En las repisas y mostradores donde el reciente Premio Nobel de Medicina James Allison busca ampliar la inmunoterapia contra el cáncer, merodean un termo, la yerba y el mate. Es que el médico veterinario Jorge Blando (45) integra el equipo de investigación de Allison.
Blando –nacido en Comodoro Rivadavia y recibido en la Universidad Nacional de La Pampa- fue reclutado por el mismo Allison hace 5 años en el Centro MD Anderson de la Universidad de Texas. Desde sus años de estudiante en la Facultad de Ciencias Veterinarias de General Pico (La Pampa), Blando se interesó por la investigación. “En los últimos años me orienté a la ‘patología molecular’», cuenta, y lo traduce: “Es mirar por el microscopio. Ver en los tejidos las células y las proteínas”.
Hizo un postgrado, ‘un pos doc’ -como lo llaman en Estados Unidos-, sobre “Patología Traslacional”. Y detalla: «Se trata de analizar ratones que pueden desarrollar tumores similares a los humanos. Ese fue mi expertiz. Me dedico a eso desde hace 16 años”, explicó.
Pero hace 5 años se integró al equipo de James Allison. Y ahora hizo propio el desafío que tiene por delante el norteamericano: mejorar el índice del 22% de efectividad de la terapia inmonológica. Extenderla a otros tipos de cáncer.
Precisamente las proteínas son la clave de la inmunoterapia.
En los años ’90, Allison comenzó a estudiar una proteína llamada CTLA-4, que funciona como un freno que impide que los linfocitos T, un tipo de glóbulos blancos, identifiquen y combatan a determinadas células. El investigador consideró que eliminar esa barrera podría hacer que las defensas ataquen a los tumores.
El otro Premio Nobel, el japonés Tasuku Honjo, descubrió otra proteína (PD-1), que hizo más efectiva la inmunoterapia. “Nadie creía en esto en esos años. Por eso es lo novedoso”, explicó el científico argentino a Clarín.
En 1994, la idea se plasmó en el desarrollo de anticuerpos que inhiben la proteína y desatan la combatividad de los linfocitos, un enfoque que demostró alta efectividad contra tumores en ratones. “Para explicarlo: esa proteína es un freno de mano para que los linfocitos ataquen algo del cuerpo. Lo que hizo Allison es sacarle el freno de mano para que ataque el tumor”, explicó Blando.
Los profesores Laura Estrada y Pedro Aramendía, de la Facultad de Exactas, Universidad de Buenos Aires, han enviado la siguiente información, que en AgendAR sentimos orgullo en divulgar:
«Esta semana se otorgó el premio Nobel de Física 2018 a tres científicos: Gérard Mourou, Arthur Ashkin, y Donna Strickland. Dos de ellos fueron premiados por la construcción de láseres ultra potentes de pulsos cortos.
En la página que describe su aporte se puede leer: «A breakthrough came after Martinez [5] realized that placing a 1:1 telescope inside the compressor changes the sign of the chirp introduced by the compressor». Ahí hace referencia a un trabajo de Oscar Martinez, egresado de Exactas, docente de nuestro Departamento de Física hasta hace algunos años, y actual director del Laboratorio de Fotónica del Departamento de Física de la Facultad de Ingeniería, Universidad de Buenos Aires.
Fíjense que este trabajo de Oscar (único autor) es contemporáneo de los de Mourou y Strickland (1984-1987), quienes son dos de los premiados. Se podría pensar con bastante asidero que, de tener el lobby suficiente en el comité de selección, Oscar podría haber sido premiado también.
Esta reflexión tiene como objetivo apreciar el trabajo y el valor de los que nos rodean, rendir un justo tributo a la capacidad y humildad de Oscar y pensar que la acumulación de trabajos publicados nunca va a compensar la calidad.
Este es el trabajo referenciado: [5]. O. E. Martinez, “3000 Times Grating Compressor with Positive Group Velocity Dispersion: Application to Fiber Compensation in 1.3-1.6 mm Region,” IEEE J. Quantum Electron. QE-23, 59 (1987).
Un golazo para la ciencia argentina. Reconozcámoslo y difundámoslo!
Un saludo
Laura Estrada, Profesora Departamento de Física-FCEN, UBA
Pedro Aramendía, Profesor Departamento de Química Inorgánica-FCEN, UBA»
La indagatoria judicial en marcha en el caso llamado «los cuadernos de Centeno» ya ha provocado muchísimos titulares en los medios, una cantidad de prisiones preventivas… y un parate en la obra pública.
