Reproducimos esta exhaustiva y detallada radiografia del comercio exterior argentino de HORACIO ROVELLI y comentamos sus conclusiones.
La Argentina, en el año 2022, tuvo récord de ventas y de compras con el exterior, teniendo en cuenta los datos que son por declaraciones juradas, sin contemplar la sub-facturación de exportaciones y la sobre-facturación de importaciones. Se declararon exportaciones por 88.466 millones de dólares, y los tres primeros clientes son Brasil, China, y los Estados Unidos.
A Brasil, que es nuestro primer socio comercial, se le vende medios de transporte y autopartes, petróleo y gas, trigo y cebada. Y se le compra tubos soldados por arco sumergido, hierro, acero, utilizados en oleoductos y/o gasoductos (esto tiene nombre y apellido: son, básicamente, las compras de USIMINAS de Brasil donde el grupo Techint posee el 50 % del capital y usa dólares que le compra al BCRA al tipo de cambio oficial, que, por ejemplo, al día viernes 28 de abril 2023 cotizaba a 228,50 pesos); vehículos para transporte (por la integración particular de las empresas radicadas en ambos países que gozan de reintegros impositivos y de draw back [i]); café, pasta química de madera, etcétera.
Con la República Popular China los despachos se concentraron en carne bovina deshuesada, congelada; carbonato de litio; cebada en grano; soja y sus derivados. E importamos de ahí computadoras y teléfonos celulares; suministros industriales elaborados; piezas y accesorios para máquinas y herramientas, plástico y sus manufacturas; grupos electrógenos de energía eólica; circuitos impresos con componentes eléctricos o electrónicos montados para aparatos eléctricos de telefonía o telegrafía; aparatos eléctricos de telefonía o telegrafía con hilos, de telecomunicación por corriente portadora o digital; partes para aparatos receptores de radiotelefonía, radiotelegrafía, radiodifusión, televisión, video monitores y video proyectores, y motocicletas con motor de émbolo alternativo.
A su vez, el comercio con los Estados Unidos es de venta, principalmente, de aceites crudos de petróleo; oro para uso no monetario; productos intermedios de otros aceros aleados excluido el inoxidable; aluminio; aceite de soja y aceite de girasol en bruto; limón y sus derivados y otras frutas frescas. En cambio, se importa gasoil; turbinas de gas; carbonato de sodio anhidro; hulla bituminosa; productos inmunológicos y medicamentos envasados; vehículos automotor; máquinas y herramientas.
Como lo reconoce la Asociación de Comercio entre Estados Unidos y Argentina AmCham, entre los sectores de mayor relevancia se encuentran el petrolero (apalancado por las inversiones en Vaca Muerta), el suministro de energía (AES), la industria manufacturera (GM, Ford, Goodyear, BASF, DuPont, Whirlpool), seguros (Metlife, Prudential), servicios financieros (American Express, Visa, JP Morgan), servicios profesionales (Accenture, Manpower Group), servicios de información y comunicaciones (IBM, Cisco Systems, Google).
A ello debemos sumarle que de las nueve grandes empresas acopiadoras y comercializadoras de granos y derivados, que representan el 80 % de las exportaciones del sector en la Argentina, cinco son estadounidenses: ADM; Bunge; Cargill; Louis Dreyfus; y Glencore. Que en energía y en Vaca Muerta se destacan las firmas Chevron, Apache y Exxon Mobil y en litio y minerales raros, las empresas Río Tinto y Livent y sus acuerdos con Ford Motor Co, la primera, y con General Motors, la segunda. Que el principal acreedor no institucional en la deuda externa argentina es BlackRock, cuya casa central está en Nueva York y lo mismo pasa con los otros fondos de cobertura (Vanguard, PIMCO, Franklin Templeton, etc.). Que el supervisor de nuestra deuda es el FMI, donde el país del norte posee el 17 % de los votos y es el único que tiene poder de veto, a lo que se suma una embajada siempre activa en defensa de los intereses de su país, la más de las veces sin cuidar las formas.
Sin embargo, la Argentina tiene una economía que compite en los mismos rubros que los Estados Unidos. Somos el décimo exportador de alimentos y forrajes, dentro de ello, el tercero en soja y sus derivados, pero Estados Unidos es el primero. A su vez, es el principal mercado de granos del mundo y los precios se fijan en Chicago. Hasta el relevamiento de la producción y su almacenamiento en silos en la Argentina es suministrado por los satélites de los Estados Unidos.
Ellos saben más que nadie que la sequía en 2022/2023 fue importante y devastadora, pero que vamos a superar el récord de producción de granos y derivados en el 2023/2024. A lo que se le debe sumar la mayor explotación de petróleo y gas de Vaca Muerta, y el pleno funcionamiento del gasoducto Néstor Kirchner, por lo que nos vamos a autoabastecer de combustible en el año 2024 y vamos a ser exportadores netos en el 2025. Más la exponencial explotación y exportación de litio y minerales raros para la tecnología moderna.
Sin embargo, sabiendo todo ello, el FMI —pese a que el Ministro Sergio Massa se había visto antes, en la República Dominicana, con la segunda del Departamento de Estado de ese país, Wendy Sherman— no le concedió el crédito puente de 5.000 millones de dólares. Además le dijo que sometía el pedido de adelantamiento del aporte de capital de 10.793 millones de dólares que, según el acuerdo de facilidades extendidas —firmado y autorizado por la ley 27.668—, deben ingresar en los meses de junio, septiembre y diciembre de 2023, a la aprobación del board del FMI .
Saben que es una situación de ahogo financiero en el comienzo de la etapa electoral de cambio de gobierno, pero lo hacen por dos razones:
Una, económica. Exigen que se devalúe nuestra moneda para que la deuda sea más difícil de pagar y que compren por la mitad lo que vale el doble, tanto empresas como activos naturales y públicos.
Porque quieren que la nueva administración se le subordine políticamente en el enfrentamiento que tiene con la República Popular China y que graficara la comandante del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Richardson.
China
Una nación soberana, como debe ser la nuestra, no tiene que subordinarse a nadie y sí debe establecer relaciones económicas, comerciales y políticas de iguales entre países independientes.
El Banco Central de la República Argentina tiene reservas en yuanes por el equivalente a 19.000 millones de dólares. Que se le pida a China usar los yuanes por 5.000 millones de dólares (cifra que se le fue a pedir al FMI), para “cerrar” las cuentas y pagos de este año, máxime que el año 2024 se obtendría un superávit comercial del orden de los 25.000 millones de dólares, es factible y necesario.
Obviamente el país asiático nos vende mayor valor agregado (trabajo incorporado) que los bienes que compra de la Argentina, que sucede en la mayor parte de nuestro comercio internacional, que con China es exacerbado. Pero debe observarse lo siguiente:
En primer lugar, con China tenemos una economía complementaria. Ellos tienen más de 1.400 millones de habitantes y necesitan alimentos, forrajes y energía, bienes y servicios de los que disponemos en abundancia
Que se expanda la forma de pago en yuanes y pesos no es un tema menor, dado que como sucede con todas las operaciones de comercio internacional de nuestro país, debemos comprar dólares para adquirir bienes y servicios [2] y al revés, si, por ejemplo, Chile o Bolivia u otra nación quieren comprar productos argentinos, deben comprar antes dólares para hacerlo.
En gran parte del comercio internacional se va sustituyendo el dólar por acuerdos como los firmados entre India y China, China y Japón, y China y Rusia, donde se opera en forma creciente con las monedas de cada país.
Es obvio que esto va en contra de los Estados Unidos, que se beneficia con la fuerte demanda mundial de su moneda y, por ende, financia su déficit fiscal (que, por ejemplo, en el año 2021, fue del 16,7 % de su PIB), en forma mayoritaria, con emisión monetaria, cosa que a nosotros, el FMI nos limita severamente y que fue del 1 % del PIB en el año 2022 y que el FMI fijo en el 0,6 % del PIB en el año 2023 [3].
Es imprescindible que la Argentina propicie acuerdos con otros socios comerciales en nuestras respectivas monedas, que, a su vez, indirectamente, le confieren al peso un mayor valor por su utilización (y mayor demanda de pesos).
El problema es la inflación argentina, donde la paridad real o imaginaria, acicateada por los grandes operadores económicos que “dolarizan” permanentemente sus precios y la ganancia, desvalorizan el rol de nuestro dinero. Esa desvalorización es mayor en momentos de crisis, y esas crisis se desencadenan con la pérdida de reservas internacionales del BCRA.
La hiperinflación de 1989-1990 se generó cuando José Luis Machinea, presidente del BCRA en ese entonces, el 6 de febrero de 1989, dijo que la autoridad monetaria no tenía más reservas de libre disponibilidad. Ese día el precio oficial del dólar era de 17,82 australes, el gobierno de Menem, cuando asumió (en forma anticipada) el 9 de julio de ese año, lo fijó en 650 australes y la corrida cambiaria se frenó el 1 de abril de 1991, con la convertibilidad de 10.000 australes por un dólar. En ese proceso, se produjeron las privatizaciones que implicaron suficientes ingresos de divisas al país para estabilizar la situación, pero a costa de malvender YPF, Agua y Energía, Segba, Hidronor, Gas del Estado, FFCC, la Caja de Ahorro y Seguros de la Nación, etcétera.
