Extranjerización: fondos de capital estadounidenses compran Biosidus, vanguardia del negocio de biotecnología en Argentina

La compañía ACON Investments anunció que, en sociedad con Humus Capital Partners, una compañía de inversiones argentina, adquirieron la participación accionaria mayoritaria en Biosidus, la fabricante y proveedora de productos farmacéuticos biosimilares de alta calidad más grande de Argentina, con exportaciones a más de 25 países a lo largo de cuatro continentes. Para Biosidus, la empresa que a puro riesgo propio y apalancada en los biólogos que producía la Universidad Nacional de Buenos Aires introdujo hace 4 décadas la ingeniería genética en la farmacología argentina, esto es una solución. Para el país, más que un síntoma, es la enfermedad en sí. Esta movida sigue un patrón de extranjerización similar al de Bioceres que recientemente comentamos aquí. ACON y HCP continuarán la estrategia de expansión internacional de Biosidus, aprovechando su historial de más de 150 millones de dosis de productos farmacéuticos biosimilares administradas en las últimas dos décadas. La cartera de productos de Biosidus incluye algunos de los biosimilares más exitosos desarrollados hasta la fecha, con un enfoque en el tratamiento de la insuficiencia renal crónica, el cáncer, la esclerosis múltiple, la deficiencia de la hormona del crecimiento y la osteoporosis, entre otros. ACON es un inversor con trayectoria en América Latina: puso más de $1.600 millones de dólares en la región en las últimas dos décadas, y apostó a la experiencia y reputación de Humus Capital (HCP) en Argentina. Santiago García Belmonte, CEO y accionista de Biosidus dijo que esta compra por ACON y HCP permitirá llevar a su empresa «al siguiente nivel». En representación de ACON, José Miguel Knoell, Socio Director de la Compañía, dijo estar entusiasmado de asociarse a la trayectoria en innovación de Biosidus y a su tradición de desarrollar medicamentos avanzados a un costo accesible en los mercados emergentes. Ramiro Lauzan, Socio Director de HCP, llamó a Biosidus «una pionera dentro del orgulloso legado del ecosistema científico», y apuesta a que esta asociación la vuelva más fuerte y le dé más presencia global. Pese a ser una empresa mediana, que factura unos U$ 60/año, Biosidus ya es global. «El siguiente nivel» quizás pase por serlo de un modo muy contundente. Fundada en 1996, ACON es una firma de inversión internacional con sede en Washington que administra unos $ 5.300 millones de dólares y tiene oficinas en Los Ángeles, São Paulo, Ciudad de México y Bogotá. Fundada en 2010, HCP es otro fondo de inversión con sede en Buenos Aires, que invierte básicamente en empresas familiares de industrias muy diversas en Argentina, Chile y Uruguay, a menudo como socio local de preferencia de inversoras multinacionales. Biosidus surgió en los ’80 como una rama «high tech», basada en la ingeniería genética, emergente del viejo grupo Sidus, fuerte en farmoquímica tradicional, y con una facturación sostenida de U$ 200 millones/año. Desde fines de los ’80, acaparó la atención cuando empezó a producir citoquinas humanas (hormonas del sistema inmune) primero en bacterias modificadas y luego en cultivos de células CHO (Chinese Hamster Ovary), de ovario de crías de hamster). Revolucionó la medicina argentina, porque con una cadena propia de ciencia básica, aplicada y tecnología, sin perde un centavo en compra de patentes externas, puso al alcance de la población argentina moléculas que son «game changers» en enfermedades severas. Antes, al depender de la importación, resultaban intratables por impagables. Hubo hitos dramáticos en esa historia: la EPO, o eritropoyetina, que permite que la gente en insuficiencia renal tenga niveles normales de glóbulos rojos, en lugar de quedar postrada por falta de los mismos (y de oxígeno en sus tejidos). O el Filgrastim, que estimula la hiper-producción de células blancas inmunológicas y hoy se suministra antes de una quimioterapia fuerte, de modo que el bajón de defensas del paciente sea menos profundo y dure menos tiempo. Y así se podría seguir. Antes de que Biosidus transfectara células BHK con genes humanos, la EPO en Argentina sólo se conseguía recolectando orina de la población de una localidad rural correntina minúscula, cercana a los Esteros del Iberá, alejada de ciudades y caminos y fuertemente endogámica. Por una rareza genética tipica de las situaciones de aislamiento, los pobladores de esa aldea expresaban cantidades inusuales de EPO en su orina. Recolectarla, trasladarla con cadena de frío y extraer la hormona para volverla un fármaco era carísimo. Nadie accedía al medicamento: los propios nefrólogos desconocían su existencia o ignoraban cómo conseguirlo. La EPO de Biosidus fabricada masivamente en instalaciones que parecían (siguen pareciendo) de ciencia ficción. Es un mundo en el cual, tras blindajes y aislamientos múltiples, hay personas ejecutando mediciones y ajustes misteriosos en computadoras muy distintas de la que uso para escribir este artículo, y «racks» giratorios de botellones llenos de solución nutriente, rosados por la adherencia interna de una película de células CHO. Esas instalaciones sacaron de la postración a decenas de miles de argentinos con insuficiencia renal, o en diálisis. Hasta dieron origen al primer juicio de la historia argentina por parte de un jubilado contra su obra social, que se negaba a suministrársela «porque no estaba en el vademecum habitual» (y le resultaba más barato dejar al paciente tirado en una cama). Era 1991, pero el juez marplatense a cargo del caso convocó a un tribunal de bioética. Por primera vez en la historia argentina, hubo contadores, actuarios y médicos discutiendo ante un tribunal con filósofos. Ganó el jubilado por goleada. Cada biofármaco que introdujo Biosidus tiene historias similares, extraordinarias, de buen final y mayormente desconocidas. Biosidus se volvió una «rock star» de los suplementos científicos de los diarios de papel, pero también de las tapas. En 2002 modificó genéticamente otro organismo para expresar la somatotrofina hipofisiaria, u hormona del crecimiento humano (hGH). Pero esta vez no se trató de cultivo de células CHO en botellones, sino de una vaca lechera Jersey, «Pampa». Se la transfectó como embrión, que nació y creció hasta edad reproductiva. Y después se procedió a clonar esta vaca en la progenie llamada «Pampa Mansa». Con la hGH extraída de leche de esa progenie puede gestionarse el tratamiento de todos los casos de enanismo infantil del país. La hGH es una hormona efectiva pero que requiere de inyecciones diarias. Es un tratamiento que en los ’90, antes de la producción local podía costar U$ 2000 mensuales por cada chico. Las obras sociales y prepagas no querían saber nada de él. La hGH es la misma hormona que un médico deportivo le negó, por demasiado cara, a un pibe rosarino con un fuerte enanismo. Era muy habilidoso en el fútbol y lo apodaban «La Pulga». Su familia pagó el tratamiento como mejor pudo. Eso sí, Rosario se perdió un jugador interesante, un tal Lionel Messi. También el país. Biosidus era entonces una empresa mediana pero todavía familiar, dirigida entonces férreamente por Marcelo Argüelles, CEO del grupo SIDUS. «El otro Marcelo», Criscuolo, también bioquímico, estaba a cargo de Biosidus. Corrían los ’80, cuando «los inversores sabios» enterraban fortunas en las mesas de dinero de la City. Argüelles prefería hacerlo en mesas de laboratorio. Los dueños de otros laboratorios lo tenían por una excentricidad de dandy (Argüelles fue corredor, y alguna vez tuvo una colección de autos). El hombre explicaba su apuesta en otros términos: era forzoso «incubar» a «Bio», como se la conocía dentro del grupo: cuando ésta creciera, mantendría a la empresa madre. No se equivocó. «Bio» no perdió tiempo en buscar mercados externos. En los del Hemisferio Norte, su rol se volvió el de proveedor de biomoléculas genéricas que aún se venden con el nombre de los gigantes farmacológicos estadounidenses o europeos. A la firma criolla le sobraba calidad para ser marca propia, pero pagaba su pecado original: venir de una república que exporta básicamente de productos primarios o casi sin elaboración. En la economía mundial del conocimiento, nuestra «marca país» juega en contra. Hasta ayer nomás, Biosidus era, para ciertos argentinos, un orgullo secreto, una firma «de bandera» para los escasos argentinos que habitan la economía del conocimiento. Aunque oculta de la vista del público internacional por su elección forzosa de fabricar genéricos, casi no dejó continente sin pisar. Tiene un negocio global de biosimilares (moléculas prácticamente idénticas a citoquinas y otras hormonas humanas) en Asia, África, Europa del Este y América Latina. Biosidus cuenta con dos plantas de fabricación, una en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ahora dedicada a Investigación y Desarrollo y a la producción de biomoléculas, y otra en la Provincia de Buenos Aires, donde se encuentran las operaciones de llenado aséptico, liofilización y empaque. Hace poco, Bayer Monsanto se compró el 5% del paquete accionario de Bioceres, otra compañía «de bandera» para la escasa tribuna de los argentinos a favor de un renacimiento científico, industrial y tecnológico del país. Bioceres, señores, tiene las patentes más valiosas de la historia nacional, punto. Hablamos de miles de millones de dólares. Hasta hace meses, esa joya era 100% argentina. El caso de Biosidus es la segunda desnacionalización significativa en el mercado de las biociencias «top» argentina. Se podrá argumentar que desde los años ’80, la adquisición de compañías pequeñas, ágiles y creativas es el modo habitual en que las grandes y burocráticas acceden a la innovación. Y es cierto. Pero hay que estar medio ciego para no ver que estos casos son tragedias. Se podrá argumentar que somos un país «sexy» en innovación. Y que por eso la Argentina sigue «inventando» este tipo de compañías chicas pero apetitosas, llenas de «game changers» biotecnológicos. Y que eso es indicio de la robustez del sistema científico y universitario público en biociencias. Aceptado. Nuestro «jogo bonhito» en biotecnologías es indisociable del status de la Universidad de Buenos Aires como la mejor del mundo hispanoparlante, o de la fortaleza en ciencias duras de las nacionales de Córdoba, Rosario, La Plata y la de San Martín. Asunto que se explica por una fortaleza en recursos humanos científicos en ciencias de la vida. Hecho que su vez se deriva de que nuestro país sea el único de la región con tres premios Nóbel en bioquímica y medicina, «un orgulloso ecosistema científico» -como lo describió Ramiro Lauzán- nada habitual en Sudamérica. Y no por otra cosas somos también el único país hispanoparlante que controla con firmas propias más del 60% de su mercado interno… y que exporta. Como siempre, más decisivo que sustituir importaciones resulta sustituir exportaciones. Cambiar la marca país. Pero una golondrina no hace un verano. Lo que no es un indicio de robustez para la economía nacional es que nuestras firmas emergentes en biociencias sean compradas por multinacionales o por fondos de inversión externos. Cuando eso sucede, el flujo de los dólares se invierte: empiezan a irse. Como se fue Messi. Los goles de «La Pulga» en el Barcelona no le dan puntos a ningún equipo de Rosario. Si un gigante farmacológico estadounidense se compra una firmita emergente californiana,  la plata queda dentro de los EEUU, «el ecosistema de ellos». Pero así como el fútbol argentino nunca mejoró exportando genios, este 2018 parece un año en que, por desinversión pública y privada en ciencia y tecnología, empezamos a exportar firmas que son nuestros equivalentes a Messi en biociencias. Seguimos pagando el efecto de «la marca país». Y agravándolo.

