Estudian cómo las plantas ajustan su crecimiento para sobrevivir condiciones adversas

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Desde la década del ‘60, las densidades de siembra de maíz aumentaron más del doble en nuestro país. Una tendencia que se repite con diferentes cultivos tanto aquí como en el resto del mundo, lo que lleva a las plantas a tener que adaptarse a condiciones de escasez de luz, porque se hacen sombra entre ellas.

Además, el calentamiento global las somete con frecuencia a temperaturas elevadas. En este contexto, es crucial conocer los mecanismos de reajuste vegetal a las condiciones que les propone el ambiente y de este modo contar con más herramientas para enfrentar los cambios que vendrán. Y poder obtener rendimientos sostenidos. En este camino, un grupo de investigadores liderados por el ingeniero agrónomo y doctor en Ciencias Biológicas Jorge Casal, jefe del Laboratorio de Fisiología Molecular de Plantas de la Fundación Instituto Leloir (FIL), publicó en la revista Developmental Cell un estudio en el que se describe cómo, en condiciones adversas, las plantas frenan el crecimiento de sus cotiledones (primeras hojas del embrión vegetal) e impulsan el del hipocotilo (el tallo durante el desarrollo temprano), para optimizar su arquitectura y poder sobrevivir. “Se trata del primer trabajo que estudia paralelamente los mecanismos moleculares que causan reducciones del crecimiento por la sombra o temperaturas cálidas”, enfatizó Cecilia Costigliolo Rojas, licenciada en Genética que realizó su tesis de doctorado en la FIL y es la autora principal del trabajo. Por su parte, Casal, también investigador de la Universidad de Buenos Aires y el CONICET en el Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA) de la Facultad de Agronomía, explicó. “Ante ciertos cambios en el ambiente, las plantas no simplemente crecen más o menos. En realidad, suelen combinar el mayor crecimiento de algunos órganos con el menor crecimiento de otros. De ese modo cambian la forma de su cuerpo para ajustarse mejor a los desafíos del ambiente”. “En efecto –continuó–, en la planta los órganos tienen distintas funciones (interceptar luz y hacer fotosíntesis o dar sostén para definir la altura a la que se ubican los otros órganos, por ejemplo), y al cambiar el ambiente se hace necesario que se reajusten de manera específica para optimizar esas funciones. Sabíamos muy poco sobre los mecanismos que utilizan las plantas para lograr dos efectos opuestos como aumentar o disminuir el crecimiento de ciertos órganos a partir de una misma señal del ambiente (temperatura más cálida o mayor sombreado) y quisimos comprenderlos”. Según el científico, es bastante común entre las plantas cultivadas que por encima de cierta temperatura o cierto nivel de sombreado se reduzca el crecimiento de su follaje. Pero no se conocían los mecanismos de esta respuesta. “Como es una pregunta general dentro de la biología de plantas, utilizamos Arabidopsis thaliana como modelo para abordarla y comenzar a comprender qué puede ocurrir en los cultivos”, señaló.

En el laboratorio

La estrategia de los investigadores consistió en analizar distintas explicaciones posibles para la reducción del crecimiento de los cotiledones debido a la sombra o temperaturas cálidas. Todas las opciones estaban basadas en la posibilidad de que el ambiente cambie la abundancia de alguna hormona de crecimiento. “Para cada caso nos formulamos dos preguntas: si la actividad de la vía hormonal en cuestión se modifica con las condiciones de sombra o temperatura y, si de existir ese cambio, se veía afectado el crecimiento de los órganos”, describió Costigliolo Rojas. Para responder la primera pregunta utilizaron microscopía confocal con el fin de visualizar proteínas específicas fusionadas a reporteros fluorescentes y analizar si los tratamientos efectivamente modificaban la actividad de la vía o no. En el caso de la segunda, usaron mutantes de proteínas que participan de la vía hormonal, que es la forma de cambiar genéticamente la abundancia de proteínas específicas. “Encontramos que la sombra impacta sobre componentes de la vía de una hormona que actúa como reguladora del crecimiento vegetal, llamada brasinoesteroide, pero no sobre la hormona en sí”, enfatizó Costigliolo Rojas, quien añadió que una vez que identificaron los componentes importantes que causan la reducción del crecimiento de los cotiledones en respuesta a la sombra o temperaturas cálidas comenzaron a investigar cómo es que estas condiciones ambientales los modificaban. “En otras palabras, los pasos que median entre el ambiente y las proteínas responsables del cambio en crecimiento”, señaló. “Vimos que, en respuesta a la sombra o temperaturas cálidas, una proteína promotora del crecimiento llamada BES1 baja su actividad en los cotiledones mientras la sube en el hipocotilo. Hay una correlación entre el crecimiento de estos órganos y los niveles de BES1 en los núcleos de sus células: sube en el hipocotilo y allí hay mayor crecimiento; baja en los cotiledones y allí ocurre lo contrario”, explicó Casal. Y agregó: “También descubrimos que, en los cotiledones, aguas debajo del sensor de temperaturas cálidas y sombra, sobre los niveles de BES1 operan dos proteínas en paralelo. Una de ellas, PIF4, reduce la expresión del gen que codifica a la proteína BES1; otra, COP1, interactúa físicamente con BES1 y favorece que sea degradada por la célula”. Según Costigliolo Rojas, “uno de los hallazgos sorprendentes del trabajo es que mientras la COP1 lleva a la degradación de BES1 en los cotiledones, en el hipocotilo hace lo contrario ya que allí COP1 protege a BES1 para que no sea degradado”. Frente a esto, ahora los investigadores están analizando los potenciales mecanismos que explicarían esa protección. “Es interesante conocer cómo el ambiente modifica el crecimiento de los órganos en una planta modelo, para después tratar de aplicar ese conocimiento a los cultivos”, concluyó Costigliolo Rojas.
Cecilia Costigliolo Rojas, Luciana Bianchimano y Jorge Casal (de izq. a der.)

