domingo, 17 agosto, 2025 - 11:06 pm

Iniciativas cuidadanas en energias renovables. Un aporte a la decentralización

  • Empresas locales promueven el uso de renovables, la generación distribuida y la democratización de la energía, mientras reducen las tarifas.

Desde la autogeneración de energía mediante paneles solares en la localidad de Armstrong, provincia de Santa Fe, hasta un proyecto de estudiantes y profesores para abastecer su escuela de energía solar, pasando por la construcción de termotanques solares por una empresa: iniciativas locales en Argentina muestran que la sociedad puede ser partícipe activo del camino hacia un esquema energético renovable.

Actualmente, el 84% de la energía que se utiliza en Argentina se produce a partir de gas natural y petróleo, combustibles fósiles cuya producción y uso impulsan el calentamiento global y pueden causar otros impactos nocivos sobre los ecosistemas, las sociedades y la salud. La generación energética está concentrada en un puñado de grandes empresas, las cuales exigen incentivos y subsidios al Gobierno para invertir en el sector energético.

Iniciativas como las de Argentina, por otro lado, presentan una forma de reducir la concentración y centralización del sistema, como ejemplos de lo que se conoce como generación distribuida. Esta autogeneración, que suele recurrir a fuentes renovables, está destinada a apoyar el consumo local o incluso doméstico, pero también puede apuntar a la inyección de excedentes en redes más amplias, permitiendo que los tradicionales compradores de energía se conviertan en generadores.

De acuerdo al último informe de generación distribuida que elabora la Secretaría de Energía, el país cuenta con 1.167 proyectos de autogeneración que ya completaron su instalación. Son 21.2MW de potencia instalados y conectados a la red con medidores bidireccionales, que permiten contar la energía que entra y sale a la red.

Pablo Bertinat, director del Observatorio de Energía y Sustentabilidad de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), explicó que los proyectos de desconcentración de la energía generan efectos virtuosos. “Permiten que la política energética, es decir el estudio sobre cómo utilizar la energía para mejorar la calidad de vida de la población, se pueda realizar también a nivel municipal, lo cual por ahora es algo inexistente y genera un fuerte incentivo a la participación y a la democratización”.

Pero además, la generación distribuida no requiere grandes inversiones para evacuar la energía mediante líneas de transporte, porque justamente se trata de generación local para consumo local. Por eso, ofrece una solución particularmente útil para algunos de los problemas actuales de Argentina, como la pobreza energética y una red de transmisión eléctrica saturada, que frenan las inversiones en proyectos de energías renovables.

Pioneros en la transición

Armstrong es una pequeña localidad de la provincia de Santa Fe que cuenta con unos 15 mil habitantes. Es una ciudad muy dependiente de la producción agrícola y de actividades relacionadas, como por ejemplo la fabricación de maquinaria agrícola y los talleres de reparación de implementos.

Allí, el servicio eléctrico es brindado por la Cooperativa de Provisión de Obras y Servicios Públicos, que cuenta con 5 mil asociados y unos 6500 medidores eléctricos. Según la Federación Argentina de Cooperativas Eléctricas (FACE), estas organizaciones suministran electricidad al 17% de la población del país.

La Cooperativa de Armstrong presentó en 2013 ante el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación un proyecto para instalar paneles fotovoltaicos y de esa forma generar su propia energía eléctrica, en lugar de adquirirla del sistema conectado nacional.

El proyecto fue aceptado en 2015 y se conformó un consorcio público-privado entre la Cooperativa, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y UTN que recibió un subsidio de parte del Estado nacional. Fue la primera planta fotovoltaica en la provincia de Santa Fe y la primera cooperativa con esta tecnología de generación en Argentina.“Nuestra cooperativa se fundó en 1958 y fue la primera en contar con electrificación rural en el país. Al igual que en aquel momento, con este proyecto también apelamos a la idea de ser pioneros”, cuenta Gustavo Airasca, Jefe de la Oficina Técnica de la Cooperativa.

Desde un comienzo, el proyecto se diagramó en forma conjunta con la comunidad. Se organizaron talleres para explicar de qué se trataba, con mucha participación, recuerda Airasca. “Había preguntas, como por ejemplo si los equipos solares eran resistentes al granizo, qué alcance tenía la potencia instalada, los costos y la vida útil estimada”, agrega.

Se instaló una planta de paneles fotovoltaicos de 200 kilovats (kv) de potencia a partir de 880 paneles solares y además se colocaron unos 50 equipos con seis paneles solares cada uno en los techos de los usuarios. En el marco de los talleres, los asociados propusieron que el usuario en cuyo techo se colocaran los paneles no cobre un alquiler, sino que el dinero generado por la venta de energía se reinvirtiera para ampliar la planta de renovables. A esos voluntarios se les entregó el título simbólico de “techos pioneros”. Los paneles fueron adquiridos a la firma alemana SMA, Amerisolar (EE.UU.) y LV Energy, radicada en San Luis. En varios casos, la producción de los paneles se realiza en China.La Cooperativa calcula que en 2022 logró ahorrar unos 30 mil dólares en concepto de compra de energía a partir de la autogeneración mediante paneles solaran ver la planta. También hemos hecho jornadas de capacitación“, cuenta Airasca.

Haciendo escuela

Hace diez años, en el marco de unas jornadas de debate acerca de los desafíos ambientales, profesores y estudiantes de la Escuela Pública de Educación Media Nº3 “Antonio Devoto” de la Ciudad de Buenos Aires comenzaron a pensar la idea de poder autogenerar la energía que se consume en el establecimiento mediante paneles solares.

“Estudiamos el tema de la transición energética y en particular la tecnología fotovoltaica. Nos dimos cuenta que la terraza del colegio era un gran lugar para colocar los paneles, porque es muy alta y recibe la luz solar prácticamente todo el día”, explica Luciano Tapia, ex estudiante del colegio que lideró la presentación del proyecto a las autoridades de la ciudad.

El proyecto fue tomando forma de manera conjunta con el equipo docente y se presentó en 2014 ante la Legislatura de la Ciudad para conseguir financiamiento. Se instalaron 200 paneles solares y la escuela se convirtió en el primer establecimiento educativo de nivel medio en Argentina en consumir su propia energía e inyectar el excedente a la red. Actualmente, ocho escuelas de la Ciudad de Buenos Aires cuentan con paneles solares.“Los meses de mayor exposición a la radiación solar son aquellos en donde no se utiliza electricidad en la escuela, porque es verano y no hay clases. Por lo tanto, en mayor medida se puede volcar el recurso a la red pública, que en cambio está muy exigida por el alto consumo estacional”, explica el ex vicedirector de la Escuela, Félix Aban.

Sin embargo, el mayor impacto que tuvo el proyecto fue en el ámbito pedagógico, “La generación distribuida fue el vehículo para que los alumnos se dieran cuenta de que tienen la capacidad de hacer algo con una repercusión práctica”, agrega Aban.

Solución nacional

Energe es una empresa nacional que diseña y fabrica sistemas de captación de la energía solar para calentar agua. “Hace quince años, no llegábamos a producir ocho termotanques por mes. Hoy están saliendo más de 250 termotanques por mes de la fábrica de Mendoza”, cuenta David Soriano, responsable de comunicación de la empresa.

La empresa abastece el mercado local de termotanques solares domésticos e industriales y también exporta a Uruguay y Chile. También cuenta con una línea de negocios de paneles fotovoltaicos. Energe calcula que el 80% de lo que una familia gasta en gas o luz para calentar agua a lo largo del año se lo ahorra con el termotanque solar.

“Como se trata de un mercado relativamente nuevo en el país, solemos hacer hincapié en las ventajas que genera ser ‘el dueño de tu propia energía’. La gente suele preguntar si el termotanque y los paneles funcionan los días nublados y si la energía se puede acumular. Nosotros explicamos que ambas respuestas son positivas”, agrega Soriano.

Luego de 15 años de experiencia en la actividad metalmecánica, Energe fabrica sus propios termotanques solares, mientras que los paneles solares los importa desde Alemania y de China. Ubicada en la localidad de Maipú, Mendoza, la empresa emplea a 78 trabajadores que viven en la zona y busca impulsar la igualdad de género en su fábrica.“Tenemos una política de incentivar la presencia de trabajadoras en áreas en donde normalmente los varones tienen más presencia, como por ejemplo en la planta. Luego de capacitaciones y de la propia experiencia de trabajo, contamos con un plantel de excelentes soldadoras”, cuenta Soriano.

Organizaciones como Naciones Unidas han subrayado la importancia de impulsar las oportunidades y la representación de las mujeres en el sector de las energías limpias, como elemento esencial de una “transición justa” de los combustibles fósiles a las renovables.

Desconcentrar la energía

De acuerdo a cálculos de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) y de la Universidad del Centro de la provincia de Buenos Aires, hasta 2050 se podría cubrir hasta el 32% de la demanda eléctrica hogareña mediante la generación fotovoltaica distribuida instalada en los edificios residenciales del país.

Esto implicaría la presencia de energía distribuida en casi 15 millones de hogares para aquel año, con una inversión acumulada de 70 mil millones de dólares.

El aumento de la presencia de renovables y de la generación distribuida debería ir acompañado, de acuerdo a FARN, por “un abanico de iniciativas complementarias como los programas sectoriales de reconversión productiva, medidas para incrementar la eficiencia energética y campañas de concientización”.

Para Pablo Bertinat, tanto la generación de electricidad mediante energía solar de parte de las cooperativas eléctricas como también los paneles en los techos de las casas pueden convertirse en un aporte agregado a la matriz eléctrica nacional.

