martes, 12 agosto, 2025 - 4:36 pm

ARSAT dará conexión a 25.000 escuelas y 5.000 centros de salud. Y venderá servicios a países vecinos

La empresa de soluciones satelitales Arsat prevé dar conexión a internet a un total de 25.000 escuelas del país y 5.000 centros de salud primaria de manera satelital como terrestre, a través de la red de fibra óptica, en el marco del plan Conectar 2020-2023.

De cara a ese objetivo, el Gobierno nacional destinó una partida equivalente a US$ 670 millones para el desarrollo del plan trianual, para potenciar el acceso a los servicios de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs). Una de las acciones incluidas en el plan es la construcción del satélite llamado inicialmente Arsat 3, que tras una modificación en su diseño con nuevas tecnologías de propulsión pasó a denominarse SG1. Este satélite -que será lanzado en octubre del año 2023-, requiere de una inversión por US$ 270 millones y, según documentación de la empresa Arsat, la proyección es que permitirá a la firma estatal facturar un total de US$ 870 millones en los años de vida útil. Actualmente los dos satélites argentinos en órbita y dando servicios son Arsat 1 y 2, que requirieron de inversiones por US$ 270 y US$ 250 millones respectivamente y que generan una facturación anual de alrededor de US$ 40 millones. El SG1, de cumplirse el cronograma previsto, estaría llegando a la posición orbital 81 grados Oeste en abril de 2024 y tras su puesta en marcha iluminará con banda Ka a toda la Argentina con 50 gigabits por segundo, con capacidad de vender servicios a países limítrofes como Bolivia, Paraguay y Chile. Su misión principal será la de dar servicio de internet de banda ancha a zonas rurales, explicó el titular de Arsat, Pablo Tognetti. Con el nuevo satélite en proceso de fabricación, se prevé brindar un servicio de Internet satelital domiciliario en 200.000 hogares que se encuentran en zonas incomunicadas de la República Argentina y que actualmente no cuentan con acceso a banda ancha. Tognetti adelantó que ya están «empezando a estudiar los satélites de reemplazo de los Arsat 1 y 2», que fueron lanzados en 2014 y 2015 y tienen una vida útil de 15 años.
El titular de Arsat Pablo Tognetti indic que la infraestructura de la Televisin Digital Abierta que se administra desde Arsat estar puesta a punto haca fines de este ao
El titular de Arsat, Pablo Tognetti, indicó que la infraestructura de la Televisión Digital Abierta que se administra desde Arsat, estará «puesta a punto» haca fines de este año
Entre las metas que tiene Arsat dentro del Plan Conectar, está la «conectividad de 5.000 centros primarios de salud del todo el país y 25.000 escuelas en todo el territorio», subrayó Tognetti en diálogo con Télam. La previsión es que el 62% de la población del país tenga con acceso a internet de banda ancha de la Red Federal de Fibra Óptica (Refefo), para lo cual se deberá llegar a un total de 42.000 kilómetros operativos con una ampliación de la capacidad. Una de las decisiones estratégicas y novedosas de los últimos 12 meses fue la de cubrir con fibra óptica la última milla de conexión a usuarios de localidades que no tienen ningún prestador de internet de banda ancha. En su rol de «mayorista» de las telecomunicaciones, Arsat también prevé desplegar el concepto de «última milla blanca» para asegurar la conectividad en todas las localidades del país.
En su rol de «mayorista» de las telecomunicaciones, Arsat también prevé desplegar el concepto de «última milla blanca» para asegurar la conectividad en todas las localidades del país.
También Arsat rubricó en el último mes un acuerdo de cooperación con la Subsecretaría de Economía del Conocimiento para dar impulso al desarrollo de la industria nacional dentro del paradigma 4.0. En ese sentido se destacan las soluciones de internet de las cosas tales como medición de tráfico y el seguimiento de activos físicos (asset tracking). En tanto, la infraestructura de la Televisión Digital Abierta (TDA) que se administra desde Arsat, estará «puesta a punto» haca fines de este año, indicó Tognetti. La TDA, que tiene hoy 101 estaciones terrenas, debió recibir una inyección de recursos para su recuperación y puesta a punto en 2020 y 2021, debido a la situación de precariedad en que quedó en los años previos. Esta servicio, según publica Arsat en su sitio web, alcanza al 84% de la población, con cobertura terrestre, y al 100% del territorio con la cobertura del Arsat 1. La división Arsat TV incluye la televisión digital terrestre, la televisión directa al Hogar (TDH), TV por Protocolo de Internet (IPTV) y TV Streaming. Otro proyecto en el que trabaja Arsat es la denominada «nube pública», que consiste en un núcleo de desarrollo de software y una plataforma de servicios para clientes del sector público y del privado, entre otras iniciativas.

Rolls Royce fabricará una flotilla de pequeños reactores nucleares en Gran Bretaña

Rolls-Royce, el fabricante de motores aeronáuticos del Reino Unido lanzó una competencia entre las regiones de Inglaterra y Gales por la ubicación de la fábrica principal para construir una flotilla de pequeños reactores nucleares.

Un consorcio de la industria liderado por Rolls-Royce ha escrito a varios de los organismos de desarrollo regional de Inglaterra y al gobierno de Gales pidiéndoles que presenten propuestas para el sitio de fabricación, prometiendo una inversión de hasta 200 millones de libras esterlinas y la creación de hasta 200 puestos de trabajo directos. El consorcio obtuvo 210 millones de libras esterlinas del gobierno el año pasado para el desarrollo de una flotilla de minirreactores, después de recaudar una cantidad similar de fondos del sector privado. El primer ministro, Boris Johnson, respaldó los reactores modulares pequeños como parte de su plan de 10 puntos para una «revolución industrial verde» para ayudar a cumplir el objetivo de carbono cero neto para 2050 del gobierno. La tecnología se considera dentro del gobierno como una buena manera de crear empleos en la fabricación, además de cumplir con la agenda de «nivelación» de Johnson para ayudar a las áreas menos desarrolladas. Según los planes, los reactores se construirán en fábricas de todo el país y luego se ensamblarán en el sitio, lo que reducirá los riesgos y los enormes costos de construcción de grandes plantas de energía nuclear. La fábrica principal construirá las vasijas de presión pesada que forman parte de los reactores. Rolls Royce, que desde 1998 es propiedad del grupo alemán BMW, también está explorando con los Emiratos Árabes Unidos, la posibilidad de exportar reactores modulares pequeños en el mundo árabe.

«Jóvenes por el Clima», y un ambientalismo que se asume con responsabilidad social

Bruno Rodríguez tiene 20 años y pertenece a la organización «Jóvenes por el Clima», que integra el movimiento internacional que lidera la activista sueca Greta Thunberg. Y afirma «La construcción de una agenda reivindicativa de un ambientalismo que se sitúa en el campo popular, de ninguna manera, puede desligarse de las problemáticas sociales que azotan a nuestro país. Nosotros permanentemente afirmamos que existe una unión muy tajante entre la justicia social y la justicia ambiental».

Compartimos este reportaje que le hizo Enrique de la Calle para la Agencia Paco Urondo, en especial sobre su visión sobre los debates actuales, que hemos buscado reflejar en AgendAR, en torno a ambiente y producción.

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«APU: Usted es un militante del ambientalismo pero intenta incoporar a la discusión cuestiones vinculadas al desarrollo económico, como el crecimiento, la necesidad de explotar recursos naturales, la generación de divisas, etc.  Bruno Rodríguez: El ambientalismo que de alguna manera tratamos de impulsar desde «Jóvenes por el Clima» se encauza dentro del campo popular con una perspectiva anclada en la cuestión nacional. APU: Un ambientalismo anclado en el campo popular: ¿qué características debe tener? ¿qué discusiones debe incluir? BR: La construcción de una agenda reivindicativa de un ambientalismo que se sitúa en el campo popular, de ninguna manera, puede desligarse de las problemáticas sociales que azotan a nuestro país. Nosotros permanentemente afirmamos que existe una unión muy tajante entre la justicia social y la justicia ambiental, ya sea porque lo demuestra la realidad efectiva, en el hecho de que los impactos ambientales, que acarrea la crisis climática y ecológica, profundizan las desigualdades sociales, exacerban las brechas económicas y de alguna manera nos obligan a abordar estas cuestiones en conjunto. Por otro lado, entendiendo que formamos parte de un movimiento internacional, que es el de Greta Thunberg, «Fridays for future», nuestra inserción como Argentina en el mapa geopolítico nos obliga a incorporar una perspectiva de defensa de la soberanía nacional. Defensa sobre la soberanía de nuestros bienes comunes naturales, porque en definitiva vemos que las tendencias geopolíticas que marcan un sendero de sometimiento a las economías periféricas, a partir de instrumentos como, por ejemplo, el endeudamiento externo, nos obligan a transitar ese rumbo. APU: A partir de ese primer posicionamiento, ¿cómo piensa las discusiones en torno a la minería en Chubut o la exploración offshore en Mar del Plata? BR: Si analizamos el caso de Chubut, más allá de la apuesta del gobierno de Arcioni de impulsar un proyecto de zonificación minera, vemos otros elementos que nos obligaron como «Jóvenes por el Clima» a posicionarnos en contra de este tipo de iniciativas. Por un lado, la represión salvaje que sufrió la población chubutense cuando se manifestó en contra, la falta de licencia social en el territorio para llevar adelante y efectivamente implementar este tipo de proyectos. El componente democrático debe estar presente en el debate socioambiental. Por otro lado, tenemos a la actividad propia. Estamos en contra del proyecto de zonificación minera que quiso impulsar Arcioni también desde una perspectiva ambiental entendiendo que históricamente los supuestos beneficios que proveé la actividad minera recaen de una manera muy débil sobre las condiciones materiales de la población. Igualmente, me parece que hay otros debates en relación a la minería que exceden al conflicto en sí. APU: ¿Cuál es la posición de ustedes sobre la minería como actividad? BR: Para llevar adelante un proceso de transición energética, por ejemplo, ya sea a partir de una perspectiva de desarrollo de la industria nacional de energías renovables, es necesario impulsar este tipo de actividades que muchos sectores del ambientalismo directamente las niegan por completo. Sectores que se desligan por completo de la realidad macroeconómica del país, que no entienden directamente a las actividades productivas, etc. Creo que hay que tener una perspectiva en relación a la extracción de minerales que sea soberana, porque si analizamos cuales son las apuestas que se dan mundialmente respecto a la transición energética, por ejemplo, tenemos el plan de transición del gobierno de Joe Biden de Estados Unidos, que plantea recambiar la flota entera de automóviles norteamericanos por ejemplares eléctricos y para eso se necesita un volumen de extracción de litio, que se concentra mayormente en Chile, Argentina y Bolivia. Entonces, ¿vamos a permitir que nuestros territorios se conviertan en las zonas que proveen de minerales a los procesos de transición energética del norte global o vamos a disponer nuestros territorios para que satisfagan los intereses socioambientales de nuestros países? Creo que en ese sentido la discusión tiene que darse en el marco de la defensa de nuestra soberanía territorial. APU: A ver si lo entiendo bien: usted diría que no está en contra de la minería, per se. Ahora, cree que esa discusión debe atender la cuestión socioambiental y también la soberanía nacional. ¿Esa sería su posición sobre la minería? BR: Lo resumió muy bien pero también le agrego un componente más: es importante la integración de las comunidades en los procesos de decisión respecto a los proyectos mineros. De ninguna manera puede avanzar un proyecto si se degrada la licencia social que provee una comunidad. Para tener una buena calidad democrática en los territorios donde se quieren implementar este tipo de iniciativas, necesariamente las comunidades tienen que ser oídas. APU: ¿Y cómo piensan la exploración offshore de petróleo y gas? BR: Para el caso de la exploración petrolera nos ubicamos en una problemática distinta. Nos ubicamos en la problemática de la energía, tanto en el marco nacional como en lo que hace a la transición energética. Hay unos datos que me parecen importantes dar. Más allá de que este proyecto plantee la ampliación de la frontera hidrocarburífera por vía de explotación de plataformas offshore, hay ciertas tendencias a nivel mundial respecto a la transición, que marcan un camino muy desalentador para el abandono de las energías que se sostienen sobre los combustibles fósiles. La Agencia Internacional de Energía prevé en su escenario actual de política, que va a haber un incremento de la demanda del petróleo para el año 2030, con una leve disminución para el año 2050. Un incremento en la demanda del gas para el año 2050, producto de la presión de las economías emergentes. También, prevén que si se cumple el Acuerdo de París, tanto el petróleo como el gas van a superar la demanda que es necesaria para alcanzar emisiones cero al año 2050. La tendencia de descarbonización es regresiva considerando la lentitud en la transición del norte global y también la falta de compromiso que tienen estos Estados en obligaciones que ya contrajeron en alguno de sus propios acuerdos. Por eso, cualquier proyecto relacionado con la ampliación de la frontera petrolera en Argentina debe comprender a la vista de esos escenarios internacionales. En ese sentido también tenemos que hablar de la lentitud de las transiciones, históricamente. Por ejemplo, el petróleo comenzó a explotarse comercialmente en la década de 1860, medio siglo después representaba solamente el 10% de la producción energética y tardó 30 años más en llegar al 25%. Por eso, muchas veces cuando hablamos sobre el por qué estamos tardando tanto en llevar adelante una transición energética que recambie los combustibles fósiles tenemos que analizar cuál es el antecedente histórico. Y acá me parece que estamos en una encrucijada importante, nos ubicamos en el presente y ahora estoy hablando concretamente del proyecto. Argentina necesita exportar más, necesita estabilizar nuestra balanza comercial, necesita fortalecer las reservas del Banco Central, necesita estabilizar la balanza fiscal, necesita consolidar nuevos ciclos redistributivos y para eso se necesita el ingreso de un volumen de divisas muy importante. Eso es innegable, producto de la crisis social y económica que nos legaron los sucesivos gobiernos, particularmente el de Macri. Lamentablemente la canasta exportadora de nuestro país la protagonizan actividades productivas que son intensivas en recursos ambientales, es decir, actividades ambientalmente depredadoras, que consumen muchos recursos naturales o que nos dejan pasivos ambientales muy fuertes. Por eso me parece que uno de los errores del gobierno nacional, que de ninguna manera pueden persistir en el tiempo, es la falta de credibilidad y la falta de controles ambientales en este tipo de proyectos. Es realmente una necesidad imperiosa la que emerge en ese sentido, a partir de este conflicto: la necesidad de discutir sobre la configuración de estrictos controles ambientales para este tipo de iniciativas. Porque en definitiva si se pulveriza la credibilidad del Estado emerge el rechazo generalizado de la sociedad, como lo vemos hoy en día, en el caso de Mar del Plata. APU: En el caso más concreto del petróleo, ¿no reconoce la experiencia de 100 años de Argentina en la materia (lleva 30 años en offshore sin incidentes graves)? BR: Si analizamos el folklore nacional y de reivindicación, que incluso forma parte de nuestra construcción identitaria, en el caso de YPF tenemos un ejemplo muy positivo. Yo reivindico YPF, reivindico su estatización. También en el marco de la crisis social que nos azota, reivindico políticas que tiendan a tender puentes en la relación entre públicos y privados, obviamente siempre y cuando, el beneficio económico recaiga mayoritariamente sobre el agente público. Me parece que más allá de eso, no puede ignorarse la falta de credibilidad del Estado con anuncios tardíos, recordemos que se levantó la suspensión que había impuesto el Ministerio de Ambiente al avance del proyecto a fin de año, justo cuando estábamos en las fiestas. Esto fue moneda corriente en casos previos, incluso con Chubut el año pasado. De alguna manera, este tipo de desprolijidades abona a que se exacerbe el nivel de conflictividad y de rechazo. Es necesario tomarlo en serio, realmente hacer una autocrítica muy importante por parte del Gobierno. Y por supuesto, como «Jóvenes por el Clima», más allá de que entendemos el debate acerca de la necesidad de aumentar e intensificar la capacidad de nuestro aparato productivo y aumentar las exportaciones con respecto a la ampliación de la frontera hidrocarburífera, no creemos que este tipo de políticas se inserten en el paradigma de transición ecosocial por el que pugnamos APU: ¿Cómo ve el debate al interior del ambientalismo, entre posiciones más regulacionistas, como la de ustedes, y otras prohibicionistas? BR: Me parece que hay que cambiar la dialéctica del debate. Nosotros en este conflicto como en otros, hacemos una crítica generalizada de cuáles son las bases que disparan la discusión. Esto lo escribí en un artículo pasado, creo que le hace muy mal, tanto al movimiento socioambiental, tanto como a quienes están afuera y quieren insertarse en este emergente social, que nos dividamos en trincheras discursivas que profundizan la supuesta dicotomía entre ambiente y desarrollo. Ya sea que el debate parta de un hippies vs desarrollistas: hippies que se niegan a que Argentina crezca económicamente versus desarrollistas que de buena fe apuestan a proyectos productivos que son intensivos en recursos naturales. O cambiémosle el título, ambientalistas versus ecocidas hijos de puta que quieren destruir al país y a todos los recursos naturales. Ese ring que se establece entre actores tan opuestos entre sí, democráticamente me parece poco estratégico, de mínima. Entonces, esa es la posición que queremos construir desde «Jóvenes por el Clima». Desde esa postura superadora nos alimentamos y enriquecemos desde distintas expresiones, expresiones históricas del ambientalismo que hoy por hoy tienen una postura sumamente tajante respecto a la oposición a los distintos proyectos que impulsa el Estado nacional. Pero también nos enriquecemos de expresiones que incluso no están hoy en día sumergidas en la construcción del movimiento socioambiental. Me parece que la postura es un tanto novedosa, en tanto y en cuanto, no se inserta en los bandos que lamentablemente ya se configuraron en este debate. APU: ¿Quiénes conforma «Jóvenes por el Clima»? BR: «Jóvenes por el Clima», como lo dice el nombre, está integrado jóvenes del país. Jóvenes en estadio tardío, de colegios secundarios y varios estudiando en las universidades. Estamos presentes en todos los conflictos que suelen emergen respecto a la megaminería, a la frontera hidrocarburífera, tuvimos compañeros/as en Mar del Plata que marcharon en la convocatoria que se hizo. Tenemos un ejercicio de debate y de formación, que respetamos muchísimo, al interior de la organización. Cada vez que emerge un conflicto, antes de salir a patalear por redes sociales, ya sea por el lado de la reivindicación o por el lado de la oposición, primero nos tenemos que formar. Me parece que eso es muy saludable para cualquier organización política, sobre todo para organizaciones políticas de jóvenes. La perspectiva es de un ambientalismo nacional, un ambientalismo que reivindica la justicia social, los intereses nacionales. Sin embargo, hay otras miradas al interior, es heterogéneo y eso nutre muchísimo al movimiento. Que es lo que le falta al movimiento socioambiental, someterse a un ejercicio de debate permanente que sepa congeniar las diferencias que hoy emergen ante este tipo de conflictos para salir fortalecidos, porque al igual que el feminismo, el ambientalismo llegó para quedarse

El Ministerio de Transporte firma acuerdos con China para ampliar el Plan de Modernización Ferroviario

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El Ministerio de Transporte y la Sociedad del Estado Trenes Argentinos Infraestructura firmaron tres memorandos de entendimiento con representantes de la República Popular China con el propósito de fortalecer vínculos de cooperación, en particular, el proyecto de modernización de las líneas Belgrano Norte, Sarmiento y Urquiza.

También avanzan las negociaciones para renovar la vía troncal del San Martín.