Una empresa china invertirá U$S 1.250 millones en una planta de fertilizantes en Tierra del Fuego

El embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, anunció que en su visitó de una semana la provincia china de Shaanxi, donde se entrevistó con su gobernador, Zhao Yide, y acordó la inversión de 1.250 millones de dólares en una planta de fertilizantes en Tierra del Fuego. Con el objetivo de reactivar el proyecto de producción de fertilizantes y herbicidas en Tierra del Fuego, en coordinación con el gobernador, Gustavo Melella, el embajador recorrió una planta modelo de la empresa china Shaanxi Coal Group donde se produce urea con instalaciones similares a las propuestas. La iniciativa contempla la instalación de una central térmica para generar energía para la planta y la población local y la mejora en infraestructura de los puertos de la provincia. En el acuerdo, Shaanxi Coal Group se compromete a invertir en el desarrollo de un proyecto con una capacidad anual de 600.000 toneladas de amoníaco sintético y 900.000 toneladas de urea, entre otros productos. De esta manera, se convertiría en la planta de mayor tecnología de Latinoamérica, abastecería al mercado interno y exportaría sus excedentes, en momentos en que Argentina actualmente importa gran cantidad de urea y el mundo, por la crisis internacional, demanda cada vez más estos insumos para la producción agrícola. El tema fue analizado entre Vaca Narvaja y el gobernador de Shaanxi, Zhao Yide, en una reunión en la que se repasó una agenda de cooperación integral, que incluyó temas culturales, comerciales y deportivos. Asimismo, se invitó a la Argentina a participar de la feria comercial y de inversiones de la provincia a realizarse en los primeros días de septiembre en la ciudad de Xi’an, que al estar en el centro de China es vital para la logística de los productos argentinos que quieran ingresar a ese mercado.

Historia, y presente, de las desigualdades sociales

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Si usted nació en una familia rica, es probable que tenga una vida al menos acomodada. Si nació en una familia pobre, especialmente si vive en un país pobre, las probabilidades están en contra de que pueda salir de la pobreza. Salvo que tenga capacidades o voluntad excepcionales y/o un golpe de suerte. El mérito existe, por supuesto. Y también el azar. Pero, «los dados están cargados». Este texto de Leonardo Gasparini historia cómo se llegó a esta situación.

«Hace aproximadamente 10.000 años, durante el Neolítico, se produjo quizá la principal revolución económica y social de la historia de la humanidad.

En distintos puntos del planeta, en la Medialuna Fértil, en los valles del norte de la India, en el sur de China, hombres y mujeres lograron domesticar varios cultivos (trigo, cebada, lino, leguminosas) y algunos animales (vacas, ovejas, cabras). Más tarde, la agricultura y la ganadería también fueron “descubiertas” en América de forma independiente, al menos en tres lugares: Mesoamérica, los Andes septentrionales y la Amazonia occidental.

La revolución Neolítica produjo cambios muy profundos que perduran hasta hoy y definen a las sociedades modernas. En esos años, el hombre pasó de nómade a sedentario y de cazador-recolector a productor. La posibilidad de establecerse en lugares fijos y de acumular cereales y animales domésticos permitió el surgimiento de aldeas y luego de ciudades. Los excedentes dieron lugar a la aparición de nuevas actividades no vinculadas directamente con la provisión de alimentos: religiosas, militares, administrativas. La propiedad privada y el Estado, dos de las principales instituciones del mundo moderno, tienen también sus raíces en esa época. Y, por supuesto, también la desigualdad económica.

Esta es la visión más extendida: los orígenes de la desigualdad económica se remontan al surgimiento de la agricultura, el sedentarismo y los excedentes, hace aproximadamente 10.000 años.

El cambio fue revolucionario y sorprendente: de manera independiente, en diversas partes del mundo, el descubrimiento de nuevas técnicas de producción cambió radicalmente la forma de organización social. A partir de ese momento, en mayor o menor grado, casi todas las sociedades del mundo fueron sedentarias y profundamente desiguales.

Con el desarrollo de las economías agrícolas pronto surgieron estructuras sociales jerárquicas cada vez más complejas, que evolucionaron en dominios hereditarios y finalmente, en reinos e imperios. Los monarcas desarrollaron distintas estrategias para concentrar el poder y amasar fortunas, desde el pillaje y las guerras, a los impuestos y tributos.

La capacidad de imponerse mediante el prestigio, el respeto religioso y, en particular, la amenaza de violencia, pudo sostener innumerable cantidad de imperios y reinos en todas partes del mundo, en todos los tiempos, en los que una élite dominante concentraba el poder político y económico: los faraones en Egipto, los wang chinos, los emperadores romanos, los Shah de Persia, los soberanos incas en los Andes, los Tlacatecutli aztecas, los reyes absolutistas en la Europa medieval, los zares rusos. La lista es interminable.

En las sociedades premodernas las grandes fortunas se debían mucho más al poder político y a las posibilidades de coacción y dominio que a razones económicas. Los progresos en el agro, la moneda y el comercio multiplicaron las posibilidades económicas, que agrandaron las riquezas de la nobleza y también permitieron el surgimiento de estratos medios –las burguesías– que de a poco fueron ganando poder económico y participación política.

Pero, ¿cuán grandes eran las desigualdades comparadas con las actuales? De acuerdo a un estudio reciente, en el siglo II D.C. el 1,5% de las familias nobles romanas controlaban el 20% del ingreso, una proporción en el entorno de las economías capitalistas actuales. Branko Milanovic estimó el ingreso del aristócrata, general y político romano Marco Licinio Craso en 1000 millones de dólares actuales, un valor comparable al ingreso anual de Bill Gates.

cThomas Piketty estima que en los años de la Revolución Francesa el 10% más rico acumulaba el 80% de la riqueza, un valor superior al actual. La lista de ejemplos es larga, quizás entretenida, pero no tiene sentido prolongarla: en realidad es muy difícil comparar el grado de desigualdad en tiempos antiguos con las disparidades actuales, dada la escasez de datos y las innumerables limitaciones metodológicas. Basta con rescatar de esta evidencia un punto importante: las desigualdades extremas han sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad, en particular mucho antes del surgimiento del capitalismo y de las formas de producción y organización política modernas.

Algunos investigadores derivan de la evidencia histórica una posición pesimista sobre las posibilidades de reducir de manera significativa las desigualdades económicas. En un reciente libro, el historiador austríaco Walter Scheidel concluye que a lo largo de la historia las desigualdades económicas solo se redujeron de forma sustancial por cortos períodos de tiempo y casi invariablemente por efecto de algún cambio violento: guerras, revoluciones, disolución del Estado o pestes. Las grandes brechas durante el Imperio Romano se disolvieron con las invasiones bárbaras; las desigualdades de la Edad Media se limitaron con las pestes que redujeron la población y, en especial, la cantidad disponible de trabajadores no calificados; las desigualdades extremas que siguieron a la Revolución Industrial se limitaron en el siglo XX, en algunos países con revoluciones, y en otros, los más desarrollados, como resultado del impacto de las dos guerras mundiales y el colapso económico de principios de siglo.

