El mundo -y la Argentina- sin vacunas

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En la Argentina no deberían faltar vacunas, pero súbitamente, faltan. Hace un mes, teníamos reservadas 22,4 millones de dosis de “la Oxford” (la de AstraZeneca), de la cual somos productores para toda América Latina menos Brasil, y 20 millones más de la Sputnik V, la del Instituto Gamaleya de Rusia. Estaban asegurados los pinchazos 1 y 2 para veinte palos de compatriotas, y eso antes de empezar el otoño. Y a sumar (pero no mucho), ese cheque sin fecha que es el fondo Covax, de las Naciones Unidas, con 9 millones de vacunas para nosotros que no existen, pero cuando existan, serán mayormente las de Oxford, porque tiene más fabricantes (son 30). Esa fue la estrategia de la Argentina: se aseguró la Oxford y la Sputnik cuando no despeinaban a nadie. Hoy -para nuestro mal- son las dos vacunas más demandadas del mundo. El plan de adquisición para terminar 2021 con al menos 51 millones de dosis comprendía también conversaciones con Pfizer, cuya fórmula, por costo, por distribución a temperatura criogénica y por pretensiones de los abogados de la empresa, se da de palos con la geografía, la economía e incluso la constitución argentina. Y también hay negociaciones con Johnson y Johnson, con Butantán Sinovac, con Sinopharm, e incluso con Moderna. Pero chamuyos no son vacunas. Faltan vacunas. Queremos vacunas. Blanco sobre negro, sólo con la Oxford y la Sputnik ya nos preparábamos para inmunizar a los laburantes esenciales, los de la salud a la cabeza, y a la población de riesgo por exceso de años o de enfermedades crónicas, y de paso, a los docentes. Eso último, para retomar las clases en otoño sin dejar huérfanos a los alumnos. Éramos los mejores de la región en estrategia vacunatoria. Pero en dos o tres semanas se nos cayó la estantería. ¿Qué nos pasó? El mundo por arriba, nos pasó En Manaos, Brasil, cunde la segunda ola aún en verano, y la gente se muere ya no por falta de respiradores sino de oxígeno licuado medicinal Y el mundo está pesado. Hasta anteayer, Alemania agravaba los problemas de licenciamiento de AstraZeneca en la UE al considerar que su vacuna, “la Oxford”, no sirve en los mayores de 64. Desde ayer, según Alemania y toda la UE, -lo que puede la desesperación- sí sirve. La European Medicine Agency (EMA) la autorizó en sus 27 estados miembro. Lo que siguen sin tener es la vacuna. Para ser sinceros y respecto de la Tercera Edad, ninguna de las 9 fórmulas que en noviembre se candidateaban a licenciar rápido con la FDA y EMA (la primera es la agencia regulatorias de EEUU) tiene estudios de fase III con suficientes adultos mayores («65 +») como para ello. Para tener potencia estadística real que permita saber qué le hace una vacuna al grupo menos inmunocompetente de la pirámide etaria, el estudio tiene que estar numéricamente SOBRERREPRESENTADO en viejos. Ese requisito no lo cumplió nadie, salvo Johnson y Johnson, que acaba de cerrar su fase III y presentó sus números. Sobre eso, vuelvo después. Desautorizar la Oxford por no estar probada en suficientes ancianos, y eso en medio de la segunda rampa invernal de contagios, es como estar en el Titanic y rechazar un salvavidas en el Titanic porque no pega con el color de la ropa. Esta fórmula probó su poder inmunizante de un modo rarísimo y dispar, pero innegable. Y estamos en una emergencia planetaria. Probablemente sirve en todo el arco etario y ya tendrá tiempo de mostrarlo mejor. La falta de evidencia no es evidencia de falta. En realidad, Alemania parece haber estado retrasando el licenciamiento de la Oxford para castigar a AstraZeneca por desabastecer a la UE. Desde sus fábricas de Holanda y Bélgica, AstraZeneca exporta sus Oxford al Reino Unido, pero le comunicó a la UE que va a reducir sus entregas a Europa en un 60% y ardió Troya. Italia exigió cuadradamente que se terminara con esa exportación a extrazona (el RU hizo Brexit y ya no es UE), e instó a incautar la planta de AstraZeneca en Bélgica y a decomisar su producción. Producción que la UE, desde ayer a la noche, no sólo licencia sino también exige, y de yapa está dispuesta a demandar por ella a AstraZeneca RU para apoderarse de la provisión fabricada para las islas británicas en Wrexham, Gales. Mientras Italia no paró hasta lograr que se allanara judicialmente la planta de AstraZeneca en Senneffe, Bélgica, para contar las dosis y verificar si los atrasos tienen motivos técnicos, o si -como es de conocimiento público- la firma anglosueca está exportando toda su producción a Gran Bretaña. Suena a tiro de advertencia. Después de eso, si AstraZeneca persiste en desabastecer a la UE, ésta podría incautar la planta y su producción. La Oxford probablemente funciona tan bien con los mayores como Moderna o Pfizer, que tampoco dieron suficientes pruebas de potencia en este extremo de la pirámide etaria. Esto no indica nada, salvo la necesidad de estudios mayores. Y si se trata de disciplinar a todos los incumplidores con las entregas, Moderna y Pfizer también están acostando a toda la UE, e incluso a los propios EEUU, y a lo grande. Pero ni Italia pide allanar las oficinas y almacenes de esas firmas, ni Alemania jamás dictaminó que Moderna y Pfizer no pueden usarse en ancianos. Y es que Moderna y Pfizer no incurren en el pecado imperdonable de tener al Reino Unido bien provisto y a Europa colgada de la palmera, y –peor aún- con vacunas fabricadas en plantas que antes del Brexit eran europeas. Todas las multinacionales, ya se dediquen a los automóviles, al software o a la farmacología, dividen sus operaciones en una suerte de líneas de montaje internacionales que van atravesando fronteras. A tales engendros los CEOs las llaman “cadenas de valor”, y son un modo de gambetear las políticas económicas, laborales y ambientales de cada país, es decir de pasarse por encima a los estados-nación. Pero lo que hizo AstraZeneca, y en pandemia, y en medio de un desabastecimiento mundial de vacunas, es tan flagrante que pone loco al globalitario más liberal. Peor aún, ni siquiera se puede decir que los anglosuecos hagan esas cosas por miserables, sino más bien por autistas. De miserables, nada. Si venden la dosis al costo rabioso (entre U$ 3 y 4 la redoma) es porque prometieron que no iban a lucrar con la pandemia, y cumplen. No son carmelitas descalzas: como multinacional con poco millaje, optaron por el bronce, más que por el oro. Pero continúan convencidos de que en esta conflagración viral siguen vigentes los antiguos derechos de decidir a quién venden y cuándo, y se acaban de encontrar con una Europa  desesperada que les ruge en la cara los derechos territoriales de los estados-nación del continente contra el archipiélago separatista. Go Rule the Waves, Brittania. Oid el ruido de rotas cadenas de valor. La UE quiere vacunas. Todo el mundo las quiere, y ya. Máxime con estas tres temibles cepas virales nuevas, la británica, la brasileña y la sudafricana. Impacto en la Argentina Una dosis de su propia medicina. El doctor Andrew Pollard, jefe científico de los desarrolladores de la vacuna Oxford, se liga el primer pinchazo. Esto le pega bajo el cinturón a la Argentina. La Oxford era nuestra apuesta número 1, y la planta argentina mAbxcience, del grupo Insud, el proveedor elegido por AstraZeneca para proveer a los 630 millones de latinoamericanos. Pero resulta que estamos exportando el 100% de la producción a México, y no sin garantías de que vuelva, sino más bien con la vaga certeza de que no volverá. Al menos, en tiempo, cantidad y forma. No mientras México encabece la lista mundial de mortalidad por número de casos (el 8,5%) y la lista de muertos por millón de habitantes de las Tres Américas (1229). Al elegir las fórmulas de AstraZeneca y la del Fondo Ruso de Inversión Directa (RFID), que vende la Sputnik, hemos comprado también algunas rarezas de sus fabricantes. La apuesta argentina número 2, la vacuna rusa Sputnik V, se transformó brevemente en la número 1 a medida que al MinSal (Ministerio de Salud) le iban cayendo sucesivas “pálidas” respecto de Oxford, a saber: Por inconsistencias científicas en su fase III, esta fórmula de AstraZeneca no fue licenciada por la FDA y recién ayer logró la aprobación de la EMA. Para sorpresa de nadie, se había aprobado «al toque» de presentados los papeles en Gran Bretaña. Hasta cierto punto, los palos regulatorios que se venía pegando la firma anglosueca a los argentos nos venían joya. No nos iban a faltar vacunas, y sabíamos que pintaba para buena. Pero en diciembre del año pasado al MinSal le cayó la ficha de que AstraZeneca aquí está haciendo lo mismo que en la UE: “cadenas de valor”, absurdas incluso en tiempos normales. Aquí mAbxidence fabrica a granel en Garín, provincia de Buenos Aires, y exporta todo a México, donde a los virus recombinantes se le pone el discutible valor agregado del fraccionamiento y el etiquetado. Wow. El MinSal dejó las negociaciones al arbitrio de las partes privadas: el grupo Insud por Argentina, el multimillonario Carlos Slim por México, y AstraZeneca por sí misma. Esto deriva hoy en que Argentina, uno de los grandes proveedores mundiales entre las treinta empresas de genéricos subcontratadas para fabricar la Oxford, no tenga vacunas de este tipo hasta hasta marzo, por lo menos. Marzo significaría empezar la campaña con la Oxford después de la rampa de contagios estival, y desde un piso de circulación viral más alto que el actual. Marzo significa que se tratará de arrear a los docentes a clase, a talerazos y sin vacunas, y que estos se le paren de manos a las autoridades. Y además, y por sobre todo, marzo es una expresión de deseos. México hoy casi cuadruplica nuestros muertos por millón de habitantes. Vacuna que allí llega, no vuelve. Como dice el infectólogo Jorge Geffner, director del CBIRS (UBA-CONICET), lo racional habría sido reservar un canal de fabricación exclusivo para las 22,4 millones de dosis pedidas por Argentina, y ésas fraccionarlas aquí. En defensa de los intereses argentinos en la mesa en que se firmó este acuerdo debe haber estado Heidi. O más probablemente, nadie. La costumbre globalista de ignorar a los estados nación de AstraZeneca se extienden a sus presentaciones ante las autoridades regulatorias, como se verá después. Son desprolijas hasta lo inconcluyente. Eso explica que la Oxford rebotara con la FDA y que recién ayer recibiera luz verde regulatoria en la UE pese a que hoy todos la quieren desesperadamente por estos asuntos:
