Las tormentas del AMBA son cada vez más extremas y frecuentes

Las lluvias históricas del AMBA ya son cosa común. Sobre los cinturones quinto y sexto del Noreste cayeron 400 mm. en 36 horas. Hoy allí hay unos 3000 evacuados, nadie contó los muertos y se dice que fue un fenómeno histórico.

«Histórica tu abuela», dice la historia reciente. Desde 1985, sobre la mayor megalópolis del país desfilan tormentas “históricas” de otoño en la mayor megalópolis del país son cada vez más frecuentes y peores. Lo mismo vale para las sequías y las olas de calor.

A tal clima extremo no se lo llamar “la nueva normalidad”. Es que no sabemos cuáles son los máximos y mínimos esperables en temperaturas, precipitaciones o velocidad del viento, por ende tampoco la nueva media, si hay alguna. Aunque según el presidente Javier Milei el cambio climático no existe, no hay existen techo ni piso meteorológicos. Todo está en cambio, y no para mejor.

La lluvia histórica todavía insuperada sigue siendo la del 30 y 31 de mayo de 1985, con 350 mm. desplomados sobre la entonces llamada Capital Federal en unas 20 horas. La capacidad máxima de evacuación del alcantarillado urbano andaba en 60 mm. por hora, pero era teórica y sólo sucedió en zonas altas.

Ergo, aquel día murieron 14 porteños, mayormente en el cauce soterrado del arroyo Maldonado, algunos ahogados dentro de sus autos sumergidos hasta el techo, y otros de pie y arrastrados por las correntadas. Uno incluso murió tragado por una boca de tormenta destapada por la presión hidráulica del arroyo Vega, en pleno Belgrano.

No hay porteño que entienda la causa de semejantes riadas, pero es newtoniana, geográfica y simple: el agua sigue las pendientes por gravedad, y Buenos Aires, lejos de ser una mesa de billar, se asienta en la Pampa Ondulada.

Sólo los ciclistas de Rappi y los inmobiliarios entienden este relieve. Unos lo sufren pedaleando como titanes, los otros ganan plata vendiéndote departamentos en cañadas y bajíos donde jamás debió construirse. Todo el Bajo Flores, en tiempos de Uriburu, era una laguna permamente donde los pibes cazaban patos. Devoto está a 27 metros sobre el nivel del mar mientras que Palermo, el Bajo Belgrano o La Boca se han desplegado sobre tierras de relleno a un metro BAJO la cota marina. En esos 28 metros de desnivel cabe entero un edificio de 9 pisos.

Las barrancas de Recoleta, de Retiro y las del Parque Lezama supieron tener los pajonales del Plata al pie hasta comienzos del siglo XX. En aquellas orillas barrosas desembocaban los 11 arroyos de la Capital, fácilmente inundables incluso con las lluvias de hasta los años ’60. Rara ra vez excedían los 80 mm. por día. Pero desde entonces, donde antes se pescaban bagres, tarariras y bogas, hoy hay torres de 20  o 30 pisos, como las del Bajo Belgrano o las de Puerto Madero.

Y aunque en treinta años van a ser accesible por canoa, hoy los derpas con vista al río no se regala. Serán excelentes para ver el río desde el río.

De los arroyos porteños, 10 discurren en la clandestinidad. Son respectivamente el Medrano, el Vega, el Maldonado, el Cildáñez y otros menos conocidos como el White, el Radio Antiguo, el Ugarteche, el BocaBarracas, el OchoaElía, el Erézcano y el LarrazábalEscalada. Nadie nacido antes de los años ’30 los ha visto con sus ojos, por techados, aunque sí olido con sus narices: hieden bastante. La Municipalidad porteña los tapó de hormigón y loteó sus cauces de inundación, que abarcan distancias de hasta 400 metros de cada orilla. Las inmobiliarias, los intendentes y los consejos deliberantes volvieron estas orillas bajas en tejido urbano denso e impermeable.  

El único arroyo que se salvó de ser intubado es el mayor de todos, el Riachuelo: es que con 6 m3 por segundo de caudal promedio, fue el único puerto de la ciudad y zona de astilleros de construcción y reparaciones, y de barracas de ultramarinos durante casi 4 siglos. La Boca del Riachuelo fue la mayor concentración de poder comercial y logístico del país, un sitio de talleres y trabajo fabril donde las camisas se vendían arremangadas. Por algo los xeneixes, propietarios de esa zona, trataron el 23 de agosto de 1870 de constituir ambas orillas del Riachuelo en república independiente de la Argentina, un protectorado bajo ley del rey Humberto de Saboya, muy al estilo de la República de San Marino.

No era imposible una secesión: la Boca estaba más unida al Atlántico que a la ciudad, de la cual la separaban un kilómetro y medio de pantanos y pajonales derramados por la desembocadura del Riachuelo. La habitaban exiliados genoveses garibaldianos y carbonarios acostumbrados al combate y la derrota. Su conexión con aquella salvaje república adjunta, es decir la Argentina, constaba de un par de caminos sobre terraplenes.

Como a Italia le sobraba industria pero le faltaban colonias y el estuario del Plata venía de 4 bloqueos navales en 64 años (uno brasileño, dos ingleses, y otro anglofrancés), don Julio Argentino Roca, ministro de Defensa de Nicolás Avellaneda, se tuvo que tomar la cosa en serio y mandarse al frente dos regimientos de línea. Tras tres días de mirarse fijamente con argentinos veteranos y morochos, armados hasta la dentadura y cruzados de cicatrices de decenas de guerras civiles, los genoveses separatistas abandonaron sus barricadas y fusiles y regresaron a sus casas y negocios.

Aquí no pasó nada. Ponele.

Como buenos italianos, los xeneixes acordaban en desacordar entre sí, unos usaban la bandera celeste de los Saboya, y otros más republicanos y garibaldianos, otra blanca con una herradura de la buena suerte. Y en el centro, una mano desafiante haciendo los cuernos al enemigo.

La verdadera fortaleza militar de la República de la Boca eran los pantanos que la rodeaban, su salida al Plata y la industria naval de Italia, que la volvían la 5ta fabricante mundial de acorazados. Los Saboya ya se fueron, pero los pantanos no mucho, y con cada crecida del Riachuelo el barrio se inunda hasta la avenida Patricios.

Pasa un poco lo mismo con los viejos cuerpos de agua de la ciudad: reaparecen como diciendo «Hola, querida, ya volví». El Bajo Flores y algunos de los arroyos, fueron entubados a la que te criaste por intendentes más difuntos que los faraones, y para aguantar lluvias parejitas como las de los años ’40. Sólo que estamos en otro siglo y cambiaron la cantidad y el modo de llover.  

Así está la Ruta 41 entre San Antonio de Areco y Baradero
La RP 41 hecha una laguna entre Baradero y Zárate. La firma Techint tapó con una fábrica la salida del arroyo al Plata del Arroyo de la Cruz.

En la localidad de Campana la subida del nivel del agua dejó barrios totalmente anegados
En la localidad de Campana la subida del nivel del agua dejó barrios totalmente anegados, gentileza de Techint. Foto de Nicolás Suárez – LA NACION

En mayo del ’92 cayeron 189,5 mm, pero repartidos a lo largo de 9 días. Siete años después, en febrero de 1999, cayeron 197 mm en la misma cantidad de días. En 2003 se alcanzaron 403,3 mm en 16 días. En 2007 cayeron 179,2 mm.

La tendencia es que las tormentas bravas en serio se arman en otoño, o en inmediaciones del otoño. El 24 de marzo de 2004 se registró el primer huracán extratropical del Atlántico Sur, al menos desde la existencia del Servicio Meteorológico Nacional. Se lo llamó el de Santa Catarina, porque el ojo de la tormenta se formó frente ese estado brasileño gaúcho, al que devastó. Pero los vientos y marejadas dejaron 20 muertos en Uruguay, y aventaron por el aire a cantidad de autos en sitios expuestos como la ruta 9 en Argentina. La velocidad continua del viento anduvo en los 120 km/hora, y las ráfagas llegaron a 155, con lo que este fenómeno ingresó el día 28 en el primer peldaño de la escala Saffir-Simpson, de 5 grados.

Para que ocurra un huracán extratropical en el Atlántico Sur, tiene que suceder algo sin antecedentes: el agua del mar frente a Brasil, tiene que llegar a entre 26 y 28 grados hasta una profundidad de 100 metros. Almacena una cantidad de energía térmica fantástica.

Esta energía térmica va a generar corrientes ascendentes de evaporación, que con el giro de la Tierra van a rotar en sentido horario. Con la energía suficiente, esas térmicas suben hasta la estrafósfera, contra la cual se aplastan como cabezas de un hongo, y eventualmente la perforan la tropopausa e invaden la estratósfera. Allí las temperaturas de hasta 50 grados bajo cero pueden transformar el vapor ascendente en gotas supercríticas, y a éstas en piedras de granizo.

No todas las piedras llegan a bajar a tierra en estado sólido. Lo normal es (o era) que en la caída volvieran a estado líquido y se desflecaran en lluvias. Pero no siempre.

El 21 de julio de 2006 sucedió esto a una escala nueva. A eso de las cuatro de la tarde, con el tránsito urbano a pleno, se esperaban lluvias fuertes pero sucedió otra cosa. En solo 20 minutos cielo se pudo color verde oscuro y vomitó una pedrea de bloques de granizo de hasta 10 centímetros de diámetro.

Las casas con tejado rojo del AMBA central y norte salieron con la mitad o más de las tejas y claraboyas destruidas, 7600 taxis porteños perdieron sus parabrisas y lunetas y quedaron poceados de bollos en sus techos, capots y baúles. El mismo destino corrieron 29.000 automovilistas y choferes de colectivos, y los jets de pasajeros estacionados en pista en Aeroparque. Esos millones de pelotas de hielo durísimo venían de al menos 16.000 metros de caída casi libre, sin mayor freno aerodinámico.

Pasada la granizada tan bruscamente como había empezado, la gente salió a patios y calles recoger piedras para guardarlas en el freezer y mostrárselas a los amigos y vecinos como trofeos: el porteñismo al palo. Cortadas al medio, parecían cebollas. Presentaban una estructura interna de capas sobre capas de hielo de distinta dureza, refracción y transparencia.

Es evidencia de que se habían ido formando corteza sobre corteza a medida que ascendían y caían, pero las corrientes térmicas ascendentes, que en una nube de pared pueden llegar a 500 km/hora, las volvían a levantar hasta la estratosfera, donde recibían sucesivos recapados de hielo vítreo.

En algún momento las térmicas ascendentes aflojaron, o el peso de las piedras se volvió excesivo y lograron por fin caer a tierra, sin preaviso y todas juntas. Literalmente, ametrallaron la ciudad.

El AMBA quedó traumado. Faltaron tejas de reposición en todos los corralones de materiales, y se vendían a precio de abuso. Los parabrisas y lunetas de repuesto desaparecieron de la calle Warnes, aunque los podías conseguir por izquierda a diez veces el precio habitual. Los chapistas especializados llamados «sacabollos» se hicieron ricos y les tenías que pedir turno con antelación. Y por primera vez, las aseguradoras de daños a edificios y autos incluyeron daño por granizo en los seguros de mediano precio.

No hubo muertos reportados, pero sí ciclistas y motoqueros que se salvaron porque tenían casco, y peatones que no terminaron con la crisma rota porque los protegió el follaje de los árboles perennes.

En esos 20 minutos la forestación urbana quedó hecha picadillo, como mate derramado de bolsa de arpillera, y tapó las bocas de tormenta, Con ello, algunas calles se inundaron de banda en banda en un abrir y cerrar de ojos. Nadie, por muy viejo que fuera, recordaba un caso semejante, y los archivos históricos de los diarios del AMBA tampoco.

El SMN había dado alerta temprana de que se venía una tormenta brava, pero los meteorólogos no se imaginaron hasta qué punto de brava. Por lo demás, particularmente desde que el presidente Carlos Menem cerró más de 10.000 km. de vías férreas y unas 1000 estaciones, donde el jefe tenia la obligación de tomar tres veces por día los datos meteorológicos relevantes (lluvia, humedad, temperatura, velocidad y dirección del viento) y transmitirlos por telégrafo o teléfono al SMN.

Los nuevos concesionarios privados de las líneas férreas no se sintieron obligados a continuar con esa tradición.