Ingenieros agrícolas del INTA usan drones para analizar los pastizales patagónicos

Los vehículos aéreos no tripulados (VANT), comúnmente conocidos como drones, sumados a datos de satélites basados en sensores ópticos permiten monitorear extensas superficies de pastizales naturales de regiones áridas y semiáridas de la Patagonia. Con esta herramienta, técnicos del INTA Bariloche –Río Negro– pueden evaluar con muy alta resolución espacial el estado de estepas y mallines para optimizar el manejo de ganadero y pastoril. La evaluación de pastizales sirve para estimar la productividad o disponibilidad forrajera, un insumo fundamental para calcular la cantidad de animales por unidad de superficie. “Necesitamos adecuar la presión del pastoreo a la capacidad de soporte de los pastizales para obtener productos de origen ganadero como carne, fibra y leche, de manera sustentable con el ambiente”, señaló Marcos Easdale, especialista en ganadería del INTA Bariloche. La evaluación de pastizales estudia aspectos estructurales y funcionales de los ecosistemas para comprender procesos ecológicos que permitan tomar decisiones sustentables sobre el manejo de los recursos naturales. “Nuestro principal objetivo es evitar el sobrepastoreo y la degradación, debido a que comprometerían la productividad y afectarían el ambiente”, indicó Easdale. Para estimar la disponibilidad de forraje y calcular la cantidad óptima de animales por unidad de superficie, el equipo del INTA combina datos de imágenes satelitales basados en sensores ópticos con vehículos aéreos no tripulados. “Con los satélites cubrimos toda el área de un campo y tenemos información histórica sobre su comportamiento y con los drones le sumamos mayor calidad, alta resolución y detalle de información”, detalló el especialista del INTA. En este sentido, Easdale explicó que “con la tecnología VANT se puede aumentar hasta 100 veces la resolución de las imágenes satelitales de alta resolución”, y ejemplificó: “En una imagen satelital un píxel, que es la mínima unidad de información de una imagen, puede tener de uno a un metro y medio de resolución, mientras que con VANT puede variar de tres a siete centímetros”. “Es claro que se mejora mucho la capacidad de detectar determinados objetos o individuos como arbustos, árboles, aguadas, animales e infraestructura y otros aspectos como la topografía”, aseguró Easdale quien agregó: “El camino a seguir es combinar ambas tecnologías para mejorar la calidad de información que se tiene del ambiente y las propuestas de manejo”. LOS COMIENZOS En noviembre de 2017, se realizó el primer vuelo con un VANT en la Estancia Fortín Chacabuco, ubicada dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, en el marco de un convenio de vinculación tecnológica entre el INTA Bariloche y The Nature Conservancy (TNC). “En ese primer vuelo, se capturaron imágenes de dos zonas asociadas a mallines y sus estepas aledañas”, recordó Easdale y añadió: “Esos ambientes son utilizados para la producción ganadera durante la época estival, pero el manejo que promueve la Estancia considera una serie de aspectos de conservación, basados en el monitoreo permanente de los pastizales”. “Esa experiencia nos permitió corroborar la potencialidad de la tecnología VANT para generar información orientada al manejo productivo y medidas de conservación ambiental, e identificar los desafíos asociados a nuevos desarrollos en el equipamiento, vinculados al régimen de vuelo y optimización de la calidad de la información”, reflexionó el especialista del INTA y consideró: “Con estos avances es cercana la posibilidad de vincular más estrechamente el desarrollo de estas nuevas tecnologías a la gestión productiva y ambiental”. (Fuente: INTA)

Barcos pesqueros extranjeros depredan el mar argentino gracias a subsidios estatales