Esto no sólo afecta a las constructoras, a las que muchos bancos son renuentes a dar financiamiento, por temor al escándalo. Según un informe que publica Ámbito, ya se registraron pérdidas de puestos de trabajo en 20 provincias. Y los datos del INDEC sobre el estancamiento en la construcción parece confirmarlo.
El gobierno trata de hacer «control de daños» en este aspecto. El procurador del Tesoro, Bernardo Saravia Frías, afirmó «No se puede confundir a las personas jurídicas con las físicas, que son sus accionistas o directores. Estamos hablando de empresas que tienen miles de trabajadores, que tienen el conocimiento para hacer toda la obra pública en el país. El bien común está por encima de todo«.
Pero aunque las empresas sean consideradas inimputables, un número importante de empresarios, grandes y medianos, ha sido alcanzado. Esto afectará el escenario de los actores económicos en nuestro país.
He aquí la lista a la fecha:
PROCESADOS CON PRISIÓN PREVENTIVA
Gerardo Luis Ferreyra, titular de Electroingeniería
Néstor Otero, empresario con la concesión de la terminal de Retiro
Alberto Taselli, empresario vinculado a la producción carbonífera y al transporte
Raúl Víctor Vertua, empresario de Río Negro que participó de la construcción del Gasoducto del Noreste
Juan Carlos Lascurain, ex titular de la Unión Industrial Argentina
PROCESADOS CON PRISIÓN PREVENTIVA EN LIBERTAD
Carlos Mundin, de la empresa BTU SA
Carlos Wagner, de la empresa Esuco y ex presidente de la Cámara Argentina de la Construcción
Claudio Javier Glazman, empresario del rubro inmobiliario
Juan Carlos de Goycoechea, ex CEO de Isolux
Ángel Antonio Calcaterra, ex dueño de IECSA
Luis María Betnaza, director de Techint
Armando Loson, presidente de Albanesi constructora
Sergio Taselli, empresario vinculado a la producción carbonífera y al transporte
Aldo Benito Roggio, dueño del Grupo Roggio
Juan Chediack, ex titular de la Cámara Argentina de la Construcción
PROCESADOS SIN PREVENTIVA
Alejandro Ivanissevich, emnpresario de Emgasud
Manuel Santos Uribelarrea, presidente de UCSA S.A.
Gabriel Romero, dueño del grupo EMEPA
Jorge Balán, de Industrias Secco
Hugo Alberto Dragonetti, empresario de la construcción de la compañía Panedile
Hugo Eurnekian, ejecutivo de Corporación América
Enrique Pescarmona, titular de la compañía
FALTA DE MÉRITO
Jorge Guillermo Niera (Electroingeniería)
Héctor Javier Sánchez Caballero (IECSA)
Rodolfo Poblete (Grupo Romero)
Héctor Zabaleta (Techint)
Francisco Valenti (Pescarmona)
Osvaldo Acosta (Electroingeniería)
Losón, Roggio, Chediack, Santos Uribalerea y Ferreyra ya renunciaron a sus cargos empresariales.
Con retrocesos en casi todos los sectores, y por cuarto mes consecutivo, en agosto la industria cayó el 5,6%. En tanto, por tercer mes consecutivo, la construcción está estancada y en agosto subió apenas el 0,1%, según informó el INDEC.
Estos números oficiales reflejan el impacto que tuvo la devaluación, la suba de la tasa de interés, la baja del consumo interno y la aceleración de la inflación tanto sobre la industria como en la construcción.
Hacia adelante, según la encuesta del INDEC, los industriales prevén que proseguirá la fuerte caída de la demanda interna, compensada parcialmente por más exportaciones, una mayor capacidad ociosa por el menor uso de las maquinarias y equipos y una disminución de las dotaciones de personal.
En la construcción, según la encuesta del mismo organismo realizada a grandes empresas del sector, las expectativas son desfavorables con respecto al nivel de actividad esperado para el período septiembre-noviembre 2018, tanto se dediquen a realizar principalmente obras privadas o públicas.”