  • A U$ 3 o 4 la dosis, comparada contra los hasta U$ 37 de Moderna y U$ 20 de Pfizer, es la vacuna más barata del mundo.
  • Pero además, existe. Con 30 proveedores de genéricos subcontratados para fabricarla, es la única capaz de terminar 2021 con 3 mil millones de dosis entregadas. La Oxford podría ser la vacuna de un 20% de la humanidad. Al menos, en teoría.
  • Diseñada para países pobres, grandotes, de malos caminos y sin cadenas de frío, la Oxford soporta 6 meses en aviones, trenes, camiones y galpones donde se la mantenga a entre 2 y 8 grados sobre cero, y sin degradarse. Gran diferencia con la fórmula de Pfizer, que cuesta de 5 a 7 veces más y exige 70º bajo cero. Nunca hubo una vacuna tan para ricos.
Por tener la Sputnik, en mayor y menor medida, esas tres misas virtudes de la Oxford, la Argentina decidió comprar 20 millones de dosis de la fórmula rusa, aunque no es tan barata (cuesta U$ 10 la dosis). Conceptualmente, como se verá a continuación, la Sputnik podría ser incluso mejor que la Oxford. Desgraciadamente, no está en los usos y costumbres de la farmacología rusa el presentar estudios exhaustivos de fase a doble ciego, escritos en inglés y para publicación de revistas científicas occidentales. Con los rusos es creer o reventar. O ambas cosas. Y esto es cierto incluso para instituciones científicas impecables, como el Instituto Gamaleya. Es el mismo que a fines de los ’50 usó la vacuna experimental del yanqui Albert Sabin, una que la FDA no se atrevía a probar porque funcionaba a virus atenuado, pero vivo. Los yanquis preferían la Salk, a virus muerto, más segura pero eso sí, mucho menos efectiva. La FDA agotó en pasilleos a Sabin hasta que éste, exasperado, saltó por encima de la Guerra Fría y le pasó la fórmula al virólogo soviético Mikhail Chumakov. Que empezó por inyectarse él y luego a toda su familia, incluidos hijos y nietos. Como no se morían ni se pescaban la polio y la URSS ardía en contagios, Chumakov fue ampliando el campo de experimentación. Olvidate del doble ciego, no iba a dejar sin aquella vacuna maravillosa a nadie. Convencido por Chumakov y con la Sabin, el ministro  Anastás Mikoyan entre 1959 y 1962 barrió la poliomielitis de toda la Unión Soviética. Es una fórmula oral que se da una sola vez y cuyo efecto dura de por vida. La FDA todavía no perdona aquel éxito. Del cual –por su performance de licenciamiento en 2020- no parece haber aprendido gran cosa, salvo, últimamente, «America First!». Para los rusos, perder un año entero en estudios de fase mientras se mueren y/o quedan discapacitados de por vida algunos millones de humanos es una masturbación entre académica y criminal. Si la vacuna no mató a los 76 voluntarios del Gamaleya que la desarrollaron y probaron –bien a lo ruso- en cuero propio, la Sputnik es segura, punto. Si eso lo publicó como fase I/II “The Lancet”, una de las 3 revistas «top» de medicina clínica, viene bien para refregárselo por la cara a la UE y los EEUU, pero no es lo principal, no les importa tanto. Para ellos, si ninguno de esos 76 voluntarios se infectó mientras el ciudadano ruso de a pie sí, y a lo grande, en la rampa de contagios de 2020, entonces ya no hay más nada que demostrar. En cuanto a los países occidentales que no quieran la vacuna por purismo regulatorio, que no la pidan. Y ésta, en general, ha sido la estrategia de márketing del Fondo Ruso para la Inversión Directa (RDIF) en Occidente, cuya fase III de 40.000 voluntarios todavía está pendiente de publicación siempre por “The Lancet”. El problema es que la estrategia al RDIF le salió demasiado bien, con o sin «The Lancet», y ya hay 34 países haciendo cola por la Sputnik. Instituto Gamaleya, con su friso de próceres en la lucha contra el cólera y la poliomielitis. La vacuna Sputnik se valorizó en flecha ante la certeza de que Moderna, Pfizer y AstraZeneca tienen problemas de escalamiento de fabricación. Eran predecibles, pero nadie se imaginaba que tan severos, y máxime AstraZeneca. La Sputnik es, como la Oxford, una de las decenas de vacunas codificantes a adenovirus. Usan vectores virales del resfrío como mensajeros, para transmitir a los tejidos del vacunado instrucciones de fabricar fragmentos del ya demasiado célebre antígeno Spike. El Spike es esa proteina gigante que forma la corona externa de garfios de abordaje del Covid-19. Durante un par de días, el inyectado se vuelve un laboratorio viviente cuyas células producen fracciones de ese antígeno, y ésa es la parte realmente funcional de la vacuna. El adenovirus transmite la orden, y de la fabricación del Spike se ocupa el cuerpo del vacunado. Ésta una tecnología elegante e inteligente, pero tiene al menos dos puntos flojos: todos los fabricantes que optaron por vacunas codificantes a adenovirus (rusos incluidos) apuntan al antígeno Spike. Para escapar evolutivamente de estas vacunas, el virus del Covid-19 sólo tiene que generar suficientes mutaciones en los genes que codifican este antígeno. En AgendAR venimos alertando sobre esto desde Noviembre. Y en forma algo escalofriante, esto empieza a verse en las cepas B.1.1.7 británica, en la P.1 brasileña y la B. 1.351 sudafricana: modificaciones múltiples acumuladas sobre el Spike. ¿Puede algunas de estas cepas mutantes eludir las fórmulas de mayor despliegue? Los únicos números al respecto son los de la vacuna de Johnson y Johnson, comunicados ayer al New York Times: la fórmula da una protección más que decente contra las cepas que dominaron el mundo hasta hace un mes, un 72%. Pero en Sudáfrica, donde los nuevos contagios están traccionados por la B.1.351, la protección baja al 57%. Johnson y Johnson, Sputnik, Oxford (y siguen los nombres, decenas), son fórmulas adenovirales apuntadas contra el antígeno Spike. Se elige este antígeno porque tiene un poder impresionante de alarmar al sistema inmune, pero además, con otra presunción. Si ésta proteína «de abordaje» le viene resultado tan efectiva al virus SARS CoV2 para ser tan insólitamente contagioso, no debería haber presiones evolutivas para que el Spike varíe de composición química y de estructura tridimensional. ¿Pero adivinan, lectores, qué acaba de ocurrir? El virus no leyó el manual. Cuando decenas de empresarios se ponen a aplicar la misma estrategia inteligentísima con un virus rápido para mutar, caen en esos riesgos idiotas. El otro punto flojo de las vacunas con vectores adenovirales es que, nuevamente con excepción de Johnson y Johnson, constan de dos dosis separadas entre sí 3 a 4 semanas. Aquí es donde brilla el pensamiento lateral de los rusos: usan dos adenovirus distintos como «carriers»: en el primer pinchazo, el Ad26, y en el segundo, el Ad5. Estas vacunas suponen dos reacciones inmunes totalmente distintas en quien la recibe. La primera va contra el adenovirus en sí y es indeseable, le quita efectividad a la vacuna. La segunda reacción es la específica, la buscada: promover la síntesis de anticuerpos neutralizantes y de linfocitos capaces de atacar las células infectadas. La debilidad conceptual de todas estas plataformas (salvo la Sputnik) es que usan el mismo adenovirus como carrier para la primera y la segunda dosis. No es imposible que la reacción contra el adenovirus provocada por el primer pinchazo haga que el sistema inmune ataque con ganas al carrier del segundo, porque es el mismo. Eso tal vez le quite efectividad a la dosis de refuerzo. Es un caso de que la vacuna te vacuna contra la vacuna, un caso de «cartero mata mensaje». AstraZeneca decidió evitar el problema con la siguiente movida astuta: eligió un carrier deliberadamente ajeno a la memoria inmunológica de la Humanidad, un adenovirus del resfrío de los chimpancés. No hay suficientes chimpancés en el mundo como para llenar siquiera un estadio de tenis, de modo que casi nadie convive con ellos, o se contagia un resfrío de ellos. Por supuesto, esta elección añade complejidad y costos a la fabricación industrial de la vacuna: hay que criar estos virus en células epiteliales respiratorias de chimpancé que flotan, clonadas de a billones, en cubas de cultivo. Estas células son caras: no se consiguen por Mercado Libre. Y sin embargo el efecto «cartero mata mensaje» de la Oxford parece haberse expresado de modos raros, pese al refinamiento conceptual de su formulación. Un subgrupo reducido de la fase III de esta vacuna en Inglaterra recibió una primera dosis reducida. El laboratorio dice que por error de fraccionamiento, pero ¿quién les va a creer? Eso fue seguido por una segunda dosis normal, y dio un efecto inmunizante, medido en anticuerpos, del 91%, sensacional, paralelable al de los Moderna y Pfizer. En contraposición, con dos dosis normales e iguales entre sí, la Oxford obtuvo un efecto