lunes, 18 agosto, 2025 - 7:50 pm

El Programa Nuclear Argentino no quiere bombas atómicas, Grabois.

No sigo en absoluto a Juan Grabois. Pero hoy me llegó un videíto donde este dirigente político, supuestamente favorable a la energía nuclear, pide que la Argentina desarrolle una bomba atómica. Eso va muy a contramano de lo que viene haciendo la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica) desde hace 73 años. Con amigos como éste, el Programa Nuclear Argentino no necesita enemigos. El problema es que los tiene, y mucho más conocedores, poderosos y astutos que Grabois. La posición no armamentista de la Argentina en el terreno nuclear no surge de convicciones hippies. La sostuvieron a rajatablas los tres primeros y muy duraderos presidentes de la CNEA, que eran de la Armada Argentina. La sostuvieron también, y muy unánimes, los/las civiles que desfilaron por ese cargo desde diciembre de 1983 hasta hoy. Y ojo, hablo de personas ideológica y políticamente muy distintas entre sí, además. La decisión fundacional de no tener “la bomba” nació en 1950. Se mantuvo y mantiene porque se estimó que no resolvería ningún problema de dependencia económica, tecnológica o diplomática del país. Mas bien, los agravaría. Y perderíamos cosas importantes. Contra viento y marea y embajadas, estamos produciendo un 8% de electricidad de fuente nuclear, pero más importante aún, hemos desarrollado reactores y plantas nucleares exportables, y nos va bien. El negocio nuclear principal es vender tecnología, no electricidad. ¿Desarrollamos una bomba? No le vendemos un reactor nuclear o una planta de radiofármacos más a nadie. Ni hablar de conseguir socios para nuestras misiones satelitales. Tampoco venderemos patentes por semillas transgénicas argentinas HB4 resistentes a sequía. Y de exportar la central nuclear compacta CAREM, olvidate. Sería perpetuar nuestro rol de vendedor de recursos naturales sin valor agregado. En materia de armas, el mensaje argentino hacia el resto del mundo ha sido y sigue siendo corto y sencillo: no tenemos la bomba no porque no podamos, sino porque no queremos. Ergo, no nos jodan. Los muchos gobiernos argentinos que trataron de destruir el Programa Nuclear Argentino, intentaban liquidar la base científica y tecnológica de ese mensaje. Pero entiéndalo, Grabois, la base del mensaje es poder tener la bomba… pero no tenerla. Si la Argentina desayunara al mundo con una bomba atómica, seríamos los primeros en jodernos. Nos caería encima una montaña de sanciones económicas MUY discapacitantes. Éstas generarían una ola de pobreza e indigencia como no te la crean Menem, Macri, Morales y Milei sumados. Contra lo que quizás supone Ud., Grabois, esa barrida económica de tobillos, aunque la decretarían los EEUU, sería apoyada sin vacilaciones por China, Rusia, Francia y el Reino Unido, es decir por todo el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Y es que son un club. Los estados que tienen derecho a la posesión legal de armas nucleares según el Tratado de No Proliferación (TNP), que data de 1968, son los 5 del Consejo de Seguridad. Exactamente los que tenían “la bomba” aquel año, y los más y mejor armados. Y odian la competencia, porque la llegada al club de otro enano con garrote atómico les saca una cuotaparte del oligopolio del terror. Sí, el TNP es una porquería, siempre lo decimos. Robándole una buena metáfora al colega Eduardo Vior, de Télam, si desafiás el TNP esos elefantes, aunque se lleven mal, se juntan al toque para aplastarte a vos, a la hormiga. Salvo que seas una hormiga de tamaño elefante, o cuentes con la protección de algún elefante en serio. En una de esas categorías y a veces en ambas estuvieron o están la India, Pakistán, Israel, Corea del Norte y Sudáfrica, los países que accedieron a la bomba después de 1968. A restar, Sudáfrica, porque destruyó su arsenal atómico cuando llegó Nelson Mandela a la presidencia. Y a sumar dentro de un tiempo, Irán. Bueno, ponele. Los argentos tenemos un territorio gigante, el 8vo del mundo, pero una población minúscula, un PBI enano, una deuda homicida y ningún elefante que nos proteja. Salvo que, así como según el refrán los bebés traen un pan bajo el brazo, Grabois se venga con un elefante. No parece tener ninguno. Lo otro que Grabois no tiene es idea de cómo reaccionarían otras hormigas vecinas, si amanecemos con una bomba. Eso desataría una carrera regional de armas. Chile y Brasil se verían obligados a tener sus propias bombas atómicas, y el Cono Sur terminaría enterrado en gastos militares al cuete. ¿Pakistán y la India se han vuelto menos pobres con su carrera de misiles nucleares? En este portal no hay hippies pacifistas. No creemos que todos los gastos militares sean improductivos. Importar armas, especialmente chatarra de la OTAN, según usos y costumbres, sí lo es. Pero Fabricaciones Militares, que supo tener 14 plantas fabriles enormes, producía no sólo armamento liviano, pesado y munición. Producía trabajo. Hay industrias industrializantes. Con FM y para poder producir armas de tubo, explosivos y propelentes, pero sin importar insumos industriales básicos, esta firma estatal fabricaba también aceros, ácidos nítrico y sulfúrico, fertilizantes, cables eléctricos, vagones de tren y de subte, y la lista sigue. Sin estos cimientos tecnológicos, habría sido muy difícil y caro desarrollar una planta baja y varios pisos fabriles más: la industria electrónica, la metalmecánica, la química, la farmoquímica, la textil, la de construcción naval, la de construcción aeronáutica, y la de camiones, automóviles, locomotoras, tractores y aviones. Y ni hablar de la industria nuclear. La CNEA existió porque se enraizó en un ecosistema tecnológico fértil, y eso porque antes existieron la Fábrica Militar de Aviones, FM e YPF. Fabricar armamento convencional abrió camino a un desarrollo impresionante de proveedores industriales locales directos e indirectos, largas y ramificadas cadenas de valor local. Discontinuar esas fabricaciones, como sucedió a partir del menemato, precipitó el cierre de centenares e incluso luego miles de fábricas. Por eso los cierres y privatizaciones de FM, de la Fábrica Militar de Aviones y de los astilleros porteños y bonaerenses ligados a la defensa nacional fueron tragedias nacionales. No sólo dejaron a centenares de miles de laburantes calificados en la calle, sino al país endeudándose para importar cosas que antes producía. Desaparecieron ramas enteras de la industria. Desaparecieron recursos humanos, conocimiento, secretos y yeites de fabricante. Peor aún, quedamos estratégicamente en pelotas como país. El desarme unilateral nos costó que el Reino Unido nos afanara 1,65 millones de km2 de mar sin patalear siquiera, y eso vino sucediendo desde 1986 en adelante. ¿Y eso puede continuar? Sí. Todavía no encuentro políticos populares que quieran mentar ese tema. Los pone incómodos, o lo ignoran. Si con presidentes tan disímiles entre sí como Roque Sáenz Peña, Hipólito Irigoyen, Roberto Ortiz, Ramón Castillo y Juan Domigo Perón la Argentina se bancó -como pudo- la posición de país neutral cuando las dos guerras mundiales, es por una paradoja. Es porque hasta los ’70 fue el país mejor armado desde la frontera norte de México hasta la Antártida. Y muy autoequipado, además. No le dio el cuero a nadie para obligarnos a tomar partido en guerras ajenas apretándonos el gañote con un bloqueo del Río de la Plata. Ese ha sido el modo clásico de estrangular a la Argentina, y tanto así que en el siglo XIX nos bancamos tres bloqueos. No así durante el siglo XX: no era militar o geopolíticamente conveniente. No era siquiera posible. Tampoco nadie se atrevió a invadirnos. O a hacernos invadir por terceros, otra clásica. Entre 1914 y 1945, en contraste, hubo países sudacas que se trenzaron a tiros entre sí, y otros que fueron arriados por los EEUU a entregar a sus jóvenes a los mataderos de Europa y del Pacífico. Y para nada: no se volvieron más ricos, sólo más dominados. Muy a contramano de eso, la Argentina ganó su primer Premio Nobel (el de la Paz, para el canciller Carlos Saavedra Lamas) por ser tan poderosa que se atrevió a mediar en la feroz guerra entre Bolivia y Paraguay, entre 1932 y 1935. Tenés que ser medio grandote para desapartar a dos que se están cosiendo a puñaladas. Pero de yapa impedimos a todo trance que se metieran los EEUU a echar nafta sobre aquel fuego. Eso no les gustó. Durante casi todo el siglo XX nuestro país pudo comprobar experimentalmente la verdad de aquella máxima romana: “Si vix pacem, para bellum”. En cristiano, sería “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”. Pero no con bombas atómicas, Grabois. En nuestro caso no crearían trabajo: más bien lo destruirían. Salvo que consigamos un elefante que proteja a esta hormiga. Pero en ese caso, estaremos doblemente desocupados y pobres. Y eso, por colonizados. Ningún elefante te defiende gratis. Y eso, si te defiende alguno. Otro día discutimos de centrales nucleares, que Ud. mezcla en su discurso con las bombas nucleares. Mire, no son lo mismo.

Daniel E. Arias

20 de junio: comenzó el llenado del gasoducto Néstor Kirchner

El ministro de Economia, Sergio Massa y la secretaria de Energía Flavia Royon anunciaron la finalización del gasoducto Néstor Kirchner, en el tramo Vaca Muerta – Salliqueló. El nuevo caño troncal conectará la cuenca Neuquina con el sur de la provincia de Buenos Aires. Lo que resta para las próximas semanas serán los trabajos de commissioning, tal como se conoce en la industria al cumplimiento de las normativas de seguridad y el llenado de gasoducto.  Oscar Sardi, CEO de Transportadora Gas del Sur (TGS) que está a cargo de la operación y mantenimiento del nuevo caño, precisó que “la tarea de llenado del gasoducto es simple, pero también compleja. Lo primero que hay que hacer es extraer todo el aire que el caño tiene y después ir presurizándolo en los 560 kilómetros que posee”. En ese sentido, explicó que “esto va a requerir unos 25 millones de m3 de gas y es una tarea que va a demandar, desde que empieza la inyección en el momento inicial hasta el momento final que el caño queda totalmente presurizado, 30 días”. Frente a esto, el ejecutivo de TGS afirmó en el evento Midstream & Gas Day, que “desde el momento que abramos la válvula son 30 días para ponerlo en servicio y que el gas empiece a circular. Son 30 días para que se vea el movimiento del gas transfiriendo a los tramos finales de TGS para llegar a CABA, GBA y Buenos Aires”.

Los planes de la compañía

En el evento, Sardi también se refirió a los planes a futuro que se han fijado en TGS. En esa línea, adelantó que “el principal objetivo de la compañía es tener una planta en Tratayén que la podamos transformar de acondicionamiento a procesamiento de gas”. “La idea es hacerla de tipo modular, de manera tal de poder ir expandiendo gradualmente la capacidad de la planta en la medida que vaya creciendo la producción. Hoy estamos instalando dos plantas de acondicionamiento de gas, con una inversión de US$ 250 millones”. En ese sentido, el ejecutivo de TGS comentó: “Las plantas que compramos tienen la particularidad de poder convertirse en procesamiento con muy poco dinero. Un módulo de 6,6 millones de metros cúbicos (m3) por día tiene un costo de unos US$ 130 millones”. “La idea es crecer en el futuro a medida que crezca la producción para ir abasteciendo de manera anticipada y programada las necesidades que van a ir generando las infraestructuras de transporte regulado”. Asimismo, explicó que la producción de líquidos “se debe complementar luego con el transporte de esos líquidos hasta un puerto en Bahía Blanca donde se realiza la separación, el almacenamiento y posterior exportación de los productos. Todo esto tiene mucho material importado que en las actuales condiciones del país es algo que lleva tiempo”.

Proyectos de LNG

Tras ser consultado por la agenda de la compañía en materia de Gas Natural Licuado (LNG, por sus siglás en inglés), Sardi informó: “Estamos evaluando un proyecto de tipo modular para instalar en Bahía Blanca que tiene como objetivo colocar en el mercado internacional la producción de gas de Vaca Muerta”. A su vez, advirtió que “los proyectos LNG son iniciativas de inversiones importantes que necesitan una evaluación técnica-económica muy profunda, pero también el soporte de una regulación. Este proyecto está en proceso de evaluación. Nuestra propuesta está siendo evaluada técnicamente en distintas empresas del exterior”. “Entendemos que a fin de año vamos a tener la respuesta de las empresas y condiciones para poder definir si hace sentido una planta modular. La idea es empezar por dos módulos de un millón de toneladas por año cada uno”, precisó.

Sobre el negocio de crudo

Ante la posibilidad de que la transportista se involucre también en el transporte de crudo, Sardi anticipó que “es posible que en algún momento surja  ‘TGS oil’”. Además, se refirió a los proyectos de ampliación que encaró la compañía en el último tiempo. En este sentido, comunicó: “Acabamos de terminar una ampliación. Duplicamos la capacidad de acondicionamiento. Se pasó de 7,5 millones de metros cúbicos a 15 millones”. “La inversión que estamos realizando va a poner en condiciones dos plantas de acondicionamiento de gas, el año que viene, que son las que eventualmente, ante la necesidad de un cliente o un productor de querer producir propano butano en Tratayén pueden pasar de modo acondicionamiento a modo procesamiento”. “La producción de propano butano en Tratayén está pensada en el mediano y largo plazo. Multiplicará por tres la producción”, indicó.

El trabajo de TGS en Vaca Muerta y la necesidad de un marco regulatorio 

Sobre el trabajo de la transportista en Vaca Muerta, Sardi sostuvo que “la idea de invertir en Vaca Muerta la tuvimos en 2012, pero recién en 2016, con la llegada de nuevos accionistas coincidimos en que era necesario invertir en infraestructura allí. Fue una inversión a riesgo”. “Generamos un sistema de 115 kilómetros de gasoductos con una capacidad de 60 millones de m3 y durante tres años estuvimos transportando 2 millones de m3”, aseveró. En esa línea, el referente de TGS se refirió al Plan Gas y sostuvo que “nuestro sistema permitió que el plan, que se firmó en 2020, pudiera ingresar de inmediato en el invierno del 2021 y completar la capacidad ociosa tanto de TGS como de TGN”. Aún así, advirtió que “ni la industria ni las autoridades tienen muy en cuenta el segmento del midstream y no hay regulaciones que ayuden. Hay que poner el foco ahí, es parte de la infraestructura”. “El midstream ayuda a unir la producción con el consumo. Esa es una parte, después se sigue con el transporte regulado. El que pone en condiciones al gas es el midstream” Por esta razón, consideró: “Necesitamos tener un marco regulatorio, necesitamos las mismas condiciones que tienen los productores. Nosotros hoy tenemos limitaciones importantes para consolidar alguno de los proyectos que ya tenemos en ejecución”.

Cáncer de mama: un test para personalizar los tratamientos

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El cáncer de mama es la afección oncológica que más afecta a las mujeres. A nivel local, según cifras oficiales, se diagnostican cerca de 22.000 casos todos los años. En este contexto, resulta vital una vez detectado el cáncer y, por lo general luego de realizada la cirugía, contar con herramientas para evaluar cuál debería ser el tratamiento que necesita la paciente.

Por eso, para contar con una ventana que les permita a los especialistas mirar cuál podría ser el futuro de la enfermedad en cada caso existen tests genómicos que posibilitan definir con mayor grado de certeza el tratamiento que debería aplicarse en la paciente. Si bien estos tests ya se realizaban en otros países, ahora existe uno que se realizará íntegramente en la Argentina, desde la toma de la muestra hasta el análisis, lo que agiliza los tiempos y reduce los costos, para que más mujeres puedan contar con esta herramienta.

Se trata de Prosigna, una plataforma genómica para el cáncer de mama que permite la subclasificación de este tumor y determina el riesgo de recurrencia en los próximos 10 años.