La periodista científica Nora Bär, dio cuenta en un artículo publicado en LA NACION que recientemente un guardacostas de la Prefectura capturó al pesquero español «Playa Pesmar Uno», un «arrastrero» que había lanzado sus redes dentro de la zona económica exclusiva argentina, en inmediaciones de Comodoro Rivadavia. El incidente sería anecdótico, si no fuera porque cada vez son más los barcos que pescan justo en el límite del Mar Argentino en el Atlántico sur. Según Milko Schvartzman, especialista en conservación marina y coordinador de la ONG «Oceanosanos», en 2001 rondaban los 150, pero en los últimos años llegaron a avistarse hasta 600. Otro estudio publicado en la revista Science Advances, realizado por investigadores de la National Geographic Society, la Universidad de California en Santa Bárbara, Global Fishing Watch, el proyecto Sea Around Us (El mar que nos rodea), la Universidad de la Columbia Británica y la Universidad de Australia Occidental, estima por primera vez el enorme daño ambiental y económico que produce esta práctica, y analiza cuáles son los engranajes que la promueven. Según sus autores, la pesca «a distancia» es enormemente destructiva y solo resulta rentable por los subsidios de un puñado de estados. Los centros de mayor actividad pesquera se encuentran cerca de la Argentina, Perú y Japón y están dominados por flotas pesqueras chinas, taiwanesas y surcoreanas que se dedican a la pesca del calamar. La forma de pesca que practican destruye la biodiversidad marina y afecta a las economías nacionales. «Aunque una parte de la pesca de altura es rentable, la del calamar y la de arrastre de profundidad no tendrían sentido sin los subsidios. Los gobiernos invierten enormes cantidades del dinero de los contribuyentes en una industria destructiva», destaca Salas, fundador y director del proyecto Pristine Seas (Mares prístinos). Según esta ONG la pesca de arrastre es como cortar un bosque al ras, con redes enormes, de borde inferior lastrado, que van barriendo el fondo y lo rompen estructuralmente, matando a centenares de especies sin interés pesquero o dejándolas sin hábitat. En términos ambientales es muy destructiva y en términos económicos, no tiene sentido. Se invierten más de 4000 millones de dólares anuales para subsidiar una actividad que, librada a las fuerzas de la economía, no sería rentable. Nadie está pagando por el pescado, un recurso a la baja y con casi todas las especies de valor pesquero en mínimos históricos o al borde de la desaparición comercial, lo que realmente vale. El caso argentino es particular, porque es nuestro propio país quien subsidia a la «flota roja» (por el color de los cascos) alturera española, evitándole los costos de pescar a distancia. En el proceso, la roja destruye a la «flota amarilla» local, a cargo e empresas familiares y con barcos de poca potencia y escasa bodega, que es la que genera casi todo el empleo argentino en el sector. Con la enorme cantidad de barcos que logran licenciar aquí, dominan las aguas patagónicas y acorralan a nuestra propia flota roja -la única con capacidad de agregación de valor a la pesca- en las de la provincia de Buenos Aires. Según un palmario informe del Instituto Nacional de Investigaciones y Desarrollos Pesqueros (INIDEP) de 2017, España ha perfeccionado desde los ’90 el negocio de instalar sus pesqueras en nuestra costa patagónica como si fuera firmas argentinas. Esto les permite conseguir combustible, mecánica y servicios a corta distancia, y les da una sombrilla legal para exportar (con o sin pasar por la Aduana) el producto a España sin valor agregado local, y revenderlo luego a precios muy superiores en la Unión Europea. La flota española aquí no deja infracción por hacer. Pero a diferencia de los barcos chinos, coreanos o taiwaneses que operan en la milla 201, no paga consecuencias. Los chinos se encogen de hombros cuando les capturamos un barco (es chatarra precariamente flotante) y lo abandonan en los puertos patagónicos argentinos, creándoles todo tipo de problemas logísticos. Ocupan muelles en los que terminan hundiéndose solos a espera de alguna resolución judicial. Luego hay que arriesgar vidas de buzos tácticos de Prefectura para desguazarlos y sacarlos. Para la flota española todo es distinto. Desde puertos argentinos, sobrepesca en forma sistemática, incurre masivamente en «by catch», o «pesca incidental»: en el caso de las especies «top», llega a descartar en el mar entre 10 y 20 kg. de pescado muerto por kg. de langostino (mucho más caro). Típicament eso ocurre cuando una nave tenía una bodega llena de merluza ya congelándose, pero de pronto el sonar detectó langostino… La flota alturera española no opera anclada pacientemente durante el día en la milla 201 y entrando 40 o 50 millas de noche a robar dentro de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) argentina, la práctica habitual de los barcos ilegales de Extremo Oriente. Hace eso desde la costa, las 24 horas, y con el beneplácito protector de las provincias y la nación. Así destruyó el stock de merluza negra en el balcón de la plataforma continental austral, depleta constantemente el inventario de merluza común (Hubbsi) a fuerza de pescar ilegalmente juveniles que no llegaron a edad reproductiva, hace traspasos de cargas de barco a barco sin pasar por puerto, y a veces tiene «clonados» varios barcos factoría, o «congeladores», los más destructivos, con la licencia de uno solo. También invade áreas de cría vedadas a la pesca. Tras liquidar el Mediterráneo, en los ’70 los pesqueros españoles literalmente vaciaron el Mar de Namibia, y en los ’80 y ’90 hicieron lo mismo con el Mar Rojo, forzando a los pescadores artesanales locales de Somalía a cambiar de profesión: se hicieron piratas. El Mar Rojo no debe haberse recuperado o el secuestro de tanqueros da mucha plata, porque algunos somalíes siguen en ese métier que parecía desaparecido en el siglo XIX. Operando «a lo chino» desde la milla 201, la flota alturera española en 1995 casi causa un enfrentamiento armado entre Canadá y España, pese a que ambos estados son aliados asociados a la OTAN. Tras décadas de «laissez faire» canadiense, la flota ibérica ya había exterminado el arenque, el plan A comercial, y ahora iba por el plan B, el «halibut» o hipogloso, hasta entonces sin valor de mercado, pero a falta de pan… El resultado fue que en la costa de Terranova habían quedado sin empleo más de 40.000 trabajadores pesqueros. Aldeas-puerto centenarias y vibrantes quedaron reducidas a pueblos fantasma. Canadá reaccionó cambiando brutalmente de política pesquera en 1993, sancionando otras leyes, y discutiéndole cupos de pesca a la entonces Comunidad Europea, que no les aceptó ninguna propuesta. Finalmente, en un acto mitad de desesperación y mitad propagandistico, el 9 de marzo de 1995 y en violación de las leyes internacionales, la Canada Coast Guard salió a cazar pesqueros españoles más allá de la milla 200, en aguas legalmente internacionales. Según usos y costumbres, los capitanes españoles no se rinden sin pelea. Antes de traerse a remolque al pesquero «Estai», con puerto en Vigo, Galicia, el guardacostas CCGS «Cape Rogers» lo tuvo que perseguir varias horas. Pasó de todo: cuando el barco español se desprendió de sus redes para trabarle las hélices al guardacostas, la unidad canadiense zigzagueó para evadir la red, se le puso a la par respondió con varias ráfagas disparadas con su ametralladora calibre .50 por sobre la proa del Estai. Eso convenció al capitán español de que los buenos tiempos de «pasen y sírvanse» se habían terminado. Detuvo las máquinas y aceptó a bordo el piquete de abordaje canadiense. Otros buques hispánicos acudieron en solidaridad, también según usos y costumbres de la industria, y se lanzaron a embestir al Rogers (suelen ser naves de mayor desplazamiento y masa que una patrullera). Pero apareció entonces un segundo guardacostas, el Sir Wilfred Grenfell, que los tranquilizó con sus cañones de agua… mientras les apuntaba con los de artillería, con las bocas descubiertas. El Estai terminó en el puerto canadiense de San Juan de Terranova, abucheado por la población local, con sus 26 tripulantes presos y el barco quedó bajo la pintoresca custodia de la Policía Montada. Obviamente, se le decomisó la carga. La empresa propietaria puso el grito en el cielo, pidió U$ 800.000 de indemnizaciones y el gobierno español (Felipe González, a la sazón) mandó de inmediato unidades de combate a los bajíos de Terranova a defender sus pesqueros. El nuevo ministro de pesca canadiense, Brian Tobin y el premier Jean Chrétien aprestaron en orden de batalla a su propia Armada, con orden de abrir fuego de cañón ante cualquier acción española de interferencia. Más aún, los cazasbombarderos F-18 Hornet despegaron con misiles antibuque e hicieron pasadas transónicas rasantes sobre las patrulleras y pesqueros españoles. Esto suele ser bastante malo para los vidrios de las timoneras, por muy blindados que sean. Chrétien llamó telefónicamente a al canciller español, Javier Solanas, un «línea dura», y le advirtió escuetamente que iba en serio. Si tenían que tirar, tiraban. Cuando las patrullera y pesqueros ibéricos recibieron orden desde Madrid de volver a puerto (español, en este caso), Canadá quedó ante el mundo en una posición rarísima: por una parte, había cerrado la puerta del establo demasiado después de que se fue el caballo, según el aforismo inglés. Por otra, había roto leyes internacionales y actuado militarmente fuera de su ZEE, en aguas internacionales, y de yapa contra un país de la OTAN. El asunto es que puesta a ese juego, Ottawa lo jugó tan a conciencia y sin dudar que en lugar de pagarle 800.000 dólares canadienses a la propietaria del Estai, ésta tuvo que pagarle a la justicia canadiense 300.000 euros para recobrar su nave y liberar a sus tripulantes. Lo decisivo fue que Canadá ganó. Madrid llevó el asunto a la Corte de la Haya, sin resultados. Pescar «en la 201» sobre los bajíos frente Terranova a fecha hoy sigue siendo un deporte de riesgo y con pocos adherentes. Ningún episodio del siglo pasado puso tan en blanco sobre negro que el mar es cualquier cosa menos un recurso biológicamente infinito. Y que existiendo un alineamiento del estado, los poderes legislativo y judicial y las fuerzas de seguridad y navales, para una democracia soberana ribereña hay mejores opciones que seguir el destino de Namibia o Somalía. La Argentina es un planeta distinto: ni Somalía ni Canadá. Es rarísimo que a una empresa española le capturen un barco o que un juez les decomise las redes o líneas. A veces acumulan deudas con proveedores de mecánica, comida o servicios o con su propio personal, y si son intimadas a pagar (sucede rara vez), amenazan con mudarse al puerto vecino, con otro nombre. En Puerto Deseado, Santa Cruz, y en al menos dos ocasiones, los trabajadores de las plantas fileteadoras les prendieron fuego. En 1992, el intendente local admitió ante Clarín que el PBI pesquero oficial de esa localidad era de U$ 160 millones/año, pero que el real lo duplicaba. Estas firmas han gozado históricamente de un régimen de protección digno de embajadas, y eso a lo largo de todo tipo de gobiernos nacionales y provinciales. Usan nuestra bandera y son empresas formalmente argentinas, pero suelen tener un futuro mucho mejor. Según se desprende del informe del INIDEP de 2017, el «core business» de España es la reventa del Mar Argentino, que, desde Chubut hacia el Sur, domina como propio. Los 600 barcos estacionados de día en la milla 201 hacen un daño terrible, sin duda. Pero los subsidian países asiáticos, no la Argentina. La madre del problema está de la milla 200 para adentro.
Concentración de barcos extranjeros que pescan más allá de la milla 201 Crédito: National Geographic

Guerra comercial entre Europa y USA por la imposición de nuevos aranceles

La Unión Europea reveló que estudia imponer, desde principios de julio, nuevos aranceles a los productos estadounidenses como el whisky, los jeans o las motocicletas, según anunciaron voceros de la CE. El proceso de análisis para decidir si imponer o no aranceles adicionales a determinadas importaciones desde Estados Unidos terminará a finales de junio, «bajo la coordinación» de representantes de los 28 países que integran la UE, «para que los nuevos aranceles empiecen a aplicarse en julio». Esta medida es una respuesta a los nuevos impuestos introducidos por el presidente Donald Trump a las importaciones de acero y aluminio provenientes de la UE, que también afectan a México y Canadá. El bloque europeo considera que esos aranceles infringen las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y ya había remitido a ese organismo una lista de productos estadounidenses a los que podría aplicar mayores impuestos. La Comisión Europea planea imponer tarifas por valor de hasta 2.800 millones de euros (3.300 millones de dólares) y podría aumentar la lista posteriormente. «Es una respuesta mesurada y proporcionada a la decisión unilateral e ilegal de Estados Unidos de imponer aranceles a las exportaciones europeas de acero y aluminio», subrayó en un comunicado la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström.

