Uranio: minera canadiense acelera un proyecto en Río Negro

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La minera canadiense Blue Sky comenzará un nuevo programa de exploración en el yacimiento Ivana del proyecto de uranio Amarillo Grande, en la provincia de Río Negro. Perforará 1.200 metros en un total de 24 pozos.

La compañía minera canadiense Blue Sky, una empresa perteneciente al Grosso Group del empresario minero Joseph Grosso, comenzó un nuevo programa de perforación exploratoria en el proyecto de uranio Amarillo Grande, ubicado en la provincia de Río Negro. Perforará 1.200 metros en el yacimiento Ivana Este, una zona del proyecto que todavía no había perforado. El proyecto Amarillo Grande tiene una extensión total de 300.000 hectáreas.
El programa de perforación en el depósito Ivana Este “es una continuación de la perforación de exploración por etapas de cuatro objetivos de alta prioridad del yacimiento Ivana, donde también se incluye los depósitos Ivana Norte, Ivana Central y Cateo Cuatro”. En los yacimientos Ivana Norte y Central la compañía completó la perforación inicial, donde perforó 1.900 metros en 50 pozos. Ahora comenzará a perforar 24 pozos más en Ivana Este, mientras que en Cateo Cuatro tiene un programa de perforación planeado para completarse en el futuro. El yacimiento Ivana (que tiene cuatro zonas) fue descubierto en 2011 y es el objetivo central de Blue Sky en el proyecto de uranio Amarillo Grande, que a su vez cuenta con otros dos yacimientos: Anit, descubierto en 2006, y Santa Bárbara, encontrado en 2008. En Ivana, la minera canadiense tiene realizada la estimación de recursos y una evaluación económica preliminar. La característica principal del desarrollo es que el recurso de uranio está alojado cerca de la superficie. Además de uranio, el proyecto cuenta con vanadio, un metal que se utiliza para la producción de acero. El proyecto de uranio y vanadio Amarillo Grande en Río Negro comenzó la exploración en 2006. Blue Sky cuenta también con otros proyectos de uranio en Chubut conocidos como Sierra ColoniaTierras Coloradas y Cerro Parva, pero por ahora están paralizados.

Nueva perforación

El nuevo programa de perforación de Blue Sky en el yacimiento Ivana completará 1.200 metros en 24 pozos, que tendrán 40 metros de profundidad en promedio, según informó la minera. El objetivo del programa “es probar la presencia de mineralización de uranio depositada dentro de conglomerados de alta porosidad en areniscas relacionadas con un entorno de canal basal. Este subtipo de depósito de arenisca de uranio es el modelo definido para el depósito de Ivana”, añadió Blue Sky. El programa de perforación se ejecutará con un equipo de perforación sobre orugas Morooka MST-1500. Los pozos serán verticalmente y se recolectarán muestras en cada metro perforado, que se analizarán mediante secado, trituración, desmenuzamiento y pulverización. También otras muestras se enviarán a Perú.

Acuerdan tratado para proteger el 30% de los mares: el impacto en Argentina

Los estados miembros de la ONU lograron este sábado un acuerdo para crear el primer tratado internacional de protección de la altamar, destinado a contrarrestar las amenazas que pesan en ecosistemas vitales para la humanidad.
El marco legal, conocido como “Tratado de alta mar”, colocaría el 30% de los océanos del mundo en áreas protegidas, destinaría más dinero a la conservación marina y cubriría el acceso y el uso de los recursos genéticos marinos.
“El barco llegó a la costa”, anunció la presidenta de la conferencia, Rena Lee, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York poco antes de las 21:30 hora local, entre los aplausos de los delegados. El Secretario General de la ONU, António Guterres, felicitó a los países miembros de las Naciones Unidas por haber terminado un texto que busca garantizar la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica marina de áreas fuera de la jurisdicción nacional. Se trata de un gran avance después de casi dos décadas de negociaciones, dijo.
Tratado ONU Altamar
La ONU logró un histórico acuerdo para crear el primer tratado internacional de protección de la altamar. (AP)
Tras dos semanas de intensas conversaciones en la sede de la ONU, incluida una maratónica sesión nocturna entre el viernes y el sábado, los delegados ultimaron un texto que no puede sufrir alteraciones significativas. El acuerdo se adoptará formalmente una vez que haya sido examinado por juristas y traducido a las seis lenguas oficiales de las Naciones Unidas, anunció Lee.

La importancia de la altamar

La altamar comienza donde terminan las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) de los Estados, a un máximo de 370 km de la costa, por lo que no está bajo jurisdicción de ningún país. Ocupa la mayor parte del océano (un 64%) y aunque existen normas y entes sectoriales para regular algunos aspectos, como el tráfico marítimo o la pesca, no hay ningún instrumento internacional centrado en la protección de la biodiversidad marina.
Guterres sostuvo que el tratado es crucial para abordar la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
Con los avances de la ciencia, se ha demostrado la importancia de proteger todos estos océanos con una biodiversidad a menudo microscópica, que proporciona la mitad del oxígeno que respiramos y limita el calentamiento climático al absorber una parte importante del CO2 que genera la actividad humana.

Impactos del tratado en América Latina y en Argentinas

El chileno Maximiliano Bello, experto en políticas oceánicas internacionales y uno de los principales impulsores de las áreas marinas protegidas en América Latina, indicó en declaraciones exclusivas a La Nación que “menos del 1% de la altamar está actualmente protegida, y una de las consecuencias es que países con economías altamente subsidiadas siguen pescando sin tener mayor control. Las reglas las ponen ellos. La sobrepesca es el gran problema que se genera, es la principal amenaza del océano. Este manejo no es ecosistémico. Se sigue extrayendo y destruyendo parte del patrimonio que, en realidad, nos pertenece a todos.”
Acerca de cómo podría impactar este nuevo tratado en América Latina, Bello dijo que podría ser muy positivo, “porque estaríamos en condiciones de controlar las flotas de países ricos que están sacando todos los recursos que son transzonales. La actividad de los barcos de naciones como China, que están pescando fuera de Argentina durante la temporada del calamar, tiene efectos sobre un ecosistema que no tiene límites. O sea, la Argentina llega hasta las 200 millas de su zona económica exclusiva, pero los calamares y las especies que consumen esos calamares no saben dónde está el límite, no se resguardan en las aguas argentinas. Y todo lo que está pasando por fuera de las 200 millas va a impactar de manera directa sobre el ecosistema, sobre la economía y sobre la gente que vive de esos recursos.“

Intecnus, un centro de medicina nuclear de excelencia en el corazón de la Patagonia

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En sus cinco años de vida, el Instituto de Tecnologías Nucleares para la Salud (Intecnus) se ha erigido en un actor clave del sistema sanitario argentino. DEF visitó su sede, en el corazón del Centro Atómico Bariloche, y conversó con sus autoridades

Bajo el modelo de la Fundación Escuela de Medicina Nuclear (Fuesmen) y de la Fundación Centro Diagnóstico Nuclear (FCDN), Intecnus es un nuevo actor del ecosistema de salud pública argentino. Atención médica, innovación tecnológica y formación de excelencia se conjugan en este centro, dotado de equipamiento de última generación y de un plantel multidisciplinario, que funciona en San Carlos de Bariloche desde diciembre de 2017.

Tal como explicó a DEF su gerente general, el ingeniero nuclear Luis Rovere, se trata de una “una fundación sin fines de lucro, pero con recupero de costos”, a imagen y semejanza de sus instituciones fundadoras, la Fuesmen, con sede en Mendoza, y la FCDN, que funciona en la ciudad de Buenos Aires. Ellas son, junto a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), las impulsoras de este ambicioso proyecto.

Médicos, físicos médicos y técnicos integran el plantel de profesionales conducido por Rovere, un rosarino que llegó a Bariloche a fines de la década del 70 para estudiar en el Instituto Balseiro y desarrolló la mayor parte de su carrera profesional para la CNEA en esta localidad rionegrina.

El Ingeniero nuclear Luis Rovere, gerente general de Intecnus (Fernando Calzada)
El Ingeniero nuclear Luis Rovere, gerente general de Intecnus

UNA AMPLIA GAMA DE APLICACIONES

Suele asociarse a la medicina nuclear con la radioterapia y los tratamientos oncológicos, uno de los focos de atención de Intecnus pero no el único. Su área de trabajo es mucho más amplia e incluye la cardiología, identificación de patologías neurodegenerativas, disfunciones renales, digestivas y de la tiroides, entre otras.

“La diferencia entre Intecnus y otros centros del país es la cantidad de cuestiones diversas que se atienden aquí, lo que nos convierte en centro médico único tanto para diagnóstico y tratamiento, como para la enseñanza y formación de profesionales”, destacó Rovere.

Ejemplificó algunas patologías difíciles de detectar, frente a las cuales son muy efectivos los equipos de última generación con los que cuenta Intecnus. Uno de ellos, señaló, es el de las prótesis de cadera que se pueden desprender del hueso. “Podemos determinar si ese desprendimiento es consecuencia de una inflamación o infección u otra patología”.