El ministro de Transporte Alexis Guerrera, y el titular de Trenes Argentinos Infraestructura y Operaciones Martin Marinucci, firmaron tres memorandos de entendimiento para el análisis y evaluación del financiamiento de los proyectos ferroviarios. La firma se realizó el miércoles de la semana pasada con representantes de CRRC Sifang Argentina, Zhao Jinqiang; y de CRIG en Sudamérica, Yi Han. El ministro de Transporte señaló: “Este memorando significa un fortalecimiento de los lazos con nuestros socios de China y un paso muy importante para el Plan de Modernización del Transporte, que nos va a permitir electrificar la línea Belgrano Norte y tramos del Sarmiento que todavía son diésel, renovar el Urquiza, seguir extendiendo servicios, incorporar tecnología y material rodante para todas las líneas y los servicios regionales. Vamos a poder acelerar el proceso de potenciar nuestros trenes, que son el gran medio de transporte”. En primer lugar se rubricó el acuerdo de entendimiento con la empresa China Railway International Group Co. LTD (CRIG) para la modernización del ferrocarril Sarmiento. Estas obras abarcan la rehabilitación de vías 1 y 2 interconexión con subte, la renovación de vías pendientes entre Once-Moreno, Luján-Mercedes y Merlo-Lobos; las obras de acondicionamiento del tendido eléctrico; completar el sistema de señalización pendiente Caballito – Villa Luro; la instalación del anillo fibra óptica Once-Moreno con operación a distancia y un nuevo edificio Control Trenes y talleres centrales en Haedo, entre otras obras. En segundo lugar se firmó un acuerdo de entendimiento para la modernización y electrificación del ferrocarril Belgrano Norte con CRIG para analizar la renovación de 94 kilómetros de vías Retiro-Villa Rosa; del señalamiento y telecomunicaciones, distintos entornos de estaciones, la construcción de Pasos a distinto nivel, la adquisición de material rodante y la extensión de cabecera hasta el parque industrial Pilar (15 kilómetros), entre otros proyectos. Finalmente, se firmó un acuerdo de entendimiento para la modernización del ferrocarril General Urquiza con la empresa CRRC, para analizar y realizar las obras de renovación de 60 kilómetros de vías Federico Lacroze – General Lemos; la repotenciación del sistema eléctrico por tercer riel; la intervención de estaciones y entornos; la renovación señalamiento y telecomunicaciones Federico Lacroze – General Lemos; la adquisición de material rodante; la construcción de pasos a distinto nivel y de cerramientos perimetrales. Además, la empresa CRRC Internacional evaluará la compra de 111 coches para la línea Belgrano Sur, 45 coches para el Sarmiento, 20 para el Tren de la Costa (perteneciente a la línea Mitre), 90 para servicios regionales y de cercanías, rieles, aparatos de vías y tecnología para la operación ferroviaria. El ministro de Transporte también se reunió con representantes de la empresa CRRC para avanzar en la renovación de 1.813 kilómetros de vías sobre el recorrido troncal del ferrocarril San Martín, que atraviesa las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, San Luis y Mendoza. La obra, cuyo contrato ya fue firmado, está valuada en 2.604 millones de dólares y comprende no sólo el recambio de vías sino también la reparación integral de obras de arte, señalamiento y rehabilitación de playas de maniobras para trenes de carga. El ministro señaló que “resulta muy importante avanzar en el proyecto para reactivar las vías del San Martín Cargas y precisamente la recuperación de los trenes de carga es una decisión clara que nos pidió el presidente Fernández. Los ferrocarriles son parte de la reconstrucción argentina, son el motor que dinamiza las economías regionales, generan trabajo genuino y posicionan al país en el mercado internacional”.

El aumento del uso de pantallas en la pandemia afectó a los menores. Pero sólo acentuó un problema previo

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El inicio de la pandemia del covid-19 obligó a la mayor parte de la población mundial a recluirse en casa para evitar el contagio. Diversas investigaciones revelan que una de las consecuencias ha sido el aumento del tiempo de televisión, computadoras y dispositivos móviles en los más pequeños, lo que afecta a sus horas de sueño y también a su comportamiento. El uso excesivo de la pantalla en los más jóvenes se ha asociado desde hace años con riesgos para la salud física y mental. Pero la llegada del covid-19 y los posteriores confinamientos, así como el aprendizaje online y la necesidad de distanciamiento social, causaron en una etapa creciente dependencia de su uso para casi todas las facetas de su vida: entretenimiento, socialización y educación. Estudios realizados en todo el mundo sugieren un aumento del tiempo frente a la pantalla en niños y adolescentes durante la pandemia. Así, una investigación publicada en JAMA Pediatrics muestra cómo la media del uso diario entre más de 5000 adolescentes encuestados en los primeros meses del SARS-CoV-2 fue de 7,7 horas al día, una cantidad superior a las estimaciones precoronavirus (3,8 horas/día). En Europa, un trabajo llevado a cabo de mayo a junio de 2020 en diez países sostiene que el porcentaje de menores que usaban una pantalla más de 2 h/día fue muy alto: los días laborables alcanzaba el 69,5 % y el fin de semana el 63,8 %. Sin embargo, los datos no eran buenos desde mucho antes. Eso sí, como explica José M. Martínez Sánchez, epidemiólogo y jefe del Grupo de Evaluación de Determinantes de covid-19 de la Universidad Internacional de Cataluña (UIC), “la pandemia ha hecho que aumente su utilización en la población infantil de España, especialmente durante el confinamiento”. “Es más, 2 de cada 3 niños menores de 48 meses estuvieron expuestos a teléfonos inteligentes y tablets durante el confinamiento de la primera oleada. Y el 30% de ellos lo utilizaban durante las comidas”, añade. Cómo afecta su utilización a los menores La actividad física de los niños y el tiempo frente a las pantallas están relacionados con la salud mental durante la pandemia. Una encuesta en unos 1000 niños en edad escolar de EE.UU. revela que aquellos que realizaban más ejercicio y pasaban menos tiempo frente a la pantalla tenían mejores resultados en la escuela. Otro trabajo, publicado a finales de diciembre en JAMA Network Open, determinó en más de 2000 menores de Canadá cómo el mayor uso de televisión o medios digitales, videojuegos, aprendizaje electrónico y tiempo de videochat se asociaba con síntomas de depresión, ansiedad, problemas de conducta, irritabilidad, hiperactividad y falta de atención durante la covid-19. Los autores insisten en la necesidad de intervenir en las políticas, así como en los apoyos sociales basados en la evidencia, para promover el uso saludable de la pantalla y la salud mental de los niños y jóvenes durante la pandemia y más allá. “El uso cada vez más frecuente de las pantallas está relacionado con un número insuficiente de horas de sueño y con un mayor riesgo de sufrir problemas emocionales y de comportamiento en la población infantil”, indica Martínez Sánchez. Así lo confirma un estudio llevado a cabo por el grupo que dirige el experto de la UIC, que revela cómo pasar más de tres horas diarias jugando con tablets, smartphones o videojuegos puede causar problemas de sueño, obesidad y sedentarismo. Sobre el uso concreto de teléfonos inteligentes durante la pandemia, una investigación llevada a cabo en Alemania muestra que la escasa sensación de control, el miedo a perderse algo y el pensamiento negativo repetitivo estaban asociados a una mayor gravedad del uso problemático estos dispositivos. Relación entre obesidad y pantallas Otro factor clave es observar cómo puede impactar este uso con las altas cifras que ya se manejan de sobrepeso y obesidad en esta población. Un estudio publicado en febrero de 2021 en la revista Health Care observa que la mayor exposición a pantallas se relaciona con una mayor ingesta de alimentos poco saludables. Los resultados apuntan cómo los niños más mayores (12-14 años) presentan el porcentaje más elevado de estar al menos 2 horas diarias frente a las pantallas para fines recreativos (63,9 %), y son los que más ingieren bebidas azucaradas (20,9 %) y comida rápida (12,2 %). Para los dulces, son los de entre 3 y 5 años el grupo que más los consume (78,1 %), así como los snacks (11,7 %). “La ingesta de comida basura está asociada con cierto nivel de ansiedad de los niños, lo cual se puede incrementar con el uso de las pantallas. Por otro lado, los niños que están más horas delante de ellas también están más expuestos a la publicidad de esta comida, provocando su mayor consumo”, puntualiza Martínez Sánchez, uno de los autores de este trabajo, quien insiste en que son necesarios más estudios para confirmar estas hipótesis. Además, también hay que mencionar la posible relación con el nivel socioeconómico y educativo. Con salarios más bajos, horarios menos flexibles y jornadas laborales más largas, los padres pueden tener menos tiempo para atender las necesidades de los niños y acceder así a opciones más rápidas pero de menor calidad nutricional. Optimizar su uso en esta población “El uso del smartphone está socialmente aceptado en la población infantil. Aunque todavía no sabemos los efectos reales a largo plazo, nuestras investigaciones y la de otros grupos muestran el importante papel que tendrá en el futuro como un nuevo determinante de la salud en los más pequeños, especialmente en las clases sociales más desfavorecidas”, subraya el experto de la UIC. “No vemos un gran efecto del tiempo de pantalla en los resultados mentales, conductuales, académicos o sociales de estos menores”, indica a SINC Katie Paulich, su autora principal. “No parece que el tiempo de pantalla en sí sea ‘malo’ para los niños, al menos en las dimensiones que hemos examinado, y los padres y madres no tienen que sentirse culpables por poner a sus hijos frente a las ‘niñeras digitales’. Aun así, deben asegurarse de que sus hijos utilicen las pantallas de forma adecuada y se mantengan seguros”. Qué dice la Asociación Americana de Pediatría y la OMS En 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó, por primera vez, recomendaciones sobre el tiempo que los más pequeños pueden ver la televisión o jugar con pantallas. Desde la institución fueron tajantes: los menores de dos años no deberían hacerlo, y entre los dos y los cinco años, como mucho una hora al día. E instaron a optimizar el tiempo de sueño y de juego activo. Igual opina la Asociación Americana de Pediatría, que el mismo año elaboró una guía con recomendaciones de uso de estos dispositivos digitales en función de la edad de los niños y niñas.

«Curiosity» encuentra carbono, la base de la vida, en Marte. Hay varias hipótesis sobre el origen

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El análisis de los sedimentos recogidos por el róver Curiosity de la NASA en el cráter Gale de Marte ha servido a los científicos para afinar el posible origen del carbono en el planeta rojo, que en la Tierra está asociada a los procesos biológicos, y tratar de acercarse un poco más a su desconocido pasado.

Tras analizar los isótopos de carbono de las muestras tomadas por el róver en media docena de lugares del cráter, los científicos han reducido a tres las explicaciones plausibles para el origen del carbono: polvo cósmico, degradación del dióxido de carbono provocada por la radiación o degradación por la radiación ultravioletas del metano producido biológicamente. En un artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), los autores que plantean estos tres escenarios concluyen también que los tres son «poco convencionales» comparados con los procesos en la Tierra. Desde agosto de 2021, el Curiosity ha recorrido el cráter Gale tomando muestras de capas de roca antigua, y enviando los resultados a la Tierra para su interpretación. El carbono tiene dos isótopos estables, 12 y 13. Medir las cantidades de cada uno en una sustancia puede ayudar a determinar el ciclo del carbono y averiguar detalles sobre cómo fue, incluso si ocurrió hace mucho tiempo. Para obtener las muestras, el Curiosity perforó la superficie de la roca antigua, recuperó muestras de capas sedimentarias enterradas y las calentó para separar los productos químicos. El carbono producido por esta pirólisis mostró una amplia gama de cantidades de carbono 12 y carbono 13, según dónde o cuándo se había formado la muestra. Algo de carbono se empobreció excepcionalmente en carbono 13 mientras que otras muestras se habían enriquecido.
Parte del paisaje marciano donde se tomaron muestras.

Parte del paisaje marciano donde se tomaron muestras.

Las muestras son similares a sedimentos antiguos en la Tierra

«Las muestras extremadamente empobrecidas en carbono 13 son parecidas a las tomadas en Australia de sedimentos que tenían 2.700 millones de años», explica Christopher H. House, investigador de la Universidad de Pensilvania. «Esas muestras fueron causadas por la actividad biológica cuando el metano fue consumido por antiguas esteras microbianas, pero no necesariamente podemos decir eso en Marte porque en ese planeta se pueden haber formado a partir de materiales y procesos distintos de los de la Tierra», precisa el investigador. No obstante, como el carbono es la base de toda la vida en la Tierra, descubrir carbono en otros planetas siempre entusiasma a los científicos. «Lo más difícil es desprenderse de la Tierra y dejar de lado ese prejuicio que tenemos y tratar de adentrarnos realmente en los fundamentos de la química, la física y los procesos ambientales de Marte», dijo la astrobióloga de Goddard Jennifer L. Eigenbrode, que participó en el estudio del carbono, en un comunicado de la NASA. «Tenemos que abrir nuestras mentes y pensar fuera de la caja», dijo Eigenbrode, «y eso es lo que hace este trabajo».
El róver Curiosity explorando la superficie del planeta rojo.

El róver Curiosity explorando la superficie del planeta rojo.

¿Polvo cósmico?

Según House, cada doscientos millones de años el sistema solar atraviesa una nube molecular galáctica, pero «no deposita mucho polvo», por lo que «es difícil ver cualquiera de estos eventos de deposición en el registro de la Tierra» Para generar una capa suficiente para que el Curiosity pudiera tomar muestras, la nube de polvo interestelar tendría que haber bajado la temperatura en un Marte que todavía contenía agua y que generó glaciares. El polvo se habría depositado sobre el hielo y luego tendría que permanecer en su lugar cuando el glaciar se derritiera, dejando una capa de suciedad que incluía el carbono, una explicación «plausible» que requiere más estudios, apuntan los autores.

¿Radiación ultravioleta?

Otra explicación para cantidades más bajas de carbono 13 es la conversión ultravioleta de dióxido de carbono en compuestos orgánicos como el formaldehído, pero en este caso también hacen falta más estudios para confirmar o descartarlo.

¿Origen biológico?

La tercera posibilidad tiene una base biológica: en la Tierra, una firma fuertemente empobrecida en carbono 13 de una paleosuperficie indicaría que los microbios del pasado consumieron metano producido microbianamente. El antiguo Marte pudo haber tenido grandes columnas de metano liberadas desde el subsuelo y que, una vez en el exterior, fuera consumido por los microbios de la superficie o reaccionara con la luz ultravioleta y se depositara directamente en la superficie. Sin embargo, según los investigadores, actualmente no hay evidencia sedimentaria de microbios superficiales en el paisaje pasado de Marte. «Las tres posibilidades apuntan a un ciclo de carbono inusual que no se parece a nada en la Tierra hoy», pero «necesitamos más datos para determinar cuál de estas es la explicación correcta», insiste House.

Curiosity continúa su labor

Curiosity todavía está recolectando y analizando muestras y regresará al lugar donde encontró algunas de las muestras de este estudio aproximadamente en un mes. Otro artículo publicado en PNAS plantea la posibilidad de que hace 3.000 millones de años Marte tuviera las condiciones para un clima frío y húmedo. El estudio, realizado por investigadores de la Universidad París-Saclay a partir de simulaciones, plantea que Marte pudo sostener un océano en la cuenca de las tierras bajas del norte que pudo haber sido estable incluso a temperaturas superficiales medias globales por debajo del punto de congelación.

Adriana Serquis repasa la actividad y los proyectos de la Comisión Nacional de Energía Atómica

Adriana Serquis es Doctora en Física, especialista en nanotecnología y actual presidenta de la CNEA. Se destacó por sus trabajos de investigación sobre caracterización de materiales para energías limpias y ganó premios por su aporte al uso racional de la energía.

Desde su actual rol como conductora de una de las instituciones más importantes del sector público, cuenta en este reportaje de Misión Productiva cómo está posicionada Argentina en los diferentes segmentos del sector nuclear y destaca las capacidades acumuladas en el país. Asimismo, remarca la importancia de fortalecer la relación con Brasil y de atraer a las nuevas generaciones con proyectos atractivos que fomenten el desarrollo de nuevos conocimientos.