Dado que las líneas férreas cubrían todo el país, a excepción de los 750.000 km2 de la estepa patagónica, el SMN y el Instituto Nacional del Agua (INA) perdieron 1000 puntos de recolección de datos de terreno en tiempo casi real. La desastrosa inundación de Santa Fe Capital en 2003, con entre 70 y 130 muertos según quien cuente, fue una consecuencia directa de la falta de información sobre la alta cuenca del Bermejo/Salado, que tiene la misma superficie que toda Inglaterra.

Contribuyó también la negativa del gobernados Carlos «Lole» Reutemann a darle curso al pedido del SMN, el CONICET y el INA de dinamitar el terraplén de la autovía Santa Fe-Rosario para que el Salado pasara libremente por el costado oeste de la capital provincial, en lugar de inundarla de repente.

Reutemann les preguntó a los cientificos si tenian imágenes satelitales que probaran que la alta cuenca del Salado se había vuelto un lago. Le contestaron que hacía dos meses que ningún satélite óptico lograba fotografiar la zona, tapada por continuas nuebes de tormenta. Pero los datos del INA sobre el terreno indicaban que se venía una bajada brava, como la de 1873.

Reutemann contestó que un gobernador no dinamita rutas, y menos en elecciones. Logró ser un subcampeón crónico de la Fórmula Uno internacional, un hacendado con plata y gobernados del PJ antes y después de la inundación, pero no fue nunca tuvo gran aprecio por los científicos. Salvó su imagen bajando gente subida a los tejados en su propia lancha, convenientamente seguido por las cámaras de televisión. El heroísmo criollo al palo.

¿Suena parecido al obrar del idiota que este año echó a la calle al 15% del personal del SMN? En consecuencia, los investigadores restantes hoy no se atreven a hablar del cambio climático, porque el presidente Milei es mucho peor que Reutemann, Dios lo tenga en su gloria.

TODO LO QUE UD. QUIERA SABER SOBRE LOS FRENTES FRÍOS

Los frentes fríos son masas de aire de muy baja temperatura que avanzan sobre masas preexistentes de aire cálido y húmedo. Se llaman «frentes» porque ambas masas no se mezclan: una empuja y la otra retrocede, o viceversa. El aire frío es más denso y pesado que el húmedo, y se infiltra por gravedad bajo el aire caliente y húmedo, y lo levanta hasta que se condensa en una línea de nubes de lluvia, y evantualmente, de granizo.

El ascenso del aire caliente y el descenso del frío son bastante violentos, y generan corrientes ascendentes y descendentes que le pueden arrancar tranquilamente las alas a un avión de línea. Los pilotos profesionales a esos los llaman «frentes de turbonada» y los evitan como la peste. Si les dan los motores, saltan por encima de la tormenta, subiendo a 14.000 o más metros de altura, pero es más normal y menos riesgoso intentar «rodear» el frente y pasarle por algún costado.

Pero un frente como Dios manda puede medir miles de kilómetros de ancho. Lo recomendado es pegar la vuelta y aterrizar en el primer aeródromo con una pista de al menos 1900 metros de largo, capaz de soportar el descenso de un jet. Para ser prudente sobra tiempo: los frentes fríos rara vez avanzan a más de 50 kilómetros por hora, porque la masa de aire cálido les hace resistencia.

Pero en 1997 la línea aérea Austral se había vendido a Iberia, junto con Aerolíneas Argentinas, y los españoles querían pilotos obedientes, que salieran siempre aunque el SMN pronosticara eventos jodidos, y eso para diferenciarse de la vieja Aerolíneas, mas proclive a no matar pilotos y pasajeros.

Así las cosas, el vuelo 2553 desde Aeroparque a Montevideo salió a como fuera, e intentó atravesar un frente de turbonada por el medio. Sacudido como una coctelera por las ascendentes y descendentes y sin bajar la velocidad porque los instrumentos estaban deteriorados, el avión perdió las alas y cayó de punta desde unos 7000 metros de altura. Se clavó de nariz en los alrededores de Fray Bentos, Uruguay, con 74 muertos. La deben haber pasado muy mal en el minuto y monedas que duró esa picada.

Lo raro no son los frentes fríos que vienen desde el Pacífico chileno, con un ancho de miles de kilómetros. Tampoco es raro que causen tormentas secas o lluviosas a su paso. Todas ocurren en la línea de encuentro con otra masa de aire cálido, a la que normalmente empujan hacia el norte hasta que se les acaba la energía.

Lo extraño de la situación que acaba de ocurrir este otoño de 2025 es doble. Primero, que el frente frío coincida con una lengua de aire muy cálido, angosto y cargado de humedad que llegó viboreando desde el norte. Parece haber sido más un «río atmosférico» que un verdadero frente cálido. El concepto meteorológico de río atmosférico nació en los EEUU en los años ’90, y no forma parte del vocabulario común, incluso en los comunicados del SMN.

Que en temporada fría un río atmosférico cálido llegue desde el Amazonas tan hacia el sur como Buenos Aires es bastante novedoso, pero si pasamos la película para atrás, desde 1985 ya no lo es tanto. Cosas del recalentamiento global, del que está prohibido hablar pero sucede igual.

Las tormentas otoñales pueden ser muy desastrosas. Además de la lluvia histórica de 1985, la de 1997, la de 2003 y la pedrea de 2006, las cosas estuvieron bravas y murió gente y se perdieron casas, autos y barrios.

Sólo en 2013 hubo algo parecido al evento que acaba de suceder en el AMBA del noroeste. En aquella tormenta las cosas fueron peor: el frente frío tenía menos energía y no logró avanzar hacia el norte y desplazar al río atmosférico. La tormenta resultante de ese «frente ocluído», o «estacionario», se estacionó sobre el sur de Baires cuatro días seguidos.

En esos cuatro días inacabables derramó más de 300 mm y el 2 de abril el arroyo platense El Gato, un cauce miserable intraurbano, no intubado y sucio, que normalmente se atraviesa mojándose los pantalones hasta la rodillas, se volvió de pronto un río incontenible que partió la ciudad en dos y ahogó a unos 89 vecinos ribereños, muchos de ellos viejos y chicos que no lograron salir de sus camas o treparse a algún techo.

TODO LO QUE UD. QUISO SABER LOS LOS PECHOFRÍOS

La desidia gubernamental y municipal logra cosas extrañísimas, como inundaciones relámpago (flash floods), típicas de zonas de montaña, en llanuras bastante chatas. El que sea médium, que le pregunte a Reutemann, que inauguró la primera de éstas en Santa Fe. Las de la llanura bonaerense también tienen nombres y apellido, y los responsables están vivos y gozan de buena salud.

Las crecidas típicas de llanura pueden causar daños materiales, pero son lentas y dan tiempo a que la gente escape. Siempre es así, salvo que los poderes públicos se están rascando los huevos. El radar de Ezeiza, marcha Cuchuflito, no detectó nada: estaba fuera de servicio.

78 muertos en la inundación de La Plata en 2013 es una cifra dibujada del Poder Judicial. Nadie quiso contarlos en serio, ni el intendente platense Pablo Bruera ni el gobernador bonaerense, Daniel Scioli. Bruera twitteó estar al frente de la defensa ciudadana, cuando según Facebook estaba en una playa de Brasil.

Scioli, por su parte, dibujó 54 muertos, entre ellos ningún chico. Semanas después el juez en lo Contencioso Administrativo, Luis Arias, comprobó 204 víctimas fatales, incluidos algunos dobles entierros (dos difuntos en la misma fosa bajo un único nombre). Arias amplió la lista chica del motonauta con los inundados fallecidos por frío, por infartos al miocardio y por infecciones secundarias a las inundaciones, como la leptospirosis.

El resultado fue que a Arias la siguiente gobernadora, María Eugenia Vidal, le hizo un «jury» y lo echó del cargo.

Entre el 7 y al 8 de abril de 2014 hubo otra novedad. El choque de un frente frío y otro cálido fue rápido y letal: causó cuatro tornados que arrasaron los partidos del oeste porteño, avanzando en curvas perfectamente paralelas desde desde Tigre hasta Avellaneda en tres horas.

A su paso, los tornados destecharon miles de casas, inundaron o revolearon al menos 300 autos, dejaron sin agua ni electricidad durante meses a los partidos del oeste y mataron a más de 70 personas. Como novedad, en los centros de los tornados no quedó casa con techo, auto sin revolear o poste de luz sin voltear, pero a diez metros de distancia las estructuras estaban casi intactas, aunque inundadas y en apagón.

Lejos de movilizar al Ejército para ayudar a los vecinos, como en La Plata, la Bonaerense desapareció el mapa y los vecinos se armaron de revólveres y escopetas para hacer guardias y evitar saqueos.

Fue sólo entonces que a Cristina Kirchner le cayó la ficha del cambio climático. Su gobierno reaccionó tardíamente, pero en esta ocasión lo hizo, y bajo dirección del SMN y el Ministerio del Interior se encargó a INVAP el desarrollo y construcción del SINARAME (Sistema Nacional de Radares Meteorológicos), la primera red de radares meteorológicos de Sudamérica.

Se desplegaron 19. Estos radares interconectados en banda C y pueden detectar tormentas grandes a 400 km. de distancia, si éstas, en lugar de quedar ocultas bajo la redondez de la Tierra, tienen suficiente energía y altura como para sobresalir de la línea del horizonte. Tormentas con menos polenta, que no sobresalen del horizonte, se detectan y se miden bien a 240 km.

Como los radares del SINARAME operan en red federal y los frentes fríos avanzan a no más de 50 km/hora, si la situación viene peluda se pueden generar alertas regionales de hasta 8 horas, e ir corrigiéndolos a medida que la turbonada avanza, y crece, o se frena. Con la Dra. Celeste Saulo al frente del SMN, los argentinos empezaron a darle bola a las advertencias del SMN.

Todo aquel que puede pone su auto a cubierto en un garage, y los vecinos de las calles bajas ponen compuertas en las entradas de sus casas para atajar el oleaje causado por los colectivos. La gente trata de no salir de sus casas o del trabajo hasta que las cosas no se normalizan. Se evitan muertes.

Los del SINARAME son radares de última generación, capaces de discernir si la tormenta trae lluvia o granizo, y de qué tamaño, e incluso detectan ceniza volcánica proveniente de los volcanes chilenos. No es chiste: la ceniza del volcán Hudson en 1992 sepultó casi entera hasta la costa a la provincia de Santa Cruz, e incluso complicó la navegación aérea en el centro del país. La ceniza es básicamente vidrio molido a grano ultrafino, y lija los álabes de turbinas aéreas hasta incendiarlas en pocos segundos.

Los próximos radares de la Etapa III del SINARAME iban a ser Alejandro Roca (Córdoba), Santa Rosa (Mendoza), Santa Isabel (La Pampa), Tostado (Santa Fe), Ituzaingó (Corrientes), y Las Lajitas (Salta). 

Digo «iban» porque las cosas van mal desde que el gobierno de Mauricio Macri interrumpió el despliegue de la red. Lo hizo con el sencillo procedimiento de no pagarle un mango a INVAP por los radares ya entregados al SINARAME y al Ejército Nacional. La puso al borde de la quiebra, y pagando sueldos y deudas en cuotas y con atrasos. Se declaró fanático DEL INVAP, pero le debía entre 800 y 1400 millones de pesos, según quién cuente. Esto causó escándalo hasta dentro del PRO.

Cuando un tilingo no entiende a la empresa INVAP y cree que es un inocuo instituto, la suele llamar «el INVAP», aunque sea la exportadora de reactores nucleares más respetada del mundo y el único fabricante de radares y satélites de la región. Como mano derecha de Macri, Marcos Peña Braun visitó INVAP en Bariloche en 2018 para explicarle a la empresa que debía vivir del mercado y no del estado, y fue patoteado por los periodistas en el aeropuerto.

Marcos Peña Braun tenía 18 parientes nombrados en el estado.

Los gobernadores actuales, incluso los libertarios, son menos nabos que el difunto Lole y que Macri, y piden a gritos cobertura de radar para sus respectivas provincias. Se acuerdan de Scioli, quien gracias a su inundación de 2013, perdió las elecciones nacionales por un punto y monedas.

El gobierno de Alberto Fernández retomó el SINARAME con desgano, con la consecuencia de que en abril de 2025 y por inercia administrativa se inauguró por fin el de la estación del aeródromo de Bolívar. Este radar de INVAP da cobertura en las ciudades bonaerenses de Azul, Olavarría, Tandil, Pigüé, Trenque Lauquen, América, General Villegas, Chivilcoy y Las Flores.