En la industria, en agosto con relación a igual mes de 2017, el INDEC señala que “disminuyen la industria textil (16,6%), los productos de caucho y plástico (13,2%), la metalmecánica excluida la industria automotriz (10,8%), el bloque de sustancias y productos químicos (9,3%), la refinación del petróleo (7,8%), la industria del tabaco (6,9%), la edición e impresión (5,9%), el bloque de papel y cartón (2,8%), los productos minerales no metálicos (1,1%) y la industria alimenticia (1%). Por otra parte, se registran subas en la industria automotriz (13,7%) y las industrias metálicas básicas (7,7% )”.
Un estudio de la consultora Ecolatina arroja que los peores meses para los asalariados serán el presente mes de octubre y el próximo noviembre, cuando el salario formal promedio podría llegar a perder 13% contra la inflación, comparado con los niveles vigentes doce meses atrás.
Se toma en cuenta la reapertura de las negociaciones salariales, pero difícilmente se compense para la mayoría de los sectores la pérdida de poder adquisitivo. Estimaciones privadas prevén que los salarios formales subirían cerca de 30% en el año, contra una inflación que el consenso de los economistas sitúa en torno de 45%.
LATAM Argentina informó que avanzará en la renovación de la cabina de siete de sus Airbus A320 en las instalaciones de la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA).
La aerolínea ya había finalizó esas tareas en sus primeras seis aeronaves en Santiago de Chile, pero decidió mudar a la empresa estatal con base en Córdoba la modernización del resto de su flota de pasillo único, la cual trabajará en conjunto con Etihad Engineering.
“La renovación y actualización de las cabinas de la flota A320 se alinea con la implementación del nuevo modelo de ventas en el mercado doméstico, que busca ofrecer mayores alternativas al pasajero actual, quien valora elegir los servicios que desea consumir en un marco de flexibilidad y personalización”, destacó LATAM Argentina en el comunicado.
Los trabajos abarcan a los asientos, alfombras, paneles laterales, cortinados, galleys, baños y luminarias, y serán más que bienvenidas por los pasajeros, dado que la flota argentina había quedado relegada en relación a la de las filiales en otros países.
Evidentemente, son tareas menores para lo que fue en el pasado la Fábrica Argentina de Aviones, emblema de la industria aeronáutica nacional. Pero mantienen una fuente de trabajo, y la esperanza que vuelva a ser una industria de la que enorgullecerse.
Argentina, tras varios años de estar en el cuarto puesto entre los exportadores de carne de la región, este año tuvo un despeque que le permitió desplazar a Uruguay como segundo vendedor en volumen por detrás de Brasil.
El último antecedente de esa supremacía se dio en 2009-2010, cuando Argentina exportó un total de 384.000 toneladas, mientras que Uruguay rondó las 260.000.
Las medidas más aperturistas llevadas adelante por el gobierno, sumado a la devaluación del peso, posicionaron nuevamente a la carne argentina como una fuerte competidora en mercados como el chino y el europeo, hoy los dos principales clientes de Uruguay para su carne vacuna.
Entre enero y agosto, Argentina exportó 215.000 toneladas de carne vacuna, apenas por encima de Uruguay, que vendió al exterior 214.700 toneladas. En tanto, según datos de Faxcarne, Paraguay exportó 180.000 y Brasil logró ventas externas de 809.000 toneladas.
A pesar de que Uruguay aumentó sus exportaciones en un 6% y Brasil lo hizo en un 7%, la Argentina, porque venía de muy atrás, tuvo un avance meteórico: el 66% en la comparación interanual.
En el proyecto de presupuesto presentado al Congreso se define cuál es la inversión que se prevé hacer en ciencia en 2019, qué áreas deberán tolerar los mayores ajustes y cuáles son los programas que continuarán. Establece una quita del 19% respecto a 2018. El recorte principal se da por la reducción de fondos para subsidiar investigaciones y comprar insumos, maquinaria y equipos. La construcción de dos reactores nucleares y dos satélites son algunos de los principales proyectos que seguirán en marcha, pero los detalles son muy preocupantes. En el Conicet, el INTI, y el INTA, sólo actualizan los fondos para salarios.
El proyecto propone invertir $ 46.259 millones en ciencia y técnica, un 30% nominal más que lo previsto en la ley de presupuesto de este año. Pero… entre la inflación estimada por el Gobierno para 2019 del 23% y los 26 puntos porcentuales que el sector perdió este año, ya que los $ 35.490 millones asignados para 2018 se fijaron cuando la proyección oficial de la inflación era del 15,7% y no del 42%, como ahora está proyectado, hay una disminución real del 19%.