3500 emprendedores reunidos para una nueva edición de Endeavor

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Se realizó una nueva edición de la Experiencia Endeavor Buenos Aires con charlas de capacitación para emprendedores y rondas de negocios para generar contacto con potenciales inversores que busquen apostar a las start ups. Se hizo en el Centro de Exposiciones de la Ciudad de Buenos Aires, frente a la facultad de Derecho, se reunieron 3.500 personas para participar de las charlas y workshops. Google, Digital House y Facebook dieron talleres de capacitación para potenciar a los emprendimientos. Y también participaron Globant Ventures, Tastemade y Almundo.com.

La AFIP cambia su criterio para clasificar cuando una compañía es PyME

El Ministerio de la Producción hizo un «recalculando» y, a menos de un mes de haber emitido una resolución que alteraba los parámetros que tienen que cumplir las empresas para acceder a los beneficios fiscales de la ley PYME decidió un nuevo cambio. El 9 de mayo pasado decidió incluir a la cantidad de empleados para determinar si se trata, o no, de Pyme. Hasta ese momento se tomaban en cuenta sólo las ventas. Y esto podía generar injusticias. Ahora volvió  a cambiar la normativa y se establece que los topes en la cantidad de empleados sólo se podrán aplicar para las empresas en las que al menos el 70% de las ventas totales anuales correspondan a actividades de comisionistas, consignatarios y agencias de viajes mayoristas y minoristas. Los beneficios fiscales correrán para empresas que facturen por año entre $5.900.000 y $1.140 millones. Además, las compañías beneficiadas no pagan el Impuesto a la Ganancia Mínima Presunta, y difieren por tres meses el pago del IVA.

Se hizo un «panazo» para protestar por el alza en el precio de la harina

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Frente al congreso nacional se dio una protesta original: un «panazo» que regaló 5000 kilos de pan a quienes se acercaron al acto. El «panazo«, convocado por panaderos bonaerenses, congregó a cientos de personas que formaron filas frente para recibir bolsas con medio kilo de pan. Según dijeron desde el Centro de Industriales Panaderos del Oeste se repartieron unos 5.000 kilos de pan para protestar contra el fuerte aumento de la harina, además de la suba de precios en los servicios básicos que se usan en la producción. Según dijeron, la bolsa de 50 kilos de harina costaba $ 250 a fines de febrero y ahora los molinos la venden a $ 720: es decir, una suba acumulada del 188%, contra un aumento máximo del kilo de pan del 20%.

Bayer confirmó que la histórica marca «Monsanto» desaparecerá

En estos días se completará la fusión que fue aprobada por el gobierno de los EE.UU., y Bayer -el adquiriente- decidió que los productos de la histórica, y controvertida, empresa multinacional norteamericana perderán su nombre empresarial.
  • El monto total de la operación será de US$ 63 mil millones.
«El nombre de la empresa será Bayer. «Monsanto» dejará de utilizarse. Los productos adquiridos mantendrán sus marcas y pasarán a formar parte del portfolio de Bayer», indicó en un comunicado la firma alemana. Si bien Bayer dice que seguirá manteniendo estándares ecológicos y sociales, eso aún está por verse. Algunos observadores critican la fusión por ser una aventura cara y arriesgada. Sobre todo, es criticada por las organizaciones ecologistas. En Alemania se asocia a Monsanto con la modificación genética de semillas, y también con el herbicida «Roundup”, que contiene glifosato, del cual se sospecha que provoca cáncer. Asimismo, los medioambientalistas critican desde hace tiempo la existencia de un monopolio de pocos mega grupos empresarios que controlan el negocio de las semillas en todo el mundo. Esas críticas se agudizan, lógicamente, con la compra de Monsanto por parte de Bayer. «Me parece problemático que la producción de semillas y herbicidas esté en manos de una sola empresa”, señaló a DW Sven Giegold, eurodiputado del partido Los Verdes. «Debería haber una clara división, y la concentración del mercado en esas empresas ya no tiene nada que ver con la economía de mercado”. Con la fusión, Bayer se convertirá en el mayor productor de semillas del mundo. Pero no solo eso: además, venderá los pesticidas correspondientes a cada tipo de planta. Por un lado, eso es lógico, porque de esa forma los pesticidas, al meno en teoría, son más eficaces y su uso más eficiente. Pero por el otro lado, eso provoca que los productores agrícolas se vuelvan dependientes de un puñado de megaempresas, y en especial, de Bayer. Al respecto, el director de Bayer no deja de recalcar que su empresa es consciente de la responsabilidad que tiene. «Haremos todo lo necesario para cumplir con esa responsabilidad”, dijo. Y agregó: «cumpliremos con los estándares éticos, ecológicos y sociales más altos para contribuir con una agricultura mejor y más sostenible”, añadió. Fue un largo camino el que recorrió Bayer, pero la tarea aún está por comenzar. Todavía se tiene que cristalizar la fusión sin dificultades de dos gigantes a través del Atlántico. Y ambos deberán probar que la unión de Bayer y Monsanto no solo es beneficiosa económicamente, sino también ecológica y socialmente sostenible.

Paritaria estatal: cierran por el 15% y en 3 cuotas

El Gobierno cerró el acuerdo paritario con los trabajadores públicos nacionales y de la Ciudad. El convenio firmado con UPCN implica un aumento de 15%, a pagarse de la siguiente manera: * 3% en julio, * 6% en agosto * 6% en septiembre Esto es para aquellos empleados que tienen un sueldo por debajo de $40.000. En tanto, para los que cobran más de ese monto, recibirán dos pagos únicos de $2000 en julio y $4500 en agosto. Y todos cobrarán un bono de $2000 en junio. El acuerdo se dio luego de que el Gobierno propusiera un 12% de incremento sin cláusula gatillo, que tanto en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) como en la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) rechazaron.

El 67% de los usuarios y empresas de argentina usan software sin licencia

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Según una encuesta recién publicada por la organización BSA, que agrupa a grandes compañías desarrolladoras de programas, en Argentina, actualmente, el 67% por ciento del software instalado en las computadoras no cuenta con la licencia correspondiente. Esto representa un 2% menos en comparación con el estudio anterior de BSA, publicado en 2016. Para comprender mejor las implicaciones del uso de software sin licencia, BSA publicó la Encuesta global de software de 2018: Administración de software: deber de seguridad, oportunidad de negocio. La encuesta cuantifica el volumen y el valor del software sin licencia instalado en computadoras personales en más de 110 países y regiones e incluye casi 23.000 respuestas de consumidores, empleados y CIO. «Las organizaciones de todo el mundo se están perdiendo de los beneficios económicos y de seguridad que proporciona un software bien administrado», dijo Victoria Espinel, presidenta y CEO de BSA | The Software Alliance. «Las empresas deben establecer programas de administración de activos de software (software asset management, SAM) para evaluar y administrar el software en sus redes. Esto, a su vez, ayuda a las organizaciones a reducir el riesgo de ciberataques debilitantes y ayuda a aumentar sus ingresos». Hallazgos claves: • Si bien disminuyó un poco, el uso de software sin licencia todavía está muy extendido. El software sin licencia todavía se usa en todo el mundo a un ritmo alarmante y representa el 37 % del software instalado en las computadoras personales, apenas un 2 % menos que en 2016. • Los CIO informan que el software sin licencia es cada vez más riesgoso y costoso. Los programas maliciosos del software sin licencia cuestan a las empresas de todo el mundo casi $359.000 millones al año. Los CIO informan que evitar el pirateo de datos y otras amenazas de seguridad de los programas maliciosos es la razón principal para garantizar que sus redes tengan licencia. • Mejorar el cumplimiento del software ahora es un factor económico además de un deber de seguridad. Cuando las empresas toman medidas pragmáticas para mejorar su administración de software pueden aumentar sus ganancias hasta en un 11 %.

Buscan ampliar el swap con China para sumar contundencia al paquete de prestamos del FMI

El jefe de Gabinete reveló que trabajan para incrementar la línea de US$ 11.000 millones pactados en julio pasado con China. Eso explicó, desde Inglaterra, el jefe del gabinete argentino. Marcos Peña detalló que la ampliación del swap es vista «como un complemento de las medidas que tomó la administración nacional con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros organismos multilaterales para blindar el programa económico y restablecer la confianza». «Tenemos un swap activo que nos dejó el gobierno anterior, y trataremos de hacerlo más grande», enfatizó Peña en una entrevista con el diario Financial Times. Hasta el momento, hubo una consulta informal desde Buenos Aires hacia Beijing para testear la posibilidad de ejecutar los fondos del swap para reforzar el blindaje, indicaron comentaron fuentes de la autoridad monetaria argentina. La línea de swap de monedas puede ser utilizado para facilitar «el comercio bilateral, liquidaciones y proporcionar apoyo de liquidez a los mercados financieros», consignan los chinos. El primer intercambio fue acordado por el Banco Central (BCRA) y el Central chino por primera vez en 2009.

