Plasmas anti COVID – Decisiones políticas vs decisiones científicas – 3ra. parte

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(La primera parte de este artículo está aquí; la segunda, aquí)
  1. Dos ramas significa números claros
En los tres primeros estudios (el coordinado por el Italiano, el del Hospital Militar y el del CEMIC) los enfermos con Covid-19 se distribuyen al azar en dos ramas: el grupo que recibe plasmas reales y el grupo de control, al que se suministra algún placebo difícil de diferenciar del plasma. Los enfermos participan con consentimiento informado y firmado (por ellos, si están conscientes, o por sus familiares, en caso contrario). Como sea, quien pone la firma sabe de las chances de caer en una rama u otra por sorteo. Para ir a fondo con la prolijidad, hay doble enmascaramiento. Así como el enfermo ignora si le inyectaron plasma o una solución salina, eso corre también para los médicos tratantes. La información es accesible a todos sólo a fecha de término. Si en alguno de las revisiones intermedias a cargo de los supervisores surge que el desempeño de la rama que recibe verdaderos plasmas es significativamente mejor que el del grupo control, el Comité de Ética lo interrumpe, y ambas ramas se unifican: plasmas para todos los participantes. En tales casos también se descorcha champagne, al menos en las películas. Pero como la biología no es Netflix, si las diferencias son casi nulas, el estudio sigue hasta la fecha prevista de conclusión, para refinar los números. En el Covid-19 el desenlace (mejoría o muerte) suele ser relativamente rápido (ojo, empiezan a aparecer excepciones, y todavía son raras). Por ello, todos estos estudios durarán apenas meses, algo poco habitual en la investigación clínica. Este complejo sistema se llama indistintamente “aleatorizado”, o “a doble ciego” o simplemente “controlado” y permite filtrar de los resultados el efecto psicológico que causa cualquier posible “game changer”. Y es que la esperanza también cura: en este caso, la hay en iguales dosis para ambas ramas, aunque diluída en una dosis equivalente de incertidumbre: ningún participante sabe si recibió plasma o una solución salina. Afirmado y firmado: los plasmas han sido, “ab initio”, recursos de crisis a falta de mejores terapias. Y si no están formulados como medicamentos, resultan demasiado primitivos como para fundar buenos experimentos: la respuesta de anticuerpos de Pepe es individual, jamás idéntica a la de Pancho, aunque ambos se hayan enfermado del mismo virus. La formulación de los plasmas a estado final de medicamento homogéno en cuanto a tipo y concentración de anticuerpos se obtiene “pooleando” sangre de decenas y preferiblemente centenares de curados. La pureza y concentración idénticas en cada dosis dependen de sucesivos y laboriosos procesos de filtrado en múltiples columnas. Todo esto es mucho más trabajoso, artesanal y caro que la vieja farmacología de síntesis química de moléculas. Pero si uno tiene tiempo y recursos, la sangre es sólo una materia prima difícil de conseguir, y el producto final, un medicamento tan predecible como una aspirina. En este caso es un líquido transparente amarillento en una ampollita o bolsita, pero cada una contiene los mismos anticuerpos y en la misma concentración invariable, preferiblemente muy alta. Sólo así puede el uso de la primer ampolla y de la número 100.000 dar resultados comparables. El doble ciego es casi imposible de obviar porque los plasmas hicieron enorme diferencia en algunas enfermedades virales emergentes: fue el caso inolvidable – y ya mencionado- de la fiebre hemorrágica argentina, identificada en 1958. Pero en otras virosis recientes (como el Ebola, descubierto en 1976 en África Subsahariana) o el SARS (2003), no sirvieron de nada. Y los resultados de su uso en virosis respiratorias recientes a coronavirus, como el SARS y el MERS, son inconcluyentes. Cuanto mayor es el grupo de pacientes y más prolongado es un estudio controlado, más fiables son los resultados y más factibles de devenir en herramientas de decisión de la salud pública. El Dr. Fernando Polack cree que la principal víctima del Covid es el rigor científico. Aunque las conclusiones resulten sorpresivas y más bien deprimentes (el caso del Ebola), una vez publicadas es difícil desacatarlas hasta que no surja otro estudio equivalente en tamaño, duración y calidad que así lo aconseje. Los estudios controlados hacen la diferencia entre la medicina basada en la evidencia y el “me parece”. Lo único mejor que un estudio controlado es un estudio controlado GRANDE. Y lo único mejor que un estudio controlado grande es uno que además logró sobrevivir al examen despiadado de un comité de referato formado por pares de quienes firman. Y lo único mejor que eso, es que los pares estén en distintos países, de modo que en su decisión no prime el interés personal o nacional. Esto es lo que sucede en un mundo perfecto. En el mundo real y en el caos de la pandemia, la realidad es otra, como dice nuestro virólogo Fernando Polack aquí. Los estudios controlados se vuelven especialmente informativos cuando su tamaño permite que las dos ramas estén además divididas en subgrupos por dosis recibida, sexo, edad, ocupación, estado clínico y otras subcategorías. En un “trial” prolijo, se estandariza hasta el grado de respuesta clínica. Es el caso del testeo de plasma equino de Immunova, donde se considera una escala objetiva de 8 grados de compromiso clínico, y sólo se habla de efecto curativo si el paciente asciende al menos 2 escalones. Hay que llegar a cifras duras e incontrovertibles. Puede parecer que estamos hablando de números y no de personas, pero son números que cuantifican con objetividad nuestra capacidad de salvar –o no- a las personas con tales o cuales medios. Sin estos números, la medicina se vuelve brujería sofisticada, y la salud pública, un barco a la deriva de las corrientes de opinión. Como resulta evidente, un experimento controlado multicéntrico de gran tamaño, en muchos hospitales y con varias subcategorías resulta complejo de coordinar y caro de organizar. Y máxime en un país gigante, de 2,8 millones de km2: ¿cómo hacer para que un suero en la Quiaca y otro en Ushuaia sean idénticos? En la otra punta del arco de credibilidad están los estudios “no controlados” u “observacionales”, en que se toman algunos, o centenares o incluso miles de casos antes y después de tal o cual abordaje. El exceso de este tipo de estudios ha sido el talón de Aquiles de la Clínica Mayo, el NIH y la FDA para poner esas cifras en valor como base de una política de salud. Es de sentido común que si los pacientes tienden a curarse, el remedio (sea el que sea) está funcionando y debe ser bueno. ¿Pero en qué medida se curaron? ¿Con cuáles dosis? ¿Comparando contra qué otro abordaje? ¿Para qué estadíos de la enfermedad fue eficaz la nueva terapia y en cuáles no? ¿Y para qué tipo de pacientes funcionó, según edad, ocupación, estado clínico, etc? Del mismo modo en que algunos contadores “cocinan” los números para disminuir el “tamaño fiscal” de sus clientes, en el caso del EUA de plasmas, la FDA dibujó a lo bestia los datos de 70.000 pacientes estadounidenses que recibieron este tipo de terapia para que las cifras salieran brillantes. Concretamente, la FDA tomó un segmento rarísimo de pacientes: menores de 80 libres de respirador, y receptores de plasmas de alta concentración en anticuerpos activos a sólo 3 días de diagnosticados. Todos los demás, excluídos de la muestra. Los cuándos y los cuántos son preguntas críticas. Pongamos por caso la dexametasona, la mejor droga entre las muchas probadas y descartadas en lo que va de la pandemia. Dásela antes de tiempo a alguien recién contagiado de Covid-19 y le deprimís la inmunidad con la que podría ganar los primeros combates. Dale “dexa” cuando una tormenta de citoquinas le está llenando los alvéolos pulmonares de un hidrogel baboso que el oxígeno, incluso insuflado por un respirador, no logra atravesar, y quizás salves a un 33%. Correcto, “vamos la dexa”. Pero… ¿cuánta? Para saber la mejor dosis por kg., hay que comparar varias distintas. El problema de los estudios observacionales es que no dan esa información capaz de generar políticas de salud consensuadas entre médicos con distinta formación, experiencias diferentes y opiniones total o parcialmente divergentes. Por ello, retrotraen la medicina al más puro “me parece”: al no haber dos ramas, el medicamento o abordaje nuevo se comparan sólo contra sí mismos. En rigor, cuando un medicamento pasa con éxito de las pruebas preliminares (“in vitro” y luego con modelos animales), lo primero que se hace es un estudio de fase 1. Y éste suele ser un test observacional, de una sola rama y con un grupo no muy numeroso, que puede andar entre los 10 a 100 pacientes. Y es que lo que se está midiendo del nuevo medicamento no es tanto la efectividad comparada como la toxicidad. Si es baja o nula y además hay efectividad medible, y supera a otros enfoques considerados terapia estándar, eso va como “bonus” y se pasa más rápido a fase 2. Pero en las fases 2 y 3 rige el más riguroso “doble ciego” y los grupos son numerosos: centenares en 2, miles en una 3. La fase 3 es como la Playa Omaha el día D: gran cantidad de terapias promisorias hasta la fase 2 cae ametrallada por los números, como “Rangers” al pie de aquellos acantilados, sin poder trepar. El licenciamiento está arriba, aunque sin garantías. En el apuro que le imprimió el Covid-19 a la medicina, “el premio gordo”, algunas vacunas se licenciaron por decreto, y más por necesidades políticas o geopolíticas que médicas. El caso de tapa de libro fue la vacuna Sputnik 5 de Rusia. Más allá de que en el mundo real demuestre ser buena, mediocre, mala o quizás excepcionalmente buena, el hecho es que se licenció sin haber hecho una fase 3, como contamos aquí. Con que sea buena nomás, en 2021 y 2022 los rusos se sentirán salvadores de la Humanidad y tan llenos de gloria como para no hacerle reproches al gran propulsor de la Sputnik 5, el presidente vitalicio Vladimir Putin. En la escuela primaria y cuando Ucrania todavía obedecía a Moscú como miembro de la URSS, el niño Vladimir aprendió de memoria aquellos versos épicos inmortales ucranianos del Слово о плъку Игоревѣ, o Slovo o plŭku Ígorevě, aquí en Occidente, el Cantar de la Hueste del Príncipe Igor. Y esos versos dicen: “Y nosotros, la mesnada, teníamos hambre de alegría”. Los presidentes vitalicios no duran en funciones sólo por sus buenos servicios de espionaje. Son muy conscientes del hambre de alegría de la mesnada, es decir de la soldadesca. Recuerdan bien el destino de Nicolae Ceaucescu, presidente rumano desde 1965 hasta 1989, cuando tras 24 años de escasas alegrías para sus mesnadas fue capturado y juzgado en dos horas por su propio ejército, y fusilado con 120 impactos de bala. Xi Xing Ping es otro mandatario que sabe que quien monta un tigre no puede bajarse. China debe remontar el desdoro internacional de haber sido el sitio de origen del Covid y de no haber podido contener el contagio inicial. Y lo está haciendo decentemente: tras aplastar las curvas de contagio domésticas con cuarentenas draconianas, encaró el desarrollo simultáneo de 4 vacunas tecnológicamente distintas. Éstas salieron de brevísimos estudios preliminares a testeos de fase gigantes que mezclaban la 1 con la 2 y la 2 con la 3. Conclusión: China ya tiene dos fórmulas licenciadas “en casa”, la de Sinovac y la de Sinopharm, que además están en testeo de fase 3 en otros países incluido el nuestro. Aquí la vacuna de Sinopharm, sobre la que Agendar publicó esto y esto, se suministra en los centros Vacunar de la prestigiosa Fundación Huésped, de Pedro Cahn. En el exterior, donde cualquier reacción adversa es imposible de silenciar, se mantiene una perfecta prolijidad de doble rama. Y es que China sabe que un licenciamiento propio no convence a nadie en el resto del planeta. También sabe que 300.000 actos vacunatorios con la Sinopharm sin un solo caso de efectos adversos ante nuestros ojos es “too good to be true”. Otra vacuna china en carrera, obra de la firma CanSino y la Academia Militar de Medicina, en un acto de futurología explícita, viene garantizada –dice el fabricante- contra todas las mutaciones del coronavirus. Desde agosto se está poniendo a prueba con voluntarios, personal sanitario del Ejército Popular de Liberación, como narramos aquí. En agosto todavía había suficiente circulación viral en China como para que enfermeros y médicos militares no inyectados pudieran hacer de grupo control, simplemente por ser una comunidad de muy alto riesgo y convivir en los mismos espacios hospitalarios donde se hacían los estudios de fase. Y probablemente los no participantes hayan sido un grupo control muy a regañadientes: entre un Covid bastante probable y de final incierto y una vacuna a la que tus colegas y superiores médicos le tienen fe, ¿hay tanto margen de dudas?