Scheidel hace un minucioso recorrido por otros episodios en la historia en los cuales las desigualdades se redujeron: la Grecia de la Edad de Bronce, el Japón de la Segunda Guerra Mundial, Inglaterra durante la Peste Negra, México en el siglo XVI, la República Popular de Mao en China.

En todos estos casos la reducción responde a algún evento de violencia o sufrimiento masivo incluido en alguna de estas cuatro categorías: guerras, revoluciones violentas, colapso estatal o pandemias devastadoras. Para Scheidel estos eventos tuvieron efectos igualadores concretos y sustanciales, pero finalmente subsistieron poco tiempo: a la larga, la desigualdad volvió siempre a niveles semejantes a los iniciales.

Esta lectura de la historia deja una pregunta inquietante: ¿es la alta desigualdad una característica inevitable de las sociedades humanas?

Algunos tienen (tenemos) una mirada más optimista: las sociedades modernas, más democráticas y políticamente inclusivas, y la creciente relevancia del capital humano como activo productivo, en lugar de la tierra o el capital físico, brindan un nuevo escenario, inédito en la historia, donde hay alguna chance de que las mejoras distributivas puedan ser alcanzadas de forma gradual, sustentable y pacífica.»

Texto extraído y adaptado de Desiguales (Edhasa), de Leonardo Gasparini. El autor es economista del Cedlas.

Por qué la gente (joven, por lo general) renuncia a sus trabajos

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¿Por qué la gente renuncia a sus trabajos? No es una pregunta que esté presente en las preocupaciones locales. La falta de empleo genuino y «en blanco», sí se registra entre las preocupaciones más mencionadas. Por otro lado, también se lee sobre empresas que requieren personal calificado y no lo consiguen. Pero la decisión individual de abandonar el empleo… no está en el «radar» de los medios. Sin embargo, es un fenómeno muy común entre los jóvenes. Y en EE.UU. se habla de la Gran Renuncia. En ese país, en 2021, más de 38 millones de trabajadores abandonaron voluntariamente su empleo. Equivale aproximadamente a la renuncia del 3% del total de empleados cada mes. Las razones que uno puede imaginar están. Pero lo que soprende es como se arma el ranking de razones. Las motivaciones para salir de ámbito de confort no son para nada obvias.  

El primer dinosaurio bípedo y acorazado de América del Sur en la Patagonia

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El camino hacia la batería de litio, fabricada en Argentina

Reproducimos esta importante nota de Matías Alonso para TSS-UNSAM:

Finalizó la obra civil de la fábrica de celdas de litio de Y-TEC en La Plata y se espera que en diciembre se produzcan las primeras baterías nacionales. La iniciativa forma parte de la puesta en marcha de YPF Litio, la empresa creada en junio de 2021 para extraer el mineral y agregarle valor local.

La fábrica de celdas de litio creada por Y-TEC en la Plata está cerca de comenzar a funcionar. Fue bautizada UniLiB y a partir de un convenio entre diversas instituciones del sistema científico-tecnológico local, como YPF, el CONICET, el MINCYT, la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y el Ministerio de Defensa, entre otras. El objetivo es agregar valor a la extracción de litio en la Argentina para satisfacer una demanda en crecimiento de estas baterías y sustituir importaciones.
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La iniciativa forma parte de la planificación que comenzó con la puesta en marcha de YPF Litio, la empresa creada en junio del año pasado para extraer el mineral de litio y procesarlo en el país. En la fábrica se producirán celdas de litio fosfato potasio (LPF), que luego usarán pymes o laboratorios locales para fabricar baterías. La planta industrial ubicada en un predio de la UNLP tiene alrededor de 1200 metros cuadrados y la obra civil ya está terminada. Las máquinas, que fueron adquiridas a China, están prontas a entrar a nuestro país en casi 20 contenedores marinos. Mientras tanto, se está capacitando a 40 operarios de los cuales se seleccionará a la mitad para cubrir el primer turno de trabajo y contará con una capacidad de producción de 13 MW de celdas por año.
Frente de la fábrica en La Plata, cuya obra civil ya está terminada. Foto: CONICET/Rayelén Baridón.
Las baterías de LFP son más económicas que otras variantes de litio, tienen una vida útil muy larga, de unos 3000 ciclos, y mayor resistencia a temperaturas altas, lo cual ayuda a que sean menos propensas a provocar incendios. Por el contrario, tienen una densidad energética menor que otro tipo de baterías de litio, por lo que son un poco más pesadas. Su aplicación principal es en vehículos, tanto autos, colectivos o motos, o en bancos de energía para respaldo de energías renovables. El presidente de Y-TEC, la empresa de base tecnológica creada por YPF y CONICET, Roberto Salvarezza, explicó: “YPF Litio está trabajando con las provincias para obtener concesiones sobre salares para encarar dos etapas: la de exploración de esas posibles concesiones y la de producción para llegar al carbonato de litio. A su vez Y-TEC se encargaría de tomar ese carbonato y transformarlo en el producto de mayor valor agregado para llegar, en última instancia, a las baterías de litio”. Y-TEC está preparando dos plantas piloto para producir el LFP del ánodo de las celdas y el grafito del cátodo que se usarán en UniLiB. También están empezando los desarrollos del electrolito, pero en un primer momento se fabricarán celdas con electrolito importado hasta que la investigación esté más avanzada.
La planta industrial está ubicada en un predio de la UNLP y tiene alrededor de 1200 metros cuadrados. Foto: CONICET/Rayelén Baridón.
En cuanto a la demanda que podría abastecer esta fábrica, Salvarezza dijo: “Estamos haciendo convenios con las provincias para distinto tipo de aplicaciones. Una de ellas es para usarlo en aquellas localidades que hoy en día están desconectadas de la red eléctrica, en las que podría instalarse como solución un parque solar con baterías de litio. Eso reemplazaría a los generadores a gasoil, que son caros, y tendríamos energías limpias. Un primer piloto lo haríamos en la provincia de Buenos Aires para escuelas rurales, para el que ya hicimos un convenio. También estamos hablando con Santiago del Estero, que está interesado en producir baterías de litio”. Y agregó sobre otros potenciales clientes: “El Ejército tiene radares con baterías de plomo ácido que hay que reemplazar y vamos a usar baterías de litio. El sector espacial también las usa y hay mercados como el de los boyeros solares, en el que se pueden vender las celdas a pymes que hagan la electrónica y la carcasa de la batería. Estaríamos ampliando la cadena porque empezarían a jugar pymes que se encargarían del montaje de baterías de litio”. Los prototipos de las celdas se desarrollaron en una planta piloto de Y-TEC y lograron un buen funcionamiento y costos competitivos de producción, con lo que se decidió encarar la etapa de escalado industrial. La tendencia mundial es producir baterías en fábricas muy grandes para bajar los costos por escala. Las fábricas más conocidas son las de Tesla, también llamadas gigafábricas, que pueden producir unos 35 GW al año (unos 35.000 MW).
En el INIFTA, en la Plata, comenzó la capacitación de operarios para cubrir el primer turno de trabajo. Foto: CONICET/Rayelén Baridón.
Recientemente, Y-TEC firmó un convenio con la Empresa Pública Nacional Estratégica de Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) para colaborar en la producción de materiales catódicos a partir de sales de litio producidos localmente, en el desarrollo de una planta de producción conjunta y para intercambios de capacitación técnica y científica de profesionales e investigadores, entre otras acciones. “Nosotros no estamos pensando en megafábricas sino en una escala de producción intermedia, que atienda nichos en los que que hoy podríamos solucionar un montón de problemas y a la vez suplantar importaciones”, dijo Salvarezza. Y agregó: “Cuando aumente el número de motos eléctricas en la Argentina, la perspectiva es que habrá que importar muchas baterías, así que posicionarse en ese lugar y tener la capacidad de producirlas localmente le daría a pequeñas plantas de producción la capacidad de proveer una parte importante de esa demanda”.

