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A propósito de los peligros de un «salto» devaluatorio, nos pronunciamos en AgendAR aquí. Sobre la necesidad de que Argentina se decida a acabar con la inflación inercial… lo hemos repetido durante toda la existencia de este portal.En un mundo donde apenas el 62% de la población completó su esquema inicial de vacunación contra el COVID-19, y las nuevas variantes son una amenaza permanente, la prestigiosa revista internacional Cell Reports Medicine publicó un estudio de especialistas del CONICET y del Ministerio de Salud de la Nación que respaldó la decisión de las autoridades locales de combinar distintas vacunas cuando las dosis para hacer frente al SARS-CoV-2 llegaban a cuentagotas. El trabajo será tapa de la versión impresa de la revista científica el próximo 16 de agosto. La presidenta del CONICET, Ana Franchi, destacó la importancia de los resultados del estudio para llevar adelante estrategias de vacunación y el carácter colaborativo y de cooperación científica con el que se realizó. “En primer lugar, este estudio es muy importante porque permite tener un insumo de información clave para diseñar y llevar adelante estrategias de vacunación, y optimizar las actuales. Recordemos que aún hay muchos países del mundo con niveles de vacunación muy bajos. Asimismo, su realización fue a partir del trabajo conjunto de científicos y científicas del CONICET de distintos institutos y Universidades, en combinación con especialistas de ministerios de Salud -de Nación y distintas provincias-, como así también con personal de hospitales públicos. Es una clara muestra de la importancia de trabajar en ciencia de manera colaborativa, de ponderar la cooperación científica para llevar adelante proyectos con impacto en mejorar la calidad de vida de la gente” explicó. Y en este sentido, agregó: “En la pandemia se demostró más que nunca el fuerte compromiso de nuestra comunidad científica y que la ciencia y tecnología es soberanía. Una ciencia que impacte en el desarrollo y que sirva para mejorar la calidad de vida de las personas es fundamental para construir un país más justo, inclusivo y soberano”. El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, señala: “Una vez más científicas y científicos de Argentina son tapa de una revista científica prestigiosa por sus avances que impactan y son útiles a toda la población mundial. La pandemia exigió el acceso inmediato a las vacunas, todos los recursos posibles para poder enfrentarlo y resultados que hoy son tapa y están disponibles para continuar de manera óptima la vacunación que se planteó desde nuestro sistema de salud en un primer momento, y brindar información precisa a aquellos países que aún están iniciando los esquemas”. Carla Vizzotti, ministra de Salud de la Nación y también autora del nuevo estudio, resalta: “Es importante detenernos y mirar para atrás y poner en valor el trabajo realizado entre los distintos sectores como los equipos de salud de todo el país y los investigadores en tiempos difíciles para poder dar respuesta a la pandemia de COVID-19”. Vizotti agrega “que en momentos de incertidumbre a nivel global, porque se trataba de un virus desconocido, y de escasez de insumos fundamentales como las vacunas, la información científica que se iba generando a través de estos estudios de investigación permitió tomar decisiones basadas en la evidencia local para poder proteger a través de la vacunación al mayor número de personas posible. Así se tomó la decisión de combinar vacunas de distintas plataformas, lo cual demostró excelentes resultados que permitieron mejorar la protección contra el virus y reducir las hospitalizaciones y muertes, además de compartir la experiencia con otros países”. Trabajo en equipo En julio de 2021 el Plan Nacional de Vacunación argentino enfrentó el problema de la escasez global de vacunas contra el COVID-19, y como se comenzaban a vencer los plazos para completar los esquemas ya iniciados –hasta ese momento sólo se usaban las mismas dosis (vacunación homóloga)–, se pensó en la posibilidad de hacer combinaciones con las que estaban disponibles en el país. Así, tomando de referencia estrategias utilizadas en otros lugares del mundo, como el Reino Unido, donde la aparición de algunos efectos adversos de la vacuna de AstraZeneca llevó a las autoridades a estudiar qué pasaba si se aplicaba como segunda dosis una basada en ARN, equipos de investigación locales se propusieron analizar la seguridad e inmunogenicidad (capacidad para generar una respuesta inmune) propia al empleo de vacunas de diferentes plataformas. Coordinados por el Ministerio de Salud de la Nación, un equipo interdisciplinario que incluyó a