Pero eso no es todo. “Además del aporte que significan a la generación eléctrica nacional, estos proyectos generan condiciones para una apropiación local de la política energética, lo cual es condición para una democratización sostenible del acceso a la energía”, agrega. (Javier Lewkowicz)

Comentario de AgendAR: La sociedad debe tener claro que estos proyectos individuales o grupales de generacion de energia. No atenderan las demandas de la industria, ni de los hogares en las grandes ciudades. El reemplazo de los combustibles fosiles debera venir por otro lado, pero en el plano individual, son un aporte valioso.

Industria automotriz: Nuevas restricciones para importar insumos

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Las autorizaciones para pagar las importaciones de vehículos que reciben las terminales a través del sistema SIRA saldrán con un plazo de 195 días. Y los plazos para el pago de piezas se estiran de 45 a 75 días.

La decisión de las autoridades de la Secretaría de Comercio que regula el ingreso de productos fue comunicada a las automotrices con planta en el país nucleadas en Adefa, confirmaron fuentes de dos terminales. Se trata de una vuelta de tuerca más para seguir ajustando el cepo importador y frenar la salida de dólares de las reservas.

Para las automotrices, la novedad principal vino por la extensión en el plazo para pagar las importaciones de piezas de 45 a 75 días. En el caso de los autos, las SIRA de las últimas semanas habían salido ya con la autorización para acceder al mercado único de cambios a 210 días de plazo desde concretada la importación, en lugar de los 180 originales con los que empezó a regir el nuevo sistema, en octubre último. Ahora, el Gobierno estableció que el plazo para los autos que vaya autorizando hasta el 1° de octubre próximo tendrán como lapso 195 días.

En la práctica, esto significa que las terminales podrán pagar al dólar oficial los autos que importen en junio recién a mitad de diciembre, y de ahí en adelante. Es decir, deberán pedirle al próximo gobierno la autorización respectiva para comprar dólares y pagarles a sus casas matrices o filiales de otros países, como Brasil.

Pero en el caso de las piezas para la producción, las automotrices habían logrado llevar a 45 días el plazo para que les autoricen los pagos. Ahora, se extiende un mes más, a 75.

“Es tómalo o déjalo”, comentó resignado un ejecutivo de la industria al confirmar la extensión del período de pago para piezas y autos, y resumió la situación desde que empezó a regir el sistema SIRA: “Los primeros meses del año, las autorizaciones para importar fueron saliendo dentro de todo en término, aunque en menor cantidad de lo solicitado por cada marca. Pero en abril se frenaron hasta el último día, cuando autorizaron todo junto”.

Ahí, las SIRA para los autos importados comenzaron a salir con plazos de 210 días en lugar de los 180 originales y los 120 que consiguieron más tarde las terminales. Luego, hubo SIRA de 195 días durante mayo, el lapso que se mantendrá hasta el 1° de octubre, cuando el Gobierno prometió retornar al esquema anterior.

La producción automotriz creció 27% en los primeros cuatro meses del año
La producción automotriz creció 27% en los primeros cuatro meses del añoGetty Images

La extensión de 30 días del plazo de pago para la importación de piezas obligará a las automotrices a financiar con sus propios dólares la diferencia si no logran que sus proveedores acepten las nuevas condiciones de cobro a 75 días, lo cual agravará su exposición cambiaria.

La medida se enmarca en la sangría de reservas –negativas, según muchos economistas- que llevó al Gobierno a pedirle a las petroleras que financien sus importaciones de combustibles durante 90 días sin recurrir al BCRA.

Hasta ahora, en las terminales no sufrieron faltantes de piezas como para detener la producción, pero la preocupación crece en el sector por lo que pueda pasar en los próximos meses si se dificultan los pagos. En los primeros cuatro meses del año, la fabricación de autos creció casi 27% frente al mismo lapso de 2022.

Las fábricas locales dependen de los insumos importados para producir y exportar autos, pick ups y utilitarios. Como consecuencia de las restricciones a las importaciones, en los primeros cuatro meses del año, el 64,5% de los patentamientos del mercado local correspondió a vehículos de fabricación nacional, frente a un 28,3% de los provenientes de Brasil. En el mismo período de 2022, esos porcentajes eran de 59,7 y 31,5% respectivamente.

Tronador II: avanza la construcción del 1er cohete argentino con capacidades orbitales

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Luego de años postergado, un nuevo impulso para su desarrollo, construcción y primeras pruebas de vuelo tiene hoy el cohete Tronador, el primer vehículo espacial argentino que permitirá colocar en órbita satélites de entre 500 y 750 kilogramos, a una distancia de hasta 600 kilómetros de la Tierra.

Ese es el ambicioso plan que lleva adelante la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y la empresa VENG, que en octubre de 2022 –como informo AgendAR– recibieron financiación para avanzar en el lanzador argentino de satélites Tronador II, construir la nave y realizar las primeras pruebas de motores en 2026.

El desarrollo y la fabricación del Tronador II forma parte del Proyecto Inyector Satelital Para Cargas Útiles Livianas (ISCUL) del programa de Acceso al Espacio de la CONAE, que a su vez se enmarca en el Plan Espacial Nacional. De concretarse esta meta, el cohete podrá situar a la Argentina entre los 10 países que dominan el ciclo espacial completo lo que implica lograr la soberanía en el acceso al espacio con medios propios y desde el territorio argentino.

El cohete permitirá colocar en órbita satélites de entre 500 y 750 kilogramos, a una distancia de hasta 600 kilómetros de la Tierra (VENG)El cohete permitirá colocar en órbita satélites de entre 500 y 750 kilogramos, a una distancia de hasta 600 kilómetros de la Tierra (VENG)

Hoy, el presidente Alberto Fernández remarcó la importancia que tiene Argentina en materia espacial al remarcar que “ser uno de los pocos países que fabrica y pone satélites en órbita nos debe llenar de orgullo” y adelantó que “estamos trabajando sobre la máquina propulsora de satélites”, en referencia al desarrollo del Tronador.

El proyecto contempla el desarrollo del lanzador Tronador II-250 (TII-250) y de los prototipos TII-70 y TII-150, cohetes impulsados con oxígeno líquido y kerosene como combustible, que serán los modelos utilizados para realizar los ensayos y servirán para poner a prueba los motores que llevará a bordo el lanzador final, Tronador II-250. El contrato que suscribieron el año pasado la CONAE y VENG demandará una inversión de casi 10.000 millones de pesos que serán destinados al desarrollo del primer prototipo TII-70 y la planificación del Tronador II-250 a lanzarse para 2030 desde la base espacial Manuel Belgrano.

Ensayos y construcción del cohete

El desarrollo del cohete se realiza en los centros espaciales de la CONAE, una parte en el Centro Espacial Teófilo Tabanera (CETT) de la CONAE en Falda del Cañete, CórdobaEl desarrollo del cohete se realiza en los centros espaciales de la CONAE, una parte en el Centro Espacial Teófilo Tabanera (CETT) de la CONAE en Falda del Cañete, Córdoba

El equipo de profesionales de VENG, la empresa público privada argentina de desarrollos aeroespaciales, que opera en el Centro Espacial Punta Indio (CEPI) de la CONAE, finalizó la fabricación de todos los componentes necesarios para proceder al cierre del prototipo del tanque estructural de primera etapa del lanzador Tronador II-250.

El desarrollo del cohete se realiza en los centros espaciales de la CONAE, una parte en el Centro Espacial Teófilo Tabanera (CETT) de la CONAE en Falda del Cañete, Córdoba, donde se llevan a cabo la fabricación, la integración y los ensayos de sistema de propulsión del lanzador, y otra parte en el CEPI, en la provincia de Buenos Aires, donde se avanza en la fabricación e integración del fuselaje.

Así, se avanzó con un paso clave para que Argentina posea un lanzador satelital propio que le permita tener acceso autónomo al espacio, y no depender del alquiler de plataformas en otros países.

Es importante para un país tener un lanzador propio. Y como lanzador quiero decir un cohete para lanzar artefactos. Pero cuando estamos hablando de un país como la Argentina que es uno de los pocos con capacidad para construir sus propios satélites, el tener un lanzador se torna algo fundamental y clave. De real importancia”, explicó a Infobae el ingeniero Juan Cruz Gallo Subgerente de Segmento de Tierra de la Gerencia de Acceso al Espacio de la CONAE.

Los modelos de cohete Tronador II que serán construidos en la próxima década Los modelos de cohete Tronador II que serán construidos en la próxima década

“La Argentina a través de Conae y Arsat, y con empresas privadas y organismos públicos, cuenta hoy con una gran capacidad humana para promover el desarrollo científico y tecnológico en áreas muy importantes. Ello generó un ecosistema por ejemplo el fabricar satélites de muy alta calidad o centrales nucleares que luego se exportaron. Yo por ejemplo participé como Jefe de Instrumentos de la Misión SAC-D/Aquarius (2011), en la que Estados Unidos confió cientos de millones de dólares en su instrumento Aquarius que servía para medir desde el espacio la salinidad del mar, a un plataforma satelital argentina, como lo fue el SAC-D. La NASA destacó nuestra importante capacidad. Al igual que lo hizo Italia por ejemplo con la constelación SIASGE, que integra una red satelital con aparatos italianos y nuestro dos SAOCOM 1A y 1B”, agregó el ingeniero en Electrónica de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

El Plan Nacional Espacial incluye el desarrollo de la capacidad de lanzamiento de los satélites del proyecto SARE, para colocarlos en órbita desde territorio argentino mediante el lanzador Tronador II/III, y la provisión de capacidades necesarias para las actividades de telemetría y telecomando (TT&C), adquisición y procesamiento de la información satelital recibida mediante la Red de Estaciones Terrenas distribuidas de manera estratégica en nuestro país.