Qué pasa si explota la central nuclear ucraniana de Zaporizhia

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Es la mayor central nuclear de Europa y la tercera del mundo. En esta nota de Al Jazeera expertos especulan sobre un hecho posible. Pero a juicio de AgendAR (ver final) altísimamente improbable. «El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha dado la voz de alarma sobre el bombardeo que se está produciendo en la central nuclear de Zaporizhzhia, controlada por Rusia, en Ucrania, diciendo que la situación actual plantea un gran riesgo y podría conducir a un «desastre nuclear». La central de energía nuclear de Zaporizhzhia es la planta más grande de Europa y se encuentra entre las 10 más grandes del mundo; genera la mitad de la energía nuclear de Ucrania. Tiene una capacidad total de unos 6.000 megavatios, suficiente para unos cuatro millones de hogares. Está ubicado en la estepa del sur de Ucrania en el río Dniéper, a unos 550 km al sureste de la capital de Ucrania, Kiev, y a unos 525 km al sur de Chernobyl, el sitio del peor accidente del mundo en una planta de energía nuclear, en 1986. Actualmente, la planta es operada por personal ucraniano, pero unidades militares rusas custodian la instalación. Según el OIEA, la planta tiene seis reactores refrigerados por agua, de diseño soviético, que contienen uranio 235, cada uno de los cuales tiene una capacidad neta de 950 megavatios. Un megavatio de capacidad proporcionará energía para 400 a 900 hogares en un año. La planta de Zaporizhzhia también se encuentra a unos 200 km de Crimea, que Rusia anexó en 2014. El martes, el operador ucraniano Energoatom dijo que las fuerzas rusas que ocupaban el área se estaban preparando para “conectar la planta a la red eléctrica de Crimea”. Michael Black, director del Centro de Ingeniería Nuclear del Imperial College de Londres, dijo que la principal preocupación es que conectar la planta a la red eléctrica de Crimea podría interrumpir la energía externa a los reactores. “Necesitas esa energía para proporcionar enfriamiento a los reactores… Mientras [esos generadores] funcionen, entonces todo está bien”, dijo. “Es alentador ver que los rusos quieren usar la electricidad; eso sí implica que no quieren dañar [la central]”, agregó. Rafael Mariano Grossi, director general del OIEA, describió la situación como “completamente fuera de control” en una entrevista con The Associated Press la semana pasada. “Se han violado todos los principios de seguridad nuclear” en la planta, dijo Grossi. “Lo que está en juego es extremadamente grave y extremadamente peligroso”. Durante la entrevista, dijo que no se respetó la integridad física de la planta y se interrumpió la cadena de suministro, por lo que no era seguro que la planta estuviera recibiendo todo lo que necesita, “y hay mucho material nuclear allí para ser inspeccionado”. En un comunicado emitido el martes, Grossi dijo que se preparaba para informar al Consejo de Seguridad de la ONU sobre la seguridad nuclear en la planta y sus esfuerzos para acordar y dirigir una misión de expertos al sitio lo antes posible. INTERACTIVE - Nuclear power in Ukraine August 2022

What has the IAEA said

La OIEA ha estado intentando durante meses enviar un equipo de inspección a la planta nuclear pero no ha tenido éxito. El organismo de control también dijo el martes que Ucrania había informado a la OIEA sobre la restauración de una línea eléctrica que se puede utilizar para suministrar electricidad a la planta desde una planta de energía térmica cercana si es necesario. “Esta línea de alimentación externa es necesaria para salvaguardar la correcta refrigeración de la instalación». Grossi describió la necesidad de un suministro de energía externo seguro como uno de los siete pilares de la seguridad nuclear al comienzo del conflicto.

Dadas las advertencias del OIEA, ¿podría explotar la planta y, de ser así, qué pasaría?

Según los expertos, una explosión es posible, pero la probabilidad de que eso suceda no es segura. «Lo que tenemos aquí con la participación militar es muy difícil (de prever)… Si se unen múltiples factores catastróficos, podría ser posible una explosión», dijo Ross Peel, Gerente de Investigación y Transferencia de Conocimiento del Centro de Estudios de Ciencia y Seguridad del King’s College de Londres. “Es difícil decir si esto [sucederá] y las posibles consecuencias de eso, cuáles podrían ser. Depende de cómo se produzca la explosión”, agregó. Hay preocupaciones sobre el bombardeo que ocurre alrededor de la instalación, con el potencial de dañar la infraestructura crítica, incluidos los reactores. “Los reactores [necesitan] ser enfriados constantemente por el agua que pasa a través de [ellos]”, dijo MV Ramana, profesor de la Escuela de Políticas Públicas y Asuntos Globales de la Universidad de Columbia Británica. “Si esa corriente de agua se corta de alguna manera, entonces el reactor podría perder enfriamiento, el combustible comenzará a derretirse. Creará una especie de alta presión, y la cosa puede explotar”. Inmediatamente después de una explosión, los expertos dicen que probablemente podríamos ver evacuaciones generalizadas causadas por una nube radiactiva invisible. Sin embargo, el impacto de una fuga de radiación probablemente se sentiría en los próximos años. “Probablemente verás a cientos de miles de personas tratando de huir de esa área”, dijo Ramana a Al Jazeera. “Habrá una nube, pero no podrás verla… Podemos rastrear la nube porque [tenemos] instrumentos sensibles que miden los niveles de radiación”, agregó. Algunas de las consecuencias humanas que podríamos ver en una explosión similar a esta sería envenenamiento por radiación aguda o cánceres que aparecerían más tarde. “Entonces, por ejemplo, en Chernobyl, las personas que iban al reactor para pararse sobre el edificio en llamas y apagar el fuego estuvieron expuestas a enormes cantidades de radiación y sufrieron los impactos en cuestión de horas”, dijo Ross. “Las personas que están expuestas a cantidades no tan grandes aún pueden sufrir una intoxicación por radiación aguda y recuperarse. Esto sucede durante días o semanas, tal vez meses. Para las personas expuestas a niveles más bajos de radiación, puede haber un mayor número de casos de cáncer más adelante durante los siguientes años o décadas”.