LA VUELTA DEL GATO

Los radares nacionales de INVAP cuestan U$ 5 millones, en lugar de los U$ 15 millones habituales de la competencia de los países de la OTAN. Tienen además la ventaja de la repuestería y la reparación locales. Y obviamente, son exportables. Pese a ello, o tal vez por ello, en 2018 el entonces gobernador de la CABA, Horacio Rodríguez Larreta, instaló en radar meteorológico alemán, en banda X (una frecuencia distinta de la usada por el SINARAME) y fuera de la red. Su precio no se divulgó. Está ubicado en el barrio de Chacarita. Excepcionalismo porteño al palo.

Con o sin radar, si los intendentes y gobernas no hacen nada en materia de prevención e infraestructura hídrica, las tormentas severas les arrasan las ciudades.

Los frentes fríos son aire polar. Vienen en general desde la Patagonia, justamente la ecorregión menos cubierta del país.

La iniciativa del SINARAME no se retomó. Pero Milei transformó a INVAP de Sociedad del Estado, muy difícil de privatizar, a Sociedad Anónima Unipersonal, bastante más privatizable.

No es imposible que Westinghouse la quiera comprar para liquidarla.

Volvé, Gato, te perdonamos. Y no nos referimos al sucio arroyo platense.

Daniel E. Arias

Genes actuales indicarían una migración humana a América: desde Siberia, hace 14.500 años

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Durante milenios, la historia del poblamiento de América estuvo envuelta en enigmas, teorías incompletas y restos fragmentarios. Sin embargo, una nueva investigación genómica ha logrado lo que hasta hace poco parecía imposible: trazar, con asombroso detalle, el viaje más largo que haya hecho nuestra especie desde su salida de África. Y es en esta travesía, que se extendió desde las estepas heladas del norte de Asia hasta los confines del sur de América, donde se esconden las claves de un capítulo crucial de nuestra historia compartida.

Gracias a la secuenciación de más de 1.500 genomas pertenecientes a 139 pueblos indígenas poco estudiados, un equipo internacional ha reconstruido cómo se diversificaron los primeros habitantes del continente americano. Estos datos revelan que los seres humanos llegaron al extremo sur de Sudamérica, concretamente a la región de la actual Patagonia, hace al menos 14.500 años. Una odisea que no solo desafía las fronteras geográficas, sino también muchas de las ideas preconcebidas que hasta ahora manejaba la arqueología.

De Siberia al fin del mundo

La historia comienza en el último gran máximo glacial, hace unos 26.000 años, cuando el mundo estaba sumido en una era de hielo. En ese contexto, grupos humanos comenzaron a moverse desde el norte de Eurasia hacia el este, alcanzando Beringia, una vasta región que conectaba Siberia con Alaska y que hoy permanece sumergida. Aquellos primeros migrantes no sabían que estaban a punto de iniciar la más extensa dispersión humana jamás registrada.

La nueva investigación ha determinado que durante este proceso ocurrieron al menos tres grandes divisiones poblacionales. La primera se dio entre 26.800 y 19.300 años atrás, marcando la separación entre los antecesores de los nativos americanos y sus parientes eurasiáticos. Más adelante, entre 17.500 y 14.600 años, se produjo una segunda escisión, cuando algunos grupos que habitaban América del Norte comenzaron a avanzar hacia el sur.

Finalmente, en un corto pero crucial intervalo de tiempo —entre 13.900 y 10.000 años atrás—, estos migrantes se fragmentaron en cuatro linajes claramente definidos: amazónicos, andinos, chaqueños y patagónicos. Cada uno de ellos se adaptó a regiones de Sudamérica tan diversas como la selva húmeda, los Andes, las llanuras secas del Chaco o los inhóspitos parajes australes. Lo extraordinario es que este proceso de diversificación se produjo con una rapidez evolutiva sorprendente, influenciado por barreras naturales, climas extremos y, más adelante, la llegada de los europeos.

Ascendencia genética y diversidad nucleotídica
Ascendencia genética y diversidad nucleotídica: los colores muestran las distintas ascendencias genéticas estimadas a partir de datos de secuenciación completa del genoma en poblaciones humanas actuales. Los países sin información disponible aparecen sin colorear. El tamaño de los círculos representa la diversidad nucleotídica media de cada población. Fuente: Science (2025)

Aislamiento, diversidad genética y una trampa evolutiva

Uno de los hallazgos más reveladores del estudio es la drástica reducción de la diversidad genética entre los pueblos indígenas de Sudamérica, especialmente en comparación con sus ancestros siberianos. Este fenómeno tiene una explicación lógica: el aislamiento geográfico. Las enormes distancias, las cordilleras, las selvas impenetrables y los desiertos actuaron como muros naturales que limitaron el contacto entre las poblaciones durante milenios.

Esta baja diversidad genética tiene implicaciones que van más allá de la mera curiosidad científica. En particular, los investigadores se centraron en los genes del complejo HLA, fundamentales para el sistema inmunológico humano. En condiciones normales, una mayor variedad de estos genes protege mejor frente a enfermedades, al permitir una respuesta inmunitaria más versátil. Pero en las poblaciones indígenas sudamericanas, este repertorio genético resultó alarmantemente reducido.

Las consecuencias fueron dramáticas. Cuando los colonizadores europeos llegaron en el siglo XVI, trajeron consigo enfermedades para las que los pueblos originarios no tenían defensas. La viruela, el sarampión y otras dolencias causaron estragos. La vulnerabilidad inmunológica provocada por siglos de aislamiento genético contribuyó a la caída de civilizaciones enteras, muchas veces sin necesidad de armas ni batallas.

Un legado genético en peligro de desaparecer

Otro aspecto inquietante del estudio es la constatación de un declive demográfico constante en los últimos 10.000 años entre los pueblos sudamericanos. En particular, los patagónicos —herederos de los migrantes que completaron el último tramo del viaje— han sufrido una reducción poblacional de hasta un 80% desde sus máximos históricos. Algunas comunidades, como los Kawésqar, están al borde de la extinción cultural y biológica.

Pero el problema no es solo del pasado. La medicina moderna aún arrastra un sesgo de origen: la mayoría de los fármacos y tratamientos han sido diseñados a partir de estudios en poblaciones de ascendencia europea. Esto deja fuera del radar a los pueblos indígenas, cuyas particularidades genéticas pueden provocar reacciones adversas a ciertos medicamentos o una eficacia reducida. En otras palabras, el desconocimiento genético también puede ser una forma de exclusión sanitaria.

Este nuevo mapa genómico, desarrollado a partir de la iniciativa GenomeAsia 100K, ofrece una herramienta poderosa para corregir esta injusticia. Al comprender mejor los perfiles genéticos de estas poblaciones, se abren nuevas posibilidades para una medicina personalizada que respete su singularidad.

Reescribiendo la historia humana

Hasta ahora, gran parte del conocimiento sobre las migraciones prehistóricas hacia América se había basado en restos arqueológicos y algunas muestras de ADN antiguo. Pero este nuevo enfoque, que combina genomas contemporáneos de alta resolución con datos arqueológicos y climáticos, proporciona una narrativa más robusta y detallada.

Lejos de ser una simple curiosidad académica, este trabajo tiene profundas implicaciones: cambia nuestra manera de entender los orígenes de las culturas americanas, cuestiona las categorías tradicionales y nos obliga a reconsiderar qué significa ser indígena hoy. Además, aporta una visión menos eurocentrista de la historia, en la que los pueblos originarios no son meros receptores pasivos del pasado, sino protagonistas de una gesta extraordinaria que desafió glaciares, océanos y continentes.

El rastro de esta migración —esculpido en genes, huesos y paisajes— nos recuerda que la historia de la humanidad es también una historia de movimiento, adaptación y resistencia. Y que, en las huellas de los primeros americanos, aún hay mucho por descubrir.

Christian Pérez

El Pentágono advierte sobre satélites chinos «en maniobras de conbate» en el espacio

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El general Michael Guetlein, vicejefe de operaciones espaciales de la USSF (Fuerza Espacial de los Estados Unidos), ha calificado de «combate aéreo en el espacio» un escenario del todo inesperado. Han sido observados «cinco objetos diferentes en el espacio maniobrando dentro, fuera y alrededor uno del otro en sincronía y bajo control».

Esto les ha llevado a creer que China está practicando maniobras coordinadas con sus satélites para realizar operaciones espaciales en órbita de un satélite a otro. Y estas operaciones confirman que la «brecha de capacidad con Estados Unidos se ha reducido», dijo Guetlein en la Conferencia Anual de Programas de Defensa McAleese, amenazando la superioridad espacial americana.

Esta es la primera vez que se observan esta clase de movimientos. Y también hay satélites chinos que acechan a activos espaciales estadounidenses.

Solía haber una diferencia considerable entre EE.UU. y sus competidores, «impulsada principalmente por el avance tecnológico de Estados Unidos», dijo Guetlein. Pero «se ha reducido significativamente, y debemos cambiar nuestra perspectiva sobre el espacio, donde esa brecha de capacidad podría revertirse y dejar de ser los favoritos». Y esto coincide con un momento en que la USSF está estudiando la capacidad de interrumpir, degradar o destruir sistemas enemigos.

‘South China Morning Post’ indica que la USSF confirmó posteriormente a medios estadounidenses que los satélites en cuestión eran de nacionalidad china. Estamos hablando de tres satélites experimentales Shiyan-24C y dos objetos espaciales experimentales Shijian-6 05A/B situados en órbita terrestre baja. El grupo Shijian-6 05 fue lanzado a finales de 2021 para la «validación experimental de nuevas tecnologías». Y los satélites Shiyan-24C fueron puestos en órbita en diciembre de 2023 después para «experimentos de ciencia y tecnología espacial», según los informes de medios oficiales.Noticias relacionadas

Un combate de esta envergadura supone realizar maniobras complejas. «Pero en el espacio, es mucho más difícil y lento para una nave espacial maniobrar, y la falta de atmósfera y fricción también lo hace más costoso, ya que la nave tiene que expulsar su propia masa para generar empuje», explican desde SCMP.

Guetlein en un debate organizado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en 2024 advertía que ya no se pueden dar el lujo de esperar años, ni siquiera 10 o 15 años, para ofrecer algunas de estas capacidades. «Un cronograma tácticamente relevante es cuestión de semanas, días o incluso horas». De ahí que el año pasado hablara de Victus Haze, que tenían pensado para que fuera el primer ensayo militar de la historia de un combate espacial en la órbita terrestre baja con marchamo americano. Una misión que formaría parte de una serie de misiones militares dedicadas a validar las capacidades del Espacio Tácticamente Responsivo. Pero se les han adelantado.

Guetlein, además, enumeró otros tecnologías que les preocupan, como los satélites con brazos robóticos para capturar a otra nave y mantenerla como rehén o el desarrollo ruso de un arma con potencial nuclear pensada para ser un arma disuasoria en órbita, el Cosmos 2553. «Desafortunadamente, nuestros adversarios actuales están dispuestos a ir en contra de las normas internacionales de conducta, a ir en contra de ese acuerdo de caballeros, y a hacerlo de maneras muy inseguras y poco profesionales», dijo Guetlein.

El ‘momento Sputnik’ para EE.UU. que se refiere al satélite soviético de octubre de 1957, y que supuso la delantera a los estadounidenses en la carrera espacial, ha pasado a convertirse en los últimos años en varios momentos que han despertado las alertas de la primera potencia del mundo. En múltiples campos corre el riesgo de verse superada y lo que observa en el horizonte no le gusta. «China está presionando para desarrollar armas antisatélite con capacidades que van desde el deslumbramiento hasta la interferencia, pasando por el aniquilamiento cinético desde el suelo, desde el espacio… todo eso está en marcha», dijo el contralmirante Michael Studeman.

Guetlein, en 2024, ya declaraba que «si un competidor cercano hace un movimiento, necesitamos tener recursos en nuestro carcaj para hacer una contramaniobra. Ya sea subir y hacer una demostración de fuerza, dar conciencia de nuestro poderío espacial o simplemente comprender qué está pasando». Y ahora más que nunca esta idea sigue en marcha, pero apretando el acelerador.

