Podemos y debemos tener una vacuna argentina en 2022

Hace hoy una semana -en una nota del diario Perfil– la asesora presidencial Cecilia Nicolini, destacó que «es posible» que para 2022 haya una vacuna contra el coronavirus «diseñada, desarrollada y producida en la Argentina». La funcionaria afirmó que, además de comprar y producir vacunas contra el Covid-19, se debe apostar al desarrollo científico nacional. «Se enfrenta a la pandemia desarrollando también nuestras propias vacunas candidatas con el CONICET e investigadores de la UNSAM«, sostuvo. En declaraciones radiales, Nicolini reconoció que «eso va a llevar un tiempo más», aunque aclaró que «de cara al año que viene es posible que contemos con una vacuna diseñada, desarrollada y producida en la Argentina». Para poner esto en contexto, en estos días el país más vacunado del mundo contra el covid -y con más población que la Argentina- es Gran Bretaña, con un 60% de la población de todas las edades inmunizada con al menos una dosis de su propia fórmula, la vacuna AstraZeneca. Subrayamos, su propia fórmula. Esto hizo que las muertes bajaran de 1.200 por día a fines de enero a 10 por día ahora, a comienzos de junio. Lo que subrayamos de las afirmaciones de Mgtr. Nicolini -con las que coincidimos- de son los «también» y el «es posible». Aunque en la Argentina hoy hay 5 vacunas vacunas en desarrollo, la más avanzada en estudios preclínicos, con modelos animales, es la diseñada por el equipo interdisciplinario liderado por la Dra. Juliana Cassataro, de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y el CONICET. Y hace tiempo que debería haber ingresado a estudios de fase, con humanos, pero no lo hizo. AgendAR pone la lupa sobre este asunto. Viva la sencillez, uno La fórmula de esta vacuna es no codificante. No transporta información génica, ni libre en forma de ARN, como Moderna o Pfizer, ni transcripta en ADN encapsulado dentro de «vectores» adenovirales, como la de AstraZeneca o la Sputnik-V. Por el contrario, la fórmula de la UNSAM es una plataforma deliberadamente convencional, hecha de fragmentos proteicos virales en suspensión acuosa. A esas fracciones de proteína de la superficie del virus a neutralizar se les añade un coadyuvante que potencia su capacidad antigénica, la de causar una reacción profunda del sistema inmune humano. El equipo de la UNSAM eligió este enfoque nada revolucionario justamente porque:
  • la materia prima es local,
  • carece de complicaciones clínicas,
  • carece de complicaciones industriales,
  • carece de complicaciones de patentamiento (es propiedad del Estado nacional),
  • carece de complicaciones logísticas.
Lo de la materia prima local viene por esto: con la mítica Biosidus dirigida por Marcelo Argüelles como primera empresa en atreverse, Argentina fabrica proteínas y hormonas de los sistemas endócrino e inmune por ingeniería genética desde los ’80, y con fórmulas y patentes propias. Como se trata de moléculas extraídas de levaduras o células mamiferianas genéticamente modificadas, se los llama «medicamentos biológicos». Esto, por oposición a los viejos farmoquímicos de síntesis. Somos fabricantes (y exportadores) de proteínas recombinantes desde hace 4 décadas. La vacuna de la UNSAM/CONICET está hecha de eso. No viene de otro continente. Lo de las complicaciones clínicas es inherente al tipo de vacuna: las anti-Hep-B y anti-HPV, que dieron vuelta el panorama clínico contra dos virus asesinos (hepatitis B y el del papiloma humano) son sumamente seguras. Lo han probado desde los ’80 y ’90, y están hechas de fracciones de antígenos, es decir proteínas, no con virus enteros, inactivados o recombinados. Lo de las pocas complicaciones industriales es porque con casi medio siglo de fabricación de fármacos biológicos, los costos de hacerlos aquí son bajos, y la calidad, muy alta. Esto se debe a que el componente económico principal en este tipo de farmacia no es el equipamiento, aunque sea en general sea carísimo e importado, sino los recursos humanos en biología molecular. Aquí esos recursos son de producción local, gracias a la universidad pública. En este campo, la Argentina tiene 3 premios Nobel que dejaron escuela, y una pléyade de investigadores puros y biotecnólogos famosos, trabajando en laboratorios de renombre mundial. El Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB) de la UNSAM es uno de ellos. Un asunto más sobre complicaciones industriales: las vacunas a proteínas recombinantes son mucho más fáciles de fabricar a escala masiva que las que usan virus enteros SARS CoV-2 inactivados, como las chinas Sinopharm, licenciada y usada aquí, y Sinovac (menos efectiva y usada en otros países sudamericanos). Los chinos las venden carísimas, en parte porque pueden (los países compradores están desesperados), pero también porque nunca tienen suficientes. Y población propia a inmunizar, no les falta. Lo de las complicaciones de patentamiento no necesita explicación. Si pertenece al estado nacional, una vacuna se puede producir sin pagar royalties, y si resulta buena y barata, exportar sin cláusulas restrictivas. Lo de las pocas complicaciones logísticas viene por esto: conservar información genética, ya esté codificada en ARN libre (casos de las vacunas Moderna y Pfizer) o en ADN encapsulado (AstraZeneca, Sputnik-V, Johnson & Johnson), requiere cadenas de frío perfectas. Eso y el costo son los puntos más flojos de las vacunas codificantes. En cambio las fórmulas de fracciones proteicas en suspensión soportan mejor las condiciones de distribución de los países en desarrollo: malos caminos, distancias largas, cortes de luz, y situaciones sociales en las que la vacuna debe viajar al vacunado, y no viceversa. Detalle en contra: las fórmulas como a fracciones proteicas requieren de desarrollos más largos que las codificantes con vectores virales. Además de necesitar más «cocina»,  probablemente en la práctica requieran dosis de refuerzo. Pero eso también vale para el resto de las vacunas licenciadas a fecha de hoy, salvo -por ahora- la de Johnson & Johnson, que funciona con una sola dosis. Tal vez sea éste también el caso de la potente fórmula que viene desarrollando el equipo del Dr. Osvaldo Podhajcer en el Instituto Leloir. En suma, el equipo de la UNSAM/CONICET optó por una vacuna deliberadamente simple para poder atravesar rápido los laberintos de licenciamiento de la ANMAT, la agencia regulatoria de medicamentos, y luego bajar los costos de fabricación y de logística y garantizar una provisión abundante, aquí y en otros países. Pero algo la está parando. Este desarrollo argentino, tan carente de complicaciones clínicas, industriales, de patentamiento y logística, es también carente de algo fundamental: lobby. Fuera del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, y las observaciones de la Mgtr. Nicolini, parece no interesar a nadie. Viva la sencillez, dos La vacuna de la UNSAM/CONICET usa fracciones de una única proteína viral, pero justamente la más importante: la Spike, ésa que le da a los coronavirus el aspecto de corona de clavos del que deriva su nombre. Las fracciones de antígeno Spike elegidas por el equipo de Cassataro se han mantenido invariables a lo largo de la breve pero intensa evolución del virus SARS CoV2 desde que empezó la pandemia, y que acumuló decenas de cambios químicos en esta misma proteína. Eso parece haberle quitado tal vez 20 puntos de efectividad a la Johnson y Johnson: hizo su fase III en el último trimestre de 2020 y se las tuvo que ver con una población viral munidal más brava, más diversificada, más contagiosa y ya algo resistente a las primeras vacunas. La idea es que el nivel de protección de un desarrollo argentino contra enfermedad grave y muerte sea el mismo contra un virus original Wuhan, de fines de 2019, o contra las cepas «de segunda ola» aparecidas a lo largo de 2020 y 2021 en Inglaterra, Sudáfrica, Brasil, la India y Perú, y que se han vuelto -por desgracia- más prevalentes, y que están reventando por sobredemanda las terapias intensivas, la salud de los terapistas, y la disponibilidad de oxígeno. Es posible que las vacunas codificantes logren una respuesta inmune más fuerte, pero son más difíciles de licenciar y fabricar masivamente. Casi todas las codificantes usan adenovirus como vectores, y la lógica dice que es más barato fabricar polipéptidos (fracciones de proteínas) que virus enteros recombinantes. Y eso por lo mismo que cuesta menos plata fabricar ladrillos que casas o edificios. En la opinión de AgendAR, esta vacuna, desarrollada para enfrentar las cepas regionales hoy debería estar cursando una fase II, en forma de fases I y II fusionadas. Es lo que se hizo con la mayor parte de las vacunas anti Covid ya licenciadas en el mundo. Y para eso se necesita del Ministerio de Salud y de una decisión presidencial. La fase verdaderamente cara, la III, teóricamente involucraría al menos 30.000 participantes voluntarios divididos en dos ramas: una que reciba la vacuna y otra que reciba solución salina, es decir un «placebo», y comparar la velocidad de contagio en cada grupo. Si el diferencial supera el 51% la vacuna es efectiva. Son los números promedio de las poco cuestionadas vacunas antigripales estacionales. A la hora de las importaciones y ciñéndose a lo técnico, el Ministerio de Salud eligió bien: todas las fórmulas que adquirió superan el 70, 80 e incluso el 90% de efectividad contra covid grave y muerte por covid. Hemos dicho (y lo repetimos) que el papel de la vacunóloga Carla Vizzotti, que se jugó el puesto y el prestigio al elegir la Sputnik-V, fue brillante. Hoy, mal que le pese a los menguados que la llamaban «floja de papeles» o «veneno», sin duda es la mejor vacuna de las disponibles en Argentina. O no tan disponibles. Y es que como ha sucedido con TODOS los fabricantes de vacunas codificantes, el Instituto Gamaleya de Moscú tuvo/tiene dificultades técnicas para hacer rampas de escala: no es lo mismo fabricar centenares de miles de dosis que miles de millones, y máxime con una fórmula que usa como vectores dos virus distintos del resfrío: el Ad5 y el Ad26. El segundo componente, el Ad26, parece especialmente difícil de fermentar y manipular. Pero si esta vacuna da una protección tan alta (91,6%) es justamente porque la 2da dosis, al usar un vector distinto, no enfrenta resistencias inmunes generadas por la 1ra dosis. ¿Se entiende por qué la UNSAM/CONICET optó bien a conciencia por una fórmula mucho más simple? La tecnología más adecuada no es necesariamente la más compleja y cara. Aún con estas consideraciones, una fase III multicéntrica con 30.000 voluntarios cuesta no menos de U$ 120 millones. Sería muy lógica la duda del gobierno nacional antes de meterse en semejante gasto. El problema es que el gobierno nacional no está rascándose la cabeza ante esta cifra, sino que hasta esta mención de Cecilia Nicolini, no parecía saber siquiera de la existencia de esta vacuna. Pero la realidad virológica y la realidad financiera, tan distintas, nos podrían hacer descuentos importantes. Con la atroz circulación viral que sufre hoy la Argentina, una fase III se inicia y termina en 2 o 3 meses, en lugar de durar 6 o 7. Y eso porque la «rama placebo» se contagia tan rápido que el contraste con la rama vacunada, si lo hay, se manifiesta enseguida y en números duros. Y eso ya bajaría muchos costos. En la misma línea de pensamiento: una fase III a fines de 2021 en Argentina encontrará una población bastante mejor vacunada que la actual, al menos por encima de los 40 años de edad y al menos con una dosis. No parece que vayamos a poder compararnos con el Reino Unido HOY, pero para fines de este año habrá estudios fiables sobre cuál es la cantidad y tipo de anticuerpos necesarios para proteger a la población. También por eso será posible comparar a ciencia cierta la respuesta inmune de la vacuna de la UNSAM/CONICET contra la de otras vacunas en uso en Argentina. Esto permitiría hacer una fase III no sólo más corta sino menos numerosa, lo que a su vez podría reducir mucho los costos. Y aquí es donde la sencillez tecnológica se pone fuertemente a favor de la Argentina. Salvo la fórmula de Sinopharm, que es a virus SARS CoV2 entero pero inactivado, todas las vacunas en despliegue hoy en Argentina usan al menos un vector adenoviral del resfrío (son 2 en el solitario caso de la Sputnik V). Pero casi todos los fabricantes usan los mismos vectores. Y estos generan resistencia inmune intraespecífica, contra su propia especie. A la hora de las dosis de refuerzo, ya sea con igual fórmula o con otra, esto le debería quitar efectividad a cualquier vacuna que expone al vacunado a una 2da o 3ra dosis del mismo vector. El sistema inmune le dará batalla. El absurdo es que algunas vacunas adenovirales te vacunan, paradójicamente, contra otras vacunas adenovirales vectorizadas con el mismo adenovirus. Y estos son un catálogo estrecho: la industria usó las mismas especies vectoriales que ya manejaba «de taquito». Los viene ensayando desde hace una década en vacunas contra otras enfermedades, como el Ebola o el dengue. Y el resultado podría ser como agarrar a tiros al cartero (cuando llama dos veces): la carta, escrita en ADN, no llega a destino. En este escenario, una vacuna que es únicamente fragmentos de proteína pura resulta lo justo para reforzar inmunidad, especialmente en una población ya vacunada y cuyos niveles de protección pueden ir decayendo. Si el argentino/a a vacunar traía una o dos dosis de Sputnik-V o de AstraZeneca en el historial y en el músculo deltoides, no habrá reacción cruzada de vacunas contra vacuna. Su sistema inmune no atacará la vacuna de la UNSAM/CONICET. Y hablando de plata… Y aquí es donde talla la realidad financiera. Con 194 estados nación emitiendo moneda no respaldada y a lo bruto para navegar la pandemia, los ahorristas de todo el mundo quieren protegerse de la inflación apostando a activos tangibles o al menos, resistentes: ladrillos, tierras, energía o tecnologías muy promisorias. En este escenario, con que la vacuna UNSAM/CONICET llegue a fase I, a esta universidad, al CONICET y a la farmacológica local que se echó esta aventura a espaldas (Pablo Cassará), los empezarán a tentar con propuestas «hot». Y dado que este producto es exportable, y que su dueño (el estado argentino) parece el único en no haberse dado cuenta, no es imposible que algunas de las ofertas vengan de afuera. Queda dicho entonces que los obstáculos burocráticos y económicos que viene sufriendo el avance de la vacuna UNSAM/CONICET, demasiado sistemáticos como para explicarse por simple distracción, paradójicamente tal vez terminen jugando a su favor. Y justamente porque el elenco de Cassataro tuvo 6 meses «en boxes» y sin poder salir a pista, pero usó ese tiempo para elegir con astucia cuáles debían ser las fracciones antigénicas a emplear, y cuáles no. Eso va a volver a la vacuna UNSAM/CONICET una fórmula de 2da generación. Si Cecilia Nicolini dice que la vacuna empieza a testearse en humanos en diciembre de 2021, lo hará con la cancha ya muy inclinada en contra debido a invasión de las cepas nuevas y dominantes. Son todas visiblemente peores que las que enfrentaron Moderna, Pfizer, AstraZeneca y las vacunas licenciadas promediando 2020, excepción hecha de la Johnson & Johnson. Pero justamente por ello cuando esta fórmula argentina llegue a fase III, los números de efectividad contra covid severo y muerte que salgan de ese estudio, aunque sean menos «sexy» que los de las firmas yanquis, serán mucho más indiscutibles. No hace falta que esta fórmula argenta tenga igual eficacia que las enrevesadas fórmulas codificantes: con unos puntos menos pero una fabricación masiva menos endiablada, no sólo les hace competencia, sino que las aprovecha como «vacuna de refuerzo» o -por el contrario- como «vacuna porque es la que hay». Este último ha sido el caso de la china Sinovac, que pese a su baja eficacia (51%) se ha vendido a lo pavote en Sudamérica, y con Chile y Uruguay pagándola por buena. El mercado posible de la UNSAM/CONICET en 2022 será doble: por una parte, vacunados con fórmulas codificantes que necesitan revalidar su inmunidad. Por otro lado, esa inmensa cantidad de humanos a la espera del primer pinchazo salvador, y que hoy se están enfermando y muriendo en tal cantidad que, para evitar escándalos, casi ningún gobierno –Argentina es una excepción– quiere contarlos. El mercado de los vacunados es seguro: lo forman países que han podido comprar vacunas, y cuyas autoridades sabrán que es imposible que la vacuna UNSAM/CONICET genere reacción cruzada con ningún adenovirus, ya que carece de ellos. El mercado de los no vacunados es infernalmente mayor, aunque pague menos, porque lo forman los países pobres de solemnidad. Pero como exportación tecnológica, aún si les vendemos la vacuna al costo, ésta le generará prestigio a la Argentina. Porque (como descubrimos aquí pagando con la muerte de decenas de miles de compatriotas), no hay peor vacuna que la que no llega a tiempo. En suma, si atraviesa bien la fase I -que mide más toxicidad que efectividad- la plataforma de la UNSAM pintaría como posible buena vacuna de 2da generación. Y eso por lo mismo que los antibióticos posteriores a la penicilina se desarrollaron a comienzos de los años ’50 para enfrentar bacterias que ya entonces empezaban a volverse genéticamente resistentes a la penicilina. Eran la apuesta siguiente e inevitable. No hacía falta que fueran químicamente más complejos que la penicilina: alcanzaba con que fueran más o menos eficaces, pero distintos. La plataforma de la UNSAM/CONICET está diseñada para abrirse paso por puro mérito a través de agencias de licenciamiento de países en desarrollo. Normalmente, viven aterrorizadas de tener que autorizar medicamentos aún no aprobados por la FDA (Food and Drug Administration) o la EMA (European Medicaments Agency). Con desarrollos propios, sólo se apuran por orden presidencial. Esta propuesta fue seleccionada y apoyada por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) en el marco de la Unidad Coronavirus que integra junto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación y el CONICET. Falta que la descubra el resto del gobierno.