¿Qué otros escenarios podrían darse?

En lugar de una explosión del núcleo del reactor, los expertos están más preocupados por el daño a los sistemas que enfrían la piscina de combustible gastado y los reactores. Si falla el enfriamiento, esto podría provocar una acumulación de calor descontrolada, una fusión y un incendio que podría liberar y propagar la radiación de las estructuras de contención. “Por la mayor parte, tenemos miedo de la liberación de radiación, no necesariamente de una explosión”, dijo a Al Jazeera Amelie Stoetzel, estudiante de doctorado en el Departamento de Estudios de Guerra del King’s College de Londres. “Como sea, [una] liberación de radiación, en cualquier caso, sería catastrófica”. “Es impredecible; no sabemos realmente a dónde iría la columna [que contiene material radiactivo]; realmente puede ir a cualquier lugar, dependiendo de las condiciones climáticas”. Debido a la ubicación geográfica de la planta, una emisión de radiación podría impactar en cualquier parte del continente europeo. “Zaporizhzhia está en el medio del continente. Así que no importa en qué dirección sople el viento, alguien se contaminará”, dijo Ramana. En general, los expertos enfatizan que cualquier tipo de predicción es difícil de hacer en esta etapa. “La única certeza que tenemos realmente es que la actividad militar alrededor de la planta de energía nuclear representa un riesgo para ella. Y cómo se desarrollará exactamente eso es muy difícil de predecir”, dijo Ross.

Si hay una fuga de radiación, ¿qué sucede a continuación?

