática.Pensamos sólo en drones nacionales, porque para eso sí nos da el cuero. Llevarían sensores, misiles aire-aire, bombas inteligentes o armamento electrónico, intercambiables según misión. Se necesitarían distintas plataformas de muy diversa función, motorización y costo.Nos interesa -nuestra obsesión fundacional- la fabricación nacional, que sus computadoras de misión usen chips de grado comercial fácilmente conseguibles en cualquier lado, y corran software argentino. Añadiríamos materiales compuestos y una baja firma de radar, al menos en perspectiva frontal.Ud. quiere saber qué caza hay que comprar, y yo hablándole de drones. Es a propósito. Créame, los cazas pronto van a ser como pastores dirigiendo lobos en lugar de ovejas. Van servir para dirigir drones al combate, si califica como dron o robótico el armamento inteligente lanzable. Si no tienen esta capacidad, no van a servir para casi nada, salvo para darles una muerte heroica a pilotos sumamente irremplazables.Esto se empezó a ver en la Guerra de Malvinas, donde los ataques más terribles contra la Task Force se ejecutaron con Exocets AM39 y AM38, que son robots aéreos. Como lo eran los dos Neptuno que en 2022 hundieron al crucero misilístico ruso Moskvá, tan erizado de radares y sistemas antiaéreos y antimisil. Única diferencia: los Neptuno navegaban con motores turbofán, no con cohetes sólidos, lo que les da un alcance de más de 300 km. Los Exocet modernos también.En Ucrania la deriva del combate aéreo es clarísima. Todo piloto de caza que vuele demasiado por encima del ras de edificios y árboles y pinte en el radar de una batería antiaérea misilística móvil, es boleta. Y volando tan bajo, en general uno está demasiado concentrado en no hacerse puré contra una chimenea o línea de alta tensión, y no logra meter una bomba en nada de valor militar, aunque sí hacer desastres con la edificación y la vida de los civiles.Mientras no aparezcan una plataforma supercrucero y un oferente que nos den todos esos requisitos, creemos que la parte aeronáutica del FONDEF, un bolsillo con apenas U$ 500 millones/año para repartir entre tres armas tecnológicamente en ruinas, tiene que ir a drones. Y en esa categoría van también los sistemas automatizados de defensa antiaérea. Y la frase clave aquí es ésta: desarrollo y/o fabricación local.Las bases para un “affectio societatis” son estas: después de Australia, somos el país que más manya de radares del Hemisferio Sur. Podemos conversar con fabricantes de buenas plataformas tripuladas. El socio pone la bala, nosotros el ojo que detecta y que apunta.Algunos misiles simples y de combustible sólido más vale que los volvamos a hacer aquí. Para combate urbano, y especialmente contra blindados, a nuestra infantería más le valen 100 RPGs bobos que 1 un NLAW inteligente, o que medio Javelin genial. A la hora de las cuentas cuestan lo mismo, pero si se nos acaban los RPG sencillamente fabricamos más. Ese principio, si uno es un país pobre pero gigante en territorio, es bastante generalizable a casi todo tipo de armas.Para cosas muy difíciles como misiles aire-aire, o antiaéreos de mediano y largo alcance, necesitamos ir “en vaquita” con países tecnológicamente creíbles, siempre que no se nos prendan de la yugular y que no quieran meternos en su política interna o externa, o en guerras de terceros. Pienso únicamente en fabricantes emergentes como Brasil, Turquía, Sudáfrica, Israel, Rusia, Irán, etc. Pero hay más opciones.
“The more, the merrier”, como dicen los Brits. Si alguien se ofende en este mundo bipolar, el sentido de las armas es ofender y que no haya necesidad de usarlas. ¿Alianzas estratégicas? Por ahora, sólo con la región. Porque como dijo el canciller, Lord Henry Palmerston en 1848 (aunque de una manera más rococó), no tenemos amigos permanentes, sólo intereses permanentes.Buscamos todo tipo de socios para todo tipo de drones, desde cuadricópteros espías a municiones volantes kamikaze de diversa complejidad, alcance y velocidad, y entre ellos, misiles o bombas de planeo antibuque. Y todo en lo posible barato y descartable.Más que el combate aire-aire, que ya en 1982 nos era imposible por caro, nos interesa destruir sorpresivamente a los cazas enemigos en tierra o mar o en el aire. No es barato, pero no es imposible. Lo hizo Azerbaiyán con Armenia en la guerra de 2020, y usando drones kamikaze israelíes Harop y turcos Bayraktar.Podemos fabricar cosas parecidas y probablemente mejores. Y aquí es donde diferenciamos “drones” en serio de juguetes marciales. Drones en serio trataron de ser los del proyecto SARA (Sistema Aeronáutico Robotizado Argentino), por su motorización nacional, y sus sensores y capacidades de misión autonómicas. Se los empezó a desarrollar en 2014, cuando la firma barilochense estatal INVAP hizo pie en FAdeA, la Fábrica Argentina de Aviones de Córdoba. Fue un tremendo error que eso no sucediera antes.Imagen de un SARA clase III con motores pistoneros tipo Boxer, desarrollados por Oreste Berta para este proyecto de INVAP y FAdeA discontinuado en 2016.Los discontinuó el Ministerio de Defensa del presidente Mauricio Macri, en 2016, cuando ya estaba volando -con torpezas de debutante- el primer modelo de demostración de los sistemas de navegación. Hubo mucho apoyo del Ejército, boicot no muy encubierto de la Fuerza Aérea e impasible neutralidad de la Marina, que pese a tener un 100% de activos vulnerables a drones, no se ocupa de esas cosas.Hay en esto una percepción de base errónea: los drones no van a matar de desocupación a los pilotos de combate. Sirven básicamente para que puedan seguir haciendo su oficio, y en realidad mucho mejor, y sin hacerse matar, al menos no de modo rápido o totalmente inútil.Se entiende el entusiasmo que mostró el Ejército: los drones le prometen el cielo por poca plata. Y nunca fue de ellos. Se entiende el poco entusiasmo de los aeronáuticos y marinos, dueños supuestamente titulares, en compartirlo. Pero en la única guerra entre estados que peleó Argentina durante el siglo pasado, la rivalidad interfuerzas fue más dañina que el enemigo.Volviendo al caso de INVAP y su proyecto SARA, los verdaderos drones son bastante parecidos a casi todos los satélites modernos, que en general hacen cantidad de operaciones autónomas sin conexión con sus estaciones terrestres. En el caso de nuestros satélites en órbita polar helisincrónica, como los SAOCOM, porque dichas estaciones están mayormente ocultas por el planeta la mayor parte del tiempo. Por eso nuestra entrada al mundo de la aviación robótica pasa por Bariloche.Allí INVAP diseñó, construyó y testeó para la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, CONAE, todos los satélites SAC y SAOCOM de observación terrestre. Para la empresa nacional de telecomunicaciones ARSAT, hizo los ARSAT 1 y 2. Y todos anduvieron bien, y en general, espectacularmente bien. Los ARSAT desde el 3 al 8 fueron discontinuados por Macri. Este gobierno, significativamente, no los retomó.Para ponerse a salvo de este tipo de agachadas, INVAP está desarrollando el GSATCOM con TAI, Turkish Aeronautics Industry por acuerdo entre empresas. Vaya casualidad, TAI es el proveedor de uno de los tres drones más exitosos del primer año de la guerra de Ucrania, el TB2 Bayraktar.Es interesante que Turquía VENDE su dron a Ucrania, y al resto del mundo, pero de fabricación local, ni hablar. Antes de la guerra, costaban alrededor de U$ 1 millón la unidad. Hoy, cinco veces más. Y de todos modos, sigue siendo una sexta parte del costo de un Reaper estadounidense.INVAP también está diseñando los SAOCOM 2 para la CONAE, visto que las unidades 1A y 1B tienen enorme éxito en Asia vendiendo imágenes de radar en banda L, capaces de penetrar la superficie terrestre y detectar y medir agua. Y son vehículos sumamente robóticos, por eso de tener que resolver por su cuenta, y con sus computadoras, una cantidad de problemas de navegación.INVAP también está construyendo el helidrón RUAS 160, con 80 kg de carga útil., un pequeño helicóptero robótico, apto para observación y/o combate, para la Armada, la policía de Santa Fe y como equipo de fumigación autónomo para productores rurales medianos y chicos.Los marinos aceptaron comprar uno solo, y según usos y costumbres, podrían estar años enteros decidiendo si lo homologan o no, hasta que, también según usos y costumbres, algún Nelson criollo descubra una mejor oferta OTAN.Pero el RUAS los marinos lo necesitan desesperadamente y ahora: de las 5 corbetas MEKO 140, sólo 2 tienen hangar para helicópteros. Un RUAS despega desde casi cualquier cubierta, aún muy obstruida por estructuras como cables o cañones, y no necesita hangar porque es barato y sacrificable.Arash 2, el modelo de “loitering bomb” posterior al Shahed 136, con un motor más eficiente y menos ruidoso, y algo más de alcance. Rusia tal vez ya lo esté fabricando, aunque Irán lo desmiente.Algunos drones pueden ser tan baratos que es más caro derribarlos que dejarlos seguir viaje. Por ejemplo, el Shahed 136 iraní, propulsado por un motor de motoneta de 50 HP y dos tiempos que avergonzaría a un rapittero argento que distribuye pizzas, viaja a apenas 180 km/h pero tiene un alcance de hasta 2000 km. y anda en los U$ 10.000 dólares la unidad. Bajarlo con una ráfaga (48 tiros) de un Flakpanzer (tanque antiaéreo) Gephard sale U$ 48.400, con munición de proximidad de 35 mm. Voltearlo con un misil antiaéreo FIM Stinger 92J, entre U$ 60.000 y 120.000, según modelo.Como dice con orgullo el Ministerio de Defensa alemán, en un día un Gephard logró bajar 19 Shahed, solito con su alma y sus dos cañones apuntados por radar. Si es verdad, los rusos ese día perdieron U$ 160.000 en drones, y los ucranianos, U$ 480.000 en munición, pero eso sin contar gastos fijos de la plataforma (los Gephard son de los años ’70 y consumen repuestos y mantenimiento a lo grande).Ignoramos cuánto daño hicieron los Shahed que siguieron viaje hasta sus blancos, dado que viajan en enjambre y lo normal es que algunos -el 15%, admiten los ucranianos- sobrevivan hasta su picada kamikaze final. Como los iraníes son oferentes menos fifí que los turcos, hoy agrandados como alpargata de gordo con por el éxito de sus Bayraktar, los Shahed ahora se fabrican en Rusia, en plantas construidas cautelosamente detrás de los Urales, bien lejos del frente ucraniano.Esto podría ser cierto para el modelo siguiente de esta “loitering bomb”, el Arash 2, sumamente copiado del Harop israelí. Pero mucho más barato.Como sea, aunque Ucrania dice que Rusia agotó su stock de Shaheds y que además logra derribar al 85% de los mismos, estos siguen despedazando con no mucha oposición la red eléctrica ucraniana en sus ataques en enjambre.Son toscos, feos, lentos y bien distintos de los grandes aeromodelos a control puramente remoto en que pensaba casi todo civil cuando le hablaban de drones, y se remitía a Hollywood y a Netflix. Digamos un motovelero Predator o un Reaper de los EEUU, utilísimos si se mantienen a 15.000 metros de altura y el enemigo es tan ratón que no tiene siquiera radares para detectarlos, y de medios de intercepción, ni hablar. En luchas menos desiguales, no duran ni un suspiro.Y estos no son baratos. El 2 de febrero pasado el India Times informó de una compra de 30 MQ-9B Predator por Nueva Delhi, a U$ 3000 millones. El artículo no habla de offset nacional, pero la India tiene suficientes recursos aeronáuticos e informáticos como para clonarlos y mejorarlos, cosa que Washington sabe, y por eso faja U$ 100 millones cada avioncito, un planeador (según sus alas flacas y larguísimas) de enorme autonomía propulsado por un vulgar motor pistonero.El Reaper, un turbohélice, debería por lógica ser bastante más caro. Sin embargo, en 2021 la USAF batió que el precio de compra interno de cada uno de estos motoveleros anda en U$ 56,5 millones la unidad, incluido el data link que permite controlarlos por satélite desde las antípodas de la Tierra. El eterno problema de los sistemas yanquis desde los años ‘70: no logran hacer nada barato. En realidad, ni tratan. Sería mal visto: very bad for business.Lo que determina dron y no avión es la navegación semiautónoma o plenamente autónoma, no la carga útil. Por eso, no son drones esos imponentes Vigía que presenta la Fuerza Aérea en las ferias de armas, como si se tratara de aparatos capaces de alguna conducta robótica. Son aeromodelos teledirigidos, juguetes militares, no mucho más.Vigía clase II en 2017.Va de nuevo, porque es antiintuitivo para casi todo termocéfalo sin o con gorra: lo que diferencia un dron son los sensores y la capacidad de procesamiento de datos, no el tamaño, la velocidad, la autonomía o sus grandes dotes aerodinámicas.En 2016 el modelo de demostración del SARA lograba despegar, navegar y aterrizar, aunque no sin algunas piñas, y con su motorcito de 14 HP sonaba como una cortadora de pasto. No impresionaba mucho.