(Concluirá mañana)

Dr. Pedro Politi, oncólogo y farmacólogo

Daniel E. Arias, periodista científico

Plan Conectar: satélite, banda ancha y TV digital. Inversión: $ 37.900 millones. Lo llevará a cabo ARSAT

El Plan Nacional de Conectividad «Conectar», presentado ayer por el presidente Alberto Fernández desde la sede de ARSAT en Benavídez, buscará universalizar el acceso a conexiones de banda ancha de última generación en todo el territorio continental de nuestro país, y prevé la reactivación del Plan Satelital Argentino.

Todo esto demandará una inversión de $ 37.900 millones desde ahora hasta 2023, que se destinarán a cuatro ejes: el Sistema Satelital Argentino, la Red Federal de Fibra Óptica (Refefo), la Televisión Digital Abierta y al centro nacional de datos, todas iniciativas lideradas por la empresa ARSAT.

El plan contempla el «desarrollo, construcción y puesta en órbita de un nuevo satélite, el primero de la segunda generación de ARSAT”, que estará orientado a la ocupación de las posiciones orbitales de la Argentina, al desarrollo de la industria satelital de telecomunicaciones y a reducir la brecha digital, brindando conectividad satelital de alta calidad a 200 mil hogares rurales. Además, se actualizará y extenderá hasta los 38.808 kilómetros la Red Federal de Fibra Óptica, se renovarán los equipos de las 100 estaciones de la Televisión Digital Abierta (TDA) y se pondrá en valor el Centro Nacional de Datos de ARSAT. Para universalizar el acceso a los servicios TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) y a las conexiones de banda ancha de última generación prevé una inversión total de $37.900 millones, dispuestos de la siguiente manera: Sistema Satelital Argentino: $ 19.950 millones Red Federal de Fibra Óptica: $ 13.200 millones Data Center de ARSAT: $ 4.300 millones Televisión Digital Abierta: $ 450 millones Sus objetivos son:

Sistema Satelital

Esta inversión incluye el desarrollo, construcción y lanzamiento del Arsat SG1, «el primero de la segunda generación de satélites de comunicación», remarcan en la empresa, donde prefieren que no se utilice el término Arsat 3 para referirse a este nuevo emprendimiento. El Arsat SG1 permitirá brindar conectividad satelital de alta calidad a más de 200.000 hogares rurales. «Este proyecto se había discontinuado en la gestión anterior, y obligó al Estado Nacional a pagar más de 7 millones de euros para proteger la posición orbital argentina», difundió un comunicado de la Jefatura de Gabinete. «Al no contar con un satélite propio en esa posición, el país no pudo brindar servicios satelitales a las poblaciones rurales que hasta ahora siguen sin conexión» y recordó que en febrero pasado comenzaron las primeras reuniones de trabajo para la construcción de la segunda generación de satélites argentinos de telecomunicaciones.

Fibra óptica

Se completará la red Federal de Fibra Óptica (Refefo) con la construcción e iluminación de nuevos 4.408 kilómetros de fibra, para llegar a los 38.808 kilómetros en el 2023. La red, que comenzó a construirse en el 2010, también requiere de una actualización de equipos para multiplicar por 10 la capacidad de banda ancha que provee a prestadores de internet. Según cifras de Arsat, a fines del 2019 la red tenía 34.400 kilómetros, de los cuales 31.150 estaban iluminados y 1049 localidades conectadas. Ahora se prevé que la ampliación permitirá llevar internet de alta calidad a 22 millones de personas en el 2023.

Televisión digital

La Televisión Digital Terrestre, que permite el acceso a las señales digitales audiovisuales por antena, invertirá $450 millones para la «recuperación de las 100 estaciones de transmisión», que permiten tener cobertura en más del 80% del territorio. El objetivo del Gobierno es también renovar los equipos de la plataforma, de modo de mejorar la calidad de la imagen y asegurar que llegue a unos 10 millones de hogares en el país.

Centro Nacional de Datos

Este Centro Nacional de Datos, que funciona en las instalaciones de Arsat en la localidad bonaerense de Benavídez, actualizará los equipos de almacenamiento, servidores, redes, backup y software. También se ampliarán los servicios de cloud, que han tenido una fuerte demanda este año debido a la pandemia de coronavirus, que aceleró la migración a la «nube» de servicios y aplicaciones públicas. Además, se ampliarán las políticas de contingencia «con los máximos estándares internacionales». Hasta ahora, el Centro de Datos de Arsat es «uno de los data center más confiables y seguros de Latinoamérica y el único del país con certificaciones TIER III del Uptime Insitute» y también recibió la certificación ISO 27001 en el 2013, por tener las mejores prácticas en la gestión de la seguridad de la información. En el 2015, el data center recibió la ISO 9001:2015, que estandariza el sistema de control de calidad de las organizaciones, gestionando y controlando la calidad en todos los procesos.

El desafío de distribuir 6 mil millones de vacunas contra el coronavirus

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Según un estudio, se necesitarán entre 8 mil y 15 mil aviones de carga, 200 mil contenedores, hielo seco y cajas refrigeradas en cantidad. La región no está lista para esos requisitos.

La vacunación masiva contra el Covid-19 llegará a mediados de 2021 según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud. Para que eso pase, habrá que desplegar 10.000 millones de dosis en todo el mundo. ¿Cómo será la logística para eso pase? Un estudio del operador DHL señala que se necesitarán 15 mil vuelos, 200 mil contenedores y 15 millones de entregas en cajas refrigeradas a medida que los laboratorios que tengan éxito en la producción de vacunas contra el coronavirus puedan ponerlas en circulación.  También IATA, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo advirtió que el desafío logístico será “la misión del siglo” y llamó a los gobiernos a planificar con anticipación y cuidado el transporte y distribución de la vacuna. La puesta en marcha de las cuarentenas y aislamientos ya trajo desafíos a la logística para la circulación y el abastecimiento de bienes esenciales. La advertencia de IATA apunta a que eso no vuelva a pasar. El cálculo de la asociación es algo inferior al de DHL, que se estimó con un número de dosis que supera la población mundial (10.000 millones de dosis contra 7.800 millones de personas).
Según el director general de IATA, para proporcionar una dosis se requerirá el uso de 8.000 aviones de carga Boeing 747
Actualmente, se están desarrollando y ensayando más de 250 vacunas en siete plataformas diferentes, detalló DHL. “Con las vacunas antiCovid-19 saltando rápidamente etapas en su desarrollo, es probable que se impongan rígidos requisitos en materia de temperatura (hasta -80°C) en determinadas vacunas para asegurar que se mantenga su eficacia durante el transporte y el almacenamiento”, advirtió el análisis de la empresa especializada en transporte de cargas. Hoy las vacunas normalmente se distribuyen entre 2 y 8°C.

Problemas de América Latina

En caso de que las condiciones de distribución sean en bajas temperaturas, el escenario más restrictivo, la Argentina y toda América del Sur y Central y Asia, no están preparadas para esa logística. África es el continente con más dificultades. En el escenario de un sistema de distribución habitual, la distribución en la Argentina y la región se vuelve viable porque el reparto en la “última milla” sería el convencional. Según un estudio de McKinsey, los nuevos vectores utilizados en algunas de las vacunas que se están desarrollando requieren las condiciones de transporte más restrictivas. “La crisis del COVID-19 se ha manifestado con una magnitud y un impacto sin precedentes. Los gobiernos, las empresas y el sector logístico han tenido que adaptarse rápidamente a los nuevos desafíos”, aseguró Katja Busch, CCO (Chief Commercial Officer) de DHL. Según las estimaciones de la empresa, pensando en el escenario logístico más riguroso, “es importante mapear los requisitos logísticos e identificar los posibles cuellos de botella en los puntos clave de la cadena de suministro: en el transporte intermedio, el envío intercontinental, el almacenamiento, la distribución local y el almacenamiento final de corto plazo en el lugar de utilización”. El número de envíos, por ejemplo, implica casi 15 millones de cajas refrigeradas en una cadena de suministro potencial, acompañados del correspondiente volumen de bloques de refrigeración o de hielo seco. En líneas generales, «la producción de hielo seco no parece ser un cuello de botella para la distribución de la vacuna. Pero incluso bajo circunstancias extremas, tanto la disponibilidad de un embalaje adecuado como el máximo de cantidades permitidas de hielo seco en transportes de carga aérea podrían limitar las capacidades de envío en determinados casos, si no se realizan los preparativos necesarios a tiempo”, advierte el estudio de DHL. “Es posible que se produzcan cuellos de botella en destino al haber una producción centralizada de hielo seco, sobre todo si hay que reabastecer cada 3-5 días”, remarcan. Para IATA, también habrá que trabajar en cuestiones como agilizar las operaciones en los aeropuertos y requisitos para la tripulación. Entre esas facilidades incluyen darle prioridad de aterrizaje y despegue a los vuelos que transporten vacunas contra el coronavirus o que los miembros de las tripulaciones de esos vuelos sean exceptuados de las cuarentenas.   Este estudio nos recuerda que, como en la guerra, un elemento fundamental de la salud pública es la logística. Los Estados deben estar pensando en cómo encararlo.