LOS NUEVOS TERRITORIOS ARGENTINOS – 3° y última parte (por ahora)

(Esta nota fue publicada en tres partes; la 1° está aquí, y la 2° aquí) La República Argentina ha ganado 1,782 millones de kilómetros cuadrados. Reconocidos por la comunidad internacional. Así, sumó un 35% más al total de sus territorios continentales y marinos. Dos problemas: 1) esos nuevos territorios están en el fondo del mar, a profundidades abisales. 2) esos nuevos territorios despiertan el agudo interés -posiblemente, la codicia- de varias potencias. Daniel Arias, que nos contó en crónicas amenas e informadas de la tarea de quienes lograron para nuestra patria esa nueva frontera: aquí de la competencia y el esfuerzo de diplomáticos y científicos, y aquí del coraje y el esfuerzo de científicos y marinos, propone ahora qué podemos hacer para defender ese territorio nuestro. Y para aprovecharlo: Argentinos en el mar y en la Antártida Tenemos un montón de territorio nuevo a defender, pero antes conviene conocerlo mejor. Por eso, si un gobierno argentino se propusiera en el futuro encarar la defensa y utilización de esa nueva frontera submarina, una de sus prioridades fundamentales debe ser contar con un barco oceanográfico du última generación, para 80 científicos. Que sea un verdadero CONICET flotante, que tenga casco polar y, si cuadra, un helicóptero en hangar. Pero también quiero otro rompehielos “de primera” y con capacidades de investigación repotenciadas, tal como se reconstruyó el ARA Irízar en TANDANOR después de su incendio, el 10 de abril de 2007. Hoy ése es otro barco distinto y mejor que el que le compramos a Finlandia. Sigue siendo un rompehielos multipropósito, y sigue ostentando la corona del barco más capaz de lidiar con hielo viejo, duro y de gran grosor entre los que operan en el Hemisferio Sur. Pero ahora es bastante más oceanográfico (pasó de 1 a 8 laboratorios, y estos cubren 412m2 de cubiertas). Bastó reconstruirlo en la Argentina para que al menos algunos oficiales en la Armada -muy pocos- entendieran que la nave en su versión 1.0 podría haberse hecho aquí. El Irízar en su medio natural. El personal al pie de la proa da una idea de la altura de la timonera, cuyo peso sirve para que la quilla fracture el hielo cuando la proa lo monta.   Seré aclaro: quiero construcción 100% argentina: ni finlandesa, ni alemana ni niño muerto. Local. Tenemos una impresionante capacidad ociosa en astilleros públicos y privados, que hasta fines de los ’80 fueron los mayores de Sudamérica. Y propongo mayor desplazamiento y más potencia de motores que la habitual en oceanográficos polares y rompehielos comunes. Nada que corra peligro de quedarse atrapado en la banquisa, como casi le pasó a nuestro rompehielos en 2002. A 3 nudos de velocidad promedio, la nave iba abriendo un laborioso callejón a través de hielo oceánico consolidado de 6 metros de grosor. El mar abierto había quedado 350 km. a popa. Sólo nuestro Irízar hace esas cosas. En aquella ocasión se venía al rescate del buque polar alemán “Magdalena Oldendorff”. Los buques polares pueden lidiar con hasta 2 metros de hielo, cortándolo «de pasada», pero no tienen la capacidad exclusiva de los rompehielos de arremeter contra el hielo, montarse sobre el mismo con sus proas acucharadas, y luego dejar que el peso de su timonera y el filo de su quilla lo fracturen. Una vez hecho esto, el barco retrocede usando sus hélices de proa hasta ponerse a distancia conveniente, y entonces vuelve a lanzarse hacia adelante a toda potencia para volver a encallar la proa. Repítase N veces, sin descanso, y se va abriendo una angosta calle por la que el barco avanza a topetazos y recules. Y es una calle bastante efímera, porque en invierno el hielo vuelve a cerrarse rápidamente a popa. Ese arduo proceso de navegación discontinua se llama «de acometida». Con esa técnica y 27.000 HP en sus hélices activadas por motores eléctricos activados a su vez por plantas diésel, el Irízar es el único rompehielos antártico capaz de fracturar hielo viejo y duro de hasta 6 metros. Pero eso no lo pone a salvo de quedar atrapado en una banquisa aún más gruesa y más dura. Y con un bajón de temperatura brusco, la trampa se forma en minutos. Si le pasa eso, está solo: nadie vendrá a buscarlo. Lo único que puede liberarlo es otra máquina en este caso termonuclear y con una potencia mucho mayor: el sol, cuando llega la primavera. El Irízar finalmente logró llegar hasta el Oldendorff, lo desatrancó a tirones de su varadura y se lo fue trayendo penosamente a remolque. A bordo del barco argentino había dinamiteros expertos del Ejército para romper el hielo a cartuchazos, si las cosas se ponían realmente mal. Y es que en la Antártida siempre se pueden poner peor. El capitán Raúl Benmuyal tuvo que dejar al Oldendorff en un sitio seguro para pasar la invernada, pasarle provisiones y combustible, evacuar enfermos y apurarse a romper su camino de regreso a mar abierto. Es que la temperatura había bajado de pronto a -50º y el hielo empezaba a cerrarse sobre la proa y la popa del Irízar como una morsa hidráulica. Nuestro barco es muy poderoso por su diseño de casco, por sus materiales, por sus toberas de generación de burbujas que lubrifican el hielo y logran desprenderlo del casco, cuando éste queda atrapado. También tiene la capacidad, una vez capturado por el hielo, de rolar a babor y a estribor bombeando agua de un tanque lateral a otro, para destrabarse. Hasta puede intentar picar el hielo en su proa con las hélices frontales. Todos esos ases en la manga tiene, pero no la potencia motriz de un rompehielos nuclear ruso. En aquel invierno de 2002 se escapó por poco de tener que quedarse a invernar en el hielo. La gran paradoja antártica: a mayor calor, más km2 de hielo flotante Cuando algún escéptico quiere desmentir el recalentamiento global, arguye siempre que la banquisa antártica se expande cada vez más, en lugar de reducirse. Y es verdad, va ganando superficie año a año. Lo que no entiende el termoescéptico es la maquinaria geofísica subyacente. El frustrado intento de rescate del «Magdalena Oldendorff», un buque polar alemán que quedó atrapado en 2002 en hielo demasiado grueso. El Irízar casi corre la misma suerte. El hielo antártico está organizado como una escarapela. Sobre el continente, en posición central, están los campos y glaciares de hielo. Los últimos fluyen tan organizadamente como ríos sobre terreno duro, a velocidades variables, con cauces centrales más móviles y zonas de remanso, entre otras zonas inmóviles como lagos. Es hielo fósil, mayormente prehistórico, y su relieve copia en forma suavizada el de las montañas de roca continental subyacente. El espesor de esa masa central es kilométrico, de 2 o 3 kilómetros y a veces más. Las plataformas, el 2do anillo de la escarapela, son otra cosa: chatas como pampas, aunque agrietadas, y de no más de 1 km. de espesor, marcan que abajo del hielo ya no hay más continente soportando el hielo. Están mayormente a flote. Su arranque desde los glaciares marca la línea oculta de una costa subyacente, y se ve sin que haga falta adivinarla. Las plataformas invaden el mar como bandejas, decenas y hasta centenares de kilómetros desde su arranque en los glaciares que las alimentan. Chatas como pampas, ya que flotan, cubren el 75% del perímetro frontal antártico. En sus bordes externos tienen hasta 350 metros de grosor, de los cuales acaso 100 sobresalen sobre la superficie como acantilados, y el resto está sumergido, en flotación. Lo interesante es que no se trata de una flotación totalmente libre: el hielo de plataforma está atascado sobre miles de islotes, anclado precariamente. Sin embargo, en general fluye desde el continente hacia el mar, a veces 3 o 4 kilómetros por año, y su frente escarpado se socava con el oleaje y se rompe todo el tiempo, sembrando el océano de témpanos, hielos libremente flotantes que forman un 3ero y caótico anillo exterior a la escarapela glacial antártica. Este sistema crece en el centro, por la muy lenta deposición de hielo de las escuetas nevadas: la Antártida continental, donde las temperaturas bajan a -80o C, es un desierto casi perfecto. Y el hielo ganado en el centro desaparece en la periferia por el derretimiento de los hielos flotantes. Hasta la posguerra, los geógrafos consideraban que esta «escarapela» era una organización dinámica pero bastante estable, en el que las ganancias en el centro reponían las pérdidas en la periferia. La Antártida real, la geológica, consta de un enorme altiplano oriental rocoso, y de un archipiélago oriental. El conjunto está oculto por hielo fósil de hasta 3 km. de espesor.  