No estamos exentos de repetir el mismo mecanismo y entrar en un proceso hiperinflacionario, azuzado por las distintas paridades cambiarias y quienes la propician, ante un BCRA que dilapidó y dilapida reservas internacionales cuando le vende a la paridad oficial dólares a las empresas para que paguen el 40 % de su deuda y/o realicen importaciones al tipo de cambio oficial (el viernes 28 de abril 2023 de 228,50 pesos).
Es por eso que un buen comienzo fue que a fin de paliar los efectos de la falta de dólares para pagar importaciones, el Ministerio de Economía activó el 26 de abril de 2023 un nuevo tramo del swap de monedas que el Banco Central tiene con su par de China, por el cual se podrán financiar importaciones pagadas en yuanes por un valor equivalente a 1.040 millones de dólares Este tramo del swap estará vigente durante el mes de mayo y permitirá a las empresas importar bienes desde el gigante asiático sin tener que pagar con dólares.
China trata de fortalecer lazos comerciales, de allí que los BRICS (Brasil, Rusia, China e India) se reúnan los días 2 y 3 de junio de 2023 en Ciudad de Cabo —Sudáfrica—, y ofrezca incorporar a 19 países, entre ellos a la Argentina, invitada especialmente por la República Popular.
HORACIO ROVELLI
Comentario de AgendAR:
Los economistas vinculados a la oposición a la actual gestión dicen que Argentina «mendiga» créditos en el exterior (estamos en campaña electoral). La realidad es que se trata de créditos de nuestros proveedores para que les compremos sus productos: las naciones no son ONGs de beneficencia.
Señalamos esto porque nuestro peso no se devalúa solo con respecto al dólar, como parecería decir la nota, también se devalúa con respecto al yuan y al real. Estamos de acuerdo en que una devaluación, gradual como está ocurriendo ahora o «brusca», no resuelve nada. Con una inflación desbocada, cualquier tipo de cambio queda atrasado en pocos meses o semanas.
También estamos de acuerdo que a Argentina le conviene ingresar a los BRICS para facilitar su comercio exterior y obtener posibilidad alternativas de financiación. Pero eso tampoco es una solución mágica por las razones expuestas más arriba. En realidad, nuestro país debe tomar en cuenta que su comercio exterior con su socio más cercano, Brasil, más el que lleva con los dos gigantes EE.UU y China, solo suma el 31% del total. El otro 69% es con el resto del mundo, que también existe.
El martes 9 de mayo próximo, se presentará la edición en papel del libro “Crónica de una reparación (im)posible”, que relata los esfuerzos realizados por la industria nuclear argentina para la solución del desperfecto sufrido por la Central Nuclear Atucha I en el 1988.
El libro fue escrito por tres de las personas que formaron parte del equipo que llevó adelante la reparación: Juan Carlos Almagro, ingeniero metalúrgico, vinculado a áreas de desarrollos tecnológicos; Roberto P. J. Perazzo, físico teórico, realizó investigaciones básicas en el Departamento de Física; y Jorge Isaac Sidelnik, físico, que trabajó en las áreas de CNEA dedicadas a la producción de energía.
Con un manejo del relato de los acontecimientos que solo pueden tener quienes participaron de los eventos, los autores exponen con claridad las tareas realizadas y los desafíos que se fueron superando en el desarrollo del proyecto.
Esta edición especial en papel del libro, realizada por el CEDyAT, se presentará oficialmente el próximo martes 9 de mayo en el Auditorio Jorge Sábato de la Sede Central de Nucleoeléctrica Argentina (Francisco N. Laprida 3163, Villa Martelli, Provincia de Buenos Aires). El evento contará con transmisión simultánea a través del canal de YouTube de Nucleoeléctrica Argentina S.A.
Participarán de la presentación, los autores del libro: Jorge I. Sidelnik y Roberto Perazzo; junto a Susana Hernández, Presidente de la AAPC; José Luis Antúnez Presidente de Nucleoeléctrica Argentina; y la investigadora Clara Ruocco, que será la moderadora del encuentro.
El incidente
En 1988, la Central Nuclear Atucha I sufrió un desperfecto en los canales de combustible del reactor. Los daños en la estructura configuraron distintos escenarios nada favorables en medio de un contexto socioeconómico adverso, sin embargo, gracias a las capacidades nucleares de nuestro país, se afrontó de manera exitosa la reparación y re-arranque del reactor utilizando los recursos de la ciencia, la tecnología y la industria argentina. El libro refiere a cómo un suceso adverso permitió posicionar a nuestro país como referente en la temática a nivel mundial superando exitosamente los incidentes.
Por aquel entonces, los equipos técnicos de la Comisión Nacional de energía atómica afectados a la tarea contaban con experiencias previas en problemas de tal magnitud y complejidad; pudieron sortear el desafío tecnológico de manera exitosa basándose en una sólida experiencia en investigación y desarrollo. Como resultado positivo de esta vivencia, se enriquecieron las capacidades y la historia del sector nuclear argentino.
Atucha I
La Central Nuclear Atucha I, Presidente Juan Domingo Perón, inició su construcción en junio de 1968 y se convirtió en la primera central nuclear de potencia de América Latina. Fue conectada al Sistema Eléctrico Nacional el 19 de marzo de 1974 y comenzó su producción comercial el 24 de junio de ese mismo año.
Atucha I está ubicada sobre la margen derecha del Río Paraná de las Palmas, a 100 km de la ciudad de Buenos Aires en la localidad de Lima, Partido de Zárate.
Actualmente cuenta con una potencia eléctrica bruta de 362 megavatios eléctricos.
Si bien es la primera central argentina, todos sus sistemas de seguridad fueron actualizados y cumplen con las exigencias locales e internacionales. Desde 2008 a la fecha, Nucleoeléctrica se encuentra ejecutando el Proyecto de Extensión de Vida de Atucha I, cuya finalización permitirá extender su operación por veinte años adicionales a plena potencia.
Nucleoeléctrica Argentina
La empresa produce energía eléctrica mediante la operación de las centrales Atucha I, Atucha II y Embalse. La potencia instalada total de sus tres plantas es de 1.763 MW.
Además de operar las plantas y comercializar en el Mercado Eléctrico Mayorista (MEM) la energía producida, está a cargo del gerenciamiento de proyectos que aseguren la operación segura y confiable de sus instalaciones, así como también de aquellos que tengan por objetivo la eventual construcción de futuras centrales nucleares en territorio nacional.
Sus actividades están sujetas a los más altos estándares de seguridad y se encuentran fiscalizadas a través de rigurosos controles tanto nacionales como internacionales. La energía nuclear contribuye al cuidado del medioambiente por su competitividad y reducción de emisiones de CO2. Esta fuente de energía no genera gases ni partículas causantes del efecto invernadero en su proceso productivo, lo que ayuda a combatir uno de los principales responsables del cambio climático.
CEDyAT
El CEDyAT es un Centro de Vinculación Tecnológica Argentino (UVT Ley 23877) integrado por un equipo profesional interdisciplinario altamente calificado, que brinda soluciones integrales de excelencia. Con el apoyo de científicos, docentes, informáticos, investigadores, profesionales y tecnólogos que día a día colaboran con la asistencia en la gestión que promueve la innovación tecnológica en el país.
Además de intervenir con estrategias de gestión organizacional, infraestructura informática, certificación de procesos, big data, analítica aumentada, machine learning, logística, y industrias 4.0, las Ediciones CEDyAT buscan amplificar la circulación de aquellos textos vitales para la gestión e innovación tecnológica local.
Una nueva red que agrupa a reactores de investigación e instituciones conexas, mediada por el OIEA, ayudará a satisfacer la creciente demanda que existe en América Latina y el Caribe de los servicios analíticos y tecnológicos que prestan estos reactores y de los radioisótopos y radiofármacos que producen. La Red Regional de Reactores de Investigación e Instituciones relacionadas en América Latina y el Caribe (RIALC) echó a andar oficialmente en un acto de carácter híbrido (virtual y presencial) que tuvo lugar en Viena el 28 de febrero, en presencia de representantes de la Argentina, Bolivia, el Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Jamaica, México y el Perú.
Los nueve países participan en un proyecto regional de cooperación técnica del OIEA establecido para responder al aumento de la demanda de los productos y servicios que proporcionan los reactores nucleares de investigación, utilizados con fines de investigación, desarrollo, enseñanza y capacitación y también para producir neutrones destinados a sectores que van desde la medicina y la agricultura hasta la industria y la criminalística. Dada la importante función que cumplen para las actividades de investigación y desarrollo, muchos reactores de investigación se encuentran en campus universitarios e instituciones nacionales, donde numerosas partes interesadas pueden beneficiarse de sus aplicaciones.
“Este proyecto tiene por objetivo reforzar las capacidades existentes en la región, aprovechando al máximo la experiencia y las aptitudes de sus profesionales y técnicos, así como el importante acervo de equipo e infraestructura del que los reactores de investigación son un elemento central”, dijo Raúl Ramírez, Jefe de Sección de la División de Cooperación Técnica para América Latina y el Caribe del OIEA. “Nos estamos centrando en atender en la mayor medida posible la demanda de productos y servicios de reactores de investigación en la región, para lo cual es básico disponer de una plataforma de intercambio de información. De ahí la creación de esta red”.