Alexia Columba Jerez

Carlos Aráoz: «Dejar proyectos, como el CAREM, por la mitad es típico del subdesarrollo»

El sector nuclear argentino está poniéndose a prueba en un contexto en el que el Gobierno nacional recorta presupuestos para la ciencia y la tecnología, suspende proyectos de relevancia como el CAREM y presenta planes nucleares de los que muy poco se sabe. La transición energética, necesaria para enfrentar el cambio climático, tampoco está en la agenda ya que a este último se lo niega desde el Poder Ejecutivo. La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) ya en otros momentos de la historia también ha pasado por tiempos duros y supo mantenerse en pie andando a diferentes velocidades. Carlos Aráoz, ex gerente de Combustibles Nucleares y de Tecnología de la CNEA que desde el año 1957, bajo la guía de Jorge Sábato, supo capear las crisis y generar negocios de desarrollo de tecnología para la Argentina que se discutían en las más altas esferas internacionales. Aráoz se refirió al momento actual y a las perspectivas que ve para el futuro en este sector, entre otros aspectos.

La CNEA está pasando por recortes muy fuertes, se están retrasando obras, hay recortes de personal y sueldos muy bajos. Es algo que también había pasado mucho en los años ’90. ¿Qué consecuencias trajo en esa época y qué cosas se pudieron seguir haciendo a pesar de esa crisis?

Estas cosas suceden cada tanto en la Argentina, cuando uno quiere hacer proyectos de largo plazo tiene que tener cuidado con lo que yo le llamaría las circunstancias, es decir, todas aquellas cosas que cambian en el país. De repente hay razones que nunca se entienden muy bien pero que contradicen las acciones anteriores. Dejar proyectos por la mitad es típico del subdesarrollo, nada más que porque cambió la política. O sea, no interesa la real aplicación, el esfuerzo que se haya invertido en algo, sino qué partido político es el que está detrás. La lucha por la política se convierte en una lucha por el poder a los efectos de tener los beneficios del poder. Y la real búsqueda del ser nacional, de constituir una unidad soberana como pueblo, pasa a segunda instancia cuando se discute el poder. En el caso nuclear, los proyectos nucleares son de largo plazo. Uno no hace nada importante en menos de 10 o 15 años y es muy importante tener buenas ideas si están acompañadas de una estrategia adecuada, sino es al cuete porque no van a ser llevadas a cabo, porque hace falta continuidad. Por ejemplo, en la relación entre la Argentina y Brasil se necesitan tratativas en los niveles políticos más altos si es que pensamos en hacer cooperación nuclear. Pero hoy es muy difícil porque hay temas de ideología que hacen difícil poner cosas en común. En los años ’90 alguien tuvo la idea de que continuar Atucha II no era conveniente y se suspendió la obra a mitad de camino, el palabrerío político pudo más que la realidad de la necesidad energética y de lo que significa tener una obra de ese tamaño parada, y la inversión de capital realizado ahí. Lo que pasó fue que cambiaron las circunstancias.

¿Y cuáles son las circunstancias actuales?

En la situación actual las circunstancias dicen que ciencia y tecnología no son interesantes. Los salarios están un tercio de lo que deberían estar en una época normal. Consecuencia: toda la gente especializada, entrenada, dice, «Ah, mirá, yo me voy para tal parte, yo me voy para tal otra, que sé yo». Y el costo más grande para el país es haber invertido en todas esas cabezas de primerísimo nivel internacional y dejar que se vayan. ¿Y qué pasó? Cambiaron las circunstancias. Los países desarrollados le sacan la ventaja económica a los proyectos de investigación, son habilidosos, sacan patentes, comercializan. Estos no lo entienden porque tienen una cabeza subdesarrollada.

«En el caso nuclear, los proyectos nucleares son de largo plazo. Uno no hace nada importante en menos de 10 o 15 años», dice Aráoz.

Hoy la obra del CAREM está totalmente desfinanciada. ¿Un gobierno diferente podría continuar adonde se dejó?

Bueno, yo creo que el CAREM es todo un tema. Discrepo con la idea de que el CAREM pueda ser aplicado en el uso que se había previsto hace 20 años. El CAREM, hoy en día, como modelo de reactor, no es económicamente competitivo, ha sido ha sido superado montones de veces. Estuve metido en el proyecto CAREM en los inicios, cuando hicimos el acuerdo con Turquía (en 1989) para construir un CAREM allá y otro en la Argentina. Toda la tecnología, planos, especificaciones, los ponía INVAP porque Turquía no tenía capacidad para eso. Entonces, ellos construían el reactor con planos y especificaciones argentinas y de paso aprendían. INVAP conseguía una venta y otro reactor acá. Pero después eso fue suspendido por razones políticas. Hoy en día, el costo del kilovatio/hora del CAREM ha quedado demasiado caro en comparación con muchos proyectos de reactores modulares pequeños de otros lugares del mundo. Como reactor para generación eléctrica ya no es conveniente.

¿Entonces no se debería continuarse con la construcción del CAREM?

Bueno, ese es otro tema. La finalidad no debería ser para generar energía eléctrica de manera competitiva. Si fue a ver la obra puede ver que es enorme, y este solo es el prototipo. ¿Que tamaño va a tener la central de 120 o 150 MW? Para eso me compro un reactor de los otros, de los grandes, y a otra cosa. Los norteamericanos fueron los más piolas de todo el mundo, porque la Westinghouse dijo, «Mirá, no hagamos ninguna innovación». O sea, todo lo que conocemos de hacer las grandes centrales, sistemas, electrónica, la lista de proveedores probados y calificados, todo lo que conocemos, usémoslo para hacer una central chiquita. Entonces, en vez de 1200 MW, hagamos una de 300 MW. Y ahí sacaron lo que le llamaron la AP-300, con una enorme experiencia detrás. Entonces, yo creo que le van a poner la tapa a todos, los que están desarrollando prototipos e incluso a los argentinos,

Por eso, y mientras tanto, ¿qué hacemos con el CAREM?

Desde mi punto de vista hay que terminarlo, pero no con el objetivo de conectarlo a la red eléctrica sino para tener un prototipo con el que podemos ganar mucha experiencia en el área nuclear, en ingeniería, construcción, instrumentación, entre otras cosas. ¿Por qué razón? Porque ya existe la inversión. Porque la otra opción es tirar la plata y hablamos de 500 millones de dólares que están puestos ahí. Si me preguntás a mí, yo no tiro la plata como ciudadano y trato de que mi país haga lo mismo. Por eso, y viendo cómo viene la mano, se me ocurrió una idea que estuve discutiendo ya con con gente de organismos internacionales para hacer un centro de entrenamiento ahí. Y como no hay plata, hay que conseguir financiamiento internacional, porque este Gobierno no quiere y el próximo seguramente no tenga. Necesitamos que un organismo internacional ponga los 200 o 300 millones de dólares para terminar la obra y que sea para uso internacional. Si lo dejas así en construcción como está ahora, va a ser sometido al más salvaje saqueo como pasó con el astillero Domec García (Tandanor) en los ’90. Cuando se paró la obra se afanaron todo.

«Desde mi punto de vista hay que terminarlo, pero no con el objetivo de conectarlo a la red eléctrica sino para tener un prototipo con el que podemos ganar mucha experiencia en el área nuclear», dice Aráoz con respecto al CAREM (foto).

¿Cree que hay posibilidad de que funcione el plan nuclear del Gobierno?

En el plan nuclear que anunciaron dicen que quieren instalar centros de datos para inteligencia artificial alimentados con la electricidad de un nuevo reactor pequeño de INVAP, el ACR-300, que todavía está en papeles. Si querés hacer la ingeniería te lleva entre dos a tres años, después otro año para conseguir la aprobación para instalarlo, y unos cinco más para construirlo. Si las empresas son de Estados Unidos, ¿qué reactor van a usar? Sí, claro. Van a usar el de Westinghouse, que es una empresa de ellos. O sea, es un entusiasmo de (Demian) Reidel y compañía. A pesar de que estudió en el Instituto Balseiro, se dedicó a otras cosas, las finanzas, los negocios, de la parte nuclear no sabe nada. Por ejemplo, en el convenio no se menciona nada sobre los combustibles nucleares, que es muy importante que se hagan acá aunque se use un reactor norteamericano. Porque tenemos las fábricas de combustible nuclear, porque nos da la independencia, el negocio y por respeto a la historia nuclear argentina. Que ellos hagan el negocio del reactor y nosotros el del combustible. Creo que lo de Reidel no es por mala fe sino desconocimiento del negocio nuclear. Estoy buscando reunirme con él para poder convencerlo de la importancia de este tema.

En el lanzamiento de este plan nuclear estuvo presente Rafael Grossi, presidente de la IAEA, en un claro gesto de apoyo.

Estuvo presente y lo usaron. Grossi, con respecto al plan, se calló la boca, estuvo muy prudente.

En lo referente a las relaciones internacionales en el ámbito nuclear nuestro país perdió el convenio que había hecho con China para la construcción de dos centrales de potencia por la presión de Estados Unidos. ¿Cree que había alguna forma de poder retomar ese proyecto?

Ese tipo de presiones tan explícitas son muy raras en el plano internacional y especialmente cuando hacía muchos años que se venía trabajando el convenio en forma pública. Nos hizo perder mucho trabajo y desarrollo. Necesitamos apoyo político de otros países  para conseguir la financiación.

¿Con otro gobierno eso se podría llegar a retomar?

Creo que tendrías que tener de nuevo la aprobación de Estados Unidos. Ya lo hemos visto, si avanzás te la van a hacer de vuelta y es trabajo perdido para todas las partes.

Matías Alonso

“En Argentina se piensa que el mundo está mirando a Vaca Muerta y no es así”

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Gustavo Rossi , fundador y CEO de Duralitte y Duxaoil, dos empresas argentinas que operan desde Estados Unidos, conversó en la Offshore Technology Conference y afirmó que Vaca Muerta está en la agenda de Estados Unidos, pero compite con otros mercados más estables y más visibles, lo que requiere constancia y esfuerzo del empresariado local. Además, se refirió a la estructura de costos en Argentina y afirmó que la carga a impositiva hoy representa un 45%: “Las empresas tienen que ajustar sus márgenes”, ponderó.

La empresa Durallite se instaló en 2004 en Estados Unidos y desde hace 16 años se muestra en la OTC de Houston: “Antes estábamos en una carpa afuera muriéndonos de calor”, recuerda Rossi desde el pabellón que ahora luce en la edición 2025 de la OTC.

Allí ilustró cómo esa presencia constante le dio la posibilidad de instalarse en el mercado estadounidense a pura perseverancia. Hoy su compañía es una de los principales auspiciantes de la OTC -la feria que es reconocida como una de las más importantes para la industria petrolera- y fue la que motorizó que Argentina contara con un espacio notablemente visible por primera vez y estratégicamente ubicado lejos del de Brasil para acaparar más atención. Quienes entraban a la feria podían ver el cartel de Argentina destacándose desde cualquier punto. 

En este contexto, Rossi afirmó que las compañías argentinas deben entender que instalarse en el mercado estadounidense es un trabajo de muchos años y afirmó que para Estados Unidos “hay muchas prioridades. Vaca Muerta está en la agenda, pero el argentino piensa que todo el mundo nos está mirando y no es así. Nosotros tenemos que salir a vendernos y eso se hace estando acá, generando atracción, dinámica y credibilidad”. 

En esa línea, el pabellón de Durallite, no solo buscó mostrar los beneficios de las cuencas petroleras del país, sino que el objetivo que se planteó el CEO es mostrar un movimiento permanente de personas a través de charlas que organizó en el stand y además, lo hizo exhibiendo uno de los autos del equipo argentino Juncos Hollinger de la IndyCar Series, la competencia automovilística más importante de EE.UU. Así logró acaparar la atención de los visitantes de la OTC y generar una conexión con algunas de las 140 empresas argentinas que estuvieron presentes. 

Desde ese lugar, Rossi opinó que el contexto para las pymes argentinas hoy es más beneficioso y aseguró que “estamos ante un escenario único con un alineamiento político de dos países con la misma visión. Hoy Argentina tiene una oportunidad enorme de mostrarse, pero el argentino tiene que entender que competimos con mercados mucho más estables.  Esto es el inicio de una etapa diferente, con una libertad cambiaria y un libre juego diferente que las empresas argentinas no están acostumbradas y el desafío es adaptarse”. 