Pero en los ’70 aparecieron “upwellings”, corrientes submarinas ascendentes relativamente cálidas (3º C, o por ahí) que socavan las plataformas (no todas, y tampoco en la misma medida). Lo alarmante es que lo hacen desde abajo, fundiendo y desamarrando los puntos de anclaje de las plataformas en la roca. Esas emergencias borbollantes de agua licúan el hielo y forman cavernas que penetran bajo cada plataforma como túneles, hasta decenas de kilómetros,  siempre en dirección Sur, es decir hacia el Polo Sur Geográfico. Miradas en términos de supervivencia humana, los upwellings son letalmente fríos. Sin embargo,  están más de un grado más calientes que el agua marina superficial circumpolar, mayormente a -1,9º C, el punto de congelamiento por su salinidad. Ese grado de diferencia desata la fusión. ¿Por qué estos “upwellings” empezaron a comerse las plataformas en los ’70, cuando las mediciones de casi todo el siglo XX no evidenciaban nada de esto? La de los ’70 parece haber sido la década en que los efectos del cambio climático antropogénico se dispararon haciendo sinergia, reforzándose unos a otros. El mundo empezó a cambiar. La termodinámica dice que el calor fluye desde el punto caliente al frío, y las lejanas masas continentales que rodean a la Antártida hacia el Norte (Sudamérica, Sudáfrica, la India, Oceanía) emiten vientos relativamente cálidos hacia el continente blanco. Estos evaporan agua superficial y al parecer esto es lo que provoca esos upwellings de agua profunda, que acuden fluyendo por cañones submarinos desde el Norte (todo el resto del planeta aquí está al Norte). La temperatura de los upwellings podrá parecer baja, pero la masa de agua involucrada en este ataque desde abajo no lo es, y por lo tanto tampoco la cantidad de calor que traen. Equivale a la suma de unas 100 centrales nucleares de 1000 MW eléctricos cada una. Y las plataformas más atacadas son las de la Península Antártica Oriental, y las de la Antártida Occidental, la que se tiende hacia el Oeste de la misma y de los Andes Transartárticos. Por ende, desde los años ’70 a la fecha varias de las plataformas se empezaron a resquebrajar y romper más rápido. 8 plataformas de la Península Antártica han desaparecido enteramente, y otras están a espera de turno. Larsen A, al Este de la Península, colapsó en 1995, Larsen B en 2002, y ahora Larsen C está perdiendo bloques de 350 metros de espesor vertical y a veces casi 6000 km2 de superficie. Con 4 de esos icebergs cubrís Tucumán. De las 74 grandes plataformas en el perímetro continental, el 90% está en demolición. Una de ellas, la gigantesca Pine Street Island, está perdiendo 50 metros de grosor por año desde abajo. Vistas desde arriba, se ve cómo las plataformas se resquebrajan, forman líneas de fractura paralelas a sus frentes marítimos, pero -esto es lo nuevo y alarmante- a decenas de kilómetros hielo adentro. ¿Y luego, qué? Se parten, se desprenden y se alejan flotando. Las 74 plataformas flotantes que rodean la Antártida todavía fungen como mejor pueden de “corchos” o «diques» de los ríos glaciarios que fluyen detrás de ellas. Esta fluencia ocurre siempre en forma más o menos radial, desde el Polo Sur Geográfico hacia el mar. Pero esos ríos habitualmente lentos hoy se ven a su vez acelerados por el recalentamiento reciente y un poco insólito del aire antártico. Entonces sucede que cuando las plataformas se caen al agua y quedan trituradas a grado témpano, el río de hielo fósil que estaba contenido atrás “se descorcha” y acelera su flujo desde el centro de la Antártida hacia el mar. El sistema está en desequilibrio. La Antártida Occidental, hacia el Oeste de la Península y los Antartandes, es la más socavada en materia de plataformas flotantes: tiene las décadas contadas. Es posible que desde 2050 empiece a caer masivamente al mar. El Oeste Antártico, que hoy todavía parece continente, se mostrará como lo que es: un archipiélago. El Este, a caballo de un bloque continental continuo, un verdadero altiplano, aguantará más tiempo. ¿Cuánto? Incógnita. ¿Y cómo influye todo esto en la navegación? El Mar Antártico se llena cada vez más de témpanos tabulares gigantes y otros más chicos, que el invierno suelda entre sí formando una masa impenetrable y cerrada. Lectores, bienvenidos a la banquisa austral, cada vez mayor porque estamos perdiendo su raíz, los glaciares antárticos. Eran inmensos, hoy lo son menos, parecen mucho más veloces que hace 10 y hace 20 años, y definitivamente, no son eternos. Por otra parte, el mar superficial despejado está más caliente que en la pre-guerra, y eso provoca evaporación. Se forman centros de baja presión, y con ellos tormentas otoñales e invernales cada vez peores: ya empiezan a pisar los peldaños inferiores de la exclusiva escala Saffir Simpson, reservada antes a la realeza de las tempestades: los huracanes tropicales del Golfo de México. Eso lo pudo experimentar en casco propio nuestro barquito oceanográfico del CONICET, el ARA Puerto Deseado, en un evento otoñal que debe haber arañado el grado 3 de esa escala y que casi lo parte en pedazos el 17 de mayo de 2008. Con más y más brutales tormentas, las nevadas en el altiplano antártico, centro de recarga de hielo del sistema, hoy son más copiosas y frecuentes. El continente se está volviendo menos desértico, menos… continental. Aislados térmicamente del aire y el sol por la nieve fresca y porosa que les cae encima de modo cada vez más copioso, los bloques soldados de la caótica banquisa se siguen fundiendo en verano, pero menos. Tienen encima un blindaje térmico de nieve fresca que los protege del calor: como es porosa, forma un excelente aislante térmico. De modo que la paradoja es que debido al calor, la banquisa retrocede menos en verano. Y en invierno, va corriendo sus límites cada vez más hacia el Norte, es decir hacia mar adentro, conquistando aguas antes libres de témpanos en los 360 grados del compás. Cuanto más se recalienta el mundo, más crece la superficie de hielo antártico a flote y más peligrosa se vuelve la navegación en zona. Los «climate change doubters», con el presidente Donald Trump a la cabeza, no entienden esta aparente contradicción. Tienen el crédito de no adolecer de pensamiento científico, informado o complejo. ¿Y cómo andan las cosas en el otro extremo del mundo? Al revés. La banquisa ártica, que es sólo una delgada costra de hielo flotante de 2 o 3 metros promedio, está simplemente desapareciendo. En 2060 probablemente el Océano Ártico sea totalmente azul todo el verano. Chau hielo, chau a las poblaciones de osos polares, de focas de anillo, focas de barba, focas encapuchadas, y chau sobre todo a los esquimales polares, esos tuaregs del hielo flotante, los últimos humanos de vida totalmente anarquista que quedaban en nuestro planeta. En primer plano, la Antártida Occidental, tal como se verá cuando las plataformas de hielo flotante que la ocultan desaparezcan del todo. Atrás, el Altiplano Oriental, cuya cubierta glacial resistirá más por estar fuera del agua. Abajo, la plataforma continental antártica.  ¿En qué nos toca esto como argentinos? Navegar por el Mar Antártico se está poniendo cada vez más difícil. Hay que pensar en barcos enormes y con plantas diésel-eléctricas mucho más potentes que las del Irízar, que rinden 27.000 HP. Más bien convendrían los  60.000 HP de un rompehielos yanqui de los años ’70 como el USCG Healy, o el Polar Star. Y es que aparte de dar propulsión estos motores tendrán que rendir suficientes megavatios/hora para operar sensores muy potentes. O armas muy potentes. Acertó, quiero capacidades duales, de uso civil y militar. ¿Lo sorprendí? Un barco oceanográfico es únicamente un pesquero «on steroids», con demasiados científicos, demasiadas hélices (las de “stationkeeping”) y demasiados sensores a bordo. La crema de los pesqueros actuales son los barcos atuneros. Habitualmente traen helicóptero para localizar cardúmenes desde el aire, y unos ecosondas multihaz complejísimos para localizar cardúmenes. Casi todo barco oceanográfico es un pesquero científicamente sobreequipado. Si además es polar, tiene doble casco reforzado y puede cortar hielo «de pasada», a baja velocidad. ¿Pero eso lo hace dual? En la práctica, sí. Se trate de una nave polar o de un rompehielos puro y duro, un barco dotado de ecosondas y de sensores de sísmica del fondo puede “ver” a través del “canal SOFAR”. Ésta es una picnoclina, o límite vertical de salinidad (y en este caso, también de temperatura) del agua. Penetrando hacia abajo la capa límite del canal SOFAR, el mar se pone inmediatamente a 2 o 3º Celsius, cifras que no varían hasta el fondo, sin importar cuán lejos esté. Este límite, del que se habla casi siempre en las películas de guerra submarina, actúa como un espejo frente al sonido. Refleja parcialmente los ecos de un sonar común. Estos pueden ir rebotando entre el plano inferior de los 2º y la superficie, que funciona como otro espejo sónico. Una señal de sonido puede viajar así a distancias horizontales de miles de kilómetros sin perder potencia. Bajo este escudo puede esconderse fácilmente un submarino incluso en fondos someros, si está a latitudes altas, donde el límite inferior del canal SOFAR está no a 600 metros, como en los trópicos, sino muy cerca de la superficie. Así, cuando sucedió la Guerra de las Malvinas, el submarino ARA San Luis