En relación al presupuesto nacional total, el porcentaje destinado a ciencia y técnica es el más bajo en 10 años: un 1,1%.
Jorge Aguado, secretario nacional de Planeamiento y Políticas en Ciencias, reconoció que se “hizo un esfuerzo” pero lo relaciona con una búsqueda de “eficiencia” que “no afecta los compromisos». Igual, admitió que en 2019 “podrán hacer reajustes si fuera necesario”.
Los recortes más fuertes se dan en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), enfocada en la fabricación de satélites, y en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), que desarrolla mejoras tecnológicas para las industrias. Pierden un 19% y un 7% de sus fondos nominales, respectivamente, sin tomar en cuenta la incidencia de la inflación.
El presupuesto del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que desarrolla capacidades para el sector agroindustrial, crecerá un 20% nominal. Tampoco llega a recuperar la pérdida por inflación.
El Conicet, principal institución científica del país, incrementa sus fondos un 27%, por debajo del porcentaje de inflación acumulada.
La gran apuesta para 2019 sería al sector nuclear: la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) duplicará su presupuesto.
Respecto de esto, la contestación de la Asociación de Profesionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica (APCNEAN) ha sido tajante. Nos acaban de hacer llegar esta primera observación, y habrá más.
«El subsecretario de Energía Nuclear, Lic. Julián Gadano, difundió que, según el presupuesto, CNEA recibiría un aumento del 77%, y alienta a los lectores a que “cuando escuchen ‘desmantelamiento’ desconfíen, porque hay ignorancia y mala fe”. Pero lejos de su discurso, los números revelan una situación muy distinta.
«Por empezar, el gobierno asignó $3.936 millones en el Presupuesto 2018 para la CNEA. Luego de la resistencia de las trabajadoras y los trabajadores de CNEA a un recorte que implicaba una quita del 47% con respecto al presupuesto 2017, aparecieron 2 refuerzos presupuestarios en 2018, uno de $1.400 millones y otro de $1.350 [*]. Los refuerzos llevaron el presupuesto 2018 de CNEA a $6.686 millones, cifra que terminó resultando en un recorte del 11%.
«El proyecto de Presupuesto 2019 presentado por el gobierno al Congreso Nacional asigna $7.106 millones a la CNEA. El aumento nominal de $6.686 millones a $7.106 millones, desmiente categóricamente el 77% proclamado por el subsecretario Gadano. El aumento presupuestario nominal para 2019 en pesos es de apenas 6%, una cifra muy lejana a la inflación proyectada para este año, por arriba del 40%, con lo que el recorte es muy significativo».
Respecto del proyecto «de bandera» del sector nuclear, la central nuclear compacta CAREM, APCNEAN añade lo siguiente:
«Siguiendo el mismo camino que con el presupuesto general de CNEA, en el caso del CAREM, la propuesta original del gobierno era de un Presupuesto 2018 de $834 millones, un recorte respecto a 2017 del 68%. Con los refuerzos su presupuesto 2018 quedó en $2.234 millones, un recorte nominal respecto a 2017 del 15%. Para el 2019 el gobierno propuso para el CAREM un presupuesto de solo $498 millones, equivalente a un recorte nominal del 77%.
«Mientras tanto, el gobierno hace circular el rumor que aparecería en 2019 un refuerzo para el CAREM de $2.000 millones. Si los trascendidos fueran ciertos, el presupuesto del CAREM aumentaría un 11% en 2019. En plena ejecución de obra, este monto queda muy retrasado con respecto a más del 40% de inflación de 2018.
«Y además, si fuera cierto que el gobierno destinará esos fondos al CAREM, debería ponerlo por escrito en el presupuesto y asumir el compromiso correspondiente. Rechazamos este presupuesto del gobierno y del FMI, lucharemos como en 2018, para que el ajuste no sea aprobado por nuestros representantes».
La cifra del 77%, entonces, era cierta. Sólo que en el caso del CAREM es una disminución, no un aumento de presupuesto.
Qué escenario esperan en el Conicet. Con institutos en 22 provincias y 10.255 investigadores, recibirá $ 16.444 millones. Es un tercio de la inversión total en ciencia. Pero descontada la inflación, significaría un recorte del 21,5%.
Además, 9 de cada 10 pesos serán para pagar salarios. Se sumarán 450 becarios, igual que este año, pero lejos de los 900 que se incorporaron en 2015.