Siete países de América Latina y el Caribe cuentan con reactores de investigación de diferentes tipos y niveles de potencia. Los reactores de investigación son, desde hace más de 70 años, centros de producción e innovación en la esfera de la ciencia y la tecnología nucleares, gracias a su contribución a investigaciones multidisciplinarias que han deparado nuevos avances, por ejemplo, en la producción de radioisótopos de uso médico e industrial, la investigación con haces de neutrones, la obtención de materiales o el ensayo y la cualificación de componentes. En total, hay en la región 16 reactores de investigación en funcionamiento (cinco en la Argentina, cuatro en el Brasil, dos en México, dos en el Perú, uno en Chile, uno en Colombia y uno en Jamaica), más otros tres que se están construyendo en la Argentina, Bolivia y el Brasil. El objetivo de la RIALC estriba en servir de foro a los profesionales que trabajan en estas instalaciones para poder intercambiar información, coordinar actividades y promocionar sus servicios y productos, con ánimo de ofrecer soluciones eficientes y eficaces a los sectores de la salud, el medio ambiente, la industria y la medicina.
“El OIEA ha respaldado la creación de varias redes regionales de reactores de investigación, algunas de las cuales desempeñan un papel muy importante para coordinar iniciativas de colaboración relacionadas con el acceso a los reactores de investigación y su utilización”, señala Nuno Pessoa Barradas, Especialista en Reactores de Investigación del OIEA. “La RIALC es la primera red de este tipo que abarca toda la región de América Latina y el Caribe. Esperamos que, gracias al esfuerzo de sus miembros, contribuya sustancialmente a mejorar la sostenibilidad y el uso de los reactores de investigación de la región”.
La presentación de la nueva red supuso un hito dentro de un proyecto regional en curso que apunta a satisfacer la demanda regional de productos y servicios relacionados con reactores nucleares de investigación. Asistieron al acto autoridades de las instituciones de contraparte de la RIALC, entre ellas Adriana Serquis, Presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica de la Argentina, Hortensia Jiménez, Directora de la Agencia Boliviana de Energía Nuclear, Gladys López, Presidenta de la Agencia de Energía Nuclear y Tecnologías de Avanzada de Cuba, y Mario Mallaupoma, recientemente nombrado Presidente del Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN). También asistió Carlos Gayoso, coordinador principal del proyecto y Director de Producción del IPEN.
En el marco de un acto organizado por el PIT-CNT con motivo del Día del Trabajador, el presidente de la Unión de Exportadores del Uruguay, Facundo Márquez, fue consultado sobre las actuales negociaciones del gobierno para abrochar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China, y explicó que el gigante asiático «ya dijo que va a querer negociar con el Mercosur«, y no de manera individual, por lo que «nos puso un poco a la cola de eso«.
Según el jerarca gremial, hay que entender que «estamos en un mundo muy politizado«, y «el Mercosur depende mucho de lo que defina Brasil y su estrategia de inserción internacional«. No obstante, Márquez afirmó que desde la Unión de Exportadores se apuesta «en primera instancia a que Brasil lidere el tratado Mercosur-Unión Europea, que es el que más cercano estamos».
A su vez, señaló que se debe «seguir trabajando en otros tratados como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) al que China ha pedido la adhesión», por lo cual la nación asiática también podría quedar «adentro de ese tratado», explicó a Subrayado.
Márquez remarcó que por «la filosofía» de la Unión de Exportadores, y «más allá de las diferencias» y los matices que hay con el PIT-CNT, «están convencidos de que a pesar de esos desacuerdos que podemos tener en algunas formas o algunos medios», los objetivos «son los mismos», y «estamos todos en el mismo barco«.
El presidente de la Unión de Exportadores sostuvo que «siempre apuestan al diálogo» con los actores de la vida política y sindical del Uruguay, y a «razonar» el hecho que «vivimos en un mundo complejo y no concebimos otra forma de que no sea crecer el país» a partir de «más y mejor trabajo».
En los últimos seis años, la industria espacial a nivel global creció un 15% y llegó a los USD 373.000 millones. Argentina cuenta con la capacidad de hacer satélites de alta complejidad y con actores privados que impulsan el sector.
No se trata de un sector que traiga kilométricas inversiones, sino más bien de un nicho tecnológico que nos permite ir kilómetros hacia arriba: la industria espacial -más que nada satelital-.
Los datos del día
Hoy no van a ser muchos datos porque es un sector un tanto esquivo para brindar información clara: cada país informa lo que considera como espacial y las empresas que se dedican al rubro suelen dedicarse también a otras actividades, así que es complicado saber cuánto representa la parte espacial. Pero vamos a sintetizarlo en los siguientes puntos:
En Argentina trabajaron 7.499 personas en el complejo satelital. 3.674 (49%) estaban vinculadas a empresas -tanto privadas como estatales- y el resto a los organismos públicos (Comisión Nacional de Actividades Espaciales -CONAE- y Comisión Nacional de Energía Atómica -CNEA-).
El empleo en empresas más que se triplicó desde 2007, cuando contaba con 993 personas empleadas.
En 2020 se realizaron 114 lanzamientos, el 70% lo llevaron a cabo empresas de Estados Unidos y de China. 34 de esos lanzamientos los hizo una empresa llamada China Great Wall Industry Corporation -obviamente de origen chino- y SpaceX -del malvado Elon Musk- hizo otros 25. Entre las dos firmas concentraron el 51% de los lanzamientos.
¿Cuánto dinero movió el lanzamiento en 2020? 5.300 millones de dólares ¿Cuánto movió en total la “economía del espacio”? USD 371.000 millones ¿Es mucho? Bastante, nuestro PBI de 2021 se estimó en 487.000 millones.
Argentina es uno de los pocos países del mundo que logró desarrollar satélites geoestacionarios de comunicaciones. Los otros son: China, Estados Unidos, India, Israel, Japón, Rusia y algunos países de la Unión Europea. ¿Qué es un satélite GEO? Uno que se queda sobre un mismo punto en relación a la tierra.
Todos estos datos y más en la Misión 7 del Plan Argentina Productiva 2030.
De ratones y monos
Seguramente te acuerdes de los despegues del ARSAT-1 y 2, al menos para mí fueron muy emocionantes. Pero, ¿cómo llegamos a eso? Hacer una cronología de la industria espacial argentina sería un poco largo y se iría la entrega en eso, pero veamos algunos hitos.
Como muchas otras historias industriales, la nuestra arranca con las Fuerzas Armadas desarrollando o impulsando la fabricación de ciertos productos -muchas veces con alguna finalidad bélica, pero no siempre-, en este caso: cohetes. También, como muchas otras historias, con el golpe militar de 1955 la actividad entró en un impasse.
Recién bajo la presidencia de Arturo Frondizi se retoma la carrera espacial argentina con varios lanzamientos de cohetes. Pese a los varios cambios de gobierno y golpes de la época, se siguió avanzando y acá me quiero detener un minuto. Entre los lanzamientos realizados, se destacan dos. El 11 de abril de 1967 se lanzó un cohete “tripulado” -permítanme la licencia poética- por el ratón Belisario, pero solo llegó a una altura de dos kilómetros. Dos años después se lanzó otro cohete que tenía a bordo al mono Juan y llegó a los 90 km de altura. ¿Por qué te cuento esto? Porque fuimos el cuarto país del mundo, sí el CUARTO, en lograr exitosamente mandar un animal al espacio y que vuelva sano y salvo. Esto muestra un poco el grado de avance que se había logrado, ¿no?
Las inversiones en cohetes se mantuvieron, incluso durante la última dictadura, y en democracia con el gobierno de Raúl Alfonsín se lograron avances significativos en el marco del Programa Cóndor. Incluso se logró exportar partes de cohetes a Egipto, pero por la presión de Estados Unidos el proyecto se discontinuó.
Con la presidencia de Carlos Menem, la industria cambió y se enfocó más hacia el lado satelital, se pusieron en órbita varios satélites artificiales, a pesar de ser la época de las privatizaciones y el “desmantelamiento” del Estado. Algo a mencionar es que dentro de la reorganización del sector se crea la CONAE. Con la llegada del siglo XXI y nuevas políticas económicas, el sector espacial tomó una relevancia aún mayor y se lanzaron varios satélites más, todos de diseño nacional.
¿Por qué te cuento esto? No va a ser habitual que hable de la historia de los sectores, pero me parece un caso muy ilustrativo de que tenemos que acostumbrarnos a ver a los sectores productivos como una película y no una foto. Ningún sector nace de un repollo y suelen tener tiempos de maduración bastante largos, así que no hay que desesperarse.
Si te interesa saber más de nuestra historia espacial pero no andás con mucho tiempo, la página de Wikipedia está bastante bien, pero si tenés un rato te recomiendo Historia de la actividad espacial en Argentina de Pablo de León. Y si tenés ganas de saber más sobre el Mono Juan y el ratón Belisario, te dejo este episodio de Ciencia del Fin del Mundo -el mejor podcast de ciencia que hay- y este corto hermoso de Hernán Moyano.
Al infinito y más allá
Ahora que ya conocés la historia, podemos ver qué es lo que tenemos actualmente. Por un lado, el Estado argentino llevó adelante distintas misiones espaciales impulsadas por la CONAE y ARSAT -encargada de gestionar y proveer servicios de telecomunicaciones por parte del Estado-. En estos proyectos estuvieron involucradas tanto INVAP como VENG, dos empresas estatales, en diferentes etapas de los proyectos satelitales. Por otro lado, surgieron empresas privadas ligadas tanto a la fabricación de satélites como a la provisión de servicios, infraestructura y otros productos de alto valor tecnológico. Quizás conozcas algunas: Innova Space, Satellogic, Novo Space, pero hay otras tantas un poco menos conocidas.