Los comentarios en los foros de defensa eran horribles, decían que en Easy se compraban cosas mejores y fabricadas en China.Pero ese pre-SARA a escala chica, llamémoslo Sarita, iba camino del vuelo autónomo. Al ojo entendido, eso marcaba la diferencia entre el programa SARA y la sarasa. No abunda el ojo entendido entre los foristas de temas militares. Y la autonomía tecnológica no es algo que caliente a esos muchachos.Todo lo dicho hasta ahora es muy general, y Ud. quiere que cumpla con lo prometido en el título, y le hable de cazas supersónicos para Argentina que sean fotografiables, más o menos existentes, o quizás inminentes.No hay.
En lo inmediato, sí hay una decisión a tomar, y es patear indefinidamente dos ofertas. Tenemos a dos importantes visitantes estadounidenses para convencernos de que compremos 32 cazas F-16 de la Real Fuerza Aérea Danesa, la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur, ya casi habitué del país, y a la vicecancilleresa del State Department, Wendy Sherman, una señora que tampoco extrañaremos.Encajarnos el F-16 danés por donde mejor nos entre no es la misión única de ambas caciquesas, pero hoy sí es quizás la principal. Los cazas de superioridad aérea son máquinas que tienen un tremendo valor simbólico (estos en particular, casi ningún otro). Comprar el F-16 es como renovar nuestros votos de matrimonio militar con EEUU y Europa Occidental.Tenemos también a la delegación múltiple de la Administración Estatal para la Ciencia, la Tecnología y la Industria de la Defensa Nacional de China (SASTIND), que tratará -entre muchas otras cosas- de hacernos adquirir de una vez 12 cazas pakistaníes JF-17 que vienen ofreciéndonos con cierta esperanza (en disminución) desde que terminó el gobierno de Mauricio Macri.
A la hora de redactar un pliego de licitación, ya que no vemos virtud alguna en matrimonios militares ni compras directas, en AgendAR nunca consideraríamos la oferta de los autodenominados americanos.
Para nosotros, la OTAN es hipótesis de conflicto: esa alianza ocupa de forma prepotente 12.000 km2 de archipiélagos y 1.675.000 km2 de mar que deberían ser argentinos pero quedaron bajo control británico. Eso nos cuesta entre U$ 2000 y 3000 millones/año de pesca pirata consentida, y sumando. Perdón por tan fatigada indignación de lesa patria, pero hablando en plata, lo último que necesitamos son armas de quienes nos roban o nos hacen ser robados.
No es una cuestión de principios sino de practicidad. No sirven.
Para los aviadores argentinos, el 2do misil más letal de la Task Force, después del aire-aire Sidewinder AIM 9L, fue el ya viejo Sea Dart. A los gringos les vino bien, a nosotros no nos sirvió de nada.
A los detalles. El Sea Dart un ram-jet de los años ’60 guiado por radar pasivo (la iluminación del blanco la pone el radar de la fragata). Volaba a 2,5 Mach, dos veces y media la velocidad del sonido, con una primera etapa de combustible sólido que lo sacaba volando de rampa hasta ponerlo supersónico, y luego la segunda etapa viajaba quemando querosene en un motor muy sencillo que respira aire, pero sin partes móviles ni rotativas. Brutalmente simple, pero sofisticado. Algo así deberíamos estar diseñando nosotros para nuestras tres armas.
Disparado desde los destructores clase 42, los Sea Dart bajaron como moscas a nuestros A4 a distancias de 50 km. Salvo que los aviadores argentinos estuvieran casi pegados al agua, donde los ecos del oleaje los disimulaban un poco ante el radar del barco atacante, los vetustos Sea Dart tenían propulsión asegurada todo el viaje, y por ende gran capacidad de maniobra incluso en su vuelo terminal.
Daban poca escapatoria: los destructores Tipo 42 británicos dispararon por lo menos dieciocho Sea Dart y seis el portaaviones HMS Invincible. Cinco de ellos iban contra helicópteros o aviones a cotas altas, de los cuales cuatro hicieron blanco; pero solo dos de los diecinueve lanzados contra aviones a baja altitud consiguieron acertar, es decir, menos de un 11 %.
No es un número que consuele a la Argentina: la mitad de la fuerza de aviones A4C que bombardeó al HMS Invincible el 30 de mayo de 1982 fue derribada antes de arribar al portaaviones y desde más de 50 km. de distancia por el destructor Exeter con sólo dos Sea Dart. Eso sucedió pese a que los aviones argentinos iban a entre 10 y 15 metros de altura sobre el agua: es casi incomprensible que el radar tipo 1022 de la nave los pudiera registrar. En teoría, debían quedarle ocultos bajo la línea del horizonte.
Hasta ahí, subrayo que usado contra nosotros, el Sea Dart fue lo bastante efectivo como para obligar a los aviones argentinos a volar pegados al agua, altura a la que se desperdicia combustible y se estaba a merced de misiles antiaéreos de corto alcance y de patrullas de Harriers.
Los Super Étendard navales que en aquella misión contra el Invincible dispararon un minuto antes su misil AM 39 Exocet no tuvieron el mismo problema: se fugaron sin ser detectados. Y el misil le pegó al portaaviones por enfilada y desde popa: debe haber hecho un colosal descalabro. Subrayo: eso lo hizo un robot aéreo.
Dato interesante, pese a su escasa carga explosiva (22 kg), con su sola velocidad el Sea Dart probó ser también un arma antibuque muy potente, aunque después de Malvinas. ¿Podemos desarrollar algo así, que sea disparable desde un barco y también desde un avión o helicóptero, y contra blancos como un barco, un avión o un helicóptero?
Por supuesto que podemos, pero con un software mucho más sofisticado para cálculos autónomos de intercepción. Y por ahora, contando las monedas en mi sobolyi, me interesa más el misil (que es un robot) que el barco o el avión o el helicóptero.
Lo que no quiero es comprarle otro misil antiaéreo a la OTAN.
¿Por qué? No por capricho. Misteriosamente, en la madrugada del 1 de abril, nuestra ARA Hércules, un destructor clase 42, le surtió dos Sea Dart a un Harrier británico en vuelo de exploración, es decir a no menos de 5000 metros de altura… y ambos misiles pifiaron blanco. Apa.
Muy probablemente, el radar pasivo del misil reconoció el IFF (Identification Friend or Foe) de un avión de su mismo origen nacional. Y el IFF no es nada nuevo: es un traspondedor cuya primera versión data de 1940. Ni mamados los británicos nos iban a vender un sistema capaz de ser usado en su contra. Nosotros para ellos siempre fuimos hipótesis de conflicto. Y seremos. Incluso si aquí gobiernan colaboracionistas, cosa asaz frecuente desde 1989.
De modo que esto de no comprar armas de la OTAN es cosa de sentido común, nomás. Y si lo dicho vale para los misiles, no quieras ver para los cazas supersónicos.
No somos los únicos bobos del planeta. Uno recuerda las desventuras de Mahatir Muhammad cuando fue Ministro de Defensa de Indonesia, y EEUU le enchufó unos F-18 Hornet nuevitos, pero con algunos «backdoors» inextricables incrustados en la aviónica. Impedían que la computadora de vuelo programara misiones no autorizadas por los EEUU. Explicación: Indonesia tiene una tradición de hacer un poco lo que se le canta en política exterior: carece de esa alineación total con EEUU de otras subpotencias militares de la región, como Singapur o Australia.
Lo cierto es que don Mahatir descubrió el truco cuando los aviones ya estaban entregados: tarde para lágrimas (ver aquí). Como dijo Mahatir, antes de mandar a los EEUU al carajo y pedir cazas rusos Sukhoi 35, presuntamente más fieles a su comprador que a su fabricante, los Hornet eran lindísimos, pero como elemento de política exterior, a Indonesia sólo le servían para desfile.
A la luz de historias como ésta no me preocupa que Su Graciosa Majestad, Carlos III, objete nuestra adquisición de los decrépitos F-16 daneses porque están llenos de componentes británicos. Exactamente por lo mismo, me preocuparía mucho más si depone sus objeciones. En cuanto al argentino que le ponga el gancho a ese contrato, la primera vez la OTAN te puede joder por boludo, la segunda por sobón, pero la tercera ya es por coimero y traidor.
La oferta china en algún momento pareció muy interesante al comodoro Xavier Isaac, un profesional criterioso. Pero son casi U$ 650 millones por un pequeño puñado de cazas que, vayan adonde vayan, no pueden cambiar en absoluto la situación de indefensión aérea que se ha ido agravando en el país desde que perdimos la Guerra de Malvinas.
Y es que el país real hoy, es decir su área continental sin la rebanada de Antártida que reclamamos como propia, tiene 2,78 millones de km2 de tierras secas sin discusión de dueño, y una Zona Económica Exclusiva (residual) de 1 millón de km2 de Mar Argentino. ¿Cómo se cubre eso con 12 cazas supersónicos, aunque vengan cada uno un radar AESA de altas capacidades y 2 misiles aire-aire PL-15 de largo alcance?
Sencillo: no se cubre. La única ganancia real e indiscutible es poder mantener 30 o 40 pilotos en rotación para ganar cierto entrenamiento. Caro, obviamente: no hay motivos para suponer que la hora de vuelo de un JF-17 sea inferior a U$ 8000, que es la de un F-16 más o menos actualizado.
Pero además es entrenamiento muy a futuro, ojo. Pakistan Aeronautical Complex (PAC) tardaría bastante en fabricar su único modelo de caza interesante para Argentina, que es el JF-17 block 3 C. Los modelos block 1 y 2 A y B le sobran a la Fuerza Aérea Pakistaní (suma al menos 126). Seguramente se venderán baratos, pero son muy inferiores en performance y aviónica.
Y como Pakistán vive fundacionalmente sumido en una guerra de baja intensidad con la India, hoy necesita sustituir o actualizar su fuerza de JF-17 al estándar block 3 C.
JF-17 block III C de la Fuerza Aérea Pakistaní y los Himalayas como fondo. Puede ser más rápido comprarse los Himalayas, y más barato.
La capacidad de producción de PAC anda por los 12 aparatos anuales, con toda la furia, aunque Eurasian Times asegura que son 20. No cambia mucho el resultado, ni es que los pakistaníes sean lentos fabricando, sino que un caza moderno de generación 4,5 como el de marras es un rompecabezas muy enrevesado, de construcción artesanal y muy poco automatizable. Es todo un tema armar las líneas de producción y capacitar a la gente.
Para ponerlo en perspectiva criolla: un Pampa 3 block 2 de entrenamiento avanzado, subsónico, sin radares ni armas a bordo, sencillísimo en comparación, consta de unos 20.000 componentes, de los cuales el 87% son importados y cuestan dólares. Descorcharé champagne el año que en la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA) logremos fabricar doce unidades.
Será el segundo champú, porque habré descorchado otro el día que FAdeA logre fabricar siquiera seis. No estoy culpando a FAdeA de nada, creo que en estos precisos momentos es una fábrica particularmente bien dirigida, algo que sucede sólo a veces. Pero no recibe plata como para acopiar, por ejemplo, 24 turbinas Honeywell TFE 731-40-2N de un saque y ligar el correspondiente descuento mayorista.
Creo que un avión casi sin aviopartistas nacionales, particularmente en la propulsión, nace condenado a ser un adorno. Salvo que medie la decisión política -y bastante heroica- de fabricar la mayor parte de sus componentes en forma local.
Volviendo a PAC, Pakistán tiene otros clientes más interesantes que nosotros haciendo cola por el mismo avión: Myanmar, Irak y Nigeria. El segundo siempre país está en guerra, el tercero no tanto, pero tiene petróleo a mares y compra en grande. Nadie nos cederá su lugar. Busquemos un banquito, porque el JF-17 block 3 C será todo lo supersónico que quieras… pero de comprarlo, vendría lento. Salvo que, como objeta un lector bien informado, lo fabrique CATIC en China. Pero no creo que los chinos se apresuren por nosotros, y eso aunque tuviéramos un gobierno menos temeroso de ese dúo dinámico, las señoras Laura y Wendy.
“La oferta estadounidense es mejor porque no se trata de cazas imaginarios sino construidos y existentes”. Eso es el slogan del vasto y polifónico coro de viudas de la OTAN, que canta seguido en los multimedios. La escucha, complacida, cierta alta oficialidad aeronáutica, en parte porque escribió la música y la letra (aunque no firma).
Y es que Laura y Wendy nos ofrecen, señores, 32 F-16 que la Real Fuerza Aérea de Dinamarca compró en los ’70, recibió en los ’80 y remodernizó entre 1995 y 2005. Tienen existencia, sin duda. Demasiada.
Los F-16 daneses que EEUU quiere que compremos sí o sí, y hoy. Apenas si tienen entre 38 y 43 añitos y como 5 guerras encima. Pero vienen joya nunca taxi, ojo.
“Pero les recontrasobra vida residual”, nos aseguran las viudas de la OTAN, porque la célula del F-16 resiste mucho más de 5000 horas de vuelo. Llega a 8000, lo cual es estricta verdad. Y con una ayudita (no sería gratis) de la Lockheed, tal vez ese conjunto de fuselaje y alas llegue a 12.000 horas. No por nada entre los años ’70 y 2010 el F-16 fue el caza más popular del mundo, según ventas. Eso es cierto e innegable.
Sin embargo attenti, compatriotas: estos cazas daneses llegan desde una fuerza verdaderamente expedicionaria. Han estado en todos los pestos en que EEUU se metió desde la Primera Guerra del Golfo, en 1991, luego las guerras de la desintegración de Yugoslavia desde 1992 hasta su fin en 2001, y desde aquel mismo año (2001) hasta su término en 2022, en la larga intervención yanqui en Afganistán.