Daniel E. Arias

Con el 100% de las mesas escrutadas, Pedro Castillo ganó el balotaje en Perú

ONPE -Oficina Nacional de Procesos Electorales- es la autoridad en Perú a cargo de la organización y ejecución de procesos electorales. Y estas son las cifras que hizo públicas hoy martes a las 2:48 hora argentina. Todavía están escrutando los votos de los peruanos en el exterior, donde llevaría ventaja Keiko Fujimori. Pero la diferencia no parece suficiente para cambiar el resultado.

Actualizado al 10 de junio de 2021

Con una diferencia de 69 mil votos a su favor, Pedro Castillo se declara ganador. La otra candidata en el balotaje, Keiko Fujimori, denuncia un posible fraude, y pide el recuento de unos cientos de miles de votos. El presidente de Argentina, Alberto Fernández, y el ex presidente de Brasil y probable candidato en 2022, Lula da Silva, felicitaron a Castillo como presidente electo. Recordamos algo que publicamos antes de la elecciór: «No nos animamos a hacer pronósticos; sólo apuntamos que en la última semana el nuevo sol bajaba en relación al dólar. Los inversores, que encargan sus propias encuestas, no confían en que Castillo se encamine a una derrota.» Y también repetimos una reflexión: «Los medios masivos dicen que una candidata es «ultraderechista» y el otro «ultraizquierdista» o que los dos son «populistas». Etiquetas que no aclaran mucho. En nuestra mirada, bien intencionada pero lejana, Keiko F. termina siendo -ante el derrumbe de una clase política desprestigiada- la candidata de lo que un observador agudo llamó «la República de Lima», el Perú que aprovecha los altos precios de los minerales. Un poco como Chile, con un Estado menos eficiente. Y Castillo es el candidato de la Sierra, del Perú pobre que guarda la memoria del Incario

En Santa Fe proyectan las escuelas argentinas pospandemia

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Son edificios arquitectónicamente adaptados a los desafíos espaciales y sanitarios que plantea la pandemia, inspiradas en el método Montessori.

Este proyecto del Ministerio de Obras Públicas y Vivienda de Santa Fe sorprende, en medio de la pandemia y las restricciones que trajo. Pero también es un soplo de aire fresco.

Aulas flexibles en tamaño y forma que se adecuan a las exigencias sanitarias y educativas del futuro, acondicionamiento del aire para evitar la circulación de virus, utilización de energías renovables, construcción ecológica e instalaciones abiertas al uso comunitario, son algunas de las características de la nueva escuela que el gobierno de Santa Fe construirá para tiempos de pospandemia. La secretaria de Obras Públicas de Santa Fe, Leticia Battaglia, dijo que «con este modelo edilicio nos estamos adelantando en el tiempo», y aseguró que «es la escuela del futuro, hoy». «Es un edificio arquitectónico que responde a los desafíos espaciales y sanitarios que plantea la pandemia, y es un modelo que podrá replicarse adaptándolo a cada terreno y a cada comunidad», señaló. En ese sentido, especificó: «Incorporamos al proyecto espacios verdes exteriores, ambientes amplios con ventilación cruzada e iluminación natural, siempre pensado en la experiencia y cuidados que nos deja la pandemia».»Queremos niños que crezcan y aprendan en lugares seguros y con el menor riesgo posible», remarcó. Battaglia contó que fue el gobernador santafesino, Omar Perotti, el que les planteó el desafío de «volver a las aulas atendiendo a las nuevas necesidades que trajo la pandemia en los ámbitos de socialización». De inmediato, el equipo interdisciplinario que integra el área de Obras Públicas local comenzó a analizar diferentes modelos y teorías, «leímos al psicopedagogo Francesco Tonucci, quien nos amplió la forma de pensar el espacio educativo y luego fuimos más atrás en el tiempo y vimos el Método Montessori aplicado en Argentina por la Fundación Eva Perón», relató. El edificio albergará a 200 estudiantes, contará con dos plantas en donde se ubicarán 14 aulas de 7,20 metros por 7,20 metros, y abarcará 1.355 metros cuadrados considerando los espacios verdes y semicubiertos. Se trata de un nuevo paradigma arquitectónico pos Covid-19 para las escuelas que contarán con nuevas espacialidades diseñadas bajo cuatro principios básicos como el uso extensivo e intensivo del edificio, flexibilidad funcional de las aulas, ambientes saludables y construcción eficiente o ecológica. La nueva escuela contará con aulas flexibles llamadas espacios de múltiples actividades (EMAS), que tendrán la capacidad de duplicar o triplicar su tamaño según la cantidad de alumnos o la actividad que surja en clase, conforme señalaron los autores de la iniciativa. «Las diseñamos -explicó Battaglia- con un sistema de puertas plegables y corredizas para lograr una organización dinámica del espacio dentro de las aulas que ya no mostrarán la típica disposición de los pupitres en hilera mirando a un pizarrón, sino múltiples disposiciones del mobiliario y los alumnos». Además, la funcionaria afirmó que se buscó alcanzar estándares de ambientes saludables, «cuestión que se ve en su diseño que prioriza que siempre cuenten con mucha luz natural, ventilación cruzada y estén rodeados de naturaleza», es por eso que las aberturas «permiten una conexión directa a patios abiertos y cubiertos para poder dar clases al aire libre». En caso de necesitar cerrar las ventanas, está garantizada la renovación del aire «como se hace en los hospitales para inyectar aire fresco y sacarle viciado que puede portar patógenos por exigencias de la pandemia», detalló. La edificación será calefaccionada con pisos radiantes y energía solar, y los techos contarán con una sistema de «Cosecha de lluvia«, el cual recoge el agua de las precipitaciones para destinarla al uso sanitario y de riego. «También nos propusimos que esta escuela modelo pudiera ser de uso extensivo y expansivo las 24 horas del día. Queremos que en horarios extracurriculares la comunidad educativa pueda hacer uso de los espacios comunes como los salones de usos múltiples, la cantina, el playón deportivo o las bibliotecas», apuntó Battaglia. La escuela modelo se realizará bajo el concepto de la construcción eficiente. «Utilizaremos materiales reciclables, no contaminantes, los vidrios tendrán láminas de control solar y ruptura de puente térmico para que no haya condensación. Están pensados todos los detalles tecnológicos para lograr un edificio eficiente». «Nuestra escuela contará con agua caliente, cosa poco habitual en los colegios públicos. Poder lavarse las manos con un agua que no esté helada en invierno puede parecer irrelevante pero no lo es, sobre todo con lo necesario que se hace la higiene en una pandemia», resaltó.
   

8 de junio – Día mundial de los Océanos. Las amenazas que se ciernen

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En la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada el 5 de diciembre de 2008, se resolvió, por iniciativa de Canadá, que a partir de 2009 se celebre el Día Internacional de los Océanos cada 8 de junio. El Servicio Meteorológico Nacional lo conmemora, y hace estas advertencias.

Los océanos cubren más del 70% del planeta y producen al menos el 50% del oxígeno. Son un factor clave del clima, albergan la mayor parte de la biodiversidad de la Tierra y son la principal fuente de proteínas para más de mil millones de personas en todo el mundo. Se estima que, para 2030, habrá en torno a 40 millones de trabajadores en todo el sector relacionado con los océanos. Pero los océanos nunca estuvieron tanto en riesgo como en la actualidad. Para proteger y preservarlos y todo lo que sustentan, debemos crear un nuevo equilibrio, dicen las Naciones Unidas, basado en la comprensión de cómo la humanidad, y toda la vida del planeta se relaciona con ellos.
Los océanos son fuertemente afectadoS por el actual calentamiento global de origen antropogénico.
El océano -podemos hablar en singular, porque todos ellos están vinculados- absorbe alrededor del 23% de las emisiones anuales de CO2 antropogénico a la atmósfera y actúa como amortiguador contra el cambio climático. Sin embargo, el CO2 reacciona con el agua de mar, reduciendo su pH y provocando la acidificación del océano. Esto a su vez reduce su capacidad para absorber CO2 de la atmósfera. La acidificación y desoxigenación de los océanos afecta finalmente a los ecosistemas, la vida marina y la pesca. El océano también absorbe más del 90% del exceso de calor de las actividades humanas. En 2019 se registró el contenido de calor oceánico más alto registrado, y esta tendencia probablemente continuó en 2020. La tasa de calentamiento de los océanos durante la última década fue más alta que el promedio a largo plazo, lo que indica una absorción continua de calor atrapado por los gases de efecto invernadero. Se estima que más del 80% del área oceánica experimentó al menos una ola de calor marina en 2020. El nivel medio global del mar ha aumentado a lo largo del registro del altímetro satelital (desde 1993). Recientemente, ha aumentado a un ritmo mayor en parte debido al mayor derretimiento de las capas de hielo en Groenlandia y la Antártida. El hielo marino se está derritiendo, con profundas repercusiones para el resto del mundo, a través del cambio en patrones climáticos y el aumento acelerado del nivel del mar. En 2020, el mínimo anual de hielo marino en el Ártico estuvo entre los más bajos registrados, exponiendo a las comunidades polares a inundaciones costeras anormales y a partes interesadas, como el transporte marítimo y la pesca, a los peligros del hielo marino. Se estima que las temperaturas cálidas del océano ayudaron a impulsar una temporada récord de huracanes en el Atlántico en 2020 y contribuyan a otra temporada activa en este 2021.
Dado que aproximadamente el 40% de la población mundial vive a menos de 100 km de la costa, existe una necesidad imperiosa de proteger a las comunidades de los peligros costeros, como olas, marejadas ciclónicas, oleaje y aumento del nivel del mar, mediante sistemas mejorados de alerta temprana multirriesgos, y pronósticos basados en impacto.