Sin excusas

“El año que viene tenemos que redoblar la apuesta porque no podemos aparecer y desaparecer”, agregó el CEO de Durallite, quien invitó a más compañías argentinas a sumarse a la OTC y afirmó que “no hay excusas”. Es que el pabellón de Argentina esta vez fue financiado por la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional. Las empresas que querían participar debían abonar un monto de US$1.500 que les incluía la entrada a la OTC, a la cumbre bilateral de la Cámara Argentino-Texana de Comercio, un espacio de ronda de negocios y el servicio de catering permanente. 

“En otros años era fácil echarle la culpa al gobierno de que no teníamos presencia y hoy no hay excusas”, afirmó Rossi. 

Costos

Por otro lado, se refirió al pedido del presidente de YPF, Horacio Marín, quien había convocado a las empresas de servicios petroleros a bajar sus costos operativos, apoyado en que perforar un pozo en Vaca Muerta cuesta tres veces más que en Estados Unidos. En este sentido, Rossi aseguró que “se pueden bajar costos si se bajan impuestos. Comparto lo que dice Marín que las empresas deben ajustar sus márgenes y costos, pero también los sindicatos deben alinearse y ser más operativos”. 

Aún así, el empresario afirmó que existe una diferencia de competitividad muy marcada con ese país y ponderó que en Argentina la carga a impositiva representa un 45% versus un 25% en el país del norte: “Estamos camino a flexibilizar eso”, cerró. 

Laura Hevia

Brasil: hidrógeno verde a partir de bio etanol

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Si el hidrógeno es el vector energético del futuro, el bioetanol podría ser la llave que desbloquee su inmenso potencial. La Universidad de São Paulo (USP), junto a el Research Center for Greenhouse Gas Innovation (RCGI) —un centro de investigación creado por la Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de São Paulo (FAPESP) y Shell para desarrollar soluciones de energías limpias— ha sorprendido al mundo con la puesta en marcha de la primera planta que produce hidrógeno verde a partir de bioetanol. La iniciativa no solo marca un hito tecnológico, sino que podría sentar las bases para una futura revolución energética global.

Una inversión estratégica

Con una inversión de 50 millones de reales (9 millones de dólares), el proyecto reúne a gigantes como Shell Brasil, Raízen, Hytron, el SENAI CETIQT y fabricantes líderes como Toyota, Hyundai y Marcopolo. Esta alianza multisectorial refleja la magnitud de la apuesta: aprovechar la infraestructura ya consolidada del bioetanol en Brasil para producir y distribuir hidrógeno verde de manera económica y sostenible.

¿Por qué el bioetanol?

A diferencia del hidrógeno puro, que enfrenta desafíos logísticos por su baja densidad y dificultad de almacenamiento y transporte, el bioetanol ofrece una solución práctica y eficiente. Puede almacenarse y distribuirse utilizando redes ya existentes, especialmente en países productores como Brasil y Argentina. En otras palabras: el bioetanol actúa como una batería líquida que facilita el transporte y la entrega del hidrógeno donde se necesita.

Cómo es la planta que produce hidrógeno verde a partir de bioetanol 

La planta utiliza un proceso conocido como reformado de etanol con vapor, donde el bioetanol reacciona con agua a altas temperaturas, liberando hidrógeno. A diferencia de otros métodos, el dióxido de carbono (CO₂) generado es de origen biogénico, es decir, puede ser compensado en el ciclo del cultivo de caña de azúcar, lo que minimiza el impacto ambiental.

Con una capacidad para generar 100 kilos de hidrógeno por día, el combustible se destinará a tres autobuses y dos vehículos livianos, incluyendo los modelos de hidrógeno Toyota Mirai y Hyundai Nexo. Además de alimentar el transporte público de São Paulo, los datos recolectados evaluarán la eficiencia de conversión y consumo, abriendo el camino a futuras aplicaciones industriales.

Más allá de los autos: descarbonizar la industria pesada

Según Julio Meneghini, director científico del RCGI, el verdadero impacto de esta tecnología trasciende la movilidad. «Estamos habilitando una revolución energética que puede reducir las emisiones en sectores de alta demanda como el acero, el cemento y la petroquímica. Incluso fertilizantes y transporte pesado podrían beneficiarse del hidrógeno renovable derivado del bioetanol», afirmó.

Un proyecto con respaldo político y científico

Durante una visita oficial, el Gobernador de São Paulo, Tarcísio de Freitas, subrayó el papel estratégico de la planta para liderar la transición energética en Brasil. «Contamos con ciencia de punta, infraestructura y una fuerza laboral calificada. Estas capacidades nos posicionan para ser exportadores de soluciones energéticas limpias», destacó.

El rector de la USP, Carlos Gilberto Carlotti Junior, complementó: «El rol de la universidad es crear tecnologías que aún no existen y convertirlas en innovación para la sociedad. Esta planta es un claro ejemplo».

Perspectivas: de la planta piloto al despliegue masivo

El próximo paso será analizar los datos de producción y eficiencia, con vistas a ampliar la escala y replicar el modelo en otros contextos. «Nuestra meta es demostrar que esta solución no solo es técnica y económicamente viable, sino que puede integrarse con rapidez en la infraestructura existente», explicó Meneghini.

Una hoja de ruta hacia el futuro

A medida que el mundo avanza hacia una economía baja en carbono, tecnologías como la desarrollada por la USP podrían acelerar ese cambio. Con su capacidad de aprovechar los biocombustibles líquidos para superar las barreras logísticas del hidrógeno puro, el bioetanol se perfila como un catalizador esencial de la nueva economía energética.

¿Será esta pequeña planta paulista el primer ladrillo de un puente hacia el futuro del hidrógeno? Todo indica que sí.

Nuestros investigadores científicos se están yendo del país

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Se cancelaron los contratos con todas las grandes editoriales del mundo. Se suspendieron casi la totalidad de las actividades vinculadas con el programa Raíces, establecido como política de Estado por la Ley N° 26.421. Se desfinanciaron prácticamente todos los programas de colaboración internacional y multilaterales de cooperación científico-tecnológica. Se eliminaron de hecho los sistemas nacionales de grandes equipamientos científicos. La Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (ANPCyT) sigue incumpliendo con los contratos vinculados con los proyectos PICT, no realizó nuevas convocatorias, y no financió las ya evaluadas y aprobadas. Hay parálisis del Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología (CICYT) creado por la Ley N° 25.467. Se interrumpieron los programas Construir Ciencia y Equipar Ciencia. Es imposible gestionar los certificados ROECyT (que permiten la exención de gravámenes impositivos para la importación de bienes y aceleran los trámites aduaneros). 

Tal es el diagnostico sucinto que dio a conocer el Consejo Interuniversitario Nacional, creado en 1985 y que reúne a los rectores de universidades públicas sin distinción partidaria o ideológica, sobre la gravísima crisis que enfrentan esas casas de estudio y, por consiguiente, el sistema de ciencia y tecnología en su totalidad, ya que allí se origina el 70% de la producción científica local. 

Uno de los síntomas que más claramente delata el impacto de estas decisiones es la pérdida de empleos en el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, que de acuerdo con un estudio del grupo Economía, Política y Ciencia (EPC), del Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación (Ciicti), perdió más de 4148 empleos desde el inicio de la gestión de Javier Milei. “Tan solo en los últimos tres meses, se perdieron 531 puestos. Se trata de un hecho de enorme gravedad si se tiene en cuenta el nivel de profesionalización y especialización del sector”, advierte el informe. Otros organismos calculan una cifra incluso mayor.

Pérdida de empleos en el sistema científico

De acuerdo con este análisis, entre los distintos organismos científicos, se destaca la fuerte caída registrada en el Conicet, que ya perdió 1.513 puestos de trabajo. Le siguen en orden descendente el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) con 734 pérdidas y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) con 436. Se deben a despidos de personal administrativo, jubilaciones que dejan lugares vacantes y no son reemplazados, y a un éxodo de científicos que ya está dejando de ser anecdótico. Es una sangría que no cesa y representa una enorme amenaza para la supervivencia de la ciencia local. 

Por otro lado, además de la incertidumbre y la falta de fondos, el deterioro salarial empuja al poliempleo y a buscar alternativas fuera del país. 

Leonardo Amarilla es investigador asistente del Conicet y profesor adjunto en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Trabaja conservación de la biodiversidad en relación con el agro. Este licenciado en genética y doctor en Biología, soltero y sin hijos, se vio obligado a pensar en alternativas para sostenerse precisamente por la pérdida de poder adquisitivo. “Tengo una dedicación exclusiva en la UNC y la diferencia que recibo del Conicet es de apenas 200.000 pesos. Literal. Soy solo, pero tengo responsabilidades. Mis padres fueron muy, muy humildes y hoy están jubilados con la mínima gracias a la moratoria. Nosotros, con mis hermanos, somos la primera generación de universitarios. En el grupo familiar el deterioro fue tremendo. Tenemos que ayudarlos entre todos para que la familia sobreviva. Eso me lleva a tener que optar por el pluriempleo. Pero por ser mis tareas de dedicación exclusiva, tengo muchas incompatibilidades. Por eso, hago Uber”. 

Leandro Amarilla, tiene que manejar un taxi de plataforma para llegar a fin de mes

Con una formación de grado y posgrado que ya llega a los 20 años (tiene 41), y con la exigencia de tener que afrontar evaluaciones constantes a lo largo de la carrera científica, Amarilla sin embargo subraya que no considera que el trabajador científico o el docente universitario deba gozar de más derechos que otro. “Para mí, lo grave acá es que las personas tengamos que tener tres o cuatro laburos para para comer y satisfacer las necesidades básicas –destaca–. Como otros, tengo que trabajar 14 horas, porque cumplo como debe ser mis ocho horas diarias en la Universidad, con mis alumnos, que los amo, y con el Conicet, y a la salida trato de hacer entre cinco y seis horas de Uber por día. La verdad es que no doy más”. 

Por eso, contra su voluntad, aclara, el científico es uno de los que viene pensando en emigrar; por lo menos, por un tiempo. De hecho, en estos momentos está tratando de cerrar un convenio con colegas brasileños para hacer una estadía en el país vecino. “Soy de los que siempre quiso volver a dejar algo en mi país, que tanto me dio, pero ahora ando medio arrepentido –confiesa, emocionado–. A cada uno nos toca desde diferentes lugares. Algunos con hijos, ya no pueden pagar la escuela; otros, como es mi caso, no alcanzan a pagar el alquiler. Pero lo más grave es la pérdida de expectativas de futuro”. 

Ayelen Branca, secretaria general de ATE Córdoba, es graduada en Filosofía y terminó su tesis de doctorado en Estudios Sociales de América Latina. Se presentó a un posdoc, sin muchas esperanzas, porque ya se había adelantado que no iba a haber recursos para el área de humanidades. “En la convocatoria de Proyectos de Investigación Plurianuales (PIP), directamente no figuran. Entonces, la esperanza de poder concretar un futuro trabajo de investigación en la Argentina es bastante nula”, cuenta. 

Aunque trabaja algunas horas como docente de nivel medio, y viendo que las condiciones de trabajo son deplorables, la única alternativa que encuentra viable en este momento es irse con una beca posdoctoral al exterior

Ayelén Branca, filósofa, teme que no haya lugar para las ciencias sociales en el país y está buscando sitio de trabajo en el exterior

Tengo contactos porque durante mi licenciatura y doctorado hice estancias en el exterior (principalmente en México, Brasil y España) –explica–. Ya me presenté a varias”. 

Si recibe una respuesta positiva , Ayelén recorrería el camino que ya transitaron dos de sus tres hermanas, que viven en Australia, y que tal vez tome la menor de la familia. “Me gustan las estancias en el exterior, me encanta que la academia tenga una dimensión internacional, pero siempre mi base fue Córdoba –comenta–. Pero dadas las condiciones… Por un lado los ajustes que hay en cantidad de becas otorgadas, la falta de ingresos y los sueldos… Por el mismo trabajo que haría acá, en México ganaría cinco veces más. En las ciencias sociales lo único que necesitamos es una computadora. Y ni siquiera eso tenemos en el instituto. Es como imposible…

En las Islas Baleares ya es de noche cuando Manuela Funes responde la comunicación desde Buenos Aires, una de las que ya se fue. Nacida en Puerto Madryn y formada en la Universidad Nacional de la Patagonia, de la misma ciudad, hizo un doctorado en el Centro Nacional Patagónico (Cenpat) sobre impactos en el ambiente de la pesquería trabajando en el Golfo San Jorge, donde se pesca merluza y langostino para exportar. A continuación hizo un posdoctorado en la Universidad Nacional de Mar del Plata, donde también dio clases. 