Estas estaciones son necesarias para el seguimiento, monitoreo y control de los lanzadores Tronador II, mediante la Estación Terrena Córdoba ubicada en el CETT, la Estación Terrena Tierra del Fuego ubicada en cercanías de Tolhuin, y la futura Estación Terrena Belgrano II en la Antártida Argentina.

infobae

Si bien los ensayos se realizan en la localidad de Punta Indio, la infraestructura requerida para los servicios de lanzamiento estará emplazada en una nueva base de lanzamiento para optimizar los lanzamientos de futuras cargas en las órbitas polares. Será el Centro Espacial Manuel Belgrano (CEMB), a construirse cerca de Bahía Blanca.

La Universidad Nacional de La Plata (UNLP), a través de la Facultad de Ingeniería, participará activamente del desarrollo del lanzador argentino de satélites Tronador II. El decano de la Facultad de Ingeniería de la UNLP y presidente de VENG,, Marcos Actis, precisó a Infobae los detalles de la importante participación de esa casa de estudio para el nuevo lanzador.

“Yo auguro que el desarrollo del Tronador siga la continuidad que tuvieron los satélites. Este debe ser un proyecto de Estado y no solo de un gobierno. La UNLP siempre ha estado en contacto con CONAE para promover desarrollo espacial argentino. Es el semillero que nutre a empresas privadas como VENG y otras, como también a instituciones nacionales como CONAE. Formar gente y aportar al sistema productivo es nuestra meta y un claro ejemplo es que los alumnos avanzados pueden comenzar a trabajar en estos proyectos mientras están todavía en la universidad”, finalizó Actis.

Comentario de AgendAR:

El proyecto Tronador ha recibido un fuerte impulso en los ultimos dias. Pero, las fechas de lanzamiento de VENG, que figuran en su folletería, arrancan recién en 2027 con modelos reducidos y se llega al lanzamiento del aparato industrial recién en 2030.

Aprueban semillas de cannabis con tecnologia CONICET

Seis variedades de semillas de cannabis con tecnología del CONICET se inscribieron por primera vez en el registro del Instituto Nacional de Semillas (INASE). Además, dos de ellas, bautizadas como Pachamama y Malvina, se comercializarán con fines medicinales a través de una licencia otorgada por el CONICET a la empresa Whale Leaf Farm, de Puerto Madryn. Es la primera licencia que hace el organismo para que las produzca una empresa.

“Tener variedades locales es importante para poder dar respuesta a problemáticas propias. El desarrollo surgió teniendo en cuenta las necesidades que tenían los médicos del hospital zonal. Así, identificamos seis cultivares que cubrían el mayor espectro de la demanda de los médicos respecto a distintas patologías, con diferentes perfiles de THC, CBD y terpenos”, cuenta el ingeniero agrónomo Tomás Bosco, integrante del Grupo Interdisciplinario de Cannabis Medicinal del Centro Nacional Patagónico (CENPAT–CONICET). Este equipo de investigación, liderado por el doctor Gregorio Bigatti, fue el encargado de desarrollar las seis variedades de cannabis medicinal inscriptas en el INASE. El grupo se creó a fines del 2020 y comenzó a trabajar a partir de un convenio con el Hospital de Puerto Madryn, donde se realizaron ensayos clínicos con el aceite provisto por los investigadores. “Ahí vimos la necesidad de contar con un material que tuviera concentraciones conocidas de canabinoides y un perfil conocido de terpenos, para poder ofrecer un producto final estable”, señala Bosco. Así, luego de diversos ensayos, llegaron a la concreción de las primeras seis variedades con tecnología CONICET, cada una con distintas características, bautizadas con nombres representativos de la cultura nacional. Pachamama tiene más CBD (cannabidiol) y menos del 1% de THC (tetrahidrocannabinol). Ballena Franca, Cenpat y Mariquita (por Sánchez de Thompson) contienen una mezcla de CBD con THC. En tanto, Malvina y Conicet tienen mayoritariamente THC.
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Las variedades Malvina (izq.) y Pachamama fueron licenciadas a una empresa de Puerto Madryn para ser distribuidas con fines medicinales. Foto: CONICET.
A su vez, las variedades contienen diferentes concentraciones de terpenos, compuestos que actúan de manera sinérgica con el CBD y el THC. Con ellas, se podrán hacer fitopreparados de aceite medicinal y su uso en diferentes patologías estarán indicados por profesionales de la salud. Entre los aspectos que los investigadores debieron tener en cuenta para lograr una semilla apta para producir a gran escala, uno de los principales fue el proceso de estabilización. Esto permite que el perfil genético desarrollado se mantenga en el tiempo y puedan obtenerse plantas de iguales características. También se trabajó en un proceso de feminización que permita obtener una mayor concentración de cannabinoides. Además, otra cuestión clave fue buscar que tengan un buen rendimiento. “Como el desarrollo fue hecho indoor y muchas veces las condiciones controladas son distintas a las que hay en el exterior, tuvimos que salir a campo y corroborar el crecimiento de las variedades. Para ello, la empresa a la que se otorgó la licencia sembró dos mil plantas y pudimos corroborar que mantenían el perfil genético y la estructura que estábamos buscando”, precisa el investigador. La empresa Whale Leaf Farm trabajará con la distribuidora Santa Planta para que el primer lote de semillas sea distribuido a growshops de diversas partes del país. Podrán acceder a estas semillas quienes estén inscriptos en el Registro del Programa Cannabis (REPROCANN), que es el registro nacional de personas autorizadas al cultivo controlado con fines medicinales y/o terapéuticos. El desarrollo de las semillas no es una investigación aislada: se logró en un contexto en el que los avances legislativos de los últimos años allanaron un poco más el camino para este tipo de investigaciones. Entre ellos, pueden mencionarse la sanción de la Ley 27.350 de Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados (2017); su nueva reglamentación (2020); y la reciente sanción de la Ley 27.699 (2022), que establece un marco regulatorio para el desarrollo de la industria del cannabis medicinal y el cáñamo industrial. En este contexto, a fines del año pasado, el CONICET, la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) y el Hospital El Cruce (HEC) Dr. Néstor Kirchner crearon Cannabis CONICET, una empresa de base tecnológica que tiene como misión consolidar la industria del cannabis medicinal y el cáñamo industrial en la región. De esta forma, la empresa reúne las experiencias y capacidades de investigación y desarrollo de profesionales del CONICET, además de recibir consultas de universidades, asociaciones civiles, empresas y pequeños cultivadores. “Para generar productos que lleguen a la sociedad, es clave poder articular y generar sinergia entre el ámbito público y el privado”, remarca Bosco. Además, dice que seguirán trabajando en distintas líneas vinculadas a las variedades desarrolladas, como una mayor resistencia a las plagas, a la vez que continuarán avanzando en el desarrollo de nuevas tecnologías. Mientras tanto, las otras cuatro variedades de las semillas con tecnología CONICET también quedan disponibles para ser licenciadas. (Nadia Luna / Agencia TSS)

Economia prepara un bono dolar-linked para que petroleras financien importaciones de combustibles

El gobierno le solicitó el miércoles a las petroleras YPF, Raízen (Shell), Axion Energy y Trafigura (Puma) que financien sus compras al exterior durante los próximos 90 días. Para cumplir con el pedido, las refinadoras deberán conseguir créditos por unos US$ 800 millones. A cambio, las empresas reclamaron que en junio los precios de los combustibles se incrementen al menos un 6 o 7 por ciento. La medida del gobierno busca descomprimir la presión sobre las reservas mientras el Ministerio de Economía gestiona un desembolso del FMI que traiga alivio antes de las elecciones. Según explicaron fuentes oficiales y representantes privados, la Secretaría de Comercio publicará en los próximos días una resolución que habilita a las petroleras a recibir una letra del Banco Central (BCRA) ajustable a dólar linked para viabilizar que las empresas consigan créditos de bancos locales para pagar las importaciones de naftas y gasoil durante el próximo trimestre. ¿Cómo funcionará el esquema? La mecánica que estará plasmada en la normativa que se publicará en los próximos días es similar a la que ya se utiliza para que los productores agropecuarios pre-financien exportaciones de granos. Una vez que las petroleras consigan los dólares para comprar los combustibles, los cambiarán por pesos en el mercado oficial que controla el BCRA. En esa instancia, la entidad que preside Miguel Pesce otorgará una letra a las petroleras que será remunerada en dólares (dólar linked) para que los privados no deban cargar con el costo de la depreciación del tipo de cambio.

Costo extra

«El esquema ya incluye un extra-costo que es el interés que tendrán que pagar los privados por el financiamiento. Se estima que la tasa anual rondará un 13%, por lo que el interés en dólares por trimestre estará cerca del 3%. Si a ese número, hay que sumar un segundo extra-costo representado por la pérdida de valor en pesos producto de la devaluación, la operatoria sería inviable», explicó una de las fuentes consultadas. El encargado de transmitir el planteo del gobierno a las petroleras fue Matías Tombolini, titular de Comercio, que estuvo acompañado por el presidente de BCRA, Miguel Angel Pesce, y la secretaria de Energía, Flavia Royón. En los hechos, el pedido está dirigido tres de las cuatro refinadoras, YPF, Raízen y, en menor medida, a Trafigura, ya que Axion Energy (PAE) prácticamente no importa combustibles. La Argentina importa por mes entre 5 y 6 cargamentos de naftas y gasoil, que a los precios actuales tienen un costo estimado cercano a los 270 millones de dólares. De ahí la cuenta que trazan en Economía: la importación en los próximos 90 días costará unos US$ 800 millones. El mecanismo cambiario que el gobierno puso sobre la mesa de las petroleras fue conversado no solo con la industria petrolera sino también con automotrices y empresas de consumo masivo y que busca generar, según fuentes oficiales, un ahorro en conjunto de unos US$ 3000 millones para las arcas del Central.
El pedido se suma a otra medida que había tomado la entidad monetaria a fines de abril cuando postergó pagos por importación de servicios profesionales y de fletes entre empresas vinculadas por hasta US$2000 millones hasta fin de año. Además, agregó que las empresas deberán pedir autorización previa para poder honrar el pago de intereses generados por deuda tomada intraempresas. “En el caso de que el acreedor sea una contraparte vinculada al deudor, se requerirá hasta fin de año la autorización previa para acceder al mercado de cambios para pagar servicios de intereses de deudas comerciales por importaciones de bienes y servicios y/o de préstamos financieros con el exterior”, detalló la entidad en un comunicado.