El Banco Central encarece el dólar un 35% para salvar las reservas

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El Banco Central que preside Miguel Ángel Pesce decidió una batería de medidas para reducir la sangría de dólares que venían sufriendo las reservas. La que está en los titulares de los medios y se refiere al mayor número de particulares: quienes quieran comprar dólares a partir de hoy miércoles 16/9 deberán pagar un nuevo tributo. Además del impuesto PAIS -que representa un 30% sobre la cotización oficial del billete-, pagarán un 35% de percepción a cuenta de Ganancias. Según la cotización del martes, cada dólar «ahorro» no bajaría de 130 pesos. Las compras con tarjeta de crédito en el exterior se descontarán del cupo de 200 dólares mensuales para atesoramiento. Los consumos realizados en dólares hasta el 15 de septiembre no pagarán ese 35% de anticipo de Impuesto a las Ganancias, si los pagos ya están reflejados como efectuados en moneda estadounidense por las tarjetas de crédito. Los que se hagan desde hoy 16 de septiembre ya abonarán esa percepción. En el caso de quienes pagan Ganancias y Bienes Personales, el excedente cobrado por sobre lo que tienen que pagar -si lo hubiera- les será reintegrado. En el caso de monotributistas o personas que no pagan Ganancias ni Bienes Personales, deben hacer el trámite en la AFIP. El organismo recaudador les devolverá en la cuenta bancaria que tengan informada. En otras medidas, que seguramente afectarán a operaciones más importantes, el directorio del Central dispuso también que las empresas podrán acceder en el mercado único y libre de cambios al equivalente del 40% de sus obligaciones de deuda. Se fijaron además restricciones para el acceso a la operatoria de «contado con liquidación» a no residentes. En el Central creen que los extranjeros explican la mitad de las operaciones diarias de esa modalidad. Las autoridades suponen que los no residentes desarmarán sus posiciones en bonos que se usan para obtener dólares. Eso ayudaría, desde el ángulo oficial, a que la cotización del dólar que se obtiene a través de los bonos sea parecido al nuevo «ahorro». El directorio del Central explicó en un comunicado que «tomó medidas para promover una más eficiente asignación de las divisas; evitar operaciones disruptivas de inversores no residentes sobre los mercados financieros; favorecer el desarrollo del mercado de capitales local; sentar los lineamientos para una renegociación de la deuda privada externa compatible con el normal funcionamiento del mercado de cambios, y priorizar a las pequeñas y medianas empresas en la asignación de créditos para la prefinanciación de exportaciones». En opinión de AgendAR, estas medidas -forzadas por una situación de hecho: una demanda de dólares que es en realidad una fuga del peso, son demasiado complicadas. Necesitarán ajustes y reglamentaciones que las harán todavía más complejas y dificultarán su aceptación por la sociedad. La intención es transparente: el Central no quiere devaluar, todavía más, el tipo de cambio oficial, el del dólar con el que se hacen las importaciones y las exportaciones, para no acelerar la inflación. Pero la sociedad argentina está tan «enganchada» con el valor del dólar y muchos precios de artículos de consumo se moverán con el dólar ilegal, el «blue». El gobierno argentino deberá encarar, más temprano que tarde, un plan antiinflacionario en serio. Ya hemos dicho que no ignoramos el costo de esa política, aunque se encare con inteligencia y flexibilidad. Pero más costoso es el camino de la inflación alta y constante.

A. B. F.

Plasmas anti COVID – Decisiones políticas vs decisiones científicas – 2da. parte

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(La primera parte de este artículo está aquí)
  1. Los plasmas y el primer premio Nobel
Cuando el plasma o sus principios activos funcionan, alguien se gana un Nobel. Ha sido así desde el principio, con el primer Nobel de Fisiología en 1901. Pero cuando los plasmas no funcionan, nadie se entera. Dato a retener: lo que hace funcionar –a veces- a los plasmas son proteínas en disolución con forma de “Y”: los anticuerpos. Desde que Emil von Behring y ShibasaburŌ Kitasato empezaron a tratar la difteria con transfusiones de sangre de curados, se acumularon 130 años de experiencias frecuentemente exitosas usando hemoderivados como medicamentos. En una escala creciente de valor agregado, pureza y especificidad, a la sangre entera siguieron los sueros filtrados de toda célula, después los plasmas, a continuación los concentrados de inmunoglobulinas (llenos de todo tipo de anticuerpos), finalmente los anticuerpos policlonales dirigidos contra un único antígeno, y desde 1984, gracias a nuestro compatriota César Milstein y a su socio Georges Köhler, los anticuerpos monoclonales. Estos son los más cercanos en principio a esa idea de la bala de plata única y perfecta con que según el folklore de Transilvania el cura de la aldea mata al vampiro. Behring, Milstein y Köhler ganaron premios Nobel con todas estas disrupciones tecnológicas. A Kitasato en 1901 se lo negaron por japonés. Peor aún, volvieron a hacerlo: debió haber ganado al menos dos Nobel, por haber aislado además el bacilo de la peste bubónica. ¿Racistas en el Karolinska Intitute? Sí, como en todos lados. Dos cosas a subrayar: En pleno siglo XIX, Behring y Kitasato estaban bloqueando los antígenos de la letal Corynebacterium diphtheriae con anticuerpos humanos, aunque sus ideas sobre la existencia de antígenos y anticuerpos eran a lo sumo conjeturales: los llamaban “toxinas” y “antitoxinas”, nombres todavía adecuados. Ignoraban por completo su complejísima estructura esteroquímica de proteínas, y sus encajes recíprocos tipo “llave-cerradura”. A duras penas conocían al bacilo mencionado: la medicina en 1890 recién se resignaba a creer un poco en las bacterias, esos seres identificados no mucho antes por Louis Pasteur y Joseph Lister, y los médicos –sin saber que estaban ante la forma de vida más primitiva y abundante del mundo- empezaban a clasificarlas. Impresiona lo mucho que hicieron Behring y Kitasato con lo mucho que ignoraban. El progreso médico a veces depende de esos inspirados palos de ciego. Hacemos una hipótesis: si funciona, funciona, para eso están los experimentos. Ya más tarde con otros experimentos mejores, descubriremos cómo y por qué y cuánto, y con qué límites. La otra cosa a subrayar: la fuente de hemoderivados no es necesariamente la sangre humana, siempre escasa. Los anticuerpos de los sueros con que bloqueamos los antígenos tóxicos de serpientes, arañas y algunas bacterias y virus peligrosos bien pueden venir de bichos como conejos o caballos: a diferencia de los donantes humanos, se les puede inyectar antígenos sin requerir que firmen ningún papel, y no hay que convencerlos de regalarnos después su sangre. Éste fue uno de los aportes tecnológicos decisivos de Behring. Respecto de los plasmas humanos, existen cruzados dispuestos a jurar por su eficacia en todas las ocasiones. En 2015, John Mair-Jenkins y otros hicieron un “metaestudio”, es decir peinaron decenas de estudios anteriores de uso de inmunoglobulinas en todo tipo de virosis respiratorias. MUY anteriores, a decir verdad: arrancaron con la brutal “gripe española” de 1917, la H5N1 aviar de 2008, la H1N1 porcina de 2009, y dos pandemias recientes a coronavirus (el SARS de 2002 y el MERS de 2011). Este “estudio de estudios” concluyó que los sueros habían bajado un 75% la mortalidad general de todas estas respiratorias virales. Pero agrupar en un mismo ensayo virus y testeos tan distintos equivale a comparar peras con naranjas y papas fritas. Y como no se puede ser muy fifí con la pulcritud metodológica de vetustos estudios de 1917, los resultados pueden considerarse viejos, inciertos y quizás exagerados. Lo que no puede decirse de ningún modo es que Mair-Jenkins pecaba de entusiasmo por orden presidencial, como su colega Hahn. La mal llamada “gripe española” y su tendal de soldados que se la trajeron desde el frente europeo en 1918 en la enfermería militar de Camp Funston, Kansas. En aquella ocasión se apeló al uso de sueros de recuperados, con resultados inconcluyentes. Si hay un país donde la contundencia asertiva de Mair-Jenkins podría tener eco es éste, Argentina. El metaanálisis de 23 brotes consecutivos de fiebre hemorrágica argentina, provocada por el virus Junín, mostró que entre 1959 y 1983 sobre 4433 pacientes, los tratados con plasmas de convalescientes refinados por el Dr. Julio Maiztegui, del Instituto Malbrán, tuvieron una mortalidad del 3,29%, mientras los  que recibieron terapias convencionales alcanzaron una cifra de mortalidad atroz: el 42,85%. Sin embargo, intentos reiterados de usar plasmas en otras fiebres hemorrágicas terribles, como el Ebola africano, no llevaron a nada concreto. Lo que funciona con algunos virus no tiene por qué hacerlo con otros, aunque sean primos. Y es una pena, porque los argentinos tenemos el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, el más grande e importante de la región, como se ve aquí. Fundado por el presidente Illia en 1964, Hemoderivados de la UNC recibe sangre desde centros de salud de las 23 provincias argentinas y la transforma en más de 50 medicamentos que se distribuyen por convenio en nuestro país, amén de en Uruguay, Chile, Paraguay, Bolivia y Ecuador. Estos fármacos líquidos dominan el 50% del mercado regional y ahorran U$ 60 millones/año en importaciones a la salud pública nacional. Folleto muy esperanzado y ya viejo del Laboratorio de Hemoderivados de la UNC Si los plasmas de curados o sus concentrados tuvieran una utilidad claramente demostrable en Covid-19, este laboratorio universitario y público sería una herramienta capaz de salvar decenas de miles de vidas en la región. Tiene instalaciones bien equipadas y una logística aceitada por 56 años de trabajo. “Hemoderivados”, como se lo llama en Córdoba, anda tras eso al menos desde el 9 de abril, como se ve en este video, pero desde entonces no ha hecho declaraciones y no parece tener novedades.
En la página web del laboratorio se puede leer este texto impasible: “Una inmunoglobulina o concentrado de anticuerpos es un medicamento que refuerza el sistema inmune de cualquier persona para ayudarlo a afrontar las enfermedades. Estas inmunoglobulinas pueden ser poli específicas (contienen diversos anticuerpos) o hiperinmunes (enriquecidas con un anticuerpo en particular), como es el caso del medicamento que estamos desarrollando para la COVID-19. No se trata de una vacuna, ni de una cura.             “En el caso del coronavirus Sars-CoV-19 que genera la enfermedad COVID-19 , además de conocer el comportamiento del virus, también es necesario conocer el comportamiento de los anticuerpos que genera el sistema inmune para combatir a este virus.             “También se hace imprescindible determinar la cantidad de anticuerpos que circulan en el plasma, así como la cantidad mínima que debe tener una unidad de plasma donado para poder ser ingresado a un proceso productivo.             “Todo ese conocimiento ya ha sido generado y las técnicas analíticas necesarias han sido desarrolladas junto a laboratorios de la UNC, CONICET y el Instituto Leloir de ANLIS y validadas para detectar únicamente los anticuerpos de interés”. Esto no significa que Hemoderivados-UNC esté ausente de la trinchera. Fabrica 4 insumos muy de uso en las terapias intensivas para tratar de ordenar el desquicio inflamatorio llamado “tormenta de citoquinas” propio de un Covid severo. Esos 4 medicamentos son la dexametasona, dos gammaglobulinas (indovenosa e intramuscular) y la albúmina sérica humana. Si Hemoderivados tuviera además alguna gammaglobulina para el Covid, aunque todavía estuviera en pruebas clínicas de fase 2, ya habría cantado “Bingo” y la prensa cordobesa (nada localista) se habría hecho una fiesta. De esas pruebas de fase estaría pendiente el país entero y también algunos países vecinos. Y el lugar obvio para testear un plasma sería el Hospital Nacional de Clínicas de la propia UNC, unidad tan grande como para haberle dado su nombre a todo un barrio de la ciudad, el de la Reforma Universitaria de 1918 y el del Cordobazo de 1969. Por ahora no tenemos informes de experimento alguno en curso en ese barrio que ya cambió dos veces la historia del país. Los cuatro ensayos argentinos en desarrollo Hospital Italiano, que coordina un “trial” con plasmas de pacientes recuperados de Covid en 30 hospitales y clínicas en todo el país. Foto de Daniela Mac Adden. Para despejar dudas sobre si los plasmas sirven en esta emergencia, el Hospital Italiano acaba de completar la fase de reclutamiento de un “trial” multicéntrico que coordinará a 30 hospitales y clínicas de todo el país, con un total de 350 pacientes a tratar con plasma de recuperados de Covid. Por su tamaño mediano y metodología prolija, el estudio ya despierta curiosidad externa: termina en Octubre y se espera lograr la aceptación para publicación en alguna de las revistas de medicina clínica “top” del planeta. Hay en curso otros dos estudios similares en calidad aunque no en tamaño: el del Hospital Militar, y el que acaba de iniciar el CEMIC, un centro privado de salud y de investigación. Entre tanto, el Hospital Muñiz, especializado en infecciosas y dependiente de la CABA, acaba de iniciar un cuarto estudio, pero “de rama única” u “observacional”, ergo más limitado para decidir políticas de salud. Sobre esto, volvemos luego. Hay otro ensayo más en curso en 6 hospitales porteños y bonaerenses desde el 27 de julio. Involucra a 121 pacientes y termina en noviembre de este año. Lo banca una farmacológica argentina (Inmunova) y es el único que tiene la capacidad industrial de darle un producto estandarizado a todos los participantes. Esto sólo podrían hacerlo Inmunoderivados de la UNC o el ANLIS Malbrán porteño. Pero el de Inmunova no es plasma humano. El estudio de Inmunova echa mano de plasmas equinos “hiperinmunes”. Esto significa que se trata de sueros procesados, para refinar y concentrar los anticuerpos específicamente activos contra el virus SARS CoV-2. Hay 130 años de experiencia mundial exitosa con sueros obtenidos de caballos inyectados con toxinas: las de ofidios, arácnidos e incluso algunas  toxinas bacterianas. El que se ganó un premio Nobel en 1901 por abrir este camino fue el ya mentado Emil Behring, cuyos concentrados equinos resultaron efectivos no sólo contra la difteria (entonces gran asesino bacteriano de chicos) sino contra el tétanos (asesino bacteriano sin preferencias etarias). Extracción de sangre de caballos inmunizados contra la difteria para hacer sueros en el laboratorio de Behring y Hoechst. La mención del Covid-19, por ahora, es un voto de deseos. A caballo de sus caballos, Behring se ganó el Nobel y también el “von” delante del apellido. Con esa sílaba, el emperador Wilhelm ascendió al buen Emil, hijo de un maestro pobre de escuela, de mortal común a noble prusiano, es decir a caballero. Tiene cierta lógica. En el caso de Inmunova, se refinan y purifican plasmas  de caballos a los que se inyectó el “receptor binding domain”, la parte funcional de la proteína “Spike” del SARS CoV-2, con la que este virus se ancla a las células a invadir e inicia su abordaje. La respuesta del caballo es expresar en su sangre un conjunto de anticuerpos de diversa potencia y especificidad destinados a bloquear ese “gancho de abordaje” viral. Es una mezcla policlonal, porque puede haber decenas de anticuerpos, siempre con forma de letra “Y” pero distintos, que hacen ese mismo trabajo aunque con diferente efectividad. La firma seleccionó los más activos, los concentró y patentó ese cóctel como medicamento. Lo llamó INM005, y dice que “in vitro” demostró 50 veces más potencia que los plasmas de enfermos humanos recuperados. Sin embargo, esa buena respuesta en laboratorio no tiene por qué cumplirse en personas: los humanos somos más complejos que cultivos celulares, e inmunológicamente más impredecibles que otras especies habituales en los laboratorios, incluso mamiferianas. Por lo demás, los plasmas equinos pueden tener tanto ventajas (por abundancia, estandarización y precio) como desventajas (por mayores reacciones antigénicas peligrosas). Hay experiencias parecidas a las que intenta Inmunova en Brasil, y las hubo –inconcluyentes- en China en 2005 durante la pandemia (mucho más regional) de otra coronavirosis: el SARS. Eso es lo que empieza se está poniendo a prueba en Argentina: nunca habrá sido tan cierto aquello de “en la cancha se ven los pingos”.