Manuela Funes

“Para ingresar a la carrera del investigador del Conicet, fui seleccionada con un proyecto sobre pesca artesanal del que estoy enamorada –recuerda–. Me notificaron alrededor del 23 de noviembre de 2023. Fue un viernes, pero ni llegué a festejar porque el domingo ganó Milei. Presentamos todos los papeles, tratando de llegar antes de que se fuera [la expresidenta del Conicet] Ana Franchi, que renunció el 10 de diciembre, pero nunca se efectivizó el ingreso”. 

Manuela integra el grupo de 845 investigadores cuyo ingreso a la carrera fue aceptado, pero que todavía no fueron incorporados. Y aunque se considera una “afortunada” porque tenía una prórroga automática que entró en vigencia el día que le notificaron el ingreso, se le hizo imposible seguir esperando. 

“Con mi marido, que también trabaja en la universidad, no podíamos subsistir –se emociona–. Nuestro poder adquisitivo se desplomó, como el de la mayoría de los argentinos. Vivíamos a 40 minutos, en las afueras de Mar del Plata, y un día yendo al trabajo se nos rompió el auto y no nos alcanzaba para arreglarlo. Ahí tuve un click emocional y empecé a buscar opciones para no pasarla tan mal. Me presenté a una beca de posdoctorado “Marie Curie”, armé un proyecto tratando de seguir conectada con lo que había presentado para mi ingreso a la carrera, le adjudicaron excelente puntuación (92%), pero no me la otorgaron. Seguí viendo si podíamos conseguir financiamiento hasta que me ofrecieron una plaza donde estoy ahora, en el Instituto Español de Oceanografía. Pedí licencia de mi beca de posdoctorado y acepté un contrato por cinco años. Pero lo que hablamos con mi director es que en un un principio estaría un año. Me gustaría volver”. 

Aunque su puesto es más técnico, le pagan el doble de lo que recibiría en la Argentina. En estos días se reunirá con su marido, geólogo, y su hijito de cuatro años. Mientras tanto, sigue manteniendo proyectos en el país. “El lugar en el que trabajo es hermoso, me recibieron super bien, pero se padece el desarraigo –lamenta–. Quedan hermanos y padres en la Argentina… Esperemos que vengan a visitar y poder volver”.  

Otra científica joven que también se fue es Camila Neder, doctora en ciencias biológicas. En el Conicet trabajaba en el Instituto de Diversidad y Ecología Animal, en el Grupo de Ecosistemas Marinos y Polares (Ecomares), pero cuando a fines de 2023 empezó a conocer los planes del actual gobierno (“Conicet, ¡afuera!”), tuvo que tomar la difícil decisión de buscar otros horizontes. Hoy está haciendo un segundo posdoctorado en Chile, en el Instituto de Biodiversidad, Ecosistemas Antárticos y Subantárticos de la Universidad de Concepción. “Por suerte, siempre en la misma temática, que es la ecología antártica”, comenta a través de una comunicación telefónica. 

Camila hizo tanto su carrera como el doctorado en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), pudo capacitarse también en Alemania, y trabajar en colaboración con colegas de España, Bélgica e Inglaterra. 

Camila Neder ya se fue a trabajar a Chile, donde gana el doble y no teme perder su trabajo

“Me vine con una gran tristeza, pero pensando en un crecimiento profesional, siempre en contacto con la Argentina, generando puentes, porque soy bien argentina y deseo también el crecimiento de mi país. A fines de octubre de 2023, empecé incluso a tener problemas de salud, estaba estresada, nerviosa. Las situaciones en la universidad eran muy difíciles, sobre todo por esta frase del gobierno actual de ‘Conicet… afuera, educación… afuera’, que nos hacía pensar que no hay futuro, que se venía el ‘sálvese quien pueda’. Eso fue lo más doloroso. Ya estaba en el primer año de posdoc y no quería dejar la ciencia, no quería ver mi carrera tronchada tan joven, entonces decidí buscar alternativas. Y entre las posibilidades surgió la de venir a este instituto. Podría haberme quedado un período más dentro de Conicet, pero ya se empezaba a ver que no había perspectivas de trabajo, incluso no se estaba recibiendo el dinero [que se adeudaba] de los proyectos financiados. Obviamente que es un poco desgarrador estar en un país que no es el propio. Mi deseo es contribuir de alguna manera, pero también es complicado con el contexto actual en el que no hay interés en financiar la ciencia, la educación y la tecnología”. 

Camila dejó aquí padres, tres hermanos y su parejaEn Chile, gana aproximadamente el doble de lo que recibía del Conicet. “Si bien los costos acá también son altos, por lo menos hay mayor tranquilidad –comenta–. En la Argentina no sabías si mañana te echaban, como a muchos de los empleados administrativos a los que les renovaban el contrato cada tres meses. Creo que lo que más me costó es tomar una decisión individual y no poder acompañar a mi grupo. Y lamentablemente vislumbrar que se te puede acabar el camino profesional a corta edad. Es como estar en el borde de un abismo y con el viento en contra”.

Y concluye: “Estoy agradecida de la educación que tenemos en la UNC, ¡es impresionante! Cada vez más lo corroboro por mis experiencias en el exterior”.

Itatí Ibañez es licenciada en Biología Molecular y farmacéutica por la Universidad Nacional de San Luis (UNSL), especialista en Química Ambiental y doctora en Biología por la UBA, y Magister en Propiedad Intelectual (FLACSO). Como responsable del Laboratorio de Ingeniería de Anticuerpos del Instituto de Química Física de Materiales, Medio Ambiente y Energía (Inquimae, de doble dependencia, UBA/ Conicet), trabaja en el desarrollo de anticuerpos y nanoanticuerpos para diversas aplicaciones en ciencia básica y aplicada. Junto con su equipo, generó, por ejemplo un sistema de diagnóstico del virus de Hepatitis E. Durante la pandemia obtuvieron nanoanticuerpos neutralizantes del coronavirus y acaban de validar un sistema de diagnóstico para pacientes infectados con el virus del dengue. Además, participa en proyectos para detección de virus de papa y bacterias que afectan al cultivo de cítricos, que están bastante avanzados, y colabora con investigadores de todo el país y de Brasil, en proyectos relacionados con patógenos que afectan al arroz, abejas, ganado bovino, equinos y varias enfermedades humanas como ataxias, histoplasmosis, tuberculosis, enfermedades virales, toxinas, entre otros.

Itatí Ibañez (Foto: Luisa Cavalcante/NEX Ciencia)

A mediados de 2023, cuando empecé a considerar la posibilidad de que el sistema científico de  la Argentina fuera desmantelado/bloqueado/paralizado, pensé que era un buen momento para reorganizar un poco los objetivos a mediano plazo y buscar hacer algo diferente fuera del país –cuenta–. Desde ese momento no tomé más estudiantes para formación y me enfoqué en terminar, con el dinero que quedaba, los proyectos propios o en colaboración. También di prioridad a la organización de los proyectos de tesis de las estudiantes que tengo a cargo para que puedan terminar sus doctorados a pesar de la desfinanciación de los proyectos”.

Así fue como decidió volver a la ciudad de Gante en Bélgica, donde había hecho un posdoctorado y ahora le ofrecieron trabajar en un proyecto muy complejo, y que representa un gran desafío a nivel metodológico para el cual necesitan a una persona con experiencia en varias técnicas moleculares.

“Me ilusiona la posibilidad de aprender y participar en temas desafiantes, para poder poner en práctica todo mi conocimiento y experiencia, algo que en la Argentina se desestima o desprecia totalmente –subraya–. A esta altura de mi vida siento que me corresponde empezar a devolver lo que he recibido, formado estudiantes, generando nuevas ideas y soluciones a problemas, desarrollando nuevas metodologías. Me duele no poder devolver lo que recibí a mi país, porque toda mi educación fue pública, pero tampoco me parece bien quedarme frustrada y enojada, en un escritorio, recibiendo solo mi salario y sin dinero para poder desarrollar ideas y proyectos, ni transferir el know-how a otras generaciones. El hecho de que un gobierno o personas, que no tienen la suficiente visión de futuro (para decirlo suave) para entender que la ciencia, la educación y la cultura, son pilares fundamentales de la sociedad y que son las bases para su desarrollo, no va a determinar que no pueda hacer algo con mi conocimiento. Por eso busqué otras opciones”.

Siempre que estuvo fuera del país aprendiendo nuevas metodologías, uno de los objetivos de Itatí era volver para implementar en el laboratorio esas técnicas de frontera, pero esta vez reconoce que parte con otra idea: “El instituto al que voy me ofreció un contrato de duración indeterminada y sólo volvería si se dan las condiciones, no para frustrarme. El hecho de que personas formadas se tengan que ir del país me hace pensar en los dilemas que hay a veces con la venta al extranjero de granos o minerales. Se escucha con frecuencia que al exportarlos se están enviando los nutrientes o recursos de la tierra, que no se recuperan. Pero al menos a cambio se recibe un pago y el dinero se puede invertir en otras cosas. Me pregunto qué gana el país cuando se van los recursos humanos, sin pago alguno y estás perdiendo importantes capacidades que podrían aportar de diversas maneras a que el país avance. Pero claro, si considerás que la ciencia no sirve para nada, te estás sacando de encima una mala inversión. El futuro dirá si fueron buenas decisiones o no”.

También científico, a fin de año el marido de Itatí podría emprender el mismo camino.  

Alfredo Stolarz. Lo echaron sin siquiera avisarle o darle un motivo.

Alfredo Stolarz trabajó en el Comité Nacional de Ética en Ciencia y Tecnología casi desde su creación. El organismo se ocupaba del análisis de controversias en el uso de tecnologías, de las prácticas de la investigación, análisis de políticas públicas o pedidos de consejo respecto de la formulación de políticas. Se incorporó en 2004 y se desempeñó primero como asistente y después como coordinador durante 20 años en los que se sucedieron distintas administraciones. «Fue un un proyecto que trascendía lo meramente laboral», subraya

Sin mediar notificación alguna, y habiendo tenido poco antes una reunión con la subsecretaria de Innovación, Ciencia y Tecnología, en la que había planteado líneas de trabajo más allá de las que por iniciativa propia se propusiera el comité, un día simplemente no pudo entrar porque le cortaron el acceso. Eso fue todo. Los integrantes de la comisión (diez investigadores que se desempeñaban ad honorem) pidieron reuniones con esta autoridad, pero jamás les respondieron

Después de ese despido abrupto y sin motivo, renunció el resto de la comisión. «No solo no los recibieron, sino que no respondieron las notas de pedido de reunión ni dieron acuse de recibo de las renuncias –cuenta Stolarz–. El destrato es lamentable no solo en lo personal. La Comisión fue pionera en el mundo en un movimiento que crece por las potencialidades que tienen los avances científicos y tecnológicos. No había muchos en 2001, cuando se creó. Solo Noruega y un par de países europeos tenían organismos con las mismas incumbencias”.

Carolina Mengoni se fue a trabajar al mundo privado

Carolina Mangoni es bióloga y trabajó en el ámbito académico-científico. Además de apostar a una carrera en investigación, siempre disfrutó y ejerció la docencia en diferentes niveles. En 2020 terminó su posdoctorado y quedó fuera del sistema, pero siguió presentándose a la carrera del investigador. Su última presentación fue en 2021 y a fines de 2022 recibió la noticia de que le habían otorgado el ingreso. En octubre de 2023 salió la resolución de alta.

“Estaba viviendo en Buenos Aires y el lugar de trabajo propuesto era Bariloche, lo que significó organizar una mudanza junto con mi pareja –recuerda–. Tomé posesión del cargo en febrero 2024. Pero el 29 de febrero me llegó una notificación informándome que no podían incorporarme a la nómina de pagos por falta de presupuesto. El mismo mensaje recibieron aquellos que tomaron posesión los meses posteriores a diciembre 2023. Ese grupo incluía a personas que residían fuera del país y habían vuelto a la Argentina con sus familias, ¡y se encontraron sin trabajo ni respuesta más que ‘no hay prespuesto’! Trabajamos mucho en difundir nuestra situación, además de consultar cómo podíamos reclamar habíamos ganado. Finalmente -y por sorpresa-, en diciembre de 2024 nos llegó un mensaje que decía que debíamos tomar posesión dentro de las 48 horas, caso contrario perdíamos el cargo. Nos movilizamos para que todos se enteraran. Una fracción del grupo siguió adelante con el proceso, pero había varios que se encontraban en situaciones en las que les era imposible hacerlo en tan poco tiempo”.