Los expertos esperan evacuaciones inmediatas, pero también dificultades para acceder a las instalaciones médicas, ya que probablemente verán un aumento en el número de pacientes. “Cuando hubo incidentes de accidentes por radiación, hubo muchas personas que se presentaron con síntomas de envenenamiento por radiación, a pesar de que no habían estado expuestos, debido al miedo y al pánico”, dijo Stoetzel. Los expertos también dijeron que las evacuaciones en una zona de guerra vendrán con su propio conjunto de complicaciones. “Muchas personas ya han abandonado el área, pero todavía quedan muchas personas atrás”, dijo Stoetzel. “Entonces, sí, habría mucha gente corriendo a los hospitales y corriendo para salir del área, lo que sería un problema… Habría confusión; en una guerra en curso, evacuar a las personas es extremadamente difícil”, agregó. Según los expertos, para muchas personas, el miedo a la radiación podría ser más peligroso que la propia radiación. «Podríamos ver un aumento en los pacientes debido a los síntomas psicológicos que están relacionados con el conocimiento de que la radiación podría haberse filtrado de una planta de energía nuclear cercana». “Entonces, en realidad, lo más problemático para el gobierno al menos sería cómo tratar con una gran cantidad de pacientes”, agregó. En caso de explosión o incendio, una fuga de radiación podría provocar un «desastre a largo plazo». “No es algo en lo que las personas vayan a estar expuestas e inmediatamente se caigan y mueran… va a haber un costo psicológico enorme, además del costo psicológico de la guerra misma”, dijo Ramana.» Comentario de AgendAR: Ajá, no muy mucho consenso en qué pasa si explota Zaporizhia. Pero ninguna predicción baja de situación terrible. Bueh, con toda lógica. ¿Y qué pasa si no explota? Pregunto, porque no veo por qué Rusia, mejor exportador de centrales nucleares del mundo hoy por hoy, renunciaría a Zaporizhia. Sería dar de baja 6000 MWe instalados, en funcionamiento, sin problemas, de su propia cosecha técnica, y que piensan destinar a iluminar Crimea, península rusa desde 2014 pero con problemas de agua potable porque no le sobra electricidad. Si los rusos dejaran sin refrigeración una sola de las 6 unidades de Zaporizhia,  además, se tendrían que olvidar de volver a exportar. Justo ahora, que empiezan a construir la unidad 4 de la central múltiple de Akkuyu, en Turquía, contrato que le birlaron en su momento a Siemens y a Areva, y siguen las firmas. El VVER con que los rusos ganan licitaciones por paliza es un diseño bastante copiado del Westinghouse. Los tipos siempre fueron buenos en ingeniería inversa. El Westinghouse fue el primer reactor de agua presurizada que quemaba uranio levemente enriquecido. Técnicamente, fue el primer PWR civil. Los rusos lo copiaron al voleo y lo vienen mejorando desde los ’50. Lo han construido en muchas versiones y módulos, que arrancan en unos mínimos 70 MWe y llegan a 1300. Las versiones mayores ya califican como «tercera generación plus», es decir tienen la seguridad de base de cualquier PWR occidental, sino un plus. La seguridad de base implica reactividad negativa (la reacción nuclear se extingue sola si se sale de parámetros críticos), un bruto recipiente de presión de acero forjado que encierra el combustible, un aún más bruto edificio de hormigón ultradenso reforzado que encierra al recipiente de presión, varios circuitos independientes para refrigerar el núcleo, cada uno con su bomba, y varios generadores diésel de «back up» escalonados en profundidad por si se llega a caer la electricidad de red que consumen esas bombas. Hasta aquí, todo normal según los estándares de la industria. Como frutillas en el postre, las últimas versiones del VVER añaden rediseños, como un generoso toque de seguridad pasiva por convección para garantizar el enfriamiento del núcleo, es decir incluso sin bombeo. También, nuevos elementos combustibles cuyas vainas de circaloy están niqueladas, para bancarse accidentes por recalentamiento sin descomponer el agua y generar hidrógeno.   Es decir que si los rusos, de puro suicidas y estúpidos, dejaran sin electricidad externa las 6 centrales, e incluso los piletones de enfriamiento del combustible gastado, éstas no se quedarían sin electricidad ni refrigeración, porque la posta la tomarían temporalmente los generadores diésel. Se ponen en marcha automáticamente al cortarse la luz, las bombas siguen trabajando y el reactor prácticamente no se entera. Normalmente las centrales tipo PWR tienen reservas de combustible como para aguantar semanas. ¿Por qué? Es lo estándar en el gremio. Se entiende que una caída de red eléctrica puede ser bastante duradera. En tiempos de cambio climático, aumenta el riesgo de  incendios forestales o de derrumbe de las torres de alta tensión por formación de hielo en los cables. Y en tiempos de nueva guerra fría, se añaden el boicot deliberado, los ataques informáticos y otras causales bélicas. La refrigeración del núcleo puede comerse hasta el 10% de la potencia instalada de un PWR, por lo cual el diseño básico contempla cómo generarla «en casa», aún si se cae la red eléctrica regional o nacional. Sigue sin entenderse por qué demonios los rusos dejarían provocar un accidente nuclear en territorio que ahora vuelve a ser de ellos. Incluso cuando fue ucraniano, de todos modos era demasiado vecino como para que una ranada así le saliera bien a Rusia. Porque entre las cosas que Vladimir Putin no controla, pese a su alcurnia psicopática típica de hombre de la KGB y el FSB, está la dirección del viento. Putin jamás lo admitirá pero tampoco controla la lluvia, que a veces determina adónde cae una nube de gases radioactivos. Si el travieso Vlad hiciera barrabasadas en Zaporizhia, podrían pagar el pato los habitantes de Moscú, o de Volgograd. ¿De veras el OIEA lo considera tan estúpido? De todos modos, la larga serie de gansadas del artículo previo evade cuidadosamente la pregunta clave: ¿por qué causa los rusos destruirían un prestigio de exportadores nucleares que los ha hecho el «number one» mundial de la industria. Tuvieron que construir su fama a pesar de la considerable mancha de Chernobyl, en 1986. Y lo vienen logrando, porque no les va mal en el negocio de vender centrales.  Tampoco es que a los rusos les sobre plata por exportación de manufacturas. Para su desgracia, salvo por su próspero negocio de armamento, en 2022 siguen siendo, como en 1917 y 1992, un vendedor de hidrocarburos y granos, pura naturaleza cruda. ¿Que cosa nucleoeléctrica han exportado los rusos últimamente? Excluyo centrales que fueron cerradas en pleno servicio, en obra o en planes porque a juicio de la UE eran demasiado rusas. En esa lista de proscriptas pintan 12 de Alemania Oriental (país que ya no existe), una de Finlandia, 3 de Ucrania y 2 de la República Checa. Me limito a centrales vendidas, ya en servicio o en construcción. Fueron cerradas, algunas hace añares. Y no es imposible que este invierno sus dueños las extrañen un poco. Pero centrales rusas vendidas operativas, en obra o en planes Turquía tiene 4, Belarús 2, Irán 3, la República Checa 4, la India 6, Bulgaria 6, Finlandia 2, Armenia 2, Eslovaquia 4, Hungría 6, Bangladesh 2 y China -que en 2050 podría sacarle a Rusia el puesto de primer exportador- de todos modos se compró 8. Y todas las operativas andan lo suficientemente bien como para no salir en las noticias. Pavada de campaña tecnológica para un país que en 1986 era el paria nuclear del planeta. Y eso por haber hecho el error de construir un reactor demasiado barato, el RBMK, sin recipiente de presión, sin edificio blindado de contención, con reactividad positiva (muy inestable), y moderado con grafito (que se quema) en lugar de agua (que no se quema).  Entre nosotros, hay centrales inglesas igualmente destripadas en materia de seguridad, pero han tenido mejor suerte. Y sus dueños las están cerrando cuando terminan su expectativa de vida. Y durante décadas nadie las criticó o critica, entre otras cosas, porque son inglesas. ¿Por qué los soviéticos incurrieron en un diseño riesgo como el RBMK? Porque aunque la jugaran de superpotencia tecnológica, tenían el perfil exportador de un país bananero, aunque demasiado frío para bananas: pura naturaleza cruda. Por comercio exterior, eran un emirato petrolero, pero gigantesco y sin emir. El presidente Ronald Reagan y la monarquía saudí se habían puesto de acuerdo para bajar a lo bestia el precio del barril de petróleo, una barrida de tobillos dedicada a la URSS. Y los soviéticos, faltos de dólares, necesitaban desesperadamente ajustar su consumo doméstico de hidrocarburos para multiplicar sus exportaciones y no quedarse sin dólares. Ésa fue la causal de adopción del RBMK. La interpretación pertenece al difunto Dr. Raúl Boix Amat, ex miembro de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y jefe de la División Nuclear de Techint en 1986.  Como comparación, en datos que entonces me suministró el Dr. Abel González en 1986, el RBMK que se accidentó en Chernobyl costó aproximadamente U$ 200 por kW instalado. En cambio nuestra pequeña Atucha 1 había costado U$ 1800 por kW instalado. González, para más datos, entonces dirigía ENACE, empresa mixta entre la CNEA y Siemens a cargo de contruir Atucha II. Hoy González es el experto en radioprotección más respetado en el mundo por sus intervenciones en los desastres nucleares de Chernobyl y de Fukushima desde el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y el Comité Científico de las Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de las Radiaciones Ionizantes (UNSCEAR). El desastre de Chernobyl no sólo mató a 51 personas y provocó 1800 casos de cáncer de tiroides (por suerte, muy curable): fue el comienzo del fin de la URSS. Rusia, como estado heredero de la URSS, eso lo tiene bastante claro. Por lo cual se concentró en ir cerrando sus RBMK sin decir «esta boca es mía», pero también en  exportar sus VVER. Que, como se explicó, son muy tradicionales en su ingeniería. Aunque aparentemente algo mejores que lo que ofrecen por ahora EEUU, Japón y la UE, porque estos últimos no exportan nada, mientras que los reactores rusos vendidos a otros países ya suman 49, y contando.    Mi pregunta es ésta: si como es previsible en Zaporizhia no pasa absolutamente nada, ¿qué comentario merece esta laboriosa muestra de periodismo berreta? No soy prorruso. Soy pronuclear y properiodismo, nomás. Daniel E. Arias

Un proyecto argentino usa inteligencia artificial y ciencia de datos para prever brotes epidémicos