(Continuará mañana)

Dr. Pedro Politi, oncólogo y farmacólogo

Daniel E. Arias, periodista científico

Encuesta global sobre la confianza en las vacunas: el resultado asusta más que los virus

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Los últimos años el debate sobre las vacunas ha crecido, impulsado por el movimiento antivacunas. En países como Corea del Sur, Indonesia, Pakistán y Polonia, la confianza en las vacunas ha disminuido en los últimos años, según un estudio publicado en la prestigiosa revista médica The Lancet. Aunque el apoyo a las vacunas en Europa sigue siendo bajo en comparación con otras regiones, hay indicios de que la confianza está aumentando en Finlandia, Francia, Italia, Irlanda y el Reino Unido, según el informe. Los autores dijeron que creen que su investigación, basada en más de 284.000 adultos encuestados en 149 países entre 2015 y 2019, es la mayor iniciativa hasta la fecha para medir la fe mundial en las vacunas. La inestabilidad política y el extremismo religioso en varias naciones están alimentando el escepticismo, mientras que la difusión de información falsa amenaza con interrumpir programas de vacunación en todo el mundo, reveló el estudio. La disminución de la confianza puede provocar retrasos y disuadir a las personas de vacunarse, lo que contribuye a brotes de enfermedades como el sarampión, la poliomielitis y la meningitis. “Ha sido muy volátil”, dijo en una entrevista Heidi Larson, profesora de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, quien dirigió la investigación. El informe puede ayudar a determinar “dónde se va a necesitar más preparación y refuerzo de la confianza en las vacunas contra el covid”. El número de personas que están en total desacuerdo con que las vacunas son seguras aumentó significativamente en seis países, incluidos Azerbaiyán, Afganistán y Serbia, según los hallazgos. En Filipinas, preocupaciones en torno a una vacuna contra el dengue desencadenaron una fuerte pérdida de fe que también pareció afectar la aceptación de las vacunas de rutina, según la investigación. USA, Polonia y Francia En Polonia, un movimiento organizado contra las vacunas redujo el porcentaje de personas que están totalmente de acuerdo en que las inoculaciones son seguras de 64% en 2018 a 53% en 2019, escribieron los autores. Sin embargo, en Francia, donde la confianza en las vacunas ha sido baja, aumentó de 22% a 30% en el mismo período. El apoyo ha aumentado en EE.UU., donde más personas se han manifestado en contra de los movimientos anti vacunas, según Larson. Aun así, a medida que los desarrolladores se apresuran a crear una vacuna contra el covid-19, nuevas encuestas han revelado dudas en el país y otras partes del mundo. En una encuesta que realizó Gallup el mes pasado, alrededor de un tercio de los estadounidenses dijo que no se vacunaría cuando haya disponibilidad.

Una observación de AgendAR:

No encontramos nada sorprendente en los resultados de estas encuestas. En demasiados ámbitos -no sólo el sanitario- se puede apreciar el crecimiento de la irracionalidad, así como la insensibilidad de las burocracias que administras un «conocimiento técnico» sin conocimiento ni empatía con los intereses y preocupaciones de gran parte de la población.

Mapa de contagios en Argentina, 15-09-20

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Reproducimos un tweet de Martín Barrionuevo. Nos permite visualizar, mejor que muchas palabras, la situación de la pandemia en nuestro país, en estos momentos

La NASA ofrece comprar muestras de suelo lunar. Asoma un debate sobre la propiedad de la Luna

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La NASA, la agencia espacial norteamericana, hizo pública una oferta abierta para empresas privadas de todo el mundo que hayan desarrollado o vayan a desarrollar capacidades espaciales. La entidad estatal -es decir, el gobierno de los EE.UU.- se compromete a pagar por muestras de rocas lunares de entre 50 y 500 gramos un precio de alrededor de US$ 300 el gramo, cuando se pesan en la tierra. El objetivo es recopilar los materiales en 2024. En la publicación, la NASA señaló que la premisa de Estados Unidos es crear políticas que alienten el uso público y privado de los recursos que se encuentran en el espacio exterior. Según Casey Dreier, defensor y asesor de la organización Planetary Society -un lobby en favor de la exploración espacial-, consultado por la CNN, «La confirmación de que la NASA pagaría a las empresas por muestras de rocas lunares establece un precedente legal importante». El hecho de que un país o una empresa pueda tener o vender recursos extraterrestres forma parte de un intenso debate en el derecho internacional. El Tratado del Espacio Extraterrestre de 1969 no resulta claro sobre el asunto y otro de 1979 solo fue aceptado por 18 países. «La nueva política de la NASA confirma que, desde la perspectiva del gobierno norteamericano, las empresas pueden obtener ganancias de los materiales que recolecten», explicó Dreier. La idea es alentar a los capitalistas de riesgo y a otros para que inviertan en tecnologías de exploración espacial y para poner en marcha operaciones mineras lunares que, a futuro, puedan financiar misiones de astronautas. Según el administrador de la NASA, Jim Brindenstine, «es el momento de establecer una certeza regulatoria para extraer e intercambiar recursos espaciales». Joanne Gabrynowicz, ex editora del Journal of Space Law, indicó en una entrevista con Reuters que «el negocio para una empresa privada es venderle piedras a la NASA, las rocas son el producto. Lo que la organización debe decidir es si vale la pena correr el riesgo financiero y tecnológico». La agencia espacial señaló en su comunicado que se realizará un 20% del pago por adelantado, un 10% en la adjudicación, otro 10% en el lanzamiento y el resto cuando la misión sea completada con éxito. Además de suelo lunar, la NASA indicó que eventualmente comprará otros recursos como el hielo que se puede usar como suministro de agua potable para futuras bases lunares. También, la descomposición del agua en moléculas de hidrógeno y oxígeno podría ayudar a producir combustible en el caso de un posible viaje a Marte, que la agencia espera concretar durante la década de 2030.

China confía en que su vacuna estará disponible en noviembre

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El mundo está a la expectativa de la vacuna contra el coronavirus. Hace algunos días, la Organización Mundial de la Salud informó que las versiones de países como Estados Unidos, China, Rusia o Brasil sobre una posible cura no se ajustaban a la realidad. Sin embargo, ayer desde China insistieron en que que su vacuna podría estar lista para aplicación masiva en noviembre. Los investigadores chinos se mostraron muy optimistas. Representantes de las firmas Sinovac Biotech y Sinopharm señalaron que sus vacunas podrían ser aprobadas tras los ensayos de la fase 3. Algunas de las candidatas fueron ofrecidas a trabajadores esenciales en el marco de un programa de utilización de emergencia. La experta en bioseguridad del Centro chino para el control de enfermedades, Wu Guizhen, indicó a la cadena oficial CCTV que estaría disponible una vacuna para el público “alrededor de noviembre o diciembre. De acuerdo a los resultados clínicos de la fase 3, su progreso es muy rápido”. Actualmente, hay nueve vacunas contra la Covid-19 que están siendo probadas en humanos en etapas adelantadas. Argentina, tras su aprobación por parte de la ANMAT, autorizó a realizar estudios de la fase 3 de la vacuna china contra el coronavirus de Sinopharm Group, que desarrolla el Laboratorio Elea Phoenix. Ver una evaluación por AgendAR de la vacuna china aquí.