¿Entonces compiten contra las estatales? No, se dedican a cosas distintas. Mientras que las firmas estatales se concentraron en satélites de mayor tamaño, con una vida útil más prolongada y costos de producción más altos, las empresas privadas apuntan a otros mercados. Algunas por ejemplo se dedicaron a la construcción de satélites chicos, que pueden ser fabricados “en serie” y con materiales menos costosos.
Llegado este punto quizás te preguntes para qué sirve la industria satelital. Si fuera por amor al arte no estaría nada mal, solo que en tiempos de crisis económica sería medio complicado justificarlo. Esta fue una de mis consultas a Valentín Álvarez, investigador que estudia el sector satelital -entre otras cuestiones-.
“Por un lado, tener la posibilidad de desarrollar satélites localmente te habilita a brindar servicios que se adapten a las necesidades de la población y del territorio. La ubicación de Argentina y su geografía hacen que haya zonas que difícilmente podrían acceder a telecomunicaciones satelitales si no fuera por los satélites ARSAT-1 y ARSAT-2. Lo mismo con satélites de observación como los SAOCOM, que pueden adaptarse a las necesidades locales”.
Por otro lado, Valentín me señala que la producción local de satélites te permite, como en tantas otras industrias, el desarrollo de la cadena de proveedores. No solo vinculados a la actividad espacial, sino que también eso habilita a que las firmas proveedoras vendan sus productos a otros sectores -e incluso podrían exportar- dado que al requerirse insumos de alta calidad, ser proveedor de una empresa satelital funciona como un certificado de calidad.
Ligado a esto último, me comentó que si bien estos derrames hacia otras industrias son un tanto impredecibles y no pueden considerarse ex-ante, también ocurrió que los propios desarrollos satelitales por parte de las firmas estatales brindaron al país capacidades para desarrollar sus propios radares -de los que vamos a hablar cuando abordemos la cuestión de la defensa-.
Por último, Valentín planteó que no hay que menospreciar la formación de recursos humanos altamente calificados que trabajan en la industria. Si bien no se trata de una masa crítica, gran parte de los 7.500 empleados del complejo satelital cuentan con una altísima formación y una expertise que nos distingue de otros países en desarrollo. Incluso, esta generación de capacidades ayudó en algunos casos a que surjan las empresas privadas que mencionaba más arriba. Ya sea formando parte del proceso de crecimiento de las empresas como por haber sido fundadas por ex trabajadores de las empresas estatales, algunas de estas firmas tienen un pasado común vinculado al impulso nacional del sector satelital.
El ballet cósmico ha empezado
Si la Guerra Fría significó un avance tremendo en la carrera espacial, hoy en día estamos atravesando otro momento de cambios abruptos. Cohetes que van y vuelven, lo que permite disminuir los costos de cada lanzamiento; la difusión de satélites de menor tamaño y costo; algunas iniciativas para realizar minería en asteroides y otros planetas y el turismo espacial -ya es caro viajar al exterior, así que no nos deprimamos mejor-.
¿Qué quiero decir con esto? El sector se está transformando bastante, lo que conlleva ciertos desafíos para nuestro país -sumado a otros tantos desafíos más allá de las transformaciones-. Para llevar esto que puede sonar muy volado a valores monetarios, entre 2014 y 2020 la economía del espacio en todo el mundo creció un 15%, pasó de 323.000 millones de dólares a los 371 que te comentaba en la parte de datos.
El desafío más claro que aparece en Argentina -tanto para la parte estatal como privada- es la volatilidad económica en la que vivimos. Gran parte de los insumos que se utilizan en el armado de los satélites son importados -ya sea por una cuestión de falta de provisión local como de costos-. Esto va más allá de la voluntad que se tenga de hacerlos acá. Por ejemplo, INVAP realiza una multiplicidad de tareas, entre ellas la ingeniería, producción de insumos, software y el ensamble, sin embargo otra parte de los insumos que se necesitan para fabricar los satélites son importados.
La incertidumbre y las dificultades en torno a la importación de estos bienes llevan a que algunas firmas del sector privado elijan hacer la fabricación de los satélites en otros países, mientras que en Argentina tienen una parte considerable de los equipos de ciencia y tecnología. Este es el caso de una de las empresas privadas más grandes que, pese a tener una parte importante del empleo en Argentina, hace la fabricación en Uruguay.
Pero bueno, eso no se va a solucionar pronto, así que ¿cuáles son los otros desafíos? Valentín Álvarez me indicó dos cuestiones fundamentales: una mayor articulación público-privada y garantizar la estabilidad de los recursos destinados al sector espacial.
Respecto al primer punto, sumar espacios donde se articulen las políticas de ciencia y tecnología con las necesidades del entramado productivo local resulta clave para el crecimiento del sector y para que se generen derrames hacia otras industrias. A su vez, la facilitación para que empresas del sector puedan utilizar parte de las instalaciones públicas también permitiría una mayor vinculación entre estos dos mundos, así como la disminución de algunos costos. Más que nada, teniendo en cuenta que esa vinculación ya existe -lo que explica que parte de las firmas privadas surjan del entramado público o estén asociadas en algún punto al mismo-. Esta nota que le hicieron Paloma Varona y Gonzalo Brizuela, de Misión Productiva, a Marcos Actis -presidente de VENG, una de las firmas estatales- aborda esta cuestión y más.
Sobre el segundo punto, en algunas oportunidades el acceso al presupuesto estuvo atado a la voluntad política de los gobiernos, así como también a la capacidad del sistema científico de promover sus tareas. El gran problema con esto es que a medida que el sector avanza a nivel mundial acá se pierde tiempo en interrupciones que dilatan la duración de los proyectos. Esto lleva a que los plazos pensados para cada proyecto se demoren más y complica la articulación con el mundo privado, así como el avance de otras iniciativas que también son importantes.
¿Por qué la transformación a nivel mundial conlleva un riesgo para la industria nacional? Actualmente somos un jugador relevante en el mundo, quizás no tanto por tamaño, pero sí por desarrollos. Sin embargo, en la medida en que el sector se siga transformando y no logren políticas más estables de desarrollo local nos vamos a quedar atrás en la carrera. Argentina tiene capacidades para aportar, tanto en satélites de gran tamaño -como los que desarrolla INVAP-, así como también de menor escala -como los de Satellogic e Innova Space-. También estamos desarrollando el proyecto Tronador-II para hacer lanzamientos desde nuestro territorio. Pero, para que todo esto siga su curso, siga creciendo y se generen más sinergias locales, se requieren políticas de Estado.
La última vez que se formó El Niño fue en 2016 y sus efectos se dejaron sentir en todo el mundo. Este fenómeno climatológico contribuyó al aumento récord de las temperaturas globales, a la pérdida de bosques tropicales, al blanqueamiento de corales, a la generación de incendios forestales y al deshielo polar.
Ahora los científicos creen que volverá a ocurrir y por eso están alertando sobre la posibilidad de que en los próximos meses se forme un Niño potente en un contexto en el que, además, está ocurriendo un calentamiento “brusco e inesperado” de los océanos, lo que en conjunto podría llevar la temperatura global a niveles de récord entre 2023 y 2024. Pero ¿qué sabemos de este fenómeno y por qué preocupa?
“El Niño es básicamente un cambio en la fuerza y dirección de los vientos alisios que soplan de este a oeste en el océano Pacífico, que hace que el agua cálida que se encuentra en la parte occidental del océano Pacífico se mueva hacia la región central y este del Pacífico”, le explica Ángel Adames Corraliza, profesor de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Wisconsin, a BBC Mundo.
No se trata de un cambio inocuo. El experto señala que el movimiento de esas aguas cálidas propicia un aumento significativo de las temperaturas oceánicas del centro y el este del Pacífico.
“Las temperaturas oceánicas altas son más conducentes a aguaceros fuertes y a inundaciones. Y eso tiene consecuencias en el ciclo hidrológico de la costa oeste de América del sur, especialmente en Perú y en Ecuador. Incluso, hay unos efectos directos en la circulación atmosférica que causan cambios en las condiciones del tiempo y en el clima en general tanto en Norteamérica como en Sudamérica y en otras partes del mundo también”, precisó.
Las temperaturas oceánicas altas son más conducentes a aguaceros fuertes y a inundaciones
Adames asegura que esto genera preocupación, en especial, porque un El Niño potente -como el que se está pronosticando para este año- suele estar asociado a eventos meteorológicos extremos.
“Estamos hablando de la posibilidad de ver eventos meteorológicos extremos que no tienden a ocurrir comúnmente, porque El Niño básicamente cambia el clima. Así que vemos cosas que no son usuales en las diferentes regiones. Esa es una razón para preocuparse”, señala.
Este fenómeno meteorológico hace, por ejemplo, que en regiones usualmente muy lluviosas como el norte de Australia ocurran sequías y fuegos; mientras que en lugares como la costa oeste de Sudamérica, cuyo clima es seco y que es conocida por sus desiertos, se produzcan fuertes lluvias.