Pero también actuaron en 2011 para liquidar a Muamar Gadafi en Libia, y de paso desmantelar el estado libio y así ranfañar gas gratis para Europa (eso salió mal). Los tiempos de recreo, los F-16 daneses lo pasaron luchando en Siria e Irak contra el Estado Islámico, surgido tras la derrota del iraquí Saddam Hussein en la Segunda Guerra del Golfo, en 2003, otra gesta hidrocarburífera de la cual también formaron parte.
Desmentimos enérgicamente que hayan estado en la Guerra de Troya: macanas de Homero, comprado por los chinos. Pero a no dudar que están hechos rigurosamente fruta.
En lugar de los insípidos cazas chino-pakistaníes, que no sólo no existen sino que -por lo mismo- no tienen nada para contar, misias Laura y Wendy nos ofrecen aparatos con más épica que el Cantar del Mío Cid, vamos. Y si están muy percha, siempre podremos decir, no sin orgullo y citando a don Francisco Quevedo, “no por obra del tiempo sino de las armas”. Que hay que ver lo que un viraje de 8G le hace a la raíz de las alas (las fisura), y máxime si el avión viene cargando munición.
Mi fuente mejor informada, otanero militante el hombre, me dice que la operación está cocinada y que no hay tu tía. Me lo dijo varias veces en años anteriores. Añade que están mucho más intactos que los 46 F-16 de varios modelos que afligen a la Fuerza Aérea Chilena por temas de repuestos. No lo discuto, pero si yo fuera chileno, jamás habría firmado la segunda compra de tales aviones.
¿Por qué? Por vetustos y baqueteados. Hablo de los 36 comprados de 2da mano a Holanda, también metida -como la muy expedicionaria Dinamarca- en toda trifulca yanqui. Aunque desde 2005, ya aterrizados con un suspiro de alivio en el país transandino, esos cazas se hayan ganado seguir envejeciendo más en desfile que en guerra, no puedo jurar que los 46 que figuran en el orden de batalla de la FACH (Fuerza Aérea Chilena) tengan una disponibilidad del 50%.
Tampoco los habría comprado porque no doy fe de los gusanos informáticos incrustados en sus computadoras de misión, aunque los aviadores chilenos gozan de mucha más confianza de la OTAN y en la OTAN.
Y tampoco los habría comprado como argentino en 2005 de haber tenido la plata para ello. Porque como la hipótesis de guerra principal de Chile desgraciadamente todavía venimos a ser nosotros, si alguna vez se arma la podrida con los vecinos, quien tenga más F-16 en condiciones de despegar deja la lucha en cuanto se le terminen los repuestos.
Nosotros siempre podríamos reconstruir atalajes y volver a fabricar Pucarás, eso sabemos (o supimos) hacerlo. Lo dicho, en lucha entre pares, en 3 semanas todo el mundo perdió sus armas sofisticadas, y gana, o al menos no pierde todo, quien sea capaz de sostener el combate con palos y piedras.
Pero soy argentino y no compro F-16 porque son OTAN. Punto.
Desde que el mundo volvió a ponerse bipolar en serio, la gente afilada en geopolítica cree que hay que jurarle lealtad a Washington o a Beijing, porque de otro modo las represalias serán duras. Y por ello, debemos sí o sí comprarles cazas a uno según los unos, o al otro según los otros.
No dudo de las represalias duras: EEUU decide cada día lo que dejaremos que el FMI haga con nosotros, y el FMI es a nuestro PBI lo que el veneno para ratas a la comida para bebés. China, por su parte, es nuestro mayor cliente agropecuario, garante de deuda por swap, y ni te cuento de lo que tiene aquí invertido y por invertir en energía, minería, petróleo y genética vegetal. Su capacidad de venganza es menos explícita y brutal pero mucho más minuciosa, y probablemente más duradera.
El problema es aprender a pensar como pobre. Un pobre que piensa como un rico tiene dos problemas, porque además de pobre es un tarado. Con los jets de caza desde la generación 4 en adelante hay que pensar como pobre, porque son cada vez más complejos, caros, difíciles de construir e impagables, y por ende, escasos.
Por lo mismo, por muy rico que seas, el daño político y económico que te causa el derribo de siquiera un jet de superioridad aérea es inmenso: es que se han vuelto emblemas nacionales.
De su caza estrella, el F-22, EEUU logró construir sólo 270 y no se exporta. No tanto por el daño que pueden infligir, sino porque el que pueden recibir en su imagen los EEUU si les bajan uno de un misilazo, en algunas de sus muchas guerritas.
Para los pobres de la UE tienen el F-35, esa maravilla cuyo desarrollo insumió 3 décadas, cuyo costo anda en U$ 130 millones la unidad, según las malas lenguas, y que a fuerza de fabricación en cantidad mucho mayor (ya hay alrededor de 900) ha logrado bajar a unos U$ 100 millones.
Para el comprador sigue siendo demasiado caro para llevarlo a la guerra, donde las cosas se ensucian y rompen. Y como al parecer ahora es de adquisición obligatoria en casi toda la OTAN, de su capacidad de derribo no hay dudas: el F-35 destruyó la aeronáutica nacional británica y la italiana, y hoy empieza a hacer lo propio con la francesa y la sueca. Si el F-35 da semejantes palizas a los propios, cómo será con los enemigos…
Gráfico demostrativo de la ley Nro. 14 de Norman Augustine: el crecimiento de costos de los aviones tácticos es exponencial. ¿U$ 130 millones por un F-35?
Un ejecutivo aeronáutico y subsecretario del Ejército de los EEUU entre 1975 y 1977, Norman Ralph Augustine, escribió un catálogo de 52 “leyes”, en el mismo sentido sarcástico en que también son leyes las del ingeniero aeroespacial especializado en seguridad Edward Murphy, el autor del inolvidable e irrefutable: “Si algo puede salir mal, lo hará”.
La “ley” Nro. 14 de Augustine se atiene a los cazas supersónicos. Dice así:
“En 2054, todo el presupuesto de defensa logrará comprar un único avión táctico. Tendrán que compartirlo la Fuerza Aérea y la Marina 3 días y medio por semana, excepto en los años bisiestos, cuando quedará a disposición de los Marines el día extra”.
Y Augustine viene teniendo razón: el presupuesto de defensa de los EEUU hasta hace poco fue el equivalente a la suma de los de los demás 191 estados-nación reconocidos por la ONU. Pero crece linealmente, mientras que el costo de los cazas lo hace exponencialmente desde los ‘70.
No son los únicos con ese problema. ¿Por qué los Sukhoi 54 rusos en general casi no vuelan sobre territorio ucraniano? Porque son demasiado caros, escasos y simbólicos, casi el equivalente ruso del F-22. Los MiG 29 ucranianos y los Su-25 rusos, más viejos, sacrificables y menos emblemáticos, volaron bravamente mientras pudieron.
Pero con tanta batería antiaérea S-300 en poder de ambos contendientes, tan peligrosas para quien vuela en altura, y con tanto MANPAD disparable desde el hombro para quienes se pegan al suelo, los pilotos militares en esa guerra ya no se jubilan.
Se ha vuelto tan cara y emblemática la aviación tripulada de caza, y tan bipolar y fracturado el mundo, que comprarse hoy un avión de superioridad aérea es comprarse una política externa, ajena, además, y de yapa jurarle lealtad. Es contraer una deuda política gigante e interminable a cambio de una utilidad militar mínima.
Pero dado que pero dado que ambas partes prometen castigos económicos muy duros a quien jure por la cancillería equivocada, acaso lo mejor sea jurarle lealtad a Argentina. Lo digo porque soy de aquí y también lo son mis hijos, y sobre todo lo es la poca industria argentina de defensa que nos va quedando desde 1983, cuando empezó nuestro desarme unilateral.
Si queda claro que las armas las quiero para que NO haya guerra, y como las guerras las gana el que tiene armas hasta el final, aunque sean palos y garrotes, elijo volver a tener una industria de defensa. Y puedo tolerarle cierto grado de atraso. A cambio de que me suministre suficientes garrotes y piedras, y míos.
Las guerras se han vuelto hiperletales para los aviones, si la otra parte tiene buenas baterías misilísticas. En los pocos días que duró la Guerra de Yom Kippur, en 1973, la fuerza aérea israelí perdió 128 cazas, entre Phantoms, A4 Skyhawks y Mirages.
Israel ganó esa guerra gracias a un puente aéreo con los EEUU, que literalmente le suministró reposiciones de casi todo, menos de los cazas franceses, casi en tiempo real. Los Phantom y A4 aterrizaban, les repintaban las escarapelas, se bajaba el piloto yanqui, subía el israelí y salían a pelear. ¿EEUU o China se jugarían así por nosotros?
Prefiero de jurarle lealtad a la FAdeA, a INVAP, a las 4 fábricas que le quedan a FM, que supo tener 14 plantas y emplear a 17.000 expertos, entre ingenieros, técnicos y obreros calificados, al complejo CINAR, a los Astilleros Río Santiago, y siguen las firmas. Y sobre todo, le juro lealtad al puñado de proveedores privados de alta calificación que abastecen los restos de nuestro otrora poderoso complejo industrial-militar.
Hablo de jurarle lealtad al sistema de investigación y desarrollo del país, enraizado en decenas de universidades y laboratorios, a la CNEA, a la CONAE, a ARSAT y a la educación pública gratuita que hizo posible que tuviéramos una industria, cuyo carozo fundante fueron las ligadas a defensa.
Tengo claro que los grandes fundadores de esa industria, el brigadier Juan de San Martín y el general Manuel Savio, terminaron presos por su trabajo. Pero tengo claro que fue duradero. FM acaba de reabrir su fábrica de explosivos FANAZUL, en la provincia de Buenos Aires, cerrada por Mauricio Macri. Y la FAdeA este año estará haciendo las pruebas de vuelo del IA-100, un pistonero monocasco de entrenamiento inicial hecho totalmente de materiales compuestos. Es el primer avión militar (o dual) argentino en… ¿40 años? Se diseñó e hizo vuelo inaugural en un año. Es una belleza. ¿Alguien valora esa tremenda resiliencia tecnológica?
Es doloroso ver cómo los milicos, incluso hoy, del mismo modo en que desprecian este avioncito, siguen abjurando de la educación pública, estatal, laica y gratuita, de la cual detestan cuatro cosas: que sea pública, estatal, laica y gratuita.
Pero el poco y pobre armamento que les queda y con el que podrán contar hasta el final, si alguna vez se vuelve a armar la podrida con potencias vecinas o con sus “proxies”, se hizo porque esa educación existe. Siglo y medio formando recursos humanos. En Chile de eso hay poco.
Esa misma educación pública nuestra vuelve no inevitable, pero sí posible, que vayamos reconstruyendo nuestra industria y termine siendo relativamente avanzada.
¿O acaso en medio de la peor y más larga malaria del Programa Nuclear Argentino, INVAP no nos hizo el primer proveedor de reactores nucleares del mundo? Lo somos desde 2000, cuando ganamos la licitación de Australia. Eso, mientras nuestro país caía en default y se incendiaba y ramas enteras de nuestra industria desaparecían. Lectores, esto es Argentina: hacemos goles en tiempo de descuento.
¿Qué caza me compro, entonces? Por ahora, paso de supersónicos, pero me pondría en serio a fabricar bipostos, preferentemente jets pero admito también turbohélices y pistoneros, que controlen enjambres de drones. La guerra entre Azerbaiyán y Armenia en 2020, en que el primer país destruyó en tierra la flota aérea y las baterías antiaéreas y de artillería del segundo con drones ridículamente simples y en un par de semanas, le hizo abrir los ojos a más de uno. La actual guerra en Ucrania, que se pelea casi entre sistemas aéreos y antiaéreos automatizados, muestra que corren malos tiempos para émulos del Barón Rojo.
Y pongo un clasificado: país que ya logra exportar radares busca socio no sólo para dotarse de cazas, sino para baterías antiaéreas móviles, de tubo y/o misileras.
Y a futuro, cuando el FONDEF sea menos flaco, escucho ofertas de constructores aeronáuticos de alguno de esos 100 países no alineados pero con 4000 millones de habitantes que tengan algo para ofrecer y acepten construcción local, y quieran dejarnos una segunda fábrica de turbinas.
Aclaro: la primera que tuvimos (estaba junto a la actual FAdeA y era enorme) fabricaba las Rolls Royce Derwent V de los Gloster Meteor y las Nene del Pulqui II bajo licencia. Bajo la dirección del ing. Raúl Magallanes fabricó un total de 25 turbinas. Pero fue rápida y enteramente desmantelada por el golpe de 1955. La orden fue no dejar nada en pie.
Tan borrada de la faz de la tierra fue que nadie la recuerda, aunque estaba al lado de otra fábrica de tamaño equivalente de motores aeronáuticos pistoneros, los radiales «El Gaucho» y «El Indio», que hacían volar los entrenadores DL-22 y el bombardero IA-35 Huanquero. Todo estaba en el predio del Instituto Aerotécnico, al lado de la actual FAdeA. No conviene recordar esas dos fábricas. Y menos, hoy.
Toda opción que no me deje empleo industrial o mejores recursos humanos es autodestructiva en lo político y económico, y profundamente estúpida en lo militar. Mientras sigamos siendo un país de ingenierías, seguiremos siendo un país, y no un lugar.
Nadie dijo que eso sea fácil.
La ministra de Ciencia y Tecnología de Brasil, Luciana Santos, visitará Argentina el próximo viernes. Busca un acuerdo de cooperación para que Brasil pueda construir su reactor RMB de fabricación de radioisótopos médicos e investigación. AgendAR aprovecha para hablarle de submarinos.