Plasmas anti COVID – Decisiones políticas vs decisiones científicas

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Entre las terapias del Covid-19, una sigue entre grandes signos de pregunta: el uso de plasmas sanguíneos refinados de sangre de convalecientes. ¿Sirven o no sirven? Sea por sí o por no, la falta de evidencia no es evidencia de falta. Lo raro es que siga sin haber una respuesta clara y universalmente válida a 9 meses y casi un millón de muertos de iniciada la pandemia. Y el problema en casi todo el mundo ha sido la calidad científica de la investigación clínica sobre este punto: es abundante (decenas de miles de pacientes tratados con plasma) pero defectuosa en lo metodológico. Bueno, aquí y en la India dejó de serlo. Y ésa, lectores de AgendAR, es LA noticia. De modo extraño, en el país que generalmente lidera al mundo en investigación clínica, los EEUU, sucede una inaceptable e inescrupulosa injerencia política en decisiones sanitarias que debieran basarse en ciencia. En agosto, la Food and Drug Administration (FDA, la Administración de Drogas y Alimentos), autorizó por EUA (Emergency Use Authorization, autorización de uso por emergencia) el empleo masivo de plasmas como una estrategia revolucionaria, un “game changer”, según… el presidente Donald Trump. En silencio, en segundo plano, estaba el comisionado general de esa agencia, Dr. Stephen Hahn. Pero el NEJM (New England Journal of Medicine) y JAMA (Journal of the American Medical Association), las dos mayores publicaciones de medicina clínica estadounidenses, destrozaron esta intervención política en decisiones técnicas. Lo mismo están haciendo otros jugadores importantes de la opinión médica estadounidense, incluso las publicaciones de alta divulgación, como el Science Times y la revista Scientific American. La revista tecnológica Wired, que en la pandemia pasó de ocuparse poco de epidemiología a hacerlo mucho y bien, el 11 de septiembre publicó lo siguiente: “Los datos sobre la eficacia del plasma de convalescientes para el Covid-19 hasta ahora ha sido inconcluyente, mayormente por falta de estudios aleatorizados y controlados. Los voceros de la FDA exageraron la utilidad de este tratamiento, y su EUA otorgada justo antes de la Convención Nacional Republicana dio pie a la especulación de que la administración Trump había apretado a la FDA para esa aprobación. La semana pasada, un panel de expertos de los National Institues of Health (Institutos Nacionales de Salud) refutaron los datos presentados por la FDA en apoyo de su EUA, y dijeron que carecían de información de ensayos bien controlados para dar apoyo a la hipótesis de que el plasma de convalescientes es una terapia efectiva. Algunos hospitales sencillamente juegan con la idea de ignorar la autorización de la FDA y dedicar sus recursos en plasma para más ensayos clínicos”. En la cascoteada historia de la FDA, ningún director general debió dar razón a tantos desvaríos sucesivos de un presidente como el Dr. Stephen Hahn a los de Donald Trump. El Covid-19, en la epidemiología de Trump, era “un tema menor”. Cuando se volvió una catástrofe, la salvación, en la farmacología de Trump, pasó a ser la hidroxicloroquina, después el remdesivir, y para coronar, la propuesta presidencial de ingestión (¡o inyección!) de desinfectantes, cloro o lavandina. Como resultado, la credibilidad de la agencia regulatoria “ha alcanzado un nuevo punto bajo” – expresó tersamente un respetadísimo cardiólogo académico estadounidense (el Dr. Eric Topol). Sepa disculpar el lector criollo que lo anestesiemos con algunas líneas de la política electoral estadounidense, pero a los argentinos esto nos afecta indirectamente. No fueron pocos ni blandos los aprietes que recibió Hahn para otorgar su EUA, “plasmas para todos”. Pero el modo de ceder del funcionario médico sobrepasó todo lo esperable. El jueves 19 de Agosto, visto que los estamentos científicos de la FDA se negaban a fabricar “la buena noticia” exigida por Trump, el presidente declaró públicamente que esa agencia estaba dominada por “un estado profundo” (es decir una maffia) que pretendía posponer el anuncio para después de las elecciones. En criollo, dejarle “la buena nueva” (que no existe) a los Demócratas. Simultáneamente, Trump llamó a comparecer al Dr. Francis Collins, coinvestigador del proyecto de secuenciación del genoma humano hace años, hoy director de otra agencia aún mucho más renuente a la mala ciencia, los National Institutes of Health (NIH, Institutos Nacionales de Salud), centrales en la estrategia de investigación biomédica en Norteamérica. Aunque los NIH no tienen poder de veto regulatorio, el peso de su opinión en asuntos de salud pública es enorme. Con Collins, Trump fue directo: “Sacás esto para el viernes”. Collins –dice el New York Times el 12 de Septiembre- se negó (1) Canchero, Trump le pasó por encima: el domingo 23 lo invitó formalmente a una conferencia de prensa en la que Collins debió quedarse impasible mientras Trump anunciaba ante la TV que los plasmas eran un “game changer”, y el complaciente Hahn lo secundaba afirmando que según revisiones de una parva de casos en poder de la prestigiosa Mayo Clinic, los plasmas reducían la mortalidad en un 35%. En la Mayo Clinic quedaron atónitos: no hay modo de retorcer sus datos –numerosísimos, pero fragmentarios y deficientes- para exprimirles semejante bolazo. Y esto lo dijo al toque el Science Times del lunes 24 de agosto (2). Habiendo dado esta noticia el domingo 23, Trump pudo presentarse el lunes 24 en la Convención Nacional Republicana en plan héroe, nuevamente salvando al pueblo. Nadie en los EEUU espera que Trump respete la ciencia: se jacta especialmente de no hacerlo. Por eso la furia del “establishment” médico de todo el país se desencadenó básicamente contra Hahn y la FDA. El problema es que el descrédito afecta irremediablemente a una agencia encargada de garantizar la eficacia y seguridad de alimentos, cosméticos, medicamentos, análisis y dispositivos para la Salud, pero con autoridad extra-nacional. Esto crea un problema regulatorio que no se limita a los desconcertados 52 estados que componen el “Home of the Brave and The Land of the Free”. Afecta a decenas de países cuyas autoridades de licenciamiento médico aprueban automáticamente todo lo que tenga el visto bueno de la FDA. Sí, lector/a, somos de ese club, por decreto presidencial de 1992 – nunca modificado a la fecha. Esto es otro lío más para el ANMAT, que acata como referentes a la FDA y a la agencia supranacional europea, EMA. Puede parecer menemismo residual, pero otras agencias regulatorias hacen lo mismo: es barato porque obvia gastar en investigación propia, y si una droga mal licenciada terminada matando gente, el funcionario local se ampara en la letra de la ley: la culpa es de los EEUU, y chau. Pero esta pandemia (y las que vengan) ponen en evidencia que el Titanic de la medicina mundial tal vez soporte que el ocasional capitán esté loco de atar y acelerando, y que el navegante sea un Chirolita incapaz de decirle que la idea no es buena, al menos en zona de témpanos. Son personajes tal vez de paso. Pero otra cosa peor, sin embargo, es perderle la confianza a “los fierros” de navegación: el compás, el sextante y la cartografía, todo junto. Sobre esto, volveremos. Si de la medicina se piantan los métodos científicos, por desacreditados, se agrava “El Retorno de los Brujos”, por citar a Louis Pauwels y Jacques Bergier, aquellos dos precursores esotéricos de la actual New Age. En la ocasión del Covid-19, y en un intento modesto de reconstruir un sistema de confianza autóctono y desde abajo, algunos países han decidido despegarse en los hechos de la FDA y emprender el mismo rumbo que Wired anuncia para los grandes hospitales de EEUU: dedicar sus pocas y preciosas existencias de plasmas y derivados a investigación bien hecha. Y desconocer cualquier valor a la FDA en cuestiones de Salud hasta que su liderazgo se comprometa a basar sus decisiones en ciencia, si alguna vez lo hace. Uno de estos países es la India, hoy literalmente incendiada de Covid, casi el nuevo epicentro de la pandemia. Tiene al menos una investigación clínica recién terminada, no muy grande, pero prolija y precisa. Y en el Cono Sur se destaca Argentina con al menos 4 “trials”(investigaciones en pacientes) en marcha en decenas de hospitales y clínicas tanto del ámbito público como privado en estrecha colaboración, 3 de los cuales pueden suministrar datos fuertes: su método es comparar la acción del plasma contra a un “placebo” inactivo: solución fisiológica estéril. En cualquier rama del estudio, la activa o la de control, el paciente recibe el mejor cuidado estándar actual para todos los pacientes, por supuesto. Una de estas investigaciones podría tener sus primeros resultados en menos de dos meses. Es muy refrescante que esta amplia colaboración haya podido organizarse en el país sin la intervención de la industria farmacéutica.

(Continuará, y se desarrollará, mañana)

Dr. Pedro Politi, oncólogo y farmacólogo

Daniel E. Arias, periodista científico

Referencias:

Los dos dólares de los argentinos

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Conviene que planteemos desde el comienzo que en AgendAR no nos convence la propuesta de desdoblamiento del tipo de cambio que plantea aquí el economista Eduardo Levy Yeyati. Respetamos la indudable versación técnica del autor, pero creemos que en una realidad económica tan diversa como la argentina, donde las actividades productivas tienen dinámicas y condicionamientos muy distintos, un sistema como el que propone se convertiría muy pronto en una madeja inmanejable de múltiples tipos de cambio. ¿Por qué reproducimos su columna, entonces? También para plantear el debate, porque es posible que nosotros seamos los equivocados, pero sobre todo porque expone en forma muy clara y comprensible la doble función que ha llegado a cumplir el dólar en nuestra economía. Y que seguirá cumpliendo, hasta que no encaremos el desafío fundamental: reconstruir la moneda argentina.