Para financiar investigaciones, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica tendrá $ 2.078 millones, lo mismo que en 2018, lo que en términos reales implica una quita.
“La falta de fondos para la agencia es demoledor. De ahí viene la financiación de las investigaciones y muchos costos son en dólares”, asegura Luis Baraldo, vicedecano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA e investigador del Conicet. Y aclara que hasta la investigación más teórica necesita insumos, revistas internacionales y trabajo de campo. Es decir, «necesita inversión más allá del salario».
El proyecto de presupuesto genera preocupación en los investigadores, que en agosto, y con la firma de 240 de los 266 directores de los institutos del Conicet, advirtieron que la institución “está al borde de la parálisis” por la falta de presupuesto.
Aguado aseguró que a lo previsto para investigación y desarrollo se le sumará “una línea de crédito por $ 1.500 millones”, por lo que “todos los proyectos comprometidos continuarán su ejecución”.
El desarrollo nuclear parece ser la apuesta, a pesar de la cancelación de Atucha III, el desguace presupuestario de la Planta de Agua Pesada. La CNEA tiene asignados $ 6.608 millones, un 113% más que lo planeado para 2018. Una vez más, con 70 años de tradición, el sector podría encontrar continuidad en sus planes, muy competitivos a nivel mundial.
Se prevé seguir con la construcción, en Zárate, del prototipo de un reactor para generar energía. Se trata del CAREM, que quieren terminar a fines de 2021. El desarrollo puede lograr que Argentina de pelea en un mercado mundial que prevé operaciones por 50.000 millones de dólares y por el que están en carrera proyectos de Corea del Sur, Estados Unidos y Rusia.
Vista aérea de la obra civil del CAREM, en Lima, partido de Zárate. Crédito: CNEA.
Otro desarrollo importante que tendrá continuidad es la construcción del reactor RA-10, en obra en el Centro Atómico Ezeiza. Su finalización está prevista para 2023. Una vez en operación asegurará el 100% del abastecimiento en materia de radioisótopos para uso médico para el mercado nacional y atenderá la demanda de América Latina.
«Es una buena noticia. Pero es grave que se desfinancien otros planes”, consideró el físico Diego Hurtado, director del Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y la Técnica de la Universidad Nacional de San Martín.
Hurtado remarcó que los despidos o suspensiones de personal en la planta de agua pesada en Neuquén, en Nucleoeléctrica Argentina (opera las tres centrales nucleares) y Dioxitek (produce combustible a base de uranio natural) son consecuencia de la cancelación de la construcción de Atucha III, en Zárate, que iba a ser financiada por China y tendría tecnología canadiense. Ocurre que esa central requeriría agua pesada, combustible y mano de obra calificada, doblemente calificada por la compleción de Atucha II y el retubado de Embalse.
Julián Gadano, subsecretario de Energía Nuclear de la Nación, confió cuáles son los nuevos planes respecto a las futuras centrales: a fines de noviembre, tras la Cumbre del G20, el presidente Mauricio Macri firmará con el presidente Chino, Xi Jinping, un acuerdo para construir una central de tecnología china, financiada en un 85% por el país asiático pero que operará con agua liviana y uranio enriquecido. Es decir, con tecnología diferente a las tres centrales que operan en el país.
“El 90% de la centrales del mundo operan con esa tecnología. Pero además estamos en tratativas para que el 100% de la obra civil esté en mano de argentinos y que entre el 40% y el 50% de todo el proyecto se haga con componentes locales”, aseguró Gadano y remarcó que el acuerdo incluirá el compromiso de transferir la tecnología para producir uranio enriquecido en el país.
Esto es llamativo: hoy nadie transfiere a nadie tecnología de enriquecimiento de uranio, dado que es sumamente dual. Una instalación grande, de acuerdo a cómo configure sus cascadas, puede servir para enriquecer miles de toneladas/año a «grado central» (del 1,8 al 5%), decenas de toneladas a «grado reactor» (19,9%) o centenares de kilos a «grado bomba» (más del 90%). Los países que enriquecen desarrollaron su propia tecnología o la compraron «por izquierda».
Lo que nos hará dueños de una central cuyo combustible provendrá de China «ad aeternum», salvo que Argentina gaste miles de millones de dólares y décadas de investigación en una gran planta de enriquecimiento; y pague como precio presiones diplomáticas que pueden llegar al boicot de su comercio exterior.