Estimada Ministra Luciana:
Si Brasil nos pide ayuda con su Reactor Multipropósito Brasileño se la vamos a dar, cómo no. Ya les vendimos la ingeniería básica del reactor de producción de radioisótopos RBM. Ahora tal vez quieran una mano para construirlo, y los recursos humanos con experiencia de obra nuclear no sobran. A nosotros, al menos, no.
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Por suerte el RBM lo entendemos bastante, como que en alguna medida es un clon del RA-10 de Ezeiza. Que está a un año y monedas de terminarse.
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Por supuesto que los primos brasileños cuentan con nosotros. ¿Acaso ellos nos dieron la carga inicial de uranio enriquecido que va a quemar el prototipo de la central de potencia CAREM, de 32 MW?
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Pero como se observa en el artículo que citamos abajo, y creemos que sin malicia, a pocos kilómetros del predio del futuro RBM en Iperó, la Armada Brasileña está testeando el motor nuclear de su futuro submarino de caza Alte. Alvaro Alberto.
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Un motor nuclear naval es más sencillo conceptualmente que un reactor multipropósito. Este último hace de todo, desde producir radioisótopos para la medicina, la industria y el agro, a hacer investigación aplicada en ciencia de materiales, irradiar «wafers» de silicio para fabricar chips, testear combustibles nucleares de otros reactores o de centrales de potencia, y capacitar expertos en ingeniería, física, química y otras disciplinas atómicas.
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En cambio, un motor nuclear naval y una planta nucleoeléctrica terrestre sólo producen potencia, punto. No se requiere de una máquina multipropósito, pero viene con exigencias técnicas en temperaturas, presiones y sistemas de seguridad mucho mayores.
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La Argentina es el mejor vendedor de reactores del planeta, al menos desde 2006, y construyó al menos dos plantas de potencia sin ayuda externa: la cordobesa Embalse y la bonaerense Atucha II. Cada una tiene una larga historia que otro día le contaremos, si quiere.
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Lo que nos importa hoy es esto. En el Centro Atómico Bariloche, de la Comisión Nacional de Energía Atómica, el Dr. José «Pepe» Converti y su equipo tienen diseñada la ingeniería de un motor nuclear naval.
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La intención era o tal vez sigue siendo alojarlo en el casco de un submarino TR-1700, el ARA Santa Fe, que está detenido al 70% de su construcción desde 1993 por orden del presidente Saúl Menem. Podría ser también el ARA Santiago del Estero, con un avance del 30%. Ambos están así desde hace 30 años en el astillero Storni del CINAR, el Complejo Industrial Naval Argentino, en Costanera Norte, CABA.
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Si el fallecido presidente Néstor Kirchner no pudo retomar la construcción de esas nave, menos creo que puedan otros políticos que ni siquiera quieren, o directamente están en contra, si les preguntan. Por las dudas, nadie les pregunta. Hay gente que quiere que el Atlántico Sur pertenezca al Atlántico Norte. Si lo sabrá Ud…
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Por lo tanto, aunque el motor atómico de Converti recibiera una luz verde y una partida de presupuesto, cosa improbable según las prioridades que se le viene dando desde 2015 al Programa Nuclear, e incluso si Converti lograra construir un prototipo exitoso, éste no tendría ningún destino naval claro.
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La propuesta de AgendAR desde hace años ha sido que ese motor se use en el próximo barco polar clase IV que está diseñando Tandanor, el otro taller del CINAR, en reemplazo del Bahía Paraíso. Como plan B, lo proponemos para remotorización del rompehielos ARA Irízar, que fue reconstruido a nuevo en esa misma atarazana tras su devastador incendio de 2007. Pero creemos (podemos estar equivocados) que las nuevas máquinas diésel-eléctricas del Irízar, vuelto a operaciones en 2017, tienen vida para rato.
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Según nuestros datos, así como la Argentina podría tener el motor nuclear pero no el submarino, podría ser que la Armada Brasileña tenga el submarino pero necesite alguna ayuda con el motor nuclear. Las centrales de potencia nuevas y no probadas dan trabajo. Si lo sabremos nosotros.
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Atucha I y II, pese a su mucho prestigio alemán, son dos prototipos, y nos volvieron bastante locos. Y las estamos sacando bastante buenas, cero ayuda alemana en eso.
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Como prueba de autoconfianza en el tema, estamos construyendo otra central de potencia enteramente distinta y 100% argentina, el CAREM, al lado de las Atuchas. Está al 62% de avance. Pero aunque el CAREM deriva de un viejo diseño naval, el Otto Hahn, hoy se volvió muy terrestre. No hay modo de meterlo en un barco.
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Nos encantaría que Ud., señora Luciana Santos, que nos visita en estos días por el tema de reactores de irradiación, le pegue un vistazo a este artículo. Porque se le pueden ocurrir cosas que a nosotros se nos están ocurriendo también.
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No nos atrevemos a sugerirle una agenda a una ministra extranjera, pero en Argentina los brasileños son argentinos. ¿No estaría bueno que visitara el Centro Atómico Bariloche para ver el motor del Dr. Pepe Converti, y después el astillero Storni, en el CINAR, para entender el problema del Santa Fe, y que después se reuniera con su propio Ministro de Defensa?
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Nuestro problema puede ser su solución, Ministra. Y viceversa. Y el Atlántico Sur tiene que pertenecer al Sur.
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Un gran saludo al presidente Lula, padre del submarino nuclear brasileño Alte. Alvaro Alberto. Ojalá lo pueda ver navegar. Y dígale de parte nuestra que viva mil años.
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Con todo respeto:
Daniel E. Arias
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«La visita de la ministra Santos, en un momento donde el rol de la ciencia en nuestro país está en el centro del debate, será esclarecedora», dijo el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, que se reunirá con su par brasileña en Buenos Aires, para visitar juntos el Proyecto RA-10 ubicado en Centro Atómico Ezeiza, entre otras actividades programadas.
El viernes a las 17 Santos y Filmus también participarán de un encuentro sobre construcción de soberanía «con más ciencia y tecnología» en el Centro Cultural de la Ciencia (C3), ubicado en el barrio porteño de Palermo.
«Argentina tiene experiencia reconocida internacionalmente en el desarrollo de plantas de producción de radioisótopos y queremos aprovechar esta experiencia en la construcción de nuestro Reactor Multipropósito brasileño», destacó Santos.
La cooperación en materia atómica forma parte del relanzamiento de la alianza estratégica entre Brasil y Argentina acordadas en enero pasado por los presidentes Alberto Fernández y Luiz Inácio Lula Da Silva.
La cooperación se realizará mediante un acuerdo entre la Comisión Nacional de Energía Nuclear de Brasil y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
El principal objetivo es el desarrollo del Reactor Multipropósito Brasileño (RMB), que se construye en Iperó, en el interior del estado de San Pablo que recibió 200 millones de dólares del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), el megaplan de infraestructura lanzado por el Lula este año hasta 2026.
El propósito de Brasil es lograr la autonomía en la producción de radioisótopos: radiofármacos para el tratamiento del cáncer y otras funciones de la medicina nuclear.
«Con ello Brasil reducirá costos de importación y riesgos de desabastecimiento», dijo la ministra.
Actualmente, Brasil compra insumos de Rusia, Sudáfrica y Países Bajos y para satisfacer la demanda anual de alrededor de 2 millones de procedimientos de medicina nuclear, el país gasta alrededor de 15 millones de dólares en radioisótopos que se procesan y envían a 430 hospitales y clínicas brasileñas.
En Iperó la Marina lleva adelante el desarrollo con tecnología francesa del submarino a propulsión nuclear que debe servir como un patrulla de los 8.000 kilómetros de la costa atlántica de Brasil.
Reproducimos la entrevista que hizo la agencia Télam al argentino que trabaja hace 45 años en la NASA:
«Trabaja en la NASA desde hace más de 40 años y participó de las misiones Pathfinder y Curiosity que aterrizaron en Marte y ahora trabaja en una que estudiará a Júpiter. Este sábado, contará su experiencia en el evento de tecnología Nerdearla. «Es maravilloso poder inspirar a los jóvenes a los que les gusta la ciencia y la tecnología con lo que uno hace», aseguró a Télam.
Aunque hace 45 años que vive en Estados Unidos, Miguel San Martín no se olvida de sus raíces. Por eso les contagió a sus amigos de Los Ángeles la pasión por el asado al modo argentino y las bondades de los chorizos y las morcillas bien crujientes. Pero además se las arregló para festejar el campeonato mundial en Buenos Aires en plena 9 de Julio con su esposa y sus hijas estadounidenses y regresa toda vez que recibe una invitación para contar lo que hace: trabajar en la NASA en los programas de investigación sobre la existencia de vida en el planeta Marte. Un camino que lo llevó a liderar dos misiones emblemáticas: Mars Pathfinder que llegó al planeta rojo en 1997; Curiosity, que aterrizó y comenzó a enviar imágenes del suelo marciano en 2012 y Perseverance, que comenzó a recolectar materiales en el mismo planeta en 2021.
Este fin de semana su agenda se concentra en Nerdearla, el evento gratuito de tecnología que cumple 10 años, en el que estará en una charla magistral en el Centro Cultural Konex, pero también se hizo espacio para charlar con alumnos de varios colegios secundarios, incluido el Pio IX, industrial donde cursó la secundaria, dará una conferencia en el Planetario y viajará a Neuquén en otro hito de difusión de la ciencia. “La NASA le dio un premio por su tarea de promoción de la ciencia espacial”, se enorgullece Susan, su esposa desde hace 38 años.
A pocas horas de su charla en un evento que suele ser multitudinario, San Martín le contó a Télam la actualidad de su trabajo en la NASA, la cooperación que ese organismo realiza con la CONAE (Comisión Nacional de Asuntos espaciales) y el INVAP (Investigación Aplicada).
– ¿Cuál es su relación con la Argentina, a tantos años de que te instalaste en Estados Unidos para trabajar en la NASA?
– Venimos unas tres veces al año, además de para las Fiestas. Yo me fui en 1978 así que viví más allá que acá. Pero tengo familia y el contacto está siempre. Fui jurado para un concurso de INVAP y suelo ir a dar charlas a Bariloche que patrocina el Instituto Balseiro o la CONAE.
– ¿Cómo ve las actividades que se realizan en el país en el área de investigación espacial?
– En la Argentina hay muy buen desarrollo sobre el tema. De hecho, desde la NASA hemos hecho proyectos con la CONAE y con el INVAP. En general de exploración terrestre. Hubo una seguidilla de satélites en los que la NASA colaboró con la Conae que culminaron con el SAC. Varios compañeros míos estuvieron trabajando en Bariloche. También mientras estuvimos trabajando en el Curiosity, llegaron científicos argentinos del INVAP y la CONAE para interesarse por nuestro trabajo y presenciarlo. Incluso me encontré con uno de mis profesores del colegio secundario que trabajaba en la investigación espacial.
– Suele resaltar la importancia de su formación en un colegio industrial que te llevaste de la Argentina.
– Para mí esa preparación fue fundamental porque me dio las herramientas para irme a Estados Unidos a cumplir mi sueño de trabajar en la NASA. Me fui a estudiar en la universidad sin tener una idea de lo que estaba haciendo, pero me llevaba las bases de Matemática, Física y Electrónica. El inglés fue un problema para mí, pero esas materias no. Creo que hasta cuarto año de la universidad, yo había visto un montón de temas acá en la Argentina. Es curioso porque en alguna época las escuelas industriales eran para los alumnos que buscaban una salida laboral más rápida, no para los que querían seguir la universidad. A mí me fue muy útil para mis estudios universitarios. Creo que aún entonces el colegio Pio IX de Almagro, donde estudié, era para los nerds que no podíamos esperar a la Universidad para aprender ciertas cosas. Ahí me encontré con gente con intereses similares a los míos y con profesores que podían responder a todas mis preguntas, ésas sobre el funcionamiento de las cosas, con las que siempre había atormentado a mi familia.
– ¿Cómo surgió su pasión por la técnica y la electrónica?
– Me interesé por la astronomía y la exploración del espacio a una muy temprana edad. Desde siempre me gustaron la ingeniería, la electrónica, la mecánica. Se manifestaba en que quería desarmar todo lo que tenían a la mano. Me tenían que esconder las cosas porque agarraba el destornillador y buscaba ver cómo funcionaban. Tenía un juego de física con el que me la pasaba haciendo experimentos. Veía una radio o un televisor y me preguntaba cómo funcionaba.
– ¿Cómo llegó el interés por el espacio?
– Fue a raíz del Apolo XI. Tenía diez años y me entusiasmé cuando el hombre pisó la Luna. Ahí dije: “Esto está piola. Me gusta. Esto es lo que quiero hacer”.
– ¿Se propuso ser astronauta?
– No. Nunca me interesó eso. Pero me plantée cómo habrían hecho para que la nave llegase a la Luna. Lo que siempre me interesó es resolver problemas, diseñar soluciones. En el colegio lo hacíamos mucho.
– Pero en pocos años, pasó a resolver problemas sobre cómo enviar naves a Marte…
– Sí, tuve mucha suerte porque después de la llegada del hombre a la Luna hubo otra misión que me inspiró que fue Viking en 1976 (N.R. una nave que llevó una sonda para enviar imágenes de Marte). Ahí fue que decidí irme a hacer la universidad en Estados Unidos para entrar a la NASA en 1978. Nunca imaginé que iba a trabajar en la siguiente misión, la Pathfinder.