La agencia I+D+i lanza el primer censo de empresas de Bio y Nanotecnología

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La Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), del Ministerio de Ciencia, en conjunto con la cartera científica, la Fundación Argentina de Nanotecnología, la Cámara Argentina de Biotecnología que agrupa a los privados del sector, el Consejo Federal de Inversiones y el Centro de Investigaciones para la Transformación de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), llevarán a cabo un censo a nivel nacional para determinar el número total de empresas de biotecnología y nanotecnología existentes en el territorio argentino. El objetivo es determinar las capacidades existentes en el sector privado del país en ambos campos, así como su aporte en Investigación y Desarrollo, y sus áreas de aplicación.

Empadronamiento

En primera instancia, las instituciones organizadoras del censo convocan a las empresas de ambos sectores a empadronarse para recibir el formulario que luego deberán completar para participar de esta iniciativa. En caso de ser una empresa que investigue, desarrolle y/o comercialice productos y/o procesos biotecnológicos o nanotecnológicos, deberán registrarse para luego recibir el formulario correspondiente. El empadronamiento está abierto desde el 15 de mayo y cierra el 15 de junio 2023. Link para registrarse: docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSf6E4RHoIC5gFVfi_AUBXcFOETyxJiG3nQdtD-JqYqQBQUSxw/viewform

Objetivo

El censo tendrá como objetivo consultar sobre los aspectos básicos de dichas empresas, como por ejemplo el tipo de tecnología que emplean para el desarrollo de sus productos y/o procesos productivos, las áreas de aplicación dentro del campo de la biotecnología y/o nanotecnología, cuestiones relacionadas con los recursos humanos que las conforman y aspectos vinculados con la innovación dentro de la empresa. La iniciativa dará inicio a mediados de junio con un evento de lanzamiento en la ciudad de Buenos Aires, al que asistirán autoridades nacionales y representantes de empresas de ambos sectores. En dicho evento, se brindarán detalles de la implementación del censo y habrá un espacio para el intercambio de ideas y networking.