Tomás Pascual, médico oncólogo del Hospital Clínic de Barcelona, destaca que conocer el riesgo de que un tumor reaparezca es de suma importancia a la hora de definir una estrategia personalizada y, también, para reducir los sobretratamientos innecesarios. “Cuanto más riesgo tiene un tumor de reaparecer, mayor beneficio hay de un tratamiento con quimioterapia tras la cirugía. El test nos permite seleccionar y ver mejor ese riesgo de recaída y, por lo tanto, seleccionar a las pacientes que deben recibir quimioterapia, así como a aquellas que necesitan otro tipo de terapias”, explica el especialista.

Diego Kaen, oncólogo clínico, docente de la Universidad de La Rioja y vicepresidente de la Asociación Argentina de Oncología, detalla que este test tiene un factor pronóstico y predictivo. “Pronóstico porque evalúa qué riesgo hay de que el paciente recaiga en los próximos 10 años. Te dice si el riesgo es alto, medio o bajo y, en base a eso, uno puede ajustar un tratamiento. Prosigna además tiene un factor muy importante que es el predictivo. Cada tumor tiene características únicas y este test clasifica molecularmente el tumor, y eso también es de gran ayuda para definir los pasos por seguir”, agrega Kaen.

Score de riesgo

“Estos test son muy útiles para determinar la probabilidad de recurrencia de un tumor, pero hay que remarcar que no entregan una certeza, sino que son un score de riesgo. Pero son una gran herramienta para evaluar si vale la pena someter a una paciente a quimioterapia, o no. Facilita el hecho de no someterlas a tratamientos en exceso”, resalta Liliana Zamora, jefe de la sección de oncoginecología del Hospital Italiano.

El cáncer de mama es el que más afecta a las mujeres
El cáncer de mama es el que más afecta a las mujeres(Fuente: Pexels)

El test, que fue desarrollado por le empresa Veracyte, estará disponible en la Argentina y en toda la región a partir del mes de julio y será realizado y comercializado por el laboratorio Argenetics.

¿Cómo funciona? Prosigna permite examinar la actividad de un conjunto de genes mediante la extracción de material genético, llamado ARN, del tejido canceroso, para evaluar el grado de riesgo que existe de que el cáncer se convierta en potencialmente mortal y las probabilidades de que reaparezca.

“La prueba se realiza mediante técnicas de gene expression y para esto se utiliza un equipo especial que se llama nCounter. Respecto de otras técnicas que se utilizan para estudiar este tipo de test, en este caso la ventaja es que se hace todo de forma estandarizada y automatizada, por lo tanto el proceso es más reproducible; y además es mucho más rápido y sencillo”, indica Pascual.

El test genómico, en la mayoría de los casos, se realiza tras la cirugía del cáncer de mama. Luego, Argenetics se encargará de la logística del retiro de las muestras y en una primera instancia se realizará un control de calidad del tejido por parte de los patólogos de la compañía. Aproximadamente en siete días hábiles se enviará el resultado al profesional que lo solicitó, aunque la compañía apunta en un futuro a reducir el plazo a cinco días hábiles.

“Poder hacer una plataforma genómica desde principio a fin, 100% en nuestro país, es algo único. Esto reduce los tiempos del resultado y los costos, porque la muestra se queda en el país y se procesa enteramente en nuestro laboratorio hasta su informe final. Lo que ayer fue un sueño, hoy es una realidad que va a beneficiar a cientos de mujeres con cáncer de mama en nuestra región”, afirma Gabriela Norese, gerente médico del Laboratorio Argenetics.

Tres estudios –realizados en Francia, España e Italia– midieron cómo cambiaba la decisión del tratamiento del oncólogo antes y después del resultado de Prosigna. “Por un lado, hubo una reducción del 30% en el uso de la quimioterapia. Pero a la vez, la información brindada por el test mostró ser de utilidad para seleccionar pacientes que en un primer momento no parecían de riesgo, pero que tras el resultado sí se vio que se podían beneficiar de un tratamiento con quimioterapia. Esto ocurrió en el 10% de los casos en los que el médico había resuelto inicialmente pedir un tratamiento de hormonoterapia sin quimio”, señala Pascual.

Alejandro Horvat  

El FMI quiere crear una plataforma global para controlar las monedas digitales nacionales

La presidenta del Fondo Monetario Internacional indicó que buscan «interoperabilidad» entre los países que usan monedas digitales de banco central.

El FMI trabaja en la creación de una plataforma global para las CBDC. Así lo confirmó la presidenta del Fondo Monetario Internacional que indicó que buscan “interoperabilidad” entre los países que usan monedas digitales de banco central.
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Así lo dijo Georgieva durante una conferencia celebrada en Rabat, Marruecos. De acuerdo con la funcionaria, debe haber “interoperabilidad” entre los países que usarán las CBDC para poder cumplir con sus compromisos internacionales.
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Según la titular del FMI, las CBDC “no deben ser propuestas nacionales fragmentadas”. La búsqueda de la entidad es que haya transacciones “más eficientes y justas”, y que para ello hacen falta sistemas de pago digital capaces de conectar a los países.
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En cuánto a que sucederá si no se llega a un acuerdo común para las CBDC que permita la interoperabilidad global, y no se crea una plataforma común para su usabilidad, existirá un vacío “que probablemente sería llenado por las criptomonedas”.
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Cabe resaltar que una CBDC por sus siglas en inglés (Central Bank Digital Currency), es una nueva forma de dinero emitida de forma electrónica por un banco central. A diferencia de las criptomonedas que son descentralizadas, acá hay una entidad que regula su emisión y funcionamiento como pasa con las monedas fiduciarias.

Qué requisitos necesitaran tecnicos y profesionales para trabajar en Vaca Muerta

De acá a 10 años la industria petrolera tiene 239 ocupaciones esenciales a cubrir en la exploración, descubrimiento y producción. Se requerirán operadores profesionales, técnicos con formación continua y personas con títulos de grado y posgrado. Fundación YPF realizó una Investigación Prospectiva en el Upstream del Petróleo y Gas en la que buscó definir las competencias actuales y futuras requeridas en la industria. El estudio brinda un mapa de los perfiles ocupacionales que se van a necesitar frente a lo que definene como «el desafío de Vaca Muerta». «Una transformación en la educación sobre todo técnica y profesional acorde en el caso del Neuquén, Río Negro y Mendoza. También la hicimos en el Golfo San Jorge», expresó la directora de la organización, Ofelia Cédola en diálogo con Energía On. El estudio tiene una proyección hacia los próximos 10 años en el primer y segundo anillo de la producción de petróleo y gas. El objetivo es que quién busque incorporarse a la industria tenga «acceso a educación de excelencia para estar al nivel del cambio tecnológico que se está produciendo», subrayó. En números 239 son las ocupaciones esenciales a cubrir en la exploración, descubrimiento y producción de hidrocarburos. Según el estudio, del total de las 239 ocupaciones clave en la exploración, descubrimiento y producción de hidrocarburos, 44 corresponden al área de perforación, 44 de terminación, 12 de laboratorio, 38 de producción y tratamiento, 38 de intervención a pozo, 21 de mantenimiento, 23 de salud, seguridad y medio ambiente, y 30 de yacimiento digital. El análisis determinó que las 239 ocupaciones clave pueden ser desempeñadas por 113 perfiles profesionales. De este total, 29 pueden ser cubiertos por operadores con formación profesional, 43 por técnicos de nivel medio o superior con formación continua especializada, 24 por personas con títulos de nivel universitario, y 17 con cursos de posgrado. Las nuevas tecnologías aplicadas como la digitalización del monitoreo remoto y el control de procesos, la automatización y tecnologías de la información y operativas, la ciencia de datos aplicada, entre otras, «requieren perfiles de operadores y técnicos medios y superiores más calificados y especializados con mayores requisitos educativos como secundario completo, de preferencia técnico medio, y una marcada necesidad de formación continua», subrayaron desde la fundación. La industria «sufrió una gran transformación. Pasó de industria pesada a industria intensiva de conocimiento. Entonces toda esta incorporación de tecnología produjo un cambio organizacional muy grande. En lo ocupacional los perfiles hoy son diferentes como también las exigencias a la hora de incorporar trabajadores«, detalló Cédola. Una vez definida la formación que se requerirá para cubrir los puestos, se hizo un análisis de la oferta educativa en el territorio para «determinar la brecha existente con las necesidades de la industria y para elaborar una serie de recomendaciones que permitan una mejor vinculación entre educación e industria», expresaron desde Fundación YPF. En la actualidad, los perfiles técnicos de la educación formal de nivel medio y terciario tienen un enfoque generalista según la fundación. La especialización la logran a través de la experiencia o «abreviando la curva de aprendizaje a partir de diplomaturas, cursos de especialización y, fundamentalmente, con una formación continua diseñada por módulos que puedan ser cursados a lo largo de una trayectoria laboral», indicaron. Cédola adelantó que llevarán a cabo un estudio similar abocado en el tercer anillo sobre las necesidades de profesionales y tecnología a cubrir en las pymes. También establecerán un observatorio en la región «que vaya dando cuenta de todos estos cambios que se van desarrollando a lo largo del tiempo«, destacó. Oferta laboral en Vaca Muerta: las claves para fortalecer la formación educativa «Estamos trabajando ahora a partir de este estudio con el ministerio de Educación de la Nación y de la provincia para hacer un plan de transformación de la escuela. En un principio será para las escuelas técnicas y las tecnicaturas y eso incluye el rediseño de las currículas, planes de estudio, formación docente y actualización del equipamiento. En breve vamos a inaugurar un simulador«, comentó Cédola. El estudio prospectivo presenta claves para que el sistema educativo se fortalezca en la formación que requiere el área. Dentro de las tecnicaturas medias orientadas a la industria hidrocarburífera, subrayaron la importancia de involucrar a las empresas para implementar prácticas profesionalizantes y pasantías de estudiantes y docentes. También, recomendaron actualizar la curricula de los planes de estudio y sumar nuevos abordajes con contenidos específicos en la materia. «La educación técnica de nivel medio en hidrocarburos e industria de procesos presentan en general bajo nivel de matrícula en comparación con otras orientaciones técnicas«, indicaron. Recomendaron ampliar y fortalecer las tecnicaturas terciarias universitarias y no universitarias a través de mejorar la oferta educativa hacia especializaciones. Aumentar la matrícula de carreras que ya están en marcha y potenciar «su pertinencia con prácticas profesionalizantes, pasantías, becas«. A su vez, sumar nuevas tecnologías educativas como simuladores y realidad virtual. Plantearon la necesidad de crear más diplomaturas y tecnicaturas de nivel superior y universitario especializadas, en articulación con empresas del sector en: Petróleo, Perforación y Terminación de Pozos, Electrónica, Automatización y Control de Procesos, Ciencia de Datos e Informática aplicada. También, establecer más cursos de formación profesional o formación continua en especialidades de la industria como las de operador de hidrocarburos, operador de fractura hidráulica, operador de producción, operador de planta de gas, entre otros. Indicaron la importancia de crear un módulo de Ingreso al Upstream de la Industria para asegurar un estándar mínimo de conocimiento en materia de seguridad operativa y resguardo ambiental; sumar cursos de especialización para egresados de la educación técnica de nivel medio y superior, y formación continua acreditable o articulada con tecnicaturas de nivel superior y universitario.

Tronador II: otro paso para el lanzador espacial argentino

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La semana  anterior se concretó el primer prototipo del tanque que tendrá el lanzador de satélites de fabricación nacional. Se trata de un importante avance hacia el dominio de una tecnología que solo poseen una decena de países a nivel mundial. Están previstos dos lanzamientos de cohetes de menor tamaño hasta llegar al modelo final, estimado para el año 2029.

Este jueves 15 de junio se cerró el primer prototipo del tanque estructural del Tronador II, el vehículo espacial de fabricación nacional que permitirá poner satélites en órbita. Cuando se complete el desarrollo, la Argentina pasará a estar entre los diez países del mundo capaces de dominar el ciclo espacial completo.

El lanzamiento del Tronador II está estimado para el año 2029 e implica un largo proceso que incluye el desarrollo de la estructura, la propulsión y el sistema de electrónica para su control automático.

El cierre de etapa se anunció en un acto realizado en el Centro Espacial Punta Indio (CEPI), en la localidad bonaerense de Pipinas, en el que participaron el presidente de la Nación, Alberto Fernández; el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus; el director ejecutivo y técnico de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), Raúl Kulichevsky; y el presidente del directorio de VENG, Marcos Actis, entre otras autoridades y referentes del sector. Detrás de los funcionarios, podía verse el imponente prototipo de tanque del Tronador II. “Cuando uno tiene un vehículo propio, puede decidir cuestiones como cuál es la manera más conveniente de hacer el viaje, cuándo salir y a qué destino llegar. Eso en el área satelital es muy importante porque si dependemos de terceros, no se puede controlar el momento justo del lanzamiento ni la posición a la que llevan el satélite y todo eso hace a la pérdida de eficiencia y aumento de costos”, explica a TSS el ingeniero Daniel Rocca, gerente de Acceso al Espacio de la CONAE.
Este prototipo permitirá alcanzar la fabricación de los tanques estructurales de primera etapa, que cumplen de manera simultánea la función de fuselaje y de almacenamiento de los propelentes. Foto: Facultad de Ingeniería UNLP.
La fabricación del Tronador II se enmarca en el Plan Espacial Nacional y tiene por objetivo colocar satélites desde el territorio nacional a través de un lanzador desarrollado íntegramente en la Argentina. El vehículo tendrá la capacidad de poner satélites de hasta 750 kilos en órbitas bajas (a unos 600 kilómetros de la Tierra). Además de la utilización estratégica que tiene para el país, permitirá brindar servicios a terceros en América Latina y en el mundo. Antes de llegar al lanzador final, el Tronador II-250, se ensayarán y lanzarán dos prototipos de menor tamaño, el TII-70 y TII-150. El primero tendrá 70 centímetros de diámetro y 11 metros de largo. Llegará a unos 140 km de altura y servirá para probar un motor de tres toneladas de empuje. El objetivo es experimentar que las cargas útiles alcancen cierta altura de gravedad relevante. En tanto, el Tronador II-150 tendrá un diámetro de un metro y medio y permitirá poner a prueba un motor de 30 toneladas de empuje. La empresa VENG, controlada por la CONAE, es la principal contratista de este desarrollo, que involucra el trabajo de más de 50 empresas nacionales e instituciones públicas del sistema científico-tecnológico, como la Universidad Nacional de la Plata, la Universidad Nacional de Mar del Plata, la empresa provincial INVAP, Valthe Ingeniería, 2G Composites e Inoxpla. “Como se trata de tecnología crítica, solo se puede acceder hasta cierta información y el resto hay que desarrollarlo de forma propia”, señala Rocca. El prototipo de tanque que se cerró este jueves tiene 3,5 metros de longitud, 2,5 metros de diámetro y 3,2 milímetros de espesor. Todos sus componentes son de aluminio de uso espacial y fueron soldados por el método de fricción-agitación bajo estándares internacionales. Es una tecnología de uso inédito en el país y el desarrollo de los procesos de soldadura fue hecho con ingeniería local.
El prototipo de tanque que se cerró este jueves tiene 3,5 metros de longitud, 2,5 metros de diámetro y 3,2 milímetros de espesor. Foto: Facultad de Ingeniería UNLP.
“Para que esas estructuras sean eficientes, necesitamos aprovechar al máximo la soldadura en frío. Eso llevó todo un proceso de diseño donde hubo que especificar la máquina, adquirirla, ponerla en marcha, desarrollar el proceso de soldadura y generar todas las partes para poder armar este primer prototipo de tanque, que en su diámetro ya tiene dimensiones reales”, indica el ingeniero. Este prototipo permitirá alcanzar la fabricación de los tanques estructurales de primera etapa, que cumplen de manera simultánea la función de fuselaje y de almacenamiento de los propelentes (kerosene y oxígeno líquido). “Es un avance muy importante porque constituye un demostrador tecnológico de las capacidades que hay que desarrollar para tener la estructura final del lanzador”, explica Rocca. Los próximos pasos hacia el lanzador argentino dependerán de los resultados que se vayan obteniendo con cada prototipo y también de que el financiamiento para el Plan Espacial Nacional se mantenga constante. Si todo continúa de acuerdo con lo planeado, se estima que el lanzamiento del TII-70 será a comienzos del 2026 desde el Centro Espacial Punta Indio. En tanto, los lanzamientos del TII-150 y el TII-250 se realizarán desde el Centro Espacial Manuel Belgrano, en Bahía Blanca. Al respecto, el ingeniero explica que la posición de la base de lanzamiento se elige cumpliendo determinadas normas que garanticen la seguridad de las personas y el ambiente, y también tiene que ver con el destino del lanzamiento. La base de Pipinas es más chica, se usa para ensayos experimentales y vehículos de menor porte. La de Bahía Blanca, por su parte, es un área un poco más alejada de la población y autorizada para lanzamientos por un acuerdo realizado con la Armada Argentina. Por lo pronto, el equipo interinstitucional de investigadores seguirá trabajando en la confección de nuevos prototipos y la realización de sus respectivos ensayos. “Iremos desarrollando prototipos cada vez más refinados que nos permitan poner a prueba su funcionamiento, someterlo a distintas presiones y evaluar sus capacidades hasta llegar a poner a punto el lanzador”, finalizó Rocca.