– Llegó al lugar correcto, en el momento correcto…
– Cuando entré a la NASA no parecía una gran misión. Teníamos nada más que 250 millones de dólares, y Viking había costado 6.000 millones. Pero nos dijeron que teníamos que arreglarnos con eso y nos facultaron para tomar más riesgos.
Lo bueno es que éramos un equipo pequeño, en el cual no estaba tan compartimentado como si fuese una línea de ensamblaje. Ya había trabajado en un proyecto así, sobre Saturno pero me parecía bastante aburrido. También llegué a pensar que no iba a funcionar pero éramos un grupo chico de gente apasionada por lo que hacíamos.
– ¿Hay margen para el fanatismo y la pasión en un ambiente de investigación científica como la NASA?
– Claro. No es un ambiente frío. Hay mucha pasión y una que otra trompada en la pared cuando las cosas no salen. A veces uno cree que está todo calculado pero hay frustraciones y festejos, como cuando recibimos la primera señal de la Pathfinder desde Martes y entendimos que la misión había sobrevivido al aterrizaje y funcionaba.Fueron muchos años de trabajo pero también mucha diversión. Éramos un grupo que sabía divertirse, con grandes fiestas que terminaban en la pileta.
– ¿Cómo fue ese primer aterrizaje en Marte?
– Empecé a trabajar en el proyecto en 1993 y logramos aterrizar en Marte en 1997. Me divertí muchísimo al hacerlo y fue como recuperar muchas de las herramientas que había aprendido en el colegio. Usar la Matemática, realizar simulaciones. Éramos un equipo muy divertido y realizábamos las investigaciones a la antigua, complementándonos. De algún modo volvimos a las épocas pioneras de la investigación espacial, con grupos pequeños que tomaban más riesgos.
– ¿Cuál fue la solución para el aterrizaje que probaron y funcionó con Pathfinder?
– Al contrario de lo que se usaba habitualmente que eran sistemas de guiado de navegación y control como Viking, que requiere equipos grandes y costosos y que tengas sensores y propulsores, optamos por una solución mecánica: bolsas de aire que amortiguan el aterrizaje. Resultó una solución mucho más barata.
– Una solución “a la argentina”…
– Y no fue la única porque teníamos un problema, teníamos que medir la velocidad horizontal del vehículo y no teníamos tiempo para desarrollar un radar ni es posible salir a comprarlo. Yo estaba viniendo a la Argentina a un casamiento y se me ocurrió sacar dos fotos con una cámara y determinar la velocidad en base a cómo se mueven las cosas. Cuando volví, lo habían implementado.
– ¿Ese va a ser el tema de la charla en Nerdearla?
– Va a ser sobre la evolución de los sistemas de aterrizaje en Marte, empezando por Viking, Pathfinder, Curiosity y vamos a especular con lo que podría venir.
– ¿En qué están trabajando ahora?
– La misión actual consiste en ir a recolectar las muestras que tomaron y dejaron sobre el suelo marciano las misiones anteriores. Es tan cara que la estamos haciendo con la Agencia Europea y tenemos presupuestos por separado. Estas muestras van a permitir seguir investigando a Marte, saber si hubo vida allí ya que fueron tomadas con el mayor conocimiento científico sobre dónde era más probable que hubiera rastros de vida. Es una misión importante para la NASA que está buscando un éxito después de varias misiones que no salieron bien.
– ¿Cuál es el papel de la financiación privada en esta carrera espacial? ¿Cómo juega Elon Musk o Jeff Bezos?
– Cuando hacemos una licitación para el cohete lanzador lo puede ganar Space X (de Musk), o Blue Origin (de Bezos). Gana el que tiene el costo más bajo y está previsto que los privados brinden ese servicio. Sin embargo, el financiamiento es de la NASA y también la investigación, la ciencia básica. Hay misiones que hacemos “in house” o sea completamente gestadas por nosotros, y otras se las damos a la industria privada, para dedicarnos a la investigación. Hay una cierta presión “capitalista” de que la NASA haga lo menos posible, pero nosotros nos defendemos diciendo que para poder ser buenos compradores de servicios, tenemos que saber hacerlo nosotros primero. De todos modos, estamos con varias misiones “in house” y, por eso, estamos corriendo bastante. Una de ellas irá a Psyque, un asteroide de metal localizado a 370 millones de kilómetros de la Tierra. Otra va a ir a Júpiter y se va a poner en su órbita.
– Aún con todo ese trabajo, tiene tiempo para responder las consultas que le hacen en su cuenta de Twitter @MigOnMars, o de participar de eventos como Nerdearla para difundir su pasión por la ciencia entre los jóvenes
– Es fundamental esta difusión y la NASA nos incentiva a hacerlo y a contar lo que hacemos. Si a la gente le interesa y nos escucha, hablamos de lo que sabemos. Es maravilloso poder inspirar a los jóvenes a los que les gusta la ciencia y la tecnología con lo que uno hace.
– ¿Qué le dice a los jóvenes que tienen el mismo sueño que usted tuvo hace años de trabajar en la NASA?
– Muchos están perfectamente capacitados para hacerlo. El problema es conseguir la ciudadanía o la residencia.Quizás el camino es realizar un estudio de posgrado en el exterior para conectarse. Lo bueno es que ahora la Argentina tiene un programa espacial así que no hace falta irse. Pueden hacer lo que les gusta acá mismo.
Se entregaron los premios de la 18° edición del Concurso Nacional de Innovaciones INNOVAR, organizado por la Dirección de Articulación y Contenidos Audiovisuales.
En esta oportunidad, los grandes ganadores resultaron Aceleradores para la vida, de Andrés Kreiner y Microscopio digital de identificación forense, de Luís Ragone -ambos concursantes en la categoría “Diseño Innovador”- cuyos proyectos se alzaron con los máximos premios en su segmento ($1.200.000) y con la “Gran Distinción INNOVAR” ($800.000).
Al encuentro asistieron más de 150 innovadoras e innovadores, quienes exhibieron sus prototipos y mostraron sus iniciativas al público y al jurado que eligió los proyectos ganadores. El certamen repartió $57.500.000 en 97 distinciones distribuidas en los premios de cada categoría (95), y dos “Grandes Distinciones INNOVAR”.Las iniciativas premiadas -listadas al final- recibieron también una estatuilla alusiva de esta edición del concurso, elaborada por el Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico (CIEFAP). Por su parte, el Sistema inteligente de trackeo de pequeños animales WMicrotracker SMART de Sergio Simonetta se alzó con la medalla de la OMPI entre los concursantes con patente aprobada.
En su discurso, el ministro Filmus manifestó su “alegría y emoción por lo federal de esta premiación. Que Argentina en 2005 no tuviera escuelas técnicas realmente era una vergüenza y lo logramos, ¿por qué no había escuelas técnicas? Porque no había un proyecto industrial de país, y si uno solamente va a producir productos primarios no necesita escuelas técnicas”. El titular de Ciencia continuó: “La escuela técnica agrega valor a partir de lo mejor que tenemos, que es la capacidad de trabajo de nuestra gente. Estamos orgullosos de nuestras escuelas técnicas, porque forman lo mejor de nuestros profesionales”.
“Tenemos una ciencia que realmente nos hace sentarnos en la mesa chica de aquellos que discuten los grandes temas espaciales, los grandes temas nucleares, los grandes temas de la biotecnología, y quiero dar un ejemplo. En 2007 estuve en Australia, viendo la bandera argentina al lado de la bandera australiana, cuando se inauguró el reactor OPAL que nosotros vendimos en 400 millones de dólares a Australia. Ese reactor dio lugar a que Argentina haya ganado la licitación más importante para la construcción de un reactor igual en Países Bajos por 800 millones de dólares”.
El Ministro concluyó: “Si nosotros apostamos también a la inteligencia, apostamos a la capacidad, a la educación, a la ciencia y la tecnología, no tenemos que estar rezando todo el tiempo para que llueva. Los países que realmente apuestan a la ciencia y la tecnología no están solamente pensando en la producción primaria”.
Por su parte, el presidente de la Agencia I+D+i, Fernando Peirano, afirmó: “El futuro de la ciencia y la tecnología lo anticipamos en las ideas y propuestas que se presentan a Innovar. Una ventana para mirar el costado más luminoso y pujante de nuestro país”.
“Desde la Agencia financiamos y promovemos muchos de estos proyectos que trabajan soluciones para la comunidad y para mejorar la vida de la gente”.
Asimismo, cabe destacar la participación en la exposición de alumnas y alumnos de las instituciones educativas que resultaron ganadoras en la categoría “Escuelas Técnicas y Agrotécnicas” que recibieron con anterioridad sus distinciones de $300.000 para la elaboración de los prototipos realizados bajo las mentorías del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET), el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Además, el INTA entregó medallas a dos proyectos concursantes en la categoría “Alimentos”: Desarrollo de una vacuna oral contra la gripe aviar de Christian Magni y Levaduras autóctonas para el control de enfermedades de fruta orgánica de Marcela Sangorrin; y el INTI otorgó menciones especiales a tres iniciativas: Desarrollo de una vacuna oral contra la gripe aviar de Christian Magni; PANCORA Robótica Submarina de Pedro Nowakowski; y Baterías de litio microestructuradas de carga ultra rápida de Sergio Barón.
También tuvieron presencia institucional el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI), y la Dirección Nacional de Estudios del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Además, la Fundación Empretec otorgó a ganadoras y ganadores sus cursos virtuales de capacitación en marketing digital, plan de negocios y comunicación efectiva.
Por otra parte, los proyectos más elegidos por el público en la votación organizada previamente por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) fueron: Enriqueso – Enriquece tu vida de Irene Rubel de la categoría Alimentos; Piedra Polimérica de José Rivera de la categoría Desarrollo Sustentable+Energía; Semaforización Inteligente de Santiago Gerling Konrad de la categoría Robótica+inteligencia artificial; MultiHEP-NanoDetect de María Guadalupe Vizoso Pinto de la categoría Salud.
La ceremonia de premiación contó con la participación del titular de la Dirección de Articulación y Contenidos Audiovisuales, Juan Peyrou; el presidente de la Agencia I+D+i, Fernando Peirano; la presidenta del CONICET, Ana Franchi; la subsecretaria de Federalización de la Ciencia, Tecnología e Innovación, Luz Lardone; el director ejecutivo del INET, Gerardo Marchesini; la presidenta del INTI, Sandra Mayol; y la vicepresidenta del INTA, Nacira Muñoz.
Sobre la convocatoria 2023En total se registraron 1049 iniciativas cuya distribución por categorías fue: 209 proyectos en “Diseño innovador”; 67 en “Investigación Aplicada”, 89 en “Desarrollo Sustentable y Energía”, 80 en “Alimentos”, 82 en “Salud”, 56 en “Robótica e Inteligencia Artificial”, 74 en Pequeñas y medianas empresas”, 69 en “Innovaciones en la Universidad” y 323 en “Escuelas Técnicas y Agrotécnicas”. Respecto a su distribución federal se inscribieron 631 proyectos de la región Centro y Buenos Aires; 115 de la región NOA; 128 de Cuyo; 90 de la región Patagonia; y 85 del NEA.
Con más de 18 años de trayectoria, el Concurso Nacional de Innovaciones INNOVAR es la iniciativa pionera que fomenta la innovación y premia a quienes se atreven a inventar, crear y mejorar productos y servicios, a nivel federal. Los proyectos son distinguidos con el objetivo de impulsar y promover invenciones de alto impacto social y comercial; potenciar emprendimientos de base tecnológica; dar visibilidad a procesos, productos patentados o patentables en Argentina y/o el exterior y servicios que conlleven una demostrada generación de valor; y continuar fortaleciendo el desarrollo de una cultura innovadora nacional.
Para más información y novedades ingresá en el sitio web o seguí a INNOVAR en Facebook, Instagram y Twitter. Click acá para descargar el catálogo de proyectos de la #18 edición.
PROYECTOS GANADORES DE LA DECIMOCTAVA EDICIÓN DE INNOVARGRAN DISTINCIÓN INNOVAR:
– “Aceleradores para la vida” de Andrés Kreiner de la Comisión Nacional de Energía Atómica. El proyecto apunta a desarrollar tecnología para satisfacer necesidades en materia de aceleradores de partículas para aplicaciones médicas, nucleares e industriales.
– “Microscopio digital de identificación forense” de Luís Ragone de Micro Digital Tecnología Forense. Consiste en el desarrollo de equipamiento que permite resolver hechos delictivos a partir de la comparación microscópica de muestras forenses recolectadas en la escena del crimen.
CATEGORÍA DISEÑO INNOVADOR:
– “Aceleradores para la vida” de Andrés Kreiner de la Comisión Nacional de Energía Atómica.
– “Microscopio digital de identificación forense” de Luís Ragone de Micro Digital Tecnología Forense.
– “Wakure” de Martín Bueno de FanIoT.
– “Changüi” de Joaquín de Tomaso de Changüi.
– “Transportador de ángulos para personas con discapacidad visual y/o motriz” de Daniel Morales de la Escuela Provincial de Educación Técnica – E.P.E.T N° 6 de La Pampa.
– “Adaptador de quillas” de Mariano Ayastuy de Maori Boards.
CATEGORÍA INVESTIGACIÓN APLICADA:
– “SaliPAD healthy test” de Lucas Rodrígues de Sousa de la Universidad de Buenos Aires.
– “Observatorio Andino” de Leandro Cara del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (CONICET).
– “CIANOTOX” de Javier Gasulla del Instituto de Biociencias, Biotecnología y Biología Traslacional (Universidad de Buenos Aires).