“El primer impacto que se ve es el calentamiento fuera de las costas del Perú. Este año, si no se rompió el récord está casi por hacerlo. Está extremadamente cálido y hemos visto unos aguaceros con una intensidad y fortaleza que no se ven comúnmente, excepto cuando tienes esas temperaturas bien altas, causando tremendas inundaciones, deslizamientos y pérdidas de vidas y de recursos materiales”, afirma Adames.
Explica que el desarrollo de El Niño, en especial si sigue aumentando la temperatura oceánica, suele llevar a una temporada de huracanes más activa en el Pacífico oriental y central.
“Durante los años de El Niño hay mayor riesgo de huracanes para la costa oeste de México y para Hawái. Frecuentemente, vemos huracanes o tifones que atraviesan el océano y ocurren huracanes más intensos en la región más al sur del océano Pacífico occidental. En contraste, la actividad de huracanes en el océano Atlántico disminuye”, señala.
Adames indica que, aunque todavía es algo que se está estudiando, hay indicios de que El Niño tiende a causar sequías en el Caribe durante el verano boreal, afectando lugares como Cuba, República Dominicana y Puerto Rico.
En ocasiones, esta sequía puede extenderse a América Central -de Panamá hasta Honduras, en especial-, así como causar ondas de calor en la región amazónica.
“En general, los impactos tienden a ser más de calor y sequía para Latinoamérica, pero los efectos más grandes tienen a ocurrir en la ladera occidental de los Andes y las montañas que predominan en América Latina. Así que estamos hablando de Lima y de todas las ciudades grandes que hay en esa región costera del lado del Pacífico de Suramérica que tienden a recibir impactos bien grandes en términos de aguaceros y calor”, apunta Adames.
Refuerzo del calentamiento global
Aunque El Niño tiene un origen natural no relacionado con el calentamiento global causado por las actividades humanas, sí puede contribuir al aumento de las temperaturas en el planeta.
Este fenómeno climatológico se caracteriza por una liberación de calor del océano Pacífico hacia la atmósfera, a través de la cual se distribuye
“Los años cuando ocurre El Niño tienden a ser más calientes de lo normal, así que si este año tenemos un Niño que posiblemente sea récord, o sea extremadamente fuerte, estamos hablando de un calentamiento de la atmósfera significativo que se va a estar sumando al calentamiento global causado por el ser humano”, advierte Adames.
“La segunda mitad de este año -y más probablemente el año que viene- será un periodo extremadamente caluroso y con muchas olas de calor porque estamos hablando de un calentamiento por El Niño además del calentamiento causado por el ser humano. Así que posiblemente el 2024 o el final de este año, será uno de los más cálidos que hemos experimentado desde que se tienen registro”, agregó.
El Servicio Meteorológico de Estados Unidos (NWS, por sus siglas en inglés) emitió un aviso de alerta por El Niño, en virtud de que hay indicios tempranos que hacen probable que se desarrolle en los próximos meses.
De acuerdo con el NWS, hay un 62% de probabilidades de que este fenómeno se desarrolle entre mayo y julio de este año. También estimaron en 40% las probabilidades de que sea un El Niño “fuerte”.
Ángel Adames afirma que abril es un momento muy difícil para anticipar la aparición de este fenómeno, pero señaló que hay varias señales que hacen pensar que sí ocurrirá. En primer lugar, apunta a las altas temperaturas que se registraron fuera de la costa de Perú.
Explica que hay una serie de boyas colocadas en la región ecuatorial del Pacífico para medir la temperatura oceánica no solamente en la superficie, sino también en la profundidad, y en estos momentos todas están indicando un calentamiento que se registraría desde la costa de Perú hasta casi llegar a la costa de Nueva Guinea. “Así que estamos hablando de un calentamiento mayor”, destaca.
Un segundo indicador sería un cambio que se produjo hace algunas semanas en la dirección de vientos alisios a vientos del oeste. “Usualmente, cuando los vientos cambian de dirección, eso acelera el desplazamiento de aguas calientes hacia la región este del Pacífico y eso es un indicativo bastante fuerte de que se está desarrollando El Niño”, apunta.
El último indicador son los modelos de predicción climatológica. “En estos momentos, la gran mayoría de ellos están indicando que vamos hacia un El Niño fuerte”, concluye.
Comentario de AgendAR:Trascartón de una «Superniña» (3 años seguidos de Niña), fenómeno sin antecedentes históricos en los registros del Servicio Meteorológico Nacional, que nos venga un «Niño» fuerte no es buena noticia. Hasta hace semanas, el consenso climatológico era de un 2023 casi tranquilo, con la Oscilación Austral en fase neutra, no en fase positiva.Les presento a ENSO, nombre que no corresponde a un simpático señor italiano sino a un fenómeno climático impersonal y global cuya sigla (El Niño Southern Oscilation) denota que fue descubierto por gringos. Como no explica el artículo de la BBC que precede a este lamento, ENSO tiene tres fases posibles: positiva, neutra y negativa. En fase negativa se la llama también «La Niña», y hemos tenido de sobra de esta criatura. Sólo en 2022 nos costó pérdidas de exportaciones agropecuarias de U$ 20 mil millones, U$ 14 mil millones en 2020 y U$ 7000 millones en 2019.Como dice acertadamente el artículo precedente, ENSO siempre estuvo con nosotros, en muchos casos contra nosotros. Y eso desde tiempos prehistóricos. Así lo dicen registros paleoclimatológicos que miden períodos de lluvia o de sequía de modos indirectos: grosor de anillos de crecimiento en árboles, por ejemplo, o espesor vertical de capas de sedimentos arrastrados por lluvia a fondos lacustres, etc. No se discute: este Niño no es nuestro, y tampoco las anteriores Niñas. Pero los argentinos somos otro pueblo más que empeora lo malo. Como dicen el climatólogo Vicente Barros, del CONICET y la FCEyN de la UBA, con el cambio climático causado por las emisiones de carbono fósil, las oscilaciones de fase de ENSO se han vuelto más agudas y más frecuentes. Todavía no queda claro mediante qué mecanismo sucede esto, pero sucede. De modo que aunque estas oscilaciones no sean «Industria Argentina», sí son nuestras las consecuencias. Las causas son las economías hiper-industriales adictas a los hidrocarburos. Curiosamente, las mismas que hoy nos reclaman una deuda externa que podríamos intentar pagar si la llanura chacopampeana, nuestro principal ecosistema agropecuario, no estuviera tan cascoteada de sequías e inundaciones. En el último decenio argentino, en el cual predominó como nunca antes la sequía, teníamos una herramienta excelente para mitigar las pérdidas de cosechas finas y gruesas: los cultivos HB4 resistentes a extremos hídricos, particularmente la soja, la alfalfa y el trigo. Prácticamente no los hemos usado.