Una reparación muy argentina de la central nuclear Atucha II

La central nuclear Atucha II sigue fuera de servicio desde Enero de 2022, pero ya se definió cómo se va a reparar, y las herramientas para ello fueron diseñadas, construidas y se ponen a prueba en un enorme simulador físico por la constructora y operadora estatal NA-SA (Nucleoeléctrica Argentina SA). La tarea real tendrá lugar en junio, durará menos de un día y cerrará cuentas en U$ 20 millones. El diseñador de la máquina, la multinacional SIEMENS, pedía U$ 400 millones y de 2 a 4 años por la tarea. Esta máquina produce el 3% de la electricidad del Sistema Argentino de Interconexión por U$ 787.000 diarios. Y vuelve al ruedo entre Julio y Agosto. Lo que hay que arreglar es un desperfecto simple en un sitio complejo: el “plenum”, que alimenta de refrigerante el núcleo de la central. Está en la parte más profunda de un recipiente de presión de 670 toneladas, de acero al cromo-níquel-molibdeno forjado, con paredes de 28 cm. de grosor. Hasta 2007 el recipiente de Atucha II fue el mayor del mundo. Se lo diseñó para no ser abierto jamás durante 30 años operativos continuos, o sólo cuando la central tuviera que ir a decomisión. Si hubiera un campeonato mundial de sitios inaccesibles por lo recónditos y radioactivos, el plenum de Atucha II probablemente sacaría algún premio.  
El “plenum” de refrigerante del recipiente de presión es la cavidad amarilla bajo el tanque del moderador, en rojo, el sitio donde hay que cortar en tres partes y retirar un componente roto. Refrigerante y moderador son la misma cosa, agua pesada, pero a temperaturas y presiones muy distintas, y en circuitos totalmente discriminados.
Como ya sucedió en 1988 ante un desperfecto de internos en la primera Atucha, se consultó ante todo con el fabricante, SIEMENS. Su respuesta casi automática, en el caso actual fue de este tipo y tenor: Unsere Lieben Argentos: Primero destapamos el recipiente de presión y desmontamos los centenares de componentes del interior (muy radioactivos), pieza a pieza. Ahí van U$ 400 millones, para empezar. Gastos adicionales emergentes de gestión, radioprotección y obviamente la fabricación de nuevos componentes, se facturan aparte, porque fija que al sacar tantas cosas y tan apretadas, algunas se rompen, Verwünschung! Esto tomaría dos años, aunque… (aquí, largo suspiro nibelungo) ¿Cómo saber que nos vamos a encontrar cuando destapemos el recipiente de presión, hein? Y Uds pagan el lucro cesante, Das ist klar? Como aquí nadie se creyó que desarmar semejante Tetris de metales activados tomara sólo dos años, y cada mes de operaciones de Atucha II reemplaza la importación de un barco metanero grande, de esos con 56 millones de m3 de gas natural licuado, y como desde que hubo que parar la central ya vamos por el quinto barco y contando, la respuesta de NA-SA fue un cortés “No, gracias”. No hubo otras comunicaciones notables con la multinacional. Tras dejarnos en la estacada con la rotura de Atucha I en medio de los apagones de 1988, y además interferir su reparación por su entonces propietaria y operadora, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), SIEMENS perdió todo su prestigio y poder sobre el Programa Nuclear Argentino. Que eran enormes. Perdió más cosas. Tras 24 años de desnuclearización de toda la República Federal Alemana, en Argentina sabemos más que ellos de fierros atómicos, incluso de los que nos vendieron: se han ido quedando sin recursos humanos en ingeniería nuclear. Marketineros todavía tienen, se ve. Como dijo otro alemán, Karl Marx: “La Historia ocurre dos veces: la primera como una tragedia, y la segunda como una farsa”. La reparación “fatta in casa” hecha por NA-SA costará al 20 veces menos y durará un día. Desde que se tuvo el diagnóstico de qué había pasado en los internos de la central, NA-SA podría haber dejado la central lista para puesta en marcha en un par de semanas, pero hubo y hay que licenciar el diagnóstico, y cada procedimiento y herramienta «curativas» ante la ARN (Autoridad Regulatoria Nuclear), antes de meterle mano. La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en 1988 era dueña y operadora de Atucha I. Cuando aquel año se rompieron algunos internos del reactor de esa centralita bonaerense, la CNEA rechazó con mucho más conflictos de pasillo otra propuesta de reparación de SIEMENS, también a recipiente de presión abierto. Se tardó meses en acordar -con bastante asombro- que el abordaje de la SIEMENS no era sólo absurdamente complicado, sino también un robo. Y se tardó 2 años en entender que en realidad SIEMENS quería irse de la sociedad con CNEA en particular, y del negocio nuclear en general, y además en todo el mundo, incluida la República Federal Alemana. Pero de aquí quería irse con plata. En remplazo de la propuesta germana, la CNEA tuvo que inventar una cirugía a recipiente cerrado y con herramientas a telecomando, diseñadas ex-profeso para aquella tarea. Resulta algo parecido a lo que se va a hacer hoy en Atucha II, pero el problema de internos hoy es distinto y más simple, y el de 1988 fue mucho más extenso y complejo. Lo cierto es que aquel año jamás se había intentado siquiera nada por el estilo en ninguna central nuclear del mundo. Hubo que hacer magia, sacar conejos de la galera. Aquella propuesta de SIEMENS de 1988 fue de U$ 200 millones y suponía parar la central al menos 2 años, que podía fácilmente volverse el doble o el triple, por el tamaño, la complejidad y novedad de la tarea. La reparación “a la criolla” costó U$ 17 millones y se hizo en 9 lentos meses, con el país sumido en apagones. Los 9 anteriores se habían malgastado en intentos de una propuesta más amigable y/o razonable con la firma alemana, a la sazón socia principal y estratégica del Programa Nuclear Argentino.  
Presentación recientísima: el libro donde Jorge Sidelnik, Roberto Perazzo y Juan C. Almagro, 2 de los protagonistas principales de l»a reparación imposible» de Atucha I, entre 1988 y 1990, cuentan la historia.
Con aquella reparación que SIEMENS llamó “imposible”, adjetivo repetido una y otra vez por nuestros insobornables multimedios, el país ahorró U$ 183 millones de entonces. A valor actualizado de hoy serían U$ 480 millones. Eso, sin contar los apagones. Frente a la inesperada reacción independientista de la CNEA y no sin ayuda de otra multinacional, Greenpeace, SIEMENS prendió el ventilador: lanzó una campaña mediática de terror advirtiendo a toda cadena, pasquín, provincia, municipio o político al uso sobre un posible Chernobyl bonaerense, y se fue de la CNEA con ese portazo. Haben Sie eine gute Reise! Chernobyl, tu abuela. Una vez vuelta al ruedo, en 2000, Atucha I no sólo no volvió a dar problemas: más bien fue mejorando en todo. Pasó de unas 20 salidas no programadas de servicio por año a casi ninguna. La disponibilidad subió del 71% al actual 89%, la potencia pasó de 320 a 357 MWe, y el nuevo combustible “Pilcaniyeu”, ligerísimamente enriquecido, dura un 80% más que el original. También perdimos un mal socio. Eso no tiene precio. ¿Qué se rompió ahora, y por qué y cómo?
Personal practicando la inmovilización y corte de la pieza desprendida en el simulador físico armado “ad hoc” dentro de la sala de turbinas de Atucha II. El simulador es un tanque de agua de unos 17 metros de profundidad, y copia las condiciones de presión y estrechez del “plenum” del recipiente de presión de la central.
La pieza que se rompió en la segunda y mayor Atucha es un separador, uno de cuatro idénticos, ubicados todo en el fondo más profundo del recipiente de presión, el “plenum”. Éste “plenum” es un tanque de refrigerante: tiene como fondo un piso de bloques de acero de varias toneladas encastrados entre sí con precisión milimétrica y un techo muy bajo, el fondo del tanque del moderador. Pese a su tamaño avaro, por el plenum circula, rugiente, un caudal de refrigerante de 10,3 toneladas por segundo. El moderador y el refrigerante son lo mismo, agua pesada o D20, formada por un átomo de oxígeno y dos no de hidrógeno sino de deuterio. Pero en una u otra función, el agua pesada debe estar a presiones y temperaturas distintas y circular por circuitos distintos. Y estos deben estar incomunicados entre sí. Los separadores tienen forma de disco, son de acero inoxidable, pesan unos 15 kilos y en realidad no separan nada de nada. Deberían hacerlo en caso de derrumbarse el tanque del moderador, para evitar que éste quede apoyado en el piso del recipiente de presión. Si lo hiciera, anularía el plenum como cavidad de circulación. Nadie quiere que eso suceda: desde el plenum asciende el refrigerante por 451 canales, brutamente impelido por dos bombas de tan bárbara potencia que gastan casi 10 megavatios eléctricos. Esta catarata inversa, ascendente y entubada enfría las 85 toneladas de combustibles, arrastrando 2160 megavatios de potencia térmica lejos, hacia los generadores de vapor. Sin esta refrigeración forzada, en la cual el agua pesada sale entra al núcleo desde abajo a 280º C y sale por arriba a 320º C, las barras de zircaloy y pastillas de cerámica de uranio acumularían calor hasta el “meltdown”, se derretirían, y la anónima Atucha II estaría saliendo en este mismo medio y en todo el mundo, pero por las causas equivocadas. Me adelanto a la pregunta: el D20, que es química y físicamente muy parecido al agua, en su rol de refrigerante no hierve. Nadie quiere burbujas en el circuito de refrigeración: no enfrían. Y el refrigerante no hierve porque está sometido a una presión muy bestia, de 115 atmósferas: es 50 veces la del aire en el neumático de un Volkwagen Vento, por dar un ejemplo banal pero de lo más teutón. Ahora Ud. acaba de entender por qué nuestras centrales clasifican como PHWR, Pressured Heavy Water Reactors, que forman más o menos el 11% del parque nuclear mundial. Las de uranio enriquecido, que usan agua natural, son muchas más y no llevan H: se las llama PWR, Pressured Water Reactors. Me adelanto a otra pregunta: el enfriamiento del núcleo nunca estuvo en peligro: el separador llegó a obturar un 80% del canal refrigerante AD13, pero hay 450 canales más. Se bajó la potencia de la central al 60% mientras se hacía un diagnóstico, y se aprovechó una parada total obligatoria no planificada (la turbina estaba vibrando) para terminar de entender el problema y encarar. Esto es industria nuclear. No se opera con fierros sueltos en el núcleo del reactor, punto. Sin embargo, volviendo a nuestro plenum, los cuatro separadores podrían eliminarse sin dramas. En condiciones normales no están hombreando ninguna carga. Son esas redundancias de redundancias en la que abunda la seguridad nuclear, y máxime si es alemana. Los separadores Atucha II los heredó pasivamente del diseño de Atucha I, donde tampoco sirven para un comino, pero como jamás causaron problema alguno, quedaron. Era más vueltero y caro licenciar la modificación en planos antes las autoridades regulatorias que dejarlos como estaban. Y es que para un regulador obsesivo (y su trabajo es serlo), lo redundante en seguridad es inherentemente BUENO. Si las defensas ante accidentes se escalonan en profundidad, cuánto más escalones, mejor. Si sugerís eliminar un escalón para simplificar la ingeniería y el regulador te mira muy fijo, es porque lo que se va a complicar es tu vida. Para dar una idea: Atucha I tenía 3 grupos generadores diésel de “back-up” para garantizar que las bombas de refrigeración funcionaran aún en caso de apagón de la red, el entonces llamado Sistema Nacional Interconectado. El primer diésel entra en acción si se cae la red. El segundo, suple la red y el primer diésel. El tercero, la red y los diésel número 1 y 2. Pese a que la probabilidad de que se caigan simultáneamente la red y además tres bombas de back-up es estadísticamente despreciable, la filosofía regulatoria es que a más escalones en una línea de defensa, mejor. Por eso Atucha II nació no con 3 sino con 4 generadores diésel. Y ojo, esto se determinó en 1980, 6 años antes del accidente de Chernobyl, 21 antes del de Fukushima, y porque a los germanos les gusta que sobre y no que falte. El OIEA terminó recomendando esto de cuatro generadores de back-up escalonados en profundidad recién en 2012. El mundo regulatorio nuclear adora la redundancia. La CNEA tenía incluso 2 oficinas regulatorias internas redundantes, el Comité de Licenciamiento, o CALIN y la Gerencia de Radioprotección, que controlaban ambas a la CNEA y cada una a la otra. ¿Por qué los separadores no llevan carga alguna, y no la llevarán jamás? Para caerse y obturar el plenum, el tanque del moderador debería soltarse de unas estructuras superiores que lo mantienen levantado, a la altura de los caños que salen desde el recipiente de presión hacia los generadores de vapor. Son estructuras enormes. No es imposible que se rompan o desprendan, pero antes probablemente se congele el infierno. «No hay terremoto que pueda romper esos soportes”, dice el Dr. Jorge Sidelnik, vicepresidente de NA-SA. En realidad, tampoco alcanzó con misiles antibuque. Me refiero a los Exocet AM39 que en Malvinas hundieron el destructor británico HMS Sheffield y la conteinera STUFT Atlantic Conveyor, y de despedida sacaron de servicio al portaaviones HMS Invincible hasta el fin de la guerra.
Reunión en el OIEA de Viena sobre seguridad nuclear. A izquierda, Rafael Grossi, director del organismo. A derecha, Abel González, el experto de referencia de Naciones Unidas en radioprotección. Ambos, argentinos. Un «dream team».