– “Nanoarcillas colectoras de hidrocarburos” de María Eugenia Parolo de la Universidad Nacional del Comahue.
– “Secadero solar de madera para madera” de Paula Peyloubet del Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (CONICET – UNC)
– “NanoAP” de Noelia D´Elía del Instituto de Química del Sur de la Universidad Nacional del Sur.
CATEGORÍA DESARROLLO SUSTENTABLE y ENERGÍA:
– “Baterías de litio microestructuradas de carga ultra rápida” de Sergio Barón de Dynami Battery SAS.
– “ODA Biovajilla” de Guido Ventura de ODA Biovajilla.
– “Piedra Polimérica” de José Rivera del LEMaC Centro de Investigaciones Viales UTN FRLP – CIC PBA.
– “CLON.AR” de Adrián Bender de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Litoral.
– “BioPanel” de Natalia Evelin Fernández del Centro Experimental de la Vivienda Económica (AVE-CONICET).
– “Blind.AR” de Facundo Fraguas de Blind.AR.
CATEGORÍA ALIMENTOS:
– “Enriqueso – Enriquece tu vida” de Irene Rubel de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.
– “Integración de mujeres campesinas mediante la producción de tuna” de Ricardo Parra de AGLH S.A. “Las Quinas” y Cooperativa de Mujeres Campesinas de La Cañada.
– “Desarrollo de una vacuna oral contra la gripe aviar” de Christian Magni del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (CONICET-UNR).
– “Procedimiento para la producción de un alimento pesquero de conveniencia” de Marion Marchetti del Grupo de Investigación Preservación y Calidad de Alimentos del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Ambiente.
– “Aceites de oliva extra vírgenes enriquecidos con licopeno” de Fernando Casucci de Old Tree SAS.
– “Levaduras autóctonas para el control de enfermedades de fruta orgánica” de Marcela Sangorrin del Instituto de Investigación y Desarrollo en Ingeniería de Procesos, Biotecnología y Energías Alternativas (CONICET – UNCo).
CATEGORÍA SALUD:
– “Neurality” de Fabián Cremaschi de la Universidad Nacional de Cuyo.
– “AntibioSmart: antibiograma en una gota” de Federico Figueredo del Instituto de Química Biológica (CONICET – FCEN/UBA).
– “Oncovotech” de Abel Carcagno del Instituto de Química Biológica (CONICET – FCEN/UBA).
– “MultiHEP-NanoDetect” de María Guadalupe Vizoso Pinto del Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (CONICET – UNT).
– “BoneTech” de José Antonio Gamero de la Universidad Nacional de Tucumán.
– “QQ Print” de Juan Pablo Real de Pill-AR.
CATEGORÍA ROBÓTICA e INTELIGENCIA ARTIFICIAL:
– “PANCORA Robótica Submarina” de Pedro Nowakowski de Pancora.
– “IA-FRAC” de Ricardo Capozza del Centro de Estudios de Metabolismo Fosfocálcico.
– “Oxitem” de Raúl Guillermo de los Ríos.
– “Semaforización Inteligente” de Santiago Gerling Konrad de la Universidad Nacional del Sur.
– “MUU App Nutrition” de Sebastián Ayala de la Universidad Nacional del Litoral.
– “Junta Armónica Plástica para Brazos de Robot” de Néstor Eduardo González de RobotMatic CNC.
CATEGORÍA PEQUEÑAS Y MEDIANAS EMPRESAS:
– “Estación de recarga LE VRAC” de Graciela Oblitas de La Quemisterie SRL.
– “XT5 – Guantes Randon” de Jorge Pindur de Randon S.A.
– “Premezcla para preparar Macarons” de Gloria Ballesteros de Ledevit SRL.
– “Sistema inteligente de trackeo de pequeños animales WMicrotracker SMART” de Sergio Simonetta de PHYLUMTECH S.A.
– “Clorador submarino” de Andrés Annoni de Piscina Natural SRL.
– “Resiliencias” de Lorena Soledad Londero de Resiliencias.
CATEGORÍA INNOVACIONES EN UNIVERSIDADES:
– “Estación de pesaje y descanso neonatal – Neo-S” de Matías Malvarez de la Universidad Nacional de Córdoba.
– “Qaytu – rueca” de Mariana Alves de la Universidad de Buenos Aires.
– “Doblar” de Agustín Sansone de la Universidad de Buenos Aires.
– “Carbón verde activado a partir de desecho agroindustrial” de Ariel Oliveira de la Universidad de Buenos Aires.
– “FOTOFLIT- Sanitizante” de Matías Funes de la Universidad Nacional de San Luis.
CATEGORÍA ESCUELAS TÉCNICAS Y AGROTÉCNICAS:
– “Otogaki – Transcriptor de voz” | E.E.T. N. 24 «Simón de Iriondo» – Chaco.
– “PRO-FIT” | Escuela 781 Don Eladio Zamarreño – Chubut.
– “Robot tipo rover multifunción para detección de escape de gases «Roberto» | Instituto Tecnológico del Comahue – Neuquén.
– “Vehículo híbrido pedal-eléctrico” | Escuela Provincial de Educación Técnica N° 21 – Neuquén.
– “NEUMOVALID” | Colegio León XIII – Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
– “MINI-ENFARDADORA” | Escuela de Educación Técnico Profesional N°487 – Santa Fe.
– “PAINTR – Pistola de Pintar Impresa en 3D” | Escuela de Educación Técnica N°2 «Pbro. José María Colombo» – Entre Ríos.
– “PointWall” | Escuela Técnica Nº35 «Ingeniero Eduardo Latzina» – Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
– “Industria 4.0 y economías regionales: Deshidratador automático de frutas y hortalizas» | Escuela Provincial de Educación Técnica «Ing. Jose Alsina Alcobert» – Catamarca.
– “Cría de abejas reinas” | Escuela de Educación Secundaria Agraria N° 1 – Buenos Aires.
– “Sistema de ventilación automático” | Instituto de Educación Agropecuaria N°10 – Misiones.
– “Innovación Hídrica para la Ruralidad” | Instituto de Educacion Tecnica N°1 – La Rioja.
– “CALIFORNIA DEL MOLINO” | Escuela Agrotécnica N° 740 EMETA – Chubut.
– “MAQ-TRIT” | Escuela Técnica N° 9 «Gob. Ing. César Eusebio del Valle Iturre» – Santiago del Estero.
– “Quinoa: Alimento Saludable” | Escuela Agrotécnica EMETA Tafí del Valle – Tucumán.
– “NutriLacto – Bebida fermentada a base de Lactosuero” | Escuela Provincial Agrotécnica «Agr. Florencio E. Peirone» – La Pampa.
– “Conservación de calostro ovino” | Escuela Agropecuaria N°1 «Heroínas de Malvinas» – Santa Cruz.
– “HELIOS” | Escuela Técnica Dr. Juan Esteban Martinez – Corrientes.
– “Parada de colectivos automatizada e inclusiva” | Instituto Provincial de Educación Técnica N°66 “Dr. José Antonio Balseiro” – Córdoba.
– “Módulo Inteligente de control y comando para cultivos indoor/outdoor” | Centro de Educación Técnica N°2 “Jorge Newbery” – Río Negro.
– “Yvype Avei – Riego Eficiente” | EPES Agrotecnica N° 7 – Formosa.
– “Colector Solar Modular para Zonas Rurales” | Escuela Técnica N°37 “Ing. Germán Ave Lallemant” – San Luís.
– “Nemo – Navegando en agua subterránea» | Escuela Técnica Generativa «Leonor Matilde Hirsch de Caraballo» – San Luis.
– “Konin Malón – Bioinsumo a base de Trichoderma aislado de nuestro suelo” | IPEA N°212 «Hilder O. Galassi» – Córdoba.
– “Hongos de Malhoja” | Escuela Agrotécnica Famaillá – Tucumán.
– “Los aceites de Ana” | Escuela de Educación Técnica N°1 «Ana Urquiza de Victorica» – Entre Ríos.
– **“AGROAYUDA” | Escuela Agraria Alto Valle Este – Río Negro.
– “Yaku Kawsay – El agua es vida” | Escuela Provincial de Educación Técnica N°13 “General José de San Martín” – Catamarca.
– “¡Alimenta ya!” | Escuela Provincial de Educación Técnica N°5 – San Juan.
– “Planta tratamiento primario del caucho – Molino picador modular” | Escuela Provincial de Educación Técnica N°2 – La Pampa.
– “Cultivo Hidropónico Inteligente” | Escuela de Educación Técnica N° 3104 “Lanza Colombres” – Salta.
– “AlgaSpin” | Escuela Provincial de Educación Técnica N° 2 «Ilda Valentino de Giachero» – Formosa.
– “Recuperación de Aguas Grises para la producción de forraje hidropónico” | Colegio Parroquial San Juan Bosco – San Juan.
– “Cosméticos a base de Algas Marinas del Golfo San Jorge” | Escuela de Biología Marina y Laboratorista Nº 1 «Atlántico Sur» – Santa Cruz.
– “Taza especial para personas no videntes” | Escuela de Educación Técnico Profesional N°460 «Guillermo Lehmann» – Santa Fe.
– “Reasus: Recolección de agua sustentable” | Escuela Provincial de Educación Técnica N° 21 – Misiones.
– “Ulapes – Huerta hidropónica vertical inteligente con aprovechamiento de agua de lluvia y energía solar” | Escuela de Educación Agropecuaria “Gral. Manuel Belgrano” – La Rioja.
– “Patitas Felices” | Escuela de Educación Técnica N° 2 “Jesús Raúl Salazar” – Jujuy.
– “La Técnica te incluye” | Escuela Técnica Bernardino Rivadavia – Corrientes.
– “Yeso Agrícola – Planificación y elaboración de una zaranda para planta piloto” | Escuela Nº 4-018 “General Manuel Nicolás Savio” – Mendoza.
– “Biotecnología reproductiva en pequeños rumiantes: innovación e impacto social” | Escuela de Educación Técnica N°3150 “Pacto de los Cerrillos” – Salta.
– “Trazabilidad reproductiva del rodeo caprino a través de QR” | Escuela de Educación Técnica N° 4-034 “Galileo Vitali” – Mendoza.
– “Construyendo un invernadero inteligente” | Escuela Técnica Provincia N°1 “Gral. Aristobulo Vargas Belmonte” – Jujuy.
– “BeeTracker” | Escuela Tecnica N° 14 – Santiago del Estero.
– “Visióntech – El futuro en tus ojos” | Escuela de Educación Secundaria Técnica N°6 “Siderurgia Argentina” – Buenos Aires.
– “El agua, el ciclo sin fin” | Escuela de Educación Agropecuaria N° 54 – Chaco.
MEDALLA DE LA OMPI
– “Sistema inteligente de trackeo de pequeños animales WMicrotracker SMART” de Sergio Simonetta de PHYLUMTECH S.A.
MEDALLA INTA
– “Desarrollo de una vacuna oral contra la gripe aviar” de Christian Magni del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (CONICET-UNR).
– “Levaduras autóctonas para el control de enfermedades de fruta orgánica” de Marcela Sangorrin del Instituto de Investigación y Desarrollo en Ingeniería de Procesos, Biotecnología y Energías Alternativas (CONICET – UNCo).
MENCIONES ESPECIALES INTI
– “Desarrollo de una vacuna oral contra la gripe aviar” de Christian Magni del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (CONICET-UNR).
– “PANCORA Robótica Submarina” de Pedro Nowakowski de Pancora.
– “Baterías de litio microestructuradas de carga ultra rápida” de Sergio Barón de Dynami Battery SAS.
VOTACIÓN PÚBLICA ORGANIZADA POR LA AGENCIA I+D+i
– “Enriqueso – Enriquece tu vida” de Irene Rubel de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.
– “Piedra Polimérica” de José Rivera del LEMaC Centro de Investigaciones Viales UTN FRLP – CIC PBA.
– “Semaforización Inteligente” de Santiago Gerling Konrad de la Universidad Nacional del Sur.
– “MultiHEP-NanoDetect” de María Guadalupe Vizoso Pinto del Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (CONICET – UNT).
La provincia de Formosa fue uno de los distritos que más ofertas recibió en esta convocatoria nacional. En total son nueve los proyectos que se ofrecen para generar 923 MV a nivel local a través de energía térmica.
Se realizó en la Ciudad de Buenos Aires la apertura de ofertas en el marco de la Convocatoria TerCONF (Resolución SE 621/23) – Contratos de Abastecimiento de Confiabilidad de Generación Térmica-, marco en el que la provincia de Formosa se destacó por estar entre las provincias que más ofertas recibieron, y desde donde se generarían 923 MV.
De esta manera, dos importantes empresas del rubro, Juan F. Secco S.A. y Sullair Argentina S.A., interesadas en invertir en Formosa, presentaron ofertas ante CAMMESA y la Secretaría de Energía de la Nación para desarrollar plantas de energía térmica en las ciudades de Ibarreta (donde se ofreció la instalación de una planta), Mansilla (se ofreció instalar dos plantas) y Formosa (la oferta aquí también fue de dos plantas).
Estos 923 MV irían al Sistema Argentino De Interconexión (SADI), por lo que los proyectos además de la provincia genera interés a CAMMESA ya que servirá para descomprimir al sistema de energía nacional, sobre todo en el Norte argentino.
Un punto a remarcar es que el beneficio para la provincia será alto por tener más energía disponible para el consumo local, lo que permitiría hacer frente a los picos de consumo, que en las épocas de calor llegan a los 450 MV.