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El proyecto “Gestión epidemiológica basada en inteligencia artificial y ciencia de datos (Arphai)» es una de 9 propuestas seleccionadas entre más de 150 en una convocatoria internacional.
Investigadores argentinos trabajan en el desarrollo de herramientas tecnológicas basadas en inteligencia artificial y ciencia de datos que permitan anticipar y detectar potenciales brotes epidémicos a partir de un elemento clave: los datos -anonimizados- de historias clínicas electrónicas. El proyecto se llama ARPHAI (Argentinean Public Health Research on Data Science and Artificial Intelligence for Epidemic Prevention – Gestión epidemiológica basada en inteligencia artificial y ciencia de datos) y apunta a favorecer la toma de decisiones de salud pública preventiva, con un enfoque muy fuerte en dos líneas transversales: la detección de sesgos y el uso responsable de datos. “Sobre los sesgos, somos conscientes de que las personas no acceden del mismo modo al sistema de salud”; contó Verónica Xhardez, coordinadora técnica del proyecto Arphai en el Centro Interdisciplinario de Estudios en Ciencia, Tecnología e Innovación (CIECTI). Por eso, el equipo audita sus modelos predictivos y desarrollos con el objetivo de descubrir potenciales sesgos vinculados con el género, la edad o la localización geográfica de las personas, entre otros posibles. El proyecto cuenta además con una estrategia de uso responsable que establece estrategias para asegurar el cuidado de datos sensibles. Qué aporta el proyecto “Actualmente los sistemas de notificación de enfermedades dependen en parte de la notificación activa de los profesionales de la salud, es lo que se llama vigilancia clínica”, explicó Xhardez. Para que esto suceda, el profesional que atiende un caso tiene que sospechar que ocurre un evento de notificación obligatoria -por ejemplo, dengue- y enviar el caso activamente a través del sistema de vigilancia de la salud. “En este proceso suele haber pérdida de información (por caso, si no me doy cuenta de que los síntomas son de dengue o si me olvido de notificarlo) y también retrasos, porque cada paso lleva tiempo”, agregó.
Las diferentes líneas de trabajo aportan distintas propuestas para la detección de brotes de manera más temprana
Por ejemplo, mencionó, los modelos desarrollados podrían detectar un crecimiento exponencial del número de casos y predecir con días de anticipación el desarrollo de un brote, inclusive cuando el número de casos actual no sea preocupante. Esto se logra analizando el comportamiento anterior de los casos y considerando la dinámica conocida de las enfermedades infectocontagiosas para diversos escenarios posibles. “Con ese conocimiento, se podrían implementar iniciativas como restringir la movilidad, llevar adelante una campaña de vacunación o una de descacharrado. El modelo considera los casos por centro de atención (mesogestión), lo que permite estudiar y predecir la evolución temporal en términos de la interacción de nodos locales. Esto permitiría identificar focos de brote a nivel poblacional y aportaría evidencias para la toma de decisiones orientada a una gestión rápida de acuerdo a dichos escenarios potenciales”, remarcó. Desde el punto de vista de este proyecto de investigación, resumió la especialista, “todos los proyectos y sus diferentes instancias contribuyen también a definir el alcance potencial de los datos de las historias clínicas electrónicas para aportar a la toma de decisiones de salud pública preventiva”. Quiénes participan en este proyecto Arphai es un proyecto asociativo de investigación y desarrollo liderado por Ciecti y conformado, además, por la Secretaría de Planeamiento y Políticas del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y equipos técnicos del Ministerio de Salud de la Argentina. Comenzó en octubre de 2020, a partir de una convocatoria realizada por dos instituciones de cooperación internacional para el desarrollo: el centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) de Canadá, y la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (SIDA), de Suecia, dentro del marco de su Programa Global South AI4COVID. En esa convocatoria, el Ciecti presentó una propuesta que tiene como objetivo contribuir a la gestión epidemiológica a partir de herramientas basadas en Inteligencia Artificial y Ciencia de Datos (IAyCD). En total se presentaron 154 proyectos, de los cuales fueron seleccionados ocho -ubicados en África, Asia Pacífico y América Latina- y uno de ellos es Arpahi. “Arphai trabaja con equipos geográficamente diversos, que incluyen a expertos y expertas de 23 instituciones de seis provincias argentinas: San Juan, La Rioja, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y provincia de Buenos Aires, más la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Todos nuestros desarrollos son realizados dentro de Argentina, por científicos y científicas que trabajan en el país y que pertenecen a diferentes campos del conocimiento: ciencias sociales, ciencias de la salud, ciencias de la computación, bioestadística, bioinformática y comunicación, entre otros”, destacó Xhardez. La coordinadora enfatizó en que tienen una “fuerte mirada puesta en la diversidad y la equidad de género”, tanto en el modo que piensan sus herramientas como en la composición de los equipos. Cómo funciona el proyecto El proyecto tiene varios pilares en los que se sustenta: el desarrollo de herramientas de IAyCD, las líneas transversales de trabajo sobre Sesgos y Uso responsable de datos y el desarrollo de pilotos de implementación de la Historia de Salud Integrada (HSI) en territorio, entre otros. Este último punto se basa en el trabajo que está haciendo el Ministerio de Salud sobre el desarrollo y la promoción de la implementación de una historia clínica electrónica llamada Historia de Salud Integrada (HSI). “En primer lugar, desarrollamos un tablero de visualización de datos provenientes de la HSI orientado a los niveles meso de decisión (como, por ejemplo, un encargado de la gestión epidemiológica de una jurisdicción)”, describió la coordinadora. En un primer piloto el equipo trabajó con Covid-19, utilizando campos estructurados de esa historia clínica y otras fuentes de datos abiertos para construir los casos. “Actualmente, nos encontramos avanzando en esta línea en dos frentes: la mejora de esta primera versión y su ampliación a otras ENOs (enfermedades de notificación obligatoria) y un aporte más innovador vinculado con la vigilancia de síndromes y síntomas para la construcción de alertas tempranas de brotes, que permita una respuesta rápida y proporcionada, antes de contar con el diagnóstico”, detalló. Es importante mencionar que los datos no solo son anonimizados, sino también sometidos a un estricto protocolo de seguridad: “Durante la instancia de investigación, se resguardan y procesan en el CCAD (Centro de Computación de Alto Desempeño de la Universidad Nacional de Córdoba), bajo estrictas normas de seguridad y acceso, y separado del resto de los servidores del Centro”, indicó la especialista. “En la misma línea de cuidado, se utiliza el set de datos mínimos posibles para los objetivos propuestos y no se realizan consultas ni ninguna otra operación por fuera de los servidores seguros”, agregó. Además, completó, “sólo se brinda acceso a los investigadores e investigadoras que precisan estar en contacto con los datos y éstas debieron certificarse en buenas prácticas de investigación clínica -National Institute on Drug Abuse (NIDA) en colaboración con el Center for Clinical Trials (CCTN)-, además de cumplir con los compromisos individuales de confidencialidad que alcanzan a todos los miembros de los equipos del proyecto”. Otra línea de investigación del equipo son los modelos predictivos: “En una primera instancia, con modelos basados en agentes, es decir, utilizando otras fuentes de datos disponibles y acotadas a una ciudad o territorio específico, para predecir algunas variables para Covid-19, como es el caso de la ocupación de camas UTI”. La contribución de este proyecto de investigación, reflexionó la especialista, radica en la diversidad de aportes para sentar algunas bases de trabajo a futuro, el aporte de experiencias en algunos de los campos (CD para la salud, tratamiento ético de esos datos) y, especialmente, el desafío del trabajo articulado entre la investigación y la gestión. «Esto último hace que nuestros resultados puedan ser valiosos y reutilizables para futuros proyectos de investigación o iniciativas de política pública». En qué instancia se encuentra Arphai Arphai es un proyecto de investigación que busca abrir caminos sobre la potencialidad de estos datos para aportar al mejor manejo de las posibles epidemias. En términos del proyecto total, nos encontramos ahora en las etapas de cierre y sistematización de resultados de las diferentes líneas de investigación y desarrollo. La línea más cercana a la aplicación (o implementación) de algunos de estos resultados y pruebas previas es la de tableros de inteligencia epidémica, que se propone -a partir de los datos de la HSI- brindar información de vigilancia de enfermedades infecciosas transmisibles y de vigilancia sindromática para las jurisdicciones que lo deseen implementar. Actualmente nos encontramos en ese proceso de implementación junto con el avance de la HSI en la Provincia de Buenos Aires, jurisdicción con la que se viene trabajando en el marco de un acuerdo de colaboración.