La curva de fallecimientos en Chile, y qué nos enseña

Chile superó ayer los 11 millones de vacunados contra el COVID-19. Según estimaciones oficiales, 55,4% de la población ha recibido la segunda dosis de la vacuna. Sin embargo, la cifra de las muertes diarias provocadas por la pandemia no para de subir desde comienzos de año, y la ocupación de las unidades de cuidados intensivos ha alcanzado un nivel crítico. ¿Qué está pasando? Mucha gente pensó que la crisis del coronavirus estaba tocando a su fin en Chile: a mediados de enero, la curva de incidencia, que había aumentado abruptamente después de Navidad, se volvió horizontal y cayó hasta finales de febrero. Chile era entonces el «campeón de vacunación de América Latina». Luego aumentó la incidencia de siete días y se duplicó de 130 a 260 en cuestión de un mes. Muchos casos severos a pesar de las vacunas También aumentó el número de casos graves por COVID-19, y las unidades de cuidados intensivos estuvieron en una situación crítica en la segunda quincena de marzo. A fines de marzo, el número de muertes volvió a aumentar, y el Gobierno endureció las medidas de confinamiento a partir del 1 de abril. La semana siguiente decidió que la elección de la Asamblea Constituyente se pospondría cinco semanas. Sobre todo, la gran cantidad de casos severos por COVID-19 golpeó a Chile de manera inesperada, porque la estrategia de vacunación del Gobierno era considerada una de las más consistentes y efectivas. El número de personas que murieron por COVID-19 también ha aumentado. Creció de alrededor de 3 por millón de habitantes en un promedio de 7 días a mediados de enero, a 5,9 en abril. No obstante, el país se encuentra en una mejor posición que su vecino Perú, donde el índice de fallecidos se corresponde con el promedio sudamericano, de diez. Muchas voces critican al Gobierno. Una de ellos es Simone Reperger, de la Fundación Friedrich Ebert en Santiago de Chile. «Desde el inicio de la estrategia de vacunación, todo en Chile se ha concentrado en la vacunación», dijo a la emisora Deutschlandfunk. «Se descuidan otras medidas importantes como los tests, el rastreo de contactos y la prevención». La actitud del Gobierno también llevó a la gente en Chile a ser más descuidada: «Debido al ranking como ‘campeón de vacunación’ y la actitud del Gobierno, los chilenos no se protegieron tanto como antes en los últimos meses de verano, en las vacaciones en enero y febrero. Hubo menos uso de barbijos, más fiestas en la playa, en bares, y centros comerciales llenos”. Mujer recibiendo vacuna en Chile A pesar de la vacunación de un cuarto de la población en Chile, los fallecimientos y casos de COVID-19 han aumentado con rapidez Se espera que el confinamiento volverá a reducir la incidencia Desde mediados de abril, las fronteras y las tiendas volvieron a estar en gran parte cerradas. Además se han impuesto estrictos toques de queda. Está permitido hacer algo de ejercicio al aire libre entre las seis y las nueve de la mañana, y en las zonas con el nivel de alerta más alto las personas solo pueden salir de sus hogares dos veces por semana para hacer diligencias esenciales. En el nivel dos, esto solo se aplica los fines de semana. En el nivel tres, se puede acudir a restaurantes bien ventilados, hacer deporte en grupos limitados y visitar a amigos. En el nivel cuatro, se permiten grupos más grandes. Según los datos -no actualizados- de Deutsche Welle, 244 de los 345 municipios chilenos se encuentran en el nivel uno y 56, en el nivel dos. ¿Es responsable de los altos contagios en el país, además de la rápida relajación de medidas de confinamiento, la vacuna Sinovac, se pregunta DW? Según admitió un funcionario, Sinovac solo protegería en un 50% contra el contagio. Y esta es precisamente la vacuna que han recibido el 90 por ciento de la población de Chile.

Comentario de AgendAR:

En estos últimos días, estamos observando en nuestro país -con una dinámica y en una escala muy distintas- un fenómeno que puede ayudar a entender lo que sucede tras la cordillera. El número de contagios registrados, si bien es muy alto, ha disminuido en los últimos días. Pero las muertes diarias causadas por el covid crecen. Echa luz sobre esto un dato que señalan todos los que trabajan en los hospitales: el promedio de edad de los internados bajó. Un porcentaje alto de los adultos mayores ya está vacunado. Pero las nuevas variantes del coronavirus que circulan son más contagiosas y más letales para los más jóvenes, que -en promedio- han tomado menos precauciones. Uso de barbijos, evitar reuniones en lugares cerrados, ventilar los ambientes… siguen siendo precauciones necesarias, vacunados o no. A largo plazo, es cierto, la vacunación masiva de la gran mayoría de los habitantes del planeta derrotará esta pandemia, como sucedió con la viruela, la polio,… Para eso necesitaremos muchas y variadas vacunas. Es el tema de la nota Destacada de hoy.

INVAP exporta radares. Y para Argentina se abre una nueva puerta

INVAP lanzó una nueva serie de radares primarios tridimensionales de uso militar y concretó su primera exportación de radares civiles.

Ha interactuado con la Fuerza Aérea Argentina y otros organismos en la fabricación y uso de estos sistemas, que permiten un desarrollo tecnológico propio, la acumulación de capacidades y la generación de divisas.