Si bien la energía térmica que se produzca será distribuida en el sistema nacional, sin dudas ayudaría a fortalecer al sistema provincial y al camino que tiene trazado la provincia para cambiar su matriz energética, donde además se proyecta instalar tres parques solares como resultado de un acuerdo entre Nación, CAMMESA y la firma MSU.
La importancia estratégica del Gasoducto en la provincia y los oferentes
Una de las ventajas que ofrece la provincia y que explica la cantidad de oferentes interesados en invertir es la conexión con el Gasoducto del NEA, ya que las estaciones deben estar en cercanías a este para generar energía térmica.
En cuanto a las ofertas de las empresas competidoras, Secco S.A. y Sullair S.A., la primera ofreció generar en capital 192,5 MV a través de dos plantas al igual que en Mansilla (es decir cuatro en total). En Ibarreta, Secco también ofreció una planta de generación de 120 MV.
Por su parte, Sullair ofreció dos plantas en Mansilla y otras dos en la ciudad de Formosa para generar 209 MV en cada localidad.
Entre los requisitos que se les pidió a los oferentes está el uso de equipamiento nuevo o con menos de 15.000 h de uso verificado y asegurar el suministro de energía eléctrica de largo plazo e incentivar el abastecimiento y uso eficiente de dicha energía, especialmente en períodos de alto requerimiento debido a las condiciones exigentes de temperatura.
Para fines de octubre se espera que los contratos de compra-venta estén operativos por lo que pronto habría novedades sobre la definición de estos proyectos.
La convocatoria para la provincia y todo el país
La convocatoria busca cubrir la necesidad de 3.000 MV en todo el país, se enmarca en la Licitación de la Resolución N° 621/2023 y constituye un paso fundamental para incorporar generación más eficiente, colaborando con una matriz energética diversificada y más sustentable.
Es parte del Plan de Transición Energética 2030 que lleva adelante Energía para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Se espera que el incremento previsto en la disponibilidad de gas de Vaca Muerta y las ampliaciones de transporte contribuya a la optimización del despacho, reduciendo el consumo de combustibles alternativos.
Hace 41 años, Marcelo Rosas encontró los restos de la HMS Swift, un navío británico que había naufragado en la ría Deseado en 1770
La ciudad de Puerto Deseado, fundada en 1884, mantuvo durante sus primeros 91 años de historia un secreto enterrado a escasos pasos de su costa. En las profundidades de la entrada a la ría Deseado yacía en silencio un auténtico “tesoro” de la historia de Inglaterra: la corbeta Swift. En su interior, conservaba joyas intactas de un siglo anterior junto a los restos de dos marinos británicos.
La Swift permanecía allí desde marzo de 1770, cuando su destino fue sellado por un fatídico encuentro con la furia de una violenta tormenta. La corbeta se encontraba en una expedición, había partido el 7 de marzo de se año del puerto Egmont, en las islas Malvinas, con el propósito de investigar las costas argentinas, donde por entonces ejercían soberanía los Tehuelches. El 13 de marzo, 91 tripulantes se acercaron a lo que hoy se conoce como Puerto Deseado, pero no pudieron continuar su trayecto porque los sorprendió el furor de la lluvia y el viento.
Ante la embestida de las olas, el capitán George Farmer decidió adentrarse en la ría Deseado en busca de un refugio seguro donde esperar hasta que amainara la tempestad. Sin embargo, en el momento de la entrada, el casco del navío impactó con una roca subacuática y se hundió en cuestión de minutos: la Swift fue tragada por el océano en un abrir y cerrar de ojos, cobrando la vida de tres marineros.
Lo 88 sobrevivientes lograron alcanzar la costa nadando. Se refugiaron en cuevas naturales que había en la zona y establecieron un campamento temporario. Nadie sabía de su paradero. Entonces, la semana siguiente, un pequeño grupo de seis valientes improvisó una chalupa de madera y emprendió el viaje de regreso hasta las Islas Malvinas en busca de auxilio. Finalmente, en abril de 1770, el buque “Favourite”, también de bandera inglesa, llegó para rescatarlos.
Una representación artística de la HMS Swift en el museo Mario Brozoski, en Puerto Deseado
Durante un siglo completo, nadie supo nada más sobre esta historia. Fue recién en 1975 que un australiano, de nombre Patrick Rodney Gower, llegó a Puerto Deseado para darla a conocer. La primera vez que lo vieron, los habitantes de la zona no podían disimular su sorpresa: el hombre hablaba un idioma ajeno y tenía un aspecto de extranjero indisimulable. Pero lo que les despertó aún más curiosidad fue lo que tenía para decir. El hombre les mostró una bitácora que había traído consigo desde Oceanía. Esta especie de diario, repleto de anotaciones, había pertenecido a un tal Erasmus Gower, un viejísimo antepasado suyo que había sido tripulante de la HMS Swift, y que había dejado por escrito, con lujo de detalles, todas las peripecias del viaje de la corbeta, incluido el naufragio y una rigurosa descripción de todo lo que ocurrió después.
El relato de Gower se difundió con rapidez entre los habitantes de Deseado, convirtiéndose en tema de conversación de cada mesa familiar. Hubo deseadenses que quisieron ayudarlo, buscar el buque hundido. Pero ni él, ni las personas que lo acompañaron, dedicaron demasiado empeño a esa misión. Finalmente Gower terminó volviendo a su país sin muchas respuestas. Pero sembró una leyenda…
La historia no era ficticia. Las pruebas existían en los archivos de Inglaterra, donde la tragedia había sido registrada en una Corte Marcial, ya que los marinos de la Swift tuvieron que dar testimonio por haber perdido el barco. Pero esto no era conocido por los ciudadanos del pueblo santacruceño. Con el transcurso del tiempo, la historia se diluyó, prácticamente fue olvidada. Sin embargo, el destino de la Swift era, tarde o temprano, ser encontrada.
5 años más tarde, en una clase de matemáticas
Corría 1980. Marcelo Rosas tenía 16 años y era alumno del Colegio Salesiano de Puerto Deseado. Un día, durante una clase de álgebra, él y sus compañeros comenzaban a perder el hilo de las explicaciones de Ricardo Locardelli, su profesor. Entonces éste se avivó y recapturó el interés de sus alumnos contándoles una historia.
Recuerda Marcelo Rosas, que hoy tiene 59 años, es escribano y sigue viviendo en Puerto Deseado: “Locardelli era marino, pero nos enseñaba matemática y también era profe de gimnasia. Era un hombre muy culto, de esos que saben explicar muy bien. Y no sé quién fue, si yo u otro chico, que le preguntó si había barcos hundidos en la ría. Y él nos habló de la Swift. Me llamó la atención porque dio muchos detalles y demás. Nos dijo que era un barco inglés que había entrado y que sus tripulantes posiblemente se habían refugiado en cuevas, y que creía que, para comer, habían buceado para rescatar la comida que había quedado en el barco. También pensaba que quizás habían arrancado las velas para hacer algún tipo de carpa, pero que no sabía dónde habían hecho este presunto campamento. Yo quedé totalmente deslumbrado por lo que contaba. Para mí era como si me dijeras que tenés un mapa del tesoro”.
La ría Deseado, en Santa Cruz
La ría Deseado, en Santa Cruz
-Y se quedó con ganas de saber más…
-La mayoría ya no le estaba dando bolilla, se tiraban papelitos entre ellos, esas boludeces, entonces yo esperé a que se terminara la clase, me le acerqué y le pregunté: “Profesor, ¿de dónde sacó eso?”. Él me respondió que había escuchado la historia por parte de Leandro Caruso Roberts, quien justo era amigo de mi familia. Yo sabía que Roberts había sido director de Cultura, Turismo o algo por el estilo unos años atrás. Resulta que Roberts había sido quien recibiera a Patrick Gower aquella vez… Entonces fui a visitarlo.
-¿Qué información le aportó Roberts?
-Él había entrevistado a Gower. Y además tenía las transcripciones de la bitácora de Erasmus Gower. Las escuchamos juntos. Pude oír a Gower contar que su antepasado era un Mayor retirado de la Marina y que había llegado a ser Almirante, y que había estado a bordo de la Swift en el viaje del naufragio.
-¿Cuándo se propuso salir a buscar la Swift?
-En ese mismo momento. Yo tenía tres amigos que estaban interesados en el tema, Mario Brozoski, Daniel Guillén y Marcos Oliva Day. Juntos, creamos una especie de comité de búsqueda. Lo primero que hicimos fue buscar las cintas de la entrevista que Roberts le había hecho a Gower y se las llevamos al papá de Marcos, el capitán Marcos Oliva Day de la Armada. Me acuerdo que buscó una carta náutica y, escuchando las cintas, me hizo, como buen marino, una explicación en detalle sobre qué es lo que él creía que había pasado. Nos tomó muy en serio. Luego nos dijo: “Miren, organícense de esta manera y háganlo presidente de su búsqueda al director del Museo Naval, así le dan más seriedad al tema”. Así se creó la Subcomisión de Búsqueda y Recate de la Corbeta Swift, dependiente del club náutico “Capitán Oneto”.
A la izquierda, Omar Juanola (buzo profesional y amigo de los 4 chicos); al medio una persona que colaboró con el grupo; a la derecha, Mario BrozoskiGentileza Museo Municipal Mario Brozoski
-¿Cuál era la teoría de Oliva Day?
-Que el buque navegaba cerca de la entrada a la ría en un momento de marea alta. Y que entonces, por la diferencia de profundidad, la corriente “chupó” al barco hacia adentro, momento en el cual chocó con una roca que él conocía por nombre. “Debe haber encallado en la roca Beagle”, decía.
-¿Hoy los deseadenses conocen la roca Beagle?
-Sí, aunque es subacuática, se la ve muy poco, únicamente en los días en los que la marea está muy baja.
“Recorrimos la zona bastantes veces”
La subcomisión comenzó una tarea de investigación que duró dos años. “Empezamos preguntándole a la gente, pero todos nos decían que no sabían nada. Estuvimos un año sin conseguir información”, recuerda Rosas.
-¿A quiénes entrevistaban?
-A gente conocida. Al principio hablamos con un hombre que tenía cierta relación con el mar, un yugoslavo, un hombre grande. También con los pescadores. Pero nadie sabía nada. Igual, una vez un pescador, de apellido Zizich, nos dijo que alguna vez en esa zona había arrancado un pedazo de madera con su ancla. No fue un testimonio clave, pero sí nos dio la pista de que había algo ahí.
-¿Salían a recorrer la zona?
-A veces pasábamos con una lancha para ver si encontrábamos algo. Pero sin mucho éxito.
Mario Brozoski era buzo profesional
-Hacían investigación “de campo” y también estudiaban archivos y testimonios.
-Sí, ambas. Transcribimos todas las cintas de la entrevista a Gower y devolvimos las que nos habían prestado. Las escuchamos cientos de veces. También buscábamos información en libros, para tener más precisiones sobre la topografía del ingreso a la ría y, así, poder saber dónde estaba la roca.
-Guiándose con la teoría de Oliva Day, si hallaban la roca “Beagle”, se incrementaban las chances de encontrar la Swift.
-Exacto. Recorrimos la zona bastantes veces. No era fácil ir seguido, porque en esa época no todos tenían una lancha para prestarnos. Cuando podíamos ir, intentábamos, pero, simplemente, no aparecía.
-¿Habían pensado qué hacer en caso de hallarla?
-Sí, a modo de preparación, aprendimos a bucear, en caso de que tuviéramos que sumergirnos a explorar. Estuvimos dos años así, buscando, pero sin obtener resultados.
Mario Brozoski con Omar Juanola, un buzo profesional que ayudó a los 4 jóvenes en su cometidoGentileza Museo Municipal Mario Brozoski
“Fue como haber entrado a la tumba de Tutankamón”
-¿Cómo fue el día en el que, finalmente, vieron la piedra?
-Era verano del 82, 4 de febrero, día de marea muy baja. Estábamos con Guillén dando vueltas por la costa y yo vi algo y… me pareció que podía ser. Eran las 4 de la tarde. Guillén me preguntó: “¿Vos viste esa roca?”. Y yo le dije: “Sí, me parece que es esa”. Mario Brozoski no estaba. Marcos, no recuerdo. Éramos nosotros dos nada más. Uno de los integrantes del grupo tenía acceso a un bote, entonces fuimos a buscarlo. Me acuerdo que volvimos a la costa en el auto de mi mamá, que nos llevó y nos esperó desde la orilla. Sentíamos mucha incertidumbre. Era el momento de saber si la historia era cierta, si no era una leyenda, si Gower no era un loco que simplemente había llegado y contado eso… Dejamos el auto en la costa y nos metimos caminando, vestidos para bucear. Llegamos caminando a la roca. Había una marea bajísima ese día, y mucho calor, recuerdo. No había casi nadie, solo dos chicos que estaban pescando unos metros más allá. Nos sumergimos, el agua estaba muy turbia, y creo que emergimos a los cinco minutos. “Me da claustrofobia, me cuesta bucear sin visibilidad”, le dije a Guillén. Él era buzo profesional, así que me ayudó: nos agarramos de la mano por una cuestión de seguridad, para no perder el uno al otro. Avanzamos y en cuestión de 10 minutos estábamos en el barco. La sensación de aquel momento fue como la de haber entrado a la tumba de Tutankamón. Me quedé perplejo… “¡Lo encontramos!”, me gritó Guillén cuando subimos a la superficie. Yo me quedé mudo. No hablaba. Salimos un rato y nos paramos en la roca, y luego yo volví a sumergirme, para recorrerlo más. Más tarde, Guillén me preguntó: “¿Qué te pasa? ¿Por qué no hablas?”. “Nada, me quedé estupefacto”, le respondí.