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«La discusión cambiaria en la Argentina suele confundir los roles del dólar. Con uno de ellos nos referimos al tipo de cambio, es decir, al precio relativo de las exportaciones en relación con las importaciones, a la competitividad por precio y al balance comercial. Los términos sub y sobre valuación se relacionan con este rol, cuando es en esto en lo que pensamos cuando decimos que el dólar (o el país) está caro o barato. El dólar también es una unidad de ahorro, es decir, un activo financiero, cuyo valor refleja variables menos «fundamentales» como el diferencial de tasa de interés entre el peso y el dólar, o el riesgo financiero y de convertibilidad (léase defaults, cepos y controles) de los activos argentinos en relación con los extranjeros. Hoy en la Argentina, como casi siempre en las últimas décadas, el precio del dólar está determinado no por el equilibrio comercial (el primer rol), sino por el equilibrio financiero (el segundo rol). El peso se aprecia cuando ingresan capitales financieros convencidos de que el país se encamina a normalizar su economía y se deprecia cuando estos capitales toman ganancias o pierden la fe. Esto refleja en parte señales reales y en parte creencias, amplificadas por el comportamiento de rebaño -el miedo a perderse el negocio en la suba, el pánico y el efecto Puerta 12 en la caída- típico de inversores atomizados. También incide la naturaleza especulativa de la inversión en una moneda, el peso, volatilizada por la dolarización del ahorro local y abandonado por inversores de largo plazo. Si esto último suena circular es porque lo es: la dolarización de nuestros ahorros y la capitulación de los inversores extranjeros más estables (fondos mutuales e institucionales) hacen al peso más sensible al ciclo financiero, es decir, más volátil, espantando a ahorristas locales y a inversores estables. ¿Está caro el peso? Mirando la evolución del tipo de cambio ajustado por inflación en relación a otros países, diríamos que, si bien podría estar más depreciado para compensar los impuestos a las exportaciones, el peso no está excesivamente sobre valuado. Mirando la relación entre oferta y demanda en el mercado de divisas, diríamos que el peso está carísimo. Basta con imaginar qué pasaría si elimináramos el cepo: sin intervención, el tipo de cambio subiría dramática e inmediatamente; con intervención, agotaríamos rápidamente las reservas. Casi nunca el equilibrio comercial es igual al financiero. Esta dicotomía, que no es inusual en otras economías en desarrollo, adquiere en la Argentina una gravedad adicional. A la mencionada iliquidez del mercado de pesos, que agrega volatilidad del equilibrio financiero, hay que sumarle un tercer rol del dólar, el de unidad de cuenta: la indexación implícita de muchos precios al tipo de cambio eleva el impacto de una devaluación en la inflación. ¿Por qué la Argentina no flota y deja que el peso encuentre su equilibrio? Porque el equilibrio financiero es incierto y elástico. En las buenas, sin la intervención del Banco Central la apreciación no tendría límites y castigaría la producción local. En las malas, sin oferta de dólares la demanda podría hundir al peso en una espiral descendente. Es común echarles en cara a los bancos centrales que compren «caro» los mismos dólares que a los pocos años venden a una paridad más alta para evitar una depreciación excesiva. Son pocos los países en desarrollo que no administran las variaciones cambiarias, casi siempre para adecuar el equilibrio financiero al comercial. En la Argentina, la diferencia entre el financiero y el comercial es hoy inmanejable. De ahí, la telaraña de controles y regulaciones que intentan sin éxito cuadrar este círculo. Desdoblamiento Suponiendo que las causas que dan origen a esta dicotomía extrema (insostenibilidad e inconsistencia fiscal, expectativas negativas, implosión del mercado en pesos) no cambian en los próximos meses, y dado que el dólar tiene dos roles y que cada rol tiene su equilibrio, lo natural sería que cada equilibrio tuviera su precio. De eso se trata, ni más ni menos, el desdoblamiento entre un tipo de cambio comercial y otro financiero: de un dólar ahorro alto que reduzca la dolarización de activos y estimule la entrada de capitales, sin contaminar al dólar comercial que determina la inflación. ¿Por qué no se hace? Las contraindicaciones son varias, ninguna de ellas insalvables. Para empezar, el desdoblamiento violaría el artículo 8° del FMI, que prohíbe al país tener tipos de cambios múltiples.salvo que el FMI lo apruebe, algo que no sería improbable si el arreglo es transitorio. Alternativamente, se podría instrumentar un «desdoblamiento fiscal» en base a impuestos a la compra (como con el impuesto «solidario») y a un reembolso a las ventas no relacionadas con operaciones de comercio exterior. Un segundo obstáculo son los activos financieros denominados en (o indexados al) dólar, emitidos con anterioridad al desdoblamiento: pasarlos al financiero desencadenaría litigios y quiebras; dejarlos al comercial (como ahora), podría ser visto como un seguro de cambio. Los flamantes depósitos indexados al dólar oficial agregan una nueva dimensión a este problema. Un tercer obstáculo, tal vez el más relevante, es el tsunami de pesos que, de abrirse ese canal, irían contra la oferta de dólares financieros. El Banco Central debería intervenir también en el mercado financiero, con la ventaja de que lo haría a un nivel bien por encima del oficial. Dicho esto, la reciente emisión pandémica posiblemente precise, al menos al comienzo, algún límite de compra -menos exiguo que 200 dólares al mes. El cuarto obstáculo es político: algunos sectores pedirán liquidar exportaciones al tipo de cambio financiero para compensar el impacto de las retenciones. Liquidar exportaciones al financiero tendría esencialmente el mismo efecto que una devaluación del oficial: mayor inflación, que es precisamente lo que se intenta evitar con el desdoblamiento. El último obstáculo, el más clásico, es tal vez el menos crítico. Los incentivos para que aparezcan derrames y arbitrajes: sobrefacturación y anticipación de importaciones, la subfacturación de exportaciones, ya existen hoy en presencia de un tipo de cambio paralelo, que es casi el doble que el oficial. El desdoblamiento no es un remedio, es apenas un bálsamo; en palabras del ministro de Economía, Martín Guzmán, sería una medida «para aguantar». No hay en principio razones fundamentales para una brecha cambiaria de 80%, salvo que esperemos una devaluación o un salto de la inflación que nos lleve a una espiralización cambiaria. Un programa monetario creíble del Banco Central ayudaría a eliminar esta profecía autocumplida. Un presupuesto de consolidación fiscal, junto con un programa financiero basado en el desarrollo del mercado de pesos indexados para reducir la dependencia externa, daría credibilidad al programa monetario. Hoy ninguno de estos dos elementos está aún sobre la mesa, y las pocas señales que emite el Gobierno apuntan en la dirección opuesta. A las contraindicaciones al desdoblamiento ya mencionadas, se suma la capacidad de gestión y la transparencia imprescindibles para un régimen de este tipo. Por todo esto, se entiende la reticencia del equipo económico (y de muchos economistas) a avanzar con esta «innovación» obsoleta. Pero la alternativa de esperar a que la paz cambiaria llegue sola, o de la mano de la confianza en un eventual programa financiero y fiscal, es optimista y, en ausencia de opciones, riesgosa. Como dice el viejo adagio, el buen político planifica para lo peor.» Por:

En todo el mundo crecen los contagios de COVID-19. Pero la medicina consiguió reducir la letalidad

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Ayer publicamos en AgendAR una nota donde se muestra que el número de muertes por coronavirus por millón de habitantes en nuestro país es significativamente más bajo (247,94) que el de EE.UU., Brasil, España, Italia, Suecia,… No debe inducir a la complacencia: el crecimiento en las últimas semanas de los contagios, indica que también crecerán los fallecimientos, aunque -nos decía una lectora- nuestros índices de recuperación de pacientes en los primeros meses no pasaban del 35% y hoy en día ya llegan a mas del 70%. Esta nota que reproducimos muestra que lo mismo está pasando en el resto del mundo: «En las últimas semanas, la virulencia de la enfermedad COVID-19 cambió. Es menos letal, según varios registros que marcan la evolución de la pandemia a causa del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, que hoy registra una menor cantidad de fallecimientos por día, si se toman en cuenta los meses de marzo y abril de este año. La reducción en la letalidad de COVID-19 se ha atribuido en gran parte a mejoras en los tratamientos médicos experimentales para un virus hasta ahora desconocido y también a la identificación más temprana de las infecciones del coronavirus, lo que permite una rápida intervención médica y protección contra la infección de personas con mayor riesgo. También podría explicarse por un aumento de las pruebas de detección, que identificarían casos más leves y asintomáticos, lo que llevaría a una tasa de mortalidad notificada más baja. Los expertos coinciden en que se ha aprendido mucho puertas adentro de las Terapias Intensivas, con médicos que no han conectado inmediatamente a los pacientes a respiradores automáticos, lo que en muchas ocasiones producía daño pulmonar. Ademas, el oxígeno suministrado a través de pequeñas cánulas nasales es mucho menos invasivo y, a menudo, cumple su función. A fin de julio, se descubrió que el antiinflamatorio económico dexametasona redujo las muertes en un tercio entre los pacientes que reciben ventilación mecánica, y existe esperanza de que esto mejore aún más la supervivencia. En las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) británicas, la proporción de pacientes con COVID-19 con respiradores disminuyó del 90% en los primeros días al 30% en junio. “El estudio muestra la impresionante reducción de la mortalidad lograda durante la pandemia para los pacientes ingresados en la UCI de Reino Unido. Los 10 a 20 puntos porcentuales absolutos de mejora de la supervivencia, en todos los grupos de edad, son sorprendentes. Dentro de los tratamientos que han mejorado se destacan: uso más restringido de ventilación mecánica, anticoagulantes, decúbito prono, dexametasona, ECMO (oxigenación por membrana extracorpórea no como último recurso) y la evitación de fármacos sin eficacia”, manifestó Eric Topol, reconocido cardiólogo, genetista e investigador en su cuenta de Twitter.
La mortalidad de pacientes COVID-19 tratados en UCI había caído a poco menos del 42% a finales de mayo, desde casi el 60% en marzo.
Eso es según el primer análisis sistemático de dos docenas de estudios que involucran a más de 10.000 pacientes en Asia, Europa y América del Norte. La rápida propagación del SARS-CoV-2, el alto número de casos y la proporción de pacientes que requieren soporte respiratorio impusieron una “demanda sin precedentes” en los servicios de las UCI, escribieron los investigadores en un estudio publicado en julio en la revista Anesthesia. Los países en las fases posteriores de la pandemia ahora pueden estar manejándolo mejor, dijeron. “Puede reflejar el rápido aprendizaje que ha tenido lugar a escala mundial debido a la pronta publicación de informes clínicos al inicio de la pandemia. También puede ser que los criterios de admisión a la UCI hayan cambiado con el tiempo, por ejemplo, con una mayor presión sobre las UCI al inicio de la oleada pandémica”, escribieron los autores, dirigidos por Tim Cook, anestesiólogo y médico de cuidados intensivos en Bath, Inglaterra. Si bien las cifras de muerte suelen ser un indicador rezagado respecto a la cifra de contagios, hay razones para esperar que el atraso ahora sea más amplio y más lento. “Después de todo, se ha aprendido mucho sobre cómo tratar a pacientes con COVID-19”, es el consenso mundial sobre la evolución médica frente al coronavirus. Pero también se recuerda que un recuento de muertes más bajo no es una justificación para que los Estados reabran sus economías sin cautela. Las muertes van rezagadas en comparación con los casos porque el COVID-19 es una enfermedad bastante lenta. Se necesita tiempo para desarrollar una infección lo suficientemente grave como para requerir hospitalización. Una infección aguda puede tardar más tiempo en causar la muerte. También hay que decir que las muertes no siempre se informan de manera oportuna. La Organización Mundial de la Salud (OMS) está recopilando datos de países para identificar elementos que reducen la mortalidad, con el objetivo de crear una caja de herramientas de tratamientos que permita a los médicos brindar una mejor atención a la gama completa de pacientes con COVID-19. “El nuevo estudio se sumará al conocimiento acumulativo. Esta es información crítica que nos ayudará a refinar nuestra estrategia para reducir la mortalidad”, explicó Sylvie Briand, directora de la OMS, del departamento para la Preparación Mundial de Riesgos Infecciosos. La enfermedad crítica asociada con el COVID-19 puede prolongarse. Alrededor de una quinta parte de las hospitalizaciones en la UCI en el Reino Unido duró más de cuatro semanas, y el 9% persistió durante más de 42 días. Y los expertos tienen un dato clave en la mira: la mortalidad en las UCI por COVID-19 es casi el doble de la tasa típica del 22% para otras neumonías virales. El mensaje importante que deja la OMS es que “a medida que la pandemia ha progresado y todos estos factores se combinan, la supervivencia de los pacientes admitidos en UCI con COVID-19 ha mejorado significativamente”.