Sin suficiente capacidad local de enriquecimiento, cualquier diferendo fuerte con China por asuntos de patentes de genética vegetal, gas y petróleo, pesca en el Mar Argentino o inmigración podría ser contestado con el apagón de una planta como la Hulaong I que dejaría a oscuras a 5 millones de argentinos.
Gadano defendió la compra de Atucha III (un reactor CANDU) mientras fue «la línea oficial» del ex ministro de Energía, Juan José Aranguren. Cuando Aranguren cambió o lo cambiaron de idea, Gadano también lo hizo al toque. Ahora abjura de los CANDU y los compara con el Ford Falcon. Tal vez se parezcan más a otro clásico: la Ford F-100. Si un chacarero argentino tiene una, la camioneta trabaja para él. Si se compra un Lamborghini, el chacarero trabaja para Lamborghini.
Los reactores tipo CANDU o similares al CANDU de uranio natural no son una vía muerta: China compró 2, tiene otros 2 en estudio y la India, que tiene 16 operativas, está construyendo otras 10 de 700 MW cada una. Jorge Sábato decía que mucho más importante que dominar la ingeniería de centrales era la de tener autonomía sobre el ciclo de combustibles. Durante casi 70 años, esa fue una premisa básica del Programa Nuclear Argentino. ¿En qué nueva dependencia externa nos quieren meter, ahora?
Gadano asegura que el proyecto de presupuesto 2019 establece una financiación adicional, por fuera de lo que hoy se puede ver asignado estrictamente a la CNEA, de $ 2.000 millones, que serán destinados al CAREM. En ese caso, el crecimiento presupuestario del sector sería aún mayor.
Se mantienen los proyectos de dos satélites, pero hay dudas sobre el lanzador. A la CONAE le asignaron $ 1962 millones. A priori, representa una reducción importante: 19 % sin descontar la inflación.
El Saocom 1B se terminaría de construir y se lanzaría a fines de 2019. Se sumará al 1A, que sería lanzado este sábado. Las imágenes que tomen serán útiles para prevenir emergencias por inundaciones e incendios. Al campo le dará información para ser más productivo.
El otro satélite es el Sabiamar, que se terminaría de construir en 2020 o principios de 2021. Servirá para monitorear el mar junto con otro satélite que está haciendo Brasil.
En principio, el ajuste afectaría el plan para desarrollar medios de acceso al espacio. Es decir, postergaría la posibilidad de que por primera vez el país y la región tengan un lanzador de satélites. Según revela el presupuesto, ese programa tendría en 2019 apenas un tercio ($ 110 millones) de los fondos que le asignaron este año.
De todos modos, Aguado sostuvo que la CONAE tendrá por fuera de lo que hoy se puede ver en la planilla presupuestaria de la institución, $ 1.300 millones de “adelanto a proveedores de financiamiento externo”, aunque no dio precisiones sobre cuál es el compromiso de ejecución que tiene esa partida ni de dónde provendría.
El INTA, con poco margen de acción. El proyecto de presupuesto le otorga fondos por $ 7516 millones, un 20% más que lo pautado para este año sin contemplar la inflación.
Casi toda la partida es para pagar salarios, que se llevan el 91% del presupuesto.
En cambio, la inversión en equipos, maquinaria, insumos y servicios, se desploma. El ajuste llega a ser del 50%, según el rubro.
“Si se descuenta la inversión en recursos humanos, el recorte es terrible”, analizó Elisa Carrillo, directora Centro de Investigación en Ciencias Veterinarias y Agronómicas del INTA. Y graficó que el presupuesto 2018 para su instituto, que es mayor al previsto para 2019, no alcanzó ni para pagar los servicios de luz, gas y limpieza: “Estamos con un déficit de $ 2,5 millones”.
Para ejemplificar qué implica una posible parálisis de los laboratorios, Carrillo detalló que en los últimos dos años su centro desarrolló dos vacunas, una contra la diarrea bovina y otra contra una enfermedad que afecta a las aves de corral.
El INTI teme más despidos y que se paralicen laboratorios. Sin dudas, es el instituto que viene sufriendo más recortes. Y la previsión para 2019 no lo saca de ese terreno: le asignan $ 2215 millones, un 7,5% menos que este año.