Mario Brozoski, uno de los cuatro intrépidos adolescentes que encontraron el buque, rescata del fondo del mar un jarrón -intacto- del siglo XVIIIGentileza Museo Municipal Mario Brozoski
-¿Reportaron el hallazgo?
-Sí, en Prefectura, pero no inmediatamente. Al principio decidimos esperar unos días por si acaso, por si alguien quería depredarlo y demás… Y después, obvio, le dijimos a los nuestros, y la noticia voló y los diarios locales nos hicieron una entrevista. Hubo una especie de conferencia de prensa a la que invitaron al intendente. Pero bueno, luego, la noticia no perduró en el tiempo, cayó rápido en el olvido. A mí, una vez que se encontró, no me interesó más. Me pareció que ya no era más trabajo nuestro. Volví una vez más a explorar la zona, pero después no me interesó más. Para mí ya estaba. Después yo me fui a estudiar a Santa Fe y llegaron arqueólogos a hacerse cargo de la investigación.
Hoy hay varias piezas de la Swift excelentemente conservadas en el museo “Mario Brozoski”. Brozoski se terminó convirtiendo en buzo profesional. Murió en 1986, en un trágico accidente bajo agua. Las autoridades del museo decidieron bautizar el edificio con su nombre, en honor a su legado y su trabajo en la búsqueda del barco inglés.
De derecha a izquierda: Brozoski, Juanola y un colaborador extraen un jarrón del siglo XVIII que encontraron en el interior de la SwiftGentileza Museo Municipal Mario Brozoski
-Además de Mario, otro protagonista fundamental de la historia es Gower. ¿Llegó a conocerlo?
-Sí, lo conocí muchos años después. Alguien, no sé quién, tuvo la feliz idea de invitarlo a Deseado. Era una hombre mayor, ya tenía 84 años. Vino con una señora que no era su esposa, sino una amiga, una compañera de viaje. Para mí, hablar con él fue muy gratificante; se sintió como cerrar el capítulo. Siempre lo quise conocer, pero no me daba para ir a visitarlo, se me complicaba por cuestiones de tiempo, dinero y demás. Sentí… no un alivio, pero como que había terminado y cumplido con algo.
Marcos Oliva Day y Mario Brozoski (ambos a la izquierda) son ayudados por dos personas a trasladar elementos encontrados en el interior de la SwiftGentileza Museo Municipal Mario Brozoski
Varios hallazgos y una duda… ¿eterna?
Durante los años siguientes, un equipo de investigadores del Programa de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (Inapl) se sumergió para explorar los restos de la Swift. En 2005, inesperadamente, hallaron restos humanos.
“Durante la excavación, encontramos un zapato con huesos de un pie que se continuaban con los de una pierna. Luego de consultar a las autoridades británicas, terminamos desenterrando un esqueleto completo. Nunca imaginamos encontrar el cuerpo de un sobreviviente, siempre pensamos que la corriente se los habría llevado”, dijo la doctora Dolores Elkin, investigadora del Conicet y directora científica del equipo. Además hallaron una hebilla de corbatín, vajilla de Stanford, granos de mostaza y huevos de pingüino enfrascados.
Los expertos realizaron investigaciones para identificar a cuál de los dos marinos desaparecidos pertenecían los huesos. Se sabía los apellidos de ambos, Ballard y Rusker, que tenían 23 y 21 años, respectivamente, al momento de su muerte. “Ya tenemos el ADN del esqueleto. Si pudiéramos encontrar algún descendiente para compararlo estaríamos haciendo un aporte humanitario, que es darle nombre y apellido”, decía Elkin. Sin embargo, no detectaron a ningún descendiente.
Finalmente, los restos del tripulante inglés fueron enterrados en el cementerio británico de la Chacarita, en Buenos Aires, con la (quizás) eterna incógnita de saber si se trataba de Ballard o de Rusker. En la tumba, reza la inscripción “An unknown private marine HMS SWIFT 18 March 1770″.
Entre los asistentes a la ceremonia estuvo Marcelo Rosas, que fue invitado junto con algunas autoridades de Puerto Deseado por el Agregado de Defensa británico en la Argentina, Christopher J. Hyldon.
Mariano Chaluleu
Comentario personal de Daniel Arias:
Conocí a todos los protagonistas, salvo a Brozowski, el buzo profesional, que murió 6 años antes de que yo llegara a Deseado.
Ambos Oliva Day, Marcos padre, excapitán del portaaviones Independencia, y su hijo Marquitos, fiscal subrrogante de la justicia santacruceña, fueron amigos míos, combatimos juntos contra la delincuencia pesquera de los españoles, y ambos murieron a destiempo.
La aventura del hallazgo de la Swift es bastante espeluznante incluso si uno ignora lo peligroso de bucear en la ría de Deseado, con agua helada, corrientes de marea de 7 nudos que te arrastran como a una hormiga, y sin visibilidad.
El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, a través de TEC -la plataforma transmedia de la cartera- junto al Centro Cultural de la Ciencia C3 y a la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), invitan al Festival Internacional de Cine y el Audiovisual Científico “CINECIEN 2023” que se desarrollará entre el 12 y 14 de octubre, a partir de las 14 h con entrada libre y gratuita, en el Centro Cultural de la Ciencia ubicado en Godoy Cruz 2270, CABA.
El festival cuenta con la curaduría y coordinación de la antropóloga y cineasta Carmen Guarini, de amplia trayectoria como documentalista y antropóloga visual. Durante las tres jornadas se podrá asistir a la proyección de películas de reconocidas directoras y directores como Leandro Listorti, Mariano Donoso, Alejandra Almirón, Nicolás Ordoñez, Luísa Homem, Maximiliano Laina y Tomás Saraceno que abarcan diversas temáticas relacionadas al universo de la ciencia y la tecnología como inteligencia artificial, matemática, antropología, arqueología, espeleología, botánica, biología, física, oceanografía y astronomía. Asimismo, al finalizar cada función, se podrá dialogar con directoras, directores y personalidades del mundo de las ciencias. Además se presentarán trabajos de artistas audiovisuales en formatos no tradicionales como videos instalaciones y videos 360°, entre otros.
El festival “CINECIEN 2023” busca mostrar el valor de la imagen en el marco del conocimiento científico, tanto para su divulgación como para su exploración. Se trata de conectar al público con contenidos surgidos de todos los campos del conocimiento humano y a los científicos con el mundo audiovisual.
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Programa | Festival Internacional de Cine y el Audiovisual Científico “CINECIEN 2023”
Centro Cultural de la Ciencia, Godoy Cruz 2270, CABA
Jueves 12 de octubre
Auditorio
14.00 h | Varsavsky, el científico rebelde (98’) | Dir: Rodolfo Petriz (Argentina)
18.00 h | Llamarada (83’) | Dir: Alejandra Almirón (Argentina/Noruega)
20.00 h | Película de Apertura | AI at War (147’) | Dir: Florent Marcie (Francia)
Sala B
16.00 h | Una serie de problemas matemáticos (25’) | Dir: Mariano Donoso (Argentina)
» | El tiempo de las arañas (27’) | Dir: Maximiliano Laina (Argentina/Alemania)
» | Futuro(s) posible(s) (13’) | Dir: Maximiliano Laina (Argentina/Alemania)
19.30 h | Inteligencia Artificial, nada de lo humano nos es ajeno (26’) | (Argentina)
Viernes 13 de octubre
Auditorio
17.00 h | El cielo otra vez (66’) | Dir: Gustavo Alonso (Argentina)
18.30 h | Herbaria (83’) | Dir: Leandro Listorti (Argentina)
20.30 h | Maelström 2001 (121’) | Dir: Juan Pollio (Argentina)
Sala B
14.00 h | Twakana Yagan (16’) | Dir: Ignacio Leonidas y Rodrigo Tenuta (Argentina)
» | Gambote (24’) | Dir: Sofia Bensadon (Argentina)
» | Exocolombinas (7´) | Dir: Daniela Seggiaro y Julián d´Angiolillo (Argentina)
» | Autosocorro (12’) | Dir: Julián d´Angiolillo (Argentina)
» | Speleovivarium (5’)| Dir: Julián d´Angiolillo (Argentina)
16.30 h | Suzanne Daveau (119´) | Dir: Luísa Homem (Portugal)
Sábado 14 de octubre
Auditorio
16.00 h | Atacama Hadal, un viaje al inframundo (92’) | Dir: Julián Rosenblatt (Chile)
18.30 h | Ventana de tiempo (79’) | Dir: Nicolás Ordoñez (Colombia)
20.30 h | Película de clausura | Vuela con Pacha, hacia el Aeroceno (76’) | Maximiliano Laina y Tomás Saraceno (Argentina/Alemania)
Sala B
14.00 h | Ansias de atrapar los cielos (10’) | Dir: Marina Rieznik (Argentina)
» | Sinfonía en el cielo (26’) | Dir: Juan Pablo Ruiz (Argentina)
» | El espacio interior (67’) | Dir: Agustina Grillo y Pío Filgueira (Argentina)
17.30 h | Qué no daría yo por el recuerdo (60’) | Dir: Tino Pereira (Argentina)
La Armada de Brasil dio este miércoles el puntapié inicial para la futura construcción de su primer submarino de propulsión nuclear, embarcación que forma parte de un programa local que adelanta la producción de otros cuatro sumergibles convencionales para la defensa de la llamada ‘Amazonía Azul’ y la capacitación de personal militar.
En el Complejo Naval de Itaguaí (CNI), en Río de Janeiro, se llevó a cabo la ceremonia de corte de la primera hoja de la sección de calificación del Submarino Convencionalmente Armado de Propulsión Nuclear (SCPN), que estuvo presidida por el director general de Desarrollo Nuclear y Tecnológico de la Armada, almirante Petronio Augusto Siqueira de Aguiar, y contó con la presencia de autoridades civiles y militares, además de académicos y empresarios del sector nuclear.
Esta primera embarcación, inédita en Brasil por sus características nucleares, ha sido bautizada con el nombre ‘Álvaro Alberto’, en reconocimiento a la labor del vicealmirante retirado de la Armada y científico Álvaro Alberto da Motta e Silva, quien lideró la implementación del programa nuclear brasileño.
El gerente del Proyecto de Adquisición de Submarinos Modulares de la Armada, contraalmirante Marcio Ximenes Virgínio da Silva, explicó que, aunque la sección de calificación no formará parte del submarino, es fundamental para permitir la aprobación del proceso de construcción y, por tanto, la certificación del astillero para la creación del medio naval.
“La sección de calificación nos permitirá evaluar la capacidad, única en el hemisferio sur, de construir un submarino armado convencionalmente con propulsión nuclear”, enfatizó en el evento de este miércoles, citado en una nota de prensa de la Marina de Brasil.
Representación artística del submarino nuclear ‘Álvaro Alberto’ Wikipedia/CC BY-SA 4.0
Renaud Poyet, presidente de Construcciones Navales Itaguaí (ICN, por sus siglas en portugués), por su parte, expresó: “Brasil está dando un paso que elevará nuestra tecnología al nivel de países como Francia, EE.UU., China, Inglaterra y Rusia. Y la Armada de Brasil, al mando de este moderno submarino, tendrá todas las condiciones para proteger el vasto litoral brasileño”.
Prosub
De acuerdo con información publicada por la Armada en su sitio web, la construcción de este primer sumergible nuclear forma parte del ‘Programa Submarino’ (Prosub), creado en 2008 para “revolucionar la tecnología y la industria naval brasileña”, a través de una asociación establecida entre Brasil y Francia.
“La Armada profundiza en la tecnología para lograr el objetivo principal, que es la construcción del ‘Álvaro Alberto’, el primer submarino de propulsión nuclear armado convencionalmente, cuyo lanzamiento está previsto para 2033“, detalla la Armada, que prevé la botadura de este sumergible en 2029, para que realice las pruebas necesarias en mar, antes de entrar en funcionamiento pleno.
El Prosur también incluye la construcción de un complejo de infraestructura industrial para apoyar la operación de los sumergibles y que comprende “los Astilleros, la Base Naval y la Unidad de Fabricación de Estructuras Metálicas (UFEM) en Itaguaí.
A través de este programa, Brasil espera dotar su industria de defensa con “tecnología nuclear de última generación”. Además, también buscan fortalecer sectores nacionales “de importancia estratégica para el desarrollo económico del país”.
Avances
Uno de los primeros resultados del Prosub fue en febrero de 2018, cuando la Armada inauguró el Astillero de Construcción. Luego, en diciembre de ese mismo año, fue botado al mar el submarino ‘Riachuelo’, el primer submarino construido a través del programa.
En octubre de 2019 se anunciaron avances en la construcción del submarino ‘Humaitá’, segundo submarino convencional del Prosub, que finalmente fue lanzado al mar en diciembre de 2020.
Luego, en agosto de ese mismo año, el programa logró otro hito importante, cuando el ‘Riachuelo’ realizó con éxito pruebas previstas para el sistema de propulsión en superficie, entre otras partes de la embarcación, para su aceptación en el mar.
A finales de 2020, se realizó la integración de las secciones del submarino ‘Tonelero’, el tercero del programa; y la preparación, para su entrega al sector operacional con la Armada, del ‘Riachuelo’.
“Con la mirada puesta en el futuro”, resalta la Armada brasileña, el Prosub tiene en la mira el lanzamiento del sumergible ‘Tonelero’ este 2023; y finalizar el submarino ‘Angostura’, el cuarto sumergible convencional del programa, para botarlo al mar en 2024.