Qué son los «indicios de vida» en Venus

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Venus es el planeta que entre los giran en torno al Sol es el más parecido a la Tierra por su tamaño… pero profundamente distinto y hostil a la vida tal como la conocemos. Porque es mucho más caliente en su superficie debido al potente efecto invernadero producido por su atmósfera compuesta principalmente de dióxido de carbono y nubes de ácido sulfúrico que atrapan el calor. Las temperaturas llegan a los 470 grados y entre otras cosas allí el plomo se funde. Pero en el nivel donde están las nubes, a unos 48 km de la superficie, la temperatura es aproximadamente la misma que en la superficie de la Tierra. Y un equipo de la Universidad de Cardiff, Gran Bretaña, ha detectado en ellas un gas llamado fosfina. El paper se publicó ayer 14 de septiembre en Nature Astronomy. La fosfina es un compuesto formado por tres átomos de hidrógeno y uno de fósforo: un gas incoloro e inflamable que huele a ajo o a pescado en mal estado. Se produce en forma natural por microbios anaeróbicos -que no necesitan oxígeno para vivir-, por la descomposición de materia orgánica, o de forma industrial. En la Tierra se produce de forma biológica (principalmente) y está asociada a microbios que viven en entornos carentes de oxígeno como pueden ser lagos, aguas fecales o intestinos de animales. Entonces ¿las nubes de Venus podrían albergar vida microbiana? Es una hipótesis tentadora, pero se necesitan muchas más pruebas para encararla seriamente. El gas podría tener también un origen no biológico. Aunque los autores del paper señalan que las cantidades son tan grandes que, pese a que han revisado los procesos posibles que podrían producir fosfina en un planeta así, no han sido capaces de explicarlas sin incluir algún tipo de vida. La primera señal de fosfina se captó en el año 2018 mediante el telescopio James Clerk Maxwell en el volcán Mauna Kea, en Hawai, aunque no fue concluyente. Un año después, ALMA, otro radiotelescopio situado en el desierto de Atacama de Chile determinó la evidencia más claramente. No obstante los propios científicos afirman que la detección de fosfina no es una prueba sólida de vida en en el planeta. Hay que tomarlo con cautela pero abre las puertas a nuevas investigaciones sobre nuestro vecino Venus y la vida fuera de la Tierra. (Agradecemos a la Dra. en Física Mar Gómez por su excelente síntesis)

Los precios al consumidor de los productos del agro son 4,14 mayores de los que recibe el productor

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¡Y esa brecha está en su menor valor histórico! La diferencia de precios entre lo que pagó el consumidor y lo que recibió el productor por los productos agropecuarios tuvo una fuerte caída en agosto, al ubicarse 15% debajo de julio.

Según un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), la brecha de precios para el promedio de los 24 principales productos agropecuarios que participan de la mesa familiar cayó 15% en agosto y la participación del productor en el precio final saltó a 28,9%. La baja fue impulsada por caídas profundas en las brechas del ajo, el zapallito, la cebolla y el tomate. En el caso de la cebolla y el zapallito, reacomodaron sus brechas después de registrar fuertes subas en julio. Hubo 7 productos con aumento de brechas, 1 sin variación y 16 con descensos en agosto, lo que empujó el IPOD hacia abajo. En promedio, los consumidores pagaron 4,14 veces más de lo que cobró el productor por los productos en la tranquera de sus campos, cuando en julio la diferencia fue de 4,87 veces. La brecha de agosto es la menor desde que se comenzó a medir en agosto de 2015. Los datos surgen del Índice de Precios en Origen y Destino (IPOD) que elabora el sector de Economías Regionales de CAME en base a precios diarios online de los principales supermercados del país, más de 700 precios de verdulerías y mercados para cada producto, y precios de origen de las principales zonas productoras, que releva un equipo de 35 encuestadores.

El trabajo en las Unidades de Terapia Intensiva con los pacientes de coronavirus

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Rosa Reina, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), explica cómo es el trabajo de un médico terapista con un paciente Covid-19 positiv: el más complejo que existen en la actualidad. «Lo primero es cómo nos tenemos que preparar los que trabajamos con el paciente: médicos, enfermeros, kinesiólogos. Tenemos que vestirnos y desvestirnos siguiendo un protocolo adecuado. Cuando nos sacamos los elementos de protección es cuando corremos el mayor riesgo porque esos elementos ya están contaminados. Se deben seguir todos los pasos y en un determinado orden. Algunos elementos se desechan, otros se limpian y se reutilizan», comenzó su detallado informe Reina, y agregó: «Todo este proceso lleva unos 15 minutos, entre que nos vestimos y desvestimos. Generalmente una persona está chequeando como hacemos el proceso para cuidarnos». «Cuando los entramos a ver, con todo ese equipo, primero revisamos al paciente, el monitor, el respirador. Los pacientes son muy complejos. Un alto porcentaje está con respirador para ventilación mecánica y suelen tener una evolución muy crítica. Muchos de estos pacientes deben ser colocados en posición ‘prono’, es decir, boca abajo porque esto mejora un poco la oxigenación, ya que, tienen pulmones muy comprometidos e inflamados». «Para esa maniobra se necesitan cuatro personas. No la puede hacer un profesional solo. Cuando se entra a revisar al paciente, si vemos que necesita ser puesto en ‘prono’ uno avisa que se cambien otras tres personas más», dijo sobre el protocolo que se desarrolla en los sectores Covid-19 que se crearon en centros de salud públicos y privados. «Siempre hay una línea que separa la parte más limpia de la habitación y la más cercana al paciente. Divide el área Covid de la no Covid que suele estar a unos 60 o 70 centímetros de la entrada de la habitación o de la cama del paciente», detalló sobre cómo se disponen las zonas de trabajo, y agregó: «Para poder comunicarnos entre los que estamos cerca del paciente, ya que se hace difícil escucharnos por todos los elementos de protección, escribimos en un papel lo que necesitamos. Si es una habitación cerrada, lo pegamos al vidrio para que lo lean los que están afuera, si no es una habitación se la mostramos a nuestros compañeros que están del otro lado de la línea roja que es la zona limpia que es la que asiste. Siempre hay hojas de papel cerca de las camas de los pacientes«. Ante la consulta sobre cuántas veces al día deben controlar a un caso de coronavirus positivo en terapia intensiva, dijo: «El paciente Covid-19 necesita un chequeo casi constante. Estamos controlando medidas que son muy críticas que se deben seguir de cerca. Si bien en algunos lugares tienen centrales de monitoreo que están en red con los monitores de cada uno de los pacientes, en la mayoría de las terapias no está. Por eso, hay que entrar todo el tiempo. Por más que uno disponga el monitor de manera tal de que se pueda ver detrás de la línea roja, no siempre se puede«. «La verdad, el control y revisión de estos pacientes es continuo. Tratamos de hacerlo cada una o dos horas. Estos pacientes no se pueden ver cada ocho horas. Cada vez que entramos y salimos de esa zona roja hay que vestirse y desvestirse. No se para».

Los intensivistas

«El otro tema, es el equipo de salud. Cómo queda el personal de salud. En varios países de Europa, que están teniendo esta segunda ola, hay personal de salud que no se recuperó de la primera ola y, tal vez, no puede volver a trabajar en esta segunda. Ya sea por lo físico o lo emocional», contó Reina. Reina luego explicó el rol de los residentes que debieron comenzar a trabajar casi sin tiempo de adaptación. «En el 2009, cuando fue la pandemia del H1N1 el mayor pico lo tuvimos en mayo y junio, hasta julio. Los primeros días de junio, ingresaron los nuevos residentes de terapia intensiva y que, obviamente, no tuvieron los dos o tres meses de adaptación del principio. Entraron y tuvieron que aprender todo junto. Eso mismo está pasando ahora. Los nuevos residentes fueron directo a planta con los residentes más antiguos y los médicos de planta. Hoy, uno los escucha y tienen un aprendizaje y conocimiento de cómo manejar la gravedad de estos pacientes que es impresionante. Para sacarse el sombrero».

El rol de lo emocional y la pospandemia

«Estamos pasándola como mejor podemos, sobreviviendo. Emocionalmente, estamos muy mal. Hay todo un equipo que está trabajando para apoyarnos pero, muchas veces, no tenemos el tiempo para sentarnos 15 o 20 minutos para charlar. A veces, no tenemos ese tiempo«, se sinceró Reina. La titular de la SATI, luego pidió: «Después de la pandemia hay que preparase para otra situación. Para otra crisis. Ya hay artículos internacionales escritos que hablan de la crisis posterior a la crisis y tiene que ver con el paciente luego de su paso por terapia intensiva. Esto las autoridades sanitarias lo tienen que empezar a entender y diseñar estrategias de seguimiento de estos pacientes que quedan con secuelas: cognitivas, motoras o psicológicas. No solo los pacientes, sino que también las familias. Esto a nivel mundial se está hablando mucho. Incluso ya hay equipos de trabajo formados para ese día después». Para cerrar, se le preguntó, en una escala del 1 al 10, cuán difícil es tratar a una persona grave infectada de SARS-CoV. 2 y dijo: «El paciente Covid-19 es muy difícil de tratar. Están en una escala de 9 o 10. No recuerdo otra patología que sea más compleja de atender. Atendemos muchísimas neumonías. Pero esto es otra cosa».  

Midiendo los resultados de la cuarentena frente al coronavirus

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Los casos positivos del nuevo coronavirus registrados en Argentina han subido consistentemente en las últimos semanas. Por eso es natural que muchos compatriotas, angustiados ante una pandemia que nadie esperaba y que parece no tener fin, se pregunten por la utilidad de las medidas de política sanitaria que ha tomado el gobierno, y de una larga e irregular cuarentena. Este cuestionamiento, legítimo, se ha envenenado entre nosotros, como era previsible, por una amarga «grieta» política. Es visible que son los opositores al gobierno los más descontentos, mientras que sus partidarios defienden las políticas. Sin pretender «neutralidad», en AgendAR buscamos el mejor criterio para evaluarlas. Los registros no son perfectos, no pueden serlo; y eso sin tomar en cuenta que en muchos países su infraestructura sanitaria sólo puede brindar datos muy aproximados. Y en algunos, no se brindan con rapidez. Por eso elegimos un dato lúgubre pero más verificable que otros: las muertes atribuidas al coronavirus. Tampoco es exacto, claro, pero es más preciso que el registro de contagios, o de camas ocupadas cuando hay muchas diferencias en las disponibilidades por país. Éste es el mapa que marca, con la intensidad de sus colores, como está cada país en ese trágico «ranking». La intensidad del color refleja la mayor o menor cantidad de muertes. Damos los números de muertes por millón de habitantes a la fecha de ayer -13 de septiembre- de países referenciales y de nuestros vecinos. Argentina: 247,94;  EE.UU.: 585,2;  España: 636,23;  Italia: 588,85;  Suecia: 578,85;  Brasil: 617,29;  Perú: 927,85;  Chile: 622,25;  Uruguay: 12,95;  Paraguay: 72,06. (Estos datos son reunidos por la Johns Hopkins University y puede accederse a ellos aquí). Por supuesto, estos números son provisorios, varían día a día, los cambios llegan a ser significativos conforme pasan los meses. Cuando concluya esta pandemia, se podrá evaluar mejor lo que se hizo y los resultados.