El Ing. Abel González en los ’80 fue codiseñador y constructor inicial de Atucha II, y hoy es uno de los dos mayores expertos en radioprotección del mundo, como testifica su premio Sievert (el equivalente al Nobel en su disciplina). BTW, tenemos 3 Sieverts, 1 más que EEUU y 2 más que cualquier otro país nuclear, la radioprotección y los centrodelanteros son la verdadera salsa criolla. González me recordó por teléfono, desde Viena, que las cúpulas de los edificios de contención de SIEMENS, como el de Atucha II, bajo su cascarón de hormigón ultradenso tienen un “liner” esférico interno de acero Aldur de 3,5 cm. “Todas esas corazas sobre corazas se bancaron no sólo un misil transónico con 160 kg. de carga explosiva, Arias. Se bancaron dos, y sin siquiera dejarlos penetrar”, me dijo. Efectivamente, el 17 de Noviembre de 1987 durante la guerra entre Irak e Irán, la aviación iraquí misileó dos veces la central nuclear iraní de Bushehr, entonces en obra. Saddam Hussein, a la sazón con apoyo unánime de la OTAN, se permitía esas cabronadas sin rechiflas de prensa desde Occidente. Bushehr tiene aún esa misma cúpula semiesférica, tan identificatoria de nuestras dos centrales sobre el Paraná de las Palmas. Atacar Bushehr a don Saddam le sirvió tanto como tirarle huevos a un acorazado: el diseño alemán es wagneriano. Sus centrales son superproducciones caras, pero en materia de seguridad, dormís sin frazada. Las Atuchas SON bichos raros en otros sentidos, máquinas únicas en el mundo, pero cada una tan a su modo que la primera, hoy de 357 MWe, no puede considerarse prototipo de la segunda, de 745 MWe. Atucha II se parecerá lo que quieras a Atucha I pero no es «un Atuchón», una copia grandota de su predecesora. Si faltaba explicarlo, en este brete de Atucha II se operará con herramientas telecomandadas. Son, enumerando, una sopapa inmovilizadora para capturar el separador, un especie de «cama quirúrgica» retráctil, una pinza, luces fortísimas, cámaras de video, una soldadora, una aspiradora y una máquina de corte, pero todo a través de tubos de 10,5 cm. de ancho, en la oscuridad, en un espacio minúsculo y radioactivo, y desde 16 metros de profundidad. El separador suelto se extraerá por un tubo refrigerante cortado en tres pedazos, y los otros tres recibirán cuatro puntos de soldadura cada uno, como para soportar décadas de violentísima corriente de refrigerante sin vibrar ni desprenderse. Sumando, esto es como operar un aneurisma cerebral a cráneo cerrado… pero por un caño minúsculo, mediante video, con el paciente bajo agua, y desde un sexto piso. Y sin embargo, en comparación con las reparaciones mucho más extensas y complejas que mereció Atucha I entre 1988 -y quedó joya-, esto es coser y cantar. Que ambas Atuchas sean más raras que dos perros verdes y de yapa, cada una un prototipo único, tiene causas históricas muy ajenas a la ingeniería y a la voluntad argentina. Son las mismas que nos volvieron el país pionero y probablemente más experto del mundo en remediar rupturas en sitios inaccesibles de recipientes de presión nucleares. No por ganas, sino porque, como dicen en Mondoñedo: «Por fuerza, ahorcan». Y aunque eso se aparte un poco del periodismo y entre en la historia geopolítica del siglo XX, no hay otro modo de entender semejante suma de rarezas como las nuestras. Los linajes que no fueron  
Central nuclear de Embalse, en Córdoba, por ahora la mejor de las tres que tenemos.
Ninguna de las dos Atuchas logró ser una FOAK, una «First of a Kind», la iniciadora de un linaje de clones o casi clones. Sin embargo, ésa había sido la intención de la CNEA al evaluar los diseños, su construcción “en flota” y además su exportación. Ganas de fundar linaje, la hubo siempre. Por caso, el ARGOS, una versión optimizada y potenciada de Atucha I, se estaba mostrando en planos en 1987 en los países del África Mediterránea, y también los del África Oriental. Abel González, que pasa más su vida en aviones que un tenista del Grand Slam, aquel 1987 se bajó en Ezeiza restregándose las manos de contento. El Argos había levantado varios pedidos de cotización: el año anterior, con el desastre de Chernobyl, el mundo se había enterado, entre otras cosas, de que los edificios de contención son indispensables. Eso, porque las centrales RBMK soviéticas, como Chernobyl 4 jamás tuvieron ninguno. Pero aquel mismo año ’87, como se dijo, Saddam había estado misileando Bushehr, con idéntica contención que Atucha I, y al cuete. Entre los soviéticos y los iraquíes, mejor propaganda a favor del ARGOS no podíamos haber tenido. El oferente fue ENACE, Empresa Nuclear de Centrales Eléctricas, una “joint venture” de la CNEA donde SIEMENS tenía el 25% de las acciones. El gerente general era el mentado González, ya entonces un peso pesado mundial en radioprotección, y dueño de una porra engominada, famosa y renegrida. Lo que hacía doblemente tentador al ARGOS en los países árabes sin petróleo era quemar uranio natural moderado con agua pesada. Este combo te habilita a corte de manga estilo fantasía, dedicado al club de los países que enriquecen uranio a grado central y a gran escala, y que vienen a ser… caramba, los del G7. Lo cierto es que todavía hoy esos buenos muchachos te pueden armar un boicot de uranio enriquecido si no les firmás tal o cual declaración o no les concesionás este yacimiento o aquellas minas. El uranio natural te exime así de aprietes que, si sos dueño de muchos megavatios nucleares que consuman uranio enriquecido a entre el 3 y el 5% y te negás a firmar, pueden dejarte a millones de tus compatriotas en apagón. Hay giles que todavía sostienen que el uranio enriquecido es un commodity de libre venta, incluso en esta Argentina que en 1981 se ligó un boicot de enriquecido por parte de EEUU, y que salió carísimo. Por algo aquí, tras una discusión bastante picante que duró años en la CNEA y se saldó en 1967 pero dejó heridos, las centrales nucleares argentina en línea queman uranio natural. Decisión desconfiada, ortiva y fundacional. Gracias, Jorge Sabato, allí adonde estés. Como argumento de ventas, la prosapia del ARGOS en 1987 era Atucha I, con 13 años de operaciones, excelente por foja de seguridad y buena disponibilidad. Pero ENACE enfrentaba la terrible competencia mundial de las centrales CANDU canadienses, también de uranio natural y agua pesada, comparables por lo seguras y robustas, pero un 50% más baratas por más sencillas. Las CANDU no tienen recipiente de presión, esa temible cacerola de aleaciones forjadas que puede representar hasta el 30 o 40% del costo de la máquina. Lo sustituyen por centenares de caños de presión, algo al alcance de la industria metalúrgica de casi todo país de mediano desarrollo. Por haber empezado antes y su trato directo y libre de complicaciones, en el llamado Tercer Mundo los canucks jugaban de locales y tenían los números y la tribuna a su favor. Las CANDU las vendía una firma estatal, la AECL, o Atomic Energy Commission of Canada, Ltd. Y los problemas no los dio la tecnología, en absoluto, ni siquiera la firma en sí, sino -rompiendo sus tradiciones- el estado canadiense, que hasta entonces mantenía cierta distancia diplomática respecto de su gigantesco vecino al Sur del paralelo 49 Norte. Desde el 21 de mayo de 1974, cuando la India detonó sorpresivamente su primera bomba atómica, la política externa canadiense empezó a ser teledirigida por el State Department de los EEUU. El canciller Henry Kissinger le echó la culpa del bombazo indio a Canadá y se decidió a destruir el floreciente negocio de exportación de centrales de su vecino. Era un verso justificatorio: Canadá no sólo le estaba robando exportaciones a lo grande, sino desordenándole el gallinero diplomático mundial. No es por darle razón a ese centenario sátrapa de Kissinger, pero las centrales a uranio natural y agua pesada podrían servir (teóricamente) como “production facilities”, es decir para irradiar uranio 238 y transformarlo en plutonio 239. Ése es el material físil más lógico, barato y eficiente para hacer bombas atómicas implosivas, tipo “Fat Man” (la de Nagasaki). Pero los reactores plutonígenos tipo sólo fabrican plutonio, no electricidad, son baratos, berretas y tan destripados de seguridad que (dicho por González en 1987) “el personal se irradia hasta las pelotas”. Las CANDU, sus muchas imitaciones indias y las dos Atuchas, las únicas centrales de uranio natural y agua pesada del mundo, son imprácticas para cocinar plutonio, tanto como puede serlo una locomotora para hacer compras de supermercado. Pero más inútiles son por los papeles acompañantes: sólo se venden bajo salvaguardias del OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica de las Naciones Unidas). Con la máquina, te compras decenas de controles anuales sorpresa, hechos por una fuerza internacional de expertos que tocan timbre sin avisar y no dejan puerta sin abrir. Inspeccionan no sólo de tu central sino también de todo material que entra y sale de la misma. Además, ésta ya arrancó monitoreada por cámaras y sensores de todo tipo intocables, controlado todo en tiempo real desde la sede del OIEA en Viena. Todas las exportaciones nucleares internacionales, incluidas las de combustible, están sujetas a similares salvaguardias. Lo único no inspeccionable según la ley fundamental del OIEA, que es el Tratado de No Proliferación o TNP, son las instalaciones nucleares desarrolladas por cada país con componentes 100% nacionales. Alcanza con un tornillo importado añadido zainamente a la lista de “artículos proliferantes” para que una central entera, con millones de otros componentes, quede bajo salvaguardias. Son las llamadas “salvaguardias pegajosas”. El otro “sancta sanctorum” libre de inspector y salvaguardias son las instalaciones, sean civiles o militares de los países garantes del Tratado. Que vienen a ser… caramba, EEUU, el Reino Unido, China y Rusia. Los mismos que redactan la pegajosa lista de artículos proliferantes. Y también los mismos propietarios de casi todo el parque de armamento nuclear, alrededor de 12.500 cabezas explosivas, y contando. Algo no estaría funcionando en el TNP, al parecer. En lo que se refiere a nosotros, no importa cuán santas e inobjetables sean las centrales de uranio natural y agua pesada que te hayas comprado, las sacudís y caen inspectores del OIEA. Esos vienen «de fábrica», como los fantasmas en los castillos escoceses. Nunca te van a servir para hacer plutonio militar. Pero porque su combustible está hecho de pastillas cerámicas de uranio natural, con la misma composición isotópica con que éste salió de la mina, al menos te ponen a salvo del “dame tu petróleo, tu cobalto, tus fosfatos o tu litio o no te entrego más enriquecido y te dejo a 7 millones de ñatos en apagón”. De esos aprietes bajo la mesa nadie se entera por lo mismo que rara vez se reportan las violaciones sexuales: el sistema está hecho para que la víctima se avergüence. De moda que ante la carrera armamentista que desató la India con Pakistán, en 1974, Kissinger aprovechó para empezar el estrangulamiento de la AECL como firma rival de las yanquis Westinghouse, GE y Babcock & Wilcox. AECL no las dejaba exportar sus centrales, ya que en la oferta estadounidense las hay demasiado complicadas, las hay demasiado grandes, las hay demasiado malas, las hay demasiado caras, y las hay “demasiado todo junto”. Caso de tapa de libro, las 4 GE MK1 que se accidentaron en Fukushima. Peor aún, AECL estorbaba las ventas de uranio enriquecido, que políticamente es como vender crack: genera dependencia energética y aprietes que, generalmente por victoriosos, nunca salen en los medios. Zbigniew Brzezinsky, cuya influencia sobre la política externa estadounidense fue mucho más brutal y duradera que la de Kissinger, perpetuó esta doctrina. Y continúa. Entre 1974 y 2011, EEUU logró espantar con extorsiones a puerta cerrada a casi toda la clientela de la AECL, incluida la canadiense, y en 2011 logró hacer quebrar la firma. El canadiense de a pie no dio bola ni se enteró de que le acababan de robar su mayor y más exitosa firma tecnológica, pero en el edificio Harry Truman, del State Department, deben haber descorchado champagne. Discretamente. ¿Qué tipo de problemas nos dio AECL cuando cayó en posesión satánica del State Department? Al principio daba gusto trabajar con los canucks. Con el contrato recién firmado, la obra junto al embalse cordobés de Río Tercero en cimientos y primeros hormigonados, avanzaba a trancos. Pero promediando el ’74, los hasta entonces cordiales y colaborativos canadienses empezaron, al principio muy incómodos, a gruñir: “Firmá el TNP (Tratado de No Proliferación) o no te termino la central”. Se tardó años en entender que no estaban jodiendo y no hubo exorcista que nos valiera: los canucks se habían vuelto irreconocibles y se fueron poniendo muy pesados: documentación técnica ya pagada y que, por contrato, debía facilitarse, no se entregaba; componentes que se atrasaban y la obra se paraba, etc.
Embalse en construcción, a mediados de los ’70. La cantidad de varillas de hierro que refuerzan los distintos tipos de hormigón nuclear denso todavía sorprenden. Por algo estas máquinas pueden durar más de un siglo.