Los HB4 consisten en genes de girasol insertados en el genoma de otros tres cultivos industriales argentinos. Le confieren a estos el manejo muy eficiente que tiene el girasol de la disponibilidad de agua. Los cultivos transgénicos HB4 no resisten únicamente la sequía, sino también la inundación. Es más, se ha visto que con sequía, en el caso de la soja, aumentan su rendimiento en toneladas por hectárea en porcentajes inesperados: 15% o 20%. La Dra. Raquel Chan dice que el único cultivo industrial que no mostró mejoras con los genes HB4 es el maíz, que de suyo acumula 5000 años de mejoras por cruza selectiva, iniciada en tiempos precolombinos. Se tardó toda una década en darles licencia a campo a los cultivos HB4 en Argentina, aunque se trata de desarrollos locales, o más bien debido a eso. Es que entre 1994 y 2022 las autoridades de Agricultura habilitaron más de 50 «eventos transgénicos» de semilleras multinacionales a meses de presentados, y a carpeta cerrada, pero los expedientes de los HB4, producto de investigadores de la Universidad Nacional del Litoral, el CONICET y la empresa local Bioceres, se llenaban de polvo desde 2004. Las excusas de Agricultura, en particular respecto del trigo, era que la siembra a campo del HB4 iba a derrumbar su aceptación en el comprador principal, Brasil, donde supuestamente odian los transgénicos. Se ve que odian más la harina cara, porque sucedió lo contrario: en cuanto se aprobó en Argentina (2020) sucedió lo mismo en los países más trigueros del mundo: Brasil, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Nigeria y Colombia. Faltan Ucrania y Rusia, pero hoy tienen otras ocupaciones. Si se suma la banda de ecologistas tilingos, de académicos otarios y de funcionarios delincuentes que pisaron la aprobación regulatoria de los cultivos HB4 a lo largo de la década más seca de la historia de nuestra agricultura, ¿cuánta plata perdimos al cuete? ¿Cuántas empresas agropecuarias argentinas cerraron, y sus tierras las manotearon contratistas y bancos? Los altibajos de ENSO en llanura Chacopampeana son «una pálida», dicho en setentista: tierras de escasa pendiente y con una red fluvial de escurrimiento entre mínima e inexistente, compactadas además como portland por tres años de seca, se inundan fácil. Y máxime cuando se han empobrecido en biomasa vegetal y flora bacteriana y fungal, que son las cosas que vuelven permeable el suelo y lo mantienen vivo. Éstas faltan por nuestras malas prácticas agropecuarias habituales, cada vez más dependientes de la petroquímica. Por eso en AgendAR defendemos los sistemas más biológicos de producción industrial de productos vegetales y animales, como el Voisin, el Savory o la chacra multifacética, que en lugar de emitir carbono lo fijan al suelo, y que aumentan, en lugar de disminuir, los rindes y variedad de producciones por hectárea. Pero además, al incluir prácticas imposibles de mecanizar, generan trabajo local. Estos enfoques productivos blindan financieramente al productor criollo: lo independizan un poco del mercado internacional al generarle, en la misma superficie dedicada a cultivos industriales, varios productos adicionales vendibles en mercados de cercanías. El cóctel pseudocientífico y reduccionista de soja, maíz, glifosato, feedlot y la dependencia total de fletes externos y compradores en Extremo Oriente a nosotros no nos cierra. Pero además, manejar el suelo al límite, como si poner soja en Shangai fuera una carrera de Fórmula Uno, agota la tierra. La vuelve una baldosa con los ciclos Niña y una ristra de lagunas con los ciclos Niño. Y las cosechas fracasadas, y los costos absurdos de los agroquímicos llevan a la quiebra a familias productoras tradicionalmente rumbosas y ya centenarias. Son las que manejaron durante casi todo el siglo XX nuestro millón y medio de hectáreas de llanuras fértiles. Pero ahora, vía contratistas, son manejadas por las multinacionales de biociencias, es decir por el capital financiero. Y terminan vendiendo. Con un 2023 de Niño se vienen menos huracanes y más ciclones en la franja ecuatorial. Son la misma cosa, pero con diferente nombre: se llama huracanes a los del Atlántico, y ciclones a los del Pacífico. Eso no nos despeina tanto, pero sí la asociación clarísima de El Niño con el calor. Aún con tres años consecutivos de Niña enfriando un poco el planeta, entre noviembre de 2022 y abril de 2023 el AMBA se bancó nueve olas de calor, una tras otra. Una tras otra, las nueve destruyeron la distribución minorista de electricidad en las zonas de Edesur y Edelap, porque los transformadores y el cableado están más o menos como en tiempos de SEGBA, pero con muchos más habitantes y más aires acondicionados. Y el negocio de las privatizadas es cobrar, no invertir. O hacerse echar, y luego matarnos a juicios en el CIADI, el tribunal de diferendos del Banco Mundial, o en los del estado de Nueva York. En febrero, desde la avenida Corrientes hacia el Sur, vecinos exasperados por cortes de luz sin solucionar luego de 2 semanas cerraban las calles con piquetes y fogatas. La anteúltima ola de calor, además, causó incendios de campos que, al tumbar las líneas de alta y media tensión en el Noroeste del AMBA, insuficientes en cantidad y calidad, nos ponen casi en apagón nacional, el 6 de abril. Pero los calores con el Niño son siempre peores, porque son más húmedos y requieren de más refrigeración. Y la refrigeración no está al alcance de todo el mundo. Cuando el aire está no sólo muy caliente sino además cargado de humedad, la sudoración humana como mecanismo de enfriamiento corporal pierde toda eficacia: el sudor chorrea sin evaporarse ni absorber calor. Entonces la población más pobres, más infantil y más vieja son más proclives a internaciones o muertes por «golpe de calor», una serie de cuadros clínicos que en general coinciden con pérdidas catastróficas de sodio y potasio. Si se recalienta la superficie del Atlántico Sur entre la costa rionegrina y la bonaerense, el anticiclón local va a estar muy activo y en invierno nos esperan unas sudestadas que te la cuento. En promedio, las sudestadas han pasado de 2,5 eventos por año a 8,5 entre las décadas de 1970 y la de 2010. Las sudestadas son el peor tipo de tormenta conocido en Argentina. No califican de huracanes porque la velocidad del viento no llega a los 119 km/h reglamentarios para llamarse así, pero pueden ser muy malos para las decrecientes playas bonaerenses, por la pérdida de arena llevada de arrastrón hacia mar adentro. Eso agrava el efecto de malas prácticas municipales muy viejas: el robo de arena por intendentes y constructoras para edificar en altura junto a las playas, cada vez más angostas. En Uruguay se volvió delito tratar de construir en o con las líneas de médanos costeros, porque son la única defensa natural de las llanuras costeras del Plata contra el mar. Aquí sigue reinando el «laissez faire», con el mar creciendo ya 3,4 milímetros/año debido al derretimiento glaciario y a la expansión térmica de las aguas hasta los 700 metros de profundidad. Mal combo.En el estuario del Plata, entre las lluvias y vientos desde el Sudeste, las sudestadas pueden inundar a lo pavote la megalópolis desde La Plata hasta el Tigre, y no sólo la costera sino la interior, incluido el Oeste profundo del AMBA, que carece de buenos drenajes naturales. Es demasiada agua de golpe sobre una ciudad cada vez más edificada, cada vez menos verde y cada vez más impermeable. En la que se agolpa, estimados, una tercera parte de la población nacional. Y con consecuencias: entre el 30 de mayo y el 1ro de junio de 1985 en la ciudad de Buenos Aires cayeron 308 mm. de lluvia, y murieron ahogados 14 porteños. Sumando víctimas en el AMBA, más de 30. El 2 de abril de 2013, en La Plata e inmediaciones cayeron 400 mm. en menos de 4 horas, y murieron al menos 89 personas. Es una nueva realidad climática.
Si las cosas son malas en la Argentina, no quieras ver en Honduras o en el Cuerno de África. Pero a AgendAR las preocupaciones globales le quedan grandes. Nos interesan más las nacionales y locales, aunque formen parte de fenómenos mucho más amplios. Porque al menos, poniéndole un poco de conocimiento científico al desarrollo urbano y a los procesos productivos, podemos mitigar las consecuencias del recalentamiento global, e incluso la parte, por cierto muy chica, que nos corresponde de las causas. Desde que existimos como portal, tiramos la bronca contra las barbaridades que nos hacen tan vulnerables a los ciclos Niña-Niño: el mal uso del suelo, la eliminación de arboledas y espacios verdes en las ciudades grandes, la agronomía pseudocientífica y bestial que empobrece, compacta y desertifica nuestros suelos, las demoras entre 2016 y 2020 del despliegue de los radares del Sistema Nacional de Alertas Meteorológicas, la falta de inversión crónica en transporte eléctrico de larga distancia y distribución minorista, y sobre todo, en fuentes de electricidad nuclear, disponible 24×7 y libre de emisiones de carbono.Pero nuestro negocio no es tirar la bronca, sino apoyar a los científicos y tecnólogos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y de INVAP, que nos hicieron una pequeña potencia exportadora en tecnología nuclear,y a los del CONICET y las universidades nacionales que nos permiten ser el único país del mundo con cultivos transgénicos resistentes al cambio climático. Nuestro negocio es subrayar que la CONAE tiene dos satélites revolucionarios capaces de detectar agua bajo el suelo desde 600 km. de altura, y predecir sequías e inundaciones semanas e incluso meses de antelación. Y también que INVAP construyó el único sistema radarizado de alerta de tormentas de alcance nacional en Sudamérica, y con tecnología argentina.
Todas estas tecnologías son exportables, o generan servicios exportables. Podemos ser mucho más que víctimas del recalentamiento global. Endeudados como estamos, todavía no nos han vuelto idiotas. De Niños y de Niñas tenemos de sobra, pero también herramientas para manejarlos. Nuestro problema son los ñoños.
Dixit.Daniel E. Arias
Los libros, las fotografías y los archivos documentales tienen enemigos naturales: los insectos y microorganismos, como los hongos, que atacan al papel por las malas condiciones de guarda. Estos males son los responsables de la pérdida de un patrimonio cultural invaluable. Pero la tecnología nuclear ofrece una cura: la radiación gamma. La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) comenzó a desarrollar esta técnica para la recuperación de materiales bibliográficos afectados por hongos en 2001 y, desde 2005, cuenta con un Laboratorio de Conservación Preventiva y Restauración de Documentación (LCRD).
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La humedad, la luz excesiva y el calor son perjudiciales para los libros y, además, favorecen la aparición de insectos y hongos. Estos últimos también son nocivos para la salud humana y el medio ambiente. Si un libro huele “a viejo” y tiene puntitos negros, seguramente tiene hongos, que también se manifiestan a través de cambios de color en el papel o las encuadernaciones. Cuando son detectados en un ejemplar, hay que aislarlo.
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Los hongos son muy resistentes. Sus esporas pueden quedar latentes y activarse con temperaturas elevadas, humedad o suciedad. Por eso para erradicarlos se usan técnicas agresivas. Los tratamientos con compuestos químicos como óxido de etileno o timol dejan residuos tóxicos y la Organización Mundial de la Salud ha determinado hace años que, a las dosis necesarias para la erradicación de los hongos, son cancerígenos.
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Los rayos gamma matan a los microorganismos e insectos, pero no dejan residuos porque son radiaciones electromagnéticas de gran penetración y velocidad. Pertenecen al grupo de las radiaciones ionizantes.
“Los rayos gamma atraviesan los materiales, pero no se depositan en ellos, porque son rayos como los de la luz. Por eso esta técnica es segura. En cambio, los tratamientos con químicos no lo son, porque quedan residuos nocivos que se van desprendiendo como vapores que pueden causar enfermedades al ser humano”, explica la magíster en Conservación Preventiva de Soportes de la Información Ana María Calvo.
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El procedimiento es rápido, porque no es necesario aplicarlo ejemplar por ejemplar. Por su capacidad de penetración, los rayos gamma pueden tratar grandes cantidades de libros o documentos en soporte de papel guardados en cajas. Los tiempos de exposición son cortos y la tarea se realiza en la Planta de Irradiación Semi Industrial (PISI) ubicada en el Centro Atómico Ezeiza, siguiendo las estrictas medidas de seguridad establecidas por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA).