Inflación: la proyección anual ya supera el 90% y crece el malhumor social

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La inflación de julio fue del 7,4% mensual, la mayor en los últimos 20 años, y marcó una fuerte aceleración respecto a junio debido al impacto de la crisis política y cambiaria. El acumulado en siete meses arrojó un IPC del 46,2% y 71% en un año.

Las proyecciones privadas ubican el piso de agosto en 6%, porque ya comenzó en niveles altos, mientras que apunta cómodamente por encima del 90% anual para el cierre de 2022. En el Ministerio de Economía descontaban que el dato del mes pasado iba a ser un «shock» para el Gobierno. La disparada de los precios ya muestra impacto en el poder adquisitivo de los ingresos y también en el clima social. El Indec informó este jueves que el IPC superó por 2,1 puntos el 5,3% que había arrojado junio, en el marco de lo que fue la disparada del dólar luego de la renuncia del ex ministro de Economía Martín Guzmán. «La variación de la inflación en el mes de julio fue la más elevada en 20 años, por detrás del dato de abril del 2002 (10,4%), luego de la crisis social y económica que afectó al país y debido al reacomodamiento de precios que trajo la devaluación del peso post convertibilidad», sostuvo la consultora LCG. Mientras, el IPC acumuló en los primeros siete meses del 2022 un incremento del 46,2%, con un promedio del 5,5% mensual, y 71% en el último año, que es la cifra más alta en tres décadas. En cuanto a las categorías, el organismo estadístico detalló que estacionales lideró el alza mensual, con 11,3%, por los fuertes incrementos en frutas y verduras, del 8,7%: en el rubro turismo, del 11,3%, y vestimenta, del 7,4%. El IPC núcleo se incrementó 7,3% y los regulados avanzaron 4,9%. En cuanto a alimentos y bebidas, el incremento fue del 6%, acumulando 48,3% en siete meses y 70,6% en el último año. La tendencia de agosto muestra que este segmento se mantuvo alto: el relevamiento de LCG arrojó un 2,1% en la primera semana, acelerando 1,1 puntos respecto a la anterior. La medición de Ceso estimó un 1,8% y la de Seido 1,3% para el mismo período. Si bien los privados anticipan una desaceleración del índice general de inflación en el octavo mes, el piso es alto, en línea con lo que espera el Ministerio de Economía. «El dato estará impactado por el aumento de 40% en transporte del Amba, 11,3% en prepagas y 8% en expensas. Todo esto, sumado a una inercia que parece difícil de disipar en el corto plazo y un mayor deslizamiento cambiario, ubicarán el IPC por encima del 6%», consignó Ecolatina en su informe. La consultora resaltó que, aún con una desaceleración de la inflación en los últimos cinco meses, que podría estacionarse en torno al 5% mensual, el año puede cerrar en torno al 90%. «Así, dejaría un piso elevado para 2023, que se ubicaría por encima del 70%», añadieron. El director de Eco Go, Sebastián Menescaldi, comentó: «por ahora prevemos una suba de los precios de 6,1% en agosto, en un contexto donde los precios de alimentos se desaceleran levemente respecto a julio. No obstante, la inercia seguirá siendo elevada y nuestra proyección anual se sitúa en 94,9% en 2022». LCG estimó para diciembre una inflación anual del 95%, asumiendo un piso del 5,7% mensual en los últimos cinco meses del 2022. La consultora ACM coincidió con el mismo pronóstico y agregaron que será fundamental la confianza que pueda generar el ministro de Economía Sergio Massa, «lo cual implica el cumplimiento del acuerdo con el FMI». La disparada de precios ya tuvo impacto en los ingresos. Los salarios registrados perdieron 0,4% real en el primer semestre y se descuenta un peor rendimiento para los informales. Las organizaciones sociales realizaron este miércoles un acampe en Plaza de Mayo, en busca de ser recibidos por Massa, para mostrar su descontento con la situación social. Mientras, un informe de Unicef consignó que más de 1 millón de chicos y 3 millones de adultos saltean una de cuatro comidas por día en Argentina.

Los autos eléctricos ya son más que un segmento marginal… en China

No sólo el mercado chino es, por lejos, el más grande del mundo, prácticamente la mitad. Sino que además son sus propias empresas y marcas las que lideran con un 36% del mercado global: BYD: 15% SAIC: 9% Geely: 5% Chery: 3% Changan: 2% GAC: 2%.