Entre los canucks tropezando con sus nuevos grilletes y la hiperinflación argentina subsecuente al Rodrigazo, que en 1976 dejó a la CNEA sin plata, la obra avanzó a tumbos hasta 1978, cuando literalmente AECL desapareció de Córdoba. La CNEA tuvo que terminar Embalse sola con su alma, cosa que logró recién en 1984, con 4 años de atraso. Y pese a todo, por su historial de seguridad y su disponibilidad del 91%, hoy Embalse es nuestra mejor central. Y eso se debe a que cuando se compró ya había muchas CANDU similares o idénticas en línea en varios países, y se les conocían las mañas a todas. Los canadienses le habían ido sacando defectos. Embalse nunca fue un prototipo. En 1979, cuando se licitó Atucha II, AECL hizo el chiste de volver a presentarse, pero la CNEA obviamente le bajó el pulgar y compró la nueva Atucha a SIEMENS. Sin embargo, más de uno en la Dirección de Centrales Nucleares (DCN) de la CNEA propuso lo único obvio, lógico y audaz: construir una CANDU sin canadienses. La única restricción contractual de la CNEA era que no podía exportar CANDUS, pero legalmente, podía alfombrar la Argentina con ellas, si quería, y, con o sin colaboración de AECL, se había agenciado de toda la documentación técnica para hacerlo. Sin embargo, a esa altura de los ’70 ya había un considerable bando pro-alemán en la CNEA y el contralmirante Carlos Castro Madero, su presidente, prefirió ir a lo seguro: la SIEMENS había terminado Atucha I con un atraso mínimo por rediseño de combustibles. Pero la República Federal Alemana era un proveedor que se negaba a actuar como ventrílocuo de Kissinger o de Brzezinsky. Ergo, no te corría con el TNP. Con el diario del lunes, fue un error. Técnicamente, sólo en 1983, cuando la central se puso en marcha, se terminó por demostrar que la CNEA estaba en condiciones de hacer una CANDU sin ayuda, algo por lo que en 1979 no se aceptaban apuestas. Pero tanto los «canduceros» como los «atucheros» de la CNEA no querían otra central nuclear: querían muchas, y nacionales, es decir querían otro país más industrial e independiente. Pese a que todas las compras se habían hecho bajo la modalidad “llave en mano”, la CNEA siempre pulseó tras bambalinas con los proveedores y logró que el 31% en valor de Atucha I viniera de industria nacional, y el 50% de Embalse. Y no hablamos poner obra civil local, es decir hormigón y ladrillos, hablamos de fierros complejos. Lo que quiso siempre la CNEA fue construir una enorme y refinada red de proveedores locales metalúrgicos, metalmecánicos, electromecánicos, electrónicos e informáticos con calidad nuclear, y exportar centrales y componentes para centrales. El verdadero negocio nuclear no es de electricidad: es de tecnología. Salvo que uno sea un perfecto idiota capaz de adquirir una central atómica como quien compra un auto, (y el TNP genera ese tipo de comprador-operador), la industria nuclear es industrializante. Jorge Sabato no quería simplemente electricidad nuclear: quería un país más culto, industrial, soberano y mejor. ENACE fue un plan B que tampoco prosperó, pero no porque fuera imposible vender el ARGOS en nuestro mercado interno. En realidad y sin saberlo, ya tenemos uno. Y es que a fuerza de repotenciaciones, cambios de combustibles y otras mejoras, la pequeña Atucha I se transformó en un ARGOS: dejó de ser un prototipo. Por eso ya no da problemas. Hoy es una máquina mucho mejor que la que compramos en 1968. Lo que pasó con ENACE es que la abandonó SIEMENS cuando se plegó a la onda antinuclear alemana, y como tiro de gracia la cerró el presidente Carlos Menem, quien de paso y cañazo le puso la firma al TNP. Fue el mayor intento diplomático de ponerle una lápida al Programa Nuclear. No lo lograron enterrar, pero hasta 2006 fue un zombi.  Las dos FOAK que son las Atuchas nunca pudieron generar prosapia. Las presiones de la OTAN para que Atucha II, empezada en 1981, quedara sin terminar, la atrasaron 27 años, sin que importara que, con la firma del TNP, hubiéramos pasado al bando de «los buenos chicos obedientes». Nadie en la OTAN quiere que la Argentina mantenga su viejo Programa Nuclear independiente. Desde 1982 y vía endeudamiento, lograron prácticamente destruir la fabricación nacional de aviones, y ni hablar de la de armamento. Les molesta sobremanera que tengamos una industria de radares y satélites propios, y bastante vivaz. No somos confiables. Se acuerdan bien de los 6 barcos, o 7 según quién cuente la historia, que les hundimos en 1982. Y en lo nuclear comercial, hacemos goles en tiempo de descuento. Perú, Argelia, Egipto, Australia, Brasil, Holanda y Arabia Saudita ya nos compraron reactores de INVAP, y habrá más clientes. Desde la derrota de Malvinas, el átomo le viene quedando grande a nuestra clase política. No entienden su potencial de transformación industrial y social, aunque Argentina se haya vuelto el principal vendedor de reactores multipropósito del mundo. No valoran tampoco que Argentina sea el único país de la región con un desarrollo decente y federal de la medicina nuclear. Es un problema haber tenido tantos gobiernos tan antinucleares, y en general al hilo: el de Raúl Alfonsín, ni hablar de los dos de Carlos Menem, ni el de Fernando De la Rúa, ni el de Mauricio Macri. Fueron expresiones de lo que el biólogo Marcelino Cereijido llamaba “una burguesía pretecnológica”, y que el ideólogo del Programa Nuclear, Jorge Sabato, llamó más escuetamente “una burguesía chanta”, dirigentes que no diferencian un tornillo de una tuerca y que en el átomo argentino sólo vieron y ven motivos de conflicto con la diplomacia de los EEUU. No se salva nadie, o casi nadie. Sin los tremendos apagones que empezaron en 2003, no bien el PBI argentino volvió a crecer en un país donde Repsol había literalmente vaciado Loma de la Lata, Néstor Kirchner probablemente no habría dado la orden de terminar Atucha II. Lo hizo recién en 2006 y los insobornables multimedios la llamaron una obra faraónica, innecesaria y fundamentalmente imposible. Fácil no fue, pero Kirchner la sostuvo. Atucha II está en línea desde 2014, y todavía le estamos sacando las mañas. ¿Por qué? Porque es un prototipo. Como demuestra esta rotura banal -pero cara- de Atucha II, no es bueno tener 2 prototipos sobre 3 centrales. Pero peor aún es tener sólo 3 centrales tras 73 años de energía nuclear, y que además sean todas distintas. Es en la construcción serial o «en flota» cuando un diseño muestra todas sus fortalezas y debilidades. La fabricación en serie sirve no sólo para bajar costos por escala, sino para ir podando y simplificando la ingeniería. Los componentes más peliagudos de fabricar una CANDU Nac & Pop país habrían sido las bombas del circuito primario, la turbina de vapor y el generador eléctrico. Pero componentes CANDU aún más difíciles, al menos desde el punto de vista de ciencia de materiales, como los generadores de vapor, se resolvieron en 2015, cuando se “retubó” Embalse para darle 30 años más de extensión de vida. Los nuevos generadores de vapor los hizo Pescarmona, a la que se olvidaron de avisarle que eso era imposible. Atucha I se compró en 1968 a KWU-SIEMENS a último momento, cuando estaba ya por adjudicarse a AECL. El canciller alemán llamó inesperadamente al contralmirante Oscar Quihillalt, entonces presidente de la CNEA, y la ofreció a U$ 101 millones, casi la mitad de la oferta canadiense. Y estaban tan desesperados los alemanes por subirse al Programa Nuclear Argentino, entonces el más dinámico del Tercer Mundo, que don Oscar se cebó con ellos y les pidió “la cajita feliz”. Así las cosas, junto a Atucha I y por la misma plata, los alemanes nos regalaron -chirriando- un reactor académico, el RA-4 todavía en uso en la Universidad Nacional del Litoral. Los alemanes nunca fueron el plan A, e hicieron mal en olvidarse de ello, pero ya se deben haber olvidado de que se olvidaron. El propio Castro Madero, reactorista si los hubo, había llegado a pensar un plan para que a 1990 la Argentina llegara con 6 centrales CANDU, 5 de ellas clonadas de Embalse. Cuando Castro Madero optó por ENACE, y prácticamente en términos de casorio con SIEMENS, la DCN (Dirección de Centrales Nucleares) de la CNEA no dejó nunca de gruñir su oposición, y no exactamente a puertas cerradas. El bando “canducero” en la CNEA era y sigue siendo considerable, y en NA-SA, ni te cuento.  
El Ing. José Luis Antúnez, el hombre que asumió la tarea “imposible” de terminar Atucha II, obra abandonada desde 1983 a 2006 e inaugurada en 2014. Antúnez es el principal defensor de que NA-SA construya una flota de centrales totalmente argentinas, con uranio natural, agua pesada y tubos de presión, parecidas a Embalse.
Esto explica por qué construimos nuestro Programa Nuclear con máquinas con recipiente de presión que, para la Argentina, eran de plan B. Eso explica también lo especialistas que nos hemos vuelto en reparaciones creativas, más endoluminales que laparoscópicas, cuando algo se rompe dentro de uno de esos inmensos tachos acorazados. Si a eso sumás la prohibición no declarada de la OTAN de que Argentina tuviera una industria nuclear independiente, y el modo en que esa prohibición se ejerció con presupuestos congelados, obras paradas y destrucción de los recursos humanos del Programa Nuclear a lo largo de 25 años que atravesaron 6 gobiernos elegidos por urnas, se entiende por qué el parque nucleoeléctrico argentino quedó congelado en 3 máquinas, como en 1980, y por qué son distintas entre sí al punto de usar cada una su propio tipo de elementos combustibles. Lo raro es que no hayamos tirado la toalla, que nos hayamos vuelto exportadores nucleares dominantes, aunque en un nicho de mercado. Con menos palos en la rueda desde la Secretaría de Energía, ese club petrolero, y de un par de embajadas, nuestro país debería tener al menos un 30% de electricidad nuclear, no el actual 7%. Paradójicamente, estaría exportando más gas, porque 1000 MWe nucleares evitan la quema de 1600 millones de m3 de gas natural por año. Pero además, una Argentina con bastante electricidad nuclear tendría una cadena industrial proveedora metalúrgica, metalmecánica, electromecánica, electrónica e informática, pero de una calificación como sólo la tiene la aeroespacial. Tendría también decenas de miles de puestos de trabajo registrados y bien pagos en todas esas firmas proveedoras, y a las mejores Universidades Nacionales y el CONICET vinculadas con la CNEA, NA-SA e INVAP a través de proyectos de distintos desarrollos. Con un 30% de electricidad nuclear salida de fierros propios, viviríamos en un ecosistema industrial y educativo de mucha vivacidad y prestigio. Esto, en los ’80, parecía un camino inevitable. Volver a ese camino sería más que una reparación, sería una reconstrucción histórica. Y no del Programa Nuclear. Del país. La supervivencia del Programa Nuclear fue desapareja y muy cuesta arriba. INVAP estuvo varias veces al borde de la quiebra, ignorada por el estado argentino y rescatada a último momento por una venta internacional. Pero las centrales nucleoeléctricas constituyen un mercado incomparablemente mayor que los reactores, en general de producción de radioisótopos. Uno requiere de radiofármacos unas pocas veces en la vida, pero prende la luz todos los días, y varias veces por día. Más allá de si tendremos o no una central china Hualong-1 como cuarta central nuclear, la posición de AgendAR es que la única máquina de uranio enriquecido que nos interesa es la central compacta CAREM, hoy en construcción en fase prototipo de 32 MWe en vecindad de las Atuchas. Puede funcionar en sitios remotos y fuera de red, y probablemente tiene bastante futuro en ubicaciones costeras, desalinizando agua de mar. Pero su virtud principal es ser argentina, ergo exportable. Dólares que entran, no dólares que se van. No nos morimos de ganas de que el Programa Nuclear pase a depender masivamente del uranio enriquecido. Salvo que volvamos a enriquecer uranio en una planta mucho mayor y más moderna que la de Pilcaniyeu, Río Negro, que pese a lo testimonial de su producción, 6 presidentes sumamente obedientes prefirieron mantener cerrada. No parece que vaya a ser fácil. Y si logramos tener una planta de enriquecimiento de porte industrial, más vale que se use para garantizar exportaciones de los reactores de INVAP, o de las centralitas CAREM, sin que nos caigan con embargos de combustible a nosotros o a nuestros clientes. Esa película ya la vimos. El presidente Jimmy Carter hacía el rol protagónico. La Argentina tendría que retomar el camino industrialista que se interrumpió en 1983: el de las centrales de uranio natural y tubos de presión, una CANDU pero sin canadienses, la máquina que el presidente de NA-SA, el Ing. Luis Antúnez, el hombre que se atrevió a terminar el perplejo meccano desarmado que era Atucha II en 2006, llama “Proyecto Nacional”. La India tiene su propio modelo de «CANDU» trucho, con 22 construidos, uno recién inaugurado, 6 en construcción y 10 más pedidos y con presupuesto aprobado. Se llaman IPHWR, por Indian Pressured Heavy Water Reactor, y los modelos recientes andan por los 700 MWe. Andan joya. China y la India vienen «retubando» sus respectivamente 2 y sus 4 CANDU, porque las reservan para quemar en ellas el combustible ya quemado por centrales de uranio natural. Las CANDU queman de todo. Incluso torio, 4 veces más abundante que el uranio en la corteza terrestre. Es una tecnología tan sensata que ha sobrevivido a la empresa que la desarrolló y goza de cierta salud. Aquí sólo tendría que sobrevivir a los que la llaman «vía muerta». Un CAREM y una CANDU Nac & Pop son nuestras próximas FOAK, una reparación más histórica que técnica. ¿Imposible? La palabra ya la escuchamos otras veces. En una película que ya vimos. Demasiadas veces.  