investigadores e investigadoras del CONICET y referentes de los ministerios Salud de diversas provincias (Buenos Aires, La Rioja, Córdoba y San Luis) evaluó en 1314 voluntarios la seguridad de quince combinaciones diferentes y estudió la cantidad y funcionalidad de los anticuerpos generados. Y concluyó que “la vacunación heteróloga contra el COVID-19 es una estrategia válida y segura para aumentar rápidamente la cobertura en muchas regiones del planeta”. “Podemos preguntarnos de qué sirve saber esto ahora en la Argentina, donde ya tenemos al 83% de la población con el esquema primario completo”, plantea Andrea Gamarnik, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires (IIBBA, CONICET-Fundación Instituto Leloir) y una de las autoras principales del trabajo. “La respuesta se obtiene con sólo mirar al mundo y ver la profunda inequidad en el acceso a las vacunas de los países más pobres: varias zonas de África, Asia e incluso de América latina no llegan al 25% de la población inmunizada. Publicar este estudio, que fue revisado por científicos destacados de otros países, respalda la decisión que se tomó acá, pero sobre todo aporta información útil para definir estrategias de combinación de vacunas en países que aún están iniciando esquemas”, agrega Gamarnik, quien lideró el trabajo junto a Jorge Geffner, investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida (INBIRS, CONICET-UBA), y Juan Manuel Castelli, del Ministerio de Salud de la Nación. Principales resultados Los 1314 voluntarios y voluntarias se dividieron en tres grupos y cada uno recibió como primeras dosis una vacuna basada en adenovirus (Sputnik V y AstraZeneca) o de virus inactivado (Sinopharm). Luego se formaron diferentes subgrupos, a los que se les aplicaron segundas dosis basadas en una plataforma diferente. Por ejemplo, esquemas Sputnik V-Moderna (ARN); AstraZeneca-Moderna; Sinopharm-Sputnik V. En total, se estudiaron 15 combinaciones diferentes. A cada participante se le tomaron muestras de sangre en distintos momentos después de la vacunación y se evaluó tanto la presencia de síntomas adversos como el nivel de anticuerpos y la capacidad que tenían de neutralizar la infección por el virus original de Wuhan. Para eso se empleó el COVIDAR IgG, el primer test serológico argentino para medir anticuerpos contra el nuevo coronavirus, desarrollado por Gamarnik y su equipo del Instituto Leloir en asociación con el laboratorio Lemos. “Los niveles de anticuerpos más elevados de todas las combinaciones se observaron entre quienes se habían vacunado con Sputnik V, AstraZeneca o Sinopharm en primera instancia y recibieron la vacuna de Moderna como segunda dosis. Estos niveles de anticuerpos fueron comparables a los observados tras la aplicación de dos dosis de Moderna”, asegura Gamarnik. Además, se constató que aquellas personas que iniciaron su esquema con Sinopharm desarrollaron más anticuerpos tras la aplicación de Sputnik V, AstraZeneca o Moderna respecto de quienes recibieron una segunda dosis de la misma marca. En cuanto a la seguridad, la combinación de vacunas diferentes no causó efectos adversos graves, hospitalizaciones ni muertes. “En el estudio se prestó especial atención, no solo a la respuesta de anticuerpos, sino también a la posible manifestación de efectos adversos, a fin de determinar si los mismos (fiebre, dolor de cabeza, malestar general y otros), se presentaban con mayor frecuencia frente a la aplicación de sistemas heterólogos en comparación con los homólogos. Las observaciones realizadas mostraron que la aplicación de esquemas heterólogos no se asoció a mayor frecuencia o intensidad de efectos adversos respecto de la aplicación de esquemas homólogos. En ningún caso observamos efectos adversos severos”, explica Geffner. Cuando los investigadores y las investigadoras locales enviaron el trabajo a Cell Reports Medicine todavía no circulaba la variante ómicron, que hizo su irrupción poco tiempo después. Así, uno de los revisores de la revista sugirió tímidamente la importancia de sumar evidencia sobre la eficacia de la combinación de vacunas también contra ella. Y enseguida se aceptó el reto. “Tomamos un subgrupo reducido de voluntarios e hicimos el estudio para ómicron, porque entendimos que era lo que se necesitaba en ese momento”, reconoce Gamarnik. “La conclusión fue –continúa– que es muy importante dar los dos refuerzos, porque si bien las segundas dosis heterólogas, sobre todo si son con una vacuna de ARN, aumentan la cantidad de anticuerpos capaces de neutralizar ómicron, éstos son bajos en comparación al virus original. Los refuerzos son clave para estar protegidos contra la variante más preponderante en la actualidad”. Gamarnik resalta que “este trabajo requirió una interacción estrecha y sostenida en el tiempo entre especialistas del CONICET, autoridades de salud y profesionales de más de una docena de hospitales, lo que demuestra la importancia del trabajo colaborativo”. Y continúa: “La tapa de la revista también lleva un mensaje sobre la fortaleza de combinar vacunas generadas en distintos lugares del mundo y pone a la salud pública por encima de la política y de los intereses económicos que hay detrás de cada vacuna producida”. Del estudio también participaron el ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, y un equipo de investigadores e investigadoras del CONICET en el IIBBA, en el INBIRS, de la Universidad Nacional de Misiones; del Instituto de Virología “Dr. J. M. Vanella” (In.Vi.V.-Universidad Nacional de Córdoba); de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y del Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET- Universidad Nacional de Misiones); del Centro de Investigación en Medicina Traslacional (CIMT) del Ministerio de Salud de la Provincia de La Rioja; y profesionales de las carteras sanitarias de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y San Luis; y personal médico de seis hospitales públicos bonaerenses. Para acceder al artículo original (en inglés) cliquear aquí.Gran orgullo de haber hecho este recorrido:
— Andrea Gamarnik (@GamarnikLab) August 3, 2022
El estudio que realizamos durante el año 2021 q avaló la decisión del Min de Salud para la combinación de dosis de distintas vacunas será la tapa de la revista Cell Reports Medicine
Modelo de trabajo en equipo!t.co/QNeYqVt2uk
Desde un enfoque se define apartidario, Gala Díaz Langou, directora ejecutiva del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), responde en un reportaje en La Nación “No hay ninguna evidencia que indique un impacto de la AUH sobre la natalidad”.Tasa de Natalidad Argentina (1995-2020). Desde el 2016 estamos por debajo de la tasa de reemplazo y la tendencia negativa continúa. pic.twitter.com/8uE4Q04QQq
— Leandro Ocón (@oconalf) July 31, 2022
“Hoy, en todos los estratos del país se está decidiendo tener menos hijos e hijas por las condiciones que damos para que eso suceda. En la Argentina, tener un hijo o una hija implica tener mayor probabilidad de encontrarse en una situación de pobreza”, sostiene Díaz Langou, quien analizó el impacto real de esta asignación en el nivel de pobreza de los niños y niñas de nuestro país.
–¿Qué es la AUH?
–La Asignación Universal por Hijo es uno de los tres pilares del sistema de transferencias a las familias con niños que tiene el Estado nacional. Este sistema tiene tres grandes pilares, dependiendo de la categoría ocupacional de las personas adultas de cada hogar.
–¿Cuáles serían esos pilares?
–Por un lado, las personas que están en relación de dependencia reciben asignaciones familiares contributivas si tienen ingresos bajos. Si tienen ingresos altos, hacen una deducción al impuesto a las ganancias. Y hay un tercer pilar no contributivo que fue creado en 2009 que es la AUH, que buscó inicialmente equiparar los derechos de los niños que son hijos o hijas de trabajadores que están en la informalidad o que están desocupados. Esta política entiende que no es una responsabilidad de los niños o niñas haber nacido en un hogar en donde los padres tengan esa inserción en el mercado de trabajo y que eso tendía a reproducir la transmisión de la pobreza entre generaciones.
–¿Qué diferencias hay entre ellos?
–Hay inequidades. La AUH es la única transferencia en la que se les pide algo a cambio a los titulares de esta transferencia, como la certificación de la asistencia a la escuela y los controles de salud y de vacunación. Estos requisitos no se les exigen a quienes reciben asignaciones familiares contributivas o a quienes les baja el monto a pagar en el Impuesto a las Ganancias por cada hijo que tienen.
–¿Cómo ha sido la evolución de beneficiarios desde que se implementó?
–En el cuarto trimestre de 2009 (año de la implementación) había 3.360.000 niños y niñas beneficiarios y 1.770.000 titulares. Y según el último dato en el Boletín de AUH de Anses de abril de 2022, actualmente son 4.369.206 niños y niñas beneficiarios y 2.475.188 titulares.
–¿Cuál es la situación socioeconómica de estos beneficiarios? Es decir, ¿a qué tipo de población se asiste con esta asignación?
–Esta transferencia está dirigida a familias con niños y niñas que estén insertas laboralmente en la informalidad o que estén desocupadas. Entonces son familias, por lo general, de los estratos más bajos en términos de la distribución por ingreso.
–¿Qué impacto concreto tiene en la situación alimentaria de los niños, niñas y adolescentes beneficiarios?