“Otras aplicaciones no oncológicas que atendemos incluyen ciertas inflamaciones resistentes a todo tipo de antiinflamatorios, que se reducen con radiación, y, a veces, también en caso de sangrados internos en distintos órganos”, añadió el gerente de Intecnus.

Intecnus cuenta con el tercer PET con resonador magnético instalado en América Latina (Fernando Calzada)
Intecnus cuenta con el tercer PET con resonador magnético instalado en América Latina

DE LA TECNOLOGÍA PET A LA RADIOFARMACIA

Al referirse al equipamiento de punta presente en el instituto, Rovere destacó que Intecnus cuenta con el tercer PET con resonador magnético instalado en América Latina. Se trata de un tomógrafo por emisión de positrones, que, combinado con la resonancia magnética de alto campo (PET/MR), permite evaluar con gran precisión las funciones de órganos y tejidos y ofrecer el diagnóstico adecuado.

“Tenemos también una instalación ciclotrón-radiofarmacia que nos permitirá producir radiofármacos. Nos va a dar la posibilidad de utilizar radioisótopos que tienen vida media muy corta y hoy no pueden llegar a Bariloche por los tiempos de vuelo”, precisó. Citó, en particular, el caso de un material radioactivo, el oxígeno 15, que va a consentir la realización de estudios de perfusión miocárdica y cerebral. La expectativa está puesta en la inauguración de la radiofarmacia este mismo año.

RESIDENCIAS Y ESPECIALIZACIONES

La formación de recursos humanos, cómo señalamos, es otro de los focos de Intecnus. En 2022, ingresó allí el primer residente en imágenes híbridas, que se obtienen a través de la fusión de imágenes metabólicas (PET) con imágenes anatómicas (CT, o bien RMN). El instituto también ha diseñado dos residencias en radioterapia y medicina nuclear, la primera de las cuales está asociada con la Universidad Nacional del Comahue, y la segunda se espera asociar con la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Suele asociarse a la medicina nuclear con los tratamientos oncológicos, pero su alcance es mucho más amplia e incluye la cardiología, identificación de patologías neurodegenerativas, disfunciones renales, digestivas y de la tiroides, entre otras (Fernando Calzada)Suele asociarse a la medicina nuclear con los tratamientos oncológicos, pero su alcance es mucho más amplia e incluye la cardiología, identificación de patologías neurodegenerativas, disfunciones renales, digestivas y de la tiroides, entre otras (Fernando Calzada)

“Además, hemos presentado al Instituto Balseiro, dependiente de la UNCuyo y de la CNEA, un programa de formación inspirado en un proyecto del OIEA: una residencia clínica para físicos médicos”, añadió Rovere, quien recordó la escasez de este tipo de profesionales en todo el país. A su vez, indicó la intención de “establecer vínculos con el Ministerio de Salud de la Nación, con la expectativa de recibir algún apoyo financiero para las residencias clínicas”.

Un tema no menor es el déficit de viviendas en Bariloche, precisó la gerenta de Asuntos Jurídicos y Relaciones Institucionales de este centro médico, Natacha Vázquez. “Nos cuesta traer profesionales ya formados, porque es difícil localizar viviendas debido a la competencia que existe con los alojamientos destinados al sector turístico”, lamentó.

Lo cierto es que Intecnus sigue adelante con su apuesta por la formación y la investigación, al servicio de la salud. En solo cinco años desde su puesta en marcha, ha dado muestras de su vocación de servicio y su compromiso con la ciencia médica argentina.

INVAP construirá radares AESA de vigilancia para los buques MEKO de la Armada Argentina

La Armada Argentina y la compañía INVAP acordaron la construcción de un radar naval de vigilancia aérea y de superficie, basado en tecnología de barrido electrónico activo (AESA), para incrementar y mejorar la capacidad operativa de las unidades de superficie de la clase MEKO que actualmente conforman la flota de la Armada Argentina.

El desarrollo del radar de pre-serie demandará una inversión de U$D 14.345.000 de dólares según la Contratación Directa Interadministrativa N° 38-0176-CDI22.

Del acuerdo rubricado entre el Gerente General de INVAP y el Jefe de Estado Mayor de la Armada se desprende que “…resulta indispensable que reemplazar y/o actualizar los radares Signaal DA05 con IFF instalados en las corbetas MEKO 140 y Signaal DA08 con IFF instalados en los destructores MEKO 360, por haber acumulado una gran cantidad de años en servicio y horas de operaciones sin actualizaciones. Esto ha ocasionado una marcada degradación en sus características operativas y una alta tasa de fallas, además de presentarse dificultad para la obtención de repuestos y componentes necesarios para su reparación y mantenimiento…”, por lo que el desarrollo de un radar naval AESA por parte de la empresa rionegrina resulta de vital importancia para recuperar y actualizar las capacidades de las principales unidades de superficie de la Armada.

Vale recordar que pese a que los destructores MEKO 360 y corbetas MEKO 140 han recibido algunos trabajos en los últimos años, usualmente los mismos se han limitado a tareas de mantenimiento generales y no al reemplazo y/o incorporación de sistemas que permitan actualizar e incrementar las capacidades de detección y ataque de los buques.

El desarrollo por parte de INVAP de un radar naval AESA para vigilancia aérea y de superficie permitirá a las corbetas y destructores MEKO la detección y seguimiento con precisión de blancos múltiples, con un extenso rango de detección y bajo todo tipo de condiciones climáticas. La incorporación de este tipo de tecnología a los buques de la Armada Argentina incrementará y mejorará considerablemente su capacidad operativa. Aún queda por definir cual será el primer buque en recibir el nuevo radar.

En cuanto a los alcances del contrato

INVAP entregará a la Armada los siguientes componentes:

  • Un sensor radar compuesto por: una unidad exterior (antena de radar); una unidad interior (unidad de procesamiento e interfaces); cableado del sistema para su instalación (20 metros) y un lote de repuestos.
  • Una consola de operación compuesta por: licencia software para la visualización de la información y control del sensor y hardware de consola de operación para el operador radar.
  • Los componentes necesarios para la integración del sistema radar en el buque y su instalación, cuya fase de ensayos se realizará bajo la modalidad “llave en mano”.
  • Integración del nuevo radar con una consola desarrollada por la Armada: la interfaz evía información desde los blancos del radar a la consola, y comandos desde la consola al radar.
  • Logística, manuales de operación y mantenimiento, cursos de capacitación y garantías de soporte con respuestos y asistencia técnica.
  • Un sistema de Identificación Amigo-Enemigo (IFF) integrado al radar. Estará compuesto por: antenas IFF; interrogador, respondedor e interfaces
  • Consolas como la del radar RMF200 y otra a desarrollar por la Armada, con su cableado, manuales, soportes y garantía.

Etapas del proyecto

La Cláusula Tercera establece que el proyecto tendrá una etapa única denominada ETAPA I, la cual conllevará el cumplimiento de diversos hitos a partir del inicio del proyecto T0 (se establece en el día hábil posterior al que se efectiviza el cobro del anticipo).

  • HITO 1 – T0 + 6 meses: Revisión crítica del diseño
  • HITO 2 – T0 + 12 meses: Efectuar demostración con el prototipo MET 1 (propiedad de la empresa).
  • HITO 3 – T0 + 18 meses: Efectuar la demostración con el prototipo MET 2 (propiedad de la empresa).
  • HITO 4 – T0 + 24 meses: Efectuar la demostración con el prototipo MET 3 y consola (propiedad de la empresa), con ensayos de navegación a bordo de uno de los buques MEKO de la Armada Argentina.
  • HITO 5 – T0 + 34 meses: Montaje e integración para su instalación definitiva e integración con los demás sistemas.
  • HITO 6 – T0 + 40 meses: Recepción de la instalación definitiva en el buque designado. Este hito incluye las pruebas de aceptación en puerto y navegación del modelo pre-serie.

Durante el tiempo que dure el proyecto, INVAP trabajará con la Dirección General de Investigación y Desarrollo de la Armada.

Comentario de AgendAR

Los radares AESA difieren bastante de la icónica pantalla cóncava giratoria. Suelen ser placas planas, generalmente inmóviles respecto de la estructura portante. Como muchos radares desde la 2da Guerra, están formados por una grilla de múltiples unidades radiantes, que emiten y reciben. Llamémoslas «celdas», por ponerles un nombre. En un AESA grande, pueden ser miles. El desfasaje temporal de emisión de onda entre esas celdas genera interferencias. Éstas logran un haz de barridos rapidísimos más o menos hasta unos 60 grados respecto de la línea perpendicular de la pantalla. Con ello, el cono de espacio iluminado delante del AESA mide 120 grados de ancho. De ahí sale el nombre: Active Electronically Scanned Array, AESA, conjunto activo de escaneo electrónico. Si el AESA está montado en la nariz de un caza, es probable que tenga un barrido mecánico adicional, para poder leer el espacio aéreo hacia adelante no en un cono de 120 grados, sino en toda la hemiesfera frontal. Éste no es el primer AESA de INVAP, además: está el que se transporta en un «pod» ventral en el Pucará Fénix, que es de barrido lateral y transforma a este avión diseñado para contrainsurgencia en un AWACS de bajo presupuesto, y sobre todo, en una posible patrulla aérea marina. Las celdas múltiples tienen ventajas: amplifican las señales verdaderas de retorno y mitigan el ruido, porque éste genera retornos menos direccionales y fáciles de eliminar de la consola. Los haces de un AESA también carecen (bueno, casi carecen) de esas emisiones parasitarias que son los haces laterales. Estos estorban la ubicación azimutal del blanco en todo radar parabólico. Por el contrario, los AESA son altamente direccionales: muestran lo que está iluminando el haz principal, casi nada más, lo que es otro método más de eliminación de ruido y de determinación muy precisa del paradero del blanco iluminado. Pero además los haces emitidos por la pantalla de un AESA pueden ser decenas, y moverse independientemente unos de otros, siguiendo múltiples blancos a la vez, y con una rapidez de nanosegundos, que excede la de todo apuntamiento mecánico. Y todavía hay más ventajas: estos haces pueden ser de distintas frecuencias y distintas potencias, e incluso cada haz por su cuenta puede realizar saltos aleatorios de frecuencia. Con esto, un misil anti-radar enemigo probablemente tendrá que sudar la gota gorda para determinar si está «recibiendo» la iluminación de un radar puntual ubicado en tal o cual lugar, o si lo que percibe son ecos de decenas de otras fuentes tecnológicas de microondas dispersas en el campo de batalla. En suma, la pantalla del AESA deja de ser un objeto brillante y fácilmente detectable para una batería misilística enemiga, y se puede camuflar bastante dentro del entorno electromagnético  caótico y múltiple de un campo de batalla, pasar como simple ruido de fondo. Detalle interesante, estas emisiones además pueden ser de baja potencia y entonces ser muy difíciles de pescar. Es más, se puede silenciar totalmente la pantalla y dejarla detectando en forma pasiva las demás fuentes activas de radiofrecuencia del campo de batalla. En esta modalidad espía, un AESA es casi enteramente indetectable. Eso depende bastante del uso de un material muy caro para las celdas: arseniuro de galio, enormemente sensible a ecos de baja intensidad. Un radar AESA tratando de pasar desapercibido no grita: cuchichea. Sólo que, si se quiere usar una emisión de alta potencia en la misma frecuencia que un radar enemigo, para interferirlo y «dejarlo sordo», puede agrupar toda su energía radiante en un haz único y hacerle percha los oídos a distancia al enemigo, en el sentido electromagnético, no sonoro. En suma, que si quiere, el AESA también grita. Pero en revancha, por su patrón tan randomizado e impredecible de emisiones, es bastante difícil interferirlo. Un AESA, además, es durable. La desconexión o quemado de algunas de sus mil o más celdas en general será gradual, con lo que el deterioro de la detección es paulatino, y el reemplazo de módulos averiados por nuevos es mucho más rápido y barato que el de toda una antena parabólica con su emisor. Con el fin de abaratar aún más el sistema, INVAP renunció a la idea clásica de poner una placa AESA fija en cada plano de la torre de alguna estructura alta de las MEKO-140, como ser la timonera. Y es que la 140 se presta poco para esto porque es una corbeta bastante petisa, y además de no haber lugar adonde poner cuatro pantallas, por número costarían más que una. Por ende, INVAP hace este AESA de barrido electrónico exclusivamente vertical, y en lugar de montarlo fijo sobre un puente lo pone sobre un mástil rotativo en los 360 grados del azimut. De modo que el resultado es AESA puro en el barrido vertical, pero mecánico en el horizontal. Como las amenazas para las corbetas suelen cosas rápidas como misiles y aviones, la pantalla plana de este AESA argento gira rápido, a 360 grados/segundo, de modo que da una información actualizada en tiempo casi real sobre amenazas en todo el horizonte. ¿Se puede tener información aún más actualizada? Sí, acelerando momentáneamente el giro sobre eje vertical. Pero con cuidado: es una pieza pesada, ya que las celdas son de sustancias cerámicas y tienen mucha circuitería y cableado detrás.  Lo ideal siempre será una fragata con algún puente alto y cuatro placas AESA fijas en la obra muerta del buque, una mirando a proa, otra a popa, y dos más a babor y a estribor. Es lo típico en los destructores AEGIS de la Marina de los EEUU. Pero bueno, el que quiere celeste, que le cueste. ¿Este AESA de INVAP sustituye al típico combo de dos radares convencionales con antena parabólica, uno de alerta temprana y otro de apuntamiento de misiles? Sí, cuando en el momento de lanzar un misil hasta su blanco, uno inmoviliza brevemente la pantalla giratoria. Si el misil es de los que combinan guiado terminal con un radar propio, sigue girando. De todos modos, este plan de 5 años hasta ubicar un radar de INVAP en una MEKO-140 tiene otros desafíos, y dadas las capacidades de la firma, son más políticos que tecnológicos. El primero es atravesar airoso un posible cambio de gobierno nacional en diciembre 2023, y luego otro más en 2027. Si gana Juntos por el Cambio, sus antecedentes son estos: entre 2016 y 2019 esa alianza suspendió todos los proyectos de radarización de INVAP, y no sólo de los radares militares de aviación, ejército y marina sino incluso meteorológicos. Hasta clavó años enteros a la empresa barilochense sin pagarle por sistemas entregados. Puede sonar muy antinacional pero no es nada frente a lo hecho antes por el presidente Carlos Menem: intentó vender las MEKO-140, todas ellas. Total, según los neoconservadores, a nosotros nos defiende la OTAN. ¿O no? Sí, como nos defendió en Malvinas. La Armada, por su parte, nunca fue propensa al «Compre Nacional» en materia de tecnología. Eso, pese a que su nave más poderosa y compleja, el rompehielos Irízar, fue reconstruida íntegramente en los astilleros CINAR luego de un incendio que dejó intacto únicamente el casco, y ese barco volvió al mar repotenciado, como el rompehielos de mayores capacidades de romper hielo en toda la Antártida, y con un radar de tránsito aéreo de INVAP. Mucho menos complejo que un AESA, sin duda, pero anda joya desde 2007 y no necesita repuestos o mantenimientos importados, como el Plessey inglés de detección temprana. Algunas cabezas no cambian. El otro problema que tendrá este AESA es que, aún desplegado en las 6 MEKO-140 de la Armada, no cambiaría demasiado la situación de incapacidad ofensiva de estas corbetas: tienen armas de tubo de la década del ’70, un cañón Breda de 76 mm., 4 Bofors de 40 mm. antiaéreos y 2 tubos de torpedos antisubmarinos, amén de varias ametralladoras calibre 50. Parece mucho para barquitos de 1400 toneladas, pero no se deje impresionar. Las armas principales de las MEKO-140 fueron los misiles Exocet MM38, maravillosamente eficaces durante la Guerra de Malvinas (el crucero británico HMS Glamorgan pudo dar fe de ello el 12 de junio de 1982). Pero aún si siguieran funcionales, algo casi imposible, hoy esos viejísimos Exocet no tienen ni el alcance ni la electrónica que requiere un enfrentamiento naval moderno. Con armas de tubo, salvo que gasten municiones carísimas con espoletas programables durante el disparo para estallar de contacto, de proximidad o de enfilada, hoy, en una guerra entre estados nacionales, se está tan bien armado como con lanza y boleadoras. El Ministerio de Defensa tendrá que pensar en sistemas de desarrollo propio, o conjunto con Brasil o con otros países «outsiders» del BRICS y libres de todo componente OTAN, factible de boicot británico.  En el largo desarme unilateral de la Argentina desde 1982 a esta parte, la Armada ha perdido buena parte de su capacidad funcional y razón de ser. Eso cambia algunas cabezas. El año pasado le encargó un helidrón RUAS-160 a INVAP que puede servir perfectamente de helicóptero ligero de detección y ataque para las MEKO-140, algunas de las cuales carecen no sólo de helicóptero sino incluso de hangar. Y ahora la Armada encargó también a los Astilleros Río Santiago un dique seco para reparación de otras naves capitales y auxiliares de la Flota de Mar.  Lo importado tiene su glamour, pero lo nacional se paga en pesos y si no lo frenan, se entrega en tiempo y forma y el «service» es local. Como dice el Martín Fierro, «hasta la hacienda baguala/cae al jagüel con la seca». Daniel E. Arias        

La saga de la Argentina nuclear – XLVI

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Cuando la actividad nuclear argentina está en riesgo, queremos repasar algunos momentos del largo esfuerzo que la construyó Los anteriores capítulos de la saga están aqui MUCHA OBRA DURABLE POR DESHACER, Y CÓMO LA FUERON DESHACIENDO Ud. leyó el viernes pasado el capítulo XLV de la saga, pero hoy sonó el teléfono y era otro «apóstol» de aquellos 12 que se paseaban con Sabato y discutían. Y me llamó para discutirme y mandarme… a paseo. Por una vez, he sido fino. Según él (y esas cosas las vivió, subrayó mi interlocutor, no se las relataron como a mí) los dos primeros laboratorios de reprocesamiento de la CNEA fueron la Unidad Alfa y el LR. Alfa estaba en el Centro Atómico Constituyentes, y el LR en el de Ezeiza, y los que realmente entendían del «business» de la recuperación de plutonio hasta el año 1973 fueron los doctores Juan Flegenheimer y Federico Kauffmann, así como varias veces mentado en esta saga, Carlos Aráoz. Los tres fueron destituidos por las asambleas de aquel año en que la CNEA se horizontalizó totalmente. Creo que se hicieron muchas imbecilidades en ese tiempo. A mi capítulo 45 mi interlocutor le cayó encima como los vikingos a París. Estuvo dos horas deshaciéndolo sin parar de hablar. Lo conozco desde 1986 pero jamás lo escuché tan enojado. El LPR, resumo según el, estaba sobredimensionado y mal hecho. Por lo demás, así como el uso de un ligerísimo enriquecimiento en el uranio natural de Atucha 1 terminó dando un resultado económicamente muy bueno, tratar de hacer lo mismo con plutonio reciclado no hubiera funcionado jamás. ¿Por qué?, traté de meter bocado. No porque Atucha 1 con su nuevo combustible no pueda quemar plutonio (de hecho, lo genera y quema a velocidades casi equivalentes). Eso me contestó mi interlocutor -sin haber oído siquiera la pregunta- sino porque a la hora de las cuentas, como «polenteador» del quemado, es diez veces más caro que el uranio. ¿Cuál plutonio es más caro que cuál enriquecido?, traté de conseguir un poco de precisión para ese dato vago. No me dio más información ni detalles, me mandó (euphemism alert!) «a paseo» y me estaba por cortar cuando le ofrecí que escribiera su propia versión de la historia del reprocesamiento, y así con su historia vivencial del asunto aclarara los tantos. Y que lo hiciera hoy en esta misma Saga Nuclear Argenta de AgendAR. El tipo vive apurado. Lo pensó a velocidad warp y me contestó que no le da el tiempo para ello, porque tiene que cortar el pasto, ocuparse de sus nietos y tratar de que la próxima central nuclear argentina sea una CANDU y no una central de uranio enriquecido china, y eso último exige no poco pasillo, y a su edad… Le contesté con sinceridad que si lograba lo de la CANDU, yo le cortaba el pasto y me ocupaba de sus nietos. Me mandó por tercera vez al mismo paseo que las dos anteriores, y esta vez sí me cortó. Tras esta casi conversación, amén de un par anteriores con otros interlocutores y similar contenido y tono, sospecho que el Dr. Federico Kaufmann fue quien me hizo recorrer el LPR por dentro. Mis apuntes de 1987 sobre aquel viaje a Ezeiza no dicen nada al respecto, lo que es rarísimo: es posible que haya sido mi Cicerón y me haya pedido reserva. De Flegenheimer había oido hablar siempre bien, aunque en 38 años de periodismo jamás lo vi. A fines de 2021, la CNEA le hizo un homenaje conjunto a él y a Jorge Sabato. Ups. Entre los discursos estuvo el del vicepresidente de la casa, Diego Hurtado, uno de mis referentes en la historia de la CNEA. Resumió así a Flegenheimer y Sabato: «Sus trayectorias se dieron en lo que se llama el Primer Ciclo de Industrialización, lo cual es esencial para entender la trayectoria de la CNEA… cuando la característica no era buscar la frontera tecnológica sino concentrarse en la generación de capacidades nacionales, en la generación de entornos institucionales-empresariales”. Sí, Dr. Diego, bien dicho. Sabato era básicamente un troesma social: trataba de volver tecnológicamente culta a una burguesía que él calificaba -y en voz bien alta- como «chanta». Detalles, después. Del Flegenheimer, Diego Hurtado resaltó que se doctoró en Química en 1954 en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, y pasó a discípulo del físico alemán Walter Seelman-Egebert, discípulo a su vez de Otto Hahn, el descubridor de la fisión nuclear, allá en la preguerra. Seelman-Egebert fue el padre de la radioquímica criolla, y Flegenheimer fue uno de los grandes en esa disciplina. Hurtado subraya que «el punto más alto de su carrera fue en 1968, cuando al frente del Grupo de Radioisótopos pone en marcha la planta de reprocesamiento en el Centro Atómico Ezeiza”. De Flegenheimer y Sabato, Hurtado dijo: «Ambos trabajaron por el desarrollo de la Argentina y Latinoamérica. En 1977, Sabato escribió ‘la llave de la independencia de América Latina es el entendimiento argentino-brasileño, y la llave del entendimiento argentino-brasileño es la cooperación nuclear.´ Dos años después de su fallecimiento, en noviembre de 1983, se produjo la cumbre entre Alfonsín y Sarney que abrió la cooperación nuclear binacional y sigue siendo ejemplo global hasta el día de hoy». Mi propia acotación a la de Hurtado es ésta: la plantita de enriquecimiento de Pilcaniyeu logró algo más importante que ponernos a salvo de boicots sobre el uranio enriquecido. Logró el control recíproco de inventarios de materiales físiles entre Brasil y Argentina. Y el Mercosur salió de ahí. Algo que en mis apuntes aparece con insistencia es el equipamiento del LPR en la captura de efluentes gaseosos, que uno se imagina forzosamente cargados de productos de fisión en forma de aerosoles. Nunca había visto filtros de aire de los llamados «absolutos», ni sabía que existieran, puestos en este caso para lograr un impacto radiológico aéreo del LPR sobre el entorno cercano a cero. Ahí había muchos filtros absolutos, y de un tamaño considerable. Eso no parecía un laboratorio destinado a un experimento de duración limitada. Todo en el LPR tenía dimensiones más industriales que experimentales. Una de las críticas internas que escuché años más tarde sobre el LPR era que le faltaban al menos U$ 200 millones más de inversión para neutralizar y gestionar los efluentes líquidos, que en términos químicos y radiológicos uno supondría más que jodidos. Eso tal vez seguía en planos: recorrí todo el edificio sin que me la mostraran. Desconté que en un futuro improbable habría alguna, y forzosamente, no habría sido un edificio chico. El reprocesamiento Purex, inventado en EEUU durante el Programa Manhattan, es químico: aprovecha que el plutonio se combina con el magnesio o el calcio, pero no con el cesio o el iodo. Las especies radioactivas del cesio y el iodo son los productos más clásicos y dominantes de los muchísimos producidos por la fisión del uranio 235, y que por ahora, resultan basura nuclear inútil. Desde los ’40 se han inventado otros métodos de reprocesamiento al parecer ventajosos sobre el Purex, no me meto en ello. Como primer sistema en la historia de recuperación de plutonio, indudablemente útil y aún más indudablemente dual, el Purex es un modo de apartar la paja del trigo. ¿Las plantas de reprocesamiento son inocuas, por lo tanto? Por antecedentes históricos, las militares, ni un poco. Las que se fundaron en EEUU bajo control del general Leslie Groves tuvieron impactos ambientales fortísimos. Los ejemplos de libro son Hanford, en las estepas frías del estado de Washington, en el noroeste de los EEUU. Pero del otro lado de la Cortina de Hierro estuvo Mayak, o Kyshtym, como la llaman aún los rusos, en la ladera oriental de los Urales. En Hanford, el problema fue (y sigue siendo, 80 años más tarde) la fuga de líquidos química y radiológicamente contaminados de depósitos metálicos “transitorios”… que terminaron siendo permanentes, y se corroyeron, y generaron pérdidas a suelo y napas. Fue un desastre en cámara lenta que involucró la indiferencia de tres generaciones de burócratas con charreteras y mucho manejo del secreto militar de estado. Hoy la remediación del enchastre la sobrellevan dos agencias civiles federales (el DOE o Department of Energy y la EPA o Environmental Protection Agency). Promete durar más la solución que el problema, y costar más que el Programa Manhattan, cuando se termine. Si se termina. Hanford era ideal para fabricar plutonio militar. Tenía abundante electricidad en represas cercanas, y estaba apartada de las grandes ciudades y rutas comerciales. Pese a la hostilidad del clima continental desértico, con inviernos duros y unas tormentas de nieve, viento y polvo que te las cuento, ese condado distaba de ser enteramente desierto. Había algunos centenares de quinteros por irrigación que habían hecho del lugar un pequeño polo frutihortícula llamado Richfields, comparable en desarrollo con nuestros pequeños oasis hechos a punta de pala de gringo: los viñedos de Mendoza y San Juan, y las quintas frutihortícolas del Alto Valle del Río Negro, en la estepa patagónica. Por su origen similarmente laburante, Hanford se había vuelto casi próspera y tenía de todo, hasta escuela secundaria, y bonitamente construida. En su lucha global por la democracia, a esos “farmers” blancos el general Leslie Groves, capo del Programa Manhattan, los desalojó a patadas de abogados del Pentágono apoyados por infantería. Lo hizo en apenas dos meses y con una compensación inferior a los U$ 0,50 por hectárea. Y eso porque había que tratarlos bien a aquellos patanes, dado que eran blancos. A los aborígenes que intercambiaban inmemorialmente pesca por productos de cacería en las orillas del Columbia, el mayor río americano hacia el Pacífico, Groves los echó a bayoneta. No les dio un mango, pero sí la promesa –jamás cumplida- de que el gobierno de los EEUU les devolvería sus tierras cuando finalizara la guerra. Desde entonces pasaron muchas guerras. Estamos hablando de un frente costero fluvial muy escénico, de 80 kilómetros, aproximadamente y 10 kilómetros de profundidad. El sitio quedó tan estragado radiológica y químicamente que, según los tataranietos de los indios desalojados, hoy su remediación insumiría unos 500 años de trabajo de las citadas agencias federales. Que desde hace dos décadas no saben técnicamente ni cómo empezar. La foto muestra la herencia de la Guerra Fría: se ven 3 de los 9 reactores plutonígenos y plantas de reprocesamiento de Hanford, en el sureste desértico del estado de Washington. Nadie sabe cómo vitrificar y gestionar el inventario de residuos radioactivos generados allí desde inicios del Programa Manhattan hasta 1987. Son 208 millones de litros contaminados con 46 especies de radioquímicos que contienen 176 millones de curios de radioactividad, el doble de lo liberado por el accidente de Chernobyl en la URRS. Sólo el traslado por caños del material hasta la futura planta de vitrificado es un trabajo de U$ 13.400 millones, según Scientific American. Fecha posible de inicio de obras: 2022 (vencido sin que pasara naranja). Fecha de término de la vitrificación: 2068. Nadie cree en tales fechas por la dificultad técnica del trabajo. No importa en qué país ni bajo qué régimen político, en las plantas de armas nucleares a cargo de militares, la radioprotección es una contradicción en término. En Mayak, en 1957 hubo un accidente que hoy calificaría como el tercero más importante de la historia después de Fukushima y Chernobyl, con un grado INES 6. Una explosión de sustancias químicas destruyó la tapa de un depósito de productos de fisión en estado de polvo, y la pluma aérea resultante contaminó de cesio 137 y estroncio 90 una superficie de 1,8 millones de km2. Esto obligó a la evacuación de 22 ciudades y aldeas a sotavento. Los milicos soviéticos ocultaron exitosamente todo, de modo que a fecha de hoy las víctimas radiológicas son conjeturales. Ha de haberlas, porque algunas respuestas a la irradiación interna, como las leucemias, pueden demorarse una década hasta pintar en las estadísticas. Sin embargo, la diáspora forzada de los evacuados y la censura militar posterior probablemente diluyeron toda estadística local en el océano de números de la epidemiología oncológica general de los 270 millones de habitantes desparramados por los 22,4 millones de km2 del territorio soviético. En suma, las plantas viejas de “repro” que alimentaron de sus primeras bombas atómicas a los EEUU y la URSS, tienen una mala imagen bien ganada. Las nacidas bajo autoridad civil y profesional de La Hague y Marcoule en Francia y Sellafields en Inglaterra tienen décadas en lo suyo y trabajan decentemente (al parecer). La Hague es inmensa. El problema, en Argentina, es qué poco trabajo les dio a los yanquis entre 1986 y 1988, operando a través de las tapaderas institucionales más insólitas, en hacerle creer al compatriota promedio que el LPR iba a ser Hanford, Mayak y Chernobyl, todo junto. Justamente ellos, miralos vos. Y es que sus voceros aquí eran locales y con autoridad médica, o formaban parte de «los guerreros del arcoiris». Todavía no se habían quemado políticamente, se los suponía jóvenes idealistas que salvan las ballenas durante la semana, y los findes al planeta entero, y todo sin apoyos raros de gobiernos o empresas. Eran ecologismo, término nuevo, no guerra híbrida, término inexistente. Ahí se vio también que la CNEA, en sus primeros 30 años de gloria, dormida en su prestigio decentemente ganado, lo daba muy por seguro, lo creía intocable. No había hecho demasiado trabajo educativo capaz de asegurarle un mínimo de simpatía popular en tiempos más duros. ¿Y para qué? Si hasta Walt Disney, en su programa Disneylandia, los viernes a las 20:00 horas por Canal 13, nos ponía en la Era Atómica, y de yapa más felices y con la vida más resuelta que los Supersónicos. Casi nadie previó los actuales tiempos duros, el insólito regreso a los peores combustibles fósiles, como el carbón o el fueloil. El futuro era atómico, tíos y tías. Y la CNEA tenía la llave. Pero en 1977 YPF descubrió un yacimiento gigante de gas «fácil», con el cual no hay que penar frackeando rocas, sólo es perforar y sale a muy alta presión. Ese monstruo metanífero estaba en el centro geográfico de Neuquén, en laderas de las Sierras Blancas, se lo llamó Loma de la Lata y resultó tener 280.000 millones de m3 de gas, amén de cantidad de «condensados» (es decir líquidos asociados, nafta natural, bah). En 1986, cuando el gobierno de Raúl Alfonsín terminó de perforar Loma de la Lata y lo unió Loma con la red de gas de las ciudades de la zona centro del país mediante el gasoducto Neuba II, se calculó que ahí el ispa tendría gas barato para 60 años más, y eso suponiendo que el PBI creciera un promedio del 6% anual. 60 años sin agotarse, incluso si Alfonsín lograba reconvertir todo el transporte público a GNC, gas natural comprimido. Eso Alfonsín no lo pudo o quiso hacer, por oposición de los colectiveros urbanos. Pero logró sin proponérselo que en poco tiempo nos volviéramos el mayor fabricante y exportador mundial, durante unos años, de equipos de GNC para autos, con clientes en 50 países, el dominio del 30% del mercado global, una facturación anual de U$ 130 millones y un crecimiento interanual de la misma del 24% en 2010. Eso no tuvo la debida publicidad. Pero es raro que don Raúl, dado que este pequeño milagro fue todo suyo, no haya sacado cuenta, al menos tardíamente, de que con la energía pasan esas cosas: lo que crea trabajo calificado y duradero, lo que te hace Gardel, no es vender gas, o petróleo, o electricidad, sino tecnología. En el caso nuclear sucede lo mismo. Menem tampoco hizo cuentas. Pero no trabajaba para la Argentina. Alfonsín fue un político típico criollo: abogado, fiera de bufete y de comité, inteligentísimo, pero de formación en ciencia y tecnología medible en números negativos. Si le hablabas de vender tecnología atómica argentina, te daba la razón pero no te creía ni un poco. Al átomo a duras penas si lograba verlo como un enchufe. Y uno menor, además. Pero además venía envenenado contra el Programa Nuclear Argentino por sus asesores (algunos eran de cuarta). Lo veía más como un engendro militarista caro y un eterno problema diplomático con EEUU, que como una solución energética. Loma de la Lata fue uno de los tres clavos finales para cerrarle el ataúd a la CNEA. Era gas barato en cantidades de escándalo. Con una producción despampanante (300.000 m3 diarios) que a partir de 1986 llegaban por caño al AMBA, Loma de la Lata parecía el modo más elegante de paralizar todo el despliegue nucleoeléctrico de tiempos de Carlos Castro Madero. ¿Para qué penar partiendo el átomo, don Raúl? Electricidad iba a sobrar, y de yapa mucho más barata y segura, le decía su secretario de Energía, Jorge Lapeña. Se podía dejar morir de muerte natural, es decir sin terminar, todos aquellos elefantes blancos nucleares de Castro Madero, como Atucha II o la Planta Industrial de Agua Pesada. Y la luz se iba a prender igual. Sobre todo, con el aporte de base de dos represas hidroeléctricas verdaderamente gigantes, ya construidas y pagadas por los milicos. Y de yapa, esos dos pilares hidroeléctricos del Sistema de Interconexión Nacional (SIN) eran muy distantes una de otra: 1568 kilómetros hay desde El Chocón, en el Comahue, hasta Salto Grande, sobre el río Uruguay. Semejante distancia hacía climáticamente independientes a ambas centrales, una de otra. ¿O no? Con tales certezas de su arúspice en la materia, Alfonsín apostó tranquilo a vivir de hidroelectricidad y a espera de que SEGBA, EPEC, EDELAP, EPE y otros grandes productores eléctricos estatales se reequiparan con nuevas turbinas a gas y centrales de ciclos combinados, ahora que llegaba gas a espuertas a la Región Centro. Pero no sucedió. Lapeña no le dijo a Alfonsín que el parque térmico de la región (muy viejo, quemaba fuel-oil) estaba hecho percha por años sin mantenimiento. Probablemente él también lo ignoraba, y si lo sabía, no lo remedió. Tampoco sabía que una oscilación climática enorme, de tipo Niña, te puede dejar caminables por el fondo de puros secos los ríos Limay y Uruguay, y fuera de combate sus grossas centrales hidro. Sí, lector, tal como acaba de suceder nuevamente entre 2019 y 2022, y estuvo cerca de . Esas cosas desde los años ’70 pasan con frecuencia e intensidad crecientes. Se llaman Cambio Climático. ¿Por qué tenía que saber de semejantes cosas mecánicas y climáticas un secretario de energía? Casi todos sus colegas entienden de concesionar baratito a las multis el petróleo y el gas descubiertos a riesgo por YPF. No les pidas más. El segundo clavo en el ataúd nuclear llegó de afuera. Embalse se logró terminar 4 años tarde y a pulmón, porque el proveedor canadiense AECL había recibido orden de no colaborar debido al bombazo nuclear de Indira Gandhi en 1974. Con los canadienses ya no se podía contar más, paciencia. Pero no sin cierto paralelismo con lo de Canadá, la obra de Atucha II se frenó con colaboración soviética: en 1986 la muy mal diseñada central RBMK Chernobyl 4 en Ucrania se hizo puré, y la energía nuclear en Occidente se volvió anatema.
Abel González, ingeniero nuclear, jefe de planta de Atucha 1, director de ENACE y primer constructor de Atucha 2, doctor en radioprotección, miembro del Comité Científico de las Naciones Unidas para el Estudio de las Radiaciones Ionizantes de las Naciones Unidas y del Comité de Seguridad del INSAG (Grupo Internacional Asesor en Seguridad Nuclear) del Organismo Internacional de Energía Atómica, actual asesor de la Autoridad Regulatoria Nuclear de la Argentina.
En aquel momento publiqué una frase de Abel González, exjefe de central de Atucha 1, que merece recordarse: a valores de 1986, nuestra máquina sobre el Paraná de las Palmas había costado U$ 1800 por KW instalado, de los cuales la mitad estaba en sistemas de seguridad. Chernobyl sólo había costado U$ 200 por KW instalado. Y los sistemas de seguridad, te los debo. Como excusa para sacarle el tapón a la CNEA y dejarla irse por los caños, Chernobyl era genial. Todo el mundo aplaudía el apagón nuclear de Alfonsín: la Embajada, los petroleros, el Ministerio de Economía, ahora que se había podido darle el raje a aquel incómodo industrialista, Bernardo Grinspun, todos aplaudiendo, todos, la prensa amarilla y aquella novedad verdosa, Greenpeace. Joder a la CNEA se había vuelto un deber ético. Atucha II tendría que haberse terminado en 1987, pero antes se enfriaría el infierno que al Subsecretario de Hacienda Mario Brodersohn se le escapara un mango para ello. Y Jorge Lapeña daba seguridad a su Presi de que el Sistema Interconectado Nacional estaba firme como rulo de estatua. Hay estatuas y estatuas… En 1987, 1988 y 1989, por salidas irremediables de servicio de las máquinas a fuel-oil, la Región Centro empezó a caer en cortes de luz primero planificados, luego imprevisibles pero cada vez más frecuentes y largos, y finalmente disruptivos a tiempo completo sin importar día u hora, especialmente en verano y en el AMBA. De yapa, el Chocón y Salto Grande se habían quedado simultáneamente sin su «combustible», que es la lluvia. El personal de la CNEA se había resignado a los arbitrios del gauleiter Alberto Costantini: tras las 33 desapariciones de 1976 los gremios nucleares estaban desarticulados. Es más, las huelgas y tomas de instalaciones no imprescindibles, como los laboratorios, aulas y oficinas, se habían desacreditado mucho entre 1973 y 1975: no tenían prensa ni producían ningún resultado, salvo la confusión que deriva del nombramiento en altos cargos de gente floja de currículum pero con alta oratoria en las asambleas. No tenía sentido volver a eso. Y a más que asambleas inocuas no se podía escalar: un paro en las plantas nucleoeléctricas, como Atucha 1 y Embalse, era y es un delito penal. ¿Cómo recurrir a la desorganización, además, si el nuevo administrador civil garantizaba su propio caos dejando esquilmar a 4 manos a la institución por las constructoras que Clarín llamaba «los capitanes de la industria», y el personal nuclear, «la patria contratista»? Amén de la movida clásica (reducir el presupuesto nuclear del año anterior a la mitad del año en curso), en 1984 Alfonsín lo dejó clavado ahí, en pesos. Eso, con un gobierno que a lo largo de su estadía en la Rosada acumuló el 3079% de inflación. Los nucleares, acostumbrados durante 3 décadas a una administración insólitamente honesta y a sueldos tolerables, ahora eran nuevos pobres y se fumaban un carnaval de contratistas que cobraban como terminadas obras incompletas, y ojo con el que protestara. Constataban con asombro que eso al resto del país le interesaba un carajo: por primera vez en su historia, la CNEA estaba sin paraguas militar o civil alguno. Ya no estaba ni Walt Disney en la tele con «Mi amigo el átomo». En lugar de ser motivo de discreto orgullo popular, como estaba acostumbrada, ahora vivía asediada por la hostilidad múltiple y perfecta de embajadores, ecologistas, petroleros y medios de opinión. Costantini siempre supo irse a tiempo. Eso permite que hoy se haya olvidado de su autoría, en 1961, del intento de cierre del 32% del tendido ferroviario argentino y de todos sus talleres, y de la respuesta obrera: la primera huega general ferroviaria por tiempo indeterminado de la historia argentina. Que tuvo que quebrar su sucesor, militarizando los ferrocarriles. Porque don Alberto, tras firmar el recorte y viendo tormenta en el horizonte, se había tomado el piróscafo y renunciado. Ese saber cuándo hacerse humo le permitió a don Alberto que Alfonsín se olvidara de que había sido el Rector de la Universidad de Buenos Aires elegido por el dictador Videla, con un órdago de alumnos y profesores desaparecidos. Y que lo nombrara al frente de la CNEA, sin haber sabido en su vida Costantini lo que se dice un pito del Programa Nuclear, pero con patente de corso para desmantelarlo. El ingeniero supo medir, como en otras ocasiones, la bronca acumulada, se vio venir la huelga general de la CNEA, se volvió «de los buenos» entre gallos y medianoche y renunció a su dirección con un portazo, no sin echarle públicamente la culpa a Alfonsín del atraso de obras nucleares y del vaciamiento intelectual de la institución. Una trayectoria coherente. Alfonsín llamó en su auxilio a la única militante radical con prestigio nuclear, científico y cívico, Emma Pérez Ferreira, física atómica, y la nombró presidenta de la CNEA. Emma asumió «pro patria» y recibió el amor absoluto de todo el personal nuclear, unánimemente ilusionado de que volvieran mejores tiempos: no podía haberlos peores. Creo que Emma no se hizo ilusiones. Sabía que su jefe la acababa de designar capitán del Titanic, y que a Alfonsín le alcanzaba con que el barco se le hundiera al siguiente presidente, no a él. Pero la veterana física se cargó esa mochila sin chirriar, y en 1988, cuando se rompió Atucha 1, esa mujer increíble resultó ser en serio la salvación, al menos transitoria, de la CNEA. Pero esa historia queda para después. La ruptura de Atucha 1 fue un regalo para Lapeña: le pudo echar la culpa de un quilombo eléctrico desmesurado (y de su entera autoría y firma) a esta relativamente pequeña central nuclear. A la que, como agravante, le había suspendido paradas obligatorias de mantenimiento por la negativa de Brodersohn a adquirir repuestos. De todos modos con aquella engañapichanga no alcanzó. La verdadera salvación para la Región Centro habría sido Atucha 2, cuya inauguración prevista inicial, en 1981, era justamente 1987. Pero el gobierno había paralizado la obra, apostando alegremente a que el parque de generación térmico se arreglara solo, y a que lloviera. Con Baires sin iluminación nocturna, sin cines, sin vidrieras, sin semáforos y sin agua en los pisos altos, la sensación de «¿Adónde está el piloto?» se volvió nacional, y facilitó la hiperinflación de 1989, ese primer «golpe de mercado» asestado a Alfonsín por la City, Clarín y La Nación, y que barrió con ese gobierno y puso de presidente al hasta entonces impresentable Carlos Menem. Quien para la CNEA fue como ir de la sartén al fuego. En materia nuclear, Menem de movida hizo la clásica: demediar el presupuesto y clavarlo en sopes. Pero luego fue mucho más lejos: cerró el ingreso de expertos nuevos a la CNEA y apostó a que el combo de edad y frustración por choreo y obras y proyectos inacabables iría eliminando, por jubilación anticipada o común, el incómodo problema de tener unos 3000 expertos de clase mundial en asuntos nucleares, y todos muy propensos a opinar de lo suyo. Ni Mauricio Macri, mucho más tarde, lograría ser tan letal para el desarrollo nuclear como lo fue Menem. Eso porque Macri ya agarró todo demasiado estropeado, y fundamentalmente porque no logró quedarse diez años. Todavía cuando se fue Macri quedaba mucha obra durable de Castro Madero por deshacer. Y es que fue mucha obra. Cualquier crítico de su administración -y yo lo soy- se queda un poco apabullado con el crecimiento del Instituto Balseiro, la única universidad nuclear de la región, la creación de la carrera de Ingeniería Nuclear, la construcción del reactor experimental RA-6 en el Centro Atómico Bariloche, la expansión de la Medicina Nuclear con un primer centro especializado en Mendoza, el FUESMEN, el desarrollo de la tecnología para la fabricación de tubos de zircaloy, la instalación de la Planta de Elementos Combustibles de CONUAR, la construcción del LPR en Ezeiza, la terminación de la Central Nuclear Embalse en Córdoba, la adjudicación e inicio de obras de Atucha II, la construcción y puesta en marcha de la Planta Experimental de Agua Pesada, la licitación de la Planta Industrial de Agua Pesada, y la más destacada y la única clandestina: la creación de la plantita de enriquecimiento de uranio en la localidad de Pilcaniyeu. Pilca fue el primer secreto en serio de la CNEA y probablemente, el último. Inglaterra, que acababa de ganarnos una guerra, sacó cuentas de que la planta había empezado a funcionar cuando en las islas demasiado famosas todavía sonaban los tiros. A la Prime Minister Maggie Thatcher se le habrán parado los pelos de punta, pese al mucho spray. De toda esa lista, sólo tres comentarios: a) habría sido imposible semejante obra con una administración deshonesta, b) si el el LPR necesitaba más construcción no lo sabremos, porque se lo demolió, y c) todavía existe el sentimiento de muchísimos reactoristas y combustibleros, ya jubilados, de que la Central Nuclear Nro 3 no debió ser de recipiente de presión, sino de tubos de presión. La obra podía hacerse en pesos, no en dólares, y sin ningún auxilio de la AECL. ¿Por qué no? Embalse se hizo prácticamente sin su ayuda. En cuanto a Pilca, no fue una respuesta a una guerra perdida por Argentina. Fue una planta construida a partir de 1980 y para defender exportaciones nucleares, respuesta a un embargo de uranio enriquecido que nos cayó encima en el ’78. Y Pilca fue enteramente obra de un presidente de la CNEA que en el verano de 1982 se arriesgó al límite de la insubordinación para disuadir al almirante Jorge Isaac Anaya de detener la captura de las Malvinas. La escena, transcurrida en el modesto chalet de 3 ambientes que Castro Madero estaba terminando de pagar a crédito, la cuenta un alfonsinista puro y duro, el embajador Max Gregorio-Cernadas en su libro «Alfonsín, una épica de la paz», obra publicada por Eudeba en 2016 y que recomiendo. Lo de la defensa de exportaciones nucleares es muy concreto. Si queríamos seguir exportando con alguna libertad, teníamos que tener alguna capacidad práctica de enriquecimiento de uranio. Eso podía garantizarle a nuestros futuros compradores de reactores no sólo el caballo, sino también el pasto. Porque a nuestros clientes también les podría caer encima boicot yanqui, ¿o no? Cuarenta y tantos años tras la decisión de construir Pilca, la Argentina tiene vendidos los 2 reactores de Perú, 1 de Argelia, otro en Egipto, otro en Australia (considerado la mejor planta multipropósito del mundo), otro en Holanda y uno más en Arabia Saudita. INVAP se volvió la más respetada (y temida) empresa en este tipo de instalaciones. Gana casi todas las licitaciones, y generalmente por calidad, no por precio o financiación. Curiosamente, la planta política y comercialmente más útil de la CNEA, la que nos ganó el puesto de mejor exportador de reactores, pasó casi toda su vida cerrada. Tras reabrirla para no desilusionar a Sarney como visitante, Alfonsín volvió a desactivar Pilca y tuvo a la gente que trabajaba allí vegetando o yéndose con un portazo. Menem fue más lejos y la hizo abandonar. Castro Madero, muerto a fines de 1990, comentó al respecto que un presidente de la Nación podía hacer lo que quisiera con Pilca, incluso bombardearla, pero no podría destruir la capacidad tecnológica adquirida. Sí se puede, don Carlos. Sólo que hay que ser muy turro. Menem y luego Fernando De la Rúa y mucho después Mauricio Macri apuntaron directamente a destruir los recursos humanos de la CNEA por envejecimiento del plantel, mediante unos sueldos ridículamente bajos, por parálisis de proyectos y por desmoralización. La capacidad tecnológica no está en los fierros: está en los cerebros. Y los neoconservadores tratan de lograr nuestro Alzheimer Nuclear. Nadie sabe si el Programa Nuclear Argentino sale vivo de otro gobierno de JxC. De dos al hilo, probablemente no. Y nada indica que siga muy vivo después de otro más que, como el actual, dio muestras constantes de querer terminar con la laboriosa y compleja Saga Nuclear Argentina, que ya lleva 73 años. Paga políticamente más rascarse y dejar vaciar Vaca Muerta por las multis y por Chile. No de otro modo Menem hizo vaciar en 10 años Loma de la Lata -que iba a durar 60 años- por las multis, Repsol a la cabeza, y por Chile, que revendía el gas argentino a Lejano Oriente a 10 veces el precio nuestro. La Argentina jugó ya dos veces a ser Qatar, 150 veces más chico en superficie y con 18 veces menos población, más garrafa con monarcas que estado-nación. Bueno, quizás si puede. Pero no por nada, Qatar tiene sólo 313.000 ciudadanos NYC (nacidos y criados) que viven de rentas, y 2,3 millones de expatriados flotantes venidos de hasta 100 países distintos, mayormente del Sudeste Asiático. En general son los desharrapados que viven en gamelas y se desloman bajo el rayo de sol, con pasaporte retenido por el patrón y trato de semiesclavos. La aristocracia económica argenta, que incluso en sus rumbosos e industriales años ’60 Jorge Sabato llamaba «burguesía chanta» dado que hacia caja con negociados y golpes de estado, ahora es mucho más neoconservadora. Si la dejan elegir libremente, prefiere el modelo qatarí. Para el cual, además, no le hacen falta siquiera expatriados semiesclavos. Como dijo Aldo Ferrer de los planes económicos de Martínez de Hoz en 1976: buenísimos, pero sólo sirven a un tercio de la población y de la superficie. Sólo que aquí, en lugar de expatriados flotantes, optamos por compatriotas hundidos. Bienvenidos al extractivismo, lectores. El LPR, hoy una batalla olvidada, con o sin justicia fue la primera derrota política seria del Programa Nuclear Argentino. Y fue derrota doble porque de su existencia no se enteró nadie, así como tampoco de su cierre. No por nada, al toque de asumir y con un discreto aplauso de embajadores de la OTAN, Alfonsín y Costantini cerraron también Pilca, en el corto plazo  mucho más necesaria y significativa. Estas derrotas anunciaron otras derrotas, antes impensables. Muchas perviven. Seré curioso: ¿está activa Pilcaniyeu?

La OIEA eligió al argentino Rafael Grossi para un segundo mandato como su director general

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La Junta de Gobernadores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), conformada por 35 países, respaldó la reelección del argentino Rafael Mariano Grossi para un segundo mandato de cuatro años como Director General, según informaron diplomáticos presentes en la reunión a puerta cerrada. La decisión fue una formalidad ya que no había ningún otro candidato. La junta aprobó su reelección por aclamación, lo que significa que no hubo votación y que ningún país expresó su oposición, según los diplomáticos. El segundo mandato de Grossi, de 62 años, comenzaría el 3 de diciembre próximo y terminaría el 2 de diciembre de 2027. “Creo que es una señal de confianza. Tenemos mucho que hacer, con Irán, con Ucrania, con la energía nuclear”, declaró Grossi a Reuters fuera de la sala de reuniones tras la decisión. Grossi ha supervisado un período turbulento en las relaciones con Irán, desde que la República Islámica comenzó a incumplir las restricciones impuestas a sus actividades nucleares por el acuerdo nuclear iraní de 2015 con las principales potencias el año en que asumió el cargo. El director Grossi advirtio que las concesiones hechas por Iran dependen largamente de futuras negociaciones.  

Anomalía de marzo: superó en diez grados a la media histórica

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En los primeros días los termómetros registraron temperaturas máximás que están entre ocho y diez grados por encima del promedio histórico de marzo. Para poder graficar en forma correcta este fenómeno en los mapas de calor, a los rojos habituales hubo que agregarle una nueva gama de grises extremos. Uno tras otro, se suman y quiebran nuevos récords de altas temperaturas. En medio de la novena ola de calor de la actual temporada estival, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) recordó que hace ya una semana que se mantiene la alerta roja para la Ciudad de Buenos Aires, municipios del GBA y parte de la provincia de Buenos Aires, entre otras zonas. En estas geografías las temperaturas máximas diarias oscilan entre los 34 y los 37 grados y las marcas de sensación térmica son todavía más elevadas. Pero lo más llamativo de este evento es que las anomalías más significativas de las regiones afectadas muestran que las temperaturas promedio diarias oscilaron entre 8°C y 10°C por arriba de la temperatura esperable para un típico mes de marzo, según los registros históricos del clima. De hecho, para poder dar cuenta gráficamente del extremo de anomalías, el último Informe Especial sobre este tema –que el SMN publicó en su sitio web esta semana– dejó asentado, en detalle la zona geográfica especialmente afectada. La misma incluye Capital y Gran Buenos Aires en su totalidad y –en forma parcial– el sur del Litoral, norte de Buenos Aires, noroeste de Córdoba y norte de la provincia de San Luis. Y en el trabajo, los expertos confirman que estas temperaturas “son muy altas para la época del año y dan lugar al desarrollo de esta ola de calor muy intensa y tardía”. El resumen detalla que hasta ahora “la extensión de este evento cálido tuvo dos picos; el día 1° de marzo y el día 6. Y confirma que el actual evento se está destacando por la ocurrencia de valores récords de temperatura altas: “Durante el transcurso de este episodio varias localidades alcanzadas por la ola superaron los valores más altos de temperatura para un mes de marzo en los últimos 62 años, destacándose que –para algunos casos– también se superó el récord histórico, si lo hubiere, anterior a la década del 60. También es de remarcar que algunas localidades superaron en más de un día al récord anterior vigente, lo que acentúa todavía más lo extremo de esta situación inusual”. Para mediados de la semana próxima podría haber alguna lluvia, pero seguirán las altas marcas.

Enrique Garabetyan

Un satélite de la NASA calcula si un país emite o absorbe carbono

Un satélite de la NASA calcula si un país emite o absorbe carbono. Este mapa muestra las emisiones y absorciones netas medias de dióxido de carbono de 2015 a 2020 utilizando estimaciones basadas en las mediciones del satélite OCO-2 de la NASA.

Se trata de un proyecto piloto ha calculado las emisiones y absorciones de dióxido de carbono en más de un centenar de países concretos utilizando mediciones por satélite. La investigación ofrece una nueva visión del dióxido de carbono que se emite en estos países y de la cantidad que los bosques y otros «sumideros» que absorben carbono dentro de sus fronteras retiran de la atmósfera. En el mapa de arriba, los países en los que se eliminó más dióxido de carbono del que se emitió aparecen como depresiones verdes, mientras que los países con mayores emisiones son de color canela o rojo y parecen salirse de la página. El estudio internacional, publicado en Earth System Science Data y realizado por más de 60 investigadores, utilizó mediciones realizadas por la misión Orbiting Carbon Observatory-2 (OCO-2) de la NASA, así como una red de observaciones desde la superficie, para cuantificar los aumentos y descensos de las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono entre 2015 y 2020. Gracias a este enfoque basado en mediciones (o «descendente»), los investigadores pudieron inferir el balance el balance de la cantidad de dióxido de carbono emitido y eliminado.

Aunque la misión OCO-2 no se diseñó específicamente para calcular las emisiones de los distintos países, los resultados de los más de 100 países llegan en un momento oportuno. El primer inventario mundial -un proceso para evaluar el progreso colectivo del mundo hacia la limitación del calentamiento global, como se especifica en el Acuerdo de París de 2015- tendrá lugar en 2023

Los capítulos de la saga Argentina nuclear hasta el 9 de Marzo

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Esta pagina reúne todos los capítulos de la saga Argentina nuclear hasta el 9 de Marzo del 2023. Para acceder a los capítulos siguientes a medida que se vayan publicando, entrar aquí La saga de la Argentina nuclear I La saga de la Argentina nuclear II La saga de la Argentina nuclear III La saga de la Argentina nuclear IV La saga de la Argentina nuclear V La saga de la Argentina nuclear VI La saga de la Argentina nuclear VII La saga de la Argentina nuclear VIII La saga de la Argentina nuclear IX La saga de la Argentina nuclear X La saga de la Argentina nuclear XI La saga de la Argentina nuclear XII La saga de la Argentina nuclear XIII La saga de la Argentina nuclear XIV La saga de la Argentina nuclear XV La saga de la Argentina nuclear – XVI La saga de la Argentina nuclear – XVII La saga de la Argentina nuclear – XVIII La saga de la Argentina nuclear – XIX La saga de la Argentina nuclear – XX

La saga de la Argentina nuclear – XXI y XXII

La saga de la Argentina nuclear – XXIII y XXIV

La saga de la Argentina nuclear – XXV La saga de la Argentina nuclear – XXVI La saga de la Argentina nuclear – XXVII La saga de la Argentina nuclear – XXIX La saga de la Argentina nuclear – XXX

La saga de la Argentina nuclear – XXXI

La saga de la Argentina nuclear – XXXII

La saga de la Argentina nuclear – XXXIII La saga de la Argentina nuclear – XXXIV La saga de la Argentina nuclear – XXXV La saga de la Argentina nuclear – XXXVI La saga de la Argentina nuclear – XXXVII La saga de la Argentina nuclear – XXXVIII La saga de la Argentina nuclear – XXXIX La saga de la Argentina nuclear – XL La saga de la Argentina nuclear – XLI La saga de la Argentina nuclear – XLII La saga de la Argentina nuclear – XLIII La saga de la Argentina nuclear – XLIV

Exportaciones de litio crecieron un 236% en 2022. Expectativas y desafios

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Las exportaciones argentinas tuvieron un 2022 histórico, tras alcanzar por primera vez los USD 88.446 millones de facturación. Como todos los años, fueron la soja y el maíz los sectores que más traccionaron en el balance general -entre ambos exportaron USD 34.417 millones-, pero esta vez fue el litio el producto que más creció en términos porcentuales.

Según el informe de “complejos exportadores” del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en 2022 la Argentina facturó USD 696 millones por las exportaciones de litio, lo que dejó como resultado un crecimiento del 236,2% respecto a los USD 207 millones que se enviaron al exterior en 2021 (diferencia de USD 449).

De acuerdo al informe, dentro de esa rama la Argentina exporta principalmente carbonato de litio, cloruro de litio, pilas y baterías de litio. Los compradores más importantes son China, Japón, República de Corea, Estados Unidos, Alemania y Francia.

Crecimiento silencioso

Si se compara a las exportaciones de litio con otros sectores, se observa con facilidad que la participación de ese mineral es todavía baja en las exportaciones generales (llegó al 0,8% este año). Sin embargo, es un hecho claro que en los últimos años ha venido creciendo de manera exponencial, al punto que su peso sobre los envíos al exterior se duplicó en muy poco tiempo.

infobae

En el gráfico se puede apreciar cómo el litio fue ganando participación dentro de los minerales. Lo mismo ocurrió a nivel general. Según un informe publicado por el Gobierno nacional, en 2017 el litio representaba el 0,3% de las exportaciones argentinas, que ese año totalizaron USD 58.384 millones. En ese entonces, el mineral dejaba solo USD 224 millones y ni siquiera aparecía entre los productos principales de exportación.

A qué se atribuye el crecimiento

Hay varios factores que explican el fuerte incremento de las exportaciones argentinas de litio, pero básicamente todo se resume a que las empresas que operan en el territorio nacional han sabido acoplarse a la tendencia mundial.

Es que en 2021, la producción de ese mineral superó por primera vez la barrera de las 100 mil toneladas, cuadruplicando los números que se alcanzaban en 2010.

El aumento exponencial de la oferta no se tradujo en una baja de precio. Por el contrario, entre 2021 y finales de 2022 el valor internacional aumentó 400%, llegando a rozar por momentos los USD 80.000 por tonelada.

¿A qué se debe este fenómeno? Casi todo se explica por un fuerte incremento en la cantidad de vehículos eléctricos fabricados y comercializados en el mundo, debido a que éstos utilizan baterías con hasta 60 kilos de carbonato de litio.

En este contexto la Argentina sale ganando, teniendo en cuenta que posee el 21% de las reservas de litio a nivel mundial. Llamativamente, nuestro país hoy produce apenas el 6% de todo lo que se extrae en el planeta, según datos de Focus Market. Es un número bajo, considerando la cantidad de minerales que se encuentran en territorio argentino, pero a su vez es prueba del potencial que existe para impulsar la inserción internacional en ese mercado.

La producción de litio en Argentina se concentra en Catamarca, Salta y Jujuy. REUTERSLa producción de litio en Argentina se concentra en Catamarca, Salta y Jujuy. REUTERS

Según información publicada por la Secretaría de Energía, existe actualmente un potencial de inversiones en explotaciones mineras de litio de USD 6.473 millones. El horizonte de producción es de 373,5 mil toneladas adicionales a la capacidad actual de 37,5 mil toneladas por año, lo que con el tiempo, estiman, podría llevar las exportaciones de ese mineral a un valor cercano a los USD 12.000 millones.

Si eso llegara a ocurrir, el litio pasaría a representar, a valores de hoy, el 13,5% de las exportaciones totales de Argentina, y se convertiría en el segundo producto de mayor peso en términos de facturación, solo detrás de la soja.

Por ahora son números que están muy lejos, pero el contexto internacional favorece para el desarrollo de la actividad, que se produce principalmente en Catamarca -allí se encuentra uno de los yacimientos de salmuera de litio más grandes del mundo-, Jujuy Salta.

Un reclamo de AgendAR:

El promocionado «oro blanco» esta empezando a cumplir su promesa, pero hasta hora para Argentina es un boom minero más, relativamente pequeños dentro de sus exportaciones de materia prima.

Este es el momento, entonces que le pidamos a quienes aspiran a gobernar que expliciten sus planes en el tema del litio: las regalias a establecer, los requisitos ambientales, la relación con las provincias y, si estan dispuestos a estimular los efuerzos para agregar valor y trabajos locales a este mineral.

ABF