Daniel E. Arias

Fabricaciones Militares producira explosivos para la minería en FanAzul

Fabricaciones Militares reactivó la producción de explosivos para la minería en su fábrica de Azul en la provincia de Buenos Aires. La reactivación tiene como respaldo un contrato para exportar explosivos. La compañía estatal reactivó en la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos Azul (FANAZUL) la producción de nitroglicerina, el insumo base que sirve para la producción de Mastermix, un explosivo para la industria minera. FANAZUL había sido desactivada por completo a fines de 2017, concentrando Fabricaciones la producción de explosivos para la minería en su fábrica de Villa María, Córdoba. La reactivación de la producción de Mastemix demandó una inversión de cinco millones de dólares y permitió la reincorporación de 100 trabajadores.

Contrato de exportación

El Ministerio de Defensa tomó la decisión en 2020 de recuperar algunas de las distintas líneas productivas que existían en FANAZUL. Como parte de ese proceso, Fabricaciones Militares firmó en 2021 un contrato con la firma peruana EXSA, del grupo australiano Órica, para proveer explosivos Mastermix. El contrato es por cinco años y con la posibilidad de extenderlo por tres más. Fabricaciones está dedicando la totalidad de la producción de explosivos para la minería en Villa María al cumplimiento del contrato. Asimismo, el contrato otorga un derecho de preferencia a favor de EXSA sobre la futura producción de estos elementos en la fábrica de Azul. Fabricaciones estima que por el contrato de exportación recuperará la inversión realizada en FANAZUL en menos de tres años y operando a un 75% de la capacidad total, de unas 78 toneladas de Mastermix por mes.

Reapertura de la planta

La reapertura de la fábrica militar de Azul respondió a una decisión política, aunque el objetivo comercial fue el que permitió la reactivación de la línea de explosivos. “Todo lo que se produzca ahora de dinamita va hacia la exportación. Se reactivó lo que está atado a una demanda”, señaló Claudio Scaletta, economista y miembro del directorio en Fabricaciones, ante una consulta de este medio. “La decisión inicial fue política, de recuperar las capacidades perdidas. Pero no se pueden recuperar todas. Por ejemplo, en 2017 perdimos la capacidad de producir TNT. Reactivar esa línea de producción cuesta entre 50 y 60 millones de dólares”, explicó. “La inversión que hicimos ya sabemos que la recuperamos con el contrato que ya está comprometido”, concluyó.

El Comando Conjunto de Ciberdefensa incorporó un sistema de servidores de cómputo

De acuerdo con lo informado por el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas a través de sus redes sociales, el Comando Conjunto de Ciberdefensa incorporó un sistema de servidores de cómputos modulares de diversas bahías y de alta capacidad con gran escalabilidad, materializando una mejora en la capacidad actual que permitirá optimizar los procedimientos de monitoreo y vigilancia del ciberespacio.

El material incorporado cuenta con herramientas integradas de forensia digital, simulación de sistemas para análisis de vulnerabilidades, gestión de incidentes de ciberdefensa e instrucción del personal de ciberdefensa. El EMCOFAA también mencionó que “...Estos equipos se complementa con un nuevo Sistema de Backup dual compuesto por un backup en cinta y otro magnético, amplificando la capacidad de gestionar incidentes de ciberdefensa, e incrementando la velocidad de respuesta ante eventos de cifrado externo de datos (ransomware)…”.

A su vez, el nuevo material dispone de un sistema de ruteo de alta disponibilidad administrable que permitirá que los operadores tengan una mayor accesibilidad a los sistemas de defensa, vigilancia y monitoreo bajo todo tipo de condiciones.

Desde su creación en 2014, el Comando Conjunto de Ciberdefensa ha estado en constante evolución, procurando mejorar e incorporar nuevas capacidades. Esto último se da en un ámbito en constante desarrollo, por lo que resulta más que necesario mantener todos los aspectos involucrados al día, pensando también en mejoras futuras para adelantarse a los desafíos y amenazas.

En relación a las nuevas adquisiciones, las mismas han permitido el incremento de “…la capacidad de memoria del grupo de servidores actuales con módulos de expansión de memoria RAM, que dinamizan la virtualización de sistemas para materializar el traslado del Sistema de Gestión de la Información y Eventos de Seguridad Q-radar. Los mismos serán potenciados con un sistema de protección cibernético integral y un datacenter de contingencia que se encuentran en proceso de contratación, elevando así las capacidades operativas a los mas altos estándares de seguridad…”.

Las Proyecciones a futuro del Comando Conjunto de Ciberdefensa apuntan a consolidar un proyecto para obtener la capacidad de ciberdefensa desplegable, de manera táctica, para poder desplegar las capacidades de vigilancia, control y monitoreo a los despliegues que hagan las fuerzas armadas. También se apunta en desarrollar la capacidad de ciberdefensa para asistir infraestructuras críticas de la información que estén bajo amenaza o nos sean asignadas cómo tarea.