–El impacto que tiene la AUH en la situación alimentaria de niños, niñas y adolescentes es central. Hoy está comprobado que hay un impacto directo en la salida de la indigencia. Esto es garantizar que en ese hogar no haya episodios de hambre. No se garantiza, pero sí contribuye a que haya una salida de la pobreza. Pero esto no implica una salida de la pobreza más sostenida, que podría venir de la mano de una inserción en el mercado de trabajo, en donde hay dificultades estructurales para la generación de empleo, sobre todo para la generación de empleo de menor calificación.
–Es frecuente que se coloque a la AUH dentro del paraguas de los planes sociales. ¿Qué diferencias tiene con el resto de subsidios que paga el Estado?
–En la Argentina tendemos a denominar como planes sociales a transferencias que se dan a cambio de una contraprestación laboral. La AUH no entraría dentro de ese paraguas porque es una transferencia que se da con una coresponsabilidad, que no es una contraprestación laboral. Hay una coresponsabilidad entre las personas que tienen que hacer que los chicos asistan a la escuela y concurrir a los centros de salud para hacer los chequeos y la vacunación, y el Estado que tiene que garantizar la disponibilidad de esos servicios.
–¿Qué impacto viene teniendo en esos aspectos?
–Las evaluaciones demuestran que estas transferencias son efectivas en reducir la pobreza en el corto plazo pero no en el largo plazo. Esto es, básicamente, porque ahí se partía de un diagnóstico de que estas personas no se insertaban en el mercado de trabajo por un déficit en su capital humano. Pero lo que se estaría verificando es que hay un problema estructural en el mercado de trabajo. Porque no hay generación de empleo y los pocos que se generan son de un nivel de calificación muy elevado y en sectores extremadamente dinámicos en los cuales es muy difícil que las personas de menores ingresos y menores calificaciones, puedan participar.
–Hace pocos días, el diputado y economista José Luis Espert dijo que “si a cada persona beneficiaria de planes se le subsidia cada hijo que tiene, la persona no va a tener ningún control sobre la natalidad”. A lo largo de estos más diez años de implementación, ¿hay elementos para sostener lo que dice Espert si miramos el promedio de hijos por beneficiario y su evolución en los últimos años?
–No hay ninguna evidencia que indique un impacto de la AUH sobre la natalidad. De hecho, el promedio de hijos que tienen las familias que reciben la AUH es de 1,8 niños y niñas por familia. El 51% de los hogares que reciben la AUH tiene una sola hija o un solo hijo mientras que solo el 2% tiene 5 hijos o más.
–¿Cómo es ese promedio de hijos si lo contrastamos con otros sectores sociales, por ejemplo, los trabajadores asalariados de clase media?
–Hoy, los trabajadores y las trabajadoras que están en relación de dependencia tienen 1,6 hijos mientras que el total de la población registrada de la ANSES tiene 1,7 en promedio. Con lo cual hay una baja en la natalidad promedio en todos los sectores y no hay una divergencia mayor en términos socioeconómicos. Recordemos que el promedio de hijos e hijas de cada familia que recibe la AUH es de 1,8.
–Espert también sostuvo que “la tasa de crecimiento de la población en hogares marginales es entre 4 y 5 veces superior a la de la población de clase media y media alta” y que “esto significa que, si Argentina no pone un límite a la natalidad en los hogares pobres, Argentina va a ser una gigantesca villa miseria”. ¿La cifra que sustenta esta afirmación se condice con los datos que se manejan al respecto?
–Los hogares que reciben la AUH tienen un promedio de 1,8 hijos e hijas. En la Argentina está cayendo la natalidad y esto no es algo positivo. Si queremos tener un país más desarrollado, necesitamos más personas, no menos. El problema que tenemos hoy en la Argentina es la calidad de vida que tienen las familias con niños, niñas y adolescentes. Hoy en todos los estratos del país se está decidiendo tener menos hijos e hijas por las condiciones que damos para que eso suceda. En la Argentina, tener un hijo o una hija implica tener mayor probabilidad de encontrarse en una situación de pobreza. Y esto es malo para las personas, pero es peor para el país. Porque tenemos menos gente para trabajar, para construir un país.
–Probablemente, en más de un caso, la decisión de tener menos hijos tenga que ver con esta variable socioeconómica.
–Hoy en la Argentina, las personas no pueden completar la trayectoria vital que quisieran porque no estamos garantizando las condiciones para que las familias puedan tener la cantidad de hijos que quieran por la situación económica, particularmente hostil que garantizamos para las familias con niños, niñas y adolescentes. Si queremos un país desarrollado, tenemos que garantizar las mejores condiciones posibles a las familias, no las peores.
A. B. F.