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En esta planta hay una sala de gruesas paredes de hormigón que alberga una fuente de cobalto 60 sumergida en una pileta. El agua es el blindaje que contiene a la energía radiactiva. A la hora de irradiar, suena una alarma y los operadores salen. Entonces, las barras de cobalto se elevan y la radiación penetra en las cajas con los productos o elementos a tratar, que pueden ser libros, pero también alimentos o material médico como gasas o jeringas, porque la misma técnica se utiliza como método de esterilización. A dosis controladas, las radiaciones ionizantes emitidas por el cobalto 60 no cambian las características de los productos tratados ni los contaminan.
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Experiencias exitosas: los archivos que se salvaron con radiación
Los primeros archivos rescatados exitosamente con radiación pertenecieron a la propia CNEA: fueron los Boletines Administrativos Públicos, memoria de la institución, que habían sido atacados por los hongos. También se irradiaron nueve cajas con publicaciones pertenecientes al Centro de Información del Centro Atómico Constituyentes, que se habían infectado porque se mojaron en una inundación.
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Después del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, ante posibles ataques con ántrax, siete cajas con revistas científicas provenientes de Europa y Estados Unidos fueron irradiadas con dosis varias veces más altas que las necesarias para tratar hongos. Esas revistas siguen en uso normal y sin muestras de ningún tipo de deterioro en el papel o su estructura.
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En 2005, se creó el Laboratorio de Conservación Preventiva y Restauración de Documentación (LCRD) de la CNEA, que funciona en el Centro Atómico Ezeiza. Su tarea consiste en limpiar, restaurar, digitalizar y realizar la guarda de preservación de patrimonio que sufrió un ataque fúngico y ya pasó el procedimiento de irradiación.
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El LCRD se nutre del trabajo de un equipo multidisciplinario, del que forman parte la dirección de la planta de irradiación, un microbiólogo de la Universidad Nacional de la Plata, personal de otros laboratorios de CNEA y científicos de otros países.
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Este equipo realiza investigaciones sobre el uso de la radiación gamma para el control de infecciones por hongos en libros, documentos y fotografías. Además, el LCRD ofrece capacitaciones sobre conservación de este tipo de materiales.
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Otro trabajo muy significativo fue el realizado para el Convento de San Francisco, fundado en 1619 y ubicado en Alsina 380. EL LCRD se ocupó de la puesta en valor, limpieza, restauración y guarda en preservación de las auténticas de las reliquias de santos que posee el convento, que incluyen una de San Francisco de Asís y otra de San Roque. Las auténticas son los documentos que certifican la autenticidad de esas reliquias. Además, el laboratorio trabajó con una carta hallada dentro de una cápsula del tiempo que se ocultaba desde 1908 dentro de la escultura de Dante Alighieri, una obra de Federico Vöegel que decora el frontis del templo. En la carta se narra cómo se hizo la obra.
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Actualmente, se trabaja con las fotografías históricas de CNEA, en el marco del proyecto “Recuperación de la Memoria Fotográfica Institucional”. Este fondo fotográfico cuenta con 16.000 fotografías en blanco y negro, diapositivas y negativos.
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CNEA en la Feria del Libro
La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) participa en la Feria del Libro con un espacio en el pabellón Ocre de La Rural, en el que se pueden conocer los grandes proyectos de la institución, recibir información sobre sus institutos de formación académica y asistir a charlas científicas sobre las variadas aplicaciones de la tecnología nuclear. Una tecnología que también puede hacer mucho para recuperar valioso material bibliográfico y documental.
El gobierno de Río Negro informó hoy que el 18 y 19 de mayo Bariloche será sede del Foro Global de Hidrógeno Verde 2023, el primero de su tipo en Latinoamérica que reunirá a representantes de distintos países comprometidos con la transición hacia las energías limpias, en el marco de la crisis energética que padece el planeta..Los encuentros se realizarán en tres sedes con una apertura en el «Hotel Llao Llao» presidida por la Gobernadora Arabela Carreras y el presidente de la Organización del Hidrógeno Verde (GH2), Malcolm Turnbull.«El Camping Musical de Bariloche», donde paralelamente se desarrollarán diversas temáticas, y las instalaciones del complejo Bariloche Eventos y Convenciones (BEC), donde funcionará un foro abierto a la sociedad civil..Durante dos jornadas, la Provincia recibirá en la ciudad andina a referentes, expertos, representantes de gobiernos de distintos continentes y empresarios vinculados al sector.
Múltiples paneles abordarán los «grandes avances de la industria a nivel mundial», «la región de Latinoamérica como escenario de oportunidades» para recibir más y nuevas inversiones, y los «proyectos planteados en la región» y el resto del globo.
Se diagramarán además distintos espacios de intercambio y exposición que permitirán conocer la visión del sector para fomentar la producción de hidrógeno verde a gran escala; como así también los planes del presente y los desafíos del futuro, oportunidades y retos a resolver.
Entre los principales oradores se encuentran la directora de Política Energética para la Comisión de la Unión Europea, Cristina Lobillo Borrero; el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, Daniel Filmus; y la secretaria de Energía argentina, Flavia Royón.
Asimismo, participarán embajadores, empresas como YPF, Shell,Toyota,Banco Patagonia, CAF y otras; científicos, especialistas y representantes de instituciones y organizaciones vinculados a las energías y a la mitigación del cambio climático.
Respuesta rápida de AgendAR: ni china ni canadiense, argentina. La tecnología la tenemos, pero no la plata. Y aquí dos expertos fundacionales de la CNEA proponen un modo de conseguir esta última.
Con su primer reactor de investigación (el RA-1, 1958), la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) I definió los principales objetivos de la política para reactores nucleares:
tener la mayor participación nacional posible en el diseño, construcción, instalación y operación de los reactores,
y asegurar el suministro nacional del combustible mediante el desarrollo de la capacidad científica, tecnológica e industrial requerida.
Estos paradigmas motivaron la elección de centrales con uranio natural y agua pesada: la Central Nuclear Embalse con tecnología canadiense CANDU y las de Atucha 1 y 2 de tecnología alemana, hoy operadas por NA-SA, Nucleoeléctrica Argentina SA.
De acuerdo a esta política, ¿cómo se justifican los 1200 MW de una central china con uranio enriquecidoque no se produce en el país? ¿Cómo se justifica, además, la escasa participación nacional en su construcción, por tratarse de una obra llave en mano?
En las presentes circunstancias, la inactividad originada por falta de un proyecto nuclear de envergadura causaría daños irreparables debido a la pérdida de recursos humanos altamente especializados. También dañaría los recursos humanos y económicos de la industria nacional calificada de componentes nucleares y otros insumos.
Estos 1200 MW formarían parte de la producción nuclear (no contaminante) prevista para nuestro parque energético. Cumple con compromisos internacionales del país para mitigar el cambio climático.
Dr. Carlos Aráoz, investigador consulto de la CNEA, químico y experto en materiales, fue gerente de Combustibles y también de Tecnología, y además fundador y director de CONUAR SA. Es uno de los discípulos de Jorge Sabato que nos hizo independientes en combustibles nucleares en TODAS nuestras centrales.
Es en este escenario que la única posibilidad hasta ahora fue la propuesta China, por su ofrecimiento de financiación altamente adecuado.
Este año, la funcionaria del Departamento de Estado de los EEUU, Anne Ganzer, remarcando una posición muy dura de EEUU, nos comunicó el desagrado con el proyecto de una cuarta central nuclear china por tratarse de un área estratégica, aún conociendo que la empresa responsable NA-SA ya firmó el contrato con la contraparte, la CNNC, o China National Nuclear Corporation.
En vista del “impasse” generado y en el caso que se decida anular la compra en China, se proponeque los 1200 MW de origen chino se cambien por los de una central CANDU como nuestra Central Nuclear Embalse, con financiación similar al caso chino obtenida mediante el apoyo de EEUU.
Su construcción por NASA ya fué aprobada por el gobierno argentino dentro del plan de actividades de la empresa y se encuentra a la espera de financiación. También está definida su ubicación en el predio de las Atucha 1 y 2.
El Dr. Jaime Pahissa Campa, también químico e investigador consulto de la CNEA, se especializo en “back end” (la gestión de residuos radioactivos de toda la actividad nuclear, incluidas la medicina y los usos de radioisótopos en la industria y el campo). Estuvo en sociedades internacionales como el International Nuclear Society Council y dirigió la Asociación Argentina de Tecnología Nuclear.
Es importante que EEUU nos brinde apoyo para conseguir esta financiación, de monto inferior al caso chino, y así continuar ampliando nuestra red eléctrica con una participación nuclear confiable y segura.
De esta manera no se genera un vacío frente a nuestras necesidades, sino una solución a la situación planteada.
Opinión de AgendAR:
Este llamado de dos expertos históricos argentinos a que los EEUU financien al menos una central nuclear CANDU fue entregado la semana pasada y en persona por el Dr. Aráoz a la Nro. 2 de la Embajada de los EEUU.
De seguirse canales diplomáticos normales, hoy debería ser leída en el edificio Harry Truman, donde funciona el Departamento de Estado de los EEUU.