La empresa tecnológica más importante del país sorprende con dos hitos. El 3 de marzo, con la presencia del presidente Alberto Fernández, el gobierno nacional firmó en Bariloche un contrato con INVAP por 9.200 millones de pesos para la producción e instalación de cinco nuevos radares primarios tridimensionales de largo alcance de empleo militar. Y como informamos el 30 de abril, INVAP exportará radares, una de las áreas más nuevas de la compañía. Construirá en Bariloche dos radares primarios 3D para el sistema de aeropuertos de la república africana de Nigeria. También se hace cargo de la capacitación del personal que los operará. Se llama 3D primarios a los radares capaces de medir la distancia, altura, dirección de desplazamiento y velocidad de un avión sin importar si éste quiere ser detectado o no. Esto, por oposición a los radares secundarios. Estos «interrogan» a blancos colaborativos, vehículos que llevan un traspondedor que al ser iluminado por el haz del radar le responden  automáticamente dando su identificación y altura, en tanto que el radar sólo determina su dirección y velocidad. Los radares secundarios no «ven» los aviones (o barcos o vehículos) carentes de este traspondedor. Son aparatos más simples y baratos, y la base de la navegación aeroportuaria civil. Un radar 3D, por oposición, es más complejo y caro, y si está dotado de hardware y software para contrarrestar contramedidas de un blanco que no quiere ser detectado, seguramente estamos hablando de un sistema militar. Hay que tener en cuenta que por población y PBI, y junto con Sudáfrica y Egipto, Nigeria es una de las tres grandes economías africanas. Francia primero, Gran Bretaña y últimamente España,  toda Europa quiere venderle tecnología avanzada a la petrolera y populosa Nigeria. Y ahora allí nos compran radares. ¿Qué tal? Ingenieros argentinos, éste es un regalo en su día. (Con 24 horas de atraso: no somos perfectos. Si no, seríamos ingenieros. Era un chiste). Que INVAP venda ingenierías de muy alta complejidad en mercados codiciados, incluso en los de los países llamados «del Primer Mundo», es algo a lo que nos hemos acostumbrado, como si fueran cosas normales en un país decreciente, cada vez más primario por sus exportaciones, y que por sucesivos cierres de ramas enteras avanzadas de la producción (sus empresas electrónicas, sus aeronáuticas, su notable industria de defensa) se ha ido volviendo mitad maquila, mitad desierto industrial. Pero a contramano de ello, hemos radarizado exitosamente nuestro territorio con tecnología propia, y cada vez más y cada vez mejor. Y ahora exportamos radares. Contra toda predicción, y también contra viento y marea. El camino recorrido Cuando se dice que en las últimas décadas el sector de la defensa nacional sólo sufrió desinversiones es cierto y a la vez falso. Los déficits son tediosos de recordar, por tan numerosos. ¿Uno representativo? En 1994, apretado por el Reino Unido y los EEUU, el gobierno de Carlos Menem cerró el astillero Domecq García y dejamos de construir nuestros submarinos TR-1700, todavía hoy armas avanzadas. Quedaron sin terminarse el ARA Santa Fe, con un avance del 71%, y el ARA San Juan. Dos submarinos más de aquella flota de 6, que habría sido la más poderosa de la región, quedaron sin construir y sus componentes fueron canibalizadas como repuestos de los dos únicos TR-1700 en servicio. Menem trató de vender las tierras del astillero como barrio cheto y shoppings, y zafó de una causa judicial por malversación de bienes públicos que lo habría puesto en la cárcel, pero sólo porque la justicia federal pisó el juicio, y cuando se reavivó lo ampararon sus fueros de senador, y finalmente lo absolvió la muerte. En 2006 Néstor Kirchner reabrió el complejo Tandanor-Domecq García con el nombre de CINAR y se hizo la primera reparación y modernización de uno de los dos TR-1700 comprados a Alemania. Pero sin la suficiente inversión y con recursos humanos reconstruidos y mayormente nuevos, la tarea no llevó un año o dos, sino más de seis. Y la plata nunca dio como para terminar el Santa Fe y el San Juan de una vez. Cuatro TR-1700 en el agua, silenciosos, poco ubicables y de muy largo alcance, habrían vuelto a la Argentina un país al cual te conviene tratar con guante de seda aunque quede a medio planeta de distancia, y aunque tengas muchos submarinos nucleares propios. Pero a un país resuelto a la indefensión le sacás 1,6 millones de km2 de mar, como hizo el Reino Unido con Argentina durante los ’90, y se la tiene que bancar. No 6 como se había planeado, pero si 4 TR-1700 en el agua habrían hecho una diferencia: le habrían sacado a la parte más impresentable de nuestra diplomacia su argumento favorito para dejarse bajar los pantalones. ¿O acaso en sucesivos ejercicios navales conjuntos con los EEUU uno de nuestro dos TR-1700 no «se cargó» al portaaviones USN Nimitz, tras abrirse paso silenciosamente a través de su cortina de naves escolta? ¿Y años más tarde, acaso otro TR no se colocó sin ser notado a retaguardia a un submarino nuclear de ataque clase Los Ángeles, y «lo hundió»? En Whitehall, sede de la diplomacia británica, saben que los TR 1700 e incluso los viejos tipo 209 son naves de cuidado y hay que terminar con la capacidad argentina de construirlas y repararlas. Eso lo tienen agendado desde 1974, cuando se empezó la transferencia de tecnología submarinística con la República Federal Alemana. En 2017, aprovechando la pérdida del ARA San Juan, el gobierno de Mauricio Macri, vaya a saber a pedido de quién paralizó del todo el astillero, donde hacía tiempo debió haberse empezado la segunda reparación de vida media del ARA Santa Cruz (gemelo del San Juan), así como la reconstrucción de 2 submarinos costeros alemanes tipo 209, el Salta y el San Luis. Este último, aún en pésimo estado técnico, enloqueció bastante a la Task Force durante la guerra por las islas demasiado famosas. Esas tareas de reconstrucción de nuestros pocos activos siguen pendientes, y mientras no se lleven a cabo seremos el único país marítimo del Cono Sur sin submarinos, salvo por Uruguay. Es obvio que es prioritario tener un astillero antes que una flota, porque el astillero construye y luego mantiene la flota. Pero la Armada Argentina heredó del tercer gobierno de Perón y a regañadientes la misión de construir y mantener sus propios submarinos, y la abandonó a conciencia toda vez que pudo. Comprar mantenimientos afuera, o unidades completas, deja comisiones y tranquiliza a la gente educada desde la infancia para creer que la alta tecnología y la Argentina son planetas separados; algo que muchos de nuestros jefes militares creen incluso más por convicción que por conveniencia. Tampoco la Fuerza Aérea protestó cuando Menem le vendió el Área Materiales Córdoba, que entre 1917 y fines de los 70 fue la fábrica de aviones más grande de Latinoamérica y la única con desarrollos propios, a la Lockheed Corporation. Y tampoco el Ejército ha hecho mucho por resucitar sus programas de construcción de tanques medianos. Es cierto que desde los ’90 la plata del estado no la manejan los militares sino los partidos políticos, y la defensa como idea está exiliada desde 1983: la dirigencia «progre» no quiere poner un mango en instituciones que durante décadas se condujeron como fuerzas de ocupación. Y la nueva derecha prefiere que Argentina sea más un lugar que un país, y para ser un lugar ordenado alcanza con las fuerzas de seguridad. Las armadas, son un gasto al cuete. Ahora que por primera vez desde el 10 de diciembre de 1983 las FFAA tienen una ley de presupuesto no muy generosa, pero sí ordenadora, el FONDEF, algunos de sus cuadros parecen a la espera de que les caiga un dólar para gastarlo afuera. No han aprendido nada. Si uno se guía por las últimas adquisiciones, siguen sin tener problemas con la compra de chatarra. Desde 1956, con el cajoneo del proyecto del caza multirrol Pulqui II, que no la desdeñan la chatarra aunque les resulte letal. Si es importado y viene del Atlántico Norte, debe ser bueno. Por algo al Pulqui II lo llamaban «Flor de Ceibo» (nombre despreciativo para los artículos con el marbete «Industria Argentina»), pero era bien visto ser piloto del Gloster Meteor, avión tan ingobernable que a Inglaterra le mató más pilotos propios en la posguerra que la Luftwaffe durante el verano de 1941. Ahora los jefes submarinistas argentinos, más que reparar y actualizar la flota propia de unidades tipo 209 y la TR-1700, prefieren comprar la nave más vieja de las clase Tupí brasileña, a la que le queda apenas un resto de vida útil… Y que además es una unidad tipo 209. Si se compra, habrá que repararla a fondo o quedará también fuera de servicio. Lo dicho: la pobreza no les enseñó nada. Es por esta suma de visiones políticas y culturales, amén de las simples comisiones, que nuestros jóvenes pilotos de combate en Malvinas tuvieron que ir a medirse contra la Task Force con aviones A4 B y C de tercera mano, diseñados cuando la guerra de Corea. Ya eran demasiado viejos en la guerra de Vietnam, y a la de Malvinas llegaron nada más jóvenes, pero además sin radares. Que hoy nuestros militares estén apostando a radares propios ya es un logro. También, que aquí se sigan fabricando radares tras 17 años de desarrollos variados, que van desde los gigantescos espaciales de apertura sintética (los de los satélites SAOCOM) a los minúsculos portátiles en mochila de infantería, pasando por los colaborativos de aeropuerto, los no colaborativos de control aéreo, fijos y móviles, y a los meteorológicos… Hay de todo, como en botica. Pero costó un infierno construir esta pequeña industria. Nuestros radares se han ido afirmando en el país pese a lobbies que en 2004 parecían invencibles. Transformada ya en parte del paisaje productivo, el área de radares de INVAP sobrevivió al intento de desactivarla de 2017. A fuerza de repetido fue clásico, pero casi exitoso: consistió en que el estado no pidiera ninguno más, y además dejara impagos los pedidos y entregados. No hay nada imaginativo en los modos de intentar el cierre de una empresa