Tiene una planta de alrededor de 3.000 investigadores. Unos 250 fueron despedidos este año. Y al menos 100 se fueron con retiros voluntarios. Eso explica en gran medida que la partida para sueldos, pese al aumento paritario, crezca apenas un 12%. En cambio, las partidas para equipos, maquinarias e insumos se reducen un 90% dejando al borde de la inactividad a muchos institutos.
Este sábado 6, antes de la medianoche, sera lanzado al espacio el Satélite Argentino de Observación Con Microondas (SAOCOM), un verdadero «game changer» mundial en observación terrestre.
El satélite ha sido concebido y desarrollado en Argentina, aunque partirá desde la base espacial Vandenberg, una instalación militar estadounidense, ubicada en Santa Bárbara, California. Desde una de sus plataformas de lanzamiento, viajará a bordo de un cohete Falcon 9 de la compañía SpaceX, la empresa del famoso, y hoy cuestionado, Elon Musk.
La particularidad de esta armazón de paneles y antenas que ronda las 3 toneladas y mide 4,7 metros de alto, es que a través de un radar de microondas en banda L (23 cm de longitud de onda), permitirá planificar muy meticulosamente la actividad agropecuaria, anticipar inundaciones, deslaves, erupciones y otros desastres naturales, crear mapas de desplazamiento de glaciares e incluso controlar la pesca ilegal.
La construcción del Saocom 1A -que debería tener un hermano mellizo en órbita para 2019- demandó 20 años para su desarrollado y construcción. Estuvo a cargo de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) junto con organismos y empresas como la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), VENG, INVAP, contratista principal del proyecto.
La «historia oficial», reproducida por los medios, habla de 11 años. Pero al SAOCOM le llevó dos décadas salir de planos y ser disparado al espacio. No es que la CONAE y demás empresas hayan sido morosas. Lo que sucedió es que durante la mayor parte de esos 20 años los sucesivos gobiernos «hambrearon» al proyecto.
Esto explica una contradicción: la tecnología de la «plataforma de servicios» del Sacom 1A ya es obsoleta, pero su carga útil (el radar en banda L y su gigantesca antena) siguen siendo revolucionarios. En la plataforma, el rasgo que muestra la antigüedad del diseño son las pesadas baterías de cadmio-níquel. Si el satélite hubiera sido diseñado hace 11 años, ya hubieran sido de iones de litio, mucho más livianas y con mayor capacidad de carga.
El peso extra de las baterías obliga a disminuir el tamaño de otro componente esencial: la placa fotovoltaica para recargarla. Debido a ello y a la gran potencia de emisión de la antena gigante en banda L, el satélite puede obtener un máximo relativamente bajo de imágenes/día, en el orden de centenares, a diferencia del Alos Daichii 2 japonés hoy en vuelo. Por prestaciones, nuestro Saocom 1A se parece más al Alos Daichii 1, ya desorbitado hace años. Y la JAXA (la Agencia Espacial Japonesa) empezó a diseñar su primer satélite radar L después que nosotros.
Pero la ventaja fundamental del Saocom sobre el satélite japonés, a la hora de vender imágenes, es la combinación de bandas X y L que permite la constelación SIASGE con la Agenzia Spaziale Italiana, que suministra a la misma sus aparatos Cosmo-Skymed. La operación conjunta aúna la resolución prácticamente militar de los satélites italianos en banda X con la penetración de terreno y sensibilidad ante el agua del nuestro.
Hay grandes expectativas entre expertos en prevención y gestión de desastres por un lado, y entre autoridades y empresas del área agropecuaria, por otro. Jamás habremos tenido una imagen tan panorámica del agua sobre y debajo del suelo, en los niveles freáticos. Pero qué nuevos diagnósticos de la superficie podrá dar la constelación sólo se sabrá cuando con la aparición del Saocom 1A éste empiece a existir como tal, y empiecen a detectarse cosas nuevas que no se veían en imágenes ópticas o la de otras bandas de radar. La constelación es realmente una solución en busca de problemas; si hay que tomar otras tecnologías disruptivas como norma histórica.
La antena en sí, con sus 35 m2, es una hazaña de ingeniería espacial a la que por ahora sólo se atrevieron la JAXA de Japón y nuestra CONAE.
Y éste es el primer lanzamiento que concretaría la CONAE en la gestión del actual gobierno.