Nadia Luna

Una mirada argentina: cómo los drones kamikazes cambiaron la guerra de Ucrania – Conclusión

La primera parte de esta artículo está aquí. Cambio de paisaje en el frente La llegada de los drones a Ucrania cambió el paisaje de la guerra. Las largas fases de estancamiento del combate en Ucrania (fuera de la caída de Bajmut el frente no se ha movido casi nada desde Septiembre de 2022) no tienen nada que ver con el escenario de la Primera Guerra Mundial. No estamos en La Guerra de Trincheras 2.0. Los drones cambiaron todo. Basta mirar la distribución espacial sumamente raleada de los soldados ucranianos o rusos en la llamada «línea de contacto», ver cómo evitan agruparse, recluídos en escondites transitorios y sin elementos de construcción, sin reductos contra la artillería ni almacenes para munición o comida.
Canal de descarga de agua caliente de uno de los sitios que podría volverse blanco de los HIMARS ucranianos, que como todo misil de artillería es un dron: refrigerados por aspersores de agua fría, los piletones de enfriamiento al aire libre de los combustibles gastados por los 6 reactores del complejo nucleoeléctrico de Zaporiya, visibles al fondo.
Delante de la primera línea de fuego rusa, en Zaporiya, hay de 10 a 30 km. de «tierra de nadie». Y las antiguamente llamadas «primeras líneas» son casi invisibles desde tierra y aire. En comparación, las trincheras de Verdún o del Marne eran verdaderas ciudades, lineales pero evidentes y complejas, arquitecturadas, superpobladas y fétidas. Hoy en la intemperie ucraniana, y hasta la tercera línea en profundidad, si los soldados de uno u otro bando se agrupan demasiado, si insisten incluso en amucharse para el rancho, es fija que en minutos les cae, probablemente sin ruido ni preaviso, algo explosivo desde el cielo. Los malditos drones. Y los hay para todos los gustos. Pueden ser tan elementales y sacrificables como un cuadricóptero chino de supermercado que te suelta por gravedad una granada de 40 mm. Si uno está en vena suicida y quiere pasearse a cuerpo gentil por tierra de nadie, tal vez se pregunte adónde está la gente, adónde está la guerra. Gran diferencia con la Primera Guerra, donde dos trincheras antagónicas y muy evidentes se espiaban una a la otra con periscopios, separadas por apenas 200 metros de «tierra de nadie», cruzada de mucho alambre de púa y pululante de cadáveres y ratas. El paisaje era repelente pero casi aburrido hasta que, a toque de silbato, una de las trincheras vomitaba miles de soldados, y estos cargaban en horda hacia las ametralladoras enemigas, en general sin poder llegar, para añadir sus propios cadáveres a los que ya alfombraban aquel espacio sin dueño. En los tres primeros días de Julio de 1915 cuando la Ofensiva del Somme, el general Sir Douglas Haig se las arregló para hacer matar a 60.000 de sus propios hombres. Sí, leyó bien, en tres días. La tierra de nadie ahora es enorme y más bien vacía. Como toda prueba de la existencia de la guerra, está jalonada de embudos creados por balas de artillería o de misiles, y de cascos de tanques destripados por cargas huecas o flechas de uranio empobrecido (en el caso de la OTAN), o de aleación de tungsteno (caso ruso). Muertos no faltan, pero se ven menos. Lejos de poder escapar, los tripulantes de los blindados literalmente se han derretido adentro, porque las cargas huecas o las flechas de uranio generan picos de presión y temperatura como para fundir metales, y ni hablar de lo que pasa en ese microambiente enlatado con el pobre cuerpo humano durante esos pocos misilegundos. La profesión de tanquista ya viene sin jubilación. Los primeros en descubrir esto fueron los rusos, cuando sus tanques viejos, de diseño soviético, modernizados o no, explotaban como volcanes alcanzados por los nuevos misiles estadounidenses Javelin y NLAW. A diferencia de los RPG-7, las bazucas yanquis o nuestros lanzacohetes INSTALASA, de Fabricaciones Militares, estos sistemas nuevos actúan fuera del tiro horizontal y chato. Tienen la doble capacidad de autoguiado (fire and forget) y de elevarse y perforar la torreta o el capot del motor desde arriba (top attack). Las superficies superiores son los puntos más débiles de cualquier blindado, incluso los modernizados con placas explosivas reactivas. Éstas generan contraexplosiones capaces de atajar el chorro de plasma metálico generado por una carga hueca. Pero esas placas suelen ser frontales o laterales. Perforada su cúpula por un chorro de cobre ionizado, la munición adentro del tanque estalla como un volcán y la torreta termina a doscientos o trescientos metros de la batea del blindado. Es probable que los tanquistas no hayan sentido siquiera dolor cuando pasaron a estado líquido o gaseoso, porque todo sucedió en milésimas de segundo. Los rusos aprendieron la lección y ahora evitan como la peste las grandes cargas de tanques, al estilo de las que les salían tan bien en la 2da Guerra mundial con sus veloces T-34. Los ucranianos están aprendiendo la misma lección ahora, y por las malas. La semana pasada, en un diálogo insólitamente franco con corresponsales de guerra de todo origen, el presidente Vladimir Putin admitió que tenía algunos generales de opereta, y que el Ejército Ruso había entrado al combate con pocas municiones inteligentes, es decir, drones. Está remediando ese déficit, dijo. Significativamente, desde que empezó la segunda gran ofensiva ucraniana, hace dos semanas ya, los tanques alemanes Leopard II de Ucrania no logran acercarse a la línea de contacto rusa, tenue como es. Mientras intentan arrimarse, les llueve de todo desde el cielo. Y bien apuntado. En Zaporiya, las formaciones de blindados tipo ariete no logran siquiera escapar de regreso a sus líneas, porque entre lo mucho que se les desploma desde arriba, a esos hasta ayer temibles tanques alemanes y «carriers» artillados de infantería Bradley, la ruta de retirada les queda cortada. Quedó regada por municiones inteligentes que los rusos llaman «Agricultura», dado que siembran el suelo de minas antitanque poco visibles. El paisaje de la Primera Guerra en las llanuras europeas lo inventaron la ametralladora Maxim (usada por todos los contendientes), el avión y la artillería pesada. El paisaje de la guerra de Ucrania es mucho más raro: fuera de las ciudades demolidas al ras, en el campo el frente parece deshabitado aunque no lo está. Este nuevo paisaje de guerra lo inventaron los drones. Algunos drones kamikaze pueden estar más de una hora sobrevolando un sitio hasta percibir un blanco redituable y dejarse caer, de a uno o en enjambre. Son lo suficientemente chicos y baratos como ser poco visibles pero muy sacrificables. Viajan de ida, y por poca plata. En su inepcia inicial, los rusos tenían pocos drones, pero tras acumular pérdidas y fracasos los salvó la compra a Irán del Shahed 136 (ver aquí), que ahora se fabrica masivamente en Rusia bajo licencia de Teherán y detrás del refugio industrial que son los Montes Urales. Son un «game changer» para la logística de retaguardia ucraniana por su gran alcance, pero sobre todo, por ser de tecnología sencilla, simple y barata (ver aquí). Gracias a este dron iraní, la mayor parte de la infraestructura de transmisión y distribución eléctrica de Ucrania ya no existe. Por ende, en las ciudades ahora no hay agua, ya que las bombas que la sacan del subsuelo o que la transportan hasta los sistemas de purificación y distribución son eléctricas. Ucrania se está volviendo rápidamente inhabitable. Los Shahed 136 son alas delta de plástico de un par de metros y de lento, propulsados por un motorcito de dos tiempos, como los de una moto de rappitero criollo. No cuestan más de U$ 10.000 cada uno, pero con 40 kg. promedio de carga explosiva, destruyen activos mucho más caros. Los Shahed 139 son muy vulnerables a misiles portátiles de infantería como los Stinger, pero el Stinger más viejo y berreta cuesta tanto como 7 Shahed. Estos drones iraníes los puede derribar con facilidad un tanque antiaéreo alemán Flakpanzer Gepard con sus cañones de 35 mm. Pero una ráfaga de 40 tiros de munición con detonador de proximidad sale lo mismo que 3 Shahed. Aún si lo derribás, estás perdiendo plata. Y seguís en peligro, porque vienen en enjambre. Nadie que use estas armas va a admitir que las decisiones letales las pueda tomar el robot en base a lo que perciban sus sensores y coincida con activos enemigos en su base de datos. Pero eso sucede, y al menos desde la guerra de Vietnam, y en forma confesa. Es lo más eficiente: no hay conexión radial que se pueda interferir, ni datos desactualizados sobre el paradero del blanco. Los drones en realidad son un asunto viejo, viejísimo. Sólo su increíble abundancia en Ucrania puede volverlos novedad, porque como dijo algún ruso famoso, hay algo cualitativo en la cantidad.
El Tte. de Fragata Joe Kennedy, destinado por su familia a futuro presidente de los EEUU. Este Kennedy murió 6 días después del desembarco en Normandía, tratando de hacer llegar un dron cargado con 10 toneladas de Tórpex hasta las rampas de lanzamiento de los misiles cruceros alemanes V-1 en la costa francesa. El dron, un bombardero B-24 teleguiado por otra nave similar mediante una cámara de televisión en la proa, estalló sin causa aparente antes de que Kennedy y su copiloto pudieran lanzarse en paracaídas sobre suelo inglés. No llegó a orillas del Canal de la Mancha, que debía cruzar ya vacío de personal y teledirigido. El dron tenía tripulación temporaria porque podía volar teleguiado, pero no despegar.
No siempre fue así. El 12 de junio de 1944, menos de una semana tras el desembarco aliado en Normandía, el teniente de fragata Joe Kennedy, hermano menor de John, murió en una misión sumamente arriesgada. Pilotaba transitoriamente un cuatrimotor B-24 naval cargado con 10 toneladas del nuevo explosivo antibuque desarrollado por los británicos, el Torpex. Este B-24 de Kennedy era un dron, capaz de ser telecontrolado desde otro B-24 similar pero menos hecho percha, y tripulado en forma permanente. La magia la hacía un novedoso sensor óptico remoto de la RCA, fabricante de radios y tocadiscos. El nombre del pendorcho era «cámara de televisión pancromática», un cusifiaco muy pesado instalado en la proa del dron. La misión estaba apuntada a destruir los búnqueres de las rampas de lanzamiento de las bombas voladoras V-1, que lanzadas desde la costa normanda y belga, estaban pulverizando Londres. Joe Kennedy y su copiloto, el teniente Wilford Willy, debían despegar y volar el aparato hasta unos kilómetros antes de los acantilados blancos que marcan la costa de Dover, donde se lanzarían en paracaídas. El otro bombardero B-24 tripulado tomaría el control remoto del resto de la misión a través del Canal hasta las rampas de V-1 de Mimoyecques. Alguna mala aislación electromagnética debe haber activado uno de los detonadores del tórpex: el B-24 de Kennedy y Willy reventó de pronto a unos 600 metros de altura. Estimados, 10 toneladas de torpex pueden arrasar hectáreas. La explosión casi destruyó la escolta de Mustangs y P-38 que custodiaban el dron a prudente distancia. Kennedy y Willy ni se deben haber enterado. Esta misión era ultrasecreta, pero muestra que ya un año antes de que terminara la 2da Guerra había drones aliados muy primitivos, como el de Kennedy, luchando contra drones bastante más evolucionados, automatizados y diseñados «ad-hoc» por los alemanes, los misiles crucero V-1. Drones contra drones en 1944. ¿Nos puede sorprender tanto lo de Ucrania a fecha de hoy? No sólo nos caímos del planeta: nos caímos de la Historia.  
El Mistel, principal dron alemán usado para atacar -y con razonable éxito- los barcos cargueros que abastecían las playas de desembarco en Normandía, en el veraano de 1944. El bombardero Ju-88 es el dron, comandado por el caza monomotor FW-190 montado encima. Luego del despegue, el dron se separa y vuela hasta su blanco naval bajo control del piloto del caza.
Con más éxito, los alemanes habían cocinado un dúo de aviones en que uno, generalmente un caza FW-190 monomotor montado arriba, soltaba al segundo, un bombardero bimotor Ju-88, también hecho percha, sin tripulación, y colocado debajo. Este dron bimotor estaba lleno de explosivos. Producido el desenganche entre monomotor y bimotor, volando muy alto y dirigiéndo el dron a distancia por radiocontrol, el piloto del FW-190 apuntaba al Ju-88 contra algún blanco naval jugoso. Los alemanes emplearon estos artilugios contra la línea de abastecimiento logístico de la cabecera de playa aliada en Normandía. Hubo muchos hundimientos, y se habló poco de ello. En los ’60 y ’70 los EEUU usaron drones de largo alcance y alta velocidad para detectar los radares de las baterías antiaéreas de Vietnam del Norte. Decenas de kilómetros detrás de los drones a reacción venían volando algunos Phantom «Wild Weasel» con misiles antirradar HARM. Cuando los HARM enganchaban las ondas de algún radar Viet, volaban en línea recta contra su fuente, es decir la antena emisora. Aquí hay hay un doble uso de drones: los primeros simulan ser aviones, los segundos son los HARM, que también son drones, como lo es todo misil, avión o helicóptero suicida con un sistema autónomo de búsqueda de blancos, más allá de su morfología o medios de propulsión. Los Wild Weasel y sus drones-señuelo eliminaron su cuota de baterías misilísticas y de tubo. Y aún así, no pudieron impedir que Vietnam del Norte derribara 3744 aviones, 5607 helicópteros y 578 drones estadounidenses. A principios de 1973, la Agencia de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) tomó cartas en el asunto y comenzó a trabajar en el desarrollo de pequeños drones baratos para atacar las defensas aéreas enemigas. Conocida como AXILLARY, la iniciativa de DARPA tenía como socios a la CIA y la Fuerza Aérea. AXILLARY debía desplegar enjambres de drones baratos en viaje de ida hasta zonas enemigas radarizadas, donde la idea era estacionarse sobre un punto, orbitándolo en sobrevuelo. En el momento en que los Viets prendieran un radar, se le caía encima todo el enjambre, sin que hiciera falta ninguna nave madre tripulada a distancia que diera la orden. Como se ve, desde el estallido que en 1944 liquidó a un posible próximo presidente de los EEUU, Joe Kennedy, las cosas en 1973 se habían automatizado bastante. Es interesante el resumen que hizo el general de brigada que dirigió AXILLARY en Vietnam, Lovic P. Hodnette cuando tuvo que informar al Congreso de su programa: «No queremos un tipo en el loop». La cuestión era bajar radares enemigos y bajar costos propios, punto. La idea de Skynet, en la película Terminator, tiene raíces viejas y profundas en la historia militar estadounidense. Robots asesinos hay desde hace mucho. Se vive diciendo que no, pero es sarasa. La Vertical Flight Society (VFS), un club yanqui de helicopteristas y gente de la industria asociada fundado en 1943, hizo un relevo de hasta 210 tipos de drones tipo «viaje de ida», desde aparatitos que caben en una mano hasta los que pesan más de 150 kilos. Aproximadamente el 87% de estas aeronaves están en alguna fase de desarrollo o en uso activo. El resto son bichos históricos de los años ’70 o anteriores.
Dron ruso Lancet de 12 kg., con 3 kg. de explosivos, motor eléctrico silencioso en la cola y 40 minutos de autonomía. Lo fabrica masivamente una subsidiaria de Kalashnikov, y en estos días es quizás la principal arma antitanque rusa mientras dura la contraofensiva ucraniana.
En la encuesta, que data de 2018, hay 32 países productores, aunque la gente del palo sabe que son al menos 50, y la totalmente ajena al tema cree que los únicos que hacen algo en la materia son EEUU, China, Israel y ahora Turquía y Rusia. En realidad, nadie sabe cuántos tipos de drones distintos y ya capaces de despliegue hay en el mundo. Más tarde que temprano, Rusia está inundando el frente de Zaporiya con el Lancet 3, un dron de motor eléctrico en posición «pusher» (de empuje) muy silencioso, con 3 kg. de carga explosiva, 110 km/h de velocidad crucero, capacidad de sobrevuelo de hasta 40 minutos y una excelente cámara de televisión en proa. Rusia entró en guerra como si estuviera en 1945 o en 1980, dándose el lujo de no usar este tipo de armas, que reservaba para las ferias de armas. Pagó un precio alto. Ahora aprendió. La encuesta de la Vertical Flight Society muestra que solo el 12% de los nuevos modelos de drones censados hasta 2018 eran estadounidenses o israelíes. Otra encuesta de la misma sociedad que va desde 2018 a 2022 muestra que un tercio de las nuevas bombas vagabundas son asiáticas. La India es un nuevo jugador nada inesperado, y acaba de aparecer con 14 nuevos aparatos. Declarados, corrijo. Hasta hace pocos años, este mercado estaba formado básicamente por drones con ala fija y morfología y forma de vuelo más o menos parecida a la de un avión. Luego los cuadricópteros y hexacópteros portátiles de despegue vertical tomaron la delantera y hoy en cantidad de modelos representan más o menos el 25% de lo que se muestra públicamente. Era inevitable que surgieran morfologías híbridas, como el dron que están cocinando el Ejército Argentino y la FAdeA. En general -pero no siempre- los cuadris y hexas  son sistemas de ida y vuelta, más que municiones voladoras kamikaze. Pero no siempre fue así. Ya en la guerra de Nagorno Karabaj, en 2020, los azeríes le colgaban minas Claymore (que riegan metralla al frente, en un arco amplio) a drones de filmación. Usaban este combo contra la soldadesca enemiga cuando ya había quedado de a pie y sin camiones, no bien se agrupara un poco. La Vertical Flight Society dice que la partida presupuestaria que pidió el Pentágono para drones kamikaze en 2024 va a subir un 85%, U$ 622 millones más que en 2023. Parecería que en Ucrania los militares estadounidenses se empiezan a dar cuenta de que fabricar drones estratégicos de gran tamaño, altísimas prestaciones y precios millonarios, como han venido haciendo desde los ’90, no alcanza para decidir batallas comunes. Cuando arriben los cazas F-16 estadounidenses a Ucrania, si arriban, tal vez se vea por fin un poco de combate aéreo en cielos donde los pilotos rara vez asoman la nariz, porque los sistemas misilísticos automatizados están en todos lados. Pero el problema que van a tener esos aviones es su vulnerabilidad cuando estén aterrizados, no importa lo dispersos que estén o lo lejos que se hallen de la línea del frente. Con lanzarles un enjambre de drones chicos, como hacían los azeríes, desde un camión aparentemente civil, esos hermosos aviones no vuelven a despegar. Los cazas supersónicos multirrol y los tanques seguirán existiendo, pero son muy caros, y los drones para liquidarlos pueden ser muy baratos, y aparecer como desde la nada. La guerra, como la nostalgia, ya no es lo que era. Tenemos todo lo necesario para desarrollar una industria de drones con componentes nacionales y por poca plata, pero puede ser armamento costo-efectivo. Si exportamos sistemas tan complejos como reactores nucleares y radares, con la alegría imaginable de la OTAN, ¿no podemos vender nuestros drones? ¿Ni siquiera a nosotros mismos? Empecemos ante todo por volver a desarrollarlos. Los U$ 640 millones que se iban a gastar en doce cazas JF-14 chinos, o los 36 decrépitos F-16 que nos quiere encajar la generala Laura Richardson, ¿cambian en algo la situación estratégica argentina? Tenerlos no nos hace menos vulnerables: con 2,78 millones de km2 de superficie continental indiscutida, éste es el 8vo país del planeta por extensión, y uno de los más despoblados. Y las guerras entre países con PBI mediano o chico hoy las pierde el primero en quedarse sin armamento propio, o sin soldados. Porque estos bien pueden no aceptar más la idea de ser masacrados para nada y alzarse contra sus oficiales, evento tan común durante el último año de la Primera Guerra Mundial que ésta se terminó debido a ello. Como sea, hoy se pierde por agotamiento de armas o rebelión de propios, lo primero que suceda. ¿Cuántos drones y de cuántos tipos puede fabricar la Argentina con U$ 640 millones? ¿Preferimos aviones pintones, caros y llenos de ataduras diplomáticas, o una rama nueva en el árbol, por ahora más muerto que vivo, de nuestra vieja industria de defensa?