que vive de lo que vende. INVAP ya había sobrevivido dosis sucesivas de este cóctel tóxico entre 1983 y 2006, pero este nuevo no causó indiferencia porque la empresa fue volviéndose un símbolo de una Argentina posible. Antes de saber que no debía mostrarse en canchas de fútbol para no escuchar «el hit del verano», el presidente Macri aprendió a evitar -para no vérselas con el periodismo patagónico- el aeropuerto de Bariloche. En esa ciudad rionegrina INVAP es mucho más que un motivo de orgullo nacional: es una fuente muy concreta de divisas y de empleo de calidad, e incluso se volvió parte de algunas recorridas turísticas. Y ahora, por fin, tras 17 años de pulseada contra nosotros mismos, la primera exportación de radares de la empresa que desde 2006 se volvió oficialmente la mejor proveedora mundial de pequeños reactores nucleares. ¡Y es estatal! Estimados: estamos ante una reeducación práctica no sólo de nuestros altos oficiales militares, sino de toda nuestra clase política. Podemos no ser indefensos ni primarios. Podemos ser un país, y no sólo un lugar. Esta lección desde Bariloche puede continuar bien o mal: somos Argentina. Pero está en curso. Los extraños comienzos  Aunque la historia de los radares argentinos empezó realmente por la materia más difícil, la de los radares de apertura sintética de los satélites SAOCOM 1A y 1B, el lanzamiento real de un proyecto más general vino durante la presidencia de Eduardo Duhalde. El bonaerense le prestó oídos a algunos oficiales aeronáuticos, que habían logrado volver de Malvinas con condecoraciones, muchos compañeros muertos y algunas ideas cambiadas. Ahí nació el proyecto del INKAN, el primer radar argentino, muy 2D, muy inocente, muy de aeropuerto, capaz únicamente de detectar vuelos colaborativos. Pero cualquiera que conociera a INVAP sabía que la firma iba a por más, y milagrosamente, en 2003, la Argentina estaba alineada. Con el Decreto PEN N° 1407/2004, el presidente siguiente, Néstor Kirchner creó el Sistema Nacional de Vigilancia y Control Aeroespacial (SINVICA). En 2012, luego de una megatormenta que pasó por el suburbano Oeste como una motosierra gigante (27 muertos, 893 heridos, miles de casas destruidas, decenas de millones de dólares de pérdidas), el SINVICA tuvo un hijo inesperado: el Sistema Nacional de Radares Meteorológicos (SINARAME), basado en radares en banda C. Los fabricados por INVAP sirvieron ante todo para darle uniformidad a la cosecha de información de los radares meteorológicos instalados hasta aquel momento, de marca, potencia y frecuencia distintas. Elegidos por dos décadas de decisiones no coordinadas de algunas provincias, o de empresas, o de Fuerzas Armadas o de instituciones como el INTA, eran una Armada Brancaleone. Como detectaban cosas distintas de modos distintos, no podían armar un buen mapa de alertas para el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), especialmente con los tornados, que son fenómenos de formación muy rápida e impredecible. Pero además al ser viejos, se rompían, y al ser muy distintos entre sí, conseguir repuestos era una pesadilla. Dos cosas empeoraban el panorama: por su particular forma de cuña encajada entre tres «usinas meteorológicas» que compiten entre sí (el Pacífico, la Antártida y el Atlántico), y con la Cordillera añadiendo caos a la cinchada de fuerzas resultante, la predicción meteorológica en Argentina es mitad ciencia y mitad adivinación, incluso cuando se tienen buenos datos y con cierta resolución geográfica. Pero en una sola movida el SMN perdió su mayor sistema de cosecha, cuando se concesionaron los ferrocarriles. Con el cierre de ramales enteros y la desaparición de centenares de estaciones, el SMN dejó de recibir 3 veces por día esos telegramas firmados por cada jefe de estación, con los registros diarios de temperatura, presión, humedad atmosférica, dirección y velocidad de viento y precipitación. En el caso del Belgrano Norte, la desaparición de más de 60 estaciones dejó al país sin información en tiempo real de un área con población rural dispersa del tamaño de las islas británicas, centrada en la cuenca del Río Salado del Norte. La inundación instantánea de Santa Fe Capital en 2003, con decenas de muertos, fue una de las muchas consecuencias. El SINARAME fue el primer intento tecnológico del estado nacional de reparar ese daño. Hoy la primera parte del despliegue se terminó, con 4 de los radares «pre-SINARAME» en línea con los 11 diseñados e instalados por INVAP. Además de contar con estos, el SMN desplegó 57 estaciones terrestres robóticas que transmiten automáticamente la información que antes daban por telégrafo los ferroviarios. El camino hasta esta primera exportación a Nigeria ha sido duro. En 2003, Argentina era una compradora de radares, país en plena lobotomía tecnológica en el que, por el canibalismo de los oferentes, habían fracasado ya 2 licitaciones para radarizar el territorio. Todas terminaban en denuncias de cohecho y grescas judiciales, y aquí lo judicial va despacio. Fueron épocas de oro para el narcotráfico en avioneta, probablemente una de las causas por las que fracasaban las licitaciones. Los países oferentes en las licitaciones de Menem y de Fernando de la Rúa eran todos OTAN o alineados con OTAN. Esto limitaba toda transferencia de tecnología desde el vendedor al único país sudaca que había estado en guerra con el Reino Unido, y técnicamente, por el artículo 5to de la OTAN, también en guerra con la OTAN. En 2004, la iniciativa de mandar al demonio a los oferentes externos, a sus abogados y a sus lobbistas, y desarrollar una tecnología propia no le cayó bien a mucha gente. Y en las cancillerías, ni hablar. Argentina tardó casi dos décadas en volverse uno entre la veintena de países que disponen de diseño y producción propios en radares. Y de todos los tipos. El presidente Alberto Fernández en marzo pasado firmó contrato con INVAP por una nueva serie de radares militares, los RPA-200. En la Fuerza Aérea Argentina el uso de los radares de INVAP se impuso porque a) el presidente Néstor Kirchner dejó en claro que no habría otros, y eso se mantuvo sin cambios hasta 2018, b) los primeros INKAN 2D de aeropuerto costaban la mitad que todo lo que se había ofrecido en las licitaciones anteriores, c) eran de bajo mantenimiento, se podían dejar operando solos en sitios deshabitados de las largas rutas aéreas argentinas, y d) el «service» era casi instantáneo. En 2006 hasta los más escépticos aceptaban que INVAP podía encarar radares militares 3D de diverso tipo, que detectan todos los vuelos, salvo que estén muy bien defendidos por contramedidas. Nada de eso habría sido posible sin la colaboración muy activa de la gente más «pro-tecnología argentina» de la FAA. El vicecomodoro Claudio Reigert, director de Sistemas de Vigilancia y Control Aeroespacial de la FAA, especialista en radares y guerra electrónica, se encuentra involucrado en el desarrollo de estos sistemas desde 2008 y ha sido uno de los responsables del vínculo entre su institución e INVAP. Reigert integró el equipo que escribió los requerimientos técnicos operativos (RPO) de los radares a diseñar, y capacitó a la gente de INVAP en las cuestiones atinentes a la guerra electrónica para que ellos pudieran entender lo que se necesitaba y las razones de ello. Esto comprendía aspectos como “por qué la antena debía tener baja firma infrarroja, o por qué debía contar con bajos lóbulos laterales, y cómo se puede atacar a un radar de distintas maneras, desde lo destructivo, hasta lo no destructivo”, recordó el vicecomodoro. “La experiencia (de trabajo con los radares) fue positiva, muy enriquecedora desde lo técnico y de gran desarrollo profesional, en el sentido de que todo lo que sucedió con INVAP a partir de la proposición de la necesidad de un sensor de tres dimensiones, de largo alcance y militar, fue muy bueno”, manifestó Reigert. Un elemento en el que se destacó INVAP en su trabajo con la FAA fue su disposición a aprender del cliente, especialmente en materia de contramedidas. Hoy cualquier PyME  electrónica puede desarrollar radares Doppler, de los que miden la velocidad de los automóviles en las rutas, e incluso integrar esa información con las de otras fuentes, como cámaras de video. Pero INVAP no se dedica a las fotomultas. Lo que puso de valor agregado en radarística, dice Reigert,  «fue satisfacer las demandas de la FAA en cuanto a la parte de protección electrónica (conocida también como contra-contramedidas del guerra electrónica), y el desarrollo de la consola operativa de defensa aérea que tiene el radar. Estas y otras características son las que transforman un radar primario en uno de uso militar”. Los radares desarrollados por INVAP incluyen el protocolo de transmisión de información radar Asterix, un estándar internacional que permite que esos sistemas se comuniquen con toda la red de control y vigilancia del espacio aéreo, compartiendo la información que cada sensor capta y, a su vez, recibiendo la información de planes de vuelo que emanan de los centros de información de tránsito aéreo. La fusión de estos datos permite contar con un panorama más claro de quiénes utilizan el espacio aéreo, lo que implica una ventaja operativa imprescindible en la actualidad. Actualizando logros “Hoy en día, desde el punto de vista de la tecnología de los radares, la empresa (por INVAP) está en lo más avanzado del estado del arte. Y la experiencia de funcionamiento de los equipos es muy buena”, manifestó Reigert. Los radares primarios tridimensionales militares de INVAP RPA (por Radar Primario Argentino) son equipos fijos que operan en banda L (entre 1 y 2 GHz) con un alcance instrumentado de 240 millas (444 kilómetros, aproximadamente). La longitud de onda con la que se trabaja determina el tamaño de la antena que se requerirá y ésta, a su vez, el alcance con el que se contará, además de otras características. Banda L normalmente significa antenas bastante grandes. Dotarlas de movilidad llevó a INVAP a diseñar algunas que, en sus containers o trailers, logran plegarse como un origami sin