El Saocom 1A y su hermano el 1B son aparatos de observación no ópticos y activos: no miden pasivamente la luz solar reflejada o la radiación infrarroja emitida por la superficie. Por el contrario, deben «iluminar» la superficie con pulsos de microondas emitidos por el propio satélite, y luego «escuchar» sus ecos y transformarlos en información capaz de generar imágenes. La banda L corresponde a una longitud de onda bastante grande (hasta 30 cm) que requiere de mucha potencia de emisión: de ahí el tamaño descomunal de la antena en la carga útil, o la gran capacidad de baterías en la plataforma de servicios. La contraparte italiana de la constelación, al emitir en longitudes más reducidas, con menor potencia y desde antenas menores, fue un desafío considerable para ASI, que logró resolverlo en 6 años, pero el de la CONAE fue bastante mayor. Eso también explica la larga demora constructiva de los Saocom. Y que sólo Japón tenga hoy un satélite-radar L similar. El máximo constructor mundial de satélites, EEUU, tiene decenas de radares orbitales pero nunca se metió con la banda L.
¿Qué significa esto de tener un satélite que «crea» su propia iluminación de la Tierra? Que se puede observar la misma aún de noche o cuando ésta queda cubierta por nubes de tormenta. De haber sido lanzado antes de 2003 (una de las primeras fechas que no pudieron cumplirse), el SAOCOM 1A podría haberle dado argumentos al Instituto Nacional del Agua para que éste hiciera que el gobernador de Santa Fe dinamitara el viaducto Rosario-Santa Fe. Esa construcción actuó como dique y provocó la catastrófica inundación de esta última ciudad. En aquellos años no había en el mundo ningún satélite capaz de medir la ingente cantidad de agua acumulada por 2 meses seguidos de lluvia en la alta cuenca del río Salado del Norte.
Pocos años después, la contraparte japonesa del Saocom 1A, el Alos Daichi I, salvó una aldea japonesa de montaña de ser sepultada por un deslave, al medir el exceso de agua infusa en las arcillas de la pendiente donde estaba construida. La evacuación preventiva impidió centenares de muertes. La propia JAXA, deseñadora y propietaria del satélite, se sorprendió con esta capacidad de diagnóstico.
Este equipo brindará a organismos públicos información de incendios, erupciones, terremotos, avalanchas y derrumbes. Pero en el día a día, que no siempre es catastrófico, ofrecerá servicios al agro para el monitoreo de crecimiento de cultivos. ¿Cuánta agua hay en el suelo? ¿Está al alcance de las raíces? ¿Hay que cosechar ahora porque la napa está demasiado superficial, y la primera lluvia puede transformar el suelo en un barrizal? ¿Cuándo es mejor sembrar? ¿Y cuándo fertilizar de modo que el nitrógeno y/o el fósforo se absorban en la tierra, sin peligro de ser lavados por encharcamiento?
Cuando la CONAE lanzó el SAC-C en 2000 el campo argentino todavía no estaba preparado para absorber y utilizar la cantidad de información cientifica que suministró este satélite durante 13 años (debía durar 5, pero estaba muy bien hecho y operado).
Hoy la situación ha cambiado. Las entidades del agro argentino deberían apoyar de un modo material y concreto a la CONAE para que ésta siga diseñando satélites-radar en banda L. Como dijo un climatólogo asesor de la Bolsa de Valores de Rosario: «Desde los ’80 somos LANDSAT-dependientes (por los satélites estadounidenses LANDSAT de observación óptica), pero imágenes de radar en banda L por ahora sólo tienen los japoneses, y su único satélite está ocupado en asuntos de ellos». Los SAOCOM, por défault de las potencias espaciales, obligan al «compre nacional» no sólo al agro argentino, sino al del resto del mundo… durante un tiempo. La audacia de la CONAE al trazar una misión tecnológicamente tan difícil generará un nicho de mercado totalmente nuevo en imágenes espaciales. Y por ahora lo tendrán Argentina e Italia. El creador de todo esto, Conrado Varotto, hoy emérito en la CONAE, le acaba de ganar una vez más al escepticismo de nuestros «colonizados mentales» (palabras de él).
Los nuevos satélites-radar de onda larga que hagamos tendrán que ser totalmente novedosos: los componentes electrónicos con que se hicieron los SAOCOM han desaparecido del mercado hace más de una década.
La CONAE es una de las agencias científicas más afectadas por la poda presupuestaria que informamos hoy en AgendAR.
AgendAR explicó porqué la Argentina necesita el SAOCOM aquí.