Misión Productiva: Argentina es un jugador relevante en el campo nuclear a nivel internacional ¿Qué importancia tiene eso para un país de ingresos medios como el nuestro? ¿Por qué Argentina tiene que seguir invirtiendo en investigación y desarrollo vinculado al sector nuclear? Adriana Serquis: Yo creo que principalmente porque es un sector estratégico. Poder ser un jugador importante en este sector, y un referente en la región, nos permite un montón de cosas, como acceder a la compra de materiales específicos o tener la posibilidad de crear una soberanía tecnológica en energía y otros ámbitos. Para obtener acero de cierta calidad es necesario que seamos capaces de producir material nuclear que cumpla con ciertos estándares. Para poder comprar combustible y abastecer a las centrales nucleares, tuvimos que demostrar que podíamos enriquecer uranio. En ese sentido, ser parte de este «club privilegiado» tiene una relevancia estratégica más allá de que, además, te puede garantizar un mayor desarrollo si pensamos que la industria nuclear tiene grandes posibilidades de colaborar con PyMES o ciertas industrias, como la metalmecánica. Además, tener producciones con mayor conocimiento siempre es beneficioso, porque podés sustituir importaciones y hasta exportar, sobre todo pensando en el avance de la descarbonización. De hecho, sólo hay 443 centrales nucleares en el mundo. Es una industria que en general es cara y que requiere un conocimiento muy específico. Entonces, cualquier conocimiento que tengas al respecto te va a poner en una posición de ventaja. MP: ¿Cuáles son las tendencias y los horizontes tecnológicos a nivel global hoy en materia de desarrollo nuclear? ¿En qué posición y qué condiciones tiene Argentina para aportar a esos avances? AS: Respecto de la producción de potencia, una de las grandes tendencias que hay en este momento es la de los reactores modulares pequeños o medianos, SMR por sus siglas en inglés. Particularmente en Argentina hay un proyecto, el CAREM 25, que es un prototipo de este tipo de reactores con tecnología completamente nacionalEste proyecto se pensó hace muchísimos años pero recién se empezó a construir en 2014. Luego tuvo la detención en su proceso de construcción en los años del gobierno anterior y recientemente se retomó con perspectivas de rápido crecimiento. Uno de los atractivos de estos reactores es que se pueden llevar a cabo con un financiamiento más pequeño en comparación con las grandes centrales nucleares. Otro rasgo distintivo es que resuelve problemas tecnológicos, como puede ser alimentar pequeños sectores o lugares que no estén conectados a una red principal, como algún proyecto minero. No obstante, hay que tener claro que lo que se está construyendo es un prototipo de reactor, no el reactor comercial hacia el cual se apunta. Este prototipo es de 25 megawatts, puede llegar a los 32, pero el proyecto comercial va a tener alrededor de 120. En el mundo hay muchísimos proyectos de este estilo, pero ninguno o solamente un par en construcción. Hay muchos que están todavía en los papeles porque están viendo cómo van a ser sus modelos de financiamiento. En la actualidad las que están en construcción y las que siguen estando en funcionamiento por su largo tiempo de vida son las grandes centrales. Esto te da la pauta de que no se trata solamente de ir hacia la tendencia. Es cierto que los pequeños reactores modulares presentan desafíos nuevos en materia tecnológica y que tenemos una gran ventaja por ser uno de los primeros países que están detrás de estos proyectos tan emblemáticos para la CNEA. Pero si queremos ir hacia una descarbonización de la matriz energética es necesario hablar de las grandes centrales nuclearesque siguen siendo necesarias y donde todavía hay un montón de cosas que se pueden ir haciendo para aportar a su seguridad. A veces lo avanzado tecnológicamente no es lo que nos conviene en términos financieros, económicos y de soberanía. Nosotros dominamos la tecnología de las centrales de agua pesada, uranio natural y tipo CANDU. Si bien mucha gente cree que no es el modelo más avanzado, es el que podemos controlar y sabemos manejar. Además, podemos desarrollar la cadena de valor alrededor de estas centrales y contribuir así al desarrollo de nuestro país. Por otra parte, existen otros desarrollos nucleares más vinculados a la investigación. INVAP está construyendo el reactor RA-10, que es un reactor más pequeño cuyo objetivo no es la producción de energía eléctrica sino que es multipropósitos. Uno de ellos es la generación de radioisótopos, que permite en el área médica tener mejores diagnósticos, imágenes, y tratamientos de muchas enfermedades, como el cáncer. Justamente hace poco estuvimos en el Hospital Garrahan, donde firmamos un convenio para pensar cómo mejorar la calidad de vida de niños y niñas. No sé si productivamente es un negocio pero lo vemos como una necesidad social. La medicina nuclear tiene mucho que hacer en ese sentido. En cuanto al posicionamiento de Argentina, vale remarcar que somos referentes para la agencia internacional de energía nuclear y somos un referente en la región no sólo por la producción de radioisótopos sino también por la formación de recursos humanos. Para que haya tecnologías avanzadas de tratamientos en medicina nuclear y radioterapia es necesario seguir avanzando en proyectos como el centro de protonterapia, que va a ser el primero en toda América Latina. MP: Antes mencionaste que con el CAREM hubo varias idas y vueltas en los últimos años. ¿En qué estado está hoy el proyecto? AS: Cuando nosotros asumimos teníamos un cronograma para que la obra finalice en 2024. Pero nos encontramos con que de las tres grandes empresas contratistas, había dos que se habían ido del proyecto: una por entrar en quiebra y otra porque decidió renunciar. A esto se le sumaban varias falencias en el desarrollo del proyecto. Hoy estamos trabajando en establecer un sendero acorde a la realidad. Contactamos a toda la industria nacional; hubo reuniones con ADIMRA (Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina), con IMPSA, con empresas contratistas, para ver cuáles son los plazos realistas para la entrega de todos los componentes que son necesarios para su finalización. Es posible que para 2024 se termine la obra constructiva pero difícilmente se va a poder terminar lo que es la puesta en marcha, ya que esto requiere un montón de pruebas al ser un prototipo de reactor y la primera vez que se fabrica este tipo de cosas. Estamos esperando que la gerenta del proyecto nos presente un cronograma realista en base a todos estos análisis que se están haciendo. Se está trabajando a contrarreloj pero con mucha seriedad, y rearmando los grupos de trabajo debido a que en los años previos se fue mucha gente. Uno de los componentes principales del reactor, el recipiente de presión, está aproximadamente en un 63% realizado. MP: ¿En cuanto al CAREM Comercial hubo avances en el último tiempo? AS: Desde la CNEA queremos armar una mesa de trabajo con gran parte del sector nuclear para ver cómo vamos a armar el proyecto del CAREM Comercial. A esta mesa queremos invitar no sólo a IMPSA, sino también a INVAP, CONUAR y NASA por su experiencia en todo lo que es el manejo de las centrales. Desde que asumimos en junio tuvimos que atajar muchos incendios y no pudimos abordar este tema como nos hubiese gustado, pero es una de las tareas en la que nos vamos a abocar en este primer semestre. MP: También nos hablaste del Reactor Multipropósito RA-10. ¿Podés contarnos un poco más sobre su situación actual y su importancia? AS: El proyecto tiene una ejecución realmente muy buena. La obra civil puede que se termine este año y la idea es que en algún momento de 2023 se termine la obra. Nos resta ver si se llega a tiempo con la planta de producción de radioisótopos. Por otro lado, está asociado a este reactor el proyecto del Laboratorio Argentino de Haces de Neutrones (LAHN), que busca aprovechar los neutrones que se producen en el reactor para poder hacer estudios e investigaciones de avanzada en numerosos campos de aplicación en todo lo que es ciencia de materiales, tanto de la industria nuclear como de otros sectores como el farmacéutico, agrícola o los combustibles. Son muchísimas empresas y áreas de investigación y desarrollo que requieren de haces de neutrones. Cuando se llega, sobre todo en ciencia de materiales, a un cierto nivel de detalle no voy a tener ningún equipo dentro de mi laboratorio, por más sofisticado que sea, que me permita acceder a pequeños detalles de la materia. Entonces necesito ir a alguno de estos grandes centros: los sincrotrones o los centros de neutrones. Estos últimos se encuentran en la gran mayoría en el hemisferio norte. El único centro de neutrones en el hemisferio sur es el que está en Australia con el reactor que instaló INVAP y el siguiente va a ser el LAHN. Esto nos posibilita ser un centro de avanzada en investigación y desarrollo y ser un centro de atracción también para un montón de investigadores o investigadoras no solo de América Latina sino probablemente de muchos lugares del mundo.  MP: Dijiste en una respuesta previa que no es excluyente avanzar con las centrales grandes y con los SMR. Algunos analistas de la industria nuclear dicen que la apuesta a las grandes centrales con tecnología importada no tiene sentido, por su costo y por la dependencia tecnológica en el caso de Hualong o el “atraso tecnológico” de las CANDU, y que Argentina debería focalizarse en desarrollar los SMR con tecnología propia y especializarse en este segmento. ¿Qué opinión te merece esa visión? AS: Yo creo que no son excluyentes. El análisis no es sólo tecnológico o financiero, tiene que ver con cuál es la proyección de país que queremos, cuánta energía nuclear necesitamos para esa transición y para seguir teniendo energía a un precio relativamente accesible para el desarrollo. Para llegar a tener una Hualong  vamos a tener que aprender y tratar de lograr la mayor cantidad de transferencia tecnológica posible al menos en lo que tiene que ver con la parte del combustible que es lo que nos atañe como Comisión. Pero, para mí, dejar de lado la línea CANDU sería un error en el sentido de que es la tecnología que manejamos, es la que podemos poner de pie y es parte del proyecto nacional que nos aseguró esa autonomía y que seguramente nos va a permitir tener otra central a muy corto plazo. No comparto que sea una tecnología obsoleta. Si estuviera obsoleta, Estados Unidos no le hubiese ofrecido a Rumania construir dos centrales tipo CANDU. Además, muchas de las empresas que fabrican los componentes pueden usar esa experiencia para ser proveedoras de una futura central tipo CANDU, así como también del CAREM. Por ende, no son desarrollos que van en carriles totalmente distintos. MP: ¿Cuál es el rol de los privados en un sector como este? ¿Con qué empresas tienen mayor relación? ¿Existen vacancias en la actualidad en el entramado productivo local para completar el ecosistema nuclear? AS: Casi todas las empresas del sector nuclear, excepto IMPSA, surgieron de la CNEA; fuimos madre tanto de INVAP como de CONUAR. Nos gustaría recuperar el veto tecnológico que teníamos en DIOXITEK, y que fue perdido con el gobierno anterior, o las acciones en algunas de estas empresas. Pero más allá de esto, con todas ellas tenemos relación y algún tipo de participación en sus directorios o en sus definiciones de política tecnológica. En algunos casos las tenemos como proveedoras, como a NASA que la contratamos para para parte de la construcción del CAREM, y en otros como clientes a los cuales les brindamos, por ejemplo, servicios de tecnología. No se si hay una vacancia muy puntual, creo que tenemos cubierto todo el espectro y a eso me refería cuando mencionaba el tema de la soberanía. Quizás en la parte del ciclo de combustibles, desde su origen hasta el final, tendríamos que volver a pensar en qué es lo que ocurre en todas las partes de este ciclo, pero la verdad es que tenemos un gran conocimiento. Justamente ahora estamos trabajando en un posible contrato con China para que nos transfieran la tecnología de fabricación del combustible, y eso se va a hacer en conjunto con CONUAR MP: ¿Qué políticas públicas creés que pueden ayudar a que Argentina siga siendo en las próximas décadas un jugador de relevancia en el sector nuclear? AS: Por un lado, es importante seguir apoyando al sector tanto desde el punto de vista presupuestario como desde una decisión de proyecto nacional. También es fundamental trabajar mucho en la comunicación para que se entienda cuál es el objetivo del área nuclear y tener lo que llamamos licencia social para la posible instalación de centrales nucleares y atraer a jóvenes de diferentes instituciones o diferentes orientaciones hacia el sector y que puedan seguir formándose en nuestros centros educativos como el Balseiro o el Sábato. Consideramos que estos son centros de formación de excelencia en todos los ámbitos correspondientes a la física, la ingeniería nuclear, la ingeniería mecánica, telecomunicaciones, y radioquímica. Pensamos que el sector debe crecer a partir del desarrollo de nuevas tecnologías asociadas tanto con el crecimiento de la energía como con un montón de otros aspectos vinculados con la ciencia de materiales, articulando con otras instituciones. MP:  A nivel regional, Brasil tiene una actividad nuclear relativamente importante. ¿Cuáles creés que pueden ser las complementariedades entre ambos países? AS: Es muy buena la pregunta. Para mí esa relación es fundamental. Hace poco tuvimos la primera reunión con el presidente de la comisión brasileña de energía nuclear y vimos que ellos están enfocados en otros proyectos. No tienen tan avanzado el RMB (Reactor Multipropósito Brasilero), que sería el sinónimo de nuestro RA-10, así que creemos que hay oportunidades para trabajar en conjunto y aprovechar todo nuestro aprendizaje respecto a este reactor. Por otro lado, a diferencia de lo que ocurre acá, entiendo que su área nuclear está más focalizada en el ámbito militar. Esto no quiere decir que estén en algún proyecto asociado a cuestiones no pacíficas, sino a la marina, relacionado con los submarinos. En lo que tiene que ver con desarrollo de ciencia y técnica, nos parece que el desarrollo  de nuestro centro de neutrones se complementa con su desarrollo de un sincrotrón. Queremos sentarnos a discutir en profundidad estas complementariedades. Pero, fundamentalmente, la historia que tenemos con Brasil está marcada por la ABAAC (Agencia Brasileña Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares), que nos da la posibilidad de seguir teniendo la credibilidad del Organismo Internacional de Energía Atómica en cuanto la no proliferación; eso también nos dio la posibilidad de seguir actuando de manera soberana e independiente con este trabajo conjunto y bilateral, que creo que ha sido beneficioso para ambos países. Esperamos que, ahora con el RA–10, podamos seguir trabajando en conjunto en el área de medicina, poder volver a exportar a Brasil y ampliar nuestra capacidad. Es fundamental que esa cooperación no sólo se mantenga sino que vaya creciendo. MP: Vos te formaste en la UBA, en el Balseiro y también en la UNCUYO, se podría decir que sos una hija de la educación pública. ¿Le damos la importancia que tiene esa educación para la formación de recursos humanos vinculados al sector? ¿Argentina sigue siendo un jugador destacado también en la formación de recursos humanos? ¿Cómo afecta en un proyecto de largo plazo como es la investigación nuclear, las dificultades de retener a las personas en contextos de poco financiamiento? AS: Yo soy hija de la educación pública. Pertenezco a la generación expulsada del país en los 90, de la cual volvimos pocos. Tenemos que trabajar para trasladar conocimiento a la gente joven. Si ves el organigrama tenés una curva con un hueco que se da justamente en mi generación. Y es lo que esperamos que no se vuelva a repetir. Creo que estamos haciendo un esfuerzo grande para que lo que ocurrió en los últimos cinco años no continúe y la única manera de retener y atraer a nuevas generaciones es generando proyectos que atraigan. Me parece importante fomentar vocaciones, generar mejor comunicación, incentivar a las personas desde las primarias. Con Sol, la gerenta del CAREM, siempre decimos que tiene que haber un Samba que hable de energía nuclear. Atraer a los chicos a la investigación, al desarrollo, a la curiosidad, a saber que es posible tanto para niñas como niños el poder meterse a pensar grandes proyectos en los que haya desafíos para resolver sin tener que estar preocupándose por no poder pagar el alquiler a fin de mes. Estamos trabajando en todas esas cuestiones: en comunicación, en divulgación y en mejorar salarios. Todo esto es un conjunto para retener y aumentar las capacidades que tenemos.»

Gabriel Boric, presidente electo de Chile, anuncia su equipo de gobierno y da definiciones

El triunfador en las elecciones presidenciales de Chile del 19 de diciembre, Gabriel Boric, anunció ayer su gabinete, con 14 mujeres, y 10 varones, y de gran diversidad política. En cargos claves, el hasta ayer presidente del Banco Central chileno con Piñera, Mario Marcel, como futuro ministro de Hacienda, y  la ex presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches, de 35 años, que fue dirigente estudiantil afiliada a las Juventudes Comunistas, para ministra de Interior. Al final de esta nota, incorporamos unas definiciones importantes que dio Boric en una entrevista de ayer mismo con la BBC. Marcel, un técnico independiente vinculado al Partido Socialista, y ortodoxo en economía, renunció el jueves por la noche como presidente del Banco Central. Antes, ocupó diversos cargos en los gobiernos de centroizquierda, entre 1990 y 2008, y era el preferido de los mercados financieros, que ven en su nombramiento un gesto de moderación en las reformas económicas que busca implantar Boric, quien asumirá la presidencia el 11 de marzo. Izkia Siches, futura ministra del Interior o jefa del gabinete, es médica cirujana de la Universidad de Chile y en 2017 se convirtió en la primera mujer en alcanzar la presidencia del Colegio Médico. También será la primera en estar al frente de Interior. Ha tenido una activa participación durante la pandemia.
Mario Marcel, en una imagen reciente, era hasta ayer presdiente del Banco Central de Chile.

Mario Marcel, en una imagen reciente, era hasta ayer presidente del Banco Central de Chile. 

El gabinete incluirá también a Giorgio Jackson y Camila Vallejo, ex líderes estudiantiles y diputados, quienes junto a Gabriel Boric lideraron las protestas de 2011 en busca de «educación pública, gratuita y de calidad». La nieta del ex presidente socialista Salvador Allende (1970-1973) Maya Fernández, se encargará del Ministerio de Defensa.   Para la Cancillería, nombró a Antonia Urrejola, ex presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y, como Marcel, próxima al socialismo; mientras que en la Secretaría General de la Presidencia, que se encarga de las relaciones con el Parlamento, nominó a su mano derecha, Jackson. El promedio de edad de los integrantes del gabinete presentado por Boric es de 49 años. La más joven, con 32 años, es Antonia Orellana, que estará al frente del Ministerio de la Mujer. Entre los hitos del nuevo gabinete, destaca, además de la mayoría de mujeres, la presencia de ocho independientes y tres comunistas, partido que por primera vez, con Vallejo, estará en el llamado Comité Político, el núcleo duro del gobierno chileno. «Nos acompañan en este equipo de ministros y ministras personas de diversos orígenes y formaciones, un gabinete diverso, un gabinete con mayoría de mujeres (…), con presencia de regiones, intergeneracional, con pluralidad política, con diversos puntos de vista y con una fuerte presencia también de independientes y de militantes de partidos políticos», dijo Boric en la ceremonia que se realizó en los patios del Museo Histórico Natural de Santiago.

Llega imowi, el cuarto operador de telefonía celular: es una cooperativa de cooperativas

La Cámara de Cooperativas de Telecomunicaciones, CATEL, realizó un evento para anunciar formalmente la puesta en marcha de su servicio de telefonía móvil, imowi, que estará disponible comercialmente en 32 localidades del país y su alcance es nacional.

Ya está en operaciones y ofrece servicios en las cabeceras de Del Viso (TelViso), Pinamar (Telpin), San Miguel del Monte (Cooperativa de Monte), Tortuguitas (Cooperativa de Tortuguitas) y Villa Gobernador Gálvez (TelVGG). Estas cooperativas actualmente brindan telefonía fija, internet y TV. Con la incorporación del servicio móvil, ingresan formalmente al Cuádruple Play. Estas cooperativas enfrentan el desafío de establecer un servicio nacional en un mercado donde sólo están presentes 3 grandes operadores: Claro, Movistar y Personal. imowi, anunciaron, cuenta con toda la infraestructura de un operador móvil tradicional con excepción de la red de acceso (radio bases o antenas). El servicio posee sistemas propios para la gestión de abonados, tasación y facturación. Este operador, además, sale al mercado con centros de atención presenciales y telefónicos, además de herramientas de autogestión como la app imowi.
El precio del servicio es de $705 por el plan base de 3GB, llamadas, SMS y WhatsApp.
A este plan se le podraán sumar bonos de datos de diferentes capacidades y duración con facilidad a través de los canales de autogestión. Esta información junto a otros datos de relevancia podrá ser consultada en el sitio web www.imowi.com.ar. imowi estará enfocado en generar una oferta convergente para los usuarios de las cooperativas, y asimismo para quienes hoy no tienen la posibilidad de contar con telefonía movil por ubicación geográfica o limitaciones de las prestadoras. Se prevé adicionar localidades anexas a las zonas mencionadas durante el primer semestre del 2022 y posteriormente realizar el despliegue de la nueva cobertura en zonas desconectadas. imowi cuenta con proyección y capacidad para servir a usuarios de más de 1000 cooperativas y 1500 pymes de todo el país. Ariel Fernández Alvarado, presidente de CATEL, expresó que “Hoy no solamente es el lanzamiento de imowi sino que es una demostración concreta y tangible de que las cooperativas podemos liderar el mercado de las telecomunicaciones y que podemos incluso atrevernos a lanzar un nuevo operador móvil. También pensar que ese operador móvil le de cobertura a las zonas donde aun no hay servicios de telecomunicaciones.” Claudio Ambrosini, presidente del ENACOM, tuvo la palabra a continuación, refiriéndose a la relevancia de las cooperativas y pymes del sector como uno de los motores importantes de nuestro país. Cerró la primera parte del evento Jorge Neme, vicejefe del Gabinete de Ministros, quien destacó el rol de las TIC como elemento fundamental en la construcción de un tejido social sólido, con mayor equidad e inclusión, y en la composición de una sociedad con mayores oportunidades.

Este viernes 21, el dólar «blue» y la directora del FMI hicieron un llamado de atención al gobierno argentino

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El dólar «blue», que se compra y se vende en transacciones en efectivo, no registradas, es sobre todo un termómetro del clima social argentino: pesimismo acerca del valor del peso, y temores varios, fundados o no. Pero el «dólar CCL», que hoy viernes alcanzó a $ 223, refleja el precio que están dispuestos a pagar empresas e inversores para «salir» de sus tenencias en moneda argentina. Puede decirse que al fin de la semana se dio una «tormenta perfecta», como se llama con algo de exageración cuando se suman dos o más factores: Uno, local: el dinero que se volcó a la población en diciembre, a través del aguinaldo y de otros estímulos, ahora se «va al dólar», a través de quienes lo recibieron o de quienes les vendieron productos o servicios, da igual. El dólar estadounidense es el tradicional refugio del argentino que puede ahorrar, aunque sea poco. El otro factor es internacional, y hoy mismo lo expresó alguien que debería saber del tema: Kristalina Georgieva, directora gerenta del FMI, advirtió a los países endeudados en dólares, “Actúen ya. Si pueden extender la duración de su deuda, por favor háganlo”, en un llamado en el Foro de Davos. (Un detalle irónico es que el ministro de Economía argentino está discutiendo con Kristalina justamente cómo se extenderá la deuda en dólares con el Fondo). Su advertencia no era necesaria, en realidad: todos los que mueven fondos de alguna significación saben que la Reserva Federal estadounidense había avisado que endurecerá su política monetaria, con subas de tasas de interés. Esta suba afectará directamente a todos los países con alto nivel de endeudamiento en dólares, como Argentina. Hay otro efecto indirecto: los capitales se irán al mercado yanqui, al beneficio seguro de sus bonos. Y habrá menos fondos para inversiones en los mercados «emergentes». Eso incluye a la «standalone» Argentina y a sus empresas. Repetimos algo que dijimos en AgendAR en abril de 2020, y en un blog personal, cuando en otra «disparada» el dólar «blue» llegó a $ 120: “El factor central de esta «tormenta cambiaria» -más allá de previsibles operaciones- es la huida del peso; la decisión de los que tienen fondos, grandes o pequeños, de cambiarlos por dólares, hasta arriesgando sanciones legales». Insistimos en que este es el factor clave. Sin minimizar, por supuesto, el contexto internacional. Porque éste parece asegurar que 2022 será un mal año en lo financiero, a pesar de la recuperación en la actividad. Será necesario, aunque les incomode a nuestros amigos del Norte, recurrir a la financiación de China (Rusia no será un proveedor significativo de fondos, salvo para algunos proyectos puntuales). Pero, insistimos, el problema es nuestro: que Argentina no tiene una moneda que pueda servir como reserva de valor. Esta crisis financiera puede tener algo bueno: convencer al gobierno que debe encarar seriamente a la inflación. Por todo lo que dijimos, 2022 no será un buen año para hacerlo. Pero, por razones obvias, electorales, 2023 sería peor.