Daniel E. Arias

Viaje de ida: una mirada argentina de los drones kamikazes que cambiaron la guerra de Ucrania

¿Por qué hasta 2016 FAdeA e INVAP estaban diseñando drones duales, de uso civil o militar? ¿Por qué aquel año dejaron de hacerlo? ¿Y por qué ahora FAdeA empezó a armar otros drones muy distintos, integrando componentes «de anaquel» de distintos orígenes para el Ejército? Porque sin drones, el país se está volviendo cada vez más indefenso y fácil de manipular/patotear/amenazar, sin importar cuántos tanques, cañones, barcos y aeronaves tripuladas añada a los pocos que tiene y que funcionan. Es la respuesta común a las tres preguntas. Sí, también a la segunda, háganse cargo. Háganse cargo de esto: en 2016 el primer modelo de experimentación tecnológica (MET) de un SARA estaba haciendo sus primeros despegues y aterrizajes radiocontrolados en una pista deliberadamente mala y solitaria de Córdoba, cuando rompió tren de aterrizaje. Podría no haberse accidentado aquel día sino el siguiente. Iba a suceder. Ésa es la «D» de I&D, significa «desarrollo», trabajo precedido por la investigación, pero mucho más lleno de tropezones. El MET podría incluso no haberse accidentado, igual su destino estaba cantado: bajo batuta de la abogada Cristina Salzwedel y por orden del presidente Mauricio Macri, la fábrica cordobesa liquidó enteramente el proyecto SARA, o Sistema Aéreo Robótico Argentino, apenas a un año y medio de lanzado. ¿Cómo se aborta todo un proyecto tecnológico complejo de defensa? Se lo mata en el huevo: el MET. Nueve años después, Ucrania enseña por qué hay que resucitar el SARA. Por ahora la única fuerza armada argentina que parece enterada de que necesita no el SARA, pero sí al menos algún dron y con cierta urgencia es el Ejército. Para el arma terrestre por excelencia, esto tiene su lógica: la aviación robótica les da acceso propio a algo que fue siempre coto casi privado de la Fuerza Aérea y en menor grado, de la Aviación Naval: el cielo. Y la gente de borceguí no parece con ganas de esperar que sus contrapartes en el mar y el aire, muy afines a importar sistemas «llave en mano», se engrasen las manos construyendo cosas aquí. ¿Y por qué engrasarse las manos? Porque el Ejército conserva algo (poco) de su ADN industrial, el que lo llevó a construir (hace mucho) las 14 grandes plantas de Fabricaciones Militares. Porque los drones pueden ser inherentemente baratos, pero cambian todo. Y además, porque no hay un mango. Una sola pregunta, tres respuestas. La situación actual considerando la Guerra de Ucrania INVAP, la fuerza motriz que inseminó en FAdeA la idea del SARA, parece replegada a espera de un Poder Ejecutivo más jugado a la reconstrucción de la vieja y considerable industria argentina de defensa. Aquí siempre fue una industria industrializante: genera largas cadenas de proveedores locales. «Parece» significa que el país le mete pata al diseño de un nuevo satélite de observación de la Tierra (en este caso, del Mar Argentino) para la CONAE, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales. Es el SABIA-MAR, un aparato de órbita polar baja al que originalmente estaba asociado Brasil. Si ése proyecto de 2012 hubiera recibido la atención y plata necesarias, la dupla CONAE-INVAP lo habría lanzado en 2016, y hoy estaría reemplazándolo por decenas de SABIA-MAR 2.0 minúsculos y baratos, integrados «en red», en lugar de un satélite monolítico de 700 kg. «Parece» es porque la misma gente que abortó el SARA decidió no construir los ARSAT 3, 4 y 5, y 6, y eso tras el lanzamiento de los 1 y 2 en 2014 y 2015, satélites que funcionan muy bien. De modo que INVAP en 2016 se quedó sin socio nacional para un satélite geoestacionario de telecomunicaciones, y estuvo nuevamente a punto de quebrar. Alguien en el State Department se la tiene jurada a esta firma de Bariloche. Y aquí esa cancillería apoya a partidos y candidatos con mucha intención de voto. Pero a INVAP siempre la salva el estado. Sólo que en este caso no fue el argelino, el egipcio, el australiano, el holandés, el saudí, que ya salvaron a INVAP de varias posibles quiebras desde 1984, sino el estado turco. TAI, Turkish Aerospace Industries, empresa que factura arriba de U$ 2500 millones/año, atenta a este nuevo jugador argento en el mercado que empezó con dos éxitos, le pidió un satélite geoestacionario de telecomunicaciones. Y como turco con plata quiere lo mejor, ambas firmas crearon GSATCOM Space Technologies. Esta «joint venture» ya aprobó el diseño de ingeniería de su nuevo GSC-1, con 1/3 de la masa de los ARSAT 1 y 2, pero con un ancho de banda mucho mayor, unas placas fotovoltaicas enormes, sistemas de antenas y bandas de emisión según gusto del comprador, y de yapa propulsión eléctrica (adiós, combustibles líquidos). Eso es más o menos lo que ARSAT e INVAP estaban planeando para los ARSAT 5 y 6. Pero pensaba ir llegando a esa complejidad de a poco y asumiendo los riesgos tecnológicos de a uno por vez. Los turcos, en cuyo territorio se inventó el comercio entre estados hace 5000 años, no quieren perder tiempo: tratan de llegar de un salto a un producto exportable «urbi et orbi». Del cual ARSAT podría ser no sólo usuario sino asociado, por la parte mayoritaria que tiene en CEATSA. Ése es el Centro de Ensayos de Alta Tecnología, donde Argentina testea todos los satélites complejos de ARSAT y de la CONAE (es una instalación gigante, puede testear hasta aviones. Sí, también drones). El 10% de CEATSA es de INVAP, y los laboratorios están dentro de la sede de INVAP en Bariloche. Pasa que los satélites en general son drones, aunque eso no lo entiende ni la gente aeronáutica. Y por lo demás, los satélites de telecomunicaciones son esenciales para dirigir drones en misiones de largo alcance. De todos modos si hablo de INVAP y de TAI es porque prometí hablar de drones más banales y baratos, los intra-atmosféricos. TAI es el tipo de socio que, de no existir, habría que inventarlo. Está bastante a salvo de bandazos electorales en Ánkara, por ser parte de un complejo de defensa muy enraizado en el estado y la economía turcas. En aeronáutica, TAI hace de todo, incluida modernización de flotas de cazas estadounidenses F-16, y si bien tienen satélites de observación, están bastante asombrados de lo que logró la Argentina con los ARSAT 1 y 2 y por muy poca plata, grosso modo U$ 250 millones por aparato. También les interesan los SAOCOM 1A y 1B: nadie en el mundillo espacial esperaba que nuestras antenas espaciales de radar en banda L funcionaran bien: tienen el tamaño de canchas de squash y una demanda eléctrica feroz. Pero lo hacen. Fundamentalmente, los turcos son necesarios porque no se bancan los tiempos geológicos que tiene la Argentina para sus desarrollos de defensa, probablemente porque desde la Primera Guerra hasta hoy jamás perdieron una contienda entre estados. No tienen traumas de derrotado. Esta «joint venture» no está condenada al éxito, pero promete. Aunque los GSC recauden su plata transmitiendo fútbol o recitales, repito la idea de que en guerra es impensable usar drones de largo alcance sin satélites de telecomunicaciones con canales exclusivos para militares. Y de drones intra-atmosféricos los turcos la saben lunga: una subsidiaria de TAI, Baykar, es la diseñadora y constructora de los drones de observación y ataque Bayraktar, que en 2022 se hicieron famosos en 2022 en la guerra de Ucrania. En un mercado dominado por EEUU, Israel y China, Turquía pintó de pronto como un emergente que factura más que Israel y que China. Sin embargo no fue en Ucrania donde el Bayraktar se hizo conocido en el mundillo militar, sino antes, en la 2da guerra entre Armenia y Azerbaiyán. Contra todo pronóstico, la ganó ese último estado en tres semanas y cuando sus drones (israelíes, turcos y propios) liquidaron los blindados, baterías antiaéreas y camiones del poderoso ejército armenio. Como conviene recordar, y los turcos lo saben, algo de drones sabemos, porque los satélites argentinos son drones exo-atmosféricos. No tienen alas fijas ni rotativas, pero -al menos en los de órbita polar baja heliosincrónica- sí la capacidad informática de pasar la mayor parte de su tiempo de vuelo orbital corrigiendo constantemente, en tiempo real y por sí mismos, su posición, altura, actitud, manejo de potencia y temperaturas, y cumplimiento de misión de la carga útil. Nuestros satélites de observación están condenados a ser bastante robóticos: su contacto asegurado «en línea de visión» con las estaciones terrenas de la CONAE se limitan a sus pasadas de Sur a Norte sobre la Argentina, grosso modo una vez cada 8 días. Para toda otra comunicación con sus satélites, sea bajar imágenes o subir instrucciones, la CONAE depende de centros espaciales extranjeros, ergo, de pactos diplomáticos que, con un mundo quizás al borde de una nueva guerra mundial, pueden cumplirse. O no. La novedad es que FAdeA, de la mano del Ejército y no de la Fuerza Aérea (sería lo lógico), tampoco se quedó esperando el regreso de INVAP a la fábrica cordobesa para seguir aprendiendo de drones. Con un sentido bastante realista y en acuerdo con el Ejército, empezó por aparatos de observación de despegue convencional y hélice en posición «pusher» (detrás del fuselaje). Un dron un tanto chino para la artillería argentina Estos bichos de los que se está dotando el Ejército son aerodinámicos, como para volar y maniobrar en sobre una línea de vuelo más bien horizontal, con una pinta general de avioncitos. Pero tienen capacidad añadida de sobrevuelo estático gracias a cuatro pequeñas hélices montadas sobre las alas, como las de un cuadricóptero comercial de filmación. Son bien raros. Para formularle el alcance a FAdeA, el Ejército dio el del tiro más largo de su artillería, el del cañón autopropulsado Palmaria de 155 mm., que monta sobre el chasis de un TAM (Tanque Argentino Mediano). Si el Ejército tuviera algún misil tierra-tierra de 200 km, el dron que les está armando FAdeA tendría mayor autonomía, para espiar qué onda con el enemigo a esa distancia. No compran lo que no pueden usar. La plataforma es china y casi de venta libre. No es que te la comprás en Easy, pero te viene «de anaquel» y sin que tengan que mediar guiños diplomáticos (no mucho, al menos). Buena parte del resto del dron (la motorización, las cámaras, los sistemas de comunicaciones y la aviónica) también son importados, pero todos con certificación para uso militar expedida en origen. Esta certificación encarece mucho cualquier componente, pero le otorga al Ejército la posibilidad de que la DIGAMC (Dirección General de Aeronavegabilidad Militar Conjunta) autorice el vuelo del pendorcho sobre áreas pobladas, por asuntos de eventuales daños a terceros. Suponemos (suponer es gratis) que la autorización saldrá con fritas, salvo que volvamos a poner en el sillón de Rivadavia un mamerto sin miedo a la abyección, y el/la susodicho/a ordene bajarle el pulgar TAMBIÉN a este proyecto. This is Argentina! El cauteloso añadido nacional de valor de este dron está en el diseño del producto final, el del software de control, y en la certificación. Sin ese papelito mágico y una pila de carpetas acompañantes que llena fácil un container de 20 pies, el vuelo de un dron de cierto peso es un delito penal. Es obvio que en una guerra, cuando hay que improvisar tecnología y mandarla de apuro al frente, esas montañas de papel son lo primero en irse al carajo. Quiero dar un panorama de lo difícil y peligroso que puede ser construir drones en la Argentina, incluso hoy. El del Ejército es un programa modesto, un caso dramático de «es lo que quedó», para un arma que fabricaba históricamente desde ácido nítrico a cables eléctricos, y todo su armamento liviano y pesado y la correspondiente munición, desde los fusiles FAL a los tres grandes cañones SOFMA que operaron en Malvinas. El Ejército y la Marina de Su Graciosa Majestad recuerdan los SOFMA sin amor. En cambio si hoy un TAM quiere practicar tiro con munición antitanque de 105 mm., sea de carga hueca o de tipo «flecha», la tiene que comprar en Israel, a entre U$ 3000 y U$ 5000 cada tiro. Obviamente, esa munición aquí no se fabrica, por lo cual los tanquistas argentinos raramente pudieron usar alguna. Y es que ya se sabe qué hizo el presidente Carlos Menem con la Fábrica Militar de Río Tercero el 3 de noviembre de 1955 a las 08:55 de la mañana. La hizo volar. Eso costó la destrucción de la fábrica, de todos los barrios colindantes de la ciudad de Río Tercero, 7 muertos, más de 300 heridos y miles de vecinos con un post-trauma irremediable, pero tras 19 años de calesitas judiciales, encubrimientos, recusaciones y expulsiones del cargo llegó 2014 por fin hubo responsables presos y condenados, con reclusiones de 10 a 13 años, uno diría que livianitas. Menem de todos modos murió en su propia cama protegido por sus fueros de senador. La de Río Tercero no fue la única planta de producción de armamento argentina que clausuró Menem, pero sí el cierre más espectacular y con víctimas. Es que el presidente, además de su obediencia debida a cierta embajada, en este caso tenía apuros y motivos personales (el ocultamiento de su contrabando de artillería a Croacia). Los demás cierres fueron más de oficio. TANDANOR, donde debían fabricarse, mantenerse y modernizarse los submarinos Type 209 y TR-1700 de la Armada, fue cerrada en 1993 para dedicar ese predio con costa al Río de la Plata a construir un barrio cheto tipo Puerto Madero a través de sociedades fantasma del presi. Y con poca oposición de la oposición. Lo del barrio tilingo no anduvo (nadie puso un mango) y las múltiples denuncias terminaron en otra larga calesita judicial con pocos condenados (3 testaferros de Menem), y a pocos años (sólo 3), y tardísimo, en 2020, a 27 años de los hechos. Se evitó la figura de «estrago doloso» aunque se echó a la calle a decenas de ingenieros navales argentinos formados durante años en los astilleros de submarinos de Thyssenkrupp, Alemania, y se vendió a precio de chatarra una cantidad asombrosa de máquinas herramienta de control numérico para trabajar acero HY-80, fenomenalmente resistente a cargas. Néstor Kirchner en 2006 y con el nombre de CINAR reabrió como pudo el astillero -devastado en recursos humanos y maquinaria-, pero reconstruirlo en equipamiento y recursos humanos a su estado previo a 1993 era difícil. Y sí, habría que haber puesto plata en serio. De todos modos, la Argentina conservó 11 años más al menos parte de la capacidad de reparación de sus dos unidades TR-1700. La perdió del todo, y también sus últimos recursos humanos, cuando tras el hundimiento del ARA San Juan, en 2017, el Ministro de Defensa Oscar Aguad dejó sin terminar la reparación de media vida de su gemelo, el ARA Santa Cruz. Equivale a cierre. Poca gente, de la muy veterana, se quedó a esperar ser echada de nuevo. A este poliministro no sólo se le hundió un submarino, sino también un astillero. Es el mismo Aguad que, como Ministro de Telecomunicaciones, había cancelado la construcción de los satélites ARSAT 3, 4, 5 y 6, y dado licencia a la operación de 21 satélites estadounidenses y europeos. Tipo coherente. Ahora la Armada quiere importar tres submarinos franceses de Naval Group. El problema es que las entregas son a diez años, y cada unidad cuesta U$ 800 millones, por lo bajo el valor inmobiliario del predio de la vieja TANDANOR en 2020. Cada submarino saldría U$ 300 millones más que la plata que recibe anualmente el FONDEF en un buen año. Ése el nombre del Fondo Nacional para la Defensa creado en 2019, encargado de reequipar como mejor se pueda a un país que, desde que perdió la Guerra de Malvinas, parece diplomática y políticamente resignado a perder toda capacidad de autodefensa. Si le cumplimos a la Armada, se quedan en pelota el Ejército y la Aviación. Opción: sacarse diez veces seguidas la lotería. Mientras eso no le ocurre, nuestra Armada podría o más bien debería estar desarrollando con INVAP y las universidades nacionales alguno de los cuatro tipos de drones submarinos o de semisuperficie que existen. Le permitirían enterarse de qué pasa en el Mar Argentino, y en caso de conflicto, actuar en él con bastante efectividad, a bajo costo económico y sin arriesgar personal. El analista de defensa británico HI Sutton enumera casi toda la tipología en este corto de Youtube. Si la Armada está desarrollando algo, no dice «esta boca es mía». Lo cual sería excelente, porque esas cosas deben ser bastante secretas. Sucede que pese a los esfuerzos de cuadros pro-tecnológicos como el Alte. Segundo Storni o más recientemente el Contraalte. Julio Pérez, el arma no tiene lo que se dice ningún ADN de desarrollo propio. Inevitablemente, uno piensa que están en nada. Qué diferencia con los rusos, que han desarrollado muchos drones submarinos. Uno particularmente aterrador, el Poseidón, es bastante mayor que un submarino enano. Tiene motorización y carga útil nucleares, y en teoría puede eliminar (por tsunami) ciudades costeras a 10.000 km. de distancia, tras navegar hasta allí en inmersión silenciosa y de modo