más bien mediocre: del 61%. ¿Ups? En la interpretación más benigna, es posible que AstraZeneca haya descubierto que su fórmula funciona mejor con una dosis inicial reducida a la mitad, tal vez porque mitiga ese efecto de «mensajero mata mensaje» en el segundo pinchazo. Pero la paradoja podría tener otras explicaciones, y aquí aparecen las interpretaciones venenosas. Aquel subgrupo de «primero media y después una» con el cual la Oxford funcionó chiche-bombón no tenía integrantes mayores de 55 años. Eso ante las autoridades regulatorias de los EEUU le aseguró a AstraZeneca acusaciones de «cherry picking» (descartar las cerezas demasiado maduras), es decir armar tramposamente los ensayos clínicos para lograr efectos aparentemente mejores. Cualquier vacuna funciona mejor en jóvenes, obvio, porque son, en promedio, más inmunocompetentes que sus abuelos y/o padres. Y en una enfermedad muy “mataviejos”, filtrarlos de los grupos no es perdonable. Es maquillar los números. Cuando la FDA, en plan Suma Indignación Moral, le dijo a AstraZeneca que si quería licenciar su fórmula en los EEUU volviera con mejores estudios, estaba defendiendo a los estadounidenses veteranos, ¿alguien puede dudar que no? Bueno, ponele. No es que estaba protegiendo a dos laboratorios yanquis favorecidos millonariamente por el presidente Donald Trump contra una firma anglosueca que no da pie con bola para tratar con autoridades, pero que de todos modos es tan altruista que quiere vacunar al 20% de la Humanidad sin ganar un mango. Bueno, ponele y ponele. Nuevamente, para sorpresa de nadie, la MHRA (la agencia regulatoria de medicamentos británica) autorizó a la Oxford sin pestañear, aunque se vio obligada a estimar su efectividad promediando resultados tan dispares como 61% y 91% de efectividad en un salomónico 71%, de credibilidad optativa. La EMA, rutinariamente más espinosa, recién ayer se tragó la bilis ante la desprolijidad, o desfachatez o simple locura de la firma anglosueca. Y hoy la Oxford, señoras y señores, está licenciada en suelo europeo, 27 países de un saque. Porque se fabrica allí y allí, donde tanto se la obstaculizó, también se la codicia, valga la paradoja. La torpeza de licenciamiento de AstraZeneca sólo la supera su ceguera frente a la irritación que provoca su estrategia de exportar a lo bestia desde países donde faltan vacunas, pero no contagios. El Serum Institute de la India, el mayor productor de genéricos biológicos del mundo, ya fabricó 50 millones de dosis de la Oxford y dice que en marzo llega a 100 millones. Pero el CEO del Serum, Adar Poonawalla, avisó a principios de este mes que antes de exportar la Oxford hay centenares de millones de ciudadanos indios a espera. Ahí hay otro disparo de advertencia. La Oxford no se consigue fácil fuera del Reino Unido porque todo el mundo la sabe buena pese a su extraña fase III, o más bien, debido a ello. Por ende los países fabricantes cada vez toleran menos su libre exportación, cuando tienen incendios a apagar en casa. La vacuna rusa se está valorizando en flecha en Occidente porque tiene la virtud principal: existe, y las demás no, o al menos no se consiguen. Probablemente eso ayude a la Sputnik a publicar su fase III en The Lancet y así volverse respetable ante los doctos y exigentes, cosa que ya no importa a nadie. Lo que convence de esta fórmula es esa viveza rusa de usar dos vectores distintos para el primer y el segundo pinchazo, y obviar así el efecto «cartero mata mensaje» en el segundo. ¿Y esto cómo le pega a la Argentina? Por ahora, muy mal. Súbitamente, ya no hay sólo dos países (Belarús y Argentina) haciendo cola ante el kiosquito del RFID sino 13 a comienzos de semana y 34 más llegados antes del finde. Y desde diciembre que AstraZeneca quiere comprarle al RFID el adenovirus del primer pinchazo, el Ad26, tal vez como prólogo de su propio virus de chimpancé para un segundo pinchazo, lo que daría una nueva y quizás mejor vacuna. En 2021 veremos alianzas impensadas. En Alemania, la propia Angela Merkel se convenció de que la vacuna más alemana (BioNtech está asociada a Pfizer) le va a llegar poca y tarde, y en Alemania ya faltan ataúdes. Por ende, Frau Mutti le viene haciendo propuestas cada vez seductoras a los rusos. Y el problema para Argentina es que el RDIF, pese a sus contratos con fabricantes de genéricos biológicos en Corea y la India, no está ni medianamente preparado para tanto éxito. Probablemente nunca se lo imaginó. No tiene suficiente planta instalada. La misma población rusa, tan cholula como la de Argentina, ahora que ve que su vacuna la codician en la arisca y altiva UE, ha decidido que no era una berretada de Putin sino un símbolo de la vieja grandeza imperial, y en esos bandazos del alma rusa, ahora le exigen al presidente que toda la Sputnik que se fabrica en territorio ruso quede en territorio ruso. Esta pandemia horrorosa y como arrancada del Medioevo parece haber tenido al menos un efecto desglobalizante: está haciendo renacer fronteras y estados nación, e incluso ideas de autoabastecimiento nacional. Al menos, en algunos estados. Los argentos no tenemos control alguno sobre este despiole biológico e histórico. Ahora tenemos que competir por la Oxford y también con la Sputnik no solo con Merkel, AstraZeneka, la UE y 147 millones de rusos muy enojados con Putin. Y a esos en particular andá a decirles que tienen que esperar a que se terminen de entregar 20 millones de dosis a la Argentina. Y eso en medio de la rampa invernal inevitable de toda enfermedad respiratoria transmisible por aire, y de yapa salpimentada con la irrupción de cepas nuevas, más contagiosas, letales y resistentes, y en el país más boreal, frío y encerrado en casa del planeta (el 70% de su territorio está dentro del círculo polar ártico). Si alguien diseñara un infectódromo respiratorio perfecto, le saldría Rusia. Estamos en el horno. Hace dos meses, en la cola de la Sputnik éramos los 9,5 millones de bielorrusos y nosotros, los 45 millones de argentos. Hoy la fila rusa es larga, vociferante, e incluye a países europeos occidentales acostumbrados a salirse con la suya. Si el criterio en Diciembre era “se atiende primero al que llegó primero”, hoy chequera mata criterio. El discreto talento y el coraje de una compatriota nuestra fueron sobrepasados por esta situación tan indómita como la meteorología. Al hablar de talento y coraje me refiero específicamente a la doctora Carla Vizzotti, hoy cara visible del MinSal por ser quien da el reporte matutino del estado de la pandemia. Esta inmunóloga de bajo perfil y espesos anteojos tiene una carrera resumible como una suma de honores y aprendizajes. Su gran pegada fue aquilatar, en pleno invierno austral, que la fórmula rusa estaba formulada con lucidez, anticipar su éxito en el terreno de batalla clínico antes que en el regulatorio occidental, imaginarse que eso último nos daría prioridad en la provisión, y oficializar muy temprano un pedido de 25 palos de dosis ante el RFID. Finalmente, Rusia, cuyas capacidades productivas son limitadas, acordó 20. Lo de Vizzotti fue un acto patriótico y a sabiendas de que la oposición argentina la iba a crucificar en nombre de un purismo académico francamente pelotudo, si se entiende por fin que estamos en emergencia. También habrá sabido, esta vacunóloga, que llegado el caso de cualquier fracaso, hasta sus conmilitones del Frente de Todos la iban a dejar sola ante el paredón para atajar las balas. Y ya sucedió: cuando se hizo obvio que nos quedaríamos cortos tanto de vacunas Oxford como Sputnik, Vizzotti sugirió en forma atinada el espaciar no 3 o 4 semanas sino 2 o 3 meses las primeras y segundas dosis, para cubrir temporariamente a más habitantes mientras se resuelve –o no- el desabastecimiento mundial. El elenco inicial de investigadoras de la doctora Juliana Cassattaro, en la UNSAM. No terminó de hablar cuando se le fueron a la yugular ajenos y propios, porque eso se salía de la ortodoxia de la cronología aplicada en los respectivos estudios de fase III. Nada demuestra que el mayor espaciado de aplicaciones quite efectividad. Nuevamente, estamos en emergencia mundial, la mayor de los últimos 103 años y la falta de evidencia no es evidencia de falta. En el Reino Unido, donde están bajo ataque de la cepa B.1.1.7, uno 50% más contagiosa y un 30% más letal, no tienen problemas en espaciar las dosis aunque haya que tirar la ortodoxia por la borda. Los “Brits” no ganaron la Segunda Guerra leyendo un manual de instrucciones. Aquí, en cambio, la que está en peligro de caerse por la borda es la doctora Vizzotti. A quien no conocemos, pero testimoniamos,  desde AgendAR, todo nuestro respeto. Y todo esto para entender por qué las 600.000 dosis que iban a volar desde Sheremetvyo a Ezeiza ahora son apenas 220.000. Y por qué el RDIF ahora nos explica que tienen algunos problemas de producción. Si, claro. Ponele. Mientras, con el planeta empezando a descubrir la necesidad de autoabastecimiento, tenemos paralizada la fórmula de la vacuna de la Universidad Nacional de San Martín, desarrollada por el equipo de la doctora Juliana Cassataro, para seguir con el catálogo de mujeres admirables. AgendAR publicó sobre el tema aquí. Y ya tiene base industrial para producirla, cuando haya buenas noticias: la Fundación Pablo Cassará. Lo que falta aún son las buenas noticias, porque hay que poner plata. Esa vacuna fue financiada enteramente en su etapa preclínica por el Ministerio de Ciencia y la Agencia de Promoción Científica. Sigue a espera de que el MinSal la ayude a cruzar los estudios de fase, cuando descubra su existencia.