A. B. F.

Un planteo colectivo: sumar la vacuna anti-Covid al Calendario Nacional y hacerla obligatoria. Nuestra opinión

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Ya se da en nuestro país el debate sobre una medida que se discute, con apasionamiento y hasta episodios de violencia, en muchos países del mundo: la obligatoriedad, o no, de vacunarse contra el covid. En Argentina se ha sumado un elemento valioso: además de declaraciones de autoridades sanitarias y legisladores, un sector significativo de la comunidad científica procedió a exponer sus argumentos en favor de la decisión. En un documento abierto que publicó en Internet un nutrido grupo de investigadores y científicos del Conicet propusieron avanzar con la consolidación de la campaña de vacunación contra el Covid. Para eso publicaron el siguiente texto. Lo reproducimos y al final comentamos nuestra opinión: «Desde hace dos años el mundo está siendo sacudido por la pandemia virus SARS-CoV-2. El impacto de la pandemia ha provocado más de 5,5 millones de muertes en el mundo y más de 118 mil muertes en nuestro país. Actualmente seguimos en un estado de emergencia sanitaria, la aparición de la nueva variante Ómicron de SARS-CoV-2 causa millones de contagios a nivel mundial, habiéndose convertido en el patógeno de mayor contagiosidad de la historia superando al sarampión. Los números de los contagios y muertes indican que la pandemia lejos está de haber terminado, y no se debe descartar la aparición de nuevas variantes. Entre las medidas de prevención adoptadas alrededor del mundo para el control de la pandemia, las vacunas han demostrado ser una de las formas más seguras y efectivas, ya sea disminuyendo la morbimortalidad o bien la transmisión del virus. El desarrollo y despliegue de una vacuna segura y eficaz para prevenir la COVID-19 es determinante para lograr controlar el desarrollo de la enfermedad grave. Por ello, contar con una vacuna no sólo permite mejorar sustancialmente el cuidado de la vida y la salud de los y las habitantes del país, sino también permitirá ir restableciendo en plenitud las actividades económicas y sociales. Para ello necesitamos que toda nuestra población vacunable esté vacunada. A lo largo de todos estos meses, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) ha recibido de manera secuencial la información correspondiente, según lo establecido por el procedimiento para la autorización de emergencia, en relación con el cumplimiento de los estándares requeridos por la autoridad regulatoria de las plantas elaboradoras, el desarrollo y la elaboración de los productos, su certificación en el país de origen y el cumplimiento de los estándares de calidad, accediendo a información sobre su seguridad y eficacia, así como a la que indica que no se han presentado eventos adversos graves, ni se han identificado diferencias significativas en la eficacia observada en los diferentes grupos etarios que participaron de los ensayos clínicos. En este contexto y dada las características de los procesos de desarrollos de las vacunas en situaciones de pandemia, se ha establecido un Plan de Gestión de Riesgos por parte del Ministerio de Salud de la Nación en su calidad de adquirente, que permite el monitoreo y la recolección de información relacionada a la seguridad y eficacia del producto y el registro de posibles efectos adversos o clínicamente significativos, acorde a los establecido en los esquemas vigentes. Conjuntamente con la Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas, creada por Resolución del Min. Salud N° 259/2013, se ha desarrollado un sistema de vigilancia que permite detectar los eventos supuestamente atribuidos a vacunas e inmunizaciones (ESAVI) y realizar un correcto análisis y clasificación de los mismos, a fin de poder contar con una herramienta que garantice la seguridad de las vacunas utilizadas y permita su adecuada vigilancia. Adicionalmente, la ANMAT a través del Sistema Nacional de Farmacovigilancia, que acredita sólida experiencia en la vigilancia de la seguridad de medicamentos en general y de vacunas en particular, ha dispuesto un plan específico para la vigilancia de la vacunación contra la COVID-19. Sumado a los datos de vigilancia y los proveídos por los productores de cada vacuna, nuestros científicos han realizado mediciones de anticuerpos y células T en vacunados argentinos, para evaluar la eficacia de las diferentes vacunas contra la COVID-19 en nuestra población, demostrando que son eficaces. En resumen, “contamos con vacunas que han demostrado un extraordinario perfil de seguridad, eficacia y efectividad, habiéndose ya administrado a más del 53% de la población mundial. A su vez, existe un consenso prácticamente unánime a nivel mundial considerando a las vacunas anti-SARS-CoV-2 como la herramienta central en el combate frente a la pandemia”. Esta nueva ola de infecciones con epicentro en diversos países del continente africano, europeo y también en Estados Unidos “ha mostrado con claridad que la pandemia por SARS-CoV-2 continúa planteando un desafío central a la salud de los pueblos en todo el mundo, amenazando con provocar millones de nuevas muertes”. En nuestro país estamos frente a un crecimiento exponencial de circulación viral de la variante de Ómicron, sumada a que se mantiene en circulación la variante Delta, dotadas ambas de mayor potencial infeccioso. “Por lo que resulta imperioso instrumentar de modo urgente las medidas necesarias a fin de evitar un incremento sustancial en el número de personas infectadas en nuestro país, habida cuenta de la dificultad en controlar las curvas crecientes de infección, una vez que las mismas han adquirido una pendiente significativa”. Sólo la vacunación masiva y obligatoria para todas las personas, completando los esquemas vigentes así como los refuerzos, asegurará una mayor protección para el conjunto de la población. Diversos países como Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Islandia, España, Italia y muchos otros, han decidido ya implementar la vacunación obligatoria para amplios sectores de la población, tales como personal de salud y docentes en todos los niveles de enseñanza. Recientemente Austria ha declarado la obligatoriedad de la vacunación contra el SARS-CoV-2, convirtiéndose así en el primer país de Europa donde la vacunación se torna obligatoria para toda la población mayor de 18 años. En América Latina, Ecuador también lo hizo. Los consejos Directivos de la Facultades de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (RESCD-2021-06245655) y de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (Res. 2549/21) recomiendan la incorporación de la vacunación contra el SARS-CoV-2 como vacunación obligatoria para toda la población adulta en Argentina y su inclusión en el calendario de vacunas para adultos así como la intensificación en la campaña de vacunación para menores de edad. También el Foro Argentino de Facultades y Escuelas de Medicina Pública llamó a las autoridades de aplicación a evaluar la pertinencia y oportunidad de incluir a la vacuna anticovid en el calendario obligatorio de nuestro país. Las Resoluciones, de las que incluimos en esta declaración algunos párrafos, remarcan además “que el análisis de la progresión de las infecciones es multifactorial, una de las variables más correlacionables es que el número de vacunados confrontado con el de personas fallecidas en los países europeos, demuestra claramente que a mayor tasa de vacunación fallecen menos personas”. Los datos de las últimas semanas en la argentina van en el mismo sentido. Existe además un proyecto de ley para la “Incorporación de la vacuna contra el COVID-19 al Calendario Nacional de Vacunación” (5044-D-2021) presentado por los diputados Juan Carlos Alderete y Lía Verónica Caliva, el cual cuenta con firmas de acompañamiento de más diputados y diputadas. La Argentina ha avanzado notablemente en la cobertura de la vacunación anti SARS-CoV-2 en los últimos meses, sin embargo, existen segmentos de la población que aún no se han vacunado, o no han completado el esquema de vacunación, pese a que han sido convocados a tal fin. La cobertura de más del 92% de los mayores de 40 años con una dosis, o de más del 85% con ambas dosis, demuestran que mayoritariamente la población respondió a la convocatoria, restando sectores o grupos que aún deben incorporarse al programa de vacunación, a lo que debemos sumar la aplicación de la tercera dosis según el grupo etario correspondiente. El hecho que 58% de los menores no se haya vacunado aún, sumado al incremento de las internaciones en esa franja estaría, indica que debemos intensificar la campaña de vacunación en ese sector. Por todos estos fundamentos expuestos, a los fines de garantizar el derecho a la vida y el derecho a gozar de buena salud, derechos humanos básicos e inalienables, consagrados tanto en nuestra Constitución Nacional como en múltiples Tratados Internacionales, con el fin de salvaguardar las vidas de todas las personas habitantes de nuestra querida Argentina, es que nos manifestamos en favor de la incorporación al Calendario Nacional de Vacunación, con carácter gratuito y obligatorio, el esquema completo de vacunación contra el SARS-CoV-2 (COVID-19).»   Para acceder al listado de las firmas que acompañan este documento, cliquear aquí.

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Comentario de AgendAR: Los argumentos de este colectivo son sólidos, pero sentimos la necesidad de reiterar lo que dijimos ante una reciente propuesta en este sentido del Ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires: Ante todo, consideramos necesario aclarar que -en nuestra meditada opinión- las vacunas contra el covid autorizadas y aplicadas por la mayoría de los países -entre ellos la Argentina- ya no pueden ser consideradas «experimentales» o «de emergencia». Hay más evidencia sólida sobre las ventajas de su uso, y sus riesgos, que la que existe sobre cualquier medicamente de uso común patentado en los últimos diez años. Atención: al no ser infectólogos, no nos basamos en artículos publicados en revistas médicas de prestigio, revisados por pares. El fundamento es estadístico: los cientos de millones de dosis aplicadas en el mundo han disminuido en forma espectacular el % de internaciones y muertes sobre contagios. Y cualquier efecto negativo que puedan tener -y que tienen- ya se han manifestado entre esos cientos de millones vacunados. Y son un número mínimo. Un riesgo muchísimo menor que el de la habitual anestesia general. Aún hipotéticos efectos a largo plazo, ya se habrían anticipado en un porcentaje de los casos, en organismos débiles o predispuestos. No han aparecido. Dicho esto, expresamos nuestra objeción a declarar la vacunación contra el covid obligatoria: no sería eficaz. Afortunadamente, en Argentina existe una cultura de la vacunación -formada a lo largo de generaciones por la salud pública y las vacunas, estas sí, obligatorias. Los «antivacunas» entre nosotros son un grupo pequeño, aunque ruidoso. Hacer obligatoria la vacuna contra el covid, en esta etapa, politizaría el tema y les sumaría a esos fanáticos aquellos que no son convencidos antivacunas pero si están furiosos con el gobierno. Por lo menos, les daría más publicidad Y el Estado argentino no tiene los recursos -en la forma de fuerzas de seguridad disciplinadas- del de China o el de los Países Bajos, para hacer cumplir una vacunación forzosa. Que sería más difícil de ejecutar que una simple cuarentena, que es lo que se impone con energía en esos dos países (y en muchos otros). Como el ministro Kreplak admite, requisitos como el pase sanitario y el hecho que la vacunación sea ineludible para viajar al exterior, cumplen, en un plazo más largo, con el mismo objetivo. Agregamos que la habitualidad de la vacunación, que se está dando en la mayoría de nuestra población, y el simple transcurso del tiempo -más eficaz que los argumentos científicos- diluirán las prevenciones y temores difundidos. Los «antivacunas» seguirán existiendo, como una secta excéntrica, similar a los terraplanistas. Nuestra objeción, entonces, se funda en que una ley que no puede hacerse cumplir, sólo sirve para disminuir la autoridad del Estado.

El debate sobre los sistemas operativos en «Conectar Igualdad»

Recientemente, el Ministerio de Educación anunció la vuelta del plan federal Conectar Igualdad, luego de que fuera eliminado en 2018 por la gestión de Mauricio Macri. En concreto, Conectar Igualdad pone en manos de alumnos la posibilidad de acceder a netbooks y formación tecnológica. “Es un programa igualador, generador de oportunidades y fundamental para el sistema educativo en este siglo XXI”, dice Beatriz Busaniche, académica y activista por la cultura libre. Sin embargo, por estos días surgió un debate en torno a las licencias de los sistemas operativos: “Microsoft y Estado, asuntos separados”, agitaron desde Fundación Vía Libre, una organización civil que promueve los ideales del software libre y los aplica a la libre difusión del conocimiento y la cultura. Según la carta que publicó el grupo Cybercirujas Club y que subió la temperatura digital, el debate radica en la privacidad e integridad de los datos, el costo de las licencias y la obsolescencia programada. “Se trata de una evaluación desde varias aristas tanto pedagógicas como estratégicas en relación a la promoción de la ciencia y la tecnología en el país. El modelo de software privativo supone numerosas limitaciones sobre lo que se puede hacer con el software, arrancando por prohibiciones explícitas de estudio, adaptación y mejora”, explica Busaniche, presidenta también de Fundación Vía Libre. Con la intención de proponer un modelo integral de software libre para el plan federal Conectar Igualdad, desde Fundación Vía Libre presentaron una carta dirigida al ministro de Educación Jaime Perczyk. La carta –acompañada por más de 1.000 firmas– se yergue en la idea del “despropósito” que plantea “la inclusión del sistema operativo Windows 10 y del paquete de ofimática Microsoft Office”. “Si bien es cierto que Windows es el sistema operativo más utilizado del mundo y se lo conoce en todos lados, eso no significa que utilizar otro sistema operativo te deje al margen del universo laboral o informático, como muchos intentan decirnos cuando defendemos la utilización de software libre en la educación. La escuela no puede enseñar a utilizar productos, sino que tiene que brindar herramientas. Y esas herramientas no pueden ser funcionales a una empresa, sino que deben ser funcionales a las necesidades de la comunidad y de la sociedad”, dice Soldan, miembro de Cybercirujas, profesor de educación primaria y militante del software libre. En su posición a favor del software alternativo en Conectar Igualdad y, en su reverso, en su búsqueda por desestimar la opción de sumar Windows 10, desde Fundación Vía Libre sostienen que la enseñanza con sistemas abiertos como GNU/Linux “plantea otra relación entre el usuario y la computadora, donde el usuario deja de ser un consumidor pasivo y comienza un camino de empoderamiento tecnológico”. Y Soldan agrega: “Además, al utilizar software libre nos ahorramos problemas de mantenimiento. No hay que preocuparse por malware, virus, antivirus y software malicioso, ya que a priori no existen en Linux, con lo cual se ahorran muchos problemas”. Por caso, tanto en el Boletín Oficial como en los pliegos de licitación, se anunció que las computadoras de Conectar Igualdad tendrán un multibooteo, es decir, un multiarranque en el que se compartirá la opción de acceder a dos sistemas operativos: Windows 10 y Huayra GNU/Linux, un sistema operativo libre desarrollado por el Estado argentino. No obstante, los detractores de la inclusión de Microsoft se oponen a este doble acceso. “Huayra Linux ya viene con una cantidad de aplicaciones educativas instaladas por default, las cuales están ampliamente probadas en el ámbito educativo. Y en el caso de necesitar otras, existen y son accesibles”, suma Busaniche. Hasta el momento, el Ministerio de Educación no se ha expresado públicamente sobre el caso.

Distintas posiciones frente a la actividad minera

Ayer circuló en las redes sociales en forma insistente esta imagen: Esperable. El Frente de Izquierda fue, es, un participante activo en las protestas que se han registrado en nuestro país contra la «megaminería». Y es lógico que quienes desconfían de lo que llaman «ambientalismo de maceta», ironizaran sobre esta diferente actitud: rechazo a la actividad minera por contaminante / reclamo que no se cierre una fuente trabajo… en una mina a cielo abierto. Además, El Aguilar, como otras explotaciones de la empresa Glencore, no se ha distinguido por el cuidado del ambiente, ni por preocuparse por los residuos tóxicos que deja detrás. Que la protesta a que se refiere el afiche se haya hecho a fines de 2018 no tapa la contradicción. Pero queremos señalar que -más allá de las diferentes estrategias que puede asumir un partido político, lo que se refleja aquí son las distintas actiudes de dos sectores de la sociedad, hasta geográficamente separados. Para una parte de nuestros compatriotas -una gran mayoría, por lejos, vive en ciudades- la preocupación por la ecología puede ser real, pero distante: no conviven con las cosas que les preocupan. En cambio, para los habitantes de esas localidades, la explotación minera puede ser una amenaza a sus cultivos y sus animales, o una fuente muy necesaria de trabajo bien pago. A veces, las dos cosas. Cualquier política que se dé el Estado, debe contemplar en primer lugar esas necesidades cercanas.

Nacimiento, auge y decadencia de los Ferrocarriles argentinos

Con 47.059 km de vías, trazada entre 1855 y 1940, llegó a ser una de las más extensas del mundo y un ejemplo para Sudamérica. Hoy quedan menos de 18.000 km. de traza en uso efectivo, en general concesionadas y en mal estado.

Comenzó en el entonces Estado de Buenos Aires, todavía separado de la Confederación Argentina: los políticos, comerciantes, intelectuales y demás porteños a caballo y de a pie (literalmente) se fascinaron con el ferrocarril y decidieron la construcción del primer ramal, el Ferrocarril Oeste, y lo hicieron con capitales nacionales. Las cuentas del estado bonaerense iban viento en popa: cobrando tanto las exportaciones de materia prima del sufrido interior hacia Europa, así como el consumo interno de manufacturas europeas, la Aduana porteña, como llave del Plata y el Paraná, y con él del NEA y del NOA, era más inevitable que la muerte y los impuestos. Eso quizás lo habría dicho Mr. Benjamin Franklin si hubiera nacido cordobés o tucumano. El gobernador bonaerense, Pastor Obligado, ya venía europeizando a Buenos Aires no sólo de «look» sino de infraestructura: redes de agua potable empezaban a mitigar las epidemias de cólera, y los caños de gas de carbón iluminaban los nuevos faroles que disipaban un poco la inseguridad nocturna. Pero en la profundidad de «los campos porteños», como los llamó Benito Lynch, los viejos fuertes de frontera se volvían poblados rumbosos por la expansión de otra frontera, la agrícola. Ciudades intempestivas y como perdidas en la enormidad horizontal de sus trigales se atrasaban en su despegue económico por el permanente barrizal de los caminos rurales. Plata, sobraba. ¿Qué faltaba? Faltaba el tren. En este contexto, en 1854 la Sociedad Camino de Fierro de Buenos Aires al Oeste (integrada por comerciantes) obtuvo la venia del gobierno porteño para construir un ferrocarril “de 24.000 varas de extensión” que enlazara la entonces Gran Aldea de Buenos Aires, de minúscula planta, con el Oeste transurbano. No era tampoco un trazado colosal: 20,4 kilómetros de terminal a terminal, para empezar, «y luego vemos cómo sigue, si sigue», según el proyecto de ley dejado en por la Sociedad en la Comisión de Hacienda de la Legislatura, en la que figuraban ciudadanos que hoy son calles: Dalmacio Vélez Sarsfield, Bartolomé Mitre y Mariano Billinghurst. La Sociedad empezó con un pedido absurdo: no utilizar máquinas a vapor. Mejor, argumentó, “emplear el caballo, tan barato en el país, en lugar del carbón fósil, tan caro en él”. El poco carbón que llegaba aquí venía de Cardiff, Gales, pero el pasto, como dice Héctor Huergo, vate indiscutido del modelo agropecuario actual, es el principal producto del suelo argentino. Renovable, además. ¿Dudas sobre la rentabilidad? Sí, pero además aquí casi nadie había visto una locomotora. La Sociedad del Camino de Fierro (traducción brutal de «chemin de fer») la llamaba “locomotiva”, (otra traducción brutal del francés) y la consideraba una amenaza para las edificaciones, por las vibraciones. Tan ajena era una «locomotiva» a nuestras pampas que no teníamos una palabra que la volviera más local. Los tranvías urbanos porteños, para hablar de rieles más de entrecasa, funcionaban a puro percherón. Y habida cuenta de que parte de la arquitectura porteña de 1854 era de adobe (la barata), y de ladrillo cocido con pared portante, pero sin columnas ni vigas (la finoli), a los firmantes no les faltaba algo de razón en su temor a las «locomotivas». De todos modos, el cliente manda y era el estado bonaerense, que fue por todo: en 1856 se importaron dos locomotoras a vapor “mellizas”, La Porteña y La Argentina, ambas fabricadas en el taller The Railway Foundry, Leeds, Inglaterra. Un año antes habían comenzado las obras del tendido de vías en terrenos fiscales, en las que trabajaron 150 obreros y tres ingenieros extranjeros, entre ellos Guillermo Bragge, constructor del primer ferrocarril de Río de Janeiro. Ya entonces, tras tantas guerras con ellos, pesaba aquello de no ser menos que los primos brasucas.
En 1915, con 33.000 km de vías construidas, la Argentina ingresó al ranking de las diez principales redes de líneas férreas del planeta.
La primera estación ferroviaria argentina fue Parque, porque ahí estaba el cuartel llamado «Parque de Artillería», luego tan famoso como sede de la Revolución de 1890. Esa estación era de madera y estaba ubicada donde hoy se levanta el Teatro Colón, cuadradamente frente al cuartel. Las vías cruzaban en chanfle la actual plaza Lavalle y continuaban hacia el Oeste: atravesaban Callao, tomaban la todavía inexistente minidiagonal Enrique Santos Discépolo (que debe su persistencia en la cuadrícula urbana actual debido a aquella curva ferroviaria), y luego doblaban por avenida Corrientes hasta Pueyrredón, donde tras nueva curva hacia el Sur se detenía a recobrar aliento en la actual estación Once. Desde allí los rieles tomaban la traza del actual tren Sarmiento, rumbo franco Oeste, hasta culminar en Floresta, estación terminal emplazada en la ciudad de San José de Flores, hoy simplemente Flores, distante de Baires por un buen tramo de campo abierto con trigo ondulante y estólidas ovejas. De vacas, todavía ni mu. De punta a punta, eran 9,8 km, algo menos de la mitad de los 20,4 propuestos inicialmente. El primer viaje El flamante Ferro Carril Oeste (escrito así, Ferro Carril) debutó desde Parque a Floresta el sábado 29 de agosto de 1857. Tiraba de la pequeña formación La Porteña, la primera de las locomotoras mellizas que circuló en el país. ¿Recuerda el nombre de la segunda? Nadie lo hace. La ceremonia fue presidida por el entonces gobernador de Buenos Aires, Valentín Alsina. Y en ese primer trayecto fueron ilustres los pasajeros Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento, Pastor Obligado, Dalmacio Vélez Sarsfield y Estanislao del Campo, entre otros ricos y/o famosos. Tantas futuras calles subidas a tan pocos vagones… Del Campo, ya muy mentado por sus parodias gauchescas de Hilario Ascasubi, publicó estas estrofas de octosílabos con firma de su propio avatar literario, el supuesto gaucho Anastasio El Pollo. Salió el 30 de Agosto de 1857 en «La Tribuna».
  • Cuando advertí que chiflaba
  • un pito particular,
  • ya se dentró alborotar
  • mi pingo y toda la gente,
  • porque ¡Cristo! Redepente
  • nos salió de un corralón
  • negro y grande, un carretón
  • enllenao de agua caliente.
  • Más chiflante y más ligero
  • que una bala de cañón,
  • salió ajuera del portón
  • haciendo punta el primero,
  • y atao al cuarto trasero
  • arrastrando un galerón.
  • Y en ancas salió en montón
  • una tropa tan estraña,
  • que no alcanzo a darme maña
  • pa hacerles la esplicación.
  • Adelante iba zumbando
  • el carretón más estraño
  • que por la punta de un caño
  • chorro ‘e humo iba largando…
  • Ni un alma lo iba tirando
  • pues ni un guey alcancé a ver,
  • ni llegar puedo entender
  • cómo diablos galopiaba
  • cuando naides lo tiraba…
  • Sólo el diablo, al parecer.
Al día siguiente se habilitó el servicio para el público en general, con dos frecuencias diarias en ambos sentidos. Y más tarde se agregó un viaje nocturno. El pasaje costaba diez pesos en primera clase y cinco pesos en segunda, en vagón descubierto: era un precio bien salado. Y aún así, en aquel año inaugural, el Ferrocarril Oeste transportó a 56.190 pasajeros –más de un tercio de los 170.000 habitantes de Buenos Aires en ese entonces– y 2.257 toneladas de carga. Los porteños bien llamados de a pie ahorraban meses para subirse al tren. Fue nuestra primera Disneylandia. Hacia 1858 los rieles llegaban a Ramos Mejía y en 1860, hasta Moreno (a 39 km de la estación Parque), pero ya perdida la jarana de la novedad y con serios propósitos cargueros. Y continuó su expansión al parecer imparable. Los tiempos de oro Entre 1870 y 1914 se desató una fiebre ferroviaria mundial, que aquí fue absoluta. En el orden del comercio establecido por las metrópolis europeas, la Pampa Húmeda y su llanura adjunta, la Chaqueña, iban a ser «el granero del mundo», entendiendo por «mundo» a las sobrepobladas islas británicas. Y ya se vería qué se hacía con el resto del país. Capitales ingleses y franceses acudían para tejer tramos y más tramos de vías de las trochas que les parecieran mejor (1,676 m. la ancha, 1,435 la media, 1 metro la angosta) para acceder a los puertos de Buenos Aires, Rosario, Mar del Plata, Bahía Blanca y Neuquén, y desde allí sacar al mundo las cosechas. Pero también hubo que sacar la carne vacuna, cuando a partir de 1876 llegó aquella otra máquina a vapor que relegó las ovejas a tierras marginales, llenó las tierras «premium» de ganado vacuno fino, y redefinió al país: la máquina de fabricar frío industrial por la evaporación de trimetilamina o de éter de Monsieur Charles Tellier. Y nacieron los frigoríficos, y las primeras exportaciones de carne argentina. Y desembarcaron en Rouen, Francia. Inglaterra estaba más apurada que Francia por fogonear su Revolución Industrial con montañas de trigo y cordilleras de carne. Y mirando una comparativa de los dominios de la Reina Victoria y sus adyacencias, los precios argentinos en ambos «commodities» destruían los de las islas británicas, pero también los de las llanuras canadienses, y también los de los Sudeste australiano, tan en las antípodas. Nuestros ferrocarriles («nuestros» es un decir) le hicieron perder la granja al viejo «farmer» inglés, galés, escocés e irlandés cuya familia no se había mudado en 1000 años, lo dejaron en la ruina y lo forzaron a emigrar a las ciudades para volverse obrero industrial, y vivir en «slums», como la mona. Los 177 km de vías de 1870 pasaron a ser 16.500 en 1900, con los 2.000 mejores siempre en manos públicas bonaerenses. La Provincia de Buenos Aires, dirigida por Carlos Tejedor y respaldada por Bartolomé Mitre, había tratado de secesionarse entre el 20 y 21 de junio de 1880. Pero fue convencida por inminente «strong man» Julio A. Roca de unirse a la Confederación (al costo de unos 3000 muertos en combate). Con ello, la ciudad de Buenos Aires se federalizó y volvió capital de toda la república. Sorteado el obstáculo, la cifra lineal de riel se duplicó en 1915, con la Argentina no dueña pero al menos usuaria única de 33.000 km nuevecitos.  Éramos una rareza casi rusa: en Europa Occidental, quien hiciera esa distancia en ferrocarril iba atravesando fronteras decenas de veces. Aquí quedaban tan lejos que sólo se podía salir del mismo en barco. El país quedó entre los diez con mayor kilometraje ferroviario en el planeta. Se distinguen dos grandes etapas ferroviarias. La primera, hasta 1890, cuando Juárez Celman asume la presidencia y decide privatizar todos los ferrocarriles nacionales, para afrontar la crisis y la deuda tomada por él mismo. La deuda de Juárez oficialmente se explicaba por los gastos de construcción de la ciudad de La Plata (en medio de un bañado neblinoso). Es que había que ponerle capital propia a la nueva provincia, la llamada «de Buenos Aires», una vez disuadida ésta de hacerse república independiente. Pero son macanas: lo que se fumaron Juárez y amigos fue plata para varias La Plata y todavía sobraba para algunas «ciudades llave en mano» más. También dijeron los juaristas que había que hacerle un nuevo puerto a la ciudad de Buenos Aires, porque el que tenía era una bosta. Para lo cual Juárez Celman eligió el proyecto más caro, el de Eduardo Madero. Nomás en carpetas costaba 4 veces el de su competidor, el Ing. Luis Huergo. Y como puerto, el de Madero fue, efectivamente, otra bosta. Juárez Celman resultó un presidente caro. Él y sus muchos amigos habían endeudado a los bancos públicos -como el de la Provincia de Buenos Aires, o el de Córdoba- con los bancos ingleses y franceses. Y eso porque antes él y sus amigos habían desvalijado a esos bancos provinciales con préstamos personales o a nombre de empresas fantasma. Que obviamente no pensaban devolver. Y no lo hicieron. ¿Suena familiar? En 1889 la expectativa externa de pago de la deuda pública (lo que hoy llamaríamos «riesgo país») era tan baja que el peso argentino hizo «crack», entró a valer nada, el oro (el dólar de entonces) se fue a la estratósfera. Ante lo cual las cancillerías británica y francesa empezaron a discutir seriamente la conveniencia de ocupar militarmente la actual Provincia de Buenos Aires, y lo que pudieran de Córdoba y de Santa Fe, y así cobrarse los préstamos con la recaudación de la Aduana, la principal fuente de recaudación del país. Sólo los detuvo el recuerdo de que en 1806, 1807 y 1847 no les había ido tan bien en el negocio de mandar tropas a esta parte del planeta. Con el crack financiero argentino de 1899, miles de puestos de trabajo en la construcción y en los talleres fabriles desaparecieron de golpe. En los barrios populares de Buenos Aires cundieron los desalojos de conventillos. Y en esta capital mundial de la comida empezó a morirse gente en situación de calle y de hambre. Pero de hambre fisiológica, no metafórica. La Revolución del Parque, el alzamiento armado de miles de civiles y de todo un ala del Ejército para tirar a Juárez Celman, tuvo esta causa. Y los combates a cañón dirigidos por el jefe más serio de la rebelión, el formidable mayor Ricardo Day, dejaron arriba de 330 muertos entre las plazas Lavalle y Tribunales. Ahí nace el Partido Radical, entonces revolucionario (!!). Tras la dimisión de Juárez Celman, el centro era una ruina. En la laboriosa reconstrucción económica nacional que lideró Carlos Pellegrini, todo aquello se fue volviendo historia pasada, como la secesión de Tejedor… pero el Ferrocarril Oeste siguió inglés. Todos los otros siguieron ingleses, como habian nacido. Salvo los franceses, unos pocos. La segunda etapa de la historia ferroviaria argentina empieza en 1907, con la sanción de la Ley Mitre, que abolía el sistema de garantía de beneficios adoptado en la década de 1860-70. Si perdías plata dirigiendo un ferrocarril, el estado argentino ya no te reembolsaba. Claro que no había cómo perder plata, con tanta carga a mover y control monopólico de las tarifas fijado directamente desde Londres. Tampoco había cómo montar en Argentina una industria manufacturera de casi ningún ítem que compitiera con mercancías inglesas. ¿Por qué? Porque entonces los ferrocarriles ingleses te mataban con tarifas recargadas. Por lo demás, la ley Mitre mantenía la exención a las ferroviarias de todos los impuestos sobre los equipos y materiales importados. Es decir, todos. Las planas medias y altas de las firmas también eran importadas, así como los nombres de algunas estaciones suburbanas (Ranelagh, Claypole, Wilde, y hay más). Los colegios ingleses destinados a los hijos de los funcionarios ferroviarios introdujeron un juego nuevo, el aristocrático football, y el primer equipo, llamado británicamente «Alumni», es decir «estudiantes», pero en Latín. Tal cual: los ferrocarriles nos dieron el fútbol. No estoy muy seguro de que hoy los ingleses piensen que haya sido una buena idea. En todo lo otro aquí les fue muy bien, y de repatriar ganancias, libertad total: era la práctica en todo el mundo colonial o semicolonial. Los estados nacionales, donde se obstinaban en existir, estaban como pintados. La Ley Mitre impulsó una segunda ola de expansión de las vías férreas. Entre 1907 y 1914 el sistema creció a un promedio anual de 1.760 km. No es tanto. Estimados: éste todavía hoy es el 8vo país del planeta, por extensión monocontinental y en tierras secas. La red total ferroviaria en su momento de mayor despliegue (1914) cubría 2/3 del país. Rozaba el Norte de la Patagonia, pero del Comahue para abajo, nada. O casi nada. Ferrocarril del Sud En 1862, la provincia de Buenos Aires concesionó la construcción de una línea férrea entre el mercado de Constitución y el pueblo de Chascomús, exigiendo (palabra fuerte) a los ingleses que la extendieran a Dolores. Curiosamente, hoy ésa es la capital nacional de la fotomulta automovilística, en buena parte por el levantamiento del ferrocarril. En 1862 era el gobierno, de pronto, el que fijaba las tarifas y de paso se reservaba el derecho de expropiación. No porque lo fuera a usar. Las obras del Gran Ferrocarril al Sud de Buenos Aires (antecesor de la línea General Roca) comenzaron en 1864, y ese mismo año el tren llegó a Chascomús; en 1872 alcanzó Dolores y empezó a ramificarse hacia las localidades de Las Flores, Tandil y Azul. Para 1884 se habilitó el tramo desde Azul al novedoso puerto de Bahía Blanca, y en 1886 un ramal llegó a Mar del Plata, entonces una aldea de pescadores más bien pobretona. Tanto y tan rápido se expandió el Ferrocarril al Sud que empezó a comprarse toda línea que se le cruzara al paso, como el Ferrocarril de Buenos Aires a Ensenada (La Plata no existía mucho, ¿para qué llegar ahí?). A principios del siglo XX, este tren que luego se llamaría Roca contaba con 3.500 km de vías; fue el primero que llegó a la zona patagónica. Lo hizo desde aquel nuevo puerto militar, Bahía Blanca, y arribó al sitio sobre el Río Negro donde hoy está la capital del entonces territorio nacional del Neuquén. Notoriamente, los trenes realmente patagónicos australes fueron trazas lineales y desconectadas: «La Trochita» del valle del Río Esquel en Chubut, la línea desde Las Heras a Puerto Deseado en el Norte de Santa Cruz, pero sólo sirvieron un tiempo para exportar lana sin lavar a Inglaterra, y eventualmente carne congelada de merino desde las muchas estancias ovejeras de dueños ingleses. Desconectadas del Ferrocarril al Sur que nunca llegó al Sur Profundo, sin relación alguna con la red nacional, estas trochas angostas de vía única no sobrevivieron al declive de los precios de la lana en la posguerra del siglo XX. El estado nacional jamás puso un mango en esas líneas, una de las cuales (Las Heras-Deseado) terminaba en el mejor puerto patagónico. Los Andes santacruceños tienen una altura promedio de 1300 metros y bastantes pasos. De llegar a algún puerto chileno, esa línea habría servido para sacar por el Atlántico las producciones chilenas, evitándoles el paso del infernal y tempestuoso Estrecho de Drake. Entre maderas, lanas, pescado y minerales, habrían sobrado cargas. Pero si esas cosas no las emprendían los ingleses, el estado argentino en general tampoco. Eso todavía hoy asegura que estepa y la costa patagónicas estén unidas al territorio apenas por los tenues hilitos de las rutas nacionales 40 al Oeste y 3 al Este, y que detenten una cuarta parte de la superficie nacional, pero menos población que el municipio bonaerense de La Matanza. Más tarde se ensamblaría el rompecabezas de vías de los Ferrocarriles al Sur para unir con trocha ancha la bellísima y recién construida estación Constitución con aquella aldea de montaña, San Carlos de Bariloche, hoy el punto más austral de la red ferroviaria nacional, o de lo que queda de ella. Dato importante: San Telmo y Balvanera, tan a tiro de Constitución, se volvieron los barrios más finolis de la Reina del Plata. Tenían esos terrenos altos donde estaban los «petits hotels» de las familias con estancias desde Buenos Aires al Sur. Eran casas de abolengo rodeadas de parque, con canchas de tenis, arboledas enormes, caballerizas, y ocupando cada cual su propia manzana. La vieja casona del almirante Guillermo Brown, hoy Museo Histórico Nacional, sobre las barrancas del Parque Lezama, es un ejemplo perfecto. Pero abajo, a pie de barranca, estaban los pantanos de Barracas, donde vivían sólo pobres, negros o ambas cosas. Con el regreso a casa de las tropas que habían ido a luchar contra el Paraguay, Barracas fue el foco del cólera en 1867 y 1868, y trascartón, de la fiebre amarilla en 1871, que mató al 17% de los porteños. Los ricos desalojaron a todo trapo sus petits hotels, (que luego se fueron subdiviviendo y convirtiendo en conventillos). Se rajaron en malón al Norte de Rivadavia, a construir casas fastuosas que hoy son embajadas o palacios de gobierno, y se repartieron desde ahí hasta Belgrano y Tigre, siempre cabalgando sobre viejas paleobarrancas fluviales con vistas al Plata. Eso explica la magnificencia constructiva de la estación Constitución, hoy casi invisible por la proliferación de quioskos, rediseños dudosos y publicidad obstructiva. Constitución era paqueta, no para pobres. Eso también explica la belleza sustitutiva de la Estación Retiro como cabecera de la línea Mitre hacia Tigre, también de trocha ancha. Ferrocarril del Oeste y Central En 1863, la provincia de Buenos Aires se había convertido en la única propietaria de la empresa del primer tren (1857), ya rebautizada Ferrocarril del Oeste, y continuó el tendido. En 1864, la línea del Oeste alcanzó Luján; en 1866, Chivilcoy y, en 1875, Bragado. Durante los 27 años que el Ferrocarril Oeste perteneció al Estado de Buenos Aires brindó un servicio eficiente para los usuarios, con tarifas notoriamente más bajas que las que luego impusieron los ingleses, cuando se los quedaron. Domingo Faustino Sarmiento, que había inaugurado como pasajero el primer viaje de «La Porteña», llamaba al Ferrocarril Oeste «el chiche» de la Argentina y orgullo del estado porteño, y las cosas que escribió en su diario «El Censor» sobre Juárez Celman y su concuñado Roca todavía no se pueden publicar en ningún manual escolar. Hacia fines de la década de 1880, en el debate entre el ferrocarril público y el privado ganó éste: había que zanjar las deudas de Juárez Celman & Friends, «contraídas para la construcción de la nueva capital, La Plata». Sí, ponele. También en 1863 comenzó la construcción del Ferrocarril Central Argentino (antecesor del actual ramal Mitre), que desde 1870 cubrió la ruta entre Rosario y Córdoba. Durante esa etapa se desarrolló el ferrocarril Andino (actual línea San Martín): en 1873, este tren –propiedad del Estado– llegó a Río Cuarto. Y en 1875, a Villa Mercedes, para continuar extendiéndose a las capitales de San Luis, San Juan y Mendoza. Luego, en una de esas historias que hoy pasan por invento, porque son el mundo al revés, vinieron unos capitalistas ingleses, John y Matthew Clark, y a riesgo de sus propios bolsillos tiraron un riel aventurero que pasó los impasables Andes y llegó a Chile, cabalgando a veces sobre puentes de tenue tracería de acero, equilibrándose sobre abismos que todavía hoy te saca el aliento verlos, y con túneles que traspasaban cerros de parte a parte. Lector contemporáneo, ésa era ingeniería. Pero costó: los Clark empezaron en 1870 y el viaje inaugural sucedió en 1910 y los Clark, fundidos y refundidos y muertos, no lo vieron. Es cierto que en el interín ambas naciones, Chile y Argentina, habían estado 3 veces al borde de la guerra, lo cual no alegraba a ningún inversor externo. La Revolución del Parque argentina en 1890 y la guerra civil chilena de 1891 tampoco creaban lo que en el lenguaje mediático-garqués de hoy se llama «un buen ambiente de negocios». El nuevo ferrocarril no llegaba desde Mendoza Capital a ningún puerto chileno (grave punto en contra), sino a la ciudad de Concepción. ¿Por qué detenerse ahí? Por primera vez en la historia del comercio mundial, homologando los anchos de trocha y negociando con Brasil, se abría la posibilidad logísticamente revolucionaria de un corredor ferroviario sudamericano entre un puerto del Atlántico y otro del Pacífico. Habría sido una revolución logística. Sin embargo, el Canal de Panamá, habilitado por fin en 1914 al costo de 30.000 trabajadores muertos de paludismo, ya en 1912 creaba tantas expectativas que había dejado sin un centavo de inversión al llamado Ferrocarril Transandino. Cuyo mantenimiento era salado, y así costaba el pasaje. ¿Cargas? Lo habrían salvado de tocar la traza al menos un puerto sobre el Pacífico, pero desde Mendoza a Concepción, ciudad interior… ¿qué carga iba a mover ese vertiginoso tramo de riel? En 1888, se inauguró un servicio entre Mercedes, en el interior bonaerense, y Palermo. Había cierta anarquía en la concesión de trazados. No se estilaba que los gobiernos sudamericanos tuvieran voto en ello. Los rieles crecían por la suya, como los hongos tras las lluvias, y lo que llovía era dinero. Otro ramal que se origina en el Central es el del Central Norte (actual Belgrano), cuya intención primera fue conectar Córdoba con Tucumán, adonde llegó el 1 de octubre de 1876, para seguir luego hacia Salta y Jujuy. Ése sería el tendido más ramificado y complejo del país, el de mayor número de estaciones, y sigue siéndolo: el Belgrano Norte. Buenos Aires al Pacífico En 1884 llegó a Junín el Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, conocido como BAP, compañía de capitales británicos que en 1887 le compraría al Estado el Ferrocarril Andino. Para esa época se comenzaba a delinear una diferencia entre el área pampeana y el resto del país: las ganancias agropecuarias garantizaban la instalación de trenes privados, pero en el interior “improductivo” hizo falta que el Estado estableciera trenes de fomento. Los ferrocarriles –de los cuales el 90% se encontraba en la zona pampeana– transportaban más de tres millones de pasajeros y cerca de un millón de toneladas de carga. El Estado, entonces, comenzó de nuevo con tímidas líneas propias entre las capitales provinciales, o Villa María con Villa Mercedes, San Luis, Mendoza, San Juan, Santiago del Estero y Catamarca. Con el Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico –que cubría la ruta del Andino, entre Mercedes y Villa Mercedes, en San Luis–, la zona cuyana quedaba firmemente comunicada con Buenos Aires. En 1887 se inauguró la primera línea férrea de la Mesopotamia, entre Paraná y Concepción del Uruguay, y en 1892 se la incorporó al Ferrocarril Provincial de Entre Ríos. Fue en 1887 cuando se organizó el primer sindicato de trabajadores ferroviarios, la Fraternidad, que agrupó a los maquinistas y a los fogoneros de las locomotoras. 1890: la primera crisis En 1890, el endeudamiento del Estado argentino culminó en el escándalo de la venta del Ferrocarril Oeste a la compañía inglesa Buenos Aires Western Railway, que ya era propietaria de ramales del Ferrocarril del Sud y del Central Argentino. Tres años antes, el flamante presidente de la Nación, Juárez Celman, había anunciado: “Pienso vender todas las obras públicas, reproductivas, para pagar con ese oro nuestra deuda”. Cuando decía «nuestra», Juárez no mentía. Ocasión única. La administración ferroviaria de la New Western Railway de Buenos Aires consistió, básicamente, en ampliar el trazado en el centro de la provincia de Buenos Aires y en La Pampa, hasta el sur de la provincia de Buenos Aires. En 1898, el Ferrocarril del Sud incorporó el ramal de Buenos Aires a La Plata. Que una vez alcanzada por el ferrocarril, dejó de ser una elegante maqueta administrativa y se volvió una ciudad en serio. 1914: segunda crisis Apenas comenzó la Primera Guerra Mundial se paralizaron las inversiones en la Argentina. Las prioridades de Inglaterra y Francia eran asegurar sus colonias contra la expansión imperial alemana. No hubo grandes cambios en tendidos de vías: una película en cámara rápida se detuvo en un fotograma final. La historia de los ferrocarriles se congeló como estaba: no habría más cambios hasta que llegó la presidencia de Juan Domingo Perón, y fueron de administración, no más. 1914 fue además el momento en que además dejó de entrar carbón de Cardiff a la Argentina. Los porteños se empezaron a calefaccionar como mejor podían, pero lo grave fue que los ingleses, que ya sabían que el quebracho daba excelentes durmientes, empezaron a talar los montes que rodeaban las vías del actual Belgrano Norte para transformarlas en «carbón sustituto». ¿Podían hacerlo? Físicamente, sí: la madera de quebracho tiene una densidad legendaria, mayor que la de algunos metales, y un poder calorífico que todavía hoy sorprende. Legalmente también podían hacer lo que quisieran: las leyes de concesión les daban a las ferrocarrileras tantos kilómetros de propiedad exclusiva a cada lado de las vías que las empresas se habían transformado en grandes firmas terratenientes, entre los mayores del país. Con el desaprovisionamiento de guerra de carbón inglés, esas tenencias de tierra propia fueron rápidamente desnudadas de sus bosques. El Belgrano Norte se los comió. Cuando en 1930 el escritor Ricardo Rojas escribió «El país de la selva», se refería al viejo quebrachal santiagueño, que en aquella misma época de la escritura había dejado de existir, así como el de todas las provincias de la llanura chaqueña. El país había ido sustituyendo 60 millones de hectáreas de un picado grueso de pastizales y bosques de gran altura por monótonas sabanas de arbustos espinosos, impenetrables y petisos, los que hoy tapizan el interior de 9 provincias argentinas. La gente hoy cree que ése paisaje es inmemorial, en lugar de una manufactura reciente. No lo es. Los arbustales no sirven para casi nada, salvo para proteger el terreno de voladuras de la capa fértil. A fuerza de improductivos fueron una causa de expulsión de habitantes rurales juveniles. La formación de la villa 31 de Retiro, iniciada en los años ’40 por santiagueños sin nada qué hacer en sus tierras de origen, salvo criar chivos, fabricar carbón y pasarla mal. La arbustización de la llanura chaqueña y el surgimiento de villamiserias en algunas capitales fueron el preanuncio de una futura Argentina pobre, y también una consecuencia de la crisis de 1929, que pegó duro sobre las «commodities» argentinas. La idea de que la arbustización del paisaje, secundaria a su desmonte, explique buena parte de nuestras villamiserias actuales le sigue siendo ajena a casi todos los economistas. Pero el argentino es un caso mayor de «arbustización» que el de Australia, que todavía es el de tapa de libro entre agrónomos e ingenieros forestales. Entre 1918 y 1939 no sólo «El país de la selva» quedó pelado, sino también se quedó pelado de capitales el mayor imperio del mundo, el Británico. Era impensable. Si la Primera Guerra había destruido las finanzas de la metrópolis, la crisis de 1929 barrió con lo que quedaba, y la necesidad de invertir en armamento para la inminente e inevitable 2da Guerra Mundial dejó a los ferrocarriles ingleses en Argentina a la deriva. ¿Quién se iba a acordar de ellos? Se quedaron no sólo sin expansiones, sino sin repuestos o mantenimientos. Empezaron a decaer en 1914 cuando todavía estaban en manos extranjeras y privadas, oh neoliberales que nos estén leyendo. La incipiente industria metalmecánica local podía sustituir componentes (y lo hizo). Estimados, éste es un país con ingenieros: en 1970 construíamos locomotoras y vagones en talleres inmensos como los Astilleros Río Santiago, o los talleres cordobeses de Materfer. En 1980 hasta exportábamos. Pero desde 1914, en los considerables desiertos argentinos los durmientes bajo las vías empezaron a quedar descalzados por erosión eólica y pluvial, y no había plata para pagar en cuadrillas de reparación. Eso obligaba a las formaciones a transitar cada vez más lentamente para evitar descarrilamientos. Sin perder jamás su puntualidad británica, los viajes se fueron alargando, año tras año. Luego la puntualidad desapareció. La 2da Guerra Mundial invirtió la correlación de poder económico entre Gran Bretaña y Argentina. En 1945 nosotros éramos de nuevo ricos, aunque brevemente, los británicos pobres, e Inglaterra nos debía hasta la camisa por 5 años largos de trigo y carne a crédito. Winston Churchill, y luego los laboristas de Clement Attlee decidieron que aquella era una «deuda odiosa», es decir ilegítima, salvo que la pagaran con activos, de modo que tras mucho pulsear el precio, los británicos se sacaron de encima esos casi 48.000 km. de vías férreas y material rodante que no recibían mantenimiento desde 1914. También nos encajaron cantidad de material bélico obsoleto. En la posguerra de 1945, es decir en el post-Imperio, los ingleses con un poco de realismo político y administrativo querían tanto sus ferrocarriles argentinos como Ud. querría un piano de cola atado a su cuello si su barco naufragó y hay que seguir el viaje a nado. Argentina les quedaba grande y cara, pobres ingleses, y la India, finalmente, también. Eso último les sería más bastante más duro de tragar. Tenían virrey, a Rudyard Kipling, y todo eso. Fue entonces cuando, entre 1946 y 1948, se nacionalizaron todas las líneas, que tomaron los nombres de personalidades de la historia: San Martín, Belgrano, Sarmiento, Urquiza, Mitre y Roca. Cada línea circulaba por la zona que solía frecuentar el personaje político en cuestión. En 1949, el sistema ferroviario era prácticamente el mismo que en 1914. Sólo que a diferencia de aquel, el de 1949 lo habíamos comprado muy estragado de vías, y de locomotoras y material rodante, ni te cuento. Y, a partir de 1958, ese tendido comenzó a achicarse, merced a las políticas a favor de la red caminera. Esto suele presentarse como una lucha tecnológica entre el motor de combustión externa (el ferroviario de vapor) y el de combustión interna (el automotriz). Es falso hasta en lo tecnológico. Las locomotoras de la posguerra empezaban a ser diésel-eléctricas, como los motores de los submarinos, es decir movidas a gas-oil, y eran más rápidas, baratas y robustas que las de vapor. En cuanto a la red vial, es obviamente más capilar que la ferroviaria y se construye con menos plata por kilómetro tendido, y en muchos casos es más barata de mantener. Pero en términos de carga transportada por costo de combustible, o por costo de mantenimiento de camiones, o por sueldos de camioneros, es decenas de veces más cara. ¿Cuántos especialistas manejan un tren carguero con 40 containers de 40 pies? ¿Tres? ¿Cuatro? ¿Y cuántos camioneros hacen lo propio, y a qué precio económico, accidentológico e incluso climático, si medimos el carbono quemado? Por todo ello el mejor combo de motor y neumáticos y/o tren, ya se trate de carga o de pasajeros, es algo que cada país decide empíricamente SOBRE EL TERRENO, y en base a sus capacidades tecnológicas. En grandes distancias y sobre llanuras, y particularmente para llevar las cargas de bulto que producen nuestras llanuras y cordilleras, lo único que hay más barato que el tren es el transporte fluvial. El problema es no producir computadoras o violines. El camión no figura mucho en el manual de cómo lidiar con las cargas de 2,74 millones de km2 de país. Pero helo aquí. ¡Y cuánto! ¿Ha viajado Ud. últimamente por la Patagonia en automóvil? Tras horas de manejar en caravana a través de Neuquén, Río Negro o Chubut tras un camión tanque, y no poder sobrepasarlo jamás hasta llegar a otra caravana de autos escoltando a otro camión tanque… ¿Se puso a pensar en cuánto combustible líquido gasta la Argentina para mover combustible líquido? Saque cuentas. Estamos perdiendo plata. Menem lo hizo, pero no fue él solo. Sobre terrenos accidentados, hay que ver caso por caso qué es del tren y qué es del camión, de acuerdo a las demandas y ofertas producidas por el paisaje y por las ciudades. No hay ecuaciones mágicas en libros incuestionables. Lo cierto es que la Argentina no tuvo tiempo de escribir sus libros al respecto. Se los escribieron. A patadas, y dadas con botas. En 1965 se creó la Empresa de Ferrocarriles del Estado Argentino (o EFEA, nombre que no mentía, según el aspecto de los vagones), más tarde llamada Ferrocarriles Argentinos, FA. Tuvo que administrar tres trochas diferentes, todas ellas además de configuración radial, absurdamente lineales, nada malladas por interconexión, unánimemente confluentes en Pampa Húmeda y particularmente en la ciudad de Buenos Aires. ¿Cómo integrás un sistema así de desparejo, hecho únicamente para exportar commodities, y lo volvés un sistema unificado como el del Sistema Eléctrico de Interconexión? ¿Y cómo reorientás la raza para que sirva al territorio nacional todo, y no a una o dos ecorregiones? Respuestas en 1949 había muchas, pero plata ninguna. No sólo Lady Brittannia no nos había pagado un chelín de su deuda de guerra, sino que en la posguerra nos fue cerrando sus puertas comerciales. Argentina tuvo que por primera vez remarla contra las exportaciones estadounidenses de grano y carnes. Los autodenominados americanos nos empezaban a teledirigir. Ser manejados no por clientes sino competidores, algo nuevo y malo y caro para nuestro país. Durante la duración del Plan Marshall, o «Cómo hace el presidente Dwight Eisenhower para que Francia, Italia e Inglaterra no se vuelvan comunistas, ¿eh?», literalmente nos quedamos sin clientes, porque Europa Occidental tenía alimentos norteamericanos gratis. Los números virtuosos en la balanza de pagos nacional se fueron al demonio, y obviamente «la contra» le echó la culpa a los gastos sociales y de infraestructura de Juan Domingo Perón. Cuando lo tiraron, no estaba la cosa para remodelar y reconstruir la red ferroviaria argentina. En tiempos del presidente Arturo Frondizi, entre 1959 y 1962, tuvimos una «ayuda» del Banco Mundial, el plan del general e ingeniero estadounidense Thomas Larkin, que vino a la Argentina de la mano del ministro de economía Álvaro Alsogaray. El desarrollista e industrialista Frondizi estaba económica e ideológicamente más bien en las antípodas de Alsogaray. Pero a don Arturo el ministro de hacienda le llegó más bien como enema político, impuesto por «planteo militar», que era el nombre que daban los diarios de entonces a las amenazas de golpe de estado a los gobiernos de constitucionalidad y/o autoridad dudosa. «Hacé esto o te bajo del sillón de Rivadavia. Hacé también esto otro o te bajo». Por lo general, los planteos culminaban en un «Ma sí, te bajo igual». Alsogaray y Larkin, preocupados porque tanto tendido ferroviario «improductivo» le salía carísimo al país, contrataron a otro ingeniero, en este caso hidráulico, pero bueno para la tijera, el Ministro de Obras Públicas Alberto Costantini. Que a pocos días de nombrado,  convocó al directorio de la entonces llamada EFEA y le comunicó que se abandonaba el 32 % de las vías férreas existentes, se despedía a 70.000 obreros y empleados ferroviarios, y se mandaban a chatarra todas las locomotoras a vapor, así como 70.000 vagones de carga y 3000 coches de pasajeros. Todo eso, para ahorrar. Sí, ponele. El material descartado se compraría en el exterior, ignoro si también para ahorrar. Costantini logró la primera huelga por tiempo indeterminado que unificó a los dos sindicatos ferroviarios, la Fraternidad y la Unión Ferroviaria, que normalmente no se hablaban. La huelga paralizó casi totalmente la economía. El desarrollo carretero argentino era un chiste, y la cantidad y tipo de camiones no daba para el transporte de cargas de bulto en largas distancias, como las que suele producir una economía basada en la exportación de naturaleza cruda, en la que hay pocos dólares por tonelada, y la tonelada está lejos. Si el ferrocarril hubiera sido inventado por una sola persona y no por una civilización internacional y compleja, y si esa persona hubiera conocido a la Argentina, tan abundante de llanuras y tan escasa de ríos navegables y miserable de puertos, lo habría inventado expresamente para nosotros. Somos, oh lector, un desafío logístico que no se cura con camiones. Las Fuerzas Armadas, garantes armados del Plan Larkin, militarizaron los ferrocarriles, fueron a buscar a los maquinistas a sus casas y los arrearon a punta de fusil hasta las locomotoras. Entre tanto, el siempre asustado Frondizi le ponía la firma al «Plan Conintes», escrito por los militares para superar aquella «Conmoción Interna del Estado» (de ahí la sigla «Conintes»). Por supuesto, toda sugerencia de que los planes Conintes y Larkin estuvieran promovidos por las diez automotrices, mayormente estadounidenses, que se estaban inaugurando en la Argentina debe descartarse como paranoia nacionalista. Es mejor creer que hay un libro sagrado que dice que el motor a explosión le gana al de vapor, la ruta al riel, SIEMPRE, y zarandajas y sarasas al uso. El Plan Larkin superó largamente la expectativa de vida de sus creadores. Se aplicó contra la resistencia, furiosa al principio y luego cada vez más cansina de los ferroviarios, a lo largo de muchos gobiernos y décadas. El Proceso y los dos períodos del presidente Carlos Menem, personaje éste último que quizás no haya escuchado siquiera el nombre de Larkin, fueron los que más kilómetros de tendidos ferroviarios cerraron. Y con ello también destruyeron la economía de unas 1200 ciudades creadas por el ferrocarril y servidas por él. Para alguna gente, el modo de acceder al exterior es perder el interior. Tiene tanto sentido como creer que para salir a la calle hay que perder la casa. El Plan Larkin, amigos/as, viene siendo el programa económico más duradero de la historia contemporánea argentina. Un milagro que no se hable más del mismo. Costantini tuvo diversos premios por sus servicios a la república: el Proceso lo puso a dirigir la Universidad de Buenos Aires, y luego el presidente Raúl Alfonsín lo nombró en 1983 como presidente de la entonces poderosa Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), organismo con obras en curso en todo el país como Atucha II, la Planta Industrial de Agua Pesada en Neuquén, el Laboratorio de Procesos Radioquímicos en Ezeiza y la Planta de Enriquecimiento de Uranio en Río Negro que quedaron paralizadas, o directamente fueron cerradas. La CNEA, fundida a fondo por sus proveedores en construcción, nunca logró recuperarse del todo, así como los ferrocarriles nunca fueron iguales después de Larkin, tan injustamente olvidado. Coherente en toda su trayectoria pública, Costantini se murió en 1992. Lleva su nombre el salón principal del Centro Argentino de Ingenieros. Triste final A fines de los 80, la situación financiera de Ferrocarriles Argentinos era delicada. Para darse una idea del abandono: sólo funcionaba la mitad de las locomotoras diésel eléctricas y el 55% de las vías estaba en situación regular o mala. En 1991, durante el gobierno de Carlos Menem, aquel Juárez Celman langa y con Ferrari, Ferrocarriles Argentinos fue desarticulada como tal. Los servicios metropolitanos de pasajeros pasaron a formar parte de una nueva empresa pública residual, Femesa, y fueron finalmente concesionados por ésta a consorcios privados. También se licitaron los servicios de carga, que obviamente ganan plata a espuertas, porque este país, por su geografía física y económica, no funciona sin riel, y donde intenta hacerlo es carísimo, y por ello se funden pueblos y se marchitan ciudades, por los costos logísticos de sus empresas. Por su parte, los servicios interurbanos pasaron a ser responsabilidad de los gobiernos provinciales, la mayoría de los cuales no continuó con la prestación. Donde subsiste y la ejercen concesionarios, como el caso del AMBA, es horrorosa. Salvo en el coqueto ramal Mitre entre Retiro y Tigre. Un triste final, tan alejado de la alegre esperanza que, hace más de 150 años, hacía vitorear a los porteños que veían cómo se alejaba el primer tren argentino. Todo el mundo recuerda a aquella primera locomotora, «La Porteña», y tal vez no sea casualidad que casi nadie lo haga con la segunda, «La Argentina». Como dijo Estanislao del Campo en sus rimas:
  • «ni llegar puedo entender
  • cómo diablos galopiaba
  • cuando naides lo tiraba…
  • Sólo el diablo, al parecer».
Hubo exceso de diablos desde el principio, compatriotas. Fuente: “Breve historia de los Ferrocarriles Argentinos, su construcción, su destrucción, su importancia, y proyecto de recuperación”, de la UTN Facultad Regional Haedo. Agradezco también a Norberto Galasso, Milcíades Peña (padre), Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche y tantos otros colegas e investigadores. A Nora Vera, de la revista Lugares, cuyo artículo motivó éste, por ganas de debatir. Y a Estanislao del Campo, por supuesto.

Daniel E. Arias

IMPSA será proveedora de Fortescue en el proyecto de hidrógeno verde en Río Negro

IMPSA le venderá a la empresa australiana los instrumentos de medición de vientos y sus mástiles para evaluar los sitios más convenientes de los futuros parques eólicos.

IMPSA será proveedora de Fortescue en el proyecto de hidrógeno verde en Río Negro. El equipamiento que proveerá IMPSA estará destinado a recabar la información necesaria para medir la calidad y potencia de los vientos, datos clave para luego determinar la ubicación de los parques eólicos. La firma mendocina le venderá 17 mástiles e instrumentos de medición de vientos a la empresa australiana Fortescue Future Industries (FFI) para su proyecto de hidrógeno verde en la provincia de Río Negro. Aunque no se informó el monto de la operación, pudo saberse que los equipos serán empleados para las actividades exploratorias previas a la instalación de los parques eólicos que formarán parte del proyecto. «Los mástiles, que serán exclusivamente de evaluación, marcan el comienzo de la inversión del grupo australiano en el país y posicionan a IMPSA en un rol clave para el desarrollo de este proyecto», destacó la compañía argentina en un comunicado, al destacar la importancia de la iniciativa que fue anunciada en noviembre último. Los instrumentos, que se instalarán en la provincia patagónica, permitirán a Fortescue recabar la información necesaria para medir la calidad y potencia de los vientos, datos clave para luego determinar la ubicación de los parques eólicos. Al respecto, el gerente general de IMPSA, Sergio Carobene, señaló que «es un orgullo para IMPSA contribuir a que Argentina se consolide como líder en energías renovables y agradecemos a FFI por la confianza en nuestra empresa para llevar adelante este proyecto». En noviembre último, en el marco de la cumbre sobre cambio climático COP26 realizada en Escocia, Fortescue anunció una inversión US$ 8.400 millones en la Argentina para producir hidrógeno verde en la provincia de Río Negro que, se estima, generará más de 50.000 puestos de trabajo, entre directos e indirectos. Para llevar a cabo el proyecto, FFI instalará tres parques eólicos con una potencia total de 2000 MW, que serán los encargados de generar la energía para la producción del hidrógeno verde. La firma IMPSA fue capitalizada en junio último con US$ 15 millones por parte del Estado nacional y otros US$ 5 millones del Gobierno de Mendoza para recomponer su capital de trabajo, consolidar su operación en Argentina y volver a competir en los mercados internacionales, al ser considerada como «una empresa estratégica para el desarrollo nacional».

Boris Johnson, acorralado en el Parlamento, apuesta a levantar las restricciones: ni barbijos ni pase sanitario

LONDRES.- Con su futuro político en riesgo por el escándalo de las fiestas privadas en Downing Street, el primer ministro británico, Boris Jonhson, anunció el levantamiento de las principales restricciones impuestas para combatir la variante ómicron.

Ayer anució que a partir del próximo jueves 27, el uso del barbijo ya no será obligatorio, no se recomendará oficialmente el teletrabajo y no se exigirá el pase sanitario para tener acceso a los locales nocturnos y a determinadas reuniones multitudinarias, y en marzo terminará el aislamiento para los casos positivos.

“Los datos muestran que las decisiones más difíciles de este gobierno fueron correctas. Aunque en lugares como colegios los contagios seguirán en alza, nuestros científicos indican que la ola de la variante ómicron esta pasando”, dijo ayer Johnson en el Parlamento.

“A medida que el Covid se vuelve endémico, tenemos que sustituir las obligaciones legales por consejos y recomendaciones”, argumentó el primer ministro.

La flexibilización llega en medio de un escándalo por fiestas prohibidas en Downing Street durante el confinamiento y después de que Gran Bretaña contabilizara el martes 438 nuevas muertes por coronavirus, la mayor cifra diaria de decesos comunicada desde febrero de 2021, y 94.432 nuevos contagios.

La ola de protestas y críticas iniciadas por el “partygate” van en alza. Ayer mismo, afuera de las puertas del Parlamento, un grupo de personas protestaba con máscaras del primer ministro.

«En el nombre de Dios, váyase»

El mienbro del Parlamento David Davis -conservador- lo invitó a renunciar, repitiendo el reclamo que se le hizo a Neville Chamberlain en 1939, que finaliza «En el nombre de Dios, váyase». Pero al ser preguntado de manera directa en el Parlamento sobre si dimitiría, Johnson respondió: “No”.

Johnson está intentando sofocar una revuelta interna de sus propios legisladores, enojados por las fiestas en Downing Street, al tiempo que enfrenta los pedidos de la oposición para que renuncie.

Para poner en marcha una impugnación del liderazgo, 54 de los 360 diputados conservadores deben escribir cartas de censura al presidente del Comité 1922 del partido.

Hasta 20 legisladores conservadores que ganaron sus escaños en las elecciones nacionales de 2019 planean presentar cartas mostrando su falta de confianza hacia Johnson, informó el Telegraph. Varios otros han dicho ya que escribieron las cartas. Un análisis del periódico The Times mostró que 58 legisladores conservadores habían criticado abiertamente al primer ministro.

El comunicado de la Secretaría de Estado de EE.UU. sobre la reunión con el canciller Cafiero

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Más allá de simpatías y antipatías ideológicas, es evidente que es un tema de interés para los argentinos. Y como ya vemos que los distintos medios cuentan de la reunión con distintos sesgos, acercamos la esta traducción del comunicado original de la Secretaría de Estado, al que se puede acceder aquí. «El Secretario de Estado Antony J. Blinken se reunió hoy con el Canciller argentino Santiago Cafiero para conversar sobre nuestra importante relación bilateral. El Secretario Blinken felicitó a Argentina por su elección como Presidente del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y agradeció la oportunidad de trabajar con Argentina para apoyar la democracia y los derechos humanos en las Américas y más allá. El Secretario discutió la negociación de Argentina con el Fondo Monetario Internacional y alentó a Argentina a presentar un marco de política económica sólido que devuelva el crecimiento al país. Finalmente, el Secretario y el Canciller expresaron seria preocupación por la reciente visita a Nicaragua del Vicepresidente iraní Mohsen Rezai, objeto de una Notificación Roja de Interpol por homicidio agravado y daños en relación con el atentado con bomba contra la AMIA de 1994, en el que murieron 85 personas en Buenos Aires. Discutieron la cooperación en los esfuerzos para llevar ante la justicia a los sospechosos de complicidad en el ataque.»

Raquel Chan: la mujer que desarrolló hace 10 años el trigo «anti sequía»

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En abril de 2018, a 20 días de entrar online, AgendAR publicamos una nota que comenzaba así «En un escenario donde se producen pérdida de toneladas de alimentos por las sequías… Y continuaba: «En 2012 el equipo dirigido por Raquel Chan logró repercusión internacional al desarrollar la primera tecnología transgénica desarrollada íntegramente en Argentina».

Ayer se supo que sólo en este segundo año de sequía el Estado argentino ya lleva perdidos U$ 1.400 millones en recaudación… y puede perder más, porque la futura cosecha gruesa se está plantando ahora en condiciones de riesgo altísimas. ¿Quiénes fueron los responsables, por inercia burocrática, por prejuicios «ambientalistas» o por los intereses de algunas semilleras internacionales que el trigo HB4 fuera ilegal durante una década en el país que lo inventó? ¿Cuánta plata le hicieron perder a los productores y al estado?

Reproducimos esta completa y accesible entrevista de Lucila Pinto a la Dra. Chan, y en otro lugar de esta edición, un artículo de Nicolás Deza que también publicamos hace 7 meses y que trata sobre este tema.

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«Quién es y cómo piensa la mujer que busca alimentar al mundo y se merece un Premio Nobel

Afuera, a metros del río Paraná, en Rosario, el sol pega sobre unas plantas alargadas, con tallos gruesos y flores en sus extremos. Son plantas ornamentales, que resisten el sol de los mediodías de calor como este y que no necesitan que alguien las riegue. “Lo que buscábamos con mi equipo era entender cómo algunas plantas, como las que ves ahí, se la bancan un montón de tiempo sin agua, sin morirse, y otras no”, dice Raquel Chan mientras las señala a través de una puerta de vidrio. A finales de la década del 90, un grupo de investigación del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral liderado por Chan, bioquímica, investigadora del Conicet y profesora de la Universidad Nacional del Litoral, descubrió que un gen que está en el girasol, el HaHB-4, activa un mecanismo de respuesta de las plantas al estrés por la falta de agua, y que podía ser trasladado a otras plantas, como el trigo y la soja, para que activen ese mismo mecanismo y aumentar su tolerancia a la sequía. A este descubrimiento le siguieron años de estudio, pruebas en laboratorio y a campo y procesos regulatorios para que, algún día, las semillas y sus productos puedan comercializarse. A partir de la instancia de las pruebas a campo, todo ese proceso sucedió a través de un convenio entre la empresa de biotecnología Bioceres, la Universidad Nacional del Litoral y Conicet. El 2021 fue un año importante para HB4, como se llamó a los transgénicos modificados con ese gen del girasol. Por un lado, se dieron a conocer resultados positivos de las pruebas a campo: las hectáreas sembradas en esas pruebas con HB4 efectivamente rinden mejor en condiciones de sequía. En el caso del trigo, esa mejora del rendimiento puede ser de hasta un 42 por ciento. Además, en abril Bioceres Crop Solutions empezó a cotizar en Nasdaq y en noviembre el gobierno de Brasil, el principal importador de trigo argentino, aprobó la harina hecha con trigo HB4 para su venta y consumo. Esa legitimación se sumó a la aprobación que ya había hecho Argentina en 2020 –condicional a que Brasil lo aprobara–. La soja HB4 está recorriendo un camino similar. Ya está aprobada en Estados Unidos, Brasil, Argentina, Paraguay y Canadá. Esto representa el 85% del territorio sojero del mundo. Este año podría también obtener la aprobación en China. El visto bueno en Brasil volvió a generar interés en la figura de Raquel Chan. Los días que siguieron su teléfono no paró de sonar; no le alcanzaba el tiempo para las entrevistas que le pedían, e incluso algunos usuarios en redes sociales expresaron su deseo de que algún día gane el Nobel. Pero la atención que obtuvo la tecnología HB4 durante 2021 también la puso en el foco de algunos conflictos. En junio, Bioceres y Havanna anunciaron “una alianza estratégica para la producción de alimentos sustentables”, que planteaba el uso futuro de trigo HB4 en los alfajores. La noticia fue muy mal recibida por algunos grupos antitransgénicos, y finalmente el acuerdo no se concretó. Aunque las semillas y las plantas HB4 todavía no se comercializan, su potencial para aumentar la productividad por hectárea podría convertirlo en un hito para la ciencia y la agricultura. Es el primer transgénico con posibilidad concreta de salir al mercado que agrega una herramienta para la mitigación de los efectos del cambio climático, como las sequías. Detrás de la pregunta inicial que dirigió la investigación de Chan y el desarrollo del HB4 estaba el problema del clima y su efecto sobre la producción de alimentos y el desarrollo –en Argentina, por ejemplo, se calcula que la sequía de 2018 le costó al país unos seis mil millones de dólares de ese año– pero también estaba la dificultad para alimentar a una población cada vez más numerosa. “Gracias a la medicina, a la ciencia y la esperanza de vida, la población humana está creciendo de forma sostenida. Ni la pandemia puede cambiar eso, solo algo muy extremo como una guerra mundial, que esperemos que no pase. A pesar de la tecnología, la producción de alimentos viene creciendo con una pendiente muy inferior. Hoy en día los alimentos son suficientes y el problema es la distribución. Se desperdicia mucha comida. En los países ricos y dentro de un mismo país, como el nuestro. Pero en veinte años el problema no va a pasar solo por la distribución sino por la producción. Es un problema que hay que atacar”, dice Chan en el hotel donde sucede esta charla. La noche anterior, en un evento por el aniversario de veinte años de Bioceres, Federico Trucco, el CEO de la empresa, anunció frente a los invitados que le darían una participación accionaria importante. Chan subió al escenario, tomó el micrófono y, después de agradecer, dijo que los fondos iban a ir a “la ciencia argentina”. Ahora, a la mañana siguiente, explica esa decisión: “A pesar de que estoy muy agradecida, no quiero recibir eso de forma personal. Este desarrollo fue hecho en un marco institucional. Yo no podría haber hecho nada sin los becarios del Conicet, la estructura edilicia, los insumos. Aprecio muchísimo el regalo, pero yo prefiero mantener mi independencia científica, que me permite decir, por ejemplo, que HB4 es una técnica maravillosa, porque yo no cobro de Bioceres. Y si tuviera que decir lo contrario, podría decirlo”. En 1975, se hizo pública una amenaza de la Triple A a estudiantes de la escuela Carlos Pellegrini. Uno de esos nombres en la lista era el de Raquel. Participaba de un centro de estudiantes, con demandas como que las mujeres pudieran usar el pelo suelto o la pollera por encima de las rodillas. En 1976, empezaron a desaparecer estudiantes de esa lista. “Yo era muy chica como para decidir algo o entender el peligro de lo que venía. Tenía 16 años. Digamos que mis padres me sacaron”, dice ahora Chan. Su primer destino fue Uruguay, porque podía pasar sin pasaporte y porque tenía algunos familiares. “En ese momento nadie imaginaba lo que iba a pasar –sigue Raquel–. Decían ‘esto se arregla en dos semanas, se arregla en tres semanas’. No se arregló. Pasados unos cuantos meses, tenía que ir a algún lugar, y en Israel tenía parientes también”. Chan hizo toda la carrera de grado en ese país, al que llegó sola y sin saber el idioma. Sus padres la visitaron dos veces, y no volvió a Argentina hasta la democracia. Cuando llegó, empezó un doctorado en fotosíntesis en Rosario, en el Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicos. Mientras tanto, un avance empezaba a cambiar la ciencia –y el mundo. Los científicos aprendieron a leer el orden exacto de los genes, y con eso desataron una revolución cuyo alcance todavía no terminamos de entender, y que motivó a Chan a hacer un posdoctorado en el Instituto Universitario Louis Pasteur, en Estrasburgo, en el norte de Francia. “Yo había hecho la tesis con todos mis colegas en ese momento sobre los métodos bioquímicos. La genética molecular abrió un montón de puertas más para entender la vida. Fui a aprender, y me fue bien. Después quería volver al país, y empecé a trabajar la respuesta de las plantas al medio ambiente a partir de eso que había aprendido”, dice. -¿Cuándo sentiste que podías dedicarte a la ciencia? No hay un momento en el cual vos digas “me voy a dedicar a la ciencia”. Cuando tuve que elegir carrera universitaria me gustaban muchas: literatura, filosofía… Me siguen gustando. Y elegí bioquímica porque tenía una idea muy fantasiosa de que podía explicarlo todo, de que la química explicaba hasta la psicología. Creía que los alcances eran mucho más amplios de lo que son. No todo está en la química. Hay cuestiones sociales y ambientales. Quizás algún día lo pueda explicar todo, ojalá. -Terminaste el posdoctorado y volviste a Argentina. ¿Cómo llegaste hasta el momento del descubrimiento del HB4? -Tampoco hay un momento en el que puedas decir “encontré el HB4″. No existe el momento eureka, esa fantasía que se cayó la manzana y Newton dijo “esta es la ley de la gravedad”. El conocimiento se va construyendo sobre otro conocimiento continuamente. Es decir, hubo un montón de conocimiento previo que te permite avanzar un pasito más. Lo que buscábamos con mi equipo era entender cómo algunas plantas se la bancan un montón de tiempo sin agua, sin morirse, y otras en dos días se morían. Obviamente tienen mecanismos de respuesta distintos, entonces había que estudiar cómo son, qué genes tienen y por qué aguantan más que otras. -Después de esa pregunta inicial, ¿cómo siguió el proceso? -En ese momento no se sabía nada de muchas plantas, pero el girasol estaba más estudiado agronómicamente, y era una planta más adaptada al medio ambiente que, por ejemplo, el trigo y la soja. Sobre todo a la falta de agua. Empezamos a estudiar los mecanismos moleculares. Eso se hace a través de aislar un gen, con técnicas muy complejas, y ponerlo en una planta que no lo tiene y ver si se comporta diferente. Esa planta se estudia con y sin ese gen. Hicimos montones de genes, muchísimos. Lleva mucho tiempo esto: transformar las plantas, generar plantas que tengan las dos copias del gen, ponerlas a crecer, estudiar la parte bioquímica del gen, cómo es la proteína, qué es lo que hace. -¿Qué pasó con HB4 cuando siguieron todo ese proceso? -Lo que cambió es que al ponerlo en otras plantas vimos que las que lo recibían tenían tolerancia aumentada a la sequía. Y ahí seguimos estudiando ese gen, porque le vimos una utilidad biotecnológica. Esto generó el convenio con Bioceres y eso implicó que el desarrollo fuera mucho más intensivo, con muchas más personas trabajando: todo el equipo de Bioceres, que hizo los ensayos a campo, y el nuestro, que terminó siendo multidisciplinario. -Entonces no podemos llamarlo eureka, ¿pero cómo fue el momento en el que se dieron cuenta de que las plantas modificadas por ese gen efectivamente empiezan a responder distinto? -Lo que pasa es que no es lo mismo que una planta de laboratorio te responda distinto a que lo haga un cultivo en el campo, hay un abismo. En el laboratorio tenés condiciones controladas. Cuando ponés una planta en el campo aparte de la sequía tenés los vientos, la inundación, los bichos, las bacterias, los virus. Una combinación de efectos que pueden hacer que lo que mediste en el laboratorio no pase en el campo. Nos dimos cuenta recién en 2010 o 2011 que en el campo funcionaba. -¿Y los otros genes que estudiaron también tienen potencial? -Sí, por ejemplo ahora estamos con otro, bastante avanzado, que le puede dar al maíz tolerancia a las inundaciones y a los vientos que producen pérdida de hojas. -¿Por qué lo multidisciplinario fue tan importante en el proceso? -Porque genera un proceso cooperativo. Los biotecnólogos vemos la molécula, la proteína, la plantita en el laboratorio, y estamos divorciados de los agrónomos, que son los que realmente saben cómo hacer un ensayo a campo. O de los sociólogos, que ven la percepción pública de esto. También hay equipos viendo la distinción de unas plantas con otras a través de imágenes espectrales con drones, y haciendo big data y machine learning. Hay muchas disciplinas distintas, y cuando cada una avanza de forma aislada no se llega a lo mismo que si todos nos juntamos. -¿Y es necesario el sector privado en esto? -Absolutamente. Podría no serlo. En otros países hay empresas públicas que hacen esto. En Argentina no tenemos. Lo que hizo el sector privado no lo hubiésemos podido hacer nunca. -¿Hay una configuración institucional para que esa colaboración público-privada pueda suceder? -Está declarado como política de Estado, pero falta mucho. Hacer un convenio lleva mucho tiempo, establecer las pautas, que las reglas no cambien. No está en pañales, pero es muy optimizable. El Estado tiene un rol fundamental en el desarrollo de la ciencia. La investigación implica mucho riesgo. Hay mucha ciencia que no termina, o al menos no rápidamente, en un desarrollo. Pero todos los desarrollos salen de ciencia de buen nivel. No es inmediato, y ese riesgo no lo puede asumir el privado. Lo tiene que asumir el Estado de alguna forma. -¿En qué estado está hoy la ciencia argentina? -Tiene gente de muy buen nivel, en mi campo y en otros. No tantos en masa, como puede haber en Estados Unidos o en algún país de Europa. Y hay instrumentos de financiación, pero están lejos de lo que pueden ser en otros países. Es muy caro hacer ciencia acá. Acceder a determinados reactivos, por ejemplo, es muy caro. Y creo que tiene que mejorar mucho el sistema burocrático. Es como si uno tuviera que demostrar continuamente que no va a robar. Para comprar un equipo yo tengo que hacer una licitación, elegir el más barato aunque no sea el mejor, y eso es algo que el privado no tiene que hacer y complica mucho. Actualmente, en el equipo de Chan en el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral trabajan unos siete científicos. Siguen estudiando la respuesta de las plantas al medio ambiente. También están desarrollando algunos proyectos con foco en el impacto social, como una escuela de biofábricas que forme a capacitadores en técnicas de micropropagación de plantas con valor comercial y multiplique esas capacidades. “Otro proyecto está basado en una investigación científica en la que vimos que con la aplicación mecánica de peso algunas plantas engrosan su tallo, soportan mejor los vientos y producen mucho más al final del ciclo”, dice Chan. Es decir que algo tan simple como colocar un broche de madera sobre un tallo que recién empieza a crecer puede hacer que esas plantas produzcan más. “Lo más avanzado en este momento es el tomate, pero también funciona muy bien en forestales y quinoa. Es una técnica no transgénica de aumento de la producción de alimentos para agricultura familiar”, sigue. Mientras explica el alcance de estos proyectos, un hombre que cruza el lobby del hotel, y que también estuvo en el evento de Bioceres de la noche anterior, se detiene a saludar a Chan, que todavía está afónica por todas las conversaciones que mantuvo entre la música y las voces de la fiesta. La exposición pública, dice, no es en absoluto la parte que más le gusta de su trabajo: “Yo entiendo que hay que informar lo que uno hace. Me tocó esto, y lo asumo y lo acepto. Pero prefiero estar en el laboratorio”. Hasta ahora, los transgénicos que se comercializan son los que se conocen como “de primera generación”: son aquellos que buscan mejorar la tolerancia de las plantas a malezas y plagas, a través de aumentar su resistencia a herbicidas como el glifosato. El HB4 es considerado un transgénico de segunda generación: está pensado para la resistencia a factores de origen no biológico –es decir, que no provienen de organismos vivos, como los insectos y las bacterias– como la salinidad, el clima y el agua. Y aunque hay muchos en desarrollo en esta segunda línea, todavía no llegaron al mercado. Aunque el trigo y la soja HB4 ya hayan obtenido aprobaciones en muchos países relevantes por el volumen de sus importaciones, todavía no se comercializa porque la contaminación cruzada podría poner en riesgo que otros países –que todavía no los aprobaron– compraran trigo y soja todavía no modificados con la tecnología HB4. “Los únicos dos transgénicos que han sido aprobados mundialmente antes de esto han sido la resistencia al glifosato y la resistencia Bt, que es una toxina del maíz que es resistente al ataque de insectos –y esto ha bajado muchísimo el uso de venenos–”, explica Chan.
La Dra. Raquel Chan, del CONICET, y parte de su equipo de ingenieros genéticos
-HB4 podría ser el tercer hito a nivel mundial en este sentido. ¿Cuál es su potencial para aumentar la productividad? -Mucho. Muchísimo. No es que se va poder sembrar trigo en el desierto, pero sí mejora muchísimo el rendimiento en los mismos lugares donde ya se siembra, con menos agua. El agua es el recurso más caro y más limitante. Esto puede mejorar la productividad y ayudar a la curva de producción de alimentos. -¿La resistencia a los transgénicos limita su desarrollo? -Absolutamente. Esto podría haber estado hace diez años en el mercado. -¿Qué explicación encontrás para esa resistencia? No hay una respuesta única. Hay problemas de comunicación, problemas sociológicos, falta de interés. Ese discurso de “transgénico es malo” no tiene un sustento científico fuerte. Una parte de la culpa es nuestra, por ser malos comunicadores y no explicarle a todo el mundo. El golden rice es un caso paradigmático. Es un arroz que tiene un gen que genera una proteína que es capaz de producir vitamina A y evitar la ceguera en un montón de niños con deficiencia de esa vitamina. ¿Cuál es la explicación? Que es transgénico, que lo modificó el hombre. Pero el hombre ha modificado los cultivos desde que hace agricultura, a través de la cruza y otras técnicas. Esa idea de “yo quiero comer comida natural” es una fantasía absoluta. -¿Qué sería la comida natural? No existe. Existe la comida orgánica. Es decir, el crecimiento de ciertas hortalizas, verduras y cultivos sin ningún químico, con una producción muy baja. Pero natural no existe nada, porque lo que comemos hoy no estaba en la naturaleza. No existía el maíz como lo conocemos, no existían ni el brócoli ni el coliflor. Son todos productos del mejoramiento, la mutación, la selección cruzada y otras técnicas. Sí existe lo orgánico, o lo que llaman orgánico, que es sin químicos, pero se producen en una escala muy pequeña. No se pueden producir en grandes superficies, y se los llevan los bichos y las malezas. -¿Cómo podemos saber que los transgénicos no son malos para la salud? Está demostrado por nuestras instituciones. En Argentina están la Conabia (Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria) y Senasa, que demostró después de un montón de estudios que son inocuos. Por ejemplo, el trigo HB4 es tan inocuo como el trigo sin ese gen. El trigo sin ese gen es igual. Y si no creemos en nuestras instituciones, no nos podemos vacunar, no podemos comprar nada en el súper. Cualquier producto que llega a una góndola pasó por la inspección de Senasa. Una de las críticas que se le hace a HB4 es que cuando se aplica esa técnica también se modifica las plantas para que sean resistentes al glufosinato de amonio, un agroquímico que se usa para controlar malezas, ¿por qué se agrega también ese gen? Cuando se introduce un nuevo gen en una planta –como lo que hace HB4 con el de girasol– se pone lo que se conoce como “marcador de selección”, porque es muy difícil identificar después las plantas que fueron transformadas. El marcador que se puso en este caso es un gen de resistencia al glufosinato. Sirve para distinguir qué planta se transformó. Eso no llega a la comida que eventualmente deriva de esas plantas. Hace falta para su transformación, pero a los fines de HB4 da lo mismo si después se aplica o no glufosinato a las plantas. Es un pedazo de gen, no hace nada que esté ahí, como todos los otros genes. Si mañana por alguna razón se prohibe el glufosinato, el trigo HB4 sigue siendo igual de bueno. Lo necesitamos como marcador por una cuestión técnica. -¿Los transgénicos que tenemos hoy contribuyen a mejorar la curva de producción de alimentos? -El crecimiento de esa pendiente estaría aún más lejos de la del crecimiento de la población sin transgénicos, pero no es suficiente. -¿Y de qué manera pueden acercarse esas dos curvas, y que la comida alcance para alimentar a la población en el futuro? -Hay que atacar el problema de la distribución, pero también el de la producción. Y para eso hay que hacer más ciencia. Necesitamos producir mucho más en los mismos lugares, y eso requiere mucha investigación. No es mágico, pero hay que hacerlo.»

Repetimos: «El trigo transgénico es el enemigo equivocado para una agenda verde»

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Esta nota de Nicolás Deza la publicamos en AgendAR el 13 de junio pasado, con el mismo comentario nuestro con que la acompañamos ahora (más una imagen reciente, al final). El incidente que la provocó ya se perdió de vista. Pero los prejuicios, alimentados por medias verdades y puras mentiras que distribuyen los quienes consiguen que se les tome en cuenta fomentando miedos, siguen vigentes.

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«Una llamativa consigna reavivó en las últimas semanas la polémica por la utilización de semillas transgénicas en los suelos argentinos. A través del hashtag #ChauHavanna se convocó a realizar un boicot en contra de la famosa marca de alfajores. ¿El motivo? El anuncio de un acuerdo de complementariedad entre Havanna y Bioceres para el desarrollo de alimentos a partir del trigo HB4 , un “trigo transgénico”.

El trigo HB4 es trigo modificado genéticamente mediante la tecnología HB4. La historia de esta tecnología se remonta al 2004, cuando un equipo de investigadores del Conicet, liderado por la bioquímica Raquel Chan, y la Universidad Nacional del Litoral concretaron una alianza público-privada con la firma de biotecnología Bioceres, para un proyecto basado en transformar especies de interés agronómico con el gen Hahb-4 de girasol y ensayar su tolerancia a la sequía y el estrés hídrico. Tras un largo camino de investigación y desarrollo, la tecnología HB4 aplicada al trigo obtuvo la aprobación regulatoria del Ministerio de Agricultura en octubre de 2020, transformando a la Argentina en el primer país del mundo en aprobar un trigo transgénico. El trigo y la soja HB4 son ahora parte de una corta lista de tres eventos transgénicos de desarrollo ciento por ciento nacional, sobre un total de 61 eventos aprobados para su utilización en el país. La aprobación de este trigo marca un hito en la historia de la biotecnología nacional. “Estamos hablando de una tecnología desarrollada en un instituto del Estado en asociación con una empresa formada por productores agropecuarios argentinos, que llegó (llegamos) a tener el mismo nivel que las multinacionales que cuentan con fondos millonarios que yo nunca tuve ni vi. Esto demuestra que el sistema científico argentino es capaz de responder a estos desafíos”, afirmó Raquel Chan en la newsletter de Elisabeth Mohle para Cenital. No obstante, la campaña de boicot a la elaboración de productos Havanna con trigo transgénico y la efectiva instalación del tema en la agenda pública dan cuenta de lo difícil que sigue siendo hablar sobre semillas transgénicas. La polémica tomó la forma de un juego de rechazos y de respaldos a la utilización de organismos genéticamente modificados, cuando la discusión de fondo es por el modelo agropecuario argentino.
Julián Monkes es licenciado en Ciencias Ambientales y maestrando en Desarrollo Rural. Y Monkes inserta la discusión por el trigo transgénico dentro de un debate más estructural. “Falta planificación estatal que determine qué hacemos y cómo lo hacemos. Dentro de eso entra la discusión de los transgénicos. Si no hay planificación estatal, cualquier aparición técnico o tecnológica lo que terminará haciendo es favorecer un modelo del cual se benefician unos pocos”. El desarrollo de un trigo que se adapta mejor a las situaciones de estrés hídrico es a priori una buena noticia para Monkes. “A veces no dimensionamos que vivimos en un país semi desértico, que tiene un clima seco. El 65% del país es de área semi o desértica. El cambio climático lo que va a hacer es profundizar los regímenes de sequía. Entonces pensar la producción para todo lo que es el Chaco seco pero también para la Patagonia es importante”, dice el científico ambiental. Un elemento central en la polémica del trigo es el uso de glufosinato de amonio, un herbicida de amplio espectro como el glifosato, pero más potente. El entrevistado advierte “Es más grave para la salud que el glifosato. El problema con el glifosato es que se tira en enormes cantidades y de forma poco controlada. El glifosato en sí, aislado, no es tan contaminante o no es tan dañino para la salud. El tema es cómo se usa y los otros agentes químicos con los cuales se mezcla. Dentro de eso, el glufosinato vendría a ser un herbicida peor, que impacta más en el ecosistema y en nuestra salud”.
Monkes señala que el uso de los herbicidas viene siendo cuestionado por los propios productores rurales.
La aparición de malezas resistentes al glifosato está poniendo en jaque al modelo de la siembra directa. Se están buscando alternativas para proteger sus suelos de la aparición de malezas en los períodos entre cosecha y nueva siembra.
Una alternativa que viene ganando terreno es el uso de cultivos de servicios. AAPRESID, una de las asociaciones promotoras del cultivo de soja por siembra directa, viene empujando su uso. “El cultivo de servicio consiste en tener un cultivo de invierno que no es para cosechar, sino para mantener el suelo cubierto y que no salgan las malezas. Antes de sembrar la soja en la temporada siguiente, lo que se hace es introducir ese cultivo de servicio”, explica el docente de FAUBA. El cultivo de servicio reemplaza la práctica del barbecho químico, que consiste en rociar de glifosato el suelo para mantenerlo libre de malezas y otras plantas, sin el cual no es posible realizar la siembra directa. “Lo que está pasando con los cultivos de servicio es que están apareciendo como una necesidad para evitar estas malezas que no están pudiendo controlar químicamente. Es un cambio que va a necesitar cierto tiempo para que se implemente. El 10% de los productores que trabajan con AAPRESID ya están implementando cultivos de servicio”, dice el ambientólogo. De todas formas, Monkes advierte que el principal desafío es la planificación de los usos de los suelos. “Con un Estado fuerte, con un modelo agropecuario planificado, este trigo transgénico resistente a la sequía sería una gran noticia. Podríamos plantar trigo en zonas de secano, donde hoy no se planta nada, se deja el suelo desnudo y se pierde un montón de carbono, aparecen malezas resistentes y demás. Sería una gran noticia, pero no, es una mala noticia entre comillas porque no sabemos qué van a hacer los productores con eso, si van a aplicar glufosinato o no”, indica. La principal deriva de esa falta de planificación y regulación es la expansión indiscriminada de la frontera agrícola, sobre todo en la región del NEA. Millones de hectáreas de bosques se han perdido en las últimas décadas a manos de emprendimientos principalmente agrícolas. Pese al aumento de la producción de granos, Monkes advierte que “no paramos de perder producción agropecuaria que se dedica a la producción de alimentos, no de mercancía. La soja o maíz son mercancías que se venden en el mercado internacional. No paran de desaparecer explotaciones agropecuarias productoras de alimentos que van a la boca de los y las argentinos”. Julián Monkes concluye: «Un modelo agropecuario planificado, con un ordenamiento territorial que señale qué hacer, podría ser la llave para insertar innovaciones como el trigo transgénico en una trama de desarrollo nacional. “El cambio a un modelo que impacte menos, con menos agroquímicos sí o sí va a suceder. El tema es si ese campo futuro va a ser con los productores y campesinos adentro o va a ser un campo ultratecnificado donde no haya nadie. Esa es la discusión de fondo”. Comentario de AgendAR: Las observaciones del entrevistado son inteligentes e informadas, pero encontramos en ellas un sesgo similar al que aparece también en muchos planteos de la «agenda verde»: la idea que la planificación es algo que se hace desde el Estado, diseñada por expertos que tienen claro los objetivos a alcanzar. No funciona así. Lo hemos visto en nuestro país, en experiencias muy recientes. En Francia, un país con una gran tradición de un Estado fuerte y centralizado, se desarrolló en los tiempos de De Gaulle el concepto de «planificación indicativa»: los organismos estatales dialogan con los sectores sociales y diseñan incentivos para que se sigan las políticas adecuadas. Tengamos también presente que la «revolución de la siembra directa», que ha contribuido mucho a la preservación de los suelos, se llevó adelante sin que los niveles de conducción del Estado tuvieran mucha conciencia de ella. Tampoco ese resulta el camino ideal. Es preferible la comunicación abierta de funcionarios, productores, gremios y la población en general. Un «feedback» positivo entre el Estado y los ciudadanos. Vencer el prejuicio contra cualquier cosa que sea «transgénica», muy arraigado inclusive entre quienes no son militantes ecologistas, va a requerir educación, paciencia y prudencia por parte de los organismos estatales. Y de asociaciones con una trayectoria valiosa como AAPRESID Agregar esta imagen, muy distribuida en las redes sociales, que toca un tema distinto pero también empañado por prejuicios seudo ambientalistas, no lo hacemos con la intención de atacar a la artista y conductora de TV. La señora Viale no tiene obligación de saber de exploraciones submarinas, ni tampoco que el 17% del gas en su casa viene de fondos marinos de Santa Cruz y Tierra del Fuego. La crítica es a una sociedad que encuentra natural que se puede pontificar sobre cualquier tema sin haber hecho estudios serios, con nada más que haber visto un video en Youtube.

Solo el 22% de las grandes empresas en el mundo están comprometidas con la reducción de emisiones de CO2

Los CEOs de las grandes empresas -al menos, las que se tienen en cuenta en Davos- no parecen haber tomado nota de la crisis climática.

Sólo un 22% de los consultados por PwC (Price Waterhouse Coopers) señala que su compañía está comprometida con el objetivo de reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2). Los resultados se desprenden de la última edición de una encuesta que alcanza a 4.500 ejecutivos de 89 países y que se presenta anualmente en el encuentro del Foro Económico Mundial (FEM) en Davos, evento que este año fue postergado por el rebrote del Covid-19. De acuerdo con el informe “se necesita hacer un mayor progreso para lograr los objetivos climáticos globales, ya que menos de un tercio de los encuestados dijeron que sus empresas se han obligado a reducir las emisiones”. Por fuera del 22% que ya se ha trazado la estrategia de avanzar hacia las “emisiones netas cero”, el 29% manifestó que este compromiso está «en progreso» y el 44%, que no tiene ninguna política al respecto. Sin embargo sí admiten que garantizar un mayor compromiso sobre este punto a más largo plazo será fundamental dentro de las estrategias de la empresa, dado que se tornará esencial no solo para mitigar los riesgos del cambio climático, sino también para cumplir con las expectativas de los clientes, inversores, empleados y la sociedad en general. Entre los CEOs cuyas empresas han hecho compromisos netos cero, el sector de energía y servicios públicos es el principal sector, con un 40%, unos 15 puntos más que los sectores de telecomunicaciones, banca y mercados de capitales (ambos 24%). Alrededor de dos tercios (65%) de los CEOs cuyas empresas tienen ingresos de US$25.000 millones o más, se han comprometido a objetivos de emisión cero, en comparación con el 10% de las empresas con ingresos inferiores a US$100 millones.
El 29% de las empresas manifestó que este compromiso está en progreso y el 44%, que no tiene ninguna política al respecto

En Argentina

En el caso particular de la Argentina se observa un nivel de conciencia entre “medio y alto” de los CEOs respecto de los desafíos ambientales. “El nivel de avance en términos de compromisos de reducción de emisiones es similar al del resto del mundo y está por encima de otros países de la región. Los CEOs son cada vez más conscientes de que deben actuar con urgencia, redefiniendo la estrategia para la transformación del negocio con foco en metas apropiadas para la descarbonización de sus operaciones”, destacó Santiago Mignone, socio a cargo de PwC Argentina.

Consultados por la marcha de la economía para 2022, la encuesta –que fue realizada entre octubre y noviembre de 2021– arroja los resultados más optimistas de la última década. Más del 77% de los encuestados predice que la economía global mejorará, mientras que solo el 15% espera un deterioro de las condiciones. Este optimismo es un punto más alto que el 76% de hace un año y 54 puntos más que el de 2020, cuando el 53% predijo una economía en declive.

Si se toma en cuenta solo la respuesta de los CEOs argentinos, 8 de cada 10 esperan un crecimiento de la economía global en 2022, consolidando de esta manera la percepción que surgió en la edición anterior de la encuesta, cuando las respuestas más positivas alcanzaban el 74% y superaban en 60 puntos los resultados del 2020. La tendencia local sintoniza con lo expresado por los encuestados a nivel global, incluidos los de Latinoamérica, entre quienes se destaca el optimismo de los empresarios de Uruguay (95%). La visión argentina, en tanto, refleja mayor cautela en cuanto al crecimiento de la economía del país: si bien los más optimistas siguen siendo mayoría (46%), dicha proporción está por debajo de la media regional (56%) y global (75%).