La industria y la construcción vuelven, lentamente, a los niveles pre pandemia

La economía continúa recuperándose, y en el caso de la industria y la construcción se ubican en niveles similares a la prepandemia. Aunque a diferencia del crecimiento de mayo y junio, donde las tasas mensuales de expansión habían sido muy altas, ahora hay cierta moderación en la expansión de las distintas actividades. La industria trabajó en julio al 56,8% de su capacidad (no muy debado de febrero). Según el Informe de Panorama Productivo del Centro de Estudios para la Producción (CEPXXI) del Ministerio de Desarrollo Productivo, en mayo y junio el pico de recuperación se debió a dos factores. En primer lugar, muchas empresas, pasaron de no producir a retomar la actividad; eso llevó a una base de comparación muy baja. En segundo término, las reaperturas en sectores como el industrial fueron de la mano de recomposición de stocks, lo cual generó una mayor producción hasta nivelar el abastecimiento. El informe del CEPXXI destaca que un caso testigo de ello fueron las plantas productoras de cigarrillos, que operaron al 97% de su capacidad instalada en junio. “Que las tasas de crecimiento intermensuales se hayan moderado no implica que se hayan detenido”, sostiene el informe. Al respecto, en julio la industria manufacturera creció un 2,1% mensual desestacionalizado (tras haberlo hecho al 12,3% en mayo y al 16,5% en junio) y la actividad de la construcción, que volvió a los niveles de febrero, lo hizo al 6,8% (tras haberlo hecho, desde bases muy reducidas, al 113,6% en mayo y al 37,5% en junio). Tanto la industria, la construcción y el comercio, son los sectores a los que el Gobierno le pone buena parte de los esfuerzos para motorizar la recuperación. Fuentes oficiales le explicaron que “las 60 medidas que se preparan contemplan ejes de corto y mediano plazo”. En lo inmediato, se priorizará la reactivación de consumo a través de aquellos sectores que “traccionan más la industria nacional, que sea con menor contenido importado posible”. También en el corto plazo aparece la obra pública, y “lo que se pueda de obra privada, porque eso es empleo y eso consume dos insumos nacionales”, explicaron las mismas fuentes. En lo que hace a los primeros datos productivos de agosto, el informe del CEPXXI sugieren una nueva mejora en el nivel de actividad industrial, “medida con base en el consumo de energía que releva CAMMESA», aceleró su crecimiento (+4,9% intermensual desestacionalizado) y cerró el mes en niveles similares a los prepandemia: nuestra estimación preliminar para el promedio de los 31 días comprendidos en agosto es de una caída interanual del 2,3%. No solo eso: para el período comprendido entre el 10 de agosto y el 9 de septiembre, la baja se redujo al 0,6% interanual”. En esa línea, el informe señala que la producción automotriz creció 21,2% mensual en agosto y todo apunta a que septiembre consolide esa tendencia. Por ejemplo, Ford y Mercedes Benz, siguiendo lo que Toyota había iniciado a fines de julio, anunciaron el retorno a un segundo turno de producción, y Volkswagen comunicó la duplicación de la producción de la pickup Amarok en los próximos 50 días. Los despachos de cemento treparon 6% mensual en agosto (2,2% desestacionalizado), la mayor cifra del año. “Si bien ambos indicadores persisten en terreno negativo a nivel interanual (-16,2% y -12,5%), si esta tendencia continúa en septiembre ambos sectores podrían llegar a estar en terreno neutro (o incluso positivo) interanual”, explica el CEPXXI. Claro que los indicios de recuperación enfrentan la realidad de la pandemia del coronavirus, que parece mantenerse firme en el Área Metropolitana de Buenos Aires, y ahora con focos fuertes en el interior del país. “Todos estamos pensando que la pandemia lentamente va cediendo. Esperamos que así sea, pero no lo tenemos garantizado, con lo cual se abre otro problema si la pandemia no cede”, analizó una alta fuente gubernamental. Al respecto, el CEPXXI indica que “la dinámica de la pandemia –hoy con mayor ritmo de contagios en el interior del país, que hasta ahora había tenido un menor impacto relativo con la excepción de algunas provincias puntuales– introduce un interrogante respecto de lo que ocurrirá en las próximas semanas en materia productiva”. Un dato indicador de cómo impacta la pandemia es la heterogeneidad de la recuperación en los distintos sectores de la industria. Se observa una significativa mejora en la producción y las expectativas en rubros como muebles, heladeras, lavarropas, cocinas, termotanques, griferías, materiales para la construcción, electrónicos, hilados, tejidos de punto y planos, tintorería industrial, calzado, limpieza del hogar, juguetes, maquinaria agrícola, motos y bicicletas. Por el contrario, ramas como confecciones o aquellos proveedores de la industria hidrocarburífera (como tubos sin costura o bienes de capital para el sector) persisten en niveles reducidos de actividad. Situación en las empresas pymes En línea con la recuperación económica, un dato alentador es que también mejoran las expectativas de las pymes industriales, tal como se desprende del informe de la Fundación Observatorio Pyme. “Para el tercer trimestre, las pymes manufactureras esperan una mejora en las ventas y las horas trabajadas, pero también aumentos en el precio de venta de sus principales productos”, señalan los datos los datos preliminares de la Encuesta Coyuntural a Pyme industriales de la Fundación Observatorio Pyme, que será presentado de forma completa en el 18º Seminario-Taller, que se llevará a cabo el martes 15 de septiembre. En ese sentido, el informe indica que en comparación a las expectativas de los primeros meses del año, para el período julio-septiembre las empresas manufactureras que ocupan entre 10 y 250 personas tienen mejores perspectivas para la evolución de su actividad, así como prevén incrementos de precios. “También las expectativas sobre su propia economía y la de su sector industrial mejoran para el próximo año”, sostiene. En cuanto a empleo, el relevamiento muestra que las pymes resisten la pandemia ya que la reducción de la cantidad de ocupados durante el segundo trimestre de 2020 con una caída del 2,9%, en términos interanuales, fue menor a la del segundo trimestre de 2019 con un descenso del -5,5%. “Aunque fuertemente impactadas por la pandemia en su nivel de actividad productiva, las pymes industriales mantienen su planta de personal (influidas tanto por la prohibición de despidos sin justa causa y por razones económicas, como por la posibilidad de establecer acuerdos de suspensión -con reducción salarial- y el acceso a los beneficios del ATP)”, señala la Fundación Observatorio Pyme.

Racha alcista en el precio de la soja: ¿»Viento de cola» para Argentina?

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El viernes pasado la tonelada de soja alcanzó en el mercado local el valor récord de u$s 265 por tonelada o, en moneda local, unos $ 20.000. Según las estadísticas nacionales, en total restan por venderse -los granos que todavía mantienen en los silos de la campaña 2019/20- unos 18,8 millones de toneladas de la oleaginosa. Sumarían alrededor de u$s 6.500 millones en divisas para la Argentina, teniendo en cuenta los valores FOB. La decisión que tomará cada productor o acopiador es un dato incierto. Seguramente se verá tentado con la expectativa -tan habitual en Argentina- de esperar a una futura devaluación. Pero… la necesidad de recursos para la siembra, los fertilizantes, los herbicidas… aseguran que la mayor parte se venderá. Y asegurará el ingreso de divisas para las exhaustas arcas del Estado. Las subas en el mercado local son, como se comentaba hace pocos días en AgendAR, el reflejo de lo que sucede en Chicago; el viernes la soja cerró su decimocuarta suba consecutiva hasta alcanzar los u$s 369,50 por tonelada, lo que significa su mayor nivel desde junio de 2018. En este contexto, la cosecha de soja todavía sin vender de la Argentina se revalorizó, en los últimos 45 días, alrededor de u$s 1.800 millones y la cifra trepa hasta los u$s 2.500 millones si se tiene en cuenta al maíz. El rally alcista en el mercado de Chicago es producto de una conjunción de factores que van desde la sostenida demanda de soja por parte del mercado chino, junto con la merma productiva de los Estados Unidos por inconvenientes climáticos y el casi agotado saldo exportable de Brasil.. A partir de aquí se abre un abanico de posibilidades en el mercado local, según explican los analistas de granos. En primer término, aquellos productores que tengan la necesidad de financiar la próxima campaña encontrarán en el récord de 20.000 pesos por tonelada un valor tentador para ejecutar o ponerle precio al grano ya vendido, pero sin haberlo fijado. Se trata de otros 8 millones de toneladas de la oleaginosa de la campaña 2019/20. En este contexto, el viernes, el USDA mantuvo su estimación de cosecha de soja argentina 2019/2020 en 49,70 millones de toneladas, pero elevó de 9,50 a 10,25 millones el cálculo sobre las exportaciones. Según el analista Ricardo Baccarin “la perspectiva del mercado es mejor, gracias a la suba de precios y si el tipo de cambio se sigue actualizando, entre septiembre y noviembre comenzarán a verse más ventas por parte de los productores que necesitan financiar la próxima campaña”. Otra cuestión a tener en cuenta es que en lo inmediato las subas en el mercado local e internacional son alentadoras para el ingreso de divisas. En apenas 40 días el valor FOB (free on board, por sus siglas en inglés, es un indicador del valor que los clientes externos están dispuestos a pagar por el producto) para el poroto de soja en los puertos argentinos creció de 356 a 405 dólares por tonelada, lo que se traduce en un incremento del 13,8%, el del aceite de soja, un 5,2%, de 754 a 793 dólares, y el de la harina de soja, un 13,5%, de 327 a 371 dólares, según los datos del Ministerio de Agricultura.

Trump en campaña y la industria farmacéutica global

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Washington (CNN) El presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que ordena a agencias federales que prioricen la compra de ciertos medicamentos y materiales médicos cuando se fabrican en Estados Unidos. En especial, la orden ordena a la FDA que produzca una lista de «medicamentos esenciales, medidas médicas e insumos críticos» que serán regidos por los nuevos requisitos. La medida marcará un cambio en la forma en que Estados Unidos obtiene sus medicamentos y suministros médicos en el futuro. «La orden ejecutiva requerirá que las agencias gubernamentales estadounidenses compren todos los medicamentos esenciales que necesitamos de fuentes estadounidenses», dijo Trump durante un discurso en una fábrica en Ohio. «La orden ejecutiva también eliminará las barreras regulatorias innecesarias a la producción farmacéutica nacional y apoyará los procesos de fabricación avanzados que mantendrán bajos los precios de nuestros medicamentos y permitirán que las empresas estadounidenses compitan en el escenario mundial». El asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, anticipó la acción el jueves temprano y dijo que Estados Unidos es «peligrosamente dependiente de naciones extranjeras para nuestros medicamentos esenciales, suministros médicos … y equipos médicos como respiradores». La orden «establece un nivel básico de demanda para atraer un nivel de inversión suficiente para satisfacer las necesidades que tenemos de estas cosas que necesitamos en tiempos de problemas», agregó Navarro, un halcón en los temas de comercio internacional. China ha sido el actor mundial dominante en la producción de equipos de protección personal (EPI). Y en los EE. UU., el 90% de todas las recetas se obtienen con medicamentos genéricos. Una de cada tres píldoras consumidas en ese país es producida por un fabricante de genéricos de la India, según un estudio de abril de 2020 de la Confederación de la Industria India (CII) y la consultora KPMG. India obtiene alrededor del 68% de sus materias primas, conocidas como ingredientes farmacéuticos activos (API), de China. La orden ejecutiva también elimina algunas barreras regulatorias para la fabricación y los productos farmacéuticos en los EE.UU.

El gobierno de Israel aprobó una cuarentena estricta a partir del viernes, ante un rebrote de COVID-19

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Israel y Palestina (Cisjordania y Gaza) enfrentan un nuevo brote de coronavirus, lo que lleva a propuestas y medidas destinadas a frenar su propagación y mitigar las ramificaciones económicas de la crisis por parte de las autoridades israelíes y palestinas. Israel tiene actualmente 37.482 casos activos; 1.103 personas han muerto. En Cisjordania, hay 9,845 casos activos, en Gaza 1,549. En Cisjordania y Gaza, han muerto 240 personas. El gobierno israelí acordó imponer una cuarentena estricta nacional de tres semanas que entrará en vigencia el viernes a las 2 p.m., en la víspera del feriado de Rosh Hashaná. El primer ministro Benjamin Netanyahu dijo en una rueda de prensa que las advertencias de los funcionarios de salud llevaron a la decisión del gobierno, que restringe a los ciudadanos no alejarse de sus residencias en un radio máximo de 500 metros.