logró sobrevivir días pegado a fondos de plataforma continental, raramente más profundos que 150 metros, amparado bajo la picnoclina que en esa zona y en esta temporada está a pocas decenas de metros de la superficie. El San Luis había incurrido en el atrevimiento de emboscar dos veces a los destructores y fragatas de la Task Force, a los que disparó torpedos Telefunken alemanes que, para suerte de los ingleses, estaban fallados. Arriba, enterados del asunto, cada vez que localizaban algún objeto sólido grandote moviéndose en las profundidades, los destructores de Su Graciosa Majestad reventaban el mar a bombazos: al San Luis le surtieron más de 200 cargas de profundidad, según el analista de seguridad Sebastien Roblin de la revista estadounidense de estrategia The National Interest (27 de Noviembre de 2016). Pero los Brits tiraban a ciegas: no lo encontraron nunca. Mal año para ser ballena, 1982, sin embargo. Un rompehielos morrocotudo generalmente trae, de yapa dos “helos” en hangar. Nada prohíbe que estos tengan boyas-sonar flotantes, o que puedan desplegar sonares de inmersión profunda, capaces de indagar “de visu” qué hay o qué no hay bajo el canal SOFAR. Tales helos son buenos caza submarinos, llegado el caso. Y el barco puede llevar unos infantes de marina armados a guerra y con medios de desembarco subrepticio, como es habitual en las naves oceanográficas inglesas, por lo que pinte. Nada en el Tratado Antártico de 1958 lo impide. La ciencia es así. Un poco de economía política antártica Todo esto puede parecer un gasto innecesario, desde una mirada neoconservadora. Sin embargo, los rompehielos son maquinitas que facturan. Los rescates, incluso como el parcialmente fallido del Magdalena Oldendorff, pagan plata, aunque no se hable mucho de ello. Episodios de estos, veremos más y más. Con la banquisa cada vez mayor e impredecible, resultan más trabajoso acercarse a los únicos desembarcos practicables sobre roca continental, que por ahora vienen a ser los de la Península Antártica. La Península es geográficamente única en todo sentido: concentra todo el show de fauna costera y atrae por ende cada vez más turismo antártico. Y resulta que nosotros y Chile somos los países más cercanos a la misma. Legalmente no podemos tener la boletería, ¿pero y qué tal el quiosco? Los turistas vienen en naves suntuosas como hoteles de 5 estrellas, pero necesitarán más logística de reaprovisionamiento, y hasta quién se lleve la basura que generan. Además, tendrán accidentes (está en su naturaleza), o los tendrán sus barcos: los cruceros que uno ve no impresionan por su fortaleza, y es simple estadística: habrá que sacarlos de apuros cada vez con más frecuencia. Con otro super-rompehielos, helos de evacuación y 60.000 HP en hélices, podemos ser el Carrefour, MANLIBA, el Automóvil Club y el SAME de la zona. Por plata. Pero, además, mientras hacemos todo eso, estudiamos minuciosamente los fondos. Tratamos de entenderlos. Nos hacemos oceanógrafos de fuste y fama, las estrellas de los congresos mundiales. Y vemos, de paso, en qué andan los 9 submarinos nucleares ingleses. Y mostramos a la Armada en zona, trabajando y asistiendo al viajero, abnegada y sonriente, dueña de casa en los hechos. Eso en una zona llena de reclamos de soberanía cruzados. Sí, lo que propongo es totalmente incompatible con nuestra política interna y externa actual, pero cada vez menos gente cree que la misma sea muy sostenible en el tiempo. En algún momento nos veremos obligados a intentar ser de nuevo un país, no sólo un lugar. Sobre la motorización de nuestra flota polar, elijo nuclear. Ninguna otra. El Tratado Antártico no nos juega en contra. Le da el anatema a las armas, las explosiones nucleares y al reprocesamiento de combustible quemado en la zona. Pero en materia de propulsión, la permite, blanco sobre negro, sin grises, porque no la prohíbe expresamente. Pensar primero una solución diésel-eléctrica es una idea precautoria que no funcionará jamás. A las grandes potencias no les hará mayor gracia que la Argentina vuelva a ser activa en esa zona, así sea en labor científica y cumpliendo misiones humanitarias. Pero puestos a balancear adversidades, su hostilidad ante una pequeña flota polar nuclear argentina siempre será menor que la del hielo. La idea se autodefiende hasta ecológicamente. Un par de centralitas tipo Otto Hahn, es decir parecidas al CAREM pero re-navalizadas, evitarían la tremenda emisión de partículas de hollín llenas de hidrocarburos cíclicos persistentes (HAPs) que producen los motores diésel. Los HAPs son cancerígenos que se incorporan fácilmente y concentran en las cadenas alimenticias. Pueden durar décadas. Por lo demás, es una imbecilidad no usar los motores más potentes del mundo en una banquisa cada vez más intratable, como la Antártica. Sobre todo con el Polo Norte lleno de rompehielos nucleares rusos que van y vienen a través de hielos mucho más finos. Aquí los ecologistas nos preguntarán, horrorizados, ¿y si se hunde nuestro rompehielos nuclear? Respuesta posible: ¿Y si se hunde alguno de los 12 rompehielos marinos, fluviales y mercantes polares atómicos rusos? ¿Y si se hunden los 12 portaaviones nucleares estadounidenses, los 2 británicos, y el francés, o el chino, o el indio? ¿Y qué decir de los 167 submarinos nucleares que navegaron o navegan por las armadas estadounidense, francesa, británica, china y rusa? Son todas naves militares, en muchos casos dotadas de armas de destrucción masiva. Son objetos inmensamente amenazantes. Y como tales, están inherentemente expuestos a ser atacados y hundidos. No son barcos civiles y científicos con capacidades duales. ¿Y cuántas de tales naves de guerra y de cuántos países -ahora hablo por los submarinos nucleares- anduvieron o andan sin pedir permiso por zonas del Océano Antártico que en nuestra cartografía nueva (y también en la anterior) figuran como argentinas? Sería legal de toda legalidad y económicamente conveniente tener un super-Irízar atómico. Y además un barco polar con capacidades científicas parecidas al del hermosísimo «Sir Richard Attenborough», pero con un doble casco de mayor grosor. Y que ambos tengan propulsión nuclear, como para ganarle la carrera científica a la nave británica en autonomía y poder operar todo el año. Son cosas a pensar, discusiones a iniciar. No resistiremos mucho tiempo este combo globalitario de endeudamiento, desindustrialización y dumping social sin implotar como estado, al estilo 2001. Quiero creer que antes haremos algún profundo giro proteccionista, para salvar lo salvable. El mundo industrializado ya lo inició y está en plena guerra comercial. Estas ideas navales son para entonces. Plantearlas hoy es simplemente iniciar la batalla cultural, cuando toda otra batalla política parece perdida. Es argentinismo en las catacumbas. Podremos, quizás, hacer algo así cuando Argentina haya decidido recobrar su capacidad industrial y militar. Ésta podría ser el pivot de esa decisión. Sería un modo de resucitar nuestra otrora enorme industria naval, y llevarla mucho más lejos de lo que nos hemos atrevido. A nadie se le escapa que el paso siguiente para un país que logra subir a un barco de superficie una centralita nuclear propia son los submarinos nucleares. Puede tomar décadas: a los brasileños les llevó casi cuatro. Puede no suceder en absoluto. No aspiro a verlo. ¿Por qué yo empezaría a reconstruir nuestra devastada industria naval con barcos científicos de propulsión nuclear? Sencillo: porque generan menos oposición que naves puramente militares y son exportables, si no los barcos, al menos sus servicios. Y la demanda de los mismos subirá al compás del cambio climático. Como solía repetir Clinton en campaña para aplastar a Bush: «It’s the economy, stupid!». Nuestra historia con COPLA, la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental, que contamos en las primeras partes de este artículo, muestra que desde las fragatas “Hércules” y “25 de Mayo” del almirante William Brown, los barcos oceanográficos son el tipo de nave que nos ha conseguido más derechos marítimos, y sin disparar un cañonazo. ¿A la luz de los hechos, alguien puede discutirlo? Antes de pelearse o negociar con otros reclamantes por lo que pueda haber o no en nuestros nuevos fondos abisales, ¿no sería mejor que lo evaluemos por medios propios? ¿Y que tengamos algunos secretos a guardar? Nuestra cancillería actual, de nuevo a los besos con Whitehall, propone la exploración científica conjunta de la Antártida. Qué inmensa idiotez. Si el Reino Unido encontrara nódulos de cobalto, o de platino, o simple petróleo en los 1,78 millones de km2 de fondos marinos que nos acaba de otorgar CONVEMAR, y ese hallazgo ocurriera en una de las tantas zonas superpuestas con reclamos ingleses, y por las que habrá que negociar… ¿serán tan generosos los Brits como para informarnos? Algunos que atrasan décadas creen que el poder sólo surge de la boca de un fusil. Error: la información ES poder. En sí misma.

Daniel E. Arias

La UE y el Mercosur siguen adelante con la negociación de un acuerdo comercial

Representantes de la Unión Europea (UE) viajaron a Montevideo para una nueva ronda de negociaciones con el Mercosur en busca de la conclusión de un acuerdo comercial tras casi dos décadas de búsqueda de consenso, un proceso en el que el bloque comunitario comienza ahora a percibir el principio del fin. «Nunca hemos estado tan cerca de la conclusión», explicó una fuente diplomática europea, que predijo una semana de negociaciones «intensa» con muchos asuntos que tratar entre los dos equipos.

Para leer la opinión de AgendAR sobre este tema haga click aquí.

Para el bloque comunitario, entre los temas clave continúa estando la apertura de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay a su industria automovilística, un área en el que, según explicó una fuente diplomática, no se ha alcanzado el final, pero «se puede empezar a percibir el principio del final».

La pobreza podría aumentar en forma significativa, según la UCA

«La tendencia a la mejora registrada en el segundo semestre de 2017 se vio paralizada con un rebote inflacionario en el primer trimestre, después de la devaluación de diciembre», afirmó en declaraciones radiales», dijo el director del Observatorio de la Deuda Social de la entidad, Agustín Salvia. Y agregó: «Todas las evidencias muestran que estaría aumentado la pobreza de forma no explosiva, pero sí importante. Y seguramente las mejores obtenidas en 2017 estarían teniendo algún nivel de marcha atrás». El investigador de la UCA aseguró que el empleo no está creciendo en «los hogares pobres» y que «los salarios no están aumentando o lo hacen por debajo del ritmo inflacionario». Y consideró que el «exceso de confianza del Gobierno» es uno de los «factores» que podrían «explicar esta crisis». Esta situación podría darse por dos razones: la devaluación y la inflación. Hace unos meses, el Salvia ya había dicho que «salir de la pobreza va a requerir crear más y mejores empleos» y que, pese a la baja del índice anunciado previamente por el INDEC, «la gente no se siente menos pobre».  

Afirman que aumenta el desabastecimiento de productos en supermercados

De acuerdo al sondeo de la consultora GS1 Argentina realizado junto a la Cadena y Proveedores del sector, a fin de 2017 había 3,89% de desabastecimiento y ahora esa cifra subió a 4,77% Según el Estudio de Faltantes de Mercadería en Góndola (FMG) este trabajo revela que casi el 50% de lo que falta ocurre porque no hay reposición en las góndolas. Las categorías de productos que menos se encuentran en las 7 cadenas y 161 locales estudiados en todo el país son: bebidas 5,2%, alimentos 4,8%, cuidado del hogar 4,7% e higiene personal 3,8%. Este estudio, el primero correspondiente al año 2018, identifica los faltantes de productos en la cadena de comercialización y las causas que lo originan. Así como el comportamiento de los consumidores. El relevamiento se realizó en 23 ciudades del país, incluyendo por primera vez San Luis y Ríos Gallegos, abarca a 8200 productos de diferentes categorías, con 221.000 mediciones aproximadamente. El estudio se realizó con la participación activa de 7 cadenas, 16 proveedores, en 161 locales del país (20 en Capital, 33 en GBA y 108 en el interior). Respecto al comportamiento de los consumidores, el estudio indica que si no encuentra el producto que busca, el 38% decide no comprar o ir a otro negocio. La tendencia de los anteriores encuestas se continúa, por lo que ante un faltante, alrededor del 40% de los consumidores, no realiza la compra. GS1 Argentina, la empresa que realiza el estudio, explica: “La disponibilidad del producto en góndola es fundamental para una buena experiencia de compra”. Pese a que en 2018, faltan más productos que en 2017, la cantidad de productos que no se encuentra en las estanterías es altamente inferior a lo que faltaba en 2014, cuando el mismo estudio marcaba 19,47% de faltas. Los productos que no encuentra con mayor frecuencia son: * Alimentos 43%, * Bebidas 21%, * Higiene 21% * Cuidado del hogar 15%.

Por cierre y despidos los trabajadores toman el ingenio más antiguo del país

Se trata del Ingenio San Isidro en la provincia de Salta, que la multinacional peruana Grupo Gloria decidió cerrar en enero. Los obreros decidieron la toma compañía tras el cierre y más de 700 telegramas de despidos enviados en los últimos meses. Manifestaron su «irrevocable decisión de defender» sus fuentes de ingresos y trabajo, ante «el silencio de los directivos de la empresa y la pasividad cómplice de las autoridades provinciales y nacionales», según lo definió Mariano Cuenca, secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados del Azúcar San Isidro (Soeasi) en declaraciones relevadas por Infogremiales. Los trabajadores ingresaron a la planta ubicada en la localidad salteña de Campo Santo, a 50 kilómetros de la capital salteña, y comenzaron a ordenar el lugar «porque ya se agotaron los tiempos de espera». Se trata del ingenio más antiguo del país y uno de los principales complejos productivos de la región, que fue cerrado en enero pasado. El ingenio San Isidro, fundado en 1760, anunció en enero el cese de sus actividades y el inicio de un Procedimiento Preventivo de Crisis (PPC) por razones de orden económico, financiero y laboral.

CAME registró que en mayo la venta minorista PyME cayó un 4,8%

Las ventas minoristas de los comercios Pymes finalizaron el mes de mayo con una baja de 4,8% frente a igual mes del año pasado, medidas a precios constantes, y acumulan una declive anual de 2,5% en los primeros cinco meses del año. Esto son datos que publicó la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Sin embargo, comparadas con abril, subieron 4%, lo que se explica por la estacionalidad del mes. Para la mayoría de los negocios, mayo fue mejor que abril pero peor que mayo del 2017, que de por sí las ventas ya habían descendido 2,3%. Entre los rubros que más descenso tuvieron está golosinas 8,5 % respecto a mayo del año pasado, mientras que luego le siguieron joyerías y relojerías 7,7 %. Bazar y regalos junto con calzados también registraron altas bajas, con 6,6 % respecto de mayo pasado mientras que farmacias e indumentaria tuvieron una baja del 6,5% y 2,6% y 2,9% durante los cinco meses iniciales de este 2018. En cambio, los que menos descendieron fueron alimentos y bebidas, con 1,8 % respecto de mayo de 2017 y después aparece el rubro perfumería y cosmética, con 2,1% y 1,4%.

La corrida cambiaria y el tarifazo generarán un sobrecosto inflacionario de 5 puntos

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Según el más reciente Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que el Banco Central realiza mensualmente, la inflación en el 2018 alcanzará al 27,15% anual. Esto es 5,1 puntos sobre la que proyectaban hasta hace sólo un mes. Y la recesión durará al menos dos trimestres. El Relevamiento recoge las opiniones de 52 consultores, analistas y bancos que respondieron la encuesta entre el martes 29 y el jueves 31 de mayo. Y concluyen que el colapso de la apuesta gradualista hará que la inflación se acelere hasta cerrar el año en el 27,15% anual, es decir, 5,1 puntos sobre el nivel del 22% originalmente proyectado.

Una comisión del Ministerio de Trabajo revisará los regímenes especiales de jubilaciones

El Ministerio de Trabajo resolvió crear una «Comisión Técnica Permanente» para revisar los regímenes de jubilación diferenciales. Su tarea será elaborar un informe sobre las actividades o tareas que merecen ser objeto de un régimen previsional diferencial, consignando los respectivos requisitos de edad, servicios y cotizaciones adicionales»,
  • La Comisión tendrá un plazo máximo de un año para expedirse.
A CUALES LES TOCA El sistema previsional nacional tiene regímenes especiales o diferenciales, mal llamados de «privilegio». Es el caso de los que realizan tareas penosas, tóxicas, peligrosas o insalubres que se jubilan a menores edades porque tienen menores expectativas de vida (“envejecimiento precoz”). También los docentes, docentes universitarios o investigadores científicos por la naturaleza de la actividad con aportes o descuentos personales superiores sobre el sueldo del 13% en lugar del 11% del régimen general.

Uber Argentina cambia de estrategia y busca legalizar su operación

Tal como refleja el sitio especializada en noticias del mundo automotor, Argentina Auto Blog, Uber está dando los primeros pasos para cambiar la estrategia que hasta ahora usaba de  «fait acomplit» (hechos consumados, pasando por encima de las regulaciones locales): en las últimas horas intimó a todos sus choferes para que obtengan un registro profesional y contraten un seguro de remises, para poder seguir operando con la app. Quienes no cumplan con esta exigencia en el plazo de 90 días, serán desactivados de la aplicación y ya no podrán recibir pedidos de viajes. Esta intimación fue enviada durante el fin de semana a los choferes. Y, además, la compañía envió un comunicado oficial, donde si bien no habla de esta intimación, sí anticipa su intención de regularizar su operación en la Argentina. La diferencia dialéctica es clave: Uber Argentina siempre sostuvo que su operación no era ilegal. Hasta ahora la empresa norteamericana sólo admitía la falta de un marco regulatorio para funcionar. Los sindicatos de taxistas y el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, en cambio, combatieron y denunciaron la ilegalidad de Uber. El gobierno de Horacio Rodríguez Larreta actuó multando y decomisando autos que operaban con Uber. Los sindicatos de taxistas fueron más violentos: atacaron a choferes y destrozaron sus autos. Las bandas de taxistas delincuentes llegaron al punto de romper vehículos de particulares, sólo ante la sospecha de que trabajaban para Uber. El gobierno porteño nunca condenó este accionar. A pesar de las dificultades, hoy Uber tiene 35 mil choferes activos que transportan a dos millones de pasajeros, tan sólo en Capital Federal y Gran Buenos Aires. La polémica en Argentina por la llegada de Uber no fue un caso aislado. En varias ciudades, la compañía repitió siempre la misma modalidad: comenzar a operar y generar polémica, para recién después sentarse a negociar un permiso con las autoridades locales.