Como es ya público (demasiado público), el Departamento de Estado quiere evitar a todo trance que aquí se construya una Hualong-1 china. La propuesta de que por el contrario EEUU nos financie una CANDU (construida por Argentina, nadie habló de canadienses) tiene antecedentes históricos, algunos recientes y otros no tanto.
Empezando por los últimos, las centrales CANDU de la AECL, como nuestra planta cordobesa de Embalse, se vendieron bien en 7 países y fueron copiadas exitosamente por ingeniería inversa en la India. Representan el 11% de la capacidad de generación nuclear del mundo, y siguen en construcción en La India… e inesperadamente, en Rumania.
Las CANDU son un diseño de la Atomic Energy Commission of Canada Ltd., o AECL. Como funcionan a uranio natural (sin enriquecimiento), ponen al comprador a salvo de boicots diplomáticos sobre el uranio enriquecido, cuyos grandes proveedores en el mundo siguen siendo cuatro: EEUU, Rusia, China y la UE, un monopolio imperfecto, pero monopolio al fin. Y como las CANDU carecen de recipiente de presión, esa inmensa pieza de forja, están al alcance de la industria metalúrgica de cualquier país con un desarrollo medio.
En suma, estas centrales canadienses rompían el monopolio de los combustibles nucleares y habilitaban a demasiados nuevos jugadores semi-industrializados. Por ambas causas, los EEUU durante medio siglo hicieron lo imposible por espantarle los clientes a AECL con chantanjes diplomáticos sobre Canadá y sobre los clientes, especialmente brutales desde 1974. Por supuesto, no salían en los diarios. Fue una batalla larga, porque las CANDU son plantas muy sensatas, baratas y seguras. Generan cierto fanatismo, como el viejo Ford Falcon. Pero en 2011 los EEUU lograron su cometido: la firma canadiense quebró por falta de ventas.
La tecnología, sin embargo, sigue viva y coleando: ningún dueño de CANDU cierra su planta cuando llega a término de su primer vida útil. Por el contrario, le hace una recorrida general de sistemas llamada “retubado” que la repotencia, la renueva, la actualiza y la licencia a 30 años más de servicio. Y eso, según el estado de la máquina, por alrededor de una tercera o una cuarta parte del costo de una unidad nueva. Negoción, si los hay.
CANDU nuevas, desde 2003 sólo en la India, en versión libre local con el nombre de IPHWR, y ya van por 22 y salieron buenas. Pero sorpresivamente, en 2020, el Departamento de Estado anunció el otorgamiento de dos grandes préstamos para financiar la terminación y retubamiento de Cernavoda. Éste es un complejo de 4 unidades CANDU en Rumania. Cernavoda tiene las unidades 1 y 2 activas desde épocas del dictador Nicole Ceaucescu, y otras dos que quedaron en la obra civil inicial, sin terminarse, desde la revolución que lo volteó en enero de 1990.
El precio que puso EEUU para completar las unidades 3 y 4 de esa instalación es de U$ 5000 millones para cada una. La masa adicional de créditos suministrada por el Eximbank y el tesoro yanqui alcanza también para el retubado de Cernavoda 1.
Que tras medio siglo de soterrada militancia anti-CANDU los EEUU de pronto pinten como financistas de la terminación y renovación del complejo de Cernavoda va a contrapelo de toda su historia anterior. Es como el Gran Dragón del Ku Klux Klan sacándose selfies en el monumento a Nelson Mandela.
La explicación del asunto es geopolítica sencilla: el Departamento de Estado aprovecha el realineamiento reciente de Rumania con la OTAN y desbarata los planes de construcción de centrales chinas de la CGN. Ésta es otra compañía nuclear estatal china, con diseños algo parecidos a los de la Hualong-1 ofrecida aquí por CNNC.
Aceptar este financista caído del cielo a los rumanos les permite mantenerse dentro de la línea del uranio natural y con una tecnología que su país conoce bien, y que aprecia. A los EEUU, en cambio, les permite frenar (un poco, un rato) la expansión diplomática y comercial china en Europa Oriental.
La carta de Aráoz y Pahissa apunta exactamente a eso: ¿EEUU querrían persuadirnos de comprar tecnología china con algo que suene mejor que mandarnos gauleiters y vomitar amenazas? Ambos veteranos expertos, con experiencia de negociaciones internacionales y con toda una vida dentro de la CNEA, creen que con un ofrecimiento de crédito blando norteamericano por una CANDU nos tiraríamos sobre el mismo “de palomita”.
Después de todo, la Hualong-1 la estamos comprando por el crédito, no por la tecnología. Embalse es la mejor central nuclear que tenemos, tecnología de la que tenemos derechos bajo licencia desde 1974, Es más, con el reciente retubado de esa máquina cordobesa, hemos demostrado urbi et orbi, y por segunda vez, que dominamos esa ingeniería «de taquito». La primera vez que lo demostramos fue entre 1974 y 1984, cuando terminamos Embalse sin los canadienses, porque EEUU los obligaron a irse con un portazo… en medio de la construcción.
Cuando tengamos ganas de pasarnos a uranio enriquecido, para ello está nuestro propio proyecto, que por ser de propiedad de la CNEA es exportable (el reactor CAREM).
Además, preferimos generar trabajo local a que nos construyan máquinas «llave en mano» como si fuéramos primerizos. Por el contrario, tenemos 73 años de historia nuclear e inauguramos nuestra primera central nuclear 11 años antes de que China lo hiciera con la suya.
Queremos conservar en estado de entrenamiento al centenar de empresas argentinas privadas de construcción, de montaje, metalúrgicas, electromecánicas e informáticas con calificación nuclear. Son las que participaron del retubado de Embalse, entre 2014 y 2018, y antes de eso, las que, bajo dirección de NA-SA, entre 2006 y 2014 terminaron el laberíntico rompecabezas que era Atucha II, y nos dejaron no sólo 745 MWe «de base» que nos faltaron durante 27 años, sino 400 ingenieros nucleares nuevos. Son recursos humanos industriales no reemplazables.
AgendAR tiene una única objeción de fondo al planteo de Aráoz y Pahissa: para subsanar la ausencia de los 1120 MWe de una Hualong-1 en el Sistema Argentino de Interconexión necesitaríamos dos CANDU, no una sola, ya que la potencia máxima del modelo 6 actualizado, el que sabemos construir con los ojos cerrados, es de 700 MWe.
Cuando nos preguntan si somos progres o conservas, antiyanquis o antichinos, la respuesta es obvia: nada de todo eso. Argentinos, sí. Estamos visceralmente a favor del CAREM, ergo no somos contrarios al uranio enriquecido, pero sólo en centrales de tecnología totalmente propia y por ende, exportables. En eso somos un poco rupturistas con nuestro pasado.Pero aunque todo el mundo asegura que el futuro es de los SMR, o reactores modulares pequeños, como el CAREM, de las alrededor de 440 plantas nucleoeléctricas en línea en el mundo hoy, salvo una, la central flotante Akademik Lomonosov rusa, derivada de un motor de submarino nuclear y nada revolucionaria, todas las demás son unidades «legacy», de 2da o 3ra generación, de módulo mediano o grande. Apa.Lo que explica por qué en el terreno «legacy» somos unos aburridísimos conservadores: nos atenemos al único combustible 100% nacional posible por ahora (uranio natural), a las licencias de fabricación y la infraestructura que ya tenemos compradas y pagadas desde los ’60 y ’70 (eso da agua pesada como refrigerante y moderador), y a lo que podemos fabricar enteramente en el país, sin exportar un centavo (eso da CANDU). Cuando algún progre nos dice que construir CANDU es como fabricar biplanos, y que nos quita futuro como exportadores, le contestamos que no tenemos obligación de vender centrales nucleares enteras. Eso lo haremos cuando podamos mostrar el CAREM, pero no un prototipo de 32 MWe en construcción como el actual. Lo haremos cuando hayamos llegado a una central de tamaño y características más industriales, cuyo diseño básico todavía no está siquiera cerrado. Entre tanto, nos puede ir muy bien exportando insumos para centrales CANDU: tenemos la mayor fábrica de agua pesada del mundo, la PIAP de Neuquén (hay que reabrirla). Pero además, podemos exportar componentes y además servicios de retubado. Con 49 centrales CANDU «oficiales» en el mundo y 22 muy parecidas en la India, (¡y hasta resucitaron en Rumania!), hay mercado futuro para entretenerse.
No sólo conocemos bien este tipo de máquinas sino que tenemos cantidad de industrias privadas esperando ponerse a hacer una CANDU Nac & Pop desde 2015, y a NA-SA haciendo innovaciones conceptuales para este diseño desde 2020, y así lograr una CANDU muy criolla. Podríamos garantizarle al Departamento de Estado que cada centavo del crédito quedará en la Argentina, en lugar de pagar trabajo calificado en China, o en Canadá.
Ignoro si la propuesta de Aráoz y Pahissa Campa hará especialmente felices a los autodenominados americanos. Sería raro. Lo que han querido siempre es que desapareciéramos del mapa como oferente nuclear, y varias veces estuvieron a punto de lograrlo, pero aquí seguimos. Y la posibilidad bastante inminente de una Hualong-1 en Atucha los está poniendo MUY nerviosos y matones.
De modo que bien les convendría soltar unos morlacos. Aún endeudados como estamos, somos viejos en el ajedrez diplomático nuclear. Y nuestra paciencia no es eterna.