Daniel E. Arias

Empezó a funcionar el «tribunal» de Facebook. Decide sobre los casos de censura

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Las redes sociales, esa realidad demasiado presente del siglo 21, ya tienen su esbozo de Magna Carta, de los Fueros de Castilla: ya existe un Consejo asesor de contenido de Facebook, y también de Instagram, ante el cual se pueden apelar las decisiones de Su Majestad, Mark Zuckerberg. Cierto, los expertos que forman ese consejo han sido elegidos por Facebook, y no se puede decir que son expresiones democráticas de la voluntad popular. Pero también era así con esas instituciones de siglos atrás. Esta semana, el Consejo Asesor de Contenido de Facebook falló sobre los primeros cinco casos que aceptó analizar. En 1 solo de ellos le dio la razón a la decisión que tomó Facebook y en 4 rechazó la de la empresa y pidió volver a publicar el contenido censurado por las reglas de uso que impone la compañía. El Consejo indicó que debían republicarse: 1) Un contenido ofensivo a la comunidad musulmana en Birmania, que se consideró discurso de odio, pero no extremo y por eso se recomendó volver a subir. 2) En Brasil, una serie de imágenes de senos femeninos en Instagram que correspondía a una campaña de concientización por el cáncer de mama pero se eliminó por «desnudez y actividad sexual de adultos». El Consejo solicitó restaurarlas. 3) Un usuario publicó una cita de Joseph Goebbels y fue eliminada. La cita al final no era de Goebbels, sino que se usaba para comparar con Trump, pero el ministro de propaganza nazi está en la lista de «Personas y Organizaciones Peligrosas» de Facebook, se eliminó.En ese caso, el Consejo dijo que la cita no respaldaba la ideología del partido nazi ni los actos de odio y violencia del régimen. Pero que Facebook no había sido claro en por qué la había eliminado y tenía que restaurarla. 4) Facebook eliminó un posteo en un grupo público de Francia donde un usuario alegaba un escándalo con la agencia de medicamentos francesa (la ANMAT de allá) por no aprobar la hidroxicloroquina combinada con azitromicina para su uso contra COVID-19, pero autorizar el remdesivir.El usuario se quejaba de la estrategia de salud francesa, las drogas recetadas, etc. Facebook lo eliminó por promover la desinformación. Pero el Consejo consideró que era una opinión sobre política sanitaria, en un momento donde no hay/había una cura definitiva para la Covid-19. Como vemos, los casos que decidió tomar para empezar el Consejo Asesor de Contenido de Facebook son diversos, todos polémicos y difíciles. Seguimos con la pregunta de si es este Consejo Asesor que depende de la propia empresa (aunque con personas de conocimiento en el tema)el que debe «decidir» sobre las acciones de la empresa. Estas primeras determinaciones que ha tomado se ven interesantes. Por supuesto, como venimos sosteniendo, no deben ser las únicas, y deben complementarse con muchas otras voces de otros grupos de la sociedad. Hace unos meses, distintas organizaciones de la sociedad civil latinoamericana desde @AlSurOrgs expresaron su perspectiva: Por último, esta semana, el caso Trump vs Facebook fue admitido por este Consejo para ser tratado.   Se espera que de aquí a 3 meses tengan su decisión, una que dejaría en «el grupo de jueces notables» de Facebook y no en «el dueño Mark Zuckerberg» el peso de retornar las redes al ex presidente de EEUU. La compañía está invirtiendo unos 130 millones de dólares para el pago del staff de este consejo de 30 personas, lo cual indicaría que cada una recibe un cheque de 6 cifras, según indica la muy buena nota de Ben Smith en el New York Times.Por supuesto, se pregunta si esas cifras permiten decisiones ecuánimes o al menos equilibradas. To be continued…