robótico. Con menos pretensiones pero gran efecto mediático, a fines de octubre de 2022 Ucrania atacó con cierto éxito a la flota rusa en el Mar Negro, dentro de su propia rada en Sebastopol, en la península de Crimea. Y lo hizo de noche con drones explosivos parecidos a kayaks, casi indetectables por su bajo franco bordo. Que una Argentina que supo tener 22 astilleros industriales, entre ellos el mayor de Sudamérica (Río Santiago), no esté haciendo ni este equivalente naval de un cóctel Molotov pero soñando con importar submarinos Scorpene nuevitos, da cierta indignación. Hablando de explosivos, el último regalo que Mauricio Macri le hizo en 2017 a la capacidad nacional de defensa fue cerrar FANAZUL, la fábrica de Fabricaciones Militares de Azul, provincia de Buenos Aires, que desde 1946 fabricaba y exportaba explosivos para la minería basados en TNT. Dejó en la calle -literalmente, haciendo acampes o vendiendo empanadas- a 238 laburantes muy calificados. Explico: si no sos muy calificado, si no entendés bocha de química y te memorizaste a lo catecúmeno unos manuales de seguridad del tamaño de aquellas viejas guías de teléfonos porteñas, en este laburo te matás. Y matás a muchos otros. Pero -a diferencia de su predecesor, Menem- es fama que ni el presidente Macri ni su gobernadora, Mariu Vidal, mandaron volar la planta fabril o la ciudad. Alcanzó con medidas blandas: jubilaciones extorsivas y chatarrear lo chatarreable, como con TANDANOR. La planta FANAZUL fue reabierta -algo tarde- en 2021. A última consulta, con sólo 118 trabajadores aunque con la capacidad recuperada (o residual según se la mire), ya hay cinco años de pedidos firmados con Perú por TNT y un tipo de explosivo muy para minería, el Máster Mix. Todavía FANAZUL está lejos la capacidad de llenado de cartuchos de propelente con base de TNT para ojivas de artillería de mediano y alto calibre, la causa por la cual la OTAN preferiría que esta pequeña fábrica (cuya existencia los porteños ignoraban pero no así el State Department), cierre de nuevo. La clausura obligó a importar al cuete explosivos a un país con más de 150 proyectos mineros, 13 de ellos ya activos en 2020. Pero lo que termina de explicar por qué el ensañamiento de Macri y Vidal con FANAZUL en un tan país minero, es que allí se hacían las mezclas de componentes químicos que forman los «granos», como se llama en el gremio al combustible sólido de los misiles y cohetes argentinos. La formulación es todo una experticia. La extrusión de las mezclas se hacía en la planta de Río Tercero (lo que quedó de ella), y el testeo de los motores en banco de pruebas se hacía en FANAZUL. Como uno puede ver en los noticieros sobre Ucrania, los misiles de todo tipo salen disparados como de un patadón, lejos de acelerar poco a poco como los cohetes de puesta en órbita de cargas. La eyección de un misil es brutal, incluso cuando tiene un motor inicial o «booster» para proteger al operador o el sitio de lanzamiento del chorro de gases que vomitará el motor principal cuando se encienda. El quemado de un grano misilístico es casi una explosión lenta, pero la paradoja es que debe respetar la resistencia del tubo contenedor sin generar sobrepresiones puntuales. Los «boosters», o motores de despegue de combustible sólido, sin embargo son componentes importantes de los lanzadores de puesta en órbita, que suelen ser de combustibles líquidos. De modo que con el cierre de FANAZUL, Macri y Vidal no sólo liquidaron la fabricación y recarga de todos los cohetes guiados y no guiados de las tres Fuerzas Armadas, sino también el programa de puesta en órbita de la CONAE y su empresa VENG, ya que los lanzadores Tronador se quedaban sin «boosters» nacionales. Tomo esta aclaración del ing. y piloto Norberto Cobelo. Hasta hace 5 minutos yo pensaba que la de FANAZUL había sido un cierre al cuete. No, fue el intento de cierre de nuestros cuetes, de todo programa argentino de fabricación y/o mantenimiento de misiles militares y de yapa, de sistemas de satelización civil. Y no tengo información de que esa parte de la actividad de la planta haya resucitado.  
El Hero 120 israelí, que la Argentina compró por no atreverse a fabricar algo similar.
Y hablando de importar al cuete, en diciembre de 2022 el Ministerio de Defensa autorizó la compra de bombas vagabundas Hero israelíes para la Fuerza Aérea Argentina. La excusa de los gorras ya cansa: el Hero es de altísimas capacidades, a nosotros, miserables ignorantes, no nos da el cuero tecnológico para, ponele (y aquí te abren las especificaciones técnicas del Hero) desarrollar un droncito kamikaze antibúnker, antitanque y antirradar, con 4,5 kilos de explosivo, peso de 18 kilos incluido el lanzador, 60 km. de alcance y un motorcito eléctrico silencioso a popa, y bla, bla, bla. Bueno, obvio, no nos da el cuero, al menos con FANAZUL cerrada y Río Tercero medio viva. De modo que como toda verdad a medias es mentira, pero ponele. ¿No habría sido un proyecto al menos para fabricación bajo licencia en FAdeA? ¿Éste no era un gobierno industrialista? Supongo que todo lo anterior explica que las Fuerzas Armadas sean remisas, tímidas o directamente contrarias para encarar programas de drones. Y para no discutir al cuete, en AgendAR llamamos dron a un vehículo que tiene, la use o no, capacidad de despegue o lanzamiento o desamarre, llegada a destino (pacífica o no) y navegación -sea de ida y vuelta, o sólo de ida- totalmente autónomas, así como debe ser autónoma su capacidad de uso de la carga útil. Eventualmente, algo que tenga autonomía incluso para decidir un ataque. Estas cosas se vienen usando en Libia (o contra Libia) desde 2020, según Naciones Unidas, pero empezaron mucho antes, en Vietnam. Los «killer robots» de Hollywood existen en la realidad desde antes de Terminator 1 y SkyNet. ¿Por qué nos interesa la autonomía plena? Lector, mire lo que pasa en Ucrania. Si Ud. es un milico ucraniano que anda intercambiando información con una bomba vagabunda, ¿cuánto tarda el Ejército Ruso en descubrir el paradero de su antena de controlador, interferirla, y de yapa mandarle de regalo otra bomba vagabunda Lancet, o en su defecto, una grossa salva de artillería de 152 mm? En un ambiente de guerra electrónica exacerbada como el de Ucrania, vale aquel aforismo de Hipólito Irigoyen, al que la oposición llamaba «El Peludo» por lo escaso y parco de su discurso público. El aforismo es: «El que habla, se jode». Aplicable, un siglo más tarde, a quien emite radiofrecuencia al cuete en el campo de batalla. La fábrica de aviones de la Fuerza Aérea le venía quedando grande a la susodicha arma desde 1956, cuando ésta abortó la construcción en pre-serie del caza Pulqui II. Desde entonces, y atravesando demasiados cambios de nombres, la enorme planta fabril había diseñado algunos aviones notables, como el transporte liviano biturbohélices Guaraní II, el avión contrainsurgencia Pucará y el caza de entrenamiento Pampa, todos los cuales la Fuerza Aérea se obstinó en fabricar en poca cantidad, en no exportar, y en tratar de desprogramar cuanto antes. Menem no pudo cerrar la fábrica, pero la regaló a un concesionario, Lockheed Martin. Este fabricante estadounidense cobró fortunas entre 1995 y 2011 por rajar personal fogueado, remozar como se pudo pero a precio salado los cazas de ataque A4 comprados hechos percha y de tercera mano a EEUU, y jugar a que construía aviones los Pampa Nac & Pop (uno cada año y medio, promediando). En 2011 la fábrica -lo que quedaba- volvió al estado nacional, y los gringos se fueron silbando bajito y con un inesperado resarcimiento de U$ 50 millones, que no se esperaban. País generoso.  
El Lipan 2 del Ejército en su primera exhibición en 2008.
Todo lo cual explica la actual timidez del Ejército y de FAdeA para hacer un dron criollo, o un poco criollo, y la lógica de no empeñar un mango en desarrollar proveedores locales, que podrían quedarse sin cobrar y fundirse. No suena glorioso, pero es mejor empezar por un cauteloso rejunte de componentes importados y ver qué pasa. Por eso de que el que se quemó con leche, ve una vaca y llora. Para la fábrica, es el modo de no perder del todo aquellos esperanzados recursos humanos de tiempos del SARA, y para el Ejército, es poder ver el blanco de sus cañones de mayor alcance. Al menos, cuando FM vuelva a fabricar munición pesada y haya algo para disparar. Son dos instituciones en post-trauma, se vienen las elecciones nacionales, y sobran interesados anglo e hispanoparlantes unánimes en eso de que la Argentina no vuelva a construir nada que haga PUM y navegue o vuele con capacidad militar. Nuestro único presidente aviador (Menem) concesionó la única fábrica estatal de aviones y presidió sobre la bancarrota de todos los fabricantes particulares, entre ellos AeroBoero, el principal cliente de motores pistoneros Lycoming de Sudamérica, con 4000 aviones fabricados y entregados. El mandato fue ir a degüello de todo lo aeronáutico y fabril. Explicación: la OTAN tiene lobby de sobra entre nuestros decisores, con gorra o sin, y todavía recuerda que en 1982 aquí, a manos de pilotos que literalmente volaban antigüedades o chatarra para la baja, según el caso, perdió 6 barcos, o 7 según quién cuente la historia. Según la cuenta AgendAR, el destructor HMS Sheffield, la conteinera STUFT Atlantic Conveyor y el portaaviones HMS Invincible y el crucero HMS Glamorgan (arruinados, pero no hundidos) fueron víctimas de drones: el misil crucero antibuque Exocet lo es. Este pendorcho francés, sea en modelo aeronáutico o naval, es un dron kamikaze apuntado con radar externo para el lanzamiento, de trayectoria rasante y con vuelo terminal autoguiado por radar a bordo, amén de su propia lógica computada para cálculos de intercepción. Dron, punto. Sólo que por alguna causa, aquí vivimos en los tiempos del Barón Rojo y no nos enteramos de que los máximos daños a la Task Force los infligió un robot aéreo, lanzado con bastante margen de seguridad para los pilotos navales de Super Étendard a más de 40 km. de sus blancos. Los robots no ganan condecoraciones. Ganan guerras. No parece obvio para quien haya visto volar a fines de 2015 y principios de 2016 el Modelo de Demostración Tecnológica del SARA, que se trate de un aparato dual, es decir potencialmente militar. Algún aeronabo de los que abundan en los foros de defensa vio el videíto de INVAP sobre el MET y lo describió así: «Un curro, una vergüenza, consigo algo mejor por Mercado Libre». Pero, oh, aeronabo criollo, lo que te compres por Mercado Libre es asunto tuyo y no tiene vuelo autónomo, no sólo porque es difícil sino porque está prohibido por la constitución. A menos que la ANAC (civil) y la DIGAMC (militar) echen agua bendita sobre tus compras con tarjeta. Antes se va a helar el infierno. Lo que define dron no es la aerodinámica ni la potencia: es la aviónica y los sistemas de comunicaciones. El SARA no pensaba quedarse en el minúsculo MET. Era un proyecto complejo y con muchas etapas sucesivas. Nació únicamente para testear la aviónica con avión a la vista (no tan lejano que quedara oculto por el horizonte). En distintas etapas de diseño y listas para pasar a prototipo real había una serie de tres aparatos ulteriores de mucho mayor porte, velocidad, techo y alcance, con distintas motorizaciones pistoneras de potencia creciente (entre ellas un motor «boxer» de 90 HP diseñado ad-hoc por Oreste Berta). Había propuestas mono y bimotorizadas, incluso. Como me dijo en 2014 Tulio Calderon, un cuadro histórico de INVAP y en aquel momento gerente general de FADEA, había más plata puesta en drones que en construcción de aviones. Alguien estaba usando por fin la cabeza. Y con no poca oposición de comodoros compradores (ver aquí). El desafío mayor, al menos para el dúo FAdeA-INVAP, iba a ser más legal que técnico: el licenciamiento por la citada DIGAMC. Con que un comodoro te cruce el caballo, tu drone se queda juntando polvo en tierra, y el pequeño club de altos oficiales jubilados que vive de la importación pueden pedirle drones a su proveedor favorito en la OTAN. Esto generalmente termina siendo nadie del mundillo del Atlántico Norte por veto británico, y te lleva sí o sí a Israel. En 2017, por ejemplo, estaban antojados con importar el Hermes 450 de Elbit. Entiéndase que aquí hay, además de matufia y cuchipanda, un asunto de cultura del arma: para cualquier aviador militar que vea los noticieros, los drones son el modo de comandar muchos aviones a la vez desde su avión, un multiplicador de fuerza. Pero vistos con el ojo incorrecto, son la desocupación. Soy el Barón Rojo, y vive el robot o vivo yo. Explicarle el combate aéreo actual a estos tipos es como hablarle de la ametralladora Maxim a un húsar o un dragón de los de bigotazo y sable en 1910. Como no se baja del caballo, no entiende. Jamás entendió. Pero si le ofrecés drones israelíes caros, empieza a entender enseguida. La cuarta etapa del SARA era el llamado Blanco Aéreo de Alta Velocidad, un vehículo transónico a turbina cuyo objetivo manifiesto estaba descripto en el nombre, pero que con cualquier sistema de navegación autónoma -algo que INVAP domina por su baquía satelital- se volvía un misil crucero de alcance medio o largo. En Washington, Londres y Port Stanley no estaban felices con la idea. El problema práctico para el BAAV era adónde corno conseguir la turbina: no hay muchos fabricantes en el mundo, y se dividen entre prohibidos por la OTAN clase 1 (rusos y chinos) y prohibidos por la OTAN clase 2 (estadounidenses, canadienses, británicos, franceses y sigue la lista). ¿Avibrás en Brasil? Los primos brasucas tienen turbojets de 70 kg. capaces de propulsar un crucero desde 2013 (ver aquí), y estaban planeando un turbofan de flujo inverso para remotorizar el entrenador Tucano básico. Y a Brasil le estábamos fabricando componentes para su transporte militar Embraer C-390 Millennium. No era imposible un «toma y daca», incluso sin mediar plata. Por algo el macrismo desembarcó en FAdeA en 2016 denunciando malversación de fondos. Y después de la dramática abogada Salzwedel, que entró pateando puertas como Los Intocables, esa fábrica (que ya había diseñado al menos tres jets) la dirigieron el lechero (sic) cordobés Ercole Felippa, y luego Antonio Beltramone, el exjefe de personal de FIAT. Entre los tres, se las arreglaron para echar a casi todos los ingenieros y técnicos con experiencia y volver el sitio un taller de reparaciones muy juvenil y baratito para Flybondi, la línea aérea de Macri. Hoy, el milagro es que la fábrica insista en un dron con el Ejército, sin importar lo básico. La noticia, entonces, es más dulce que amarga. SARA se fue, y esa chica no parece apurada por volver. Y ya que se habla de apuro, o de su falta, la Armada todavía tiene que licenciar el helidrón RUAS-160 de INVAP, Cicaré y Marinelli presentado en 2018, algo que tal vez suceda antes de las elecciones… o no. El RUAS un aparato que le daría a todas las corbetas MEKO 140 y las patrulleras OPV e incluso al rompehielos ARA Irízar algo que en general los marinos no tienen en cantidad y calidad necesarias: un helicóptero para poner en el hangar, con 2 horas de autonomía inicial y 150 km/h de techo. Incluso con una carga útil inicial puramente óptica y sin armas (cámara multiespectral, otra infrarroja y un apuntador láser), los RUAS pueden ser una solución en busca de problemas, que en el Mar Argentino los hay a patadas: 600 pesqueros piratas en temporada alta, y de yapa una falta de equipamiento para búsqueda y rescate, como se vio en 2017, cuando se perdió el submarino ARA San Juan. Y obviamente resuelven un compromiso internacional que aquí no se respeta por falta de equipamiento: la búsqueda y rescate. Al ser de palas contrarrotativas que cancelan entre sí todo «momento angular», el RUAS no necesita de rotor de cola para evitar girar como un trompo. Por ello es muy compacto y se pueden llevar varios a bordo de casi cualquier nave, aún sin hangar y con cubierta poco despejada. Se planifica hacer RUAS más cargueros y con más potencia al motor: combustible para vuelos de hasta 6 horas, la posibilidad de que algunos puedan estar radarizados y/o artillados, y operar de noche. Siempre refractarios al armamento argentino, ¿qué harán los almirantes en esta ocasión? Mientras no saben/no contestan, el Ejército al menos apunta a tener un dron de observación para dirigir su artillería pesada. Al fin un poco de realismo. Pero cuando uno ve la cantidad y variedad de drones que en este momento combaten en Ucrania, se da cuenta de que nos caímos del planeta. En materia de drones, hay alrededor de 50 países, con menos plata, menos urgencia y menos tradición industrial que la Argentina, pero con proyectos propios. Los robots aéreos de observación y/o combate son centenares, y muchos de ellos se mantienen secretos. Frente a los costos fabulosos de la aviación tripulada y justamente porque pueden hacer tareas a las que jamás mandarías a un humano, los drones kamikaze se han vuelto el futuro de la guerra terrestre. Mejor que no te falten, en un apuro.

(La conclusión está aquí)

Daniel E. Arias

SABIA-Mar: la nueva mision de la CONAE para vigilar el Mar Argentino

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La misión SABIA-MAR iba a ser binacional, con un satélite argentino y otro brasileño pero de la misma ingeniería básica. Luego -estas cosas nos suceden seguido con nuestro socio principal en el Mercosur- Brasil se echó atrás y la CONAE (Comisión Nacional de Actividades Espaciales) juntó coraje y se cargó toda la misión a espaldas. Con los atrasos inevitables de una agencia espacial que sólo una vez desarrolló dos satélites iguales entre sí, los SAOCOM, el SABIA-MAR es otro «FOAK» (First of a Kind, primero en su tipo) en la historia de la CONAE, que ya tiene siete satélites lanzados que funcionaron bien, uno astronómico (el SAC-B), y seis de ellos de observación terrestre. Si se tratara de una agencia con mayor presupuesto, el SABIA-MAR merecería ser dos, porque se dedicará a un asunto importante, de plata, industria y soberanía: el Mar Argentino. La información puede o no alterar las conductas de la Argentina, pero saber qué está haciendo uno y con qué consecuencias, nunca está de más. Las opciones son como manejar vendado por la Panamericana, que es más o menos lo que venimos haciendo. La Zona Económica Exclusiva (ZEE) del Mar Argentino mide algo más de un millón de km2, y está sometida a una sobrepesca brutal, tanto de barcos españoles como chinos, pertenecientes a empresas legales y con planta de procesamiento en tierra, o piratas sin permiso estacionados en la milla 201 durante el día. De noche los paratas apagan el traspondedor identificatorio e incursionan en la ZEE. Las pérdidas para la Argentina son calculadas por el perito en asuntos pesqueros, Augusto Lerena, en unos U$ 3000 millones/año. No es poco, pero se vuelven más del cuádruple si uno suma el valor agregado de fileteo y packaging perdido por los trabajadores pesqueros argentinos para poner el pescado en los anaqueles de los supermercados europeos y asiáticos. El SABIA-MAR no tiene la resolución óptica, la «tasa de revisita» (cantidad de tiempo entre pasadas sobre un mismo sitio) ni la misión de identificar barcos. Pero mide la productividad biológica del agua por la cantidad de clorofila del fitoplancton, formado por algas unicelulares o el menos muy chicas, y al detectar fotosíntesis, puede predecir adonde estarán los peces y por extensión, también donde estarán los pescadores, los legales y los otros. Si tuviéramos varios SABIA-MAR la tasa de revisita bajaría tanto que podríamos tener casi detección en tiempo real. En realidad, el desafío es hacer el primero y que funcione. Luego, se ve cómo miniaturizarlo y clonarlo. Por sus objetivos y tecnología, éste satélite puede ser exportable de dos maneras: vendiendo imágenes, o vendiendo misiones, ya sea satélites enteros «llave en mano» o asociaciones de usuarios de una flota («constelación», dicen los del rubro) perteneciente a la CONAE. Volviendo al árido presente, la Argentina optó por dejarse saquear por quien sea desde que perdió la Guerra de Malvinas: el SABIA-MAR probablemente no altere este trauma y esta servidumbre política y diplomática, ya extendida en la Cancillería, los dos grandes partidos políticos y las provincias costeras, y cronificada en todos los organismos de control y en la propia justicia federal. Pero el día que pinte un gobierno nacional con ambición de controlar sus espacios de soberanía marina, la información del SABIA-MAR le puede simplificar mucho la tarea. Si pinta alguno. Otro tema en el que el país viene a contramano y a ciegas por la Panamericana es la descarga de efluentes cloacales crudos por parte de las municipalidades costeras. Grande y despoblada como es la costa atlántica argentina, debería estar libre de eventos adversos. Pero la concentración de nitratos y fosfatos cloacales combinada con las altas temperaturas del agua durante el verano causan fenómenos que hace veinte o treinta años eran impensables. Hay más habitantes, en verano se multiplican mucho, y el cambio climático no ayuda. Los eventos adversos son las mareas rojas, en las que el mar se pone rojo o amarronado por floraciones de dinoflagelados neurotóxicos, a veces con visible mortandad de peces y de mamíferos marinos en la costa. Comer moluscos filtradores de agua, como los bivalbos, cosechados durante una marea roja, te puede llevar de cabeza al hospital con síntomas neurológicos. Bañarte te puede desencadenar una picazón perdurable pese a las pomadas con antihistamínicos que te vas a comprar de apuro. Y si sos un poco alérgico, el baile puede ser más movido. Hay otro problema más «light» pero que causa pérdidas por turismo que se escapa y desiste de volver: las floraciones de «tapiocas», medusas diminutas, de 1 centímetro de diámetro, pero de picadura muy urticante y duradera: sabe alargarse hasta una semana. Son tan chiquitas que se quedan atrapadas bajo la malla, preferentemente en pliegues de la piel como el que se forma bajo los senos o el inguinal, e imaginate lo que sigue. Los científicos las llaman Liriope tetraphila, los turistas les dan nombre menos publicables, y se han vuelto una peste veraniega recurrente en las playas bonaerenses, incluso las más australes. Nuevamente, el SABIA-MAR no obliga a ningún intendente o gobernador a construir plantas de tratamiento de aguas residuales, pero al medir la coloración del mar, permite medir y quizás predecir estos fenómenos. Cuando la información circula, tiene base científica y eso implica vacaciones perdidas o visitantes que no regresan, alguien queda mal parado. Desisto de ver capitanes españoles o asiáticos presos, artes de pesca (valen más que los barcos) decomisadas por la justicia. Desisto de asistir al renacimiento de las empresas pesqueras argentinas, que entre los ochenta y los noventa perdimos casi todas, y eran históricas y familiares, fundadas por los fundadores mismos de Mar del Plata. Eran apellidos italianos que uno veía en latas en todos los supermercados del país. Era trabajo argentino. Desisto de ver a intendentes enjuiciados por hoteleros debido a mareas rojas o por floración de tapiocas. Pero el SABIA-MAR nos pone un poco menos lejos de ese escenario, y de tolerar tanto abuso de propios y ajenos con esa resignación de perro apaleado. Este satélite va a ser como mirarse en el espejo. No va a alcanzar con peinarse para no parecer pelado. En suma, me parece excelente que la Argentina se haya obstinado en continuar esta misión. Si la CONAE tuviera el presupuesto que merece, dos satélites darían mucha mayor continuidad temporal a la información. Pero a la larga necesitamos muchos, más chicos y livianos, idénticos entre sí y volando en flota para bajar costos y tener «tiempo real». De vivir en un país que apuesta más a la ciencia y la tecnología, esta misión, formulada en 2012, habría terminado revisión técnica en 2014, no en 2023, y el primer SABIA-MAR habría volado en 2016, agotado su vida útil el año pasado, y estaría siendo reemplazado por dos o tres camionadas de «cubesats», microsatélites que caben en una cartera de dama. Pero nada es perfecto, y aquí estamos. Esto recién empieza. Amigos brasucas, Uds. se la pierden. Más detalles, en el artículo que sigue. Daniel E. Arias

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Lento pero seguro, como un verdadero trabajo de hormiga que se sabe que va a llegar a buen puerto, avanza el proyecto de SABIA-Mar, el satélite que tendrá como objetivo principal estudiar en detalle el océano y sus costas a nivel regional y global. Recientemente, el trabajo dio otro paso significativo: se terminó la revisión crítica de diseño, que permitirá avanzar, en poco tiempo, en la fase de construcción. SABIA-Mar (las siglas de Satélite de Aplicaciones Basadas en la Información Ambiental del Mar) tuvo su puntapié inicial allá por 2018. Con su puesta en órbita, prevista para 2025, se espera obtener información valiosa sobre la productividad primaria del mar, los ecosistemas marinos, el ciclo del carbono, la dinámica de las aguas costeras, el manejo de recursos pesqueros y la calidad del agua en costas y estuarios. La revisión crítica de diseño, concluida poco tiempo atrás, es una etapa crucial en todo el proyecto. Así lo explica Carolina Tauro, investigadora principal del equipo de ciencia del satélite: “Intervienen expertos externos a la misión, tanto nacionales como internacionales, quienes hacen una revisión general de cómo se está llevando adelante el proyecto, con un enfoque multidisciplinar. Es, sin dudas, un hito en el desarrollo”. Para Tauro, obtener la visión de expertos para abordar distintos problemas es enriquecedor. “Recibir las observaciones e intercambios de referentes en diversas áreas es una experiencia muy productiva, sobre todo porque estas nuevas perspectivas te pueden dar otro punto de vista. Además, la valoración que hicieron de todo lo hecho hasta ahora fue muy positiva”, asegura, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM. Con un peso estimado de 700 kilogramos y con una envergadura de 9 metros midiendo de punta a punta el satélite con los paneles solares desplegados, el SABIA se desarrolla en el seno del Plan Nacional Espacial de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), con participación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Se construye, como todos los satélites de la CONAE, en las sala de integración de INVAP en Bariloche, que ya lleva construidos los satélites SAC-B, SAC-A, SAC-C y SAC-D de observación de la tierra en banda óptica y de infrarrojo, y los mucho más audaces SAOCOM 1A y 1B, también de observación pero con radar en banda L, únicos en el mundo por las dificultades técnicas de tamaño y potencia requerida por sus antenas. Sólo Japón tiene un satélite similar. INVAP también construyó los ARSAT 1 y 2, geoestacionarios de telecomunicaciones, y no sólo construye sino que pone parte del diseño. Hay varios proveedores importantes en el nuevo SABIA-MAR: IMER, Ascentio, VENG, entre otras. Los principales sensores del SABIA son las cámaras para medir el color del mar, otra cámara pancromática de alta sensibilidad, un sistema de recolección de datos de estaciones en tierra y un receptor del sistema de navegación satelital GNSS.

Un diálogo de saberes, una multiplicidad de destinatarios

Cuenta Tauro que todo el proyecto de SABIA-Mar está formado por profesionales de distintas formaciones, lo que obliga a formular la tecnología de modo interdisciplinario. “Sería imposible pensar algo así desde un solo punto de vista, por lo que el continuo diálogo es desafiante y, al mismo tiempo, enriquecedor”, sostiene. Tauro es investigadora principal y, junto al co-investigador del proyecto, Martín Labanda, lideran el equipo de Ciencia, que incluye a expertos y expertas de la física, la ingeniería, la matemática y ciencias de la computación, entre otras. “Este grupo heterogéneo es el que realiza y hace las pruebas del aspecto científico, como el desarrollo de los posibles usos de los datos que recabará el satélite, simulaciones antes del lanzamiento y la generación de algoritmos, entre muchas otras tareas”, expresa la doctora en Física.
“Sería imposible pensar algo así desde un solo punto de vista, por lo que el continuo diálogo es desafiante y, al mismo tiempo, enriquecedor”, sostiene Carolina Tauro, doctora en Física e investigadora principal del equipo de ciencia del satélite. Fuente imagen: Prensa CONAE.
Y todo ese trabajo… ¿para quién? “Serán múltiples los usuarios que van a disponer de los datos e información que reúna este satélite- enumera Tauro-. En principio, el sistema de ciencia y tecnología nacional, más otros organismos regionales e internacionales. Esto incluye tanto al CONICET como a institutos especializados en el estudio del mar o del agua, como el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), o el Instituto Nacional del Agua (INA)”. A eso le suma el Servicio de Hidrografía Naval y el Instituto Antártico Argentino, ya que SABIA-MAR también generará información de cuerpos de aguas interiores; programas interministeriales, como Pampa Azul; la Armada y Prefectura Nacional, para función de soporte en tareas de vigilancia; y diversos actores sociales regionales, cuya economía regional se basa, por ejemplo, en la actividad pesquera. “Vamos a poder contribuir al manejo de la pesquería y la acuicultura desde varios lugares. Por ejemplo, alertando sobre la posibilidad de que se produzca un boom de algas nocivas, las conocidas como mareas rojas, que es un evento de crecimiento desmedido de ciertas algas  que pueden afectar la calidad del agua y, por ende, a la producción y a la salud humana. También se puede monitorear calidad del agua en las costas. Todo eso hace al hábitat marino, por lo que te permite hacer estudios de tipo ecológicos, como así también para dar soporte a las actividades productivas y de turismo”, detalló la investigadora. Para Tauro, hay pilares que sostienen proyectos tan complejos y ambiciosos como este. Uno es la visión a largo plazo. “Sin dudas, mantener la continuidad es fundamental en este tipo de trabajos, es muy valioso que se pueda mantener la misma política con el correr de los años porque este tipo de desarrollos es fundamental, a nivel nacional”, subraya. La otra cuestión es que, al aprendizaje continuo que se tiene en el camino sobre cuestiones satelitales, marítimas y socioeconómicas costeras, se le suman preguntas de origen que funcionan de brújula y espíritu a todo el trabajo. “Es importante tomar conciencia sobre para qué van a servir los datos del satélite y quiénes harán uso de los mismos, cómo todos los actores en los que estamos pensando van a poder acceder fácilmente a la información. Porque, de hecho, no todos los usuarios van a ser científicos. Proyectos como este implican y fortalecen la soberanía”, concluye.

«La alta inflación afecta menos a la economia Argentina que sus debilidades estructurales»

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Ha-Joon Chang ya volvió a la tranquilidad de la Universidad de Cambridge, fundada en 1209, en una ciudad de 100.000 habitantes, de los cuales un quinto son estudiantes, a dos horas de Londres. Dejó atrás varias semanas por la Argentina, desde Buenos Aires hasta Resistencia, invitado a una serie de encuentros con políticos y académicos organizados por el Consejo Federal de Inversiones y el centro de investigación Fundar, que creó y preside el empresario Sebastián Ceria.

Chang es un economista surcoreano, de los más destacados en la corriente heterodoxa, autor de best-sellers como ‘Retirar la escalera. La estrategia de desarrollo en perspectiva histórica’, que cuenta cómo los países ricos usaron una receta para enriquecerse, pero les recomiendan otra a los demás; ‘¿Qué fue del buen samaritano? Naciones ricas, políticas pobres’, el deslumbrante ’23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo’ y ‘Economía para el 99% de la población’.

-¿Qué opinión se llevó sobre la situación económica de la Argentina, con un crecimiento demorado por la alta inflación y la sequía, y un gran potencial en sectores como gas, litio o alimentos?

-A corto plazo, los problemas económicos de alta inflación y crecimiento lento son un problema menor que las debilidades estructurales a largo plazo de la economía argentina. De una forma u otra, comenzarás a estabilizar la situación macroeconómica, es decir, renegociarás con el FMI, obtendrás más dinero de los chinos, venderá petróleo de Vaca Muerta, cuando termine la sequía en la agricultura, las exportaciones volverán a aumentar. Realmente es el largo plazo lo que me preocupa. En 2001/2002 tuviste mucha crisis, reiniciaste la economía y desde 2004 hasta 2010/11, pudiste crecer decentemente, generaste suficiente exportación para ayudar al superávit en cuenta corriente. Pero desafortunadamente, eso no ha sido traducido a la inversión, al crecimiento de la productividad, a una mayor capacidad de exportación. Básicamente has desperdiciado esa oportunidad de poner la economía en un camino diferente.

Esta vez, de nuevo, ya sea a través de una terapia de shock o un pacto social, tomando prestado de los chinos o lo que sea, aunque resuelvas los problemas macroeconómicos, a menos que inviertas, a menos que eleves tu productividad, a menos que aumentes tu capacidad económica para exportar, vas a tener una repetición de este problema de nuevo cinco años después, siete años después. Puedo mostrarte algunos cuadros con cifras muy preocupantes entre 2004 y 21: Argentina ha estado invirtiendo solo el 16% del PBI. El promedio de los países de renta media alta, a los que pertenece Argentina, es del 31%. Puede que la cifra está distorsionada por China, que tiene una inversión extremadamente alta, entonces compáralo con los países de ingresos medios bajos: están invirtiendo el 27%.

Incluso países de altos ingresos que no necesitan tanta inversión como Argentina están invirtiendo el 22%. El único consuelo es que tienes dos amigos en el mismo barrio: Brasil y Sudáfrica. ¿Cómo espera que su economía crezca de manera sostenible, respondiendo a todos los nuevos desafíos? Otra cifra preocupante es la cifra de investigación y desarrollo (I+D). Hay muchas cosas que están mal en Corea del Sur, pero al menos en términos de desarrollo productivo lo está haciendo muy bien: están invirtiendo el 4,6% del PBI en I+D. La Argentina, solo el 0,5%. La Argentina realmente necesita algún tipo de paquete social y un plan de desarrollo industrial a largo plazo que permitirá al país mejorar constantemente su estructura económica. A menos que controles la tecnología, a menos que controles cómo se organiza la industria, siempre serás víctima de otro.

-Como en el caso del litio…

-En este momento, Chile, Bolivia y la Argentina están muy contentos porque tienen litio, que se supone que es el futuro con las baterías de automóviles. Lo siento, pero hace unos días vi este artículo que decía que los chinos han desarrollado tecnologías muy creíbles usando sodio en lugar de litio para las baterías de los automóviles. Sal de sodio puedes conseguirla en cualquier lugar. Cuando eso suceda, tu litio no será tan valioso. Así que necesitas encontrar una manera de mejorar tu economía de manera sostenible. En un país pobre con un ingreso per cápita de 3.000 dólares el 20% de las personas va a la universidad. Ustedes son un país donde casi todos van a la universidad, han sido reconocido internacionalmente en investigación, ciencia e ingeniería, tienes unos pocos sectores donde está logrando estándares internacionales como automotriz y de turbinas eólicas, pero de alguna manera no pueden convertir esas capacidades en un modelo económico que sea capaz de generar a largo plazo crecimiento sobre la base del aumento continuo de las capacidades productivas que aumentan la productividad y la innovación.

Esa es la verdadera preocupación, porque la inflación es solo un síntoma de este problema más profundo. La inflación es una forma muy cómoda y perezosa de resolver el conflicto distributivo subyacente. A menudo lo comparo con una sala de cine donde algunas personas comenzaron a ponerse de pie. Tal vez en algunos casos sus sillas están rotas. Pero algunas personas pueden ser simplemente egoístas y quieren tener una mejor vista. Una vez que algunas personas se ponen de pie, luego otras también tienen que ponerse de pie. El resultado es que todos siguen teniendo la misma vista, pero todos se sienten más incómodos. Algunas personas no solo se quedan de pie sino que pueden traer la escalera y luego la situación se sale de control. Quien tenga algún poder para manipular sus precios y salarios más que otras personas lo hará. Cuando eso sucede, comienza esta dinámica macroeconómica muy peligrosa de alta inflación. De alguna manera necesitas hacer un plan a largo plazo para desarrollo productivo. La estabilización macroeconómica es necesaria, pero no suficiente.Y a tuviste eso muchas veces eso a lo largo de los años.

-¿Cómo puede la Argentina reducir este problema de inflación? Porque algunos líderes de la oposición están sugiriendo un fuerte ajuste fiscal y otros, la dolarización…

-La dolarización es una idea loca. Sé que hay algunos países que se han dolarizado como Ecuador, pero esta es una muy mala idea porque significa que dejes que los estadounidenses manejen tu política macroeconómica sin tener el beneficio de ser parte de los Estados Unidos. Por ejemplo, hay una recesión en la Argentina y hay un auge económico en los EE. UU., el gobierno de los EE. UU. decide frenar el auge debido a la presión inflacionaria y, cuando hagan eso, la Argentina irá a una recesión más profunda porque los estadounidenses restringirán su oferta monetaria. Por el contrario, la Argentina podría estar en la situación inflacionaria, pero el gobierno de los EE. UU. decide liberar más dólares porque quiere lidiar con la recesión y pondrá aún más presión inflacionaria sobre la Argentina. A menos que tu ciclo económico esté completamente sincronizado con el de los Estados Unidos, básicamente comenzarás a tener situaciones contra tu interés.

Si adoptas el dólar una vez, será muy difícil volver atrás. Para controlar esa inflación vas a renunciar a toda la independencia macroeconómica. Si quieres hacer eso, ¿de qué sirvió independizarse de España? Esto es ofrecerse como voluntario para ser una colonia sin tener al menos algunos beneficios de ser parte de ese país más grande. Así que esa idea es una mala idea. En cuanto a la terapia de shock de reducción fiscal, es algo en lo que puedes pensar, es un medio legítimo, pero déjame volver al ejemplo del cine. Es como tratar de hacer que todos se sienten y tú estás tirando una especie de pequeña bomba con descarga sónica para derribar a todos. El susto hace que todos se sienten, pero has dañado a la gente. Sabes que podrías matar a algunas personas. Si puedes evitarlo, la terapia de shock no debería usarse.

Sería mejor tener algún tipo de pacto social que asegure que todos se contengan el uso de la capacidad de aumentar sus precios, ya sea el precio de un producto o los salarios. De esa manera, puedes calmar la situación sin tener que usar una terapia de shock, que calmará la situación pero con muchas consecuencias negativas. No sé si la Argentina tiene esa democracia lo suficientemente madura como para llegar a algún tipo de pacto político. No entiendo por qué la gente descartar inmediatamente esa posibilidad y piensa en la terapia de shock o la dolarización. Realmente espero que trabajen para encontrar una manera de hacer este ajuste sin terapia de shock.

-¿No debería haber ningún ajuste?

-Al decir que no debes usar la terapia de shock, no estoy en contra del ajuste fiscal o la devaluación de ninguna medida. Lo que digo es que tienes que hacerlo, en primer lugar usa todas las medidas posibles. Si devalúas, aumenta tu exportación, pero también significa que no puedes importar cosas. Si la importación reducida es, por ejemplo, unas vacaciones en Miami o las carteras de Gucci, podría estar bien, pero si esto también significa que tu sector productivo no podrá importar repuestos de máquinas o el licenciamiento de tecnología, dañará tu capacidad a largo plazo para invertir y crecer. Así que tienes que hacer algo para compensar eso. Y para eso, necesitas algún tipo de plan a largo plazo que podría designar algunos sectores como biotecnología o inteligencia artificial como prioritarios. Es posible que dejes alguna concesión a estos sectores para importar las máquinas y las tecnologías a un precio más bajo, ya sea a través de subsidios o algún tipo de medida regulatoria. Un recorte fiscal puede ser necesario, pero también tienes que priorizar. Quiero decir, ¿vas a gastar dinero en construir y mejorar la infraestructura o vas a gastar dinero en comprar otro submarino para la Armada? De lo contrario, estás desperdiciando una vez más el espacio creado para un mejor camino de crecimiento. No estoy en contra de una medida sola, pero no deberías confiar en una sola medida. Si creo que es necesaria cierta devaluación, no puedes confiar completamente en la devaluación. Juzga cuidadosamente cuánto debes devaluar.