daños para el cableado, asunto en el que la firma barilochense ya venía «canchera» por haber diseñado el pliegue y despliegue de las placas fotovoltaicas de los satélites de la CONAE, y luego de ARSAT, piezas mucho más frágiles. Los nuevos RPA de INVAP poseen una ingeniería de base similar, aunque no igual, a la primera serie pero con varias mejoras significativas en lo que hace a prevención de fallas, mantenimiento y operación, generación de la señal y capacidad de adquisición y seguimiento de blancos (ver gráfico). La historia radarística de INVAP es un «vesre» de la de otros proveedores de sensores militares. Todos ellos terminaron aplicando en el espacio la tecnología que habían desarrollado en tierra. Aquí se empezó por el espacio. Amigos, esto es la Argentina: hacemos goles en tiempo de descuento. Y de vez en cuando, la hinchada se entera y los celebra. Toda una familia En lo que respecta a radares militares, INVAP también desarrolló el RPA-170M, una versión móvil con antena más reducida y 170 millas (314 kilómetros) de alcance. El RPA-170M debutó exitosamente en la protección de la cumbre del G20 realizada en Buenos Aires, a fines de 2018. En simultáneo con los desarrollos propios de radares, INVAP modernizó, a su vez, dos de los cuatro Westinghouse AN/TPS-43 de fabricación estadounidense que la FAA posee desde la década de 1970. Uno de ellos estuvo desplegado en Puerto Argentino durante la guerra de las Malvinas, en 1982, y fue la perdición de algunos barcos de la Task Force, así como la salvación de algunos de nuestros pilotos cuando los Harrier salían a cazarlos. Las mejoras y actualizaciones introducidas por INVAP en estos radares, que pasaron a denominarse MTPS-43, se concentraron en las contra-contra medidas electrónicas, la digitalización del procesamiento de señales y de la presentación de los datos, la incorporación del protocolo Asterix y la mejora del confort de la cabina de operación interna. Uno de los nuevos pero viejos MTPS-43 ha reemplazado recientemente al viejo nomás TPS-43 que operaba desde Santa Cruz, vigilando parte del espacio aéreo patagónico y del Atlántico sur. Estaba prevista, asimismo, la modernización de los dos TPS-43 restantes y la adquisición por parte de la FAA de otros dos RPA-170M más, pero restricciones presupuestarias han frenado, por el momento, esos planes. Sí, amigos, esto es la Argentina. De modo análogo, la intervención de INVAP en los TPS-43, radares móviles que operan en banda S (2 a 4 GHz) y que, por lo tanto, cuentan con una antena más chica, tenía como propósito que la empresa rionegrina aprendiera a manejar bien esta frecuencia para luego desarrollar equipos propios en banda S. Este proyecto, también está suspendido por el momento. Lo dicho. Argentina, nomás. INVAP ha trabajado también en otras tipologías de radares, con el Ejército Argentino (EA), la Armada Argentina (ARA) y la propia FAA. Para el EA, modernizó y extendió la vida útil de los viejos radares Doppler de vigilancia terrestre Rasit. Para la ARA, llevó a cabo los ensayos de un radar de apertura sintética (SAR por sus siglas en inglés) aerotransportado. Algo similar está haciendo para la FAA, con otro SAR instalado en el prototipo del IA-53 Pucará Fénix, que viaja en un «pod» aerodinámico bajo un ala: en lugar de dar imágenes de lo que está frente a la nariz del avión, «barre por lateral». Este pod es de buena definición, ya hizo sus primera pruebas y transforma a un avión nacido para contrainsurgencia en un aparato de patrulla aérea. A bordo, en las pantallas del segundo tripulante (en realidad el más importante), se integran información de radar y óptica, obtenida en banda visible e infrarroja. El «Puca» así provisto es una especie de AWACS (radar aerotransportado de alerta temprana y control) en miniatura. En los planes futuros está la idea de desarrollar AWACS de tamaño completo, sistema también incluido en las previsiones del SINVICA y que le daría a la Argentina una capacidad de vigilancia aeronáutica rara en América Latina. El brigadier mayor Xavier Isaac, comandante en jefe de la FAA, cree que además de dotarse de uno o dos AWACS, uno de los mejores negocios de exportación que podría hacer el país es comprar jets de pasajeros, montarles tecnología INVAP de control de grandes espacios aéreos, marítimos y terrestres, y venderlos como AWACS en el mercado mundial. El único país con un avión de este tipo en el Cono Sur es Chile. El Reino Unido le vendió a la Fuerza Aérea Chilena un feo pero eficiente Nimrod, derivado del viejísimo De Havilland Comet 4, para que los vecinos nos tuvieran vigilados, por asuntos de las islas demasiado famosas. Es como contratar un policía para que te cuide pero además hacerle pagar por el arma: no habla bien del Reino Unido. El próximo AWACS a Chile se lo podríamos ofrecer nosotros. Sería un ejemplo de humor británico. Más allá de los radares Los radares militares no operan en solitario. El control y defensa del espacio aéreo requieren de la integración y centralización de la información que estos sensores captan, a la que se suma la que aportan los radares civiles, y todo ello debe combinarse con instrumentos de disuasión y neutralización de potenciales amenazas. La red argentina de radares secundarios civiles de control del tráfico aéreo está actualmente compuesta por 27 unidades, mientras que la militar cuenta con 13 radares. La FAA posee un centro de comando y control en Merlo, Provincia de Buenos Aires, donde concentra la información de ambas redes, a la que se le suman otros datos, como los planes de vuelo de las aeronaves que operan en el espacio aéreo nacional. En caso de conflicto armado, los centros de comando y control fijo han demostrado un alto nivel de vulnerabilidad al ataque de un oponente dotado de una significativa capacidad aérea. Asimismo, está la amenaza de accidentes que puedan afectar la operatividad de esos centros. En previsión de ello “cada vez que hay una misión concreta real [como fue la vigilancia del G20], se establece un lugar alternativo (de comando y control), más allá de Merlo, con autoridades y con capacidad de recepción de la información y de decisión. También se realizan ejercicios preparatorios, ya que no hace falta que exista un ataque para que esto se necesite. Ante la eventualidad de una falla técnica o de un problema, no es una opción quedarse sin cobertura de defensa de vigilancia aérea”, explicó Reigert. En el futuro, la Argentina podría contar con varios C3, o centros de comando y control aeroespacial capaces de relevarse entre sí en una situación de emergencia, al estilo de los cuatro CINDACTA (Centro Integrado de Defensa Aérea y Control de Tráfico Aéreo) que funcionan en Brasil. O, incluso, se pueden desarrollar unidades móviles con ese fin. Con un país de 2,78 millones de km2, el 9no de la Tierra en superficie como la Argentina, hay mucho terreno para vigilar pero también sobra lugar adonde esconder C3 móviles. Junto con los radares y otros eventuales sensores que relevan lo que está pasando en los cielos, un país debe tener capacidad para detener cualquier amenaza que se presente. La aviación de combate, sea tripulada o robótica, es el modo de proyectar poder cuando la intervención no pasa por eliminar un blanco. Hoy la mejor defensa del espacio aéreo, marítimo y terrestre de un país lo da un combo de radares y misiles. Son lo más efectivo, con costos de adquisición y operación o de desarrollo propio siempre inferiores a los de del caza interceptor o el bombardero supersónico. En el área misilística, la Argentina tiene su mayor déficit. Sobre el tema, Reigert destacó: “Siempre se están haciendo esfuerzos para conseguir una defensa aérea integral que incluya no solamente los elementos de detección, sino también los vectores que lleven elementos agresivos y que permitan una defensa aérea puntual. Ahí entran los misiles y la artillería, o los sistemas de defensa antiaérea de tubo. Actualmente se están evaluando en la FAA distintas ofertas que se han tenido”. Soberanía y exportación Con la venta de radares a Jampur, INVAP parece comenzar a reeditar el exitoso sendero que ha venido forjando desde hace 40 años en el sector nuclear y que la ha llevado a exportar complejos reactores a países desarrollados, y cobrándolos caros, sin regalar nada. La política de la empresa, a lo largo de decenas de licitaciones, ha sido en general ganar más por calidad de ofertas que por precio. “Esta venta se enmarca en un modelo de negocios que en INVAP siempre hemos sostenido –dijo Vicente Campenni, gerente general de la empresa–, en el cual no nos preocupamos solo por desarrollar soluciones tecnológicas que sirvan a las necesidades internas del país, sino que, a partir de ellas, se puedan obtener productos exportables que generen trabajo en la Argentina y contribuyan a traer divisas”. “Se debe conservar a lo largo del tiempo el desarrollo de medios propios para la defensa nacional –enfatizó Reigert, sobre la producción nacional de radares–, con empresas locales, que nos dan soberanía en lo tecnológico”. Eso, en criollo, quiere decir que si Taiwan deja de pronto de fabricar un chip crítico, te quedaste sin radares. No estará de moda entre los economistas clásicos, pero para desarrollar armamento se necesitan cadenas de provisión nacionales, incluso con fabricación artesanal. Si bien los radares que exportará INVAP son de uso civil, como derivan de desarrollos militares realizados para la FAA, y como se estila en todo el mundo, no incluirán elementos específicos que hacen a la defensa argentina u la de otros países, protegidos por acuerdos de confidencialidad. Lo que pueda haber de uso dual en los radares exportados a Nigeria lo saben Nigeria, INVAP y el intermerdiario emiratí. ¿Era inevitable que exportáramos radares, con tanto trabajo como nos dieron? No. Cada venta habrá que sudarla, pero mejora las perspectivas de la próxima, como aprendió INVAP en reactores. Y como argentinos, en AgendAR alzamos nuestras copas por haber llegado a este punto, como país. Que vengan ahora a meter de nuevo el genio adentro de la lámpara.