Natalia Zuazo twitter.com/nataliazuazo

El mercado de autos eléctricos crece en Argentina… muy lentamente

La transición energética de la industria automotriz está decretada. Tpdas las grandes automotrices están lanzando modelos, eléctricos o híbridos. La Unión Europea impone normas estrictas de reducción de emisiones. Y es previsible que la nueva admnistración de Joe Biden. haga lo mismo La adopción de los vehículos electrificados llegará, más temprano en algunos países y más tarde en otros, y se impondrán por sobre los modelos con motores de combustión. Pero en Argentina, a pesar de las exhortaciones e incentivos del Ministerio de Desarrollo Productivo, y de un crecimiento porcentual significativo (durante 2020 la venta de electrificados aumentó un 53,9% respecto de 2019), el mercado argentino todavía sigue siendo muy chico en comparación con lo que ocurre en otros países. Estp es válido, tanto para los vehículos híbridos (combinan un motor de combustión con otro eléctrico) y especialmente para los 100% eléctricos. El año pasado en la Argentina se comercializaron un total de 2.383 unidades electrificadas, de las cuales solo 39 se muenven utilizando exclusivamente con la energía que acumulan sus baterías cuando están enchufados, según informó la asociación de concesionarios (ACARA). El resto son híbridos. Este año también se sumaron a la lista los vehículos «mild-hybrid» o de hibridación leve. Conocidos también como híbridos de 48 voltios, se trata de un modelo con motor de combustión al que se le agrega una pequeña batería y un generador de arranque integrado en la correa en lugar del alternador. Esto permite reducir el consumo y las emisiones pero no cuentan con la energía suficiente como para hacer trayectos usando solo electricidad. De todas maneras, los que terminaron arriba del ranking son híbridos convencionales. El que más vendió durante 2020 fue la versión electrificada del Toyota Corolla, con 884 unidades, seguido muy de cerca por otro modelo de la marca japonesa, el SUV RAV-4, del que se registraron 721 vehículos. Toyota lidera esta tecnología hace años a nivel mundial y lo ratifica también en nuestro mercado, ya que ofrece otros dos modelos híbridos (Prius y C-HR) y otras 8 opciones a través de su marca de lujo, Lexus. El tercer escalón del podio entre los electrificados más patentados durante el año pasado aparece el Ford Kuga, con 213 registros, un SUV que desde 2020 que vende solo con este tipo de motorización. Entre los que son exclusivamente eléctricos, el modelo que más unidades vendió fue el Renault Kangoo ZE, con 19 vehículos. Fue el primer modelo de estas características que se puso a la venta en el mercado argentino, en 2018. La marca del rombo va a continuar ampliando su avanzada eléctrica en la Argentina (en el mundo es uno de los que más vende) y en 2021 traerá el Zoe, un modelo compacto que por momentos en 2020 fue el eléctrico más vendido de Europa. El otro modelo 100% eléctrico que registró ventas en el país fue el Nissan Leaf, un auto mediano del que se patentaron 12 unidades. El Porsche Taycan y el Audi e-tron son otros modelos eléctricos que ya están disponibles en nuestro mercado pero que por ahora no se ha patentado ninguna unidad. Entre los registros también aparecen los modelos de Sero Electric, una empresa argentina que fabrica sus modelos en la localidad de Morón, provincia de Buenos Aires. Incentivos Parte de la clave que tuvieron los autos eléctricos para desarrollarse en otros mercado tuvo que ver con incentivos económicos, tanto sobre el precio de venta como en otros servicios como estacionamientos y peajes, ya que todavía sigue siendo una tecnología cara. Al mismo tiempo, se agregaron penalidades a los modelos de combustión interna con impuestos en función de sus niveles de contaminación. Algunos países lo han hecho más agresivamente que otros, al punto tal de que, Noruega, por ejemplo, se convirtió en 2020 en el primer país en el que se venden más vehículos eléctricos que con motores de combustión interna. En la Argentina hay algunos incentivos. Por ejemplo, y dado que todos los vehículos electrificados que se ofrecen en el país son producidos fuera del Mercosur, el arancel de importación, que debería ser del 35%, resulta de 5% para los híbridos y de 2% para los eléctricos puros. Sin embargo, ese beneficio lo recibe la marca y no está obligada a trasladarla directamente al precio final. Además, el Gobierno asigna un monto destinado para esas importaciones que, una vez cubierto, hay que esperar que se asigne un nuevo cupo ya que no se renueva automáticamente. El beneficio que sí tienen algunos usuarios, además de un costo por kilómetro mucho menor, se da en ciudad de Buenos Aires, Neuquén y Río Grande, en donde los vehículos electrificados están exentos de pagar patente. En Mendoza abonan solo 50%.

Cuándo llegará la vacunación masiva a la mayor parte del planeta. («Spoiler»: no será equitativo)

Este es el mapa que publicó la Unidad de Inteligencia de The Economist (EIU): estima como serán los distintos lapsos hasta que los países más ricos y los más pobres logren adecuadas tasas de vacunación anti-covid-19. No es que la EIU sea infalible: no lo es, pero tiene buena información, y hace lo que en su idioma llaman «suposiciones educadas». Ésta la pone en el título de su nota: «El nacionalismo de las vacunas hará que las naciones pobres queden atrás».
En los países más pobres, evalúa, habrá que esperar hasta avanzado el año 2023.
El informe de Economist Intelligence Unit (EIU), llega a una conclusión sombría. Predice que los países ricos con acceso a vacunas comprobadas, incluidos Estados Unidos, Gran Bretaña y la mayor parte de la Unión Europea, lograrán vacunar a sus ciudadanos más vulnerables a mediados de marzo. (El calendario de la UE puede retrasarse debido a una amarga disputa por el retraso en las entregas de vacunas por parte de AstraZeneca, un gigante británico de las drogas).
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Otros países ricos deberían lograr ese objetivo a finales de junio.
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La mayoría de los países de ingresos medios, mientras tanto, no podrán hacer lo mismo hasta finales de 2022. La única excepción es Rusia, gracias a su vacuna «Sputnik V» de cosecha propia. (China e India también tienen sus propias vacunas, pero probablemente se verán obstaculizadas por el tamaño de sus poblaciones).
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El resto del mundo pobre deberá esperar, todavía, un par de años.
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Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, declaró que el mundo estaba «al borde de un catastrófico fracaso moral» debido a la desigual distribución internacional de las vacunas covid-19. «En última instancia», advirtió, «estas acciones solo prolongarán la pandemia, las restricciones necesarias para contenerla y el sufrimiento humano y económico».
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Putin firmó el acuerdo con EE.UU. de prolongación de desarme nuclear «New START»

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El presidente ruso Vladimir Putin firmó ayer 29 de enero la prolongación del tratado de desarme nuclear New START, tras la negociación concluida «sobre la hora» esta semana entre Moscú y Washington para salvar el pacto.

«Vladimir Putin firmó la ley federal sobre la ratificación del acuerdo para la extensión del tratado entre Rusia y Estados Unidos, sobre las medidas para reducir y limitar las armas estratégicas ofensivas», indicó el Kremlin en un comunicado. Esta extensión del acuerdo durará cinco años, hasta 2026. Ya había sido aprobada por el parlamento ruso este miércoles. El acuerdo vencía el 5 de febrero. Putin había estimado el miércoles que esta prolongación era un paso «en la buena dirección», pero advirtió que la seguridad global seguía bajo amenaza a causa de las crecientes tensiones internacionales. El New START es el último acuerdo bilateral de este tipo que vincula a ambas potencias nucleares. Su prórroga hace esperar una mejora del diálogo entre Washington y Moscú, una semana después de la llegada de Joe Biden a la presidencia en Estados Unidos, aunque ambos países ya advirtieron que se mantendrán firmes en sus intereses nacionales. El acuerdo, firmado en 2010, limita los arsenales de ambos a 1.550 ojivas nucleares cada uno, es decir un 30% menos del umbral fijado en 2002, y a 800 lanzadores y bombarderos pesados, una cantidad que, no obstante, sigue siendo suficiente para destruir la Tierra varias veces.  

Rusia se interesa en vender armas a la Argentina. Entre ellas, sus cazas Mig29M y Su-30

Como señalamos ayer mismo en el portal, en todos los países los requerimientos de sus fuerzas armadas son (o deben ser) el estímulo para el desarrollo de industrias de defensa y de nuevas tecnologías. Así, extractamos esta nota reciente de la publicación especializada Zona Militar. Y ponemos especial énfasis en los aviones de combate ofrecidos por Rusia a nuestra Fuerza Aérea, oferta que mereció esta semana el interés de una revista vinculada a las industrias de defensa de la OTAN e Israel. En estos días Rusia es nuestro inmediato proveedor de 20 millones de dosis de vacunas contra el covid, cuyo calendario de entregas se acaba de atrasar enormemente. No es posible asegurar que ambos temas no se vinculen en algún momento. O que ya lo hayan hecho. Al final, agregamos la opinión de AgendAR.

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«Argentina viene de un largo proceso de desinversión en materia de defensa, lo que ha provocado gran vulnerabilidad en algunas capacidades estratégicas del país, en casi todos sus dominios. Cualquier curioso podrá notar que Argentina ha quedado muy desactualizada en el avance tecnológico militar en comparación con otros países de la región y del mundo. La pérdida de capacidades que se ha venido gestando con los años y la falta de otras que jamás se introdujeron suponen un atraso sustancial del cual salir no será fácil, y esto requerirá inversión y planificación a largo plazo. Pero hoy Argentina, tiene enfrente una oportunidad tentadora. Como ya hemos anticipado en otros artículos, la parte rusa está muy interesada en cooperar con Argentina en materia militar y ha avanzado con múltiples propuestas de Rusia para crear un lazo estratégico a largo plazo con el país. La propuesta rusa, además de la venta de armamento, incluye la transferencia de tecnología en una gran variedad de productos. De incorporarse a las Fuerzas Armadas Argentinas, esto implicaría un salto tecnológico prometedor. Rusia, mediante su complejo militar industrial, establece la posibilidad de adquirir sistemas de armas avanzados con financiación directa, sin intermediarios, para desarrollar una relación a largo plazo con beneficio mutuo. La posibilidad de transferir tecnología y de establecer centros locales de producción y mantenimiento no contempla un traspaso total sino parcial del conocimiento. Aún así, para la Argentina la oferta podría ser apetecible. De todas las opciones sobre la mesa, no hay ninguna para la Armada Argentina, por  cuestiones asociadas a la doctrina y técnicas navales rusas que aumentarían nuestros costos de compra y mantenimiento. Se supone más viable concentrarnos en las necesidades de adquisición de la Fuerza Aérea y el Ejército argentinos. Además de la incorporación de sistemas de armas modernos que mostraron efectividad y eficacia en el terreno, a Argentina se le ofrece algo que ya estaba buscando: el know how y la transferencia de tecnología para la producción. La compra de sistemas de armas que incluya un paquete de soluciones como las anteriormente mencionadas trae beneficios en la producción y mantenimiento locales. Es conocimiento oriundo de una potencia mundial que posee un gran desarrollo industrial militar y una vasta experiencia en el ámbito. El traspaso de tecnología, aunque no sea total, genera enriquecimiento del capital humano nacional, mano de obra altamente calificada, y da soluciones locales y prácticas para problemas engorrosos de desperfectos y de mantenimiento. Esto acortaría tiempos de indisponibilidad, además de reducir los costos operativos. YAK-130 La compañía rusa United Aircraft Corporation ofrece el Yak-130, un avión de entrenamiento avanzado tipo LIFT -con capacidad de ataque a tierra- para aviones de combate de generación 4+. El avión puede exceder su rol de avión escuela y de ataque liviano en misiones aire-aire, porque tiene radare, contramedidas y armamento para ello, desde bombas guiadas por láser hasta misiles de guiado térmico. Según la compañía, la aeronave cuenta con una larga vida útil y un bajo costo operativo. La propuesta incluye la participación activa de la Fábrica Argentina de Aviones «Brigadier San Martín» en la cual se montaría la línea de ensamblado. Acorde a lo establecido entre las partes, la compañía podría comenzar a proveer la primera unidad a los 36 meses. Mig-29M La oferta es por 12 aeronaves Mig-29M/M2 para la Fuerza Aérea Argentina (FAA) con el establecimiento de una línea de ensamblaje local en cooperación con la Fábrica Argentina de Aviones «Brigadier San Martín». El Mig-29M/M2 es un avión de combate multirrol de cuarta generación. Como armamento puede llevar bombas y misiles aire-aire. Su-30SM Por el Su-30 se ofrecieron 12 unidades para la Fuerza Aérea, también bajo un paquete de transferencia de tecnología instalando la línea de ensamblaje local. El Su-30 es un caza multirrol biplaza de cuarta generación más especializado para el combate aire-aire. Mi-171Sh Existe un ofrecimiento formal por el Mi-171Sh y la tecnología para el mantenimiento del helicóptero en talleres argentinos. Russian Helicopters ha ofrecido un total de 20 unidades del Mi-171Sh para el Ejército Argentino y otra cantidad para la Fuerza Aérea, además de la posibilidad de armar centros logísticos locales de mantenimiento, uno en Campo de Mayo y el otro en AMAQUIL. BTR-80 / BTR-82A Al Ejército la firma Rosoboronexport ofrece el BTR-80 y el BTR-82A como futuro VCBR. La propuesta incluye el desarrollo y la instalación de una fábrica dónde se producirán los vehículos. Se estima que tras negociar este desarrollo, la puesta en marcha de la planta llevaría de 3 a 4 años, y a partir del 4to se tendría una producción de 30 unidades/año. El BTR-80 es un vehículo 8X8 para el transporte blindado de personal. Alcanza una velocidad de 80 km/h y es operado por una tripulación de dos, con capacidad para poder transportar un total de 8 soldados completamente equipados. Posee capacidades anfibias: logra navegar a hasta 9 km/h. Su rango operativo es de 600 kilómetros. El BTR-82A es producto de la modernización del BTR-80. Tras la experiencia rusa en el terreno, se buscó incrementar su movilidad y potencia de fuego. Conclusión Todas las propuestas destacan la transferencia de tecnología para fabricación y mantenimiento, y la instalación de plantas locales para ambas cosas. En general, desde cerrada la negociación, se estiman 36 meses hasta comenzar a recibir las primeras unidades. Todos los sistemas ofrecidos pueden ser incorporados a la Fuerza Aérea o al Ejército.

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Comentario de AgendAR:

El Yak 130 es un LIFT, un entrenador ligero sin capacidad real de combate aire-aire porque no es supersónico, aunque pueda comprarse «reloaded» de aviónica y misiles. El alcance  de estos últimos es función directa de la velocidad del caza que los lanza: si la plataforma es apenas transónica, el misil gasta casi todo su propelente en cruzar la velocidad del sonido y pierde rango efectivo, así de sencillo. Ya tenemos un LIFT excelente, el Pampa III block 2, equiparable por aviónica con un caza en serio de superioridad aérea de generación 4.5, y capaz de volar «en red informática» gracias a su data-link. ¿Para qué necesitaríamos otro LIFT? Pero si Rusia quiere comprar el Pampa, adelante. El resto de la oferta terrestre y voladora de los rusos es seductora, ¿para qué negarlo? Los carros multirruedas, con el 8vo país del mundo por superficie pero caminos espantosos, nos sirven mucho más que los tanques con orugas: no sólo pueden llegar más rápido al frente, sino que gastan menos combustible. ¿De qué sirve el mejor blindado, si se queda sin combustible en medio de la nada porque el enemigo, siempre malvado, aniquiló desde el aire tus camiones cisterna en la retaguardia? A los indestructibles Tiger alemanes esto les pasaba con frecuencia. En fin, tenemos que comparar el BTR-82A ruso particularmente con el Guaraní que oferta IVECO, que es una firma italiana pero que construye en Brasil. La opción china al Ejército Argentino le arruina la digestión desde que una bala de cañón de de 105 mm de ese origen rompió la torreta de un tanque TAM II argentino, pero no porque le pegó… sino porque la trató de disparar. La «aneda» tuvo amplia circulación entre foristas, pero ninguna fuente seria consultada la verificó. O contestó siquiera. Y los carriers de personal chinos, aceptables hasta que había que negociar un cruce fluvial, embarcaban agua a lo grande. Pero yendo a lo aéreo, sobre lo cual hemos publicado bastante, creemos que el JF-17 block 3 paquistaní-chino es el mejor caza monomotor de la actualidad, multirrol, relativamente barato y fácil de construir y/o mantener. Esta pensado ad-hoc para un país pobre. Pese a ser una especie de Gripen «Low Cost», el JF-17 lleva la aviónica, sensores, contramedidas y el armamento de corto, medio y largo de aparatos OTAN de generación 4,5 mucho más complejos y caros. Ágil y chiquito, es un blanco elusivo, tiene lanza de reabastecimiento (imposible no tenerla, en este país enorme), data-link para poder silenciar su radar y apuntar al enemigo con los datos de radares terrestres o aéreos saludablemente lejanos al campo de batalla. Así dotado, el aparatito paquistaní puede medirse de igual a igual contra los biturbina europeos Rafale y Typhoon, o los monoturbina F-16 block 50 de Lockheed o el sensacional Gripen de Saab. El JF-17 trae también, si se pide, tremendos misiles antibuque. ¿Pero y la fabricación local? Sobre eso nadie dice una palabra. Y sin embargo, a Pakistán y China les convendría otorgarla: este caza tiene más demanda que la que puede cubrir PAC (Pakistani Aeronautical Complex). Nuestra intuición es que si los foros y webzines militares argentinos no hablan de esto, es porque sí se habla de esto. Salvo el trainer Yak-130, todos los cazas rusos llevan dos turbinas, que además son de rápido desgaste. En el caso peruano, esto hoy implica una indisponibilidad del 60% de su flota remanente (18 unidades) de MiGs 29. Son aparatos formidables en su rol de superioridad aérea o de ataque a tierra, cosa que atestiguan 30 países compradores desde 1982, pero en Perú sólo están volando los que hicieron una recorrida y actualización total de motores y sistemas hace 5 años. El resto junta polvo en los hangares. Las turbinas de reposición están en Rusia. El gigante euroasiático nos tienta con la fabricación local (parcial) en FAdeA, y un traspaso (también parcial) de tecnología. Lo que tiene que negociar bien la Argentina, si pica, es qué significa exactamente «parcial», porque nuestro país ya lleva décadas con su flota aérea discapacitada por falta de componentes y repuestos importados, y ni hablemos de turbinas. Si no te caés del deslumbrante mundo OTAN por costos, te tiran negándote posventa porque no les firmaste tal o cual alineamiento en Naciones Unidas, y a cantarle a Gardel. Venimos fabricando e incluso diseñando aviones desde 1927, fecha de fundación de la actual FAdeA de Córdoba. Y hasta terminados los ’60 fuimos el país más capaz de la región en aeronáutica. Lo que aprendimos, a fuerza de pegarnos palos, es que vale más la fábrica que la flota, porque la fábrica la genera y la mantiene. Desde el punto de vista de nuestros intereses estratégicos, nos viene mejor cualquier propuesta que incluya la mayor autonomía posible de fabricación y mantenimiento. Eso siempre supera la vulgar compra «llave en mano» o el volvernos una maquila sin capacidad tecnológica propia. Es la especialidad de Lockheed cuando te deja construir localmente (aquí, risas) su espléndidos F-16. No sin antes llenártelos de «inware» imposible de hackear que le permite al Pentágono dejarlos en tierra, si esos aviones tuyos (pero en realidad no tanto) están por hacer algo que a ellos no les gusta/conviene. Por supuesto, más libertad sale más plata. Pero deja trabajo y capacitación, y también disuasión: genera más respeto una flota de buena disponibilidad operativa, que una que, salvo en exposiciones y desfiles aéreos, no logra salir de sus hangares. Esto vale para cualquier sistema de armamentos. Pero en aviación, donde todo, absolutamente todo es caro y de alto desgaste, mucho más.

ARSAT y el 1° cable submarino de Internet que conectará Sudamérica y Asia-Pacífico

En un comunicado, la empresa de telecomunicaciones del Estado Nacional se asume como un actor clave en los proyectos que el presidente Alberto Fernández firmó con el mandatario chileno, Sebastián Piñera. Se trata del primer cable submarino de Internet que conecta Sudamérica con el Asia-Pacífico y que se implementará con participación argentina a través de ARSAT. El cable submarino Transpacífico tendrá su amarre en Valparaíso, lo que implica una conexión accesible con los más de 34.500 kilómetros de nuestra Red Federal de Fibra Óptica (REFEFO). Así se acelera la integración digital de Argentina y Chile, mediante el transporte del tráfico de Internet a través de ARSAT. Este transporte, desde y hacia Brasil, y también a Uruguay, Paraguay y Bolivia hacia Oceanía/Asia, que evita tener que conectarse a través de EEUU y Europa, posicionará regionalmente a ARSAT, tanto en el mercado de fibra óptica como en servicios satelitales. Asimismo, la mayor conectividad que se lograría por tener una salida directa al Océano Pacífico, sumada a las salidas naturales por el Atlántico a través de la localidad de Las Toninas, podría transformar a nuestro país en un actor digital del hemisferio sur. Argentina mejoraría además la conectividad de los pasos fronterizos. En ese sentido se avanza en una mesa de trabajo interdisciplinaria entre ambas naciones, para determinar qué pasos priorizar en el tendido de fibra óptica, para ser conectados a nuestra REFEFO, logrando de esa manera optimizar recursos y reducir los tiempos de atención. La República Argentina se compromete a participar en el proyecto, a través de un aporte de capital cuyo monto y modalidad será determinado de común acuerdo entre Desarrollo País, la entidad pública chilena a cargo de la estructuración del mismo, y la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales (ARSAT). El presidente Piñera manifestó el interés de Chile en los servicios de internet satelital de alta velocidad que brindará nuestro tercer satélite argentino de telecomunicaciones ARSAT SG-1 que está en pleno proceso de construcción en Argentina. Sobre esto, se ha dicho bastante que esta traza elude los servers estadounidenses y europeos, al que hasta hoy nos obliga nuestra salida informática hacia el Atlántico por Las Toninas, vía cable brasileño. Con la traza Atlántica, queda garantizado el espionaje de cualquier negociación delicada entre Argentina y China. Pero en opinión de AgendAR la realidad es más compleja. Las trazas posibles de la fibra óptica transpacífica pasan por Nueva Zelanda y/o Australia, aliados estratégicos de EEUU y duchos en «pinchar» tráfico de bits hacia y desde China, y ni mencionar a Chile, alineado siempre con la OTAN y consorcista en este cable. La información reservada, cuando la hay, circula por canales mucho reservados (aunque nada impermeables, eso no existe). La otra obviedad que no queda dicha es que este emprendimiento lo financia básicamente China. Lo que sí es innegable es que con una conexión bioceánica, la REFEFO, con sus 35.000 km. de fibra óptica de gran ancho de banda, todo laboriosamente construido casi desde la nada por ARSAT entre 2010 y 2015, dejará de ser un lugar de llegada o de origen del tránsito de bits. En cambio, se volverá además un gran nodo de paso dentro de la matriz de intercambio global. Logísticamente, es un avance considerable.

Kicillof ofrece un aumento anual del 44,6% a los profesionales de la salud en la provincia

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Tras el acuerdo con los estatales, el gobierno de Axel Kicillof avanza ahora hacia un cierre de la paritaria 2020 con los profesionales de la salud. Ofreció una suba del 9% por diciembre para cerrar el año con un aumento promedio del 44,6% para la carrera hospitalaria y del 48,1% para el cargo inicial. El gremio responde hoy viernes.

La propuesta que llevó el Ministerio de Hacienda y Finanzas provincial a la reunión virtual con los representantes de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud (CICOP) incluye una suba anual del salario básico del 33,5% y una mejora del 15% en las 3 bonificaciones remunerativas no bonificables fijas que hoy percibe el sector. Contempla además una suba del 7% para los residentes y del 9% para los reemplazos de guardia. Esto se suma a la continuidad de 2 sumas remunerativas de 3.300 pesos y 6.313 pesos que venían cobrando los profesionales de la salud en el marco de la emergencia por el coronavirus. El Ejecutivo accedió a discutir en mesa técnica otro reclamo del sector: la extensión de las licencias de descanso -sólo tuvieron 12 días en 2020 por la pandemia y tienen las vacaciones suspendidas en 2021-, la regularización de la carrera hospitalaria y la correcta aplicación del decreto de «desgaste laboral». Al bolsillo, la oferta representa un incremento total del 44,6% promedio para los trabajadores de la carrera hospitalaria y del 48,1% para el médico ingresante. Esto, en comparación con los sueldos de diciembre de 2019. El punto clave es que supera la inflación del año que fue del 36,1%. Según la grilla que analizan los afiliados a CICOP en asambleas, el médico de planta que recién ingresa a la carrera pasará a cobrar $ 55.236, contra los 37.294 que cobraba en diciembre 2019. La diferencia es del 48,1%. Un residente de 1° año pasará a cobrar 51.146 pesos contra los 34.428 pesos que percibía un año atrás (48,6%), mientras que un asistente de guardia 36 horas tendrá un salario de 62.901 pesos, un 46,2% más comparado con diciembre de 2019. El gremio puso la oferta a consideración de los afiliados y responderá al gobierno hoy, luego de su congreso de delegados. El secretario gremial de CICOP, Pablo Maciel, dijo que la propuesta «deja al sector por encima de la inflación oficial y rompe con una tendencia de los últimos tres años en que veníamos perdiendo poder adquisitivo y caímos hasta 35 puntos». Y agregó que «esto es clave para iniciar un camino de recuperación y de reconocimiento a nuestra labor en la pandemia». Otro punto importante es el del descanso para el personal que está con las vacaciones suspendidas por la pandemia. El gremio pide una nueva licencia excepcional como la que el gobierno les otorgó por 12 días casi a fin de año. Mañana habrá una mesa técnica para abordar ese tema. «Legalmente las vacaciones están suspendidas y estos 12 días de descanso han sido muy poco, teniendo en cuenta que tendremos por delante es de una gran carga laboral. El cansancio es extremo y eso termina afectando la calidad de la atención», explicó y añadió que la idea es acordar una «licencia por estrés» de 14 días. Por último, el dirigente se refirió a la vacunación del personal de salud. Dijo que esperan «tener a todos los equipos de salud vacunados para febrero» y precisó que, el año pasado, 33 mil trabajadores se contagiaron de coronavirus y más de 200 murieron en toda la provincia. «Apostamos a la vacunación porque hoy es la herramienta más importante que tenemos contra el coronavirus. Por eso recomendamos a la población que se anote y se vacune».

GENis: se publican los detalles de un software argentino para esclarecer delitos

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Esta herramienta, impulsada por la Fundación Sadosky del Ministerio de Ciencia, busca coincidencias entre perfiles genéticos colectados en las escenas de crimen y aquellos aportados por víctimas o condenados por delitos.

GENis es un software para análisis de perfiles genéticos con fines forenses desarrollado íntegramente en nuestro país;  AgendAR informó sobre él hace casi tres años. Hoy, ya está operativo en los laboratorios judiciales de 18 provincias argentinas y en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Ahora, los detalles de su diseño, arquitectura y otros aspectos de su funcionamiento fueron dados a conocer a la comunidad científica en una revista internacional, “FSI Reports”, que administra la Sociedad Internacional de Genética Forense. “GENis fue diseñado para mejorar el funcionamiento de la justicia, para brindar mayor precisión en las investigaciones e incrementar la tasa de resolución de casos. Hay muchísimos datos que se escurren en nuestro sistema. Conexiones que existen, pero no se ven. Conectando esos datos resolveríamos causas abiertas y evitaríamos nuevas víctimas”, afirmó Gustavo Sibilla, coordinador general del Proyecto GENis en la Fundación Sadosky, organismo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva que convocó a una red de actores público-privados para el desarrollo de la herramienta. El software brinda agilidad en la investigación de causas penales, incrementa la tasa de resolución de casos criminales y contribuye a identificar restos de desaparecidos y víctimas de desastres, entre otras aplicaciones.

¿Cómo funciona GENis?

En un primer paso, los investigadores recolectan una muestra de ADN en la escena del crimen. Luego, en un laboratorio se cargan los datos de la causa y la información del muestreo. En una tercera etapa, se pasa o “corre” la muestra por un secuenciador para trazar el perfil genético y, acto seguido, se “exporta” a una base de datos que se analiza con el software GENis, de modo tal de buscar coincidencias con otros perfiles cargados en el sistema. “Dada la sensibilidad de los datos manejados por este tipo de sistemas nos pareció importante que GENis no se comporte como una ´caja negra´. Por esta razón todo este proyecto se embarcó desde un principio dentro de una política de código abierto”, destacó el responsable del motor de GENis, el doctor en ciencias físicas Ariel Chernomoretz, jefe del Laboratorio de Biología de Sistemas Integrativa de la Fundación Instituto Leloir e investigador del CONICET. “Para nosotros, siempre resultó fundamental explicitar de manera transparente los criterios de diseño y funcionamiento, así como todos los algoritmos estadísticos desarrollados y utilizados en el sistema”, agregó Chernomoretz, también profesor del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Por ese motivo, los investigadores publicaron el diseño y el desarrollo de los algoritmos de GENis en la revista internacional “FSI Reports”. GENis es un software que evoluciona. Cuenta con código abierto, lo que significa que es una herramienta escalable, perfeccionable y adaptable a las recomendaciones de los usuarios finales. Asimismo, dada la sensibilidad de la información que maneja, la seguridad informática ha sido un aspecto de especial recaudo a lo largo del proyecto. Para su construcción y desarrollo, el sistema se basa en técnicas innovadoras para la identificación de amenazas de seguridad. “GENis es un proyecto colaborativo entre el Estado, el sector científico y la industria. Un ejemplo del triángulo de Sábato puesto al servicio de una necesidad social vigente, como es la administración de justicia”, indicó Sibilla, quien coordina el proyecto desde 2014. Del artículo científico también participaron Manuel Balparda y Maria Soledad Escobar, de la Fundación Sadosky; Laura La Grutta y Andrés Calabrese, de Baufest; y Gustavo Martínez, del Servicio de Genética Forense y Registro Provincial de Datos Genéticos del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Entre Ríos, y de la Universidad Autónoma de Entre Ríos. El desarrollo de GENis ha incluido a instituciones del ámbito judicial como la Junta Federal de Cortes (JUFEJUS), el Consejo de Procuradores, Fiscales, Defensores y Asesores Generales de la República Argentina y el Consejo Federal de Política Criminal. Del ámbito científico-tecnológico, el CONICET, la Sociedad Argentina de Genética Forense, las universidades nacionales de Buenos Aires, Córdoba, La Plata, Tucumán, Quilmes y Comahue, la Asociación Argentina de Bioinformática y Biología Computacional (A2B2C). Del sector privado se contó con la colaboración y apoyo de la Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI), de la Cámara de Informática y Comunicaciones de la República Argentina (CICOMRA) y de la empresa Baufest.

Adiós a César Isella. Permanece en el folklore argentino y en un himno de América Latina

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César Isella murió hoy a los 82 años. El artista salteño, autor de “Canción con todos” padecía de una cardiopatía severa.

César Isella fue uno de los artistas cuyas canciones pasan a formar parte del patrimonio de su pueblo. Una de ellas, “Canción con todos” (con letra de Armando Tejada Gómez), a medio siglo de su creación, trascendió las fronteras y es uno de los himnos populares de todos los tiempos.

Fue autor, además, de “Canción de las simples cosas”, “Resurrección de la alegría” y “Triunfo agrario” (Armando Tejada Gómez), “La Patria dividida” (Pablo Neruda), “Noticia para viajeros” (Julio Cortázar), “Canción para despertar a un negrito” (Nicolás Guillén) y “Crónica de un semejante” (Hamlet Lima Quintana), entre otros temas de gran suceso en su momento y que permanecen como obras de arte.

La primera recompensa que obtuvo gracias al canto fue una pelota de fútbol. Con apenas 7 años (había nacido en Salta el 20 de octubre de 1938, en la pobreza extrema, recuerda su hijo), decidió inscribirse en un certamen semanal de nuevas voces. Ganó. Se llevó el premio. Y también encauzó su vocación. Pero no fue la pelota…

Diez años más tarde tuvo su bautismo profesional con Los Sin Nombre, quinteto folklórico que completaban Tomás Tutú Campos y Javier E. Pantaleón (quienes formarían Los cantores del Alba), Luis Gualter Menú y el Japonés Higa. En 1956 arribó a Los Fronterizos, que buscaba un reemplazante para Carlos Barbarán. En la formación de Gerardo López, Eduardo Madeo y Juan Carlos Moreno (que rivalizaba en estilo y popularidad con otro cuarteto emblemático del folklore argentino, Los Chalchaleros), permaneció una década. Entonces decidió abandonar el conjunto y reinventarse. Y lo hizo a fondo.

Cuando emprendió su carrera como solista, a fines de 1965, Isella tanteó el camino a ciegas: a veces se presentaba vestido de gaucho; otras, con traje y corbata, estilo CEO. Un prestigioso crítico asistió a un recital y redefinió su nuevo rol en el escenario: “Acabo de escuchar a Los Fronterizos sin Madeo, sin Moreno y sin López”. A partir de allí, Isella se animó a profundizar su estilo característico. Su prueba de fuego -ampliamente superada- fue el Festival de Jesús María, en enero de 1966.

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El primer encuentro artístico con Tejada Gómez -encuentro de dos provincianos, salteño y mendocino, en la gran ciudad- fue en el verano de 1967. Allí escribieron “Muchacha del sur”. Dos años y medio después, conmocionados por la situación social y política latinoamericana, crearon “Canción con todos”. No lo sabían entonces, pero esa canción, con medio siglo de vigencia, sería traducida a treinta idiomas y designada por la Unesco como el Himno de América Latina.

La génesis de «Canción con todos» fue otro viaje de Isella por las raíces del continente: en mayo de 1969, en Santo Domingo, empezó a borronear una letra (que le llevó a Tejada Gómez, y éste la descartó casi por completo), pero también se trajo una melodía imposible de eliminar. Al regresar a Buenos Aires, lambos terminaron de plasmar la obra en aquella casa de Lima 131.

La primera vez que Isella la cantó fue en Chile, en un encuentro con el entonces presidente Eduardo Frei Montalva. En 1995 volvió a interpretarla en el país trasandino, ante una cumbre de presidentes de Iberoamérica. El destino lo puso frente a otro presidente, Eduardo Frei Ruiz Tagle, hijo del anterior mandatario. En aquel encuentro participaron Fidel Castro, Felipe González y el rey Juan Carlos.

Como Mercedes Sosa, Horacio Guarany, Víctor Heredia, León Gieco o el Cuarteto Zupay, Isella formó parte de la legión de artistas populares que recuperaron su voz en el marco de la democracia, cuando un poco la recuperamos todos. Don César, ya estrenando canas, regresó a la Argentina cuando ya había sido elegido democráticamente el presidente Raúl Alfonsín. En octubre de 1983 reapareció ante un fervoroso público que colmó el estadio Obras Sanitarias. Los años siguientes fueron fértiles en presentaciones, discos, premios y nuevas canciones.

En 1995 fue el impulsor del boom de Soledad Pastorutti. Isella estaba a cargo de la Peña Oficial de Cosquín, y ella era una quinceañera que quiso presentarse con su hermana Natalia. Pero no pudieron cantar por ser menores de edad y carecer de autorización. Recién lo hicieron al año siguiente. Desde entonces, él fue su representante. El vínculo duró siete años y terminó cuando Isella la demandó por incumplimiento de contrato. La justicia falló a su favor.

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En 2007, al celebrarse medio siglo del inicio de su carrera profesional, Isella lanzó el álbum 50 años de simples cosas, una compilación de éxitos acompañado por grandes artistas, constituido en su último legado discográfico.

Cinco años más tarde, en 2012, fue declarado Embajador de la Música Popular Latinoamericana, con rango de subsecretario de la Nación, mediante un decreto presidencial. “Estoy muy feliz por este reconocimiento porque me viene muy bien al alma, ya que hace siete meses que estoy luchando con un cáncer, y si bien me operé y me extirparon el tumor sigo adelante con el tratamiento”, admitió el folklorista salteño, revelando por primera vez las complicaciones de salud.

En el curso del año, Isella estuvo internado tres veces en el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, por una cardiopatía derivada del tratamiento de quimioterapia de 2012. Desde que logró (literalmente) que le dieran pelota cantando, Isella peleó cada día de vida, y se sigue notando en su obra, ahora que lo acalló la Huesuda.

Actualmente, en muchos lugares de América Latina consideran a “Canción con todos” como un tema popular anónimo. A la manera de aquello que postulaba uno de sus más venerados referentes, Atahualpa Yupanqui, quien sostenía que el mejor destino para el cantor es que su legado permanezca, anónimo, trasmitido de generación en generación. Jorge Luis Borges, tan observador de la poesía gauchesca, habría estado de acuerdo con esa idea: poeta popular es aquel que, como Ascasubi o Hernández, toman y acrecientan y dejan la obra de muchos otros sin nombre, y que parecen -pero sólo parecen- desaparecer en su número.

Ése será el mejor reconocimiento para Isella, esa liviana inmortalidad. Lo es desde hace tiempo.