Así fue como Carolina inició sus tareas luego de estar casi cinco años fuera del sistema (aunque siguió realizando colaboraciones y participando en publicaciones). “Me encontré cansada, sin subsidio propio ni posibilidad de solicitarlo, en un ambiente abatido y desmotivado –cuenta–. El grupo al que pertenecía había perdido a quienes venían cursando sus doctorados, posdocs o cargos técnicos y se había reducido significativamente. Aun así, seguían adelante cubriendo estas ausencias, pero con un desgaste en aumento. Y un sueldo estancado. Y una obra social suspendida por falta de pago. La vida científico-académica siempre tuvo sus falencias, conocidas y aceptadas por aquellos a los que nos gusta realizar ese trabajo. Yo seguí apostando a eso, incluso luego de varios rechazos. Cuando finalmente estuve en la posición de ‘estabilidad’, me encontré en una situación precaria donde no iba a poder ejercer mi cargo. ¿Cómo hacer investigación sin subisidio, sin recursos humanos? Esta es la situación actual de toda la comunidad científica, y tememos que va a seguir así durante varios años”.

Mientras estuvo fuera del sistema, se desarrolló en el área de análisis de datos y ofreciendo servicios en el ámbito de la salud pública. “Encontré mucha gratificación en esto. Es un hermoso ambiente donde el fruto de tu trabajo es valorado de manera expresa, y donde se practica el trabajo en equipo y el refuerzo positivo”, dice.

Renunció el 1° de mayo. 

Para llegar a fin de mes, algunos doctorados y posdoctorados recurren a manejar taxis de plataformas digitales

Algunos de los numerosos investigadores e investigadoras no quisieron dar su nombre para no alterar a su familia ni perjudicar su posición actual.  Es el caso de Fernando (no es su nombre real), químico que trabaja en almacenamiento de energías renovables (de calcio, potasio y otros materiales), y en degradación de pesticidas principalmente en el agua, pero al que cada vez se le está haciendo más difícil continuar con sus líneas de investigación. “Considero que son importantes para el país y para la gente, pero al no tener la posibilidad de obtener subsidios ni tesistas [este año se presentaron un 30% menos que en años anteriores], estoy viendo qué hacer y evaluando posibilidades”, cuenta.

Casado con una científica que quedó en “el limbo” de los aceptados del llamado de 2022, pero que no fueron incorporados, y padre de dos hijos de ocho y 11 años, se encuentra con que sus ingresos están casi al límite de la línea de pobreza. “Confiábamos en que en algún momento la situación se iba a revertir –afirma–. No digo mejorar sustancialmente, pero sí que al menos podríamos trabajar, que es lo que queremos hacer.  Ella ya tuvo ofertas del exterior, pero por ahora decidimos por lo menos quedarnos hasta fin de año. Si no se resuelve, vamos a tener que tomar una decisión porque va a ser insostenible. Emigrar es una posibilidad cierta. No lo hicimos hasta ahora por cuestiones más bien familiares. Pero todo tiene un límite”. 

No es que no conozcan lo que es vivir en el extranjero. Entre 2019 y 2020 toda la familia estuvo en Alemania. Fernando tenía un contrato de trabajo por tres años, pero después del primero decidieron volverse porque quería trabajar en su país. “Ahora –confiesa– me siento decepcionado. Cuando era chico y hasta no hace tanto, de alguna manera sentía que la sociedad nos protegía, que sentía que podíamos contribuir. Muchos de nosotros renunciamos  a sueldos muy superiores en el exterior y a una vida más tranquila porque sentíamos que teníamos que volver a trabajar para nuestro país, para nuestros vecinos. Pero ahora incluso somos foco de ataques de un sector que decidió minimizar la importancia de las universidades, del Conicet, de la investigación. Por este programa de gobierno, se han perdido proyectos valiosísimos”. 

Graciela (tampoco es su verdadero nombre)trabaja actualmente en oncología en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Empezó un posdoctorado hace menos de un año, pero está evaluando renunciar porque hace exactamente un año que el estipendio de su beca está congelado, lo cobra en negro y sin aportes. “Con ese monto, me es difícil llegar a fin de mes y además, debido a que en la ciencia experimental se trabaja mucho (inclusive feriados y fines de semana muchas veces), no puedo conseguir un trabajo adicional. Y como hay menos gente, cada vez más trabajo recae en nosotros/as. No veo que haya un futuro para una carrera en investigación en este país. Tengo posibilidades de irme al extranjero o al mundo privado, y es lo que estoy por hacer”.

Nora Bär

Las divisas generadas por la cadena de valor sojera: casi iguales a las gastadas en turismo al exterior

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Esta semana el ministro de Desregulación Federico Sturzenegger afirmó, frente a la limitación de los beneficios arancelarios para las ensambladoras de celulares de Tierra del Fuera, que esa provincia tiene un gran potencial turístico por explotar.

“La isla es como una mini Nueva Zelandia, pero en una ubicación mucho más cercana a los EE.UU. y Europa y en un huso horario más amigable para esos mercados. Considerando que Nueva Zelandia recibe más de 3 millones de turistas al año, el potencial es claro”, señaló el funcionario en redes sociales.

“Tierra del Fuego es mucho más que Nueva Zelandia, porque tiene una mística increíble (Estrecho de Magallanes, el faro del fin del mundo), aguas cristalinas para la navegación o el buceo, lagos y ríos, glaciares a minutos de las ciudades, esquí en contra estación al hemisferio norte. Montañas para trekking. ¡En Tierra del Fuego un adulto como yo puede cruzar los Andes en un día! Tiene también una gastronomía única. Pero sobre tiene un gran potencial porque es el puerto ideal para el abastecimiento de la Antártida un negocio que hoy nos arrebata Chile”, añadió.

Se percibe en los comentarios del ministro un panorama muy alentador, el cual se desvanece cuando se observan las estadísticas públicas (BCRA) del balance cambiario turístico argentino, que muestra que en el primer trimestre de 2025 registró un déficit de 2750 millones de dólares.

Tal como sucedió en otros momentos en los cuales el “atraso” cambiario fue evidente, el “subsidio” cambiario aportado por la política estatal es aprovechado por el sector más acomodado de la población con el propósito de viajar al exterior.

El dato es que el ingreso neto de divisas generado por el sector sojero argentino –el mayor aportante de divisas de la economía argentina– fue en el primer trimestre de este año de 2857 millones de dólares.

Es decir: el esfuerzo de decenas de miles de productores, agrónomos, asesores, transportistas, acopiadores, industrias y trabajadores portuarios que contribuyeron a fabricar divisas con las exportaciones de poroto, harina y aceite de soja, además de biodiésel, se despilfarró para realizar viajes al extranjero.

Está claro que Tierra del Fuego –junto con muchos otros destinos argentinos– tiene un potencial turístico gigantesco, pero el mismo nunca va a ponerse en marcha con un tipo de cambio apreciado. Se requiere un incentivo cambiario para atraer a turistas extranjeros.

Científicos del CONICET estudian efectos de los antibióticos en las comunidades bacterianas

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Las bacterias, los primeros seres vivos en habitar la Tierra, aunque invisibles al ojo humano, son la población de organismos más numerosa del planeta. Conformados por una sola célula y expuestos a un entorno cambiante lleno de amenazas han desarrollado diversos mecanismos que les permiten resistir, tolerar y sobrevivir a condiciones inhóspitas como las temperaturas extremas, ambientes hiper salinos o la presencia de sustancias químicas que interfieren con procesos fundamentales de su fisiología: los antibióticos. Aunque muchos de los mecanismos desarrollados por las bacterias para resistir a los antibióticos son de base genética e implican que adquieran genes específicos que les brinden tolerancia a ciertos agentes biocidas, existe también una respuesta de resistencia de tipo fisiológica -que otorga a las bacterias protección frente a un amplio abanico de peligros- a partir de la formación de estructuras denominadas biofilms que les permiten vivir en comunidad.

Se considera que más de la mitad de las bacterias patógenas que generan infecciones crecen en comunidades de biofilms. En este marco, un equipo del CONICET en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR, CONICET-UNR) bajo la dirección del investigador Diego Serra, busca, con resultados hasta ahora prometedores, compuestos que puedan inhibir la formación de estas estructuras protectoras, para que actúen en sinergia con otros antibióticos.

En los biofilms las bacterias crecen contenidas en una matriz fabricada por ellas mismas que les permite adherirse a superficies y congregarse en verdaderos ecosistemas que muchas veces, incluso, pueden estar formados por varios tipos de bacterias y hasta hongos unicelulares. “Casi todas las bacterias tienen la capacidad de formar y vivir en biofilms; incluso se piensa en estas estructuras como el prototipo más antiguo de lo que luego con la evolución serían los organismos multicelulares, porque los biofilms funcionan como un tejido, con coordinación y división de tareas”, explica Serra, director del laboratorio de Estructura y Fisiología de Biofilms Microbianos en el IBR.

Esta organización requiere que las bacterias que se encuentran en el estrato superior del biofilm sean las productoras de grandes cantidades de los componentes que forman la matriz extracelular. Esto no sólo es algo muy trabajoso y costoso energéticamente para estas bacterias, sino que, a medida que generan la matriz y protegen a las bacterias que se encuentran por debajo, también se alejan de la fuente de nutrientes. Según explica Serra, cuando se quedan sin nutrientes, se estresan y utilizan sus últimos recursos para rodearse con un poco más de matriz y “dormirse”. Entonces “cuando un antibiótico se enfrenta a un biofilm, sólo puede actuar sobre la capa inferior de bacterias que se encuentra en activo crecimiento cerca de los nutrientes, mientras que las bacterias dormidas de la capa superior sobreviven. Esto es un problema en el área clínica ya que entre un 50 y un 80 por ciento de las infecciones están relacionadas con el crecimiento de las bacterias patógenas en comunidades de biofilms”, remarca.

Serra comenzó su formación en biotecnología en la Universidad Nacional del Litoral (UNL), para luego realizar un doctorado en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) que le permitió trabajar ocho años en la Universidad Humboltd en Berlin, Alemania. “En mi etapa formativa siempre me preocupé en entender cómo las bacterias se juntan y viven formando estos biofilms –relata Serra- cuando decido volver al país, quise combinar todos los conocimientos que teníamos sobre por qué y cómo las bacterias forman estas comunidades, para darle una aplicación en el ámbito de la salud, siento que es importante tener esta retribución hacia la sociedad y que la ciencia atienda estas problemáticas”.

En su laboratorio desarrollan dos líneas de investigación principales una dedicada a conocer los detalles sobre la tolerancia de los biofilms a las concentraciones letales de antibióticos, para desarrollar estrategias efectivas para atacar a todas las bacterias dentro de la comunidad y otra que estudia los efectos de las concentraciones subletales de antibióticos sobre los biofilms.

Hay muchas circunstancias donde las bacterias quedan expuestas a concentraciones muy bajas de antibióticos. Según Estefanía Cordisco, investigadora del Consejo que realizó su trabajo posdoctoral en el laboratorio de Serra, un caso frecuente es cuando se administran antibióticos por vía oral. “Se toma una concentración muy alta calculando que luego de pasar por vía sistémica, llegue al sitio de acción la concentración efectiva. Pero, por un lado, no todos los organismos son iguales y en muchos casos ese antibiótico llega a una concentración reducida al sitio de la infección, y, por otro lado, están los efectos sobre otras bacterias no patógenas que viven en el organismo y también quedan expuestas a concentraciones bajas de antibiótico que les llega por el torrente sanguíneo”. Por su parte, Serra advierte que también estas concentraciones subletales existen en el ambiente: “Se pueden detectar antibióticos en casi todos los ambientes, porque hay un abuso en el uso. En los ríos, por ejemplo, suele encontrarse antibióticos que llegan a través de efluentes industriales o como desechos de orina y heces derivados de la actividad ganadera, avícola e incluso de la piscicultura”.

La actividad de los antibióticos “bajo la luz de la luna”

El término moonlighting (derivado del inglés: luz de luna) fue acuñado en los años 50s por la sociología, para referirse a la actividad que realizaban los trabajadores que tenían un segundo empleo, usualmente nocturno, bajo la luz de la luna. En biología se empezó a usar para definir las funciones secundarias de ciertas proteínas. “Se nos ocurrió que podíamos usar este término para sintetizar la diversidad de efectos que vemos que pueden tener los antibióticos, más allá de su principal función, que es matar a las bacterias”, indica Serra, quien junto a Cordisco fueron invitados por la revista Trends in Microbiology, del grupo Cell Press, para escribir un artículo donde recopilan, analizan y discuten las investigaciones previas y el estado del conocimiento actual sobre este tema, que ilustra la tapa de uno de los últimos número de la publicación.

“Sabemos que los antibióticos a concentraciones subletales generan una señal de estrés en las bacterias, y que, en la mayoría de los casos, promueven la generación del biofilm. Sin embargo, recientemente en nuestro laboratorio hemos demostrado que también puede darse el efecto contrario. Encontramos el caso de un antibiótico que inhibe la formación del biofilm. Estos casos excepcionales son buenos para definir nuevos mecanismos para explorar”.

Ocurrió mientras buscaban sustancias de origen microbiano que actuaran inhibiendo la formación de biofilms. Vieron que la especie Bacillus subtilis podía impedir la formación y el avance de otras bacterias creciendo en forma de biofilm. La sorpresa fue cuando lograron identificar cual era la sustancia responsable de este efecto, y resultó ser un antibiótico llamado baciloína, que esta bacteria produce y libera naturalmente.

“Esto nos mostró que dependiendo del antibiótico y su mecanismo de acción los efectos podían ser muy diferentes. Al estudiar la interacción de baciloína a concentraciones subletales con el biofilm de la bacteria receptora, vimos que la baciloína puede inactivar la matriz del biofilm sin que la bacteria se dé cuenta, es decir, sin generar una señal de estrés”, relata Cordisco.

Serra explica que esto tiene un sentido ecológico muy claro cuando se plantea un escenario de competencia: “El bacilo libera la baciloína a su alrededor y si hay otro microorganismo a cierta distancia protegido en su biofilm, lo primero que hace es quitarle la protección de la matriz extracelular, provocando la desintegración del biofilm. Entonces, a medida que el bacilo sigue creciendo y se acerca al microorganismo desprotegido, puede finalmente eliminarlo y prevalecer”. Aplicado al campo de la salud, “esto resulta interesante porque por síntesis química se podría obtener un compuesto que emule este comportamiento o incluso podrían implementarse tratamientos que combinen el uso de antibióticos con compuestos anti-biofilms”, concluye.

Sigue disminuyendo la natalidad en Argentina. El problema demográfico y un comentario de AgendAR

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Aunque la tendencia viene marcándose hace tiempo, esta es la primera vez que los números muestran claramente una inclinación de la balanza: en la Argentina son más los hogares en los que no hay niños o adolescentes que aquellos en los que sí crecen. Así lo revela un informe del Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral, que en base a datos del último censo, de la Encuesta Permanente de Hogares y del Registro Nacional de las Personas (Renaper), da cuenta de los cambios estructurales que vienen transformando a la familia argentina.

En la actualidad, en el 57% de los hogares no hay chicos menores de 18 años. En tanto, en 1991, había sido el 44%. “Las bajas en la natalidad se reflejan en las estructuras de hogares con menores de 18 años”, dice el informe que fue realizado por las investigadoras Lorena Bolzon, Dolores Dimier de Vicente y María Sol González. “La Argentina inició el siglo con una tasa de fecundidad por debajo de la tasa de recambio (1,7 hijos por mujer), pero con el censo 2022 descendió a 1,4, acumulando una caída de más del 40% de la natalidad en menos de una década. La disminución de la fecundidad se presenta más en zonas urbanas que en las rurales, y se acentúa al aumentar el estrato social y el nivel educativo, acompañado de otros eventos demográficos como una reducción del tamaño de los hogares”, señala el informe.

Una tendencia que se asienta

Una tendencia que se asienta

Fuente: Universidad Austral

“Si bien la caída en la natalidad y el descenso en la cantidad de hijos por hogar tiene múltiples causas, las cuestiones económicas inciden significativamente. La evidencia empírica muestra una fuerte correlación entre la cantidad de nacimientos y variables clave como el Producto Bruto Interno (PBI), la población económicamente activa (PEA) y el número de ocupados. Esta asociación acredita que los ciclos económicos influyen de manera significativa en las decisiones procreativas. En particular, los datos muestran que, en contextos de inestabilidad económica y deterioro del empleo, las familias tienden a postergar o reducir la decisión de tener hijos”, señala el informe entre sus conclusiones.

Fecundidad

El informe apunta que a nivel mundial las tasas de natalidad continúan en franco descenso y que la Argentina no es la excepción, registrando un descenso de la natalidad del 40% en menos de una década, una de las caídas más bruscas en América latina.

“La natalidad en la Argentina ha disminuido significativamente a partir del año 2014. Ello implica una caída de más del 40% en menos de una década. Este cambio demuestra una reducción notable en la cantidad de hijos por familia, que afecta la estructura y dinámica familiar, pero también a la proyección futura de la sociedad argentina”, explica el informe del Observatorio.

“Cae la fecundidad entre las mujeres jóvenes”, dice el informe. El promedio de hijos por mujer bajó a 1,4 a nivel nacional, con mínimos sostenidos la ciudad de Buenos Aires, donde hay menos de un hijo por mujer: la tasa es de 0,9. Mientras que en Santiago del Estero, Misiones y Formosa su promedio es de 1,7, con un leve descenso en relación al censo 2010.

Según los datos de los últimos censos, en la franja de edad entre los 30 y los 34 años las mujeres con hijos nacidos vivos crecieron 10 puntos porcentuales entre 2001 y 2022. El 70,5% de las mujeres de esa edad tienen hijos. Mientras que la misma proporción disminuyó en las mujeres de entre 20 y 24 años, edad en la que solo el 31,2% son madres.

“Este dato condice con los cambios que podemos observar en cuanto a la edad de las madres en el momento de producirse los nacimientos. Según informa el Ministerio de Salud de la Nación, hace menos de diez años, los nacimientos se producían en mayor proporción en la franja etaria entre los 20 y los 24 años y, en segundo lugar, en las mujeres entre los 25 y los 29. Actualmente la tasa mayoritaria de nacimientos se produce en mujeres de 25 a 29 años y el segundo lugar lo ocupa la franja etaria entre los 30 y los 34. En el mismo período es posible observar un aumento en la maternidad de mujeres en el rango 35-39 y 40-44 años”, dice el informe.

Y agrega: “Teniendo en cuenta el máximo nivel educativo alcanzado por las mujeres en viviendas particulares entre los 14 y los 49 años con hijas e hijos nacidos vivos censadas en 2022, el 40,6% no tienen secundario completo, el 37,9% finalizaron ese nivel educativo y el 25,5% tienen estudios superiores o universitarios completos o incompletos. Estos datos reflejan que a mayor nivel educativo, menor cantidad de hijos”, dice.

Embarazo adolescente

Los centros urbanos presentan valores relativamente estables en cuanto a los hogares con hijos y sin hijos durante los últimos nueve años, se afirma. También se registra un crecimiento de hogares con un solo niño por sobre los con dos o más. “A nivel nacional estos datos también acreditan familias cada vez más pequeñas, con menos hijos. Así, pasamos de 1.533.421 de mujeres con más de cinco hijos en 2001 a 608.617 en 2022”, detalla.

El porcentaje de mujeres de 15 a 19 años con hijas e hijos era de 12,4 en el censo 2001, mientras que para 2022 es de 6,4. Esto significa una importante reducción del embarazo adolescente.

Al analizar los datos de las estructuras de los hogares según tienen o no hijos, se puede ver que mientras que en el censo de 2001, había un 2,7% de mujeres menores de 14 años que tenían hijos y ahora son menos del 0,5%.

Otro dato que resulta relevante y que explica la nueva forma que va adquiriendo la pirámide poblacional, del triángulo a la cebolla: el aumento de la esperanza de vida y el crecimiento de los mayores de 65 años. “Paralelamente, la esperanza de vida de las personas alcanzó los 72,8 años, lo que supone una mejora de unos nueve años con respecto a 1990, estimándose que, en 2030, casi el 12% de la población mundial tendrá 65 años o más y la longevidad media mundial en 2050 se situaría en torno a los 77,2 años. Este proceso se expresa en un aumento del envejecimiento poblacional”, dice el informe.

Más hogares y menos habitantes

Otra de las tendencias demográficas que analiza el informe del Observatorio es el aumento de la cantidad de hogares, mientras que se advierte una disminución en la cantidad de habitantes de los hogares. En 1991, solo el 13% de los hogares eran unipersonales. Hoy representan el 25% de las viviendas. Los hogares crecen más rápido que la población: entre 2010 y 2022, aumentaron un 31%, pero la población solo un 15%, se explica.

Se advierte una disminución en la cantidad de habitantes de los hogares
Se advierte una disminución en la cantidad de habitantes de los hogaresPexels

“En los cambios en las estructuras de hogares argentinos es notorio el crecimiento de hogares de tipo unipersonal, por encima de los multipersonales. Los de un solo miembro en 2022 superan a los que había en el censo 1991, por 12 puntos porcentuales (25% vs. 13%), lo que denota un crecimiento constante de hogares singulares en los últimos 30 años”, se lee en el documento.

Los hogares multipersonales a nivel urbano de núcleo incompleto van en aumento con marcada jefatura monoparental femenina: aumentaron más del 50% entre 1991 y 2010. Los últimos análisis de los datos indican que ocho de cada 10 hogares de tipo monoparental se encuentran a cargo de mujeres.

“Esto ha traído aparejado un crecimiento de hogares superior al crecimiento de habitantes en el país, especialmente a partir del censo 2010. De esta manera los hogares aumentaron entre 2010 y 2022 un 31%, mientras que las personas crecieron solo un 15% en el mismo período de tiempo. Por su parte la cantidad promedio de miembros por hogar ha disminuido, pasando de 3,6 (1991) a 2,9 (2022)”, dice el informe.

Si se observan los datos respecto de la cantidad de personas por hogar, en el censo 2022 se destacan los de un solo miembro, siendo superiores respecto de cualquier otra conformación. En el censo anterior (2010) preponderaban los hogares con 2, 3 y 4 miembros por encima de los unipersonales.

Cuando la jefatura del hogar es femenina, aumenta la presencia de adultos mayores, lo que pone en evidencia la carga de cuidado que recae sobre las mujeres de distintos grupos de edad.

“Los cambios sociales que inciden en las estructuras familiares no son anecdóticos: son señales que interpelan al Estado, a la sociedad y a las empresas. Repensar políticas familiares que integren aspectos de población, educación, vivienda, salud, cuidado y empleo con base en esta nueva realidad es urgente”, afirma Bolzon.

Evangelina Himitian

Comentario de AgendAR:

El descenso de la natalidad es una tendencia global. La vemos en todos los continentes, con la excepción -por ahora- de África. Pero la caída de los nacimientos en Argentina, a partir de 2016, es más brusca y acentuada que en la mayoría de los países del globo. Merece un estudio más profundo que el que se ha dado hasta ahora.

De todos modos, tomemos en cuenta un factor que está ayudando a aliviar este problema demográfico. Argentina es, todavía, un país que recibe inmigrantes. Significativamente, más que el número de compatriotas que emigran.

En realidad, nuestro país ha sido desde hace siglo y medio un país de inmigración. Y uno de los más exitosos -no el único, por cierto- en incorporar a los hombres y mujeres que querían habitar nuestro suelo, y transformarlos en ciudadanos argentinos.

Por eso es lamentable que el gobierno actual haya cedido a la imitación de actitudes antinmigratorias que aparecen en otras sociedades, más asustadas por la pérdida de su identidad.

Los gobiernos conservadores de hace un siglo tenían la Ley de Residencia para expulsar extranjeros indeseables (agitadores anarquistas,…). Pero sabían que Argentina se enriquecía con la inmigración. Ahora imitaríamos a conservadores asustados.

Oswald Spengler, el autor de «La decadencia de Occidente», (un prusiano que no tenía nada de globalista) decía que la señal de identidad de un pueblo fuerte es su capacidad de incorporar al extranjero y transformarlo en propio.

Abel B. Fernández