Daniel E. Arias

Mi agradecimiento a Carlos de la Vega de TSS por su excelente artículo, que ha servido de fuente para esta nota, y mi reconocimiento al Vicecomodoro Claudio Reigert por su trabajo sobre INVAP.

El ministerio de Kulfas anuncia créditos para pymes por 3.000 millones de pesos

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Se trata de una ampliación de $ 2.500 millones en créditos a tasa subsidiada para proyectos de inversión productiva en pymes y una inversión de $500 millones para promover las exportaciones a Brasil.

El Ministerio de Desarrollo Productivo anunció dos planes de financiamiento para pymes: por un lado, una ampliación de $2.500 millones en créditos a tasa subsidiada para proyectos de inversión productiva en pymes y, por el otro, una inversión de $500 millones en financiamiento específico para promover las exportaciones a Brasil. El lanzamiento, realizado en la empresa Fibransur, en el partido bonaerense de Florencio Varela, fue encabezado por el secretario de la Pequeña y Mediana Empresa y los Emprendedores, Guillermo Merediz; el presidente del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE), José Ignacio de Mendiguren; el embajador Daniel Scioli; y el intendente local, Andrés Watson. Los nuevos planes de financiamiento para pymes Consisten en una ampliación por $ 2.500 millones en la línea para proyectos de inversión productiva, en el marco de un acuerdo entre el Ministerio y el BICE. Son $4.500 millones para créditos de hasta 7 años con tasa subsidiada por el Fondep. Dentro de esta línea, se asignará un cupo exclusivo de $ 500 millones para Mipymes que exporten a Brasil, con una bonificación de tasa extra de 2 puntos. También se creó una línea para capital de trabajo por $ 500 millones, específicamente para Pymes que estén por realizar su primera exportación a Brasil o hayan exportado durante 2019/2020. Tendrá un plazo máximo de 36 meses y hasta 6 de gracia, y un subsidio de tasa de 8 puntos. Por último, se ampliaron los montos máximos para la línea de créditos en dólares con tasa subsidiada para exportadores que ya estaba vigente.

La Copa América 2021 en Brasil: «el lugar y el momento equivocados»

«Ningún otro país de Sudamérica es tan golpeado por el coronavirus como Brasil. Organizar ahora un gran campeonato de fútbol justamente allí es irresponsable», afirma esta nota de la agencia alemana Deutsche Welle. Resulta útil también para aprecias una mirada europea sobre la América del Sur (aunque se pueda estar de acuerdo con mucho de lo que dice).

A los autócratas les gustan los grandes eventos internacionales de fútbol porque estos son ideales para desviar la atención sobre problemas y crisis. Los países reúnen a sus héroes del deporte y los gobiernos se colocan junto a ellos en el foco de atención. Por eso es comprensible que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, haya aceptado inmediatamente cuando la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) le preguntó si este año la Copa América podría realizarse con poco margen de tiempo en Brasil. La confederación de fútbol se encontraba ante un dilema. En principio, el torneo debía realizarse en paralelo en Colombia y Argentina. Pero luego Colombia dejó de ser una opción debido a las manifestaciones por una mayor justicia social en el país, que fueron reprimidas con violencia asesina por la policía. Luego, Argentina rechazó ser una de las sedes porque el gobierno estima que la pandemia de coronavirus aún no está bajo control.