-¿Qué debe hacer la Argentina y el resto de América Latina para dejar de ser países de renta media y pasar al desarrollo? ¿Únicamente con recursos naturales o qué?

-Recursos naturales, si los tienes… Corea del Sur tuvo que explotar muy severamente a sus trabajadores en las décadas de 1960 y 1970 porque no teníamos nada más que vender. Así que básicamente tuvimos que vender mano de obra barata, los juguetes para los grandes almacenes estadounidenses, hacer camisetas, hacer pelucas con cabello humano. Pero lo importante fue que el país siguió reinvirtiendo el dinero que ganaba, especialmente las divisas, para crear constantemente mejores industrias y luego pases a la electrónica simple, madera contrachapada, luego te muevas al extremo inferior de la construcción naval, de automóviles, y luego pasas al extremo superior, la electrónica, los semiconductores. Así es como tienes que hacerlo. Si tienes una buena base de recursos naturales, ¿por qué no usarlos?

Pero ya sabes el problema con eso. Muchos países latinoamericanos que han estado bien en la mejora tecnológica y las industrias basadas en recursos naturales, pero no lo suficiente. Están haciendo lo mismo que han estado haciendo. Estás usando drones para controlar los cárteles y estás usando mejor los químicos para el trigo o lo que sea, pero no ha habido actualización tecnológica fundamental. Un hecho muy interesante que la mayoría de la gente no sabe es que en términos de valor de exportación agrícola, no por cantidad, el número uno es EE. UU., pero el número dos es Países Bajos, país con sólo 16 millones de habitantes, una de las densidades de población más altas del mundo, apenas hay tierra para la agricultura, pero tienen agricultura industrializada. Cultivan cosas en invernadero, en camas de agua, en la misma cantidad de tierra puedes apilar cuatro, seis capas de plantas. En el invernadero puedes cultivar cosas todo el año. Puedes controlar la alimentación con las computadoras, usas químicos agrícolas de alta calidad.

Los minerales que tienes, en lugar de solo extraerlos y enviarlos a China, Corea y Europa, debes procesar algunos. Chile es el mayor productor de cobre del mundo, pero ni siquiera produce muchos cables de cobre ni placas de cobre, por no hablar de productos electrónicos más sofisticados que están usando cobre. El sector manufacturero es la fuente del crecimiento de la productividad, ahí es donde se realiza la mayor parte de la investigación y el desarrollo. Incluso en los EE. UU. y Reino Unido, donde la fabricación en estos días representa solo alrededor del 10 % del PBI, el 60 o 70 % de la investigación y el desarrollo es realizado en el sector manufacturero. En países como Alemania y Corea, donde la fabricación es más grande y fuerte, del 80 al 90% de la investigación y el desarrollo se realiza en la fabricación. Entonces, incluso mientras usas recursos naturales inicialmente, las divisas las usas en la mejora industrial, incluso mientras están mejorando los sectores agrícolas y mineros.

Tienes que desarrollar los sectores manufactureros utilizando tecnologías superiores si quieres salir de esta llamada trampa de ingresos medios. Corea escapó de ella, Singapur escapó de ella, Taiwán escapó de ella, en estos días Malasia podría escapar porque estos muchachos han usado mejores políticas industriales para mejorar sus economías. La razón por la cual países como Argentina, Brasil, Chile, Sudáfrica, están atrapados en la llamada trampa del ingreso medio es que están atrapados en la trampa neoliberal.

-Algunos economistas aquí dicen que la industria es parte del pasado, que tenemos que ir a la economía del conocimiento, que es más importante hacer el software y ya no más hacer el hardware. ¿Qué dice usted al respecto?

-Primero de todo, lo empírico: no es cierto. A escala mundial, la industria es tan importante como siempre. Gran parte se ha redistribuido principalmente a China y otros países asiáticos. El empleo en la manufactura a escala mundial ha estado alrededor del 20 % durante los últimos 40 o 50 años. Muchos países han experimentado la desindustrialización, pero no es porque la industria haya desaparecido. Sigue siendo necesaria. Pero algunas personas afirman que la mayor parte del valor agregado están en todos los servicios relacionados con la fabricación, en lugar de la fabricación en sí. Pero esto se basa en el gran malentendido de cómo ocurre el crecimiento de la productividad.

Los llamados sectores de conocimiento de alto valor agregado siempre han existido. Es solo que fueron hechos por las propias empresas de fabricación. Ahora están subcontratando esto, están transformando su división de diseño o de investigación en compañías independientes. Hay una ilusión óptica de que ahora sabes cosas como la consultoría y la ingeniería de diseño, pero son actividades que siempre se han hecho. Además, estas empresas no venden a consumidores comunes. Sus principales clientes son en realidad empresas manufactureras. Los países que tienen una fabricación sólida también desarrollaron estos servicios de alta gama con más éxito. El mejor ejemplo es Singapur. La gente piensa que países como Suiza y Singapur se han desarrollado sobre la base de los servicios, pero en realidad son los primeros y los segundos países más industrializados en el promedio mundial medido por el valor agregado manufacturero per cápita. Las empresas de servicios de alta gama en esos países están allí sólo porque su fabricación es sólida. Hay empresas que están escribiendo software para robots mineros y están ubicadas en los países con un fuerte sector minero como Canadá y Australia.

Esta idea de que la fabricación es la actividad del pasado muy equivocada. Los servicios son mucho menos comerciables. Si tu economía se vuelve demasiado dependiente de servicios, creará problemas con tu balanza comercial. Para la Argentina, conseguir la balanza comercial correcta es imperativo. Y al tratar de confiar en estos servicios, tendrá un problema. Además los servicios de gama alta en realidad son, en términos relativos, bastante pequeños. Gran Bretaña es uno de los países más avanzados en estos servicios de alto nivel, en gran parte debido a las finanzas, pero también a los servicios de consultoría, diseño, ingeniería, etc., pero no ha podido compensar el déficit comercial que tiene en la manufactura con el superávit comercial en los servicios. De alguna manera continúa sin tener una crisis monetaria porque es una economía relativamente rica. Pero el déficit de cuenta corriente es 6 o 7% del PBI con mucha frecuencia. El sector de servicios simplemente no es capaz de llenar el vacío. Hacer funcionar tu economía con estas cosas básicamente es estar soñando.

-¿Corea del Sur es un ejemplo para países como la Argentina, o es tan diferente su idiosincrasia que tenemos que buscar otros modelos?

-Todos los países son idiosincrásicos, pero siempre puedes aprender algo de todos los países, por muy diferentes que sean a ti. Habrá algunos problemas comunes y, a veces, realmente aprendes más de países que son diferentes que de países que son demasiado similares. Pero no creo en los modelos. Trato de llamarlos economías de referencia. Hay economías que tienen condiciones similares contigo, ya sea económica o políticamente, lo que te da una comparación más inmediata con tu caso. Llamarlos modelos da la impresión equivocada de que de alguna manera tienes que imitarlos.

Las mejores economías de referencia para la Argentina serán los países ricos en recursos naturales como Estados Unidos, Canadá, los países escandinavos, que inicialmente se desarrollaron sobre la base de los recursos naturales, pero luego desarrollaron las capacidades de fabricación y entraron en industrias muy sofisticadas. Finlandia dependía mucho de la silvicultura. Nokia es un gran ejemplo que comenzó como una empresa maderera y luego pasó a la fabricación de papel, luego comenzó a hacer las botas de goma para los leñadores, luego usaron el conocimiento de la goma y tecnología de caucho para comenzar con los cables eléctricos, y luego usan eso para entrar en las centrales telefónicas mecánicas que se ven en películas antiguas. Y luego usan esa tecnología para ingresar a la electrónica. Lo interesante es que Nokia Electronics no obtuvo un solo centavo de ganancia durante 17 años, por lo que tuvo que ser subsidiado por la empresa maderera, la de caucho, pero a través de este camino Finlandia se convirtió en una de las economías de más alta tecnología del mundo. Ese es el tipo de camino que quieres ver para la Argentina. De manera similar, Canadá.

Inicialmente se trataba de recursos naturales. En el siglo XIX, dos tercios de las exportaciones de los Estados Unidos eran algodón y tabaco. Por supuesto que tenían la competitividad internacional porque usaban los esclavos negros. Era una economía tan dependiente de los recursos naturales, pero siguió desarrollando industrias manufactureras para convertirse en el tipo de economía industrial más exitosa en la historia humana. Necesitas mirar esos países para aprender lecciones. Hay algunas cosas que nunca puedes replicar. No puedes traer de vuelta la esclavitud. Hay algunas cosas difíciles de replicar por razones económicas y políticas. Es difícil replicar un país tan grande con dominio militar. Así que olvídense de EE. UU., pero Canadá y Escandinavia deberían ser sus economías de referencia.

-Por último, ¿qué le preocupa de la economía mundial actual y qué soluciones propone a esos problemas?

-Los problemas actuales tienen sus raíces en la crisis financiera de 2008. El sistema financiero excesivamente desregulado que también creó la crisis de la Argentina en 2001 y la crisis financiera mundial en 2008 no ha sido debidamente resuelto. Cuando tuvieron la Gran Depresión en 1929, los estadounidenses implementaron una gran variedad de reformas. El llamado New Deal no se trataba solo de que el gobierno construyera represas. Se trataba de una reforma institucional. Así que introdujeron la ley Glass-Steagall, que separó la banca de inversión de la banca comercial, que desafortunadamente fue abolida en 1999. Y crearon una Comisión de Bolsa de Valores para regular el mercado de valores. Establecieron la Corporación Federal de Seguros de Depósitos para proporcionar ese seguro de depósitos a los ahorristas para estabilizar la banca.

Pero después de 2008, ¿qué han hecho? Lo único que se me ocurre es aumentar el requisito de capital para los bancos. Así que, sin la reforma fundamental, nada estaba cambiando realmente. Básicamente tenían que mantener vivo el sistema, pero primero reduciendo la tasa de interés a cero. Pero incluso entonces la economía no se recuperó. Entonces comenzaron a hacer esta flexibilización cuantitativa, que era básicamente crear electrónicamente grandes cantidades de dinero para dar a los bancos. Lo ridículo fue que este dinero ni siquiera se entregó a empresas productivas y consumidores. Entonces, ¿qué hacen los bancos? Crean una enorme inflación de precios de los activos en las bolsas de valores, los mercado de bonos, de bienes raíces. La prueba del absurdo de esta política se mostró durante la pandemia. En el punto álgido de la pandemia, la economía de EE. UU., la de Reino Unido, se estaban reduciendo a una tasa de diez, 12% por año. En un mundo cuerdo eso hubiera significado el desplome de la bolsa de valores y del mercado inmobiliario. Y no.

El mercado de valores en estos dos países estaba alcanzando récords cada semana. Así que ahora la economía financiera está completamente separada de la economía real. Mientras millones de personas perdían sus trabajos y la economía se contraía un 10%, el mercado de valores dijo que no, en realidad nuestra economía está en el mejor momento de la historia. La política monetaria ha creado estas enormes burbujas de activos que estaban bien mientras la tasa de interés aún era del 0% y los manuales de flexibilización cuantitativa estaban flotando, pero con la pandemia hubo una interrupción en la cadena de suministro global, con la guerra en Ucrania los precios de la nafta y de los alimentos subieron.

Cuando la inflación parte de estos factores del lado de la oferta, aumentar la tasa no es una solución fundamental. Pero tuvieron que hacerlo porque no hay otra forma de bajar la inflación. Y ahora que la tasa se disparó repentinamente del 0,30% al 5%, 6%, muchos de los activos se están convirtiendo en malos activos porque en los viejos tiempos se podía pedir dinero prestado al 1% o 2%, que significa 0% en la tasa del banco central. Lo que significa que si su activo le está dando 2% o 3 % de rendimiento, está bien. Ahora que nuestra tasa de interés es de hasta 5 o 6%, de repente tu activo tiene que generar 7 u 8%. Lo aterrador es que no sabes dónde están estos activos. El famoso banco de Silicon Valley, que quebró a principios de este año, no estaba invirtiendo en productos riesgosos como CDO (obligación de deuda colateral) y CDS (credit default swap). Como en la crisis de 2008, simplemente fueron a comprar demasiados bonos del gobierno estadounidense. Cuando la tasa de interés subió muy rápidamente a un nivel mucho más alto, los precios de los bonos colapsaron. Haber invertido en uno de los activos más seguros del mundo, el bono del Tesoro de EE. UU., y quebrar…

Así que no sé qué va a pasar el próximo año o dos. Podríamos tener una crisis financiera. Tal vez sigamos con un poco de suerte escapando de eso, porque no todos los bancos o no todos los proyectos inmobiliarios comerciales van mal al mismo tiempo. ¿Pero quién sabe? Así que creo que estamos en una situación muy peligrosa…

-Y además las tensiones entre Estados Unidos, China y Rusia, la crisis climática…

-Hay muchas tensiones globales que están creando problemas. La guerra en Ucrania, la fricción entre China y Estados Unidos. Pero creo que el conflicto entre China y Estados Unidos no es la Guerra Fría versión II, como algunas personas creen. En la primera Guerra Fría entre los EE. UU. y la Unión Soviética, estas dos economías estaban completamente separadas. Ni siquiera comerciaban mucho entre ellos. Pero ahora China y EE. UU. son como los gemelos siameses unidos por la cadera porque, sin los bienes de consumo baratos de China, la economía de EE. UU. no puede sostenerse.

Los chinos poseen el 13% de los bonos del Tesoro de EE. UU. Si bien hay conflicto con los semiconductores de uso militar y otras áreas, no creo que hayan intención de destruirse entre sí. Pero que los dos mejores economías del mundo tengan estos conflictos y fricciones no es bueno. Así que el mundo se está volviendo más inestable. Y finalmente tenemos el desafío de la crisis climática. ¿Sabes cómo vamos a lidiar con esto? Es ese el gran desafío. Esto nos obligará a reinventar el sistema energético, reformar las ciudades porque necesitas mejorar el transporte público. Necesitas concentrar más a la gente. A los europeos les resulta muy fácil criticar a los estadounidenses por conducir demasiado.

Pero les digo: “Mira, no seas tan presumido porque podrías estar muy orgulloso de ti mismo por andar en bicicleta 20 millas todos los días para ir al trabajo, pero, ¿puedes hacer eso si eres un estadounidense atrapado en un suburbio de Florida o Texas? ¿Vas a poder andar en bicicleta 170 millas por día? De esa forma básicamente estarás viviendo en la carretera. Va a llevar mucho tiempo, pero concentrar más a la gente para que haya menos necesidad de conducir es lo que necesitamos. Hay que desarrollar tecnologías para mejores las baterías, necesitamos encontrar formas de fabricar acero sin usar carbón. Necesitamos mucho nuevas tecnologías. Estos desafíos cambiarán fundamentalmente la forma en que organizamos nuestra economía y los países en desarrollo tendrán que hacerlo.

Súmate cuanto antes a este nuevo paradigma tecnológico, porque de lo contrario acabarás convirtiéndote en los proveedores del próximo petróleo llamado energía renovable. En este país del sur de África, Namibia, que tiene el famoso desierto de Kalahari, los alemanes tienen han realizado inversiones masivas en granjas solares con las que planean producir hidrógeno. Si no hace nada, Namibia básicamente generará energía solar y la convertirá en hidrógeno y la exportará a Alemania, Corea o donde sea. ¿Cuál es la diferencia entre eso y simplemente extraer petróleo y venderlo a esos países? Entonces, sí, tenemos muchos desafíos por delante. Lo peor que puede pasar es que la gente ni siquiera se dé cuenta de que está ocurriendo esta crisis subyacente.