Distracción en el momento justo

En la necesidad -el silbato inicial sonará en menos de dos semanas- el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, llamó a las autoridades del fútbol brasileño y habló con el presidente de la Federación Brasileña de Fútbol (CFB), que a su vez marcó el número de Bolsonaro, quien de inmediato dijo que sí. El evento le viene a Bolsonaro como anillo al dedo. El presidente populista de derecha, que da muestras de un estilo cada vez más autoritario, está sumido en una profunda crisis. Su aprobación es la más baja en encuestas desde que asumió el cargo. Cientos de miles de brasileños salieron el otro sábado a la calle para protestar contra su gobierno. El ministro brasileño de Medio Ambiente, Ricardo Salles, está bajo sospecha de tener lazos con la mafia maderera de Brasil. Como si eso fuera poco, esta semana una comisión del Parlamento de Brasil dará a conocer los resultados de una investigación acerca del fracaso del manejo de la pandemia por parte del gobierno. Es probable que Bolsonaro haya pensado que en esta situación no sería mala idea mostrarse con superestrellas del fútbol como Neymar y otros jugadores, que son apolíticos en su mayoría y prefieren ocuparse de sus tatuajes, cadenas de oro y mujeres.

Cálculo y cinismo

Los cerca de 500.000 brasileños que habrán fallecido hasta el comienzo del campeonato debido al COVID-19 no tienen lugar en el cínico cálculo político. Y detrás de eso también hay una cierta lógica: Bolsonaro banalizó desde un principio el peligro de la pandemia, manifestó dudas sobre las vacunas y se mofó de los muertos. También exigió que los brasileños «dejaran de lloriquear” y hasta hoy sigue recomendando cloroquina, un medicamento contra la malaria que es ineficaz contra COVID-19 y puede producir graves efectos secundarios. La consecuencia de eso es que ahora las cifras de contagio aumentan otra vez en Brasil. Entretanto, si bien 21% de los habitantes de Brasil han recibido al menos la primera dosis de una vacuna, todavía siguen muriendo por el coronavirus alrededor de 1.800 personas al día en promedio. Los expertos alertan sobre la llegada de una tercera ola y la propagación de otras variantes del SARS-CoV-2. Como agravantes se suman el hambre y la pobreza en Brasil, cada vez más extendidas. Cada vez más personas viven en la indigencia en la calle y dependen de la entrega de alimentos.
Protestas en Río de Janeiro contra Bolsonaro por las muertes por COVID-19 y la falta de vacunas (29.05.2021).

Protestas en Río de Janeiro contra Bolsonaro por las muertes por COVID-19 y la falta de vacunas

A la búsqueda de una nueva imagen

Pero ni a Bolsonaro ni a la Conmebol parece preocuparle eso. La confederación se esfuerza por brindar una nueva imagen desde que en 2015 decenas de directivos fueron a parar a la cárcel por corrupción. Para la CSF se trata sobre todo de contratos lucrativos y la venta de derechos televisivos. Para Bolsonaro, lo importante es dar una impresión de normalidad y distraer la atención por todos los medios de su responsabilidad en la muerte de medio millón de personas.
Tanto para Bolsonaro como para la Conmebol esto es a primera vista una situación beneficiosa. La confederación no pierde su imagen y Bolsonaro distrae de las muertes en la pandemia. La Conmebol espera partidos seguros, sin espectadores y con delegaciones completamente vacunadas de los 10 países participantes. La Conmebol argumenta, no sin razón, que en Sudamérica ya se realizan campeonatos nacionales y partidos clasificatorios para el Mundial 2022 en Catar. Entonces, ¿por qué no la Copa América? Sin embargo, olvida que ni en Brasil ni en ningún otro país de Sudamérica hay motivos valederos para llevar a cabo un torneo de esas características. Si 500.000 muertos y el peligro de la propagación de nuevas mutaciones del coronavirus no son un motivo para reflexionar, entonces ¿qué lo sería? Así como la FIFA se hizo cómplice de los regímenes autoritarios en Rusia y Catar, la Conmebol se hace cómplice de Bolsonaro. Y que el cálculo de ambos no saldrá bien lo demuestra el amplio rechazo manifestado en las redes sociales y también por comentaristas y columnistas en los medios tradicionales. En ellos, la Copa América 2021 ya es la «COVID América”. Un campeonato en el lugar equivocado y en el momento equivocado.

Detectan en Argentina las «superbacterias» que resultan del uso excesivo de antibióticos

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Lo advierte la Sociedad Argentina de Infectología en base a un reporte del ANLIS/Instituto Malbrán. Se encontraron niveles de alarma de cepas de superbacterias en Ciudad de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires y Neuquén.

La pandemia del nuevo coronavirus ya se llevó la vida de más de 3,6 millones de personas en el mundo, y ha empeorado problemas que ya se estaban produciendo: aumentó el uso inadecuado de antibióticos, un comportamiento que favoreció el aumento de poblaciones de superbacterias que producen infecciones más difíciles de controlar. “El panorama de la resistencia antimicrobiana es sombrío”, advirtió la Sociedad Argentina de Infectología ayer al considerar un reporte elaborado por científicos del Instituto ANLIS/Malbrán. Se detectó “un alto nivel de alarma” de las poblaciones de un grupo de bacterias, llamadas “enterobacteriales productores de carbapenemasas tipo KPC+NMD”, que antes no se había registrado en el país. Esas bacterias tienen un mecanismo que les confiere resistencia a los antibióticos y pueden ponen en riesgo la vida de las personas que las adquieren. El aumento de la presencia de las superbacterias fue detectado en Ciudad de Buenos Aires, Provincia de Buenos Aires y Neuquén. De acuerdo a la SADI, “preocupan sobremanera ya que, fenotípicamente, tienen la particularidad de no evidenciarse mediante las pruebas de laboratorio habituales, comportándose como bacterias sensibles a algunos antibióticos, cuando en realidad no lo son”, señaló el comunicado. “Las bacterias resistentes son una amenaza para la salud pública mundial hoy y para el futuro”, dijo el doctor Lautaro De Vedia, miembro de la comisión de uso adecuado de recursos de la SADI y médico infectólogo del Hospital Muñiz de la Ciudad de Buenos Aires. “Durante el último año, con la pandemia, hubo un aumento grande de la tasa de un grupo de bacterias resistentes a los antibióticos carbapenémicos”, precisó. Los fármacos carbapenémicos son derivados de la penicilina y son indicados para controlar las infecciones intrahospitalarias, como neumonía, infecciones asociadas a los catéteres, infecciones urinarias, entre otras. Pero “al aparecer casos de pacientes con las bacterias resistentes, esos antibióticos pueden no ser útiles. Entonces, el problema obliga a acudir a combinaciones de fármacos”, comentó el doctor De Vedia. El aumento de ese grupo de bacterias resistentes se relaciona con el gran problema de la resistencia antimicrobiana: muchos de los antibióticos se indican o se usan cuando no corresponden tanto en salud humana como en salud animal. Incluso, los recetan los profesionales de la salud en casos de infecciones virales cuando los antibióticos se administran en casos de infecciones por bacterias. De acuerdo con la SADI, si bien existen programas en control de infecciones en hospitales y personal de salud especializado en el problema, no se ha podido “revertir la falta de normatización y de controles, así como tampoco hemos podido concientizar y sensibilizar a las autoridades de salud para que asuman como propio este desafío”, expresaron en el comunicado. Subrayaron que hay una cultura asimétrica entre la necesidad de esos programas de control de infecciones y los escasos recursos, tanto humanos como económicos, que reciben. “En este contexto de pandemia, la aparición de un aumento de bacterias resistentes es preocupante. Limitan cada vez más el arsenal de medicamentos para usar”, dijo el médico infectólogo Pablo Scapellato, profesor titular de medicina de la Universidad Fundación Favaloro y jefe de la unidad de infectología del Hospital Santojanni. “Lamentablemente, tanto en nuestro país como en otros, creció el mal uso de los antibióticos durante la pandemia. Aún no se hace nada para trabajar en este problema. Parte del problema es que los grupos de profesionales infectología dentro de los hospitales no trabajan en las condiciones laborales óptimas ni los presupuestos necesitarios para que se realice realmente un buen uso de la prescripción de los medicamentos”, opinó el doctor Scapellato. El problema de las superbacterias compromete el futuro de la salud humana y animal. Si todo sigue igual, ya se proyectan más muertes por infecciones por la resistencia antimicrobiana para el año 2050 que las causadas por cáncer en el mismo periodo.

El problema de las superbacterias implica también la participación de la comunidad general

Los infectólogos de la Argentina pidieron a la población general que “se sume al esfuerzo de encontrar fin a esta compleja y alarmante situación haciendo un uso racional de los antibióticos. Para ello, es indispensable evitar la auto-medicación y estimular, en la medida de lo posible, la consulta profesional que corresponda”. Es decir, si hay algún problema de salud, hay que consultar al médico y no usar antibióticos por recomendaciones de amigos o familiares o porque se los usó en otra oportunidad y quedaron guardados en el hogar.

6 de junio, Día de la Ingeniería Argentina. De Luis A. Huergo a CONAE

Un 6 de junio de 1870 egresó Luis Augusto Huergo, el primer ingeniero civil graduado en nuestro país. Su tesis universitaria fue sobre «Vías de comunicación», y sus proyectos estuvieron vinculados a la infraestructura e integración nacional.

Canalización de los ríos Tercero, Cuarto y Quinto para aumentar el caudal del Salado, el ferrocarril Pacífico de Buenos Aires a Villa Mercedes (un tramo), y el puerto de San Fernando con un dique de carena que fue el primero construido en el país. Y es el autor del diseño del Puerto Nuevo, que más de un siglo después sigue siendo «el» puerto de Buenos Aires. La ingeniería argentina tiene entonces una larga trayectoria. Para marcarla, hoy elegimos este video de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales.